Higienismo-ambientalismo

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Higienismo y ambientalismo en la medicina decimonónica LUIS URTEAGA * El higienismo, una palabra hoy en desuso y que poco significarà para la mayoría de los lectores, fue a lo largo de la pasada centuria una poderosa corriente de pensamiento dentro de las ciencias médicas. Como campo de indagación científica, en el higienismo confluye una preocupación genérica por la salud pública, el intento de explicar el origen y mecanismos de deter- minadas enfermedades endémicas y epidémicas, y una reflexión amplia sobre lo que hoy llamaríamos la «calidad de la vida». La persistente atención que los médicos prestaron a estos temas hace de la higiene y el pensamiento médico un punto de encuentro obligado para aquellos que desde las cien- cias sociales nos interesamos por la historia del pensamiento medioambien- tal. Trataremos aquí de la evolución de la higiene en el siglo pasado, y mas específicamente del higienismo en su relación con las creencias medioam- bientales. De hecho, los problemas de la salud pública se contemplaron desde perspectivas teóricas diferentes durante el siglo XIX. Sin que puedan tra- zarse unas fronteras demasiado rígidas entre unos y otros enfoques, ya que a veces aparecen solapados y hubo autores que compartieron distintas posi- ciones, pueden distinguirse varias fases en la evolución del higienismo. Pre- sentaremos en este trabajo los rasgos principales de cada etapa, relacionandolos con la evolución del pensamiento médico y científico. Las primeras décadas del siglo pasado fueron en el campo de la higiene una prolongación de la perspectiva ambientalista heredada de la Ilustración. En este período, los higienistas exploran basicamente la influencia del medio físico, serialadamente del ambito climatico en el desarrollo de la mor- bilidad. Seguramente este es el aspecto del higienismo que mas nos interesa, ya que en él se relaciona estrechamente el discurso médico con la temàtica medioambiental. * Departamento de Geografia. Universidad de Barcelona. DYNAMIS Acta Hispanica ad Medicinae Scientiarumque Historiam Illustrandam. Vol. 5-6, 1985-86, pp. 417-425. ISSN: 0211-9536

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  • Higienismo y ambientalismoen la medicina decimonnicaLUIS URTEAGA *

    El higienismo, una palabra hoy en desuso y que poco significar para lamayora de los lectores, fue a lo largo de la pasada centuria una poderosacorriente de pensamiento dentro de las ciencias mdicas. Como campo deindagacin cientfica, en el higienismo confluye una preocupacin genricapor la salud pblica, el intento de explicar el origen y mecanismos de deter-minadas enfermedades endmicas y epidmicas, y una reflexin ampliasobre lo que hoy llamaramos la calidad de la vida. La persistente atencinque los mdicos prestaron a estos temas hace de la higiene y el pensamientomdico un punto de encuentro obligado para aquellos que desde las cien-cias sociales nos interesamos por la historia del pensamiento medioambien-tal. Trataremos aqu de la evolucin de la higiene en el siglo pasado, y masespecficamente del higienismo en su relacin con las creencias medioam-bientales.

    De hecho, los problemas de la salud pblica se contemplaron desdeperspectivas tericas diferentes durante el siglo XIX. Sin que puedan tra-zarse unas fronteras demasiado rgidas entre unos y otros enfoques, ya que aveces aparecen solapados y hubo autores que compartieron distintas posi-ciones, pueden distinguirse varias fases en la evolucin del higienismo. Pre-sentaremos en este trabajo los rasgos principales de cada etapa,relacionandolos con la evolucin del pensamiento mdico y cientfico.

    Las primeras dcadas del siglo pasado fueron en el campo de la higieneuna prolongacin de la perspectiva ambientalista heredada de la Ilustracin.En este perodo, los higienistas exploran basicamente la influencia delmedio fsico, serialadamente del ambito climatico en el desarrollo de la mor-bilidad. Seguramente este es el aspecto del higienismo que mas nos interesa,ya que en l se relaciona estrechamente el discurso mdico con latemtica medioambiental.

