Introducción a la ALFIN
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Paola Gutiérrez Figueroa
Bibliotecóloga
Magíster en Educción a Distancia
Las competencias informacionales se han desarrollado a través de la historia de las
Ciencias de la Información bajo diversos nombres. A continuación veremos algunos
ejemplos.
Aptitudes para el acceso y uso de la información
La Association of College and Research Libraries (ACRL), organismo subordinado de la
American Library Association (ALA), define el concepto Aptitudes para el acceso y uso de
la información como “un conjunto de habilidades que exigen a los individuos ‘reconocer
cuándo se necesita información y poseer la capacidad de localizar, evaluar y utilizar
eficazmente la información requerida’ “(ACRL/ALA, 2005). Esta misma definición es
utilizada por Council of Australian University Librarians (CAUL), pero el término referido
por ellos es Alfabetización en información.
Alfabetización en información
Alfabetización en información es una capacidad de comprender y un conjunto de
habilidades que capacitan a los individuos para ‘reconocer cuándo se necesita información
y poseer la capacidad de localizar, evaluar y utilizar eficazmente la información requerida’.
( CAUL, 2002: 68)
Bruce dice lo siguiente: “Normalmente se entiende la alfabetización en información como
un conjunto de aptitudes para localizar, manejar y utilizar la información de forma eficaz
para una gran variedad de finalidades. Como tal, se trata de una habilidad genérica, muy
importante que permite a las personas afrontar con eficacia la toma de decisiones, la
solución de problemas o la investigación. También les permite responsabilizarse de su
propia formación y aprendizaje a lo largo de la vida en las áreas de su interés personal o
profesional”. (Bruce, 2003: 289).
Introducción a la Alfabetización en Información
(ALFIN)
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Alfabetización informacional
De acuerdo a la revisión bibliográfica, el término Alfabetización informacional fue utilizado
por primera vez por Zurkowski, en Estados Unidos en 1974, en su calidad de Presidente
de la Asociación de Industrias de la Información. En ese momento, de acuerdo al análisis
de Bawden, asoció el término al uso eficaz de la información dentro de un entorno
laboral, posiblemente empresarial, y más específicamente con la resolución de
problemas: ‘Pueden considerarse alfabetizados en información competentes las personas
que se han formado en la aplicación de los recursos de información a su trabajo. Han
aprendido las técnicas y las destrezas para utilizar la amplia gama de herramientas
informacionales, a la vez que las fuentes primarias, en el planteamiento de soluciones
basadas en la información para resolver sus problemas’ (Bawden, 2002: 376).
Gómez utiliza el término Alfabetización informacional, y lo define así: “…las competencias,
aptitudes, conocimientos y valores necesarios para acceder, usar y comunicar la
información en cualquiera de sus formas, con fines de estudio, investigación, o ejercicio
profesional. Entendemos la alfabetización informacional como el conocimiento y la
capacidad de usar de modo reflexivo e intencional el conjunto de conceptos,
procedimientos y actitudes involucrados en el proceso de obtener, evaluar, usar y
comunicar la información a través de medios convencionales y electrónicos”. (Gómez,
2000: 157).
En 2005 Gómez entrega una nueva definición: “Entendemos la alfabetización
informacional en dos sentidos: desde el punto de vista de los usuarios es el dominio de
una serie de competencias o habilidades para obtener, evaluar, usar y comunicar la
información a través de medios convencionales y electrónicos. Desde el punto de vista de
las instituciones educativas y documentales es el servicio a las actividades para lograr la
enseñanza-aprendizaje de estas destrezas”.
El Chartered Institute of Library and Information Professionals (CILIP), en Reino Unido,
declara que “alfabetización informacional es saber cuándo y por qué necesitas
información, dónde encontrarla, y cómo evaluarla, utilizarla y comunicarla de manera
ética” (Abell, A., Armstrong, C., Boden, D., Town, J., Webber, S. & Woolley, M.,
2004:79).
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Alfabetización informativa
El Presidente de la Sección Alfabetización Informativa de la IFLA, señor Jesús Lau, utiliza
este término – informativa - en su análisis respecto del concepto. Parafraseando a la
American Association of School Librarians, lo define de la siguiente manera: ‘la capacidad
para encontrar y usar información (…) es la piedra angular del aprendizaje para toda la
vida’. Continuando con su análisis, cita a Kuhlthau, quien dice lo siguiente: ‘La definición
de alfabetización informativa va más allá del uso de habilidades para aprovechar las
bibliotecas, implica la capacidad para usar información compleja de una variedad de
fuentes para desarrollar significado o solucionar problemas’ (Lau, 2004: 3).
