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    HISTORIA

    Pierre Vilar (1999): Iniciacin al vocabulario de anlisis histrico. Crtica.

    Bacerlona. Pgs.: 17-47 [1980]

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    Quizs el peligro ms grave, en la utilizacin del trminohistoria, sea el de su doble contenido: historia designaa la vez el conocimiento de una materia y la materia de esteconocimiento.

    Cuando decimos historia de Francia, la entendemoscomo el conjunto de hechos pasados referentes al grupo hu!mano organizado que lleva actualmente este nombre; perotambin entendemos por tal nuestros manuales escolares co !rrientes. Dado que el pasado es pasado, es decir, no renovable

    -por definicin, se confunde para nosotros con lo que nos hasido transmitido. El conocimiento se confunde, as, con lamateria.

    Asi, cuando algmen escribe, como en la fbula: Ld his!toria nos ensea...y se expresa como si el pasado hablarapor s mismo. De hecho, invoca una tradicin.

    Sin embargo, la historia as entendida es una construccin

    de los que la han escrito en un grado mucho mayor a aquelen que la fsica es una construccin de los fsicos, puesto quetoda afirmacin de stos puede experimentarse, mientras queen historia, en el mejor de los casos cuando existe docu !mentacin , se puede verificar un hecho, no una interpre!tacin. La historia no se repite. El fsico puede decir, enpresente condicional: si hiciera esto, sucedera aquello, ypuede verificar de inmediato la validez de su hiptesis. Por

    Los DIVERSOS CONTENIDOS DEL TRMINO H ISTO RI A

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    el contrario, si el historiador dice (en pasado condicional):si se hubiera hecho esto, hubiera sucedido aquello, nadale permite probarlo. Como norma general se le aconseja abs!tenerse de ello.

    Pero, entonces, no est condenado a constatar} Tiene,

    pues, prohibido razonar} Esta cuestin le preocupa legtima!mente, puesto que constatarno es un oficio enaltecedor, mien !tras que s lo es el de entender, explicar, con el fin de poderactuar. El problema se plantea, pues, en estos trminos: dequ manera razonar sobre una materia en la que no se puedeintervenir experimentalmente} Falta por saber a qu llama!mos intervenir, a qu llamamos experiencia, y cul esesta materia.

    Para abordar este problema, reflexionemos sobre otrafrmula familiar: la historia juzgar..., se oye a menudo.

    Dejemos aparte el caso en el que se trata tan slo delaldabonazo final de un cartel electoral. Por otra parte, inclu !so as, el prestigio equvoco del trmino historia incita aalgunas reflexiones, Pero enfrentmonos con un documentoimportante de nuestro tiempo: Fidel Castro titul la defensaque l mismo pronunci ante el tribunal encargado de juz !garle por el intento de asalto al cuartel Moneada: La his!toria me absolver.A primera vista, este ttulo parece adop!tar el sentido clsico, es decir, banal, de la frmula que daa la historia el papel de tribunal de apelacin en asuntos pol!ticos. Pero, pensndolo bien, incluso este sentido puede im!

    plicar otros contenidos.En efecto, la historia me absolver puede significar enprimer trmino; el tribunal va a condenarme, pero el recuer!do colectivo que se conservar del hecho acabar sindomefavorable. Y esta nocin de recuerdo colectivo es otro as!pecto del trmino historia. Sin embargo, cae dentro de lamisma crtica que hemos dirigido a la historia-tradicin. Eljuicio moral del recuerdo colectivo corre el riesgo de no ser

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    en la realidad ms que el de la historiografa dominante. Aho!ra bien, todo juicio moral tiene a su vez implicaciones pol!ticas, que surgen a su vez de las luchasconcretas, en especialde las luchas de clases. Por ello, la mayor parte de las accio !nes y de los hombres que han desempeado un papel impor!

    tante han originado dos corrientes histricas opuestas, ad !versa una y favorable la otra, Y no debe excluirse que unacausa triunfante llegue a eliminar toda la historiografa ad!versa. As es como la tradicin democrtica burguesa, enFrancia, ha exaltado 1789 y condenado a Robespierre, casisin contradiccin hasta Mathiez, Si Fidel Castro, poco tiempodespus del fracaso de Moneada, no hubiera hecho triunfarla revolucin cubana, su condena hubiera sido probablementerevisada, pero cundo? Y por parte de quin? Sobre estono caben sino hiptesis.

    Slo tenemos una certidumbre-, la revolucin cubana seha producido. La revisin del juicio no ha dependido, pues,nicamente, de los hombres que escriben la historia. Ha de!pendido tambin de los que la hacen. Han sido las cosas,como suele decirse, las que han actuado a favor de laprev isin contenida en la frmula. Lo que nos lleva a descu !brir, en la historia me absolver, una nueva acepcin msde la voz historia. De hecho, el alegato que lleva este nom !bre consista menos en demostrar que la rebelin de los acu !sados era moralmente justa (aunque esto sea tambin im!portante), que en demostrar que era justa polticamente,

    a saber, en el sentido intelectual de la palabra.Frente a un sistema socio-poltico ya absurdo, la rebelinse presentaba como necesaria, y por tanto como necesaria!mente victoriosa a ms o menos largo plazo. Con ello el pro !blema se plantea en los trminos de la posibilidad de unaprev isin inteligent e de los hechos a partir de un anlisis co!

    rrecto de sus factores. La historia invocada no es ya enton !ces la historiografa escrita que juzga moralmente un acto

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    O un hombre, sino la historia-materia, la historia-objeto que,con su dinmica propia, zanja un debate a la vez terico yprctico, dando la razn, con los hechos, a quien ha sido capazdel mejor anlisis.

    Me objetaris que la historia as entendida es el mecanis!

    mo de los hechos sociales, no slo pasados, sino presentes y fu tu ros, lo que en materia de conocimientos constituye eltema de la sociologa, y en materia de accin, el tema de la

    polt ica. Pero qu otra cosa se propone la historia que nosea, en el mejor de los casos, edificar una sociologa del pa!sado, y de forma frecuente durante mucho tiempo la msfrecuente , reconstituir una poltica} En ambos casos estclaro que la materia de la historia es la misma que la quetratan los socilogos, y que la que manejan los polticos, pordesgracia casi siempre de manera emprica.

