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HIJOS DEL HIJOS DEL SOL VII SOL VII

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HIJOS DEL HIJOS DEL

SOL VIISOL VII

HELIOCENTRO - REVISTA ESOTERICA - 2

Lleva el hombre en su genéticaimpresos los cuatro elementospero lo olvidó en su memoriacon el transcurrir de los tiempos.Quiso el Creador poner Aguapara que emanaran sentimientos.Poner Viento en la memoriay que surgieran los pensamientos.Sumarle Tierra para darle formay crearle con ella un cuerpo.Por último le regaló su Fuegohaciéndole creador de otros cuerposy siendo creador como Élse expandiera en el Universo.Pero lo olvidó el hombre en su memoriay si no lo recuerda a tiempoactuarán fuera en la Tierraactuarán dentro en el cuerposon nuestra memoria genéticason los Cuatro Elementos.

E.V.

LLOS CUUATRO ELLEMENNTOS

HELIOCENTRO - LOS TEMPLARIOS - 3

HIJOS DEL SOL VII

LLOS OS TEMPLARIOSTEMPLARIOS

PPara Payen de Mondidier, aquel día noera distinto de los que habían construi-do su feliz infancia. Hijo de caballeros,

de posición acomodada. Desde su nacimiento,parecía que su vida respondería a lo que de surango y posición se esperaba de él. Primero,escudero de alguno de los caballeros delConde de la Champagne y luego, si su valor ysus méritos eran suficientes, sería nombradocon el mismo rango que su padre. Con eltiempo la Tierra Santa le daría la gloria o lamuerte a las que todo buen cristiano aspiraba.Transcurría el año 1005 de nuestro Señor.Payen contaba con dieciséis años. El mes deFebrero resultaba extremadamente frío enaquellas latitudes de Francia. El jergón delana, en la precaria cama, albergaba uncuerpo bien formado. Atlético y bien entrenadopara el combate. Las cacerías de lobos y jaba-líes, habían conseguido crear todo un guerre-ro, preparado para cualquier contienda, peroPayen no estaba listo para el mundo delsueño, el terror nocturno y para enfrentarse alos fantasmas sin cuerpo, sin lógica y sinsentido.

Aquella noche vio algo absolutamente trascen-dente que impulsaría toda su vida hacia unobjetivo obsesivo y glorioso. El sueño era tanprofundo y tan intenso, que de ninguna

manera podía separar el tiempo y el espacio.El ser que veía era él, pero no en esta época,sino dos mil años antes.

Era un templo en Egipto. En el sueño sabíaque era Menphis. Tenía cerca de cincuenta

años, alto, delgado y con un aire reverente.Emanaba una gran sabiduría.

- ¡Despertad; despertad!.... Han robado eltemplo….! Despertad !

Mi nombre iniciático fue Homet-Nut. Tuve el privilegio de ser admitido en La FraternidadSolar, que creara en su día el faraón Akenatón. Tanto yo, como mis setenta y un herma-nos, juramos servir los valores de los Hijos del Sol, a través de los tiempos, en las

diversas reencarnaciones que se nos asignaran en la Tierra, por los señores del Karma.

Se me ofertó y adquirí el compromiso de revelar el conocimiento.

Fui el guardián del Ojo Sagrado de Ra y se me programó con la facultad de mirar hacia atrás enlos Registros del Tiempo.

Por esto me ha tocado asomarme a este momento, contando cuanto puede ver mi espíritu.

En un determinado estado de conciencia, soy un ser atemporal. Y como en una gran pantalla,veo acontecimientos, percibo sensaciones y revivo situaciones, en las que los miembros de laFraternidad Solar, se han visto envueltos, a través de la Historia.

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Los sacerdotes y los ayudantes del templocomenzaron a correr entre las columnas. Eltesoro compuesto de piedras preciosas y delos viejos papiros de la antigua dinastía noestaban. Los trabajadores hebreos, capitanea-dos por Maser (Moises) se los habían llevado.Las lágrimas y el miedo a la reacción de losdioses hacían que los sacerdotes pasaran dela alarma al pánico. Luego, el sacerdotecomenzó a sentir rabia y desde el mundoonírico, esa rabia se alojaba en las carnes y laconciencia del joven Payen.

Este sueño recurrente aparecía con diversasmodalidades y con más lujo de detalles cadanoche en la vida del aspirante a caballero. El19 de Febrero, fecha de su cumpleaños fuecuando comenzó el tormento, pues al sueñodel robo del templo se le asociaron otros tantosextraños y al parecer conectados entre si.

Payen comentó estas obsesiones a su padresy al sacerdote de la aldea de Montdidier, perotan solo arrancó alguna que otra sonrisacomprensiva, además de reproches pordedicar su tiempo a cosas del diablo.

En sueños se le aparecía un ser que decíallamarse Laiin. Era casi vaporoso, como si notuviera cuerpo. Se trataba de una especie deentidad que con ojos muy expresivos, parecíatener una luz brillante en el entrecejo. Como sifueran tres los ojos y no dos.

- Yo soy Ra, el antiguo Dios, que fui adoradoen Egipto. En los primeros tiempos de aquelpueblo, yo y otros tantos seres venidos del

cielo tomamos cuerpo entre vosotros y osentregamos la cultura, el tejido, las tradicionesy la ciencia que constituyó el legado cultural devuestro pueblo.

Este ser se aparecía en los primeros momen-tos del sueño nocturno y le abandonaba en losprimeros esbozos del despertar matutino.

Devuelve lo que pertenece a mi pueblo - repe-tía Luiin dentro del sueño en forma obsesiva -Con el tiempo, Payen aprendió a moverse enel sueño e interaccionar en el mismo; es decir,respondiendo, moviéndose, contestando a lospersonajes que se asomaban en el mismo.

- ¿Que quieres que devuelva y donde loencontraré?Pero Luiin tan solo le respondía:- ¡Cava…cava….Busca en el suelo ¡

Imágenes nocturnas fueron creándole obsesio-nes y miedos. Sus padres comenzaron apreocuparse cuando comprobaron como aPayen le daba por cavar como un loco en lasproximidades de la torre donde vivían. Y nopudieron sino reprenderle cuando los agujeroscomenzaron a aparecer en el propio patio dearmas.

¿Qué locura se había apoderado de suquerido hijo? No podían hablar con el sacerdo-te, puesto que el Santo Oficio intervendría yesto podía llevar consigo la vergüenza familiary el encarcelamiento y la tortura del propioPayen. En aquel tiempo, estos comportamien-tos se atribuían a las posesiones diabólicas yesquizofrénicas, enajenados y maniacossalían mal parados por la intervención "divina"de la Inquisición.

A lo largo de los cuatro años siguientes, lossueños, percepciones y meditaciones de nues-tro aprendiz de caballero, le habían creado unasegunda personalidad. No sabía bien si era unsacerdote egipcio o un guerrero de su tiempo.No sabía si vivía en Francia o en Egipto. Nosabía si su existencia se daba dos mil trescien-tos años antes del tiempo que los calendariosseñalaban en su aldea. Con el tiempo,aprendió a vivir con estas dos personalidades,

LAIIN

pero en silencio, sin trascender nada haciafuera. Aprendió a vivir en una especie dementira, que ahorraba el dolor a sus padres yla vergüenza y el insulto de sus convecinos.

LALA FRAFRATERNIDAD SOLARTERNIDAD SOLAR

Mientras en Francia la vida transcurría entresonrisas y lágrimas, entre calmas y tempesta-des. Pero en otra unidad espacio temporal,las actuaciones eranmuy diversas: LaFraternidad de los"Hijos del Sol" com-puesta por seres diver-sos, de todos los rinco-nes de nuestra Galaxiaestaban elaborando unplan, que movilizaríadiversas lógicas, per-sonas y recursos.

Para los que llegan aeste relato sin habertenido acceso a losanteriores, diré que laFraternidad de los"Hijos del Sol" fue uncompromiso estableci-do por seres ilumina-dos en el tiempo deAkhenaton; el faraónhereje. Este faraónhabía desafiado a lossacerdotes y a los anti-guos dioses egipcios,creando el culto alúnico y verdadero Dios, Aton (Ra). De una uotra manera, pretendía unificar en un solo cultoa todos los hombres, quitando a los interme-diarios; es decir, evitando la intervención de lossacerdotes.

Pero su plan se había intentado en una socie-dad inmadura, supersticiosa y con multitud detabúes. Por otra parte el ejército y los podero-sos sacerdotes de Amón, habían conspiradocontra él y finalmente su aventura se habíavisto proscrita, para volver de nuevo a las vie-jas tradiciones.

La Fraternidad de los Hijos del Sol, compuestapor iniciados terrestres y seres extraterrestres,se había juramentado para que a través de lassiguientes reencarnaciones, se persiguiera enforma pacífica, y mediante la inteligencia y lailuminación, la sinarquía; es decir, la unión detodas las razas, pueblos y seres vivos sobre elplaneta Tierra. Pero esta sinarquía pasaba porla destrucción de los dioses, ídolos y tradicio-nes religiosas, para dar paso a un dios que

vive en cada animal, encada objeto, en los cora-zones de los sereshumanos. Y este diosno podía ser aceptadopor los cultos que tienena dioses antropomórfi-cos o encarnados enseres humanos. Es poresto que la Fraternidadde los Hijos del Solsigue aún hoy actuandodesde el anonimato ydesde las sombras paraperseguir su sagradojuramento, que liberaráal hombre de lassupersticiones, de losmiedos, de los cielos,infiernos y purgatorios.

Volviendo a Francia y enlos primeros años delsegundo milenio. LaFraternidad Solar habíaelaborado un plan deacción que comprendía

la inserción de sincronizadores magnéticos endiversos caballeros, escogidos de las mejoresy más nobles familias del país galo, para quemediante su intervención, se ensamblaranvalores culturales entre oriente y occidente.

En aquel tiempo, las primeras cruzadas yahabían producido sangrientas guerras por laconquista de los lugares sagrados y enJerusalén el rey Balduino II, gobernaba enforma precaria sobre un territorio cristiano,rodeado de multitud de mahometanos, que enigual medida, pretendía quedarse con dichosterritorios.

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ATON - RA

Se trataba de avanzar en la sinarquía, hacien-do que una casta espiritual, liberada de losdogmas cristianos y otra mahometana, en igualmedida iluminada por valores trascendentales,tomaran contacto y se renovaran los compro-misos establecidos por ambas hacia miles deaños. Pues también entre los musulmanesexistían seres iluminados, que fueron conoci-dos con posterioridad como sufitas, que bebie-ron, con caballeros templarios de los mismosvalores y principios sinárquicos y espirituales.

¿Qué son los sincronizadores magnéticos? Setrata de pequeños trasmisores de diversosmateriales; desde metálicos, hasta etéreos ode plasma, que en forma visible o invisible,seres venidos de las estrellas; nuestros padresgenéticos, han implantado desde el principiode los tiempos en profetas, iniciados y sabios,con el fin de acelerar la evolución de la raza.Es fácil ver su intervención, si vemos cómo enla Biblia, se habla de unas extrañas "lenguasde fuego" se posaron sobre los apóstoles, y elespíritu santo bajó desde entonces sobre ellos,dotándoles del don de profecía, del milagro yde la xenoglosia (facultad de hablar en lenguasdiversas y desconocidas para el sujeto). Conestos pequeños implantes, las entidades supe-riores pueden programar la vida y las inclina-ciones del contactado. En esa misma medida,pueden inducir visiones, sueños o imágenes,acompañadas de sensaciones.

Nueve caballeros en el mismo tiempo, comen-zaron a percibir sensaciones extrañas. Se tra-taba de un puzle, que en cada uno, por si solono tenía sentido, pero si en su conjunto. Solofaltaba ponerlo en contacto y esto se produjo

en forma natural, debido a los acontecimientosque estaban a punto de suceder.

HUGO DE PHUGO DE PAAYNSYNS

Los cruzados, que habían guerreado contra lossarracenos al mando de Hugo de Vermandois,hermano del rey Felipe I de Francia, regresa-ban a su patria después de un sinfín de heroi-cas batallas por las que se habían recuperado

grandes extensiones de terreno en manos delos mahometanos. Los niños y las mujeresjóvenes que salían a recibirles gritaban dealegría. Unos y otras soñaban con abrazar asus héroes o a sus futuros maridos. No habíaen todo el mundo cristiano más honra quehaber servido en los ejércitos cruzados, queliberaban los lugares santos de los infieles.

Uno de estos cruzados era Hugo de Payns,que contaba entonces con veinticinco años.Natural de Troyes, tenía un cierto parentescocon el conde Hugo de la Champagne. Junto aél cabalgaba como infatigable amigo, André deMontbard. Ambos valientes, jóvenes y soñado-res.

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SINCRONIZADOR

HUGO DE PAYNS

El Conde Hugo de la Champagne preparó unafiesta fastuosa de acogida. A dicho festejoacudieron los nobles, el obispo de Troyes y unjoven y brillante monje, llamado Bernardo deClaraval. Este monje, que en su día fueraelevado a la santidad como San Bernardo eraa su vez sobrino de André de Montbard.

También el joven Payen acudió a la reunión.

Durante varias semanas se narraban lasleyendas y las batallas de los cruzados. Eljoven Payen, ensimismado y atónico con loque allí se contaba, deseaba enrolarse cuantoantes en los cruzados. Todos los jóvenes delas nobles familias deseaban alistarse. Eracomo una fiebre colectiva.

Un joven llamado Godofredo Bisson, de noblelinaje, entabló sincera amistad con Payen. Fuea través de sus frecuentes conversacionescuando se disparó la fiebre colectiva de acon-tecimientos aparentemente fortuitos, peroperfectamente orquestados por la Fraternidadde los Hijos del Sol, actuando en la sombra.

- Llevo soñando desde hace meses, que buscoun tesoro en la tierra y me levanto fatigadopues me paso toda la noche cavando. - dijoGodofredo -

Payen saltó del taburete como si un resorteautomático le disparara. Las luces de las

candilejas de aceite y el fuego de lalumbre del fogón, llenaban la atmós-fera de la sala de escuderos.

Aquellas palabras descuidadas deGodofredo hicieron replicar a Payen:

- Yo también tengo la misma pesadi-lla. Sueño exactamente lo mismoque tu. Pero además veo que no soyyo mismo, sino un sacerdoteEgipcio.- ¿Un sacerdote egipcio?- Si, un sacerdote. Y veo los templos,los palacios y las gentes que viví-an en ellos. Sueño con un robo quese hace en palacio y la vergüenzaque siento es inmensa.- Esto es cosa de brujos -dijoGodofredo- ¿No estaremos poseí-dos por el diablo?- ¡Cállate insensato! El Inquisidorestá con los caballeros y puedeescucharnos.