Tiscareño y Mears indican que “el término alfabetización informativa se refiere a una serie
de habilidades que requiere el individuo para reconocer cuando la información es
necesaria y teniendo la habilidad para localizar, evaluar y usar efectivamente la
información. La alfabetización informativa cobra mayor relevancia debido a los cambios
en el desarrollo tecnológico y en la proliferación de los recursos de información (…). La
alfabetización informativa forma la base para el aprendizaje de toda la vida, es común
para todas las disciplinas, se puede aplicar en cualquier entorno y en todos los niveles de
la educación“(Tiscareño y Mears, 2002; [6]).
Desarrollo de habilidades informativas
Este término ha sido definido por Lau (2004:3) como el “proceso de facilitar que se
fortalezcan en los usuarios las capacidades para manejar información”.
Infoalfabetización
Matus señala que no es posible definir este término, porque “es un concepto dinámico y la
única forma de comprenderlo es desde sus propios procesos (…). Es una necesidad para
ser parte de la sociedad emergente”. No obstante hace referencia a lo siguiente: “nos
proporciona una autonomía, permite la autoeducación a lo largo de toda la vida y tener
un mayor control de nuestro propio aprendizaje” (Matus, 2003: [1]). En otro documento
se refiere al término Infoalfabetización como “un fenómeno asociado al paradigma
naturalista y a la perspectiva fenomenológica, y como todo cambio de paradigma necesita
un proceso que permita seguir un cambio de mentalidad” (Matus, s/f: [1]).
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Las personas que desarrollan las habilidades y competencias en el manejo de
información, en la literatura revisada presentan diversas denominaciones:
Infoalfabetizado, infoalfabeta, alfabetizado informativamente, alfabeto en información,
alfabetizado en información.
A nivel nacional existe la Comisión Asesora de Bibliotecas y Documentación (CABID),
perteneciente al Consejo de Rectores. Esta entidad designó la Subcomisión de Desarrollo
de Competencias Informacionales (DCI) para elaborar los lineamientos de un programa
de desarrollo de estas competencias. Como se ha podido ver, estas definiciones presentan
gran similitud, razón por la cual una de las conclusiones a las que llegó esta Subcomisión
es tratar como sinónimos los conceptos referidos al desarrollo de competencias y
habilidades en información.
Actualmente a nivel internacional el término usado mayoritariamente es Alfabetización en
Información, y ese es el término que utilizaremos en este curso. En cuanto a las personas
que desarrollan las competencias informativas, son denominadas como Alfabetizados en
Información.
ALFIN y la Sociedad de la Información
La Sociedad de la Información, como nuevo período de desarrollo de la sociedad, nace
producto justamente de un cambio social a nivel mundial, un cambio de actividad del ser
humano en el que el trabajo en el sector industrial como primera fuente de ingresos de
los ciudadanos, detiene su crecimiento ya que un nuevo sector comienza a posesionarse,
el de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TICs). Esto ocurre en los
años ’70, década que se conoce además como la era post-industrial. En los ’80 comienza
la expansión las redes de telecomunicaciones e información, se masifica Internet dando
paso a la revolución digital.
El término Sociedad de la Información toma fuerza en los años ’90, cuando la Unión
Europea se propone volver a regular y privatizar el sector de las telecomunicaciones, con
el fin de competir con Estados Unidos y Japón en el desarrollo de las tecnologías de
información.
El trasfondo ideológico del concepto Sociedad de la Información fue la lucha por el
desarrollo de la infraestructura tecnológica (TICs) y el desarrollo social, es decir que los
beneficios del desarrollo de estas tecnologías llegaran a todas las personas. Para
resguardar el desarrollo democrático de las TICs, es decir igualdad en cuanto al desarrollo
social y respeto por los derechos humanos, se lleva a cabo en 2003 la Cumbre Mundial de
la Sociedad de la Información (en adelante CMSI).
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La CMSI se desarrolló en dos etapas, la primera entre el 10 al 12 de diciembre de 2003
en Ginebra (Suiza). En esta fase se redactó la Declaración de Principios y el Plan de
Acción de la Sociedad de la Información. La segunda fase se realizó entre el 16 y 18 de
noviembre de 2005 en Túnez (Suiza); en ella se adoptó el Compromiso de Túnez y la
Agenda de Túnez para la Sociedad de la Información.
El objetivo de la primera fase fue reducir la brecha digital existente entre los países
desarrollados y los países tercermundistas, como se observa en la siguiente cita: “ El
objetivo de la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información es garantizar que
estos beneficios sean accesibles para todos y fomentar ciertas ventajas específicas en
algunos campos, como estrategias-e, negocio-e, gobernanza-e, salud-e, educación,
alfabetización, diversidad cultural, igualdad de género, desarrollo sostenible y protección
del medio ambiente” (CMSI, 2007); el objetivo de la segunda fase fue afianzar los logros
obtenidos en la primera. La CMSI fue auspiciada por las Naciones Unidas (ONU) y por la
Unión Internacional de Telecomunicaciones (IUT).
