Histologia Renal

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PROCESAMIENTO DE MUESTRAS RENALES En la práctica diaria nosotros recibimos muestras de tejido renal obtenido por biopsia percutánea con aguja, biopsia a cielo abierto (cuña de tejido) o nefrectomía (parcial o total). El especimen debe manipularse con mucho cuidado, evitando comprimirlo o fragmentarlo. Cuando se trata de cuñas o nefrectomías no hay problema para seleccionar el material para microscopía de luz convencional, para inmunofluorescencia (IF) y para microscopía electrónica (ME). En algunos casos y centros se procura guardar, además, material congelado para estudios moleculares, aunque el material sobrante del que fue congelado para IF puede ser útil. Cuando se trata de cilindros obtenidos con aguja debemos identificar, con el microscopio de disección, la corteza y la médula, para seleccionar tejido con glomérulos para IF y ME. La médula muestra estructuras paralelas que corresponden a los conductos colectores y a los vasos rectos. La corteza aparece irregular y los glomérulos usualmente son visibles como pequeños acúmulos de capilares o como puntos gruesos rojos. A veces, estos glomérulos se ven pálidos o irregulares, pero pueden identificarse con relativa certeza. En casos de extensa destrucción glomerular o semilunas difusas y circunferenciales puede

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PROCESAMIENTO DE MUESTRAS RENALES

 

En la práctica diaria nosotros recibimos muestras de tejido renal obtenido por biopsia percutánea con aguja, biopsia a cielo abierto (cuña de tejido) o nefrectomía (parcial o total). El especimen debe manipularse con mucho cuidado, evitando comprimirlo o fragmentarlo. Cuando se trata de cuñas o nefrectomías no hay problema para seleccionar el material para microscopía de luz convencional, para inmunofluorescencia (IF) y para microscopía electrónica (ME). En algunos casos y centros se procura guardar, además, material congelado para estudios moleculares, aunque el material sobrante del que fue congelado para IF puede ser útil.

Cuando se trata de cilindros obtenidos con aguja debemos identificar, con el microscopio de disección, la corteza y la médula, para seleccionar tejido con glomérulos para IF y ME. La médula muestra estructuras paralelas que corresponden a los conductos colectores y a los vasos rectos. La corteza aparece irregular y los glomérulos usualmente son visibles como pequeños acúmulos de capilares o como puntos gruesos rojos. A veces, estos glomérulos se ven pálidos o irregulares, pero pueden identificarse con relativa certeza. En casos de extensa destrucción glomerular o semilunas difusas y circunferenciales puede ser más difícil identificarlos.

Para IF es recomendable tener al menos un fragmento de cilindro con varios glomérulos, ya que si es uno solo puede agotarse al obtener los múltiples cortes para evaluar depósitos de diferentes inmunoglobulinas y fracciones del complemento. Para ME es recomendale obtener dos pequeños fragmentos, de 1 - 2 mm, con glomérulos. El tejido restante se procesa para inclusión en parafina y cortes para microscopía convencional.

Si no hay microscopio de disección disponible, el mejor método es cortar dos fragmentos de 1 mm, uno de cada extremo del cilindro, para ME, y fragmentos de 2 mm, también de ambos extremos, para IF.

En los casos con bastante tejido renal (cuñas o nefrectomías) es mejor guardar congelado más tejido del necesario: es preferible tener tejido adecuadamente procesado y no necesitarlo que necesitarlo y no tenerlo.

El tejido para microscopía óptica se debe fijar en formol neutro (algunos centros utilizan una fijación inicial, una hora, con Zenker o Bouin`s, porque fija más rápido y permite ver mejor las características celulares) y luego incluirlo en parafina. Es posible incluir en plástico, lo cual permite una mejor visualización de las estructuras microscópicas; sin embargo, procesado así el tejido no es adecuado para hacer otras técnicas, de ser necesarias, como inmunohistoquímica o hibridación in situ. Además, es un método complicado, laborioso y costoso. Para procesamiento rápido, en 1 ó 2 horas, pueden utilizarse métodos de inclusión rápida con horno microondas o, donde está disponible, procesadores de tejidos para inlcusión rápida (Rohr LR, et al. A comparison of routine and rapid microwave tissue processing in a surgical pathology laboratory. Quality of histologic sections and advantages of microwave processing. Am J Clin Pathol 2001;115:703–708 [PubMed link]).

En la práctica diaria, buenos cortes (2 - 3 micras de espesor) teñidos con H&E, PAS, plata-metenamina y tricrómico, permiten hacer un diagnóstico histológico adecuado. En algunos casos se utilizan otras tinciones: rojo congo (amiloidosis), Wright y Giemsa, elástico, hierro, fibrina, etcétera, de acuerdo al diagnóstico presuntivo clínico o a los hallazgos microscópicos.

Idealmente el tejido seleccionado para IF debe ser congelado rápidamente, usualmente en isopentano o metilbutano enfriado en nitrógeno líquido, después de haberlo colocado en OCT (gel para inmersión de muestras para congelación). Algunos autores informan resultados aceptables realizando fluorescencia (no inmunofluorescencia) en muestras procesadas de manera rutinaria, pero fijadas en fijador de Hollande, para detectar depósitos inmunes (McMahon JT, et al, Demonstration of immune complex deposits using fluorescence microscopy of hematoxylin and eosin-stained sections of Hollande's fixed

renal biopsies. Mod Pathol. 2002;15:988-97 [PubMed link])

El material para ME debe colocarse en cubículos de 1 mm y luego en glutaraldehído frío tan pronto como sea posible. En casos

necesarios, el tejido incluído en parafina puede recuperarse para ME, pero la calidad de las imágenes disminuye marcadamente (Wang NS, Minassian H. The formaldehyde-fixed and paraffin-embedded tissues for diagnostic transmission electron microscopy: a retrospective and prospective study. Hum Pathol 1987;18:715–727 [PubMed Link]; Widehn S, Kindblom LG. A rapid and simple method for electron microscopy of paraffin-embedded tissue. Ultrastruct Pathol

1988;12:131–136[PubMed Link]).

No hay un número mínimo de glomérulos indispensable para un adecuado diagnóstico. En lesiones globales y difusas un solo glomérulo puede ser suficiente. En lesiones segmentarias, o en casos de cambios mínimos, mientras mayor número de glomérulos mejor, pero esperamos estudiar al menos 20 (Fogo AB. Approach to renal biopsy. Am J Kidney Dis. 2003;42:826-36 [PubMed link]).

BIOPSIAS RENALES, PROTOCOLO DE ESTUDIO RUTINARIO

El diagnóstico en patología renal depende en gran parte de la cantidad de tejido adecuado para diagnóstico. No hay una cantidad mínima requerida, cada caso, de acuerdo a la enfermedad sospechada y a la necesidad de estudios ultraestructurales, requerirá mayor o menor cantidad de tejido cortical (o de glomérulos).

En todos los casos de biopsias de riñones nativos, y de riñones trasplantados en los que se sospeche posible enfermedad glomerular recidivante o de novo, la biopsia debe enviarse en fresco para ser seleccionado en nuestro departamento el tejido para inmunofluorescencia y para microscopía óptica. En fresco significa sin ningun fijador como formol o Bouin's; en general es recomendable poner el cilindro o la cuña de la biopsia sobre papel filtro, u otro papel que no se deshaga (no papel higienico ni de toallas absorventes), y luego envolver este papel con la muestra en gasa empapada abundantemente en solución salina: la muestra no se debe dejar secar. Otro método es poner la muestra en un frasco con solución salina. Si la muestra tardará más de 30 minutos en llegar al laboratorio es recomendable que sea refrigerada, poniendo el recipiente con la biopsia en otro con cubos de hielo. Nunca poner la muestra en el congelador de su nevera.

El material recibido será disecado (microscopio de disección) para asegurarnos de que los fragmentos para IF y ME contengan glomérulos (Figura 1.). El resto del tejido será fijado en formol neutro al 4% o en Bouin’s por una hora y luego transferido al formol para posterior inclusión en parafina.

Figura 1. Con el microscopio de disección, en este cilindro, se identifican, al menos, cuatro glomérulos (flechas). En algunos casos, como el de la fotografía, los glomérulos resaltan mucho por estar congestivos, con sangre. En otros casos es más difícil identificarlos, principalmente si hay alteraciones severas como glomeruloesclerosis o proliferación extracapilar. (Cilindro en fresco observado con microscopio de disección, X32).

Figura 2. La médula renal se reconoce con relativa facilidad por la presencia de túbulos que le dan un aspecto estriado. En esta microfotografía se ven como líneas o ranuras oblicuas que atraviesan el cilíndro. Los fragmentos de médula no contienen glomérulos y por lo tanto no son adecuados para inmunofluorescencia ni para microscopía electrónica. (Cilindro en fresco observado con microscopio de disección, X32).