    * Departamento de Geografia. Universidad de Barcelona.DYNAMISActa Hispanica ad Medicinae Scientiarumque Historiam Illustrandam. Vol. 5-6, 1985-86, pp. 417-425.ISSN: 0211-9536

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    LA PERSPECTIVA AMBIENTALISTA

    creencias ambientales en el pensamiento mdico adoptaron diversasmanifestaciones. Un grupo de ellas es el tipo de convicciones elemental yestrechamente deterministas, que permiten deducir el carcters, la morali-dad, o el estado fisico de los pobladores de una regin, a partir del conoci-miento de sus condiciones geograficas.

    No descubro nada nuevo al establecer la filiacin mas remota de estasafirmaciones deterministas en los escritos hipocraticos. Tal como puede des-prenderse del tratado sobre Los aires, las aguas y los lugares, el ambito geogra-fico y climatico de una determinada rea influye en alto grado en lascaractersticas somaticas y psquicas de sus habitantes (1). Caractersticas queasimismo pueden estar mediatizadas por el tipo de convenciones socio-pol-ticas que usualmente se adoptan.

    Estas concepciones etno-geograficas discurrieron a travs de los siglosmanteniendo una mas que aparente vitalidad. Tras la reelaboracin deBodino, y posteriormente de Montesquieu en el siglo XVIII, las nocionesambientalistas pasaron a integrarse en el corpus terico del pensamientoilustrado, incidiendo notablemente en las teoras geograficas y antropolgi-cas (2).

    La persistencia de estas ideas en el campo mdico puede estar vinculadacon este determinismo fsico de carcter etno-geografico, y tambin con lalarga historia de la teoria humoral. Esta concepcin, que imbrica la natu-raleza con las caractersticas y comportamiento del ser humano, arranca asi-mismo de la cultura greco-latina. Es conocida la antigua creencia de que delos cuatro elementos primigenios surgen los cuatro humores: frialdad,sequedad, humedad y calor. La doctrina humoral estableca que estoshumores constituan la base de las distintas complexiones de los hombres:sangunea, melanclica, flematica y colrica. La combinacin en diferentesproporciones de las complexiones dara lugar al temperamento. En la tradi-cin mdica clasica, el estado de salud ideal vendra dado por una situacinde equilibrio entre las primeras cualidades. En consonancia con estas creen-cias, el paso de las estaciones, y los cambios atmofricos y climaticos debanser analizados con el fin de conocer y prevenir las dolencias. La relacin de

    (1) GLACKEN, C. J. (1973) Traces on tre Rhodian Shore. Nature and Culture in Western Thoughtfrom Ancient Times to the end of the Eigteenth Century, Berkeley, University ofCalifornia Press.

    (2) HARRIS, M. (1978) El desarrollo de la teora antropolgica, Madrid, siglo XXI.

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    estas ideas con el acentuado inters que la medicina de los siglos XVIII yXIX mostr por el clima ha sido puesta de manifiesto en diferentes ocaso-nes (3).

    En algunas obras mdico-geogrficas del ochoc-ientos podemos encon-trar todava un persistente eco de las tesis deterministas. As, por poner unejemplo tardo, en la Topografia mdica de Logrofio, publicada en 1889, su autornos recuerda que:

    La localidad influye poderosamente en la parte moral del hombre, muchomas todava que el clima, pues la configuracin del terreno tiene maspoder que la temperatura; as que el habitante de las montafias tiene genioindependiente y agreste, demostrado valor y grandeza de animo y por elcontrario los que moran en extensas llanuras en las que no hay bosques niros caudalosos son de carcter inactivo y hasta cierto punto dbil e incli-nado a la sumisin (4).