En la fase llevaba a cabo en Ginebra se desarrollaron a fondo tema relativos a “la
necesaria cooperación internacional y la indispensable solidaridad electrónica entre los
pueblos” (Rodríguez, 2005: 39). La declaración de esta primera fase de la CMSI fue
firmada por los 191 países miembros de la ONU, pasando a ser uno de los compromisos
más importantes a nivel mundial. La declaración dice lo siguiente:
"… nuestro deseo y compromiso comunes de construir una Sociedad de la
Información centrada en la persona, integradora y orientada al desarrollo, en que
todos puedan crear, consultar, utilizar y compartir la información y el
conocimiento, para que las personas, las comunidades y los pueblos puedan
emplear plenamente sus posibilidades en la promoción de su desarrollo sostenible
y en la mejora de su calidad de vida, sobre la base de los propósitos y principios
de la Carta de las Naciones Unidas y respetando plenamente y defendiendo la
Declaración Universal de Derechos Humanos" (CMSI, 2003).
Una característica relevante de esta Cumbre fue que por primera vez la ONU convocó al
sector privado (empresas y ciudadanos), además de los Estados. Estos tres entes
tuvieron igualdad de derechos en cuanto a su participación. De acuerdo al análisis del
documento, los problemas tratados en la CMSI (2003) fueron los siguientes:
El fondo de solidaridad destinado a ayudar a los países en desarrollo, para
abastecerse de infraestructura en comunicaciones.
El reconocimiento de las comunicaciones como un derecho humano, es decir, el
ciudadano tiene derecho a ser informado y a producir información.
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El control democrático de las redes de información y de comunicación, en otras
palabras, que el control de Internet pase de manos privadas estadounidenses a
una entidad internacional, por ejemplo la ONU.
La libertad de expresión o libertades públicas: abolición del espionaje desde los
gobiernos hacia los ciudadanos.
El derecho a la propiedad intelectual.
Se puede decir entonces que la característica principal del período conocido como
Sociedad de la Información es el desarrollo de las TICs. Este desarrollo produjo una nueva
desigualdad social conocida como brecha digital, tema que se trató ampliamente en la
CMSI en todos sus aspectos. No obstante, es un problema real que dio paso a un nuevo
analfabetismo: el analfabetismo digital, problemática también presente en Chile.
Para superar este problema, en nuestro país destaca el Proyecto BiblioRedes impulsado
por la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (DIBAM), el que consiste en capacitar
en el uso de las TICs a la comunidad nacional a través de Programas de Alfabetización
Digital en cada una de las bibliotecas públicas que forman parte del convenio con DIBAM.
Cabe señalar que los fondos para equipar a las bibliotecas públicas con una sala con
computadores conectados a Internet, en la etapa inicial fueron donados por la Fundación
Bill& Melinda Gates, pero actualmente el financiamiento está a cargo de 292
municipalidades y el Gobierno de Chile.
En el segmento de Educación Básica y Media, el Ministerio de Educación (MINEDUC) ha
puesto en marcha el Programa Enlaces, el que consistió en dotar a cada colegio público
del país de una sala equipada con computadores conectados a Internet, en la que tanto
alumnos como profesores se capacitan en el uso de las TICs.
En la Educación Superior la principal iniciativa para reducir la brecha digital, entre otras,
ha sido la elaboración de proyectos en el Programa Mejoramiento de la Calidad y Equidad
de la Educación Superior (MECESUP), impulsados a nivel nacional por el MINEDUC y
financiados por el Gobierno de Chile y el Banco Internacional de Reconstrucción y
Fomento (BIRF). Se destacan los proyectos presentados a nivel de bibliotecas
universitarias, pues han logrado nuevas infraestructuras (construcción de edificios),
perfeccionamiento para bibliotecólogos e implementación tanto bibliográfica como
tecnológica.
Gracias a estos esfuerzos se puede decir que en Chile la brecha digital entre inmigrantes y
nativos digitales (personas nacidas antes y después de 1990 aproximadamente y que
tienen acceso a las TICs), puede considerarse controlada. Sin embargo, es necesario un
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permanente análisis de esta situación en cada uno de los segmentos que forman nuestra
sociedad.