De todos los casos se obtendrán al menos 7 placas histológicas que serán teñidas con hematoxilina y eosina, tricrómico (de Masson o de Gomori), P.A.S. y plata metenamina.

Del material seleccionado para inmunofluorescencia se harán, por congelación, cortes en diferentes cristales para IgG, IgA, IgM, C3, C1q, C4, cadenas ligeras Kappa y Lambda y, según los hallazgos, para fibrinógeno, albúmina u otros anticuerpos.

Bibliografía recomendada

Nasr SH, Galgano SJ, Markowitz GS, Stokes MB, D'Agati VD. Immunofluorescence on pronase-digested paraffin sections: A valuable salvage technique for renal biopsies. Kidney Int. 2006 Oct 25; [Epub ahead of print]. [PubMed link]

Amann K, Haas CS. What you should know about the work-up of a renal biopsy. Nephrol Dial Transplant. 2006 May;21:1157-61. [PubMed link] [Free full text]

Walker PD, Cavallo T, Bonsib SM; Ad Hoc Committee on Renal Biopsy Guidelines of the Renal Pathology Society. Practice guidelines for the renal biopsy. Mod Pathol. 2004; 17:1555-63.

[PubMed link]

McMahon JT, Myles JL, Tubbs RR. Demonstration of immune complex deposits using fluorescence microscopy of hematoxylin and eosin-stained sections of Hollande's fixed renal biopsies. Mod Pathol. 2002;15:988-97. [PubMed link]

 

INEGI

Tasa de morbilidad de los principales casos nuevos de enfermedades, 2000 a 2006 

 

  (Por 100 mil habitantes)Causa de casos nuevos de enfermedad

2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006

Infecciones respiratorias agudas 29 427.3

27 980.5

28 874.3

25 948.9

24 581.3

25 616.1

22 671.1

Infecciones intestinales por otros organismos y las mal definidas

5 203.3

5 283.3

5 250.2

4 684.0

4 535.5

4 584.5

4 496.8

Infección de vías urinarias 2 967.1

3 240.5

3 276.0

3 154.2

3 228.2

3 060.2

2 933.5

Úlceras, gastritis y duodenitis 1 284.1

1 393.5

1 413.6

1 281.7

1 365.7

1 379.1

1 422.0

Otitis media aguda 614.6 643.2 693.9 695.6 675.3 726.1 675.6

Amebiasis intestinal 1 353.4

1 237.8

1 124.8

972.6 792.2 734.0 631.4

Hipertensión arterial 401.4 407.8 418.8 478.2 529.8 499.6 497.2

Gingivitis y enfermedad periodontal

NA NA NA 276.0 350.0 432.6 483.8

Diabetes mellitus no insulinodependiente (Tipo II)

287.2 291.3 308.6 365.0 384.0 382.3 376.0

Otras helmintiasis 735.2 646.5 580.6 524.4 498.0 385.5 334.8

Candidiasis urogenital 302.5 325.8 354.8 346.3 330.9 342.9 330.5

Conjuntivitis NA NA NA NA NA 256.5 310.3

Varicela 377.1 235.5 282.7 307.0 365.8 313.4 270.5

Intoxicación por picadura de alacrán

NA 221.7 231.7 233.4 218.5 238.6 269.5

Asma y estado asmático 261.0 275.2 274.6 289.1 289.5 279.2 263.6

NOTA: Con base en el último año se consideran los quince principales casos nuevos de enfermedades.

NA No aplicable.

FUENTE: SSA. SUIVE. Dirección General de Epidemiología. www.dgepi.salud.gob.mx (4 de septiembre de 2007).

| Definiciones | Siglas | Ligas a fuentes |

Fecha de actualización: Jueves, 13 de Septiembre de 2007

Insuficiencia renalInsuficiencia renal

CIE-10 N17.-N19.

CIE-9 584-585

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La insuficiencia renal (o fallo renal) es la condición en la cual los riñones dejan de funcionar correctamente. Fisiológicamente, la insuficiencia renal se describe como una disminución en la tasa de filtración glomerular (TFG). Clínicamente, esto se manifiesta en una creatinina del suero elevada.

Todavía no se entienden bien muchos de los factores que influyen en la velocidad con que se produce la insuficiencia renal o falla en los riñones. Los investigadores todavía se encuentran estudiando el efecto de la proteína en la alimentación y las concentraciones de colesterol en la sangre para la función renal.

Tabla de contenidos

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1 Clasificación

← 1.1 Insuficiencia renal aguda

← 1.2 Insuficiencia renal crónica

2 Insuficiencia renal aguda-sobre-

crónica

3 Enfermedad renal terminal

4 Uso del término uremia

5 Causas de la insuficiencia renal

6 Referencias

7 Véase también

Clasificación [editar]

La insuficiencia renal se puede dividir ampliamente en dos categorías, insuficiencia renal aguda e insuficiencia renal crónica.

Insuficiencia renal aguda [editar]

Artículo principal: insuficiencia renal aguda

Algunos problemas de los riñones ocurren rápidamente, como un accidente que causa lesiones renales, la pérdida de mucha sangre que puede causar insuficiencia renal repentina, o algunos medicamentos o sustancias venenosas que pueden hacer que los riñones dejen de funcionar. Esta baja repentina de la función renal se llama insuficiencia renal aguda.

La insuficiencia renal aguda (ARF) es, como su nombre implica, una pérdida rápidamente progresiva de la función renal, generalmente caracterizada por la oliguria, una producción disminuida de la orina, (cuantificada como menos de 400 ml por día en adultos 1 , menos de 0,5 mL/kg/h en niños, o menos de 1 mL/kg/h en infantes),

disturbios del agua y de los fluidos corporales, y desorden del electrolito. Una causa subyacente debe ser identificada para detener el progreso, y la diálisis puede ser necesaria por el tiempo requerido para tratar estas causas fundamentales.

La insuficiencia renal aguda puede llevar a la pérdida permanente de la función renal. Pero si los riñones no sufren un daño grave, esa insuficiencia puede contrarrestarse.

Insuficiencia renal crónica [editar]

Artículo principal: insuficiencia renal crónica

La insuficiencia renal crónica (CRF) es la condición que se produce por el daño permanente e irreversible de la función de los riñones secundario a cualquier causa. A nivel mundial, las causas más frecuentes (pero no las únicas) de Enfermedad Renal Crónica son: la diabetes, la hipertensión, las enfermedades obstructivas de las vías urinarias (como cálculos, tumores, etc.). Puede ser la complicación de una gran cantidad de enfermedades del riñón, tales como nefropatía por IgA (enfermedad de Berger), enfermedades inflamatorias de los riñones (llamadas en conjunto glomerulonefritis), pielonefritis crónica y retención urinaria, y el uso de medicamentos tóxicos para el riñón (especialmente medios de contraste y algunos antibióticos). La insuficiencia renal terminal (ESRF) es la última consecuencia, en la cual generalmente la diálisis se requiere hasta que se encuentre un donante para un trasplante renal.

En la mayoría de los casos, la función renal se deteriora lentamente a lo largo de varios años y da inicialmente pocos síntomas, permitiendo que el paciente no sienta muchas cosas a pesar de tener anemia e incluso tener altos niveles de toxinas en la sangre. Cuando el paciente se siente mal, generalmente estamos ante casos muy avanzados de la enfermedad en los cuales la mayoría de las veces se hace necesario iniciar prontamente una terapia para reemplazar la función del riñón, la diálisis.

Cualquier persona puede sufrir de enfermedad renal,

pero los de más alto riesgo son los diabéticos, los hipertensos y los familiares de personas que sufren de enfermedad renal. Como en la enfermedad renal no se producen síntomas (los riñones no duelen como las personas suelen creer, solo en caso de cálculos), las personas en riesgo que mencionamos antes deben hacerse estudios para detectar la enfermedad, los básicos son un parcial de orina y la creatinina.

Si se detecta la enfermedad tempranamente puede reducirse la velocidad con la que el daño progresa, retrasando la necesidad de iniciar las terapias de reemplazo de la función renal y preparando mejor al paciente para cuando sea necesario su inicio. Las terapias de reemplazo renal son la hemodiálisis, la diálisis peritoneal, y el trasplante renal.

Insuficiencia renal aguda-sobre-crónica [editar]

La insuficiencia renal aguda puede estar presente encima de la insuficiencia renal crónica. Esto se llama insuficiencia renal aguda-sobre-crónica (AoCRF). La parte aguda del AoCRF puede ser reversible y el objetivo del tratamiento, como en ARF, es retornar al paciente a su función renal básica, que es típicamente medida por la creatinina del suero. Tanto el AoCRF, como el ARF, pueden ser difíciles de distinguir de la insuficiencia renal crónica si el paciente no ha sido seguido por un médico y no hay disponible un trabajo de base, (es decir, muestras anteriores de sangre), para comparación.

