Historia y Definiciones Ética y Moral

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Historia y Definiciones Ética y Moral Para una definición adecuada de la moral hay que tener presente los objetos constitutivos de la moral. Ellos son: su carácter psicológico y su carácter práctico. Tomando en cuenta ambos elementos podemos definir la Moral como la "Ciencia de las leyes ideales y de la actividad libre del hombre"(Jolivet). Paul Faulquié define la Moral: "...es la teoría razonada del bien y del mal". Detengámonos sobre ésta definición. La Moral es normativa, porque establece las normas que determinan lo que es el bien y lo que es el mal. En otras palabras, la Moral establece lo que se debe y lo que no sedebe hacer. Lo que se permite y lo que se prohíbe. La Moral formula principios generales. Según estos principios clasifica y juzga todos los hechos particulares que son propios de su campo. El fundamento de la Moral es la razón. Indudablemente, los diferentes sistemas morales podrán establecer distintos principios, como su fundamento. Pero, en el fondo de todos ellos se encuentra la razón que busca configurar y legitimar el respectivo sistema. Designamos con la palabra “ética” el comportamiento, la conducta y el actuar de hombre en cuanto hombre. La ética es, pues, aquella instancia desde la cual juzgamos y valoramos la forma como se comporta el hombre y al mismo tiempo, la instancia desde la cual formulamos principios y criterios acerca de cómo debemos comportarnos y hacia dónde debemos dirigir nuestra acción. La ética es la ciencia del comportamiento moral. En el siglo VI a.C. el filósofo heleno Pitágoras desarrolló una de las primeras reflexiones morales a partir de la misteriosa religión griega del orfismo. En la creencia de que

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Historia y Definiciones Ética y Moral

Para una definición adecuada de la moral hay que tener presente los objetos constitutivos de la moral. Ellos son: su carácter psicológico y su carácter práctico. Tomando en cuenta ambos elementos podemos definir la Moral como la "Ciencia de las leyes ideales y de la actividad libre del hombre"(Jolivet).

Paul Faulquié define la Moral: "...es la teoría razonada del bien y del mal". Detengámonos sobre ésta definición.

La Moral es normativa, porque establece las normas que determinan lo que es el bien y lo que es el mal. En otras palabras, la Moral establece lo que se debe y lo que no sedebe hacer. Lo que se permite y lo que se prohíbe.

La Moral formula principios generales. Según estos principios clasifica y juzga todos los hechos particulares que son propios de su campo.

El fundamento de la Moral es la razón. Indudablemente, los diferentes sistemas morales podrán establecer distintos principios, como su fundamento. Pero, en el fondo de todos ellos se encuentra la razón que busca configurar y legitimar el respectivo sistema.

Designamos con la palabra “ética” el comportamiento, la conducta y el actuar de hombre en cuanto hombre. La ética es, pues, aquella instancia desde la cual juzgamos y valoramos la forma como se comporta el hombre y al mismo tiempo, la instancia desde la cual formulamos principios y criterios acerca de cómo debemos comportarnos y hacia dónde debemos dirigir nuestra acción. La ética es la ciencia del comportamiento moral.

En el siglo VI a.C. el filósofo heleno Pitágoras desarrolló una de las primeras reflexiones morales a partir de la misteriosa religión griega del orfismo. En la creencia de que la naturaleza intelectual es superior a la naturaleza sensual y que la mejor vida es la que está dedicada a la disciplina mental, fundó una orden semireligiosa con leyes que hacían hincapié en la sencillez.

En el siglo V a.C. los filósofos griegos conocidos como sofistas, que enseñaron retórica, lógica y gestión de los asuntos públicos, se mostraron escépticos en lo relativo a sistemas morales absolutos. El sofista Protágoras enseñó que el juicio humano es subjetivo y que la percepción de cada uno sólo es válida para uno mismo. Gorgias llegó incluso al extremo de afirmar que nada existe, pues si algo existiera los seres humanos no podrían conocerlo; y que si llegaban a conocerlo no podrían comunicar ese conocimiento.