    Sin llegar a tan aventuradas proposiciones, F. Weyler y Laviria, en suTopografia fi'sico-mdica de las Islas Baleares (1854) sostena una idea bastantegeneralizada a mediados de la centuria: la necesidad de estudiar el clima, lascostumbres y los alimentos que se consumen, en tanto que estos hechosmodifican las pasiones y temperamentos de las gentes, influyendo direc-tamente en su salud.

    Otro tipo de ideas medioambientales, presentes en el discurso mdicode siglo pasado, son las que destacan el impacto del hombre sobre el medionatural, y los efectos perniciosos que devienen de la alteracin de este. Con-cretamente, algunos mdicos como Blas Llanos, recogiendo ideas forestalesde la Ilustracin, valoraron los efectos beneficiosos del arbolado sobre elclima y la salud, deduciendo la necesidad de proteger los espacios forestales.En su Memoria sobre los medios de mejorar el clima de Madrid, restablecer su salubri-dad y fertilidad, publicada en 1825, Llanos da por cierta la noticia de que laubicacin de la capital del reino en Madrid se debi al carcter bonacible ysano de su clima, propiciado por la abundncia de dehesas y arbolado.Refiere que la tala de los arboles de las alamedas de la ciudad, y la deforesta-cin de los montes prximos, provoc el deterioro del clima y el destem-ple de los aires. As como tambin la escasez de agua y la insalubri-dad del lugar.

    En cierto sentido, este mdico ser uno de los pioneros en la reivindica-

    (3) DESAIVE, J. P. et. al. (1972) Medecins, climat et epidmies a la fin du XVIII sicle. Paris, Mou-ton; ALLIAUME, J. M. et. al. (1977) Politiques de l'habitat (1800-1860), Paris, CORDA.

    (4) HERNNDEZ OATE, D. (1889) Topografia mdica de Logrorio. Logroflo, p. 8.

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    cin de los beneficios del aire puro. Argumenta que: ... habiendo perdidoya en aquel tiempo los aires de Madrid la humedad y densidad que recibanantes del arbolado, se hicieron muy vivos, delgados y penetrantes, y de con-siguiente temibles a sus vecinos y habitantes (5). Por ello, en opinin delmiembro de la Real Academia Mdica de Madrid, el remedio a tales malesno poda ser otro que la repoblacin de los montes vecinos y la plantacinde arboles en alamedas y jardines.

    En la Memoria de Llanos aparecen esbozadas tres ideas que seran amplia-mente repetidas por la literatura forestal del siglo XIX para defender la utili-dad de los bosques, a saber: los arboles tienen un efecto beneficioso sobre lasalud pblica en tanto que purifican el ambiente, sanean el suelo de subs-tancias nocivas y actan como reguladores trmicos evitando los cambiosbruscos de temperatura.

    Aunque estas cuestiones fueron debatidas durante cierto tiempo, ya quemientras algunos autores mantenan que los bosques actuaban comobarreras naturales que detenan. los grmenes de las epidemias, otros, porel contrario, insistan en que las zonas boscosas podan ser fuente o refugiode efluvios malignos y substancial deletreas (6), en general la tesis de labondad del arbolado se afianz progresivamente.

    La influencia higinica de los bosques, glosada por mdicos, cientficose ingenieros forestales, fue uno de los pilares de la literatura conservacio-nista en la pasada centuria. En su nombre se propici la repoblacin de losmontes y la plantacin de arboles en los parques y calles de las ciudades.

    Con todo, el tipo de ideas medioambientales mas desarrolladas por lareflexin higienista, son las que vinculan de un modo general el clima y elentorno con la evolucin de la morbilidad. Estas ideas fueron la base para eldesarrollo de la amplia tradicin de las topografas mdicas, que hemosestudiado en otro lugar (7). Las monografas mdico-geograficas debenentenderse como expresin de un dble esfuerzo: por un lado, descubrir enqu medida las variaciones del medio ambiente pueden influir en el orga-nismo humano, bien modificando su resistencia al ataque de los agentespatgenos, o bien actuando como caldo de cultivo propicio al desarrollo de

    (5) LLANOS, B. (1825) Memoria sobre los medios de mejorar el clima de Madrid, restablecer su salubri-dad y fertilidad. Madrid, Fuentenebro, p. 17.

