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INSTITUTO UNIVERSITARIO DE INVESTIGACIÓN SOBRE SEGURIDAD INTERIOR BANDAS LATINAS INTRODUCCIÓN. El fenómeno de las “maras”, nombre genérico que reciben las pandillas delictivas juveniles en Centroamérica y Sudamérica, se ha convertido en un problema de extrema importancia en varios países de este continente, sobre todo cuando se tienen en cuenta las estimaciones policiales, que consideran que solamente en Centroamérica existen unos 600.000 pandilleros activos. Hoy en día nadie es inmune al impacto que pueden tener las pandillas en una comunidad, ya que éstas generalmente destacan por su violencia donde quiera que se encuentren ubicadas. Las bandas no son únicamente problema de las grandes ciudades o de las zonas pobres de la ciudad, ni tampoco son problema de una raza o cultura en particular, sino que sobrepasan todos los límites raciales, étnicos, económicos y geográficos. La participación en una pandilla daña seriamente el futuro de los jóvenes. Sus miembros muchas veces se relacionan sólo con otros miembros de la misma pandilla, reforzando de esa manera su visión limitada de la vida. Con frecuencia se meten en problemas legales y, según los países, siguen con ese patrón el resto de su vida. Esta visión del problema que afecta a Centroamérica, Sudamérica y a parte de los Estados Unidos (fundamentalmente California, Chicago y Nueva York), presenta características muy diferentes según la zona geográfica en que nos situemos, arrojando en su conjunto una realidad mucho más grave que la que se puede encontrar en España en la actualidad. Aunque el fenómeno en nuestro país es bastante reciente, ya han surgido los primeros grupos y sus acciones, amplificadas y en ocasiones distorsionadas por la prensa sensacionalista, comienzan a ser un preocupante tema de debate y origen de una incipiente alarma social en la sociedad española. Si bien la importancia de estos grupos y sus acciones están muy lejos de sus homónimas de otro lado del océano, de no adoptarse las medidas necesarias podríamos vernos envueltos en una espiral de violencia y conflictos sociales muy difíciles de controlar. - 1 -

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BANDAS LATINAS

INTRODUCCIÓN.

El fenómeno de las “maras”, nombre genérico que reciben las pandillas delictivas juveniles en Centroamérica y Sudamérica, se ha convertido en un problema de extrema importancia en varios países de este continente, sobre todo cuando se tienen en cuenta las estimaciones policiales, que consideran que solamente en Centroamérica existen unos 600.000 pandilleros activos. Hoy en día nadie es inmune al impacto que pueden tener las pandillas en una comunidad, ya que éstas generalmente destacan por su violencia donde quiera que se encuentren ubicadas. Las bandas no son únicamente problema de las grandes ciudades o de las zonas pobres de la ciudad, ni tampoco son problema de una raza o cultura en particular, sino que sobrepasan todos los límites raciales, étnicos, económicos y geográficos. La participación en una pandilla daña seriamente el futuro de los jóvenes. Sus miembros muchas veces se relacionan sólo con otros miembros de la misma pandilla, reforzando de esa manera su visión limitada de la vida. Con frecuencia se meten en problemas legales y, según los países, siguen con ese patrón el resto de su vida. Esta visión del problema que afecta a Centroamérica, Sudamérica y a parte de los Estados Unidos (fundamentalmente California, Chicago y Nueva York), presenta características muy diferentes según la zona geográfica en que nos situemos, arrojando en su conjunto una realidad mucho más grave que la que se puede encontrar en España en la actualidad. Aunque el fenómeno en nuestro país es bastante reciente, ya han surgido los primeros grupos y sus acciones, amplificadas y en ocasiones distorsionadas por la prensa sensacionalista, comienzan a ser un preocupante tema de debate y origen de una incipiente alarma social en la sociedad española.

Si bien la importancia de estos grupos y sus acciones están muy lejos de sus homónimas de otro lado del océano, de no adoptarse las medidas necesarias podríamos vernos envueltos en una espiral de violencia y conflictos sociales muy difíciles de controlar.

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VISIÓN GENERAL DE LA PROBLEMÁTICA EN EL CONTINENTE AMERICANO.

En Centroamérica nos encontramos con las denominadas “Maras”, que son

agrupaciones de jóvenes de ambos sexos, generalmente de edades comprendidas entre los 5 y los 35 años, que forman grupos con la finalidad de controlar un barrio o un territorio y que hacen de su pertenencia a la banda una forma de vida, llegando a cometer cualquier tipo de delito e incluso dar la propia vida siguiendo las directrices del grupo.

Todo parece indicar que el origen de la palabra “Mara”, que se asigna a este tipo de bandas juveniles, es una abreviatura de “Marabunta”, término con el que se conoce a un tipo determinado de temibles hormigas amazónicas, que cuando salen de sus guaridas arrasan todo lo que encuentran a su paso.

Actualmente, el fenómeno de las maras en Centroamérica presenta una realidad marcada por el gran número de jóvenes y niños que tienen como único objetivo su supervivencia en la sociedad a través del delito. La acción de estos grupos está marcando el día a día de la vida cotidiana de determinados países, con un aumento exagerado de la inseguridad ciudadana que ha motivado la adopción de fuertes medidas represivas por parte de los gobiernos implicados. El problema está alcanzando tal proporción, que de un objetivo inicial por parte de estos grupos de protección de su territorio frente a grupos rivales, nos encontramos actualmente con grupos perfectamente estructurados, muy violentos y con una estrecha vinculación con el crimen organizado. Como factor positivo respecto al potencial de agresividad que muestran estos grupos, resalta el fuerte fraccionamiento de las maras en grupos antagónicos, irreconciliables, que dedican buena parte de sus actividades a combatirse entre ellos. Muy distinta sería la situación si estos grupos llegaran a coaligarse nacional o inter-nacionalmente, como una delincuencia organizada.

No obstante, los dos grupos más importantes (Mara 18 y Mara Salvatrucha) se han expandido fuera de las fronteras originarias de El Salvador y sus integrantes se prestan ayuda solidaria traspasando las fronteras centroamericanas. Las estimaciones policiales centroamericanas consideran, con bastante coincidencia, que en esa región hay unos 600.000 pandilleros activos, comprendidos en su mayoría en una franja de edad de entre 9 y 17 años.

Sin embargo, y por fortuna, la situación general en los países de Sudamérica es diferente. La influencia de las maras no es tan acusada como en los vecinos del norte y su realidad se encuentra marcada por la presencia de grupos urbanos como Latin Kings, Ñetas y otros de menor importancia, centrándose en Ecuador el núcleo principal de su actividad.

Orígenes del problema en América.

Estos grupos juveniles violentos proceden de los Estados Unidos en una primera instancia, y de países sudamericanos como El Salvador, Puerto Rico, o Ecuador en un momento posterior. Aunque el origen de los mismos no está muy claro, parece ser que ya por el año 1783, al final de la Guerra de Independencia en Estados Unidos, surge lo que podría considerarse una primera banda urbana denominada Sante i Sheldon.

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Existe otra teoría sobre el nacimiento de las bandas que señala como origen la Revolución Mejicana de 1813, y el fuerte impulso migratorio que ésta produjo hacia Estados Unidos.

Durante la época de la Revolución Industrial, los rápidos cambios sociales van a favorecer el crecimiento de las bandas en las grandes ciudades como Chicago y Nueva York. En este periodo, las bandas se hacen más visibles y violentas, pudiéndose distinguir cuatro periodos diferentes de máxima actividad: a) últimos años del siglo XIX, b) la década de los años 20; c) la década de los 60; y d) los años 90.

Fue en el último periodo señalado, y dadas las proporciones que alcanzó el problema, cuando Estados Unidos adoptó una política de deportaciones masivas de jóvenes sudamericanos y centroamericanos involucrados con grupos violentos. Esta afluencia de jóvenes agresivos, con experiencia en el uso de la violencia y con grupos de referencia a los que imitar, provoca la expansión de los diferentes grupos por los países de origen y la creación de otros nuevos siguiendo los referentes americanos. De Estados Unidos posteriormente son transplantados a El Salvador por jóvenes repatriados. Las bandas vieron favorecida su expansión por causas específicas de la problemática de posguerra en El Salvador y se dividieron en distintos grupos que reprodujeron las diferencias que mantenían en San Diego y que se extendieron luego a Honduras, Guatemala, Nicaragua, México, etc.

Evolución y situación en los países americanos afectados.

Como regla general, las maras comenzaron siendo un fenómeno de expresión

juvenil, integradas casi exclusivamente por adolescentes; la integración de adultos ligados al crimen a gran escala fue posterior, sumada al hecho de que algunos miembros seguían en el grupo pese a ser ya adultos. En las maras los jóvenes encontraron al inicio una forma de expresión y de identidad. La vinculación con los patrones culturales de los grupos americanos (gangs) fue uno de los detonantes para terminar de convertir estos grupos como agrupaciones que viven el margen de la ley.

