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#58 (96xJ45 cms) Acrílico sobre lienzo Agosto 2001 Instituto de Estudios Po iticos lefe Unidad de DocutlJeotaoór

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#58(96xJ45 cms)Acrílico sobre lienzo Agosto 2001

Instituto de Estudios Po iticoslefe Unidad de DocutlJeotaoór

Estudios Políticos No. 20. Medellín, enero -junio 2002 199-217

Libros

T·~§t "-Francisco Cortés Rodas c'J ~t _

La verdad en el infierno: diálogofilosófico en las voces de Hobbes.;; I gKant y Maquiavelo .~ r ¡e:

Bogotá, Siglo del Hombre, 2002. 218 pp. . lit, ~¡f

En un contexto dominado por elruido de las armas y el silencio delos intelectuales, es muy grato pre-

sentar un libro fruto del esfuerzo de larazón, del hacer de la academia y de laspreocupaciones por el devenir de la filo-sofía y de la ciencia políticas. Los librossiempre han sido maneras de enunciarverdades distintas de aquellas ofrecidaspor la fuerza, llevan en sí mismos lapretensión de convencer con argumen-tos y se constituyen en los productosmás acabados de la cultura universal.

Por esas razones, el lanzamientode un libro siempre será motivo de rego-cijoymás en una sociedad que parecierahaber elegido elcamino delpragmatismoy del desprecio por todo aquello que nopueda comerse ni beberse o que no seasusceptible de medirse en equivalentesuniversales como el dinero.

En el libro que hoy tengo el honorde presentar al público, el Doctor enfilosofía, Francisco Cortés, opta por la

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e ocumentaci6.

estrategia del diálogo para la presenta-ción de sus argumentos. Con ello, reco-ge una vieja tradición de la filosofía queviene desde Platón y que resulta muysugestiva, pues permite no sólo poneren evidencia los ejes constitutivos de lasgrandes armazones teóricas de los auto-res escogidos, sino también deshacer lostópicos que han pasado al patrimonio demanuales e historias del pensamien o.por vía de comentaristas y exégetas. perosobre todo por la de las diatribas de suscontradictores de todos los -ernpos.

Los tres autores escogidos para lapuesta en escena de los diálogos, cons-tituyen a no dudarlo el rípode de lafilosofía política moderna y desenvuel-ven sus debates desde el infierno; eselugar de sombras y de olvidos que elviejo Maquiavelo prefería al eterno abu-rrimiento de un cielo poblado de inge-nuos, santos y justos. Allídiscuten, unasveces animadamente y otras de maneraagresiva, los presupuestos conceptuales

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de sus respectivas obras y las de suscontertulios, trayendo en su ayuda lasvoces de otros autores más contemporá-neos que de alguna manera, no lineal,siguieron sus huellas hasta el presente.

La obra está dividida en veintitrésdiálogos en los cuales los filósofos ex-ponen con frescura sus aproximacio-nes a los temas eternos de la política: elEstado y sus límites; la ética, instrumen-talo de principios; la ciudadanía, susderechos y libertades; el orden jurídicoy el político; los avateres de las repúbli-cas' los asuntos de la violencia y launificación del poder en el Estado. Peroen el trasfondo de los debates, se per-ciben otras voces, las de sus continua-dores y detractores más contemporá-neos: Carl Schmitt, Arthur Schopenhauery Hannah Arendt, abriéndose así unamplio horizonte para el devenir de lafilosofía política en presente.

Por aquel escenario del infierno-cantado por Dante- discurre Schopen-hauer, traído de la mano por el viejoburócrata florentino para defender, con-tra Kant, la separación de la moral y lapolítica. Se hace presente allí tambiénCarl Schmitt, descalificado por los dosprimeros contertulios en razón de suvisión totalitaria. Hannah Arendt, ven-drá entonces en auxilio de las tesis kan-tianas para subrayar que la razón de serde la política es la libertad y su campo deexperiencia la acción y, sobre todo, paracriticar a Maquiavelo por aceptar la vio-lencia, cuando el propósito es el de fun-dar la República y unificar el poder.

