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el congre-so prim€io en tono de espóranza y luego de re- convención por.lo que conside¡abá esterilidad de sus la- bores. Esta última persona dijo al principio, al saludar a los congresistas _ -siento no recordar teitualmente sus pala- bras, pero el sentido era el que sigue-, que México eitaba de enhorabuena, porqus giacias- a los'trabaios que en Morelia iban a desarrollarsé, podría cl país tenór un cono- cimiento exacto de cr'áles habían sid-o las leves de su evolución en el pasado y que, ajustándose a elÍas, podría conocer t:uál debía ser su conducta en el porvenir. -Natu- ralmente, esta persona quedó decepcionadá porque no vio que los trabajos de los congresistal la iluminarair suficien- temente sobre- las leyes del pasado de su pueblo ¡ por lo tanto, no pudo sacar ninguna conclusión- para ei futuro. Entre estos dos polos. el de quien pieñsa que no se puede escribir todavía la histo¡ia áe un país porque no se conocen hechos suficientes para ello, y -el quien cree la historia puede establecer leles que permitan co-nocer que Ia nlstona puedt establecer leyes que permi el porvenir, de Ia misma manera qui pueden los eclipses de sol, se encuentran todas ias teo el porvenir, de la misma ma¡¡er¿t que pueden predecirse los eclipses de sol, se encuentran todas ias teorlas que se 95

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el congre-so prim€io en tono de espóranza y luego de re-convención por.lo que conside¡abá esterilidad de sus la-bores.

Esta última persona dijo al principio, al saludar a loscongresistas

_ -siento no recordar teitualmente sus pala-bras, pero el sentido era el que sigue-, que México eitabade enhorabuena, porqus giacias- a los'trabaios que enMorelia iban a desarrollarsé, podría cl país tenór un cono-cimiento exacto de cr'áles habían sid-o las leves de suevolución en el pasado y que, ajustándose a elÍas, podríaconocer t:uál debía ser su conducta en el porvenir.

-Natu-

ralmente, esta persona quedó decepcionadá porque no vioque los trabajos de los congresistal la iluminarair suficien-temente sobre- las leyes del pasado de su pueblo ¡ por lotanto, no pudo sacar ninguna conclusión- para ei futuro.

Entre estos dos polos. el de quien pieñsa que no sepuede escribir todavía la histo¡ia áe un país porque no seconocen hechos suficientes para ello, y

-el dé quien cree

la historia puede establecer leles que permitan co-nocerque Ia nlstona puedt establecer leyes que permiel porvenir, de Ia misma manera qui puedenlos eclipses de sol, se encuentran todas ias teoel porvenir, de la misma ma¡¡er¿t que pueden predecirselos eclipses de sol, se encuentran todas ias teorlas que se

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Ya al hablar de las distintas opiniones manifestadas en

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no se planteó con rigor hasta el siglo pasado, éPoca enque loi estudios historicos adquirieron gran desarrollo,especialmente en Alemania. país que dio las normas paraesü clase de investiqaciones. E hizo correr rar¡dales de

' tinta porque para decidir si Ia. historia era ciencia o no' . i. se paitla del 'concepto de ciencia mejor elaborado y más,' segü{o entonces, el-de ciencia Iísico-matemática y ciencia. iatuial.

No vamos aquí a hacer ahora un análisis de conjunto', de lo que son li ciencia y el conocimiento científico. Todos' rrás o-menos reco¡damos por nuelt¡os estudios

-muchosde ustedes mejor que yo, puesto que los tienen más re-cientes- que se nos ha dicho que no hay más cienciaque la de lo general, lo mensurable, lo expe¡imenta-b1e, que lo característico del conocimiento científico es quellegué a establecer leyes. es decir. verdades universalmenteválidas, que determinan de antemano. y.iempre. lo queha de suóede¡ dado un dele¡minado conjunto de circuns-

i tancias.Como se ha dicho muy bien es el filósofó francés

Bergson quien lo ha dicho-, la ciencia, en este sentidogenéralizador, confecciona trajes hechos. que sientan biená todas las realidades posibl's En el siglo pasado todos

