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    Cuadernosde Historia Contempornea 155N:0214-400-X

    2000, nmero 22: 303-324

    La nacin tras el diluvio.

    Unaperspectiva germano-oriental

    HELGA SCHULTZUniversidadEuropea Viadrina, Frankfurtloder

    RESUMEN

    Helga Schultz reconsidera la RD A y su forma nacional desde un punto devista germano-oriental. Entiende la RDA como un intento de construir unapeculiarnacin socialistaalemana, pero laim posibilidadde alcanzaresta aspi-racin es examinadajuntocon la sorprendente divisin entre ambaspartes de lanueva Alemania unida y lanueva enicizacin de los alemanes del Este. Elarticulo revisa tambin la sociedad obrera socialista, como producto delsocialismo real.

    ABSTRACT

    Helga Schultz reconsiders the GORand its nationalform from an East Ger-man point ofview. She understands the GDR as an intent to shape apeculiarsocialist German nation, but the impossibility toachieve this aspiration is exa-mined al along with the astounding division between both parts of the newunited German and the new ethnicization of the East Germans. The articlecontainsalso a revision ofthe socialist workers society, as aproduct ofrealsocialism.

    1. DESINTEGRACIN Y VIOLENCIA

    A finales de los aos setentaun anciano NorbertElias escriba: Unadelas ms asombrosas y atemorizadoras observaciones que, desde una ciertadistancia,se puedenhacerhoy daen Alemania Occidentales la enorme irri-tacin y enemistad quesienten algunaspartes de la poblacin haciaotras. La

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    conciencia de la interdependencia real de todas las clases y regiones de laRepblica Federal, as parece, est desapareciendo... De este modo la irre-conciliable divisinde todas las partesde un mismo pueblo pudieraavanzar,como yafue el caso, hacia una direccin que ninguna de ellaspreveeodesea,

    es decir, en la direccinde un Estadopolicial ode una dictadurade partido.Esta preocupacindel intelectual encontr entonces escasoeco.Yes queresultadificil todavahoy ligaresta visincon laimagen comn de unaRep-blicaFederal que, bajo la presin del movimiento del sesentayacho, cambide forma duraderaen una direccin mssocial y liberal. Y sin em bargo lla-ma la atencin cun exactamenteestas frasesdescriben losucedido trasde lareunificacin alemana.

    Durante los cerca de tres aos quese necesitaron para deconstruirtotal-mentelas instituciones, la economa y la sociedadde la RepblicaDemocr-tica Alemana, acab ahogndose en el pantanode la indiferencia, cl hastio y

    a menudo laabierta enemistad toda laeuforia inicial de la reunificacin. A laapenas encubiertaagresividad de los alemanes entre si se una la crecientexenofobia,cuyacausa resida por suparte en lacorriente de inmigrantes quellegaban desde la desintegradaUnin Sovitica yde otras partes del mundodesestabilizadaspor la cadadel comunismo2.

    La nueva violenciano era un fenmenoexclusivo de la Alemania delEste.Juntoa los atentados de Rostock yHoyerswerdase perpetraron otros enAlemania del Oeste, como Mln o Solingen. Pero la violencia se dirigasobre todo en Alemania del Este contra determinadasm inoras, contraexilia-ds en busca deasil,contrahomosexuales, minusvlidos ovagabundos. Losimpotentes atacaban a los an ms dbiles. En elvaco espiritual que laban-carrotadel socialismo dejara en las cabezas de los alemanes del Este, entrla propagandade partidos y organizaciones ultranacionalistas procedentes delOeste ycomenzaron a extenderse mensajesneonazis3. Una subculturafascis-toide penetren las escuelas y los grupos juveniles,de tal modo que, enpocotiempo, clases y pandillas se dividieron en derechistas e izquierdistas, quemantenan una elevadahostilidad entre s.

    La violenciaextraestatal se convirti aprincipios de los noventa en partedel da a da alemn. La des-civilizacin, que Elias intua comoun peligro,seacercaba imperceptiblemente. Poetas y filsofos vejan la guerra civil ascen-

    1 Elias, Norbert: Studien ilber dieDeutschen. Ma chtkdtnpfe undHab itu senp,vicklun gim19 . Und20. JaItrhundert, edit.porMichael Schrter, FrankfurtlM. 19892, p . 519.

    2 Wehrhfer, Birgit: Das Ende derGem tlicItkeit. Ethnisieritng im deutscIten Migra-

    tidsltti >ta6 JYEide dO.it4Vs

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    der a los andenes del metro4. El susto se hizo enorme,tanto en Alemaniacomo en otros paises. La otra Alemania, quese deca as misma que era lamayora, se aline en marchasde protesta y cadenas de velas. Cada vez msa menudose escuchaba,comounjuramento: Bonnno es Weimar, 1993 no es1933.Pero con lacontinua repeticincreca no el poderde conviccin de esafrmula, sino la preocupacin de s i era realmentecierta.

    Tambin lanueva violenciaes unaviolencia juvenil. Los violentos tienenbsicamente entre 16 y 21 aos. Se podra interpretar este hecho como quelosjveneshacen lo que los padresslo se atreven a pensar, es decir,trans-forman la xenofobia de los adultosen violenciapura5. Se podra entenderestehecho, lo queno es nadafcil, como que losradicalesatacan no slo la doblemoral sino la sociedadmisma, sus valores establecidos y que ponen en dudael monopolio de la violencia por parte del Estado. Slo que, a diferencia delos aos veinte y luegosesenta, a los que se refera Elias, no son ahora loshijos e hijasde laburguesa quienesse revuelven, sino quese trata dejve-nes obreros.

    Losjvenes obreros, que haban conquistado un lugar intocable en elcentro de la sociedad de laRDA y queestabaninvestidosdel capitalsimb-lico de la supuestaclase dominante, se encontraronconvertidos de nuevo, acausa de la transformacin y ladesindustrializacin, en un grupo marginal.Ladestruccinde todaautoridad en la casa paterna, en laescuela, laempre-sa o en las organizaciones e instituciones estatales condujo al desarraigosocial y emocional. Por ello se pusieron a buscarun nuevo lazo de unin, ysu miedo al futuro se tradujo enun odio ciego hacia los supuestos competi-dores. Entreesos jvenes obreros encontraron ideas y organizaciones neo-nazis, nacionalistasde derechas y orientadas hacia la violencia, un verdade-ro nilieu.

    Tampoco ahora lleg elMal que haba temido Elias en los aos seten-ta, la nuevadictadura: el sistema democrtico-parlamentario delaRepbli-ca Federal se demostr estable. La violencia contra los extranjeros, sinembargo, ocupa un lugar duradero en los mrgenes de la sociedad, en laprovincia y en las desintegradas capas de jvenes obreros. Ser posiblecombatirdichaviolencia, si no domesticarla,slo con los mediosde l Esta-do de derecho?

    Lacrisis de identidadde la sociedadse ve reforzada, yno por primeravezen la historia alemana, poruna profunda brecha entre las generaciones. Pero

    Fnzensberger, Hans Magnus: DicCro/le Iliznderang.Dreiunddre~/ligMar/cierungenmit cinerFufinote. Ubereinige BesonderIteiten bei der MenscItenjagd, Franlcfurt/M. 1 992 ,pp . 67-72.

    Asen tentIla Habermas lo sucedido en septiembre dc 1992 en el peridico Die Zeit.

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    lacrisis dela identidadnacional y elcon flicto generacional no son idnticosen laparteeste y oeste de Alemania, como tampoco se puede hablarde unasociedad alemana.

    2. UNAETNICIZACINDELOSALEMANES DELESTE?

    Ahora, diezaos despus de la unidadalemana, los alemanes del este ydel oeste son ms ajenos los unos a los otros quenunca. Ladistancia entrelas dos partes del pueblo alemn parece incrementarse sin treguadesde aquelextraordinario momento de alegra que produjo a lam ayorpartede lapobla-cin la aperturadel Muro. La enajenacinpuede medirse en la rpidaregre-sin del nmero de viajes entre unos y otros yen laincreibleme nte pequeacifra de amistades ymatrimoniosentre alemanes del este ydel oeste. Inclu-so en muchos casosse han roto determinadas relaciones anteriores almomen-to del cambio.