Enfermedad renal terminal [editar]

El estado en el cual hay insuficiencia renal total o casi total y permanente se llama enfermedad renal terminal. Las personas con esta clase de enfermedad deben someterse, para conservar la vida, a diálisis o a un trasplante.

Uso del término uremia [editar]

Antes de los avances de la medicina moderna, la insuficiencia renal podía ser referida como envenenamiento urémico. La uremia era el término usado para describir la contaminación de la sangre con orina. Comenzando alrededor de 1847 este término fue usado para describir la salida reducida de orina, ahora conocida como oliguria, que se pensada era causada por la orina que se mezclaba con la sangre en vez de ser desechada a través de la uretra.

Causas de la insuficiencia renal [editar]

En los Estados Unidos, cerca de 80,000 personas reciben el diagnóstico de insuficiencia renal cada año. Se trata de una afección grave en la cual los riñones dejan de eliminar los desechos del organismo. La insuficiencia renal es la etapa final del deterioro lento de los riñones, que es un proceso conocido como nefropatía.

La diabetes es la causa más frecuente de insuficiencia renal, y constituye más del 40 por ciento de los casos nuevos. Incluso cuando los medicamentos y la dieta pueden controlar la diabetes, la enfermedad puede conducir a nefropatía e insuficiencia renal. La mayoría de los diabéticos no desarrollan una nefropatía lo suficientemente grave como para causar insuficiencia renal. Hay cerca de 16 millones de diabéticos en los

Estados Unidos y de ellos, unos 100.000 padecen insuficiencia renal como consecuencia de la diabetes.

Las personas con insuficiencia renal tienen que someterse a diálisis, la cual reemplaza algunas de las funciones de filtración de los riñones, o a un tranplante para recibir el riñón de un donante sano. La mayoría de los ciudadanos estadounidenses que presentan insuficiencia renal pueden recibir atención médica financiada por el gobierno federal. En 1997 el gobierno federal de Estados Unidos gastó cerca de $11.800 millones de dólares en la atención de pacientes con insuficiencia renal.

Los estadounidenses de raza negra, los indios estadounidenses, y los descendientes de hispanoamericanos, sufren diabetes, nefropatía e insuficiencia renal en una proporción superior al promedio. Los científicos no han podido explicar este fenómeno ni pueden explicar totalmente la interacción de factores que conducen a la nefropatía diabética. Entre estos factores están la herencia, la dieta, y otras afecciones, como la hipertensión arterial. Se ha observado que la hipertensión arterial, y las altas concentraciones de glucosa en la sangre, aumentan el riesgo de que una persona diabética termine sufriendo insuficiencia renal.

Referencias [editar]

← National Kidney and Urologic Diseases Information Clearinghouse (NKUDIC)

Notas

1. ↑ Klahr S, Miller S (1998). «Acute oliguria.». N Engl J Med

338 (10): 671-675. PMID 9486997. Free Full Text.

Ciencia y Salud

 Artículo 29 - La Obesidad y las Bebidas Refrescantes

La obesidad es uno de los problemas más progresivo en la salud en este país.  Fabricantes de ropa están disminuyendo las etiquetas de ropa de large a medium y medium a small, etc.  ¡Los tamaños en promedio se están poniendo mas y mas grande!

Nosotros culpamos las dietas y las faltas de ejercicios como la causa de la obesidad.  En si, ellos si tienen que ver con la obesidad, pero hay un elemento  mas importante que descuidamos: "las bebidas refrescantes".  Yo no me refiero a las calorias de las bebidas, sino a la acidez causada por la compresión de dióxido de carbono no-calórica.

Aqui está la explicación scientífica.  Cuando comemos comida, el pH del estómago sube.  Esto es porque la comida no tan acídica como el estómago. Cuando el pH del estómago sube, las células del estómago deben de crear ácido clorhídrico y ponerlo al estómago para que despues regrese a su estado acídico original.  La pregunta es, "Cómo es que las células del estómago producen ácido clorhídrico?"

Tres moléculas comunes en las células del estómago- aqua ( H2O), dióxido de carbono (CO2) y sal de sodio (NaC1) son combinados para producir ácido clorhídrico (HC1) y bicarbonato de sodio (NaHCO3): H2O + CO2 + NaCl = HCl + NaHCO3.  El ácido clorhídrico va al estómago y el bicabornato de sodio va al torrente sanguíneo.  El bicarbonato en la sangre actua como un regulador alcalino y mantiene el pH de la sangre constante atravez de la neutralización del ácido en la sangre.

Cuando hay una falta de bicarbonatos en la sangre, la sangre convierte el ácido líquido en ácido sólido como lo que es el ácido graso, ácido úrico, piedras en los riñones y el colesterol.  Este es la manera en que el cuerpo se defiende para mantener un pH constante en la sangre porque el pH ácido de la sangre significa la muerte.  La acomulación de ácido solidifica la sangre causando una circulación pobre, lo cual lleva a un desarollo de enfermedades degenerativas.  Este es el proceso de aumento de peso y el envejecimiento.  Qué tiene que ver esto con las bebidas refrescantes?   El ácido clorhídrico es producido por células del estómago cuando la comida es consumida y el pH del estómago aumenta; sin embargo, si bebidas refrescantes, muy acídicas, fuesen consumidas con una comida, el pH del estómago no podrá aumentar, las células del estómago no producirán  ácido clorhídrico y el torrente sanguíneo no recibirá ningun bicarbonato de sodio.  Contrario a esto sería tomando agua alcalina con un pH alto con una comida, lo cual inducirá la producción de mas ácido clorhídrico, en este modo poniendo mas bicarbonato de sodio en el torrente sanguíneo.

Estamos extremadamente preocupado sobre las calorías y grasa de las comidas, pero cuando se trata de bebidas refrescantes servidas en los restaurantes nos cerramos completamente a la idea y entramos en negación acerca de que tan ácido son las bebidas.  Acerca de la dieta y ejercicio, si nosotros dejáramos de tomar bebidas refrescantes, y en

vez, tomar agua alcalina con un pH alto, entonces ganaríamos la batalla en contra este problema.  Las bebidas dietéticas no hacen mucha diferencia cuando se trata de la acidez causada por el dióxido de carbono comprimido.  Similar a las bebidas refrescantes regulares con alta calórico, las dietéticas bloquean la interjección de bicarbonatos de sodio al torrente sanguíneo.  La ciencia médica ha descubierto que mientras envejecemos, especialmente despues del average de los 45 años, la concentración de bicarbonatos en nuestra sangre disminuye.  Esto explica  porque alrededor de los 45 años, un persona "saludable" derepente descubre que él o ella tiene síntomas de diabetis, hipertensión, artritis, etc.

El mundo considera la pérdida de bicarbonatos en nuestra sangre como el resultado inevitable del envejecimiento.  Yo he descubierto que la pérdida de bicarbonatos no es el resultado del envejecimiento, sino mas bien la causa del envejecimiento physiológico.  Por lo tanto, si nosotros podemos rellenar bicarbonatos a nuestra sangre, de la misma forma que se recarga una bateria, podemos mantenernos saludable y extender mas nuestras vidas.  Esta es mi nueva teoría de "El Envejecimiento y Cómo Revertirlo."  AlkaLife International ha evolucionado productos para agregar bicarbonatos en la sangre. Para mas información porfavor de leer el artículo #25.© 2006 Sang Whang Enterprises, Inc

26 ABR 06 | Dieta e IRC

Alimentación en la insuficiencia renal crónica

La restricción proteica en la alimentación es beneficiosa para los pacientes con insuficiencia renal crónica.

Dres. Mandayam S, Mitch WE.

Desarrollo

(Comentario y resumen objetivo: Dr. Ricardo Ferreira)

Bases metabólicas de una dieta apropiada para los pacientes con enfermedad renal crónica:

La razón para indicar una dieta adecuada al paciente con insuficiencia renal crónica (IRC), es la misma que para los enfermos con insuficiencia hepática o con trastornos genéticos del metabolismo: una baja tolerancia a las proteínas. En los pacientes con IRC, los aminoácidos derivados de las proteínas tienen 3 caminos: pueden ser utilizados para sintetizar nuevos depósitos de proteínas, se generan productos de deshecho que deben ser excretados por el riñón, o se acumulan en una proporción directa con el grado de IRC.Las manifestaciones de la intolerancia a las proteínas están dentro de los síntomas urémicos y son:

- Hiperparatiroidismo y lesiones óseas.

- Reducción de la sensibilidad a la insulina.

- Aumento del catabolismo de los aminoácidos.

- Aumento de la proteinuria.

- Tendencia a la acidosis e hiperfosfatemia.