El uso de las TICs es uno de los aspectos contemplados en el desarrollo de las
competencias de la ALFIN. De acuerdo a lo manifestado por ACRL/ALA (2005), “las
destrezas en tecnologías de la información capacitan a un individuo para usar
ordenadores, aplicaciones informáticas, bases de datos y otras tecnologías para alcanzar
una gran variedad de metas académicas, laborales y personales. Los individuos
competentes en el acceso y uso de la información necesariamente tienen que dominar
determinadas destrezas tecnológicas”. En otras palabras, la alfabetización digital es uno
de los prerrequisitos para el logro de la alfabetización en información. Gracias a los
avances tecnológicos, la proliferación de redes de información y los esfuerzos
gubernamentales, institucionales y personales, en la actualidad se puede decir que como
sociedad, poseemos los elementos básicos para superar la brecha digital y avanzar hacia
el aprendizaje continuo.
ALFIN y la Sociedad del Conocimiento
Los cambios producidos en las últimas décadas, impulsados principalmente por el
desarrollo de las TICs, han creado las condiciones para el surgimiento de la Sociedad del
Conocimiento. Pero esta Sociedad va más allá del uso de las TICs, teniendo como tema
central el desarrollo humano de las personas, como se puede ver en la siguiente cita: “la
sociedad mundial de la información sólo cobra sentido si propicia el desarrollo de
sociedades del conocimiento y se asigna como finalidad ‘ir hacia el desarrollo del ser
humano basado en los derechos de éste (…), la edificación de las sociedades del
conocimiento es la que ‘abre camino a la humanización del proceso de mundialización’
[sociedad mundial de la información]” (UNESCO, 2005: 29). De acuerdo a este
enunciado, se puede decir que la Sociedad del Conocimiento tiene como objetivo principal
ser fuente de desarrollo para todas las personas.
La revolución de la información plantea dos desafíos importantes para lograr que la
Sociedad del Conocimiento esté al alcance de todos, los que se presentan como
postulados fundamentales:
El acceso a la información para todos (fuentes, contenidos e infraestructura de la
información).
El futuro de la libertad de expresión (libre circulación de informaciones, sin
censura ni manipulaciones).
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Es necesario destacar que este último principio incluso forma parte de la Declaración
Universal de Derechos Humanos de 1948, entre otros Pactos, como se puede ver en el
artículo 19 de este documento: ‘Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de
expresión. Este derecho incluye el no ser molestado a causa de sus opiniones, el de
investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de
fronteras, por cualquier medio de expresión’ (citado en UNESCO: 30). En relación a este
aspecto, diversos estudios reconocen como elemento central de la Sociedad del
Conocimiento ‘la capacidad para identificar, producir, tratar, transformar, difundir y
utilizar la información con vistas a crear y aplicar los conocimientos necesarios para el
desarrollo humano’ (UNESCO: 29).
Al fomentar el desarrollo de estas competencias en las personas, y por tanto la libertad de
expresión, se promueve además la autonomía tanto en el acceso como en el uso de la
información, no obstante no podemos olvidar que la investigación debe estar al servicio
de la sociedad, y además que “para construir auténticas sociedades del conocimiento, no
cabe limitarse a la libre circulación de las informaciones (…), éstas han de ser objeto de
intercambio, confrontación, crítica, evaluación y reflexión con el aporte de la investigación
científica y filosófica” (UNESCO: 31).
En cuanto al acceso a la información para todos, existen diversas iniciativas entre las que
se destacan los “depósitos abiertos de documentos especializados, con el fin de facilitar el
acceso a contenidos que en un principio estaban disponibles sólo para quienes pudieran
pagar” (Serrano y Prat, 2005: 17), estos son los movimientos de Acceso Libre u Open
Access.
La Alfabetización en Información está unida a tres grandes metas relacionadas con la
Sociedad del Conocimiento (Matus, s/f: [1]), estas son las siguientes:
La autonomía de las personas en el acceso y uso de la información como una
forma de hacer frente a la nueva sociedad.
La formación de un pensamiento crítico que permita la toma de decisiones y
la realización de acciones debidamente informadas y consistentes.
Comprender la necesidad de una educación continuada a lo largo de toda la vida
para lo cual se deben tener las herramientas necesarias para desarrollarla en
forma autónoma.
El logro de estas metas, darán como resultado que la persona alfabetizada en información
aplique un pensamiento crítico tanto en el acceso, evaluación y uso de información, como
en la comunicación de nuevo conocimiento. En otras palabras, la persona alfabetizada en
información y que aplica el pensamiento crítico, tiene “la posibilidad de no dejarse ahogar
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por la masa de datos indiferenciados producidos por la revolución de la información, ya
que sólo las búsquedas pertinentes de información, los intercambios, las discusiones, los
debates democráticos y las actividades científicas o creativas libres pueden hacer que la
información se convierta en conocimiento” (UNESCO: 39). Además será consciente que el
desarrollo de estas competencias le entregarán la autonomía necesaria para el
aprendizaje a lo largo de toda la vida, aprenderá entre otras cosas a “reflexionar, dudar,
adaptarse con la mayor rapidez posible y saber cuestionar el legado cultural propio
respetando los consensos” (UNESCO: 66), es decir aprenderá a aprender.
