Historia Cuantitativa, Historia Serial - Chaunu, Pierre

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    Primera edición en france, 1978

    Primera edición en español, 1987

    INTRODUCCIÓN

    HISTORIA EN EL PRESENTE

    Es válido que uno se plantee esta pregunta: ¿actualmente existe toda-

    vía alguna forma de historia que no sea, en mayor o menor grado,

    historia cuantitativa o historia serial? O bien la historia es anécdota

    o

    bien busca comprender, vincular, unir el pasado al presente, para

    lograr una mejor aprehensión del futuro próximo, el único sobre el

    cual podríamos tener algunas posibilidades de acción. En una palabra,

    o

    la

    J es fiel a lo que fue en los orígenes, cuando Herodoto

    la creó como una construcción racional del pasado, como un arte de la

    memoria colectiva ('He aquí la exposición de la investigación em-

    prendida por Herodoto de Halicarnaso para impedir que las acciones

    realizadas por los hombres se borren con el tiempo ), o bien es un

    entretenimiento nocturno. Algo legítimo, desde luego, pero diferente.

    Volvamos pues a nuestro maestro. Las acciones, entiéndase, el esfuerzo

    colectivo de las pequefias ciudades griegas contra la presión del Gran

    Rey. . a ciudad tiene necesidad de saber, de recordar. Su porvenir

    se enraíza en su pasado cercano. Además, en esta primera fase de nues-

    tro padre Herodoto, aparece el tiempo y, por lo tanto, la muerte. La

    historia es para el edificio del conocimiento lo que la memoria es

    para nuestro espíritu: la historia es el medio que tenemos de racionali-

    zar y, por lo tanto, de agizar las llegadas y salidasae [os relevos, y que

    e_construir un tiempo colectivo refa

    ivarnente continuo a través

    de la muerte, apesarde la muerte. Después del descubrimiento de la

    escritura —la historia no está ligada forzosamente a la escritura— la in-

    vención y el mejoramiento de una historia racional es uno de los me-

    Título original:

    jores logros del espíritu humano. Desde el milagro griego, hay una

    Histoire quarxtitative, histo re sérietie

    1978, École des Hautes Énides en Sciences Sociales

    correlación entre el progreso del conocimiento y el progreso de la his

    Publicado por Libraire Arinand C olin. París

    toria. Para tratar de comprender el papel de la duración, en el mo-

    mento en que estamos, nada mejor que volverse hacia la historia, y

    para comprender la historia como toda disciplina del espíritu humano,

    nada mejor que construir su historia. Recientemente, he recordado

    esto en dos libros en los que hago un esfuerzo para tratar de integrar

    Av. de la Universidad. 975; 03100 México,

    D. F.

    la historia de la historia-conocimiento a un sobrevuelo rápido de la

    ISBN 968-16-2598-6

    historia-objeto. Remito, pues, a Histoire, science sociale'

    y a

    De l'his-

    toire á la prospective 

    ¿Cómo podría la historia jugar plenamente

    su

    Impreso enMéxico

    papel si no diera la medida del pasado, si no prolongara muy lejos en

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    II NTRODUCCIÓN

    NTRODUCCIÓN

    * 1965-1970, alrededor de la gran onda impugnadora de 1968, se in-

    crimina nuevamente, en el plano de las ideas, al crecimiento indus-

    trial. este continúa por el impulso adquirido, sin estar acompañado

    ya de la justificación ideológica de los años cincuenta y de los primeros

    años sesenta.

    * 1970-1975, con el

    colapso

    demográfico del mundo occidental, el

    decrecimiento demográfico del Tercer Mundo y la tímida recupera-

    ción del Este, sobreviene la crisis energética del otoño de 1973 y...

    la primera crisis económica importante desde 1929 y 1938.

    La historia de la historia cuantitativa —digamos mejor serial— es

    desde luego indisociable del mundo en el cual viven los historiadores.

    La historia, en la que se emplea la décima parte del papel impreso

    desde la máquina de Gutenberg, es el privilegio masivo del mundo

    industrial de origen europeo. Es pues la historia del mundo indus-

    trial de estos últimos años la que se sitúa como telón de fondo de la

    producción historiográfica.

    La historiografía de punta, o sea la historiografía cuantitativista, se

    comporta, evidentemente, como todas las disciplinas más elaboradas,

    lo cual quiere decir que obedece a una lógica interna. hay en ella

    una revolución de la computadora, cuellos de botella, tracciones; es una

    disciplina que se reactualiza a sí misma y en función de las necesidades

    de las otras ciencias sociales. Si la técnica depende esencialmente de la

    historia y de sus necesidades, sus problemas son, fundamentalmente,

    prestados.

    Hubo una historia de la dinámica coyuntural como respuesta a la

    crisis de 1929, exigida por la obsesión de la gran crisis y de la guerra;

    hubo una historia del crecimiento sostenido y de las desigualdades

    del desarrollo; hubo una historia ecologista, felibrista, una historia del

    amor, del sexo, de la explosión demográfica, de la muerte, de la socia-

    bilidad, de la fiesta; una historia que intenta responder a las pre-

    guntas anhelantes que los medios de comunicación de masas no cesan

    de plantear al cuerpo social, con un ritmo insostenible. Esta 'maximi-

    zación de lo súbito , de la que se ha hablado recientemente, se vuelve

    a encontrar en el hostigamiento del que es víctima la historiografía

    de estos últimos quince años.