    (6) CAPEL, H. et al. (1983) Ciencia para la burgesa, Barcelona, Ediciones Universidadde Barcelona.

    (7) URTEAGA, L. (1980) Miseria, miasmas y microbios. Las topografi'as mdicas y el estudio del medioambiente en el siglo XIX. Barcelona, Geo-crtica (Cuadernos Crticos de GeografaHumana, n. 29), Ediciones Universidad de Barcelona.

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    las enfermedades. Por otra parte, la geografia mdica de la poca intentadescribir el estado sanitario de diferentes localidades y regiones. Para elloindaga en torno a factores como el grado de saneamiento urbano, las carac-tersticas clima.ticAs y topogrificas del rea, la mortalidad y otros factoressociales que puedan servir como indicadores de la salud y salubridadde la poblacin.

    La doctrina rniasmtica, y otras creencias ambientales como la teoratelrica, fueron el fundamento terico para encuadrar algunos procesospatolgicos. Los estudios de higiene, durante un largo perodo, se centraronen la elaboracin de topografias mdicas; y las mejoras de la salud pblicase concibieron, en buena medida, como soluciones ambientales. La deseca-cin de pantanos, la canalizacin de aguas, o la realizacin de obrar desaneamiento urbano, son algunas de ellas. Esta perspectiva ambientalista,que alent el desarrollo de la geografa mdica, persisti a lo largo de lasegunda mitad del siglo XIX.

    LA HIGIENE SOCIAL

    Desde el cuarto decenio, algunos procesos patolgicos se definieronprioritariamente como enfermedades sociales. El inters por la situacin dela clase obrera, por las condiciones de trabajo en las fabricas, por el estadode la vivienda y otros problemas sociales como el pauperismo y la benefi-ciencia, diseria el marco de la higiene social desde un punto de vistamoderno.

    En orden a establecer bases mas eficaces para la prevencin de la enfer-medad, los mdicos realizaron un considerable esfuerzo de informaciriestadstica (8). Se indaga, sobre todo, en torno a las caractersticas de la mor-talidad, su distribucin por sexos, edades y profesiones. Surge entonces lanocin de mortalidad diferencial; de una desigualdad social ante la enfer-medad y la muerte, que afectaran en grado diferente a los distintos grupossociales, a la poblacin campesina y a la poblacin urbana e incluso a loshabitantes de los distintos barrios de una misma ciudad. Neuman en Ale-mania, Chadwick en Inglaterra, Villerm en Francia, sientan, de modo casisimultaneo, los primeros logros de la estadstica demogra.fico-sanitaria. L4Monografia estadstica de la clase obrera de Barcelona en 1856, realizada por elingeniero I. Cerd, participa sin duda de este orden de preocupacioneshiginico-sociales. En general, las monografas estadsticas son una de las

    (8) LPEZ J. M. (1971) Historia social, antropologa cultural y sociologa de lamedicina en la ensefianza mdica. Medicina e Historia (2. a poca), n. 0 3, p. V.

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    expresiones ms tpicas del higienismo en los aiios centrales del ochocien-tos. Se recopil informacin estadstica en buen nmero de pases europeos,y las monografas se realizaron con un mtodo empirista y una finalidademinentemente prctica.

    Por otra parte, se intenta profundizar en la investigacin cientfica acercadel origen y configuracin de algunas enfermedades. Uno de los aspectos deesta investigacin lleva necesariamente al terreno sociolgico. Los habitos devida, las dolencias profesionales, los accidentes laborales y las condicionesde habitat disetian en su conjunto una patologa social, que mdicos ehigienistas intentan esclarecer. La Higiene del tejedor (1858) de J. Salarich, y lainvestigacin de Font y Mosella (1852) sobre los efectos de la produccinfabril en la salud pblica de Barcelona, son un ejemplo parcial de este tipode trabajos.

