Hallazgos Cientificos Florentino Ameghino

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  • 7/31/2019 Hallazgos Cientificos Florentino Ameghino

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    Grandes Escritores Argentinos

    Director: Alberto Palcos

    XLIV

    Florentino Ameghino

    HALLAZGOS CIENTFICOS

    (Nuevos conceptos sobre la formacin de la tierra, la fauna y el hombre argentino)

    Prlogo de Joaqun Frenguelli

    W. M. Jackson Inc.Editores

    Buenos Aires

    New YorkMxicoHabanaCaracasBogotaLimaSantiago de ChileMontevideo

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    DEFINICIN DE PROPSITOS

    GRANDES ESCRITORES ARGENTINOS en su ltima edicin, ya absorbida por la demanda

    pblica, complet los cien esplndidos volmenes prometidos. Hoy, con la satisfaccinque representa este esfuerzo logrado, pone ante los ojos del lector una S ELECCINESPECIAL de esa misma coleccin. Ella condensa, por as decirlo, todo lo mssignificativo del pensamiento argentino. Delicada fue la tarea cuando se piensa en lasnumerosas contribuciones a las letras patricias, no pocas de inestimable valor, y en eltrabajo de sntesis realizado para albergar, en la dimensin de cincuenta volmenes, cienaos de vida intelectual.Ni deseos, ni voluntad faltaron para incluir tanta buena prosa como al que est ausente,mas ello hubiera conspirado contra el anhelo de los lectores. Su expectacin radicabaen un compendio de ideologa argentina que, a la par de no se extenso, fuera a la vezexponente de lo mejor de sus ms preclaros varones.

    Afanosos por lograr estos propsitos espirituales, nos dimos a la tarea, pero con laclsica norma de no improvisar.GRANDES ESCRITORES ARGENTINOS, al hacer esta SELECCIN ESPECIAL de lo msconsagrado de s misma, ha tenido en cuenta de modo particular las esperanzas, tantasveces intuidas, del hombre que por la naturaleza de su labor vive alejado de las esferashumanistas. l, ms que el especialista en la materia, ha sido el motivo de nuestrapreocupacin, no sin haber considerado por ello a ste ltimo. Es que el lectorcorriente, por lo que ya hemos dicho sobre sus ocupaciones, quiere una orientacin en lamultitud de libros que pueblan los anaqueles de las libreras. Su sentido del orden setraslada a la cultura y, a la lectura heterognea, prefiere la armoniosa, que brinda laselectividad previa.El humanista, en cambio, ya ha realizado esta codificacin; pero slo a travs de largosy fatigosos aos de estudio e investigaciones. Sin embargo, hacia l ha sido orientadasingularmente la calidad de nuestras ediciones. Se han incorporado nuevamente textosimportantes que se hallaban slo en algunas bibliotecas nacionales o libreras privadas yque, por ende, representan un obstculo al investigador alejado de esas fuentes.Las lecturas previstas para esta SELECCIN son precisamente, en su esfera, las que urgenal espritu culto. Son las que el educador desea para su educando y, en fin, para decirlode una vez, aquellas que el padre quiere para su hijo. En ellas, el joven estudiante, elhombre con inquietudes espirituales o el investigador, en todas las latitudes, encuentraplena satisfaccin. En momentos en que la nacionalidad se siente con tonalidad

    continental, como la patria grande, es obvio que esta contribucin de GRANDESESCRITORES ARGENTINOS se ubica en un lugar de privilegio.GRANDES ESCRITORES ARGENTINOS colm una laguna sensible en nuestra bibliografa;libros agotados desde mucho tiempo, textos perdidos en Diario de Sesiones operidicos se vieron orgnicamente reunidos y, naturalmente, los prohombres e ingeniosque dieron lustre a las letras, a la poltica y a las ciencias nacionales llegaron a travs desus mejores expresiones intelectuales al lector, ansioso de sumergirse en el auravivificante del pasado. All descubrimos que nuestros primeros escritores no fueroncosmopolitas, que en todos, ya hablaran de poltica, de letras o de ciencia, la raigambredel terruo era slida, y de ah esa fuerza magistral que dimana de sus escritos, esasugestin que desde las primeras pginas nos hace decir: son nuestros. Incluso

    aquellos ms influidos por las corrientes en boga en el extranjero, al escribir piensan entrminos nacionales. Qu milagro los ata al suelo de sus mayores? La accin. Todos se

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    valieron de las letras para combatir la barbarie, sacudir la apata de los hombres que deuna manera u otra actuaron en nuestras luchas, en las campaas libertadoras o en lasfratricidas escaramuzas de la guerra civil. Todos fueron hombres pblicos y pensadoresa la vez y, por singular coincidencia, escritores de garra.Se alguien buscara ms razones para explicar el xito de GRANDES ESCRITORES

    ARGENTINOS, sin duda las encontrara, pero cualquiera fuese el peso de ellas, todasconvergiran el mismo centro: Por primera vez se pusieron en manos del lectorargentino volmenes con lo mejor que produjeron intelectualmente los hombres quehonraron nuestra cultura.El criterio que nos gui al elegir los cincuenta volmenes de esta seleccin no fue enverdad de pura valoracin de sus mritos. Quisimos establecer un equilibrio bsico, yas alternar el jurista, el socilogo, el naturalista, el historiador, el poeta, el orador, elmilitar, el cuentista. Alberdi y Agustn lvarez, Ameghino y Mitre, Almafuerte yAvellaneda, San Martn y Juana Manuela Gorriti. Todos ellos nos brindan pginasmagistrales, todos ellos descuellan en su profesin y en las letras. Establecenfundamentos constitucionales como Alberdi o cantan a la musa popular como Carriego;

    interrogan el pasado enterrado en la pampa como Ameghino o trazan las normas de unaconducta poltica nacional como Echeverra.As, GRANDES ESCRITORES ARGENTINOS aparece remozada, pero plena de la saviainicial; no traiciona el propsito primitivo, sino que lo supera, pues por ser menor elnmero de sus volmenes, aunque idntica su calidad, est al alcance de mayor nmerode hogares; son ms los caminos que llevan a manos de nuestros compatriotas elpensamiento de los prohombres que pusieron los carriles pon donde marcha elpensamiento argentino.

    LA DIRECCIN.

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    FLORENTINO AMEGHINO(Biografa)

    Es Ameghino el verdadero tipo de sabio autntico, propio de culturas ms viejas ysedimentadas que la nuestra. Mas su vocacin de sabio, ayudada por una familia

    comprensiva, supo crearse un medio propio, adecuado al florecimiento de su genialidad.Naci en la villa de Lujn, de la provincia de Buenos Aires, el 18 de septiembre de1854. Hijo de don Antonio Ameghino y de doa Mara Dina Armanino, sus doshermanos, Juan y Carlos, le ayudaron y asistieron en sus trabajos en muchas ocasiones,y sobre todo este ltimo, tan modesto como eficaz colaborador, proporcionle grancantidad de material de investigacin, conseguido en largas y penosas exploraciones.Don Carlos Ameghino lleg a ser tambin un sabio en la materia aunque no puedacompararse, naturalmente, con Florentino.Su propia madre enseo a ste las primeras letras, luego entr en la escuela particular deun tal don Guillermo, quin a los pocos meses se present a la casa diciendo que nadatena ya que ensear al nio Florentino. Su precocidad encant tambin al nuevomaestro, Carlos DAste, que lo fue hasta 1867. DAste lo trajo a la capital, a su propiacasa, y lo hizo ingresar a la Escuela Normal. Sus estudios all slo duraron un ao,porque la escuela se cerr. Pero l haba aprovechado bien el tiempo visitando alMuseo de Historia Natural y leyendo a Burmeister y a Lyell, que le descubrieron suverdadero camino. A los veinte aos de edad encuentra los restos fsiles completos deun milodn. Por primera vez se haca el hallazgo y aunque el autor no pasaba de ser unmodesto ayudante en una escuela comn de varones del pueblo de Mercedes,

    naturalmente, empieza a hacerse conocer. Al ao siguiente ya publicaba dos artculosen dos diarios locales y lograba insertar otro en el Journal de Zoologie, revista

    parisiense. Obtena adems un premio en la primer exposicin de la Sociedad Cientfica

    de Buenos Aires y presentaba a la misma dos memorias que, aunque no fueron tenidasen cuenta en aquel momento, albergaban el germen de su futura obra monumental. En1877 publicaba su primer libro, Antigedades indias de la Banca Oriental, cosecha deuna corta excursin por el Uruguay el verano anterior. En 1879 se dilata por fin elhorizonte: tiene una destacada actuacin en el Congreso de Americanistas, en Bruselas,frente a sabios de relieve mundial. Se hizo or y admirar y desde all empez a tenderlas redes de sus relaciones cientficas, que muy pronto se multiplicaron, con eminenciascomo Quatrefagues, Mortillet, Schmidt, Gervais (en cuya colaboracin hizo algunasexcavaciones y lleg a escribir un trabajo), Sergi, Morselli, Cope y tantos otros. Laestancia en Europa fue muy fecunda para la formacin intelectual como para su fama desabio, que, a partir de entonces se extendido por el viejo mundo y los Estados Unidos,

    Con la venta de algunas de las colecciones consigui dinero par editar dos de sus libros,La formacin pampeana y La antigedad del hombre en el Plata. Volvi a la patriaen 1881 casado con Leontina Poirier, francesa, y encontrndose exonerado de su puestode director de la escuela de Mercedes, instal una pequea librera en Buenos Aires,Escribi entonces su Filogenia, obra maestra por su organizacin y la audacia de lasdoctrinas, y ella le vali ser llamado por la Universidad de Crdoba para dictar lactedra de Historia Natural y conferirle el ttulo de doctor honoris causa. Pas luego aLa Plata como subdirector del Museo y volvi ms tarde a ser librero. Corra el 1889cuando sus dificultades econmicas le obligaron a aceptar la ayuda de Estanislao S.Zeballos para publicar otro de sus libros capitales , Contribucin al conocimiento delos mamferos fsiles de la Repblica Argentina, premiado con medalla de oro y

    diploma de honor en la Exposicin Universal de Paris.