Durante horas Payen y Godofredo,hablaron sobre sus pesadillas, su mundo oníri-co, sus miedos y esperanzas. Pero su conver-sación trascendió a otros jóvenes que al pie dela lumbre escuchaban fascinados.

A la semana siguiente, un caballero armadocon varios escuderos fueron a la búsqueda dePayen. El miedo se apoderó de él. Sin dudasus fantasías habían desbordado el límite de ladiscreción y ahora mismo sería amonestado oquizás algo peor.

El castillo del conde Hugo era la construcciónmás grande y lujosa de aquellos parajes.Payen fue llevado a la presencia del conde,pero éste no estaba solo. Otros tantos caballe-ros, algunos cruzados y dos monjes estabansentados en una gran mesa a la luz de las

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GODOFREDO PAYEN

velas. También estaba Godofredo Bisson. Porla sonrisa de su amigo dedujo que la cosa noera tan grave. El conde tomó la palabra:

- Joven Payen; hemos sabido de tus sueños yde tus percepciones. Deseamos que nos loscuentes. No tengas miedo. No pretendemosacusarte de nada ni denunciarte ante el SantoOficio. ¡Habla con tranquilidad; te escuchamos!

Payen relató todo cuanto le había pasado enlos últimos años. Todos estaban en profundosilencio. Los ojos de los presentes se arquea-ban y se abrían asombrados. Al parecer lo queestaba narrando despertaba en los presentesun vivo interés.

Hugo de Payns, el héroe recién llegado deTierra Santa, tomó la palabra:

- Hermanos míos; no cabe duda. Todo seconfirma. El Espíritu Santo ha hablado a cadauno de nosotros en un lenguaje claro,simple y sencillo. Todo parece enca-jar. Debemos debatir y tomar unadecisión.

La reunión duró veinticuatro horasininterrumpidas. Al parecer todos ycada uno de los presentes había reci-bido en sueños, en percepciones y enintuiciones, las mismas o parecidasvivencias que Payen.

André de Montbard abrió unas alforjasraídas de cuero negro y puso sobre lamesa unos pergaminos viejos.Algunos de ellos estaban desgasta-dos y roídos por sus extremos. Los había detela y de cuero. Estaban escritos con caracte-res extraños, que ninguno de los presentespodía leer. Eran pergaminos que habían sidocapturados a los sarracenos y que a su vez losrabinos judíos habían traducido para los cristia-nos. Esas traducciones hablaban ni más nimenos de que "El Arca de la Alianza" traída porMoisés desde Egipto estaba escondida enalgún lugar de Tierra Santa y probablementebajo tierra. El conde dijo:

- Debemos traducir todos los pergaminos y ver

si son auténticos. He solicitado la ayuda delsanto hermano Esteban de Harding, priormayor de la Orden del Cister, para que nosayude en esta tarea.

El monje que hasta entonces había permaneci-do en silencio tomó la palabra:

- Si efectivamente podemos encontrar el "Arcade la Alianza", estaríamos ante el mayordescubrimiento de la Historia del Hombre. Setrata de la reliquia más importante de laCristiandad. Pondré a mis hermanos a trabajaren las traducciones. Pero necesitaré ayuda delos rabinos judíos pues ellos son más expertosque nosotros. Habrá que avisar al Santo Padrepara obtener su permiso y por supuesto, hastaque esto se confirme deberemos hacer votossagrados de silencio.

- Contad con ello. No reparéis en medios. Yoharé venir de Toledo a los más famosos traduc-

tores y reclamaré de mis parientes y amigos laayuda necesaria -dijo el conde-El otro monje; Bernardo de Claraval, replicó asu vez:

- Hoy mismo enviaré emisarios al Santo Padre.Ahora; hermanos míos; en nombre de Cristo,deberemos realizar ante la cruz el voto desilencio que requiere esta situación.

Tomó el Crucifijo de madera que colgaba sobresu pecho y lo puso sobre la mesa. A continua-ción los presentes: el Conde Hugo de

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ARCA DE LA ALIANZA

Champagne, Esteban Harding, Hugo dePayns, Godofredo de Saint-Omer, André deMontbard, Archambad de Saint-Aigman, Payende Montdidier, Godofredo Bisson, el caballeroCondemaro, el caballero Rolando y HugoRigaud, pusieron la mano derecha alrededordel crucifijo.

- ¿Juráis por El Padre, el Hijo y el EspírituSanto, guardar silencio de lo que aquí se hahablado? -Dijo Bernardo-

- ¡Juramos!

Finalmente Payen deMondidier podía descan-sar. No estaba loco. Todoformaba parte de una lógi-ca superior. La aventurase perfilaba y el reto dedescubrir la sagrada reli-quia le producía un entu-siasmo desbordante.

Al mes siguiente, Payende Montdidier yGodofredo Bisson fueronnombrados caballeros porel Conde Hugo de laChampage. Por otraparte, Esteban Hardingordenó a Bernardo deClaraval que asumirá ladirección del proyecto y ledonó unos terrenos dondecomenzó a construirseuna abadía.

Pasó año y medio hasta que se determinó conexactitud que parte de los pergaminos aludíaninequívocamente al Arca de la Alianza. Todoparecía indicar que se encontraba bajo lasruinas del templo de Salomón. Dicho templohabía sido destruido por los persas y vuelto areconstruir, con menos esplendor en tiemposde Ciro II. Para volver a ser destruido por elemperador romano Tito. Tan solo se conserva-ba un muro (hoy llamado muro de las lamenta-ciones) y además sobre la superficie de dichotemplo se levantaban dos mezquitas y la sededel palacio del Rey de Jerusalén, Balduino II.

Todos estos hechos que en principio parecíanhilados y sin incidencias, no fueron tan fáciles.Las múltiples reuniones que se hicieronnormalmente en el castillo del Conde Hugo,perfilaron y establecieron las diversas persona-lidades de los caballeros y por supuesto impor-tantes diferencias.

- Yo creo que he vivido en otras vidas comosacerdote egipcio - dijo Payen -- Y a mí me ha sucedido lo mismo. He vistoEgipto antiguo y tengo la seguridad de que yotambién he vivido allí -replicó Godofredo

Bisson-- ¿Pero qué blasfemiaestáis diciendo? -GritóBernardo de Claraval- Noexiste la reencarnación.Después de muerto,vamos al infierno o al cieloy todos seremos juzgadosal final de los tiempos.Todos resucitaremos connuestros cuerpos. Soloexiste una vida. Sin dudavuestra formación religio-sa es pobre y blasfema.

Payen y Godofredo sesonrojaron. Todos los pre-sentes afirmaron con susseveras miradas las pala-bras de Bernardo. Sinduda la inmadurez deambos caballeros sedebía a su juventud y a no

ser hombres religiosos. Bernardo de Claraval,era sin duda uno de los teólogos más jóvenesy brillantes de la iglesia y nada ni nadie podíaoponérsele en estas materias.

Pero Archamband de Saint-Aigman, inquietopor la polémica y de mayor edad que los dosjóvenes, terció a su favor diciendo:

- ¿Pero cómo va a ser posible que un ser quenace, tarado, pobre y sin cultura, sea juzgadoen igual medida y modo que un noble, rico, cul-tivado y con una vida regalada? ¿Qué clase dejusticia se aplica en el cielo?

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BERNARDO DE CLARAVAL

Todos los presentes se volvieron asombradospor las tremendas palabras de Archamband.Pero éste, antes de callar, prosiguió con másvehemencia:

- Imaginad un ser desgraciado, sordo, pobre yque la vida le lleva a robar para comer. Si a últi-ma hora no recibe el sacramento de la confe-sión se va al infierno. Es decir, vivió un infiernoen su vida material y luego le toca otro en lavida del mas allá. Por el contrario otro sernoble, que viola, mata y roba, con una vidaregalada, sin desgracias y con toda clase desatisfacciones, es absuelto en última instanciapor el sacerdote y va al cielo. ¿Pero cómopuede ser esto posible? ¿En que lógica cabe?- ¿Pero qué clase de cristianos sois? -ReplicóBernardo- Ciertamente vuestras blasfemiasdeben surgir de vuestra ignorancia. Tendréisque retractaros de cuanto albergan vuestrasmentes; pues aunque estamos atados porjuramento, yo no toleraré tales blasfemias. Ladoctrina de la iglesia es clara y estas afirmacio-nes las castiga con la muerte.

El pánico se apoderó de todos, pues sabíancómo se las gastaba el Santo Oficio. Payen,reaccionó con rapidez diciendo:

- Está claro que todos nos sometemos a laIglesia y a vuestra autoridad padre. Yo solohablo de sueños y el mundo del sueño esengañoso. Probada está mi rectitud moral y lade mi familia y mi asistencia a los santosoficios.

- Y nosotros también somos cristianos confe-sos -anunciaron Godofredo y Archambad- Hugo de Payns, que iba perfilando como ellíder natural del grupo, terció enseguida,llevando concordia a la discusión.

- Me costa que todos somos obedientes a laSanta Madre Iglesia y que nadie reniega delcredo de la misma. De ahora en adelante, osruego que estas conversaciones no tiñannuestras reuniones de enfrentamientos y depecados.

Bernardo se calmó. Pero aquella discusiónfinal, cerraba un capítulo cotidiano de dudas,

mezcladas con fanatismo y misterio religiosoque se alojaba por doquier en la mente de loscaballeros. Sin querer se habían formado dosgrupos: por un lado Payen, Godofredo deBisson y Archamband y por otro el resto de loscaballeros. Se había perfilado inequívocamen-te la autoridad espiritual de Bernardo deClaraval, tanto por su brillantez como teólogo,como por el tremendo miedo que inspiraba unmonje de la Iglesia. El que permanecía másneutral y más conciliador era Hugo de Payns, yeste carácter, le daría finalmente el título deGran Maestro de la Orden del Temple.

Payen y sus dos hermanos espirituales másafines, se reunieron en solitario. Hablaron desu mundo interior, de sus percepciones, de susmiedos. Y por supuesto desde ese instanteemplearon la astucia y el silencio como armasdefensivas que les preservaban de la duda ydel recelo de los otros caballeros. No era tantoun problema de traición, o de falta de camara-dería, sino de una tremenda diferencia deinteligencia espiritual. Al fin y al cabo todasociedad humana adolece de las mismasvirtudes y de los mismos errores.

CONTCONTACTACTO CON LOS DIOSESO CON LOS DIOSES

El frío se metía por los huesos. Ni el ganado, nilos sirvientes asomaban la cabeza por miedo aque la terrible nevada les sepultara. En el mesde Enero y en el Noreste de Francia, el invier-no puede someter al enemigo más feroz o almás audaz de los caballeros. Payen consumíasu tiempo frente al fuego de la chimenea.Cuanto más se empeñaba en leer los escasostextos religiosos que llegaban a sus manos,menos comprendía. En aquel tiempo la iglesiacastigaba severamente a quien leyera sin per-miso del Obispo, cualquier texto sagrado,incluido la Biblia. Por otra parte eran escasísi-mos los que sabían leer. Este arte, se reserva-ba para los monjes y unos pocos caballeros ynobles de la región. Afortunadamente Payencontó con un tutor versado en Medicina.Botánica y Astrología, y había aprendido concreces a leer en latín y en su propio idiomaautóctono. No le eran ajenos los vocablos enalemán, incluso se atrevía con el castellano.Pero su maestro tuvo que escapar de Troyes

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para refugiarse en Alemania, dado que fuedenunciado al Santo Oficio por brujería y no lequedó otro remedio que salir corriendo parasalvar su vida. Sin duda Payen había asumidocomo normal, ciertas enseñanzas, que pasa-ban por ser heréticas. Sobre todo cuanto tuvoque contrastarlas con los otros caballeros y porsupuesto con Bernardo de Claraval.

Tanto con Godofredo como con Archembaud,la comunicación era fluida, y hermanarse por elconocimiento, que no por el miedo o la imposi-ción, genera lazos inmortales.

Pudo ser el constante diálogo con sus doshermanos, o por el clima que se establecía ensus alocados y atrevidos pensamientos deaventura, que todos ellos crearon además defantasías conscientes; sueños y percepcionesinconscientes que, además de invitarles a ir aJerusalén, les ubicaban miles de años atrás enel viejo Egipto. Los tres pensaban sin lugar adudas que habían vivido en aquel tiempo y queel destino les llamaba para hacer una misiónreparadora.

Las caprichosas formas violáceas de las lla-mas consumían con lentitud los troncos deencina, a la vez que el sueño se apoderabapoco a poco de Payen. Todos los seres vivosde la gran casona estaban dormidos. Eran lastres de la madrugada. En un preciso instanteuna luz fulgurante y de tonos plateados entrópor la pequeña ventana de la estancia, golpe-ando los ojos casi cerrados de nuestro héroe.Se sobresaltó, hasta el punto de caerse deltaburete de cuero donde estaba sentado.¿Estaba en una de sus repetidas visiones?Poco a poco fue tomando conciencia de queestaba en cuerpo y alma frente al fuego y queaquel resplandor veía de fuera.

Se asomó a por la ventana y se quedó petrifi-cado puesto que una Luna brillante parecíahaberse caído del cielo y su brillo era cegador.Pero al instante comprobó que no era la Luna,puesto que sobre su cabeza, estaba Selenegrande, hermosa y seductora. ¿Qué clase demagia era aquella?.

La cegadora esfera dejo de brillar y fue adap-

tándose hasta tomar la forma de un plato oescudilla de comer invertida. Sin duda eramagia que el diablo le enviaba por tener pen-samientos heréticos.

- ¡Sal fuera! Payen…! ¡Sal fuera!La voz era tan intensa, tan próxima que volteóla cabeza ante la posibilidad de que hubieseentrado su padre o alguno de los sirvientes.- ¡Sal fuera! Payen...¡Sal fuera!Esta vez pudo deducir que la voz venía de laesfera, incluso un extraño sentimiento leempujaba a salir y acercare a aquel enormeplato invertido.

Pasado el primer impacto emocional, y apelan-do al hecho de que ningún caballero puedetener miedo. Puso una gruesa capa sobre sushombros y en forma sigilosa, para no llamar laatención, salió a la campiña. El miedo le atena-zaba. Temblaba todo su cuerpo. Comenzó asentir nauseas. El sentido común le invitaba avolverse a la mansión, pero sus piernas, movi-das por un extraño resorte, le llevaban hacia laluz. Miles de pensamientos comenzaron a vol-tear por su cabeza; ¿Y si era el diablo? .... ¡Losángeles no pueden ser, por que llevan alas!.....¿Y si me raptan?