Aunque cada país tiene sus peculiaridades que le hace diferente al resto, vamos a tomar como patrón a El Salvador y Honduras, por considerarlos dos de los más problemáticos y donde las maras han alcanzado un grado de peligrosidad y organización que ha supuesto incluso la adopción por parte del Estado de especiales medidas jurídicas, como la creación de “Leyes Antimaras”, con el objetivo de abordar este problema.

En un principio estos grupos tenían un carácter eminentemente colegial y prácticamente inofensivo. En los años 80 y 90 surgen nuevos grupos que pueden considerarse los antecedentes de las actuales maras. Entre estos grupos hay que destacar los “Vatos Locos” y los “Mao Mao”, a los que se les atribuye la introducción de métodos violentos y delictivos para la obtención del poder y la lucha por el territorio.

Ya en los años 90 a estos grupos se les conoce con el nombre de maras, que son grupos de jóvenes de conducta irregular que pasan la mayor parte del tiempo en colectivo y sin una ocupación lícita. Entre las actividades desarrolladas por estos grupos nos encontramos con la rebeldía contra el sistema establecido, y por ende contra sus autoridades, robos con violencia que provocan en muchos casos muertes o lesiones graves, enfrentamientos armados con otros grupos similares por disputas territoriales y poderío, tráfico de armas y estupefacientes, etc.

Estos modelos violentos siguen los patrones establecidos por las bandas en Estados Unidos, sobre todo en el Estado de California, donde estos grupos están estrechamente vinculados al crimen organizado. De este modo, las maras principales que

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operan en Ecuador, El Salvador, Honduras y demás países son maras del tipo californiano: Mara Salvatrucha, Mara 18 y Vatos Locos.

Aunque la estructura ha sido exportada, no existen indicios de jerarquía entre las maras californianas y las sudamericanas, existiendo únicamente lazos fraternales. En un principio los jóvenes que procedían de Los Ángeles (California) traían tácticas y estrategias nuevas que compartir con los jóvenes nacionales.

En la actualidad, el incremento de manifestaciones violentas por parte de estos grupos está asociado a diversos factores, entre los que se pueden destacar los siguientes: el consumo de alcohol y drogas, la pobreza, el aumento de seguidores de ideas fundamentalistas, y el sentimiento de frustración de muchos jóvenes.

Hay que resaltar que el fenómeno de las maras en estos países es un problema esencialmente urbano, siendo el producto de las grandes aglomeraciones sociales urbanas y, mayoritariamente, de los barrios y colonias en donde viven los jóvenes con bajos ingresos.

Para estos jóvenes, las maras comienzan siendo en un principio una vía de escape o un espacio de protección, pero que, por lo general, luego los implican en una serie de actos violentos y de delitos. Aunados a la pobreza extrema, aparecen otros aspectos que afectan las condiciones actuales en que se encuentran los jóvenes en riesgo, como la migración constante de los padres de familia a otras ciudades y países desarrollados, fenómeno que se asocia también con la desintegración familiar y el desarraigo.

Cabe destacar el hecho de que el mundo de las maras retoma varios factores del esquema de la cultura machista, encontrándose pandillas en las que se obliga a las mujeres a prostituirse. Todo ello parece influir en la tendencia, observada en los últimos tiempos, a la disminución del reclutamiento de componentes femeninos. Este fenómeno es debido, en el caso de la Mara 18, a que sus miembros tienden a asemejarse a un Ejército, soldados para hacer tareas duras, en el cual las mujeres tienen una mínima participación. Como síntesis de todos los aspectos abordados hasta ahora remarcar que actualmente en América las maras tienen un estrecho vínculo con el crimen organizado, que va desde la comisión de robos, hasta el tráfico de drogas y armas, pasando por ser el brazo ejecutor de otros grupos superiores. Aunque en un principio estos grupos no fueron violentos, las influencia ejercida por nuevos miembros que procedían de Estados Unidos hizo que mutaran y se convirtieran en lo que son hoy en día: grupos muy violentos, que están obligando a los países a adoptar medidas legales extraordinarias con el objetivo de luchar contra ellos e intentar erradicar un problema que de persistir repercutirá negativamente en el buen funcionamiento de ese país.

A modo de resumen, la situación en los distintos países americanos afectados por la existencia de estos grupos quedaría así:

• Estados Unidos: se puede decir que el origen de uno de los principales grupos como es el caso de los Latin King, tiene su origen en la ciudad de Chicago en 1950. Posteriormente, en el año 1984, la organización principal de este grupo se traslada a Nueva York, convirtiéndose en una de las ciudades con más problemas de grupos urbanos violentos de todo el país. Destacar que actualmente una de las ciudades con más problemática en este sentido es Los Ángeles, debido a la cercanía con México.

• México: país donde estos grupos están empezando a implantarse con bastante fuerza y violencia, sobre todo en la frontera con Estados Unidos, en el que el asalto y en ocasiones el asesinato de inmigrantes que intentan acceder a los EEUU se ha convertido en su principal modo de actuación.

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• Ecuador: la mayor parte de los inmigrantes de Sudamérica provienen de este país. Las principales ciudades son Quito (que es la capital) y Guayaquil. Son precisamente en estas dos ciudades donde se concentran la mayoría de los grupos. Como ejemplo indicar que la estimación de miembros de grupos violentos en Guayaquil es de 30.000 jóvenes. Los dos grupos principales son Latin Kings y Ñetas.

• El Salvador: es el origen de la forma más peligrosa y violenta de grupo urbano, las maras. Como se indicará más adelante, la forma de actuar de estos grupos es completamente diferente a los restantes grupos latinos que se encuentran en territorio español. La peligrosidad de estos grupos deriva del hecho de que en su origen sus integrantes procedían de grupos paramilitares que se disolvieron después de la guerra civil que acaeció en el país. Estas personas emigran a Estados Unidos y desde allí exportan el fenómeno de las maras hacia países como Honduras, Guatemala o Méjico. El fenómeno de las maras se gestó en este país como consecuencia, al menos, de tres factores: a) La expulsión de Estados Unidos de pandilleros de nacionalidad salvadoreña, que regresaron a su país, llevando consigo hábitos delincuenciales y grupos violentos de referencia. b) La existencia en El Salvador de masas juveniles sin futuro tras el fin de la guerra. Una buena parte de tales grupos juveniles habían participado en la guerrilla, el ejército, los grupos paramilitares o policiales durante el conflicto armado de la década de los setenta. A esto se añadió la abundancia de armas que circulaban por el país entre la población civil. Al finalizar la guerra, se efectuó una completa reestructuración de las fuerzas de seguridad, el ejército y la policía. Esto trajo como consecuencia que numerosos grupos juveniles, habituados a la violencia quedaran sin contención, objetivos ni recursos de subsistencia. c) La desocupación y falta de perspectivas de los jóvenes en el período de reconstrucción democrática, durante el cual muchas promesas de reinserción no fueron cumplidas.

• Honduras: país en el que el problema planteado por estos grupos ha sido tal, que se vio obligado a promulgar la “Ley de Maras”, que implica la tolerancia cero con los mismos. Según el PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo), Honduras registra la tasa más alta del mundo derivada de la violencia de los grupos juveniles violentos, con más de 3000 muertes por armas de fuego en el 2004. Se calcula que el número de mareros ronda los 100.000.

• Puerto Rico: origen de otro de los principales grupos que se han implantado en España, Los Ñetas.

• Guatemala: el fenómeno se ha desarrollado fuertemente, habiéndose formado allí unas 20 bandas, que pueden rondar los 200.000 integrantes. Como dato para ver la magnitud del problema, hacia mediados del 2003, en apenas cinco meses, se produjeron 158 asesinatos de jóvenes mujeres que fueron atribuidos a maras. En buena parte de los casos, esas jóvenes aparecieron decapitadas y con los miembros amputados, lo que indica ajustes de cuentas o mensajes terroríficos.

Respuesta institucional en Centroamérica.

Anteriormente, se hizo referencia a la política de deportación de pandilleros

llevada a cabo por Estados Unidos en la década de los 90 en un intento de atajar un problema que en aquellos momentos comenzaba a desbordar al Gobierno de aquella nación. Es un ejemplo claro en el que un estado aplica con el máximo rigor la legislación de que dispone, pero aun así no llega al nivel de decisión tan drástico que tuvieron que adoptar las autoridades centroamericanas en años posteriores, debido a que la situación en estos países llegó a tal extremo que algunos consideraron oportuno crear una legislación especial para luchar contra las maras.

