Godoy [Final Web]

51
Godoy CERRADO.indd 1 7/16/14 6:25 PM

description

literatura argentina

Transcript of Godoy [Final Web]

Page 1: Godoy [Final Web]

Godoy CERRADO.indd 1 7/16/14 6:25 PM

Page 2: Godoy [Final Web]

Cristian Godoysanta rita

milena caserola

Godoy CERRADO.indd 2-3 7/16/14 6:25 PM

Page 3: Godoy [Final Web]

ningún derecho reservado. alentamos la reproducción total o parcial de esta obra, mediante cualquier medio, consignando los créditos y

la fuente de la misma.

Coordinación general del proyectoana Ojeda / nicolás Correa /

Marcos almada / agustín [email protected]

Curador del volumen:agustín Montenegro

Coordinación gráficaLaura Ojeda Bär

[email protected] cargocollective.com/laura-o

ProducciónMatías reck

[email protected]

exposiciondelaactual

www.exposiciondelaac-tual.blogspot.com

ÍndiCe

soluciones inmediatas ......................... 7Una linda mujer .................................. 17Jénice con jota ..................................... 29disneylandia ....................................... 41Valijas que revientan .......................... 50a la cuenta de tres .............................. 67

acerca de mí ....................................... 86arte de tapa .......................................... 88

Godoy CERRADO.indd 4-5 7/16/14 6:25 PM

Page 4: Godoy [Final Web]

7

sOLUCiOnes inMediatas

el taxista se preguntaba por qué la vieja, si apenas le quedaban dos plumas locas, rociaba su

cabeza con ese veneno. Odiaba tener que apagar el cartelito que decía “li-bre” y convertirse en esclavo de sus pasajeros. El trayecto hasta las ofici-nas era corto. La señora Lidia le pidió que condujera más despacio porque a la primera frenada o loma de burro, el paquete podía saltar por los aires. se la notaba hecha un manojo de nervios, el cinturón de seguridad parecía estar oprimiéndola hasta quitarle el aire. el

Godoy CERRADO.indd 6-7 7/16/14 6:25 PM

Page 5: Godoy [Final Web]

CRISTIAN GODOY SANTA RITA

8 9

taxista murmuró algo entre dientes. redujo la velocidad y puso más alto el volumen del estéreo.

el tufo a spray potenciaba aquel otro más pequeño, aunque en definitiva presente, tanto o más desagradable, de la colonia floral con que la vieja había bañado su blusa, cuello y muñecas. es-taba vestida con la ropa de salir, su car-tera más fina, y los zapatos, a pesar de los juanetes. no ameritaba arreglarse tanto para iniciar un simple trámite en unas oficinas, pero ella rara vez salía si no era cuando cobraba la miseria de pensión en el banco. antes le gustaba ir al cine. Ya no podía subir las esca-leras.

Tanto oler flores a la fuerza hizo que el taxista evocara un velorio y enton-ces imaginase a la vieja metida en un ataúd. según sus cálculos, rondaría los noventa años. el paquete era del ta-

maño de una torta, envuelto en papel madera y atado con una cinta. aunque sobrara espacio en el asiento, ella pre-fería llevarlo sobre el regazo.

adentro de la cartera, esto último no podía saberlo el taxista, había un mo-nedero con poquísima plata. sin em-bargo, Lidia se veía obligada a gastar en un taxi porque no podía caminar esa cantidad de cuadras ni subirse a un colectivo. Había meses que no le alcan-zaba para los remedios. en cambio, la comida no era problema: a cierta edad se aplaca el apetito o sencillamente desaparece.

Llegaron a destino. Lidia bajó la ven-tanilla, asomó afuera la cabeza y le preguntó al taxista si no podía estacio-nar más cerca del cordón. el hombre ni siquiera le dirigió la mirada a través del espejo retrovisor y solamente res-pondió que subiera de nuevo la venta-

Godoy CERRADO.indd 8-9 7/16/14 6:25 PM

Page 6: Godoy [Final Web]

CRISTIAN GODOY SANTA RITA

10 11

nilla porque se escapaba el aire acon-dicionado. La vieja abrió la puerta del coche, puso un pie sobre el asfalto y después el otro. no se animaba a dejar apoyado el paquete sobre el tapizado y recogerlo después. se hamacó varias veces hasta tomar cierto impulso, sin embargo, no consiguió pararse.

al ver cuánto demoraba su pasajera, el taxista metió en la guantera los bi-lletes que acababa de recibir en mano, encendió las balizas y se bajó del auto. intentó ayudarla con el paquete pero la vieja se negó. La asió del codo con cuidado de no lastimarla. sus brazos eran tallarines crudos. Lidia se aferró con una mano al taxista igual que un bebé cuando, para dar los primeros pasos, se agarra de las patas de los muebles. Le temblaba todo el cuerpo. el hombre la dejó sola en la vereda y se alejó con el taxi.

El edificio tenía más de veinte pisos. Lidia fue arrastrando los zapatos hasta la puerta giratoria. su pulso no era el mismo de antaño, ni el paquete tan li-viano como aparentaba. en consecuen-cia, no se animaba a sostenerlo con una mano para con la otra empujar la puer-ta. tampoco podía caminar a la misma velocidad que el resto de la gente que entraba y salía sin parar del edificio; temía ser arrollada por los paneles.

el guardia de seguridad que estaba al otro lado del vidrio acudió a su res-cate y le abrió la puerta de emergencia, que era de las comunes. Luego la guió hasta el mostrador, donde una recep-cionista anotó su nombre y el número de libreta cívica. Por último, el guardia apoyó una tarjeta sobre el lector del molinete que permitía el acceso a los ascensores. Lidia no oyó el click pero observó la lucecita verde.

Godoy CERRADO.indd 10-11 7/16/14 6:25 PM

Page 7: Godoy [Final Web]

CRISTIAN GODOY SANTA RITA

12 13

Las oficinas de la compañía ocupa-ban un piso entero. el hall estaba ates-tado, apenas cabía una persona más. Lidia sacó número y una mujer con de-lantal de empleada doméstica la llamó “abuela” y le cedió el asiento. nueva-mente, apoyó el paquete sobre su rega-zo. Le dio cuerda a su reloj de pulsera, que no usaba desde hacía añares, y sincronizó las agujas según la hora que dijeron por la radio.

el cartel eléctrico que indicaba los turnos estaba roto, o no querrían gas-tar luz. Había diez boxes pero sólo tres empleados. todo parecía indicar que, para los dueños de la compañía, y obe-deciendo al dicho popular: el ahorro era la base de la fortuna. aunque en este caso, el ahorro ajeno y la fortuna propia. Una chica que parecía recién salida de la escuela secundaria gritaba los números en voz alta, igual que los

niños cantores de la lotería. Lidia re-cordó las tardes en el bingo. Por aquel entonces, si bien apenas se quitaba los anteojos para dormir y ducharse, todavía diferenciaba los números en los cartones. Bajó la mirada hacia su papelito con el turno y le costó leer las cifras.

sentía vergüenza de pedir ayuda y preguntar. sentía vergüenza de estar ahí. Calculó que, de todas formas, ha-bría unas veinte personas antes que ella. se dedicó a controlar su reloj cada cinco minutos hasta que perdió la pa-ciencia, se levantó como pudo y fue hasta uno de los boxes. en lugar de ayudarla, varios se quejaron en voz alta: no porque fuera vieja le corres-pondían más derechos que a los de-más.

el box lo atendía la misma chica que gritaba los números. en ese momento,

Godoy CERRADO.indd 12-13 7/16/14 6:25 PM

Page 8: Godoy [Final Web]

CRISTIAN GODOY SANTA RITA

14 15

no había nadie sentado en su escritorio y se sonreía mientras tecleaba concen-trada frente a la computadora. Lidia carraspeó para llamarle la atención, la otra le puso mala cara y preguntó en qué podía ayudarla.

–Vengo a pedir un préstamo, queri-da.

Ocupó una de las sillas y en la veci-na apoyó el paquete. La chica no sabía cómo explicarle que nadie en su sano juicio prestaría dinero a una jubilada de noventa años. Lidia abrió la cartera, sacó el periódico de esa misma maña-na y le mostró la publicidad de la com-pañía: “soluciones inmediatas” decía el slogan.

Los ojos de la empleada viraron hacia el antiguo reloj de pulsera: si la señora realmente necesitaba el dine-ro, ella conocía una casa de empeño. Lidia revoleó el periódico de la mesa.