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    En 1902, a la muerte del sabio Berg, fue llevado por el ministro Joaqun V. Gonzlez, ala direccin del Museo de Historia Natural de la Nacin, cargo que desempe porespacio de nueve aos. Esto no cambio en nada la modestia de su vida, ni siquiera lehizo le hizo abandonar su refugio platense. Dedicse concienzudamente a cuidar yenriquecer las colecciones del Museo como hiciera antes con las propias, introduciendo

    nuevas clasificaciones e incluso iluminando, a la luz de su ciencia, piezas que hastaentonces estuvieron abandonadas u olvidadas. Al promediar el ao 1908 pierdesucesivamente, y en el corto plazo de dos meses, la madre, la esposa y uno de losmejores amigos, don Justo Martnez, El dolor inmenso de estas prdidas prodjole,primero, una gran depresin moral, que se resolvi luego en la diabetes que haba dellevarlo a la tumba. A fines de ese mismo ao asisti, en compaa de Spegazzini, al IVCongreso Cientfico Latino Americano, reunido en Santiago de Chile. Realizarontambin algunas excursiones durante las cuales aqul empez a notar en su compaerolos primeros sntomas de la diabetes, pro sin conseguir que Ameghino se atendiera. Devuelta al pas Dedicse afiebradamente a preparar el congreso que se reunira en BuenosAires el ao 10, sin dejar de lado sus otras atenciones ni su produccin. Intil fue que

    sus familiares y amigos se empearan en curarlo, sigui firme en la brecha trabajandodenodadamente hasta que le fue de todo punto posible abandonar la cama. El 8 demayo de 1911 se neg rotundamente a ser trasladado a un sanatorio de la capital segnse haba dispuesto. An postrado sigui escribiendo, dictando o corrigiendo las pruebasde la versin al francs de uno de sus libros. Bueno es recordar que desde jovenescriba indistintamente en castellano o en francs, con la misma perfeccin. Dominabatambin el italiano. Posea una formidable cultura, asistida de esplndida memoria yverdadero fervor por alimentarla. Incansable trabajador, dej una obra enorme cuyaenumeracin alcanza a 176 ttulos, que no tienen, naturalmente, todos igual valor. Sustrabajos ms importantes, fuera de los arriba mencionados, son: Los mamferos fsilesde la Amrica meridional, Enumeration synoptique des espces des mammifresfsiles des formations eocnes de la Patagonie, Sur lvolution des dents desmammifres. La perforacin astragaliana en los mamferos no es un carcteroriginariamente primitivo, en cuanto a paleontologa se refiere. Encierran ellos elaporte del descubrimiento, descripcin, estudio y clasificacin de nada menos que milespecies nuevas. Y si esto no bastara ara su gloria, tenemos an sus grandescontribuciones a los problemas geolgicos y paleogeogrficos como Les formationssedimentairs du crtase suprieur y du tertiaire de Patagonie y Las formacionessedimentarias de la regin litoral de Mar del Plata y Chapadmalal . Su apasionanteobra de antroplogo, la ms discutida de todas. Que cuenta, sin embargo, con grandesautoridades mundiales en su abono, est incluida en parte en algunos de sus libros ms

    importantes y el resto corre inserto en los Anales del Museo Nacional de BuenosAires y la serie de Memorias presentadas al Congreso Cientfico InternacionalAmericano de 1910.Tambin en lo moral su vida es un ejemplo prstino. Tena un alma transparente de nioy una ingnita bondad. Vivi al margen de todo halago vanidoso en medio de una granmodestia. No escatim su ayuda generosa a los jvenes que se iniciaban en las cienciasy evacuaba prolijamente cuantas consultas se le hacan, an a riesgo de interrumpir elhilo de las propias investigaciones.Ameghino muri en La Plata, el 6 de agosto de 1911. Su entierro fue grandioso,teniendo en cuenta lo alejado que estuvo siempre de las esferas oficiales. Todo elmundo intelectual se hizo presente y al depositar sus testos en el Panten de los

    maestros, hicieron uso de la palabra eminentes personalidad de como E. Homberg,Victor Mercante, J. B. Ambrosetti, Jos Ingenieros y otros.

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    Florentino Ameghino, sin embargo, si bien partidario apasionado de las nuevastendencias, supo mantenerse ntegro, porque, a la par que el gran artfice florentino, enla fragua de su Perseo, supo arrojar lo mejor d e su alma y cuanto de ms noble tenia sugran corazn.Y es por esto que Florentino Ameghino hoy vuelque aqu triunfando en esta horas de

    renovaciones profundas, de reaccin humanista e idealista, en que la humanidad,decididamente abandonando esa informe, confusa, insaciable aspiracin d cantidad y depotencia, retorna hacia los viejos ideales de perfeccin: ideales de belleza, justicia ylibertad, ms tmidos y ms modestos, pero ms definidos y ms humanos; ideales quehan recobrado el sentido de calidad y de los lmites dentro de los cuales slo es posibleal hombre conseguir la perfeccin intelectual y moral, y dentro de los cuales lainteligencia humana deba reducirse por no envilecer la belleza, por no esterilizar lavirtud, para que la justicia no se transforme en potencia, la libertad en licencia y laverdad no desaparezca bajo espesas capas de falsa sabidura.Y Florentino Ameghino vuelve entre nosotros porque, si bien representante genuino deaquel idealismo materialista que la guerra ha destruido para siempre con su brutal puo

    de hierro, supo mantenerse siempre por encima de las pasiones y, a pesar de todo, con elesfuerzo tenaz de su voluntad admirable con su ferviente deseo de constante superacin,con su masa ingente de labor proba, supo labrarse un pedestal inconmovible.Por otra parte, Florentino Ameghino, a pesar de sus convicciones explcitas y su credo,es siempre un rebelde y un rebelde a menudo paradojal y contradictorio.Su rebelin es recia, pro siempre honesta, sincera y constantemente animada por unelevado espritu de justicia.En las interpretaciones audaces de su mente, Ameghino es un rebelde a los sistemasrgidos de las viejas academias; pero, para el cmulo enorme de datos concretos queincorpora a la ciencia, piensa y describe a la manera de Cuvier, dOrbigny, Agassiz,Darwin, con toda la perspicacia y con todos los defectos del mtodo.En sus polmicas es, a veces agresivo, vehemente, orgulloso; otras, excesivamentehumilde y remiso; impetuosamente celoso en sus opiniones y modestamente proclive areconocer sus errores.Por el spero camino de su vida laboriosa, lo vemos siempre con admirable constanciaen pos de un ideal que inconmoviblemente ha fijado como meta de su existencia; peropara alcanzarla, no siempre aparece animado por la misma decisin y firmeza.Ora lo vemos seguro y sereno, como el hroe de la leyenda incaica, quien, en lastinieblas del antro profundo, poblado de monstruos pavorosos, penetra decidido,confiado en su talismn, el pequeo rayo de luz que cuidadosamente lleva oculto en suropaje.

    Ora, en cambio, lo vemos vacilante y cauto como el esclavo arrojado por el edil romanoentre las fieras del anfiteatro, por haber soado la libertad: vacilante y medrosoavanzando, por la arena sangrienta, con el huevo frgil en la concavidad de su mano,desde la puerta de la diosa muerte hasta el ara santa del numen de la vida.Florentino Ameghino fue como aquel hroe llevando el rayo de luz contra el cual nadapueden tinieblas y demonios; y tambin fue el siervo que constantemente aspira a lalibertad y triunfa, porque, an vacilando entre el clamor del vulgo y el rugido de losleones, est firmemente sostenido por una gran fe y una grande esperanza.Es humano el vacilar y el errar. Slo no yerra quien nada hace. Ya se ha dicho y ya seha dicho tambin que no hay error donde no brilla una centella de verdad.Tampoco hubo en la ciencia hiptesis, que, aun debajo de apariencias vagas,

    irreductibles a forma cientfica, no escondiera algn germen fecundo.

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    Con mayor razn podramos afirmarlo para los errores y las hiptesis de FlorentinoAmeghino donde vemos un intenso brillar de centellas y las chispas que entre losestudiosos encendieron la hoguera de la discusin y de la polmica; y cuyos grmenes,de maravillosa potencialidad, brotaron en aquel cuantioso capital cientfico de que seenriqueci la cultura humana.

    No hay duda de que en las veinte mil pginas de su obra son numerosos los errores y lascontradicciones. Pero, tampoco puede dudarse de que contradicciones y errores secondensan precisamente en los fundamentos ms transcendentales de su obra, y en losque ms eficientes se demostraron en el complejo edificio de su mente.La prueba ms clara est en Filogenia: llena de afirmaciones audaces y arbitrarias, amenudo en conflicto con los postulados fundamentales de las mismas hiptesistransformista que la inspiraron y que Ameghino sustenta, como la de la evolucin derganos vegetativos por constante regreso, como la del desarrollo ortognico del cerebroen contraste con la bestializacin de los descendientes del Homo pampaeus; llena deaspiraciones absurdas, como la que anhela las ms nobles facultades humanastransformarse en una mquina de sustracciones y adiciones; llena de pretensiones

    atrevidas, como la de pensar y creer que en la biologa ya pudiramos establecer leyesinmutables como en astronoma y, ms an, resolver todas las frmulas biolgicas,reconstruir todos los eres del ms remoto pasado y predecir todos los organismos quese sucedern en el futuro, mediante una matemtica sencilla de sumas y restas, y consumas y restas resolver los ms obscuros problemas de la biologa con la mismaseguridad con que los astrnomos, mediante la matemtica superior, descubren los astroy prevn los fenmenos de la mecnica celeste; ni la fsica misma, que tanto se vale delas matemticas, puede siempre prever los efectos y remontar a las causas, con msrazn no ser posible que lo pretenda la biologa, donde los efectos y las causasaparecen tan complejos, cuyas ecuaciones llevan siempre innumerables incgnitas,cuyos sistemas iniciales, e protoplasma, los cromosomas, la clula, el ser, la funcin, lavida, en su esencia, en su mecanismo ntimo, no son completamente desconocidos.Filogenia realmente es un monumento de contradicciones al mismo tiempo de erroreseficaces y eficientes.En mi opinin, no podramos concebir el sorprendente fenmeno Ameghino sin

    Filogenia.Porque ella representa la hiptesis de trabajo, la base fundamental sobre la cual el sabionaturalista construy toda su inmensa labor, y la fuente de donde mano el raudal de suadmirable energa.Si Filogenia, sin el inagotable esfuerzo para documentar sus concepciones, sin lasenardecidas discusiones que suscito y las interminables polmicas, a veces estridentes,

    pero siempre fecundas, no se habra enriquecido la ciencia de ese acervo ingente por sucantidad y calidad, que constituye la mejor gloria del sabio y el grandioso impulso de lapaleontologa en nuestros ltimos tiempos.Tampoco podramos entender la interesante personalidad de Florentino Ameghino sinaquella otra expresin, que es Mi credo: con sus tres infinitos inmateriales, al lado de uninfinito material y tangible, con su universo exclusivamente concebido a base deexperiencia propia, con el sueo de una inmortalidad material del hombreindefinidamente longevo.A pesar de que se ha credo ver en Mi credo un detalle discrepante y aberrante de laobra del sabio naturalista, porque en l Florentino Ameghino deja de ser inductivo pordeductivo, analtico por sinttico, concreto y realista por sumirse en el pilago escabroso

    de la generalizacin y de la abstraccin, ah se concentran, sin embargo, todas lascaractersticas ms esenciales de su compleja y complicada personalidad: su profundo