    Hay entonces dos posiciones posibles: una consiste en

    encerrar al historiador precisamente en este terreno de loemprico y lo incierto que por experiencia se atribuye a lasdecisiones y a los acontecimientos polticos. La otra consisteen empujarle, al contrario, hacia un anlisis sociolgico conla penetracin suficiente para eliminar la apariencia de incer-tidumbre de la mayor parte posible de hechos sociales.

    La primera posicin ha sido durante largo tiempo la delos historiadores positivistas, preocupados exclusivamente enhacer un relato exacto de los acontecimientos (polticos, mili!tares y diplomticos principalmente).

    Para algunos tericos o sedicentes t ericos la historiaes todava esto. Pienso en Raymond Aron, publicista interna!cional, socilogo vulgar, en el sentido en que Marx hablaba,en el siglo pasado, de economistas vulgares, es decir, mspreocupados por la propaganda ideolgica que por la ciencia,pero cuya carrera se inaugur en 1938 con una In trodu ccin a la filosofa de la historia, todava hoy recomendada a vecescomo una obra fundamental. De hecho, no se trata de una

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    obra demasiado original puesto que resume las posiciones dela sociologa alemana del medio siglo anterior, y da con ellouna definicin de la historia corriente hacia 1880. Citar, sinembargo, sus axiomas principales brillantes, por otra par!te , puesto que constituyen una excelente sntesis de toda

    una corriente de pensamiento,

    Para hacer revivir el pasado lo que necesitamos noes una ciencia, sino documentos y nuestra experiencia.

    La funcin de la historia es restituir al pasado huma!no los caracteres de la realidad poltica vivida actualmente;para esta tarea positiva bastan juicios probables y relati!vos, El sentido de la investigacin causal del historiadorconsiste menos en dibujar los grandes rasgos del relievehistrico que en devolver al pasado la incertidumbre delfuturo.

    La ciencia histrica, resurreccin de la poltica, se hacecontempornea de sus hroes.

    El historiador es un experto, no un fsico. No buscala causa de la explosin en la fuerza expansiva de los gases,sino en la cerilla del fumador.

    Desde esta perspectiva, aunque se utilice el trmino cien !cia histrica es evidente que se trata de una ciencia muyextraa, puesto que su funcin sera restituir una incerti-dumbre.

    Ms bien nos sugiere una disciplina literaria que, graciasa la habilidad en descubrir documentos y al talento para tras!poner experiencias humanas, reanimara el pasado, resuci!tara la poltica, a la vez que se abstendra de dibujar losgrandes rasgos y de medir las fuerzas profundas, cindoseel historiador, por su oficio, a las causas inmediatas, a sa!ber, al atentado de Sarajevo como causa de la guerra de1914, o a la masacre del bulevar de Capucines como causade la revolucin de 1848.

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    No juzgo, de momento, esta posicin que, obviamente,no es la ma. Me limito a sealarla como una de las concep !ciones de la historia y del oficio de historiador que ha gozadodurante mucho tiempo de aceptacin y que a veces todavagoza de ella.

    El inters de los axiomas de Aron es otro. Basta con vol!verlos exactamente del revs para definir de la mejor maneraposible otra concepcin de la historia, progresivamente sepa!rada de las concepciones primitivas y de las limitaciones posi !tivistas, anunciada por numerosos precursores pero netamentedefinida por vez primera por Marx y Engels, y convertida hoyno sin resistencias, imperfecciones y contradicciones enun campo cientfico que se empieza a cultivar. Al invertir lasfrmulas de Raymond Aron no lo hago slo por juego sinoporque me parece instructivo buscar asf la expresin msclara de una actividad del historiador en vas de afirmarsecomo actividad cientfica.

    All donde Raymond Aron afirma:

    Para hacer revivir el pasado, lo que necesitamos no esuna ciencia, sino documentos y nuestra experiencia... La fun!cin de la historia es restituir al pasado humano los carac!teres de la realidad poltica vivida actualmente; para estatarea positiva bastan juicios probables y relativos....

    yo propongo que se diga:

    El objetivo de la historia no es hacer revivir el pa!sado, sino comprenderlo. Para esto hay que desconfiar delos documentos brutos, de las supuestas experiencias vivi!das, de los juicios probables y relativos. Para hacer un tra!bajo de historiador no basta con hacer revivir una realidadpoltica, sino que debe someterse un momento y una so!ciedad a un anlisis de tipo cientfico.

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    En lugar de decir, como lo hace Raymond Aron,

    El sentido de la investigacin causal del historiador con!siste menos en dibujar los grandes rasgos del relieve hist!rico que en devolver al pasado la incertidumbre del futu!

    ro... La ciencia histrica, resurreccin de la poltica, se vuel!

    ve contempornea de sus hroes,

    me gustara decir:

    El sentido esencial de la investigacin causal del histo!riador consiste en dibujar los grandes rasgos del relievehistrico, gracias a los cuales la incertidumbre aparente delos acontecimientos particulares se desvanece ante la infor!macin globalde la que carecan sus contemporneos, y quenosotros podemos tener...

    Finalmente, en lugar de la sorprendente frmula:

    El historiador es un experto, no un fsico. No busca lacausa de la explosin en la fuerza expansiva de los gases,sino en la cerilla del fumador.

    yo afirmara contundentemente:

    El historiador es un fsico, no un experto. Busca la cau!sa de la explosin en la fuerza expansiva de los gases, no

    en la cerilla del fumador.

    El anlisis causal de la explosin de 1914 se centra en elimperialismo, no en el atentado de Sarajevo.

    Henos aqu ante dos concepciones diametralmente opues!tas tanto de la historia-materia como de la historia-conoci !miento. Para unos, la historia-materia es esencialmente elmundo de las decisiones polticas; para otros, es el conjunto

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    de los mecanismos de la sociedad. Para unos, la historia-cono-cimiento es la explicacin del hecho por el hecho; para otros,es la explicacin del mayor nmero posible de hechos a tra !vs del estudio del juego recproco de las relaciones entre loshechos de todo tipo.

    Es obvio que la existencia misma de concepciones tanopuestas, el doble sentido de la palabra historia historia-mater ia e historia-conocimiento , la forma equvoca y vagacon que se emplean frecuentemente uno y otro de estos sen !tidos, son motivos de peso para suscitar una cierta descon!fianza.

    He recordado que Louis Althusser, epistemlogo marxista,y que, por tanto, admite el materialismo histrico como cien !cia posible, nos previene, sin embargo, contra la imprecisindel concepto de historia.

    l mismo aunque quiz lo haga para subrayar esta

    imprecisin utiliza en una misma frase la voz historiaen varios sentidos (tres como mnimo).