- Creatinina > 5 mg/dl y urea en sangre >120 mg/dL.

Estas alteraciones son raras cuando el paciente es instruido para seguir una dieta hipoproteica adecuada y con suficientes calorías. Ya ha pasado un siglo desde que se conoce que la urea es el principal metabolito con nitrógeno. La urea de por sí puede o no ser tóxica, pero constituye un índice del grado de acumulación de otras toxinas. Esto es relevante porque los alimentos que elevan la urea son ricos en proteínas, sal, ácido úrico y fosfatos.

Requerimientos de proteínas

Las recomendaciones de la OMS sobre las necesidades proteicas incluyen un aporte diario de 0,8 g proteína/kg de peso y un mínimo de 0,6 g proteína/kg de peso.Pese a que se sabe desde hace larga data que la dieta hipoproteica previene las complicaciones de la IRC, a menudo es subestimada con el argumento de que el paciente puede perder masa muscular y entrar en un estado de desnutrición. Este concepto está apoyado por el hecho de que el paciente con IRC tiende a la anorexia y puede disminuir su aporte de calorías. Sin embargo, es escasa la evidencia de que se puedan perder los depósitos de proteína si la dieta es regulada adecuadamente. Esto se vio en el estudio más extenso que se haya hecho sobre dieta hipoproteica y que fue patrocinado por el US National Institutes of Health, Modification of Diet in Renal Disease Study (MDRD), donde solamente dos pacientes sobre un total de 1785, abandonaron el estudio por la posibilidad de desnutrición.

Los problemas metabólicos atribuidos a la desnutrición en los pacientes con IRC, en general son causados por factores ajenos a la dieta hipoproteica. Por ejemplo, la hipoalbuminemia generalmente es producida por inflamación y no por un menor aporte de proteínas. Asimismo, los procesos proteolíticos que predominan sobre los procesos de síntesis proteica son en general el resultado de acidosis metabólica y de menor actividad insulínica y justamente se corrigen con una dieta hipoproteica. Incluso un buen plan de dieta puede mejorar las cifras bajas de albúmina.

Otro argumento de algunos nefrólogos para no utilizar una dieta hipoproteica consiste en que los pacientes con IRC se ajustan mal al régimen o no lo cumplen. Esta no es una razón válida para justificar la omisión de una dieta hipoproteica, más bien es el resultado de una inadecuada información o seguimiento del especialista sobre el paciente. Es de destacar que el control de la dieta y los ajustes necesarios que se le puedan hacer, se manejan fácilmente aplicando simples cálculos sobre determinaciones periódicas de la excreción urinaria de urea de las 24 horas.

Dieta hipoproteica y progresión de la insuficiencia renal

Es difícil determinar en que grado la dieta hipoproteica retarda o mejora la IRC. Esto se debe a la falta de trabajos extensos y sólidos sobre el tema. Resulta dificultoso evaluar una población con IRC a la que se le administra dieta hipoproteica contra otra que recibe una alimentación estándar. Muchos trabajos no han tenido en cuenta el porcentaje de pacientes que abandonan el régimen. En esos casos, el fracaso terapéutico no se debe a la dieta hipoproteica, sino simplemente porque ésta no se cumplió. El empleo irregular de los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina también puede distorsionar los resultados. Incluso no están bien definidos los mecanismos que producen la pérdida de la función renal.

De todas maneras entre dichos mecanismos estaría la hipertensión sistémica e

intrarrenal, el daño tóxico por la proteinuria y la persistencia de la enfermedad que produjo la IRC. Una dieta hipoproteica tendría la capacidad de contrarrestar estos mecanismos. Debido a que una alimentación abundante en proteínas está asociada con un aumento del ingreso de sodio, potasio, fosfatos y ácido úrico, no debe sorprender que una dieta hipoproteica reduzca la hipertensión intrarrenal.

Aspectos destacados

¿Qué se conocía del tema?La importancia de la uremia y de la dieta hipoproteica son conocidas desde hace un sigo.

¿Qué aporta el estudio?El estudio analiza los mecanismos por medio de los cuales la dieta hipoproteica retarda o mejora la IRC.También describe las razones por las cuales la dieta hipoproteica es subestimada por muchos nefrólogos. 

¿Cómo se vincula a la práctica?La aplicación de una dieta hipoproteica exige un control y seguimiento adecuados del paciente para que éste se ajuste a la dieta. El control se puede efectuar midiendo periódicamente la excreción urinaria de urea de 24 horas.La dieta hipoproteica puede ayudar a controlar la hipertensión extra e intrarrenal y regularizar los valores de albúmina en sangre.

Nephrology (Carlton). 2006 Feb;11(1):53-7.

Términos y condiciones de usoTodos los derechos reservados | Copyright 1997-2007

LAS GOLOSINAS EN LA ALIMENTACIÓN INFANTIL.

Análisis antropológico nutricional. 

Portia Jackson1,2,a, Marcela Romo M1b, Marcela Castillo A1c, Carlos Castillo-Durán1.

 

Rev Méd Chile 2004; 132: 1235-1242

INTRODUCCIÓN

En los últimos años ha aumentado la preocupación acerca del rol que las golosinas juegan en la alimentación infantil. Estudios recientes utilizan diferentes terminologías para el concepto golosinas; en este trabajo se entiende por golosinas aquellos alimentos industriales, nutricionalmente desbalanceados y con un alto contenido de hidratos de carbono, grasas o sal. Algunos estudios incluyen golosinas y otro tipo de ingredientes y alimentos bajo los conceptos de "densos en energía y pobres en nutrientes" o "altos en calorías y de baja densidad de nutrientes" o "alimentos que contribuyen a la ingesta energética"(Figura 1). Se enfatiza el desbalance de estos alimentos, así como en la categoría "comida chatarra" concepto que, además, los relaciona con una categoría de alimentos percibidos socialmente como no saludables. Otros conceptos asociados a golosinas utilizan criterios como el lugar o el horario en que son consumidos. Por ejemplo, "snacks" o "colación" se ha definido como alimentos consumidos fuera del horario de comida formal, alimentos comidos en un período de quince minutos o menos y tipos de comida específicos, en su mayoría golosinas.

Figura 1. Conceptos utilizados en investigaciones asociados a golosinas.

Desde una perspectiva antropológica, el concepto de golosina es el de un producto preferentemente infantil, consumido fuera de los horarios de comida regulares y que muchas veces no es clasificado como un alimento de acuerdo al  concepto popular.

La asociación más potente de este concepto es con el placer. El placer asociado con la comida tiene una larga historia; hasta hoy, el placer del comer es visto como pecaminoso y autoindulgente. Muchos alimentos, especialmente las golosinas, son incluso publicitados de esta forma; se enfatizan los aspectos sensoriales, sociales y emocionales que dan placer al consumir el producto.

Algunos estudios sugieren que las emociones intensamente placenteras, asociadas a la comida están acompañadas por actividad en el sistema neurológico en la base de los procesos de recompensa/motivación, emocionales (límbicos) y de alerta. La experiencia placentera que acompaña la ingesta de chocolate se ha visto correlacionada con actividad en el mesencéfalo, ínsula, la región subcallosa y la corteza órbito frontal.

Una publicación reciente muestra, en estudios con animales de laboratorio, que la grasa y el azúcar son poderosas fuentes de recompensa neurobiológica. Los alimentos que son densos en energía proveen más goce sensorial y más placer que los otros alimentos. Estudios clínicos sugieren que los alimentos más probables de ser

apetecidos son aquellos que contienen grasa, azúcar, o ambas. La preferencia humana por el sabor del azúcar y la grasa es innata o adquirida muy tempranamente. Estudios con niños muestran consistentemente que la familiaridad con el sabor dulce y la densidad energética en los primeros años son determinantes en las preferencias de estos alimentos en edades posteriores.

Historia de las golosinas

Los suflitos, palomitas de maiz (cabritas), pretzels y otros productos semejantes se introdujeron en Estados Unidos de América (EE.UU) y Europa a fines del siglo XIX con recetas familiares para eventos especiales. A principios del siglo XX, con la incorporación de maquinaria y la creación de fábricas, se convirtieron en productos industriales, con un crecimiento notable en la oferta y la demanda mundial.

A mediados del siglo XX, empresas estadounidenses y de otros países industrializados, convirtieron la comida en un elemento potente de globalización, exportando al resto del mundo golosinas dulces o saladas y bebidas gaseosas.

