Hannah arendt

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HANNAH ARENDT. Pongamos una mujer en nuestra historia. Contexto político, social y cultural. La derrota y capitulación alemanas en la IGM (1914-1918) signifcarán unas enormes compensaciones a las potencias vencedoras que supondrán un agravio difícil de superar. Se hablará de la generación perdida, la generación de entre guerras, de los miles y miles de personas que podían haber aportado un gran potencial intelectual y artístico a la humanidad. Ese mundo en crisis es el caldo de cultivo para extremismos peligrosos y revueltas sociales como la que sucedió en Berlín en enero de 1919; el 15 de enero de ese año son asesinados Rosa Luxemburgo 1 , y Karl Liebknecht 2 . En los años veinte se dan ya muestras de antisemitismo y de una gran insatisfacción social y política. En 1920 se funda el Partido Nacionalsocialista alemán de los trabajadores, los nazis, partido de extrema derecha cargado de antisemitismo y pangermanismo que pretende aglutinar a la masa obrera para la causa nacionalista alemana. En 1923 Hitler 3 , el líder de los nazis, es detenido por intentar un golpe de Estado, pero únicamente estará ocho meses en la cárcel. Durante los primeros años treinta los nazis serán la primera fuerza política y asumirán el poder bajo la dirección espiritual e ideológica de Adolf Hitler. Comienzan las persecuciones de comunistas y minorías étnicas, especialmente los judíos. El 1 Róża Luksemburg, más conocida en España como Rosa Luxemburgo, nació el 5 de marzo de 1871 en Zamość, imperio ruso; morirá el 15 de enero de 1919 en Berlín, capital de la entonces república de Weimar. Esta mujer, desde luego, rompió con la imagen femenina de su época al liderar los movimientos marxistas alemanes, fundando la Liga Espartaquista, grupo marxista que sería el origen del Partido comunista alemán. Fue asesinada junto con otros cientos de marxistas por su participación en la frustrada revolución de 1919 en Berlín. Actualmente, en Berlín, el día 15 de enero se celebra el día de Rosa Luxemburgo. 2 Nació en Leipzig, Reino de Sajonia (actual Alemania), el 13 de agosto de 1871; murió en Berlín el 15 de enero de 1919, asesinado junto a Rosa Luxemburgo y otros cientos de militantes marxistas por su participación en la revolución de 1919. Su vida política y pensamiento es paralelo al de Rosa Luxemburgo, y con ella fundo la liga espartaquista y el partido comunista alemán. 3 Adolf Hitler nació el 20 de abril de 1889 en Braunau am Inn, imperio austrohúngaro; se suicidó el 30 de abril de 1945 en Berlín, Alemania. En 1921 se convirtió en el líder del Partido nacionalista alemán de los trabajadores, los nazis, y en 1933 es nombrado canciller de Alemania (cargo que en estos momentos tiene Angela Merkel, para que lo pilléis) tras ganar las elecciones. Posteriormente da un golpe de Estado desde el poder y se autoproclama presidente de Alemania, líder único, más conocido como Führer. Su odio exacerbado a los judíos (a quienes culpaba de todos los males que azotaban a Alemania) le llevó a ser la causa última de 17 millones de asesinatos, incluyendo seis millones de judíos y 1,5 millones de gitanos. Hitler, sin embargo, en su maldad absoluta nos enseña algo, que ganar unas elecciones no es sinónimo de democracia, aquella vieja lección que ya vimos con Platón.

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Capítulo XIII del libro Histéricas historias de piratas y filósofos. Apuntes personales del profesor Ángel Luis del Barco para la asignatura Historia de la filosofía

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HANNAH ARENDT. Pongamos una mujer en

nuestra historia.

Contexto político, social y cultural.

La derrota y capitulación alemanas en la IGM (1914-1918) signifcarán unas enormes

compensaciones a las potencias vencedoras que supondrán un agravio difícil de superar. Se hablará

de la generación perdida, la generación de entre guerras, de los miles y miles de personas que

podían haber aportado un gran potencial intelectual y artístico a la humanidad. Ese mundo en crisis

es el caldo de cultivo para extremismos peligrosos y revueltas sociales como la que sucedió en Berlín

en enero de 1919; el 15 de enero de ese año son asesinados Rosa Luxemburgo1, y Karl Liebknecht2.

En los años veinte se dan ya muestras de antisemitismo y de una gran insatisfacción social y

política.

En 1920 se funda el Partido Nacionalsocialista alemán de los trabajadores, los

nazis, partido de extrema derecha cargado de antisemitismo y pangermanismo que pretende

aglutinar a la masa obrera para la causa nacionalista alemana. En 1923 Hitler3, el líder de los nazis,

es detenido por intentar un golpe de Estado, pero únicamente estará ocho meses en la cárcel.

Durante los primeros años treinta los nazis serán la primera fuerza política y asumirán el poder bajo

la dirección espiritual e ideológica de Adolf Hitler.

Comienzan las persecuciones de comunistas y minorías étnicas, especialmente los judíos. El

1 Róża Luksemburg, más conocida en España como Rosa Luxemburgo, nació el 5 de marzo de 1871 en Zamość, imperio ruso; morirá el 15 de enero de 1919 en Berlín, capital de la entonces república de Weimar. Esta mujer, desde luego, rompió con la imagen femenina de su época al liderar los movimientos marxistas alemanes, fundando la Liga Espartaquista, grupo marxista que sería el origen del Partido comunista alemán. Fue asesinada junto con otros cientos de marxistas por su participación en la frustrada revolución de 1919 en Berlín. Actualmente, en Berlín, el día 15 de enero se celebra el día de Rosa Luxemburgo.

2 Nació en Leipzig, Reino de Sajonia (actual Alemania), el 13 de agosto de 1871; murió en Berlín el 15 de enero de 1919, asesinado junto a Rosa Luxemburgo y otros cientos de militantes marxistas por su participación en la revolución de 1919. Su vida política y pensamiento es paralelo al de Rosa Luxemburgo, y con ella fundo la liga espartaquista y el partido comunista alemán.