' los conocimientos acudieron a esta gran tienda de ropashechas de la ciencia, p¡ocurando estableccr sus leyes in-rirutables y etemamente valederas, hacer sus medidas y sus

experimentos. Como sabéis, se estableció una gradación enlas ciencias, hubo que hacer cola, como ocurre siempreque hay demasiada demanda de un artículo, y resultó quelás primeras favort'cidas ftteron las ciencias malemáticasp,,rás; pasaron luego las ciencias físicas l quimicas. luegoias biológicas, y. por último, aunque (on más dificultad, laspsicológicas.' Cuando la pobrecita historia se acercó temblorosa almost¡ador de este gran almacén de trajes hechos que era

' la ciencia del siglo pasado, le dijeron muy despectivamen-

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i'"" fi ,L,iino habia lleeado al grado de pr.rfección de los orros cono-cimientos científicos cs pnrr¡¡f cl objeto de su estudio erael más com¡1l1jo de rodos:. pero q,,e. con un. poco de pa-ciencia. también la lrisroriá loeráría el an.iádo.isor. vpodría e"rablecer sus lerr.s. y podría ponerse el traii nue'-vecito de Ia ciencia, que tan despia¿adamente le hablan¡ehusado.

Y los historiado¡es se lanzaron al vlno empeño de oue-rer Jograr qtre sus conocimientos se organizaian siguiendoel sistcma dc las cicncias naturales. y ápela¡on a ódo sé-nero de expedientes. Seguro que si'reunimos datos süfi-cientes. se dccían unos. podremos llegar. mediante sur^omparación. a eslahlecer ieres. Para cónoce¡ los hechos..n gran es.ala. lo rnejor cs que estr¡diemos las estadísticas:pero ¡qrré contraricmpo! La estadística es una ciencia dénuestra ópoca y no encontramos cn ella datos suficientespara otras- {poca" del pa"ado. ..Cómo podríamos hacer?La humanidad ha tenido siemprq corno problema básico elde su subsistencia. Seguramenie Ios fnnómenos económicosnos darán la clave de la explicación de la historia, péronos encontramos, también aquí, con que lo fácil de explicar

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i;ii:ii ':,r.:r."i.::t lrI¡ili t! lrr,,l; i'r .lrlt.n ; l.;lijfi.iti f: i,i l.'lr;it .,..¡¡i,liilii¡i;il,i !

.l paia el;,presüte, resulta complicadlsimo para el pa¡ado, ''¡ A ver, a ver! Buscando aquellas manifestaiiones de la vidahumana que son más constantes, más etemas, por decirloagl¡ el lenguaje, el arte, el derecho ¿no podremos encon-trar elementos más solidos que nos permitan descubrir. leyes? Parece que, sobre todo,'el lenguáje se presta a esto.. ¡eyeg? Parcce que, sobre todo, el lenguaje se presta a esto.Pues hagamos filología, estudiemos la evolüción de los. idiomas, Y si a la historia lo que le interesa es el pasadohumano ¿por qué no remontarioi a los orígenes y uá"

"rál'es ,el tipo de vida de las sociedades más primiiivas, másrudimentarias? Hagamos antropología, a vei lo que resulta.

En este deseo de ponerse a tono con las ciencias res-petables, bien establecidas, a la historia le nacieron unaserie de hermanitas orgullesas. que pretendieron suplan-tarla. Yo soy Ia historia, decía la economíai yo sóy lahistoria, decía la filología; espera un poco, y'ya veráscómo yo también sov la histolia. decíí la antropoloeía:todo ei cuestión de que acabe de estudiar la orgahizac"iónde las sociedades primitivas y que aplique los resultadosde mi estudio a las más complejás y iivilizadas. E inclusole salió a la historia rrna hermanastra, la sociología, quecon airs impertinente le ordenaba que buscara lós daiospa_ra,que ella los clasificara y estableciera sus grandes leyesdel devenir humano.

La pobre historia. como la Cenicienta del cuento, seguíatrabajando, aguantando las impertinencias de unas y deotras, y precisamente en esle siglo xlx que tanto la de-nigraba y que no le reconocía el caráctér de ciencia, escuando produjo algunos de sus resultados más valiosos.Fueron los mismos alemanes quienes en la segunda mitaddel siglo pasado y los comienzos de éste se plantearon lacuestión: pero, si la historia trabaja tanto y tan bien, ysi los resultados de ese trabajo no ie pur"c"á a los de iaiciencias naturales ¿no será que la hiitoria es rrn tipo deconocimiento distinto y que habrá que investigar cuál seaeste conocimiento?

