Historia 6 - Bloque 4 Edad Media

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EDAD MEDIA La Edad Media, Medievo o Medioevo es el período histórico de la civilización occidental comprendido entre el siglo V y el XV. Su comienzo se sitúa convencionalmente en el año 476 con la caída del Imperio romano de Occidente y su fin en 1492 con el descubrimiento de América, o en 1453 con la caída del Imperio bizantino, fecha que tiene la singularidad de coincidir con la invención de la imprenta (Biblia de Gutenberg) y con el fin de la guerra de los Cien Años. Suele dividirse en dos grandes períodos: Temprana o Alta Edad Media (siglo V a siglo X, sin una clara diferenciación con la Antigüedad Tardía); y Baja Edad Media (siglo XI a siglo XV), que a su vez puede dividirse en un periodo de plenitud, la Plena Edad Media (siglo XI al siglo XIII), y los dos últimos siglos que presenciaron la Crisis de la Edad Media o del siglo XIV. En este largo período de mil años hubo todo tipo de hechos y procesos muy diferentes entre sí, diferenciados temporal y geográficamente, respondiendo tanto a influencias mutuas con otras civilizaciones y espacios como a dinámicas internas. Muchos de ellos tuvieron una gran proyección hacia el futuro, entre otros los que sentaron las bases del desarrollo de la posterior expansión europea, y el desarrollo de los agentes sociales que desarrollaron una sociedad estamental de base predominantemente rural pero que presenció el nacimiento de una incipiente vida urbana y una burguesía que con el tiempo desarrollarán el capitalismo. También surgieron en la Edad Media formas políticas nuevas, que van desde el califato islámico a los poderes universales de la cristiandad latina (Pontificado e Imperio) o el Imperio bizantino y los reinos eslavos integrados en la cristiandad oriental (aculturación y evangelización de Cirilo y Metodio); y en menor escala, todo tipo de ciudades estado, desde las pequeñas ciudades episcopales alemanas hasta repúblicas que mantuvieron imperios marítimos como Venecia; dejando en la mitad de la escala a la que tuvo mayor proyección futura: las monarquías feudales, que transformadas en monarquías autoritarias prefiguran el estado moderno. Las grandes migraciones de la época de las invasiones significaron paradójicamente un cierre al contacto de Occidente con el resto del 1

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EDAD MEDIA

La Edad Media, Medievo o Medioevo es el período histórico de la civilización occidental comprendido entre el siglo V y el XV. Su comienzo se sitúa convencionalmente en el año 476 con la caída del Imperio romano de Occidente y su fin en 1492 con el descubrimiento de América, o en 1453 con la caída del Imperio bizantino, fecha que tiene la singularidad de coincidir con la invención de la imprenta (Biblia de Gutenberg) y con el fin de la guerra de los Cien Años.

Suele dividirse en dos grandes períodos: Temprana o Alta Edad Media (siglo V a siglo X, sin una clara diferenciación con la Antigüedad Tardía); y Baja Edad Media (siglo XI a siglo XV), que a su vez puede dividirse en un periodo de plenitud, la Plena Edad Media (siglo XI al siglo XIII), y los dos últimos siglos que presenciaron la Crisis de la Edad Media o del siglo XIV.

En este largo período de mil años hubo todo tipo de hechos y procesos muy diferentes entre sí, diferenciados temporal y geográficamente, respondiendo tanto a influencias mutuas con otras civilizaciones y espacios como a dinámicas internas. Muchos de ellos tuvieron una gran proyección hacia el futuro, entre otros los que sentaron las bases del desarrollo de la posterior expansión europea, y el desarrollo de los agentes sociales que desarrollaron una sociedad estamental de base predominantemente rural pero que presenció el nacimiento de una incipiente vida urbana y una burguesía que con el tiempo desarrollarán el capitalismo.

