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“RETRATO EN SEPÍA” ISABEL ALLENDE Vine al mundo un martes de otoño de 1880, bajo el techo de mis abuelos maternos, en San Francisco. Mientras dentro de esa laberíntica casa de madera jadeaba mi madre montaña arriba con el corazón valiente y los huesos desesperados para abrirme una salida, en la calle bullía la vida salvaje del barrio chino con su aroma indeleble a cocina exótica, su torrente estrepitoso de dialectos vociferados, su muchedumbre inagota-ble de abejas humanas yendo y viniendo de prisa. Nací de madrugada, pero en Chinatown los relojes no obedecen reglas y a esa hora empieza el mercado, el tráfico de carretones y los ladridos tristes de los perros en sus jaulas esperando el cuchillo del cocinero. He venido a saber los detalles de mi nacimiento bastante tarde en la vida, pero peor sería no haberlos descubierto nunca; podrían haberse extraviado para siempre en los vericuetos del olvido. Hay tantos secretos en mi familia, que tal vez no me alcance el tiempo para despejarlos todos: la verdad es fugaz, lavada por torrentes de lluvia. Mis abuelos maternos me recibieron conmovidos –a pesar de que según varios testigos fui un bebé horroroso- y me pusieron sobre el pecho de mi madre, donde permanecí acurrucada por unos minutos, los únicos que alcancé a estar con ella. Después mi tío Lucky me echó su aliento en la cara para traspasarme su buena suerte. La intención fue generosa y el método infalible, pues al menos durante estos primeros treinta años de mi existencia, me ha ido bien. Pero, cuidado, no debo adelantarme. Esta historia es larga y comienza mucho antes de mi nacimiento; se requiere paciencia para contarla y más paciencia aún para escucharla. Si por el camino se pierde el hilo, no hay que desesperar, porque con toda seguridad se

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Textos con diferentes intenciones comunicativas para la clase.

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“RETRATO EN SEPÍA”

ISABEL ALLENDE

Vine al mundo un martes de otoño de 1880, bajo el techo de mis abuelos maternos, en San Francisco. Mientras dentro de esa laberíntica casa de madera jadeaba mi madre montaña arriba con el corazón valiente y los huesos desesperados para abrirme una salida, en la calle bullía la vida salvaje del barrio chino con su aroma indeleble a cocina exótica, su torrente estrepitoso de dialectos vociferados, su muchedumbre inagota-ble de abejas humanas yendo y viniendo de prisa. Nací de madrugada, pero en Chinatown los relojes no obedecen reglas y a esa hora empieza el mercado, el tráfico de carretones y los ladridos tristes de los perros en sus jaulas esperando el cuchillo del cocinero. He venido a saber los detalles de mi nacimiento bastante tarde en la vida, pero peor sería no haberlos descubierto nunca; podrían haberse extraviado para siempre en los vericuetos del olvido. Hay tantos secretos en mi familia, que tal vez no me alcance el tiempo para despejarlos todos: la verdad es fugaz, lavada por torrentes de lluvia. Mis abuelos maternos me recibieron conmovidos –a pesar de que según varios testigos fui un bebé horroroso- y me pusieron sobre el pecho de mi madre, donde permanecí acurrucada por unos minutos, los únicos que alcancé a estar con ella. Después mi tío Lucky me echó su aliento en la cara para traspasarme su buena suerte. La intención fue generosa y el método infalible, pues al menos durante estos primeros treinta años de mi existencia, me ha ido bien. Pero, cuidado, no debo adelantarme. Esta historia es larga y comienza mucho antes de mi nacimiento; se requiere paciencia para contarla y más paciencia aún para escucharla. Si por el camino se pierde el hilo, no hay que desesperar, porque con toda seguridad se recupera unas páginas más adelante. Como en alguna fecha debemos comenzar, hagámoslo en 1862 y digamos, al azar, que la historia empieza con un mueble de proporciones inverosímiles.

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EMPLEABAN LOS AZTECAS UNIDADES FRACCIONARIAS PARA CALCULAR ÁREAS

María del Carmen Jorge y Jorge, del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas (IIMAS), y Barbara J. Williams, emérita de la Universidad de Wisconsin, Estados Unidos, utilizaron el complejo sistema aritmético creado por los aztecas, que incluía fracciones de una unidad para medir tierras. Se trata de un sofisticado esquema que permitía llevar registros detallados del valor de los terrenos para cobrar impuestos.

El hallazgo, publicado el viernes pasado por la revista Science , es resultado del análisis de dos códices aztecas del siglo XVI (1540-1544), que documentan las propiedades agrícolas de los habitantes de la ciudad-estado de Tepetlaoztoc, cercana a la Ciudad de México.