    Se puedemedirtambin ladiferenciaa travs de encuestas de opinin yresultados electorales. Dicha enajenacinno puede ser aclaradainvocando laaparicindeproblemas inesperados o esperanzas decepcionadas productodelaunificacin, sino que reside sin duda en la distancia real de condicionesdevida yde experienciasentre dos generaciones que, poco a poco masdeci-didamente,se hallaban en camino de constituirdos naciones alemanas dis-tintas6.

    ChristianMeiderencabezaba en 1991 su manifiesto en favor deun nue-vo proceso de construccin nacional de los alemanesconla afirmacin deque en ningn lugar fueron Este yOeste tancercano y , al mismo tiempotanlejanos el uno del otro comoen Alemania. Se vieron extraordinariamente (...)separados por las circunstancias de los diferentes rdenes econmicos ysociales. Dos identidades colectivas distintas se formaron yse estabilizaronen el proceso de lareunificacin7.

    El abismo parece profundo, sobre todo si hablamos de mentalidadescolectivas y de estereotipos. Principalmente desde laperspectiva de los ale-manes del oestetienenotra escalade valores, otro tipo de familia, otras cos-tumbres, otrasformasde disfutardel tiempo libre,otros gustosy otroidioma,leen otros peridicos y votande otra forma. En elmundo acadmico se habladesdehace poco de la etnicizacin de los es.Lapalabra, queprocede del

    6 Sobre la historia delateoria de las dos naciones puede verseSchmidt, Walter,The

    Nationi n GermanHistory, en: MikulasTeich/Roy Porter (eds.): TIte National Question in Eu-ropein HistoricalContext, Cambridge 1 993 , P p . 148-180, aqu, P p . 171-180.

    Mejer, Christian: Die Nation die keineseinwill, Mnchcn/Wien 1 991 , S . 9.

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    discurso de moda en el mundo occidental (alemanes del Este) muestra cla-ramente la extraezade los alemanes del Oeste. Se observa en la no deltodo bien intencionada afirmacin del historiador ArnulfBaring: En laRDA haba, como se hubiera formulado antes, unapolnische WYrtschaft..., ysus habitantes fueron transformadosen polacos quehablan alemn9.

    Pero comparten los alemanesde l Esteese sentimiento de desarrollo tni-co distinto? Ellos hablan de la vida en laRDA en tiemposdelEstey piensanconello haber llegado al Oeste. Pero sinem bargo no albergan duda algunade que eran tambin alemanes en los tiempos delEste yse asombrantodavade que, en competiciones internacionales, el primer alemn fuera el tercerodespus de dos deportistas de laRDA. El concepto de laetnicizacin de losgermano-orentalesno encierra de ningn modo la realidad de unaamenaza-dora divisinde los alemanes endospueblos distintos, un triunfo pstumodelateora de lasdas naciones de laRDA. Laetnicizacin de los es significaelrechazo de la experiencia histrica propiade stos porpartede losalema-nes del Oeste, la incapacidad de integrar dicha experiencia en una historiaalemanaglobal.

    El socilogo Wolfgang Engler ha realizado una interesante aportacin

    desde un punto de vistaeste-alemn0. l ilustra lo especfico de lamentali-dad alemana oriental sobre todo atravs delas consecuencias de la igualdaden una sociedad obrera1. La observacin no es nueva. La sociedadde laRDA se haba desechono slo delas viejaselites aristocrticas mediante lareforma agraria y de las lites polticas y militares duranteuna verdadera-menteeficaz desnacificacin, sino quese habades-burguesado enun senti-do muy amplio, tanto econmico comocultural. Conservadores como elcita-

    do Arnulf Baringo el editor Wolf Jobst Sieder dedujeron de ellono slo elderecho moral del Oeste a exportar sus lites hacia el Este, sino incluso sudeber dehacerlo2.

    La sociedad obrera no significa sinem bargo dficit alguno. Tampoco setrata de aquella tesis del Estado Obrero y Campesino en el que, de hecho,gobernabaslo lacasta defuncionarios. Englerdescribe as una sociedad sin

    8 N . del T .: Polnische Wirtschaft (economiapolaca), trmino acuado en laAlema-ma de la Ilustracin parareferirse al malgobierno y la pobreza en la Repblica Polaca delsigloxviii, convertido mstarde en estereotipo antipolaco. CfSchultz, Helga(1999): Obraz PoIs-ki w niemicckim Orwiccieniu en Historyka2 9 : 15-31 .

    ~ Baring, Arnulf: DeutscItland, was nun? E m Gesprch mit Dirk Rumberg undWolfJobstSiedier,Berlin 1 991 , p . 6 3 .

    ~ Engler, Woifgang: DieOsideut.scIten. Kunde voneinem verlorenen Land,BerJin 1 999 .Ibid,pp. 175-206. La sociedad obrera es anloga a la sociedadburguesa y Wolfgang

    Engler sc apoya para ello en NorbertElias.[2 Baring, como nota 9, pp. 54-72.

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    marcadas jerarquas, en la que los obreros dominaban social y culturalmentee incluso obtenan ventajas de lapropia desigualdad poltica. Esta sociedaddescansaba en laigualdad, que era utilizada y querida por la casta gobernan-te y aceptada e interiorizada por la gran m ayora de losgobernados.

    Esta igualdad se basaba en el trabajoprofesional generalizado yen unosingresospor trabajo escasamente diferenciados, como nica fuente principalde ingresos. El trabajo profesional era la medida del valor humano y por ellofueron marginalizadoslos incapacitados para trabajar y criminalizados comoasociales aquellos que no queran trabajar Y la medida del trabajo profesio-nal era el obreroindustrial, hroe de novelas, pinturas y cantatas yprivile-giado sobre todo por el miedo que los poderosos tenanexclusivamente deeste estrato social3.

    La igualdad significabatanto laomnipresencia delcolectivo comosu pro-teccin y recortaba todo lo que sobresala de la medida general. Era unaigualdad de los ingresos, de los estilos de vida yde los caminos de la vida,que eran determinados atravs del trabajo y limitados por medio de las obli-gaciones y losbeneficios del trabajom edio. Estaigualdadexiga la paridadde los sexos en su doblepapel profesional-familiary desembocen la luchade gnero y en elevadas cifras de divorcios,como ha puestode relieveWolf-gang Engler. Es fcil de comprender que esta sociedad obrera se mostrabadeficitaria en protagonistas del estilo de vida de sociedad burguesa de bie-nestar que surgi a travs de dcadas de acelerado individualismo. Se pre-sentabacomo una sociedaddel mal gusto yde las malas costumbres,de l con-servadurismo, la falta de fantasa y escaso sentido de las delicias de la

    14autorrealizacion

    Dicha igualdad es de hecho la herenciano olvidadade laRDA. Esaper-sistencia est generalmente alejada de laideologa yde ninguna manera esequivalente a nostalgia de laRDA. Investigadores dc opinin y oradores deceremonias han fijado en este punto la diferenciadecisiva entre los hbitospolticos de los alemanes orientales y occidentales. El invariable y elevadoaprecio de la igualdad en eleste se corresponde con unatotal faltade apre-cio por la libertad, lo que seraconsiderado en general comosigno de la anescasamente educada conciencia democrticade losnuevos ciudadanos fede-rales. La exigencia germano-oriental de igualdady el reparto y seguridad

    por medio del Estadosocial a ella ligados resulta as para el observador

    3 Hbner, Peter: Konsens, Konflikt andKompromij3. Soziale Arbeiterinteressen und

    Sozialpolitiki n derSBZ/DDR 194S-1970, Berlin:Akademie verlag 1995. Esta reaccin la documenta impresionantementela novela autobiogrfica de una rena-

    na trasladada a Frankfurt/Oder:Endlich, Luise(Nicole): NeuLand: ganzeinfache G eschicItten,Berlin: Transit, 999.