Cómo se atrevía la mocosa a insultar-la así, acaso no se daba cuenta de que ese reloj era lo único que le quedaba. el enojo la había rejuvenecido. enseguida la chica llamó al supervisor.

su compañero dio la cara mientras ella recogía las hojas del piso y la vie-ja abandonaba el box. Los que todavía aguardaban en el hall lo cercaron en círculo para exigir explicaciones por la demora. Muchos ya eran clientes y es-taban furiosos con la compañía. Lidia siguió camino hasta el ascensor sin que nadie reparase en ella.

en la planta baja, el guardia de segu-ridad no se encontraba a la vista. Lidia no podía esperar y reunió fuerzas para empujar la puerta giratoria. rogaba no quedarse sin cuerda antes de tiempo. Cruzó por la mitad de la calle y, aun-que recibió bocinazos, insultos, y sin-tió los roces del viento al pasarle los

Godoy CERRADO.indd 14-15 7/16/14 6:25 PM

Page 9: Godoy [Final Web]

CRISTIAN GODOY

16 17

autos demasiado cerca, llegó ilesa al otro cordón. Controló la hora por últi-ma vez, cerró los ojos y con las manos juntas rezó al cielo.

segundos después, la ira de dios hizo volar las oficinas.

Una Linda MUJer

I.

nunca en mi vida me había cos-tado tanto tomar una decisión. Fui y volví por la misma calle

tres veces. Fingía mirar la vidriera de punta a punta, pero sólo tenía ojos para ese vestido. no sabés, elena: precioso, de gasa, corte evasé… Pero mejor no te sigo contando porque prefiero que me lo veas puesto un día que vengas a casa, y de paso me ayudás a elegir el peinado para el casamiento.

La vendedora me observaba divertida desde el mostrador. no había clientas en el local. sin embargo, me asustaba el

Godoy CERRADO.indd 16-17 7/16/14 6:25 PM

Page 10: Godoy [Final Web]

CRISTIAN GODOY SANTA RITA

18 19

precio. a Héctor no le gusta que gaste la plata en ropa. no parece molestarle que ande vestida siempre con lo mis-mo, como una zaparrastrosa. decí que a mí las cosas me duran una eternidad porque las cuido. en un momento, ya me daba vergüenza permanecer más tiempo parada frente a la vidriera y me obligué a entrar en el negocio. La vende-dora sabía que iba a preguntarle por el vestido y hasta acertó el talle. Me vi tan radiante en el espejo del probador, que tuve ganas de llorar. La mujer descorrió la cortina y se emocionó tanto como yo. no hacía falta encargarle el más mínimo arreglo a la modista. Como la vendedo-ra me conocía de antes (siempre compro ahí los regalos para los cumpleaños de mi suegra y los días de la madre), me ofreció que se lo pagara en dos veces.

Volví apurada a mi casa, mortificada por lo que acababa de hacer. separé la

colcha más vieja que tenía para donar a la Parroquia y escondí el vestido en la caja. Mi marido nunca mete la nariz en esa parte del placard. Y si el día del casamiento llegara a preguntarme por el vestido, le voy a mentir: le voy a de-cir que me lo prestaste vos, elena.

II.

Con mi prima angélica éramos muy unidas de chicas. apenas mi tía se acostaba a dormir la siesta, ojeábamos las revistas de moda que coleccionaba. algunas las conseguía importadas en los kioscos grandes del centro. Había-mos prometido que las trataríamos con sumo cuidado; nada de escribir o arrugar las páginas, y menos recortar figuritas. No quedaría una sola revis-ta que no hubiéramos leído mil veces.

Godoy CERRADO.indd 18-19 7/16/14 6:25 PM

Page 11: Godoy [Final Web]

CRISTIAN GODOY SANTA RITA

20 21

Cerrábamos la puerta de la habitación de angélica, nos sacábamos las zapa-tillas y subíamos a su cama marinera. ella dormía en la de arriba porque así lo había decidido el hermano mayor, que por las tardes cursaba taller en el industrial. Mi prima estiraba un bra-zo, agarraba una revista de la pila y la abría sobre la almohada (yo siempre me ponía del lado de la pared porque tenía miedo de caerme). recuerdo que me encantaba sentir el olor del papel. Jugábamos a ser diseñadoras y copiá-bamos los modelos en un cuaderno de la escuela, empezando por la últi-ma página y avanzando de atrás hacia adelante. Los dibujos nos salían espan-tosos.

Pensar que ahora la veo poco y nada. La vida de casada te quita tiempo. angélica está a punto de dar ese gran paso, el más importante de su vida.

Me siento inmensamente feliz por ella y estoy segura de que ella también se va poner muy contenta cuando me vea con vestido nuevo. siempre me está re-tando porque dice que no me arreglo, que es una lástima, que soy una linda mujer.

III.

si me hubieras visto ayer, elena, bai-lando como una loca con el vestido. Hay veces que imagino que encierro una cosa viva adentro de esa caja, que debería hacerle agujeritos en la tapa para que pueda respirar. Ya no sé hasta qué punto no estaré más ansiosa por es-trenar el vestido que por el casamiento de mi prima. recién había terminado de limpiar cuando sentí la necesidad urgente de probármelo de nuevo, aun-

Godoy CERRADO.indd 20-21 7/16/14 6:25 PM

Page 12: Godoy [Final Web]

CRISTIAN GODOY SANTA RITA

22 23

que esta vez frente al espejo de mi casa. encendí el ventilador porque temía en-suciar la gasa con mi transpiración. Me arrodillé junto a la caja y abrí la tapa. apenas sostuve el vestido entre mis manos, un soplo de viento levantó la pollera. realmente tenía vida propia. deslicé mis brazos con suavidad por sus mangas, improvisé una música en mi cabeza y me puse a bailar. di vueltas entre las cortinas, como si fueran otras parejas bailando alrededor nuestro. Héctor nunca acepta bailar en los cum-pleaños ni los casamientos. dice que no sabe y que está grande. Que estamos grandes los dos. Yo me quedo sentadita al lado de él y miro a los que están en la pista. de repente creí escuchar la puerta y arrojé el vestido en el placard, como si escondiera las prendas de un amante que escapa desnudo por la ventana. Fui corriendo hasta el comedor mientras

me acomodaba el pelo y forzaba una sonrisa. Pero al final no era nadie; tan sólo un golpe causado por la corriente de aire.

IV.

Plata de la que consigo adueñarme, plata que va a parar al costurero. Hago milagros con los mandados para que me sobre vuelto. Otro poquitito me so-bra cuando voy al banco a pagar las fac-turas. Los billetes los escondo adentro de la almohadilla donde van pinchados los alfileres, camuflados entre el relleno. La casa entera empieza a convertirse en una búsqueda del tesoro. sin embargo, estoy preocupada porque no creo que llegue a juntar lo que me falta para pa-gar la segunda cuota del vestido. Y por más que pienso, no se me ocurre qué

Godoy CERRADO.indd 22-23 7/16/14 6:25 PM

Page 13: Godoy [Final Web]

CRISTIAN GODOY SANTA RITA

24 25

excusa inventarle a Héctor para pedirle plata. encima ayer discutimos.

siempre le recuerdo que me avise si sale tarde de trabajar. no es que lo ande controlando, sólo quiero calcular bien el horario de la cena. ayer se apareció como a las nueve y media y empezó a los gritos porque la casa estaba llena de humo y olor a grasa. ¿Juan Carlos te hace lo mismo? Yo, pensando en que no comiera frío, había tratado de man-tener la carne a fuego mínimo pero al final se me terminó yendo la mano. Héctor me corre con eso de que a su madre nunca se le pasan los churras-cos y a mí me dan ganas de contestar-le que se mude nuevamente con ella, así le cocina todos los días y me dejan tranquila. Pero me muerdo la lengua porque entiendo que viene cansado de trabajar, que día tras día lo explo-tan más en esa basura de oficina y ni

siquiera le pagan las horas extras. es-pero que la mujer del negocio de ropa no se enoje conmigo si me atraso unos días. ¿Vos no tendrás para prestarme y te lo devuelvo el mes que viene?