    Al preguntarse si debe considerarse la obra de Marx comoun todo, o bien considerar sus obras de juventud como etapasno caractersticas de su pensamiento, Althusser defiende estasegunda actitud escribiendo:

    Como si nos arriesgramos a perder a Marx entero, aban !donando, como l, su juventud a la historia, como si nosarriesgramos a perder a Marx entero sometiendo su propiajuventud a la crtica radical de la historia, no de la historia

    inmediata sino de la historia pensada, sobre la que l mismonos dio en su madurez no la verdad en el sentido hegelianosino los principios de una inteligencia cientfica.

    Al principio de esta larga frase, en la que la palabrahistoria aparece cuatro veces, la expresin abandonar algoa la historia parece significar: considerar este algo comosuperado, como desprovisto de inters para el futuro; y por

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    fuerza reconocemos aqu el eco de las frmulas corrientesdejemos esto para la historia, esto tiene nicamente uninters histrico, frmulas que relegan espontneamente laspreocupaciones del historiador al almacn de las curiosidadesy que hacen de la historia el dominio de las cosas muertas,

    aunque sean cosas gloriosas (frases histricas, monu!

    mentos histricos, actitudes pasadas a la historia).Sin embargo, en la frase de Althusser, estas acepciones

    banales de la voz historia vienen inmediatamente seguidas,y contradichas, por un empleo ms raro y ms marxistade la nocin, en el que se trata de someter un hecho eneste caso la juventud de Marx a la crtica radical de lahistoria. Ahora bien, como se aade: no de la historiaque iba a vivir, sino de la historia que viva, es evidente quese trata aqu del conjunto de hechos que condicionan una vidahumana, y, por consiguiente, de la historia-materia, de la

    historia-objeto, considerada como algo que ejerce por s mis!mo una crtica sobre esta vida.

    Pero Althusser ha sealado en otra parte el peligro cier!tamente serio en muchos escritos marxistas que supondraconsiderar la historia en s misma, la Historia con H mayscu !la, como una especie de personaje mtico emitiendo sus propiosjuicios, con lo que se podr a prescindir de todo tipo de an!lisis. En un tercer momento Althusser invoca tambin lanecesidad de una historia-conocimiento, no inmediata sinopensada, la misma sobre la que Marx habra dado no laverdad absoluta sino los principios de la inteligencia cien!tfica. En esto coincide con el pensamiento del economistaJoseph Schumpeter, que atribua a Marx, como principalmrito, el de haber sentado los principios de una historiarazonada.

    Si ahora clasificamos los sentidos que hemos visto atri!buir a la voz historia, sucesiva o simultneamente, pode!mos, en lneas generales, distinguir tres grandes concepciones

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    de la historia-objeto, a las que corresponden naturalmentetres grandes concepciones de la historia-conocimiento:

    1) . Para muchos, la materia de la historia es cualquiercosa pasada, y saber historia, para algunos eruditos y paralos juegos televisivos, consiste en memorizar el mayor nmeroposible de estos hechos dispares. Lucien Febvre evoc lairritacin del historiador que se oye decir por unas vocescndidas y cordiales: usted que es historiador debe de saberesto... Cul es la fecha de la muerte del papa Anacleto?Y la del sultn Mahmud?.

    2) Para otros, la materia histrica queda un poco mejordefinida. Zs el terreno de los hechos destacados, conserva!dos por la tradicin, el recuerdo colectivo, los relatosoficiales, debidamente controlados por los documentos y au !reolados por el prestigio y el testimonio de los monumentos yde los textos, de las artes y las letras, como se deca antao.

    Conocimiento ya ms elaborado, ni omisible ni despreciable,pero fundado en una eleccin de los hechos que no tienenada de cientfica, y asaltado inconscientemente por los prejui!cios morales, sociales, polticos o religiosos, capaz en el mejorde los casos de proponer un placer esttico a unas minorasy, en el terreno de los acontecimientos, de hacernos reviviruna incertidumbre.

    3) Para otros, finalmente, la materia de la histor ia es tam!bin el conjunto de los hechos pasados, pero no slo de loshechos curiosos o destacados, puesto que, si bien se mira,los grandes rasgos de la evolucin humana han dependidosobre todo del resultado estadstico de los hechos annimos-.de aquellos cuya repeticin determina los movimientos depoblacin, la capacidad de la produccin, la aparicin de lasinstituciones, las luchas secretas o violentas entre las clasessociales hechos de m asas todos ellos que tienen su propiadinmica, de entre los que no se deben eliminar, pero s resi-tuar, los hechos ms clsicamente llamados histricos: inci!

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    dentes polticos, guerras, diplomacia, rebeliones, revoluciones.Este enorme conjunto es susceptible de anlisis cientficocomo cualquier otro proceso natural, a la vez que presentaunos rasgos especficos debido a la intervencin humana. Lahistoria-conocimiento se convierte en ciencia en la medida

    en que descubre procedim ien tos de anlisis originales adecua!

    dos a esta materia particular. Es ya una ciencia? Los hadescubierto ya}

    L a s e t a p a s d e l a h i s t o r i a c o m o m o d o

    DE CONOCIMIENTO

    Las incoherencias que hemos constatado en la utiliza!cin del trmino historia son desalentadoras a este res!pecto?

    Merece la pena recordar que todas las ciencias se hanelaborado a partir de interrogantes dispares, a los que sefue dando sucesivamente respuestas cada vez ms cientficas,con puntos de partida, saltos hacia adelante y retrocesos,pero nunca, como se dice hoy en da con demasiada frecuen !cia bajo la influencia difusa de Bachelard y Foucault, concortes absolutos entre las respuestas no cientficas y lasrespuestas cientficas.

    Con mayor acierto, el filsofo Paul Ricoeur ha observadoque no existe diferencia sustancial entre, por una parte, lasrectificaciones sucesivas que han transformado las cosmo!logas primitivas en la fsica actual y, por otra, las rectifica!ciones que han convertido las tradiciones primitivas en laciencia histrica tal y como la conocemos actualmente.

    Es cierto que las ciencias humanas, precisamente porquetratan del hombre, de sus intereses, de sus instituciones, desus grupos, y porque dependen de la conciencia tan a me!nudo falsa que los hombres tienen de ellos mismos, llevan

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    un retraso respecto a las ciencias de la naturaleza. Es una ba !nalidad recordarlo. Pero limitmonos a evocar la fsica delsiglo XVIII con sus falsos conceptos y sus curiosidades pue!riles, y el retraso de la historia nos parecer menos cruel.