3 Adolf Hitler nació el 20 de abril de 1889 en Braunau am Inn, imperio austrohúngaro; se suicidó el 30 de abril de 1945 en Berlín, Alemania. En 1921 se convirtió en el líder del Partido nacionalista alemán de los trabajadores, los nazis, y en 1933 es nombrado canciller de Alemania (cargo que en estos momentos tiene Angela Merkel, para que lo pilléis) tras ganar las elecciones. Posteriormente da un golpe de Estado desde el poder y se autoproclama presidente de Alemania, líder único, más conocido como Führer. Su odio exacerbado a los judíos (a quienes culpaba de todos los males que azotaban a Alemania) le llevó a ser la causa última de 17 millones de asesinatos, incluyendo seis millones de judíos y 1,5 millones de gitanos. Hitler, sin embargo, en su maldad absoluta nos enseña algo, que ganar unas elecciones no es sinónimo de democracia, aquella vieja lección que ya vimos con Platón.

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régimen totalitario extremará las medidas y pondrá en marcha una maquinaria de terror y

exterminio. Entrará en guerra en 1939 con Europa. Japón se aliará con Alemania, que así mismo

tendrá la colaboración de Italia y España; posteriormente entrarán en la guerra Rusia (al ser

invadida por Alemania), y los Estados Unidos, (al producirse un ataque de la aviación japonesa, y

una posterior declaración de guerra de Alemania). La victoria fnal de los aliados sobre Alemania y

Japón dejará a Europa destruida y dividida en dos grandes bloques, el occidental dirigido por

Estados Unidos, Gran Bretaña, y Francia (bloque capitalista); y el oriental, dirigido por Rusia

(comunista). Japón recibirá las consecuencias del lanzamiento de dos bombas atómicas por parte de

Estados Unidos en Hiroshima y Nagasaki.

En Rusia, en el año 1917 la revolución bolchevique dirigida por Lenin4 se hace con el poder

y derroca al poder zarista. Comienza la expansión y anexión de repúblicas formando la URSS

(Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas). Después de la muerte de Lenin y de luchas internas en

el Partido Comunista, Stalin5 se hace con el poder en 1924, hasta su muerte en 1953. Stalin signifcó

el fnal de la revolución y el establecimiento de una dictadura y un régimen totalitario, aunque se

seguía manteniendo la terminología revolucionaria y el nombre de Partido Comunista. A partir de

ese momento el mundo estará dividido en dos bloques antagónicos dirigidos por dos potencias:

Estados Unidos por un lado, representando al capitalismo; y la URSS por el otro, representando al

comunismo.

En flosofía se manifesta una crisis del humanismo y un regreso al problema del ser humano:

l a fenomenología de Husserl, el existencialismo, con Heidegger, Jaspers, y Sartre; la

flosofía analítica c o n Russell y Wittgenstein; e l neopositivismo, l a Escuela de

Frankfurt y su Teoría Crítica de carácter marxista; el pensamiento de Popper, y de la

discípula de Jaspers, Hannah Arendt. También aparecerán corrientes de otros campos como el

4 Vladímir Ilich Uliánov, conocido como Lenin, en ruso Владимир Ильич Ленин, nació en Simbirsk (Rusia) el 22 de abril de 1870; murió en Gori Léninskiye (Rusia), el 21 de enero de 1924. Fue el líder de la facción bolchevique del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia. Los bolcheviques, con Lenin al frente, liderarán la Revolución de Octubre, que fnalizará con el derrocamiento del Zar y la instauración de la Unión Soviética, de la que Lenin será el primer dirigente. Sus aportaciones ideológicas al pensamiento marxista se consideraron tan importantes que desde entonces se habla de marxismo-leninismo.

5 Iósif Vissariónovich Dzugashvili, en ruso Иосиф Виссарионович Джугашвили, y en georgiano ი ო ს ე ბ ბ ე ს ა რ ი ო ნ ი ს ძ ე ჯ უ ღ ა შ ვ ი ლ ი , conocido como Stalin, o José Stalin, nació en Gori, Gubernia de Tifis, en el imperio ruso, el 18 de diciembre de 1878; murió en Moscú (Unión Soviética), el 5 de marzo de 1953. Stalin se hizo con el poder soviético tras la muerte de Lenin, quitándose de en medio a viejos dirigentes revolucionarios, como Trotski, e instaurando una férrea dictadura de líder único en la que Stalin fue el responsable último de entre 1 y 8 millones de asesinatos.

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estructuralismo6, el psicoanálisis, el conductismo7, o escuelas sociológicas como la de Chicago8.

Vida

Hannah Arendt, nació en Linden-Limmen, Hannover, Alemania, el 14 de octubre de 1906,

y murió en Nueva York, EEUU, el 4 de diciembre de 1975.

Esta pensadora política, de origen judío, puede ser vista como una de las más infuyentes en

el siglo XX.

Estudió flosofía con Heidegger, (con quien tendrá, además, una relación amorosa que

acabará de mala manera debido a la afliación nazi del profesor); y con Jaspers, quien fue su tutor

en su tesis universitaria, titulada El amor en San Agustín, y amigo durante toda la vida.

Comenzó de profesora en la universidad, pero la privación de derechos y la persecución en

Alemania de personas de origen judío a partir de 1933, la obligaron a emigrar a Francia; cuando los

nazis ocuparon este país fue detenida y encarcelada en un campo, de donde pudo escapar y emigrar

defnitivamente a los Estados Unidos. El régimen nazi le retiró la nacionalidad en 1937, lo que la

convertía en una apátrida hasta que consiguió la nacionalidad estadounidense en 1951. Se instaló

en Nueva York, donde trabajó, entre otras cosas, como periodista y maestra de escuela, mientras

publicaba algunas obras importantes sobre flosofía política. Finalmente consiguió ser profesora de

las universidades de Berkeley, Princeton, Columbia, y Chicago.

