Hablar de Dios en El Mundo Posmoderno. Una Propuesta de Bruno Forte

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    HABLAR DE DIOS EN EL MUNDO POSMODERNO:HACIA QU CRISTIANISMO?

    UNA PROPUESTA DE BRUNO FORTE

    Bruno Forte es un telogo italiano de vasto renombre. Nacido en Npoles el 1 de agosto de

    1949; ordenado sacerdote el 18 de abril de 1973; y consagrado Obispo (para la

    Arquidicesis de Chieti-Vasto), por el entonces Cardenal Joseph Ratzinger, el 8 de

    septiembre de 2004; es en nuestro tiempo una de las luminarias, poco conocidas, del

    pensamiento teolgico. Sus principales lneas de accin son Teologa de la Historia,

    Eclesiologa, Espiritualidad y Teologa Pastoral. Durante el reciente Snodo de los obispos

    para la Nueva Evangelizacin, tuvo una destacada actuacin iluminando la reflexin

    teolgica de dicho encuentro con tres lneas de accin: 1. Subrayando como fundamento

    antropolgico, cristolgico y eclesiolgico de la Nueva Evangelizacin, la iniciativa de

    Dios con la fuerza de accin del Espritu Santo; 2. Reafirmando la parroquia como un lugar

    primordial de dicha evangelizacin, mediante la colaboracin mutua de laicos ministros; y

    3. Expresando que los destinatarios principales son los jvenes, futuro de la humanidad y

    de la Iglesia, por lo que a ellos se les debe transmitir la belleza de Dios1.

    El siguiente texto es una sntesis del libro Dnde va el Cristianismo? de Bruno

    Forte2. Este ensayo es un anlisis crtico sobre la situacin de la Iglesia, del tiempo actual y

    de los retos para la Nueva Evangelizacin. El primer captulo, El cristianismo al final del

    siglo XX, expresa la realidad eclesial y teolgica que se ha venido viviendo en los ltimos

    tiempos, haciendo un repaso por las circunstancias histricas y el pensamiento resultante de

    ellas tanto en Occidente como en Oriente. El segundo captulo, La recepcin del Vaticano

    II, de manera positiva, sin dejar de tocar los puntos problemticos, manifiesta el parte aguas

    y renovacin, en la historia de la Iglesia, que ha sido dicho Concilio. Posteriormente, elcaptulo tercero,Hablar de Dios en el mundo posmoderno, narra la situacin que aconteci

    (la modernidad) para dar origen a los efectos posmodernos, junto con una primera

    aproximacin a la respuesta que el creyente (y por ende el telogo) debe dar. El captulo

    1 Cf. www.chieti.chiesacattolica.it2 B. Forte, Dnde va el cristianismo? , Madrid 2001, 140p.

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    cuarto, penltimo del libro,El humanismo cristiano y los escenarios del tiempo, realiza un

    acercamiento a la propuesta humanista cristiana y a los desafos con los que se encuentra.

    Por ltimo encontramos la conclusin titulada Hacia qu cristianismo?, en donde el autor

    plasma profundas reflexiones sobre la respuesta que la Iglesia debe dar a los signos de lostiempos. Por mi parte, he decidido centrar mi atencin en dos partes de la obra:

    primeramente en el anlisis de la situacin que se vive (posmodernidad) y su complejidad

    propia, y posteriormente, en la respuesta necesaria para permitir que la luz del cristianismo

    alumbre a toda la realidad.

    La primera pregunta a plantear es Qu sentido tiene hablar de Dios en la

    posmodernidad? ste es el planteamiento central de Bruno Forte. Ahora bien, si tiene

    sentido hablar de Dios en el tiempo actual, entonces surge una segunda cuestin, la del

    cmo. Para responder a la primera interrogante se debe recurrir al Prlogo del Evangelio de

    Juan:En el principio exista la Palabra, la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era