Otros sofistas, como Trasímaco, creían que la fuerza hace el derecho. Sócrates se opuso a los sofistas. Su posición filosófica, representada en los diálogos de su

discípulo Platón, puede resumirse de la siguiente manera: la virtud es conocimiento; la gente será virtuosa si sabe lo que es la virtud, y el vicio, o el mal, es fruto de la ignorancia. Así, según Sócrates, la educación como aquello que constituye la virtud puede conseguir que la gente sea y actúe conforme a la moral.

La mayoría de las escuelas de filosofía moral griegas posteriores surgieron de las enseñanzas de Sócrates. Cuatro de estas escuelas fueron creadas por sus discípulos inmediatos: los cínicos, los cirenaicos, los megáricos y los platónicos.

Los cínicos afirmaban que la esencia de la virtud, el bien único, es el autocontrol, y que esto se puede inculcar. Los cínicos despreciaban el placer, que consideraban el mal si era aceptado como una guía de conducta. Juzgaban todo orgullo como un vicio, incluyendo el orgullo en la apariencia, o limpieza.

Los cirenaicos eran hedonistas y creían que el placer era el bien mayor, que ningún tipo de placer es superior a otro y, por ello, que sólo es mensurable en grado y duración.

Los megáricos, propusieron que aunque el bien puede ser llamado sabiduría, Dios o razón, es ‘uno’ y que el Bien es el secreto final del Universo que sólo puede ser revelado mediante el estudio lógico.

Según Platón, el bien es un elemento esencial de la realidad. El mal no existe en sí mismo, sino como reflejo imperfecto de lo real, que es el bien. En sus Diálogos mantiene que la virtud humana descansa en la aptitud de una persona para llevar a cabo su propia función en el mundo.

El alma humana está compuesta por tres elementos —el intelecto, la voluntad y la emoción— cada uno de los cuales posee una virtud específica en la persona buena y juega un papel específico. La virtud del intelecto es la sabiduría, o el conocimiento de los fines de la vida; la de la voluntad es el valor, la capacidad de actuar, y la de las emociones es la templanza, o el autocontrol.

Estoicismo

La filosofía del estoicismo se desarrolló en torno al 300 a.C. durante los periodos helenístico y romano. En Grecia los principales filósofos estoicos fueron Zenón de Citio, Cleantes y Crisipo de Soles. En Roma el estoicismo resultó ser la más popular de las filosofías griegas y Cicerón fue, entre los romanos ilustres, uno de los que cayó bajo su influencia. Sus principales representantes durante el periodo romano fueron el filósofo griego Epicteto y el emperador y pensador romano Marco Aurelio. Según los estoicos, la naturaleza es ordenada y racional, y sólo puede ser buena una vida llevada en armonía con la naturaleza. Los filósofos estoicos, sin embargo, también se mostraban de acuerdo en que como la vida está influenciada por circunstancias materiales el individuo tendría que intentar ser

todo lo independiente posible de tales condicionamientos. La práctica de algunas virtudes cardinales, como la prudencia, el valor, la templanza y la justicia, permite alcanzar la independencia conforme el espíritu del lema de los estoicos, "Aguanta y renunciaDe ahí, que la palabra estoico haya llegado a significar fortaleza frente a la dificultad. ".