    Y como toda medalla tiene su reverso, este hostigamiento favorable

    a la renovación de los métodos no consiente casi la profundización

    de las obras.

    Una historia cuantitativista que sea testimonio del trabajo de los

    historiadores al servicio de los hombres de su tiempo, un historiador

    que da a conocer su recorrido a lo largo de estos últimos años, tal es

    el objeto de esta incompleta recopilación. Es recomendable por sus

    vacilaciones y por sus certezas. Vale más por las primeras que por éstas.

    La historia serial apenas comienza. El campo que se abre ante ella es

    inmenso. 'Juntos, pues, nos levantaremos y nos construiremos.

    Septiembre de 1976.

    IERRE

    CHAUNU

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    HISTOR IA CUANTITATIVA O HISTORIA SERIAL

    9

    II. HISTORIA CUANTITATIVA O HISTORIA

    SERIAL

    *

    ECONOMISTAS e historiadores han trabajado mucho desde hace quince

    años. Esta brillante medalla tiene su reverso, puesto que, en verdad,

    no se puede ganar en todos los aspectos. A despecho de una buena

    voluntad proclamada, más que de una necesidad profundamente sen-

    tida, para el historiador es difícil seguir inmediatamente, en todos sus

    pasos y, por lo tanto, en todas sus conquistas, el flujo imperioso de la

    ciencia económica. Congresos, coloquios y simposia —acontecimientos

    y palabras de moda— no han derribado todas las barreras ni eliminado

    todos los tabiques. Porque, en realidad, más allá de la dificultad física

    —habría que decir fisiológica— donde uno encalla al querer abarcarlo

    todo —y que es, en definitiva, la otra cara de nuestros éxitos—, la dife-

    rencia está más en la índole que en el contenido de nuestros conoci-

    mientos. Es cierto que todos tenemos conciencia de trabajar en esta

    vasta sociología global del hombre en sociedad, unos con más sensibi-

    lidad respecto a los plazos largos, a las estructuras cuya inmovilidad

    no es más que un artificio de exposición o medio de acceso; otros, al

    orden en el espacio, el economista a la matemática sutil de las leyes

    del equilibrio, al álgebra de una dinámica coyuntural encajonada en

    el tiempo breve del Kitchin o del Juglar. Es cierto que nosotros quere-

    mos ser útiles,' ser ciencias de la acción y no solamente conocimiento

    o camino de sabiduría; pero en nuestra vasta morada, las casas perma-

    necen bien preservadas. Por el espesor de nuestras monstruosas biblio-

    grafías, en las que hay que estar iniciado para ir con seguridad a lo

    esencial, más aún por nuestros imperativos de urgencia; más que por

    sistemas, por temperamentos. Abramos bien las ventanas, desde luego,

    pero preservando nuestras exigencias. Si es cierto que es el punto

    * Artículo publicado en los Cahiers Vil/redo Pareto

    3, 1964,

    pp.

    165-176. Repro-

    ducido con la amable autorización de la Editorial Droz (Ginebra).

    1 En el capítulo 1,

    sup   a,

    reivindicamos para la historia serial esta peligrosa pro-

    posición, en la que algunos verán un retroceso: 'Una historia que se quiere útil.

    Esta afirmación hará sonrcfr o escandalizará: ¿corre el riesgo, además, de ser mal

    comprendida por aquellos que serán tal vez llevados a admitirla en un primer movi-

    miento [. .] En la medida en que es [ ... ] fuente de sabiduría, como todo conocimien-

    to? En esta perspectiva, el adjetivo sin base es pleonasmo o mentira. Una historia

    [. .1

    busca en los testimonios extraídos del pasado respuestas a los interrogantes mayores

    de las ciencias sociales del presente.

    de unión de las disciplinas adyacentes de donde brotan los mayores

    descubrimientos, dentro de las desordenadas perspectivas, de inusitados

    acercamientos, el historiador no gana forzosamente imitando al eco-

    nomista, ni éste improvisándose como historiador. Una simple permu-

    ta, en un minué mal regulado, sustituye a los profesionales por los

    aficionados. Hay, pues, regresión, no progreso. En la búsqueda de

    acuerdos y de adelantos necesarios, no basta con tomar el lugar del

    otro. Hemos avanzado mucho desde hace tres o cuatro años: los eco-

    nomistas sobre todo. Ellos aportan una obra y una reflexión. A menu-

    do hemos establecido nuestras distancias con respecto a la epistemolo-

    gía,2

    denunciado las tentaciones peligrosas de esta mórbida Capua' y

    preconizado el dejar tal responsabilidad a algunos guías. Hoy como

    ayer, no pretendemos este título; sin embargo, nos parece útil precisar

    en algunos puntos el modesto perfil de una perspectiva de historiador.