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    occidental una deformacin de laconciencia polticacomo consecuencia delavida bajo la dictadura. Esta conexinse haconvertido enun lugar comn,variada de muchas maneras y , ltimamente, corroborada cientficamente porel criminlogo Christian Pfeiffer en relacin con la educacin en lasguarde-

    ras infantiles de laRDA

    5. Justamente contralas tesisde Pfeifferse halevan-tado una tormenta de indignacin,tan generalizada en la Alemania del Este,que debe dar quepensar Elmo tivo de dicha indignacines, quizs, que aho-ra no se tratabade l Estado del SED, elsistema poltico, el que era atacadosino la formade vida de la sociedadobrera. La crtica ataca la formade vidaen suncleo, en la relacin entre el trabajo y la vida familiar, en el cruceentre las esferas privada y social.

    Por qu tienen que ser precisamente los es los que muestren escaso apre-cio por la libertad cuando fueron ellos, a diferencia de los alemanes del Oes-te, quienes lucharonen elotoo de 1989 por la libertaden todossusaspectos:de movimientos, de expresin, de reunin, de prensa? A los contemporneos

    germano-orientales les queda en la memoria noviembre de 1989 como elmomento histrico de la libertad, del sentimiento de unin de (casi) todosdespus del abatimiento paralizante de la accin policial del 7 de octubre,despusde los tensos debates pblicos y manifestaciones que precedieron alacada del Muro. Losalemanes del este poseen seguramente otro conceptode la libertad. Si Engler tiene razn, la sociedad de laRDA descansaba entres columnas: junto a la igualdad estaban tambin la independencia y laseguridad, que en la sociedad obrera le eran ofrecidos a todo el mundo gra-cias al trabajo profesional general. En ese sentido se correspondea una pr-dida de la igualdad una prdida de libertad, pues lanueva libertad debe serpagada con la desaparicin de laindependencia. Slo en apariencia ponen losalemanes dcl Oeste la igualdad por delantede lalibertad. Tienen un concep-to distinto de lalibertad, mssocial, ms solidario, y quieren unir sobre estabase la igualdad y la libertad. Quiz intentan con ello una vez ms la cua-draturadel crculo. Pero no se acerc apreciablemente la poca dorada delEstado Social europeo aesta posibilidad?

    Para la igualacin de esta mentalidad a la alemana occidental se estimapor lo general un tiempo deuna o dos generaciones. Po r supuesto que sesuperan tambin crisis de identidad mediante cambios generacionales. Laescalade valores de los alemanesde amboslados se igualar cuando tambinen el Estese forme una sociedad burguesa siguiendo elm odelo occidental.Cmo tiene que suceder esto si no es atravs de la igualdadde condicionesde vida y de oportunidades? Yno presupone esto la igualdadde losingre-

    ~ Vase el informe en: FrankfurterAlgemeineZeitung 1 . Marzo 1999, p. 40: DOR-Erziehung verursacht A uslnderfeindlichkeit.

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    sos y de los ahorros, de las herencias y delas tasas de desempleo? Las capassociales superiores deberndejarde ser elites importadas y el capital y el sue-lono debern estarcasi exclusivamenteen manosde alemanesde lOeste. Esposible un cambio en tal medida? La perduracin de la desigualdad en loscampos antes mencionados reproducir y aun profundizar las diferencias

    mentales. La etnicizacin de los germano-orientales se desarrolla, as vista,deun modo yabienconocido: laetnicizacin deconflictos sociales.

    Otrocamino seda que lasociedad burguesadel Oeste aceptara lasexpe-riencias de los es, lo cual quiere decir una valoracin positiva de las expe-riencias igualitarias de la sociedadobrera de laRDA y unamayor apreciacindel Estado social en lavida pblica y en la poltica. Esto supone navegarabsolutamente contra la corriente del momento que proclama el fin de lasociedad del trabajo, y adems,hace tambalearse los fundamentos de lacon-viccinde losalemanesde lOeste de ser los vencedores en el conflictode sis-temas entre las dos Alemanias, conviccin que exige la demonizacin delEstado y la sociedad de laRDA. Y sin embargo los es presionan en estadireccin con su comportamiento electoral y los sondeos de opininatesti-gt.ian una creciente simpata haciaesta orientacin tambinen elOeste.Inclu-so s i a medio plazo la brecha entre este y oeste en Alemania se cierra, esimprobable que la experiencia germano-oriental de la sociedad obrera iguali-taria quede tan ahogada como sucediera con lade los jacobinos alemanes.Generaciones futuras la retomarnen laconciencia histrica alemana y , qui-zs,parahacer poltica con ellade nuevo.

    3. UN NUEVONACIONALISMOALEMN?

    La unificacin ha traido de nuevo el problema de lo nacional al debatepblico6. Unos ven en la irrupcin de odio y violencia la expresin de unnuevo nacionalismo alemn, otros proclamanun nuevosentimiento nacionalalemn comosalida de la crisis.

    El discurso sobre el nacionalismoest todava en tales debates demasia-do lleno de reproches, como si fueraunaacusacin que hay que rechazar oque hay quedefender. Estodificulta una comprensinobjetiva. En eldiscur-so cientfico internacional se haasentado un uso funcional del trmino. Elnacionalismono se ve ya como laexageracin agresiva delsano patriotis-mo, pues tal diferenciacindeja aun ladolas transiciones ylas identidades ygeneralmente sirveslo para diferenciar elpatriotismo propiodel nacionalis-

    6 Jarausch, Konrad 1 - 1 . : NormalisierungoderRe-nationalisierung?ZurLJmdeutung der

    dentschen vergangenheit, en:GeschicItte undCesellscItaft, Jg. 21, 1995/4, P p . 571-584.

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    mode los otros. El nacionalismo nace con elpaso haciauna sociedadmoder-na, postfeudal, en la que elpueblose coloca a smismocomo soberano y sehalla ligado alEstado~nacin?.Merece la penarecordar la reflexin de Elias,basandolaidentidadnacional en un sentimiento positivo, quees equivalente

    alamor: Sea lo que esto fuere (el amor a la nacin propia,H. 5.), se tratatambin deuna forma de amor a s mismos.En la psicologa del individuo se supone queunacierta medidade amor

    propioes inexcusablepara toda personalidadestable. Una transposicin muyatrevidadara razn a aquellos que proclaman ms nacionalismo como reme-dio de lacrisis de identidadalemana. Pues con la unidad alemanase puso aldescubiertono un extremadoEros nacional, sino el ser descompuesto y divi-dido de la nacinmisma. Envez de amor propio, fue el odio a s mismo elque determin loshechos. Veamos primero la situacin en el hundimientodela RDA.

    Haba aquunaidentidad entre ciudadanos y pas, queportabalosrasgosde una conciencianacional. No se trataba solamente de las elites. Tambinlos movimientos ciudadanos de oposicin optaron por la continuidad de ladoblee statalidad9. Una Repblica Democrtica Alemana sinfalsas etiquetasera elobjetivo de aquellos queestabansobre todo entre los treinta y los cin-cuenta aos, las cabezas polticas generalmente con formacin acadmi-ca del movimiento del otoo de 1989, para los que la doble e statalidadsuponauna realidadde la misma duracinque sus vidas y el desastroso Esta-do quehaba quereestructurardesde loscimientos era su patria. Lapartedelaoposicinque mstardese reencontraron en elpartido Bindnis 90 y enel Partido Socialdemcrata,no deseaban alprincipio,de ninguna manera, unaanexin a la Repblica Federal sino una transformacin democrtica de laRDA. Sobre todo no se pretendatocarelncleo de lasociedad obrera, queexclua lapropiedad privadade suelo y capital. Esto qued extraordinaria-mente claro en la fase revolucionariade septiembre y octubrede 1989, cuan-do los manifestantes en Leipziggritaban: Nosotros somos elpueblo! Noso-trosnos quedamos aqu!