A pesar de su formación y trabajo, Arendt rechazaba ser clasifcada como flósofa, y gustaba

de distanciarse del término flosofía política; prefería que sus publicaciones fueran clasifcadas dentro

de la teoría política.

A pesar de todo, a menudo continúa siendo estudiada como flósofa (tal y como podemos ver

en nuestro plan de estudios), en gran parte a causa de sus discusiones críticas de flósofos como

Sócrates, Platón, Aristóteles, Kant, Heidegger, o Jaspers, además de representantes importantes de

la flosofía política moderna como Maquiavelo y Montesquieu. En defnitiva, y siguiendo mis

conceptos, que esta mujer no gustaba de ser vista como una profesional de la flosofía, pero era una

flósofa como la copa de un pino. Lo realmente curioso de todo este asunto, si entendéis bien el

párrafo presente, es que los profesionales de la flosofía la denominan flósofa exactamente por las

razones por las cuales ella no quisiera ser considerada flósofa, pues esas razones la convierten, (y

6 El estructuralismo es una corriente flosófca surgida a partir de una corriente lingüística que parte de la obra de Ferdinand de Saussure. Básicamente consiste en un modo de afrontar las ciencias humanas que trata de analizar un campo específco como un sistema complejo de partes relacionadas entre sí. Por tanto, en términos amplios y básicos el estructuralismo busca las estructuras a través de las cuales se produce el signifcado dentro de una cultura.

7 El conductismo fue fundado por John Watson, psicólogo estadounidense. Se trata de una visión de la psicología, o una escuela psicológica, como se prefera, que defende una manera de estudiar lo psicológico desde la perspectiva de una ciencia de la conducta, sin mentalismo (atribuciones dualistas extramateriales como el alma o la mente), ni reduccionismos (utilizar explicaciones tomadas de disciplinas como la neurología, la lógica, la sociología o el procesamiento de información).

8 En sociología, la Escuela de Chicago se refere al primer corpus principal de trabajos que emergieron en los años 20 y 30 del siglo XX, especializados en sociología urbana y la investigación hacia el entorno urbano combinando la teoría y el estudio de campo etnográfco en la ciudad de Chicago (EEUU).

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ella debía pensar algo cercano a mis ideas) en una profesional de la flosofía, pero no en una flósofa.

Obra escogida

• 1951: Los orígenes del totalitarismo.

• 1958: Rahel Varhagen: vida de una mujer judía.

• 1958: La condición humana.

• 1963: Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal.

• 1963: Sobre la revolución.

• 1968: Hombres en tiempos de oscuridad.

• 1970: Sobre la violencia.

• 1972: Crisis de la República.

Perspectiva política de H. Arendt

Política y acción

Arendt no quiere ver la política desde la clásica visión flosófca, de ahí su lapidaria sentencia

antiflosófca: Yo no soy flósofa. Conoce la tradición flosófca, pero quiere separarse de ella para

mirar la política. En realidad se puede decir que Hannah Arendt quiere hacer flosofía de una forma

diferente a la especulación en la que había aprendido flosofía. Supongo que si esta mujer hubiese

estudiado flosofía con un pensador materialista no se sentiría tan alejada de la flosofía.

Pensar, (la flosofía), signifcaba para Hannah Arendt un cierto distanciamiento respecto de

las cosas, respecto de los hechos. Para esta pensadora la tradición flosófca es un proceso de

distanciamiento del mundo de las apariencias, un alejamiento del mundo común. Y eso no le gusta.

La política sería, precisamente, todo lo contrario, el mundo de las apariencias, el mundo de

los hechos, el mundo de lo que se manifesta entre los hombres, no de los hombres, es el espacio

público.

En la tradición flosófca clásica existe un distanciamiento entre la flosofía y la política,

incluso en Platón, constructor a través de la flosofía de un sistema político, el prisionero de la

caverna salía de ella en solitario.

El ámbito de la política es el ámbito de lo común, de las apariencias. Arendt tomará

como imagen la natalidad, no la mortalidad del ser humano; los humanos son seres natales

precisamente por ser la natalidad el aparecer a la existencia. Aparecer es la actividad propia y la

política es el espacio de las apariencias. El espacio entre los individuos es aquello que los separa,

pero al mismo tiempo los relaciona y los pone en común. Es en este espacio público y común donde

tienen lugar las cosas que los humanos ven y sienten.

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La modernidad es, para Hannah Arendt, la progresiva pérdida del espacio de las apariencias,

de la esfera pública. Es esta visión lo que permite entender que diga, yo no soy flósofa.

La acción es individual, pero al mismo tiempo exige la concertación con los otros, porque

implica una pluralidad de actores, cada uno con intereses propios.

El criterio político es el de la opinión o el juicio, este es diferente del conocimiento objetivo

(propio de la ciencia), así como de la evaluación moral fundada en valores que se pretenden eternos

(propio de la flosofía).

En política no están en juego ni el saber ni la verdad, sino el juicio y la decisión. El juicio

político instituye un mundo común y convoca a una comunidad de ciudadanos; la decisión ha de

estar fundada con el acuerdo común con los otros.

Filosofía moral y política

La tarea de reincorporar la flosofía moral al pensamiento político tiene uno de sus puntos de

partida en el pensamiento y la obra de Hannah Arendt. Para esta autora, el desarrollo de las

ciencias sociales se había realizado prescindiendo de toda consideración moral en sus análisis.

Tomar conciencia se había convertido en un ejercicio positivista, conductista, y empirista, ajeno a la

condición esencialmente moral de los seres humanos. Este cientifsmo era incapaz de comprender

nada de aquello que realmente nos hace humanos, es decir, responsables. Las ciencias sociales

pretendían obtener el carácter de ciencia emulando a las ciencias naturales, y debido a ello se hacía

uso de una presunta imparcialidad ética.

Por otra parte, las ideologías que habían comenzado a aparecer después de la Gran Guerra

hacían uso de un lenguaje que se pretendía moralista, no siendo más que la vulgaridad ideológica

que ocultaban el fascismo y el estalinismo. Los grandes precursores de la política y la sociología,

como son Maquiavelo, Adam Smith, Marx, o Max Weber, estaban siendo degradados.