Cada paso que daba la agonía crecía, pero a

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pesar de todo, la inercia del movimiento leempujaba sin querer a acelerar el paso.Faltaban diez metros y la luz del plato lumino-so se volvió de un verde brillante que no daña-ba a los ojos. Fue entonces cuando un rayo deluz amarillo salió del artefacto y finalmente per-dió la conciencia. Fueron décimas de segundo,pero al impactar el rayo en su cabeza, pensóque se había muerto, puesto que comenzó asentirse como en la Gloria; plácido, tranquilo yconsciente.

A continuación se vio en una estancia repletade luz blanca. Unos seres altos, de una belle-za perfecta, casi andrógina, con cabellos plate-ados y ojos de una plenitud inenarrable le son-reían. En su cerebro escuchó:

- Nuestro saludo hermano; Hijo del Sol. Noestás soñando, ni estás loco. No somos envia-dos del que tú llamas Diablo. Somos tus her-manos del espacio.

Payen se maravillaba puesto que no movíansus bocas y a pesar de todo les escuchaba níti-damente.

- Hemos venido para recordarte tu compromisocon nosotros y el juramento que hiciste en la

Fraternidad para recuperar el "Ojo de Ra". Túeras su guardián en el tiempo de nuestro her-mano Akenatón y de su hijo Maser (Moisés).Fue robado del templo y ya es hora de queretorne donde debe estar, pues la ceguera delser humano en este tiempo no puede hacerleacreedor a tal joya espiritual.

Las palabras estaban impulsadas de imágenesque se precipitaban en su cerebro.

Y en el cerebro de Payen se dibujaron como enuna película escenas del tiempo antiguo: Sevio en otra vida siendo el mismo faraónTutmosis IV. El abuelo mismo de Akenatón.Este faraón que murió joven, envenenado porlos sacerdotes de Amón, había sido visitado

por los señores del cielo antes de ser nombra-do faraón. - Si quitas la arena que cubre laesfinge, te haremos faraón -le dijeron- Y efecti-vamente contra todo pronóstico, Tutmosis, hijode una esposa secundaria subió al trono, alhaber fallecido todos sus hermanos. Payencomprendió entonces que su rebeldía ante elclero, ante el dogma y ante el fundamentalismoreligioso, le venía de entonces. Pues fue élquien comenzó el plan para instaurar una ideamonoteísta, iniciando el culto a Atón, que ter-

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minaría por culminar Akenatón.

Luego se vio en la siguiente reencarnacióncomo sacerdote a cargo del ojo de Ra. Vio enla misma escena como el ojo de Ra, era unapiedra roja traída por Horus, desde Orión, quepuesta sobre la frente del iniciado, producíavisiones directas, aumentaba la telepatía y latelequinesia. Esta piedra era de uno de losSistemas Solares de dicha constelación.Fueron los pobladores de Orión, los que inter-vinieron; entre otros, en la siembra genética delos seres humanos sobre la Tierra.

Pero lo que le produjo más asombro fue ver atodos los caballeros de este tiempo, reencar-nados en el mismo escenario de Egipto y en elmismo tiempo. Casi todos los que ahora querí-an descubrir el Arca de la Alianza, eran curio-samente los que habían robado en el templo,tanto los papiros, como las piedras preciosas yel mismo Ojo de RA. Sin duda se trataba dealgo kármico. La ley del karma no perdona, y loque se había hecho miles de años antes mal,debía ser restituido en este tiempo. No eracasual, por tanto que todos estos caballerosestuvieran juntos y con un mismo propósito.

La experiencia en si no era tan importantecomo la profunda sensación de sentir la atem-poralidad del ser humano. La vida del hombrees cortísima. El espíritu vive en muchas vidas.Reencarnar es una exigencia del propio espíri-tu para aprender. Pero el ayer y el hoy son unamisma entidad, casi el mismo tiempo. El senti-miento de inmortalidad era tan fuerte, que com-prendió qué efímera era la vida y las emocio-nes pasajeras de la materia, comparada con latrascendencia del ego en otras vidas, en otrostiempos, en otras galaxias, con diversos cuer-pos, distintas circunstancias y diversas habili-dades. Otra de las sensaciones extraordinariasera comprobar, que en el acto más oculto, mássimple o que nosotros consideramos desaper-cibido; otros seres, otros ojos, otras concien-cias nos vigilan; forman parte de nosotros.Definitivamente nunca estuvimos solos, ni loestamos ahora, aún deseándolo con todanuestras fuerzas.

Amanecía. Payen estaba mareado. Las náuse-

as le impulsaron a salir corriendo de la estan-cia para verter el vómito en el corral del casti-llo. El aire fresco de la gélida mañana le des-pejó. ¿Había soñado?.... La experiencia quehabía vivido la noche anterior, le había produ-cido un trauma tan profundo, que mediatizaríatoda su vida. ¿Quién le había llevado a lacama? ¿Quiénes eran esos seres? Las milesde preguntas se amontonaron en su mente y eldesconcierto entre las diversas personalidadesque todavía formaban parte de su conscienciale hacían desubicarse de su entorno y realidadpresentes.

Buscó la compañía de Godofredo y deArchamband y les narró cuanto le había suce-dido. Sus leales compañeros sin haber tenidola misma experiencia, no parecían extrañados.Por sueños, meditación y pura intuición, cons-tataban que los tres estaban siendo llevados aun determinado estado de conciencia que lescomprometía para el próximo futuro. Por otraparte, el entusiasmo del resto de los caballerosiba en aumento, aunque permanecían ignoran-tes de las vivencias de Payen y de sus dosamigos.

JERUSALÉNJERUSALÉN

Pasó algo más de un año hasta que todos lospreparativos culminaron en realidadesprácticas. Finalmente se partía para Jerusalén.El Santo Padre había autorizado y bendecidola expedición. Los textos habían sido traduci-dos. De dicha traducción se deducía que elmítico rey Salomón había escondido el Arca dela Alianza bajo el majestuoso templo que en sudía construyera. Las traducciones habíanpartido de un texto que decía "....

Probablemente en una estancia, o gruta bajo eltemplo se habían enterrado los tesoros que sepretendía proteger de las invasiones persas. Eltemplo había sido destruido por los invasores,pero el Arca de la Alianza se había preserva-do".

Pasaron los años y un segundo templo fuelevantado en el mismo lugar. Pero los romanoslo convirtieron en cenizas. El actual "muro delas lamentaciones" es el último testimonio de

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este segundo templo. Pero el Arca de laAlianza estaría escondida durante más de milaños esperando ser rescatada por los seresque en las vidas anteriores habían contribuidoa su creación y trasporte con Moisés, a travésdel desierto.

En Jerusalén el rey Balduino había recibido alos mensajeros del Santo Padre y a los envia-dos del Conde de Champagne. Todo estabadispuesto para su acogida. De hecho se habí-an habilitado las caballerizas del palacio; unaenorme extensión de terreno cubierto, paraque sirviera de morada a los nueve caballerosy a sus escuderos. Esta elección no era porcasualidad, sino que se trataba de ubicarlesprecisamente sobre lo que en su día había sidoel propio templo de Salomón. Se levantaronempalizadas y se sellaron las puertas. Desdeese momento las caballerizas eran un lugarsecreto para el profano y el curioso.

Una expedición de una treintena de hombresllegó al palacio del rey Balduino. Fueron acogi-dos con cordialidad. Y al poco de instalarsecomenzaron los sondeos. En turnos de maña-na, tarde y noche. En cuadrillas de tres caba-lleros y seis escuderos, se cavaba centímetroa centímetro sobre el endurecido suelo delantiguo templo. Los escuderos ajenos a cuan-to allí se hacía, se preguntaban sobre el signi-ficado de aquella febril tarea. Pero el juramen-to de los nueve caballeros era sagrado y el tra-bajo se realizaba metódicamente, en silencio ycon una absoluta disciplina.

El rey Balduino recibía en palacio a los caballe-ros y frecuentaba sus reuniones. Para acallar alos nobles y capitanes cruzados, corrió la vozde que se trataba de caballeros que habíanvenido para formar una Orden y que estabanhabilitando el palacio y tomando contacto conel lugar, para combatir a los musulmanes,defendiendo los lugares santos.

El problema no era el cavar en extensión sinoen profundidad. ¿A cuantos metros de profun-didad podría estar el Arca? Se estableció queserían de diez a doce metros por sondeo. Unavez a esta profundidad se bajaba una piedraredonda en forma de muela. Se mojabaampliamente el pozo y se golpeaba conmazas. Si estaban sobre una cueva o algúnespacio vacío, el sonido era opaco y resonan-te, mientras que si sonaba de una maneradistinta, se deducía que allí no había nada. Eltiempo pasaba, en la medida que crecían los

callos y el cansancio de los caballe-ros. Pero la explanada del templotenía cerca de mil metros cuadradosy aquella tarea era sin duda exte-nuante.

El domingo no se trabajaba y loscaballeros se reunían para conver-sar y contrastar las noticias quevenían de Francia o para comentarla incidencia de las batallas de loscruzados.

- Si encontramos el Arca de laAlianza; yo prometo hacer el caminode vuelta que trajo Moisés desdeEgipto. Quiero ir al Sinaí para dar

gracias a Dios.

Las palabras de Payen no sorprendieron anadie; al fin y al cabo era el raro del grupo y sinduda esta era la enésima rareza que se leocurría. Los caballeros se echaron a reír. Perocomo era de esperar, Godofredo Bissol yArchembaud, se unieron a la fiesta aseguran-do que ellos también irían a realizar este viaje.No podían dejar solo a Payen. Lo que realmen-te estaba haciendo nuestro héroe, era prepararel terreno sin sospecha para devolver el Ojo deRa y cuanto encontraran. De hecho el propósi-

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REY BALDUINO

to de hacer esta aparente absurda peregrina-ción, había sido asumida por todos, puesfueron muchas las veces que Payen lo habíaafirmado en las reuniones grupales, hasta quefinalmente nadie le dio importancia.

Cierto día acudieron a palacio unos mercade-res que no eran precisamente árabes, ni cris-tianos; su tez morena y aceituna no parecíaencajar en las razas convencionales queGodofredo Bissol conocía. La curiosidad pudomás que la apatía y se encaró con uno de losvisitantes:

- ¿Quiénes sois? ¿De donde venís?El comerciante, con más miedo que espantose fijó en la enorme espada que colgaba delcinto de Godofredo y respondió presuroso:

- Soy comerciante en seda. Vengo del paísdonde sale el Sol, del reino de Krisna (India)del lugar donde las montañas tocan el cielo.

Godofredo se quedó perplejo, puesto que niconocía este reino ni había oído hablar de talespersonas y de sus montañas. La conversaciónse fue prolongando hasta que finalmente tuvouna visión, más o menos, aproximada de quie-nes eran y de la vida y milagros de esta raza.

Lo que más les sorprendió era su marcadopacifismo y el tremendo respeto y devociónque tenían a sus dioses.

Como la conversación le motivó en extremo,se citó con los comerciantes en una de lasposadas de Jerusalén y con prontitud, comen-tó a Payen y Archembaud el curioso encuentro.Estos, igualmente curiosos e inquietos sedispusieron a la entrevista; pero al tratarse depaganos o de herejes, lo guardaron en secretopor si el resto del grupo pensara mal.

El encuentro fue el primero de una serie decontactos curiosos y enriquecedores que deuna u otra manera cambió la vida de estoscaballeros, ampliando su conciencia y redi-mensionando el concepto de Dios y de la doc-trina.

- ¿Vosotros creéis en Dios? -preguntoArchembaud-

El más mayor de los tres comerciantes, debarba blanca y de ojos negros profundos yserenos respondió:

- Por supuesto que creemos en Dios, pero noen el que vosotros veneráis. Vuestro dios es unser nacido de una madre y de un espíritu, esde carne, y por tanto esta sujeto al karma.Dios; el nuestro y por supuesto el de todos losseres vivos no puede morir en una cruz, pueses inmortal, no puede encarnar en un solo ser,pues habita en todas las formas de vida. Notiene barbas. Ni se dedica a hacer guerras san-tas, ni mete a nadie en el cielo ni en el infierno.

Godofredo, en forma refleja ya había sujetadola empuñadura de la espada, pues de ningunamaneara iba a aceptar que insultaran aJesucristo. Payen, sujeto con dulzura la manode su amigo y pregunto con vivo interés:

- ¿Cómo contempláis la muerte y el Mas Allá?- Me llamo Mathur; solo soy un discípulo, peronuestros hombres santos nos han enseñadodesde el principio de los tiempos que el cuerpohumano muere, pero no el alma. Que cuandomorimos, dejamos nuestra envoltura en laTierra y nuestra alma viaja con su experienciaal espíritu. Y una vez en su presencia, se haceun arquero de lo que he aprendido en esa exis-tencia y de lo que debo aprender. Se mira elKarma; es decir, las ataduras y conflictos que

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KRISNA

no he resuelto en la rueda de las reencarnacio-nes y por tanto en qué medida la vida quehemos pasado en la Tierra, nos ha ayudado acomprender, mitigar o compensar el karma.Luego, nuestro espíritu, que es sabio y esesencialmente Dios, nos ordena retornar a lavida de la materia para seguir aprendiendo ycon la ayuda de los señores del Karma, elegi-mos nuestros padres, nuestro sexo y las condi-ciones necesarias para satisfacer las deudaspasadas y las lecciones por aprender.Tomamos por tanto un cuerpo y seguimos en laandadura de la perfección por miles y miles devida, hasta ser mañana, lo que vosotros lla-máis, ángeles, arcángeles, querubines. etc.,etc. Esta es nuestra doctrina.

Los tres caballeros dieron un respingo en susasientos. Sin saberlo ni pretenderlo, habíandado con una filosofía que congeniaba perfec-tamente con sus especulaciones de los añosanteriores. Comprendían finalmente que noestaban locos, y que las experiencias de sussupuestas vidas pasadas en Egipto podríanser reales.

El mayor de los comerciantes amplió aún másestas reflexiones:

- Dios no es tan sádico como para enviar a

nadie al infierno, para que se queme por todala eternidad. Vuestra religión es una religión demiedo y de sangre. Nuestras creencias son deamor y libertad. El infierno es la concienciadolorida por el remordimiento, por el error y porla falta de luz. El cielo es el gozo del amor, dela sabiduría y de la plenitud del espíritu. Comobien dice Mathur, si en esta vida eres asesino,después de la muerte irás al mundo de los ase-sinos; estarás en la permanente incertidumbrede matar o de ser muerto y esto es el infierno.Pero si en esta vida has alcanzado un estadoelevado de conciencia y gozas compartiendo,siendo generoso y aprendiendo de las expe-riencias de la vida material, el más allá seráotra maravillosa aventura, donde seguirásaprendiendo y ganando en sabiduría. Estaráspor tanto en el cielo.

