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Kerry Clarensau Kay Burnett Kay Burnett and Kerry Clarensau por el Dios que me ve Kerry Clarensau y Kay Burnett

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USD $9.99RELIGIÓN/Vida cristiana/Crecimiento personal

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Gospel Publishing House

Kerry Clarensau Kay B

urnettKERRY CLARENSAU es una conferencista, mentora, autora, e inspiradora líder de damas. En este momento, ella sirve como directora del Ministerio a las Mujeres para el distrito del Norte de Texas de las Asambleas de Dios. Anteriormente, sirvió durante

seis años como directora nacional del Ministerio a las Mujeres de las Asambleas de Dios.

Kerry es autora de varios libros, entre ellos Una vida hermosa, Redimida, y El amor revelado. Ella y su esposo Mike viven en los alrededores de Dallas.

KAY BURNETT junto a su esposo Jim, ha servido en el ministerio por más de veinte años; ocho de ellos como directora del Ministerio a las Mujeres del distrito de Arizona.

En 2016 fue nombrada como la directora nacional del Ministerio a las Mujeres. Jim y Kay son padres de un hijo y una nuera, y de una hija y un yerno, y abuelos de cinco nietos.

Kay Burnett and

Kerry Clarensau

por el Dios que me ve

Kerry Clarensau y Kay Burnett

¿Hay alguien que pueda verme? COMO MUJER, FÁCILMENTE PODEMOS SENTIR QUE SOMOS INVISIBLES. En medio del ajetreo de la vida diaria, muchas veces nos preguntamos: ¿Hay alguien que vea mi esfuerzo? ¿Hay alguien que siquiera se interese?

En Amada por el Dios que me ve, Kerry Clarensau y Kay Burnett te recuerdan: ¡sí, hay alguien que te ve! No sólo eso quien te ve es el Creador de todas las cosas; un Dios maravilloso que tiene planes extraordinarios para tu vida. Con historias de la Biblia, relatadas a través de los ojos de las mujeres que las vivieron, y algunos testimonios contemporáneos, Amada por el Dios que me ve explora la profundidad y la amplitud del amor de Dios por ti y por mí, y por cada mujer en todo lugar.

El estudio incluye:• 6 u 8 lecturas semanales con preguntas para grupos• Aplicación personal• ¡Y más!

Al reunirte con tus amigas u otras mujeres de tu iglesia para este estudio, descubrirás que Dios te ve, y que su perspectiva es eterna y perfecta, y que te ofrece una vida de esperanza y propósito.

¡Embárcate en este viaje y acércate aún más al Dios que te ama!!

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por el Dios que me ve

Kerry Clarensau y Kay Burnett

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La historia de cada mujer de la Biblia ha sido extraída del pasaje correspondiente de las Escrituras. Con el fin de presentar las historias en forma narrativa, se han

agregado nombres, diálogos y eventos que complementan el texto bíblico.

En algunas instancias, se ha hecho un cambio de nombre para proteger la privacidad de las personas contemporáneas que se mencionan.

A menos que se indique se otra manera, el texto bíblico fue tomado de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI® Propiedad literaria © 1999 por Biblica, Inc.™

Usado con permiso. Reservados todos los derechos mundialmente.

El texto bíblico identificado «RV1960» fue tomado de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas.

Utilizado con permiso.

El texto bíblico indicado con «NTV» ha sido tomado de la Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation, 2008, 2009, 2010.

Usado con permiso de Tyndale House Publishers, Inc., 351 Executive Dr., Carol Stream, IL 60188, Estados Unidos de América. Todos los derechos reservados.

Publicado originalmente en inglés con el título Adored Traducido al español por Interpret the Spirit www.interpretthespirit.com

© 2018 por Gospel Publishing House, 1445 N. Boonville Ave., Springfield, Missouri 65802. Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro será reproducida,

almacenada en un sistema de recuperación, o trasmitida de cualquier forma o por cual-quier medio, sea electrónico, mecánico, óptico, grabación, fotocopia, o de cualquier otra

manera, sin previo permiso del publicador.