Hannah Arendt restituyó la fbra moral a la flosofía política mediante un camino de

innovación en el que se recogía de la tradición el elemento de preocupación moral esencial (a partir

de Aristóteles y San Agustín, por ejemplo), pero en una tarea heterodoxa, impaciente, e

inclasifcable.

Método: partir de los hechos, después las teorías.

Para entenderla hay que retener de antemano un elemento epistemológico crucial que parte

de su época y sus maestros, Husserl, Heidegger, y Jaspers. Tratara del tema específco que tratara,

Arendt parte de los hechos, las cosas, los acontecimientos, nunca de una teoría previa general (puro

materialismo). Este método fenomenológico (a partir de los fenómenos) le permitió llegar a

conclusiones tan obvias como que la situación totalitaria es la base del totalitarismo, y que en esta

base se identifcan el nazismo y el estalinismo.

No parte de una teoría, por ejemplo: el imperialismo capitalista y nacionalista, o el

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anarquismo libertario, etc... para después comprobar cómo se comportan sus representantes o

instituciones. Lo importante es el fenómeno que se ha de entender y explicar, cuando se le

identifque en otro momento y lugar será posible su generalización, aunque lleve un nombre

diferente. Extendió este fórmula a otros procesos, además del fascismo y el estalinismo, como el

imperialismo liberal capitalista, el colonialismo europeo...

Su idea de buena sociedad (un concepto que hereda de Aristóteles y de San Agustín) tiene la

implicación de su flosofía moral pública. La ética moderna había derivado hacia un análisis de los

dilemas morales individuales y de buena conducta personal; para Arendt lo más importante es que

los valores morales se encuentren en la esfera pública y puedan ser compartidos por la conversación,

el diálogo que permite este espacio, que es precisamente la política.

A partir del pensamiento de Arendt, una flosofía práctica (ética) que concentre sus esfuerzos

sobre la moral de la modernidad y que identifque el deber moral de nuestro orden cívico, político y

económico, tiene más posibilidades de aportar algo en el terreno moral a nuestra vida común que

otras vías más orientadas al individuo y a la subjetividad.

L a vida común, y no solamente en común, es una noción clave de Arendt. Los dilemas

morales individuales pueden llegar a tener su consuelo flosófco, ahora bien, nuestros infortunio y

desastres de la vida social, los defectos de la democracia, de la justicia, o la barbarie, quizá puedan

encontrar algún remedio en la flosofía política pública, o de la vida común, en la restauración de

la moral en la flosofía política que es lo que preocupó a Hannah Arendt.

El republicanismo cívico.

Toda república es democrática, pero no toda democracia es republicana. Arendt quiso

mantener siempre esta distinción entre república y democracia, y en la segunda advirtió un potencial

para la demagogia9 (algo que ya vio Aristóteles en su día), la manipulación de la ciudadanía –por

seducción, propaganda, o distracción consumista– y la degradación del hombre libre en hombre masa.

Por eso Arendt se decantó hacia la tradición flosófca del republicanismo, (una tradición donde

encontramos a gente como Tucídides, Cicerón, Maquiavelo, los frmantes de la declaración de

independencia de los Estados Unidos...).

Hannah Arendt es, ya se ha dicho, inclasifcable: bastante existencialista, un poco

fenomelógica, de izquierdas pero con tintes conservadores, de derechas pero muy progresista, judía

pero antisionista, universalista pero relativista, etc... Ahora bien, de lo que no cabe ninguna duda es

de que Arendt era republicana.

La flosofía política republicana contemporánea tiene dos sendas que llevan a universos

opuestos: a) por un lado la de Robespierre, que lleva a la destrucción y al terror, incluso en nombre

de la libertad, igualdad, fraternidad; b) por otro está el republicanismo cívico, que pretende ser

9 La demagogia es una idea política que consiste en recurrir a emociones (sentimientos, amores, odios, miedos, deseos) para ganar el apoyo popular, frecuentemente mediante el uso de la retórica y la propaganda.

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compatible con el liberalismo, el socialismo democrático, y el igualitarismo participativo.

La amenaza inherente a toda democracia no proviene solamente de sus enemigos externos,

sino de los propios defensores de la democracia: los promotores autóctonos de la domesticación de

la ciudadanía.

Ante la desconfanza democrática Hannah Arendt se engancha a la profunda convicción

republicana de que el hombre es capaz del autogobierno y merecedor moral de ejercerlo10. Esta

convicción reposa en el principio universalmente compartido por todos los republicanos: el de la

confanza aristotélica en la capacidad de los hombres para practicar la virtud política y la

concordia civil o amor a la cosa pública (la res publica), cuando la condición social lo permite.

En términos de nuestras tradiciones de pensamiento político estas defniciones

tienen mucho a su favor. No sólo se derivan de la antigua noción del poder absoluto que

acompañó a la aparición de la Nación-Estado soberana europea, cuyos primeros y más

importantes portavoces fueron Jean Bodin, en la Francia del siglo XVI, y Thomas

Hobbes en la Inglaterra del siglo XVII, sino que también coinciden con los términos

empleados desde la antigüedad griega para defnir las formas de gobierno como el

dominio del hombre sobre el hombre —de uno o de unos pocos en la monarquía y en la

oligarquía, de los mejores o de muchos en la aristocracia y en la democracia—. Hoy

debemos añadir la última y quizá más formidable forma de semejante dominio: la

burocracia o dominio de un complejo sistema de ofcinas en donde no cabe hacer

responsables a los hombres, ni a uno ni a los mejores, ni a pocos ni a muchos, y que

podría ser adecuadamente defnida como el dominio de Nadie. (Si, conforme al

pensamiento político tradicional, identifcamos la tiranía como el Gobierno que no está

obligado a dar cuenta de sí mismo, el dominio de Nadie es claramente el más tiránico de

todos, pues no existe precisamente nadie al que pueda preguntarse por lo que se está

haciendo. Es este estado de cosas, que hace imposible la localización de la

responsabilidad y la identifcación del enemigo, una de las causas más poderosas de la

actual y rebelde intranquilidad difundida por todo el mundo, de su caótica naturaleza y

de su peligrosa tendencia a escapar a todo control, al enloquecimiento).

