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XVI JORNADAS INTERESCUELAS. MAR DEL PLATA. 9, 10 Y 11 DE AGOSTO DE 2017.Mesa 100. La ciudad y lo urbano como problemas históricos, Argentina siglos XX-XXI.

Periferias comparadas: neoliberalismo y espacialidad a comienzos del siglo XXI

Autores: Lava, Marilina Araceli (Universidad Nacional de Rosario) y Magi, Valentín

(Universidad Nacional de Rosario)

Introducción

Analizar en clave local la relación entre neoliberalismo y espacialidad en el Sur global nos

ha conducido a reflexionar respecto de la paradoja que implica la convivencia de políticas

anticíclicas con el régimen de acumulación de capital asociado al modelo post-fordista

puesto que, el diseño territorial que éste ha ido instaurando sólo articula e integra territorios

funcionales y rentables a su propia dinámica en expansión (Barroso Caravaca, 1998).

Las condiciones de posibilidad para que se produzca esa configuración las encontramos a

partir de la recesión económica consecuencia de la crisis internacional de 1973, cuando se

presentó el escenario transicional para la consolidación del modelo de acumulación flexible

que, bajo la hegemonía norteamericana, profundizó la difusión geográfica del capital hacia

zonas con controles laborales más cómodos, fusiones y medidas destinadas a acelerar su

circulación.

Esta dispersión espacial de las actividades económicas contribuyó a la expansión de las

funciones centrales favoreciendo la concentración del control, la propiedad y la obtención

de beneficios a través de centros financieros y de negocios internacionales.

En ese sentido, las relaciones entre centro y periferia se reconfiguraron permitiendo el

surgimiento de nuevos espacios generadores de riqueza y de regiones urbanas estratégicas

para el funcionamiento de la economía global.

Simultáneamente, los costos de tal transformación se tradujeron en una creciente

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polarización demográfica y económica, en la intensificación de las desigualdades sociales y

la precarización del bienestar social general (Sassen, 2007; Barroso Caravaca, 1998).

De esta manera se redefinieron las redes imperiales de poder y de circulación del capital

financiero en términos de un proceso, aún inconcluso, de acumulación por desposesión

estableciendo nuevas formas de desigualdad espacial, polarización y competencia territorial

en los niveles global, nacional y subnacional (Moore, 1989; Harvey, 1990, 2005).

Con base en ello hemos ensayado un ejercicio comparativo de dos estudios de caso que nos

sitúan en la Argentina entre los años 2005 y 2012. Nos referimos a los procesos de apertura,

funcionamiento y cierre de las filiales multinacionales JBS Swift en Venado Tuerto,

provincia de Santa Fe y Agrenco S.A. en Basavilbaso, provincia de Entre Ríos.

Las directrices que nos guían se hallan, por una parte, en torno a las razones por las que las

empresas decidieron radicarse en el Sur global, particularmente en espacios urbanos

periféricos de nuestro país, y por otra, en la relación que esto guardó respecto del cierre de

dichas filiales multinacionales.

En consonancia, para beneficio analítico de los distintos niveles fenomenológicos que

protagonizan nuestra pesquisa hemos decidido emprender el llamado ‘juego de escalas’

atendiendo los niveles latinoamericano, nacional y local. Esta disposición metodológica es

fruto de una decisión epistémica y política respecto de cómo concebimos la construcción de

conocimiento: lo local (o micro) es siempre nuestro punto de partida y lo general (o lo

macro, nunca lo total) aspira a ser nuestro punto de llegada (Revel, 2015).

Emprendemos así una cartografía dinámica que intercambia escalas de observación según

la pertinencia de las variables de nuestras hipótesis sin por ello desplazar el registro de

análisis (Lepetit, 2015).

Incoar los márgenes

A mediados de la década de 1960, en el contexto de la aplicación de políticas keynesianas

sobre una esfera productiva monopolizada por el modelo fordista avanzado, se conformó

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una economía de la rigidez con un cada vez más acuciante déficit fiscal. Éste solía

remediarse intermitentemente con recetas monetaristas expansivas y, por ende,

inflacionarias. Potencialmente, al presentarse escasas posibilidades de inversión del capital

acumulado se produjo un desequilibrio en los mercados inmobiliarios. Y en adición, las

graves dificultades que sufrieron las instituciones financieras una vez producida la crisis

internacional de 1973. Resolver la recesión que ésta trajo aparejada, como ya se ha

indicado, ocasionó la transición hacia el afianzamiento del modelo de acumulación flexible.

