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Introducción

No hay ningún apóstol que sea objeto de tantasdiscusiones como san Pablo. Los cristianos

evangélicos ven en él al verdadero teólogo del Nue-vo Testamento. Lutero desarrolló su teología de lajustificación haciendo la exégesis de la carta a losRomanos. De este modo, Pablo ha estado siempreen el centro de la teología evangélica. Pero hoy endía muchos pastores protestantes dicen que duran-te sus estudios les quitaron las ganas de acercarse aPablo. Las argumentaciones teológicas relativas a larelación entre ley y fe les resultan extrañas. Andanen busca de un acceso nuevo a Pablo.

Las mujeres tienen problemas con Pablo y consu punto de vista aparentemente hostil con ellas.Pero también en este punto se nos ha proporciona-do con frecuencia una perspectiva del apóstol queno se ajusta a la realidad. En la actualidad, la mayo-ría de los exégetas están de acuerdo en que el man-dato de que las mujeres guarden silencio en laasamblea (1 Cor 14,34-36) no procede de Pablo,sino que probablemente fue añadido por un redac-tor que juntó las distintas partes de las dos cartas alos Corintios. En las cartas del apóstol, las mujeresdesempeñan un papel importante tanto en lo queatañe a la fundación de las comunidades como en lavida concreta de éstas y en la organización del cul-to divino. Según 1 Cor 11,4ss, Pablo prevé que el

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hombre y la mujer oren en voz alta en pie de igual-dad (cf. Klauck, 1. Korintherbrief 105). Fueron sobretodo mujeres quienes contribuyeron a establecer lascomunidades cristianas. Pablo colaboraba conti-nuamente con mujeres y tenía, al parecer, buenarelación con ellas. También las mujeres intentanhoy ver a Pablo con ojos nuevos dejando a un ladoviejos prejuicios.

Los judíos ven en Pablo a un traidor sobre el querecae la responsabilidad de la ruptura entre eljudaísmo y el cristianismo. Mientras que muchosjudíos ven hoy a Jesús como uno de los suyos, Pabloes para ellos el verdadero fundador del cristianismo.Pablo, dicen, no tenía ningún interés en las pala-bras y las obras de Jesús, sino que, influido por elpensamiento griego y las religiones mistéricas delmundo helenístico, elaboró el mito de la divinidadde Jesús y creó así una religión distinta de la queJesús quería. Pero también en este ámbito se estáiniciando una nueva visión del apóstol. En la actua-lidad, los judíos meditan sobre los capítulos 9–11de la carta a los Romanos, en los que Pablo pone demanifiesto su alta estima por la tradición judía y porla primacía judía sobre los gentiles, y también sulucha por la relación de la Iglesia con Israel. Y hayjudíos que reconocen que Pablo después de su con-versión siguió siendo fariseo y pensando como unfariseo, aun cuando el paso a los gentiles es paramuchos judíos de hoy, lo mismo que para muchosde entonces, un reto.

Sobre Pablo han aparecido numerosos estudios.Cada exégeta ve lo esencial de Pablo en algo dife-

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rente. Desde Lutero, muchos teólogos protestantesven en el apóstol el centro de la fe cristiana. Lo vin-culan sobre todo con la doctrina de la justificaciónpor la fe. La carta a los Romanos y la carta a losGálatas son para ellos lo que verdaderamente cons-tituye la fe cristiana. Frente a este reduccionismo,en la Iglesia oriental se ve a Pablo más bien comoel representante de la mística centrada en Cristo.Lo que pretende es introducirnos en una experien-cia mística de Jesucristo. Otros ven en él al teólogodel bautismo y de la cena del Señor. En respuesta alos cultos mistéricos de aquel entonces, describe elculto cristiano como una experiencia de comunióncon Jesucristo. Sobre el telón de fondo de los ritosde iniciación, que tan difundidos estaban en lasreligiones mistéricas de su tiempo, Richard Rohrllama a Pablo un hombre iniciado, un hombreque, en el encuentro con Jesucristo, pasó por unproceso de iniciación y que, de este modo, puedeservir de modelo para nuestra propia iniciación.