02-4113ISBN: 978-1-60731-571-1

Impreso en los Estados Unidos de América

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1C A P Í T U L O

La mujer en el pozo— El Dios que ve mis necesidades

más profundasJuan 4

K AY B U R N E T T

Sicar, Samaria: durante el ministerio de Jesús

La mujer acomodó la vasija de barro en sus brazos para aliviar el cansancio. Un polvo fino recubría sus pies y sandalias mien-

tras caminaba bajo el calor del sol del mediodía. ¡Cuán refrescante se sentiría una lluvia! Dalia bajaba la mirada, mientras pasaba por las casas del pueblo de camino al pozo. Para entonces, ya sabía qué esperar y hacía todo lo que podía para evitar las conversaciones.

Hacía mucho tiempo que había abandonado la costumbre de reunirse con las mujeres de la aldea para sacar agua en las horas más frescas del día. Cuando era joven, ella había disfrutado de ese encuentro diario, enterarse de las noticias de la aldea y escu-char sobre el bebé más reciente o los nuevos desposorios. En el pozo nacían amistades y también rivalidades.

Pero con los años su situación cambió. Sus ofensas la perse-guían como oleadas de culpa y vergüenza, especialmente cuando

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iba a la aldea. La gente conocía su pasado, así como de su situa-ción actual. El secreteo y las miradas de desaprobación ardían como sal en una herida. Para evitar estos encuentros, ella tomaba un camino más largo o elegía la hora menos conveniente en el día para sacar agua del pozo de Jacob.

El sol del mediodía le abrazaba fuerte mientras iba lenta-mente al pozo. El dolor que sentía en su alma era más pesado que cualquier carga física. Algunas lágrimas que brotaban de sus ojos amenazaban revelar los pensamientos que ella desespera-damente quería ocultar. ¿Esto es todo lo que hay en la vida para

mí? ¿Acaso fui destinada para esta existencia en la que me siento

atrapada? Ella siempre quiso sentirse amada, valorada e incluso atesorada. Siempre quiso sentirse segura y protegida, importante a los ojos de alguien.

Al meditar en su pasado, consideró la relación que había tenido con hombres que habían hecho estragos en su vida, dejan-do cicatrices en su corazón con cada doloroso fracaso. Reciente-mente, con la ilusión de ser aceptada una vez más, había iniciado una relación sin medir las posibles consecuencias. Rápidamente, se dio cuenta de que era otro error. Suspirando y conteniendo las lágrimas, se acercó al pozo.

Al llegar, notó que allí estaba alguien cansando y cubierto de polvo del camino. Por su apariencia ella notó que era un judío. El temor la hizo sonrojar. Enfocada en su tarea, ella esperaba que el forastero no le hablara ni la acosara de manera alguna. ¡Hoy no,

por favor! Déjeme sacar agua y volver a mi casa sin ningún proble-

ma. Ella bajó su cántaro al pozo. El forastero percibió la ansiedad y la agitación de ella, y le

habló suavemente: «Dame un poco de agua» (v. 7, NTV).

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¿Realmente le había hablado, le había pedido agua? En ese instante recordó años de desagradables encuentros

con otros judíos, y su respuesta fue rápida y amarga. «¿Cómo se te ocurre pedirme agua, si tú eres judío y yo soy samaritana?» (v. 9). Su cántaro golpeó el agua y comenzó a llenarse. Él no te-nía vasija para sacar agua, por lo que ella dudó de su intención. Además, ella sabía que los judíos despreciaban a su pueblo. A los ojos de un hombre judío no había una posición más baja que ser samaritano y mujer. Además, le era prohibido a un judío beber de un vaso que hubiera tocado una mujer samaritana, quien era considerada impura perpetuamente.

Sin ser afectado por su cáustica respuesta, se oyó: «Si supie-ras lo que Dios puede dar, y conocieras al que te está pidiendo agua —contestó Jesús— tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua que da vida» (v. 10).

Nerviosa por este inesperado encuentro con un extraño y sorprendida por su apacible trato, Dalia se detuvo y lo observó, mientras sacaba el cántaro del agua. «Señor, ni siquiera tienes con qué sacar agua, y el pozo es muy hondo; ¿de dónde, pues, vas a sacar esa agua que da vida? ¿Acaso eres tú superior a nuestro padre Jacob, que nos dejó este pozo, del cual bebieron él, sus hi-jos y su ganado? (vv. 11, 12).

La paciencia con que escuchaba las respuestas secas que ella le daba la sorprendió. Él respondió con toda calma: «Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed, pero el que beba del agua que yo le daré no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna» (vv. 13, 14).