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El Salvador y Honduras aprobaron leyes especiales destinadas a neutralizar este problema. En Honduras fue aprobada por el Congreso Nacional el 7 de Agosto de 2003, y en el Salvador la Asamblea Legislativa la aprobó el 9 de octubre de 2003. La ley hondureña es muy sucinta, modificando el código penal en el sentido de disponer que se impondría una pena de ocho a diez años de reclusión y multa (que se aumenta en un tercio para los cabecillas, fundadores o conductores) “a las personas que formen parte de asociaciones ilícitas”. Explica el concepto de asociación ilícita del siguiente modo: “Grupo de personas que se reúnen para agredir a terceras personas, agredirse entre sí, entrar en conflicto con otros grupos, dañar bienes públicos o privados, portar ilegalmente cualquier tipo de armas, hostigar de modo amenazante a las personas, utilizar material inflamable o explosivo o realizar cualquier otra actividad delictiva”.

Por su parte, El Salvador promulgó una controvertida ley en octubre de 2003 que en su día constituyó un cuerpo legal especial con casi 50 artículos, pero que más tarde fue declarada inconstitucional por la Corte Suprema de Justicia salvadoreña al considerar que casi todos sus artículos violaban el principio básico de igualdad ante la ley. Su título lo dice todo: “Ley anti-maras”, también conocida como “Ley mano dura”.

Ésta recurría también al concepto de asociación ilícita para poder englobar toda clase de actividades de los pandilleros, definiendo tal asociación como: “Aquella agrupación de personas que actúen para alterar el orden público o atentar contra el decoro y las buenas costumbres y que cumplan varios o todos los criterios siguientes: que se reúnan habitualmente, que señalen segmentos de territorio como propio, que tengan señas o símbolos como medios de identificación, que se marquen el cuerpo con cicatrices o tatuajes”.

En su articulado establecía asimismo que cuando un menor de 12 a 18 años cometía delitos o faltas contempladas en la ley, si la Fiscalía General advertía que el menor “posee discernimiento de adulto”, podía pedir al Juez que lo declarase “adulto habilitado”.

En el Título II de la ley se trataba el tema de la pertenencia a una mara o pandilla de la siguiente manera: “El que integre una mara o pandilla, que amedrente y hostigue o de cualquier forma amenace a personas, barrios o colonias, será sancionado con prisión de dos a seis años”. Posteriormente se tipifican conductas específicas, como “solicitar dinero en forma intimidatoria”, o la misma conducta, pero realizada “mostrando tatuajes, haciendo señas con las manos, portando objetos que pudieran dañar la integridad de las personas como cadenas, piedras, palos u otros objetos contundentes”.

La ley también regulaba las faltas especiales para mareros: intimidación grupal y agrupación con escándalo, que definía de este modo: “los que en grupo de dos o más elementos se estacionaren en vías públicas y realizaren escándalo por cualquier medio”. También recogía otras faltas tales como “irrespeto en público”, “desfiguración de paredes”, “portación de arma blanca”, “identificación con maras”, “permanencia en lugares abandonados”, etc.

REALIDAD DEL FENÓMENO EN ESPAÑA.

En primer lugar, debe quedar claro que a pesar de la visión alarmista y desproporcionada que en ocasiones presenta la prensa española en sus informaciones, la situación del problema de las bandas latinas en Estados Unidos y en Sudamérica difiere mucho de la que encontramos en España en la actualidad. En los citados países del continente americano, los grupos urbanos latinos cuentan con un mayor número de

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miembros perfectamente coordinados dentro de las zonas donde se han establecido y mantienen vínculos habituales con el crimen organizado.

En España todavía podemos decir que este fenómeno se encuentra en un “estado embrionario” de desarrollo y que no posee entidad suficiente en lo que respecta al número de miembros. Además, en su inmensa mayoría se trata de jóvenes menores de edad que simplemente se unen al grupo como moda pasajera que culmina cuando alcanzan la edad adulta o cambian de lugar de residencia, y no todos se dedican exclusivamente a la comisión de actos delictivos.

Aunque a menudo sea la propia desestructuración familiar el eje del problema, no hay que quitar importancia a un factor muy importante, como es la aparición de bolsas de inmigración y la llegada masiva de familias sudamericanas que traen con ellos a sus hijos adolescentes, quienes frecuentemente sienten el sentimiento de desarraigo producido por el choque cultural, lo cual les impulsa a unirse a grupos en los que refugiarse de esta situación.

Los jóvenes buscan en la calle el afecto, la fraternidad y la comprensión que no siempre hallan en sus familias, pues a veces éstas viven prácticamente para trabajar y no pueden prestar toda la atención que necesitan sus hijos adolescentes. Otras veces el empleo precario, la desorientación por el cambio radical de vida y las dificultades escolares, hacen el resto.

Las bandas, sin embargo, les prometen protección ante el rechazo y las actitudes xenófobas que sufren, aunque a veces les conduzcan a la delincuencia, un tributo que tienen que pagar para demostrar su valía y capacidad. Para vivir esa conciencia de grupo y esa solidaridad moral debe desarrollar una tradición, vincularse a un territorio propio, hacerse dueños de las zonas de ocio, lo que a veces supone las disputas y peleas con otros jóvenes y miembros de bandas rivales. El hecho de hacer un pacto de sangre con los demás miembros les lleva a superar determinadas pruebas a modo de demostración de valor, como son los pequeños actos delictivos, o en el caso de las mujeres, mantener relaciones sexuales con miembros de la banda para manifestar su obediencia.

Causas de ingreso en un grupo.

Desde que en el año 2003 nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad comenzaran a

ser conscientes de la presencia de grupos de jóvenes, mayoritariamente de origen sudamericano, que se agrupaban en bandas, y de cómo el número de miembros que las integraban se multiplicaba de un día para otro, además de analizar su comportamiento delictivo se inició un estudio en profundidad sobre la conducta que muestran estos jóvenes una vez que pasan a formar parte del grupo, así como aquellos factores que intervienen y que les impulsan a ligarse a una banda de estas características.

Finalmente, se llegó a la conclusión de que los motivos no eran únicamente culturales, como se pensaba en un principio, sino que a veces también se añadían un conjunto de causas sociales y económicas que les proporcionan otro tipo de ventajas verdaderamente atractivas a la hora de decidir formar parte de éstas.

El sentimiento de inseguridad de los jóvenes de origen sudamericano surge en el momento en que sus padres deciden emigrar a un país como España. Por regla general, al principio sólo viaja uno de los padres, más tarde el otro, y finalmente los hijos, y muchas veces éstos pasan de repente a estar al cuidado de los abuelos o de otro pariente, quienes se ven en la obligación de adoptar la nueva misión de ejercer de padres, solo que con una disciplina menos rígida.

Estos jóvenes no solamente verán cómo su libertad aumenta en el día a día, sino que mejorarán su nivel de vida al ir adquiriendo un nuevo status económico debido al

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dinero que les envían desde España, pudiendo adquirir material y ropa que estarían por encima de sus posibilidades de otra manera. Esto les lleva a creer que cuando lleguen a España, su situación económica será igualmente buena.

Asimismo, sus niveles culturales son diferentes a los nuestros. Ellos normalmente tienen horarios escolares muy reducidos (3-5 horas según los países) y después aprovechan para estar con sus amigos en los espacios públicos que hay en sus ciudades, que además presentan índices de urbanización muy inferiores a los nuestros.

Todo esto, unidos a otros factores como que realmente sus amigos se encuentran al otro lado del océano, hace que casi ninguno quiera venir a España de buena gana cuando sus padres se lo plantean. Vienen casi por obligación y la situación que se encuentran cuando desembarcan es muy diferente a la que ellos se imaginaban. Por un lado está la cultura, tan diferente a la suya que a veces hace que sus actos sean malinterpretados; luego el idioma, que aunque parecido, tiene matices que lo hacen distinto; el tema de la educación también varía, puesto que se introducen en un sistema escolar bastante más exigente tanto a nivel de estudios como por horas de clase; también resulta que su nivel económico es muy inferior al que se habían imaginado; que sus viviendas en España suelen ser bastante más reducidas que las que poseían en su país, y además se encuentran en un entorno totalmente urbanizado, sin espacios públicos suficientes; y sobre todo, notan que la gente les mira mal y que no entienden determinadas costumbres como la de reunirse en parques públicos a beber y jugar durante una buena parte del día.

Todos estos factores les enfrentan a una rigurosa realidad que les hace comprender que la vida en un país extranjero no es tan fácil como la habían imaginado, y que del mismo modo, la integración de estos jóvenes en nuestra sociedad sea una tarea muy complicada, sobre todo a determinadas edades. Es precisamente en estos momentos donde entra a jugar la presencia de los grupos urbanos.