    Dios [] Y la Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros (Jn. 1,1. 14). Si Dios

    se hizo carne, si Dios puso su morada entre nosotros, si Dios, el Absoluto, irrumpi en la

    historia, entonces el cristianismo no puede menos que anunciar a toda costa, y segn las

    circunstancias, este acontecimiento inigualable. Para el cristiano, la posmodernidad no debe

    ser el tiempo del final del metarrelato de la irrupcin del Eterno en el tiempo, puesto que unacontecimiento de esta categora es algo que nunca, a pesar de los pesares, podr dejar de

    ser novedad, ni mucho menos ser actualizado. Ciertamente, el creyente cristiano encuentra

    dificultades sumamente complicadas para tal anuncio, como son las derivadas del

    cumplimiento de la parbola de la ilustracin, aquellas incertidumbres que repelen todo

    aquello que huela a absolutismo, empero, el que cree en el Resucitado sabe que este

    anuncio no es un absolutismo ms, sino, como ya se ha venido diciendo, la entrada en la

    historia del Absoluto por antonomasia, del Ser mismo, un irrupcin paradjica y mistrica,

    por lo que los postulados posmodernos no son ms que provocaciones a los creyentes para

    dar razn de su esperanza, una especie de apologa, vivida entre el xodo de la condicin

    humana y la venida de Dios3, y como tales (como provocacin) deben ser atendidas y

    respondidas, pues de lo contrario, ignorarlas como si no estuviera aconteciendo eso en

    3 FORTE B., Dnde va el cristianismo?, Madrid 2001, 80.

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    nuestro tiempo, caducara el hablar de Dios en este tiempo, resultando as una actividad

    vana y estpida.

    Ahora bien, para poder brindar una respuesta eficaz a nuestras circunstancias, un

    modelo de evangelizacin adecuado al tiempo posmoderno, es necesario, en primer lugar,

    comprender el proceso que llev a la situacin actual; el cual ser llamado la parbola de

    la poca moderna. Dicha parbola est constituida por etapas: 1. El nacimiento y desarrollo

    del proyecto emancipador de la razn ilustrada; 2. La dialctica de la Ilustracin; y 3. El

    emerger del posmodernismo4. El proyecto emancipador es una reconduccin del mundo y

    de todas las relaciones humanas al hombre mismo5, es decir, es el proceso de

    autoliberacin y de autoafirmacin del hombre, sea tomado singularmente en una especie

    de triunfo de la subjetividad, sea tomado colectivamente en los dinamismos histricos del

    cambio revolucionario6; en s, el proyecto emancipador consiste en desplazar a Dios, el

    Absoluto, de su puesto y colocar al hombre en su lugar; es aquel acto que Nietzsche titul

    la muerte de Dios. La dialctica de la Ilustracin es la respuesta que se da al fallido

    proyecto emancipador, pues dado que el hombre es un ser finito, o sea un ser con lmites

    muy bien demarcados, era lgico que fallar en el intento de ocupar la sede vacante de

    Dios. Dicha respuesta consiste en el denunciar los lmites y las presunciones de la razn

    emancipadora, clarificando las atroces consecuencias que se han derivado. Por ltimo, elemerger del posmodernismo, consta de la desconfianza radical en la razn y en cualquier

    intento de absolutismo: es el tiempo del pensamiento dbil, pues la sed de totalidad de la

    razn emancipadora termina convirtindose en una nueva totalidad, la del negativo que

    abraza todas las cosas7.

    Ante la situacin moderna y sus correspondientes consecuencias, es preciso buscar

    un sano equilibrio que evite los absolutismos de la razn, pero junto con ello, que tambin

    evite el relativismo de la poca posmoderna. Para ello es preciso confesar una alteridad,que rompa el dominio omnicomprensivo del sujeto y se ofrezca como origen sin origen y

    4 Antes de continuar pido disculpas al lector por no ahondar ms en esta temtica, ya que slo lo har demanera somera para brindar una idea general del proceso.5 Cf. B. FORTE, Dnde va, 81.6 Ibd.7 Cf. Ibd., 88.

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    fin sin fin, el Totalmente Otro, no deducible de cuanto est disponible y no resoluble en

    cuanto es conocido8. Es decir, se requiere discernir profundamente sobre la autonoma

    absoluta del ser humano, encontrando, con ello, una mera presuncin falaz, catastrfica

    para el ser humano; empero, con este discernimiento no es lo nico que se encuentra, puesal mirar con atencin y fervor lo ms recndito de la humanidad y de todo lo real, se halla

    un principio fundador inigualable, un principio extrnseco, un principio de heteronoma

    fundamento de todo lo real.

