Gorz

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JOSÉ MIGUEL CANDIA: sociólogo, egresado de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad Nacional Autónoma de México; colaborador en diversos periódi- cos y en varias revistas especializadas; investigador del Centro de Estudios Lati- noamericanos (CELA) de la UNAM, México. André Gorz: Miserias del presente. Riqueza de lo posible, Paidós, Buenos Aires, 1998, 155 páginas. Predicciones sobre la sociedad laboral José Miguel Candia E l debate reconoce an- tecedentes tan lejanos como las máquinas de vapor, la aparición de los pri- meros telares o la instalación de las líneas de montaje. La discu- sión acerca del impacto que el progreso tecnológico tiene sobre la productividad y, en particular, sobre la ocupación, fue aborda- da casi en los inicios de la Revolución Industrial. Desde enton- ces los economistas y sociólogos se dividen entre «tecno-pesimis- tas» y «tecno-optimistas». Los primeros están convencidos de que el progreso tecnológico tiene la facultad de destruir más puestos de trabajo que los que crea; los segundos insisten en que las in- novaciones en el terreno de la ciencia y la tecnología tienen el atributo de generar formas ocupacionales alternas. Estos nuevos puestos compensan la pérdida de los empleos convencionales que desaparecen con la incorporación de equipos sofisticados y con la adopción de esquemas flexibles de organización del trabajo. Como muchas grandes controversias, ésta también permanece irresuelta. El problema que atormenta a dirigentes políticos y cien- tíficos sociales puede resumirse en esta interrogante: si el desarro- llo de las fuerzas productivas se debate entre los efectos encon- trados de una misma tendencia que presenta por un lado una faz creativa, que orienta el curso de la historia hacia el pleno domi- nio de la naturaleza y de la materia, pero que por el otro reduce las opciones de trabajo al sustituir el papel del hombre por tec-

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    JOS MIGUEL CANDIA: socilogo, egresado de la Universidad de Buenos Aires yde la Universidad Nacional Autnoma de Mxico; colaborador en diversos peridi-cos y en varias revistas especializadas; investigador del Centro de Estudios Lati-noamericanos (CELA) de la UNAM, Mxico.

    Andr Gorz: Miserias delpresente. Riqueza de loposible, Paids, Buenos

    Aires, 1998, 155 pginas.

    Predicciones sobre

    la sociedad laboral

    Jos Miguel Candia

    El debate reconoce an-tecedentes tan lejanoscomo las mquinas devapor, la aparicin de los pri-meros telares o la instalacin delas lneas de montaje. La discu-sin acerca del impacto que el progreso tecnolgico tiene sobrela productividad y, en particular, sobre la ocupacin, fue aborda-da casi en los inicios de la Revolucin Industrial. Desde enton-ces los economistas y socilogos se dividen entre tecno-pesimis-tas y tecno-optimistas. Los primeros estn convencidos de queel progreso tecnolgico tiene la facultad de destruir ms puestosde trabajo que los que crea; los segundos insisten en que las in-novaciones en el terreno de la ciencia y la tecnologa tienen elatributo de generar formas ocupacionales alternas. Estos nuevospuestos compensan la prdida de los empleos convencionales quedesaparecen con la incorporacin de equipos sofisticados y conla adopcin de esquemas flexibles de organizacin del trabajo.

    Como muchas grandes controversias, sta tambin permaneceirresuelta. El problema que atormenta a dirigentes polticos y cien-tficos sociales puede resumirse en esta interrogante: si el desarro-llo de las fuerzas productivas se debate entre los efectos encon-trados de una misma tendencia que presenta por un lado una fazcreativa, que orienta el curso de la historia hacia el pleno domi-nio de la naturaleza y de la materia, pero que por el otro reducelas opciones de trabajo al sustituir el papel del hombre por tec-

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    nologas complejas, cunto puede durar el tiempo de compensacinpara que aquellos que han sido desplazados o buscan un primer empleopuedan ocuparse? Existe una alternativa real que permita encontrar enotro sector de la economa una plaza equivalente a la que se perdi o a laque ya no pueden ofrecer ni las empresas privadas ni el Estado?