A esta conclusión, en apariencia tan sencilla, lleqó conespecial rigor un profesor de la trnive¡sidad de Heidilberg,

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' r:r;'.:i jr:lf -i':rf i::,:f f ,"i 1j':, 1'''',, l li, ij:l :;' ;¡,ri. i.l,tl.lr r. .r ".':: : : , I ir:, "! f... t.li',,. , ...r .l r., . I t,' l.: ,',, :l.t: t.:t, :, :!,'::,t'.),,)

cosa de los filósofos, por los que sienten un soberano der-precio, como si se tratara de espec-uladores abstractos, queviven perdidos en las nubes. Támbién hemos de ver-que.sin la ayuda de la filosofía, la historia cae en los peóresextmvíos- El_ historiador apelará seguramente al sintido .

común si se le pregunta por qué estudia determinados te-mas, consideraindolos esenciales. y da de lado a otros^ di-ciendo que están Ialtos de inieiés. Y, sin embarqo, esteesrno de los problemas fundarnentales de su trabaijo.

Rickert pretinde resolve¡lo con ayuda de la teoúi'áe losvalores, una de las más fecundas de la filosofía actual. Va-lores son ciertas entidades que el ser humano considera I :,como bienes de cultura, por'ejemplo, la naci"ttatiaaá, il ,,:t

ciencia, la justicia. La histo¡ia -v eito es muv imoo¡taná-no estableie valores, no hace juicios de ,raior;'pero sí seno_. establece valores, no hace juicios de valor; pero sí serefiere a valores. El histo¡iador parte siempre de la creen-cia, consciente o no. en determinados valores, y escribe suhistoria en función de esta creencia. Por eiemplo ;ouiénpuede dudar quc las historias de la Américá hispania'hanvenido esc¡ibiéndose hasta ahora en función de dos ideasdirectrices opuestas, la de que la conquista fue beneficiosao la de que fue perjudicial para Iós indígenas, inclusoc'rando los historiadores los ocuitan o desfiguian .nas o m"-nos(.uidado(amente?

Una de las ideas que hay que desechar como más pertur-badoras para el esrudio de lá historia es Ia de que ésta seescribe sin pre-juicios. La palabra prejuicio ha

^ adquirido

un. sentido peyo¡ativo, el de una idea preconcebidi quevicia y deforma todas nuestras ap¡eciaciones. uero.

"r, "i"-lidad. no es sino el juicio previo,-el punto de vista con ouenos acercamo-s a todos los problemas de conocimiento, y'deól nunca podremos prescindir. porq(re en tal caso nó ten-dríamos posibilidad de seleccionár lós hechos y rodos seríanpara nosotros iqualmente jmporlantes.

. Son cosas éstas ba\tante complicadas, que yo quiero sim-plemente suqerlr a ustedes para ponerles en guardia con-tra ideas muy en boga. plenamenie falsas. Noiace muchotuve necesidad de leer rrn libro dedicado al estudio del

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€squemas.Estos libros exigen de srrs autores calidades realmente

excepcionales. No se los debe mirar con sistemálica pre-vención,, ni. descartarlos: pero tampoco se á;b;-;;pi;;,d€masiado de ellos, ni creer que son necesanamente suDe_nores. a los que se ocupan de temas más reducidos. En lostrabaJos hrstóricos la excetencia no está en la amplitud deltema

^tratado. sino en la manera dc tratar un i"-u. iuhrstona de terminada cirrdad, de dete¡minado personaje ode determinado aspecto de la vida de u., pe.so'rr. ¡. .,riJd.ser más valiosa que muchas síntesis de histo¡ia inivenalramplonas y mal logradas.

- Que Rickert no tebe de andar muy descaminado nosIo prueba el,hecho de qrre las ciencias'qr.