Epicureísmo

En los siglos IV y III a.C., el filósofo griego Epicuro desarrolló un sistema de pensamiento, más tarde llamado epicureísmo, que identificaba la bondad más elevada con el placer, sobre todo el placer intelectual y, al igual que el estoicismo, abogó por una vida moderada, incluso ascética, dedicada a la contemplación. El principal exponente romano del epicureísmo fue el poeta y filósofo Lucrecio, cuyo poema De rerum natura (De la naturaleza de las cosas), escrito hacia la mitad del siglo I a.C., combinaba algunas ideas derivadas de las doctrinas cosmológicas del filósofo griego Demócrito con otras derivadas de la ética de Epicuro. Los epicúreos buscaban alcanzar el placer manteniendo un estado de serenidad, es decir, eliminando todas las preocupaciones de carácter emocional. Consideraban las creencias y prácticas religiosas perniciosas porque preocupaban al individuo con pensamientos perturbadores sobre la muerte y la incertidumbre de la vida después de ese tránsito. Los epicúreos mantenían también que es mejor posponer el placer inmediato con el objeto de alcanzar una satisfacción más segura y duradera en el futuro; por lo tanto, insistieron en que la vida buena lo es en cuanto se halla regulada por la autodisciplina.

Ética de Virtudes

En nuestra sociedad, de tradición occidental y cristiana, está fuertemente enraizado el modelo ético del hombre virtuoso. La máxima aspiración del hombre consiste en la felicidad, que no puede encontrarse sino en Dios, fin último de la vida humana. Y esa felicidad se alanza mediante el ejercicio de las virtudes. El origen de esta ética se encuentra en los griegos.

Los grandes clásicos de la filosofía griega, Sócrates, Platón y Aristóteles, son sus máximos representantes. Veamos cómo la presenta Aristóteles, cuyo libro Ética Nicómaco es el más importante de la antigüedad. El hombre está orientado por su naturaleza hacia la felicidad. El nombre griego de felicidad, eudaimonía, hace que este sistema ético se denomine, también, eudemonismo. La felicidad es el bien supremo y fin último del hombre. La felicidad se alcanza mediante la práctica de las virtudes que son actitudes de equilibrio en todos los ámbitos de la vida humana: justicia, fortaleza, templanza, veracidad, liberalidad, etc.

La contemplación de la verdad es el ideal superior de vida virtuosa. El bienestar de toda la sociedad es lo que debe orientar las relaciones entre sus miembros.

Ética del Superhombre

El mundo, según él, es un caos de fuerzas animadas por voluntades de poder, cuya expresión es la vida. Penetrado por estas mismas fuerzas, el hombre se debate entre dos actitudes, la lucha por el poder y la defensa de la debilidad. Estas actitudes o tendencias contrapuestas dividen a la humanidad en dos tipos de hombres: los poderosos y los débiles. Estos últimos son hombres mediocres, de rebaño. Incapaces de vivir por sí mismos, necesitan vivir en sociedad, con un orden jurídico, una religión y una moral comunes, teniendo como valores la igualdad, la humildad, la caridad, el sacrificio. Estos hombres, que conforman la inmensa mayoría de la humanidad, son despreciables, aunque resultan necesarios para cumplir muchas funciones inferiores en beneficio de los poderosos.

Los hombres poderosos, muy escasos y solitarios, constituyen una raza superior caracterizada por valores opuestos a los de la raza inferior. Para ellos no existe otra regla moral que el desarrollo de su propia personalidad en vistas al poder y la grandeza. El que realiza en su vida el ideal del hombre poderoso se convierte en un superhombre, valor y meta suprema de la humanidad. El superhombre es duro, sin sentimientos y profundamente inmoral o amoral. Hace todo lo que le sirve a sus fines, sin necesidad de justificar nada, ya que está “más allá del bien y del mal”. La moral es conveniente, más aún indispensable para todos los hombres inferiores, los esclavos: por eso se llama a la moral judeocristiana una moral de esclavos.

Ética Marxista

Como criterio último de verdad, Marx impone la praxis. La acción, la producción, el trabajo, la eficacia histórica, son los indicadores de la verdad y, consiguientemente, de la bondad moral. La alienación, de carácter inicialmente económico en el trabajo, afecta en seguida los ámbitos de la cultura, el derecho, la religión y la moral.

El hombre está moralmente alienado cuando orienta sus aspiraciones según falsos ideales creados por la clase burguesa para mantener la explotación de los trabajadores. Los ideales religiosos, en general son alienantes por cuanto predican al trabajador explotado resignación en este mundo como medio para alcanzar la felicidad eterna en la otra vida.