Algunos ven en él al teólogo de formación grie-ga que une la doctrina cristiana con la filosofíaestoica. Otros, al judío que lucha por su pueblo yque se siente dividido con respecto a su propio cuñojudío. Unos piensan que, para elaborar nuestra ima-gen de Pablo, sólo debemos emplear sus propiaspalabras tal como se encuentran en las cartasauténticas (1 Tesalonicenses, 1 y 2 Corintios,Gálatas, Romanos, Filipenses y Filemón). Perotambién la interpretación que Lucas ofrece enHechos de los Apóstoles forma parte de la imagende Pablo. Es, al fin y al cabo, una interpretación que

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se hizo poco después de la muerte del apóstol. En laactualidad no podemos decir en qué medida losdatos de Lucas responden a los hechos históricos.Pero, evidentemente, lo importante para él no eranlos datos históricos en bruto, sino su significado másprofundo. Sólo cuando la historia es interpretada seconvierte para nosotros en algo significativo.

No soy exégeta. Poco puedo contribuir, por tan-to, a arrojar luz sobre las discusiones exegéticas entorno a Pablo o a transmitir la teología del apóstolen su conjunto. En este libro deseo limitarme a des-cribir las experiencias que probablemente seencuentran detrás de la teología de Pablo. Y deseopreguntarme una y otra vez cómo podemos viviractualmente experiencias semejantes a las de Pabloy qué tiene que decirnos su teología. ¿Nos ayuda avivir hoy como cristianos? ¿A qué experienciasdesea conducirnos Pablo? ¿Cuál es para él la esen-cia de lo cristiano? Pablo salió en aquel entonces arecorrer un mundo lleno de planteamientos religio-sos diferentes. También hoy vivimos en una socie-dad multirreligiosa. ¿Cómo podemos hacer com-prensible, mirando a Pablo, lo fundamental denuestra fe? ¿Qué distingue nuestra experiencia de fecomo cristianos de la experiencia religiosa de otros?


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Pablo creció como judío en un entorno helenís-tico. Ése era por aquel entonces el destino de

muchos judíos de la diáspora. Y esto llevaba confrecuencia a los judíos a retraerse totalmente de suentorno y a observar aún más celosamente su tradi-ción para protegerse del desconcierto generado porel entorno griego. En Pablo podemos comprobarperfectamente ambas cosas. Por un lado, conocía lafilosofía griega y los cultos mistéricos que se cele-braban en su ámbito. En Tarso, importante ciudadcomercial, de unos 300.000 habitantes, conoció elsincretismo de todas las religiones posibles, y poreso intentó acentuar aún más fuertemente suidentidad judía. Bajo el dominio de Alejandro, suconquistador, Tarso fue un importante centro de lafilosofía griega. Y una ciudad comercial de primerorden. Los autores antiguos loan el afán de apren-der de los habitantes de Tarso.

Quizá resulte útil un breve vistazo a la biografíapaulina. Saulo –éste es su nombre judío– nació enTarso en torno al cambio de era (los autores oscilan,al situar la fecha, entre el año 1 y el 10). Pertenecíaa la tribu de Benjamín. Sus padres o bien eran muyricos, y por eso pudieron comprarse la ciudadaníaromana, o bien eran libertos que habían consegui-

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do dicha ciudadanía. Independientemente delmodo en que obtuvieran tal condición jurídica,probablemente fueron muy adinerados. De ahí quepudieran mandar a su hijo a Jerusalén para que seformase. Como Pablo aprendió el oficio de fabri-cante de tiendas, se supone que su padre desempe-ñaba el mismo trabajo y quizá llevaba un taller.Pero en este punto sólo cabe hacer conjeturas.