Los tres caballeros estaban encontrando unmundo absolutamente alucinante. Estoscomerciantes representaban una puerta haciaun estado de conciencia nueva. Archembaudestaba inquieto y preguntó:

- ¿Cómo veis las cruzadas?El tercero de los comerciantes, hasta ahorasilencioso, respondió:- Si no creemos en un dios encarnado en uncuerpo material, ¿Cómo vamos a matar por

poseer unas piedras o unos lugares,donde vivieron estos supuestos dio-ses? Dios habita en las plantas, en laspiedras, en el aire y sobre todo en elcorazón de todos los seres humanos.Los judíos matan y mueren por pose-er un muro; los musulmanes matan ymueren por mantener una mezquitade piedra y los cristianos ven comolugar sagrado una cueva o una mon-taña, por donde caminó el mismo hijode Dios. ¿Por qué un hijo de diosblanco y no negro o amarillo? Dios noes sino la proyección o la imagen denuestra limitada concepción. El Diosdel sabio es más perfecto, que el Diosdel ignorante. El Dios del guerrero,empuña una espada. El Dios delpoeta recita versos y el Dios de lamadre es la expresión del amor fami-liar.

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- ¿Entonces, en vuestra tierra, habéis encon-trado la clave de la felicidad? ¿No tenéis gue-rras? ¿No tenéis ambición? - preguntó Payen-La risa de los tres comerciantes salió espontá-nea y sonora, sorprendiendo a los caballeros.

El queso de cabra y el vino que presidía lamesa iba disminuyendo en la medida que laconversación se hacía familiar y saludable. Lasrisas y las sonrisas creaban un verdaderoclima de absoluta despreocupación fraternal.

- Dada nuestra condición de comerciantes,hemos recorrido pueblos, culturas y religionesdistintas. El serhumano es igual enoriente y occidente.En nuestras tierrasse da también eldolor, el fanatismo, laguerra y la ignoran-cia. Solo unos pocoshan conseguido lle-gar a un estado deconciencia más ele-vado. Y desde eseestado, viven la virtuden la discreción elsilencio y la aparentesimplicidad. Y losseres que viven eseestado de concienciano tienen nación, notienen tierras, no tie-nen fronteras. Estánen el mundo, pero noson del mundo. Elloshan conseguido inte-grarse en la verdade-ra fraternidad huma-na. Ellos son los"Hijos del Sol".

Aquellas palabras fueron la clave definitiva,pues el corazón de los tres caballeros seencogió al unísono y unas lágrimas silenciosasresbalaron sin querer por sus mejillas. Al oír"los Hijos del Sol" los resortes del la memoriaespiritual les hizo retomar el estado de pazinterior y de sabiduría que en las otras existen-cias les había identificado como iniciados en

los mismos valores universales.

El queso, el pan y el vino se habían terminadodefinitivamente pero el tiempo la prisa y elmiedo habían desaparecido de la reunión.Pero las sorpresas no habían terminado.

Los seis personajes estaban en un rincón de laposada. El día estaba declinando. Los posade-ros comenzaron a encender velas.

Jerusalén en aquel tiempo, al igual que ahora,concentraba un sinfín de gentes de diversacondición y credo. Estaban los cristianos, los

musulmanes conver-sos, los esclavos,los comerciantes, elclero, los desertores,los heridos, lasprostitutas, etc., etc.,En la misma medida,la posada donde sedesarrollaba la con-versación, estabavisitada por otrostantos personajes dela condición socialantes referida.

Mathur giró la cabe-za a la vez que unasonrisa precedía auna exclamación:

- ¡Mohamed! ¿Quétal estas, queridohermanos?

Tres personajes demediana edad, conbarbas puntiagudasy turbantes de colorazul pálido se acer-

caron a la mesa. Godofredo, el de reaccionesmás vivas le susurró a Payen:

- Estos malditos moros están en todas partes.¿No se les ocurrirá sentarse a nuestra mesa?

Efectivamente el cruzado había acertado,puesto que el comerciante arrastró a los ára-

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bes a la tertulia. Payen volvió a tocar con sua-vidad en la pierna de Godofredo, para que setranquilizará y no sacara la espada. Algo enaquellos seres les hacía diferentes del resto delos presentes. Quizás su mirada, su porte ouna extraña aristocracia que emanaba de sussonrisas plácidas y relajadas.

- Estos amigos son al igual que vosotros solda-dos de una causa espiritual. Son seres queestán en el mundo, pero que no son delmundo. Son musulmanes y a la vez herejesdentro de sus propias creencias. Hace variosaños que mantenemos contacto participándo-nos los misterios y el conocimiento. Ellos hanviajado a mi país y fueron ellos los que nosintrodujeron en las cortes de sus príncipes.

Se sentaron, hablaron, rieron, lloraron y comul-garon en la misma utopía. Todos luchaban nopor sus príncipes o sus reyes, ni por sus sacer-dotes, todos concebían la sinarquía espiritualde todas las razas. Todos eran "Hijos del Sol".Aquellos encuentros se repitieron en muchosenriquecedores contactos. Aún después deque los comerciantes retornaran a sus rutas enlas caravanas que regresaban a Oriente, loscruzados, los asiáticos y los musulmanes for-maron una auténtica fraternidad. Todos ellossabían que mañana quizás debían enfrentarseen el campo de batalla, puesto que estaban enel mundo y formaban parte de él, aunque ensus espíritus fueran hermanos e hijos de lasestrellas.

Llegado un determinado momento en que loscorazones de todos ellos se abrieron de par enpar, y que la fidelidad les obligaba como elmayor y mejor de los juramentos, Mohamed ysus amigos, se juramentaron para que; en elcaso hipotético de que se encontrará el Arca,acompañarían a los cruzados en el viaje deretorno a Egipto, puesto que la causa de loscaballeros cristianos, era exactamente lamisma que la de ellos. Todos eran hijos delmismo Padre Abraham y todos tenían los mis-mos fundamentos teológicos, genéticos y espi-rituales.

Los iniciados musulmanes no tenían proble-mas para abandonar sus obligaciones y hacer

el viaje con el Arca de la Alianza, puesto queen su momento pensaban decir que, comoobliga su ley, debían caminar a la Meca.Incluso Mathur les habló de acompañarles enlas sendas de Egipto, aprovechando las viejasrutas de otros comerciantes de su misma. Sinhaberse programado, sin acuerdo previo, loshinduistas, los musulmanes y los cristianosestaban creando una verdadera fraternidadespontanea. A lo largo de meses, incluso enaños, este grupo tuvo que enterrar a susdioses de carne, para encontrar un vehículoespiritual de unión, de fraternidad, de trascen-dencia.

Todo estaba preparado. Solo faltaba encontrarel Arca de la Alianza.

ELEL ARCAARCA DE LADE LA ALIANZAALIANZA

Habían pasado ocho años desde que el grupode Francia llegara a Tierra Santa. El ReyBalduino había contraído una tremenda infec-ción, que amenazaba con su muerte. La des-esperación parecía anegar la vida del monar-ca. De una u otra manera, el encontrar el Arcade la Alianza podía traer consigo alguna formade hipotética curación, dado que la tradiciónsagrada hablaba de que en el Arca se encon-traba la famosa vara de Moisés, capaz deseparar las aguas del mar. Incluso se sabíaque muchos enemigos que habían tocado talreliquia, habían quedado fulminados por laenergía que emanaba de su interior. El ReyBalduino urgía a los caballeros que encontra-ran el Arca.

Fue en plena noche. Payen se despertó, peroa semejanza de otras tantas ocasiones, no sepodía mover. Estaba en desdoblamiento; esdecir, su cuerpo físico estaba en la cama, perosu espíritu estaba desdoblado observandodivertido el frio cuerpo que lo albergaba.

- Payen. Es el momento. Vete a las caballeri-zas y observa el suelo. Verás una luz tenuesobre la tierra removida. Cava sobre ella yencontrarás el Arca. Avisa a tus amigos. Dateprisa.

Un ser luminoso, con una túnica brillante, se

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asomaba a su presencia, trasmitiéndole estaspalabras e irradiando una beatífica sensaciónde amor fraternal. Casi al instante el ser lumi-noso desapareció. Payen se vio arrojado a supropio cuerpo a la vez que todos sus músculosse pusieron en resorte para levantarse presu-roso y llamar con sigilo a Godofredo yArchamband. Era la noche del domingo haciala una de la madrugada. Nada se movía, todoestaba en un sepulcral silencio. Los tres caba-lleros salieron de su aposento y se dirigieron alas caballerizas.

Tal y como la visión le había indicado, Payendivisó una pequeña luz sobre una de laszanjas abiertas días antes. Incluso Godofredopodía verla.

- Cavemos aquí -dijo Payen-- ¿Pero si ya hemos cavado hace días? -Protestó Archamband-- No importa, cavaremos de todos modosEfectivamente bastaron uno minutos para quePayen y Archamband cayeran estrepitosamen-te a una zanja subterránea abierta bajo suspies. - ¿Estáis bien? - Gritó Godofredo-- ¡Calla insensato! Vas a despertar a todos.Trae un candil. Aquí no se ve nada. ¡Estamosbien! - Replicaron los dos caballeros-

Los tres caballeros comprobaron que unacámara circular de sillares perfectamente talla-dos contenía un ara de piedra arenisca, sobrela que yacía una caja de madera, con repuja-dos de oro viejo. Sin duda se trataba de unamadera noble, puesto que el paso del tiempono había disminuido su brillo ni las inscripcio-nes bellísimas realizadas por el buril de losartesanos hebreos del tiempo de Moisés. Lacaja tenía poco más de un metro de largo.Sesenta centímetros de ancho y ochenta dealto. De los cuatro costados de la caja pendíanunas anillas metálicas de cobre. Al pareceresas anillas eran para insertar las pértigas queutilizaban los porteadores en su transporte.

La mortecina luz de los candiles no mermabala tremenda visión de aquella santa reliquia.Con ceremoniosa parsimonia los caballerosabrieron suavemente la tapa del Arca. Teníanmiedo de que al destaparla, un rayo les fulmi-nara, pero no ocurrió nada. Poco a poco sefueron dibujando los instrumentos que allí seencontraban.

Había pergaminos, escritos en ideogramas oescritura egipcia, pero también los había enarameo antiguo. Poco a poco fueron apartandolos pergaminos, para dar paso a varios objetos.Destacaba una piedra de color rojo, en formapuntiaguda, que Payen identificó en su cerebrocomo la piedra que estaba inserta en la vara deMoisés. En la medida que el candil iluminaba elresto de los objetos, las lágrimas de los trescaballeros irrumpían silentes y continuados, ala vez que en sus cerebros, aparecían imáge-nes familiares de sus otras vidas. De las exis-tencias en las que habían manipulado esosobjetos como sacerdotes como sabios y comocustodios de aquellas reliquias traídas por losantiguos dioses egipcios.

Aparecieron varias estatuillas que a primeravista parecían pequeños diablos, pero eranrepresentaciones de gnomos y elementales dela naturaleza, que los egipcios utilizaban parainvocar a la lluvia, activar la cosecha o para fre-nar las plagas. (Estas figuras fueron luegocopiadas por los templarios y fueron conocidascomo el Bafomet. Por eso fueron acusados ensu juicio de adorar al diablo) Aparecieron las

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piedras preciosas que Moisés había tomadodel templo de Isis. También el escapulario deAarón con sus incrustaciones de gemas. Peroen el fondo del arca, envuelto en una pequeñabolsa de tejido rojo, apareció el "ojo de Ra".

Cuando Payen tomó la reliquia en su mano.Cayó de rodillas, llorando con fuerza. El habíasido el guardián de aquel tesoro. La pesadum-bre del espíritu que le había sometido vida trasvida, iba a desaparecer. Finalmente el regalomás importante de los dioses estaba en sumano. El ojo de Ra, el Hierofante sagrado, conel que los hombres sabios se conectaban conlos dioses, estaba ahora con su guardián.Los dos compañeros observaron la reliquia y

se preguntaban cómo aquella piedra roja podíatransportarles al pasado, al futuro o a otrouniverso. Pero no tenían tiempo para filosofar.Algunos caballos comenzaron a relinchar y supresencia podía levantar sospechas. Tomaronuna saca de esparto e introdujeron en su inte-rior las estatuillas de los "Bafomet", las piedraspreciosas, los pergaminos egipcios y el ojo deRa y los introdujeron en la misma. Dejaron enel Arca las tablas de la Ley, que ciertamenteeran de piedra, los papiros hebraicos, el esca-pulario y la piedra de Aarón, las estatuillas deorigen judío y otros tantos objetos diversos ysalieron precipitadamente del pozo.

Fue Godofredo Bisson quien se encargó de lle-

var la saca al sitio menos insospechado, dondede ninguna manera nadie podía encontrar; esdecir, a la casa de Mohamed; a la casa de uninfiel, que siendo enemigo de los cristianos erahermano iniciado en los misterios de la vida yde la muerte y por tanto atado espiritualmentea los tres caballeros templarios y a Mathur y lossuyos.

Payen y Archamband comenzaron a gritardespertando a todos los caballeros y a losescuderos. Estaba amaneciendo y sus gritossobresaltaron a propios y extraños.

- ¡La hemos encontrado! ¡La hemos encontra-do!

La alegría fue tremenda. Finalmente despuésde nueve años el sagrado objetivo se habíacumplido. El Rey Balduino, el primado delPapa. Todos y cada uno de los dignatarios quetenían acceso a esta misión se felicitaban. Elmás grande de los tesoros de la cristiandadhabía aparecido, ratificando el libro Sagrado.Salomón había escondido muy bien el tesoro,pero la tenacidad y fe de los caballeros habíasuperado todos los obstáculos.

Comenzaron los preparativos para una expedi-ción de retorno a Francia. El Conde deChampagne, los obispos galos y los noblesque estaban al corriente de la misión reclama-ban el patronazgo del descubrimiento y exigían

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el botín. El papa reclamaba en igual medida yen nombre de Dios y para la sede de Roma eltesoro. Finalmente se estableció que la expedi-ción retornara a Francia en primera instancia yluego intervendría el Papa. La sede de Romano podía dejar en manos francesas unos de losfundamentos de la fe cristiana.

Se conoce históricamente, por estar bien reco-gidos, los pasos que siguieron a este hallazgo.Fue Bernardo de Claraval quien puso en mar-cha toda una logística de apoyo para crear laOrden de los Pobres Caballeros de Cristo,conocidos por Templarios. Cuando Hugo de

Payns a la cabeza de los caballeros llegó a laChampagne, los obispos, los nobles y variosreyes europeos se comprometieron con dinero,con caballeros y con en entusiasmo para quedicha Orden se creara.