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En su interior, ella comprendió que Él estaba hablando de algo más que solo agua. ¿Había algún tipo de agua que pudiera saciar su sed física y lavar mucho más que el polvo que cubría sus pies? ¿Conocía Él el agua que podía lavar la vergüenza asen-tada en cada grieta y cicatriz de un corazón herido?

Esta vez, su respuesta fue un silencioso anhelo en vez de sar-casmo. «Señor, dame de esa agua para que no vuelva a tener sed ni siga viniendo aquí a sacarla».

Por favor, pensó ella. ¡Ayúdame! ¡Satisface esta sed interior que

nunca se acaba!

Repentinamente y sin advertencia, brotaron de ella emocio-nes que había tenido toda su vida y respondió a esa sed interior. Sí, tenía sed. . . tenía sed de respuestas que la levantaran de su baja condición de vida, respuestas que pusieran fin a estas cami-natas solitarias al pozo cada día. ¡Sí! Ella quería gritar. ¡Sí! ¡Dame

del agua viva! Dame lo que mi alma anhela y necesita. La mirada del hombre llegó a lo más profundo de su alma,

como si examinara su espíritu herido. «Ve a llamar a tu esposo, y vuelve acá».

Bajando la cabeza, habló suavemente y el arrepentimiento asfixiaba cada palabra. «No tengo esposo». Estaba avergonzada.

«Bien has dicho. Es cierto que has tenido cinco, y el que aho-ra tienes no es tu esposo».

¿Cómo pudo saber eso de ella? Esperando el habitual me-nosprecio, con nerviosismo levantó la vista. ¿Qué extraño? No veía condenación en su mirada, sino otra cosa. Él sabía acerca de su pecado, pero sus ojos todavía reflejaban ese respeto por su dignidad personal. A diferencia de los demás que conocían sus circunstancias pasadas y presentes, este hombre no apartó la

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mirada ni dio un paso atrás para alejarse de ella. Él dijo claramente lo que ella y muchos otros sabían: su estilo de vida había sido sórdido y vergonzoso. De pie cerca de él, mirándolo a los ojos, y oyendo su declaración serena, sintió una profunda conciencia de su pecado.

Este hombre tenía que ser un santo, ¡un profeta! Los sama-ritanos diferían de los judíos en su adoración a Dios, mezclando los dioses paganos con el Dios judío. Ella nunca se sintió segura en la manera que los samaritanos adoraban. Preguntas que había albergado toda su vida salieron a la superficie.

«Nuestros antepasados adoraron en este monte, pero uste-des los judíos dicen que el lugar donde debemos adorar está en Jerusalén». ¡Ayúdame a entender cómo vivir, cómo adorar correc-

tamente! Quizás eso es lo que falta en mi vida. ¿No habían estado los samaritanos esperando y buscando un profeta que vendría después de Moisés trayendo restauración y esperanza?1

Él respondió amablemente a su pregunta. «Pero se acerca la hora, y ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren». Él continuó, «Dios es espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad».

El corazón de la samaritana latió un poco más rápido y sin-tió que su espíritu se reanimaba. «Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas».

Jesús le dijo: «Yo soy, el que habla contigo» (v. 26, RV1960).Esta revelación la dejó sorprendida. Al instante, creyó que

Él era el Cristo. Dalia dejó su cántaro de agua y corrió a la aldea. Toda su vida ella había buscado algo o alguien que lle-nara el vacío en su alma. Ella había anhelado sentir que su vida

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tenía valor y propósito. Tenía hambre de sentido y verdad. Su profunda necesidad de seguridad, compañerismo y felicidad la había llevado a los brazos de hombres que no habían podido llenar el vacío de su alma.

En un instante su mundo cambió; se desligó de su deses-peranza emocional y espiritual, y descubrió una revelación de verdad, libertad y gozo. De inmediato, la carga en su espíritu se desvaneció y por primera vez en su vida se sintió libre. Ella, una mujer pecadora y despreciada, había encontrado al Cristo, el Mesías. Se sentía limpia, liberada del pecado y de la vergüen-za. Donde antes hubo dolor y culpa, ahora fluía libertad y gozo, esperanza y amor. Ella tenía que hablar, a cualquiera, a todos, de aquel que estaba esperando en el pozo de agua. Los demás también debían conocerlo.

Toda una aldea escuchó acerca de Jesús aquel día, y muchos de ellos, como Dalia, decidieron seguirlo.