    En 1964, después de algunos esfuerzos de armonización, economistas e

    historiadores siguen empleando las mismas palabras en sentidos dife-

    rentes y, muy particularmente, la expresión clave de historia cuantita-

    tiva. Es, incluso, una querella. Por encima de las palabras, la confusión

    está en los métodos, un poco en las mentes. El progreso, además, supo-

    ne un uso perfecto y, por lo tanto, una asimilación de la experiencia.

    Es necesario, en verdad, detenerse en las palabras.

    A la cabeza de una obra capital3

    —de cuyos méritos y eventuales

    peligros no se hablará nunca suficientemente— uno de los mis brillan-

    tes economistas de nuestro tiempo (uno de los más brillantes, pero

    además uno de los más cercanos a la historia y sus problemas), Jean

    Marczewski abre el debate en términos muy vivos. Si no en la forma,

    siempre cortés, sí en el fondo, ya que rechaza —o al menos se preocupa

    poco acerca de ellos— treinta y cinco años de esfuerzos que los histo-

    riadores de la economía creían haber guiado hasta aquí en el sentido

    Capítulo 1,

    supra.

    3 En el tomo primero, de julio de 1961, en los cuadernos de la colección

    Histoire

    quanhilative de l'conomie française de l' Institut de Science Economque Appliquée,

    de la cual se han anunciado 11 volúmenes y aparecido 3; t. 1; J. Marczewski, Histoire

    quanttative. But et méihodes;

    J.-C. Toutain, Le produit de l'agriculture française

    de 1700

    a 1958: 1: Estimation du produit au xvm sicle

    (N. 115, Serie AF, julio de

    1961, Cahiers de l' ISEA 44, 224 pp.);

    t. II; J.-C. Toutain, Le produit de l'agricul-

    ture française de 1700 a

    1958: II: La croissance (N. 115 , Serie AF, ti.

    2,

    julio

    de 1961, Cahiers de l'ISEA, 287 pp.);

    t. III: J.-C. Toutain,

    La populatian de la

    France de 1700 a

    1959 (Prólogo de J. Marczewski. N. 133, enero de 1963, Serie AF,

    n. 3, x

    254 pp.).

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    HISTORIA CUANTITATIVA O HISTORIA SERIAL

    de una aproximación cuantitativa al pasado. Palabras de director de

    escuela o palabras de inventor, se apresuran todos a reconocer, que se

    propone marcar a su altura la inflexión decisiva. Con la reflexión, en

    cambio, la condena va muy al fondo, pues la obra que sigue pasa por

    alto los 35 años de esfuerzos de los 'historiadores económicos clá-

    sicos ; esta historia anecdótica con pretensión estadística habrá, pues,

    trabajado en vano. Los avances de los historiadores no habrán servi-

    do para nada. Sus resultados no han parecido susceptibles de ser cifrados

    para ajustarse al molde de una contabilidad nacional regresiva, feliz-

    mente propuesta. Ante su paso, un poco lento, se habrá preferido una

    vuelta pura y simple a las caprichosas evaluaciones de fines del si-

    glo xix, extrapoladas de los tratadistas' del Antiguo Régimen. El odre

    es nuevo, ciertamente, pero el vino es demasiado viejo y se echó a

    perder desde hace mucho tiempo. No juzguemos con tanta prisa. Sería

    tan poco hábil, por parte del historiador, rechazar el gran esfuerzo,

    Fructífero en tantos aspectos, del equipo Marczewski, como fue tal vez

    precipitado para los economistas del equipo Marczewski, rechazar el

    auxilio de la experiencia de la historia económica clásica.

    En la introducción, en forma de manifiesto, que abre la serie de la

    historia cuantitativa de la economía francesa, Jean Marczewski expre-

    sa su posición de esta manera:' 'El término

    historia cuantitativa

    es to-

    davía poco conocido. En la medida en que ha sido empleado [princi-

    palmente por E. Labrousse y F. Braude], precisa una nota], lo fue en

    un sentido que no es el que nosotros desearíamos darle [. . .], los histo-

    riadores modernos recurren cada vez más frecuentemente a la teoría

    económica [. . .} El uso creciente de las estadísticas confiere a algunos

    de estos análisis un aspecto cuantitativo. 5

    Esta introducción de lo cuantitativo en la historia económica tradi-

    cional sigue siendo sin embargo tímida y fragmentaria.

    Las estadísticas utilizadas por los historiadores económicos sirven

    esencialmente para caracterizar una estructura en un momento dado,

    para ilustrar una evolución durante un periodo o para expresar una

    Op. cit., N.

    115, Serie AY, n. 2, p.

    n s.

    Tres nombres y cuatro obras son citadas en la nota (p.

    iv : Le salaire de

    François Simiand (1932),

    La crise y l'esquisse

    de Erriest Labrousse (1944

    y

    1933),

    el Essai

    de Alexandre Chabert (1945), cuatro libros sobre los precios de desigual

    importancia.

    El esquisse y La crise

    se destacan claramente; el Salatre

    ha tenido

    menos importancia que las modestas

    Recherches anciennes a nouvelies y, en cuanto

    al

    Essai

    de Chabert, ha provocado bastantes reservas serias. Dos esfuerzos cuantita-

    tivistas son ignorados aquí, salidos uno y otro del esfuerzo piloto de los historiadores

    de los precios, . .. la demografía histórica, la construcción de los índices de actividad.