V.

te hablo ahora que mi mamá fue al médico. ella espía mis conversaciones, me insiste para que vuelva, que lo mío es una vergüenza, que una no abando-na así nomás al marido. te cuento rá-pido: yo había vuelto de la peluquería después de tres horas y le pregunté a Héctor si le gustaba el peinado, pero el infeliz no fue capaz de hacer un solo comentario. tampoco dijo nada cuan-do terminé de maquillarme y me puse el vestido; ni siquiera se habrá percata-do de que era nuevo. el tipo siguió mi-

Godoy CERRADO.indd 24-25 7/16/14 6:25 PM

Page 14: Godoy [Final Web]

CRISTIAN GODOY SANTA RITA

26 27

rando la tele en el sillón del comedor, con los talones sucios descansando so-bre la mesa ratona y el sifón chorrean-do un hilito de soda sobre la madera. Le sugerí que se metiera en el baño, que yo estaba casi lista. trataba de no apurarlo demasiado porque al instante se pone de mal humor. Pero si después llegábamos tarde a la iglesia, decime con qué cara la miraba a mi prima. Fui hasta la habitación, descolgué el traje, lo extendí sobre la cama y le pasé un cepillito. separé la corbata y la cami-sa, le lustré los zapatos por segunda vez en el día y todavía no escuchaba el sonido de la ducha. Cuando regresé al comedor, lo encontré en la misma po-sición de hacía veinte minutos. recién entonces se dignó a darse vuelta, me miró con su cara de nada y dijo que le dolía mucho el estómago, que mejor no fuéramos al casamiento. Yo le respondí

que no podíamos faltar, que mi prima había pagado carísimo el cubierto, que toda mi familia nos estaba esperando. Le ofrecí un sertal pero Héctor es rea-cio a tomar medicamentos. repitió que se sentía mal, que incluso estaba pen-sando en ir a la guardia, y por último subió el volumen de la televisión. en ese preciso segundo, le anuncié que me iba al casamiento, con o sin acom-pañante.

Metí sus llaves y las mías en la car-tera y caminé decidida hacia la puer-ta. Él no tardó en saltar del sillón y me atajó del codo (tan mal no se sentía). Fue apretándome cada vez más fuer-te el brazo, me lastimaba y no parecía dispuesto a dejarme ir. no me quedó más alternativa que encajarle un ro-dillazo. Héctor aflojó sus manos en el acto y yo aproveché para escapar y cerrar con dos vueltas de llave. “¡abrí

Godoy CERRADO.indd 26-27 7/16/14 6:25 PM

Page 15: Godoy [Final Web]

CRISTIAN GODOY

28 29

o te mato!” gritaba mi marido del otro lado, a la vez que aporreaba la puerta y sacudía el picaporte. Yo estaba a punto de hacerle caso, cuando de pronto vo-ciferó una barbaridad de esas que no tienen ningún arreglo. Por favor elena, no me pidas ahora que repita sus pa-labras. Fue como si me hubiera puesto la mano encima. apenas intenté ale-jarme, descubrí que el vestido se ha-bía enganchado. Me sequé las palmas, sujeté la tela y ejercí palanca con una pierna y todas mis fuerzas. no puedo explicarte el placer enorme que me produjo sentir que la gasa comenzaba a rasgarse.

JÉniCe COn JOta

La chica nueva de la división tenía los dientes muy grandes y blan-cos como una tableta de chicles

adams. La primera vez que entró al aula –porque se incorporó un par de semanas después de que hubieran em-pezado las clases –, una de mis amigas dijo que si se apagaran las luces, igual-mente se le seguiría viendo la sonrisa. Lo dijo bajito pero se escuchó igual. La nueva se llamaba Jénice y aunque se escribiera con jota y se pronunciara con ye, ella lo pronunciaba con una i latina. toda su manera de hablar era

Godoy CERRADO.indd 28-29 7/16/14 6:25 PM

Page 16: Godoy [Final Web]

CRISTIAN GODOY SANTA RITA

30 31

diferente y cuando tenía que hacer una pregunta, en vez de alzar el brazo en-tero, apenas levantaba el dedo índice.

sus padres tenían una verdulería cerca de mi casa, donde acostumbrá-bamos comprar. el negocio en sí no era nuevo pero, hasta hacía un tiempo atrás, lo habían atendido otros “boli-tas”, así llamaba mi mamá a los verdu-leros. Cada tanto se quejaba porque la mujer sacaba los cajones a la vereda y no se podía pasar caminando si no era haciendo equilibrio sobre el cordón. tampoco entendía cómo harían para pagar la cuota de la escuela, los libros, los útiles, el uniforme. Los curas no te regalan nada.

Peor aún me parecía la palabra que usaba mi papá: “cabeza”, siempre en singular aunque estuviera refiriéndose al matrimonio de verduleros. Me hacía acordar a una cabeza alada de ángel

que teníamos en casa y que todos los años colgábamos en el techo del pe-sebre, un adorno de plástico con bri-llantina que no tenía cuerpo. entonces imaginaba ese mismo adorno pero con la cara hinchada de Jénice, su pelo de carpincho y dos hojas de lechuga en reemplazo de las alitas. Quién se ima-gina un ángel morocho.

en los recreos, Jénice no iba al kios-co como la mayoría y en cambio comía unas tostadas horribles que traía de su casa, sentada en los escalones de cemento donde estaba la canchita del patio. entre sus dientes enormes y las tostadas que parecían haberse puesto duras de la noche anterior, era como ver a un castor royendo un tronco. nosotras nos quedábamos mirándola desde lejos y nos reíamos aunque se diera cuenta, porque si bien no lo ha-cíamos de malas, no podíamos aguan-

Godoy CERRADO.indd 30-31 7/16/14 6:25 PM

Page 17: Godoy [Final Web]

CRISTIAN GODOY SANTA RITA

32 33

tar la tentación. también le decíamos la tostada, le gritábamos que se lim-piara las migas del jumper, y le escri-bíamos cosas en el pizarrón mientras el aula estaba vacía.

recién comenzada la hora, la saldu-ti mandó a Jénice que trajera un mapa colgante de la sala de profesores. siem-pre enviaban a los varones porque te-nían más fuerza y esos mapas eran muy pesados; la otra, que era un corcho quemado, sola no iba a poder. después de que se fuera del aula, la salduti dejó pasar unos segundos prudenciales, luego se apoyó contra el banco de Jéni-ce, que era el primero de su fila, y usó un tono distinto de voz, como si estu-viera a punto de revelarnos un secreto. entonces nos pidió que fuésemos más solidarios con ella, que nos hiciéramos amigos, que no debía ser fácil mudarse a otro país. era la primera vez que la

profesora de Geografía nos hablaba de países sin mencionar los nombres.

tantos de nuestros excompañeros habían repetido el primer año que ahora sobraban bancos en el aula. Por eso, no entendíamos que Jénice hubie-ra podido llegar hasta segundo con la misma edad que nosotros y siendo tan cuadrada. seguro que allá no les exi-gían lo mismo que acá. Los profesores se debatían entre hacerle preguntas para incentivarla a participar en clase, porque si no, se quedaba muda hasta el final, o ignorarla, con tal de que no respondiese una bestialidad delante de todos y se descontrolara el aula con nuestras burlas, el griterío y las gomas de borrar lanzadas al aire.

en una prueba de Biología, me senté atrás de ella en el segundo banco, por-que le había prestado mi lugar a una de las chicas que necesitaba copiarse.

Godoy CERRADO.indd 32-33 7/16/14 6:25 PM

Page 18: Godoy [Final Web]

CRISTIAN GODOY SANTA RITA

34 35

aparte de ser buena compañera, a mí Biología me resultaba fácil. sin embar-go, me costó concentrarme por culpa de Jénice, que sacudía una pierna y me hacía vibrar el banco. en un momento en que la profesora no estaba mirando, espié su hoja y vi que no había respon-dido una sola pregunta. Yo, por otra parte, no había necesitado mi machete –tenía el hábito de prepararlos aunque hubiese estudiado, por las dudas – y cuando me levanté a entregar mis ho-jas, lo dejé caer hecho un bollito sobre el pupitre de Jénice. ella se lo metió en el bolsillo y empezó a sacudir la pierna más rápido y a resolver el examen.

a la salida, noté que se quedaba ha-ciendo tiempo conmigo. estábamos las dos ahí paradas, mirando para cual-quier lado, en mi caso, jugando con una hebilla, y en el de Jénice, comién-dose las uñas. Me ponía incómoda no

tener de qué hablar y me daba miedo que la tostada propusiera volvernos juntas. Una cosa era haberle prestado el machete y otra muy distinta, hacerme amiga. después de todo, yo no la había ayudado porque se tratara de ella en particular o me cayese bien, sino que hubiese actuado de idéntica manera con los demás. Me salvaron las chicas cuando regresaron del kiosco, no el de la escuela sino otro más alejado donde vendían cigarrillos. ni bien Jénice las vio, pegó media vuelta y se fue.