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    materialismo, su predileccin a las sntesis, los tanteos y la fe en s mismo delautodidacta, su entusiasmo sin lmites para la ciencias naturales, su confianza infinita enla armona del universo material, su espritu sediento de independencia, su rebelda a lasfrmulas acadmicas y a todo principio de autoridad, la sinceridad ingeniosa e ingenuade toda su alma, y un inmenso deseo de vagar solo por los campos infinitos del saber,

    bajo la nica gua de su profunda fe y de su clido entusiasmo.Por otra parte la personalidad y la obra de Florentino Ameghino muy a menudo nosaparecen inconsecuentes con las ideas que las han inspirado.No puede haber dudas de que el sabio naturalista fue hijo legtimo de sus tiempos; nopuede haber dudas de que, en nuestro medio, fue factor eficiente en la marejadaasoladora que, arrancando de los conceptos darwinianos, hechos racionalista,positivistas y materialistas, quiso arrasar con todos los idealistas humanos.Sin embargo, podramos considerarlo tambin como precursor de la crisis actual que, enla rebelda a todos lo cnones, en la destruccin de los valores ficticios en que noshabamos encerrado, en la subversin de todos los postulados del intelectualismocientfico del siglo pasado, en la espontaneidad, en la sinceridad, en la manifestacin

    ingenua de nuestros actos y conceptos, busca la salvacin del espritu y derroterosnuevos.Como los apstoles de una humanidad nueva, Florentino Ameghino destruye; pero almismo tiempo construye un vasto edificio segn su lgica, segn la teologa de su fe enel progreso, segn los ideales que para el mundo y la vida ha forjado su clidaimaginacin de soador y de artista.Autodidacta puro, reacio a las imposiciones de la disciplina rgida de Burmeister, en suindefinido deseo de comprenderlo todo, de poseerlo todo, Florentino Ameghino fueformndose solo, en situaciones difciles para precaverse en contra de afirmacionesapresuradas.Al mismo tiempo planteaba y resolva los ms arduos problemas relacionados con loscuantiosos elementos que continuamente iba descubriendo su extraordinaria actividaden el vasto campo de una naturaleza virgen y generosa: a cada hallazgo una idea, a cadaidea una hiptesis y un sistema.Parafraseando lo que se dijo respecto de Pasteur, Florentino Ameghino no hacegeologa, antropologa y la paleontologa, sino que hace la geologa, la antropologa y lapaleontologa.Sin duda, toda su obra se nos manifiesta incompleta y precipitada. Pero, frente a sumagnitud, bien podemos convenir con H. Poincar que, si hubiramos sido curiosos sinimpaciencia, es probable que nunca habramos creado la ciencia y nos habramosquedado conformes en vivir nuestra pequea vida. Nuestro espritu ha reclamado,

    entonces, imperiosamente esta solucin bien antes que ella fuera madura y cuando noposeera ms que vagos vislumbres, permitindole adivinarla mas que tocarla.Anticipando la sntesis al anlisis, entre penurias, en un ambiente ingrato o francamentehostil, todava en una impresionante escasez de elementos bibliogrficos y objetivos,ero movido por su gran pasin que no conoca reposo, Florentino Ameghino, muy jovenan, construy con su fantasa hermosos casilleros y luego, en cuarenta aos deprodigiosa actividad, consagr las energas de su mente genial para llenarlos.Es admirable, sin embargo, la cantidad de resultados positivos que, en muchos campos,cosecha su intuicin y su perspicacia.Verdad es que el precio de su triunfo fue una vida de angustias, de penosas vigilias, deansiedades, de aflicciones por la incomprensin de los hombres y las injurias de

    polmicas acres.

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    Pero, por otra parte, qu goces espirituales podra conseguir el estudioso metdico,minucioso y formal, encerrado en su recndito laboratorio, quietamente abstrado en susinvestigaciones meramente especulativas, o en ridas observaciones y descripciones yhechos, o en largas, y estriles citaciones de textos?Y, adems, moralmente, qu vale el estudioso que gasta toda su profunda y serena

    erudicin exclusivamente absorto en soluciones de problemas de utilidad prctica?. Asqu vale la ciencia que no excite el entusiasmo, que no suscite emociones, que nosiembre inquietudes, que no agite los nimos, que no aliente sus apstoles?Florentino Ameghino fue realmente un gran apstol de esa ciencia y de su ardiente fe enla naturaleza.En aras de esta fe lo sacrific con tesn y abnegacin realmente incomparables:formidable en las arremetidas en defensa de sus ideales; formidable e impetuoso, aveces inexorable; pero no siempre intransigente.La confesin de sus errores, toda vez que pudo reconocerlos, nos demuestra que, a pesarde todo Florentino Ameghino saba que la ciencia, diversamente de la religin, debe sermaestra de tolerancia; mientras la religin habla siempre en nombre de un Dios, verdad

    absoluta, la ciencia siempre por boca de frgiles y falaces verdades humanas.Asimismo, Florentino Ameghino, aun cuando se rectifica y se cohbe, no renuncia

    jams a su credo y en toda su obra emerge como el apstol de esa fe, por la cual elhombre, en un arranque de orgullo, se convenci que la ciencia era potencia.Y esta fe, como al generoso corazn del gran lrico polaco, pareci ordenarle:Ve y ten confianza en mi nombre. No te cuides de tu gloria, sino del bien de aquellosque te confo. S tranquilo frente al orgullo, a la opresin y al despecho de los injustos.Ellos pasarn, mas mi pensamiento y t no pasaris. Ve y sate la vida la accin. Auncuando el corazn se te desecara en el pecho, aun cuando t desesperaras de mi socorro,viven en la accin continua y sin reposo, Y t sobrevivirs a todos los satisfechos devanidad, a todos los felices, a todos los ilustres; t resucitars, no en las estrilesilusiones, sino en el trabajo de los siglos y sers uno de los hijos libres del cielo.

    -----------No tuve la suerte de conocer personalmente a Florentino Ameghino; pero su potentepersonalidad, tal como se revela en la magnitud y en la complejidad de su obra, meatrajo y me sedujo.Quizs, su ejemplo directo y su palabra viva hubieran sabido enderezar mi actividadhacia rumbos ms frtiles. Por desgracia, dos das despus que me embarcaba enGnova, hace ya veintitrs aos, el sabio naturalista tranquilamente mora aqu en estaciudad de La Plata.Al salir de mi patria, lleno de entusiasmo por seguir mis estudios en esta tierra generosa

    y hospitalaria, varios colegas de la Sociedad de Geologa Italiana repetidamente mehaban recomendado visitar a Florentino Ameghino y saludarlo en su nombre.Muchos, entre ellos, no conoca a la Argentina, patria de campos feraces y opulentos,pero todos ellos conocan a la Argentina, patria de Ameghino: la tierra del paleontlogoinsigne, cuya obra vasta, discutida, refutada y controvertida a veces, quiz, conviolencia excesiva y acritud, pero siempre considerada y apreciada, haba conmovido almundo cientfico.Pero, cuando llegu a las salas paleontolgicas del viejo convento de la calle Per, noestaba ms Florentino Ameghino, ni habitaba ya en ellas el gran espritu del maestro.Sus salones agrietados me parecieron solemnes como un viejo templo, pero severoscomo un tribunal: un tribunal implacable y rudo, celoso e inexorable guardin de una

    verdad inconcusa.

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    Me alej de ese ambiente; pero, fui un constante y sincero admirador de FlorentinoAmeghino.A pesar de todo lo que al contrario se ha escrito y se ha dicho, esta admiracin marepetidamente aparece en mis escritos y, sin reparos, la he proclamado pblicamentetoda vez que se me present la ocasin, en reuniones y en el ejercicio de mi ctedra.

    Y, al respecto, se me permita transcribir una parte de las palabras con las cuales, amanera de prolusin, inici mi docencia universitaria, hace hoy catorce aos, en laFacultad de Ciencias de la Educacin, en Paran, que acababa de fundarse.Es menester, deca a mis oyentes, detenernos en considerar ms de cerca la obra de

    Florentino Ameghino. Pero, ante todo, al presentarme por vez primera a ustedes y alhablar de ese gran seor de la paleontologa, considero necesaria una aclaracin.En mis escritos, varias veces me he permitido discutir, no los hechos, sino las teoras

    del sabio naturalista. Para los que considerasen superficialmente las cosas, podraparecer que yo fuera uno delos tantos mal llamados antiameghinistas. Pero, no es as.Porque es mi conviccin que reconsiderar y discutir las trascendentales hiptesisameghinianas, despus de haberlas suficientemente meditado y de haber comprendido

    su alto significado y valor, es el mejor homenaje que puede tributarse a un sabio, a unapstol de la verdad, cual fue Florentino Ameghino.De todos modos, declaro que sera de mi parte desmedida presuncin poner mi

    modesto trabajo enfrente a la memoria del sabio, quien con su genio y su obra ha sabidoerigirse un monumento imperecedero. Mi nica aspiracin, que ha de ser tambin laaspiracin de todos ustedes, e la de llegar a ser un continuador de toda su obra,demasiando grandiosa para ser concluida por un hombre, an fuera de la talla deFlorentino Ameghino. Su obra ha de ser continuada y completada y, posiblemente,perfeccionada en relacin con el progreso siempre continuo de la ciencia, en pos deaquella verdad que siempre se alcanza y siempre huye. Este sera el verdaderoameghinismo, el verdadero patriotismo, el mejor homenaje al sabio y a la verdad, que

    fue su nica religin.Tambin mi primer ensayo, publicado en la Argentina, hace ya ms de veinte aos,expresaba conceptos anlogos.Con l, mi propsito fue tambin sentar mi plan de trabajo, comenzado por considerar lacuestin ms trascendental de la obra ameghiniana: el problema antropognico enrelacin con la edad de los terrenos de la Pampa.Y, desde aquel momento, todos mis esfuerzos, mis medios y los momentos que puderobar a mi descanso y a mis actividades imprescindibles al sustento material, tendieronconstantemente a un desarrollo ulterior de esta importante tesis ameghiniana, enconsonancia con el progreso de nuestros conocimientos.

    Aun cuando llev mi atencin por regiones alejadas del ambiente pampsico, o meentretuve en estudios aparentemente ajenos al empeo, mi anhelo fue siempre dirigido ala consecucin del mayor nmero de datos objetivos para sentar, cada vez sobre basesms slidas, las conclusiones directa o indirectamente vinculadas con el problemaplanteado.He considerado necesarias estas referencias personales, que seguramente los que aqume escuchan sabrn comprender y perdonar, porque recin nuevamente me ha llevadoal banquillo la publicacin de crticas severas.Titulndose discpulos autnticos y exclusivos del maestro, me acusan de error envarias determinaciones de mamferos fsiles, crimen gravsimo para los que persisten enbuscar la expresin matemtica de las leyes biolgicas y en sentar todas las

    conclusiones de la paleontologa (morfolgica, cronolgica y estratigrfica) sobre losresultados de clculos sencillos y de estadstica.

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    Me consuela, sin embargo, mi profunda conviccin de que una eximia capacidad declasificar dentro del campo de las ciencias naturales, al mismo modo que una grancapacidad de clculo aritmtico dentro de las matemticas, a expensas de aptitudesintelectuales ms elevadas, es una bella prerrogativa de mentalidades mediocres.Me consuela tambin el recuerdo de que el viejo pleito ya tuvo para mi una sancin

    pblica, por cierto honrosa y favorable, ya hace dos aos, cuando la Comisinorganizadora del XXV Congreso Internacional de Americanistas, baja la presidencia deldoctor Ricardo Levene, me confi el desarrollo del tema oficial: el problema de laantigedad del hombre en la Argentina, que abarca toda la esencia de la obraameghiniana.En fin, me consuela el hecho de que hoy, el doctor Ricardo Levene, abriendo su mente,su corazn y la hospitalaria dignidad de esta aula, al grande espritu de FlorentinoAmeghino que vuelve entre nosotros, me ha confiado la grata tarea de interpretarnuestros sentimientos y me ha brindado una nueva ocasin para proclamar, ante la elitede las ciencias, de las letras y de las artes, de esta cultsima ciudad, con claridad yaltura, mi tributo de admiracin y respeto a la memoria del sabio.