De esta manera, el profesor Cortéslogra transformar un diálogo entre auto-res, entre complejos aparatos concep-tuales, extensos e inconmensurables, enun diálogo sobre objetos, sobre temáti-cas, sobre categorías analíticas en cuyotrasfondo palpita la eterna tensión de lafilosofía: la tensión entre el ser de lapolítica y del poder, y el deber ser delderecho y de la moral. Los nueve prime-ros diálogos se desarrollan entre los rea-listasde lapolítica,Maquiavelo yHobbes,con sus acuerdos y diferencias. Pero lallegada de Kant, anunciada de manerasolemne por su fiellacayo Lampe, trastocael sentido de los debates e introducenuevas reflexiones que prefiguran aqueldiálogo que han mantenido durantemuchos años losfilósofosy lospolitólogos;diálogo difícil, cruzado por tensiones,por conflictos, por mutuos desconoci-mientos y hasta por hostilidades.

En el libro del profesor Cortés, selogran contrastar los modelos teóricosdelrealismopolítico:MaquiaveloyHobbesen el primer plano de la escena ySchmitty Schopenhauer detrás de bastidores,contra las propuestas de deber ser de lapolítica expuestas por Kant y matizadaspor el republicanismo arendtiano. Seconfrontan pues las dinámicas en lasrelaciones de poder contra los propósi-tos éticos para el logro de la libertad y laconvivencia; la política como praxis y lapolíticacomo lexis;lavisiónantropológicadel hombre y su condición imperfectafrente a la visión perfectible de la condi-ción humana a través de la búsqueda delibertad y de la acción política.

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Maquiavelo y Hobbes representanen esa puesta en escena el pesimismoantropológico, la condición de un serhumano plagado de egoísmos, atenazadopor losmiedos y agobiado por lasviolen-cias recíprocas que harían necesario unLeviatán o una república cívica queinstaurara un orden político centralizado,todopoderoso y, principalmente, escin-dido de los ordenes morales o sacros.

Si bien entre ambos realistas polí-ticos existen amplias diferencias quequedan plenamente documentadas enlos nueve primeros diálogos, los dossitúan sus reflexiones y elaboran suspropuestas éticas en el hacer político, enla condición imperfecta de los seres hu-manos. y validan dichas éticas, más enlas reglas y en los procedimientos que enlos valores substanciales: la política, se-gún estos dos autores, no se funda en lamoral; por el contrario, ella tiene suspropias leyes de validación en un mun-do que, como diría más adelante MaxWeber, se descentró y entró por la sendade la gran profanación.

Pero la entrada solemne de Kant enese diálogo de realistas cuyo horizonteera el hombre con su carga de limitacio-nes, cambia el tono de la discusión eintroduce nuevos temas que apuntan auna fundación de la política en la moraly en la percepción del derecho comogarantía del orden social y contra loshorrores de la guerra y del estado denaturaleza ... sin necesidad de Leviatanesni príncipes poderosos. Esta descon-fianza de Kant en la fuerza como recurso

del orden y su insistencia en la posibili-dad del consenso o del asentimientoracional para construir el universo de lopúblico, obliga a nuestros realistas avolver de otra manera sobre los temas dela moral, de la virtud y de la ley. Kant, seconvertirá en el centro del debate.

Kant desarrolla sus planteamien-tos en los nueve diálogos subsiguientes,exponiendo algunos de los elementosde su razón práctica como base para eldesarrollo de las doctrinas sobre la mo-ral y el derecho; pero sobre todo paracontra argumentar las tesis de ArthurSchopenhauer -traído por Maquiavelo-quien pretendió afirmar, entre otras co-sas, que la subordinación del derecho alamoralpropuesta por lafilosofíakantiana,suponía como fin último del Estado laeliminación del egoísmo; y que el dere-cho apenas puede serpensado para evitarlas consecuencias negativas que resul-tan de la búsqueda incesante de la pro-pia felicidad. Kant subraya, con muchavehemencia, que su pretensión no eseliminar los deseos, los egoísmos y lastensiones que surgen de la búsqueda delapropia felicidad. sino en efecto. evitarsus consecuencias negativas.

Los últimos diálogos están dedica-dos a la exposición que hace Kan de lasteorías de Hannah Arend a través de lascuales puede reafirmar contra los realis-tas, que la razón de ser de la política esla libertad y su campo de experiencia laacción; y además, que laviolencia pocoo nada tiene que ver con la política.Maquiavelo cierra la conversación expo-

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niendo sus aproximaciones sobre la re-ligión y la justicia en el contexto de lalógica política propuesta por él.