Mientras corríamos alrededor de la canchita en la clase de educación Físi-ca, Jénice fue reduciendo la velocidad hasta quedar a la par mía. era más viva de lo que pensaba; había elegido uno de los pocos momentos en que po-día agarrarme sola. Yo no tenía manera de adelantarme y sacármela de encima porque sentía que estaba a punto de

Godoy CERRADO.indd 34-35 7/16/14 6:25 PM

Page 19: Godoy [Final Web]

CRISTIAN GODOY SANTA RITA

36 37

escupir los pulmones. a pesar de que la otra tuviera las piernas más cortas, era más rápida que el resto e incluso ya me había aventajado una vuelta. Me preguntó si quería ir a su casa después de hora –la odié porque no se queda-ba sin aire –. nadie nos iba a molestar, continuó, porque sus papás trabajaban hasta tarde en la verdulería. estaba por responderle cuando sonó el silbato de la profesora.

tuvimos unos minutos para cuchi-chear con el resto de las chicas mientras se armaban los equipos de handball. apenas terminé de contarles, inter-cambiamos miradas. estaba decidido: todas sentíamos curiosidad por cono-cer la casa de Jénice. sólo llamaba la atención que no hubiese nadie, porque hasta ese momento pensábamos que la tostada tendría hermanos sueltos por todas partes. eran gente de fami-

lia muy numerosa, mi mamá lo repe-tía bastante seguido, que esas mujeres eran máquinas de parir hijos a los que después no les podían dar de comer. aunque tal vez Jénice sí tuviera más hermanos, pero no les había alcanzado la plata para los pasajes a Buenos aires y, mientras tanto, se quedaban a vivir allá.

no le salió disimular cuando se en-teró de que yo había invitado a mis amigas sin consultarle, pero tampoco se opuso. La tostada no era capaz de fingir, ni de hacerle frente a otra per-sona. Me debía el favor del machete de Biología, al menos eso pensaría ella. Y si no lo pensaba, se lo recordaría yo. La clase había terminado y estábamos to-das en las últimas, doloridas y chivan-do. todavía faltaba caminar hasta la casa de Jénice, sin embargo, prometió que no quedaba lejos. Le pregunté el

Godoy CERRADO.indd 36-37 7/16/14 6:25 PM

Page 20: Godoy [Final Web]

CRISTIAN GODOY SANTA RITA

38 39

nombre de la calle como para orientar-me, pero me dijo que no tenía. no era posible que una calle no tuviera nom-bre, pensé, ni que Jénice todavía no se ubicara tras algunos meses de vivir en el mismo barrio, pero quién tenía ga-nas de ponerse a discutir. sólo nos im-portaba llegar, sacarnos las zapatillas y saquear la heladera.

elegimos ir derecho por la avenida, a pesar de que fuera más lindo el paisaje de las calles internas donde estaba el barrio de las casitas –así le decíamos los que vivíamos más o menos por la zona –. tomar por el otro camino hu-biera significado hacer cuadras de más y ninguna estaba dispuesta. Cuando llegamos a la altura de los monoblocks y vimos pasar el premetro con un po-licía a bordo, y unas caras que metían miedo a través de las ventanillas, le preguntamos a Jénice si estaba segu-

ra de hacia dónde nos estaba llevando porque más allá de las torres no había nada, solamente un cementerio de au-tos y la villa vecina. sin embargo, la tostada no abrió la boca.

Una de las chicas fue retrasándose, otra directamente se frenó, y al ins-tante todas hicimos caso. en cambio Jénice siguió sola otro par de baldosas, luego también se detuvo y nos dijo que nos entendía, que esa parte del barrio no era la más linda pero que no estu-viéramos asustadas porque no iba a pasarnos nada. Yo le respondí que eso no era un barrio sino una villa. Las ca-gonas de mis amigas bajaron la cabeza a pesar de que estuvieran de acuerdo, no sé qué les daba vergüenza. Jénice también bajó la suya sonriendo de los nervios, dijo chau nos vemos mañana y se alejó rápido por la avenida. ante una situación similar, estoy segura de

Godoy CERRADO.indd 38-39 7/16/14 6:25 PM

Page 21: Godoy [Final Web]

CRISTIAN GODOY

40 41

que mi mamá se hubiera atajado di-ciendo que la verdad no ofende. Yo no quiero parecerme, pero a veces se me hace imposible no escuchar sus frases en mi cabeza.

disneYLandia

Por primera vez en mucho tiem-po, la familia silvestro no se ha-bía despertado con la cumbia

que los habitantes de la villa vecina solían poner a todo volumen y a to-das horas, sino con las sirenas de los coches bomba y los gritos de la gente. La madre batía el café con los ojos cla-vados en la ventana del lavadero: las casillas echaban una humareda densa como nubes de tormenta, los jardines juntaban más personas que una mar-cha piquetera, los bomberos desenro-llaban las mangueras mientras que los

Godoy CERRADO.indd 40-41 7/16/14 6:25 PM

Page 22: Godoy [Final Web]

CRISTIAN GODOY SANTA RITA

42 43

tipos de la televisión desenrollaban los cables de las cámaras. Vigilando la es-cena, sobresalía la torre blanca y pun-tiaguda del Parque de la Ciudad.

La villa se había prendido fuego de noche. Quedaba debajo de la autopis-ta Cámpora. Las cámaras de televisión llegaron incluso antes que algunos de los bomberos y ambulancias. Había gente que aparecía de la nada, como espectros de hollín conjurados por la humareda, sosteniendo un crío en cada brazo, mientras otro par de críos más se les agarraban de las piernas. todos ellos, grandes y chicos, se agol-paban en los jardines y pasillos del barrio de monoblocks, en la manzana de enfrente. Una calle angosta y poco transitada era lo único que separaba el barrio de la villa. La familia silvestro vivía en uno de los edificios. Todavía le adeudaban cuotas al FOnaVi. des-

de que habían muerto los abuelos, y se habían mudado los hijos varones, les sobraba espacio en el departamento: cuatro habitaciones y dos baños, uno convertido en el cuarto del lavarropas.

natalia, única hija mujer y la más chica de la familia, cursaba el segun-do año de la secundaria. su mamá la acompañaba hasta la parada del colec-tivo porque en invierno las cuadras to-davía estaban oscuras y no era seguro que la nena anduviera caminando sola. Los pibes de la villa a veces se pasaban tanto de droga que no les importaba si afanaban a un vecino. nadie les había enseñado a respetar esos códigos y la policía no siempre patrullaba la zona.

esto va a ser como disneylandia, ha-bía dicho la abuela silvestro apenas se mudaron a los monoblocks. el parque de diversiones seguía en construcción. ella soñaba con futuros y exorbitantes

Godoy CERRADO.indd 42-43 7/16/14 6:25 PM

Page 23: Godoy [Final Web]

CRISTIAN GODOY SANTA RITA

44 45

incrementos en los valores de las pro-piedades una vez que finalizaran las obras. El parque finalmente se inau-guró en el año ochenta y dos, bajo el nombre de interama. Por aquellas épo-cas, que la mujer siempre recordaba con dolores en el pecho, los hijos que una traía al mundo no se convertían en delincuentes. Las líneas de colectivo se animaban a entrar en el barrio. Los vecinos eran toda gente humilde, pero honesta y de trabajo. Y no existía la vi-lla de al lado.

La montaña rusa de mayor tamaño nunca se puso en funcionamiento por-que se encontraba cerca de la torre y la hacía temblar. Más de dos décadas después, varias de las atracciones ha-bían sido clausuradas a causa del de-terioro y tampoco se podía subir al mi-rador de la torre. Los pibes de la villa se las habían ingeniado para romper

algunas zonas del enrejado y entraban sin pagar.

Los conductores de los noticieros ali-mentaron las sospechas de los vecinos: el incendio habría sido intencional, una posible maniobra de los indigen-tes para meterle presión al Gobierno. reclamaban una vivienda digna. el padre se enervó con las noticias y ter-minó quemándose la lengua con café. dijo que si esos negros querían un te-cho, se pusieran a laburar. a él nunca le habían regalado nada. Pero no si-guió hablando porque no quería darle a su hija la imagen de un resentido. ni valía la pena, tanta malasangre, tanta bronca. natalia iba a tener que faltar a la escuela porque él no la podía alcan-zar con el auto y su mujer no se anima-ba a salir a la calle.