Pero antes de que se constituyera la Orden,¿Qué pasó con Payar y sus dos compañeros?Efectivamente entre el hallazgo y el retorno detodos los caballeros a Francia pasaron aproxi-madamente diez meses. Y en este tiemponuestros héroes pasaron a cumplir su secretapromesa con escrupuloso celo y entusiasmo.

A Hugo de Payns y al resto de los caballerosno les sorprendió en absoluto que Payen,Godofredo y Archamband, anunciaran su pere-grinación al Sinaí. Era de esperar y por otraparte el hecho mismo de que fueran ellos los

que descubrieran el Arca, les garantizaba elapoyo de sus compañeros y la ausencia decualquier duda o recelo. ¿Qué hubiera pasadosi se hubieran enterado del robo de parte delmaterial del Arca? Afortunadamente ni se ente-raron ni se dudó de la honestidad de los tres.Han pasado cientos de años, y es ahora, a tra-vés de este relato cuando se revela la verdad.Resulta curioso que al tiempo de redactarestas cuartillas, veo en la televisión un progra-ma que habla del libro "El código secreto de laBiblia". Este libro que al parecer responde a unsinfín de preguntas por medio de una clavematemática aplicada a un ordenador, contiene

en forma holística todala historia de laHumanidad. Pasado,presente y futuro.Preguntado el librosobre el paradero delArca de la Alianza, larespuesta fue tajante."se encuentra enEgipto" incluso da unacifra, que algunosentienden que puedeser el paralelo de suubicación.

Y se formó un grupocurioso y por supuestocon tintes sinárquicos;

que era lo más importante. Mathur con otrosdos compañeros, tenían que ir a Egipto, pues-to que era una ruta que realizaban muy amenudo para vender sus mercancías.Mohamed y otros dos compañeros dijeron alos suyos que iban a la Meca, tal y como eraobligado para los fieles musulmanes. Y final-mente los tres caballeros cristianos. Los mulos transportaban la mercancía; enmayor medida, sedas y tejidos orientales.Pero, además de los instrumentos del viaje, unmulo llevaba el tesoro más importante de laHistoria del hombre. El "Ojo de Ra" era la tele-visión del pasado; era el instrumento queempleaba el iniciado para adentrarse en elpasado y en el futuro. Si los otros caballeroscristianos hubieran sido conscientes de estehallazgo, no lo habrían valorado en sí mismo,puesto que el fanatismo religioso cristiano,

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valoraba más las tablas de la Ley o la vara deAarón, que aquella reliquia milenaria entrega-da por los dioses a los hombres, para que nose sintieran huérfanos.

Tardaron tres meses en llegar al Sinaí. Eldesierto de aquellas latitudes les había some-tido a una buena prueba. Payen y sus dos ami-gos no estaban acostumbrados al desierto y aaquellas caminatas. Cuando finalmente vieronel monte sagrado, el alma de todos los viajerosestalló de felicidad. Todos sabían que aquelparaje era la puerta a la morada de los dioses.Todos estaban esperando un contacto. Y esecontacto no tardaría en darse.

Como era habitual, fue Payen quien recibió ensu percepción extrasensorial las instruccionesde guardar ayuno durante una semana com-pleta. Y efectivamente todos ayunaron, con laesperanza de ver a los dioses. Fue exacta-mente el séptimo día y en las heladas nochesdel desierto, cuando los gritos de Godofredodespertaron a todos los peregrinos:

- ¡Están aquí! ¡Están aquí!

Todos se levantaron al unísono y con másmiedo que espanto en su cuerpo. Una luzinmensa que venía de la montaña se movíahacia el campamento iluminando toda la zona.Nadie podía conocer el diseño de una naveespacial, puesto que la tecnología de aqueltiempo no podía ni imaginar un vehículo aéreo.No pasó nada. Los supuestos dioses no baja-ron a saludar a los peregrinos. No hubo mila-gros. Pero el pecho de todos ellos casi estallade presión emocional. Entendieron entoncesque su misión era divina, que no estabansolos, y que los hermanos superiores bendecí-an su viaje. Todos entraron en una especie detrance. Todos se vieron transportados a unaespecie de estancia llena de luz. Todos y cadauno se vio tendido en una cama extraña. Atodos y cada uno de ellos (excepto Payen, queya lo tenía) les fue implantado un extraño obje-to en el cerebro. Un objeto que a lo largo desus respectivas vidas les habló, les entregóvisiones, les mostró silenciosamente el caminohacia un programa que; hace miles de años,en ese momento y en el momento en que

cuento mis recuerdos, constituye y constituiráen el futuro: el programa de "Los Hijos del Sol".Después de esta misión, en el regreso a susrespectivas vidas, cada uno de estos iniciados,estaba en el mundo y siguieron las pautas delmundo, pero no eran del mundo. Se dieroncuenta entonces del sentido de la vida.Comprendieron que los pájaros, los gnomos, lavida en si estaba atada y vinculada al espíritude los seres humanos. Comprendieron que unpensamiento positivo genera la vida y la conti-nuidad de las especies y que una mala acción,un mal pensamiento, mata la vida. A partir deese momento vieron que eran exactamente"Dios" un Dios más o menos consciente, quevive en cada hálito de vida. Un Dios que viveactivo y feliz en la práctica de la virtud y en laesperanza de un mundo mejor y feliz.

Comprobaron entonces que nada ni nadie

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Gran Palacio de Amarna. Altura 102 cm.Museo Egipcio de El Cairo.

puede estar solo. La Fraternidad Solar, haestado, está y estará realizando la sagradamisión de la sinarquía vital de la continuidad dela vida. Comprendieron que como ellos habíaen el mundo ciento cuarenta y cuatro milespíritus que tienen a su cargo la vida, la con-tinuidad, el programa del devenir de la especiey de la vida. Se dieron cuenta que ya noestaban huérfanos, que aún viviendo en lamateria, su familia vivía, vibraba y sentía en ladimensión de la eternidad. Se dieron cuentaque el tiempo no es sino una abstracciónrelativa, puesto que el ser humano era, es yserá eterno.

El resto del viaje fue fácil. Tardaron tres mesesmás en recorrer Egipto. Pero esta vez no ibansolos, puesto que por el día y por la noche, unaextraña luz, les guiaba. Parecía una estrellapara el ignorante, pero era la morada de losdioses para estos iniciados. Aquella luz paródefinitivamente en unas extrañas ruinas. Fuejustamente en el antiguo palacio de Amarna, elpalacio que lo fuera en su día de Akenatón, elfaraón que fundó la Fraternidad Solar.

Cavaron entre todos una zanja pequeña entamaño, pero profunda, al pié de las ruinas yallí metieron el "Ojo de Ra" y el resto de losobjetos robados en la antigüedad. Y allí siguen,hasta que en el futuro, sean retirados por quienestá designado para este menester.

Tardaron cinco meses en regresar a Jerusalén.Cada uno de los hermanos se dispersó. Novolvieron a verse en el plano físico. Pero cadanoche, sus espíritus se desdoblaban y eranconvocados a la Sagrada Estancia de laFraternidad Solar. El templo astral donde sereunieron, se reúnen y seguirán reunidos los"Hijos del Sol".

Esto es cuanto vi. Y es cuanto me ha sidoautorizado contar.

No importa en absoluto si Vds., lectores, locreen o no. Mi trabajo es contar cuanto se ycon esta tarea cumplo mi cometido.

LOS TEMPLARIOS - ELLOS TEMPLARIOS - EL FINALFINAL

"La expedición de los peregrinos transitaba porel Reino de Navarra a la conquistada meta deSantiago de Compostela. Eran muchos losdías que el grupo salido de la Champagnefrancesa había empleado para llegar a estosparajes, y lógicamente tanto los caballeroscomo sus animales estaban cansados.

Jean de Lorena acompañaba a su amoPhilippe, el Templario de capa blanca y mallaférrea que rodeaba su cuerpo fuerte y curtido abase de batallas en tierras palestinas.

La noche la habían pasado en la hospederíaque se ubicaba contigua a la iglesia templariadel "Santo Sepulcro" de la ruta del Reino deNavarra, más allá de las tierras de Estella.

Fue a primeras horas de la mañana siguiente,cuando Jean comentaba a uno de los escude-ros de la expedición, el sueño que había teni-do la noche anterior. En dicho sueño vio laparte alta de un castillo y en la cúspide de unade las naves principales se formaron tres rom-bos de los cuales aparecieron tres símbolos:en el primero, un corazón de color púrpura; enel segundo, dos árboles - que según le pare-

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cieron habrían de ser olivos - y en el tercero,una cruz a semejanza de las que losTemplarios viajeros y peregrinos llevaban ensus monturas y capas.

Precisamente el Jefe de la Encomienda deEstella había ido a despedir a los Caballerosen esa jornada y no pudo evitar escuchar partede la conversación entre ellos. Enseguida inte-rrogó a Jean de Lorena sobre su visión:

- ¿Cuándo has visto esos símbolos, hermano?- Esta noche, mi Señor.

El Principal de los Templarios se quedó unpoco extrañado pensando cómo aquel jovenhabía podido acceder a los pergaminos y órde-nes que hacía poco habían sido enviados delCapítulo General de Paris. En dichos pergami-nos secretos aparecían justamente los signosque Jean había visto en sueños, y era absolu-tamente imposible que hubiera podido accedera la caja de roble sellada donde se guardabanen la Encomienda de la ciudad.- Hermano, esos símbolos son muy importan-tes y desde ahora debes prestarte a informar alCapítulo General de la Orden,pues el cielo te ha designadomilagrosamente al efecto.

Jean se quedó maravillado deque un simple sueño pudiesetener tanta trascendencia y tansólo se limitó a encogerse dehombros y asentir con la cabeza.

El Principal y Jean se acercaron aPhilippe y le pidieron permisopara que el sirviente fuera releva-do de sus obligaciones. Le asig-naron en compensación otrohombre que haría las tareas hastaSantiago y su regreso. Después,Jean fue alojado en la casa del Principal yestuvo allí escasamente un día, tiempo impres-cindible para ser vestido adecuadamente yprepararse para el viaje de regreso a la Franciade la que había partido. El Principal preparóuna carta manuscrita y lacrada para elIntermediario de la Encomienda de laChampagne, y se la dio para que la custodiara

como si de su propia vida se tratara. A conti-nuación le introdujo en un subterráneo y tras-pasando una puerta maciza de roble, le mostróel cofre que contenía un papiro enviado por laCasa Principal de Paris donde se encontrabana su vez los tres rombos que él había soñado.No contenía el papel nada más que los tresrombos, ninguna otra inscripción o contraseña.

Nada explicaron a Jean sino que por todo razo-namiento se vio zarandeado en el mar de laconfusión. Montando en su caballo fue acom-pañado por dos caballeros y tres escuderos ala frontera del Reino de Navarra por el lado deFrancia, puesto que en 1307, año en el quenos encontramos, dichas fronteras no teníanlas mismas formas y extensiones que tienenahora. Una vez en la frontera, fue trasladado aotra escolta que sin dilación le volvió a llevarhasta el castillo de Arginy, en la Campagnefrancesa.

Jean conocía muy bien su propia región natal ytodo lo del Temple le era familiar, primero porpertenecer a uno de los gremios que se afinca-ban frente al castillo y segundo por sus servi-

cios directos al Caballero Philippe que le habí-an ocupado sus 33 años que son los que teníaahora. De la Orden siempre le habían seduci-do los secretos que eran atesorados por losPrincipales y que celosamente guardaban ensu interior. Conocer aquella sabiduría era todauna proeza, máxime cuando poderosos ynobles -incluso el propio Rey de Francia Felipe

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IV "El Hermoso"- había querido integrarse enla Orden sin éxito puesto que su solicitud habíasido denegada. Aquella negativa al máximoexponente del poder había creado alrededordel Temple toda una seducción que hacía a losbuscadores del espíritu intentar el acceso en lamisma. Venían de los lugares más lejanos paraentrar en las filas templarias y se ofrecían paralos trabajos más modestos con tal de entrar undía en los primeros puestos como caballerosde prestigio y tener la gloria de vestir la capablanca con la cruz que ondeaban orgullosos enlos combates de las Cruzadas por tierrasinfieles.

Todo aventurero debía perfilar su espíritu paraservir en el ejército de Dios enrolado en elTemple. No existía por aquel entonces galar-dón más preciado que dicho servicio, y portanto toda Europa contemplaba a aquellosseres altivos y aristocráticos como la salva-guarda de los valores de la virtud y del heroís-mo.

Decía que Jean fue introducido en el Castillode Arginy pero esta vez no en el patio principal,

como otras veces, sino que custodiado porsendos Caballeros Templarios, fue escoltadopor diversos parajes hasta una puerta conacceso subterráneo por la que fue introducido,quedándose los dos acompañantes de guar-dia. Bajó tres escalones y a la luz de unoscirios encendidos se enfrentó a la visión de unaenorme mesa redonda con nueve sillas vacíasrodeándola, en cuyo centro estaba pintado unSol. Al poco rato, de una estancia contiguapasó un hombre vestido con túnica de saco,capuchón y un cordón de cáñamo atado a sucintura. Tomó asiento en el centro de dichamesa e invitó a Jean a que hiciera lo mismofrente a él. El hombre vestido de saco tomó lapalabra:

- Hermano querido, bienvenido al corazón deltemplo de nuestra Orden. He leído la carta delPrincipal de Navarra por la cual me anuncia lavisión de los símbolos iniciáticos que te hansido revelados. Sólo ocho hermanos, incluidoel Gran Maestre, Jacques de Molay, conocensu significado. Faltaba sólo una persona paraque fueran nueve los que interpretaran el mis-terio. Este compromiso ha recaído en ti, debessentirte privilegiado, por tanto, pues es elmayor honor que te corresponde como hombrey como servidor.

- Poco entiendo, mi Señor, de cuanto me cuen-tas, pues desde hace varias jornadas soytransportado de paraje en paraje como si fuerauna doncella sin saber que un simple sueñotuviera tanta importancia.- Querido hermano, no somos lo que creemosser ni sabemos lo que ahora recordamos.Somos lo que el espíritu nos revela a cada ins-tante del pozo del conocimiento que cada sercontiene y que llena a lo largo de sus vidas porla experimentación.