    Pero, al mismo tiempo, same permitido confesar que yo tambin he escuchado laspalabras del Nirvana cuando ensea: No creas en cosa alguna por oda; no creas entradiciones por viejas o por haber llegado hasta nosotros a travs de muchasgeneraciones; no creas en cosa alguna por famosa o porque de ella los hombres hablanmucho; no creas por el simple hecho de que ante ti est el testimonio escrito de unantiguo sapiente; no creas en cosa cualquiera porque algunas probabilidades la sustentano porque una larga, aosa rutina te induce a suponerla verdadera; no creas fundndotesolamente sobre la autoridad de tu maestro. Lo que, segn tu propia experiencia y tusinvestigaciones personales corresponden a tu razn y sirve a tu bien y a tu salud, ascomo tambin a la de todos los dems seres vivientes, eso ha de ser tu verdad y vivessegn su dictado.Hacia el espritu de Ameghino y su obra me impuls, no slo mi carcter, sino tambinmis inclinaciones por los mismos problemas dentro de los vastos linderos de las cienciasnaturales.A l me acerc la sincera amistad de que me prodig el doctor Adolfo Doering, en susdiez ltimos aos de vida.Un compromiso de honor me impone recordar, al lado del sabio, el maestro eficaz ybondadoso tan estrechamente vinculado a la memoria de Florentino Ameghino, ysiempre olvidado.Adolfo Doering fue realmente un maestro; porque maestro no es slo quien mucho sabe,sino quien con sus palabras de estmulo y con su ejemplo ferviente, sin presuncin y sin

    jactancia, sabe encender en sus discpulos la llama del entusiasmo en la consecucin deideales puros.Cuando, hace diecinueve aos, establecindose en Crdoba, pude agregarme al pequeogrupo de sus discpulos, qued sorprendido de admiracin al ver este afable maestro,anciano ya, recobrar vigores juveniles y trepar por barrancas: la posibilidad deinterpretaciones diferentes de las que haba elaborado su criterio, ms fino observadorde los detalles que del conjunto, volvi a inquietarle y a reanimarlo la esperanza de quealguien pudiera aprovechar el fruto de su larga experiencia.Ya gravemente enfermo, irreparablemente a su edad, con admirable empeo, gastabaan los ltimos destellos de su claro intelecto para infundir en mi nimo las inquietudesde su vida y su honda preocupacin por sus problemas cientficos, empeosamente

    meditados sin lograr resolverlos.

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    Muy a menudo Adolfo Doering me hablaba de Florentino Ameghino con admiracin,particularmente cuando ascendamos juntos las mismas barrancas que, muchos aosantes, trepara con el sabio, quin tambin fue su discpulo.Y una luz de clida emocin encenda su rostro cuando rememoraba el apoyo prestado aFlorentino Ameghino, en momentos amargos, cuando l quiz fuera el nico, entonces,

    entre los hombres de estudio, que comprendiera el talento del joven subpreceptor yexonerado director de una escuela rural.En verdad, haba sido Adolfo Doering quien sustrajera Florentino Ameghino de susrecogidos soliloquios, de sus solitarias meditaciones, en la desamparada trastienda de la

    pobre Librerilla del Glyptodn.Haba sido Adolfo Doering quien lo llevara a Crdoba como director del Museoantropolgico y paleontolgico de la Universidad de aquella ciudad.Haba sido Adolfo Doering quien lo propusiera para el ttulo de doctor honoris causa, afin de que pudiera ocupar la ctedra de Zoologa en la Facultad de ciencias fsico-matemticas de la misma Universidad nacional.Haba sido Adolfo Doering quien le facilitara fsiles y datos geolgicos preciosos,

    como los califica el mismo Ameghino, y le acompaara en sus excursiones por losalrededores de Crdoba.En fin, haba sido Adolfo Doering quien, valindose de su influencia sobre su hermanoOscar, entonces presidente de la Academia nacional de Ciencias, consiguiera que estainstitucin, bajo su patrocinio y con amplia contribucin pecuniaria, publicara su magnaobra sobre los mamferos fsiles argentinos, fruto de quince aos de asidua labor.Tambin un estricto deber de justicia obliga asociar, hoy y siempre, en la glorificacinde Florentino Ameghino, el nombre de su hermano Carlos.En la obra del sabio naturalista, mas que el brazo derecho que ejecuta, CarlosAmeghino, desde su infancia, fue el amigo fiel, el colaborador erudito y abnegado, elconsejero prudente, el explorador infatigable y valiente, cerca de veinte aos por estepasy eriales patagnicos, solo y paciente, en pos de los preciosos elementos que debancimentar la personalidad y la fama de su hermano.En fin, junto con la memoria de Florentino Ameghino menester es evocar tambin elrecuerdo del ilustre fundador de esta Universidad, el doctor Joaqun V. Gonzlez, quien,siendo entonces ministro de Instruccin Pblica, con accin justiciera y magnfica, loquiso, a pesar de todo, director del Museo de ciencias naturales de Buenos Aires y,luego, tambin profesor de geologa en la Facultad de ciencia de La Plata, con ctedraen este Museo.

    -------------

    Sintetizar la obra de Florentino Ameghino en un breve discurso, sera empresaimposible.Sus veinte mil pginas, densas de datos e ideas, estn atestadas de argumentoscomplejos y variados: paleontologa de los mamferos, de las aves, de los peces;antropologa, paleoetnologa, antropognesis, arqueologa; geologa estratigrfica ycronolgicas; taquigrafa, filologa, filogenia del lenguaje; zoologa, anatomacomparada; filosofa. Todo quiere abarcar, abordando argumentos de proyeccionesvastsimas, planteando, discutiendo y resolviendo problemas de amplia trascendencia,desde puntos de vistas originales y personales.Para dar de ella una idea somera y cabal no basta un discurso ni un libro.Verdad que muchas veces se ha intentado, pero resultaron vuelos pindricos de poetas o

    ensayos parciales de literatos, pedagogos y filsofos.

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    Nunca fue hecha la sntesis por naturalistas. No me refiero a los cientficos de aficin,quines, si bien lograron cultivar y, acaso, tambin destacarse en una que otra ramasecundaria dela exuberante copa del frutal corpulento, carecieron de esa mole deerudicin y de cultura, integral y esencial, absolutamente imprescindible paracomprender y asimilar la obra de Florentino Ameghino.

    El verdadero naturalista desmaya frente a la magnitud de la empresa. No es posibleabarcar toda la produccin ameghiniana con penetracin y competencia iguales. Y noslo por su complejidad, sino tambin por su carcter, que refleja fielmente los rasgostan peculiares de la personalidad de su autor, de su vida y de su genio: rebelda que creasituaciones inesperadas y desconcertantes; audacia que asombra y desorienta;impaciencias que engendran amplias lagunas difciles de colmar; vivacidad quedeliberadamente envuelve en equvocos y paradojas sutiles, enredando a veces, en latrama aviesa d su lgica; imaginacin fecunda que, de hiptesis en hiptesis, sorprende,subyuga, aleja del hecho real e inadvertidamente lleva a objetivar fantasas; tumultosque trastornan la seriedad de la crtica y cien al reflejo del hecho emotivo de la pasin;vacilaciones y contradicciones que disipan energas y agotan el esfuerzo; y, al mismo

    tiempo, una asombrosa multitud de hechos reales, minuciosamente documentados, deobservaciones bien medicadas y bien formuladas.El verdadero naturalista se amedrenta. Para los dems, salvo meritorias excepciones,Florentino Ameghino queda siempre el sagaz autor de Filogenia, el clarividente queelev la Pampa a cuna de toda la humanidad, el sabio audaz que forj en la materia lainmortalidad del hombre, el perspicaz filsofo de Mi credo.Mas, Ameghino no fue filsofo. No me refiero al contenido filosfico que debecomprender el epilogar toda investigacin y toda especulacin cientfica.El estudio de la naturaleza, para que logre merecer el ttulo de ciencia, al lado delcontenido propio, debe encerrar tambin un contenido filosfico; ms aun podramosdesignar al conjunto de las ciencias naturales como la filosofa del mundo material.En ningn caso, como bien ha dicho Meyerson, nuestra inteligencia puede declararsesatisfecha de la simple descripcin de un fenmeno, por minuciosa que fuera.Describir formas y fenmenos, ordenarlos, clasificarlos, reducirlos a efectos tiles yprcticos son actividades interesantes, a no dudarlo; pero, desde el punto de vista delconocimiento, carentes de valor si, al mismo tiempo, no nos preocupamos de coordinarlos hechos, y meditarlos para interpretar las causas que los determinan; investigar lasleyes que los gobiernan, sus relaciones de interdependencia y la intimidad de sumecanismo.Pero, en tan difcil tarea, no debemos olvidar el consejo del prudente historiador Fustelde Coulanges: No hacer un poco de sntesis sino a fuerza de anlisis.

    No olvidemos tampoco que las ciencias naturales son todava demasiado jvenes ydemasiado abundantes de accidentes irreductibles para que ya podamos encuadrarlas deuna manera perdurable y taxativa en grandes hiptesis directrices.Describamos e interpretemos, busquemos leyes generales, levantemos castillos dehiptesis audaces, expresemos con originalidad la emocin que objetos y fenmenos ennosotros producen y la forma que en nuestra representacin ellos revisten; pero,recordemos siempre que las ciencias naturales basan sus mansiones en la observacin deobjetivos y fenmenos reales, externamente perceptibles.Un espritu cientfico hondamente filosfico se trasunta en todos los escritos deFlorentino Ameghino. Pero Ameghino no es un filsofo.Aun cuando profesa un pantesmo ingenuo a la manera de Herclito; o un monismo

    materialista a la manera de Haeckel; o un mecanismo crudo a la manera de Loeb; o un

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    naturalismo al estilo de Zola; o cuando se forja una concepcin del mundo y el universoa la manera de Comte; Ameghino es siempre un naturalista.Y debemos resignarnos al juicio de Ingenieros: En cuanto al problema gnoseolgico,piedra de toque para clasificar a un filsofo, Ameghino admite, de hecho, que laexperiencia es el fundamento de todo conocimiento, incitndose como observacin

    emprica, coordinndose como ciencia y proyectndose en lo desconocido comohiptesis fundada en la experiencia. Nunca trat en particular este problema de lgica,ajeno a sus dominios cientficos; pero, siempre que a l se refiri incidentalmente, suobsecuencia al mtodo cientfico fue absoluta y se esforz por practicarlo, en cuantoello le fue posible.Por absurda y paradojal que a la primera vista mi afirmacin aparezca, FlorentinoAmeghino tambin fue gelogo.Nunca se ocup de los grandes problemas esenciales de la geologa; de la dinmica, dela tectnica, de la geofsica, de la geogenia, finalidad suprema de toda cienciageolgica.Y cuando tuvo que referirse a ellos, carece de originalidad y se limita a repetir las ideas

    ms corrientes, sobre todo entra los partidarios del evolucionismo de Lyell.A la geognosia regional, sobre datos casi exclusivamente proporcionados por suhermano Carlos, lleg a travs de la paleontologa; y sus interesantes sntesis deestratigrafa argentina descansan casi exclusivamente sobre mtodos paleontolgicos:grado evolutivo de las formas y de los grupos faunsticos, datos estadsticoscomparativos, porcentajes de supervivencia.La aplicacin excesiva y unilateral de tales mtodos fue lo que mayormente llev aFlorentino Ameghino a las ms estridentes polmicas con los gelogos eminentes, comoHatcher, Steinmann, Wilckens.Fue tambin la causa de sus inexactitudes cronolgicas, que tanto influyeron en sushiptesis antropognicas, mamalognicas y paleogeogrficas, y que tanto las afectaron.Sin embargo, sus escritos de estratigrafa argentina, en sus tiempos, representaron unconsiderable progreso al conocimiento de nuestros terrenos, y permanecern parasiempre de un valor histrico indiscutible.La clasificacin de los terrenos argentinos, a pesar del rpido desarrollo de la geognosiageneral y particular en Europa y Norte Amrica, a pesar de la intervencin local desabios eminentes, como Darwin, dOrbigny, Bravard, Burmeister, estaba an enpaales.La misma clasificacin de Doering (1882), que ya representaba un indiscutible adelantosobre la de sus predecesores, no comportaba ms que unos cuantos horizontes y muycontadas formaciones.