    La miseria de amplios sectores de la poblacin, y un extenso abanico deproblemas sociales, como el alcoholismo, la prostitucin o la violenciaurbana, fueron descritos alternativamente como sntoma o causa, cuando noconsecuencia del lamentable estado de la salud pblica. Algunos higienistaspropusieron, muy en la lnea de la poca, solucionar estas lacras acentuandola accin filantrpica o caritativa. Otros, desde una posicin mas progresista,plantearon los problemas asistenciales en el contexto de una necesariareforma social. En su opinin, conseguir una sociedad ms sana era elequivalente de hacer una sociedad ms justa. Es promediada la centuriacuando comienza a hablarse con insistencia de la mejoras de la vivienda, delas ciudades obreras (9) y de una asistencia hospitalaria sin connotacionescaritativas. En este perodo, el progreso de la salud pblica solo se ve posible

    conjugando transformaciones ambientales con mejoras sociales. Es tambincuando el discurso mdico-higienista, y las ideas reformistas aparecenms unidos.

    En bastantes escritos de la poca, las nociones ambientales y las teorassociales sobre la enfermedad se presentan imbricadas. El contexto socialpasa a formar parte del cuadro ecolgico en el que se describen los proce-sos morbosos.

    LAS IDEAS BIOLGICAS Y EL DARWINISMO SOCIAL

    En torno a 1880, los espectaculares avances de la bacteriologa aportan

    (9) URTEAGA, L. El pensamiento higienista y la ciudad: La obra de P. F. Monlau (1808-1871). 11 Simposio de Urbanismo e Historia Urbana, Madrid, 1982. (Comunicacin), 20pp. (en publicacin).

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    nuevas y vigorosas explicaciones acerca del origen y difusin de las enfeline-dades infecciosas. Los descubrimientos de los bacilos de la lepra, de latuberculosis, y otras enfermedades endmicas, y la afirmacin cientfica delorigen micrbiano de las epidemias configura una nueva mentalidad etio-patolgica (10), sobre los problemes de la salud y la enfermedad. En losatios finales del siglo XIX se impondra decididamente una concepcin bio-lgica de la enfermedad. El combate entre microbios y organismos ser, vistocomo una variante de la darwiniana lucha por la vida.

    El impacto de la microbiologa fue extraordinario en el campo de lahigiene. E1 contenido y direccin de los Congresos Internacionales deHigiene y Demografia, que se venan celebrando desde 1876 nos da cuentade este fenmeno. La novena de estar reuniones internacionales tuvo lugaren Madrid en el atio 1898. Un repaso a la distribucin de las comunicacio-nes presentadas a este congreso (ver tabla I) puede darnos una idea del xitoalcanzado por el enfoque bacteriolgico en el discurso higienista.

    TABLA IDistribucin de las Comunicaciones presentadas al IX Congreso Internacional de Higiene y Demografia

    Seccin N. Comunicaciones

    1. Microbiologa aplicada a la higiene 48 142. Profilaxis de las enfermedades transmisibles 65 193. Climatologa y topografias mdicas 36 114. Higiene urbana 42 125. Higiene de la alimentacin 36 116. Higiene infantil y escolar 55 167. Higiene del trabajo 22 78. Higiene militar y naval 17 59. Higiene veterinaria 11 3

    10. Arquitectura e Ing. Sanitarias 7 2TOTAL 339 100

    FUENTE: Arias y memorias del IX Congreso Internacional de Higiene y Demografia. Madrid, 1898.

    Parece innecesario insistir en esto. Los descubrimientos microbianos dePasteur y Koch imprimieron un profundo giro a las ciencias mdicas. Enesta nueva fase, las coordenadas cientficas de la higiene, como conoci:miento mdico, se alteraron substancialmente. La moderna microbiologadesacredit definitivamente algunas de las hiptesis ambientalistas quehasta entonces se admitan.