Para Arendt, la constitución de un espacio público compartido, de ciudadanía, constituye

la condición primera del republicanismo y de la democracia. Las repúblicas realmente existentes,

como la norteamericana, restringen la soberanía cívica mediante la desigualdad o exclusión

étnica (esclavitud de negros o leyes de discriminación racial posteriores a la abolición de la

esclavitud) o incluso el exterminio (como el llevado a cabo hacia los indios de las praderas en el siglo

10 La absoluta actualidad de estas ideas la podéis encontrar en las reclamaciones de movimientos como 15M; Democracia Real Ya; Otro Mundo es posible, etc...

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XIX).

E l espacio público se asume solamente cuando es materialmente posible el acceso al

ejercicio de la fraternidad, única vía para el ejercicio de la acción en el sentido que presenta esta

autora. Se trata de una acción enraizada en el principio del comportamiento racional de los

hombres libres, lo que es absolutamente distinto de cualquier ideal impuesto que nos diga lo que es

el Bien absoluto.

La virtú republicana mana del hombre y no de la doctrina. Incluye la preocupación por el

espacio público y común. Para Arendt la virtud cívica es la forma primigenia de toda virtud.

Nuestra pensadora defende el concepto de pluralismo en el ámbito político, que trata más

de pluralidad de pensamiento que de pluralidad de partidos políticos, porque piensa que

únicamente este pluralismo tiene el potencial de la libertad y la igualdad política entre las personas.

Se convierte, a partir de esas ideas, en una defensora de la democracia directa y de la democracia

participativa, manteniendo una actitud crítica ante la democracia representativa. Los políticos

profesionales de las democracias representativas no son los indicados para hacer política tal y como

la entiende. Es más, ellos son lo que privan a los ciudadanos de hacer política. Actualmente sólo se

puede hacer en los márgenes democráticos, en los espacios comunes de protesta, tal como los

movimiento de protesta citados en la nota 388.

El Totalitarismo. Los orígenes del totalitarismo.

Los tres volúmenes de Los orígenes del totalitarismo están dedicados, básicamente, a estudiar el

antisemitismo, el imperialismo, y el racismo, desde la perspectiva de la radical novedad del

fenómeno totalitario.

Arendt intenta algo tan sencillo y complicado a la vez como comprender qué ha pasado en el

mundo que permita explicar esta monstruosa novedad del totalitarismo. Es signifcativo que haga

referencia a los orígenes y no a las causas. Los orígenes son documentables, las causas resultan muy

complicadas de averiguar; las causas de los fenómenos políticos son ideológicas en el sentido de que

permiten sospechar de las apariencias de las cosas, pero nunca una causa explica del todo el

problema. No se puede, piensa Arendt, considerar como causas del totalitarismo a las ideologías

nacionalistas del XIX, ni al cientifsmo darwinista, ni al idealismo flosófco, aunque estos

fenómenos estén en su base.

En la tradición que venía desde la Política de Aristóteles había tres formas básicas de

gobernar rectamente, así como sus formas corruptas: la monarquía, que se puede corromper en

tiranía; la aristocracia, que se corrompe en oligarquía; y la democracia, cuya corrupción se

denomina demagogia. El totalitarismo es una forma nueva, contemporánea, sin precedentes, sin

parecido alguno con los tres modelos aristotélicos. El totalitarismo aparece como un sistema en el

que la culpa y la inocencia se vuelven nociones sin un sentido claro; en consecuencia, únicamente se

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puede ser ejecutor o víctima.

No es la novedad del fenómeno del totalitarismo lo que llama la atención de Arendt, sino la

destrucción de nuestras formas de pensamiento, de nuestros criterios de juicio. Siempre ha habido

antisemitismo, piensa Arendt, pero nunca ha habido un intento científco y sistemático por la

aniquilación de un pueblo. Dice nuestra autora:

El absurdo ideológico que los provocó, la mecanización de su ejecución y la

institución programada de un mundo moribundo en el que nada tiene sentido, eso es lo

que no tiene precedentes.

E l terror y la ideología son las herramientas básicas del totalitarismo. Con la unión de

represión (campos de concentración, exterminio masivo...) y propaganda ideológica

(adoctrinamiento obligatorio, politización de la vida cotidiana, pensamiento único, fanatismo...) se

crea un clima social de una brutalidad extrema.

Es un fenómeno tan nuevo que rompe con todas las formas anteriores y pone en cuestión la

humanidad del hombre. La locura de querer crear un hombre nuevo, un hombre total, lleva a la

destrucción pura y simple de la humanidad: el totalitarismo no tiende a un reino despótico sobre los

hombres, sino hacia un sistema en el que los hombres sobran. Por eso Arendt defne el totalitarismo

como el mal absoluto.

En la interpretación del totalitarismo, todas las leyes se convierten en leyes de

movimiento. Cuando los nazis hablaban sobre la ley de la Naturaleza o cuando los

bolcheviques hablan sobre la ley de la Historia, ni la Naturaleza ni la Historia son ya la

fuente estabilizadora de la autoridad para las acciones de los hombres mortales; son

movimientos en sí mismas. Subyacente a la creencia de los nazis en las leyes raciales

como expresión de la ley de la Naturaleza en el hombre, se halla la idea darwiniana del

hombre como producto de una evolución natural que no se detiene necesariamente en la

especie actual de seres humanos, de la misma manera que la creencia de los bolcheviques

en la lucha de clases como expresión de la ley de la Historia se basa en la noción marxista

de la sociedad como producto de un gigantesco movimiento histórico que corre según su

propia ley de desplazamiento hasta el fn de los tiempos históricos, cuando llegará a

abolirse por sí mismo.