La industria de las golosinas en Chile

En Chile, la industria de las golosinas ha sido desarrollada por empresas nacionales y transnacionales. Las primeras fábricas de golosinas comienzan a fines del siglo XIX (ej: McKay, Costa, Calaf); sin embargo, el desarrollo de una industria alimentaria de golosinas, propiamente tal, parte en la década 1940-49, con empresas como Coca Cola y Ambrosoli. La modernización de los procesos productivos, la diversificación de los productos y la masificación del consumo comienza a desarrollarse a partir de la década 1980-89, alcanzando su mayor fuerza en estas últimas décadas. Actualmente, muchas empresas nacionales han sido absorbidas por empresas mayores nacionales o multinacionales. Por ejemplo: Hucke y Mckay por Nestlé, Costa y Caricia por Carozzi, Dos en Uno por Arcor; Evercrisp, Barcel y Frito Crac por Frito Lay. En el mercado de las golosinas es muy significativa la presencia de transnacionales como Coca Cola (EE.UU), Nestlé (Suiza), Bresler (EE.UU), Arcor (Argentina), Unilever (EE.UU) y Bimbo (México) cuyos productos lideran el mercado en Chile (Tabla 1).

Chile destaca a nivel mundial por el alto consumo de helados, similar al de países europeos, con 6 litros per cápita anual (Publimark 2001; 148: 6-10) y a nivel latinoamericano en el consumo de bebidas gaseosas, con 90 litros per cápita anual (Diario ESTRATEGIA 23 de septiembre de 2002). De acuerdo a estudios de mercado, los productos con perspectivas de aumentar su consumo en los próximos años son los postres lácteos y las galletas (Publimark 2002; 155: 52-56).

Estrategias en el mercado de las golosinas

Las empresas dedicadas al rubro golosinas enfocan sus productos de acuerdo a la demanda por grupos de edad, siendo los niños y los adolescentes dos de sus mercados más importantes. Los productos diseñados para niños se caracterizan por un precio económico y de «compra impulsiva» (el cliente tiene un par de segundos para evaluar y decidir por el tipo de producto, presentación, calidad y rango de precios). Además, éstos van en envases especiales o regalos (ej: juegos, figuras, tatuajes). Para los adolescentes los productos son más grandes, pueden aumentar algo en precio y van asociados a campañas promocionales, remarcando los conceptos de modernidad y juventud (Capital 2003; 11: 68-72).

Estos productos están diseñados, principalmente, para la venta callejera (ej: microbús, carritos, vendedores ambulantes) y pequeños negocios (kioscos y almacenes). Aquellas marcas de precios más baratos no invierten en publicidad ya que su estrategia está basada en su relación precio-calidad. El gran mercado actual está en la unidad monetaria más usada (moneda de 100 pesos chilenos), ya que las monedas fraccionadas no funcionan en el mercado de compra impulsiva.

La competencia en el mercado de las golosinas es muy fuerte ya que no sólo compiten las empresas que desarrollan un mismo tipo de producto, sino que también se compite entre productos distintos: las bebidas con los helados, los chocolates con los productos bañados y rellenos (Publimark 1999; 126: 44-46). Las grandes compañías desarrollan campañas de marketing en los colegios, y lugares de recreación como playas y piscinas. Los niños son un blanco muy importante en esta industria, no sólo por su poder adquisitivo, sino también porque se convierte en la entrada del producto en la familia. Como estrategia de marketing se están diseñando productos atractivos para los niños, que a su vez se presentan con una imagen «nutritiva» para que los padres sientan que están entregando algo más que una golosina (Publimark 2001; 141: 6-10). También se está usando la asociación con licencias de programas de televisión de alto consumo entre los pequeños (ej: WWF con lucha libre en EE.UU, Bresler - Digimon y Looney Tunes con Trendy (Publimark 2002; 151: 6-10)).

Distintas empresas, a su vez, tienen líneas de productos y marcas diferenciadas de acuerdo al nivel socioeconómico y canales de venta. En los últimos años también se ha observado cómo los envases dirigidos a la familia, hoy tienen su versión para el consumo individual y callejero, especialmente desarrollado en bebidas y galletas.

Prácticas en el consumo de las golosinas en Chile

Hay dos modalidades principales en el consumo de las golosinas. Primero, en los mismos lugares de adquisición, incluyendo supermercado, almacén, al paso, en centros de comida, y en el colegio (kioscos, triciclos). La otra forma es como colaciones en jardines infantiles, colegio, lugar de trabajo, fiestas y paseos.

Según un estudio reciente efectuado en la comuna de La Pintana, en Santiago la incorporación de golosinas en la alimentación de niños ocurre ya a partir del segundo semestre de la vida y en especial durante el segundo año (Castillo, comunicación preliminar). Un estudio en escolares de 5º a 8º básico, mostró que cerca de la mitad de las colaciones que los niños llevaban al colegio eran golosinas y entre aquellos que compraban algún alimento 95% adquiría golosinas y gaseosas. De acuerdo al mismo estudio, el consumo promedio diario de snacks alcanzó ente 324 y 424 calorías en las distintas localidades estudiadas.

Visión antropológica de las golosinas

Para comprender los factores que están incidiendo en la alimentación de los niños chilenos, es importante una visión desde la antropología nutricional. Por ejemplo, al examinar cómo se define lo que es una comida o la que es una colación, las personas en general no consideran las golosinas o las bebidas gaseosas como alimentos, por

lo que no se contabilizan al pensar en la ingesta diaria.

A la luz de la información recopilada y siguiendo el modelo explicativo de los componentes del proceso de elección de alimentos se puede decir que en los individuos, en especial en los niños, enfrentados a la decisión de elegir entre la variada oferta de golosinas, priman las percepciones sensoriales y en particular el placer (Figura 2).

 

Figura 2. Factores que influyen en la decisión de comer golosinas. Adaptados de Furst et al16, «A conceptual model of the components in the food choice process».

El precio, la conveniencia y las relaciones sociales, son otros valores considerados al momento de elegir un alimento; la industria se ha preocupado de estos componentes al ofrecer golosinas a bajo costo, fáciles de adquirir y consumir, y de gran aceptabilidad social en términos que los niños requieren consumirlas para insertarse dentro del grupo de pares. El componente valórico de la salud queda reducido a un segundo plano, aunque la industria ha comenzado a incorporar conceptos nutricionales como la suplementación con

nutrientes específicos.

Entre los factores que modelan la elección de golosinas tenemos los modelos de alimentación transmitidos por la escuela; los equipos médicos y los medios de comunicación; factores personales tales como educación, percepciones sensoriales y estado de salud; los recursos económicos; la red social a la que se pertenece; y el contexto en el que se produce la situación de alimentación. La sociedad, en general, empuja hacia una actitud que privilegia el placer y el consumo por sobre la salud. Esto ha llevado a una descontextualización del consumo de golosinas que pasaron de ser un alimento consumido en ocasiones o lugares especiales, a un alimento de consumo habitual o diario. Otros factores importantes en esta evolución son la decreciente disponibilidad de tiempo de la madre para preparar comidas habituales o colaciones y la asistencia del niño a jardín infantil, donde estos tipos de alimentos son introducidos en colaciones y celebraciones.

Hoy se valora la autonomía e independencia temprana de los niños, se les da dinero precozmente, teniendo la posibilidad de tomar decisiones en su alimentación. Yáñez et al, observaron que casi la totalidad de los niños estudiados disponía de dinero «en alguna ocasión» y 34% «siempre» disponía de éste.

Otro factor cultural que incide en la definición de una dieta saludable es la percepción de la imagen corporal apropiada o saludable. En el caso de los niños pequeños se prefieren los niños «gorditos» como signo de salud o protección frente a eventuales enfermedades. De acuerdo al estudio de Díaz, 37,5% de las madres pensaban que su niño obeso tenía un poco de sobrepeso y 26,6% creía que su niño obeso tenía peso normal.

Impacto de las golosinas en la salud, tendencias

En las últimas dos décadas Chile ha pasado de ser un país con alta tasa de desnutrición y baja tasa de obesidad, a una escasa desnutrición y altas tasas de obesidad en todos los grupos etarios. En dos investigaciones realizadas en 1988 y 1992 en adultos de Santiago, la obesidad aumentó de 6 a 11% en los hombres y de 14 a 24% en mujeres. La prevalencia de obesidad infantil se ha duplicado en los últimos 10 años, alcanzando 17,2% el año 2002 entre los niños de 6 años. El fenómeno es global, ya que en EE.UU la obesidad en la población adulta alcanza 30,5%, mientras que el sobrepeso en los niños de 6 a 11 años es de 15,3%.

Es aún discutido el impacto de las golosinas en la salud de niños y adolescentes. Existen estudios que avalan la hipótesis de una relación entre el incremento en el consumo de golosinas y colaciones y el incremento en la densidad total de energía consumida, tanto en adultos como en niños. Se propone una conexión entre los patrones de consumo de snacks, el incremento en la densidad de energía de los alimentos consumidos y una alteración de la sensación de

saciedad, con un sobreconsumo pasivo de energía y un incremento en la obesidad. Sin embargo, estudios como el de Bandini no logran establecer diferencias en el consumo de golosinas entre grupos de obesos y no obesos. Esto puede deberse a las dificultades metodológicas para determinar la ingesta de este tipo de alimentos ya que muchas veces no son reportados.

