Hacia Una Tecnología Libre de Conflicto. Cultivar la esperanza

4
HACIA UNA TECNOLOGÍA LIBRE DE CONFLICTO CULTIVAR LA ESPERANZA Alicia Aleman Arrastio 09 de septiembre de 2014 El 6 de noviembre de 2013, el jesuita Patxi Álvarez, responsable del Secretariado de Justicia Social y Ecología de la Compañía de Jesús en Roma, habló en Bilbao de la visión que la Compañía tiene en relación a los grandes problemas a los que se enfrenta el mundo en la actualidad. Casi al final de su apasionante charla nos advertía sobre los riesgos del cinismo . Sobre esa actitud que está cerca del “miedo paralizante”, de no saber qué hacer ante la inmensidad de los desafíos, ante la gran complejidad inherente a la sociedad internacional contemporánea y ante las incertidumbres de la era actual, agravadas aún más si cabe por el cambio climático y el propio desarrollo tecnológico que ha alcanzado la humanidad. Al final de su presentación, Patxi hacía referencia a las comunidades de solidaridad y apelaba a la esperanza, a cultivar la esperanza como acto consciente y voluntario, como actitud útil para enfrentar la complejidad y la incertidumbre. Precisamente, cuando hablamos de “tecnología libre de conflicto” o “minerales en conflicto” estamos hablando, en el fondo, de cultivar la esperanza ante la gran complejidad inherente al vínculo entre los recursos naturales y la financiación de conflictos. ¿Pero de qué recursos estamos hablando y de qué conflictos? De acuerdo al documento publicado en septiembre de 2013 por 58 ONG europeas e internacionales titulado “Romper los vínculos entre recursos naturales y conflictos: a favor de una regulación europea”, se considera que son recursos naturales y/o materias primas “aquellos recursos, incluidos los minerales, a través de cuya extracción, producción o comercialización se financia o alimentan el conflicto, la inestabilidad y/o las violaciones de derechos humanos”. Esta es la definición genérica por la estamos optando las ONG para avanzar hacia una mayor y mejor regulación internacional y europea, que no se limite a un único país o zona en conflicto y a un único mineral o recurso. Esta definición es fruto del consenso y de más de 20 años de investigaciones que ponen en evidencia la relación entre algunos de los conflictos más brutales y olvidados que existen en la actualidad, y una economía fuertemente mundializada en donde la explotación y comercialización de recursos naturales de todo tipo (dese el oro, hasta el tantalo, tungsteno, el estaño, pasando por las piedras preciosas, pero también la madera, el petróleo o el uranio) está sirviendo para financiar conflictos y graves abusos de los derechos humanos. De hecho, de acuerdo a un informe de 2009 del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), titulado “Del conflicto a la construcción de la paz: el rol de los recursos naturales y el medio ambiente”, se calcula que al menos el 40% de todos los conflictos intra- estatales de los últimos 60 años han tenido vinculaciones con los recursos naturales y que la presencia de estos recursos duplica las posibilidades de que estos conflictos vuelvan a repetirse. Un ejemplo abundantemente documentado de dicha vinculación es la República Democrática de Congo (en adelante, RD Congo), con sus más de 5,4 millones de muertes desde

description

Artículo de Alicia Alemán Arrastio sobre la campaña "Tecnología Libre de Conflicto" y la necesidad de cultivar la esperanza ante la gran complejidad inherente al vínculo entre los recursos naturales y la financiación de conflictos.

Transcript of Hacia Una Tecnología Libre de Conflicto. Cultivar la esperanza

Page 1: Hacia Una Tecnología Libre de Conflicto. Cultivar la esperanza

HACIA UNA TECNOLOGÍA LIBRE DE CONFLICTO

CULTIVAR LA ESPERANZA

Alicia Aleman Arrastio

09 de septiembre de 2014

El 6 de noviembre de 2013, el jesuita Patxi Álvarez, responsable del Secretariado de Justicia Social y Ecología de la Compañía de Jesús en Roma, habló en Bilbao de la visión que la Compañía tiene en relación a los grandes problemas a los que se enfrenta el mundo en la actualidad. Casi al final de su apasionante charla nos advertía sobre los riesgos del cinismo. Sobre esa actitud que está cerca del “miedo paralizante”, de no saber qué hacer ante la inmensidad de los desafíos, ante la gran complejidad inherente a la sociedad internacional contemporánea y ante las incertidumbres de la era actual, agravadas aún más si cabe por el cambio climático y el propio desarrollo tecnológico que ha alcanzado la humanidad. Al final de su presentación, Patxi hacía referencia a las comunidades de solidaridad y apelaba a la esperanza, a cultivar la esperanza como acto consciente y voluntario, como actitud útil para enfrentar la complejidad y la incertidumbre.