Jesús desafió las costumbres y la cultura de ese tiempo por-que habló con una mujer de un origen despreciable y de mal nombre. En su conversación con ella, que desafió las reglas de ese tiempo, le mostró que Dios la valoraba a ella tanto como a Nicodemo un judío rico y religioso (véase Juan 3:1-15). La condi-ción, el nombre o la riqueza de una persona no determina el valor del alma humana a los ojos de Dios.

Jesús vio un alma perdida que necesitaba salvación, y eso es lo que Él ve todavía. Sea griego, judío, musulmán, hindú, hombre, mujer, viejo o joven, Jesús ve un alma invaluable a quien quiere redimir y liberar. Jesús todavía busca al lastimado y al perdido; en nuestro mundo de hoy encontramos muchas versiones de la historia de Dalia.

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Jesús causó una revolución en sus días en esta tierra. Él nun-ca se inclinó ante la tradición o las normas culturales impías. Ese día Él decidió pasar por Samaria; pudo haber elegido otro camino para evitar la aldea samaritana, sin embargo decidió pasar por ahí. Además, le habló a una mujer y samaritana. Un rabino nun-ca le habría dirigido la palabra a una mujer, especialmente si era samaritana, y conocida por su estilo de vida de pecado. Pero, aun así, Jesús decidió acercarse a ella.

Todo lo que Jesús dijo e hizo mientras estuvo en la tierra tuvo propósito y fue hecho con amor y sinceridad. Así fue en su encuentro con la samaritana. Él conectó la necesidad física del agua con la necesidad espiritual de ella, porque lo único que podía satisfacer el anhelo de su corazón era el agua viva que solo Él le podía ofrecer. Jesús usó la revelación profética acerca de sus relaciones pasadas y presentes, no para condenarla, hacerla sentir culpable o avergonzarla, sino para abrir su corazón a la verdad, y guiarla a la respuesta que ella necesitaba: la redención.

Una historia del siglo veintiuno

Como rabino judío, la decisión de Jesús de hablar con la mujer samaritana fue inesperada y abrió la puerta de redención y

salvación para muchos otros en esa aldea. Con su misericordia, Él todavía busca al perdido, como veremos en la historia de mi amiga Jackie.

Jackie conquistó mi corazón tan pronto estreché su mano. Con su moderno peinado asimétrico y su pantalón capri estampado, a los noventa años de edad no pasaba inadvertida. Su estilo vivaz e histriónico gritaba: Yo soy una persona interesante. Usted debería

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conocerme. Su sonrisa y calidez no daba ningún indicio de una historia de vida con años de dolor ni errores que cambian la vida.

Conversamos tranquilas en un rincón, saboreando unas galle-tas y el té. Enseguida abordó la conversación, me preguntó sobre mi vida y mi familia, dándome tranquilidad y de alguna manera haciendo que me sintiera importante. Cuando pregunté acerca de su vida, ella me habló su historia con admirable candidez.

En 1940, como esposa y madre de cuatro hijos, Jackie disfru-taba su dulce vida. Ella tenía lo que muchas mujeres querían: un marido que amaba, los hijos que había querido y un estilo de vida cómodo. Pero su mundo cambió el día que su marido la cambió a ella y a sus hijos por su secretaria. Jackie nunca lo vio venir, pero aquel golpe la dejó sin aliento. La repentina traición, y el hecho de que había sido ama de casa por muchos años, la puso a ella y a sus hijos en una vulnerable posición financiera.

Desesperada por encontrar una fuente de sustento para ella y sus hijos, inmediatamente aceptó un empleo de nivel básico e hizo lo mejor que pudo para avanzar. Su corazón estaba destrozado no solo porque perdió su matrimonio, sino por las muchas maneras en que sus preciosos hijos sufrirían. Se sentía absolutamente inútil y luchó con los prejuicios culturales de su tiempo. Jackie me contó cómo la gente de esa época pensaba: No eres una buena mujer si no puedes mantener feliz a tu hombre.

Era doloroso enfrentar la vida diaria en todos los lugares co-nocidos. Jackie escuchaba los susurros y notaba las miradas de menosprecio mientras luchaba para cuidar de sus hijos sin derrum-barse. Quizás es cierto, pensaba. Quizás soy poca cosa. Quizás no fui suficientemente buena como para hacer feliz a mi marido, para evitar que se fuera con otra mujer. Sabiendo que era imposible vol-ver atrás para intentarlo, Jackie se fue deslizando emocionalmente en un agujero oscuro y profundo.