    Cuando, en el ao 1990, fracasaron los esfuerzos de movimientos ciu-dadanos yotros intelectualesde izquierda para construirunaRDA al mismotiempo democrtica y socialista, pareci que con ello toda alternativa de

    ~ Anderson, Benedict, DieErfindungderNation-ZurKarriereemeserfolgreicIten Kan-zepts, Frankfurt/M. 1988; Hobsbawm, Eric J. , Nationen undNationalismus. MytItos und Rea-littseit 1780, Frankfurt/NewYork 1 9 9 1 ; Gelner,Emest,Nationalismus undModerne,Berlin1991 . (De los dos primeros hay traduccin al castellano).

    8 Elias, cfnota 1, p. 197.~ Haufe, Gerda: Die Birgerbewegungen in der DDR und in den ostdeutscIten

    Bundesldndern,O p lad en 1 993 .

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    izquierda estuvieradesacreditada. Sedecidi lamayoria dela poblacin delaRDA a causa demotivos nacionalistas contralas elites intelectuales? Esasfuerzas fracasaron porque no podan ofrecer ningunaconcepcin queconju-gara futuro y bienestaren el marco de aquel Estado. El componente social

    determinunavez ms la salidade lacuestin. El nacionalismo era por ellossolamente posible como concienciade unidad alemana y se articul apartirdediciembre de 1989 en las manifestacionesde loslunesen Leipzigmedian-te la consigna Somos un pueblo. Cuando un ao ms tarde surgieroncaricaturas enlas que el prototipo del alemno ccidental contradeca a los esconsu grito Nosotros tambin, haba terminado laeuforia de launin ale-mana20.

    De ningnmodo se puede entender laeuforia de la unificacin comounnuevo nacionalismoalemn. Ysinem bargo eldeseo de unin con los ale-manes del Oeste en un Estado-nacin alemn permanece mucho ms vivoentre los habitantes del Este que entre losde l Oeste, pues funcion vatele-visin yvisitas de los parientes comoalternativa a una vida cotidiana en elpropio pas, aislada y cada vez mspenosa. En las opciones nacionalesparala entrada de laRDA en la RepblicaFederal Alemana durante el ao 1990,se observa que el nacionalismo estaba dominado por otros muchos motivos.La alegra de la apertura del murofue engeneral valorada comoun fuertesentimiento nacional, en especial por parte de los es. La mayora de los ciu-dadanos de laRDA votaron por partidos queen su programa tenan la unidadalemana, es decir, votaron por la unificacin. Esto corresponde a todos losvotantes de la Alianza por Alemania dirigida por laCDU, pero tambin a losvotantes de los liberales an bajo el liderazgo del ministrode asuntos exte-riores Oenscher, y seguro que tambin a lamayor partede los votantes delSPD, en cuya campaa en elEste, slo Oskar Lafontaine ejercide vozen cldesierto. Pero a todos los participantes les era claro a la vista de la huidamasiva del verano de 1989, que se convirti en unaemigracin en masa ennoviembre, que la unificacin alemana erano slo una opcinnacional, sinotambin una eleccin social, y quelaltima erade mayor peso.

    Conello, los habitantes de la RDA sepusieron a salvo,en unode los pai-ses msricos delmundo, del amenazante caosde ladesintegracin del impe-rio sovitico. Si se define elsentimiento nacional comoconsenso minimo desolidaridad ms all de las redes dc contactospersonales y de las divisionesde clase, podemos entenderla decisin de las urnasslo como una solidari-dad invertida, como la exigencia de recibir una parte de la riqueza de lanacin. Esa exigencia qued insatisfecha, pese a los miles de millones detrasferencias del Oeste al Este, cuando a la descomposicin del Estado le

    20 Meier, cfnotaS, p. 2 5.

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    sigui la bancarrota economca. La poblacin en el Este deAlemania seencontr con cualificaciones y curricula sin valor, como un subvencionadopueblo de desempleados,jubilados anticipados, reeducandos o trabajadoresdependientes de planes de empleo sociales. Sobre esta base deprimente se

    desarrolluna concienciaespecfica germano-oriental, que no acenta la nos-talgiade la RDA, sino que evidencia lacrisis de transformacin de laidenti-dad nacional alemana. Al mismotiempo, en el este, nos hallamos ante unacrisis de completas identidades sociales.

    No estabanmezclados, en otros nacionalismos de EuropaCentral y delEste, losobjetivos sociales ynacionales? El deseo del regreso a Europa, deanexin al Oeste fue,junto a la inquebrantable ambicin deun Estado pro-pio,un resortede la separacin de los pases blticosde la UninSovitica21.El mismodeseo fue claramente decisivo para laseparacin de Eslovenia yCroacia de la Federacin yugoeslava, queacab en los inenarrables excesosblicosdel nacionalismo. Ahora quelas esperanzas europeas de los pasesdeEuropa Central y Oriental empalidecen y que los altos costes sociales dedichaunin por motivos polticos y sociales alimenta an ms elnacionalis-mo, se desarrolla tambin, adems de la comezn antisovitica, un senti-mientoanti-occidental.

    La unificacin alemana no condujo en el este hacia aquellaidentidadnacional que es labasede la solidaridad y el amor propio. Con la descom-posicin delEstadode laRDA se hundi la estructura social. La derrota delsistema de la RDA dividi al pueblo germano-oriental, quehaba sido endiferente medidaresignado u opositor, en vctimas y verdugos, en Wen-

    dehdlse y Rote Socken22,en ganadores y perdedores de latransformacin, ytodo ello, no como un divorcio de mutuo acuerdo, sino abigarradamentemezclado. Ladestruccin del viejo orden no produjo ningn nacionalismoque hubiera podido ser la base de un nuevo consenso social. En vez de ellose alza inesperadamente de entre las ruinas elfantasma de unahidra neo-fascista.

    Por qu suceda esto precisamente en elterritorio de ladesintegradaRDA, donde el antifascismo y el internacionalismo socialista haban sidodoctrina de Estado? La respuesta parece fcil: elinternacionalismo servaslo a lahegemona sovitica en el bloque oriental y el antifascismo era

    ordenadodesde arriba, para traer alpueblo colectivamente al lado del ven-

    21 Reich, Jcns, Rckkehr nacIt Europa. Zur neuen Lage der deutschcn Nation,Frank-furtM. 1993.

    22 WendeItlse: chaqueteros, termino peyorativo para quienes alababan el cambio;Rote Socken:calcetinesrojos, peyorativo para quienes lamentaban el final de la RDA. (Notadel Traductor).

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    HelgaScItultz La nacintras el diluvio. Una perspectiva germano-oriental

    cedor y atarlo a los gobernantes comunistas antifascistas. La tesis del anti-fascismo pordecretode laRDA lo entiende comoun antifascismo falso e

    ineficaz, quehabra ocultadoms que resuelto el problema. Es seguro quedichoantifascismotambin fue un instrumentodel poder, dado que el lide-

    razgo del partido reclamaba para sel monopolio de la lucha antifascista.La persistente negacin de laresistencia no comunista,las mediastintasenel trato con las vctimasjudas del fascismo y laactitud contraria hacia elEstado de Israel, mantenida casi hasta el final, son graves y justas acusa-ciones y poderosos argumentos contra los resultados positivos de dichoantifascismo.