En Tarso, Pablo conoció las distintas religionesy cultos mistéricos y, naturalmente, la filosofía y laliteratura griegas. “En su calidad de hijo de judíosde la diáspora, no sólo se juntó desde la infanciacon personas de otras tribus y pueblos, sino que enesta metrópoli comercial pudo también vivir día adía la apertura al mundo. Las personas de otrasculturas y opiniones no le resultaban extrañas,sino que desde su juventud pudo encontrarse conellas y observar sus costumbres” (Gnilka, Paulus 23).Probablemente, Pablo dominaba cuatro idiomas:hebreo, arameo, griego y latín. Era, por consiguiente,un hombre culto que conocía bien la situación espi-ritual y religiosa de su entorno. ¿Cuáles eran lascorrientes de las que Pablo tuvo que ocuparse?

La filosofía estoicaEn su tiempo, la filosofía estoica era la filosofía

de moda, por decirlo así. Determinaba el espíritu dela época. Su nombre le viene de la “stoa poikile”, “elpórtico multicolor” de Atenas donde enseñabaZenón, el fundador del estoicismo o Stoa. La filoso-fía estoica ponía su centro de interés en la ética y


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El entorno espiritual y religioso de Pablo

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en el arte de la vida sana. Pretendía demostrar aDios con razonamientos lógicos. La principal meta(telos) del ser humano es aprender a vivir correc-tamente la vida. El modo como la Stoa enunciadicha meta es éste: “Vivir en armonía con elLogos” o, según la formulación de Zenón, “vivirconsiderando la verdad y el orden del Todo y con-tribuyendo a realizarlos según las propias fuerzas,sin dejarse arrastrar por lo irracional del alma”(Theologische Realenzykopädie 32, Stoa 187). Losfilósofos estoicos eran una especie de asesores espi-rituales o psicológicos que instruían al individuoen el arte de vivir. Un capítulo importante del ase-soramiento vital era el modo adecuado de afrontarlos golpes del destino. Al buen filósofo se le reco-nocía porque superaba el dolor sin afectos excesi-vos, porque lo soportaba con una paz estoica, pordecirlo de alguna manera.

A los primeros cristianos, las instrucciones éti-cas de la Stoa les resultaban familiares, y a muchosde ellos les abrían nuevas perspectivas. Los reciénconvertidos traían “consigo a la comunidad cristia-na un sólido caudal de comportamientos éticos”(Klauck, Anknüpfung 83). En todo caso, Pabloconocía la filosofía estoica. Sus códigos domésticosguardan correspondencia con la ética tal como seenseñaba en dicha filosofía. Por los mismos años enque, más tarde, Pablo estuvo en Roma, en esta ciu-dad vivía también Séneca. La Iglesia primitiva fin-gió un intercambio epistolar entre ambos. Eviden-temente, la Iglesia pensaba que Pablo estaba cercade la filosofía estoica. Esta cercanía queda patente


cuando comparamos las instrucciones de Pablocon las del filósofo romano Epicteto, antiguoesclavo que enseñó poco después de Pablo. “Algu-nos de los consejos que Pablo da en sus cartas a lascomunidades, y que tendrá que darles posterior-mente, se pueden encontrar tal cual en Epicteto”(ibíd. 83).

Lo que el ser humano tiene que superar son,sobre todo, sus afectos. El afecto es “un impulsoque lleva más allá de la meta fijada por la razón”(ibíd. 32, 188). En la filosofía estoica, los afectosse consideran una enfermedad del alma. La razónha de regirlo todo y debe dirigir al ser humano. Laalegría, la tristeza, la avidez y el miedo son afectosque el ser humano debe evitar. En la filosofíaestoica, la compasión se ve negativamente. Pablohace referencia a los criterios de la filosofía estoi-ca cuando les dice a los filipenses: “Tomad enconsideración todo lo que hay de verdadero, denoble, de justo, de limpio, de amable, de laudable,de virtuoso y de encomiable” (Flp 4,8). Pero almismo tiempo se distancia de la Stoa al exhortar alos filipenses diciendo: “Estad siempre alegres en elSeñor; os lo repito, estad alegres” (Flp 4,4). Pabloescribe sus cartas con afectos intensos. Abre su cora-zón a los destinatarios y, con ello, se distancia de laimpasibilidad de los filósofos estoicos.