Los cirios encendidos en nueve puntos de laestancia circular parpadeaban sigilosamentehaciendo extrañas sombras en la atmósferacasi azulada de aquel bajo del castillo. A la vez,un extraño perfume indescriptible, como si deincienso se tratara, parecía inundar el lugarimpregnando cada átomo de la presencia vitalde la habitación. El Caballero prosiguió:

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FELIPE IV "EL HERMOSO"

- La silla que tú ahora ocupas fue a su vez ocu-pada hace muchos años por uno de los funda-dores de nuestra Orden llamado Bernardo deClaraval - San Bernardo - y estas otras sillasvacías son a su vez las de los nueve compañe-ros que fundaron "La Milicia de los PobresSoldados de Cristo" y que como bien sabesfueron: Hugo de Payns, Hugo de Champagne,Andrés de Montbard, Geofrey de Saint-Omer,Andrés de Gondemare, Roffal, Payen deMontdiei, Goefrroy Bissor y Archambault deSaint-Aignan. Todos estos Caballeros recibie-ron el conocimiento iniciático en el Templo deSalomón que nuestros cruzados tratan de pre-servar para el pueblo cristiano y que a su vezlos musulmanes desean para ellos.

El Temple desea conseguir la Sinarquía detodos los pueblos; es decir el gobierno conDios de un solo pueblo sin fronteras, sin ritos ysin separaciones culturales y doctrinales.Nuestra misión inmediata puede parecer laguerra, pero nuestra contienda está dirigida ala justicia de cada hombre con independenciade su credo o filosofía particular. Combatimosla injusticia o los intereses particulares, perodeseamos ardientemente la paz del cuerpo ydel espíritu.

Un Caballero es ante todo un servidor de losvalores de la Orden bajo la obediencia, la cas-tidad, la pobreza, y tenemos como meta funda-mental el conquistar esta Sinarquía que propi-cie el Reino de Dios sobre la Tierra bajo unsolo principio universal. El Sol que ves en elcentro de la mesa es el exponente de esa uni-

dad.

Jean interrumpió:

- ¡Pero adorar al Sol es idolatría!- Todos los pueblos de la Tierra han adorado alSol, y los cristianos asimismo llamamos aJesús "el Verbo Solar Cristo" o máxima expre-sión de la luz. ¿No dijo el Maestro "Yo soy laluz del mundo"?- Sí, pero era una alegoría.- ¿Cuál es la luz del mundo, entonces?- Ciertamente el Sol...- Nada podría vivir sin el Sol, y es más legítimoadorar a un Dios que nos da vida y calor que alas imágenes frías que cuelgan de los templos.

En el Sol hay tres niveles básicos: el físico, elpsíquico y el espiritual. Igualmente en el sellode nuestra Orden existe expresada esa trini-dad: los dos caballeros sobre un solo caballo.Quiere esto representar que sobre el cuerpo,que es el caballo, cabalgan el alma y el espíri-tu, que son los Caballeros. Tal y como refleja laEscritura, nosotros los hombres somos Diosesal igual que el Padre. Es por esto que el Padre,el Hijo y el Espíritu Santo es una trinidad per-fecta en el hombre y sobre esta trinidad seasienta todo el orbe católico y las otras religio-nes.

- Pero, ¿cómo me contáis todo esto a mí? Yosoy cristiano y aunque a duras penas puedoentender, no imaginaba que el Temple tuvieraesa doctrina, ¿no tenéis miedo que os acusende herejía?

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- Sabemos a quién y cómo decimos las cosas,y no tenemos miedo de ti, pues has sido seña-lado por el espíritu. A nadie se le puede revelarcuanto se te ha revelado a ti, pues el dictadoviene de arriba. Si has sido señalado para estamisión es por tu preparación. Ya vendrá quiennos traicione y nos acuse de herejía desde suignorancia.- Pero, yo no estoy preparado, mesiento totalmente abrumadocon lo que me dices.- Aún te sentirás más,pero como te he dichoantes, no somos loque creemos sersino lo que el espí-ritu nos revela acada instante.El Caballero pro-siguió charlandoa la vez que susojos penetraban aJean:- Nuestra Orden esla bien llamada "delTemplo", pero no poradorar las imágenes exter-nas sino por crear en nosotrosel verdadero interior donde mora elespíritu. Fue dicho por el Maestro quederribaría el templo y lo edificaría en tres días,aludiendo a su propia persona en su muerte yresurrección.Cada Caballero Templario es un combatientede sí mismo pues la batalla más dura del hom-bre es la que emprende consigo para vencerseen las inercias, imperfecciones y vicios. Estacontienda dura toda la vida.

La mente de Jean se llenaba de contradiccio-nes. El hombre de hábito decía muchas cosasy la evidencia de la vida de la Orden era otra.A este respecto todo el mundo conocía que losTemplarios habían plagado Europa de cons-trucciones. ¿Cómo podía por tanto contradecir-se tan abiertamente?

- Sé lo que estás pensando, Jean, pero olvidasen tus reflexiones que nuestra idea fundamen-tal es la Sinarquía y no la selección de unospocos. Si quisiéramos la selección lucharía-

mos para dictar un único modelo, pero no con-seguiríamos más que esclavos sometidos aalgo que no digieren. La Sinarquía se deberealizar sin enfrentamiento, poco a poco,haciendo que a través de la madurez el hom-bre termine por comprender.La gran masa de cristianos necesita todavíadel "templo de piedra" y debemos fabricarlo

para ellos. De esta manera respon-demos a las exigencias físicas

de la Orden. Otro grupodesea los aspectos psí-

quicos y por tanto leintroducimos en elvoto y el juramentoa los valoresmorales; y porúltimo, los menospenetran en elverdadero tem-plo espiritual y allípermanecen no

enfrentando alhombre sino tute-

lando su crecimientoy su desarrollo armóni-

co. Los templos a los quetú te refieres no son, como

los hombres creen, unos recipien-tes vacíos y muertos. Te habrás fijado que

todos tienen ocho lados y una punta en el cen-tro.- Sí, así es y me pregunto por qué.- Querido hermano, cuando los nueveCaballeros Templarios se reunieron primero enJerusalén y luego aquí, determinaron no moriry trascender a través de las formas y de lasenergías pues la energía puede adoptar diver-sas formas pero nunca desaparece del senode Dios, así pues crearon una pirámide octo-gonal que sobre un punto fijo atrae consciente-mente las energías del cosmos que ponen alhombre en actitud de recogimiento para perci-bir por sus centros espirituales.- ¿Cuántos son esos centros espirituales?- Ahora siete, pero cuando el sistema solar seperfeccione serán doce.- ¿Quiere esto decir que un hombre que bus-que la verdad con sinceridad puede encontrarmejor dentro del templo templario que en otrolugar?

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- Toda la Tierra es un templo de piedra y el Soles el mejor Dios que cada mañana alumbra lavida, pero ciertamente dentro de nuestrascasas las energías se hacen más intelectualesy precisas.

Continuó el Caballero hablando, a la vez queJean penetraba en la seducción del conoci-miento y de la palabra:

- El número nueve es el número del hombrerealizado en la sabiduría. Es el número delermitaño y por tanto aquellos nueve Caballerosreunidos en Jerusalén encarnaban el saberque viene del Padre y que se hace forma en laTierra. Allende los planetas y el espacio hayocho sabios que juntos todos forman una uni-dad que es el número nueve. El nueve a su vezes el contrario del seis que es el número imper-fecto del mal y de su expresión. El nueve y elseis juntos forman el círculo o vida que esDios.- ¿Quiere esto decir que Dios es circular?- Toma cualquier objeto y rodéalo con la máxi-ma perfección, ¿qué figura geométrica emple-arías?- El círculo, claro.- Todos los Soles que tus ojos ven son hijos deDios o Demiurgos Creadores, cada Sol es unCristo y de él dependen los planetas y losseres vivos. Todos los Soles son redondos. Lapartícula más pequeña de la existencia queexpresa a Dios también es redonda.

La cabeza de Jean galopaba de inquietudes.El Caballero comprendió que la turbación delneófito le imponía el silencio y le preguntó:

- ¿Deseas ser armado Caballero del Temple?- ¿Puedo?- Cada Caballero debe pasar las pruebas opor-tunas pero tu asignación ha venido de lo alto,por tanto nada podemos oponer sino cumplircon la voluntad del Señor. Mañana partiremos,junto con una escolta, a la Casa Principal paraque seas recibido por el Consejo Alquímico ypor el Gran Maestre, Jacques de Molay, que teestará esperando.

Jean asintió y dijo:

- Así sea.

Salieron a continuación de aquella estancia ydejándola en total quietud partieron para lashabitaciones del castillo. Algo vivo y permanen-te latía en aquella sala subterránea que aJean, a pesar de ser la primera vez que la veíafísicamente, le pareció conocida. Sintió enunas horas que había vivido años. Todo lo queel Caballero le había contado le pareció queformaba parte de su estructura mental y quehabía estado alojado desde tiempo ancestral.Hasta las almenas que tantas veces habíaadmirado, formaban parte de sus sueños ypensamientos.

El canto de los gallos del Castillo de Arginysonó como bella melodía en los oídos de Jean,que como rayo impetuoso saltó de la camapara tomar el primer alimento del día y partirpara el corazón de Francia.

Una de las alas del edificio estaba destinada ahabitaciones y otra a servicios, por lo cual tuvola necesidad de pasar por el patio y así lo hizocon rapidez pues la mañana era fría y húmeda.Por un momento creyó ver al hermanoCaballero del día anterior en las almenas, perobien podría ser cualquier otro guardia. Pasó ala cocina y se sentó junto con los escuderos ylabriegos que estaban al lado del fuego, a lavez que preguntaba por su maestro del díaanterior:

- ¿Dónde está el hermano Andrés?- Seguramente en las almenas como todas lasmañanas -respondió uno de los sirvientes.- ¿Qué hace allí solo con el frío que hace?- No lo sabemos bien, pero parece hablar alaire y esperar la salida del Sol. Luego viene ala mesa a tomar la comida con todos loshermanos.

No había pasado más de un minuto cuandoirrumpió en la sala y se dirigió sin dilación aJean que comía en el extremo de la mesaprincipal. En voz baja y un poco apartado delgrupo de escolta próximo a partir, le preguntó asu vez:

- ¿Qué hacías en las almenas?

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Andrés, después de un rato de meditación inte-rior, le interpeló:

- ¿Entendiste bien lo que te dije ayer sobre elSol?- Sí, lo he comprendido bien. No es otra cosaque el Padre que nos da vida y calor y quehace florecer los campos y la existenciaentera.- Entonces, ¿por qué no subiste tú a lasalmenas para darle gracias? Siempre somosdeudores de su maravillosa presencia y portanto todos los seres conscientes miran cadamañana al Este para renovar el pacto deamistad y de sumisión.- Parece que fueras egipcio o pagano.- Así es, querido hermano, así es. Nuestra vidaactual es el resultado de otras vidas anteriores.

El asombro del neófito no cabía en su estruc-tura mental y optó por salir al patio para despe-jarse. Andrés le siguió de cerca y le dijo:

- Jean, ¿el Padre es justo o injusto?- Evidentemente justo y perfecto puesto que esDios.- Mira al fondo del patio.

Así lo hizo y vio a un tullido que se arrastrabapor el suelo y que daba síntomas de poca luci-dez mental. Parecía que fuera congénito.Realmente eran muchos los seres que nacíanasí y nunca habían sido objeto de reparo parasu conciencia motivada por el pan diario quese llevaba a la boca.

Andrés volvió a preguntarle:

- Si es justo, ¿por qué permite que ese seaimperfecto y tú no lo seas?, ¿qué pecado hacometido él antes de nacer?

Iba a responder enseguida pero la preguntatenía miga y la evidencia tan solo le sometía ala curiosidad.

- Querido Jean, en los primeros años de laIglesia se debatió la reencarnación y losObispos optaron por negarla a fin de someteral hombre a su voluntad, creando así mas queuna religión una aventura por la que todo hom-

bre nace con un "pecado original", que no sabecuándo cometió, y terminar finalmente en elInfierno presa de sus debilidades. Decían tam-bién: "Hasta el justo peca siete veces al día...",¿cómo se puede entender una religión quelanza sobre el inocente nacido un pecado quejamás cometió? Dios es amor y misericordia yal igual que se va a la escuela en distintos gra-dos para alcanzar el graduado final, así tam-bién se regresa cuantas veces requiera el serpara aprender a ser perfecto. Después de estaestancia pasará a otra más perfecta en lamedida que sepa vencer al mal y al pecado.Nueve son los ciclos que el hombre necesita

para encontrar la sabiduría y nueve vecescomo mínimo habrá de revestirse de carnepara volver a aprender la lección.- ¡Todo esto jamás se lo escuché a mi Señor, elCaballero Philippe!, ¿cómo es posible quehaya tanta discrepancia entre vosotros y elresto de los Caballeros Templarios?- Querido hermano, el carro no camina sólo porlas ruedas sino por los caballos que tiran de él.Los caballos son a su vez dirigidos por elcochero que es quien establece el rumbo a

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donde desea llegar. El Temple tiene estos mis-mos niveles y cada pieza del carro es ensam-blada con amor y disciplina a la obra final. Túhas sido llamado para dirigir el carro y no paraser rueda. Pronto llegará el día en que el malcreerá haber terminado con nosotros porque elcarro se paró al borde del camino, pero no haráotra cosa que suprimir la herramienta del arrie-ro. Pasará un tiempo y el arriero tendrá otrocarro para surcar la viña del Señor.- ¡No entiendo nada, querido Andrés! ¡Noentiendo nada!- El viaje es largo y yo estoy para que vuelva atu espíritu lo que siempre formó parte de tusabiduría.

A lo largo de dos semanas se mantuvieron enconstante diálogo y fueron muchas las pregun-tas y respuestas que emplearon para llevar aJean al estado de conciencia y comprensiónque requería para la entrevista con el GranMaestre y los hermanos del Capítulo Superiorde la Encomienda de la Orden en París.

Al entrar en el Palacio de la EncomiendaPrincipal de la Orden Templaria, Jean sepreguntaba cómo nueve personajes, doscien-tos años antes, habían podido llegar a estable-cer una Orden de Caballeros con tanto poder yque permanecía entre políticos y religiosos conindependencia y con fuertes recursos huma-nos y materiales. ¿Qué hado guiaba a aquellosmonjes soldados?

En la sala principal del palacio fue saludadopor los que expresamente estaban aguardán-dole. El Caballero Andrés, que le había acom-pañado durante todo el viaje, tomó asiento a suderecha y en forma simétrica en torno a unamesa, se sentaron a su vez el resto de losCaballeros. En el centro se hallaba el GranMaestre, Jacques de Molay, que ya ancianoexpresaba un cierto carisma y aristocraciaseductoras. Tomó éste la palabra para decirle:- Querido hermano, es menester que paraestablecer contacto con el Capítulo Alquímicode la Orden seas previamente armadoCaballero, por lo tanto te ruego te desnudes yte despojes de todos tus bienes. Al desnudartevienes puro y limpio igual que cuando naciste,a realizar los votos de obediencia, castidad y

pobreza que la Orden requiere. Nadie entrenosotros tiene más que el resto. El primero essiempre el que más debe servir y sus donesson espirituales.