Al sentirse marginados o desposeídos de consideración, por un lado los adolescentes generan una respuesta distorsionada y hostil frente a una sociedad que los rechaza, y por otro buscan en su entorno algún tipo de relación social que les reconforte y les proporcione un sentimiento de identidad en donde puedan sentirse ubicados. De esta manera las bandas pasan a convertirse en ese refugio que necesitan para evadirse de la realidad, en una especie de sucedáneo de la familia que aunque ejerce sobre ellos un determinado control, les protege de una sociedad a la que temen, más desarrollada de la que proceden, y sin duda mucho más agresiva de lo que se habían imaginado. Así es como el adolescente se orienta hacia un grupo de compañeros con sus mismos problemas y con los que se siente identificado, desvinculándose poco a poco de su familia.

Conviene señalar que existen una serie de factores de riesgo que incrementan las posibilidades de que una persona ingrese en una banda, si bien hay que destacar que es la suma de varios de estos factores, no uno sólo, lo que hace que las posibilidades aumenten. Los más importantes son:

• Comunidad: - Desorganización social, incluyendo pobreza y movilidad residencial. - Comunidades organizadas de clase baja. - Comunidades “desclasadas”. - Presencia de bandas en el vecindario. - Disponibilidad de drogas en el vecindario. - Disponibilidad de armas. - Barreras para las oportunidades económicas y falta de las mismas. - Normas culturales que apoyan el comportamiento de banda. - Sentimiento de inseguridad en el barrio; alta tasa de criminalidad.

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- Conflicto con instituciones de control social.

• Familia: - Desorganización familiar, que incluye hogares rotos y abuso del alcohol o de las

drogas por parte de los padres. - Familias problemáticas con incidencias de incesto, violencia familiar y adicción a

las drogas. - Miembros de la familia en una banda. - Falta de modelo adulto masculino. - Falta de modelo parental. - Estatus socioeconómico bajo. - Privación económica extrema, problemas de dirección familiar, padres con

actitudes violentas, comportamiento antisocial.

• Escuela: - Fracaso escolar. - Pocas aspiraciones académicas, especialmente entre las chicas. - Visión negativa por parte de los profesores. - Problemas en la escuela. - Pocos modelos docentes. - Frustración educativa. - Bajo compromiso con la escuela, baja afinidad con la escuela, altos niveles de

comportamiento antisocial en la escuela, notas pobres en los exámenes e identificación personal como incapaz para el estudio.

• Grupo de amigos: - Alto compromiso con los amigos delincuentes. - Bajo compromiso con los amigos positivos. - Socialización callejera. - Miembros de bandas en su clase. - Amigos que consumen drogas o que son miembros de bandas. - Amigos que venden drogas. - Interacción con amigos delincuentes.

• Individuales: - Priorización de la delincuencia. - Actitudes desviadas. - Inteligencia callejera. - Carácter desafiante e individualista. - Visión fatalista del mundo. - Agresividad. - Proclividad a la excitación y a los conflictos. - Altos niveles de anomia en el contexto familiar, escolar o grupal. - Pocas habilidades sociales. - Uso de drogas y alcohol. - Deseo de recompensas grupales como la atribución de un estatus o de una

identidad, la autoestima, protección y el compañerismo.

Características generales de los grupos.

Aunque cada banda con implantación en España es esencialmente diferente al resto, existen una serie de características comunes a una gran mayoría de ellos, cuyo conocimiento es fundamental para entender su dinámica. Entre las mismas podemos destacar:

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• Que son grupos organizados con una estructura piramidal que recuerda, salvando las distancias, a la de una empresa con una estructura financiera, un organigrama definido y un sistema jerárquico estructurado.

• Cada uno de los miembros debe realizar una aportación monetaria cuya periodicidad varía entre semanal y mensual, y que será destinada a diversas finalidades, como por ejemplo a la organización de fiestas u otros acontecimientos lúdicos o para ayudar a algún componente de la banda que tenga problemas financieros o con la Justicia. Estas cuotas son en un principio voluntarias, pero posteriormente se consideran obligatorias, con la posible imposición de castigos (simbólicos o incluso físicos) en caso de no poder satisfacerlas. Esto provoca en algunos casos la comisión de pequeños delitos con la única finalidad de poder liquidar la deuda.

• La filosofía de estos grupos incluye la necesidad de expansión territorial, por lo que se han ido estableciendo en diversas regiones del país tras introducir una división territorial en lo que ellos denominan “Capítulos” o “Chapters”. Por norma general, para poder formar un capítulo nuevo en otra localidad, el capítulo de origen debe comisionar a un miembro de la banda para que dirija y coordine las actuaciones, aunque en ocasiones esto se hace sin autorización de los superiores. De cualquier manera, cada capítulo nuevo responde ante el de origen, y el resultado final marca la estructura piramidal a la que se hacía referencia anteriormente, formada por capítulos independientes en la base y controlados por capítulos sucesivamente superiores. Las actuales corrientes migratorias favorecen notablemente esta forma de expansión. A pesar de que los nuevos capítulos suelen estar avalados por la dirección de la banda, en alguna ocasión se ha podido comprobar que no siempre son bien acogidos por otros capítulos más implantados en el territorio, lo que a veces da lugar a enfrentamientos entre miembros de la misma banda pertenecientes a capítulos diferentes. Dentro de cada uno de estos capítulos se suelen celebrar reuniones que son ordinarias o extraordinarias. Las ordinarias se celebran cada semana o cada mes y en ellas se tratan temas que afectan al desarrollo normal del capítulo: castigos, acciones contra grupos rivales, etc. Las reuniones extraordinarias tienen como objetivo la celebración de determinadas fechas que son importantes para el grupo o la toma de alguna decisión determinante que no puede esperar a la reunión ordinaria.

• Mantienen un vínculo estrecho con otros grupos de sus países de origen, hecho que provoca la existencia de relaciones tanto personales como ideológicas entre grupos de ambas orillas del Atlántico. Estas conexiones evolucionan periódicamente mediante el intercambio de información entre los capítulos del extranjero y los españoles, con el fin de ejercer un mayor control de las actividades de los miembros de la banda.

• El vértice superior de cada capítulo consta con la existencia de un líder, al que deben obediencia y sometimiento. Éste es elegido por sus capacidades intelectuales, su capacidad de liderazgo o por sus habilidades en la lucha callejera. Debajo del líder se encuentra un pequeño grupo compuesto por cuatro o cinco personas en los capítulos grandes, con misiones compartimentadas y determinadas. La base está formada por los restantes miembros del grupo, muchos de ellos sin una misión determinada.

• El nivel de disciplina en estos grupos es fundamental para mantener la cohesión interna y el sometimiento de sus miembros. Esto se consigue a través de diversas acciones, como pueden ser los castigos impuestos por el líder, la sumisión total a los intereses del grupo, que están muy por encima de los intereses individuales de cada uno, o la pertenencia obligatoria al mismo. En un principio, para poder formar parte de la banda, los candidatos han de pasar una serie de pruebas iniciáticas que suelen consistir en una pelea con otros miembros del

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grupo, o en aguantar durante un periodo de tiempo determinado los golpes que le propinan otros componentes sin poder defenderse. La función de estas pruebas sería potenciar el sentimiento de que es el propio miembro el que elige libremente entrar a formar parte de la banda, y también que sólo algunos elegidos, si tienen el valor para afrontar las pruebas, llegan a conseguirlo. Cuando un miembro viola una de las normas internas establecidas por las que se rige el grupo, se le impone un castigo, que puede ir desde la degradación de su rango, el castigo físico, o incluso la expulsión. En muchos casos, la organización del grupo es tal que el castigo ya está establecido y lo único que hay que determinar es la intensidad del mismo. Ellos justifican la necesidad de imponer correctivos como forma de garantizar la cohesión y la unión de cada capítulo. Una vez que se ingresa, resulta muy complicado abandonar el grupo sin el consentimiento del líder, e incluso en las normas internas se hace referencia a la muerte como única posibilidad de conseguirlo. En España, el abandono suele llevar aparejada una serie de amenazas o agresiones contra el componente que pretende alejarse y contra su familia, si bien, muchas veces las acciones represivas se limitan solamente a amenazas e intimidaciones, a diferencia con los países americanos, en los que estas acciones generalmente se castigan con la muerte del “traidor”.