    HISTORIA CUANTITATIVA O HISTORIA SERIAL

    1

    dependencia entre dos o varias series de hechos. Ahora bien, por im-

    portantes que sean, estas aplicaciones de la estadística no constituyen

    una modificación fundamental de los métodos tradicionales de la his-

    toria económica. Mejoran, por cierto, el conocimiento de las relaciones

    particulares y, por eso mismo, aumentan el poder de análisis de la his-

    toria económica. Pero no son capaces de cubrir las lagunas de la infor-

    mación bruta, no eliminan sino muy parcialmente el carácter sub-

    jetivo de la elección de los hechos retenidos y casi no amplían la

    capacidad de síntesis de los historiadores que se sirven de ellas. Por

    último, la última palabra es expresada: una historia económica que

    utiliza la estadística y las estadísticas no es 'cuantitativa' mientras su

    gestión básica, es decir, la elección de los hechos por retener, no se ha-

    ga según métodos cuantitativos, y mientras las conclusiones a las que

    llegue no se presten a una expresión cuantitativa integral .

    Dicho de otra manera, no hay historia cuantitativa más que en una

    reconstrucción del pasado según el modelo de la contabilidad nacio-

    nal. Cuantitativa y circular, puesto que toda variación en una colum-

    na del balance repercute necesariamente sobre el conjunto del sistema.

    La historia cuantitativa a la que aspiran los economistas podría, por

    consecuencia, definirse como contabilidad nacional regresiva, historia

    cuantitativa global, incluso historia cuantitativa circular.

    Así definida, la empresa es seria.

    6 Merece, indiscutiblemente, el es-

    fuerzo y los créditos que, un poco en todas partes, le han sido consa-

    grados. El historiador, siendo incluso un mal juez, no pondrá en duda

    que los modelos de contabilidad nacional constituyen hoy en día uno

    de los mejores logros de la descripción económica. Obtener para un

    pasado cercano, o incluso lejano, a fuerza de interpolar y extrapolar,

    una prolongación en el tiempo de las grandes series constitutivas del

    J. Marczewski hace rápidamente el historial de la historia cuantitativa global

    (op. cit., pp.

    XL, xu). Recuerda la nota pionera de Simon Kuznets. El voto, en

    1950, de la International Association jor Research in Income and Wealth.

    ¿Ha sido bien visto el informe? Se ha subrayado el papel de las dificultades de

    la readaptación inmediatamente después de la primera Guerra Mundial

    y,

    más par-

    ticularmente, de la crisis de estructura de 1929 en el montaje de una investigación

    sistemática en el ámbito de la historia de los precios, la primera historia serial; las

    dificultades de la readaptación, inmediatamente después de la segunda Guerra Mun-

    dial, y la corta depresión en vísperas de la reactivación de la guerra de Corea, pa-

    recen haber jugado el mismo papel, durante este segundo nacimiento de la historia

    cuantitativa. Nosotros cuestionamos solamente que Ja segunda sea más importante

    que la primera. La innovación de los años treinta no es de la misma importancia que

    el mejoramiento propuesto hoy dentro de la línea de los congresos anuales de la

    IAmw.

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    ISTORIA CUANTITATIVA O HISTORIA SERIAL

    ISTORIA CUANTITATIVA O HISTORIA SERIAL

    3

    modelo es, a la vez que deseable, hasta cierto punto posible. Una histo-

    ria que estuviera en condiciones de responder totalmente a esta exi-

    gencia de la reflexión económica, merecería plenamente el título de

    ciencia auxiliar de la economía, lo cual es para nosotros el signo de un

    ascenso. Ella se inserta dentro de la definición que proponíamos, ha-

    ce ya varios años, en la conclusión provisional de nuestra Séville et

    I'Allantique,T

    de una historia útil, esclarecedora del presente; de una

    historia elevada al rango modesto de ciencia auxiliar, auxiliar de las

    otras ciencias del hombre, esas ciencias políticas de la acción que son,

    a su vez, servidoras de la historia.

    A esta forma de historia, proponemos no llamarla cuantitativa, sino

    serial. Fernand

    Braudel,S

    en el brillante ensayo que nos ha hecho el

    honor de dedicar a nuestro modesto trabajo, nos lo ha testimoniado

    recientemente.

    Ayer hubiéramos podido dudar. Hoy, la duda no es posible. Será

    cómodo decir historia serial, cuando, dentro del orden de lo cuantita-

    tivo, nosotros los historiadores deseemos diferenciar nuestra gestión

    del esfuerzo de nuestros amigos los economistas, en vías de remontar

    el tiempo.

    Ciertos silencios valen más que largos discursos. En su introducción a

    la historia cuantitativa, Jean Marczewski propone esta definición:

    9 El

    objeto tradicional de la historia es el estudio

    y

    la explicación de los

    hechos localizados en el tiempo y en el espacio. Aplicada a los hechos

    económicos, la historia se dedica a dar cuenta de la evolución de las

    estructuras, a describir los modos de producción, a apreciar los resul-

    tados obtenidos desde el punto de vista del bienestar material de las

    poblaciones y del poder político o militar de los estados .....Esta defi-

    nición es, al mismo tiempo, restrictiva

    y

    ambiciosa. Va en seguida a

    lo particular. Me parece más razonable, cuando se plantea el problema

    del conocimiento histórico, recordar primeramente que él es, más

    que un objeto, un método. La historia es, esencialmente, conocimien-

    to mediato o, si se prefiere, el arte de utilizar los restos. Ella depende,

    pues, de testimonios casi siempre involuntarios y de su conservación.