    Pero el antifascismo era partetambin del consenso social de la RDA.Elhorror ante los crmenesdel fascismo fue propagadopor laescuela y losmedios de comunicacin de masas ya desde la cuna y , de este modo, sepusoun ncleode humanidaden las conciencias. Las actividadesneonazis

    y antisemitas reciban castigos draconianos y no fueron toleradas por lapropia sociedad de la RDA. Tales expresiones tomaban el carcter de unadeclaracin de guerra al Estado y a la sociedad, y en los aos ochenta los

    jvenes las usaron crecientemente en este sentido. Las ltimas investiga-ciones sobreincidentes neofascistasen elEjrcitoNacional de laRDA y surgida penalizacin prueban la reaccin extremadamente sensible del Esta-do

    23. Tambin elantifascismopordecreto constitua unabarrera contra lainhumanidad que cay con la RDA. Con parecidas limitaciones podemosdecir tambin que la doctrina del internacionalismo proletario supona uncomponente humanstico y civilizatorio en lasocializacin del ciudadano

    de la RDA. Sin embargo, el propio liderazgo del Estado desmont el inter-nacionalismo cuando levant barreras a causa de la Solidarno polaca y laGlasnost sovitica. Pero el desarrollo de la regin fronterizapolaca en elOder y elNeisse muestra que, tambin en los aos setenta, y bajo dichadoctrina eraposiblelarecon ciliacin24. Sera por ello demasiado fcil mos-trar el nacionalismo de derechas en la culturajuvenil como el resultado deun latentenacionalismo alemn en la RDA. Elneonazismoen Alemania delEsteseala porcontrael fallode un nacionalismopositivo quevinieraa lle-nar el vaco entre el individuo y el Estado, un fracaso producido por launin no superada.

    23 Eisenfeld, Bernd: Nazistischer Oeist im sozialistischen Waffenrock, en: Frankfurter

    Algemeine Zeitung, 1 8 . Marzo 1 999 , Nr. 65 , p . 1 4 .24 Schultz, Helga/StefanKowal:NeueGrenzen alteNaclibam. De u tsche und Polen im

    Widerstreitvo n groer Politik und regionaler Kooperation 1919 -1990 , en: Hans-Jrgen Wage-ner/Heiko Fritz (Hg.): Jm Ostenwas Neues. Aspekte derEU-Osterweiterung, Verlag J. H. W .Dietz Nachfolgcr, Bonn 1 998 , pp . 174-195.

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    Helga ScItultz La nacintras eldiluvio. Un aperspectiva germano-oriental

    A la crisis de la unidad de la identidad nacional condujo no slo ladecepcinde los es, sino tambin la euforia de los alemanesde l Oeste. EnelOeste se percibiladesintegracin del otro Estado alemn como victoria,comouna partede la victoria globaldel mundo occidental, en laguerrafra,

    y como feliz superacin de la divisin de Alemania ordenada por las poten-cias vencedoras de la Segunda GuerraMundial. Po r ello creci en la clasepolticaun sentimiento de soberbia nacional en la que se ahogaronlas vocesde alarma y que complet la unificacin casi como un acto administrativo.Dado que despus de esta situacin no se produjo ninguna unin de las dospartes,sino nicamentela absorcinde una por la otra, elOeste no tuvo quecambiaren nada, mientrasque en el Este todocambi. Los hermanos yher-manasde l perodo de la divisinse convirtieron ahora en vencedores y ven-cidos, en colonizadores y colon izados. No haba ningn papel deagradeci-do en esta obra histrica. La solidaridad de los alemanes del oeste, el

    verdadero capital de launidad, fue erosionada porlas subidas de impuestosen el marco de una crisis de la coyuntura econmica global. Sobre todo altercio ms pobre de la sociedad delbienestar alemana occidental le pareci,ya pocodespus de la transformacin, que 16 millones de refugiados de laRDA eran suficientes, y dirigieronsu disgusto contra la corriente de exilia-dos econmicos de lospaisesms pobresdel continente y del mundo. Pue-de asombrar el que laminora nacionalista de derechas, existente desdehaca mucho tiempo, bien organizada en partidos y asociaciones, tomaraimpulso yaprovechara parasus objetivos fciles los debates sobre condicio-nes de asilo y doble nacionalidad? Tambin en el Oeste surgi, de lossnto-

    mas de crisis y del creciente malestar poltico, la violenta protestajuvenil.Pero este terrible potencial deviolencia, orientado sobre todo hacia la dere-cha aunque a menudo sea apoltico y se incline no pocas veces hacia laizquierdaautnoma radical, tiene muy poco que ver con un nuevo naciona-lismo alemn.

    4. SONDERWEG

    Es en el contexto europeo donde el debatesobre el nacionalismo de los

    alemanes adquiere susentido. La discusin comenz en realidad con el His-torikerstreitde 1987-1988, antes de la desintegracin de laRDA ydel siste-ma del socialismo de Estado, pero ya bajo la sensacindel visible fracasohistrico del socialismo.En la disputa sobre la imposibilidadde comparar loscrmenes alemanes del imperio hitleriano y con ello, sobre la inevitabilidaddehacer recaerlaculpasobre los alemanes, vencieronentonces los filsofose historiadores liberalesde izquierdade l crculo de Jrgen 1-labermas yHans-

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    Ulrich Wehler25. Lo sucedido despusde la unificacin alemana parece rela-tivizar ahoraaquellosresultados26. Con el socialismo cay tambin la UninSovitica; la divisin alemana como prendade su victoria sobre el nacional-socialismo pudo ser revisada ylos crmenes del estalinismo quedaron aple-na luz. Tambin pareca posible aligerar la culpade los alemanes y revisio-nesde la exposicin del cursode lahistoria siguieron a las revisiones de susresultados. Por ellono asombra que una corriente conservadora ynacionalis-ta en la escena poltica alemana ganarade nuevo importancia, una corrienteque tras el cambio hacia la izquierdaliberal de losaos setenta se haba man-tenido enun segundoplano, pero queno era insignificante.El espritu de lostiemposmarchaba abiertamente en direccin al conservadurismo y elnacionalismo.

    No slo la izquierda, cuyo pensamiento estaba ligado al socialismo y almarxismo, sino incluso liberales dc izquierda crticos con el nacionalismoalemn se encontraron ahora en una posicin defensiva. En ladiscusin conla historia de dicho nacionalismo habanllegado a un cosmopolitismo euro-peo occidental-proamericano del que ahora, en el campo de batalla de losnuevos problemas alemanes,volvan a hacer uso. Jiirgen Habermas, el msprominente representante deesta Ilustracin antinacionalista, pusoen la pico-ta la ambicinde los conservadoresde querer volver a la va especial de unEstado-nacinalemn de tradicin bismarckiana. Junto con una poltica queclamabapor el regreso a esa especiede normalidadalemana, sirve esta crti-capara la segunda mentira fundamental de laRepblica Federal: Somos denuevo normales. El discurso del escritor Martin Walser en septiembre de1998, en laIglesia de SanPablo de Frankfurt durante la ceremonia de entre-ga del Premio de la Paz delos libreros alemanes, en el que polemizabacon-tra el atosigamiento de la conciencia alemana con la referencia ritual a loscampos dela muerte, aument de nuevo esa preocupacin27. Tales adverten-cias fueron producidas por un largo debate sobreun monumcnto en Berln alas vctimasdel holocausto.

    Pero el diagnstico no era de ningnmodo inequvoco.Lo que elobser-vador vea en la RepblicaFederal de los aos noventa no era el luminosoregresode los alemanesa la normalidaddel Estadonacional alemn, sino un

    25 Historikerstreit. DieDokumentationderKontroverse um dieEinzigartigkeitdernatio-

    nalsozialistiscIten JudenvernicIttung, Mnchen/Zrich 1987; vgl.: Wehler, Hans-Ulrich: Ent-sorgungderdeutschen VergangenIteit? E m polemischerEssay zum Historikerstreit, Mn-chen 1988.

    26 Wendt, Bernil Jrgen, Verascliwierigen Zusarnm enwaclsen derDeutschen. NationaleIdent ittund Nationalismus ion 19 . und20 .JaItrItundert, FrankfurtlM. 1 992 .

    27 Klotz, Johannes/Wiegel, Oerd (Hrsg.): Geistige Brandstiflung? Die Walscr-Bubis-Debatte,Kln: Papyrossa, 1 999 .

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    nuevo grado de la discusinde la culpa alemana en el genocidio a losjudoseuropeos, del funesto Sonderweg de la historia alemana. Justo las genera-ciones msjvenes, a las queno une conaquellos tiempos oscuros ningunamemoria personal, luchan coneste problema centralde la identidadalemana.