Jean se desprendió de su ropa y sintió pudorpor el hecho de que los Caballeros pudieranestar observándole, pero estos no reparabanen su desnudez sino que permanecían atentosa sus ojos.

Siguió el Gran Maestre hablando:

- Se bienvenido a nuestra Orden.

Le besó por tres veces en los carrillos y leabrazó. Gesto este que fue imitado por el restode los Caballeros. Uno de los presentes tomóaceite de un relicario que llevaba en la mano yungió a Jean en la parte alta de la cabeza, enla nuca, en la frente, en el cuello, en el pecho,en el estómago y en el final de la espalda ocolumna vertebral. Luego le mandaron vestirsey le entregaron una espada en la mano dere-cha y una cruz en la izquierda. Le hicieron jurarfidelidad a la Orden y absoluta disponibilidad asus designios. Se sentaron todos de nuevo a lamesa y comenzaron las lógicas preguntas yrespuestas. Jacques de Molay tomó la palabra:

- Hermano Jean, este Consejo es portador dela esencia de la Orden Templaria que ahoramismo está a punto de concluir su servicio his-tórico. Llega otro período de trabajo distinto.Hemos custodiado un conocimiento heredadopor los nueve Caballeros creadores de laOrden y lo mantenemos intacto en nuestroscorazones sin que hasta la fecha, pueda serentregado a la gente común pues se requierede un espíritu universalista para su compren-sión.

Los nueve soldados de Cristo que fundaron laOrden en Jerusalén tuvieron acceso al conoci-miento puro pero sin que esta verdad perte-nezca a una u otra religión. Existe entre todasellas y como síntesis la verdadera significaciónde la revelación que vive en cada corazónhumano. El rombo quiere significar los cuatrovalores básicos que dieron la forma a la IdeaDivina. Dicha Idea se hizo concreta a través de

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la tierra, el aire, el agua y el fuego. Estos prin-cipios básicos son siempre encarnados porcuatro ángeles de Dios.

Interrumpió Jacques de Molay la palabra y otrode los hermanos que estaba de pie en el sitialde lectura de roble labrado, leyó del LibroSagrado lo siguiente:

(Apo.7-1).-"...Después de esto vi cuatro ánge-les que estaban de pie sobre los cuatro ángu-los de la Tierra y retenían los cuatro vientos...".

Prosiguió el Gran Maestre:

- Cada lado del rombo, como hemos dicho,está servido por una milicia celeste de millonesde ángeles que con sus nubes metálicas hue-cas vienen a la Tierra poniéndose al serviciodel Dios Viviente. Cada milicia viene de distin-ta morada del firmamento y al mando de cadauna de ellas hay un Viviente, siendo cuatro,que nunca mueren y siempre permanecenante el Trono del Cordero. El jefe de la milicia,Gran Maestre del cielo, es el Cordero Jesús yforma junto con Moisés y Elías la GranFraternidad o Trinidad de Acción que estable-cerá la Sinarquía en el planeta. Los dosCaballeros que ves dibujados en el escudo dela Orden sobre un mismo caballo, son la repre-sentación de esta simbología. Estos dosCaballeros unidos constituyen la Fraternidadde "Los Dos Iluminados" que con sus nubesmetálicas huecas bajan a la Tierra constante-mente o envían a sus mensajeros. Así pues los

nueve Templarios que formaron la Orden tuvie-ron contacto y recibieron los mandatos desdeesta jerarquía que les ordenaron trabajar por laSinarquía de todas las religiones y de todos losprincipios por uno solo armónico y monoteísta.Estos nueve Caballeros fueron por tanto losherederos de la tradición de la Iglesia espiritualde Cristo.- ¿Qué es la Iglesia espiritual de Cristo?

El hermano Andrés respondió:

- Ya te dije que existen tres formas básicas otemplos: la Iglesia física de piedra que sí tieneritos pero no tiene magia ni espíritu. La Iglesiapsíquica o del alma que tiene ritos y magiapero no tiene templos de piedra, y la Iglesiaespiritual que no tiene muros ni ritos. A lo largode la Historia estas tres Iglesias han caminadopor separado e incluso se han perseguido.Sólo en pocas ocasiones han conseguidocaminar de la mano perfectamente dirigidaspor el Espíritu Superior.

Continuó Jacques de Molay:

- Esta tarea encargada a los nueve Caballeroscontó con la fuerza de un lado del cielo.

A la vez que decía esto miró por la ventana ytodos los presentes le imitaron observando porla estrechez de la abertura la Constelación queahora conocemos como Orión. Prosiguió lacharla:

- Los antecesores al Temple que recibieronesta orden y que ejecutaron los mandatos de laFraternidad de los Dos Iluminados, fueron losque en el desierto se llamaron "Esenios" y quecuando Herodes hizo la matanza de los ino-centes, acogieron a Jesús instruyéndole yenseñándole el arte de curar con el espíritu yconocer la Escritura y el espíritu de verdad.Estos esenios representaban la sabiduría delas tres Iglesias cuyos representantes apare-cieron cuando el Cristo tomó cuerpo, como"Los Tres Reyes Magos de Oriente".Fueron los esenios los que fundaron el cristia-nismo pero ya en los primeros años despuésde la partida de Jesús por las nubes, comenza-ron las separaciones de las Iglesias, siendo la

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Gnóstica la que heredó los valores espiritualesque conservó y entregó por la línea de suce-sión a los primeros fundadores del Temple enJerusalén y a los Hermanos de Sión, que asíse llamaron en origen nuestros fundadores. Esa través de esta Iglesia espiritual cómo a tra-vés de los años hemos creado el modelo tem-plario que ha demostrado ser válido como ele-mento de unificación pero que el poder políticoy religioso amenazan. Aún, querido hermano,nos queda un poco de tiempo para entregar eltestigo y el Grial que deberás llevar aOccidente, siguiendo la Ruta de los Iniciados oRuta del Sol.Hemos dicho antes que el rombo representalos cuatro poderes creadores sobre los que seasienta la Deidad, por ello Jesús tomó la cruzde cuatro lados para morir pues él representóla Jerarquía Solar o Celeste que se asienta ytoma forma concreta en la cruz de la JerarquíaTerrestre. Juan el Bautista representó a estajerarquía en la antigüedad. De él dijo el Señorque era el primero debajo del cielo y el últimode los seres solares. El símbolo de Juan es elCorazón Púrpura que tú has visto en tus sue-ños. Este signo es el de la Tribu Esenia queestá formada a su vez por treinta y seis prínci-pes de oriente y treinta y seis de occidente, loscuales gobiernan el mundo. Esta jerarquía demando está representada en nuestra orden porel Consejo de Mando o Capítulo Principal quetú ahora ves y del que has sido señalado por elcielo para realizar la misión de transportar elGrial hacia occidente. Dentro del Temple tene-mos también otra representación que heredó lafunción de Melquisedec o Sacerdote de Dios yque en tiempos de Jesús recayó en José deArimatea. Y por último, existe también en nues-tra Orden el cuerpo físico o Iglesia física repre-sentada por los Caballeros armados que pre-servan los valores de justicia entre los hom-bres y entre ellos y Dios.

Jean interrumpió la conversación por el lógicointerés de su misión:

- ¿Qué es el Grial, hermanos?- El Grial es, a semejanza de nuestra Orden,un elemento de tres formas: el espíritu que bri-lla en la frente de cada hombre y que no todoshan sabido encender. El alma o fórmula mági-

ca por la cual el espíritu se activa y transmite ala materia, y el cuerpo que cada tiempo esrepresentado por un objeto físico.- ¿Cuál es el Grial físico que debo transportara occidente?

Los hermanos le miraron con ternura y uno delos presentes le interpeló a su vez:

- Cuando Dios castigó al hombre con el DiluvioUniversal destruyendo todo lo que existíasobre la Tierra, ¿qué elemento le entregócomo símbolo de Alianza entre ambos?- Creo recordar que fue una rama de olivo quela paloma llevó a Noé al Arca.

La pregunta había sido respondida y Jeanguardó silencio a la vez que el Principal de laOrden continuaba hablando:

- Marcharás a Palestina, escoltado por nueveCaballeros a tu mando. No vestirás hábito deguerra sino que te pondrás el saco anudado ala cintura y tomarás un trozo de olivo delHuerto de Getsemaní para llevarlo a occidente,donde lo plantarás con tierra sagrada delsepulcro donde fue enterrado el Maestro.Luego todo habrá concluido.- ¿Cómo sabré dónde debo plantar el olivo?- Una estrella luminosa te guiará día y nocheen la Ruta del Santo al igual que lo hiciera conlos Magos. Una vez en el lugar, levantarás untemplo que conmemora a la Orden y termina-rás tus días custodiando el Grial que volverá aflorecer después de seiscientos sesenta y seisaños, pues nuestra Orden debe morir ahorapara renacer después en el "Tiempo del Olivo"cerca del final de los días del Reino del Mal.- ¿Cuál es el Tiempo del Olivo?La Alusión al tiempo del Olivo esta citado en laBiblia y solo quien le es revelado el conoci-miento sabrá interpretar los verdaderos signifi-cados de las palabras y de las formas en ellacitados. Cada vez que termina un tiempo ynace otro florece el Olivo, benditos los que serefrescaron con su sombra y abonaron la tierrapara que crezca.

Nuestro personaje preguntó de nuevo:

- Entonces, ¿el rombo con los dos olivos que

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he visto está referido a esta misión y a estetiempo por llegar?- Así es, hermano, así es.- ¿Y el tercer rombo qué significa?- La cruz para los cristianos, ¿qué memoriza?- La muerte.- Así será para nosotros y para los servidoresdel olivo pues ya están dispuestas lashogueras para quemar a los herma-nos. Nuestro final se acerca.Golpearán el centro de la hoguera ycreerán que han terminado con laverdad, pero éste será el comienzode otro tiempo puesto que las chis-pas saltarán por infinidad de sitiosy no podrán ser apagadas.Nuestros nuevos cuerpos yaestarán preparados y laantorcha de la verdad volve-rá a renacer como una rosasobre una cruz.- ¿Queréis decirme quevamos a morir todosahora y que la Ordendebe concluir?- Sí. El poder político y elpoder religioso se hanaliado de nuevo contrala verdad, y tanto FelipeIV, como el Santo PadreClemente V, estánredactando la orden denuestra extinción. Seremos torturados yse nos atribuirá todaclase de herejías,pero al final la verdadserá nítida para losque deban heredarel conocimiento yseguir la tradición delespíritu de verdad.- Si así está ocurriendo, ¿porqué no levantamos al EjércitoTemplario y tomamos por la fuerza lainiciativa? Son muchos los reyesque formarían junto con nosotrosuna Cruzada contra los traido-res, y así el gobierno únicosinárquico se formaría para siempre.- No querido hermano, el árbol no se hace

fuerte en un solo año sino a lo largo de muchosy después de aguantar enormes tormentas ycalamidades. Dejémosle crecer y aceptemosesta tormenta puesto que de nuevo floreceránlas hojas en la próxima primavera. Se nos haconfiado llevar el conocimiento un poco máscerca de la meta final para este tiempo, perono es ahora el momento de instaurar el Reinode Dios sobre la Tierra.- ¿Cuándo llegará ese día?

Jacques de Molay salió al patio seguido delos hermanos y de Jean. Una vez en él,

dijo:

- El hombre muere y los frutos sesecan en los árboles. Todo es

corruptible en este mundo.Nuestros padres y nues-

tros hijos pasarán,pero siempre paraellos, para nosotrosy para los que hande venir, brillará elcielo estrellado.Observa este cielopues las mismasluminarias volve-rán después deun gran período.Ese momentoserá el comien-zo del final.

Jean se quedómirando el firma-

mento estrellado yguardó en su cora-zón la posición de las

estrellas y la forma desus reflejos, esperando el

deseado día. Ahora le que-daba una gran misión porrealizar y su concienciaestaba abierta y predispues-ta al efecto. El Gran Maestrey los Caballeros se retiraron

cabizbajos, como esperando elfinal de su existencia. Jean,acompañado de Andrés, se reti-ró al descanso para preparar la

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última Cruzada hacia Tierra Santa. Cruzadaesta que no contemplaría sangre árabe sino elholocausto de sus propios hermanos que que-daban en Francia esperando de un momento aotro el desenlace de la Orden.

Corría el año de nuestro Señor de 1307. Eranlos últimos días del mes de octubre cuandoJean de Lorena, seguido de nueve Caballerosemprendió la ruta de Jerusalén. Habían aban-donado los alrededores de París, cuando lasfuerzas de policía de Felipe IV de Francia, lla-mado El Hermoso - sería por su aspecto exter-no porque el interno era más bien tenebroso -penetraron en la Encomienda General de laOrden Templaria de la ciudad y tomaron prisio-nero a Jacques de Molay junto con losPrincipales. Simultáneamente en toda Europase ponía en marcha una campaña de despres-tigio y arresto para todos los Templarios, quellevó a la hoguera a muchos de ellos previa tor-tura. El rey Felipe IV vengó así su afrenta de nohaber sido admitido en la Orden de losSoldados de Cristo. La codicia de su malvadocorazón deseaba también la riqueza de aque-llos monjes y no dudó en mentir y acechar con-tra aquellos mártires para lograr sus fines. El"Papa de Paja" y monigote al servicio delpoder, Clemente V, no levantó un dedo paradefender a sus hermanos de la Orden y en unperíodo de siete años de reclusión fueronmuriendo y siendo dispersada "La Milicia delos Pobres Soldados de Cristo".

Mientras Jean de Lorena llegaba a Palestina,fueron dadas las instrucciones en secreto a loscontinuadores de la Orden y según lo previsto,el final del Temple sería el parto de un nuevomovimiento que continuaría la tradición hastael Tiempo del Olivo. Dejemos a Jean en suaventura para contar las últimas jornadas delTemple:

Después de años de constantes acechanzas,torturas y martirios, el Gran Maestre es llevadoa la hoguera el 8 de marzo de 1314. Le habíanprecedido muchos otros hermanos suyos. Enese momento final y ante la muerte, Jacquesde Molay confiesa que todas las acusacionescontra el Temple han sido arrancadas bajo tor-tura y que la Orden es santa. Convoca al

Tribunal de Dios al Papa y al Rey de Francia,quienes en los meses sucesivos mueren miste-riosamente fruto de su maldición. Esta maldi-

ción llega hastael último de losdescendientesde Felipe IV; elRey Luis XVI,que muereajusticiado en elcadalso durantela RevoluciónFrancesa. Unespectador dedicha muertesube al estradoy cogiendo uncoágulo de san-

gre del Rey, dice a la multitud: "¡Yo te bautizopueblo, en nombre de la libertad y de Jacquesde Molay!". Al día siguiente de la muerte delGran Maestre, nueve Caballeros disfrazadosde albañiles llegan a la hoguera extinguida deJacques y toman sus cenizas para encerrarlasen un cofre y transportarlas al Norte de Europaa un lugar secreto. La Sinarquía Universaldebía por tanto esperar otro tiempo y la Ordendel Temple había cumplido con su misión deacercar el Grial un poco más a la deseadacima de la Gran Fraternidad Universal. SobreEuropa volvía a resurgir la cruz del sacrificiopero prendida de su centro, aparecía ahorauna rosa roja de una belleza inusitada.

