Mujer virtuosa, ¿Quién la hallara? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las

Piedras preciosas. Pr. 31:10

Muchos hombres proclaman cada uno su propia bondad, Pero hombre de verdad, ¿Quién lo hallara? Pr. 20:6

Introducción: Más que hacer un examen a conciencia para encontrar al candidato ideal, el hombre o la mujer soltero(a) no debe pensar que se puede realizar una investigación más a fondo para lograrlo.

Ninguna investigación, por muy profunda que sea, revelara como el hombre o la mujer soltero(a) de hoy reaccionara y responderá a la situación matrimonial de mañana.

I. Debes comenzar a trabajar.

Solo se llega a conocer al cónyuge después de casarse. Es sólo en este tiempo cuando comienza a construirse y entablarse una relación auténtica, por medio de mucho trabajo, paciencia y una verdadera voluntad de compartir juntos, el resto de sus vidas.

Por lo tanto, aunque el soltero debe hacer todo lo posible para casarse con una mujer de buen carácter, no debe por otro lado tener ninguna ilusión que se casa con la “Mujer Perfecta” Esta mujer no existe. Hay que saber que toda persona tiene muchos defectos. Así como el mismo sabe que no es perfecto, tampoco su esposa lo es. Y justamente esta es la finalidad del matrimonio, aprender a aceptarse uno al otro con amor y ayudarse a perfeccionarse.

Hay que estar consciente que incluso, quien realice un verdadero esfuerzo para refinar su carácter, con toda la buena voluntad, oración y estudio bíblico acerca del tema, el cambio no llega de la noche a la mañana.

El recién casado debe, ante todo aprender a vivir con los defectos de su esposa, y concentrarse siempre en sus virtudes que dicho sea de paso, las tiene, ya que de otra forma no se habría fijado en ella. Entonces, el reconocerá que los defectos de su esposa no tienen comparación alguna con sus cualidades. Él debe trabajar y orar para sentir gran amor por ella y aceptarla tal como es.

Ésta es la regla: el matrimonio es un trabajo difícil, no una fiesta. Hasta ahora, quizá nadie había exigido un cambio considerable de tu parte. Tal vez no te encontraste en una situación que demandara gran compromiso emocional y

mucha responsabilidad. Pero después de casarte, el verdadero trabajo de tu vida comienza. Te casaste para comenzar a trabajar sobre ti mismo - ¡nunca lo olvides!

II. Deja las fantasías de lado.

El saber que el matrimonio es un verdadero trabajo, constituye la mejor preparación para la vida conyugal. Una vez que el hombre sabe esta verdad primordial, alcanza la fuerza y la paciencia para soportar las dificultades que aparecen en el camino que debe andar para construir una relación matrimonial perdurable, de la que saldrán maravillosos frutos.

No tengas ninguna duda: Todos los hogares de los cuales salieron hombres rectos y mueres piadosas, se construyeron con mucho trabajo y gran dedicación. No existe ningún matrimonio al que le fue todo fácil desde el principio, y que haya gozado inmediatamente de armonía y paz en el hogar.

Ellos trabajaron duro y sacaron fuerza porque estaban conscientes de lo que les esperaba y de lo que querían conseguir juntos. Y de esta manera afrontaron todas las dificultades y pruebas con éxito. Ec.4:9-12

Donde la persona enfoque su amor es a lo que dedicará todas sus energías.Mt.6:21.

El amor no tiene barreras; si es enfocado correctamente, traerá mucha alegría y bendición al matrimonio, pero mal encaminado puede llevarnos al fracaso. El amor es algo sumamente complejo y delicado, por eso es necesario dedicarle mucho tiempo y esfuerzo, pues sólo de ese modo lograremos entender y experimentar lo agradable y placentero que es.

La función de un matrimonio es unirse por medio del resistente hilo del amor, para lograr diseñar una elegante decoración para el mundo por medio de su hogar.

Esta fina prenda no se consigue en las boutiques: una mujer “al tono” de la propia alma del varón no se encuentra en un desfile de modas; son los espíritus los que se atraen, la razón la que los une, las palabras las que los conectan y la alegría la que les ayuda a fijar la relación.

Tú no debes plantar la semilla; ya Dios se encargó de eso. Tu función es hacer que la semilla brote y dé frutos, y eso sólo lo lograrás paso a paso, ladrillo a ladrillo, por medio de sonrisas, miradas, palabras tiernas y caricias físicas.

“Las muchas aguas no podrán apagar el amor, Ni lo ahogarán los ríos. Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor, De cierto lo menospreciarían”. Cnt.8:7