Frente al Estado actual e alienación social, manifiesto en el antagonismo de clases, Marx propone el ideal del hombre nuevo, el verdadero hombre libre, que será fruto de la sociedad comunista, sin clases. Para realizar esa sociedad es necesario realizar la revolución socialista.

La moral socialista es ante todo una moral revolucionaria. Sus virtudes son la lucha, la solidaridad, el sacrificio por la causa, el trabajo colectivo. Quien asume en su vida actitudes revolucionarias en favor del socialismo, obra el bien.

Ética cristiana

La ética cristiana hunde sus raíces en las antiquísimas normas morales del pueblo hebreo, sintetizadas en el Decálogo o los Diez Mandamientos.

La moral del cristianismo original se basa en la creencia de que todos los hombres somos hermanos, hijos del único y mismo Dios, a quien le debemos nuestro ser y quien nos comunica una nueva vida, su propia vida para que vivamos conforma a su espíritu y no conforma a los apetitos del instinto, propios de la humanidad. Quien obra conforma la espíritu es bueno; quien no está en pecado. Al hombre se le conoce por sus obras. El amor a los demás es el mandamiento fundamental, en el que se resumen todos los demás. Sólo quien ama a los demás, comenzando por los necesitados, demuestra ser de Dios. El modelo de vida cristiana lo encontramos en Jesús.

ANTROPOLOGIA

El ser humano no es un dato, un objeto entre otros suceptible de ser agotado en descripciones y definiciones; escapa a la inteligibilidad propia del universo de los cuerpos y sin embargo nos plantea la necesidad de un nuevo y más amplio campo de intelecciones. En esa tarea en que el hombre se articula y constituye como punto virtual donde se cruzan los hilos del universo es donde se fundamentan las raíces de la ETICA.

Nuestro punto de partida es abordar la vida humana como un initerrumpido flujo de conciencia, un constante darnos cuenta de un continuo interactuar con el mundo circundante dándole sentido. Este es, en sentido amplio, el horizonte de la experiencia, que en último análisis se define como intencionalidad empautada, motivada, interesada que da contexto y perspectiva a todo nuestro actuar. Ahora bien, ser consciente en toda su amplitud es reconocer que el hombre es pluridimensional; nuestra vida no está movida siempre por el mismo interés, las relaciones del hombre van en todas direcciones. Así conciencia es básicamente apertura, finitud, carencia, intención de plenitud, anticipación de sentido, de verdad y de valor.

CONCIENCIA

La conciencia tiene un polimorfismo diverso, como por ejemplo:

Conciencia empírica:

Al estar despiertos no podemos marginarnos del bombardeo de datos que rozan, casi al margen de nuestra intencionalidad, nuestros más primigenios puntos de enlace con el universo entero. Tenemos sentidos y no podemos eximirnos de los datos que se nos presentan precisamente porque ellos recogen información siempre, a veces sin intención. la extroversión biológica espontánea nos acerca al mundo animal pero es necesario desde aquí entender la raíz de la profunda diferencia. En el animal, la pauta biológica es autosuficiente, constituida por un sistema de instintos, de impulsos arraigados en necesidades fisiológicas y orgánicas de la especie y promueve un ajuste ecológico casi perfecto, una armonía adaptativa organismo – hábitat, que garantiza las condiciones de subsistencia: el animal nace UNO con la naturaleza. El hombre aparece en la naturaleza como un ser indefenso, por ello no le basta abrirse biológicamente, reaccionar a los estímulos o a las contingencias. Es por ello que su conciencia empírica lo lleva inmediatamente a trascenderla mediante el más paradójico de los operadores: LA PREGUNTA.