ALFIN y la Sociedad del Aprendizaje
Paralelamente al término Sociedad del Conocimiento, surge la expresión Sociedad del
Aprendizaje, cuya connotación está unida a las exigencias de los sistemas políticos,
sociales, culturales, económicos, etc., los que para el ciudadano ya no son tan estables
como en décadas anteriores. La inestabilidad de los sistemas en lo laboral, la producción
masiva de nueva información e incluso la posible caducidad de los títulos profesionales,
han motivado a las personas a actualizar permanentemente sus conocimientos respecto
de la propia área de desempeño y de otras, pues la tendencia del manejo de información
es la interdisciplinaridad y/o transdisciplinaridad, es decir la integración de diversos
conocimientos. Además el cambio de modelos educativos, anteriormente centrados en la
enseñanza, también ha estimulado la masificación de esta expresión. A modo de ejemplo
se entrega la siguiente cita: “En un momento en que las mutaciones cada vez más
rápidas cuestionan a los antiguos modelos y cobran una importancia creciente el ‘saber
haciendo’ (…) y la capacidad para innovar, la dinámica cognitiva de nuestras sociedades
se ha convertido en una cuestión crucial” (UNESCO: 61); la cultura de la innovación,
entendida como la valoración económica de los conocimientos producidos, también aporta
a la inestabilidad de los sistemas, principalmente por el riesgo de obsolescencia que
corren. En otras palabras “las sociedades del aprendizaje tienen que afrontar
forzosamente en el siglo XXI un desafío de envergadura: armonizar la cultura de la
innovación con una visión a largo plazo” (UNESCO: 62).
La acción de aprender se ha extendido en la sociedad a todos los niveles, demandando de
los seres humanos incluir en sus estructuras organizativas personales, el tiempo, espacio
y recursos necesarios para realizar esta acción, pues la adquisición de nuevos
conocimientos y la comunicación de ellos han cobrado tal relevancia que deben ser
realizados en forma permanente a lo largo de toda la vida: “la educación ha dejado de ser
el privilegio de una elite y de estar vinculada a una determinada edad; tiende a ser
coextensiva a la vez con la totalidad de la comunidad y con la duración de la existencia
del individuo”(UNESCO: 61)
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En esta Sociedad también destaca la importancia del desarrollo de los tipos de
conocimiento: descriptivos, procedimentales, explicativos y actitudinales, en la que este
último sobresale, ya que se ha transformado en el estímulo principal del que aprende,
pues involucra en el aprendizaje sus propias vivencias. De más está referirse a la
importancia que tiene en la Sociedad del Aprendizaje, la Alfabetización en Información,
pues quien desarrolla las competencias que la ALFIN involucra, desarrollará la capacidad
de aprendizaje en forma permanente.
ALFIN y el Aprendizaje a lo largo de toda la vida
En el presente, a nivel mundial, los gobiernos están realizando enormes esfuerzos para
hacer posible el acceso a la educación a todas personas. Tradicionalmente el ciclo de vida
de la educación ha incluido a la educación preescolar, la educación básica, la educación
media y la educación superior, pero hoy en día también se reconoce como parte de este
ciclo a la formación permanente o continua. Este concepto surge producto de la
educación de adultos, la que en un principio, de acuerdo a lo manifestado por UNESCO,
“se concebía como una opción individual que ofrecía la oportunidad para un ascenso
social o un reciclaje profesional, pero a partir de los años setenta la educación a lo largo
de toda la vida comenzó a enmarcarse en una visión más amplia del itinerario educativo”
(UNESCO: 84).
Desde el punto de vista de la enseñanza superior y de acuerdo a diversas reflexiones, la
formación continua se justifica porque la educación superior entrega un esbozo dentro del
verdadero marco de ejecución y aplicación de conocimientos, luego de terminados los
estudios de pregrado; a pesar de esto, la educación superior da la base para que las
personas sepan cómo aprender. Esta competencia se reactiva y desarrolla en forma
permanente a través del aprendizaje continuo, además, UNESCO expresa que “la
educación para todos a lo largo de toda la vida constituye una de las formas
fundamentales de la construcción de la persona (…), trasciende ampliamente el tiempo
dedicado a la actividad profesional y se extiende antes, durante y después de la vida
activa de las personas” (UNESCO:84). En otras palabras se puede decir que el
aprendizaje a lo largo de toda la vida incluye el desarrollo de diversos aspectos de
desempeño del ser humanos, entre los que se destacan el desarrollo personal, cultural y
social, además del desarrollo profesional.