Precisamente esa novedad lleva al totalitarismo a que pueda darse tanto en el fascismo nazi

como en el comunismo estalinista, regímenes enfrentados ideológica y bélicamente.

Las masas, siempre difusas, ofrecen su apoyo a los totalitarismos en momentos de difcultades

económicas, cuando el descontento con las formas tradicionales es absoluto y aparece un hueco

espiritual en las ideas políticas11.

11 El ejemplo de la crisis de 1929 que siempre se usaba a la hora de estudiar estos acontecimientos, se le añade la crisis

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La propaganda y el adoctrinamiento realizan su función, creando la fcción de un mundo

perfecto, puro, ideal, donde los males que afectan a la población desaparecen. Se crean

movimientos y organizaciones que van alimentando la doctrina totalitaria, a menudo paramilitares.

Se busca la instauración del partido único, dominado totalmente por el líder, portador del

pensamiento único, que pasa a ser la doctrina. El ideal es crear una nueva humanidad, ya sea

a través de un concepto u otro, pero hay que anular la individualidad, el campo del pensamiento

donde el yo se enfrenta a las ideas aberrantes que se le presentan.

Aparece el control total; exterminando cualquier disidencia, oposición, o revisión de la

doctrina, con métodos violentos, crueles, y brutales. No hay lugar para la crítica ni para el

cuestionamiento, ni se han de esperar argumentaciones racionales que lo justifquen. Se crea un

clima social donde todo el mundo es considerado culpable mientras no se demuestre lo contrario, y

esta forma de pensar se extiende a todos los aspectos de la vida: social, político, económico, cultural,

intelectual, artístico, espiritual, etc.

La acción. La condición humana.

La condición humana

Es signifcativo que Arendt hable de la condición y no de la naturaleza del hombre. La

naturaleza humana existe, pero lo que le interesa no es esta cuestión, sino un análisis de lo que

signifca vivir políticamente en una sociedad moderna.

El libro tiene como objetivo, según Arendt, defnir qué se entiende por pensamiento

político en la modernidad y que se caracteriza por haber puesto en cuestión el sentido común

tradicional. De hecho, según Arendt, hasta la llegada de la modernidad no se puede hablar

propiamente de sociedad.

Con la modernidad, la actividad humana ha quedado absorbida por el trabajo; las exigencias

del trabajo y de la producción se han extendido a toda la sociedad y esto ha tenido como

consecuencia una situación de desolación humana (que no hay que confundir con la soledad, pues

una realidad del mundo contemporáneo es la difcultad que tiene el ser humano para estar solo). La

modernidad social ha implicado una profunda degradación de las condiciones de la existencia

humana.

Trabajo, obra, y acción.

Arendt distingue, en las diversas actividades humanas, entre trabajo, obra (o producto), y

acción.

El trabajo es entendido como la actividad propia del animal laborans, sirve para la subsistencia

del individuo y de la especie. Pertenece, por lo tanto, necesariamente a la vida humana, pero no de

una manera diferente a como lo hace en otros seres vivos.

comenzada en 2007 del sistema fnanciero y que se extendió a las economías de todo el mundo, afectando especialmente al viejo continente europeo, donde renacieron grupos extremistas de ideología nazi o similares.

Page 11: Hannah arendt

El trabajo es visto por nuestra pensadora (en lo que podría verse como una interpretación

muy latina), como algo que nos acerca a los estratos biológicos; no es una condición de libertad, sino

una coacción12 para conservar la vida.

El producto del trabajo son los bienes de consumo, aquello que es consumido. El consumo

aparece así como una dimensión ligada a la necesidad de abastecer la subsistencia de la especie. Es

una actividad repetitiva, no deja rastros, pues el resultado del trabajo es consumido y desaparece:

trabajar y consumir es el ciclo de la vida, y no el que aparece en el Rey León. Este ciclo resulta

oculto a nuestra visión, siempre ha sido hecho por esclavos y mujeres, lo único importante era que

alguien lo realizara.

El animal laborans puede laborar en grupo pero no genera ningún espacio común, no produce

más que vida biológica.

En la antigüedad el trabajo del hombre era para proporcionar alimentos y garantizar la

supervivencia del individuo, el trabajo de la mujer era la procreación y la superviviencia de la

especie, la condición que le corresponde es la vida misma, la vida biológica.

La obra o producto, en cambio, es propia del homo faber, nos acerca a la artesanía, al buen

ofcio, al arte, a la construcción, y se refere a aquellos productos que son necesitados o

usados (que tienen valor de uso).

La obra de nuestras manos, a diferencia del trabajo de nuestros cuerpos –el

homo faber que hace y literalmente obra sobre, en contraste con el animal laborans que

trabaja y se mezcla con–, fabrica la interminable variedad de cosas, la suma de las cuales

constituye el artefacto humano. Son mayoritariamente, pero no exclusivamente, objetos

de uso y poseen la durabilidad que Locke necesitaba para establecer la propiedad, el

valor que Adam Smith necesitaba para el mercado de intercambio, y son testimonio de

la productividad, la cual Marx creía que era la prueba de la naturaleza humana. Su uso

adecuado no comporta la desaparición y dan al artefacto humano la estabilidad y la

solidez (...).

El homo faber es quien consigue la obra ejerciendo una cierta violencia sobre la naturaleza. El

mundo creado así no es todavía un espacio de libertad, es producción, uso. La condición que le

corresponde es la mundanidad.

L a acción, por su parte, sirve para la fundamentación y conservación de la

comunidad política, y crea las condiciones para la continuidad entre generaciones y para la

historia.

Se realiza en el espacio público (como en el ágora griega, que es su referente principal)

12 A fn de cuentas la palabra 'trabajo' procede del la palabra latina 'tripalium', que resultaba ser un castigo reservado para esclavos.

Page 12: Hannah arendt

transcurre entre los individuos y muestra, a la vez, la singularidad y la pluralidad del ser humano.

