hisotria de Tomás

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Historia de Tomás Tomás ejemplifica la compulsión y el don especial de los 5/6/7. La respuesta característica de este discí- pulo es contestada por Jesús, que lleva a Tomás más allá de sus limitaciones haciéndole un testigo diferen- te. La misión de Tomás es la del que utiliza la singu- laridad de su persona. Es una misión bastante diferen- te a la de María Magdalena. Una historia de miedo El primer día de la semana (Cfr. Jn 20, 19-29), el día en que Jesús resucitó, los discípulos estaban reuni- dos en una habitación cerrada por miedo a los judíos. Su líder había muerto. ¿Quién les podía asegurar que no serían ellos los próximos en ser asesinados? Jesús entró en donde estaban a pesar de estar la puerta cerra- da con un mensaje de paz y de fortaleza del Espíritu. Este Espíritu les dio poder y les capacitó para conocer el pecado y el perdón; a partir de entonces podrían deter- minar cuándo perdonar; podrían decidir y actuar. Sin embargo, Tomás no estaba con ellos en ese momento. No sabemos dónde estaba ni lo que estaba 70 © narcea, s.a. de ediciones haciendo. Quizás incluso había pensado que estar reu- nidos para protegerse y apoyarse mutuamente supo- nía un peligro. Los acontecimientos de los últimos días le habían confundido. Acababa de perder al hom- bre que había prometido ofrecer respuestas a su bús- queda de significado de la vida. Hasta entonces había pensado que Jesús le había brindado las soluciones que estaba buscando. Su líder le había fallado al no impresionar a sus acusadores con respuestas adecua- das a sus preguntas. Tomás no estaba seguro de quién era Jesús. Quizás lo que había visto como sabiduría solo era vacío. Qui- zás se había engañado aceptando a Jesús y lo que pro- metía. Pasara lo que pasara, Tomás se sentía perdido; obviamente había malentendido el mensaje de Jesús. Necesitaba privacidad y tiempo a solas para modificar los datos de su experiencia con Jesús para, revisándo- la, ver en dónde había tenido percepciones incorrectas o conclusiones inapropiadas. Anonimato ambivalente También puede ser significativo que Tomás tuviera un hermano gemelo. El anonimato de los 5/6/7, el sen- timiento de no ser tenidos en cuenta por los demás, infravalorados, e incluso de pasar desapercibidos, toma relevancia cuando recordamos que Tomás había vivido muy unido a otra persona. El momento en el que un individuo marca el inicio de la vida no lo vivió Tomás en soledad. Siempre había estado acompañado por alguien con el que compartía la atención. Podríamos preguntarnos si los discípulos habían notado la ausen- cia de Tomás. Quizás sólo después se dieron cuenta de que no había tenido la misma experiencia de la pre- sencia de Jesús, de su Espíritu y de su llamada a com- © narcea, s.a. de ediciones 71

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Tomás ejemplifica la compulsión y el don especial de los 5/6/7. La respuesta característica de este discí- pulo es contestada por Jesús, que lleva a Tomás más allá de sus limitaciones haciéndole un testigo diferen- te. La misión de Tomás es la del que utiliza la singu- laridad de su persona. Es una misión bastante diferen- te a la de María Magdalena. Anonimato ambivalente Una historia de miedo 71 © narcea, s.a. de ediciones © narcea, s.a. de ediciones

Transcript of hisotria de Tomás

Historia de Tomás

Tomás ejemplifica la compulsión y el don especial de los 5/6/7. La respuesta característica de este discí­pulo es contestada por Jesús, que lleva a Tomás más allá de sus limitaciones haciéndole un testigo diferen­te. La misión de Tomás es la del que utiliza la singu­laridad de su persona. Es una misión bastante diferen­te a la de María Magdalena.

Una historia de miedo

El primer día de la semana (Cfr. Jn 20, 19-29), el día en que Jesús resucitó, los discípulos estaban reuni­dos en una habitación cerrada por miedo a los judíos. Su líder había muerto. ¿Quién les podía asegurar que no serían ellos los próximos en ser asesinados? Jesús entró en donde estaban a pesar de estar la puerta cerra­da con un mensaje de paz y de fortaleza del Espíritu. Este Espíritu les dio poder y les capacitó para conocer el pecado y el perdón; a partir de entonces podrían deter­minar cuándo perdonar; podrían decidir y actuar.

Sin embargo, Tomás no estaba con ellos en ese momento. No sabemos dónde estaba ni lo que estaba

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haciendo. Quizás incluso había pensado que estar reu­nidos para protegerse y apoyarse mutuamente supo­nía un peligro. Los acontecimientos de los últimos días le habían confundido. Acababa de perder al hom­bre que había prometido ofrecer respuestas a su bús­queda de significado de la vida. Hasta entonces había pensado que Jesús le había brindado las soluciones que estaba buscando. Su líder le había fallado al no impresionar a sus acusadores con respuestas adecua­das a sus preguntas.