• Estos grupos, cuyo objetivo es conseguir la identificación plena de sus miembros con el grupo, de manera que el mismo sea visto por todos como su familia, considerando al resto de grupos como sus enemigos, profesan una dinámica similar a los grupos de manipulación. El líder, así como todo lo que rodea a los orígenes del grupo, está mitificado. Siempre según las normas internas y los credos de cada banda, la persona o personas que han fundado el grupo tenían la voluntad de crear una institución basada en los valores de lucha social contra una supuesta opresión. Debido a este origen místico o pseudos-histórico de la ideología del grupo, ciudades como Chicago, Nueva York o un centro penitenciario de Puerto Rico tienen una importancia fundamental. Cualquier persona ajena a la banda puede ser considerada enemiga, identificando lo bueno al grupo, y lo malo al resto de la sociedad que le rodea. Así es que las reyertas, el uso de la violencia y la comisión de delitos, son considerados como medios de defensa ante lo que ellos definen como hostilidades externas. Para señalar los momentos o las fechas que consideran importantes, han creado una serie de ceremonias y ritos de iniciación con unos textos pseudos religiosos y unas oraciones propias que tienen la finalidad de revestir de solemnidad las actividades del grupo. Una obligación de todos los miembros, en el momento de entrar en la banda, es la de memorizar estas oraciones y ser capaz de recitarlas. Acostumbran a ser textos con referencias a determinados pasajes bíblicos, a Dios y a símbolos del grupo, que piden protección para sus miembros y la destrucción de los enemigos.

• Los términos de “Familia” y “Nación Latina” tienen un contenido semántico directamente relacionado con el número de miembros que la componen. Así, las grandes formaciones con miles de miembros son Naciones (Latin Kings, Ñetas o Mara Salvatrucha), mientras que los que no tienen suficientes miembros para considerarse Nación son denominadas Familias. Los grupos pequeños son denominados maras o simplemente pandillas. Estos grupos, tienen la voluntad final de sustitución del entorno social del individuo, incluyendo la familia y la nación a la que pertenece. Como puntos a destacar en este proceso, podemos indicar: a) voluntad de exclusión del resto; b) control y satisfacción de las necesidades afectivas y familiares de los componentes del grupo; y c) control del tiempo libre, a través fundamentalmente de la organización de actividades deportivas.

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• Identificación visual posible: aunque en España estos grupos no han alcanzado un nivel de desarrollo que les permita afirmar que han obtenido el control de parte del territorio (barrios), hay una serie de indicios que permiten determinar la presencia de un grupo en una zona concreta. Por un lado están los graffiti, con los que marcan su territorio, difunden la presencia del grupo, desafían a rivales, intimidan a personas que viven en una zona controlada por un grupo y anuncian alianzas entre bandas. Un hecho a tener en cuenta es que una manera de insultar o faltarle el respeto a un grupo es tachándole su graffiti o dibujarlo de manera invertida, y en la cultura de las pandillas no se deja nunca un insulto sin contestar. También existen unos estilos de vestimenta considerados como un rasgo definitorio de afiliación a un determinado grupo. Normalmente, en el caso que nos ocupa, la ropa usada suele ser deportiva, más amplia de lo normal y completada con gorras o pañuelos. Es los que ellos denominan “vestir de ancho”. La distinción entre bandas se realiza por el uso de determinados colores propios de cada una (Latin King: negro y dorado; Ñetas: rojo, blanco y azul, etc.), aunque en la actualidad, debido a la constante presión policial, cuidan mucho de no aparecer en público con sus colores para evitar ser identificados como miembros de una banda. Los tatuajes y las marcas personales son las señales más claras de pertenencia a un grupo, aunque por el momento no se han instaurado de manera clara en España y no se ven con frecuencia. Sin embargo son muy empleados en los países americanos, en los que es habitual encontrarse miembros con todo el cuerpo tatuado, como es el caso de los jóvenes pertenecientes a la Mara 18 y a la Mara Salvatrucha, donde cada uno de los tatuajes representa algún suceso de su vida, y en conjunto muestran la peligrosidad o el rango del pandillero.

• Como características fundamentales en referencia a la composición de estos grupos podemos indicar que la franja de edad suele ser amplia, fluctuando entre los 12 y los 24 años, si bien la edad media está entre los 17 y los 18 años. En cuanto a la división de roles por sexos, cabe destacar que las bandas están compuestas mayoritariamente por hombres, aunque las mujeres pueden también formar parte. En algunos casos, como ocurre en los Latin Kings, se han detectado grupos formados en exclusiva por mujeres, las Latin Queen, pero siempre dependiendo de ellos. Los hombres asumen el papel de guerreros, en el sentido de que han de luchar si así lo demanda el líder del capítulo. No obstante la distribución de funciones en la banda puede variar dependiendo de las habilidades de la persona, en el sentido de que un hombre puede ser excluido de la lucha física si posee otras habilidades que le interesen a la banda. Las mujeres tienen un papel más bien secundario, y aunque alguna banda como los Latin King hace referencia en su nombre original a las mujeres (Almighty Latin Kings and Queens Nation), en general, no dejan de tener otras funciones que no sean las de mero apoyo emocional a las decisiones tomadas por los hombres en la banda. Muchas veces la colaboración con el grupo se limita a la comisión de pequeños hurtos. En cuanto a la captación de miembros, las bandas normalmente captan jóvenes en edad escolar, en la etapa de educación secundaria obligatoria (ESO), por lo que los puntos donde se hace el proselitismo son sobre todo institutos y zonas lúdicas como los parques y las instalaciones deportivas. Por lo que respecta a sus orígenes, la nacionalidad de sus miembros varía y no es homogénea en la composición de cada grupo. A pesar de todo, se ha comprobado que la mayoría de los miembros de Latin Kings y de los Ñetas son de origen ecuatoriano, aunque también se ha detectado la presencia de españoles, dominicanos, colombianos, bolivianos, argentinos y filipinos.

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Es significativo analizar brevemente los índices de inmigración en España en el año 2005, mediante un estudio de las nacionalidades de los mismos.

Como se puede observar, las provincias con mayor número de inmigrantes

legales son Madrid y Barcelona, lo que unido a las nacionalidades que predominan (ecuatorianos y colombianos), hacen de estas dos provincias el foco principal de localización de este tipo de bandas.

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Principales grupos. Bola 8:

Banda localizada en Guardamar de Segura (Alicante), a través de varias pintadas consistentes en una bola de billar negra con el número “8” en el interior y la firma del autor. Informaciones aparecidas en prensa indican que también podría estar implantada en Valencia, ya que en esa ciudad tuvo lugar una reyerta entre unos miembros de esta banda y su principal rival, la banda de los Latin King, en la que llegaron a ser utilizadas diversas armas. Aunque la reyerta se saldó con varios heridos leves, fueron detenidos 20 jóvenes, todos ellos acusados por un delito de desorden público. Danger Boys:

Grupo localizado en Valencia. Han protagonizado al menos una pelea multitudinaria contra los Latin King. Dominican dont play:

Es la tercera banda en importancia en Madrid, aparecida como una escisión de los Latin King. Surgió a principios de 2005, y está integrada exclusivamente por jóvenes de nacionalidad dominicana. Han participado en varias riñas tumultuarias con otras bandas, principalmente con los Latin King, y se están distinguiendo por su agresividad. K-18:

Grupo asentado en el distrito de La Latina y en el Barrio de San Cristóbal de los Ángeles de Madrid. Las siglas significan 18 coronas. Es una banda rival de los Latin King, pero también han protagonizado alguna riña con los Ñeta en el distrito de Puente de Vallecas de esta ciudad. Latin Brothers:

Escisión de los Latin King, ubicada en el Recinto ferial de Las Rozas de Madrid y en Alicante. Cuenta con miembros femeninos y un código normativo muy estricto. La banda de Las Rozas fue creada en julio de 2005, según ellos, “por la discriminación y el abuso policial hacia la raza hispana”. Latinos de Fuego:

Escisión de los Latin King. Es la cuarta banda en importancia en Madrid, con unos 63 miembros fichados, fundamentalmente ecuatorianos. Su saludo consiste en formar las letras L y F con los dedos pulgar e índice, y cruzarlos con los de otra persona. Sus colores son el rojo (el fuego y la sangre), el azul (el cielo y el mar), transparente y verde (pureza y naturaleza). Latin King:

Es la principal banda latina implantada en España, principalmente en Madrid, Barcelona, Murcia y Valencia, y un 80% de sus integrantes son ecuatorianos. Se fundó el 14 de febrero de 2000 en la localidad de Galapagar, aunque cuando realmente salió a la luz pública fue en octubre de 2003, a raíz del asesinato del joven colombiano Ronny Tapias en Barcelona, al ser confundido por miembros de los Latin King con un componente de los Ñetas. Desde entonces, las agresiones entre Latin King con otras bandas rivales no han cesado en nuestro país.