Comparados con las comidas normales, las golosinas incrementan la densidad energética y la proporción de energía proveniente de la grasa e hidratos de carbono, mientras que son deficientes en otros nutrientes.

En los últimos 50 años, la tasa de consumo de bebidas gaseosas en Estados Unidos ha aumentado en 500% per cápita, siendo la principal fuente de azúcar extra en la dieta de adolescentes. Se ha demostrado que el consumo de bebidas en niños está asociado con un aumento en la obesidad; se observa un reemplazo de la leche en la dieta resultando en déficit de calcio y un aumento en las caries dentales asociado también al consumo de snacks dulces. Existe una hipótesis que plantea que el consumo de carbohidratos en forma líquida no compensa la energía consumida produciendo un balance energético positivo. Se hace imprescindible una educación que enseñe a comer más cereales, frutas y verduras.

Concluyendo, como hace un par de décadas dijo el antropólogo norteamericano Marvin Harris, lo bueno para comer se transforma en lo bueno para vender, a despecho de su capacidad nutricional. Se piensa que se tiene poder de decisión sobre lo que se come o se da a los hijos, sin embargo, es la industria la que está decidiendo qué es lo que quiere vender, y su producción está en función de aquello que les genere mayores ganancias. Se ha llegado a la paradoja, en el caso de las golosinas que traen aparejadas un alto costo del envase en comparación con el valor del contenido, que en vez de comprar alimentación se está comprando entretención.

La obesidad debiera enfocarse desde una perspectiva de salud pública, con políticas en los temas de nutrición, medicina y educación, y un abordaje intersectorial, multidisciplinario y preventivo. Es importante, tal como lo señala Busdiecker , que las estrategias preventivas para atacar estos problemas comiencen en los primeros años de vida, tomando en cuenta el efecto de la cultura en la formación de prácticas alimentarias.

Los países nórdicos han tenido éxito en la modificación de los hábitos de consumo de su población a través de políticas públicas que han apuntado al incentivo del consumo de alimentos saludables a través de subsidios o impuestos a determinados productos, a políticas de fomento de la producción y venta de estos alimentos y campañas de educación nutricional. En países industrializados como EE.UU, Australia e Inglaterra se están discutiendo en la actualidad normativas como restricciones a la publicidad sobre comida chatarra, impuestos especiales a estos alimentos, o la prohibición de su venta en las escuelas. En Chile también se han tomando iniciativas que

apuntan en esta dirección como programas de educación en alimentación saludable para escolares y preescolares y programas de información al consumidor.

En este sentido es importante dar el impulso a acciones destinadas al apoyo de la producción, comercialización y publicidad de alimentos saludables, de manera que puedan competir con las golosinas. Son necesarias intervenciones educativas tempranas para informar a los padres acerca de las golosinas y colaciones y su composición nutritiva. También es importante discutir, por un lado, el rol de los medios de comunicación en los patrones alimentarios de la población, en especial el impacto que tienen en los niños y por otro lado la toma de conciencia de la influencia que tienen los niños en la decisión de compra y en el consumo familiar de estos productos.

Labnutrición es un sitio chileno.

1999 - 2006Agradeceremos sus comentarios y sugerencias al Editor Web.

 México se ha convertido en el paraíso para empresas procesadoras de alimentos de bajo o nulo valor alimenticio, conocidos popularmente como “comida chatarra”. En consecuencia, los cambios en los hábitos alimenticios en México han sido radicales. En las familias más pobres del país el consumo de refrescos se ha incrementado en 60% y en las más ricas en 45%, en los últimos 14 años. Y lo más dramático, el consumo de frutas y verduras bajo un 30% en ese periodo (1). Por su parte las empresas alcanzan ventas formidables, Coca Cola realiza el 11% de sus ventas mundiales en México.

 

Los datos oficiales muestran una situación fuera de control. Entre los niños de 5 a 11 años el sobrepeso y la obesidad creció un 40% en los últimos 7 años y en ese mismo periodo la circunferencia promedio de las mujeres en edad fértil aumentó 10 centímetros. Entre los mayores de 20 años, 71.9% de las mujeres (alrededor de 24,910,507) y 66.7% de los hombres (alrededor de

16,231,820) tienen sobrepeso u obesidad. Uno de cada tres hombres y mujeres adolescentes tiene sobrepeso u obesidad (2). Paralelamente, la diabetes tuvo un crecimiento del 3% anual. De acuerdo al Instituto Nacional de Salud Pública el costo para el sector salud del tratamiento de la diabetes es superior a los 3 mil millones de pesos. La Comisión Mexicana sobre Macroeconomía y Salud señala que los costos indirectos son 6.6 veces mayores que los costos de tratamiento, es decir de cerca de 20 mil millones de pesos (3).

La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006, después de exponer el grave panorama del sobrepeso y la obesidad en México indica que “Los resultados señalan la urgencia de aplicar medidas conducentes a la prevención de la obesidad en los escolares” y “El aumento de la prevalencia de obesidad en los últimos siete años en México es alarmante, ya que ocurre en todos los grupos de edad. Es urgente aplicar estrategias y programas dirigidos a la prevención y control de la obesidad del niño, el adolescente y el adulto”. El Informe Salud 200-2005 de la Secretaría de Salud señala “La magnitud que ha alcanzado este problema permite calificar la situación de la obesidad en México como una epidemia que requiere de acciones inmediatas como la promoción a nivel poblacional de la actividad física y restricciones al consumo de alimentos de calidad nutricional inadecuada en escuelas y oficinas”. Se concluye en la necesidad de realizar “programas de prevención y control” y regulaciones para “restringir el consumo de alimentos de calidad inadecuada en escuelas y oficinas”.

Por otro lado tenemos a las empresas. ConMéxico, que agrupa, entre otras, a las empresas procesadoras de alimentos, en su Informe de Actividades 2006 establece : “Los conceptos de “alimentos chatarra” y “alimentos de bajo y nulo valor nutricional” son subjetivos y discrecionales” y “CONMÉXICO se ha manifestado claramente en contra de cualquier tipo de acción para prohibir la venta o consumo en las escuelas de “alimentos de bajo o nulo valor nutricional”.

Sin información en las etiquetas de estos productos sobre los riesgos que significa su consumo frecuente; sin regulaciones a su publicidad y, en especial, la que dirigen a los niños; sin restricciones a la venta de estos productos que se convierten en los más accesibles (desde los grandes centros comerciales hasta las comunidades más pobres)de manera especial en las escuelas, oficinas y hospitales; sin campañas gubernamentales que promuevan hábitos alimenticios sanos señalando se manera clara cuáles son los productos que deben consumirse menos; en México lo que prevalece es un ambiente obesigénico con muy graves consecuencias para la salud de millones de personas, para la economía del país y de millones de familias.

1. “Obesity and nutrition-related chronic disease in middle income countries: the case of México”. Dr. Simon Barquera, Dr. Mario Flores. Artículo aparecido en “Understanding and Overcoming Obesity: The need for action”. Decision Media,Conference of Montreal. Health Decision Series. Edited by Gil Rémillard. 2004.

2. Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006, Secretaría de Salud.

3. Macroeconomía y Salud. Invertir en salud para el desarrollo económico. Comisión Mexicana sobre Macroeconomía y Salud. Fondo de Cultura Económica, 2006.

Boletín médico del Hospital Infantil de MéxicoISSN 1665-1146 versión impresa

Bol. Med. Hosp. Infant. Mex. v.63 n.3  México may./jun. 2006

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Artículo original

 

Hábitos de alimentación e ingestión de calorías en un grupo de niños y adolescentes obesos

 

Dietary habits and calories intake of overweight and non overweight children and adolescents

 

Dr. en C. Enrique Romero–Velarde1,2, PhD. Octavio Campollo–Rivas3, M. en C. Juan Francisco Castro–Hernández2, Dra. Rosa M. Cruz–Osorio2, Dr.

en C. Edgar M. Vásquez–Garibay1,2

 

1 Instituto de Nutrición Humana, Departamento de Clínicas de la Reproducción Humana, Crecimiento y Desarrollo Infantil, Centro Universitario de Ciencias de la Salud, Universidad de Guadalajara

2 División de Pediatría, Clínica para la Atención de Niños y Adolescentes con Obesidad, Hospital Civil de Guadalajara Dr. Juan I. Menchaca

3 Centro de Alcoholismo y Adicciones CUCS, Guadalajara, Jalisco, México.

 

Solicitud de sobretiros: Dr. Enrique Romero Velarde Unidad de Investigación en Ciencias de la Salud Edificio anexo al Hospital Civil Dr. Juan I. Menchaca, 3er. piso, ala norte Salvador Quevedo y Zubieta # 750, Col. Independencia, C.P. 44340, Guadalajara, Jalisco, México.