En la actualidad la formación permanente se ve beneficiada por la masiva proliferación de
instituciones dedicadas a este fin, las que imparten cursos tanto en forma presencial
como a distancia. En este aspecto UNESCO declara que “si la educación se convierte en
un proceso continuo que no se limita a un lugar y tiempo determinados, es importante
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valorar el ámbito del aprendizaje informal, cuyo potencial se ve hoy reforzado por la
posibilidad de acceso que ofrecen las nuevas tecnologías” (UNESCO: 87). En cuanto a la
valoración de la formación continua por parte de la sociedad, manifiesta que: ”uno de los
aspectos más importantes de la educación a lo largo de toda la vida es la necesidad de
que el aprendizaje permanente sea reconocido como tal en la sociedad. Las políticas en
materia de educación a lo largo de toda la vida tienen que ser capaces de integrar estos
múltiples centros [de educación] y formas de aprendizaje, así como la autoformación”.
Otro aspecto importante que beneficia el desarrollo de la formación continua es el cambio
de modelos educativos, anteriormente centrados en la enseñanza (docente) y ahora
centrados en el aprendizaje (alumno). Ante todos estos cambios, vale la pena señalar las
palabras de Esteban (s/f: [3]), “el conocimiento vale en sí mismo, no la información. A
éste sólo se accede mediante el aprendizaje”
Ahora bien, para realizar el aprendizaje a lo largo de toda la vida es necesario que las
personas desarrollen las competencias en alfabetización en información, de hecho el ser
alfabetizado en información se ha transformado en uno de los prerrequisitos para realizar
el aprendizaje continuo, y a su vez el prerrequisito para ser alfabetizado en información
es haber desarrollado una buena comprensión lectora, tanto en la interpretación como en
la generación de ideas que pueden transformarse en nuevo conocimiento. El manejo de
las nuevas tecnologías también es una competencia muy importante que debe ser
considerada por quienes opten por el aprendizaje permanente.
El desarrollo de estas competencias y habilidades (buena capacidad lectora, estar
alfabetizado en información y manejar de las TICs), entregará a las personas la confianza
para desarrollar el aprendizaje continuo en forma exitosa y a la vez serán participantes
activos en la actual sociedad del aprendizaje.
ALFIN y la Educación Superior
La educación superior en las últimas décadas ha experimentado grandes cambios. De ser
un sistema basado en el modelo europeo en el que cada carrera tenía un currículo
definido e inamovible surgen sistemas interdisciplinarios, es decir integradores tanto de
disciplinas como de conocimientos, orientados hacia el logro de competencias, los que
tratan de ajustarse a los nuevos tiempos.
A estos cambios se une el hecho de que cada año aumenta el ingreso de nuevos alumnos
a la educación superior, las áreas de investigación, de científicos y académicos progresa
estimulando la especialización y a la vez la producción de nuevos conocimientos, las
ofertas educativas se diversifican a medida que los conocimientos avanzan, los modelos
educativos se dirigen hacia el saber hacer, la educación superior privatizada crece más
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que la estatal, surgen institutos, escuelas y laboratorios de investigación, centros de
educación a distancia, etc.; todos estos cambios influyen en la forma de hacer
universidad. En este aspecto UNESCO manifiesta que “aunque no exista un modelo único
de organización, es importante garantizar que los sistemas de enseñanza superior
emergentes posean un nivel de calidad y pertinencia y un grado de cooperación
internacional suficientes, a fin de que puedan desempeñar plenamente su papel de pilares
en la edificación de las sociedades del conocimiento” (UNESCO: 95). Ante estos cambios,
la misión de las instituciones de educación superior ha debido ampliar sus objetivos,
incluyendo a la enseñanza, investigación y difusión del conocimiento, el descubrimiento y
la innovación, aspectos que en sistemas de larga trayectoria han cobrado una gran
relevancia.
Uno de los problemas que deben enfrentar tanto investigadores, académicos como
estudiantes, ya no es la falta de información sino la sobreabundancia de ésta. Respecto
de este tema, Picardo (2002: 7) señala que “se demanda una nueva arquitectura
educativa que apunte y apueste al aprendizaje de por vida (…) lo que implica entablar
una nueva hipótesis educativa: enseñar a aprender, y sobre todo utilizar adecuadamente
la información en el proceso de enseñanza aprendizaje. Se plantea entonces una nueva
hipótesis, un nuevo enfoque para comprender el quehacer educativo llamado ‘Pedagogía
informacional’, ante el cual, los docentes y estudiantes deben asumir un nuevo rol de
‘mediaciones’ entre la experiencia humana y la información existente, y sobre todo caer
en la cuenta que la información debe ser punto de partida y de llegada en el proceso de
enseñanza aprendizaje”.