A nivel nacional, este grupo se divide en Reinos, que pueden corresponder a Comunidades Autónomas, y éstos a su vez en Capítulos, que corresponderían a provincias o localidades importantes. En la actualidad se han identificado cuatro Reinos en nuestro país, el “Inca”, que se correspondería a la Comunidad de Madrid, el “Hispano”, en la Comunidad de Cataluña, el “Maya”, en la zona de Valencia, y el “Azteca”, en la zona de Murcia.

Su principal símbolo es una corona de tres o cinco puntas, cada una de ellas con un significado: amor, respeto, honestidad, unidad y conocimiento, aunque más que nada

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se les reconoce por los colores amarillo-dorado y negro de su vestimenta, así como las letras LK, si bien en los últimos tiempos, tras la presión policial recibida, solamente exhiben estos colores de manera visible en ocasiones especiales, y así evitar el ser identificados. No obstante, lo que sí suelen portar habitualmente, de manera discreta, son collares, pulseras y pendientes con esos colores, como medio de distinción de bandas y rango.

Entre ellos realizan un saludo característico, que es mostrar tres dedos en forma de corona, juntar las dos manos formando una corona, o a veces llevándose el puño al corazón.

Sus zonas de influencia las marcan con graffiti, normalmente con dibujos de coronas de tres o cinco puntas con la firma de un componente a modo de firma, o bien las letras “LK”, “ALKN”, “LKN” y “ALCN”, etc.

El pasado 21 de septiembre de 2005, en el transcurso de la “Operación Merengue”, la Guardia Civil detenía a 18 jóvenes miembros de esta banda en la localidad de Torrevieja -Alicante-, acusados de diferentes delitos tales como asociación ilícita, homicidio en grado de tentativa, lesiones, amenazas, extorsión, etc.

Y más recientemente, el 21 de febrero de 2006, esta vez en varias poblaciones de la sierra madrileña, la Guardia Civil llevó a cabo la detención de otros 15 jóvenes Latin King en la denominada “Operación Pañuelo”, como consecuencia de una serie de reyertas y agresiones entre bandas que venían siendo investigadas desde hacía unos meses y que habían generado un estado de alarma entre los vecinos de la zona. Latin Queen:

Banda femenina del grupo Latin King, que aunque depende de ellos, funciona de manera independiente. Generalmente el rol de las mujeres en estas bandas juveniles acostumbra a ser complementaria y pasiva, dejando que sean los varones quienes tomen decisiones importantes, salvo en este caso. Las “Reinas”, que es como se denominan las líderes de ese grupo, viven intensamente su presencia en el mismo, poseen plena responsabilidad sobre el mismo y dan ejemplo cumpliendo las normas estrictamente. Las normas y los lugares de implantación son similares a los del grupo Latin King. Los Santos:

Esta banda fue constituida en marzo de 2005, y desarticulada en junio del mismo año por la Unidad de Policía Judicial de la Zona de Castilla – La Mancha y el Grupo de Información de la Comandancia de Guadalajara de la Guardia Civil, quienes procedieron a detener a los ocho componentes del grupo tras recibir la denuncia de una agresión que habían realizado en la mencionada localidad. Desde entonces no se ha vuelto a registrar ninguna otra actividad por parte de este grupo.

Los integrantes del mismo, con un reducido número de componentes de diversas nacionalidades localizados en la localidad de Azuqueca de Henares (Madrid), se caracterizaban por llevar un tatuaje con las iniciales “LS” en la mano izquierda entre los dedos pulgar e índice, además de realizar otras actividades rituales que copiaban de otras bandas latinas, tales como propinar palizas a los nuevos miembros. Lyon Black:

Escisión de los Latin King, que en un principio se denominaron “King Black”. Debido al hostigamiento y agresiones sufridas por parte de los Latin King por utilizar en su nombre la palabra King se cambiaron de nombre, aunque la rivalidad continúa entre ambas bandas. Utilizan los colores negro y blanco. A raíz de varias denuncias recibidas en la Comandancia de Alicante, se llevó a cabo con fecha 16 de noviembre de 2005, por parte de Guardia Civil, la “Operación Latino”, en la que fueron detenidos 56 jóvenes integrantes de la banda en la localidad de Torrevieja.

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Asociación Ñeta: Es la segunda banda en importancia en nuestro país, y se haya ubicada en las

mismas zonas donde están los Latin King. Se caracterizan por su estricta ideología interna, sus normas rígidas y la obediencia ciega a su líder, cuya palabra es ley. El nivel jerárquico es extremo, hasta el punto de contar con un director de operaciones o un departamento dedicado exclusivamente a reclutar nuevos adeptos, además de los clásicos dirigentes. Los nuevos miembros tienen que hacer un juramento de que están dispuestos a dar la vida por otro Ñeta.

Dentro de las normas de disciplina interna de la banda, existe la del castigo físico impuesto por el líder del Capítulo a los miembros que se desvíen del camino marcado por las normas que se han impuesto. De hecho, una de las medidas de control del grupo es la “luz roja”, de obligado cumplimiento, que consiste en un castigo físico o la expulsión temporal. También existe la “luz verde”, una solicitud que los miembros han de obtener del líder para poder realizar cualquier tipo de acción violenta.

Se identifican con los colores blanco (armonía), rojo (sangre derramada) y azul oscuro (compañeros muertos), coincidentes con los colores de la bandera de Puerto Rico, que suelen portar en sus vestimentas, collares y pendientes.

Realizan su saludo con la mano derecha, cruzando el dedo corazón con el índice o formando un corazón con los dedos, y marcan su territorio con el graffiti de un corazón, la palabra “ÑETA”, la letra “Ñ” seguida de un dibujo de un corazón, o la frase “de corazón”, lo que significa “Ñeta de corazón”, que es la máxima que han adoptado.

Su vestimenta no difiere de la que podría llevar un amante de la música hip hop, pero sí que suelen contar con una señal distintiva en su estética, que es llevar tatuada en alguna parte de su cuerpo la letra “Ñ”, que les identifica como miembros de la banda. Respuesta institucional.

En los incipientes estudios sociológicos que buscan soluciones a la problemática

de las bandas latinas, la mayoría de expertos coinciden en que no es posible disolver este tipo de asociaciones. Sin embargo, debido a la repercusión que están teniendo en los medios de comunicación y la sensación de inseguridad que están provocando en la sociedad, se están llevando a cabo una serie de medidas por parte del Gobierno para controlar la actividad de estos grupos en aquellas comunidades donde se ha detectado que tienen una mayor implantación.

Por un lado, ya se ha solicitado un aumento de presencia policial en las calles dentro de un plan específico contra las bandas juveniles, que incluiría medidas preventivas policiales y judiciales. El plan se basa en una batería de acciones policiales y en medidas sociales y educativas. Para ello han implicado a diferentes asociaciones, instituciones, jueces, fiscales, administraciones autonómicas y municipales de atención a la víctima, y está dirigido a todos los menores en situación de riesgo para prevenir que sean captados por las bandas juveniles.

También se ha propuesto una política de prevención e integración en proyectos piloto puestos en marcha por la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de Barcelona, con el fin de ofrecer a los jóvenes inmigrantes políticas y alternativas a una banda, como son el ocio, la cultura, el deporte, educación y cursos de formación y empleo. En definitiva, lo que se pretende es darles vías de escape paralelas, cobertura legal como asociaciones de jóvenes, y erradicar de esta manera las actividades delictivas.

Por otro lado, el día 7 de octubre de 2005, se aprobaba el anteproyecto de reforma de la Ley de Responsabilidad Penal de los Menores, con el propósito de hacer frente al aumento de los delitos especialmente graves cometidos por jóvenes mayores de 14 años y

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menores de 18. La principal novedad del anteproyecto es precisamente hacer frente a la nueva delincuencia pandillera, e introduce la posibilidad de que el juez imponga medidas privativas de libertad en régimen cerrado a los menores delincuentes que cometan delitos como integrantes de bandas, siendo el principal objetivo conseguir alejar al menor de ese ambiente que favorece su comportamiento delictivo.

En el ámbito policial, destaca el “Plan de actuación por el que se arbitran medidas contra grupos violentos y organizados de carácter juvenil”, elaborado por la Secretaría de Estado de Seguridad del Ministerio del Interior en diciembre de 2005.

Con esta medida se pretende activar en todo el territorio nacional un plan de actuación policial para prevenir y evitar la aparición o consolidación de grupos violentos y organizados de carácter juvenil, coordinando las actividades preventivas y, en su caso, represivas de las distintas fuerzas y cuerpos de seguridad contra los mismos.

Este plan prevé su desarrollo en dos fases: la primera de ellas a lo largo del año 2006 para lograr su implantación y desarrollo, y la segunda en el año 2007 materializando su ejecución y la valoración de los resultados obtenidos. Para su efectivo cumplimiento, se desarrollarán las siguientes actuaciones:

• Confeccionar, por parte de las Direcciones Generales del Cuerpo Nacional de Policía y de la Guardia Civil, planes de información específicos de seguimiento de estos grupos.