 

Fecha de recepción: 13–06–2006 Fecha de aprobación: 01–08–2006

 

Resumen

Introducción. Objetivo: comparar los hábitos alimentarios y consumo de energía en niños y adolescentes obesos y no obesos.

Material y métodos. Estudio transversal analítico en 71 sujetos obesos (índice de masa corporal [IMC] > centila 95) y 75 no obesos (IMC centilas 5 a 85) de 5 a 15 años de edad (promedio 9.8). Se realizaron encuestas alimentarias por recordatorio de 24 horas. Se calcularon: consumo de energía, macronutrimentos y alimentos de consumo común.

Resultados. El consumo de energía y grasas fue mayor en niños obesos (P < 0.001). Los 5 alimentos referidos más frecuentemente fueron: leche, tortillas, frijoles, refrescos y agua de frutas. Los productos chatarra fueron referidos más frecuentemente que frutas y verduras.

Conclusiones. El consumo de energía en niños obesos fue superior al de no obesos, lo que puede explicar la presencia de obesidad. Es preocupante el consumo frecuente de refrescos y productos chatarra. La obesidad se debe prevenir a través de la educación y fomento de hábitos de alimentación y estilos de vida saludables.

Palabras clave. Obesidad; niños y adolescentes; ingestión de calorías; ingestión de grasas; hábitos de alimentación.

 

Abstract

Introduction. Objective. To compare the dietary habits/energy intake of overweight and non–overweight children and adolescents.

Material and methods. A cross–sectional 24–hour dietary recall study was conducted of 71 overweight (body mass index > 95th percentile) and 75 non–overweight children and adolescents ages 5 to 15 years (mean 9.8 ± 2.8). Energy and nutrient intake were calculated and foods most frequently eaten were identified.

Results. Overweight children consumed more total kilocalories and fats (P < 0.001). The 5 top foods consumed were milk, corn tortillas, beans, sodas and fruit water in both groups. Junk food was consumed more frequent than fruits and vegetables.

Conclusions. Energy intake was higher in obese children and adolescents, and can be related with the presence of obesity. It is worrisome that sodas were among the most frequently consumed food items. Obesity should be prevented by promoting healthy food habits and lifestyle.

Key words. Obesity; children and adolescents; energy intake; fat intake; food

habits.

 

Introducción

La prevalencia de obesidad en niños y adolescentes se ha incrementado en las dos últimas décadas en países desarrollados y en los de menor desarrollo.1,2 En México, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Nutrición 1999 (ENN 1999), 27.2% de niños en edad escolar (5 a 11 años) presentan sobrepeso, tomando como criterio diagnóstico al índice de masa corporal (IMC) superior a la centila 85 del patrón de referencia obtenido en la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (NHANES I) de los Estados Unidos de Norteamérica (EUA).3,4

El exceso de grasa corporal que caracteriza a niños y adolescentes con obesidad se debe a la presencia combinada de factores genéticos y ambientales, y resulta de la ingestión de energía que excede el gasto y los requerimientos para el crecimiento durante un período prolongado de tiempo. Este exceso puede ser pequeño pero su persistencia a través del tiempo puede llevar a obesidad.5

Los estudios que han comparado la ingestión de calorías entre niños obesos y no–obesos muestran resultados contradictorios; la mayor parte no muestran diferencias en su consumo promedio, e incluso se ha reportado que es significativamente menor en niños obesos cuando se expresa con relación al peso corporal (kilocalorías por kg de peso por día).5–7 Sin embargo, otros estudios sobre conducta alimentaria en niños obesos han demostrado que consumen mayor cantidad de energía que los no–obesos.8–11 Se ha observado que los individuos obesos, incluidos los adolescentes, suelen reportar un menor consumo de energía a su consumo real y que la obtención de información sobre sus hábitos alimentarios es mejor cuando los padres participan en la encuesta, lo que puede sugerir la existencia de errores metodológicos en el momento de la evaluación.12–14

Se ha descrito que el consumo excesivo de grasas puede ser otra variable relacionada con obesidad.15,16 En los EUA la ingestión de grasas expresada como porcentaje del consumo total de energía, ha disminuido en niños y adolescentes en las últimas décadas, manteniéndose aún por arriba del límite superior recomendado (30% de la distribución energética total) .17,18 En México, la ENN 1999 mostró que la mediana del consumo de lípidos en el ámbito nacional fue de 47.9 g en niños de 5 a 11 años, siendo más elevada en zonas urbanas, en donde representó 33% del consumo total de energía, a diferencia de las rurales en las que representó 26% aproximadamente.4

Conforme avanza la urbanización de los países en vías de desarrollo, los hábitos alimentarios se modifican, especialmente en aquellos que migran hacia zonas urbanas, quienes incrementan el consumo de alimentos energéticamente densos (ricos en azúcares simples, edulcorantes y grasas) y reducen su actividad física. Dichos cambios han contribuido al incremento en la prevalencia de obesidad en estos países.19 En los EUA el consumo de comida rápida y bebidas industrializadas, se ha asociado al incremento en el consumo de calorías, desplazamiento de alimentos saludables en la dieta e incremento en el riesgo de

sobrepeso.20–22

Por lo tanto, el propósito del presente trabajo fue comparar los hábitos de alimentación de un grupo de niños y adolescentes obesos y no–obesos de medio socioeconómico bajo e identificar si existen diferencias en el consumo de calorías y/o grasas que pudieran influir en la presencia o persistencia de obesidad.

 

Material y métodos

Se realizó un estudio transversal, analítico, en sujetos obesos y no–obesos que acudieron a la Consulta Externa del hospital en el período comprendido entre enero de 1998 a diciembre de 2000.

Se incluyeron niños y adolescentes de 5 a 15 años de edad; un pediatra evaluó a todos los candidatos a ingresar al estudio con el propósito de excluir a aquellos con enfermedades sistémicas (ej.:asma bronquial, trastornos neurológicos, etc). Una vez identificados, se invitó a los sujetos y sus padres a participar en el estudio, solicitando su autorización y explicándoles el motivo y los objetivos del mismo. El grupo de obesos estuvo formado por 71 niños y adolescentes (31 mujeres y 40 hombres) con IMC (IMC: peso [kg]/talla2 [m]) superior a la centila 95 y pliegue cutáneo tricipital superior a la centila 90 del patrón de referencia del National Center for Health Statistics.23 El grupo de no–obesos estuvo formado por 75 niños y adolescentes (37 mujeres y 38 hombres) con IMC entre las centilas 5 y 85. La mayor parte de niños del grupo control eran sanos y se encontraban acompañando a un familiar o acudieron a consulta por padecimientos menores que no afectaban la ingestión de alimentos.

Se realizó una entrevista para conocer las características generales y familiares de cada sujeto y una encuesta alimentaria por recordatorio de 24 horas para identificar el consumo de alimentos.24 Las entrevistas se realizaron en privado y se contó en todos los casos con la presencia de la madre. Se utilizaron medidas caseras como ayuda para cuantificar las porciones de alimentos y bebidas consumidas. Se interrogó acerca del hábito de realizar ejercicio en forma habitual (fuera de las actividades escolares) y tipo de deporte practicado; previa estandarización se midieron peso y talla de acuerdo a técnicas descritas.25

Análisis estadístico

Se calcularon los índices peso/edad, peso/talla, talla/edad e IMC. Se analizó el consumo de alimentos de cada participante considerando el tipo de alimento reportado, el grupo de alimentos y tiempo de comida (desayuno, comida, cena y refrigerios) . El consumo de energía y macronutrimentos se calculó utilizando el programa Mexfoods, que es una versión computarizada de las tablas de valor nutritivo de los alimentos de mayor consumo en México (edición internacional) que incluye 635 alimentos. Se calcularon los promedios de consumo diario de energía (kcal/día y kcal/kg/día), la ingestión de macronutrimentos (expresados como porcentaje del consumo total de energía) y el consumo de grasas (gramos por día) y se contrastaron entre obesos y no–obesos y entre hombres y mujeres

con la prueba t de Student.26

Cada alimento se clasificó en una de las siguientes categorías para comparar su consumo entre grupos: cereales y derivados, leguminosas, leche y derivados, carnes y huevo, frutas, verduras y productos "chatarra" (alimentos energéticamente densos, con pobre contenido nutrimental y alto costo proporcional). Se calculó la frecuencia de consumo para cada una de las categorías.

El análisis estadístico se realizó con los programas de cómputo Epi Info versión 6.0 y SPSS versión 10.0. El trabajo se realizó con la aprobación del Comité de Ética del Hospital.