Cuando lograron apagar el fuego sólo quedaban cenizas, pedazos de chapas,

Godoy CERRADO.indd 44-45 7/16/14 6:25 PM

Page 24: Godoy [Final Web]

CRISTIAN GODOY SANTA RITA

46 47

maderas, antenas de televisión por ca-ble satelital. Pasaban los días y la gen-te de la villa continuaba ocupando los jardines. se resistían a ser trasladados a los centros de evacuados, por miedo a que les quitaran el terreno y las po-cas pertenencias que habían rescatado de las llamas. Los más chicos tomaban el desayuno en una escuela. instalaron carpas, parrillitas y cabinas de baño. La cumbia sonaba sin parar por unos al-toparlantes, salvo cuando los punteros subían a una tarima para gritar sus re-clamos. a natalia la fastidiaba que todo ese barullo se mezclara con la música electrónica en sus auriculares. se había enterado de unas fiestas que se hacían en los cerros cordobeses. Podían durar una semana entera, venían djs del exte-rior, los pibes se tiraban a dormir unas horas al aire libre, después tomaban pastillas y seguían saltando.

La noticia siguió cobrando pantalla y voracidad. Las llamas también habían incendiado los ánimos de los vecinos del barrio. algunos confesaban sentir lástima por la situación de esa gente que lo había perdido todo, pero a la vez no entendían por qué no se deja-ban ayudar. La mayoría, sin embargo, vociferaba en contra de los negros, sus villas, sus ranchitos sucios. Otros asen-tían con la cabeza y con su silencio; no se animaban a repetir esas palabras porque les dejaban un sabor desagra-dable en la boca. Luego el micrófono, como si fuera un pincel, embellecía los discursos y las opiniones. La tele pre-fería hablar de personas en situación de mucha pobreza, asentamientos ile-gales y viviendas precarias.

dicho de una forma u otra, todos coincidían en que había que sacarlos de ahí.

Godoy CERRADO.indd 46-47 7/16/14 6:25 PM

Page 25: Godoy [Final Web]

CRISTIAN GODOY SANTA RITA

48 49

Los silvestro se pusieron de acuerdo para no dejar nunca el departamento vacío. tenían miedo de que se les me-tiera alguien. Corrían un sillón pesado para trabar la puerta. sacaban la basu-ra de a dos. natalia no iba a la escue-la y pedía la tarea por mail. si seguía acumulando faltas, se arriesgaba a quedar libre. el único que salía por su cuenta era el padre, pero evitaba mirar directo a los ojos de la gente en los jar-dines. al regreso del trabajo, hacía los mandados. Las otras familias de los monoblocks también se organizaban. algunos hablaban con los periodistas y pedían públicamente que trajeran a los gendarmes. La tele, de a poco, em-pezaba a aburrirse de ellos.

Pablo no aguantaba esperar a que se calmaran las cosas. ir de visita era una excusa para asegurarse de que sus padres y su hermana estuvieran bien.

el colectivo se desvió antes de llegar al barrio. Pablo caminó las cuadras de su infancia, mientras sentía que los bombos de una murga sonaban cada vez más cerca. atravesó el jardín y un pibe le escupió en la nuca, sin embargo él no se defendió. subió las escaleras hasta el departamento de su familia e hizo girar la llave. todos los hermanos tenían una copia. sintió el click de la cerradura pero no consiguió entrar: algo hacía contrapeso del otro lado. desde el jardín, mientras tanto, le tira-ban piedras.

– ¡Mamá, abrime! ¡soy yo!Pero nadie le abría.

Godoy CERRADO.indd 48-49 7/16/14 6:25 PM

Page 26: Godoy [Final Web]

SANTA RITA

50 51

VaLiJas QUe reVientan

no soy como esas bacterias que pueden vivir sin oxígeno.

Con eduardo nos conocía-mos del barrio pero no éramos amigos. Vivíamos a una cuadra de distancia. edu iba a la secundaria rival. después empezamos a cruzarnos en las fiestas electrónicas y como ya nos teníamos de vista, nos poníamos a hablar. ahí pegamos buena onda. a los dos nos gustaba el trance, aunque a veces edu rendía culto al hard techno. Los dos teníamos en común esa cosa medio os-cura que no se puede –ni falta hace –

poner en palabras. edu se emocionaba cuando un disco le cambiaba la vida y su vida parecía cambiar cada dos por tres.

en mi cabeza sobrevive la imagen de eduardo sentado sobre una valija re-pleta que no cierra, con la intención de empujar, de forzarla y hacer peso hasta conseguir finalmente correr el cierre o hacerlo saltar por los aires. deslizando el filo de una gillette al ras de su ante-brazo para explicarme cómo los sets de un nuevo dj danés le erizan los pelos, y porque necesita recuperar la sensi-bilidad en la piel, necesita sentir algo urgente y ya no sabe cómo, lo olvidó. arrastrándose a la salida del boliche porque él no funciona con la luz solar, con sangre en la nariz, con su agresivi-dad sublime pero mal dirigida.

descendimos del tren para sumer-girnos en la noche bonaerense. Le ha-

Godoy CERRADO.indd 50-51 7/16/14 6:25 PM

Page 27: Godoy [Final Web]

CRISTIAN GODOY SANTA RITA

52 53

bía prestado mi remera de las lucecitas que prendían y apagaban. edu, con sus discos o la notebook camuflada dentro de la mochila, sus anteojos negros y las pupilas negras, derramadas sobre el globo ocular, inmensas, desmesu-radas. ambos con ansias químicas, a la caza del estímulo. En las fiestas de los sótanos, de las casas recicladas, con bombitas de colores que corrían por los techos, emulando los vaivenes de un ecualizador. Pocos se enteraban, casi nadie; sólo eran bienvenidos los verdaderos entendidos en la materia, aquellos que curtían la onda. La con-vocatoria se filtraba con escasa antici-pación y dentro del pequeño círculo. trampas mortales de pocos metros cuadrados, latidos en las paredes, cru-jidos en las escaleras. Hermetismo. se-llado al vacío. antros sin cartel ni con-traseña, bajo coima municipal. esas

fiestas eran un bardo. Y también esas otras que se hacían al aire libre, por lo general, en una quinta privada. Para terminar apareciendo los dos, edu y yo, con las zapatillas de distintos pares o descalzos, varias horas después. en mitad del campito aledaño a la quinta, sin entender cómo habíamos llegado hasta ahí. Y para largarnos otra vez a correr sin dirección y reírnos hasta quedar duros.

el último trabajo que había conse-guido edu era de seguridad en las oficinas de una cerealera, durante el solitario turno de la noche. no habría sabido reconocer si un grano era de soja o de trigo. era un animalito na-cido y criado en cautiverio, mascota de barrio y posteriormente de ciudad. recorría los pasillos donde las fotos enmarcadas de los silos eran exhibidas como en una exposición. aquellos pa-

Godoy CERRADO.indd 52-53 7/16/14 6:25 PM

Page 28: Godoy [Final Web]

CRISTIAN GODOY SANTA RITA

54 55

res de tetas gris metal, sostén de nues-tra economía nacional y de nuestra idiosincrasia. edu cerraba con llave, juntaba tres sillones butaqueros, po-nía su buzo de almohada y se echaba una siesta larga. Se creía justificado: el cuerpo no descansaba durmiendo de día, ni su mente se dejaba engañar. de lo contrario, no hubiera durado mucho más en el nuevo trabajo. algo similar le había ocurrido en los empleos ante-riores: nunca duraba.

tenía franco los martes. nos volvi-mos habitués de un club que antes ha-bía sido una sucursal de banco. en el subsuelo estaban los dealers y además pasaban la mejor música, la única que nos gustaba. ni edu ni yo éramos me-diocres con esas cosas, ni con la droga ni con la música. Y menos que menos, éramos hipócritas. en ese piso origi-nalmente se había ubicado el tesoro

del banco y todavía conservaban la an-tigua caja fuerte como parte de la deco-ración. Parecía salida de una película vieja de espionaje. A veces flasheaba que el manubrio de la caja era un ti-món de barco, intentaba hacerlo girar pero era tan pesado que no se movía un dedo, entonces me atacaba el páni-co porque creía estar a la deriva. Para relajarme, aspiraba del olor a porro im-pregnado en la ropa.

si salíamos en otros días de la sema-na, edu tomaba anfetaminas para ir después a la oficina y seguir de largo, sin haber dormido una hora ni haber-se pegado una ducha rápida, amante del insomnio voluntario y eterno. des-pués, la medicación le creaba blancos en la memoria de corto plazo, como manchas de lavandina.

decidimos viajar a la costa en invier-no. edu tenía pocos días libres y qui-

Godoy CERRADO.indd 54-55 7/16/14 6:25 PM

Page 29: Godoy [Final Web]

CRISTIAN GODOY SANTA RITA

56 57

simos aprovecharlos. el hermano nos prestó el auto. apenas si nos alcanzaba la plata para el combustible y los pea-jes. a modo de solución, se me ocurrió acampar. era lo más barato. no entien-do para qué llevamos tanto equipaje. edu quiso cerrar la valija a la fuerza y rompió el cierre. tuvimos que sujetarla con alfileres de gancho.