• Impulsar la obtención de información por parte de los Equipos de Atención a los Inmigrantes así como de los Equipos de Atención a Menores, que remitirán los resultados obtenidos a las Unidades de Información encargadas de su análisis e integración.

• Promover el intercambio de información relativa a la estructura, componentes y características de este tipo de bandas que operan en los países iberoamericanos, aprovechando para ello las vías de comunicación establecidas con dichos países y fomentar cualquier iniciativa en este sentido.

• Elaborar, por demarcaciones policiales, mapas de aquellos lugares donde se ha detectado la ubicación o actividades esporádicas de grupos violentos organizados.

• Intensificar la presencia preventiva policial, fundamentalmente en los lugares detallados en los referidos mapas, así como en los de reunión y ocio de jóvenes, los fines de semana y periodos vacacionales.

• Fomentar el contacto con los padres, profesores y entorno social de los jóvenes, mediante el empleo del personal y medios de las unidades específicas de intervención con menores para impartir charlas en escuelas y centros de interés.

• Incluir en los planes de formación, tanto de los componentes de las Unidades de Información como de las de Policía Judicial, aspectos concretos sobre bandas juveniles.

En lo referente a la represión de este fenómeno, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad se han visto obligadas a intervenir en aquellas zonas en las que estos grupos comenzaban a desarrollar una actividad delincuencial acentuada. Hasta el momento, en nuestro país se ha podido determinar la ubicación de las diferentes bandas latinas por zonas, observando que los lugares con mayor implantación son sin lugar a duda ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia, Murcia y Alicante.

Ninguna de las medidas expuestas puede acabar por si solas con este problema, por lo que su utilización y la de otras que eventualmente se puedan adoptar en el futuro, deberán ser desarrolladas desde un punto de vista multidisciplinar, y que según la mayoría de expertos y profesionales implicados en la solución de esta problemática, sólo

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conseguirá el éxito en sus propósitos con la participación efectiva de todas las partes implicadas (Justicia, Educación, Servicios Sociales, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, entre otros).

INFLUENCIA DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN SOCIAL EN EL DESARROLLO DE LA PROBLEMÁTICA.

Este punto es de vital importancia porque el tratamiento que está sufriendo esta

problemática por parte de los medios de comunicación social ha hecho que la sociedad tenga un concepto de este conflicto más próximo a la situación de América que a la realidad de España.

Se comprueba que prevalece el interés de vender una noticia a la de contar la realidad exacta, haciéndose hincapié en determinados aspectos de los hechos que remarcan el carácter violento de los grupos y el uso generalizado de armas por parte de sus componentes.

Para una persona que desconozca la realidad española y que lea asiduamente la prensa, la situación sería más o menos la expresada a continuación: presencia visible de grupos de jóvenes violentos de origen latinoamericano, que usan todo tipo de armas para atacar a grupos rivales y para cometer delitos, que dominan barrios de diferentes ciudades o grandes núcleos de población y que van a los institutos con el objetivo de atemorizar a los alumnos y para reclutar nuevos miembros. Resumiendo, intentan asimilar la situación en España con la del resto de países americanos, que a día de hoy todavía no ha llegado a ese extremo.

En ningún momento se hace referencia a las causas que provocan que estos jóvenes vean su integración en las bandas como una salida a sus problemas, directamente se les asocia con la comisión de delitos y con la violencia. Las motivaciones principales, lo que es el porqué de ese comportamiento delictivo no resulta tan atractivo como lo pueden ser las morbosas alusiones a la suma de unos hechos sensacionalistas.

Basta simplemente con mirar algunos titulares de prensa para comprobar que el fenómeno se está sobredimensionando, acarreando además otros problemas derivados de esta publicidad gratuita: los propios grupos se sienten halagados de salir en prensa y de que les den una importancia que en realidad no tienen, porque eso refuerza sus estatus en la calle; se consideran más importantes y refuerzan su alianza con el grupo.

Como titulares destacados se seleccionan los siguientes: “Desembarco en España de las Bandas latinas. Latin Kings, Ñetas, Maras... La

violencia que viene de América.”. (Reportaje -Desembarco en España. Bandas Latinas-. Revista Play Boy de 1 de marzo de 2005).

En otro artículo se dice: “son ecuatorianos, colombianos,… y practican la ley del más fuerte a la americana. Ñetas y Latin Kings tienen ya varios muertos a sus espaldas”. (Artículo publicado en El Semanal correspondiente al 20 de febrero de 2005).

“Cae una banda juvenil latina que sembraba el terror en el metro”. Posteriormente en ese artículo se menciona que en realidad sólo se les atribuye una acción; que pertenecen a los Latin King, aunque en realidad no hay ningún indicio de que así sea. Textualmente: “las víctimas se adscriben a los Latin King, aunque los agentes no tienen ningún indicio que los relacione con ese grupo, salvo que son latinos, tres de ellos de nacionalidad española”. (Artículo publicado en El Periódico de Catalunya corres-pondiente al 26 de abril de 2005).

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En realidad el artículo anterior no tiene desperdicio: el simple hecho de ser latino implica que se pertenece a los Latin King, aunque el cuarenta por cierto de ese grupo en particular estaba formado por españoles.

“El juicio por la muerte de un joven a manos de bandas violentas empieza hoy en...” (Artículo publicado en El País el 5 de abril de 2005).

“Detenidos 5 jóvenes de estética Latin Kings por apuñalar a un menor”. (Artículo publicado en El País el 27 de marzo de 2005).

“Los Latin King ya son más de 200 en Barcelona y muchos llevan pistola”. (Artículo publicado en el portal www.democracianacional.org de fecha 14 de diciembre de 2004).

Lo curioso del caso es que casi siempre que en prensa se hace referencia a la peligrosidad de estos grupos, normalmente se habla de maras (Salvatrucha, 18, 13, etc.), cuando la realidad indica que la presencia de estos grupos es simplemente simbólica, con algún acto realizado en Barcelona y poco más.

CONCLUSIONES.

Las soluciones para erradicar, o al menos para mantener bajo control las bandas

latinas, pasan por la adopción de una serie de medidas sociales y policiales que permitan por un lado la adecuada integración de estos jóvenes en la sociedad, tanto laboral como culturalmente, y por otro que eviten la proliferación de estas bandas en nuestro país.

En definitiva, aunque la situación en España no alcanza unos niveles de gravedad alarmantes, deben potenciarse las labores preventivas en el orden social sin descuidar aquellas otras de carácter represivo encomendadas a los cuerpos policiales, tendentes a controlar la expansión de estas bandas y a erradicar sus actividades delictivas.

El aumento de incidentes entre bandas latinas rivales y el hipotético inicio de enfrentamientos con grupos de extrema derecha, puede hacer que crezca en gran medida la alarma social, lo que podría acarrear graves problemas de convivencia y de seguridad, al crearse espacios diferenciados con cultura y normas diferentes a la del resto de la población.

Aunque este conflicto se ha generado en gran parte por una visión a veces errónea y en otras manipulada por los medios de comunicación social, no es menos cierto que de no tomar medidas, el fenómeno podría mutar y convertirse en un serio problema, no tanto social, sino policial, encontrándonos entonces con una situación difícilmente controlable y que requeriría el empleo de métodos coercitivos, alejados de las propuestas que previamente se han recomendado. Como reflexión previa y a modo de capitulación, conviene recordar que España se ha convertido en los últimos años en un país de inmigración. Esto tiene una serie de consecuencias favorables para el dinamismo de la sociedad española, amenazada por los efectos de una natalidad largo tiempo declinante. Pero un cambio social de esta magnitud no podía dejar de producir también problemas. En comparación con el resto de países europeos, la población española mantiene un conjunto de opiniones y actitudes hacia la inmigración que puede considerarse como positiva. Antes de la promulgación de la Ley de Extranjería, los españoles se encontraban en el último lugar en los indicadores que miden el racismo, xenofobia, rechazo a la convivencia con otras culturas o temor a los inmigrantes ya sea como competidores laborales o como eventuales delincuentes.