    En rigor, parece difcil persuadir a un desempleado de que el puesto detrabajo que perdi le ser restituido, algn da, a travs de sus hijos onietos. De todos modos, hay un punto en el que coinciden optimistas ypesimistas: no existe compensacin automtica e inmediata entre pr-dida y generacin de opciones de trabajo. El mercado laboral ese m-bito de compra-venta de la mercanca que piensa, como lo definieronalgunos autores no opera como un autmata. La compensacin tienenecesidad de intervenciones externas que la propicien y estimulen. Eneste sentido, son relevantes aquellas que estn especficamente orienta-das a mejorar el funcionamiento del mercado de trabajo, como la difu-sin de informacin y la capacitacin y recalificacin de la mano deobra de acuerdo con los requisitos que exigen los nuevos paradigmastecnolgicos. No obstante, existe un reconocimiento casi unnime deque la sola agilizacin de los mecanismos de vinculacin entre oferentesy demandantes de fuerza laboral resulta insuficiente para resolver loscuadros ms severos de desocupacin tecnolgica.

    En los pases industrializados se han planeado otras dos grandes estra-tegias compensatorias. Una de ellas, ms vinculada a los intereses sin-dicales, es la redistribucin del trabajo disponible entre ocupados ydesempleados reduciendo la duracin de la jornada laboral. Trabajarmenos para trabajar todos, fue la consigna que levantaron las centralesobreras europeas a principios de los aos 80. A mediados de 1999, laCGT francesa formaliz con las principales dirigencias patronales de supas el establecimiento de la semana laboral de 35 horas. Sin embargo,hasta el momento, no puede decirse que en aquellos pases donde se haintentado aplicarla haya tenido gran xito.

    Ms recientemente se promovi otra propuesta estratgica mediante lacual se procur redistribuir, no el trabajo disponible, sino los costos deproduccin y los flujos de la demanda. En lo que respecta a los costos setrata de reducir el peso de los impuestos que gravan, de manera particu-lar, el factor trabajo para transferir la carga impositiva al uso de los re-cursos naturales y posibles daos ambientales.

    En cuanto a la demanda, se busca desplazar las inversiones de los secto-res en los cuales la produccin se obtiene mediante el uso de una base

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    tecnolgica compleja a aquellos en los que el aumento de la productivi-dad se logra mediante el incremento de la fuerza laboral ocupada.

    Con intensidad variable y con estrategias operativas cambiantes, segnla experiencia nacional que se estudie, las polticas que se describen enlos prrafos precedentes fueron aplicadas en distintos pases y en casitodos los casos han sido insuficientes para atacar uno de los mayoresdesafos que afrontan las economas modernas: el desempleo que casti-ga a vastas capas de la poblacin en edad de trabajar.

    Andr Gorz afronta el estudio de los temas ocupacionales desde la hip-tesis catastrofista segn sus crticos que sostiene el fin de la sociedaddel trabajo. En el texto que comentamos retoma algunas de las ideasexpuestas en un anterior libro (Adis al proletariado, El Viejo Topo, Bar-celona, 1981), donde sostiene que la verdadera demanda histrica delmovimiento obrero apunta a la abolicin del trabajo. Para Gorz, el de-sarrollo cientfico-tecnolgico es la palanca que posibilitar la genera-cin y distribucin masiva de los bienes y servicios que la humanidadrequiere para su mantenimiento. El autor polemiza con los pensadoresmarxistas que afirman que la esencia de la naturaleza humana se definepor la capacidad de promover actividades productivas. Tambin discre-pa con la idea de que el objetivo final del socialismo es suprimir lasactividades laborales como tareas enajenantes, pero conservando altrabajo como eje articulador de la vida social.