Al interior de las universidades la institución que administra la información académica es
la biblioteca, la que al igual que todos los sistemas ha debido adecuarse a los nuevos
tiempos, por ejemplo adquirir material informativo tanto en formato impreso, audiovisual
y electrónico, suscripción a bases de datos generales y especializada, ingreso de la
descripción de sus colecciones a catálogos electrónicos, implementación de nuevos
servicios tales como Referencia electrónica, acceso a Internet para todos los usuarios, etc.
Los presupuestos ya no sólo se concentran en la compra de impresos, sino que además
incluyen el pago por la suscripción de bases de datos académicas, la mantención de
equipos computacionales y redes de información; además han ampliado su planta
profesional aumentando la cantidad de profesionales de la información e incluyendo a
ingenieros y técnicos en computación. Todos estos cambios han sido producidos por el
avance de las nuevas tecnologías y la inmensa producción de información.
Otro cambio importante es la forma en que dan a conocer a los usuarios los diversos
servicios que tienen para ellos; antiguamente bastaba con una visita guiada por las
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dependencias de biblioteca, pero en la actualidad han surgido iniciativas a modo de
charlas, para informarles cómo utilizar los servicios electrónicos y talleres para acceder a
la información. En cuanto al papel de las bibliotecas tanto reales como virtuales, y el
aprendizaje y la calidad educativa, Lau (2001: 1) señala lo siguiente: “la biblioteca
universitaria debe ser un laboratorio de ideas, un macro repertorio informativo de calidad,
un centro de enlace a las redes mundiales de datos y debe ser el espacio más privilegiado
para el autoestudio y el punto de partida para cualquier proyecto de instrucción a
distancia o educación de tipo constructivista. Este recinto (…) equivale a la memoria del
ser humano; es el proveedor del principal insumo de los procesos educativos: la
información, vehículo del conocimiento, factor indispensable en los procesos educativos
orientados al aprendizaje”.
La ACRL /ALA (2005) refiriéndose a las ventajas de la ALFIN en la Enseñanza Superior,
señala que “las aptitudes en el acceso y uso de la información aumentan la capacidad de
los estudiantes para evaluar, gestionar y utilizar la información, en estos momentos están
siendo consideradas ya por diversas agencias de acreditación regionales y profesionales
como un resultado clave para los alumnos universitarios. [… Declara además que] la
consecución de estas aptitudes para el acceso y uso de la información multiplica las
oportunidades de aprendizaje autodirigido para los estudiantes, puesto que se sienten
comprometidos en la utilización de una gran variedad de fuentes de información para
ampliar sus conocimientos, plantearse cuestiones bien informadas, y agudizar su
pensamiento crítico para un aprendizaje todavía más autodirigido”. En este mismo
sentido, CAUL (2002: 71) declara que “el desarrollo de personas que sean capaces de
aprender a lo largo de toda su vida es primordial para la misión de las instituciones de
educación superior y otras, lo que se refleja cada vez más en la descripción de las
cualidades de los graduados. La alfabetización en información extiende el aprendizaje más
allá del entorno formal del aula y apoya a los individuos en su aprendizaje autodirigido en
todas las circunstancias de la vida”. Por su parte UNESCO señala lo siguiente: “la
enseñanza superior debe contribuir imperativamente a actualizar a lo largo de toda la
vida los conocimientos que están en constante evolución” (UNESCO: 106). En definitiva el
objetivo principal de la alfabetización en información, según Gómez y Licea (2002: 1) “…
es lograr que los individuos, a través de los procesos de aprendizaje, sean capaces de
encontrar, evaluar y usar información de cualquier fuente que, de manera eficaz les
permita resolver sus problemas, construir conocimiento y tomar decisiones”.
Como se puede ver la ALFIN, dentro del universo de las Ciencias de la Información y
especialmente de la Bibliotecología, es uno de los principales temas de investigación. En
cuanto a la responsabilidad de los bibliotecólogos en el liderazgo de la ALFIN, Matus
(2003: [1]) expresa lo siguiente: “estamos ante un nuevo desafío país, que nos lleva
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mucho más allá de nuestras clásicas fronteras de información y nos brinda la oportunidad
de realizar un aporte social imperativo e ineludible”. En su texto se pregunta “¿Porqué las
bibliotecas y los bibliotecólogos están llamados a liderar y participar en este proceso? Las
bibliotecas son instituciones sociales de larga trayectoria reconocidas en su labor
democratizadora del conocimiento. Los bibliotecólogos son profesionales que conocen
sobre las habilidades de información, y por lo tanto recae en ellos naturalmente esta
acción”. En primera instancia son ellos los llamados a formar en Alfabetización en
Información a los alumnos de enseñanza superior, pues las bibliotecas universitarias
cuentan con el personal, infraestructura e implementación necesarios. No obstante los
bibliotecólogos deben “aprender teoría del aprendizaje y técnicas pedagógicas que les
permitan desarrollar competencias informacionales de forma creativa e
innovadora”(Sánchez, 2005: [10]).