"r;";;;;;";;las ideas universalistas del siglo pasado, por ejemplo, laeconomla y- la sociología. que. como decía antes. óomen_zaron muancto despectivamente a Ia historia v oueriendopartir en su estudio de grandes síntesis v de lávÁ univer_salmente válidas, han tenido que dar márcha át.á.. u.u,estuctos-son hoy mucho más de detalle que en un Drin¿iDio.y.los enlocan históricamente. Confirma io que dicó un ór.-cioso trabajo del Prof. postan, cated rático 'Je ñt';;; i;;_

Hemos hablado de lo que algunos han querido que lahistoria sea y que la historia no puede ser, esto es, una cien-cia generalizadora, descubridora de leyes váüdas para elmayor número posible de fenómenos. Hemos dicho que las

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lo ¡obrp. el.peligrci que'l^-- :-i-^:!:-,¡i-*1" : ;

ráibaros que de nada se enteran fuera de lo ieÍe¡enteespecialidad. Y en historia la especializaciórr ha.adqui-

rido caracteres más graves, porque no sólo se ha fijado laatenció¡ en hechos de importancia mínima, sino que, paraevilar los cambios que sufren con el transcurso ddl tieinpo

. toda afirmación, toda hipótesis más o menos atrevida, iostoda alirmación, toda hipótesis más o menos atreüda, loshistoriadores han hecho gala de no opinar en absoluto,de no meditar sobre los hechos, de que su misión consisteen reunir la mayor cantidad posiblc de datos sin estable-cer selección alguna entrq ellos, para no comprometersecer selección alguna entrq ellos, para no comprometersey ser tachados de parcialidad. de personalismo.

El resultado es que la historia se ha quedado exclusiva-mente reducida a su fase previa dc acumulación de ma-

invesügación exhaustiva sobre algún tema mencreer que ésa es la única labor histórica e-s tomarpor lai hoias. La labor propiamente dicha del hino co-i"nia hasta que, in presencia de un ciertode materiales, de documentós del pasado, por fuentados e incompletos siempre, no emprende su laborboración v de síntesis.

Así, puás, no está en lo cierto quien dice que noescribii la historia de México porque todavla no tnidos mate¡iales suficientes para ello. Lo que tiene elriador de hoy es miedo a comprometerse, y ese ricompromiso es el que hay que arrostrar. Curiosaésta de quienes estudian los hechos humanos, que son e

cialmenti compromiso, decisión, toma de partido, yno quieren opinar sobre ellos.

Como resultado de esta actitud nos encontmmos q(

excesrva; . qu€ col

.: teri¿les, y que los historiadores han hecho de su profesióuun coto cerrador en el que se lanzan desesperadaménte a la

... caza de datos nuevos, a la br¡sca de documentos inéditossobre ternas insignificantes, cuyo hallazgo interesal en el. mejor- de los _casos, a media docena de penorÍas que estánatacadas de la misma chifladura.

El terror a la slntesis aventurada v de base deficienteha hecho caer a los historiadores en'el extremo opuesto,- convirtiéndolos en coleccionistas de datos perfectámentéinírtiles. Se les podría recorda¡ a estos tales lá anécdota deDarwin, qu,ien contestando a alguien que le reprochabael empleo de hipótesis en sus tabajos, 1e dijo que el nohacerlo valdrí¿ tanto como llegarse a un montón de pie-dras y analizarlas minuciosam¿nter consignando su piso,color, etc., sin pÉocuparse de más.

Frcnte a esta actitud es prcciso insistir. una y mil veces,en _que, sin r¡n criterio previo de selecr"ión, no hay trabajohistórico posible digno de ese nombre. De no tenerlo nósencontramos con lo que ocurre hoy, con que la mayoríade los historiadores pretenden volcai en sus publicacioíes elcontenido integro de los archivos, sin da¡se cL¡enta de queen los archivos sólo tiene cabida una parte mínima de- la. ¡ealidad de los hechos del pasado.

indigesta prodrrcción histórica de nuestros días, en qrha llegadó, en la mayoria de los casos. a la pura y slpublicáción de documentos, sin el menor esfue¡zointerpretarlos ni sacar nada de ellos. En verdad -que ttra época está p¡esenciando cosas estupendas, hechas,no, ái."n, en no¡nbre del progreso científico y del ec¡ítico.