Poco después llegó un hombre a su vida que le dio atención y muchos elogios. Era atento y estaba interesado en ella, y escuchó

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su historia con corazón compasivo. No solo la hizo sentir mejor, sino también hermosa, y de alguna manera deseada y valorada. ¡Ah, cómo su atención entró en lo profundo de su alma herida!

Cegada por sus emociones Jackie cayó rápidamente en sus brazos, hambrienta de que alguien la amara y la valorara, incon-dicional y verdaderamente. Conmocionada y aterrorizada al en-terarse que estaba embarazada, Jackie le dio la noticia sin tener seguridad de cómo él reaccionaría. Él también mostró ser menos que honorable, al abandonarla a ella y a su hijo que iba a nacer.

Anteriormente, su vida había sido dañada y había quedado sin estabilidad alguna, ¿pero ahora qué pensaría la gente? Una vez más, embarazada, sola y abandonada, Jackie tocó fondo en esa oscura y horrible etapa de su vida. Consciente de que sus hijos tenían el primer lugar, avanzó lo mejor que pudo, trabajando en empleos con baja remuneración y luchando para criar cinco hijos sola, mientras también buscaba sentido y sanidad para su vida.

Felizmente, su historia no termina aquí. Jackie conoció a Jesús y comenzó una nueva vida de sanidad y transformación. Emocio-nada y agradecida por la salvación y la promesa de la eternidad con Dios, ella sirvió a Cristo de todo su ser. Jesús llenó su corazón herido y suplió su necesidad de aceptación y propósito.

En la iglesia donde asistía, Jackie encontró un lugar de per-tenencia. Ahora, rodeada de una familia espiritual que la amaba y disfrutaba de su compañía, su relación con el Señor se hizo más profunda y fue liberada gracias al poder sanador de Dios.

* * *Secándonos las lágrimas, Jackie terminó de contarme su

historia. Luego agregó: «Anoche, mientras escuchaba el mensaje que alguien predicó, mi corazón fue conmovido como nunca. Por primera vez, desde aquellos dolorosos días, siento que soy libre de la vergüenza. El peso de la culpa se ha ido. ¡Me siento libre!». Su rostro irradiaba verdadera libertad. Jackie había recibido un

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hermoso regalo de Dios a través de un sencillo mensaje en un even-to de mujeres. ¡Jesús sigue revelándose en el pozo de agua!

Yo podría haber saltado de mi asiento a causa de la alegría por su libertad, pero mi corazón también se dolía ante la idea de que, en los últimos cincuenta años, Jackie había cargado cierta vergüen-za por su pecado y errores del pasado. Ella amaba a Jesús y había aceptado su regalo de salvación. Ella había disfrutado constante-mente de su presencia en su vida; había vivido esas últimas décadas sirviendo fielmente a Dios y amando a los demás, sin embargo, en todos esos años no había conocido la plena libertad de su doloroso pasado. Ella todavía se veía a través de los lentes viciados que la rotulaban como una mujer fracasada. Jesús nunca tuvo la intención de que ella cargara con esa vergüenza durante cincuenta años.

¡Gloria a Dios!, Él puede obrar en cada etapa de nuestra vida, incluso cuando nos acercamos a los cien años de vida. No importa quien eres, Dios puede satisfacer tu necesidad. Él puede hacer que

su palabra cobre vida en tu corazón y te libere del fracaso y la culpa.

¿Qué acerca de ti, amiga?

La mujer samaritana tenía la necesidad natural de que la amaran y la valoraran, y por buscar satisfacción, como Jackie, había pasado por relaciones dolorosas. Nuestra necesidad huma-na de ser amadas y valoradas solo Dios la satisface en lo más pro-fundo de nuestra alma. Entonces, cuando las relaciones humanas fallan o alguien nos traiciona, nuestro valor como persona no es dañado ni destruido. Cuando ponemos nuestro valor en Dios, podemos lidiar con las tormentas y etapas dolorosas de la vida.