Desde entonces, han ocurrido a lo largo y ancho del mundo, dos momentos-movimientos:

uno de destrucción del sistema keynesiano-fordista (desindustrialización, desregulación

financiera, flexibilización laboral, libre comercio) y otro de creación del modelo neoliberal-

posfordista (innovación tecnológica permanente con nuevas líneas de producto,

preeminencia del Tercer Sector, intensificación de la presencia del capital multinacional,

paraísos fiscales, agencias internacionales de crédito, retirada del Estado de Bienestar con

seguridad social). Este proceso imperialista e ideologizante no es ajeno a contradicciones e

inestabilidades que dependen en cada latitud de los avatares económicos y políticos

particulares. La capacidad que el capital tiene para reinventarse y reinsertarse en dichas

disparidades con especificidad histórica y geográficamente localizables, hace operativo el

concepto de neoliberalismo realmente existente (Theodore, Peck, Brenner, 2009).

Con todo, una de las estrategias que se ensayó para paliar los efectos negativos de la crisis

internacional de 1973 en Latinoamérica consistió en la introducción del cultivo de granos,

de especies cuya producción no había sido tomada en cuenta con anterioridad.

En la Argentina la privilegiada fue la soja; comenzó a cultivarse en la década de 1970

gracias a los efectos de la llamada “revolución verde” que insertó variedades nuevas de

cereales y oleaginosas en el campo pampeano en combinación con la siembra de trigo. Esta

reforma productiva, a su vez, primó el desarrollo de la agricultura por sobre el de la

ganadería, situación que se intensificó y se mantiene aún hoy.

En tal aspecto, durante la década de 1990 y bajo el formato de capital financiero

multinacional, el binomio capital-tecnología profundizó su presencia en el campo argentino

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convirtiéndose en el instrumento predilecto dentro del modelo agrario para aumentar

cuantitativa y cualitativamente la producción. La expansión del monocultivo se

incrementó durante la segunda presidencia de Carlos Menem y la reprimarización de la

estructura productiva terminó colocando a nuestro país en la lógica centro-periferia

reciclada por el neoliberalismo (Teubal, 2006).

Comenzado el siglo XXI en los países latinoamericanos, las instituciones del poder político

se vieron ocupadas por gobiernos democráticos que implementaron políticas económicas

neokeynesianas y anticíclicas. Un nuevo tipo de integración en la economía mundial se

avecinó de manera sincrónica, permitiendo, entre otras cosas, inaugurar espacios

consolidados de integración económico-comercial, como el Mercosur. En este momento es

que llegan a nuestro país y establecen sus firmas las compañías transnacionales Agrenco y

JBS Swift, ambas de origen brasilero. Por esta razón, es que nos interesa particularmente la

alianza Brasil-Argentina1 durante las presidencias de Luiz Inácio Lula Da Silva y Néstor

Carlos Kirchner, y posteriormente con las de Dilma Vana da Silva Rousseff y Cristina

Elisabet Fernández de Kirchner respectivamente. Este proceso hizo evidente, como

demostraremos a continuación, por un lado, el exitoso alcance global de la redefinición

neoliberal-posfordista comenzada durante la década de 1970, y por otro, el modus operandi

del neoliberalismo realmente existente que se sobreimprimió y convivió con el

realineamiento político operado en Latinoamérica.

Gracias al retorno de políticas que recordaron a los años anteriores al advenimiento del

neoliberalismo, el crecimiento interno de los PBI de estos países los colocó, finalizada la

primera década del siglo en curso, en competencia internacional con potencias previamente

consolidadas. De esa manera, surgieron múltiples centros dinámicos de acumulación de

capital que pujaron en el escenario mundial frente a fuertes corrientes de sobreacumulación

(Dabat, 2012; Harvey, 2005).

1 Con base en la Declaración de Iguazú de 1985 (fundamental para el proceso de integración bilateral) uno de los pilares en los que dicha alianza se afirmó fue el Mecanismo de Cooperación y Coordinación Bilateral Argentina-Brasil (MICBA), efectivizado el 18 de Diciembre de 2007. Con fines de promover el fortalecimiento económico-político de Sudamérica y el crecimiento económico de los dos países, el intercambio comercial impactó sobre todo en sectores estratégicos como el industrial. Consecuentemente, tal y como lo demuestra el caso de las empresas que nos competen aquí, la presencia de capitales brasileños en la economía argentina se tornó significativa.