Sin acción, sin vita activa, el individuo no será reconocido como tal por los demás. El trabajo y

l a obra se pueden dar en tiranías y en sistemas políticos de cualquier tipo, pero la acción

únicamente puede forecer en la república, que hace posible la participación política. En este

ámbito es política el pensamiento que se encuentra lo más cerca de la acción posible; en el

espacio de acción abierto para la palabra.

L a acción, para Hannah Arendt, es exactamente lo contrario de la dominación.

Cuando el individuo moderno se aleja de la política se llega al fenómeno de la sociedad de

masas y se acentúa la tendencia al despotismo.

Pero esto no signifca que la acción se confunda con el pensamiento. Arendt rechaza la

tradición flosófca en la medida que siempre ha subordinado la acción al pensamiento. No está

tampoco, sin embargo, de acuerdo con quienes en la modernidad han considerado que el

pensamiento se debía dedicar a transformar el mundo, como Marx. Por esto, entre la tradición

flosófca clásica (Platón, Descartes, Kant, Heidegger...) y la tradición marxista y materialista

contemporáneas, Arendt busca un camino original. Dicho de otra manera, Arendt elabora su obra

contra la flosofía política y contra la teoría social, y critica igualmente las concepciones

platónica y aristotélica, que entendían el pensamiento como observación pasiva, el

cristianismo, que convirtió la flosofía en mera contemplación, y la modernidad, en la que el

pensamiento sirve principalmente a la ciencia.

Acción y política

Para explicar la política, Arendt rechaza al mismo tiempo el esquema intencional de la

tradición flosófca, y el esquema funcionalista propio de las ciencias sociales.

Según el esquema intencional, la política habría de ser juzgada por las motivaciones

conscientes del agente (tesis que hace abstracción de las circunstancias concretas en que se inscribe

la acción política).

Según el esquema funcionalista (propio de las ciencias sociales), los humanos nunca son

libres, sino que están determinados por estructuras sociales básicamente impersonales y ciegas; cosa

que hace imposible cualquier juicio (y especialmente, cualquier juicio moral).

La alternativa de nuestra pensadora es pensar la política desde la acción, que

constituye el mundo común de los hombres. La acción es siempre política en la medida en que se inscribe

en la red de relaciones humanas.

El mundo únicamente se muestra habitable cuando trasciende el mundo del trabajo, eso se

da cuando aparecen la acción y la palabra, lo único que da sentido a nuestras vidas.

E l homo loquens, el hombre que habla, tiene la natalidad como característica, no la

mortalidad, y su condición es la pluralidad, los hombres, no el hombre.

Page 13: Hannah arendt

El ser humano es individual, pero a la vez que expresa la singularidad propia, también pide

concertación con los demás, porque implica una pluralidad de actores, cada uno de ellos con

intereses distintos. La pensadora alemana señala dos características básicas que se derivan de este

hecho:

1) La acción es imprevisible. Es enormemente frágil y se caracteriza por la

impredecibilidad de sus consecuencias. La acción cae en una red de acciones y

reacciones no previsibles; de aquí el absurdo de teorías políticas que pretendan ser

proféticas.

2) La acción es irreversible. Una vez iniciada una acción no podemos volver atrás,

podemos pedir perdón, pero no borrarla. De aquí la necesidad de una perspectiva

prudente y responsable. La acción siempre pone más de lo que el agente había

previsto porque cae en una red de relaciones. Únicamente cuando la acción ha

llegado a su fnal podemos saber su resultado.

Asumir las responsabilidades es aceptar los riesgos que comportan nuestras acciones (tanto por

acción como por omisión, porque en política el simple hecho de no hacer nada signifca actuar). No

vale ocultarse en falsos pretextos como la buena voluntad, la obediencia, o el respeto al deber (porque el

primer deber en política es ser conscientes del valor de los deberes y por tanto ser lúcidos respecto a

ellos).

La acción humana es inicio de todo, es natalidad, (un concepto que debe recordarnos a la

voluntad de Kant), la capacidad de hacer aparecer lo que es inédito, lo nuevo. Es la libertad, el

comienzo. Únicamente es acción si va acompañada de palabra, de discurso.

El discurso y la acción revelan esta única cualidad de ser distinto. Mediante ellos,

los seres humanos se presentan unos a otros, no como objetos físicos, sino como

hombres. Esta apariencia, diferenciada de la mera existencia corporal, se basa en la

iniciativa; pero en una iniciativa (el appetitus beatitudinis) que ningún ser humano

puede detener y seguir siendo humano. […]

Con respecto a este alguien que es único cabe decir verdaderamente que nunca

nadie estuvo allí antes que él. Si la acción como comienzo corresponde al hecho de nacer

(como un yo), si es la realización de la condición humana de la natalidad, entonces el

discurso corresponde al hecho de la distinción y es la realización de la condición humana

de la pluralidad, es decir, de vivir como ser distinto y único entre iguales.

La sociedad contemporánea está preocupada por las consecuencias que puede tener la labor

destinada al consumo, esta es la característica de la sociedad contemporánea, está organizada como

labor, todo está destinado a ser consumido rápidamente. Estamos ante un desmesurado avance

Page 14: Hannah arendt

natural en términos de labor. Hay una reinterpretación actual de la labor. La raíz de esta

reinterpretación se encuentra en la transformación de la política en economía.

Actualmente se ha producido la invasión de la labor en términos públicos. La economía

moderna ha sustituido la labor en el lugar que ocupaba la obra y la acción. Es en el mundo obrero

donde puede volver a aparecer la obra y la acción. Los ofcios nos clasifcan y condicionan, y nos

alejan de la libertad.

En 1945 Hannah Arendt escribió:

La sociedad de cada época, a través de la desocupación, frustra al hombre

humilde en su actividad normal diaria y en su autorespeto, lo prepara para este último

estadio en el que asumirá sin decir ni pío cualquier función, incluso la de verdugo.

Para esta flósofa el espacio público no es el Parlamento, el Congreso, sino que el espacio

público está en las manifestaciones de la sociedad, en los ámbitos de la protesta y los disidentes.