En el discurso en el areópago, que Lucas poneen labios de Pablo, el evangelista se ocupa sólo dedos corrientes de la filosofía griega: la epicúrea y laestoica. Lo que a ambas tendencias les interesabaera, en última instancia, el modo en que el ser


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humano puede encontrar el camino a la verdaderafelicidad. La cuestión de la felicidad, de la vidalograda, es hoy igual de actual que entonces. Tam-bién Pablo quiere dar a esta cuestión una respuestacristiana. Muestra a Jesús como el camino a unavida lograda. Retoma el anhelo de felicidad que lafilosofía griega acuñó desde Platón (“Todos los sereshumanos quieren ser felices”) y formula su mensajesobre el telón de fondo de tal anhelo.

La gnosis“Gnosis” significa propiamente “conocimien-

to”, “saber”. Entre los historiadores no existe acuer-do acerca del movimiento de la gnosis o gnosticis-mo. La escuela de Bultmann partía de la existenciade un gnosticismo precristiano, pero muchos textosgnósticos son poscristianos e interpretan textoscristianos, como por ejemplo el evangelio de Juan,de manera gnóstica. Desde el Coloquio de Mesinade 1966 se distingue entre gnosis, como “saberreservado a una élite y relativo a los misterios divi-nos”, y gnosticismo, como sistema que parte de unavisión dualista del mundo y gira en torno al mitodel redentor celestial; el redentor gnóstico se abrecamino a través de las esferas planetarias para des-pertar al yo narcotizado del ser humano (cf. Lexikonfür Theologie und Kirche, Gnosis 803s). La gnosis sepodría describir como una tendencia esotérica quese asocia con las religiones: con el judaísmo, con elcristianismo y con las religiones mistéricas. El gnos-ticismo es una doctrina que parte del hecho de que

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el yo del ser humano es una chispa de la luz divinaque ha salpicado la materia y que queda liberadapor el redentor divino.

Tiene poco sentido leer las palabras de Pablobuscando siempre un mito gnóstico del redentor oun sistema gnóstico. Lo que sí se puede decir es quePablo vivió en una época en la que las tendenciasgnósticas eran fuertes en todas las religiones y tam-bién en los círculos judíos, cristianos y filosóficos.La gente necesitaba refugiarse en la espiritualidadpara escapar a la extrañeza del mundo. En el mundocada vez más duro del Imperio romano, los círculosgnósticos ejercían una gran fascinación sobre laspersonas en búsqueda espiritual. Eran muchos tam-bién los primeros cristianos que estaban fascinadospor la corriente gnóstica. Estas tendencias de la gno-sis son de plena actualidad. Hay muchas personasque se entusiasman con experiencias espiritualespero son incapaces de hacer frente a su vida concre-ta. Para ellas, la espiritualidad es una huida ante elcaos de la propia vida. Pablo se encuentra con estastendencias gnósticas en Corinto. El apóstol retomael anhelo de conocimiento e iluminación y de ver-dadera sabiduría. Cita el eslogan de la gnosis (“Todoestá permitido”) y, sobre el telón de fondo de lasnociones gnósticas, les muestra a los corintios elcamino que lleva a la sabiduría entre los perfectos.

Hacia el año 200, Clemente de Alejandría atri-buyó a la gnosis las siguientes preguntas fundamen-tales: “¿Quiénes éramos? ¿Quiénes hemos llegado aser? ¿Dónde estábamos? ¿Adónde hemos sido arro-jados? ¿Hacia dónde nos apresuramos? ¿De qué esta-


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mos liberados? ¿Qué es el nacimiento? ¿Qué elrenacimiento?” (ibíd., Gnosis 805). Estas preguntas,sin embargo, no quedan reservadas a la gnosis.Igualmente, nos atañen hoy a nosotros. Cada cualdebe encontrar por sí mismo una respuesta a estaspreguntas. Las circunstancias en las que Pabloresponde son, pues, semejantes a la nuestra. Yserá fascinante descubrir en las palabras de Pablouna respuesta a nuestros interrogantes actuales.