Si bien pareciera que los contertu-lios en el infierno tuviesen posicionesirreductibles, a lo largo de los veintitrésdiálogos se advierte que la intención deCortés pudiera ser la de proponer uncriterio de lo político que fuera más alláde estos autores, sin caer en la trampadel punto medio virtuoso. La tercera víacomo lo propone el autor en el diálogoveintidós, es "conformar una repúblicademocrática, a saber, construir la cosapública, abrir elmarco de acción de unaesfera de lo político que haga posibleque la sociedad ejerza su propio podery decida sobre sí misma; crear un espa-cio público para el actuar conjunto delibres e iguales' en el que prime el poderde convicción, de la acción y la palabray en el que se le tracen límites políticosa la violencia" (p.196). Quizá este pro-pósito del autor es el que le anima a larecuperación arendtiana a través de Kant.

En lapuesta en escena de este com-plejo debate, los personajes se muevenen un escenario virtual como portavocesde sus ideas; pero en tanto que persona-jes de una obra, exhiben sus formasparticulares de ser, de comportarse, dehablar y de vestirse; llegan con sus his-torias personales, con los fantasmas quelos acompañaron y revestidos con losaires de sus tiempos que, para bien opara mal, marcaron sus trayectorias vita-les y sus itinerarios intelectuales.

Através de esa representación tea-tral, Cortés logra una cosa muy difícil enelque hacer de nuestras disciplinas: crearexpectativa, construir una intriga, elabo-rar la espera de un imposible desenlace,hacer que el lector se interrogue sobre loque pasará más adelante; que se pregun-te por ejemplo cómo reaccionará Kant,señalado como idealista por sus conter-tulios' cómo se defenderá Maquiavelo,confrontado desde la perspectiva aren-dtiana; de qué otros argumentos echarámano Hobbes para sostener la necesi-dad de ese hombre artificial, de esa má-quina estatal que sus interlocutores veíancomo la antesala de los totalitarismos.

Esa estrategia expositiva del autor,que para algunos puristas puede resul-tar no ortodoxa y quizá un poco espec-tacular, es lo que hace de ésta una obrade divulgación filosófica que, sin sacrifi-car un ápice de rigor teórico y ni lasexigencias de la filosofía "pura y dura" ,ofrece a los lectores una aproximaciónsintética, abierta y esclarecedora a undebate central de lapolítica. Aun debateque por cierto a veces los filósofos hacenininteligible, por lasmaneras de presen-tarlo o por ese manido empeño de losacadémicos en levantar muros infran-queables en torno del saber y del cono-cimiento.

Pero además, el texto es provoca-dor. Con frecuencia uno quisiera inter-venir en ese diálogo, preguntar, disentir,interpelar o ahondar en las preguntasformuladas y en las respuestas ofrecí-

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das. Aveces uno quisiera, por ejemplo,preguntarle a Hobbes por qué descono-ce la interpretación que hace Schmitt desu Leviatán, si logró articular de maneratan brillante la relación orgánica entre laguerra y la política; o interrogar aMaquiavelo por la razón de traer en suayuda a Schopenhauer, si su crítica a lafundación moral de la política es tansólida. A veces uno quisiera tambiénque se llamara a un colombiano delcomún, de esos que deben poblar elinfiernopor estosdías,para que en nombrede los realistas políticos del presenteinterpele a Kant sobre lo que pasa en unpaís de la perdida América del Sur, don-de el derecho no es el estatuto del asen-timiento racional sino un arma arrojadizapara atacar a los enemigos y favorecer alos amigos.

En suma, los diálogos propuestospor Francisco Cortés podrían prolongar-se infinitamente, como infinito es el in-fierno descrito por Dante, y tienen lavirtud de dejar abierta una discusiónque a pesar de los grandes avances de lafilosofía política en los últimos tiempos,de los nuevos temas incorporados a suagenda y de los giros inesperados de unmundo globalizado, está lejosde agotar-se y que hace cada vez más necesariovolver a los clásicos, con preguntas másprecisas e indagaciones más puntuales.Quizá por eso los tres autores parecenmiramos desde el infierno con una son-risa cómplice.

María Teresa UribeProfesora e investigadora

Instituto de Estudios PolíticosUniversidad deAntioquia

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