    Intentemos, pues, ver de qu forma el modo de conoci !miento histrico ha progresado, progresa y puede progresarhacia la categora de ciencia. Hoy nadie niega el inters dela historia de las ciencias. La historia de la historia enten !dida de forma ms amplia que algunas historias de la histo !riografa, interesantes pero limitadas sera quizs el ejer !cicio histrico ms fructfero que pudiera uno proponerse.Me limitar a hacer algunas observaciones y a trazar unbreve esquema.

    1. Primera observacin

    La necesidad de un conocimiento histrico-sociolgico estan antigua y tan universal como la necesidad de un conoci!miento de la naturaleza. Una humanidad global o par !cial que no tuviera ninguna conciencia de su pasado seratan anormal como un individuo amnsico. Existe, pues, uncampo de conocimiento por otra parte con una funcinprctica al que debe arrancarse de su estado primitivo. Laexistencia de formas de historia no cientficas no autoriza apensar que sea imposible o intil llegar a un conocimientoy a una interpretacin justa de las sociedades pasadas. Alcontrario, en la medida en que el pasado humano es mal co!nocido, mal interpretado, los hombres, y los grupos de hom!bres, tienen una visin incorrecta de su presente y de su

    fut uro. Y, como es natural, esto tiene tambin un alcanceprctico.

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    2. Segunda observacin

    De hecho, tanto en el caso de los grupos como en el delas personas, la memoria no registra, sino que construye. Las

    formas primitivas de la historia son el mito, que tiene sulgica interna, y la crnica, que relata los acontecimientosdesde el punto de vista de intereses especficos.

    a) Los mitos constituyen actualmente uno de los estu!dios favoritos de los etnlogos y psiclogos, como bsquedade una lgica de las formas, reveladora de rasgos comunesen las est ru ctu ras, de comunicacin. Esta investigacin n odebera desestimar el contenido histrico de algunos mitos,cuando no el de todos. Es sabido que la arqueologa ha ve!rificado algunos datos bblicos u homricos considerados du !rante mucho tiempo como imaginarios. Nos encontramos ante

    un campo comn a los etnlogos, socilogos, psiclogos, his!toriadores, siempre y cuando estas disciplinas colaboren, sinimponer ni excluir.

    b) Las crnicas consignan los acontecimientos relevantes(generalmente polticos y militares) de una poca (general!mente de un reinado). Son.a menudo los primeros testimo !nios escritos del pasado y, por tanto, los primeros documen!tos de la historia propiamente dicha, dado que los tiemposanteriores a la escritura se clasifican por definicin dentrode la prehistoria.

    A pesar de todo, una historia annima, basada en fragmen !tos de cermica y en niveles arqueolgicos, no nos satisfaceen absoluto.

    Lo que hace posible la historia es la coexistencia y lacombinacin del testimonio subjetivo que nos cuenta lo quepretendan hacer los actores de la historia poltica, con eldocumento objetivo (no slo restos y objetos, sino cifras con!servadas, escritos redactados por razones prcticas y no para

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    4. Cuarto grupo de observaciones: la aparicin de exigenciascientficas en la definicin y en la prctica de la historia:el siglo XV I.

    No conviene dar una importancia excesiva a los precur !sores: siempre se descubren nuevos. Y es cierto que, a doso tres siglos de distancia, la modificacin de las estructurasmentales y del sentido de las palabras hace difcil las confron!taciones. Una vez hechas estas reservas, resulta instructivoseguir la aparicin, a menudo ms precoz de lo que se ima !gina, del deseo de rigor y de profundizacin en la definiciny el tratamiento de la materia histrica. Cuando Abenjaldn,sabio musulmn, nacido en Tnez, escribe en 1375, en losprolegmenos de una Historia Universal:

    La historia, sepmoslo, tiene como verdadero objetivoel hacernos comprender el estado social del hombre y elde instruirnos acerca de todos los cambios que la natura!leza de las cosas puede aportar a la naturaleza de la so !ciedad,

    poco nos falta para suscribir esta definicin, lo que no equi!vale a decir que la Historia de Abenjaldn responda, en laprctica, a nuestras exigencias. Pero no olvidemos que enFrancia, en aquel mismo momento, Froissart se proponacomo objetivo en el prlogo de su Crnica relatar hechos

    militares importantes y grandes maravillas. Singular dis!tancia entre dos contemporneos, cuyas obras, sin embargo,se califican por igual como histricas.

    Para el Occidente europeo la preocupacin cientfica encuestin de historia nace, como muchas otras manifestacionesdel espritu moderno, con el Humanismo, la Reforma y elRenacimiento, es decir, entre el ltimo cuarto del siglo xv

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    y el ltimo cuarto del siglo xvi. Esta preocupacin se expre!sa bajo dos formas complementarias que inicialmente conver !gen slo de forma ocasional, que divergen con demasiadafrecuencia, y cuya conjuncin condiciona, sin embargo, eldesarrollo cientfico de la historia:

    1) La preocupacin crtica, que consiste en no aceptarla existencia de un hecho, la autenticidad de un texto, hastadespus de verificaciones minuciosas.

    2) La preocupacin constructiva, que consiste en elegirdeterminado tipo de hechos, en confrontarlos y en buscar lascorrelaciones, con el fin de resolver un problema planteadopor el pasado humano (problema econmico, problema social,problema institucional, problema espiritual, o toda combi!nacin compleja de estos problemas).

    La preocupacin critica se manifiesta, a finales del si!glo XV y durante el xvi, tanto en el descubrimiento de textos

    y de monumentos de la antigedad como en el deseo de unareforma en el campo religioso; la importancia, en este terre!no, de los textos sagrados arrastra a los espritus reformado!res a la critica de textos\ critica que no basta para fundaruna ciencia histrica, pero que es una condicin necesaria-, esimposible razonar de forma vlida a partir de documentos ma!terialmente falsos o mal conocidos en su forma original.