Precisamente, cuando hablamos de “tecnología libre de conflicto” o “minerales en conflicto” estamos hablando, en el fondo, de cultivar la esperanza ante la gran complejidad inherente al vínculo entre los recursos naturales y la financiación de conflictos. ¿Pero de qué recursos estamos hablando y de qué conflictos? De acuerdo al documento publicado en septiembre de 2013 por 58 ONG europeas e internacionales titulado “Romper los vínculos entre recursos naturales y conflictos: a favor de una regulación europea”, se considera que son recursos naturales y/o materias primas “aquellos recursos, incluidos los minerales, a través de cuya extracción, producción o comercialización se financia o alimentan el conflicto, la inestabilidad y/o las violaciones de derechos humanos”. Esta es la definición genérica por la estamos optando las ONG para avanzar hacia una mayor y mejor regulación internacional y europea, que no se limite a un único país o zona en conflicto y a un único mineral o recurso. Esta definición es fruto del consenso y de más de 20 años de investigaciones que ponen en evidencia la relación entre algunos de los conflictos más brutales y olvidados que existen en la actualidad, y una economía fuertemente mundializada en donde la explotación y comercialización de recursos naturales de todo tipo (dese el oro, hasta el tantalo, tungsteno, el estaño, pasando por las piedras preciosas, pero también la madera, el petróleo o el uranio) está sirviendo para financiar conflictos y graves abusos de los derechos humanos.

De hecho, de acuerdo a un informe de 2009 del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), titulado “Del conflicto a la construcción de la paz: el rol de los recursos naturales y el medio ambiente”, se calcula que al menos el 40% de todos los conflictos intra-estatales de los últimos 60 años han tenido vinculaciones con los recursos naturales y que la presencia de estos recursos duplica las posibilidades de que estos conflictos vuelvan a repetirse. Un ejemplo abundantemente documentado de dicha vinculación es la República Democrática de Congo (en adelante, RD Congo), con sus más de 5,4 millones de muertes desde

Page 2: Hacia Una Tecnología Libre de Conflicto. Cultivar la esperanza

1998, directamente asociadas a la guerra, y la escalofriante cifra de 1,152 violaciones sexuales al día, de acuerdo a datos facilitados por la Campaña Contra la Violencia Sexual en la RD Congo.

Destaca por su gran relevancia el trabajo que hizo para documentar dicho vínculo la propia Asamblea de la República Democrática de Congo, a través de la Comisión Lutundula, publicado en diciembre de 2005, por la que se revisaron 60 contratos mineros firmados por las empresas mineras tanto con gobierno congoleño como con los grupos rebeldes durante las guerras de 1996-1997 y 1998, y por la que se estableció de forma explícita el vínculo entre la explotación de los recursos, el conflicto y el tráfico de armas en la región de Grandes Lagos. Igualmente, tanto las Naciones Unidas, a través de un Panel de Expertos, como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) han emitido relevantes informes y proporcionando abundante evidencia del papel que desempeña la extracción y comercio de recursos naturales en la financiación de grupos armados y de las implicaciones regionales y globales de la economía minera del este de la RD Congo.

En concreto, lo que esta evidencia está demostrando es que cuando se extraen recursos naturales de zonas donde hay conflicto, inestabilidad y abusos de los derechos humanos, los beneficios de dicha extracción permiten en muchas ocasiones financiar dichos conflictos, contribuyendo incluso a alimentarlos y agravarlos. Así pues, en la actual economía mundializada, las implicaciones de dicha vinculación se producen a través de las cadenas globales de aprovisionamiento o suministro (global supply chains, en inglés) en las que también participamos las personas consumidoras como personas usuarias de los bienes producidos con dichos recursos. Dichas cadenas las conforman todas las partes involucradas para la producción de un bien y/o la satisfacción de una necesidad, e incluyen no solo al fabricante y al proveedor, sino también a toda una serie de actores intermedios que intervienen en la cadena.