    Desde este punto de vista, no hay entonces una historia cuantitativa

    que se oponga a una historia cualitativa. Frente al testimonio surgido

    París, SEVPEN,

    1955-1959, 7,353

    pp., t

    VIII 2 bis,

    p.

    1957.

    8

    Fernand Braudel, Pour une histoire serielie: Séville et l'AtTanique (1504-

    1650) , Annales ESC 3,

    1963

    s

    pp.

    541-553.

    Marczewski, op. cit., N.

    115, p. in.

    del pasado —ya sea que este testimonio se apoye en un hecho no inme-

    diatamente mensurable o sobre una medida y un balance cifrado—, no

    hay más que un método o, mejor, un conjunto de métodos —creados

    con sensatez— que permiten una probabilidad más o menos grande

    de fidelidad y de precisión.1

    Sobre este punto no hemos progresado

    sensiblemente desde nuestros maestros los benedictinos de San Mauro.

    La historia cuantitativa retiene el dato medido, de preferencia, cuyo

    justo valor apreciaban raramente los historiadores del siglo xTx. Una

    historia en busca de medidas que no ponderara suficientemente cada

    uno de los datos recogidos no seria sino una mala historia con pre-

    tensión cuantitativa. Y peor aún para la reflexión económica. Pero una

    vez constituida la serie, el testimonio parece multiplicarse. La serie es

    susceptible de ser tratada con los procedimientos probados del análisis

    matemático. Se vuelve posible, entonces, añadir al testimonio directo

    de los documentos, el testimonio indirecto de las exigencias de coheren-

    cia de la serie constituida Las confrontaciones, que en el modelo

    de contabilidad nacional aplicado al pasado se hacen horizontalmente

    —en razón de la tosquedad y de la rigidez del modelo solicitado no

    pueden hacerse de otra manera—, en la hipótesis de series aisladas ele-

    gidas en razón de su riqueza, de su significación y de su densidad

    —luego, de su precisión y su nerviosismo—, se establecen en el tiempo,

    a lo largo del flujo aislado, y no ya de un flujo al otro.

    Algunas de las ventajas reivindicadas por la historia cuantitativa glo-

    bal las había experimentado ya la historia económica tradicional, im-

    pulsada al estadio de las asociaciones complejas de las series más se-

    guras.

    La verdadera mutación, en historia, se ubica menos, sin duda, en el

    nivel de la aplicación de los modelos de contabilidad nacional, que en

    10

    Cada vez que hemos tenido que defender )a causa de la historia cuantitativa ante

    los historiadores, insistimos sin fa lta en Fa unidad profunda de la historia en tanto

    método de conocimiento del pasado

    (Séville et l'4t1antique, op. cit., p.

    1957). La

    historia es de todos modos un conocimiento mediato. No se nos podrá pues proponer ,

    decíamos en nuestra defensa de un cuantitativo fragmentario, en verdad, pero serial,

    la superioridad de los métodos probados de )a historia tradicional, en nombre de lo

    que hay que llamar cF complejo del dato inmediato, ya que todo conocimiento del

    pasado es necesariamente, por naturaleza, arficiaF. Hemos recurrido bastante a estos

    métodos tradicionales para que se sueñe con reprocharnos el ignorarlos o, peor aún,

    el despreciarlos.

    Y no obstante, en cada ocasión que ha sido posible, hemos añadido al

    testimonio directo del documento, el testimonio indirecto de Ta serie constituida .

    U

    Según métodos tomados de la crítica histórica tradicional

    y

    que Ernest L3brousse

    ha sabido adaptar a la constitución de las series estadísticas regresivas de la era

    preesadfsica.

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    ISTORIA CUANTITATIVA O HISTORIA SERIAL