Jean de Lorena cumplió con la orden dada porel Consejo Alquímico del Temple y llegó aJerusalén en los momentos de las primerasnoticias de arresto de sus hermanos enFrancia. No pudo contener las lágrimas y enprevisión de nuevas venganzas mandó que losCaballeros que le acompañaban se vistierande hábito de peregrino y se despojaran de lainsignia de la Orden.

La Jerusalén de aquellos días era, y aún siguesiendo, la piedra angular de encuentro devarias culturas. No en vano y por un tiempo larevelación de los pueblos y sus religionesnació en estos parajes de antiguos patriarcas.Lógico era por tanto que los distintos ejércitosse precipitaran a su conquista.

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LUIS XVI

Es cierto por otra parte que la imagen de superhéroes que los Caballeros Templarios y los deotras ordenes afamadas recibieron por aque-llos combates, no reflejaron la realidad objeti-va, puesto que si hubo algún vencedor enaquellas Cruzadas fueron indudablementeSaladino y sus ejércitos, que terminaron porimponer su dominio sobre Tierra Santa.Aunque por diversos períodos cayó en manosde los cristianos, creándose el Reinado deJerusalén que tuvo varios reyes de corta dinas-tía.

Los Templarios querían partir de Jerusaléncomo foco universalista para la total Sinarquíade todas las naciones y todos los hombres dela Tierra. Es por tanto loable que precisa-mente fuera ese el punto de mayor fric-ción entre los hombres y el comienzo dela utopía de Fraternidad que inspiró aesta Orden mítica a emprender la realiza-ción de su quimera.

Jean de Lorena fue llevado a la sedeprincipal de la Orden en aquella ciudad ydesde ésta a una mezquita musulmanapróxima. En un principio la extrañeza denuestro Caballero se hizo patente hastael punto de que se quedó parado en lapuerta con miedo a entrar y verse con elpropio diablo. Andrés comenzó a reir a lavez que empujaba al miedoso Caballero.

- Descálzate, Jean, y no temas. Los mismosDioses de los musulmanes son los nuestros yno tienen como fin el hacernos daño. Pasa portanto y ten respeto.

Así lo hizo y fueron a su vez introducidos enuna estancia contigua a la mezquita, ricamen-te adornada con los clásicos cojines y tapicesde tipo persa de los que solían rodearse estosárabes.

Un hombre vestido con túnica blanca y turban-te, moreno, de ojos penetrantes, barbado y conexpresión de fuerte aristocracia interior dio labienvenida a los Caballeros del Temple:

- Bienvenidos hermanos.

Jean se quedó un poco perplejo al ver que unmusulmán, que era un enemigo en potencia, lesaludara con tanto merecimiento y cortesía,pero al parecer era normal para aquellosCaballeros de ambos bandos pasar de lasarmas a la confraternización. Omar, que así sellamaba el Caballero Cruzado árabe, le dijo:

- Bienvenido Jean de Lorena. Nuestros sabiosnos han revelado tu misión y estamos dispues-tos a colaborar contigo en todo cuanto solici-tes. El Huerto de los Olivos está en nuestroterritorio así como el Sepulcro de Jesús.Tienes libre acceso a cuantos lugares deseesy recibirás además nuestra escolta para que noseas molestado.

"¿Hermano?... Aquel hermano de Jean masbien parecía primo o en todo caso amigo, perolas circunstancias le obligaban y prosiguió."

- ¿Cómo es que mantenemos una guerra crueldesde hace años por custodiar y poseer losLugares Santos y ahora tú los pones a mi dis-posición? ¡No tiene sentido!- Ciertamente así es para la mayoría, pero nopara unos pocos. Dentro de nuestro pueblo sedan las mismas circunstancias que en el tuyo.Hay tres estados básicos de conciencia y cadauno funciona con su lógica, siendo primitivo yde reacción instintiva el último estado o dog-mático. Para la masa humana no realizada, laguerra es una forma expresiva de catalizar supropia violencia. Para otro grupo más intelec-tual, el combate y la disputa llevan consigocierto estímulo de conocimiento y de análisis

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del comportamiento, y para unos pocos, laSinarquía es la meta final de cualquier esfuer-zo temporal. También nosotros deseamos laFraternidad entre los hombres pero debemospreviamente desarrollar nuestra propia ley yeducar a los nuestros para luego llegar a unsolo final y un solo principio. El mismo Dios ylos mismos modos deberían ser para cadapueblo pero esto no se puede realizar todavíay procuramos entender la lógica del tiempo yde la Superior Inteligencia, no contraviniendolas leyes y empujando los cambios históricosque interpretamos. Estos cambios desgracia-damente se podrían hacer sin sangre, pero elhombre todavía no está maduro y se asemejamás a las fieras que a Dios. Nosotros asistimosimpotentes a todo este proceso.- ¿Quieres decirme que dejarías incluso atu Dios Alá por el nuestro Jesucristo?- Querido Jean, el mismo Cristo es elque compenetra a Jesús para vosotros oMahoma para nosotros, o si me apu-ras, para los pueblos orientales ylos que llamamos bárbaros.También para nosotros la luzes la expresión crística odivina. Cada religión tribalizapor el mismo Dios que se reviste dediversas formas y desgraciadamentelo hace a su imagen y semejanza. Elúltimo proceso de esta estupidezhumana la llaman "Guerra Santa" o"Cruzada Divina" haciendo a Alá gue-rrero o a Cristo vengador, atribuyén-doles nuestra propia debilidad. Cristoes amor y se expresa siempre con laética del bien en todas las latitudes dela Tierra. Los Dioses son por tanto losmismos pero con diferentes nombresy el Pueblo de Dios es toda laHumanidad. Son los Diáconos,Obispos y Ministros de Dios losque han poseído la religión y lahan deshumanizado a fin de perpetuar supoder sobre la masa ignorante. Sus armas noson las convencionales, son más dañinas quelas espadas y las lanzas, pueden condenar alfuego eterno o en nombre de Dios torturar ymatar hasta conseguir perpetuar su dominiopsicológico sobre el hombre y anular su capa-cidad de pensar y ser libres en el corazón y en

el espíritu. Dios no necesita intermediarios.

Fue ahora Andrés quien se dirigió a Omar:

- Hermano, ya pronto deberemos despedirnospara siempre puesto que nuestra Orden seestá disolviendo. Llegarán otros Caballeroscon las armas dispuestas, pero no vivirán elcombate como nosotros lo hemos vivido.Hemos aprendido mucho en estos años y sonpocos los que conservan el espíritu de los pri-meros Cruzados.Estoy triste hermano, nuestras lanzas no seencontrarán en la batalla. Siempre consideréun honor medirme contigo y un gran privilegio

tener como enemigo a quientanto amo.- Así lo es para mí también,Andrés.

Jean de Lorena se quedóaún más perplejo cuando vio a

dos enemigos que hablaban de amory de honor. ¿Cómo se podía seramigo y enemigo a la vez?...Andrés que siempre se anticipabaa sus pensamientos, le dijo:

- ¿No dijo el Maestro Jesús que amá-ramos a nuestros enemigos? Nadie

conoce la Ley del Amor pues comobien se dice popularmente "del

amor al odio hay un paso" y asíocurrió con Judas y Jesús quevivieron un amor que a uno le

llevó a la cruz y al otro al árbol donde seahorcó.- Pero, ¿qué clase de amor es ese quehace morir a dos seres?

Respondió Omar:

-Ese amor que tú no entiendes y que hizoa Jesús y a Judas morir fue el que causó a suvez lo que vosotros llamáis "Redención" pues-to que si no se hubiera dado así el hombre nohabría sido redimido. Como ves no fue tanmalo Judas pues colaboró a que el misterio sediera. Nosotros no nos enfrentamos, colabora-mos al misterio del crecer humano, por ello elamor entre Andrés y yo es un amor de espíritu

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y real, aunque los cuerpos estén separados eincluso enfrentados. Por encima de las apa-riencias y de las circunstancias humanas estála real Fraternidad Universal que vive sempiter-na y que nos manda servirla a través de lasdiversas etapas y reencarnaciones en formadispar y algunas veces, como ahora, comoenemigos en la forma pero siempre, siemprecomo hermanos en el espíritu.- Entonces, ¿justificáis la guerra?- No. La guerra es estúpida y Dios quiera queésta sea la última. El dolor del Iniciado o delSoldado de Cristo o de Alá, es asistir impoten-te ante la incomprensión humana y no poderacelerar los tiempos haciendo de ésta la bata-lla final que nos lleve al Paraíso entre todos loshombres. Esperemos que el ser humano com-prenda y deje de matarse en nombre de Dios.

En un momento de aquella reunión nos fueservido vino y pan y previo a comerlo, Omartomó la palabra a la vez que cogía el sólido enuna mano y el vino en la otra:

- Dice nuestra tradición oculta que en orientehay un paraíso habitado por hombres santosdonde se conserva el Arbol del Bien y del Maldel que comió Adán. En aquel reino vive elSeñor del Mundo que es quien desde la oscu-ridad gobierna el espíritu de los hombres y delas cosas en la Tierra. Su pueblo está formadopor seres sabios que viven en compañía de losAngeles de Dios que vienen a visitarles día ynoche. Nada ocurre entre los hombres quepreviamente no haya sido ordenado por elSeñor del Mundo, quien en todo momentosabe cuanto hacemos y lo que ocurre en lasnaciones. Nosotros estamos entre los hombrespero no somos como ellos pues nuestro puebloes este Reino Oculto y de su energía y de susdictados se alimentan nuestros espíritus.

Somos los "Hijos de la Luz" que luchan contralos "Hijos de las Tinieblas". Alzo mi copa y brin-do por nuestro pueblo oculto a la vez que tomoel pan con mis hermanos a los que Alá ha guia-

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do en este día para realizar el milagro delnuevo tiempo.

Cogiendo el pan lo mojó en el vino y lo comió.Acto seguido le imitaron los invitados dandopor concluida la reunión.

En el Huerto de los Olivos Jean quiso pasar lanoche a solas rememorando los tiempos deJesús y así lo hizo. No pudo descansar puestoque a su cabeza llegaban extraños presenti-mientos y a su corazón acudía el dolor y laimpotencia de una verdad que siempre debíaesperar un tiempo mejor y que cada vez ane-gaba de sangre la Historia. Comprendió enton-ces que el sacrificio de la cruz quizás no mere-ció la pena puesto que el hombre se habíavuelto más bestia que antes y seguramente eltiempo por venir incrementaría esa brutalidaden vez de la virtud. Entendió por qué Jesúshabía sudado sangre ante el hecho de aceptarsu muerte para la redención del hombre. Justoen aquel instante miró al cielo y vio una luz pla-teada blanca que en ese momento más quenunca expresaba el consuelo de la JerarquíaCeleste.

Al final, las palabras de Jacques de Molay sehacían reveladoras y la estrella que debíaguiarle hacia el lugar exacto se mostrabaradiante. Salió corriendo hacia los hermanos ya gritos les mostró aquella extraña estrellaluminosa, pero a pesar de su insistencia ningu-no lograba vislumbrarla, sólo él. Creyó estaralucinando o que la debilidad después del viajele habría trastornado. Andrés, pendiente de élen todo momento, le dijo:

- Hermano querido, hoy para ti y en tu frente habrillado la luz del espíritu. Tu conciencia havisto el Grial luminoso que será la guía hasta tumuerte. Debemos regresar, es el tiempo.

Pasaron unos días, Jean no sabía muy biendónde debía dirigirse. La luz blanca y brillantele mostró enseguida el camino y tomó rumbo almismo sitio donde el primer sueño le había lle-vado a vivir toda aquella historia: a tierras deNavarra, España, a la Ruta del Camino deSantiago.

Muchos meses después se encontró por fin enel lugar del primer sueño. Una de las nochesque estaba esperando algún signo, Jean vio enmeditación un olivo que tomaba la ruta delNorte y que se aposentaba cerca del lugardonde estaban acampados. Se despertó ysalió corriendo, guiado por aquella premoni-ción hasta que vio una luz rara sobre un mon-tículo de tierra. Miró al cielo y la estrella metá-lica volante que le había guiado había desapa-recido para siempre. Comprendió entoncesque aquel era el lugar. Tomando la tierra quehabía traído del Sepulcro de Jerusalén y elretoño de olivo, lo plantó en el preciso lugar.Despidió a los Caballeros y dijo a Andrés queconfirmara al Gran Maestre la misión cumplida.Más tarde edificó allí una ermita para que leacogiese en los últimos años de su vida.

Andrés llegó a Francia cuando la Orden estabaya expirando. Vistió otra vez los hábitos deCaballero y fue encarcelado y torturado pornegarse a declarar en falso. Logró acercarse aJacques de Molay para decirle que la misiónhabía sido cumplida. El Gran Maestre que

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había firmado mediante tortura todo lo que sus verdugos le habían ordenado, vio iluminada sucara al comprobar que la última Cruzada de los Templarios había sido realizada. Revocó su deci-sión aceptando la muerte como un valiente. El tiempo, el instrumento y las formas del nuevorenacer habían sido expresadas.

Jean de Lorena vivió hasta los 49 años, y en el momento de su muerte, el olivo que había traí-do de Jerusalén tenía ya dos metros de largo. Las tormentas y los aguaceros no pudieron rom-per aquel tronco sólido y regado por la sangre de aquellos hermanos "Soldados de Cristo" quetan solo habían caminado unos pasos en el eterno anhelo de la Sinarquía o Gran FraternidadUniversal.

Cuenta la leyenda que los lugareños suelen ver el día de San Juan o Solsticio de Verano, cómouna nube metálica hueca y luminosa, controla el crecimiento del olivo traído por Jean de Lorenay los nueve Caballeros Templarios. Allí continúa repleto de luz para quien es designado y sabebuscar el preciso lugar de su vibración.

Vendrán otros lejanos tiempos y el olivo seguirá la Ruta del Sol para renacer en la tierra más alládel océano. También entonces habrá sacrificio humano y de nuevo unos pocos renovarán elmilagro que época tras época renace y muere empujando el carro de la vida y creciendo enCristo para la perfección.

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