Infancia tecnológica

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Infancia tecnológica SEBASTIÁN FERNÁNDEZ IZQUIERDO Alicante 17 SEP 2014 - 00:00 CEST Ya no sorprende ver a los niños, en cualquier momento y lugar, con o sin sus padres, absortos con sus dispositivos móviles, algo que hasta hace poco solo se veía a partir de la adolescencia. Hablo de niños, de seres humanos cuya edad se escribe con una sola cifra. No sería de extrañar que a la hora de ir al cole metan en la mochila el móvil antes que el bocadillo o la libreta. Uno da por hecho que los padres de esos niños conocen las posibilidades y, por tanto, los peligros que encierran esos artilugios y que, por tanto, asumen la responsabilidad por anticipado de todo lo que su uso conlleva. Acoso, amenazas, insultos, chantaje, mensajes indeseados, de gente indeseable, con contenidos indeseables. Vídeos con contenido violento o pornográfico, trasiego de fotos íntimas consentidas o robadas, de cotilleos fundados o infundados, acceso a ciertas páginas de Internet cuyo contenido no quiero explicitar y un largo etcétera. Algo idóneo si lo que pretendemos es impedir que la cabeza de estos niños se amueble correctamente o simplemente robarles la inocencia propia de la infancia. Aun suponiendo que muchas de estas opciones puedan de alguna manera ser anuladas, ya solo el tiempo que le roban a los niños, relegando otras actividades como simplemente jugar y el altísimo riesgo de adicción que conllevan, son motivos más que sobrados para que cualquier padre responsable reflexione. Responsabilidad y reflexión, quizá sea demasiado pedir.Sebastián Fernández Izquierdo.

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SEBASTIÁN FERNÁNDEZ IZQUIERDO Alicante 17 SEP 2014 - 00:00 CEST

Ya no sorprende ver a los niños, en cualquier momento y lugar, con o sin sus padres, absortos con sus dispositivos móviles, algo que hasta hace poco solo se veía a partir de la adolescencia. Hablo de niños, de seres humanos cuya edad se escribe con una sola cifra. No sería de extrañar que a la hora de ir al cole metan en la mochila el móvil antes que el bocadillo o la libreta. Uno da por hecho que los padres de esos niños conocen las posibilidades y, por tanto, los peligros que encierran esos artilugios y que, por tanto, asumen la responsabilidad por anticipado de todo lo que su uso conlleva. Acoso, amenazas, insultos, chantaje, mensajes indeseados, de gente indeseable, con contenidos indeseables. Vídeos con contenido violento o pornográfico, trasiego de fotos íntimas consentidas o robadas, de cotilleos fundados o infundados, acceso a ciertas páginas de Internet cuyo contenido no quiero explicitar y un largo etcétera. Algo idóneo si lo que pretendemos es impedir que la cabeza de estos niños se amueble correctamente o simplemente robarles la inocencia propia de la infancia. Aun suponiendo que muchas de estas opciones puedan de alguna manera ser anuladas, ya solo el tiempo que le roban a los niños, relegando otras actividades como simplemente jugar y el altísimo riesgo de adicción que conllevan, son motivos más que sobrados para que cualquier padre responsable reflexione. Responsabilidad y reflexión, quizá sea demasiado pedir.—Sebastián Fernández Izquierdo.