    El poderoso y mayoritariamente afirmativoeco que alcanz ellibro del ame-ricano Daniel Jonah Goldhagen acerca de la participacin de los alemanescomunesen el holocausto constituy el punto ms alto dee se esfuerzo28. Nomenos agudas fueron despuslas reacciones al mencionado discurso de Mar-tin Walser, que condujo a un dilogo judio-alemn y a una agitada disputainter-generacional en torno a la historia alemana. La reflexin sobre el cami-no diferencial de la historia alemanano ha terminado. Hay en el presentemomento histrico de nuevoun deseo pblico, en el que los historiadores handejadode lado los estrictosmotivos cientficosde emprender nuevas investi-gaciones. Pero donde la ciencia consigue terminar una teora, puedeperdurarsu sentido poltico.

    La tesis de la va diferencial, el Sonderweg alemn, surgi en el debatesobre laculpade los alemanes por la Primera GuerraMundial y se aguz ala vista de la catstrofe del nacionalsocialismo que condujo a los puebloseuropeos a la guerra ms terrible de su historia29. El nacionalismo alemnencontr en la locura racista y el genocidio sus ltimas y criminales conse-cuencias. Entre los historiadores quedibujaron el camino de los alemaneshacia el abismo comoun fatalistacamino diferencial quese alejabadel desa-rrollode las democraciaseuropeas occidentales y norteamericanas, se encon-traban al principio sobre todo emigrantes alemanes: Fritz Stern, Rajo Rol-

    born, HansR osenberg yEckartKehrPero no slo historiadores burgueses, orientados hacia eldesarrollo nor-mal nordatlntico hablaron detal Sonderweg. Tambin lo hicieron comunis-tas comoAlexander Abusch, cuyotexto El camino equivocado deuna nacininfluy en la discusin sobre lanacin alemana en laRDA del final de losaos cuarenta y primeros cincuenta30. Se puso de manifiesto cmo ya KarlMarx y Friedrich Engels haban retratado la historia alemana de su pocacomo el negativo de la brillante superficiede las historias modelo de Franciao Inglaterra. La teoradel fracaso de la historiaalemana, expresadaporFrie-drich Engels en 1845 en la cartasobre la situacin alemana al peridico ame-

    28 Schps, Julius H. (Hg.): E m VolkvonMrdern? Fine DokumentationzurGoldhagen-

    Kan tro verse um die RollederDeutscIten io n Holocaust, Hamburg 1 996 .29 Greb ing , Helga unterMitarbeit von Doris von der Brelie-Lewien undHans-Joachim

    Franzen: Derdeutsche Sonderweg in Europa 1906-1945. EmeKritik,Stuttgart/Berlin/Kln/Mainz1986.

    30 Abusch, Alexander,DerJrrweg einer Nation, Berlin 1946.

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    rcano Northern Star31, tuvo una gran influencia sobre la historiografia delaRDA hasta losaos setenta. Remitindose alas palabrasde Lenin sobrelasdos naciones en cadanacin, la historiografiade laRDA se empe en mos-trar la imagen contraria,la de las tradiciones progresista ydem ocrticasen lahistoria alemana que finalmente haban llegado alpoder en laRDA. Lacla-

    se obrera recibi asunamisin histrica, y la historia de laRDA constituyla coronacin, es decir, elestado final de dicha teleolgica comprensindela historia. La discusinen torno a la herencia histricade laRDA, quetuvolugar al final de losaos setenta, ampli las formas de la construccin hastalaperdidade los propios lmites pero no cambi en nadaen losprincipios deconstruccin teleolgicos ymisioneros32.

    Y sin embargo era la teora del Sonderweg alemn, como se presentabaen la Repblica Federal a partirde los aos setenta, menos teleolgica? Elcamino diferencial de los alemanes se mostraba unilineal hasta la dictaduranacional-socialista.El mal surga desde laatrasada modernizacin atravs dela fracasada revolucin burguesa de 1848/49 hasta la retrasada construccinnacional del imperio bismarckiano, queno era un Estado constitucional detipo burgus-liberal, sino que se hallaba dominado porlas elites conservado-ras y que fue empujado a la Primera Guerra Mundial. Se continu en elfra-caso de la dbil democracia deWeimar por la obra destructiva de aquellasfuerzasconservadorasy nacionalistas que posibilitaron que Hitler se hicieracon el poder La necesaria solucin y redencin de dicho Sonderweg solopoda ser vista, en consecuencia, en la radical modernizacin y democratiza-cin de la Repblica Federalsegn elm odelo de las naciones occidentales,en el girodesde el nacionalismo alemn hacia el cosmopolitismo atlntico33.En este punto la imagen del camino diferencial alemn, aunque de ningnmodo idntica, s est relacionada con la imagen histrica de la RDA. Eldecursohistrico real ha expulsadoambas soluciones alreino de losdeseos.Lapresente crisis mltiple de la identidad alemana muestra cun profunda-menteencerrados nos hallamos en la historia alemana.

    La tesis de la va diferencial ha tenido que defenderseno slo contra losataques venidos desde posiciones nacionalistas consevadoras, sino tambin

    ~ Karl Marx/FriedrichEngels: Werke, Bd. 2, Berlin 1967, pp. 564-584.32 Miller, Susanne/Ristau, Maite, FrIten deutscher GescItichte. DDR-BRD: Frotokol/e

    cinerItistoriscItenBegegnung, l-lamburg 1988, y especialmente WalterSchmidt: Wir stellenuns der ganzen deutschenGe sch ich te, PP . 33-40 . DieDDR-Geschichtswissenschaft in derMitte der siebziger Jahre: Paradigmawechsel oder konservative Wende? en: GeorgIggers/Konrad JarauschlMatthias MiddeU{Martin Sabrow (Hg.): Dic DDR-Geschichtswis-senscha als Forschungsproblem, Historische ZeitscItrti Beiheft 27, Mnchen: Oldenbourg1998,Pp. 227-240.

    ~ Orebing,cf. nota 1 1 , pp. 15-16.

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    de las crticas del propio campo liberal eizquierdista34. Despus de ello elSonderweg aparece ms comoun ral lateral hacia el abismo, sin desvo, quecomo un nico ral. El tempo de la modernizacin en Alemaniase evalacomom ayor, larelacin de fuerzas polticas y sociales en la poca del Kai-serparecen no estar tan claramente en contra de las fuerzas liberales y

    democrticas, las posibilidades de la ltima revolucin burguesa de 1918-1919 se elevan claramente, y slo la grave crisis poltica y social al final delaRepblicade Weimar resultadecisiva para el augedel nacionalsocialismoalemn. Incluso cuando,finalmente, se pone enduda hasta elcarcter mode-lo de lamoderna historia inglesa,no se ha vuelto obsoleto en modo algunoel ncleo intelectual, poltico y moral de la perspectiva de la va diferencialalemn. Ese ncleo es declaradamente didctico. La dictadura nacional-socialista debe ser entendida como ejede la historia alemana, un ejedesdeelquese debejuzgar todo loanterior y lo posterior, para quela concienciade laculpa nacional de los alemanes no desaparezca,y no se repita as lo

    inenarrable35.Tampoco la imagen histrica de laRDA se guiaba slo por intenciones

    apologticas, legitimadoras del dominio contemporneo del partido. Partien-do deun consenso bsico antifascista que en su tiempocondujo a laRDA aun gran nmero de emigrantes, no slo marxistas, la escritura de la historiatena aqu tambinunaintencindidctica, ilustradora. Lasretrospectivas deJtirgenKuczynski y de Walter Markov, dosgrandes maestros de la historiadelaRDA, apoyandicha tesis36.