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de datos v la crítica de fuentes.*ifil] Id;;;: ;ñ''uili'6i"g", todos ros historia

desde que existe la hístoria en el "mundo, han rcunido

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112Parecen No se escapará a la atención de ustedes la importaacia ., .

pero que :go¡o.'fecl€Rt€nente! Ra 'I precisión : , mg , 1eflero 4 la ñóc

óste p,-to vale también la pena consultai dque ha expuesto con gian precisión sus pcon referencia al problema de.la -fjlosofía,

conceptos plenamente válidos para la historiar.lío El tema de nuestro ticmPo,

sabemos -nos dice* lo que se entiende por

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aspectos de desarrollo más lento y seguido de la hun:dad, es donde los estudios históricos se han apuntadoéxitos en los últimos años. Si se compáran los resul!obtenidos por la historia de las lenguas, las artes, lastuciones jurídicas o económicas, con los de la historia

quiere hacerlo, los problemas esenciales para la vida mde su época, aquellos que la gente interesada quisiera

En el terreno de la histo¡ia de las

ya que no resueltos, por lo menos planteados.

piamente dicha, se verá que son muy superiores losros. Y es que en esos terrenos el historiador encuentrafacilidades para no comprometerse. Le encanta

para obtener la ansiadano, ya es ot¡a cosa. Pero lo cierto es que no afronta,

un papel decisivo en Ia vida de su país: pero sí un papel l.]rnáj import4nte que el que ha venido desempeñando desde . .'¡qrre la hi.toria se ha deshumanizado. Tengo bien presente '

"l "j"-plo dc lo ocu¡rido en España, dond-e en los'últimos ..1'cl ejemplo dc lo ocu¡rido en España, dondJe en los'últimos ..'1'años se habían producido obras sumamente valiosas sobrc . jciertas instituciones medievales, o sobre el lenguaje de . l.determinado poeta lírico o sobre las tablas de cualquier ''.pintor catalán del siglo xvl donde no se habia publicado, . .,.en cambio, ni una sola obra seria sobre problemas hfutó- ,"ricos esenciales para la vida del país. que fuera fruto de . ,

Ia actividad de un historiador profesional. Los españolet .

clesconociamos y despreciábamos la historia posterior a l¿ ;rinración francesa 1 el resr-rltado de ese desconocimiento '

Io esramos sufripndo hov. Nuestras grandes figuras en elcampo de los estudios históricos no habían querido com. .

prometerse, no habían querido opinar, la guerra Ias cogió 'po¡ sorpresa.,. y ¡para qué seguir!' Este'es ""o ¿é lb! resultados-más graves de la deshuma-nización de la historia: que el profesional de su estudio

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crrea que nada tiene qu€ ver con los problernas vivos desu oaíi o de su época. v que sólo desentendiéndose de ellos

ooÉd"'logt"t trtt'-.joi ionocimiento del pasado. Así se

il"g., t"gi,tt nos dice Nietzsche en su maravilloso ensayo

Di to uñt;dod y Ia desuentaja dc Ia histoia paru la ttida' aque solamente se ocupan de la historia los que son inca-paces de hacerla.' Yo diso con toda sinceridad que me han enseñado mu-cha más"historia los tres años qúe he pasado combatiendoen Dspaña que todo lo que había leído en los lib¡os.

. De'aquí lue sea tan valiosa la aportación a la- historiade quienes Éan participado activamente en la vida de supu"Élo. Mé*i.o iiene ia ventaja de conta¡ con una serie

de historiadores de primera fila, que no sólo escribieron,sino que hicieron hisioria: Lucas Alamán, José Luis Mora,lusto Sierra, por citar sólo los más importantes." Lus ob.as'd" estos escritores abundan-en lo que les faltaa los profesionistas deshumanizados: vida, pasión. Hay unadeterminada preferencia por los temas, y üene que existirun calor, una simpatía al tratarlos. El historiado¡ no debe