Los fariseosLos padres del joven Saulo le mandaron muy

pronto a Jerusalén para que fuera educado e ins-truido allí, en casa de Gamaliel. Gamaliel era unfariseo. “Su actividad se sitúa cronológicamenteentre el año 25 y el 50 d.C.” (Gnilka 28). Proba-blemente pertenecía a la tendencia moderada. Alparecer, se trataba de una especie de internado enel que Pablo recibió instrucción sobre la ley judíay sobre espiritualidad. Evidentemente, estuvo allílleno de celo. En la carta a los Gálatas dice de símismo: “Habéis oído hablar, sin duda, de mi anti-gua conducta como judío fiel a la ley, y sabéis conqué furia perseguía yo a la Iglesia de Dios inten-tando destrozarla. Incluso aventajaba dentro deljudaísmo a muchos compatriotas de mi edad comofanático partidario de las tradiciones de mis ante-pasados” (Gál 1,13s). Pablo era un fariseo “para elque la Torá en sentido estricto y las tradiciones(orales) constituían el fundamento de su vida y elestímulo de su celo vital” (Schlier, Galaterbrief 52).


Pero ¿quiénes eran los fariseos? En el judaísmode tiempos de Jesús había cuatro grupos: saduceos,fariseos, esenios y zelotas. Los saduceos eran el par-tido sacerdotal. Lo que les interesaba fundamental-mente era el templo y sus ritos, el dinero que obte-nían del tributo del templo. Eran amigos de losromanos. Los fariseos intentaban traducir las leyesdel Antiguo Testamento a la vida cotidiana con-creta de la gente. Entre ellos había una tendenciamás estricta y otra moderada. Los fariseos eran per-sonas muy piadosas. Querían ayudar a la gente aconocer la voluntad de Dios y a cumplirla en el díaa día. Pero en las sentencias judiciales pasaban porser especialmente clementes. Gamaliel, el maestrode Pablo, pertenecía a la tendencia moderada de losfariseos. Las personas piadosas tenían a los fariseoscomo maestros. El lugar donde celebraban su cultoera la sinagoga, y no tanto el templo de Jerusalén,donde mandaban los saduceos.

Los esenios eran un grupo de judíos piadososque volvieron la espalda tanto al culto del templocomo al servicio religioso celebrado en la sinagoga.Reunidos en círculos piadosos, intentaban cumplirla voluntad de Dios. Eran muy cordiales unos conotros, pero cuando alguien trasgredía las normas delgrupo se le expulsaba sin compasión.

Los zelotas eran partisanos. Combatían demanera violenta a la potencia romana ocupante.Entre ellos se encontraban los “sicarios”, que lleva-ban bajo la ropa dagas cortas con las que una y otravez mataban a soldados romanos.


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Jesús discutió sobre todo con los fariseos. Noobstante, en muchas cosas estaba muy cerca deellos. Es evidente que tenía buenos contactos conalgunos fariseos. Pero se distanciaba de su manerade pensar acerca del rendimiento. Las severas con-denas de los fariseos, tal como las encontramossobre todo en el evangelio de Mateo, sólo seentienden teniendo en cuenta el modo en que sedesarrollaron los acontecimientos después de lacaída de Jerusalén. Tras ésta, los fariseos se mantu-vieron como el único grupo dentro del judaísmo. Yexcluyeron conscientemente de la sinagoga a loscristianos. En tiempos de Pablo, sin embargo, estamarcada delimitación aún no existía. El propioapóstol dice de los fariseos que son la agrupaciónmás fuerte dentro del judaísmo.

¿Cómo vivió Pablo la ley judía en su escuelafarisaica? De hecho, después, su pensamiento giraconstantemente en torno a esta cuestión. Por unlado es evidente que estaba fascinado por la ley. Selanzó lleno de celo a guardar todos los preceptos conexactitud. Esto le daba seguridad en un entorno quea menudo estaba marcado por la laxitud y la deca-dencia. Y probablemente le daba también seguridaden su identidad personal. Lanzarse con celo ardientea cumplir los preceptos es algo que siempre tieneque ver con la propia inseguridad. Es frecuente quequien así actúa espera de la ley apoyo interior y cla-ridad. Tiene miedo a la amenaza procedente de supropio interior, de sus tendencias inconscientes, ypor eso se aferra a la ley. Para él es como un corséque mantiene unido su caos interior.