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Atendiendo a todo lo expresado es que buscamos hipotetizar en torno a que aquel capital de

corte financiero y transnacional, aun cuando la frontera política nacional pareciera operar a

contrapelo de su movilidad y flexibilidad, logra hacerse presente en espacios marginales al

interior de países periféricos, revitalizando la lógica propia inaugurada con el

neoliberalismo a escala mundial. Puesto que en el accionar del capital parece primar el

orden de la coyuntura económica por encima de la intervención estatal en sus distintas

jurisdicciones, el reto consiste en intentar responder por qué razones Agrenco y JBS Swift

se instalaron en dichos márgenes contemporáneos que en el presente trabajo adoptan la

forma de estudios de caso comparados: Venado Tuerto (Santa Fe) y Basavilbaso (Entre

Ríos).

Periferias comparadas

En el primer caso, la compañía brasilera JBS, convertida en una multinacional de alto

vuelto a inicios del siglo XXI, decide comprar en el año 2005 otra compañía

norteamericana del mismo tipo conocida como Swift, dedicada a la industria frigorífica de

la carne, la cual venía operando en la Argentina desde el año 1907.

A partir de la adquisición por parte de JBS, se inició un proceso de crecimiento y expansión

que incluyó la compra de unidades productivas e inversiones que triplicaron la capacidad

de faena y duplicaron el personal ocupado. Sumándose a las plantas de Villa Gobernador

Gálvez (Santa Fé) y San José (Entre Ríos), la compañía adquirió cinco plantas más, entre

las cuales se encontró la de Venado Tuerto, comprada a CEPA S.A., en noviembre del año

20062.

2 Según el Censo Nacional de 2010, Venado Tuerto tiene 75.432 habitantes. Las instalaciones del frigorífico y

su ubicación en la periferia norte de la ciudad, sobre la Ruta Nacional N° 33 datan de una historia que

comienza con el proceso de industrialización por sustitución de importaciones en la década de los años ’30.

Llamado ‘Frigorífico El Centenario’, pyme de propietarios locales, funcionará durante cinco décadas hasta su

cierre en 1982 fruto de las políticas neoliberales de la última dictadura militar. En 1988 la cerrada empresa

será comprada por CEPA S.A. (dedicada al negocio de las carnes) para comenzar a funcionar nuevamente,

luego de un reacondicionamiento, en 1991 (García y Mignacco, 2001). Entrado el siglo XXI, JBS hará su

compra y pasará a brindar empleo a 540 personas.

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En el segundo caso, al calor de la fiebre del biodiesel y la consecuente intensificación de la

expansión del mono-cultivo de soja es que los capitales brasileños se instalaron en el país.

Se trató de la multinacional Agrenco, especializada en transporte, logística y distribución

de productos agroindustriales. En el plano internacional junto a la empresa japonesa

Marubeni integra Agrenco Bioenergía, dedicada a la construcción de plantas de biodiesel a

partir de aceite crudo de soja.

La operación para posicionarse en el mercado regional consistió en instalar varias plantas

en la provincia de Entre Ríos para triangular la soja que bajaba desde Paraguay y Bolivia

hasta puerto Guazú y exportarla junto con la producción originada en el norte bonaerense y

la Mesopotamia argentina. A su vez, para facilitar el traslado de la mercancía tejió

convenios con los ferrocarriles ALL, también brasileños, e instaló una planta de acopio y

trasbordo de granos en Basavilbaso3, localidad ferroviaria estratégica y relativamente

cercana a la terminal portuaria, la cual quedó consumada mediante la Resolución Municipal

1381 del año 2006.

La crisis financiera internacional desatada durante el año 2008 a partir de la explosión de la

burbuja especulativa de las hipotecas ‘subprime’ en Estados Unidos significó, en el caso

santafesino el comienzo de una crónica de muerte anunciada y en el caso entrerriano el

cierre definitivo de la planta (Travieso, 2012).