    Dicho principio es ofrecido al hombre mediante dos vas: por una parte la narracin

    oral, y por otra la analoga. La primera es una memoria del origen, presente en el corazn

    de las culturas que han desfilado por el correr de la historia, que se manifiesta mediante

    narraciones abiertas, debido a que es un relato superado abismalmente por aquello que

    evoca, pero tambin porque suscita un futuro cierto pero incierto; as, esta memoria

    atraviesa horizontalmente la historia, evocando lo que es primero, y de igual manera lo que

    es el fin9. Por otra parte, la analoga es la conciencia del lmite y de la desemejanza y

    apertura respetuosa a la ulterioridad, que est presupuesta a todo10; es decir, la va

    analgica es el mirar la absoluta trascendencia de Dios de la cual ninguna palabra humana

    es digna; pero tambin es mirar la inmanencia de este Dios que ha dado su Palabra al

    hombre, interactuando con l, hacindola presente en la historia y con ello rompiendo elsilencio surgido de la mera trascendencia divina; as, esta va atraviesa verticalmente lo

    real, asomndose hacia el Ms All siempre ms grande11.

    Estas dos vas se ofrecen natural y culturalmente al ser humano, pero normalmente

    de manera difusa, porque antes de que llegue la propuesta cristiana al corazn del hombre y

    enrace profundamente en l12, surge una figura que expresa la nostalgia de infinito y que

    vemos presente en diversos pensadores como Wallace Stevens, Walter Benjamin o

    8 B. FORTE, Dnde va, 89.9 Cf. Ibd.10 Ibd., 90.11 Ibd.12 Tanto en el mbito no-cristiano como en el cristiano, pues vemos continuamente que muchos que se dicenser creyentes viven sin la conciencia de lo que implica la propuesta de Cristo, debido a que su cristianismo esmero costumbrismo y tradicionalismo

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    Massimo Cacciari; me refiero a la figura delngel necesario13. ste ngel es el testimonio

    perenne del misterio, en cuanto misterio, que envuelve a toda la realidad, es la figura de la

    nostalgia de infinito presente de manera innata en el ser humano; es la figura de la

    bsqueda trascendente del sentido de la existencia humana, es decir, figura del sensusanagogicus que seala al hombre las cuestiones referentes a la vida futura y las cosas

    suprasensibles.

    Tomando en consideracin lo ya mencionado, la teologa debe interrogarse a s

    misma hondamente, replanteando su ser y funcin dentro de la realidad. Parada frente a la

    modernidad y frente a la posmodernidad, la teologa toma conciencia de su papel y del

    mensaje que debe transmitir, descubriendo que tanto una teologa que celebre la gloria de

    Dios al precio de la muerte del hombre como una teologa que celebre la gloria del hombre

    al precio de la muerte de Dios14 son infecundas para actualizar el mensaje que desde antao

    ha recibido. Por ello, es de suma necesidad realizar una sntesis entre ambos polos, la cual

    sea expresada en una teologa del relato y de la analoga; una teologa que exprese lo

    indecible de forma decible, no como seora, como patrona ama de una verdad, al estilo de

    la razn moderna, sino como sierva atenta a su seora, dcil y humilde ante el mensaje que

    recibe, pero tambin mediadora y dispuesta a llevar dicho mensaje; una teologa que

    respecto a la Ilustracin aparecer como un pensamiento dbil que renuncia a laomnicomprensin de un sistema, y que en la posmodernidad ser la portavoz de un

    Presupuesto existente y necesario, del que ha recibido una Palabra, un mensaje que

    esclarece el presente, pasado y futuro, de manera cierta y a su vez incierta. En sntesis, a la

    teologa del mundo actual no se le pedir, sino que se le exigir que reavive la memoria de

    un origen y seale la direccin hacia una Patria prometida15, inquietando as el presente,

    denunciando a los dolos totalizantes, pero tambin las cadas en lo negativo sin

    esperanza16.

    13 El poeta W. Stevens tiene una obra titulada The Necessary Angel(ensayos) (1951); sin embargo, no por elloes una figura exclusiva de su pensamiento.14 Cf. B. FORTE, Dnde va, 92.15 Cf. Ibd., 92-93.16 Ibd., 93.

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    La teologa est intrnsecamente unida a la vitalidad de la Iglesia, a la vivencia de fe

    que cada uno de sus miembros expresa da con da. Esto lo vemos expresado en la

    estructura general del mtodo teolgico: primero se debe atender a la Palabra revelada

    (Auditus fidei); una vez aprehendida se le debe inteligir, comprender (Intellectus fidei),puesto que slo as, dicha Palabra podr ser vivida con fidelidad y pasin (Praxis fidei),

    abriendo con ello las puertas al anuncio propositivo, slido y universal (Testimonium fidei).