    La preocupacin const ruct iva se manifiesta cuando lossabios, los filsofos y los juristas aplican las investigacioneseruditas a la solucin de un problema, incluso cuando este

    problema es todava secundario y parcial. As, cuando elhumanista Guillaume Bud se propone estudiar, en De Asse,la moneda romana, no se limita a describir; intenta hacer com !paraciones a largo plazo entre el poder adquisitivo de lasmonedas antiguas y modernas; y para esto consulta con supanadero para saber qu cantidad de grano se requiere paratal cantidad de pan, qu cantidad de trigo produce la tierraalrededor de Pars, qu cantidad de metal contem'an las mo !

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    nedas antiguas, etc. Hasta el punto de que se ha podido es!cribir: Si la ciencia puede definirse como el conocimientometdico de las cosas, fue el instinto de un verdadero sabioel que dio a Guillaume Bud la ambicin de escribir De A sse.

    Lo mismo puede decirse, y por las mismas razones, de laRponse a M. de Malestroict sobre el asunto de las mone!das, de Jean Bodin, que, en 1568, resuelve, con una serie deobservaciones eruditas y crticas sobre las monedas y los pre !cios, y con una serie de razonamientos generales, el problemaconcreto: el alza brutal del coste de la vida en el siglo xvise debe a las devaluaciones sucesivas de la libra, monedanominal francesa, o bien a la desvalorizacin progresiva delmetal de plata debida a los grandes descubrimientos?

    Se me objetar que en ambos casos se trata ms de eco !noma que de historia clsica, pero es que la economa, alexigir datos en cifras, es el primer campo en que el razo !

    namiento y la hiptesis son susceptibles de verificaciones con !cretas. Aadamos a esto que la cuestin de las consecuenciasde los descubrimientos era, en el siglo xvi, un problema prc!tico, que afectaba a la vida cotidiana; y que todava hoy pre !side todo un sector de la historia general: primer paso en laexplotacin del mundo por los europeos, creacin de un pri!mer mercado mundial, principios de la acumulacin del capi!tal comercial, etc. El hecho de que se hayan intentado ensayosde conocimiento metdico de estas cuestiones, desde unaperspectiva histrica, en el mismo momento en que se pro!ducan, hace remontar a bastante atrs la aparicin de unespritu cientfico en historia.

    Tampoco en este caso, como en el de Abenjaldn, signi !fica que Guillaume Bud o Jean Bodin tuvieran a su dispo!sicin todo el instrum ental ment al expresin predilectade Lucien Febvre necesario para una verdadera ciencia.An hoy no lo tenemos... Sepamos que la conciencia de unhombre del siglo xvi segua dominada por toda una herencia

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    intelectual y espiritual que no puede por menos que sorpren !dernos, y en la que entramos con dificultad. Bodin, autor delos Seis libros de la Repblica y de un Mtodo de la historia,yuxtapone en sus escritos unas preocupaciones casi modernasy una curiosidad apasionada por la demonologa y la astro-

    logia, por no hablar de las tradicionales consideraciones mo!

    rales y religiosas y del galimatas erudito. Seamos, pues, pru !dentes en nuestra busqueda de los orgenes. Pero no seramoshistoriadores si nos olvidramos de anotar, evitando a la vezcuidadosamente todo anacronismo, cada paso adelante delconocimiento.

    5, El siglo XV II . Francia y la erudicin. In glaterray la aritm tica pol tica

    No nos sorprendamos si la constitucin de la historia enciencia pasa por retrasos, avances parciales, desarrollos desi!guales.

    No nos sorprendamos tampoco al constatar que las con!troversias ideolgicas y los intereses prcticos no han sido,en determinadas circunstancias, extraos a esta constitucin.

    De este modo, las acusaciones de los protestantes contrala credulidad de los catlicos ante las leyendas incitaron aalgunos medios catlicos a una hipercrtica de las tradiciones:los jesutas de Amberes, con Joseph Bolland al editar lasActa sanctorum , llegaron a negar toda validez a cualquiertipo de documento de la poca merovingia o carolingia.

    Pero esta desconfianza pona en discusin los derechosde las comunidades religiosas ms antiguas, derechos que sebasaban en documentos de estos perodos. sta fue la ocasinpara que dom Mabillon (1632-1707) creara en la De re di!

    plom atica (1681) la diplomtica, ciencia del documento, ca!paz de demostrar, a partir de indicios materiales, la auten !

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    ticidad o falsedad de un acta. La tarea, continuada por lacongregacin de Saint-Maur, ha aportado las condiciones paraun conocimiento seguro de la Edad media.

    De momento se trata tan slo de una crtica erudita, con!dicin necesaria pero no suficiente para una ciencia histrica.

    En la Francia del siglo xvii, contemporneamente a domMabillon, comprobamos en las concepciones de la historiams corrientes, ms oficiales, un retroceso muy claro sobrelos progresos del siglo xvi: Luis XIV se hace acompaar porhistorigrafos oficiales (entre los cuales Racine); y Bossuet,en su Discurso sobre la historia universal, persigue tan slodesvelar los juicios secretos de Dios, para hacer temblara toda criatura.

    En compensacin, hay que tomar conciencia, respecto aeste mismo perodo (1680-1710), de una etapa importante

    para el fu tu ro del pensamien to histrico. Se produce en Ingla!

    terra: con Graunt nacen los primeros ensayos de demografahistrica, mediante la observacin del nmero de nacimien !tos y de muertes registrados en las parroquias de Londres;con Gregory King los primeros ensayos para evaluar lo quehoy llamamos el producto nacional de diversos pases (Ingla!terra, Francia); con William Petty los primeros ensayos delo que l denomin la aritmtica poltica (inducciones ydeducciones a partir de las estadsticas de estado).

    Constatamos que, igual que en el siglo xvi, las innovacio!nes ms originales se producen en el terreno econmico. Perose trata de hechos observados durante un perodo de tiempo

    y con una preocupacin polt ica (como demuestra el ttuloelegido por William Petty). Sabemos hoy que este tipo deinvestigaciones los hechos masivos, sometidos a un clcu!lo de pr obabilidades y estadsticamente observables consti!tuyen, si no toda la materia histrica, cuando menos sus ba!ses, sus fundamentos.

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    6. La aportacin del siglo X V II I. Princip ios de anlisis,aspiracin a las sntesis

    La primera mitad del siglo xviii ve nacer la aspiracin

    terica con el italiano Gianbattista Vico que busca una cien !cia nueva a travs de la reflexin sobre el aspecto cclicodel desarrollo de los grupos humanos, y con Montesquieu,ms socilogo que historiador, pero quien afirma: En pri!mer lugar he examinado a los hombres y he credo que enesta infinita diversidad de leyes y de costumbres no los guia !ba nicamente su fantasa (prefacio a El Esprit u de lasleyes).