Una vez que llegamos al camping, armamos la carpa. escribimos un car-telito que decía “gay friendly”, le di-bujamos la banderita con colores y lo abrochamos en la entrada. Obviamen-te, no funcionó. en teoría, volvíamos de la playa y adentro nos esperaba el seleccionado nacional de rugby. Cuan-do se nos ocurrió la idea estábamos filtrados. Todos esos monos rugbiers en pelotas, con el cuerpo aceitado en Hawaiian tropic y apestando a coco en pleno invierno de la costa.

Había una playa cerca aunque noso-tros íbamos a la escondida con el auto. a veces nos echábamos en los asientos traseros con la idea inicial de dormir solamente un rato, pero despertába-mos cuando ya era de noche y edu me echaba la culpa. Con los días encontra-mos arena y barro incluso en el interior de la guantera. Por esos pagos, y en esa época del año, casi no había movida. edu se puso de muy mal humor, inso-portable, quería volverse antes. tuve que encontrar la forma de mantenerlo a raya. afortunadamente, poseía el en-trenamiento necesario.

Los primeros días no paró de llover, de llovernos. el sol seguía oculto pero edu se había bronceado por mera su-gestión. al cuarto día no cayeron gotas aunque estaba nublado. nos abriga-mos con bufandas y salimos a caminar por la costa. el agua nos bañaba los

Godoy CERRADO.indd 56-57 7/16/14 6:25 PM

Page 30: Godoy [Final Web]

CRISTIAN GODOY SANTA RITA

58 59

pies en ojotas y estaba cálida. al rato encontramos una especie de bosque pasando la escollera y nos dio curiosi-dad. nos adentramos en él y camina-mos entre sus árboles y pasadizos. edu de repente me abrazó por la espalda, me empujó contra un tronco y empe-zó a morderme el cuello. Lo dejé ha-cer. Podía sentir cómo la pija se le iba poniendo dura, aprisionada contra mi carne. a su vez, podía sentir mis dedos aprisionados, hundiéndose en el mus-go que crecía sobre la corteza. soplaba un viento helado. nos pusimos a coger sin sacarnos la ropa. Yo tenía la piel de gallina, no sabía si de frío o de placer, igual que la piel de edu cuando jugaba con la gillette. siempre lastimándose a sí mismo o a los demás en la búsqueda de un estímulo, de sus ganas perdidas, queriendo comprobar si todavía esta-ba vivo, pelando capas de piel con la

navaja hasta que brotara a la superficie algún resto de humanidad.

no era la primera vez que lo hacía-mos, pero en el bosque lo sentí distinto. antes no hubiera tenido la menor im-portancia, después de todo, éramos ami-gos. no sabía si en ese momento a edu le estaba pasando lo mismo que a mí, nunca podía leerle la mente. tuvo que sacrificar mi bufanda para limpiar sus errores de cálculo. después nos senta-mos a tomar mate sobre una piedra de la escollera, una piedra grande y erosiona-da que apuntaba hacia el mar. algunos de los palitos de la yerba se volaban con el viento. Me corrió un hilo de sangre por los labios. no podía mirar a los ojos de edu, ni él a los míos. Una vez más, no me hablaba. nunca soltaba palabra después de coger ni se dejaba abrazar, quedaba parco, con la mirada ensombre-cida. Yo no le quería romper las pelotas.

Godoy CERRADO.indd 58-59 7/16/14 6:25 PM

Page 31: Godoy [Final Web]

CRISTIAN GODOY SANTA RITA

60 61

esa noche ambos sentimos, más que nunca, unas intensas ganas de bailar, de sacudirnos la tarde, el frío y el bos-que fuera del cuerpo. Fuimos a una fiesta y conocimos a un brasilero nó-mada llamado Valerio. La afinidad se produjo en forma instantánea, obliga-toria, una combustión: ninguno de los tres estaba disfrutando de la música. Un sample repetido hasta el hartazgo, sonidos berretas, pegajosos, de tecla-dista que anima una fiesta de quince. el hit careta que sonaba en todas las radios, el soundtrack para la gilada. Al poco tiempo nos quisimos rajar; ese lugar no era para nosotros. Valerio aceptó nuestra invitación de pasar el resto de la noche en la carpa friendly y presenciar el amanecer.

en la carpa no prendimos ninguna luz. Nos gustaba sentir el reflejo de la luna, que traspasaba la lona. Valerio

pasó a contarnos de sus experiencias con los hongos. impostó una voz de profeta y relató algunas de sus alucina-ciones. encaraba aquel asunto con una repentina solemnidad, que ni edu ni yo alcanzábamos todavía a compren-der. al brasilero le disgustaba que nos riéramos y amenazó con interrumpir la historia. su té era una religión su-prema, una puerta hacia otras dimen-siones de sí mismo. ni un desafío, ni un experimento, ni una travesura de adolescente. tampoco una vía de esca-pe, o parche para la autoestima. el té con hongos era otra cosa.

al igual que los ojos de un gato, los ojos de edu brillaban en la oscuridad. Yo sabía lo que significaba esa señal. Un sorbo apenas, sólo para ver qué onda. Una prueba irrefutable de que todo aquello que sostenía Valerio era cierto. el secreto, la verdad revelada,

Godoy CERRADO.indd 60-61 7/16/14 6:25 PM

Page 32: Godoy [Final Web]

CRISTIAN GODOY SANTA RITA

62 63

alcanzar el estado de la plena concien-cia. Pero Valerio no quería acceder, no bajo esas condiciones. edu insistía. intenté mantenerme al margen de la discusión entre ellos dos. no estaba se-guro de querer probar, ni me gustaba forzar a nadie. no sabía si Valerio se daba aires de importancia o si hablaba en serio. era una locura, un acto sui-cida, dijo. no era algo que se pudiera improvisar; requería toda una prepara-ción previa, de varios meses. Una ma-duración personal, un alumbramiento, una decisión firme. La primera ingesta del té siempre era difícil y complicada. antes se hacían lecturas, ejercicios de respiración y meditaciones. alguien con mayor dominio y conocimien-to guiaba la ceremonia de iniciación. alguien que, llegado el caso, pudiera controlar los efectos. además, todo se llevaba a cabo dentro de un cuarto ce-

rrado y seguro. si bien la experiencia prometía ser liberadora, antes era ne-cesario marcar sus límites.

también como un gato, edu pegó el zarpazo y se alejó corriendo. Había raptado el morral de Valerio. Le segui-mos el rastro hasta un salón comedor que pertenecía a las instalaciones del camping. Quisimos entrar pero edu había trabado la puerta desde adentro. Le pegamos patadas, intentamos ha-cer palanca con una rama gruesa, nos lanzamos con todo el peso de nuestros cuerpos. La madera ni siquiera crujía y ya nos dolían los hombros. el salón tenía una ventana en la parte más alta. Valerio entrecruzó sus manos y me ayudó a treparme para espiar hacia el interior del recinto. edu correteaba en-tre las mesas y saltaba los bancos como si fueran caballetes en una posta de obstáculos. apretaba los ojos y gritaba,

Godoy CERRADO.indd 62-63 7/16/14 6:25 PM

Page 33: Godoy [Final Web]

CRISTIAN GODOY SANTA RITA

64 65

tenía la expresión desencajada. Quise hablarle pero era inútil.

después de un rato, abrió la puerta. en cuanto escuché el sonido de las bi-sagras cometí el error de acercarme sin haber tomado precauciones y recibí el ataque: edu se arrojó contra mí y am-bos caímos tumbados. enseguida salió disparado hacia la costa, mientras yo seguía acostado y sin poder reaccio-nar. Valerio recuperó su morral, no dijo nada y se fue. Perseguí largamente a edu, que se creía un venado. temía que hiciera una estupidez mayor, que sufriera un infarto o que se ahogara en el mar. en pocas horas teníamos que volvernos.

nada volvió a ser lo mismo a partir de ese viaje. Al fin y al cabo, los hon-gos sí te podían cambiar la vida. Con el tiempo me fui cansando de trasnochar,

del ambiente electrónico y de su gente. de los entendidos y de los malos enten-didos. de los djs daneses. de las pasti-llas en el fondo de la botellita con agua mineral. de los anteojos negros cuando no había sol. de ser una coctelera hu-mana. Me salí del círculo casi sin darme cuenta. imposible para mí continuar así, a tracción de popper, aspirando como si sufriera ataques de asma. no soy como esas bacterias que pueden vivir sin oxígeno. Me cansé también de los olvidos y lagunas de eduardo y de su indiferencia. de mí mismo cuando él estaba cerca. seguía amando mi música pero la disfrutaba mejor a solas. edu se puso furioso, me acusó de forro y de ca-reta. sin embargo no era yo, justamen-te, quien resignaba un sueldo completo para ir a saltar en las carpas blancas de Puerto Madero, en los prados de crema. Quién era más careta de los dos.