    Ahora bien, si la teologa debe ser reformada para brindar un mensaje actual y vital capaz

    de satisfacer y plenificar lo ms profundo del hombre, entonces el testimonio cristiano

    tambin debe adoptar una nueva forma que cumpla con lo ya dicho; as surge una

    cuestionante existencial: cul debe ser el itinerario que la vida cristiana debe recorrer para

    poder brindar una respuesta al mundo de hoy? Cmo vivir la esperanza venidera del futuro

    glorioso en el presente? La respuesta es tan antigua como novedosa. Dentro de la tradicin

    cristiana (catlica) existen tres trminos para describir la respuesta a las interrogantes

    anteriores, tres vas que en las primeras comunidades se vivieron con radicalidad y que

    lamentablemente, al pasar el tiempo se han ido empolvando e incluso olvidando: martyra,

    koinona y diakona. Mediante estas tres vas el cristianismo podr responder a las

    exigencias de los tiempos de manera eficaz.

    Martyra. Se refiere a la exigencia de una espiritualidad renovada que impulse a loscristianos a testimoniar a Cristo a cualquier precio, incluso el de su propia vida. Una

    espiritualidad radical que frente a la muerte de Dios profetizada por Nietzsche, site a los

    cristianos como portadores de un mensaje precioso y nico, capaz de llenar ese vaco

    existencial que se tiene. Esta va es el llamamiento a hacer de los cristianos adultos

    espirituales, testigos y discpulos apasionados de una Verdad que se les ha dado, y que se

    ha convertido en el centro de su existencia, en el horizonte de sentido que libera y salva.

    El futuro del cristianismo [] o ser ms marcadamente espiritual y mstico o podr

    contribuir poco a la superacin de la crisis y el cambio del mundo17.

    Koinona. Es el testimonio coral de los cristianos que expresa la posibilidad y

    grandeza de estar juntos. En sentido estricto, koinona hace referencia a la catolicidada la

    17 B. FORTE, Dnde va, 131.

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    que el cristianismo est llamado, es decir, a la apertura radical y sin excepcin de la que

    goza el mensaje salvfico revelado y conservado con fidelidad en la sagrada Tradicin de la

    Iglesia. La koinona responde al anhelo de unidad y sociabilidad presente en la naturaleza

    humana, y que podemos observar en los procesos de globalizacin que se han ido gestandoen la historia18. Ciertamente que junto con la globalizacin de hoy en da vemos tambin

    grandes divisiones, tanto internas como externas al cristianismo, las cuales son los grandes

    retos para la koinona, pero tambin las grandes oportunidades que la Iglesia tiene para

    ponerse como signo e instrumento de un mensaje que no es suyo, sino del Absoluto que

    irrumpi la historia. El futuro cristianismo o ser ms catlico (en el sentido teolgico

    fuerte), o correr el riesgo de una total irrelevancia en orden a la salvacin del mundo 19.

    Diakona. sta es el compromiso cristiano de vivir elaqu y el ahora, es decir, la

    obligacin de vivir el servicio en la caridad. Hoy ms que nunca, los cristianos deben ser

    los maestros del amor, la justicia y la paz, mediante el testimonio de una autntica

    actuacin evanglica. Hoy, la Iglesia debe ser un faro resplandeciente, no por sus culpas y

    pecados, que siempre tendr debido a su condicin humana, sino por el servicio que ofrece

    a todos los pueblos, por el amor que manifiesta mediante sus hijos a todas las naciones. La

    Iglesia est llamada a ser la primera que busque el bienestar de todos, en especial de los

    ms dbiles, de los marginados, de los oprimidos, y que slo lograr mirando con prestezay continuidad al crucificado, ponindolo, de verdad, en el centro de su existencia, pues slo

    de esta manera se evita el terrible riesgo de considerarse al margen de la historia y del

    sufrimiento de la humanidad. Definitivamente, el cristianismo del tercer milenio o ser

    ms creble por la caridad y por el servicio que inspira, o ser muy poco escuchado en el

    corazn de los nufragos del siglo breve, que siguen a pesar de todo buscando el

    sentido perdido, capaz de dar sabor a la vida y a la historia, como slo Cristo en su amor

    crucificado ha sabido hacer20.

    Con lo anterior comprendemos que la Martyra, la koinona y la diakona son las

    vas que trazan las sendas de planeacin para la Nueva Evangelizacin, por lo que no

    18 Cf. B. FORTE, Dnde va, 131.19 Ibd., 132.20 Ibd., 134.

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    pueden, ni deben ser ignoradas, sino revividas para una nueva fecundidad del cristianismo,

    de la Iglesia, que la humanidad grita deseosamente. sta es la propuesta de Bruno Forte.