    Pero es Voltaire, en sus Nuev as consideraciones sobre lahistoria {11A A), el primero en comparar la evolucin posiblede la historia con la de las ciencias fsicas: quiz suceda

    pronto en la forma de escribir la historia lo que ha sucedidoen la fsica. Los nuevos descubrimientos han proscrito lossistemas antiguos....

    Era este (por otra parte para las dos ciencias) un opti !mismo prematuro, pero justo a largo plazo.

    De hecho, lo ms interesante en la actitud manifestadapor Voltaire hacia la historia es el cambio en el tipo de cu!riosidades del historiador. Con su habitual irona denunciano slo las fbulas aceptadas todava por los hombres de sutiempo, sino tambin el gusto por las ancdotas histricas,por las bagatelas ilustres que constituyen los relatos de lacorte, tan poco interesantes como las murmuraciones de laspequeas ciudades, a las que son aficionadas las mujeres deprovincias. Finalmente, condena tambin despus de haberledo, segn dice, cuatro mil descripciones de batallas y algu !nos centenares de tratados, la historia diplomtica y militarpura: En el fondo me quedaba igual que antes... slo meenteraba de acontecimientos.

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    Traza entonces un cuadro de lo que querra saber (y queraramen te se le dice): cules son las fuerzas de un pasantes de una guerra? Y dicha guerra las ha aumentado odisminuido? Espaa ha sido ms rica o ms pobre despusde sus lejanas conquistas? Por qu Amsterdam pas en200 aos de 20.000 a 240.000 habitantes?

    En resumen: se trata de cambiar la materia habitual y laproblemtica de la historia.

    Esta tendencia culmina a finales de siglo con Condorcet,en su Esbozo de un cuadro histrico de los progresos del es!

    pritu hum ano (1794), donde sienta el principio de la posi!bilidad de un conocimiento cientfico de los hechos humanos,sociales, y de su prev isibilidad, siempre que no se atribuyaa las conjeturas sociolgicas una certidumbre superior a laque resulta del nmero, de la constancia, de la certidumbrede las observaciones.

    Constatamos en ello unas exigencias aqu todava pre !maturas de sntesis acerca de la historia humana.Pero el mismo Condorcet ha abierto vas muy nuevas

    para el anlisis-, fue el primero en intentar descubrir culsera el procedimiento matemtico que permitira estimar larepresentatividad de un hombre o de una opinin a travsde un procedimiento de eleccin, lo que coincide con los es!fuerzos actuales de la matemtica sociolgica.

    Finalmente, el siglo xviii ha proseguido algunas inves!tigaciones, cuyo principio se haba descubierto, como hemosvisto, a finales del siglo xvii en Inglaterra: Voltaire se feli!

    cita de que un holands haya establecido la proporcin quepermite relacionar el nmero de nacimientos con el nmerode habitantes; es una alusin a los progresos sensibles de lademografa realizados por el prusiano Sssmilch y los fran !ceses Moheau y Messange.

    Tambin la historia econmica nace en el siglo xviii, enEspaa y en Polonia: hemos coordinado ima historia eco!

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    nmica, escribe el cataln Capmany. Y los creadores de laeconoma clsica, como Adam Smith, se muestran historiado!res de buen grado, y plantean los problemas de las grandesunidades cuantitativas que es necesario conocer para hacerla historia de las naciones (producto nacional, poblacin

    activa, etc.). Voltaire seala que son estos conocimientos eco!nmicos los que le han faltado a Montesquieu para estableceruna verdadera ciencia de las sociedades.

    Cabe sealar que esta vigorosa ofensiva del espritu his!trico coincide con el carcter dinmico y revolucionario delsiglo XVIII, cuando la burguesa no duda ni en criticar la for !ma de escribir la historia del Antiguo Rgimen, ni en espe!rar escribir un da la historia cientficamente.

    7. El siglo X IX . Auge y desviacin de la in vest igacin hist !rica: aparicin de una teora general, y posterior divorcio entre disciplinas sociolgicas

    En un senddo, el siglo xix se presenta como el del triun-. a Marrou habla, a este respecto, de una

    inflacin de los valores histricos, debida al impresionantedesarrollo de las tcnicas histricas, arqueolgicas, filolgicas(prehistoria, egiptologa, desciframiento de las lenguas orien !tales antiguas, excavaciones micnicas, etc.), a la publicacinde las grandes recopilaciones de fuentes (Niebuhr, Momm-

    .sen, para la antigedad. Monument a Germ aniae histricaparala Edad Media...), y finalmente a la aparicin de las grandeshistorias nacionales: Ranke, Macaulay, Michelet...

    El historiador era entonces el rey escribe H. I. Mar-rou ; toda la cultura estaba pendiente de sus dictmenes-a el le tocaba decir cmo deba leerse la Ilada, qu era unnacin, ... si Jess era Dios...

    Hegel haba propuesto presentar el contenido mismo

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    de la Historia Universal a travs de los progresos de laIdea. Los historiadores alemanes ponan de relieve las origi !nalidades germnicas; los historiadores franceses, la luchaentre la nobleza y el tercer estado (Guizot, Thierry) o bien elpapel del pueblo (Michelet, Mignet). De hecho, la historia,a pesar de reclamarse de las excavaciones y de los archivos,segua siendo a la vez literatura e ideologa.

    Entre 1847 y 1867, las grandes obras de Marx y Engelsproponen, por el contrario, en la lnea de algunos plantea!mientos del siglo xviii, una teora general de las sociedadesen movimiento, cuya originalidad consiste en aunar, mediantela observacin y el razonamiento, 1) el anlisis econmico,2) el anlisis sociolgico, 3) el anlisis de las formas jurdi!cas, polticas, religiosas, artsticas, filosficas, en resumen delas formas ideolgicas a travs de las cuales los hombres to!man conciencia de sus conflictos y los llevan hasta el final....

    Las constataciones, al menos en el terreno de las condi !ciones de la produccin econmica, deben hacerse con elespritu de rigor de las ciencias naturales, y es posible ha !cerlas as debido a que la historia se desarrolla hasta nues!tros das como un proceso de la naturaleza (Engels, 1890).