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Además el peso de las opiniones positivas hacia la inmigración ha estado creciendo a lo largo de los años 90, a la vez que lo hacía el número de inmigrantes. Podemos seguir su evolución a través de las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), la única fuente que permite en España observar esa evolución de manera fiable. A principios del decenio de los 90, cuando la inmigración en España era un fenómeno casi invisible excepto en algunas áreas rurales del Mediterráneo, existían entre la población fuertes reticencias frente a la inmigración. Con una tasa de paro, que era entonces del 16%, el principal argumento popular contra la inmigración era el temor a que los inmigrantes ocupasen puestos de trabajo que los españoles necesitaban y que su disposición a aceptar salarios menores provocase una disminución de los salarios ofrecidos en los sectores en que se concentraban. En 1991, tres de cada cinco españoles temían este efecto negativo sobre el mercado de trabajo. Desde entonces hasta ahora se han creado en España más de cuatro millones de empleos nuevos y la tasa de paro ha descendido al 11% con una tasa de actividad que ha pasado del 49% en 1991 al 55% en 2004. Ha sido, en términos globales, un periodo de crecimiento económico que ha permitido absorber laboralmente la inmigración recibida. Acompañando a este proceso de absorción de la mano de obra nacional y extranjera, disminuyó notablemente entre los españoles el temor a la competencia laboral de los inmigrantes. En conjunto, puede decirse que en la población española se ha impuesto la idea de que la inmigración es necesaria para sostener la actividad económica. Como datos negativos hay que señalar que existe una creciente asociación en la opinión pública entre inmigración y criminalidad. Casi el 48% de los entrevistados en diferentes encuestas opinan que los inmigrantes en España son “ya demasiados”, frente al 40% que opina que “son muchos, pero no demasiados”. El temor a la delincuencia protagonizada por extranjeros se ha convertido precisamente en el principal argumento contra la inmigración entre la población española, hecho éste que está intentando ser aprovechado desde determinadas opciones políticas. En este sentido reseñar que en el estudio nº 2511 del CIS, el 58% de los entrevistados decía estar de acuerdo con la idea de que “hoy en día en España existe una relación entre seguridad ciudadana e inmigración”. La criminalidad ha aumentado fuertemente en España en los últimos años, es decir, coincidiendo en el tiempo con la llegada de inmigrantes, y gran parte de las muertes violentas que se producen en el país son causadas por extranjeros y sus víctimas son también con gran frecuencia extranjeros. Los inmigrantes se concentran en las edades (jóvenes) y el sexo (varones) en los que se producen las mayores tasas de delincuencia, lo cual explica sólo en parte su mayor criminalidad en comparación con la población española en general. Tampoco la pobreza es explicación suficiente de las mayores tasas de criminalidad. Colombianos y ecuatorianos, por ejemplo, se encuentran en similares condiciones de vida en nuestro país pero la criminalidad de los primeros es mucho más alta. Posiblemente la procedencia de países donde la violencia es un hecho cotidiano tiene su traducción en comportamientos diferentes. Sin embargo, todas estas encuestas efectuadas por diversos organismos oficiales se encuentran con una dificultad importante: esta inmigración no se reparte de forma uniforme en el territorio nacional sino que, al contrario, está muy concentrada en varias zonas del país: Madrid y toda la costa del Mediterráneo, especialmente Barcelona y Alicante.

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Por esta razón los resultados de las encuestas a muestras de toda la población española expresan una distribución de la opinión que en realidad es una mera construcción estadística, así pues la inmigración debería tratarse en los estudios de opinión pública de forma segmentada por territorios en función de la densidad de inmigrantes en cada uno de ellos, algo que ahora los estudios del CIS no hacen.

Cuando se acude a los barrios donde los inmigrantes se concentran se descubre un conjunto de opiniones y actitudes diferentes a la que marcan las encuestas oficiales del CIS. Varios estudios cualitativos que han utilizado la técnica de las entrevistas a grupos y se han dirigido a las ciudades de Madrid, Barcelona, Alicante y Valencia, y dentro de ellas a los barrios con alta densidad de inmigrantes, han encontrado una actitud general, extendida y profunda de rechazo hacia la convivencia con los inmigrantes, que se expresa como un sentimiento de haber sido invadidos y que se traduce en una opinión negativa global sobre la inmigración en España. El temor y las molestias causadas por la concentración en los espacios públicos de individuos de otras razas o de otras costumbres, la percepción generalizada de que en esas zonas la seguridad ha disminuido a la vez que aumentaba el número de extranjeros, ha formado un ambiente de rechazo en el que la inmigración se vive como un problema importante para el barrio. De esta forma, mientras las encuestas a la población total muestran una actitud positiva en comparación con el resto de Europa hacia la inmigración, los estudios cualitativos en los barrios donde los inmigrantes se concentran señalan una gran cercanía entre España y la media europea, en cuanto al rechazo a la convivencia con los inmigrantes. La situación de estos barrios es relevante por varios motivos:

• Estos barrios pueden convertirse en guetos urbanos de inmigrantes, un elemento habitual en el paisaje de las grandes ciudades de inmigración más antigua que la nuestra.

• En estas zonas se percibe un riesgo de acciones violentas contra inmigrantes.

• Un partido político populista con un mensaje anti-migratorio podría tener una buena acogida en estas áreas.

La visibilidad de la presencia de los inmigrantes en los espacios públicos, especialmente cuando resultan fácilmente identificables por sus características físicas, produce una sensación de pérdida de control del territorio. La palabra “invasión” surge espontáneamente con alta frecuencia.

La sensación de haber sido invadidos es inseparable del temor que produce en la gran mayoría de los vecinos la concentración en la calle de personas con un aspecto físico diferente. Y, a su vez, este temor, que es en definitiva un sentimiento primitivo de miedo ante lo desconocido, se ve reforzado por las noticias o rumores que llegan sobre episodios de delincuencia protagonizados por inmigrantes.

La aparición en los barrios en los últimos cinco años de bandas de latino-americanos, causa cierto temor a una población que no está acostumbrada a la existencia de bandas juveniles.

De lo anteriormente expuesto, podemos extraer una serie de conclusiones que nos van a facilitar una visión global del problema.

1. La situación en Sudamérica presenta grupos muy organizados y violentos, con control total sobre determinadas zonas del territorio y con estrechos vínculos con el crimen organizado, pudiendo decir en la mayoría de los casos que son una continuación del mismo. En estos países, los jóvenes de estos barrios ven las bandas como la única salida posible que tienen en sus vidas, ya sea como medio

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de protección o como medio para ganarse la vida. La estructura interna de estos grupos está perfectamente definida y una vez en el interior de los mismos es casi imposible abandonarlos. La solución al problema es muy complicada porque afecta a diversas instituciones del Estado: Ministerio del Interior, Asuntos Sociales, Educación, etc.; si bien, dadas las proporciones alcanzadas en algunos países, no será factible una solución en un corto periodo de tiempo.

2. En España el panorama es completamente diferente. Los grupos no tienen suficiente entidad en cuanto a número de componentes (excepción hecha de algún capítulo en grandes ciudades) y aunque están estructurados internamente no se dedican en exclusiva a la comisión de delitos. El problema ahora mismo recuerda las primeras etapas de la situación en Sudamérica, donde los jóvenes veían las bandas como una salida para su diversión y para sus problemas familiares. En estas primeras etapas, los jóvenes se dedicaban a cometer pequeños delitos, como diversión y como medio para obtener dinero, pero siempre a pequeña escala. No suelen llevar armas de fuego, pero sí emplean armas blancas, portándolas normalmente. Las soluciones para erradicar o mantener bajo control las bandas latinas pasan por la adopción de una serie de medidas sociales y policiales que permitan de un lado la adecuada integración de estos jóvenes en la sociedad, tanto laboral como culturalmente, y de otro que eviten el control que puedan ejercer sobre algún barrio o zona del territorio. Si se consigue no tanto la erradicación de los mismos, sino que el paso de los jóvenes por estos grupos sea simplemente una etapa en sus vidas que terminen con el comienzo de una vida familiar o laboral, el problema se habrá conseguido mantener dentro de unos niveles aceptables. Por otro lado, si no se adoptan estas medidas y los jóvenes ven las bandas como una forma de vida, el problema mutará siguiendo los modelos establecidos tanto en Estados Unidos como en Sudamérica. En este sentido hay que prestar especial atención a la nueva entrada de personas procedentes de estos países con motivo del derecho al agrupamiento familiar que se tiene al conseguir la tarjeta de residencia con motivo de la última regularización de extranjeros.

3. Finalmente, señalar el problema que se puede suscitar en España debido a la visión negativa que existe de la inmigración en los barrios donde ésta se está estableciendo y que puede dar lugar a la creación de guetos, a imagen de otros países con cultura de inmigración más larga que la nuestra. Esto podría acarrear graves problemas de convivencia y de seguridad, al crearse espacios diferenciados con cultura y normas diferentes a la del resto de la población. Esto contribuiría de manera alarmante al auge de las bandas urbanas, no ya sólo como forma de diversión de los jóvenes, sino como medio para salvaguardar su barrio frente a grupos rivales, con lo que el problema daría un salto cualitativo difícil de controlar.

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