En el celo por la ley podemos observar ademásuna segunda motivación, la de demostrar la propiavalía mediante un rendimiento cada vez mayor.Desde el punto de vista psicológico, quienes actúanasí son los tipos compulsivos que tienen que alcan-zar un rendimiento para demostrar su valía ante símismos y ante los demás. Dado que interiormentese sienten sin valor, tienen que apoyarse en el ren-dimiento para superar el miedo a la propia carenciade valor. Pero esta superación difícilmente se con-sigue. A lo único a lo que conduce el miedo es auna obstinación y una dureza cada vez más profun-das respecto a los demás. La experiencia que Pablotuvo de la ley no es típica de los judíos que vivenésta como una obra buena de Dios. Evidentemente,la experiencia de Pablo guarda relación con suestructura psíquica. Probablemente, Pablo teníadentro de sí tendencias compulsivas. De ahí que sumensaje de la liberación respecto a la ley sea unabuena noticia sobre todo para las personas compul-sivas. La tendencia a demostrar la propia valíamediante el rendimiento está muy extendida tam-bién hoy. Por eso el mensaje de Pablo sigue siendoactual para nosotros.

En el caso de Pablo, su miedo a la propia caren-cia de valor se manifestó en la desmesura con la queperseguía a los adeptos del nuevo camino. Lucasdescribe esta desmesura con las siguientes palabras:“Saulo... seguía amenazando de muerte a los discí-pulos del Señor” (Hch 9,1). Y Lucas pone en bocade Pablo esta frase: “Mi furor contra ellos llegó atal extremo que los perseguí hasta en las ciudades


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extranjeras” (Hch 26,11). Lo que se persigue conesa desmesura ejerce, evidentemente, una fascina-ción interior. De lo contrario, no se vería uno obli-gado a combatirlo de ese modo.

Así pues, parece evidente que Pablo se veíatironeado entre la fascinación por la claridad de laley, que le daba sostén y seguridad, y la fascinaciónpor la libertad que anunciaban Esteban y los adep-tos del nuevo camino. En el cenit de su ira, la fas-cinación por la libertad se iba haciendo cada vezmayor. Así quedó abierto a la conversión, que derri-bó completamente por tierra el edificio de su vida.Pero también tras su conversión vemos en Pablo sugran capacidad de entusiasmo y su tira y afloja entrelibertad y orden, entre fascinación por Cristo yfuror contra quienes piensan de otro modo. Laestructura de su psique sigue siendo la misma, peroen lo sucesivo queda puesta por Cristo al serviciode su obra y, de este modo, se convierte en fuente desalvación para muchos.

Para el pueblo de Israel, la ley es un don deDios. Se alaba a Dios por el hecho de haber dado alpueblo una ley tan sabia, que garantiza el buen éxi-to de la vida. Seguramente, Pablo también vivióesta perspectiva positiva de la ley; de hecho, quedaexpresada en algunas de sus formulaciones. Peroademás vivió su fracaso personal a causa de la ley.Experimentó la imposibilidad de cumplir la ley ensu totalidad, por grandes que fueran los esfuerzosde su voluntad encaminados a lograrlo. Esta expe-riencia tuvo en él dos efectos: por un lado, le hizoconvertirse en el perseguidor de los cristianos, que



explicaban la ley más libremente, y, por otro, leabrió a la conversión a Cristo.