    No es que el hombre no intervenga: los hombres hacensu propia historia. Pero el resultado, estadstico o combi!natorio, de sus acciones y decisiones conjugadas se les escapay se convierte en un fen meno objetivo. Queda por sabersi desde hace un siglo se ha intentado realmente la consoli!dacin cientfica de la historia as legitimada. Aqu cabe dis!

    tinguir:Lo seguidores originales de Marx deben buscarse entre

    sus discpulos hombres de accin. Porque Marx haba preci!sado que el objetivo de su obra terica no era interpretarel mundo, sino cambiarlo, es decir, hacer servir el anlisishistrico para entender profundamente el hecho social e in !fluir sobre sus modificaciones. Esto fue lo que intentaron los

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    revolucionarios y constructores del socialismo que se decanmarxistas.

    La inv estigacin erudita sobre el conjun to del pasado,desde los aos 1870-80 hasta los aos 1920-30, se beneficipoco, por el contrario, de la aportacin terica de Marx, some!

    tida como estaba a la reaccin espontnea de la ideologadominante. El pensamiento econmico gir en torno a lateora abstracta, subjetivista, individualista de la utilidadmarginal y del equilibrio (Walras, Pareto); la sociologa,en torno al estudio de las form as sociales (Max Weber, Durk !heim); y la historia centr su pundonor en limitarse a esta !blecer pequeos hechos verdaderos (monografas econmi!cas alemanas, historia poltica fctica francesa). Hacia 1900,esta historia positivista triunfaba en todas partes y la sepa!racin tajante y casi absoluta entre economa, sociologa ehistoria pona en peligro la esperanza de una sntesis global

    sobre el pasado de las sociedades.

    8. Adquisiciones recient es en el terreno de los principiosy de las tcn icas de la investigacin histrica

    a) En Francia, a part ir de los aos 1900-1910, algunasgrandes obras de historiadores (Paul Mantoux, Lucien Febvre)y una escuela de gegrafos (Vidal de la Blache) prepararonun retorno a la sntesis histrica, que se afianz despus dela guerra de 1914, la revolucin de 1917 y la crisis de 1929,acontecimientos que hicieron tambalear la tranquila certezade los economistas.

    b) Lucien Febvre , Henri Berr, Marc Bloch {Revue desynthse, Annales dhistoire conomique et sociale) difun!dieron los siguientes principios: 1) hay una sola historia; noexisten compartimentos estancos entre una historia econ!mica, una historia poltica, una historia de las ideas, etc.; 2) el

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    historiador avanza por medio de problem as: los documen!tos slo contestan cuando se les pregunta siguiendo hiptesisde trabajo; la historia, en todos los terrenos (material, espi !ritual, ideolgico...), lo es de los hechos de masas, no delos simples acontecimientos; 3) existe una jerarqua y un

    juego recproco ent re economas, socied ades, civiliza!

    ciones, juego que constituye el tema mismo de la cienciahistrica.

    c) En el curso de los aos 1930-40, cuando la crisis de1929 haba llamado la atencin sobre la funcin histrica delas coyunturas econmicas,el socilogo Franois Simiand sen !t los principios de la investigacin estadstica en historia:definicin del documento objetivo involuntario, reglaspara la explotacin de las fuentes cuantitativas, importanciade las variaciones de los precios, los salarios, la moneda. Er !nest Labrousse llev la aplicacin de estas reglas al estudio

    de las rentas especificas de las clases sociales, de sus contra!dicciones y de las consecuencias polticas de estas contradic !ciones (revolucin de 1789). La nocin de teora experi!mental de la economa (Simiand) a travs de la investiga!cin histrica se transformaba en teora experimental dela historia global, lo que tenda a converger con Marx.

    d) En los ltimos veinte aos, debido a las grandes ex!periencias sociales en curso, al progreso de las matemticassociales, del clculo econmico, del aparato y del tratamientoestadstico, al de la informtica para la utilizacin de las fuen !tes masivas, el historiador se ha visto obligado a mantenerseal corriente de los progresos y de las tcnicas en las disci!plinas vecinas. Al hacerlo debe conservar la conciencia de laoriginalidad de la historia, ciencia del todo social, y no detal o tal parte, ciencia del fon do de los problemas sociales yno de sus formas, ciencia del tiempo y no del instante o de lasola actualidad.

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    I n t e n t o d e d e f i n i c i n d e l a m a t e r i a

    Y DE LA INVESTIGACIN HISTRICAS

    El objeto de la ciencia histrica es la dinmica de las

    sociedades humanas. La materia histrica la constituyen lostipos de hechos que es necesario estudiar para dominar cien !tficamente este objeto. Clasifiqumoslos rpidamente:

    1) Los hechos de masas: masa de los hombres (demo!grafa), masa de los bienes (economa), masa de los pen sa!mientos y de las creencias (fenmenos de mentalidades,lentos y pesados; fenomenos de opinin, ms fugaces).

    2) Los hechos institucionales, ms superficiales pero msrgidos, que tienden a fi jar las relaciones humanas dentro delos marcos existentes: derecho civil, constituciones polticas,tratados internacionales, etc.; hechos importantes pero noeternos, sometidos al desgaste y al ataque de las contradic!ciones sociales internas.

    3) Los acontecimientos: aparicin y desaparicin de per!sonajes, de grupos (econmicos, polticos), que toman medi!das, decisiones, desencadenan acciones, movimientos de opi!nin, que ocasionan hechos precisos: modificaciones de losgobiernos, la diplomacia, cambios pacficos o violentos, pro!fundos o superficiales.

    La historia no puede ser un simple retablo de las institu!ciones, ni un simple relato de los acontecimientos, pero no

    puede desinteresarse de estos hechos que vinculan la vidacotidiana de los hombres a la dinmica de las sociedades delas que forman parte.

    Ante esta compleja materia histrica, el historiador plan !tea cuestiones, resuelve problemas: cundo, por qu, cmo,en qu medida... se modifican, debido a una continua inter!accin, los elementos de las economas (hombres, bienes), delas sociedades (relaciones sociales ms o menos cristalizadas

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    en instituciones), y de las civilizaciones (conjunto de las acti!tudes mentales, intelectuales, estticas...). El historiador ha!br de distinguir muy pronto entre los hechos de evolucinmuy lenta (estructuras geogrficas, mentalidades religiosas,grupos lingsticos), los ritmos espontneos (ciclos coyun!

    turales de la economa), y los simples acontecimientos, cuyaimportancia deber valorar.Estas distinciones justifican diversas tcnicas-, anlisis es!

    tructural, anlisis coyuntural, anlisis de contenido detextos y de expresiones verbales o estticas, eleccin de lasfuentes, crtica de su validez.