    (10) LAIN ENTRALGO, P. (1978) Historia de la Medicina. Barcelona, Salvat, pp. 482-490.

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    Pero, en aquel contexto finisecular, cambiaron tambin las coordenadassociales, econmicas e ideolgicas en las que se inscribe la higiene comoimperativo social destinado a preservar la salud. El desarrollo de la indus-trializacin en Europa, y las crisis sociales que acarre este proceso modifi-caron en alto grado el viejo discurso reformista. Por otra parte, nuevasconcepciones sociales y cientficas ganaron terreno rapidamente.

    Una de estas concepciones, que mas temprana y duraderamente influiren la higiene viene constituida por las teoras sobre la herencia. Mas concre-tamente, por la idea que se haba abirto paro en la segunda mitad del XIX,acerca de la transmisibilidad de los caracteres adquiridos. La fortuna de estaidea, que traa aparejada la consideracin hereditaria de malformadones yenfermedades, restaba credibilidad a algunos de los postulador de la higienesocial. Si el mal esta inscrito en los genes de cada individuo, razonaron algu-nos, ser un esfuerzo vano sanear las ciudades, construir nuevas viviendas, omejorar las condiciones de vida de los trabajadores. La sfilis, la tuberculosiso el cretinismo, en cuanto que taras hereditarias slo podran corregirseactuando sobre las condiciones de su transmisin hereditaria. Por los mis-mos ailos, la influencia del darwinismo social se hizo sentir en el pensa-miento mdico.

    Algunos viejos temas de la investigacin higienista continan presentesen este perodo, pero su cambio de signo es evidente. Por ejemplo, prosiguela investigacin estadstica demogrfica sanitaria. Pero si antes la cuestincentral era la mortalidad, ahora el nfasis se desplaza hacia la natalidad. Lafecundidad parece ser desde fines de siglo el centro de la obsesinhigienista. Cuestiones como la despoblacin, la procreacin, las taras here-ditarias, los movimientos migratorios y la decadencia de las razas apasio-nan a no pocos galenos. Para algunos higienistas los trminos salud de lanacin y vitalidad de la raza aparecen como sinnimos. La alta participa-cin de mdicos en las sociedades eugensicas europeas y norteamericanasde principios de nuestra centuria no es un hecho casual.

    La higiene social, a finales del siglo pasado, deviene en cierta medidauna tecnologa de la poblacin. Y de esta orientacin surgiran nuevas ydiferentes definiciones del quehacer higienista: La higiene social se escri-bira en 1920es una sociologa normativa: consideramos al hombre comoun material industrial o, mejor, como una maquina animal. El higienista espues el ingeniero de la maquina humana (11).

    (11) Cit. por: MURARD, L. et al. (1977). L'haleine des faubourgs. Ville, habitat et sant auXIX sicle. Recherches, n.0 29, p. 443.

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    En esta tercera etapa, la ruptura del higienismo con su tradicin anteriorse evidencia en muchos aspectos. Uno de ellos s la progresiva ignoranciadel miserable y su miseria que son sustituidos como foco de atencin pornuevos agentes: los microbios y sus portadores. Al mismo tiempo, la obser-vacin de la morbilidad, el estudio de la mortalidad, son sustituidos por elescrutinio de los nacimientos, por la tutela de la infancia, por la supervisinde la salud. El higienista, en esta nueva fase, parece sobre todo interesado engarantizar la seguridad biolgica de la poblacin.

    Las concepciones darwinistas influyeron notablemente en la higienedesde 1880 hasta bien entrado el siglo XX. Incorporando las nociones deherencia, seleccin y competencia, algunos higienistas colocaron en el cen-tro de su reflexin la idea de raza, y llegaron a desarrollar una doctrina dela salud pblica como depuracin de la especie a partir de la seleccin gen-tica. En este transito, el pensamiento higienista, en su direccin mas signifi-cativa, elimin progresivamente las preocupaciones sociales y releg a unplano secundario la reflexin medioambiental.