Godoy CERRADO.indd 64-65 7/16/14 6:25 PM

Page 34: Godoy [Final Web]

CRISTIAN GODOY

66 67

sin embargo, edu no quiso seguir escuchando razones ajenas y se pro-tegió con los auriculares. siguió ano-tándose en los cursos de dj y ahorraba para comprarse la consola. nunca me devolvió la remera con luces intermi-tentes. en esos cursos conoció gente nueva, amigos groupies que lo seguían cada vez que pinchaba sus discos en alguna cueva del conurbano, supues-tos amigos lameculos, lamepúas. Que de tanto soltar saliva entre los cables, iban a morir electrocutados.

a La CUenta de tres

Fueron años sacando agua de un pozo. Omar no hubiera imagina-do que viviría en un edificio de

la capital con sus redes de gas natural, agua potable y cloacas. Vivienda que, sin embargo, no era suya porque traba-jaba de encargado. Omar se desesperó al ver que la cogotuda del 4to C se iba a otra habitación y dejaba corriendo el agua en la pileta: un chorrito generoso que caía sin parar entre la pila de pla-tos y cubiertos sucios, a semejanza de aquel otro chorrito de la fuente Feng shui que decoraba el living. Omar ha-

Godoy CERRADO.indd 66-67 7/16/14 6:25 PM

Page 35: Godoy [Final Web]

CRISTIAN GODOY SANTA RITA

68 69

bía observado la fuente al entrar al de-partamento y pensó que era un “ador-no choto”. nunca había sentido hablar del Feng shui.

no hubiese traspasado el umbral de la puerta de no haber sido porque la cogotuda le había pedido que cargara las bolsas hasta la cocina –él odiaba a la gente confianzuda más que a cualquier otra –. ahora no encontraba espacio li-bre en la mesada y no pensaba llegar al extremo de acomodarle las compras en la heladera y las alacenas. Suficiente ya con que su señora se hubiera molesta-do en ir hasta el supermercado porque la cogotuda estaba mal de la cintura y la entrega a domicilio no era digna de su confianza.

Las manijas de las bolsas de nylon le reventaban los dedos. Omar sólo quería soltarlas y correr a cerrar la ca-nilla, pero temía que la dueña de casa

se enojara con él. todos los que viven en edificio saben que es fundamental para un encargado que se lleve bien con los vecinos, en especial con aque-llos que son propietarios como la del 4to C. La cogotuda todavía estaba en su habitación, buscando la plata del ticket. Cómo era posible que tardara tanto. Mujer incolora, inodora e insí-pida.

el agua circulaba contra cualquier voluntad. en contra de la voluntad de Omar, sobre todo. Los pedacitos de co-mida que iban desprendiéndose de los platos también circulaban con el agua y, de buenas a primeras, podrían obs-truir la rejilla de la pileta. el tiempo co-rría, a pesar de que el sonido del cho-rro no permitiera escuchar el tic tac, ni siquiera desviar la mirada hacia el re-loj de pared. La sangre, en cambio, no circulaba más por los dedos de Omar,

Godoy CERRADO.indd 68-69 7/16/14 6:25 PM

Page 36: Godoy [Final Web]

CRISTIAN GODOY SANTA RITA

70 71

y las manos se le habían puesto ama-rillas. El agua fluía constantemente, pero al mismo tiempo tenía esa calidad de espejo que lo mantenía ahí clavado como una estaca, observando sin ama-gar a nada. Mientras, la cogotuda se demoraba buscando la plata justa por-que no pensaba darle un peso de más, la plata sí que no le gustaba derrochar-la. si de su canilla brotaran monedas, de algo estaba seguro Omar, nunca la habría dejado abierta.

rendido, apoyó las bolsas en el piso y empezó a abrir y cerrar las manos hasta lograr que desapareciera el hor-migueo. Fue en ese breve instante que Omar cambió su foco de atención del chorro hacia sus propios dedos, cuan-do se volcó el agua por el borde de la pileta. el chorro continuó trazando su caminito por la puerta de la alacena y luego se desplazó sobre las cerámicas

del piso, igual que una raya transpa-rente nadando en el fondo del océano. el charco rozó las zapatillas donde es-taban más rotas –porque cómo iba a ponerse para trabajar el único par bue-no que tenía –. Omar chapoteaba in-deciso entre cerrar la canilla o rescatar antes las compras del supermercado.

envolvió su mano con un repasador y cerró ambas perillas hasta el tope porque veía que la pileta no paraba de rebalsar. La cantidad se redujo hasta convertirse en un goteo, aunque ve-loz e insistente. Cuánto tiempo haría que estaba roto el cuerito, se lamen-taba Omar, al mismo tiempo que se arremangaba por encima de los codos, sumergía sus manos e iba quitando del medio los trozos de comida que impedían escurrir el agua de la pileta. el charco había alcanzado las patas de los muebles, la puerta, el pasillo. La co-

Godoy CERRADO.indd 70-71 7/16/14 6:25 PM

Page 37: Godoy [Final Web]

CRISTIAN GODOY SANTA RITA

72 73

gotuda no asomaba la nariz. Cambiar el cuerito era una pavada y costaba dos mangos en la ferretería, o le pre-guntaban a él que solía tener varios de repuesto en el cuarto de máquinas. si no sabían cómo hacer el arreglo o les costaba aflojar la canilla, lo mismo le podían pedir ayuda. Continuamente venían a tocarle el timbre por cual-quier estupidez, a él, a su esposa, con eso de que vivían en el edificio, dispo-nibles las veinticuatro horas. en cam-bio se rompía un cuerito y a ningún cogotudo parecía importarle. el agua les venía de arriba, subsidiada y todo. ni se les ocurría pensar que otros seres humanos, a no tantos kilómetros de distancia, pudiesen no tener redes de agua potable. Gente a la que el agua les venía de arriba, únicamente en forma de tormentas e inundaciones.

Le habían quedado empapadas las

zapatillas y el doble par de medias –costumbre propia de allá porque el invierno se hacía sentir más que en la ciudad, al invierno se lo comían cru-do–. también, los pantalones de su overol hasta las rodillas. el frío calaba peor en los pies que en cualquier otra parte del cuerpo. ese frío húmedo que, si no se iba a tiempo, podía joder los pulmones.

se fue pitando del 4to C, sin haberle avisado a la cogotuda. ni siquiera ce-rró la puerta porque no quiso avivarla. Pensaba volver enseguida y solucionar el caos. Bajó al cuarto de máquinas a buscar unos trapos con que secar el charco y, de paso, un cuerito nuevo y la caja de herramientas. Hizo los cin-co pisos por escalera, contando el que conducía al subsuelo. Quería evitar el ruido del ascensor, o cruzarse con otro vecino que pudiera sacarle char-

Godoy CERRADO.indd 72-73 7/16/14 6:25 PM

Page 38: Godoy [Final Web]

CRISTIAN GODOY SANTA RITA

74 75

la. Como tenía las zapatillas embarra-das, iba dejando huellas que más tarde tendría que ocuparse de limpiar. entró apurado a la “oficina”, la forma que te-nía a veces de llamar al cuarto de má-quinas. salvo las herramientas, metió el resto de las cosas en un balde que tenía una rajadura que él había arre-glado con cinta. Cuidaba la plata del consorcio como si fuera propia, así lo habían educado sus padres.

La rajadura se extendía como una cáscara de huevo que no terminaba de romperse. aunque Omar venía mo-viéndose con rapidez, se detuvo al pa-sarle un dedo por encima. a pesar de que la cinta suavizaba los bordes, sin-tió que se cortaba. se chupó el dedo y, mientras se ponía en cuclillas, recordó cuando él y sus hermanos cargaban los baldes con agua del pozo y la ponían a hervir en una olla bien grande. Una

vez que hervía, llenaban una palanga-na y, por último, le echaban un chorro frío para que se entibiara. así se baña-ban todos los días, con un tachito de lata en la mano.

no quería olvidarse nunca y por eso recordaba, pero sin tristeza. al prin-cipio vivían en una casilla de chapa y madera donde tenían instalada una bomba manual. esa palabra, “bomba”, que otros chicos de su misma edad en aquel momento, como los hijos de la cogotuda en la actualidad, tal vez hu-bieran podido relacionar con un atado de dinamitas, para Omar no había sido otra cosa más que una simple canilla a la intemperie con una manija grande. Lejos de toda explosión, el chorro que salía era grueso pero sin fuerza, entre-cortado. Con empujar dos o tres veces la manija alcanzaba para enjuagarse las manos y la cara, pero además era

Godoy CERRADO.indd 74-75 7/16/14 6:25 PM

Page 39: Godoy [Final Web]

CRISTIAN GODOY SANTA RITA

76 77

necesario llenar los baldes y transpor-tarlos hasta la casilla. Con esos baldes de agua congelada, la familia podía ba-ñarse y preparar la comida y el mate. Lo que no hacían era servírsela en un vaso porque no era potable.