    ISTORIA CUANTITATIVA

    O HISTORIA SERIAL

    5

    el nivel más general de la constitución sistemática de series auxiliares

    de las ciencias del hombre. Tenernos una historia demográfica que es,

    en gran parte, demografía histórica regresiva; asistimos a una revolu-

    ción en el orden de la historia espiritual, por la penetración en el

    pasado de los modelos de la sociología de la práctica religiosa . . . La

    mentalidad colectiva puede ser cifrada, por consiguiente, cuando se ha

    echado mano de las buenas series documentales, dando lugar a una

    psicología colectiva regresiva.1 2

    La historia, ciencia auxiliar, da así a

    las ciencias del hombre del presente este espesor en el tiempo que,

    cuando está verdaderamente integrada, constituye el sustituto más se-

    guro de una imposible experimentación. Surgida del estudio sistemáti-

    co de los precios inmediatamente después de la crisis estructural de

    1929, conducida por historiadores con prudencias de historiadores

    —lentitudes, dicen los economistas—, conducida con el respeto escru-

    puloso por las estructuras originales del pasado; proveedora, pues, de

    series estadísticas que parecen a las ciencias del hombre del presente

    difícilmente enlazables, se ha constituido, sin embargo, en una forma

    conquistadora de historia. Ella ha jugado, en todas partes, lo colectivo

    contra lo individual, lo general contra lo anecdótico; ha utilizado am-

    pliamente problemárias tomadas de las otras ciencias del hombre, ha

    pretendido estar integrada en una vasta sociología del hombre en so-

    ciedad, sin renunciar, en absoluto, no obstante, a los métodos y el espí-

    ritu de la más vieja de las ciencias del hombre: la historia. Surgida del

    sector estrecho de los precios, ha ganado otros sectores de la economía

    del pasado, con una predilección por las corrientes internacionales de

    cambio fácilmente mensurables; surgida de la economía, su espíritu

    gana, lentamente, todos los otros ámbitos del hombre en su pasado.

    Esta historia, que todavía ayer gustaba de llamarse cuantitativa, en la

    medida, sin duda, en que la elección que hace al reconstruir las activi-

    dades del pasado se efectúa según el criterio histórico interno de la

    importancia relativa de los hechos estudiados, en relación con las es-

    tructuras del pasado, por una parte, y con la riqueza y precisión de la

    documentación, por la otra, emplea un material estadístico cuya rique-

    za y sutileza son considerables: tiene la posibilidad, en consecuencia,

    de un análisis muy fino dentro del tiempo. Paradójicam ente, esta

    historia serial —démosle, en adelante, este nombre que no se presta a

    anfibología— encuentra, más allá de los ritmos largos, el tiempo corto

    12

    Algunas reflexiones en H. y P Chaunu: Le climat de s rapports fran co-cspag-

    nols á Cádiz dans la seconde rnoitié du XVII sic1e. Histoire s&ielle el psychologie

    collcctivc, problcme de rnéihodc en:

    Mélanges Bataillon,

    Burdeos, 1962,

    pp.

    19-29.

    del cual hacen sus delicias los historiadores tradicionales y la dinámica

    económica. Mientras, la nueva historia cuantitativa enfoca la corrien-

    te

    ,* se consagra a interminables trazados lineales de crecimiento que

    deben mucho a la ilusión de un material inadecuado.

    ¿Frente a una historia serial de los historiadores, una historia cuanti-

    tativa de los economistas? ¿Está verdaderamente ahí la ruptura? Ante

    la carencia de los historiadores, su incapacidad de proveer a la econo-

    mía del material estadístico que esperaba, un material tranquilo en el

    prolongamiento lineal y sin sorpresas de las estructuras de la Edad

    Nueva, los economistas se han abastecido a sí mismos. No contentos

    con decir claramente lo que querían, han comenzado a construir un

    cuadro, a la vez sorprendente y seductor, de la economía francesa des-

    de 1700 hasta nuestros días.

    Seductor, porque existe y no tenemos nada comparable, Jean-Claude

    Toutain ha logrado la hazaña de reunir sobre la Francia del siglo

    xviii

    una masa de evaluaçiones que conocíamos, por cierto, antes que él,

    pero que nadie había logrado relacionar, en primer lugar, y luego

    ordenar. Allí donde veinte historiadores, preocupados por la dificul-

    tad, habrían tardado veinte años, Jean-Claude Toutain, con escasos

    medios, sólo ocupó tres. Uno admira la hazaña técnica, uno se siente

    agradecido por la importante movilización de evaluaciones, dudosas

    pero útiles. Sobre todo, uno comprende mejor lo que permitiría obte-

    ner el empleo de todos los datos estadísticos seguros, penosamente

    establecidos por generaciones de trabajo de historiadores económicos

    tradicionales, siguiendo el modelo de la economía nacional.

    Dicho de otra manera, el modelo propuesto por Jean Marczewski,

    experimentado por Jean-Claude Toutain y alimentado en las verda-

    deras fuentes de la historia serial, permitiría transformar la hazaña

    en -auténtica superación dialéctica. Apresurémonos a agregar que es-

    tamos lejos de la realidad.

    Seductor, pero sorprendente. El progreso indiscutible en la concep-

    tualización de una problemática es costosamente pagado con una fan-

    tástica regresión en el orden del material estadístico empleado. De

    verdad, el manifiesto de Jean Marczewski hace época; la obra de Jean-

    Claude Toutain es honorable y útil. Sólo su yuxtaposición es lamen-

    table. Las inteligentes compilaciones de Toutain son aplastadas por -las

    ambiciones, gigantescas, del manifiesto; el plan de trabajo a largo plazo

    Trend en

    ci original. [T.]

  • 8/19/2019 Historia Cuantitativa, Historia Serial - Chaunu, Pierre

    8/9

      6

    ISTORIA CUANTITATIVA O HISTORIA SERIAL

    ISTORIA CUANTITATIVA O HISTORIA SERIAL

    7

    de Jean Marczewski es traicionado por la realización apresurada que

    propone.