Tomás no estaba seguro de quién era Jesús. Quizás lo que había visto como sabiduría solo era vacío. Qui­zás se había engañado aceptando a Jesús y lo que pro­metía. Pasara lo que pasara, Tomás se sentía perdido; obviamente había malentendido el mensaje de Jesús. Necesitaba privacidad y tiempo a solas para modificar los datos de su experiencia con Jesús para, revisándo­la, ver en dónde había tenido percepciones incorrectas o conclusiones inapropiadas.

Anonimato ambivalente

También puede ser significativo que Tomás tuviera un hermano gemelo. El anonimato de los 5/6/7, el sen­timiento de no ser tenidos en cuenta por los demás, infravalorados, e incluso de pasar desapercibidos, toma relevancia cuando recordamos que Tomás había vivido muy unido a otra persona. El momento en el que un individuo marca el inicio de la vida no lo vivió Tomás en soledad. Siempre había estado acompañado por alguien con el que compartía la atención. Podríamos preguntarnos si los discípulos habían notado la ausen­cia de Tomás. Quizás sólo después se dieron cuenta de que no había tenido la misma experiencia de la pre­sencia de Jesús, de su Espíritu y de su llamada a com-

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prometerse y actuar. Perdido y confundido, podría estar ausente sin que se notase.

Fuera como fuese, Tomás añoró la acción en la que los demás habían participado. Había estado ausente de la comunidad. Quizás estaba intentando descubrir lo que había pasado o necesitaba un refugio más seguro y privado que el que le ofrecían los discípulos reuni­dos en una habitación. Es característico de los 5/6/7 sentir que la vida pasa de largo mientras ellos intentan darle sentido y ajustaría dentro de alguna globalidad perceptual significativa. Otros viven la vida decidien­do y haciendo cosas mientras que ellos permanecen al margen buscando la clave que les proporcione los impulsos necesarios para actuar.

La postura hiperperceptiva

Cuando vuelve a encontrarse con los discípulos, le cuentan la visita de Jesús. Tomás escucha mientras se le pide que crea lo que le parece imposible. ¿Cómo puede haber aparecido un hombre que está muerto, andando y hablando? ¿Cómo ha podido entrar en la habitación con las puertas cerradas? No tiene sentido; debe de haber otra explicación. Puede que estuvieran tan aturdidos que se sugestionaran y se dejaran llevar por los miembros más histéricos del grupo. Debe haber alguna explicación lógica para todo esto. Por lo tanto, Tomás no acepta lo que le cuentan. Escucha el relato, pero es una historia que sólo un tonto creería. Es un hecho demasiado significativo para un razonamiento tan superficial, especialmente cuando se lo ofrecen per­sonas que no tienen ninguna autoridad a este respecto.

Tomás era una persona honesta por lo que no iba a pretender que creyeran que aceptaba esa historia cuando no era cierto. Les dijo que rechazaba lo que le decían

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hasta que él pudiera reunir sus propios datos. Si el apa­recido fuera realmente Jesús, su cuerpo tendría que ser el de un hombre crucificado. Tendría que tener marcas de clavos en sus manos y la señal de la lanza del sol­dado que había rajado su cuerpo. Tomás no había esta­do cerca de Jesús en esos momentos, pero probable­mente había visto el martirio desde lejos y cómo un hombre le había clavado una lanza en el costado para confirmar su muerte. El examen del cuerpo del Maes­tro en el que había confiado como fuente del signifi­cado de la vida, resolvería sus preguntas.

Jesús dejó a Tomás vivir con sus dudas durante un tiempo. Al cabo de ocho días volvió del mismo modo que antes: a través de las puertas cerradas y, una vez más, con un mensaje de paz. Esta vez Tomás estaba presente. Jesús se dirigió a él. Aparentemente Tomás le importaba; incluso parecía que había sido la razón de su visita. Parece que Jesús conocía bien a Tomás y sabía que solo los datos le podían satisfacer.

A Tomás, que vivía en el mundo interior de las ideas, las intuiciones y las relaciones perceptivas, se le pide lo contrario que Jesús había pedido a María Mag­dalena. En vez de que permanezca a solas consigo mismo, sin ser tocado o tocar, Jesús le pide que le dé la mano.

Jesús condujo a Tomás fuera de sí mismo. Tomás necesitaba vivir en otro mundo para completar su expe­riencia. De la misma manera que María Magdalena tuvo que interiorizarse, Tomás tuvo que salir fuera de sí mismo para estar en contacto con Jesús.