    Pero estas tcnicas slo adquieren su sentido dentro delmarco de una teora global que permita pasar del anlisis eco!nmico-estadstico a la historia razonada, conquista queSchumpeter atribuye justamente a Marx.

    Recordemos algunas de sus proposiciones cruciales:

    1) En los orgenes de cualquier desarrollo histr ico du!radero se sita un desarrollo de las fuerzas de produccin, loque nos incita a observar:

    a) en un grupo dado y por un tiempo dado, el nmerode hombres y su divisin en sexos, edades, ocupaciones, etc.;

    b) para el mismo grupo y duran te el mismo perodo detiempo, las modificaciones ocurridas en las tcnicas de pro!duccin (agricultura, industria, transportes) y, de manera es!pecial, las de la fuerza productiva del trabajo, que segn Marxdepende de la habilidad media de los trabajadores, del desa!rrollo de la ciencia y de sus aplicaciones tecnolgicas, de las combinaciones sociales de la produccin, de la extensin y de la eficacia de los medios de produccin y finalmente delas condiciones naturales.

    Toda investigacin sobre una sociedad debera incluir,para cada instante del desarrollo estudiado, los captulos agru !pados bajo estos diversos ttulos.

    2) Sin embargo, estas fuer zas produ ctivas entr an en

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    funcionamiento en una sociedad que se caracteriza, de formams profunda, por las relaciones sociales y humanas creadasalrededor de estos medios de producir (relaciones socialesde produccin).

    Las tierras, los instrumentos de irrigacin, los bosques y

    los terrenos de paso, las fuentes de energa, los medios detransporte, las fbricas, las mquinas, etc., son los mediosde produccin que utiliza la fuerza de trabajo de los hom !bres.

    Quin posee estos medios de produccin? Y cul es elsentido exacto de la palabra posee? Quin maneja pro!ductivamente estos medios? Quin, a travs de esta doblerelacin, es el dominador? Y el dominado? Quin se apro !vecha? Quin consume? Quin acumula? Quin se em!pobrece? Qu relaciones jurdicas, cotidianas, moralesse han establecido entre las clases sociales as consideradas?

    Qu conciencia tienen de estas relaciones los hombres queconstituyen estas clases? A qu contradicciones, a qu lu!chas dan lugar estas relaciones? Con qu resultados? Estasrelaciones favorecen o entorpecen (en cada momento) el de!sarrollo de las fuerzas productivas definidas anteriormente?He aqu una serie de preguntas a las que es importante con !testar.

    3) Para hacerlo correctament e es necesario guiarse porel conocimiento terico del modo de produccin dominante en la poca observada, y entendemos por ello el conocimiento

    de la lgica del funcionamiento social, que expresa la totali!

    dad de las relaciones sociales observadas en su interdepen !dencia.

    Merece la pena disponer de un modelo terico que ex!prese esta lgica de funcionamiento, aunque slo sea paraver hasta qu punto refleja el mayor nmero de hechos obser !vados.

    Es intil decir que nunca la observacin emprica de una

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    sociedad en un momento de su existencia dar unos resul!tados absolutamente acordes con este modelo, puesto que,en toda formacin social concreta, quedan siempre secue!las de modos de produccin anteriores al modo de produc !cin dominante, y se insinan ya los grmenes de un modo

    de produccin futuro.Pero el inters de la investigacin histrica reside precismente en la confrontacin entre estos casos y los diversostipos de sociedad que han dominado sucesivamente en elcurso de la historia, y que an hoy coexisten de forma evi !dente.

    No podemos menospreciar algunos peligros inherentes ala utilizacin de los modelos tericos:

    1) No hay que confundir modelo econmico con modelosocial. La sociedad es ms compleja que la economa, y esen lo social donde germina la destruccin del modelo econ!

    mico aparentemente armonioso.2) Todo modelo implica unas hiptesis: debe tenerse en

    cuenta que estas hiptesis expresan justamente la naturalezadel sistema observado y no una verdad eterna: la propiedadprivada, la libre competencia, la libertad de empresa, porejemplo, se dan por supu estas en el modelo econmico delcapitalismo clsico; pero el modelo no las justifica.

    3) Todo modelo expresa en primer t rmino el anlisisde un equilibrio, de una estabilidad, mientras que la fina!lidad de la historia es el estudio de los cambios.

    4) Incluso estos modelos de cambio pueden aplicarseslo con prudencia; por el hecho de que el capitalismo hayasucedido al feudalismo en Europa occidental a travs de pro !cesos clsicos conocidos no debe inferirse que todo el mundodeba pasar necesariamente por 'etapas parecidas.

    Sobre todos estos extremos existe hoy en da un grandesarrollo de las tcnicas de informacin y del tratamientocientfico de los datos.

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    Merece, pues, la pena insistir, en el momento en que seafirman, en los estudios universitarios, las posibles colabo!raciones interdisciplinarias, en que la preparacin para el ofi!cio de historiador, sin desechar las viejas reglas de conoci!miento y crtica de los textos, de consulta de las fuentes

    directas y, por lo tanto, de los archivos, comporta igualmenteunas iniciaciones slidas: 1) en la demografa-, 2) en la estads!tica-, 3) en el clculo econmico-. A) en los fundamentos mate!

    mticos del anlisis sociolgico (probabilidades, sondeos, et-cetera); 5) en la informacin (para la utilizacin de las fuen !tes masivas: documentos fiscales, notariales, prensa, etc.).

    Una vez dicho esto no hay que confundir estas tcnicasde informacin con los fin es propios de la historia.

    A stos los definira de buen grado de la forma siguiente,que como es obvio queda abierta a la discusin:

    La investigacin histrica es el estudio de los mecanismos

    que vinculan la dinmica de las estructuras es decir, lasmodificaciones espontneas de los hechos sociales de masasa la sucesin de los acontecimientos en los que intervienenlos individuos y el azar, pero con una eficacia que depende siempre, a ms o men os largo plazo, de la adecuacin en treestos impactos discontinuos y las tendencias de los hechosde masas .

    La conquista cientfica del mtodo as definido est toda !va en vas de elaboracin. Pero esta misma elaboracin abrela posibilidad y es su nica garanta de una actitud ra!cional del espritu y, por tanto, de una prctica eficaz delhombre ante la sociedad.