El caso venadense presenta la siguiente secuencia:

con el advenimiento de la crisis internacional del año 2008, el Gobierno Nacional tomó

medidas respectivas en cuanto al mercado de la carne bovina mediante la Resolución

42/2008, profundizando la aplicación de los Registros de Operaciones de Exportación

(ROE) y con ello las restricciones para exportar. Paralelamente se congeló el precio interno

para el consumo de carnes aunque no así el de insumos de infraestructura para dicha área 3 Según el Censo Nacional de 2010, Basavilbaso tiene 9.742 habitantes. La planta se construyó a las afueras

de la ciudad, sobre la Línea rural n° 23 en las inmediaciones a la Ruta provincial nº 20. Si bien, inicialmente,

la firma sólo ofrecía cerca de ocho puestos de trabajo, prometía proporcionar un servicio que dinamizaría la

economía de la zona así como proveer una alternativa para los productores agrícolas que querían

comercializar su grano por fuera de la Cooperativa Agrícola Lucienville Ltda (Lecea Pujol y Ramirez Torres,

2007).

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productiva, terminándose por invertir la balanza comercial: si hasta el 2008 el 70% de la

producción cárnica argentina se exportaba y el 30% circulaba por el mercado interno,

dichos porcentajes, para el año 2010, se subvirtieron, complicando la competitividad del

rubro ganadero al punto tal que cerraron durante aquellos años alrededor de 120

frigoríficos. Ante tal complejidad, se sumó un nuevo factor: ante una fuerte corrida

bancaria a fines del 2011 en que el Banco Central perdió el 10% de sus reservas, el

Gobierno, a fin de no verse llevado a devaluar, comenzó a implementar numerosas

regulaciones formales e informales a la disponibilidad de divisas para limitar su demanda y

frenar el drenaje (Brenta, 2012). En este contexto, JBS decidió dar cierre al frigorífico sur-

santafesino. Dada la preocupante pérdida de más de 500 puestos de trabajo, el Municipio

solicitó y concretó numerosas reuniones con la Secretaría de Comercio de la Nación, que

por este entonces estaba comandada por Guillermo Moreno, adquiriendo el caso visibilidad

nacional. Tal secretario, en numerosas ocasiones ofreció créditos a tasas cómodas en

calidad de emergencia para que JBS no cierre su planta, pero ésta, arguyendo pérdidas

desde el 2008 y previendo una situación peor con las últimas medidas tomadas con respecto

al Mercado Único de Cambios, no recepcionó tales ofertas. JBS terminará dando por

cerrada la fábrica, recolocando en otras filiales a los trabajadores con mejores puestos e

indemnizando por bajo costo a la mayor parte de los demás4.

La lectura en clave trágica que hizo la sociedad venadense del cierre del frigorífico resulta

indiscutible.

No sólo la pérdida de los puestos de trabajo será argumento, sino que la percepción del fin

de una historia casi mítica de la empresa alimentará las angustias. Si consideramos que

Venado Tuerto fue siempre una ciudad cuya economía –una de las más prósperas del país-

estuvo nutrida por la producción agro-ganadera, el cierre de JBS Swift simbolizó la fractura

y amputación de parte de esa producción.

Fruto de la labor etnográfica, hemos recogido numerosos relatos en situaciones de la vida

4 No podemos dejar de mencionar que el cierre efectivo de la planta solo fue posible luego de la

desarticulación de un corto período de resistencia emprendido por un grupo de trabajadores, quienes siguieron

asistiendo a su lugar de trabajo durante el horario obligatorio enfrentando al elenco gerencial y reclamando

por continuar con la producción. Dada la peculiaridad de la experiencia (en Basavilbaso no se dio una de tal

estilo) consideramos adecuado postergar su estudio para una futura indagación específica.

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cotidiana de personas de todas las edades, expresando el malestar y la incomprensión frente

al derrumbe de la producción ganadera en la zona.

La frase interrogativa ‘¿cómo la Argentina no va a exportar carne, si son las mejores del

mundo?’ recorre permanentemente las voces de los habitantes.

En síntesis, el cierre de esta planta frigorífica modificó el imaginario socio-cultural de los

venadenses respecto de su ciudad y la región.