Trabajo Obra AcciónPropio de... Homo laborans Homo faber Homo loquensProducto Bienes de consumo Objetos de uso PolíticaDimensión La necesidad La habitabilidad Espacio común de acción

comunicativa. NatalidadCondición Vida biológica Mundanidad Pluralidad. Los hombres.

La banalidad del mal. Eichmann en Jerusalén.

Entre abril y junio de 1961, Arendt asiste como periodista de la revista The New Yorker al

juicio que tuvo lugar en Jerusalén contra Adolf Eichmann, un criminal de guerra nazi que había

sido secuestrado en Argentina por los servicios secretos israelíes (Mossad), donde se ocultaba.

Escuchando a Adolf Eichmann en el juicio tuvo la idea de su teoría sobre la banalidad del mal.

Fue como si en aquellos últimos minutos (Eichmann) resumiera la lección que su

larga carrera de maldad nos ha enseñado, la lección de la terrible banalidad del mal, ante

la cual las palabras y el pensamiento se sienten impotentes.

Para la opinión pública de su tiempo, el proceso de Adolf Eichmann se presentaba bajo la

forma de una alternativa maniquea. O el criminal nazi estaba movido por una maldad diabólica y

por un odio anti judío brutal, de manera que era culpable sin discusión posible, o era simplemente

una pieza de un mecanismo que él no controlaba en un sistema burocrático.

Arendt se encuentra entre dos opciones y no puede sorprender que fuese mal entendida por

viejos amigos, como el historiador del judaísmo Gershom Scholem. Eichmann había sido

secuestrado por el Mossad el 11 de mayo de 1960 y llevado en secreto a Israel, violando todas las

leyes internacionales que se podían violar en este caso. De hecho, estaba condenado a muerte

Page 15: Hannah arendt

mucho antes del juicio, y el libro de nuestra pensadora no pudo ser publicado en Israel hasta el año

1966.

En su interrogatorio, Eichmann alegó que él simplemente cumplía órdenes, con una

obediencia de cadáver, hecho imprescindible en una guerra que necesita disciplina; incluso usó el

pensamiento de Kant, afrmando que toda su vida había vivido bajo los preceptos morales

kantianos, intentando justifcar su acción.

Para Arendt, Eichmann no es culpable, en un cierto sentido, porque, efectivamente, es cierto

que únicamente cumplía órdenes, y porque, efectivamente también, era una pieza menor, sólo

era el responsable de los transportes de judíos, pero no decidió ninguna decisión fnal.

¿De qué es culpable Eichmann? Pues, simplemente, de banalidad, de no haber entendido

nada, de haber dejado de pensar mientras cumplía las órdenes. Paradójicamente, se puede ser

culpable por no haber sabido escuchar la propia subjetividad, por no haber sido capaz de

juzgar, de pensar, por sí mismo. En realidad, por lo tanto, por no haber cumplido con el ideal

kantiano.

Como dice Salvador Giner, la originalidad del texto de Arendt consiste en mostrar que la

mayoría de los humanos no son héroes y que en el ánimo de muchos habita una inclinación a la

obediencia maligna (...) Lo que Arendt demostró es cómo la mediocridad moral, la cobardía de los

débiles y la fácil obediencia rutinaria es lo que transforma a la gente corriente en mansos brazos de

brutalidad y de la barbarie totalitaria.

La banalidad del mal

Es el concepto más conocido de su libro sobre el juicio a Eichmann, y provocó muchos

malentendidos, que en cierta manera todavía perviven hoy en día. ¿En qué sentido se puede

decir que el mal es banal sin disminuir en nada su responsabilidad?

Según Arendt el celoso funcionario del Tercer Reich pretendía obrar con buena conciencia,

cumplía con su deber, cumplía con las leyes. Media docena de psiquiatras declararon también que

Eichmann no era un psicópata, ni siquiera un desequilibrado, incluso se consideró su actitud

respecto a su familia y amigos como deseable.

Pero cuando Arendt habla sobre banalidad, no pretende disminuir o relativizar el mal que

había hecho Eichmann. No hay duda que había participado en el holocausto, pero la paradoja está

en que su maldad ni siquiera era demoníaca, era banal; es la maldad del hombrecito insignifcante que

cumple órdenes estúpidamente, sin preguntarse ni por un momento qué sentido tienen esas órdenes.

El mal absoluto al que se refere en el libro Los orígenes del totalitarismo, por lo tanto, resulta

posible gracias a que millones y millones de personas ejercen un mal banal, una absoluta

incapacidad de pensar desde el punto de vista de los otros, un mal sin profundidad; un mal

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simplemente imbécil y que pueden practicar sin sentirse mal personalmente también los buenos, los

cultos, los kantianos.

Ahora bien, también es banal el mal de la gente que no resiste y se deja llevar estúpidamente

al matadero en lugar de luchar. En este sentido, también los judíos caen en el ámbito de la

banalidad del mal13.

Algunos han querido ver en el concepto de la banalidad del mal una desautorización del

pensamiento moral de Kant, quien había afrmado que la moralidad consiste en el cumplimiento de

la ley por puro respeto a la ley.

Pero lo que Arendt nos dejó es que conviene que previamente nos preguntemos si la ley es

respetable o si cumplirla nos deshumaniza. Únicamente las leyes respetables han de ser respetadas.

Necesitaríamos otra vez a Kant y su idea de un juicio refexivo, que evalúe las acciones del mundo

común y asuma como guía de la acción la facultad del juicio que es propia de los seres humanos.

Cuando dejamos de juzgar, cuando nos situamos en un punto de desinterés por la política, en tanto

que la res publica, fácilmente podemos acabar en un mal banal que nos haga cómplices del mal

absoluto.

13 En primer lugar los miembros de los Consejos judíos que creían posible negociar con Hitler, que elaboraban listas de miembros de la comunidad que después servían a la Gestapo para llevarlos a los campos de concentración y exterminio.