Densar que escribc para media docena de colegas. sinopara un'público mái amplio, al que debe orientár. Anti-guamente, en esa fase precientífica de Ia historia, hoy tanáespreciada, el historiádor sabía muy bien que escribíapa¡á un público amplio al que había que interesar. Deleitarrl lector'"s f¡ase q.¡e dc cóntinuo surge en las páqinas denuestro cronista, A ninquno de ellos- se le hubiára ocu-rrido dedicarse a la historia si no se sintiera capaz de llevaral papel su visión de los hechos. para hacerla -compartira lbs lectores; pero, claro, esto ocurría en los tiempos enque la historia adoptaba su forma más primitiva, según

los cientificos de hov. la narrativa.Hubo, evidentembnte, épocas en las que una excesiva

preocupación por la forma hizo daño a la producción his'ió¡ica. Hoy, en cambio, hemos caído en el extremo opues-to. Son muchos Ios historiado¡es para quienes es pecado elescribir medianamente, que consideran sus obras tanto más

serias y científicas cuantos menos lectores tienen y que se

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Muse. El ensayo en cuestión fue publicado por prim;ravez en 1913 y reeditado en 1930. Aunque el propio autorparece estar en la actualidad un poco asustado de su audarcia, yo creo que puede suscribírsela íntegramente.

Comienza Trevelvan analizando los eitragoq nirmienza Trevelyan analizando los eitragos producidosla proyección de las ciencias físico-matémdticas sobrePor ra proyecc¡on de las ctenclas lisrco-matemáticas sobre

los estudios históricos. No es el suyo un análisis de tipo

qn-sayo j9 George Macaulay Trevelyan, titulado Clio, a ,

filosófico, como el de Rickert, sino iimple expresión de üsano sentido común. ¿Cuáles son las léyes que la historiacientífica ha descubierto?, se pregunta Trevélyan. ¿ Quálesson los procesos de causa y efecto? Y arremete coni¡a esoshistoriadores científicos que tienen un enoÍne conocimien-to de hechos menudos. pero un conocimiento escaso onulo de lo que es el hombre. Esa sequedad e indiferenciaque se postulan para su trabajo hacén que les falte todasimpatía humana, y sin simpatía humana la histo¡ia nopr¡ede existir. se convierte en arqueología.

. - Para Trevelyan, que es él mismó un gian escritor, la obrahistórica es esencialmente ob¡a artísticá, Su calidad funda-mental está en el relato, en la capacidad que tensa el his-toriador para hacer vivir sus peÁonajes J sus sii'uaciones,¡rara comunicar al lector sus sentimientos. A los relatos delos historiadores actuales -dice T¡evelyan- les falta flui-dez. no se mueven como corrientes, sino que están parados,como el agrra en los charcos. El relato debe recordamoique el pasado fue_ una vez tan real como el presehte y tanincie¡to como el futuro.

Nada tan dive¡tido como la actitud de esos historiado-res que adoptan un gesto displicente ante grandes perso-najes o grandes momentos de Ia historia porque pueden

tt7

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ver -ahora- cuáles ¡uefon sus ¿lcclones o qenv-4crqlrE¡

desfavorables o funestas Y estos mismos historiadores que' h"bL.;;tiado la .,rina del Imperio rdmano.o l¿ del

español, ponqamos por caso, son Plenamente incapacesde toma¡-la deiisión más sencilla en los a¡untos de su Pro-oia vida.' Trevelvan se da perfecta cueptar como nos la damos

todos quíenes nos dÉdicamos a estos estudios, de lo difíciloue es la labor dr:l historiador. Tiene que poseer una serre

die conocimientos complicados para reunir y deBurar sus

materiales. más una h;bilidad exquisita para Presentarlosy hacerloi llegar al lector en forma que actúen. sobre

. él'

sin que pueda para ello apelar a los recursos de ¡nvenclonde lós autores de historia novelada.