    Florentino Ameghino empieza con aceptar y elaborar la clasificacin de Doerin; luegoconstruye su propio sistema, en el cual ya vemos considerados todos los grupos deterrenos, en general, y, en particular los que van desde el cretceo inferior hasta nuestrosdas, subdivididos en numerosas formaciones y en un nmero sorprendente de pisosterrestres y marinos.Verdad es que la aplicacin demasiado rgida y exclusiva de criterios paleontolgicos,con absoluta prescindencia de posibilidades ecolgicas y fenolgicas al apreciar el valorestratigrfico de las formas fsiles, lo llevaron a considerar, como horizontes yperodos, zonas y regiones paleontolgicas, y a crear hiatus estratigrficos ah dondeexistan simples discordancias y soluciones erosivas.Verdad es que los mismos criterios y los mismos mtodos lo indujeron necesariamente a

    exagerar un tanto la edad de pisos y formaciones

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    Pero tambin es cierto que el sistema estratigrfico ameghiniano representa la primerasntesis orgnica y razonada de los terrenos argentinos y la base ineludible de tododesarrollo ulterior del problema.Particularmente a lo que a los terrenos de los Pampas se refiere, hoy mismo, conpequeos retoque, impuesto por el resultado de hallazgos recientes, impuestos por el

    resultado de hallazgos recientes, la serie pampeana se reafirma dentro de los lmites ydivisiones que le diera Florentino Ameghino.De la misma manera, debemos a Florentino Ameghino la primera hiptesis racionalsobre la gnesis de los sedimentos que integran los mismos terrenos, Y si bien el errorcronolgico le impidi reconocer la notable importancia gentica que para ellostuvieron las fluctuaciones climticas del cuaternario, supo apreciar exactamente laintervencin de factores fsicos mltiples, como los que actan hoy en el mismoterritorio, y sostenerla en contra de la teora catastrficamente cuvieriana de dOrbygnyy de la no menos absurda hiptesis del estuario de Darwin.Florentino Ameghino tampoco fue antroplogo. Su franca y leal confesin al respectonos quita de toda duda: Yo no soy antroplogo, contesta a Mochi. Son los

    descubrimientos sobre el hombre fsil y las relaciones de estos descubrimientos con lapaleontologa que me llevaron a invadir un terreno que no es mo, el de la antropologa,y esto explica por qu me haya equivocado en muchos puntos.En verdad, Florentino Ameghino, por intermedio de la paleontologa, no slo lleg a laantropologa sino tambin a la paleoantropologa y a la paleoetnologa.Para Ameghino los restos humanos exhumados en los diferentes estratos de las Pampascorresponden a especies faunsticas fsiles y como tales estrictamente los trata, no sloen lo que se refiere a su morfologa, sino tambin en cuanto a su grado evolutivo,somtico y psquico.Descartando, a priori, toda idea de dualismo posible, aplica a los supuestos hominidios yal hombre fsico, intelectual y moral, los clculos inexorables de su matemtica sencilla.Cados, uno a uno, los diferentes eslabones de la cadena filtica humana, elaboradacuando Ameghino contaba slo con muy escasos datos probatorios; cada la suposicinde una edad muy remota de los estratos de las Pampas; ya nada queda de la hiptesisantropognica ameghiniana as como tambin de sus conclusiones acerca de ladispersin de sus hominidios y derroteros del mundo.Sin embargo su obra fue frtil tambin en este terreno. Aparte la fecundas discusionesque supo despertar entre antroplogos y paleontlogos de renombre, como Schwalbe,Keith; Sergi, Stolyhwo, Hrdlicka, Breuil, Nsdaillac; aparte la considerable suma dehallazgos valiosos, que la bsqueda empeosa de los eslabones, tericamente previstos,provoc por cerca de treinta y cinco aos de investigaciones intensas; quedan dos

    hechos previstos por Ameghino y, a mi modo de ver, definitivamente adquiridos: lacontemporaneidad del hombre pampeano con los grandes mamferos extinguidos de laserie loessica de las Pampas; y la existencia de un paleoltico, o si se quiere, de unprotoltico argentino que pobl estas regiones desde tiempos muy remotos, si bien noms antiguos que el pleistoceno inferior.En cambio, Florentino Ameghino fue paleontlogo y un paleontlogo insigne. Lapaleontologa de los vertebrados y, sobre todo, de los mamferos, su constantepredileccin cientfica, es la que le otorg sus verdaderos ttulos de gloria.Es por ella y exclusivamente por ella que podemos proclamar, sin temor de desmentida,que Florentino Ameghino, es uno de los ms grandes naturalistas de este ltimo siglo.Es l que fund y formul la paleontologa de los vertebrados argentinos. Apenas

    esbozaba por ilustres predecesores, como Muiz, Owen, Layrillard, Bravard,Burmeinster, lleg por obra de Florentino Ameghino, a adquirir caudales cuantiosos.

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    A pesar de vacilaciones y rectificaciones, en este campo su produccin es vasta ymagnfica: slo o con el auxilio de su hermano Carlos, exhume conspicuos complejospaleontolgicos hasta entonces ignorados: en Lujn, Mercedes, Monte Hermoso,Chapadmalal, en Entre Ros, Tucumn, Catamarca, Chubut, y Santa Cruz; describe unnmero extraordinario de formas nuevas, que se incorporan a la ciencia como especies,

    gneros, familias y rdenes, hasta entonces completamente desconocidos; por lo menoslas tres cuartas partes de los vertebrados fsiles de los ricos yacimientos argentinos hansido estudiados y determinados por Florentino Ameghino.Bajo su pluma frtil, realizando, durante cuarenta aos la labor asidua, un esfuerzoestupendo, faunas enteras despiertan, una tras otra, de un sueo milenario y vuelven avagar por el mundo, y a proclamar los siglos la fama del sabio.Y junto con ellas, de su cerebro fecundo, surgen tambin concepciones grandiosas,doctrinas generales e hiptesis de maravillosa audacia.En toda su voluminosa obra paleontolgica Florentino Ameghino no fue el ridoexpositor de la naturaleza, sino el naturalista, el artfice eminente, el creador, en quien lamagnitud de la obra corre pareja con la feracidad de su espritu.

    Florentino Ameghino, ante todo y sobre todo fue paleontlogo. Conviene repetirlo,para que no lo olviden tanto sus admiradores ignaros como sus detractores severos,quienes igualmente parecen dedicados en empaar la sublime figura del sabiomagnificando los errores del filsofo y del antroplogo, del autor de Filogenia, delhombre terciario y de la Pampa cuna de la humanidad.Al lado de los mritos cientficos, muchos otros aspectos podran revelarse a lacontemplacin detenida de su compleja personalidad.Entre ellos, uno se destaca de singular significado: Ameghino humanizo al hombre deciencia.En la mayor parte de su vasta produccin, an alcanzando, a veces, sublimes alturas,supo mantenerse en un nivel comprensivo tambin por mentalidades mediocres y supohacerse popular.Y el mrito no es poco, si pensamos qu poca fue aquella en que el mpetu de laciencia, exaltando el sensualismo de potencia en el hombre, haba engendrado sabios deposturas flamantes o solemnes, figuras hierticas o que, bajo apariencias descuidadas ymodestas, cruzaban las generaciones sin confundirse y sin mezclarse con ellas.Florentino Ameghino, en cambio, lleg a contacto con el pueblo y con su espritu, ycontribuy eficazmente a que la ciencia bajara de su sitial, no para descender al rangode humilde servidora de loa apetitos y de los intereses materiales de la masa humana,sino como mensajera de cultura.Nacido del pueblo, supo mantenerse entre el pueblo por su modestia, por su repugnancia

    al lucro y al lujo, por su jovialidad y cordialidad con todos.Queda grabada an en mi memoria, a pesar de los aos, la satisfaccin y el orgullo demi pen cuando, por las barrancas de Lujn, me hablaba de Florentino Ameghino y connfasis repeta: No fue hijo de un zapatero sino de un hombre remendn.Recuerdo vivamente tambin, a mi llegada a esta tierra, pocos das despus de lamuerte del sabio naturalista, el duelo que embargaba al pblico y las discusionesacaloradas que cualquier discrepancia sobre sus opiniones, por pequea que fuera,suscitaba, y la veneracin de su nombre ya epnimo y smbolo de nacionalidad.Discusiones en las cuales, ocultaba, an sin advertirlo, la pasin y el orgullo nacionalque en el pueblo argentino, haba sabido infundir su vida heroica.Por esto, Florentino Ameghino tambin fue un gran patriota.

    Sabio puro y legtimo de esta tierra, Florentino Ameghino fue el sabio del apostoladoargentino; y uno de esos hombres superiores que verdaderamente supieron construir la

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    patria como entidad moral y espiritual, que cooperaron sagazmente a formar y cimentarel contenido tico de la nacionalidad.Sublime ejemplo a la juventud, a la cual con su obra y su vida ntegramente consagradaa ideales puros, parece repetir:Que vuestra gua sea la curiosidad inextinguible de saber. Ella os indicar la ruta, pero

    no siempre bastara a salvaros de los escollos de que est sembrado su spero camino.Si incurrierais en el error, no temis los reproches y el escarnio de los tmidos. Muchose perdona a quien peca por amor a la ciencia. Recordaos que la historia es benvolapara quien, despus de las derrotas, consigue una victoria; pro siempre condena alolvido el crtico infecundo, quien saciado en descubrir errores ajenos, no sabe revelaruna sola verdad. Mucho espera de vosotros la ciencia argentina. No basta mantenerlaen el nivel por ella alcanzado; sus tradiciones gloriosas nos imponen una tarea muchoms noble: nos exigen elevar a nuestra vida la filosofa natural en la tierra que ha vistoflorecer el genio de Florentino Ameghino.