La tensión que Pablo vivió como fariseo laexperimentamos nosotros hoy. También hoymuchas personas anhelan una orientación másclara. Las agrupaciones fundamentalistas, que dicencon exactitud lo que hay que hacer, ejercen unagran atracción sobre muchas personas débiles. Dedichas agrupaciones esperan estabilidad interior yuna pertenencia clara a un grupo que, con suobservancia estricta de la ley, les dé seguridad. Peromuchos viven la misma dicotomía que Pablo expe-rimentó: se dan cuenta de que son incapaces deperseverar en la observancia de las prescripcionesestrictas. O bien huyen a una doble vida en la quepropagan las leyes duras, pero viven a escondidas sulado laxo, o bien reprimen su fracaso con la leycombatiendo a otros. La agresividad que resultavisible en su rígido cumplimiento de la ley les hacearremeter contra los demás. También en esta situa-ción tiene hoy Pablo algo importante que decirnos.

Los cultos mistéricosEn tiempos de Pablo, los distintos cultos misté-

ricos ejercían una enorme fascinación. Unos proce-dían de Grecia, como por ejemplo los misterioseleusinos de Deméter; los misterios de Dionisos y elculto de Adonis, de Asia Menor; los misterios deIsis, de Egipto; el culto de Mitra, de Persia. Los cul-tos mistéricos fascinaban a la gente porque en ellosuno se sentía tocado individualmente. Mediante


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ritos de iniciación era introducido en el misterio dela humanación. El secreto que rodeaba los cultosmistéricos y las experiencias que vivían quienes enellos participaban favorecían la conciencia elitista.Uno se sentía especial. Esto era particularmenteimportante para muchos soldados y antiguos es-clavos. En los cultos mistéricos tenían parte en eldestino de la divinidad. Al sumergirse, durante loscultos nocturnos, en la vida divina que se les con-cedía en los ritos, se sentían revestidos de dignidad.El culto de Mitra estaba reservado a los varones. Enlos demás cultos también podían participar lasmujeres. En algunos, éstas incluso desempeñabanun papel predominante.

Evidentemente, Pablo conoció los cultos misté-ricos. Entró en contacto con ellos en Corinto, ciu-dad portuaria griega que, por su condición de tal,albergaba muchos de dichos cultos. Los miembrosde la comunidad cristiana se encontraban con ellosa cada paso. Así, en las dos cartas a los Corintios,Pablo utiliza con frecuencia la terminología de loscultos mistéricos. E interpreta la cena del Señorsobre el telón de fondo de las experiencias que loscorintios habían tenido con cultos semejantes. Almismo tiempo, pone de relieve también la diferen-cia entre la cena del Señor y los cultos mistéricos.Pablo conoce el anhelo de los corintios. Y piensoque el suyo es también nuestro anhelo hoy. No que-remos cumplir simplemente con nuestro deber.Anhelamos tener parte en Dios y en la vida divina.Y anhelamos pertenecer, en medio de lo imprevisi-ble de este mundo, a un grupo que se apiña en tor-

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no al altar y que por eso sabe que Cristo, y en élDios mismo, está en medio de nosotros para darnosparte en su amor y en su vida.

La actitud abierta de los cultos mistéricos en lotocante a la participación de las mujeres tuvo reper-cusión en la Iglesia primitiva. En ella, las mujeresdesempeñaban un papel importante. Tenían losmismos derechos. Así, la respuesta que Pablo da alnuevo papel de la mujer en la celebración litúrgicase ha de reconsiderar precisamente a la luz de loscultos mistéricos. ¿Dónde asume la libertad ydónde la restringe en relación con las mujeres?Pablo desarrolla su teología del bautismo y de lacena del Señor sobre el telón de fondo de los cul-tos mistéricos. Retoma el anhelo de los corintios ymuestra su cumplimiento en la participación en eldestino de Jesucristo. Pero dicha participación nose refiere sólo al culto, sino que se lleva a cabo enla vida cotidiana. Ahí toma Pablo parte en lamuerte sufrida por Jesús, y se hace también visibleel misterio de la resurrección.