Tanto la mujer samaritana como Jackie buscaron agua, o per-sonas, para saciar la sed espiritual. Intentaron satisfacer el alma «bebiendo agua» de fuentes humanas a través de las relaciones

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que no las saciaban y que finalmente fracasaron. Ese día Jesús vio a la mujer samaritana en el pozo, la vio de verdad. Él com-prendió su profunda necesidad de ser amada y valorada. Él la había valorado antes de que ella respirara por primera vez. Jesús también vio el sufrimiento que enfrentó Jackie y la desgarradora traición de los hombres en su vida. Él la vio caer en el pecado por su profunda necesidad de ser amada y valorada. Él vio cada lágrima que derramó, cada intento de encontrar respuestas en los lugares equivocados para su corazón quebrantado. Él vio a estas dos mujeres cuando otros las ignoraron o maltrataron, y las amó.

¿De qué pozo estás bebiendo que no sacia tu sed? ¿De qué te estás llenando, de lo que proviene de una fuente humana en vez del Cristo vivo? ¿Tienes un dolor interior debido a un anhelo que no sabes cómo satisfacer?

¿Estás luchando con los rechazos, los pecados y los fracasos del pasado, sepultada bajo el gran peso de la vergüenza? ¿Será que otros han marcado tu vida con palabras hirientes? Tal vez no has dependido de relaciones para tu valía, sino de posesiones o títulos.

En verdad, nuestra necesidad más profunda de ser conocidas, amadas y valoradas solo puede ser satisfecha en una relación con Jesucristo. Solo Él tiene poder para perdonar nuestros pecados y sanar nuestra alma. Solo Él puede ofrecer una vida libre de culpa y vergüenza. Hoy no tienes razón de vivir postergada ni angus-tiada a causa de los errores que cometiste en el pasado. ¡Jesús no quiere que vivas una sola hora de esclavitud a la vergüenza! Él quiere que recibas su amor y perdón.

Él te ve amada y conoce tus necesidades más profundas. Él te ama y te valora. Él quiere suplir las necesidades de tu vida como nadie puede hacerlo. Él es tu respuesta y quien te da sentido de identidad, si aceptas el amor que te ofrece.

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Él te ve y … te ama.Pensemos cómo Dios ve nuestra necesidad más profunda:

• Solo Dios puede satisfacer nuestra necesidad más profunda de ser amadas y valoradas.

• Dios ve más allá de nuestros pecados y fracasos; ve a la persona con propósito que Él creó.

• Dios puede usar nuestra historia para traer salva-ción, aliento y libertad a otros.

• Como creyentes en Cristo, Dios nos invita a andar en libertad, no encadenadas a la culpa y la vergüenza.

COSAS PARA TENER EN CUENTA

1. ¿A qué «pozo» te diriges en vez de ir a Dios para tu realización,

paz y bienestar?

2. Pide al Espíritu Santo que te revele a quien no has perdonado. Considera escribir en tu diario de oración una declaración de perdón para las personas que Dios traiga a tu pensamiento.

3. Si todavía llevas sobre ti la culpa y la vergüenza de los errores del pasado, considera la posibilidad de escribir algunos de los versículos mencionados en este libro sobre tarjetas de índice. Recuerda leerlos varias veces cada día. Pégalos en tu espejo, llévalos en tu bolso o memorízalos. Deja que la Palabra de Dios limpie tu corazón y tu mente con su perdón amoroso y te llene

con la verdad.

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Escrituras que satisfacen tu alma

Mi alma quedará satisfecha como de un suculento banquete, y con labios jubilosos te alabará mi boca.

~ S A L M O 6 3 : 5

El Señor te guiará siempre; te saciará en tierras resecas, y fortalecerá tus huesos. Serás como jardín bien regado, como manantial cuyas

aguas no se agotan.~ I S A Í A S 5 8 : 1 1

Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.

~ M AT E O 5 : 6

¡Que den gracias al Señor por su gran amor, por sus maravillas en favor de los hombres!

¡Él apaga la sed del sediento, y sacia con lo mejor al hambriento!~ S A L M O 1 0 7 : 8 , 9

El Señor está cerca de los quebrantados de corazón, y salva a los de espíritu abatido.

~ S A L M O 3 4 : 1 8

Antes bien, como está escrito: «Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que

Dios ha preparado para los que le aman».~ 1 C O R I N T I O S 2 : 9 , R V 1 9 6 0

Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad.

~ 1 J U A N 1 : 9

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PREGUNTAS PARA LA APLICACIÓN Y LA CONVERSACIÓN

1. ¿Conoces a una mujer que buscó en otras fuentes para satis-

facer sus necesidades y luego se encontró con Jesús? ¿Cómo

fue que Jesús satisfizo sus necesidades?