También surgieron en la Edad Media formas políticas nuevas, que van desde el califato islámico a los poderes universales de la cristiandad latina (Pontificado e Imperio) o el Imperio bizantino y los reinos eslavos integrados en la cristiandad oriental (aculturación y evangelización de Cirilo y Metodio); y en menor escala, todo tipo de ciudades estado, desde las pequeñas ciudades episcopales alemanas hasta repúblicas que mantuvieron imperios marítimos como Venecia; dejando en la mitad de la escala a la que tuvo mayor proyección futura: las monarquías feudales, que transformadas en monarquías autoritarias prefiguran el estado moderno.

Las grandes migraciones de la época de las invasiones significaron paradójicamente un cierre al contacto de Occidente con el resto del mundo. Muy pocas noticias tenían los europeos del milenio medieval (tanto los de la cristiandad latina como los de la cristiandad oriental) de que, aparte de la civilización islámica, que ejerció de puente pero también de obstáculo entre Europa y el resto del Viejo Mundo, se desarrollaban otras civilizaciones.

El desarrollo marcadamente autónomo de China, la más desarrollada civilización de la época (aunque volcada hacia su propio interior y ensimismada en sus ciclos dinásticos: Sui, Tang, Song, Yuan y Ming), y la escasez de contactos con ella (el viaje de Marco Polo, o la mucho más importante expedición de Zheng He), que destacan justamente por lo inusuales y por su ausencia de continuidad, no permiten denominar a los siglos V al XV de su historia como historia medieval.

La Historia de Japón (que durante este periodo estaba en formación como civilización, adaptando las influencias chinas a la cultura autóctona y expandiéndose desde las islas meridionales a las septentrionales), a pesar de su mayor lejanía y aislamiento, suele ser paradójicamente más asociada al término medieval; aunque tal denominación es acotada por la historiografía, significativamente, a un periodo medieval que se localiza entre los años 1000 y

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1868, para adecuarse al denominado feudalismo japonés anterior a la era Meiji (véase también shogunato, han y castillo japonés).

La Historia de la India o la del África negra a partir del siglo VII contaron con una mayor o menor influencia musulmana, pero se atuvieron a dinámicas propias bien diferentes (Sultanato de Delhi, Sultanato de Bahmani, Imperio Vijayanagara —en la India—, Imperio de Malí, Imperio Songhay —en África negra—). Incluso llegó a producirse una destacada intervención sahariana en el mundo mediterráneo occidental: el Imperio Almorávide.

De un modo todavía más claro, la Historia de América (que atravesaba sus periodos clásico y postclásico) no tuvo ningún tipo de contacto con el Viejo Mundo, más allá de la llegada de la denominada Colonización vikinga en América que se limitó a una reducida y efímera presencia en Groenlandia y la enigmática Vinland, o las posibles posteriores expediciones de balleneros vascos en parecidas zonas del Atlántico Norte.

Aunque se han propuesto varias fechas para el inicio de la Edad Media, de las cuales la más extendida es la del año 476, lo cierto es que no podemos ubicar el inicio de una manera tan exacta ya que la Edad Media no nace, sino que "se hace" a consecuencia de todo un largo y lento proceso que se extiende por espacio de cinco siglos y que provoca cambios enormes a todos los niveles de una forma muy profunda que incluso repercutirán hasta nuestros días. Podemos considerar que ese proceso empieza con la crisis del siglo III, vinculada a los problemas de reproducción inherentes al modo de producción esclavista, que necesitaba una expansión imperial continua que ya no se producía tras la fijación del limes romano. Posiblemente también confluyeran factores climáticos para la sucesión de malas cosechas y epidemias; y de un modo mucho más evidente las primeras invasiones germánicas y sublevaciones campesinas (bagaudas), en un periodo en que se suceden muchos breves y trágicos mandatos imperiales.

Otro cambio decisivo fue la implantación del cristianismo como nueva religión oficial por el Edicto de Tesalónica de Teodosio I el Grande (380) precedido por el Edicto de Milán (313) con el que Constantino I el Grande recompensó a los hasta entonces subversivos por su providencialista ayuda en la batalla del Puente Milvio (312), junto con otras presuntas cesiones más temporales cuya fraudulenta reclamación (Pseudo-donación de Constantino) fue una constante de los Estados Pontificios durante toda la Edad Media, incluso tras la evidencia de su refutación por el humanista Lorenzo Valla (1440).