    Es del

    todo inadmisible, por último, que se haya adoptado tal ac-

    titud de menosprecio, sin duda más inconsciente que voluntaria, con

    respecto al gigantesco esfuerzo realizado por los historiadores de la

    economía. ¿Qué significa una población con base en evaluaciones,

    cuando se trabaja en todas partes desde hace años sobre el estado civil

    antiguo, . . la utilización exclusiva de las peores fuentes rechazadas

    desde hace casi un siglo por la historiografía seria, cuando se tienen

    tantos datos seguros, ya extraídos de las estadísticas no elaboradas de

    las antiguas administraciones? Y, puesto que se trabaja con respecto

    a Francia, ¿por qué haber desdeñado el magnífico abanico de monogra-

    fías regionales elaboradas por requerimiento y bajo la dirección de

    Ernest Labrousse, el maestro indiscutido de la historia estadística en

    Francia?

    Sería demasiado fácil, volviendo a considerar punto por punto los

    ejempl

    er. propuestos, mostrar sus debilidades. Otros, que incluso lo

    harán mejor, se ocuparán

    de ello; pero es más

    fácil destruir que cons-

    truir. Hay, a pesar de toda, por aquí y por allá, ingenuidades cho-

    cantes: entre otras,

    ue atribuye a la Lorena, anexada en 1766,

    24 200 km

    2 (N. 115, p. 24) por simple adición de los cuatro departa-

    mentos, olvidando pura y simplemente el buen cuarto de la provincia

    progresivamente incorporado del siglo xvi al xvii, una sobrestimación

    general de los efectos de la guerra

    3

    .

    n alineamiento asombroso

    de las fuentes más heterogéneas. Quesnay, Expilly, Grivel,

    Young,

    Lavoisier,

    La Feuille du Cultivateur. . . ,

    se asemejan al vizconde

    d'Avenel, quien se autoconfería una autoridad que nada respaldaba.' 

    No vamos a evocar a Jenofonte

    1 5

    para explicar el sistema de rotación

    de cultivos. Sobre este punto nuestros colegas geógTafos han hecho

    un

    enorme trabajo que informaría más y mejor.

    Pero detengamos ahí nuestras críticas. Cualquier historiador, y con

    mayor razón un historiador de Francia —algo que nosotros no somos—,

    podría alinear algunas decenas de páginas de ellas sin quitar nada al

    13

    Invasiones debidas a las guerras de Luis XIV (s

    i

    c.), sangría de hombres debida

    a las guerras de Napoleón,

    obre este punto la inexactitud se alía a un punto

    de vista muy tradicioa1.

    14 s

    por lo menos asombroso que J.C. Toutaiii, cuando acepta tener ca cuenta

    los trabajos de los historiadores, detenga prácticamente su bibliografía en los auto-

    res de fines del siglo xix. Desde Lcvasscur y d'Avcncl, e l trabajo de los historiadores

    merece, sin embargo, más que ser aludido una vcz en la introducción

    ' N. 115, p. 42.

    mérito de la compilación propuesta. Esta yuxtaposición de fuentes

    mediocres, que habíamos hecho mal en rechazar globalmente, merece

    más que un encogimiento de hombros. La tendremos en adelante bajo

    nuestros ojos. Está en todas nuestras bibliotecas y no dejaremos de

    recurrir a ella para llenar los blancos que quedarán siempre al término

    de nuestro paciente esfuerzo de elaboración estadística.

    Y

    es allí, evidentemente, donde reside el malentendido. Blandiendo

    un excelente formulario de ciencia del hombre, este admirable mo-

    delo de contabilidad nacional, los economistas impacientes quieren

    que se le alarguen desmesuradamente las columnas. Sin preguntarse

    mucho cómo. Es el problema de las fuentes, sin formularse incluso,

    en e l plano nacional, la pregunta que se impone. Admirable mo-

    delo de contabilidad nacional, por cierto. La elección vale para varios

    siglos, pero de manera desigual. Excelente para el siglo xix, cuando el

    fenórneqo nación toma, sólo para Europa, las dimensiones cancerosas

    que conocemos. Pero en el siglo xviii, y con tanta más razón cuanto

    niás se retrocede en el tiempo, cuando fronteras económicas y fron-

    teras políticas . . . esas fronteras blandas, imprevisibles, que se desva-

    necen complejamente, no coinciden nunca, el marco nacional no es

    más que un mal menor, cuyo valor hay que cuidarse de mistificar

    Marco nacional, en verdad, pero que se debe

    relativizar. Cuántas veces,

    todavía hoy, las fronteras del Estado son más engañifa que realidad.

    Para América Latina, la demostración no es necesaria; la misma Amé-

    rica del Norte conoce extraordinarios desniveles en el sur de la

    M ason

    Dixori Une .. .

    pero en nuestra vieja Europa, ¿qué decir de las dos

    Italias, incluso de las dos Francias? La problemática de contabilidad

    nacional y, pronto, una contabilidad de los grandes conjuntos, deben

    paliar los peligros de nuestros Estados mistificadores.

    Primer correctivo, pues el modelo de contabilidad nacional en la

    reconstrucción del pasado sólo es una aproximación entre otras. Debe

    ser

    cada vez más asociado con dos procederes paralelos, conforme nos

    remontarnos en el tiempo; múltiples aproximaciones regionales sobre

    un modelo por precisar de contabilidad regional, algunas aproxima-

    ciones espaciales: el Mediterráneo o el Atlántico son tan reales como

    Francia o España en el mundo de los siglos

    XVI

    y xvii.