    JOAQUINFRENGUELLI

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    HALLAZGOS CIENTFICOS

    PALEONTOLOGA ARGENTINA(Conferencias pronunciadas en Buenos Aires, en el ao 1904, dedicadas al cursoespecial para profesores de ciencias naturales de los institutos de enseanza normal ysecundaria de la Nacin.)

    RELACIONES FILOGENETICAS Y GEOGRAFICAS(Obra CXXIII de la edicin oficial completa)

    I. Los estudios paleontolgicos en la Argentina.- II. Antigedad de nuestroterritorio.- III. Las formaciones sedimentarias.- IV. Los peces.- V. LosReptiles.- VI. Las Aves.- VII Los Monotremos.- VIII. Los Cetceos.- IX.

    Los Desdentados con coraza.- X. Los Desdentados sin coraza.- XI.Dispersin de los Desdentados.- XII. El grupo de los Sarcoboros.- XIII. LosRoedores.- XIV. Los Quirpteros.- XV. Los Sirenios.- XVI. LosUngulados.- XVII. Los Primatos.

    En la distribucin de materias de este curso de ciencias naturales, me ha tocado daros unpar de conferencias sobre Paleontologa, que es la ciencia que trata de la vida de laspocas pasadas, de los seres que fueron y ya no son, pero que, transformados en ptreamateria inerte, nos han dejado sus efigies para que nos sirvan de enseanza y de gua enla reconstruccin del pasado fsico y biolgico de nuestro Globo.Mas, qu idea podra daros acerca de una ciencia tan vasta en unas pocas horas? O unaenumeracin de nombres absolutamente estril, puesto que de ella no os quedara ni elconfuso recuerdo; o las generalidades que ninguno de vosotros ignora y queencuntrense en numerosos textos que os son familiares.Supongo que este curso, hasta cierto punto improvisado, se continuar en los aosvenideros; el de este ao sera entonces como un ensayo que servir de base y deenseanza para organizar los venideros en forma ms adecuada y provechosa.Debe ser as (y en esto creo interpretar la mentalidad del ilustrado Ministro deInstruccin Pblica); estas conferencias deben versar sobre temas concretos, que,variados anualmente y tratados en una forma sinttica, permitan poneros al da con losltimos progresos de la ciencia.

    He escogido como tema para las conferencias de este ao, la Paleontologa Argentina ens misma y en sus relaciones filogenticas y geogrficas con la de los otros continentes.Asimismo, queda tema tan vasto que para que os sea de algn provecho me es necesariolimitarme an ms: os hablar de los vertebrados extinguidos, y especialmente de losmamferos.

    I

    LOS ESTUDIOS PALEONTOLGICOS EN LA ARGENTINA

    Hace ms de un siglo que esta regin de Amrica y especialmente la llanura bonaerense,

    es conocida como una de las ms ricas en restos de mamferos fsiles. De losalrededores de Lujn se exhum, a fines del penltimo siglo, el primer esqueleto de

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    Megaterio que se llev a Madrid y fue la admiracin de los enciclopedistas o sabios deesa poca. El rey Carlos III crey que fuese el esqueleto de un ejemplar de la faunaactual de ste que a la sazn era su dominio, y expidi una orden al virrey de BuenosAires para que mandara a Espaa un Megaterio vivo, aadiendo que, si por lo muyhurao que tal monstruo deba ser no era posible cazarlo vivo, se lo enviasen empajado.

    Desde entonces, pero sobre todo a partir de mediados del siglo pasado furonseencontrando restos de nuevos mamferos fsiles, unos que, como el Milodonte y elEscelidoterio se parecan al Megaterio, mientras que otros, como el Gliptodonte, elPanoctus y el Dedicurus, parecan mulitas o armadillo de tamao gigantesco.Todos estos seres extinguidos, extraordinarios por su forma y su tamao, procedan delas capas ms superficiales del terreno de la Pampa. Las faunas ms antiguas que habanprecedido a esos colosos eran completamente desconocidas.Los grandes descubrimientos paleontolgicos que se han hecho en la Repblica y quehan dado un completo vuelco a la Paleontologa, cuando menos por lo que se refiere alos vertebrados superiores, datan apenas de tres lustros.Veinte aos ha el nmero de mamferos fsiles de nuestro territorio llegaba apenas a un

    medio ciento. Hoy conocemos aproximadamente unas mil quinientas especies demamferos fsiles procedentes de nuestro suelo. Las pocas decenas conocidas delperodo anterior fueron descubiertas y descriptas por naturalistas extranjeros, entre loscuales descuellan los nombres de Owen y de Darwin; pero puedo anunciaros un hechoaltamente honroso para nuestro pas: la casi totalidad de las especies de mamferosextinguidos de nuestro suelo que, en las ltimas dos dcadas han tomado carta deciudadana en la patria siempre fraternal de la ciencia, han sido descubiertos,catalogados y descriptos por exploradores y naturalistas argentinos.

    II

    ANTIGEDAD DE NUESTO TERRITORIO

    En el catlogo de los mamferos fsiles que se conocen del mundo entero,aproximadamente una tercera parte corresponden al territorio argentino.Esta proporcin no est ciertamente en relacin con la extensin de nuestro suelocomparada con el resto de la tierra, pero voy a daros la explicacin del hecho.El territorio argentino, en su parte ms mediterrnea, que constituye por as decirlo elesqueleto del macizo del Noroeste, as como algunas de las sierras aisladas de la llanura,es un suelo emergido desde las ms remotas pocas geolgicas; exista en la poca

    Azoica, con anterioridad a la poca Paleozoica, es decir, antes de la aparicin de la vidasobre la tierra.En esas primeras tierras emergidas adaptronse al ambiente terrestre los primerosorganismos rudimentarios y excesivamente simples que pululaban en el vastsimo, peropoco profundo ocano que cubra la casi totalidad de la superficie del Globo.Un mar sin lmites, de aguas densas, uniforme y de igual profundidad; tierras bajas,islotes achatados perdidos en el inmenso ocano y que apenas sobresalan sobre el nivelde las aguas; temperaturas trrida, uniforme, tanto en el polo como en el ecuador;atmsfera caliginosa, con superabundancia de nitrgeno, cargada de cido carbnico yenormes cantidades de vapor de agua, -todo igual, todo uniforme sobre toda la faz de latierra. En ese medio, que es una de las fases de la transformacin evolutiva de los

    planetas, apareci la vida en todas las latitudes a la vez representada por organismosimperfectos e igualmente uniformes desde uno hasta otro polo.

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    desarrollado y diversificado en faunas sucesivas con numerossimas formas; ac, yaeran viejos; ac, grandes rganos que habanse constituido con suma lentitud, quehaban alcanzado el apogeo de su desarrollo, ya haban desaparecido, y sus restoshacan sepultados en las profundidades de capas geolgicas que corresponden aperodos en ese remotsimo entonces de pocas pasadas.

    He ah explicaba la razn o el por qu de la extraordinaria cantidad de especies demamferos extinguidos cuyos restos se encuentran sepultados en los terrenossedimentarios, cetceos y terciarios del territorio argentino.

    III

    LAS FORMACIONES SEDIMENTARIAS

    Para que podis seguir mi exposicin con provecho es indispensable que tengis unaidea de la sucesin de esos terrenos distribuidos en pisos u horizontes que se agrupan en

    formaciones. En el cuadro que presento slo he incluido las formaciones sedimentarias,principalmente de agua dulce o subareas, que se han sucedido a partir del cretceoinferior hasta nuestros das:

    Reciente ............ aluviones recientesPospampeana

    Cuaternario platense lujanense

    Plioceno .. Pampeana .. bonaerenseensenadensehermosense

    Mioceno .. Araucana .. araucanensemesopotamense

    Terciario Oligoceno .. Entrerriana . paranense|

    Santacrucea .. santacrucenseEoceno notohipidence

    Patagnica . astrapoteriuculensecolpodonense

    piroterienseCretceo astraponotenseSuperior . Guarantica notostilopense

    Cretceo pehuechense

    Cratceo Chubutiana protodidelfenseInferior ..

    Todas estas formaciones presentan capas marinas y capas de origen subareo o de aguadulce; presentan pues, casi siempre en capas distintas. Fsiles marinos terrestresmezclados en una misma capa slo se presentan como raras excepciones.

    La formacin Chubutiana, que representa la mitad inferior del cretceo se extiende,como lo indica su nombre, sobre el territorio del Chubut, cuya parte ms central ocupa.

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    Consta de una sucesin de areniscas generalmente muy duras y de muy distintos yvariados colores, y, debido a esta ltima circunstancia, concese tambin con el nombrede formacin de las areniscas abigarradas. Contiene fsiles terrestres en unas partes y

    marinos en otras; pero la mayor parte de la formacin es estril, esto es, desprovista defsiles.

    La formacin Guarantica, que es una de las ms vasta, representa la mitad superior delcretceo, y consta en su mayor parte de una sucesin de areniscas rojas entre las cualespredominan las de origen terrestre, subareo y de agua dulce. Esta formacin constituyeel sueldo de Corrientes y Misiones; al Sur reaparece en el interior sobre el ro Negro; ysobrepuesta a las areniscas abigarradas ocupa el centro del territorio del Chubut,apareciendo ms al Sur todava, en afloramientos aislados, hasta San Julin y el lagoArgentino.La formacin Patagnica es una formacin costanera de gran espesor que aparece en lazona litoral desde Puerto Madryn en el fondo del golfo Nuevo hasta el Sur de la bocadel ro Santa Cruz, donde desaparece hundindose en las profundidades del Atlntico.En la costa es exclusivamente marina, pero ms al Oeste contiene depsitos terrestres o

    subareos. Como edad, corresponde el Eoceno medio e inferior.La formacin Santacrucea se extiende sobre el territorio de Santa Cruz, desde el roChico hasta Gallegos y desde el Atlntico hasta la Cordillera. En su conjunto es unaformacin terrestre con algunas capas marinas subordinada, particularmente en la parteinferior. Corresponde, como edad, al Eoceno superior y quiz en parte al Oligocenoinferior.Constituyen la formacin Entrerriana una gran sucesin de capas; en su mayor parte deorigen marino, que aparecen a la vista a lo largo de la margen izquierda del ro Paranen la provincia de Entre Ros. Las mismas capas reaparecen ms al Sur, en la boca delro Negro y se extienden en la regin costanera del Atlntico hasta el golfo Nuevo. Enun tiempo estas capas eran incluidas en la formacin Patagnica; hoy sabemos queconstituyen una formacin distinta, de poca mucho ms reciente. Corresponde alOligoceno superior, pero hay naturalistas que la consideran an ms reciente, esto es:como la poca Miocena.La formacin Araucana es casi exclusivamente terrestre o de origen subareo; consta deuna sucesin de capas de arenas y areniscas pardas, grises y amarillentas que cubren laPampa central y del Sudoeste. Se presenta tambin muy desarrollada, con cientos demetros de espesor, en una parte de las provincias de Catamarca y Tucumn. Apareceasimismo sobre la costa, cerca d Baha Blanca, en la localidad conocida con el nombrede Monto Hermoso. El inmenso depsito de cascajo rodado y de capas de arenaintercaladas que desde el ro Negro hacia el Sur cubre toda la superficie de los

    territorios patagnicos, ha recibido el nombre de formacin Tehuelche y representa ensu parte ms antigua la formacin Araucana del Norte. La formacin Araucanacorresponde a la poca Miocena.La formacin Pampeana es el gran depsito de limo y arcilla pardorrojiza que seextiende sobre la llanura argentina y cubre toda la extensin de la provincia de BuenosAires, alcanzando en parte un espesor de ms de cientos metros. En su gran conjunto esuna formacin subarea, pero en la regin est prxima a la costa contiene intercaladascapas de origen marino. Corresponde a la poca Pliocena, pero es posible que las capasms superficiales acumuladas en cuencas de erosin de la misma formacin, como lasdel piso lujanense, entren ya en la poca Cuaternaria.La formacin Postpampeana, o, con ms propiedad: los terrenos postpampeanos,

    presntanse en depsitos aislados de naturaleza muy distinta, en toda la extensin de la

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    Republica. Los ms antiguos corresponden a la poca Cuaternaria y los restante son delos tiempos reciente, o geolgicamente hablando, de la poca actual.No os figuris que estas distintas formaciones representan perodos de tiempo ms omenos iguales. Muy al contrario: corresponden a pocas de duracin muy desigual. Laformacin Postpampeana representa un espacio de tiempo mucho ms corto que la

    Pampeana; y esta ltima fue de duracin mucho ms corta que cualquiera de lasformaciones terciarias ms antiguas. Slo la formacin Guarantica representa entre lasformaciones mesozoicas un espacio de tiempo casi tan considerable como todo elconjunto de las formaciones terciarias.