 

Resultados

Se incluyeron 71 niños y adolescentes en el grupo de obesos y 75 en el de no–obesos; el promedio de edad para todo el grupo fue de 9.8 ± 2.8 años sin diferencias entre grupos. Las razones más frecuentes por las que los niños y adolescentes obesos acudieron al hospital fueron: evaluación y manejo de sobrepeso (47.8%) y consulta de control por procesos infecciosos de vías respiratorias superiores (16.9%); otras causas se relacionaron con problemas dermatológicos u oftalmológicos menores (35.3%). En el grupo de no–obesos las causas más frecuentes de visita al hospital fueron el hecho de acompañar a un familiar (45.3%) y consulta de control por un proceso infeccioso de vías respiratorias superiores (16%); el resto cursaban con padecimientos menores como los descritos en el grupo de obesos.

Las características demográficas y familiares no mostraron diferencias significativas entre el grupo de obesos y los no–obesos. La práctica de un deporte fue reportada con mayor frecuencia en el grupo de niños y adolescentes no–obesos (P < 0.001). Los promedios de IMC y los índices peso/edad, peso/talla y talla/edad fueron superiores en el grupo de obesos. No hubo diferencias significativas entre obesos y no–obesos en el consumo de macronutrimentos al expresarlos como porcentaje de la ingestión total de energía; sin embargo, el grupo de obesos reportó un consumo superior de grasas (gramos/día) y colesterol (mg/día) (Cuadro 1).

El grupo de niños y adolescentes obesos tuvo un consumo más elevado de energía (kcal/día) que el grupo de no–obesos (P < 0.001) con ingestión más elevada en todos los tiempos de comida, exceptuando la cena; de la misma forma, en el análisis por género, el grupo de obesos presentó un mayor consumo de calorías. Sin embargo, al expresar su consumo en kcal/kg/día fue más elevado en el grupo de no–obesos. Los no–obesos que practicaban un deporte reportaron un consumo de calorías superior a aquellos no–obesos que no practicaban deporte (1 884 vs 1 738 kcal/día; P < 0.05); sin embargo, los obesos que reportaron la práctica de un deporte no mostraron diferencias en el consumo de energía respecto a los obesos que no lo practicaban (2 313 vs 2 351 kcal/día). Tanto en el grupo de obesos como en el de no–obesos los hombres consumieron más energía que las mujeres pero la diferencia fue significativa solamente para

el grupo de no–obesos (Cuadro 2).

El cuadro 3 muestra los 10 alimentos reportados con mayor frecuencia en las encuestas alimentarias. Los cinco alimentos consumidos con mayor frecuencia en los dos grupos fueron: leche, tortillas, frijoles, refrescos y agua de frutas aunque en diferente orden. Alimentos como las frutas y verduras no se encuentran en este listado.

Respecto al consumo de grupos de alimentos en los diferentes tiempos de comida, los cereales y derivados fueron los reportados con mayor frecuencia en el desayuno, comida y cena por los dos grupos, seguidos de la leche y derivados en el desayuno y la cena; estos alimentos constituyeron alrededor de 60% del total de menciones en los dos grupos. Para ambos grupos, 50% de los alimentos reportados en los refrigerios fueron considerados como alimentos chatarra y se reportó consumo de refrescos en todos los tiempos de comida (Cuadro 4).

 

Discusión

En la actualidad se considera a la obesidad, en niños y adolescentes, como uno de los principales problemas de Salud Pública alrededor del mundo, debido al incremento en su prevalencia y al impacto que tiene sobre la salud de quienes la padecen. Por lo tanto, existe gran interés por el estudio de los aspectos ambientales y conductuales asociados a la enfermedad, particularmente los que se relacionan a los hábitos de alimentación de la población.2,18 Este tipo de estudios tienen la finalidad de identificar aspectos ambientales, cuya modificación puede tener un impacto positivo en la presencia y persistencia de la enfermedad, así como identificar patrones alimentarios que pueden contribuir al desarrollo de obesidad para ser considerados en programas de prevención.

En el presente trabajo se encontró que la ingestión total de energía (kcal/día) fue mayor en el grupo de obesos que en los controles, lo que puede explicar el desarrollo y persistencia del exceso de peso en este grupo de niños y adolescentes. Este hallazgo difiere de otros reportes que no han encontrado diferencia en el consumo de calorías diaria entre niños obesos y no–obesos. Por otro lado, se encontró que la ingestión diaria de energía expresada por kilogramos de peso corporal fue significativamente menor en niños y adolescentes obesos, hallazgo consistente con lo reportado por otros autores.5

Como se ha sugerido en otros estudios, el hecho de no encontrar diferencias en el consumo diario de energía entre niños obesos y no–obesos puede deberse al sub–reporte de la ingestión de alimentos por niños y adolescentes obesos,12–14 motivo por el que se decidió incluir a la madre de los participantes en todas las entrevistas con el propósito de mejorar la calidad de la información obtenida.

Además de encontrar que los niños y adolescentes obesos consumieron más calorías que los no–obesos en todos los tiempos de comida, encontramos que en promedio el grupo de obesos consume 15.7% de la energía diaria durante los refrigerios, casi el doble de la cantidad consumida en este tiempo de comida por el grupo de no–obesos. Este hallazgo es importante si se considera que 50% de los alimentos consumidos en refrigerios fueron clasificados como "productos

chatarra". Estudios realizados en niños en EUA han reportado que la proporción de alimentos que consumen en restaurantes y establecimientos de comida rápida incrementó cerca de 300% entre 1977 y 1996,20 otros han señalado que las bebidas embotelladas (jugos, refrescos y bebidas suaves) representan 20 a 24% del consumo total de energía en niños de todas las edades.18 Los hallazgos en este estudio con relación a la ingestión de refrescos en todos los tiempos de comida, y en particular en los refrigerios, son consistentes con dichos reportes, especialmente en niños con obesidad.8,18

En este estudio, los niños obesos consumieron mayor cantidad de grasas (y sus fracciones) que los no–obesos, lo que puede relacionarse al mayor consumo de alimentos como las carnes y huevo en todos los tiempos de comida (desayuno, comida y cena). Al expresar el consumo de grasas como porcentaje de la ingestión total de energía, los dos grupos tuvieron una ingestión inferior al límite superior recomendado (30% de la energía como grasa). Es importante señalar que el exceso en el consumo de grasa se ha relacionado a la presencia de obesidad en modelos animales y a mayor acumulo de grasa corporal en niños y adultos.8,16,27

Estudios previos realizados en niños y adultos de zonas urbanas de México han reportado que el consumo de frutas y verduras es bajo mientras que el de refrescos es excesivo.28,29 Es preocupante que los refrescos se encuentren entre los productos más consumidos por niños y adolescentes en el presente estudio y que los grupos de frutas y verduras no se encuentren entre los más consumidos, tanto en obesos como en no–obesos. Sin embargo, los no–obesos reportaron consumir más verduras que los obesos, mientras que estos últimos reportaron mayor consumo de frutas y agua de frutas que contienen más azúcares y que pueden contribuir al exceso en el consumo de energía en este grupo de niños y adolescentes.

Hay que señalar que el hallazgo de un consumo superior de calorías en obesos no excluye la posibilidad de que tuvieran una ingestión de energía similar o incluso menor a los no–obesos en períodos previos a la ganancia excesiva de peso. Este tipo de estudios pueden sugerir al consumo excesivo de energía como una posible causa de la persistencia de obesidad en niños y adolescentes y permite identificar los hábitos alimentarios que constituyen un probable factor de riesgo.

Otro hallazgo interesante del presente trabajo fue el hecho que la práctica de un deporte fue reportada más frecuentemente por niños no–obesos y que en este grupo el consumo de calorías fuera superior a sus pares que no practican deporte. Podemos especular que los niños y adolescentes no–obesos que practican un deporte consumen más calorías en respuesta a mayores demandas impuestas por el ejercicio, mientras que los obesos que participan en una actividad deportiva pueden realizarla con menor intensidad sin que implique un incremento en la demanda de energía.

La prevalencia de obesidad en niños y adolescentes se ha incrementado en México, al igual de lo que sucede en otros países. Sin duda alguna las modificaciones en el estilo de vida que han sucedido en las últimas décadas, particularmente en zonas urbanas, influyen sobre el balance de energía al promover el sedentarismo y el consumo de alimentos de elevada densidad energética, ricos en hidratos de carbono simples y grasas saturadas, que han

desplazado a los alimentos considerados tradicionales. Lo anterior constituye un reto para los profesionales encargados de vigilar la salud, crecimiento y desarrollo de los niños en el contexto de lograr una prevención eficaz del sobrepeso y obesidad a través de su identificación oportuna, así como de la educación y fomento de hábitos de alimentación y estilos de vida saludables.

 

Referencias

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