    ¿Y por qué no tratar una aproximación a la economía atlántica de

    los siglos

    XVI, XVII,

    xviii,

    en

    forma de contabilidad espacial? El obje-

    tivo es ambicioso, no más desesperado a

    priori

    4ue el del solo marco

    nacional, en el caso particularmente afligente de la Francia m oderna,

    tan disminuida en razón de los insalvables avatares de sus archivos.

  • 8/19/2019 Historia Cuantitativa, Historia Serial - Chaunu, Pierre

    9/9

    38

    ISTORIA CUANTITATIVA O HISTORIA SERIAL

    ISTORIA CUANTITATIVA O HISTORIA SERIAL 9

    En verdad, nuestros apresurados economistas habrán subestimado

    una de las barreras más fundamentales del conocimiento histórico. La

    de la era preestadística,1 6

    que hemos señalado después que nuestros

    maestros. Ella se ubica en fechas diferentes, entre fines del siglo xviii

    y mediados, en líneas generales, del siglo xix, para los sectores privile-

    giados de la Europa atlántica en proceso de expansión sobre el Atlán-

    tico Norte .y la afortunada América. Más allá de las estadísticas, para

    un tiempo más o menos largo, de dos, tres, incluso cuatro siglos en la

    Italia privilegiada, la era preestadística, para la cual subsiste una parte

    de las medidas de base que ningún servicio ha elaborado, permite al

    historiador constructor de índices de actividad una larga y paciente

    indagación que prolonga verdaderamente, más allá del punto inicial

    falsamente fatídico de las estadísticas publicadas del siglo xix, una

    aproximación cifrada, en realidad menos cautivadora pero a menudo

    aún más segura, más precisa que las que dan directamente las estadís-

    ticas generales del siglo xix.

    El material que proporciona, al precio de un gran esfuerzo, la his-

    toria serial, es un material de veras costoso, pero de calidad. No tiene

    nada que ver con las groseras e ilusorias evaluaciones con las que

    siempre es posible llenar las columnas de un modelo de contabilidad

    cualquiera. En verdad, lo uno no impide lo otro. Se puede aun evaluar

    cuando los archivos no permiten rellenar las columnas del modelo; se

    puede también evaluar cuando el trabajo histórico se hace esperar

    demasiado; pero es prudente evaluar lo incierto partiendo de lo cierto.

    Renunciar a utilizar un logro modesto sólo se explica en el primer

    impulso de una empresa inteligente y nueva; ya no se justificaría en el

    futuro.

    En verdad, el intento de historia cuantitativa global de nuestros

    colegas economistas es un intento válido para el siglo xix. Más que

    obra de historiador es obra de economista. Es revelador que Simon

    Kuznets, el padre espiritual de la empresa, no haya pasado nunca más

    allá de

    186917

    en sus brillantes esfuerzos, para la tan privilegiada

    América. En estas condiciones, se trata de una clasificación diferente

    de un material estadístico existente, ya elaborado en un 9.5 por ciento.

    Cuando el intento alcanza el siglo xviii, es decir cuando se vuelve

    histórico, o cambia de ritmo o fracasa. O bien adopta el ritmo pru-

    dente de los constructores de índices de actividad,1 8 o bien rellena,

    cueste lo que cueste, sus columnas, recurriendo ampliamente a la

    imaginación. Obrando así, contribuye a enmascarar la realidad. No

    avanza, retrocede. Nos da, sobre la base de pendientes lineales grose-

    ramente dibujadas —que la producción agrícola se hubiera incremen-

    tado de 1700 a 1958, se ponía un poco en duda antes del modelo de

    contabilidad nacional—, una vista a manera de bloque fijo y tosco

    de la economía antigua. Enmascara una de las principales oposicio-

    nes de amplitud (en duración o en desviaciones relativas) de las eco-

    nomías nuevas en relación con las economías antiguas.

    El éxito de la historia cuantitativa en su proceso de anexión del

    siglo xix al modelo de contabilidad nacional está, en adelante, casi

    con seguridad logrado. El fracaso para el siglo xviii y con mayor razón

    para los tres o cuatro siglos de la era preestadística, es casi c ierto, a

    menos que ocurra una radical modificación de método. En una pala-

    bra, la historia cuantitativa de los siglos xvi, xvii, xviii, debe elegir

    entre regresión o superación dialéctica. Tal superación pasa por la

    historia serial, no por el recurso sistemático a las evaluaciones bastas,

    pues la historia no es exactamente la del vizconde dAvenel, así como

    la economía política ya no es la de jean-Baptiste Say.

    Nuestro artículo: 'Les échanges entre l'Amérique espagnole et les ancieris

    mondes aux XVIe, XVIIe et XVIIIe sicIes ,

    Inforinaton historíque. 5 1960

    pp.

    207.216.

    1 7

    National Production since 1869,

    Nueva York, National Bureau of Economic

    Research,

    1946.

    8

    Su ritmo es tanto más lento cuanto que sus medios materiales son casi nulos.