    Gorz es ms radical en su propuesta. Sugiere la abolicin de todo tipode actividad laboral como paso necesario para lograr la plena implanta-cin del trabajo autnomo. Al desvincular la produccin de las exigen-cias que impone el mercado, slo las organizaciones autnomas y la coo-peracin voluntaria tienen sentido y el disfrute del tiempo libre marcar,entonces, el ingreso en el verdadero reino de la libertad. El sujeto socialsobre cuyas espaldas descansa una misin histrica de esta magnitud eslo que Gorz define como no clase: se trata de personas cuya identidadno se construye a partir de las relaciones de produccin sino por su vo-luntad manifiesta de liberarse de las ataduras del trabajo. La impugna-cin de la sociedad capitalista cobra verdadero sentido cuando esta noclase heterognea y alejada de los partidos marxistas tradicionalesemprende la lucha por la desaparicin de la actividad laboral.

    De esta manera, el autor pone de cabeza algunos de los principiostericos desde los cuales la sociologa del trabajo y las principales co-rrientes de la administracin moderna abordan el estudio de las cuestio-nes ocupacionales. A contrapelo de afirmaciones muy difundidas y acep-

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    tadas, Gorz sostiene que la flexibilidad laboral y la inestabilidad en elempleo deben ser los puntales que posibiliten la formulacin de progra-mas que apunten a liberar a los hombres del yugo del trabajo. En elcaptulo 4 Salir de la sociedad salarial reitera la idea central queanima todo el texto: las economas modernas, no importa su grado dedesarrollo, son incapaces de generar opciones de trabajo para millonesde desocupados que pueblan el planeta. En este sentido afirma:

    A todas luces, el remedio para esta situacin no es crear trabajo, sino repartir mejor todoel trabajo socialmente necesario y toda la riqueza socialmente producida. Lo que tendracomo consecuencia que lo que el capitalismo ha confundido de manera artificial podrade nuevo ser disociado: el derecho a un ingreso suficiente y estable ya no tendra quedepender de la ocupacin permanente y estable de un empleo; la necesidad de actuar, deobrar, de ser apreciado por los otros ya no tendra que adoptar la forma de un trabajoencargado y pagado. Este ocupara cada vez menos lugar en la vida de la sociedad y en lavida de cada uno. En el seno de esta podran alternar y reemplazarse actividades mlti-ples, cuya remuneracin y rentabilidad ya no seran la condicin necesaria ni el fin. Lasrelaciones sociales, los lazos de cooperacin, el sentido de cada vida seran producidos,principalmente, por esas actividades que no valorizan el capital. El tiempo de trabajo dejarade ser el tiempo social dominante (p. 83).

    Visto desde nuestra perspectiva regional, la propuesta de Gorz parececasi un escenario de hiptesis elaboradas desde la prctica acadmica ola formulacin de un discurso puramente ideolgico. No obstante, cree-mos que el anlisis de este autor, y tambin con ciertas salvedades, losenfoques que se expresan en la obra de otros exponentes de la teora delfin del trabajo Jeremy Rifkin, Claus Offe, Viviane Forrester debeser entendido como una aproximacin al futuro. El propio Gorz, alanunciar la muerte de la sociedad salarial, adelanta otro de los rasgosque caracterizarn al capitalismo de las prximas dcadas:

    El desarrollo, en suma, no deber difundirse fuera de los enclaves, las riquezas de stosno debern ser redistribuidas por los Estados-nacin. El capitalismo debe poder produ-cir su propia especialidad disociada de la nacin: deber poder amurallarse en Estadosciudades y en villas privadas, como ya se encuentran en Estados Unidos, conducir susguerras privadas contra las poblaciones convertidas en nmadas y guerreras tras la des-composicin de la sociedad (p. 34).

    Esta corriente de la sociologa laboral ha aportado ciertos elementospredictivos, que resultan tiles para analizar el porvenir de la humani-dad a partir de hiptesis de largo plazo. No obstante, pensamos que nologra conformar un marco terico con la suficiente solidez conceptual,que lo haga vlido para estudiar el presente de los mercados de trabajoen Amrica Latina o disear polticas de combate al desempleo que re-sulten eficaces para los pases de la regin.