C,lando s. piensa en las dificul¡ades que presenta latarea del histor'iador. se explica uno plenamente que abun-den tan poco los historiadores dignós de ser leídos Pero

ese reconbcimiento de la dificultad de la labor hace que

resulte más mezquina la actitud de quienes, sin ser ellos

mismos capaces de escribi¡ historia, se creen superrores a

los erandei maestros si logran descubrir en sus obras algu-,ro.""r-.". de detalle. Iriala actitud ésta de desdeñar looue uno no seria capaz de hace¡. Hoy se ve ya claro que

lás Erandes maestroi de la historia no se "superan" fácil-*"rii. oorq,l" se les rectifiquen o aqrcquen detalles

El esiudio de Trevelvan ioncluye con un resumen de lahistorioerafía inelesa. señalando con cuidado los defectos

v virtudes de su-s grandes fiquras, para llamar sobre ellas

ía atención de alumnos y lectóres. Este es el buen camino, elírnico oosible. si queremos sacar a la historia de su maras-

.r,o. H'ac"" q,,e lds grandes historiadores del pasado dejenel humilde lugar qué ocupaban en las notas de pie de-pá-ninu r ," con"rriertan e.t ábjeto principal de estudio Sólo

iombínando el estudio de la historioerafía con el de los

procedimientos de investigación podrá salir la historia del

rl -';1..i t., r.,- : "1. , _::r:rr 1'::il::: ::.-r l ilr"i ,,{l¡ii.,trtl:: i'. iil 'r :r' . :,i:l

campos literari<h o artísticos porque les descorazona la gra-vedad, Ia aridqz con que se presehtan las fases iniciales deh invástigación. Y hay que óonseg..,ir que los historiadoresno se sientan tan orguliosos de ier ióaccesibles. El librohistórico no es una especulación de alta matemática, coto 'cerrado para las personas no iniciadas. Su misión ha de serllegar af mayor número.posible de lectores. Ya pasó la :'

época de las actividades "puras", en que los poetas escri-bían para los poetas y los pintores pintaban para los pinto- . .

res. La historia debe aspirar a ocupar un puesto decorosoen el horizonte cultural del hombre de hoy, y, si renunciaa hacerlo, los resultados serán fatales, Sólo un reconoci- ' t,

rnienlo previo de sus limitaciones y el esfuerzo por supe-rarlas, podrá impedir que caiga en los excesos de la historianovelada o en los países totalitarios, donde es un armá más ,

al servicio de la piopaganda.Piensen los historiadores cientificos que en la época de

crisis que vivimos no van a ser ellos la única exiepción.Que su producción se está ya contemplando con perspectiva¡elativista. Y que quizá no salga de este examen tan favo-recida como ellos creen. Buena prueba de ello es lo quenos dice el histo¡iador inglés Toynbee, quien inicia su mo-numental producción A Study ol History an un capltulotitulado precisamente "La relatividad del pensamiento his-tórico". Toynbee no ve en toda la ingente labor de loshistoriadores actuales más que un reflejo del sistema indus-1rial, en sus aspectos de división del trabajo y producciónmanufacturada en gran escala de las materias primas. Paraél los grandes historiadores de la época actual, cuando seles estudie desde el futuro, encontrarán situados sus librosal lado de las grandes contrucciones de nuestra ingeniería;pero ése no es un elogio excesivo cuando se trata de obrashistó¡icas.

Como conclusión de esta p¡ecipitada y désmañada expo-sición del estado actual de los conocimientos históricosdebemos, pues, afirmar, que tampoco tenla razón quienen Morelia afirmaba que no es posible aún esc¡ibir la his-toria de México porque para ello se desconocen muchos

atolladero en que se encuentra.Ffav oue loerar atraer hacia la historia el interés de

jóvenés Jxcelen"tes que hoy enfocan su vocación hacia otros

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,m pórt" .í.niífi.o mucho más auténtito y subsque cuanto, en efecto. nos p¡esentan los übros de

, dice Ortega y Gasset en el estudio antes men- 4. EDMUNDO O'GOHISTORIA Y VIDA (1956) *

T,A VIDA COMO HISTOHA **

l. EL problema; unidad y pluralídad de la hí'toria .

.1. El escollo fund4¡gn¡al dees la

'dificgliad de -.c,p.rl9e¡1-Ll?l

déntro de una unidad significativai-aprehéndér Ipliciiiad como un toáo: ! la aspiración. final del,

ionsiste en iluminar la estructurá real del devenir

** Estas reflexiones quieren r€¡ un mero bosquejo de lar-

.". -;- i;" iucerido lj experiencia en el cultivo de Ia¡ disrias históricas ila meditación sobrc eJ^Düqblern4-g¡Pital-d+

, 120 r21