Los cultos sacrificialesAdemás de los cultos mistéricos, existían las

muchas comidas sacrificiales ofrecidas a los ídolos.Pablo habla de ellas en la primera carta a los Corin-tios. La carne que se podía comprar en el mercadoprocedía casi siempre de esos sacrificios a los ídolos.En la antigüedad, los templos eran como los mata-deros que suministraban la carne para el mercado.Una parte de la carne sacrificada se consumía en el


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banquete sacrificial ofrecido en honor de los dioses.El resto se vendía en el mercado. Tanto los romanoscomo los griegos practicaban muchos cultos sacrifi-ciales. Se sacrificaban toros y ovejas. Una parte sequemaba sobre el altar sacrificial en honor de losdioses y la otra parte –casi siempre mayor– secomía. Así, los cultos sacrificiales eran siempre,además, comidas sacrificiales. Estas comidas le per-mitían a uno tener parte en Dios. Dios mismo era elverdadero anfitrión de dichas comidas. Se comíaante Dios, no con Dios (cf. Klauck, Herrenmahl undhellenistischer Kult, 49). Un rasgo fundamental deestas comidas era también el agradecimiento a Diospor sus beneficios. Estaban marcadas por la alegríay el alborozo. Algunos autores antiguos criticaronduramente estas comidas y se mofaron de ellas.Dios, argumentaban, se tapaba la cabeza cuandoveía estas comidas sacrificiales.

Pablo tiene presentes estos cultos sacrificialescuando apela a la conciencia de los corintiosdiciéndoles que no deben confundir la cena delSeñor con una comida encaminada a saciarse y enla cual la gente se embriaga. Y se ocupa de elloscuando aborda la cuestión de si un cristiano puedecomer carne sacrificada a los ídolos. A la hora decomprar carne, los cristianos de Corinto se plan-teaban continuamente la cuestión de si era o nocarne sacrificada a los ídolos. Y recibían con fre-cuencia invitaciones a participar en comidas sacrifi-ciales ofrecidas en honor de los ídolos, pues muchascomidas de asociaciones, a las que seguramenteeran invitados también los cristianos más distingui-


dos, tenían una estrecha vinculación con las comi-das sacrificiales ofrecidas en honor de los ídolos.

En la antigüedad había también un culto propiodestinado a determinados héroes que habían hechomucho por el bien común de una ciudad. Tras sumuerte, era frecuente que se les calificase de divi-nos. Entre los romanos, el culto al emperador guar-daba relación con esta costumbre. El emperador eracalificado de benefactor y se ofrecían sacrificios ensu honor. Más tarde, estos sacrificios al emperadorse convirtieron para los cristianos en la pruebadecisiva de si se aferraban o no a la adoración úni-ca de Dios. Lucas critica la ideología romana sobreel soberano al describir a Jesús como el verdaderorey de la paz, y se muestra crítico con los reyes deeste mundo que oprimen a sus pueblos y se hacenllamar benefactores. En Pablo echamos de menosesta actitud crítica. Las afirmaciones que hace enRom 13 son más bien favorables a las autoridades.La cuestión de cómo se deben comportar los cris-tianos con respecto al Estado fue objeto de contro-versia ya en la Iglesia primitiva. Y todavía hoy sesigue respondiendo a ella de maneras diferentes.

A Pablo sólo podremos entenderlo si lo vemossobre el trasfondo de su época. Él intentó anunciarel mensaje de Jesús a quienes abrigaban un anheloespiritual, e intentó hacerlo de tal manera que sesintieran tocados por dicho mensaje y vieran en élun camino hacia una mayor libertad, vitalidad yamor. Pablo lo hizo retomando ese anhelo, pero nodiciendo a la gente lo que ésta quería oír. Para él, loimportante era, sobre todo, transmitir a los demás


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su propia experiencia de conversión y de conoci-miento de Cristo. Para conseguirlo tenía que expre-sarse en cada caso de manera diferente, dependien-do de a quién hablaba y a quién dirigía sus cartas.Para mí, en todas las afirmaciones del apóstol esimportante tener presentes mis propios interro-gantes y anhelos. ¿Cuál es hoy para mí la BuenaNoticia? ¿Cómo puedo encontrar en las palabrasdel apóstol un camino para mí? ¿Cuál es la expe-riencia de la que Pablo me hace partícipe?


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