Ante este panorama es imprescindible el diseño de cursos de ALFIN impartidos por
bibliotecólogos, cuya duración sea pertinente al tiempo que necesiten los alumnos para
aprender a acceder, evaluar, utilizar y comunicar la información, competencias que
estimularán el aprendizaje continuo y autodirigido. Todas estas razones justifican el
impartir programas de ALFIN a estudiantes de Pedagogía y Docentes en ejercicio de sus
funciones, pues ellos a su vez serán los encargados de desarrollar en los alumnos de
enseñanza básica y media, las habilidades en el manejo de información y el aprendizaje a
lo largo de toda la vida.
ALFIN y la Educación Virtual
Producto de la expansión de las TICs, la fecunda producción y difusión de nuevos
conocimientos, el cambio de paradigma de la educación centrado ahora en el alumno y la
necesidad de un aprendizaje permanente, han surgido innumerables ofertas de cursos
impartidos en forma virtual en la educación superior, tanto de pregrado como de
postgrado, lo que lleva a la reflexión sobre la calidad de los programas accesibles a través
de Internet, la que dependerá principalmente del prestigio de las instituciones que avalan
estos programas, la calidad de los tutores y el modelo pedagógico utilizado, es decir la
plataforma interactiva en la que son montados o subidos los cursos, la que además de
incluir los espacios tradicionales en los que se desarrolla la educación presencial (salas de
clase y bibliotecas), debe entregar a los alumnos unidades didácticas suficientemente
claras para orientar su navegación por la plataforma.
En relación a la calidad de la educación impartida a distancia, Picardo (2002: 2) declara lo
siguiente: “La Educación Telemática o a Distancia por Internet, bajo el rigor de un
programa serio y honesto es tan exigente como la educación presencial; generalmente, la
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evaluación en estos programas se constituye a partir de los foros debates por correo
electrónico, lo que supone el dedicar tiempo suficiente a las lecturas del curso para
acceder al conocimiento necesario y participar demostrando los propios puntos de vista;
por otra parte, la variada participación de personas en los debates, que se encuentran en
escenarios geográficos distintos y distantes, enriquece la experiencia del aprendizaje,
siendo sustancialmente dialógica, constructiva y aprovechando los entornos”.
Para captar el interés de los alumnos por estas asignaturas y lograr que se inscriban, es
necesario informarles con anterioridad el programa del curso, el que debe resultar
novedoso para ellos y a la vez actualizado de acuerdo al estado de la literatura. Una de
las características de los cursos a distancia es la estimulación del aprendizaje
colaborativo, como bien señalan Fernández y Montes de Oca (2003: 2) “el componente
más importante (…) lo constituye el estudiante, el cual en los entornos virtuales pasa a
tener un papel más activo, independiente y colaborativo, controlando su ritmo de
aprendizaje (…), en los entornos virtuales, se debe lograr una formación técnica y
habilidades básicas de selección y manejo de información para la colaboración en grupos
de trabajo. [Por su parte, el tutor] debe favorecer el trabajo colaborativo propiciando la
participación en debates de actualidad y la resolución de problemas por grupos de
estudiantes”.
En cuanto a la ALFIN impartida a distancia ACRL/ALA (2005) manifiesta que “para
quienes promueven las aptitudes para el acceso y uso de la información en los cursos de
educación a distancia, el reto estriba en desarrollar una gama de experiencias de
aprendizaje sobre los recursos de información comparable con las ofrecidas en la
enseñanza tradicional presencial. El nivel de las aptitudes para el acceso y uso de la
información a lograr por los alumnos de programas a distancia debería ser comparable al
nivel obtenido por los alumnos presenciales”.
En Chile existen diversas iniciativas de cursos de educación de usuarios que incluyen
competencias de la ALFIN, realizados por bibliotecas universitarias a modo de taller por
ejemplo el Programa de Formación de Usuarios en el uso de Recursos de
Información ofrecido por SISIB en la Universidad de Chile, el Programa de Educación en
Información (PEI) impartido por BIDOC en la Universidad Católica del Norte o el Programa
de Desarrollo de Habilidades Informativas impartido por SIBUC en la Pontificia
Universidad Católica de Chile, pero de este tema como asignatura acreditada e impartida
en forma virtual no se tienen antecedentes.
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