Siguiendo la clave comparativa, en el caso entrerriano se presentó una combinación de

factores supuestamente adversos cuyo desenlace permite observar la velocidad de la

dinámica del capital en respuesta al ritmo del acontecer político:

Por un lado, hacia mediados de 2007 ALL ya esgrimía la saturación de su capacidad de

servicio. A su vez, a fines del mismo año, Cristina Fernández de Kirchner impulsó la

creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. Pionero en

Latinoamérica, fue creado con el objetivo de orientar la ciencia, la tecnología y la

innovación hacia el fortalecimiento de un nuevo modelo productivo.

De la mano del MICBA, dicho modelo fue concebido para aumentar la competitividad

económica de Argentina e incrementar los recursos fiscales y los saldos exportables. Esto

explica en gran parte el avance de los agronegocios en el Departamento Uruguay,

jurisdicción a la que pertenece Basavilbaso (Lecea Pujol y Ramirez Torres, 2007).

Por otro lado, ello no obstó que Agrenco acusara recibo de la crisis internacional y de una

fuerte sequía que trajo pérdidas del orden del 30-35%, advirtiendo inminentes problemas

financieros. A ello se sobreimprimió el reclamo en contra de la Resolución 125/08 que

llevaron adelante varios sectores rurales sentenciando que las dificultades económicas eran

producto de la imposición del aumento de las retenciones móviles fundamentalmente a la

soja pero también al girasol, el trigo y el maíz.

La 125 -como se le empezó a llamar comúnmente- fue pensada al calor de la expansión de

la sojización y desde un contexto nacional e internacional favorable para el precio de los

granos. La idea directriz consistió en captar parte de las rentas y ganancias extraordinarias

obtenidas por el sector agrícola para redirigirlas y financiar políticas sociales, la

industrialización del país, etc. (Dabat, 2012). De ese modo se pretendía además, lograr un

efecto antiinflacionario que desplegara los precios internos y externos.

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En la praxis el debate giraba en torno a la heterogeneidad de agentes que se veían afectados

porque la Resolución no discriminaba entre pequeños y grandes productores ni tampoco

contemplaba criterios de diferenciación productiva y/o geográfica.

Los efectos generales e inmediatos de la crisis internacional y, sobre todo, del conflicto

entre el gobierno nacional y el campo fueron la negativa a vender grandes cantidades de

grano por lo que las exportaciones agrícolas bajaron y la economía del sector perdió

dinamismo.

Entre las huelgas de comercialización, las movilizaciones, los “tractorazos” cerca de la

Plaza y los cortes de ruta que se fueron transcurriendo en los 127 días que duraron las

hostilidades, el Gobernador de la provincia y la Intendenta de la localidad se manifestaron a

favor del proyecto promovido por el gobierno nacional pero también de los pequeños y

medianos agricultores. El grueso de productores de grano de la zona es de ese tipo, de ahí la

importancia de las Cooperativas tanto en Basavilbaso como en los pueblos vecinos.

Además, hay que tomar en cuenta que Agrenco consideró instalarse en el sector medio-

oriental de la provincia, donde, a diferencia del margen que linda con el Río Paraná y el

puerto de la ciudad de Rosario, no había una concentración importante de emplazamientos

destinados a la logística del acopio y la comercialización de soja.

Como el conflicto entre el gobierno nacional y el campo monopolizó la escena, haciendo

gala del recurso etnográfico seduce pensar “por qué cerro la empresa” a la luz del impacto

que pudo haber tenido su breve existencia en la economía regional y en la vida de los

habitantes de Basavilbaso; la gran mayoría de la actividad productiva estaba bajo la órbita

de la Cooperativa. No empleó una cantidad significativa de personas y tampoco brindaba

un servicio primario a la comunidad.

Sin embargo, la edificación y posterior puesta en funcionamiento del emplazamiento

influyeron en la morfología de la ciudad y en la forma de habitar. No solo cambio el paisaje

en el sitio donde estaba, lugar de caminatas, por cierto, sino que para mejorar su

funcionamiento fue necesario que la municipalidad reglamente y reorganice la circulación

interna y externa. Al haber aumentado la cantidad de mercancía circulante en la ciudad se

necesitó construir una playa de estacionamiento para transportes pesados situada en las

inmediaciones de la planta. En ese sentido, la existencia de Agrenco contribuyó a redefinir

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el modo en que se podía transitar la ciudad y con ello, transformó la percepción sobre el

espacio y la manera de andar que se acostumbraban tener.