Las investigadoras, la primera matemática y la segunda geógrafa y antropóloga, examinaron cientos de dibujos contenidos en los códices Vergara y Santa María Asunción, provenientes de Tepetlaoztoc, a seis kilómetros de Texcoco –uno de los tres reinos más importantes en el Valle de México– y pertenecientes a la cultura nahua-acolhua.

Los aztecas son reconocidos por su avanzado nivel en arquitectura, ingeniería, astronomía y otros campos. La nueva investigación confirma a la aritmética como parte de esta lista.

En conferencia de prensa, la doctorada por la Universidad de Nuevo Mexico, EU, e integrante del Sistema Nacional de Investigadores, María del Carmen Jorge, precisó que si bien el Códice Vergara había sido ampliamente analizado, el aspecto matemático no se había estudiado a fondo. Asimismo, apuntó que Barbara J. Williams intentó trabajar con un matemático en Wisconsin, pero los resultados no fueron los esperados.

Los descubrimientos de la académica complementan el conocimiento sobre estos aspectos de la cultura azteca y permiten saber hasta qué grado se desarrolló y hasta qué nivel matemático fueron capaces de llevar las operaciones, recalcó, acompañada por Fabián García Nocetti, titular del IIMAS.

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Marco Histórico de la lectura de Introducción a los Estudios Históricos.

La obra Introduction aux études historiques (Introducción a los Estudios Históricos) de

Charles-Victor Langlois y Charles Seignobos, fue publicada originalmente en 1898, (la

primera edición en español data de 1913) , y es considerada una obra clásica de la

moderna historiografía.

El libro sintetiza los procedimientos del método crítico y empírico y fue un ejemplo de una

nueva forma del conocimiento histórico a finales del siglo XIX. Todo esto provocó una

importante polémica acerca del carácter objetivo y científico de la historia en relación con

los fundamentos de tales ciencias y, en último término, el método de las ciencias naturales

(retomado del positivismo).

Los franceses habían rectificado mucho, gracias a sus estudios históricos, la abstracción

de sus ideales de libertad, igualdad y fraternidad del siglo XVIII. Se pensaba sustituir la

competencia por un ordenamiento que logre la finalidad de la armonía y también por una

sabiduría de sabios que regulase científicamente el todo.1

Cuando la revolución de julio dio el triunfo al liberalismo (1848), los seguidores de Saint-

Simon no concedían libertad a la ciencia y al arte, sino que querían que fueran siervas o

empleadas de su gobierno compuesto de nuevos sacerdotes, científicos e industriales.

Por otro lado, el progreso era una idea muy extendida en las mentes del siglo XIX, pues

nunca como entonces la humanidad había percibido tan claramente su triunfo sobre el

mundo que la rodeaba y nunca sus adelantos habían sido tan rápidos. Así, a mediados de

este siglo, la gente se encontró de pronto viviendo en un mundo completamente distinto al

de sus antecesores. Era un mundo de carbón y de hierro, de vapor y de máquinas, de

motores y de ferrocarriles, de barcos de vapor y alambres telegráficos.2

1 CROCE, Benedetto. Historia de Europa en el siglo XIX. Ariel Historia. Barcelona. 1996. p.1082 BURCHELL, S.C. La era del progreso. Time-Life. México. 1978. (Las grandes épocas de la humanidad). p. 10

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Descubre los beneficios de cereales y palomitas

Investigadores concluyen que estos dos tipos de comida tienen grandes cantidades de antioxidantes que son muy benéficos para la salud

 

 

Un estudio avalado por la Sociedad estadounidense de Química (ACS, por sus siglas en inglés) asegura que el valor nutritivo de las palomitas de maíz y de los cereales de caja supera su conocida aportación de fibra e incluye grandes cantidades de antioxidantes.

Los antioxidantes que contienen estas dos comidas, son del grupo fenol, del que se ha dicho es capaz de reducir el riesgo de contraer enfermedades cardiovasculares y cáncer, indica un estudio aparecido en el diario estadounidense de nutrición clínica (AJCN).

Los cereales descritos por el documento son los que vienen en caja y que comúnmente se venden para ser acompañados con leche durante el desayuno o la cena. Entre los alimentos "botana" que fueron analizados por los investigadores, las palomitas de maíz presentaron el más alto nivel de antioxidantes.

"Los análisis previos suponían que era la fibra el ingrediente activo de todos los beneficios que produce comer granos, como el reducir el riesgo de cáncer y de problemas en la arteria coronaria.", afirma el doctor Joe Vinson, líder de la investigación y químico de la Universidad de Scranton, Pensilvania.

"En los estudios más recientes el polifenol ha emergido como la sustancia más importante. Los cereales con que se desayuna, la pasta, las galletas y los bocadillos salados constituyen más del 66% de la ingesta total de granos en la dieta promedio estadounidense. El nuestro es el primer estudio que examina la cantidad total de antioxidantes vinculados al fenol que están presentes en los cereales y en las botanas", concluyó Vinson.