Alta Edad Media (siglos V a X)

Europa y la situación del Imperio Romano de Occidente

Las invasiones bárbaras desde el siglo III habían demostrado la permeabilidad del limes romano en Europa, fijado en el Rin y el Danubio. La división del Imperio en Oriente y Occidente, y la mayor fortaleza del imperio oriental o bizantino, determinó que fuera únicamente en la mitad occidental donde se produjo el asentamiento de estos pueblos y su institucionalización política como reinos.

Fueron los visigodos, primero como Reino de Tolosa y luego como Reino de Toledo, los primeros en efectuar esa institucionalización, valiéndose de su condición de federados, con la obtención de un foedus con el Imperio, que les encargó la pacificación de las provincias de

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Galia e Hispania, cuyo control estaba perdido en la práctica tras las invasiones del 410 por suevos, vándalos y alanos.

Un segundo grupo de pueblos germánicos se instala en Europa Occidental en el siglo VI, de entre los que destaca el Reino franco de Clodoveo y sus sucesores merovingios, que desplaza a los visigodos de las Galias, forzándolos a trasladar su capital de Tolosa (Toulouse) a Toledo. También derrotaron a burgundios y alamanes, absorbiendo sus reinos. Algo más tarde los lombardos se establecen en Italia (568-9), pero serán derrotados a finales del siglo VIII por los mismos francos, que reinstaurarán el Imperio con Carlomagno (año 800).

En Gran Bretaña se instalarán los anglos, sajones y jutos, que crearán una serie de reinos rivales que serán unificados por los daneses (un pueblo nórdico) en lo que terminará por ser el reino de Inglaterra.

La expansión del cristianismo entre los bárbaros, el asentamiento de la autoridad episcopal en las ciudades y del monacato en los ámbitos rurales (sobre todo desde la regla de San Benito de Nursia -monasterio de Montecassino (529)-, constituyeron una poderosa fuerza fusionadora de culturas y ayudó a asegurar que muchos rasgos de la civilización clásica, como el derecho romano y el latín, pervivieran en la mitad occidental del Imperio, e incluso se expandiera por Europa Central y septentrional.

Imperio bizantino (romano occidental)

La división entre Oriente y Occidente fue, además de una estrategia política (inicialmente de Diocleciano -286- y hecha definitiva con Teodosio -395-), un reconocimiento de la diferencia esencial entre ambas mitades del Imperio. Oriente, en sí mismo muy diverso (Tracia -Península Balcánica-, Asia -Anatolia, Cáucaso, Siria, Palestina y la frontera mesopotámica con los persas- y Egipto), era la parte más urbanizada y con economía más dinámica y comercial, frente a un Occidente en vías de feudalización, ruralizado, con una vida urbana en decadencia, mano de obra esclava cada vez más escasa y la aristocracia cada vez más ajena a las estructuras del poder imperial y recluida en sus lujosas villae autosuficientes, cultivadas por colonos en régimen similar a la servidumbre. La lingua franca en Oriente era el griego, frente al latín de Occidente.

En Constantinopla, capital de Bizancio, se iniciaron dos programas ambiciosos y de prestigio con el fin de asentar la autoridad imperial: uno de recopilación legislativa: el Digesto, dirigido por Triboniano (publicado en 533), y otro constructivo: la iglesia de Santa Sofía, de los arquitectos Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto (levantada entre el 532 y el 537).

Los siglos VII y VIII representaron para Bizancio una edad oscura similar a la de occidente, que incluyó también una fuerte ruralización y feudalización en lo social y económico y una pérdida de prestigio y control efectivo del poder central. A las causas internas se sumó la renovación de la guerra con los persas, nada decisiva pero especialmente extenuante, a la que siguió la invasión musulmana, que privó al Imperio de las provincias más ricas: Egipto y Siria. No obstante, en el caso bizantino, la disminución de la producción intelectual y artística respondía además a los efectos particulares de la querella iconoclasta, que no fue un simple debate teológico entre iconoclastas e iconódulos, sino un enfrentamiento interno desatado por el patriarcado de Constantinopla, apoyado por el emperador León III, que pretendía acabar con la concentración de poder e influencia política y religiosa de los poderosos monasterios y sus

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apoyos territoriales (puede imaginarse su importancia viendo cómo ha sobrevivido hasta la actualidad el Monte Athos, fundado más de un siglo después, en 963).