Lo que ocurrió cuando Jesús y Tomás se encontra­ron mediante el contacto físico, no lo revela el pasaje del evangelio. Seguramente sucedió algo profundo y personal, algo parecido a recibir el Espíritu de Jesús, pero no como a uno del grupo, sino personalmente. Tomás no podía negar esta atención especial de Jesús

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y comprendió que había venido en busca de personas individuales y que había vuelto para subrayar esa ver­dad, especialmente a Tomás.

Llegar a ser creyente

Jesús le dijo a Tomás que necesitaba ir de la duda a la fe. ¿Qué quiere decir esto para los 5/6/7? Pienso que tiene que ver con pasar de una respuesta mera­mente perceptual a una total. Aunque Tomás quería datos para sostener lo que los discípulos afirmaban, que Jesús había venido y les había insuflado su Espíritu, lo hacía solo a nivel perceptual. Tomás escuchó sus pala­bras pero se equivocó al oír sus experiencias. Aparen­temente omitió captar en ellos lo que también omitía en sí mismo: la respuesta total de las personas que habían sido inspiradas, llenas de fuerza, dotadas de ple­nitud y vida.

En vez de recordar lo que en vida les había ense­ñado Jesús en la comunidad de creyentes, persistió en la idea de buscar datos objetivos que pudiera confir­mar visualmente. Jesús invitó a Tomás a que viviera su vida física y afectivamente. Sólo mediante esa vida total podrá darse cuenta de las vidas genuinas del resto de las personas.

La respuesta humana plena

Tomás escuchó el mensaje que Jesús le dirigía. El retorno de Tomás a su experiencia sentida, a la globa-lidad de la vida, le impulsó a una respuesta total. Se dio cuenta de que Jesús estaba verdaderamente presente; que no era un mero recuerdo. Tampoco era un gurú inte­lectual o un manipulador de percepciones. Jesús fue

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alguien que dijo: «Tócame; no me mires simplemente. Pon tu mano en la mía. No permanezcas dentro de ti mismo ni reúnas información sobre mi persona. Cono­ce la verdad tocándola. Siente todo lo que he dado por ti y lo que hecho por ti, para que puedas vivir. Date cuenta de la profundidad de la herida de mi costado, que me ha dejado sin sangre por ti».

Tomas respondió yendo a su encuentro, descubrien­do que al hacerlo, toda su persona quedaba implicada, no sólo su función perceptual. Ofreció a su maestro una fe que implicaba a su corazón, su cuerpo y su mente. Había pensado que lo que se le pedía en esta vida era encontrar a un experto a quien seguir, alguien con quien aliarse y que le proporcionara la clave última del mis­terio de la vida. En realidad, llegó a comprender que Jesús era mucho más que la solución a las respuestas y los problemas humanos; era un hombre completa­mente comprometido con Dios y con los que Dios había creado. Amaba a todos y los amaba con la sin­gularidad que hizo de Tomás una persona preocupada por los demás y comprometida.

Jesús reafirmaba a todos los que creían sin ver, pero no condenó a Tomás. Aceptó su necesidad de reunir datos, por muy árido que fuera su pensamiento, y le respondió como necesitaba: con información objetiva. Entonces Tomás se sorprendió viendo cuánto Espíritu y Vida había más allá de lo perceptual. Jesús se dio a Tomás con su corazón amante y pleno, y su cuerpo para ser tocado, comido y asimilado.

Jesús se transformó en el compañero que ejempli­fica la respuesta humana completa a la que convoca la misión cristiana. Condujo a Tomás al mundo temi­ble al que creía que no tenía nada que ofrecer excep­to sus ideas, sus intuiciones y sus relaciones mentales. Impulsó su mente y su cuerpo, su pensamiento y su acción, su conciencia y su convicción, su apreciación

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y su creencia. Pero no le dejó sólo en su camino sinoque se transformó en la inspiración que Tomás necesi-taba y que continuaría necesitando cada día de su vida.

La gratitud de Tomás explotó en una respuesta emo-cional desacostumbrada: «Señor mío y Dios mío». Losque habían visto a Jesús solo ocho días antes renova-rían entonces su compromiso aunque no sabemos queexpresaran sus creencias en el encuentro con el Señorresucitado. Tomás, por su necesidad de conocer, inves-tigar y verificar, sostener y validar, consiguió para todala comunidad de discípulos la oportunidad de ser infor-mados de la fe mediante el sentimiento, consideradocreencia, y la experiencia de la plenitud del mensajede Cristo, que es su misma presencia.

Los seguidores de Tomás, los que prueban con pro-fundidad, investigan pacientemente y buscan para en-contrar y participar de la persona de Jesús, continúanofreciendo ese testimonio a la comunidad cristiana. Esees el don especial de los 5/6/7.

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