    IV

    LOS PECES

    Desde los vertebrados inferiores hasta los mamferos, slo har mencin de uno que

    otro de los descubrimientos ms importantes.En la clase de los Peces no se ha descubierto ningn tipo que presente notablesdiferencias con los conocidos de las otras regiones de la tierra, pero es de intersconocer que las capas marinas de la formacin Guarantica, contienen restos de ungrupo de peces de aspecto arcaico, que predominaron durante la poca Mesozoica, peroque hoy slo tienen escassimos representantes. Es el de los Ganoidios, cuyo distintivoms culminante consiste en tener el cuerpo protegido por escamas cubiertas por unacapa de una substancia de aspecto vtreo y brillante, parecida al esmalte. Los restos quese encuentran con mayor frecuencia son las escamas y dientes hemisfricospertenecientes al extinguido gnero Lepidotus, conocido antes procedente de lasformaciones mesozoicas de Europa, India y Brasil.Un grupo que est cerca del precedente es el de los Dipnoidios (Dipnoi), peces condoble respiracin branquial y pulmonar, representada en nuestra poca por slo tresgneros: el Lepidosirena de Brasil, Argentina septentrional y Paraguay; el Protopterusdel interior de frica; y el Ceratodus de Australia, -los tres de hbito fluvial. Estegrupo, que hoy est casi extinguido, alcanz su mayor desarrollo durante la pocaPaleozoica, empezando a disminuir rpidamente durante la mesozoica. Se conocennumerosas especies fsiles del gnero australiano Ceratodus, procedentes de losterrenos mesozoicos antiguos de Europa, frica, India y Norte de Amrica. No hamucho se encontr una especie del mismo genero en el guarantico de Patagonia; es lams moderna de las especies fsiles y presenta un mayor parecido con las especies

    mesozoicas de Europa que con la actual de Australia. No se conoce ningnrepresentante terciario.Los restos de peces que ms abundan en nuestras formaciones cretceas y terciarias, sonlos dientes de Condroterigios o peces cartilaginosos como las rayas y los tiburones,todos los cuales pertenecen a gneros que todava viven o que, si estn extinguidos,conocanse con anterioridad procedentes de otras regiones.En las capas merinas de la formacin Guarantica, se encuentran numerosos dientes detiburones de los gneros Oxyrhina, Lamma, Odontaspis, Notidanus, Scapanorhynchus,Corax y Synechodus. Los dos ltimos se han extinguido. Todas las especies sondistintas de las existentes, pero en su mayor parte son idnticas a otras ya conocidas delos terrenos cretceos de Europa y Norte de Amrica. Algunas de las especies de los

    gneros Lamna y Oxyrhina eran de dimensiones mucho mayores que las existentes.

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    Los tiburones de la formacin Patagnica se distribuyen en los gneros Oxyrhina,Lamna, Odontaspis, Notidamus, Galeocerdo y Carcharodon, todos existentes perorepresentados por especies extinguidas que tambin se encuentran por especiesextinguidas que tambin se encuentran en los terrenos eocenos del hemisferio boreal.En las mismas capas hay dientes de rayas que indican animales que deban alcanzar

    aproximadamente un dimetro de dos metros.En la formacin Entrerriana se encuentran los mismos gneros que en la formacinPatagnica, y, adems, Hemipristis, Sphirna y Carcharias. Las especies son, en general,ms pequeas que las de la formacin Patagnica e idnticas a las que se encuentranen las formaciones oligocenas y miocenas de Europa y Norte de Amrica. Hay, sinembargo, una especie: el Carcharadon megalodon, que es el tiburn ms gigantesco quehaya existido. Los dientes de los tiburones de este gnero son de contorno triangular yde bordes constantes y dentellados como sierras. El ms gigantesco de los tiburonesactuales, que es el Carcharodon Rondeleti, alcanza a tener diez metros de largo y tienedientes de cinco a seis centmetros de alto por dos a tres de ancho en la base. Losgrandes dientes del Carcharodon megalodn tienen quince centmetros de alto por doce

    de ancho en la base. Figuraos lo monstruoso que sera un tiburn con una boca armadade ms de cien dientes de esa forma.Un grupo de peces Condropterigios, cercano de los tiburones es de los Cestracionidios,pero con dientes de una forma completamente distinta, pues son de corona aplastada,parecidos a habichuelas, destinados a no cortar y despedazar sino a triturar. Es unafamilia que tuvo un considerable desarrollo durante la poca Mesozoica, pero queactualmente slo est representada por el gnero Cestracin, limitado a las aguas delocano Pacfico. El mismo gnero ha sido hallado tambin, en estado fsil, en Europa yNorte Amrica, pero slo en las formaciones cretceas y alguna vez, aunque muyraramente, en la base del Eoceno. Es, pues, digno de mencin el hecho de la existenciade dientes de este mismo gnero en la formacin Entrerriana y tambin en la Patagonia.

    V

    LOS REPTILES

    Los reptiles alcanzaron su mayor desarrollo durante los tiempos mesozoicos. Lavariedad de formas que presentan es verdaderamente extraordinaria, y tal es suabundancia, en relacin con las otras clases de vertebrados, que a menudo se designa ala era Secundaria o Mesozoica con el nombre de poca de los reptiles.

    Igualmente abundantes son los terrenos correspondientes de nuestro suelo. Pero recinse inicia su estudio y slo voy a hablaros de algunos de los gneros ms extraordinariosde los distintos grupos.Los ofidios fsiles son muy escasos y hasta hace poco slo se conocan procedentes delos terrenos terciarios, por cuya razn eran considerados como de origen relativamentemuy reciente. Es, pues, una novedad el hallazgo de oficios en las areniscas inferiores deformacin Guarantica de Patagonia, pues demuestran que son de una antigedad muchomayor que la que se les supona. El nico descripto hasta ahora es Denilysia, gneroextinguido prximo a las boas, que alcanzaban aproximadamente dos metros de largo;pero hay restos que indican ofidios del mismo grupo mayores que las ms grandes boasde la actualidad.

    El orden de los cocodrilos ya est representado en la parte inferior de la formacinGuarantica por gneros como Notosuchus y Cynodontosuchus, de tamao muy

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    pequeo, desprovisto de escamas, de crneo corto y ancho y dentadura muydiferenciada, con grandes caninos y pequeos incisivos. Estos gneros tienen su mayorparecido con los cocodrilos del jursico de Europa.En la formacin Entrerriana abundan los restos del gnero Alligtor, algunos de loscuales indican caimanes cuatro veces ms corpulentos que los actuales del Ro Paran.

    En las mismas capas encuntranse los restos de un gran Gavial, gnero de cocodrilosque en nuestra poca vive en las aguas del Ganges, en India.Los reptiles extinguidos ms sorprendentes, de aspecto ms variado y entre los cuales seencuentran las formas ms gigantescas, son los llamados Dinosaurios, nombre cuyaetimologa significa lagartos terribles, como que, en efecto, lo eran muchos de ellos.

    Los seres que actualmente ms se les aproximan son las iguanas, pero aquellos eraninvariablemente de cuerpo ms levantado. Algunas de esas formas extinguidasalcanzaban un largo de treinta o ms metros...Iguanas de un tamao como de las mscorpulentas ballenas!Es algo que maravilla el contemplar los aspectos tan distintos y tan variados de esosextraos seres. Al lado de los colosos ms formidables que hayan pisado la tierra firme

    de nuestro planeta, los habra no ms grandes que una liebre. Unos eran carniceros yotros herbvoros, con el cuerpo acorazado o sin coraza. Algunos ostentaban adornoscefalticos en forma de hojas seas curvas y cortantes como guadaas, o de formidablescuernos, ya verticales, ya inclinados hacia atrs o hacia los lados, a veces dirigidos haciadelante, los cuales, en ciertos casos, no estaban limitados slo a la cabeza sino que seextendan en hilera longitudinal por sobre toda la lnea media del cuerpo hasta la mismacola, cuya hilera era a veces reforzada con otras laterales paralelas. Muchos tenan loscuatro miembros sensiblemente iguales, pero otros tenan los anteriores o torcicos muycortos y los posteriores mucho ms largos y gruesos, con cola igualmente gruesa ylarga, de modo que caminaban a la manera del canguro. En otros, los miembrosanteriores habanse atrofiado por completo: stos eran bpedos, siendo lo msextraordinario que, aparte la diferencia de tamao, los pies de esos colosos eran enforma casi igual a los de las aves.Los restos de Dinosaurios son muy abundantes en las capas de la formacinGuarantica, as como tambin en las ms antiguas del cretceo inferior y del Jursico,pero hasta ahora han sido poco estudiados.El grupo mejor conocido de los Dinosaurios carniceros es el de los Megalosauridios,con dientes lanceolados, comprimidos y de bordes dentellados; encuntraserepresentado en la formacin Guarantica por los gneros Genyodectes y Loncosauros.Microcoelus, de las areniscas rojas del Neuquen, parece pertenecer al mismo grupo yser aliado del Atlosaurus del Jursico superior de Norte Amrica.