Conclusiones

Llegados a este punto, observamos un claro y evidente desliz en la actuación de la

jurisdicción nacional en ambos casos, aunque una contundente presencia de la municipal,

siempre con la meta de prevenir el cierre de la fábrica.

En el caso santafesino cabe destacar que el gobierno municipal y el nacional eran de la

misma filiación política mientras que el provincial no lo era. De ahí que el diálogo y trabajo

colaborativo fueron por iniciativa del municipio con el gobierno nacional, a sabiendas de

que durante el segundo gobierno de Cristina Fernández de Kirchner esa fue una conducta

típica por parte de los gobiernos locales, ignorando la mediación provincial. Al ser el Poder

Ejecutivo Nacional el que ofreció políticas concretas para evitar el cierre, el caso cobró

visibilidad en todo el país; luego de clausurada la planta serán la misma JBS y el municipio

venadense las instituciones que emprendan el proceso de relocalización de los trabajadores

despedidos.

En el caso entrerriano, nación, provincia y municipio estaban alineados políticamente. Sin

embargo el gobierno nacional no intervino. El gabinete provincial había asumido hacía

pocos meses y comenzaba a dar sus primeros pasos. El gobernador declaraba tener

proyectos económicos que priorizaban el agronegocio y la producción de biodiesel pero la

puesta en acto de estos propósitos fue más tardía, mismo la discusión de proyectos que

contemplaran el fomento de la actividad industrial basavilbasense (CFI, 2009:2010).

La maniobra para facilitar el funcionamiento óptimo de la planta se limitó exclusivamente

al ámbito local.

Sin perder de vista las diferencias socioculturales que existen entre ambas periferias, mismo

en cuanto a su importancia regional o su tamaño y complejidad demográfica, es sugestivo

el contraste que existe en ambos casos respecto a los efectos del cierre de las empresas.

Creemos que esto es así por la importancia dispar del rol que cada una de ellas

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desempeñaba a nivel económico y por aquello que le podían proporcionar a la vida de los

lugareños en ambos sitios. En Venado Tuerto el cierre del frigorífico tuvo un impacto

socio-cultural y económico muy traumático para sus habitantes ya que amenazó con el

bienestar de cientos de familias y caló en lo más hondo de la imaginería social de la ciudad.

En Basavilbaso, sin embargo, Agrenco afectó la fisonomía del pueblo pero su cierre pasó

desapercibido para la mayoría de los vecinos de la localidad.

Por otra parte, puesto que la actual ponencia apunta a la reflexión sobre modos específicos de

ser que adopta lo periférico para construir teoría apropiable, prestable y reasignable

impulsando, con ello, un proyecto localizado y deslocalizado al mismo tiempo (Roy, 2013),

quisiéramos ofrecer una posible conceptualización respecto de ‘la periferia’, en diálogo con el

network analysis: si bien la periferia en éste estudio se ubica inscripta en una serie de redes

cruzadas de capital que producen y transfieren recursos hacia el centro, convirtiendo a los casos

en nodos particulares, desde el espacio vivido y percibido, los protagonistas de estas tramas

(ambas comunidades locales) no hacen consciente tal inserción y continúan considerando a las

periferias de modos que que ya no son, como actuales. He aquí la dialéctica entre el espacio

económico y la circulación del capital, y sus espacios de producción específica, que se cruzan

con historias y derroteros culturales singulares.

En definitiva, hemos corroborado la hipótesis respecto de la paradoja que constituye la

convivencia del modus operandi del neoliberalismo con el realineamiento político

neokeynesiano operado en Latinoamérica. El capital multinacional, tanto en el caso de

Venado Tuerto como en el de Basavilbaso, se comportó como tal: ‘el fin de la corporación

es hacer dinero, desvinculada de tradiciones e impactos locales en los que se asientan’

(Moore, 1989). Las diferentes instancias jurisdiccionales no lograron combatir o subvertir

las decisiones tomadas por los Ceo’s de las diferentes multinacionales, si bien resulta

preciso recordar que agotaron una serie de intentos legítimos para prevenir los cierres. Las

fronteras políticas (nacional, provinciales, municipales) trascendieron según la rentabilidad

económica impulsada por JBS Swift y Agrenco, apuntando a que éstas continúen con sus

negocios en las localidades respectivas.-

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