Conciencia Inteligente:

Cuando nuestra experiencia está orientada fundamentalmente a entender se plantea preguntas del tipo: ¿Qué?, ¿Por qué?, ¿Cómo?, ¿para qué?; convirtiendo así la experiencia sensible en mediación, en material para desplegar la actividad de preguntar; es importante resaltar que aquí el eje lo constituye el interrogar unido al plantear posibles correlaciones entre los datos. La pregunta misma es el nexo entre lo inmediatamente dado y lo entendido, entre el mundo recibido como bombardeo infinito y fugaz de impresiones del mundo, mediatizado a la luz de la coherencia y la unidad. En la conciencia inteligente nuestra aspiración es tener intelecciones como resultante de la tensión de investigar. Su mayor característica es la formalización de la imaginación y el freno de la sensibilidad, de la inmediatez de las necesidades, a fin de poner en juego la totalidad de las actividades selectivamente entrecruzadas al esfuerzo de hallar respuestas a las preguntas planteadas. El desarrollo de la conciencia inteligente se da a manera de espiral: cada intelección abre paso a nuevas preguntas y estas a nuevas intelecciones.

Autoconciencia racional:

El camino continuo de la intencionalidad consciente, de la auto trascendencia, que va constituyéndose en su propio operar el sentido de su ser en el mundo, no puede agotarse en la aprehensión e la inteligibilidad del cosmos, de un mundo hipotético medido por la significación y canalizado en las ciencias y el sentido

común.

No basta entender, responder a las preguntas, se hace necesario ir a la autoconciencia racional en el cual se diferencian dos momentos: El juicio y la acción.

a) EL JUICIO. Como remate del proceso cognoscitivo nos permite reconocer lo que es tal como efectivamente es; su meta es la verdad, el ser como inteligible, como unidad, como totalidad abierta y estructurada, contenido paralelo a la actividad intencional de la conciencia, capaz de aprehender las relaciones de las cosas entre sí, sus propiedades y formular juicios de hecho.

b) LA ACCIÓN. A pesar de que la inteligencia teórica opera teleológicamente movida a afirmaciones del tipo ESTO ES ASÍ, el proceso cognoscitivo en sí mismo no se sacia en lo que ya es, aunque tenga hipotéticamente el carácter de evidente. Hemos afirmado que la intencionalidad de la conciencia es el proceso en que el hombre se hace persona, mismidad autónoma, sujeto libre y responsable de una vida con sentido. El futuro no aparece al hombre sólo como horizonte de planificación, predicción y control, sino fundamentalmente como IDEAL. La Ética emerge así en el movimiento intencional de la conciencia como espacio en que se inserta la dimensión de futuro, de utopía de la existencia humana; no como lo irrealizable, sino aquello que no ha tenido lugar en la historia, lo que no significa que no pueda tener un momento.

ACTITUD

La actitud común de la gente frente a la moral es simultáneamente de aceptación y de rechazo.

Esta doble actitud revela un hecho elemental: la vida en sociedad necesita de una serie de normas que aseguren la paz y el orden entre los individuos, de forma que los intereses particulares no atenten contra los intereses comunes. Acordes con la racionalidad surgen elevados ideales de perfección, que la sociedad difunde e impone como principios de comportamiento que todos deben obedecer: respeto a la vida, a los bienes, a la fama de los demás, etc. Estos principios representan el bien moral, por cuanto miran directamente a la perfección y al bienestar social; sus contrarios constituyen el mal moral. Sin esta distinción entre el bien y el mal, la sociedad no podría subsistir. De ahí que la moralidad sea defendida por todo sistema social, como código de comportamiento aceptado y respetado por todos.

Sin embargo, y aquí viene el problema, el individuo se siente limitado en sus intereses por als normas morales. Entonces, o bien renuncia a sus intereses para observar una conducta recta, o bien adopta conductas condenadas por la moral pero que a él le satisfacen. Contra este peligro la sociedad se vale de coactores como la familia, el colegio, la sociedad, el gobierno, la religión.

De ahí que podemos concluir un cierto relativismo de los principios o normas morales definidos por una sociedad.