El Islam y la expansión musulmana

En el siglo VII, tras las predicaciones de Mahoma y las conquistas de los primeros califas (a la vez líderes políticos y religiosos, en una religión -el islamismo- que no reconoce distinciones entre laicos y clérigos), se había producido la unificación de Arabia y la conquista del Imperio persa y de buena parte del Imperio bizantino. En el siglo VIII se llegó a la península ibérica, la India y el Asia Central (batalla del Talas -751- victoria islámica ante China tras la que no se profundizó en ese Imperio, pero que permitió un mayor contacto con su civilización, aprovechando los conocimientos de los prisioneros). En el occidente la expansión musulmana se frenó desde la batalla de Poitiers (732) ante los francos y la mitificada batalla de Covadonga ante los asturianos (722). La presencia de los musulmanes como una civilización rival alternativa asentada en la mitad sur de la cuenca del Mediterráneo, cuyo tráfico marítimo pasan a controlar, obligó al cierre en sí misma de Europa Occidental por varios siglos, y para algunos historiadores significó el verdadero comienzo de la Edad Media.

Desde el siglo VIII se produjo una difusión más lenta de la civilización islámica por sitios tan lejanos como Indonesia y el continente africano, y desde el siglo XIV por Anatolia y los Balcanes. Las relaciones con la India fueron también muy estrechas durante el resto de la Edad Media (aunque la imposición del imperio mogol no se produjo hasta el siglo XVI), mientras que el océano Índico se convirtió casi en un Mare Nostrum árabe.

El tráfico comercial de las rutas marítimas y caravaneras unían el Índico con el Mediterráneo a través del mar Rojo o el golfo Pérsico y las caravanas del desierto. Esa llamada ruta de las especias (prefigurada por la ruta del incienso en la Edad Antigua) fue esencial para que llegaran a occidente retazos de la ciencia y la cultura de Extremo Oriente. Por el norte, la ruta de la seda cumplió la misma función atravesando los desiertos y las cordilleras del Turquestán. El ajedrez, la numeración indo-arábiga y el concepto de cero, así como algunas obras literarias (Calila e Dimna) estuvieron entre los aportes hindúes y persas. El papel, el grabado o la pólvora, entre las chinas.

Imperio carolingio (siglos VIII y IX)

Alta Edad Media (siglos X a XV)

Bizancio

La recuperación de la autoridad imperial y la mayor estabilidad de los siglos siguientes trajo consigo también un proceso de helenización, es decir, de recuperación de la identidad griega frente a la oficial entidad romana de las instituciones, cosa más posible entonces, dada la

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limitación y homogeneización geográfica producida por la pérdida de las provincias, y que permitía una organización territorial militarizada y más fácilmente gestionable: los temas (themata) con la adscripción a la tierra de los militares en ellos establecidos, lo que produjo formas similares al feudalismo occidental.

El periodo entre 867 y 1056, bajo la dinastía macedonia, se conoce con el nombre de Renacimiento Macedónico, en que Bizancio vuelve a ser una potencia mediterránea y se proyecta hacia los pueblos eslavos de los Balcanes y hacia el norte del mar Negro. Basilio II Bulgaróctono que ocupó el trono en el período 976-1025 llevó al Imperio a su máxima extensión territorial desde la invasión musulmana, ocupando parte de Siria, Crimea y los Balcanes hasta el Danubio. La evangelización de Cirilo y Metodio obtendrá una esfera de influencia bizantina en Europa Oriental que cultural y religiosamente tendrá una gran proyección futura mediante la difusión del alfabeto cirílico (adaptación del alfabeto griego para la representación de los fonemas eslavos, que se sigue utilizando en la actualidad); así como la del cristianismo ortodoxo (predominante desde Serbia hasta Rusia).

Referencias:

Wikipedia. Edad Media (consultado el 7 de marzo de 2015).http://es.wikipedia.org/wiki/Edad_Media

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