    El reflexionar sobre el camino diferencial alemnplantea problemas depolticaactual. La primera cuestinse refiere a la relacin entre modernidady democracia, que siempre constituye una frgil y sin embargo necesaria con-dicinparala estabilidadde una sociedadcivil. El punto de partidade latesisdel camino diferencial era que dicharelacin en el Kaiserreich se hallabadesequilibrada en perjuicio de lademocracia37. Despus de un pequeo inter-valolleno de esperanzas, y sinxito alguno durante la Repblicade Weimar,el mundo se encontr con laimagen horrible de la modernizacin fascistasobrelas ruinasde la democraciade Weimar. En la RepblicaFederal, acau-

    VaseMommsen, WolfgangJ. , Nation undG escItichte. Ober die Deutschen und diedeutsche Frage,Mnchen/Zrich 1 990 .

    Grcbing, cf. nota II, pp. 19S-200.~ Kuczynski,Jiirgen, Dialog mitmeineon Urenkel. Neunzehn Briefe und c m Tagebuch,

    Berlin un d Weimar 1 983 ; Markov, Walter, ZwiespracIte mit deon Jahrhundert DokumentiertvonTItomas Grimm,Berlin/Weimar 1 989 .

    32 Mommsen, Wolfgang J., Ocr Geist von 1 9 1 4 : Das Programm emes politischenSonderwegs der Deutschen, en: Ibid. Nation und Geschichte. ber die DeutscIten und diedeutscheFrage, Mnchen/Zrich 1 990 , P p . 87-106.

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    sa de la orientacin pro-occidental hacia el m odelo angloamericano de desa-rrollo social, obtuvo esa relacin ms solidez que ninguna otraen lahistoriamoderna alemana. La relacin entre modernizacin y democraciase hizo msfuerteen los aos sesenta ysetenta, gracias aldesarrollode l Estado social yde la integracin de los movimientos emancipatorios de izquierda liberal,sobre todo ecologismo y feminismo. Nada supuso un aporte ms importanteal patriotismo constitucionalde los alemanesde lOeste que laintegracin exi-tosade dichos m ovimientos, de forma que los miedosde Norbert Elias fue-ron final y completamente contradichos.

    Los alemanes del Este parecen, por el contrario, hallarse con las manosvacas, sinexperiencia democrtica y con tremendosatrasosm odernizadores.Esto, desde los movimientos emancipatorios de Alemania Occidental se vecomo una amenaza del nivel alcanzado por la sociedad civil. JirgenKockadescriba hace poco el dficit de modernizacin de la sociedadde laRDA

    comomuy alemn. La sociedadde laRDA noslo elEstado se habraquedado a causa de ello en elSonderweg, muchom s que la RepblicaFede-ra l

    38. Launificacin no ha rellenado loshuecos yresulta muy grande el peli-grode que el abismo se profundice. Deeste modo, se obliga a los es asen-tirse comofracasos de lam odernizacin, aunquedos generaciones de obrerosespecializados, ingenieros y cientficos de ambos gneros se afanaran enmantener el paso con el deslizantenivel mundial y , en casosaislados, lo con-siguieran una y otravez.

    La desindustrializacindel Este produceslo prdidas de modernizacinms deprimentes, como son la reagrarizacin o incluso la despoblacin deviejas regiones industriales, la desaparicin de complejos aglomerados de

    estructuras econmicas, con sus interdependencias suprarregionales y susestructuras de comunicacin, la descualificacin de completos sectores depoblacin o las prdidas de urbanizacin. Esto suceder as durante tantotiempo comono sea posible laconstruccin de nueva estructuras econmicascon futuro, y tendr consecuencias de largaduracin paraaquellas partes dela poblacin que, como generacin ocomo grupoprofesional, quedenexclui-das de la lejana modernizacin. Si en ta l exclusin no se encierra una ame-naza hacia la sociedadcivil, bienes cierto que son reconocibles peligros par-ciales.

    Lo mismo que en elcampo de la modernizacin,aparecen rezagados loses en elde la democracia. En este campo, el derrumbe del Estado socialistay la uninconla RepblicaFederal son tambin resultado deun remarcablemovimiento democrtico y emancipatorio de los alemanes del Este. Este

    38 Kocka, Jrgen, E m deutscher Sonderweg. Uberlegungen zur Sozialgeschichte der

    DDR, en:.4us Politik undZeitgeschicItte,40, 1994, pp. 34-45.

    Cuadernosd e Historia Contempornea2000, nmero 2 2 : 303-324

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    movimiento hubierajustificadouna consciente entrada de los es en lademo-cracia alemana comn. En lugar deello, se aadi aposteriori estacircuns-tancia histricaal activo de la clase poltica de AlemaniaOccidental. En estesentido result tambin equivocado el queno tuviera lugar ningn referen-dom sobre la unin en ninguno de los dos Estados, como tampoco hubo undebate general ni una decisin sobre una constitucin que fuera verdadera-mentepara todaAlemania.

    Ahorase ha formadoen Alemaniadel Esteun paisajede partidos propio,que medidoconla varade los alemanesde l oeste resultano seraceptable. Lacreciente fuerza electoral del PDS hasta ahoraestable por encimadel 20%en Alemania Orientales tan terrible para los habitantes de la antiguaRep-blica Federal comosu silenciosa o abierta participacin gubernamental en losestados federados orientales de Sajonia-Anhalt yde Mecklenburgo-Prepome-rania.Ello sirve comopruebapara la incapacidad democrtica de los es tan-

    to como el xito electoral de los ultranacionalistas D V U en Sajonia-Anhalt.Pero la integracin politica presupone aceptacin. Yla integracin polticaesel nico camino por el que se puede llegar a unaunin entre democracia ymodernizacin.Tal integracin podrallevar a quemo vimientos emancipato-ros comunesfueran influidos por las experiencias germano-orientales en tor-no a las relaciones de gnero, la solidaridad social o los aspectoscomunescon las naciones de EuropaCentral yOriental. Y esto sera necesario para laestabilizacin a largo pazode la relacin entre modernizacin y democraciaen Alemania.

    5. NACIONALISMO ROTO

    Otro problemase encierraen elncleo de la tesisdel Sonderweg, laexi-gencia de que debe terminarse. Quiere decir esto queno puede haber unnacionalismo alemn positivo? Me gustara llevar esta afirmacin un pocofuera de la argumentacin sobre la vadiferencial y referirme a las posiblescaractersticas nacionales de los alemanes. Porque detrs deeste problemaseencuentra otro distinto, el de la realidad de una identidad nacional de losale-manes. De nuevo meapoyo en las reflexionesde NorbertElias en torno a loshbitos nacionalesde los alemanes. l separa suscaracter sticas delas pecu-liaridadesde la formacin nacional alemana, obrando as de forma parecidaa los historiadores, al dejar de lado la tesis del Sonderweg, yllega aconclu-siones que me parecen enriquecedoras y dignasde recordarse>9.

    ~ Elias, como nota 1, pp. 8-22.

    32 1 Cuadernosd e HistoriaC ontempornea2000,nmero 22 : 303-324

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    Elias menciona primero la situacin centralde los alemanes en Europaentrepueblos eslavos y romnicos, es decir, un argumento geohistrico quedurantetanto tiempose us para fundamentar la polticade gran potencia ale-mana que, despusdel fiasco, nadie msse atreva a tocarlo. Elias vi en ellouna fuente de amenaza siemprerenovada e intercambiable. El sentimiento degrandeza, de amenaza y de superioridad se habran unido as, en el habitusalemn, en una mezcla agresiva. En pocas de debilidadcomo laguerra delos treinta aos o despusde la primera guerramundial, surge la nostalgiaporla grandeza perdida. Dicha nostalgiano superada es lasegunda caracte rsticadel habitus alemn, muy relacionada con la primera. Es seguramente ciertoque elEstado nacional alemn constituyera una potenciaen lamitad del con-tinente. Pero tambines cierto que dicho Estadonacional no fue de ningnmodo la consecuencia de la construccin nacional alemana desde la EdadMedia. La formacin nacional alemanade principios de la Edad Moderna semovia endireccin aEstados nacionales alemanes de pequeo tamao40. An