2. Nombra algunas de las fuentes, aparte de Dios, donde las

mujeres buscan significancia, importancia y realización.

3. ¿De qué manera las mujeres pueden actuar entre ellas de

manera equivocada? ¿Qué comportamientos alternativos

honrarían a Dios, y a cada una?

4. ¿Cómo puede Dios usar nuestro testimonio para atraer a otros

a sí mismo?

5. Dedica unos minutos a compartir un ejemplo de cómo Dios

ha satisfecho tus necesidades más profundas.

En tu diario

Escribe algunas frases para explicar las necesidades más profundas de tu vida. Pide al Espíritu Santo que te revele si de alguna manera has buscado las respuestas a esas necesidades en otras fuentes. Pídele que te muestre cómo la presencia de Dios y su Palabra pueden satisfacer tus necesidades.

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Las autoras

Kerry Clarensau es conferencista, mentora, autora y una inspiradora líder de mujeres. Ella y su esposo, Mike, fueron pas-tores de una iglesia culturalmente diversa en Wichita, Kansas, antes de que Kerry ocupara el cargo de directora del Ministerio a las Mujeres de las Asambleas de Dios. Actualmente, sirve como la directora del ministerio a las mujeres en el distrito norte de Texas de las Asambleas de Dios.

Kerry siente una gran responsabilidad de ayudar a las mu-jeres a que apliquen la Palabra de Dios en su vida de manera práctica. Es autora de Selah; Una vida hermosa; Redimida; El amor

revelado; El dasafío del amor revelado; Secretos; y Plenamente suya.Ella y Mike viven en el área de Dallas. Tienen dos hijos, dos

hermosas nueras, y tres preciosas nietas.

Kay Burnett ha servido más de veinte años en el ministerio pastoral, con su esposo Jim, y también ocho años en el ministerio a las mujeres del distrito. En 2016, fue nombrada directora nacio-nal del Ministerio a las Mujeres de las Asambleas de Dios. Ella siente un gran amor por la Palabra de Dios, por pasar tiempo con Jesús, influir en otros para que busquen y tengan una relación más profunda con Dios. Le gusta leer buenos libros, que satisfa-gan su hambre de Dios. Es la autora de Viaje: Confía en Jesús en

aguas desconocidas.Kay y Jim han estado casados por treinta y ocho años y su

mayor alegría es su familia: un hijo, Tyler (y su esposa, Megan), y una hija, Leandra (y su esposo, Rusty), y sus cinco lindos nietos: Brynna, Aurora, Kayla, Grayson, y Bexley.

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Para más información MyHealthyChurch.commiiglesiasaludable.com

Nuestro Padre celestial nos ofrece todo lo que necesitamos para una vida abundante; solo debemos

reconocer esos dones.

¡Vamos, extiende tu mano y acepta las bendiciones que tenemos en Cristo!

Artículo 02-4215

Por Kerry Clarensau

Plenamente suya: Haz tuya la vida que Dios te ofrece

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Amar como corresponde requiere de abnegación, y experimenta el gozo que Jesús prometió.

Artículo 50-0281

Por Kerry Clarensau

Una cita hermosa: Descubramos la libertas en el

amor altruista

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Cuando nosotras hacemos fielmente lo que podemos, Dios hace el resto.

Abraza una relación con Dios que te consuma por completo mientras Él transforma cada rincón de tu corazón.

Artículo 02-7006

Por Kerry Clarensau

¡Redimida!El gozo de una vida transformada

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Seis capítulos escritos por cinco damas: Kerry Clarensau, Jodi DIetrick, Joanna Weaver, Janelle Hail y JoAnn Butrin.

Conoce cómo Dios les reveló su amor, y reflexiona en lo que Él ha hecho por ti.

Artículo 50-0118

Por Kerry Clarensau

Amor revelado:Experimente el genuino amor de Dios

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Ocho secretos bíblicos que toda esposa debe saber.

En este estudio encontrará sabiduría, historias, preguntas para conversar, actividades, y reflexión.

Artículo 02-0513

Por Kerry Clarensau

Secretos:Transforme su vida y su matrimonio

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La vida es como un viaje en el mar … nos lleva a experiencias y lugares inesperados.

¿Confiarás en Jesús para navegar a través de las tormentas?

Viaje 02-4229

Viaje Devocional 02-4231

Por Kay Burnett

Viaje:Confía en Jesús en aguas desconocidas

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