    Entre los Dinosaurios herbvoros sobresale el gnero Argyrosaurus, procedente de lasareniscas rojas guaranticas de la regin del lago Musters. Era del grupo de losDinosaurios que caminaban asentando en el suelo los cuatro miembros, parecido a losgneros norteamericanos Brontosaurus y Atlantosaurus, sobrepasndolos en tamao,pues no deba tener menos de treinta metros de largo. El Titanosaurus, de las areniscasrojas guaranticas del Neuquen, es de dimensiones algo ms moderadas, pero muynotable por tratarse de un gnero que tiene representantes en el cretceo de India, deInglaterra y de Madagascar. El gnero Bothriospondylus, encontrado primeramente enel Jursico de Inglaterra y despus en el cretceo de Madagascar, acaba de descubrirsetambin en las areniscas rojas del ro Negro, en las proximidades de Roca.Entre los Reptiles que en nuestro suelo han dejado numerosos restos fsiles, me queda

    por mencionar el orden de los Quelonios o tortugas que se encuentran a partir delcretceo inferior. En su casi totalidad pertenecen a tipos que an existen en este

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    continente, pero algunos de ellos alcanzaron dimensiones enormes. Encuntranse eneste caso las tortugas terrestres del gnero Testudo. En la formacin Entrerriana, en elhorizonte hermsico de la formacin Araucana y hasta en la misma formacinpampeana, hay restos de testudos cuya coraza o escudo alcanzaba de uno a dos metrosde largo por de uno a uno y medio de alto.

    Os he dicho que la casi totalidad de las tortugas fsiles de nuestro suelo pertenecen atipos todava existentes. Hay, en efecto, una excepcin, y la constituye uno de losgneros ms extraordinarios, que es el que lleva el nombre de Miolania. Era una tortugaterrestre de tamao colosal comparable al de los ms grandes gliptodontes de la Pampa.El carcter ms singular de este animal reside en la cabeza, que estaba armada degrandes protuberancias, dos de las cuales se prolongan de un modo extraordinario,constituyendo un par de cuernos parecidos a los del buey. La cola no era menosextraordinaria que la cabeza, pues estaba protegida por un estuche seo compuesto devarios anillos imbricados y con protuberancias cnicas, presentando as un parecidoextraordinario con el gnero desdentado Glyptodon.Los primeros restos de esta tortuga cornuda fueron exhumados hace ya aos en los

    depsitos cuaternarios de Australia. El hallazgo reciente de una especie del mismognero, a la cual la he designado con el nombre de Miolania argentina, cuyo hallazgofue efectuado en la parte media de la formacin Guarantica del territorio del Chubut,fue pues, una verdadera sorpresa. Ambas especies, argentina y australiana, con de untamao del Chubut, fue pues, una verdadera sorpresa. Ambas especies, argentina yaustraliana, son de un tamao aproximadamente igual.Os he dicho hace un instante que durante la poca cretcea extendase en el hemisferioSur un vasto continente que, a travs de las regiones polares, pona en comunicacin aPatagonia con Australia. La existencia de esta antigua comunicacin se deduce de laanaloga que existe entre un considerable nmero de seres que habitan las aguascostaneras martimas y las aguas dulces de los lagos y los ros en Australia y SudAmrica. Y mayor es an el parecido entre los vertebrados superiores, pues puededecirse que los mamferos actuales y cuaternarios de Australia son los descendientes delos que poblaban la Argentina durante los ltimos tiempos de la era mesozoica.El hallazgo del gnero Miolania en la formacin Guarantica de Patagonia, consagradefinitivamente la existencia de ese antiguo continente desaparecido. Una tortugaterrestre de tamao tan enorme y de movimientos tan lentos y pesados, slo pudo pasarde uno a otro continente por sobre un puente continuo y bien firme.

    VI

    LAS AVES

    Los huesos de las Aves son generalmente pequeos y pneumticos, es decir: de interiorhueco y sin mdula, que constituyen circunstancias poco favorables para suconservacin en la tierra; esto explica por qu los restos fsiles de esta clase songeneralmente escasos.Parece que casi todos los grupos existentes se remontan a una antigedad considerable,pues en la parte superior de la formacin Guaran ya se encuentran representantes decasi todos los ordenes existentes, sin que presentes diferencias muy notables con lanica excepcin de los Impennes o pinginos, entre los cuales hay gneros muy

    distintos de los actuales. Los que ms se apartan de los existentes son los Cladornidiosde la parte superior de la formacin Guaranitica. Se distinguen por el tarso-metatarso

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    bastante largo, pero muy ancho y aplastado en sentido antero-posterior. Esta parte delpie apoybase en el suelo, presentando as el nico ejemplo conocido de avesplantgrados. Adems, todava no se haban adaptado a la vida acutica, o por lo menoseran de hbito principalmente terrestre. Cruschedula, por su tamao, era comparable alos ms pequeos de los pinginos actuales, pero algunas de sus especies alcanzaban un

    tamao dos veces mayor que el de un avestruz. Al lado de este gigante viva el pequeoApterodytes en el cual las alas haban desaparecido por completo.Hase encontrado, adems, en nuestro suelo, un gran grupo de aves extinguidas, muydistinto de todos los actuales, al que ha dado el nombre de Estereornitos (Stereornithes)y comprende las aves de tamao ms colosal que han existido sobre la tierra. Comotenan huesos ms slidos que los de las otras aves, se han conservado ms fcilmente yse encuentran en relativa abundancia. Poseen caracteres de los Ratitos y de losCarnatos y su tamao variaba desde el de una gallina hasta alcanzar estaturas de cuatro,cinco y ms metros. Eran de alas cortas, gruesas e inadecuadas para el vuelo. Susmiembros posteriores eran muy fuertes. Los dedos tenan, en unos gneros, uasligeramente acuminadas, pero en la mayor parte de ellos, estaban armados de uas

    arqueadas, comprimidas y aceradas como las de las guilas. La mandbula, maciza yprolongada, tena la parte anterior vuelta hacia arriba, mientras que el pico arqueado ycomprimido terminaba en una larga y slida punta triangular, dirigida hacia abajo, lacual, en las grandes especies, constitua una formidable arma ofensiva. Eran avescorredoras y de presa que no deban temer medir sus fuerzas con los ms grandesmamferos de su poca. Aparecieron en las capas ms superiores de la formacinGuaranitica; alcanzaron su mayor desarrollo en los estratos superiores de la formacinAraucana. Los gneros de mayor tamao son: Physornis de la parte ms superior delGuarantico; Brontornis, Liornis, Eucallornis, y Phororhacos de las formacionesPatagnicas y Santacrucea. La cabeza del Phororhacos Longissimus era msvoluminosa que la de un caballo.En Nueva Zalandia, Australia y Madagascar tambin existieron aves gigantescas, peroen poca geolgica muy reciente; y, aparte el tamao, no tenan ningn parecido con losEstereornitos. El nico representante probable de este grupo, que se conoce fuera delterritorio argentino, es el gnero Diatryma del eoceno de Amrica del Norte.

    VI

    LOS MONOTREMOS

    Los mamferos constituyen los ms perfectos de los organismos , y como grupozoolgico abarca tambin el Hombre. Las especies existentes son numerosas, pero esmuchsimo mayor el nmero de las especies extinguidas.Los ms imperfectos de los mamferos, o , por lo menos, aquellos que ms se acercan alos reptiles, son los Monotremos, representados por el Equidno y el Ornitorrinco,limitados hoy a la regin australiana, donde los ms antiguos representantes fsiles quese les conocen no se remontan a ms all de la poca cuaternaria. No se conocenprocedentes de ninguna otra regin, con excepcin quiz de la Repblica Argentina. Enla formacin Santacrucea se encuentran los restos de dos gneros: Adiastaltus yAnathitus, cuyo mayor parecido es con los monotremos, pero no arrojan luz algunasobre el origen de este grupo. De paso os dir tambin que los autores recientes que se

    ocupan del estudio de los monotremos, como el profesor Sixta y otros, se inclinan aconsiderarlos como un orden de reptiles y como el que ms se aproxima de los

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    mamferos. Por mi parte, ni lo afirmo, ni lo niego. No tengo, al respecto, opininformada.

    VIII

    LOS CETCEOS

    Dejando de lado a los Monotremos, los ms inferiores de los mamferos son, a mi modode ver, contrariamente a la opinin dominante, los Cetceos. No me es posible daros lasrazones en qu me fundo, porque entrara en un tema demasiado largo.Los cetceos actuales se dividen en dos grandes subrdenes: Los Mistacocetos oballenas, que estn desprovistos de dientes; y los Odontocetos, que estn provistos dedientes como los delfines.Los Mistaccetos representan, evidentemente, el tipo ms especializado y ms recientes.Aparecen en la formacin patagnica, en la cual son escasos y pequeos, y alcanzan ungran desarrollo en la formacin Entrerriana, pero en su configuracin no presentas

    diferencias notables con los actuales.Los ofontocetos constituyen un tipo mucho ms primitivo. En la formacin Patagnicaestn representados por gneros como Prosqualodon y Argyrocetud, que tienen nasalesbastante bien desarrollados cubriendo en parte la fosa nasal, que es una conformacinms normal que la de los cetceos ms recientes. El Diochotichus de la mismaformacin, se distingue por el rostro muy alargado, con los dientes anteriores de coronacnica y los posteriores comprimida y bicuspidada.El Odontoceto ms notable de la formacin Entrerriana es el Pontoplanodes, de crneomuy pequeo y con un rostro muy delgado y de largor extraordinario; su mayorparecido es con el gnero Platanista del Ganges, en India. El Pontistes se parece aStenodelphis actual. El Pontivaga es del mismo grupo, pero presenta ambas ramasmandibulares soldadas en casi todo su largor, formando un hueso ancho y aplastado.El origen de los cetceos es todava un misterio; aparecen sbitamente en la base delterciario sin que se les conozca antecesores. El examen del aparato dentario, que en lasformas menos especializadas es compuesto de numerosos dientes, simples y cnicos,como en los reptiles, hceme suponer que se trata de animales muy primitivos; peroesos caracteres de inferioridad estn acompaados de otros que indican unaespecializacin que ha llegado a sus ltimos lmites: tal es la forma del crneo, laprdida de los miembros posteriores y la adaptacin de todos sus rganos al medioacutico. Esta especializacin presupone la existencia, durante la poca mesozoica, deuna larga serie de predecesores que nos son completamente desconocidos.

    IX

    LOS DESDENTADOS CON CORAZA

    Los Desdentados constituyen otro grupo primitivo que da a las faunas sudamericanas unaspecto caracterstico muy particular. Comprenden dos grandes secciones: la de losacorazados y la de los desprovistos de coraza.Los acorazados son los armadillos, que ya se encuentran en las capas ms antiguas delGuarantico, representados por animales pequeos como Astegotherium, Anteutatus,

    etc., con la coraza constituida por placas seas colocadas unas junto a otras, sin que

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    estuvieran trabadas por suturas; no hay vestigios perceptibles del sistema piloso, que sedesarroll gradualmente en las pocas ms recientes.Un armadillo con representantes en las formaciones Patagnica y Santiaguea, llamadoStegotherium, tiene el rostro prolongado en forma de pico muy largo y las mandbulasestiliformes, con unos pocos dientes rudimentarios. La coraza que era formada por

    placas sueltas, no trabadas, presentaba el sistema pilfero sumamente desarrollado.Los Peltfilos (Peltephilus) que aparecen en el horizonte Piroteriense y alcanzan sumayor desarrollo en el Santacruceo, son todava ms notables. La coraza consta deplacas sueltas dispuestas en hileras transversales de uno a otro extremo, con el sistemapilfero atrofiado. La dentadura es con