    en la primera mitad del siglo XIX no era general dentro del movimientonacional alemn la exigenciade un Estado nacionalalemn4t. Cuando se lle-g aello, fue dicha solucin de lagranpequea Alemania una peculiaridadeuropea queimpregn el habitusalemn. Me gustara sealar que el movi-miento nacional alemn fue el nicom ovimiento pan-tnico que tuvo xito.Es posible contar al nacionalismo alemn entre los mo vimientos pan-tnicosque surgieron en el romanticismo. Tanto elpaneslavismo de los vecinos deleste como elescandinavismo del norteno llegaron a laformacin deun Esta-do. Los pueblos romnicos no pudieron desarrollar poderosos movimientospan-tnicos ya que contaban con fronteras histricas estables y , en cierta

    medida, conavanzados procesos de formacin nacional.Est claro que un fracaso de los alemanes pudiera haber ofrecido una

    solucin ms feliz, para si mismos y parasus vecinos. La existencia de laRDA fue vista comounanueva oportunidad para una multiestatalidadalema-na, yfue saludada porElias y porotros historiadoresoccidentales. En larea-lidad de dicha oportunidad podra haber hecho dudar el ejemplo austraco.Aunque losaustracosno tomaran parte en el m ovimiento nacional alemncomo consecuencia del sistema de Metternich ydesde la primeramitad delsiglo XIXestuvieran envueltos en un proceso propio de construccinnacional, slo se separaron finalmente de los alemanescomo consecuencia

    del trauma de la anexin nacional-socialista y de la culpa comn. Una posi-

    40 Schultz, Helga: Mythos undAufld5rung. Frhformen desNationalismus in Deutsch-

    l and , en : HistoriscIte ZeitscItrW, B d. 263 , 11 . 1 , Miinchen 1996 , PP . 31-67.~ Langewiesche, Dieter,Re ich , Nation un d Staat in derjngeren deutschenGeschichtc,

    en: HistoriscIte ZeitscItr~fi,Bd. 254 , 1 992 , Heft 2 , P p . 341 -382.

    Cuadernos de HistoriaContempornea2000, nmero 2 2 : 303-324

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  • 7/23/2019 Helga Schultz La nacin tras el diluvio.

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    bilidad histricatal noexisti parala RDA. No babianinguna escapatoriadela historia alemana,justo porque el antifascismo constitua doctrinade Esta-do y la Unin Sovitica era la potencia vencedora quems haba sufrido enla guerra. La doctrina de Estadose convirti durante un tiempo en consensode Estado. Pero para construir una identidad nacional propia, el consensodebiera haber ganadoun contenido positivo mucho ms all del antifascismo,algo impensable en un Estado en el que la construccin de consenso demo-crtico haba sido suplida por el trabajo de propaganda ideolgica. No huboninguna recompensa para la divisin forzada,sino un castigo en laforma deaislamiento y peores condicionesde vida.

    Los alemanes unificados deben viviren lam itad del continenteconstitu-yendoun peso excesivo. Unaproblem atizacin de este aspecto de laidenti-dad nacional sera, sinem bargo, necesaria. Al nacionalismo alemn debieraserle inherente la conciencia, aunque slo fuera a causa de su grandeza, deserunaamenaza latente para sus vecinos. Losdebates en los pases europe-os sobre la Europa futura son bastante apropiados para reforzar esa concien-cia. La vidajunto a los vecinos eslavos se ha facilitado debido a las clarasfronteras polticas y tnicas, quese pagaron aun precio terrible. El historia-dor hngaro Istvn Bib remarc, en un muy interesanteensayo escrito en laposguerra yslo recientementepublicado, el significado de las fronteras tni-cas para la estabilizacin de Europa Central y Oriental42. Los alemanespodrnvivir entresus vecinos nicamente con unaidentidad nacional tal queincluya la aceptacin dedichas fronteras. Hay que resaltar que dichaacepta-cinen Alemania del Este es ms larga y ms profunda que en los antiguosestadosfederados.Tam bin esto seria una aportacin a a la cultura polticade

    la Repblica Federal que merece ser tenida en cuenta.En tercer lugar menciona Elias lainestabilidad, el mltiple cambio del

    habitus alemn. De hecho la identidad alemana muestra rupturas comootrospueblos no conocen. Esto abreotra perspectivade la historia alemana al dejarde lado la tesis del Sonderweg. Elias acentalas rupturas y no la secuenciafatal queparece igual a un destinoinexcusable. Si se sigue este principio sepueden hallar slo en los dos ltimos siglos una media docena de puntos deinflexin en los que el habitus de los alemanes cambiara fundamentalmentedebido a hechos y desarrollos inesperados. De graves consecuencias fue latransformacin desde el cosmopolitismo elitistade la poca de laIlustracinhastael movimiento nacionalliberal del siglo XIX, pues trajo consigo no slounapolitizacinde las masas,sino el sorprendente cambio de la historia ale-manaendireccinhaciaun enorme Estado unitario en lam itad del continen-te. No menos trascendental fue elcambio antidemocrtico y antiliberal hacia

    42 Bib,Jstvn, DieMisere derost,nitteleuropdischen Kleinstaaterei, Erankfurt/M. 1992.

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    el nacionalismo imperial despus de 1871, que supuso lamilitarizacin delhabitus nacional, ydeclar a los grandespueblos vecinos franceses y polacoscomo archienemigos. El paso mayoritariamente armonioso de los alemanes alacomunidaddelpueblo(Volksgem einschaft) del imperio hitleriano no es enmodo alguno el fatal resultado de dicho desarrollo en el Kaiserreich,sino queslose vuelve inteligible despusde larevo lucin de noviembre yde larep-blica de Weimar, como el resultado de unanueva ydoble ruptura de lacon-tinuidad. Un cambio del habitus aleman supuso luego la profesin de lademocracia parlamentaria almodo atlntico en el Oeste, yno menosdram-ticafue latransformacinsegn elmodelo soviticoen elEste. Amboscami-nos encuentran puntos deapoyo en lahistoria alem ana.

    Se trata de verdaderos poosopuestos. Una perspectivade este tipo des-tierra la ilusin de que el cambio de habitus de posguerra pudiera ser elautntico, el nico de la historiaalemana, el que terminara sin posibilidad deretorno con todas las fatalidades. En qu cambio del habitus nacional nosencontramos? No es posible pasarpor alto que la unificacin alemana traeen suna renovada transformacin en elNuevo Orden Mundial de la nicasuperpotenciaquequeda. Lo queanno es posible percibires la direccin.

    El problemano reside en que los es pongan en duda loshbitosdemocr-ticos delos alemanes del Oeste. Aparentemente hay,tanto en aisladosperiodosde lahistoria alemana comoen lahistoria de ambosEstados alemanes,posibi-lidades para un desarrollo positivo de losfuturos hbitos nacionales. Unodetales momentospositivoses tambin que los movimientos de oposicin, tantoen laRepblicaFederal como en laRDA, fueran an timilitaristas y pacifistas yquedisfrutaran de respeto engrandespartes de la poblacin. Esto se reflej enel debate sobre laguerra de laOTAN contra Yugoslaviade forma diferente.Eneste debatelos alemanesde l Estese mostraron en su mayoria con trarios a losataques militares. Se trataba depacifismo pasivo o aprendido, fue inclusounresultado de laindoctrinacin contra laorganizacin occidental? Lo salemanesdel oestehicieron en sum ayora suya la argumentacinde laOTANde queerapreciso defenderlos derechos humanosde losperseguidosalbaneses de Koso-yo por todos losmedios. Llev a ello laleccinde Auschwitz o bien laacre-ditadaorientacin occidentalde lahistoria de posguerra alemana federalllevhacia unalealtada laA lianzasincondiciones? Pese a todo, no surgieron enton-ces acordes nacionalistas enninguna de las partes.

    Aparentemente,no existe peligro algunode un nuevo nacionalismo ale-mn. Su falta total es sntomasin embargo de un problema de la identidadalemana que no puede alegrar a sus vecinos. Lanueva formacin nacionalalemanadespus de la unificacinno est cerrada.

    [Traduccin:JosM. Faraldo].

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