De esta manera, para casos como la RD Congo, se ha podido documentar cómo la extracción de recursos minerales de minas de las provincias de Kivu norte y sur, Orientale y Maniema (como el coltán, el tungsteno, el estaño y el oro, también conocidos como las 3T+G por sus siglas en inglés) ingresan en las cadenas globales de aprovisionamiento, donde son vendidos, procesados y manufacturados hasta convertirse en un gran variedad de productos industriales y de consumo (desde móviles y otros aparatos electrónicos a todo tipo de equipamiento industria y joyería). De acuerdo a un informe de la ONG norteamericana Enough, publicado en 2009, se estimaban en 185 millones de dólares el volumen global al que ascendía la actividad extractiva en el este de la RD de Congo en 2008, negocio controlado en su gran mayoría por los diferentes grupos armados presentes en la zona (incluido el ejército). También para otras zonas del mundo, como Colombia, República Centroafricana, Zimbawe o Burma-Myamar, se va conociendo con más detalle cómo ingresan los recursos naturales extraídos de dichas zonas en las cadenas globales de aprovisionamiento, y cómo se produce la vinculación entre ingresos procedentes de la extracción y la financiación de actividades criminales.

En cualquier caso, es necesario advertir aquí que para ninguno de los casos en donde se establece esta vinculación se considera que la explotación de los recursos naturales sea la causa-raíz de los conflictos. Para entenderlos en su complejidad, se apela a causas profundas

Page 3: Hacia Una Tecnología Libre de Conflicto. Cultivar la esperanza

que hunden sus raíces en la historia y en la trayectoria de cada uno de estos pueblos y en su conformación como estados en un contexto geopolítico determinado. Por lo tanto, desde ALBOAN, la ONG de Desarrollo de los Jesuitas, queremos huir de las visiones simplificadoras que apuntan a la lucha por los recursos naturales como única causa o causa determinante de la situación de conflicto. Apostamos por una visión más matizada que insiste en la relación entre explotación de recursos y conflicto. Se trataría, por tanto, de insistir en la necesidad de romper ese vínculo. Es decir, de crear unas mejores condiciones o incentivos para que la extracción de recursos naturales no siga financiando ni alimentando conflictos y se vaya revertiendo esa relación perversa.

“Demasiado difícil”. “No se puede hacer nada”. “No es nuestro problema”. Esas son las tres frases con las que más nos enfrentamos cuando hablamos de avanzar. La gran complejidad de las cadenas de suministro globales y la naturaleza de los conflictos nos sitúa ante escenarios de gran complejidad e incertidumbre, donde la tentación de caer en actitudes cínicas y paralizantes es muy grande, al igual que el miedo por producir análisis simplistas. Ese miedo alimenta el argumento principal que utilizan los poderes fácticos del mundo para no hacer nada con respecto a unos conflictos brutales que se perennizan y enquistan sin aparente remedio.

Para ello, hemos iniciado esta campaña denominada “Tecnología Libre de Conflicto” (www.tecnologíalibredeconflicto.org) que invita a cultivar la esperanza. Después de años de trabajo en el este de la República Democrática de Congo, nuestra ONG ALBOAN ha apostado por colaborar estrechamente con otras ONG y redes internacionales y europeas (como la red europea de ONG que trabajan en África Central- EURAC) para defender una iniciativa europea que obligue a las empresas europeas a avanzar hacia unas cadenas de suministro “libres de conflicto” y a las instituciones europea a fomentar unas genuinas políticas de cooperación y desarrollo en la región de Grandes Lagos, con fondos para fortalecer a la sociedad civil local, la diversificación económica y el apoyo directo a las poblaciones afectadas por el conflicto.

Somos conscientes que solo a través de las comunidades de solidaridad y el apoyo de la ciudadanía podremos generar los cambios políticos y sociales que consideramos necesarios para revertir ese fatal vínculo, mientras continuamos apoyando las vidas de las personas desposeídas y vulnerables que, en el este de la RD Congo, continúan viviendo y trabajando en entornos de deshumanización.

Entre nuestras propuestas está la toma de conciencia sobre el problema, la recogida de firmas para presionar a las empresas e instituciones, la sensibilización sobre el uso y consumo de la tecnología en nuestras vidas, y el apoyo económico a la población afectada. Es nuestra llamada a cultivar la esperanza y construir Reino.

Page 4: Hacia Una Tecnología Libre de Conflicto. Cultivar la esperanza