Omar y sus hermanos no entendían por qué no podían solos con el balde. Mientras que el agua y el plástico pe-saban poco por separado, juntos ni siquiera conseguían levantarlos unos centímetros del piso. Cuando no en-contraban un adulto cerca, tenían que ingeniárselas entre dos: cada uno a un costado del balde, agarraban una parte de la manija con una sola mano y, a la cuenta de tres, ambos hacían fuerza en equipo y empezaban a caminar a los tropezones por el piso de tierra, en el terrenito del fondo. trataban de conte-ner tanto la respiración como el agua, sobre todo el agua, conscientes de que

si salpicaba demasiada cantidad fuera del balde, se multiplicarían los viajes desde la bomba hacia la casilla. Llega-ban siempre transpirados, con las ca-ras rojas.

Las veces que no alcanzaba la pla-ta para comprar bidones ni botellitas de agua mineral, no les quedaba otra que echar dos gotas de lavandina a la que tenían en casa y tomársela sin asco. Quién hubiera pensado en aquel entonces que el agua que sacaban del pozo tenía un sabor distinto, incluso mejor: menos ácido y menos amargo. Omar hizo el descubrimiento de adul-to, cuando probó el agua de la ciudad. al principio no podían tomarla, ni él, ni su señora. Le sentían un sabor feo que les daba náuseas. en tal caso, la encontraban más parecida a la de an-tes, pero después de enchufarle las dos gotas de lavandina. incluso el olor

Godoy CERRADO.indd 76-77 7/16/14 6:25 PM

Page 40: Godoy [Final Web]

CRISTIAN GODOY SANTA RITA

78 79

era como a desinfectante. Ya no tenía ninguna validez el versito que habían aprendido en la escuela de que el agua no poseía color, aroma ni gusto.

el padre de Omar trabajaba de cha-pista en una fábrica automotriz. tras años de esfuerzos y privaciones, dos de las palabras que más se le habían gastado en la lengua, como si fueran caramelos ácidos, pudo comprar otro terreno, más cerca de la ruta, donde construir una vivienda de material. Como en el cuento de los chanchitos, se mudaron de la casilla a una casa de cemento y ladrillo. La antigua bom-ba se pudo reemplazar por un motor eléctrico. Omar aún tiene el recuerdo de los hombres que llegaron una tar-de con una máquina que sonaba como una orquesta de taladros, más una va-riedad de herramientas que no se pa-recían en nada a las de su padre. Los

obreros perforaron un pozo de más de treinta metros en el patio de atrás. Para alcanzar los niveles de profundidad donde obtener agua potable, hubiese sido necesario excavar más metros y gastar más plata. sin embargo, en la fa-milia estaban felices y no les importó. a partir de ese momento, tenían una canilla en el baño, otra en la cocina, y de ambas salía agua.

a quién podría hablarle de estas co-sas en tierra de calefones y termotan-ques, se preguntaba Omar. Pero tenía que impedir que esos pensamientos le inundaran la cabeza, cortarlos de cuajo. así se lo habían aconsejado los que lo querían, y así se lo aconsejaba él mismo. no le hacían bien. Perma-necía quieto y de cuclillas en el cuarto de máquinas, excepto por el dedo que aún se deslizaba sobre la rajadura del balde. su mujer conocía la anécdota

Godoy CERRADO.indd 78-79 7/16/14 6:25 PM

Page 41: Godoy [Final Web]

CRISTIAN GODOY SANTA RITA

80 81

de memoria y siempre se le adelanta-ba en el relato, volviendo las palabras en su contra, repitiéndolas en el mis-mo orden y con las mismas pausas. La imitación le salía perfecta porque, para Omar, su historia admitía una sola ma-nera ser contada. en los peores días, ella llegaba a acusarlo de buscar lásti-ma y hacía la mímica de una violinista.

recordaba las veces en que él y sus hermanos se olvidaban de llenar el tanque antes de meterse en la ducha. desnudo y con la piel de gallina, Omar abría la canilla al máximo para que a lo sumo cayera un hilito de agua. Una vez que encendían nuevamente el mo-tor, previo intercambio de acusacio-nes entre los miembros de la familia, el tanque tardaba por lo menos veinte minutos en volver a llenarse. Por el contrario, en otras ocasiones se olvida-ban de apagarlo y terminaba rebalsan-

do. Mientras la familia se encontraba mirando la televisión, escuchaban el sonido del agua que empezaba a caer afuera y se asomaban por la ventana para ver si se había largado a llover. entonces salían corriendo todos jun-tos al galpón, donde estaba instalado el motor, como si hiciera falta más de uno para poder apagar la perilla.

Con el correr del tiempo, más el uso, aprendieron a calcular los niveles de agua que había dentro del tanque, ape-nas con observarlo desde el jardín de-lantero. tal vez alcanzaba a dibujarse la sombra del agua sobre la superficie, tal vez cambiaba el sonido según es-tuviera más lleno o más vacío, tal vez conocían de sobra los tiempos del mo-tor. ellos mismos no hubieran sabido explicar el método con precisión y, sin embargo, siempre terminaban dando en el clavo.

Godoy CERRADO.indd 80-81 7/16/14 6:25 PM

Page 42: Godoy [Final Web]

CRISTIAN GODOY SANTA RITA

82 83

el agua que el suelo les venía reta-ceando durante años, el cielo podía enviarla toda junta en unas pocas ho-ras. apenas golpeteaban las primeras gotas, en este caso de lluvia verdadera, había que atarse bolsas de supermer-cado en los pies antes de pisar la calle. en aquel barrio, “asfalto” era nada más que una palabra en el diccionario. Los vecinos, con el barro hasta el cuello, ca-minaban hasta la ruta, donde pasaban los colectivos hacia capital. Un poco de lluvia no era excusa para faltar al trabajo. Cuando allá también llegaba a inundarse algún barrio, las cámaras de los noticieros, y hasta algún funciona-rio público, no tardaban en aparecer.

La cama de Omar se había conver-tido en un bote salvavidas. esa noche se desataba un temporal récord. Él se despertó asustado y tuvo que abrazar-se las rodillas para evitar que sus pies

tocaran el agua. el cuarto era, al mis-mo tiempo, cocina y habitación de los hermanos varones; y a pesar de que la heladera no sirviera más como electro-doméstico, aún servía para electrocu-tarse. su madre en la habitación vecina se puso a rezarle a la Virgen de san-ta rita, de quien era muy devota, ya que todas las causas de los pobres son imposibles. Los hermanos escucharon sus lamentos por horas hasta que ama-neció y madre y lluvia se detuvieron. después aparecerían las manchas don-de el nivel del agua había alcanzado su punto más alto, como un chico que en-tusiasmado hizo marcas en las paredes para medir su crecimiento. Pasaron meses hasta que se pudo comprar la pintura, porque antes hubo que afron-tar gastos más urgentes.

Como también era urgente arreglar, de una vez por todas, el cuerito de la

Godoy CERRADO.indd 82-83 7/16/14 6:25 PM

Page 43: Godoy [Final Web]

CRISTIAN GODOY SANTA RITA

84 85

cogotuda. de eso Omar no se había ol-vidado en ningún momento, aunque tampoco se había movido del cuarto de máquinas. no se olvidaba del cho-rro cayendo por la pileta, luego por la alacena, luego por el piso. Las piernas le dolían de tanto estar agachado. Muy pronto, los vecinos se le echarían en con-tra si no aparecía y hacía algo. no podía seguir perdiendo más tiempo ahí, en el subsuelo. Para los cogotudos, el tiempo valía oro. Omar les había escuchado de-cir esa frase infinidad de veces. El tiem-po de ellos, solamente. sin embargo, él les hubiera discutido a muerte que el agua valía tanto o más que el tiempo de cualquier persona. Omar no se anima-ba a llevarles la contra en voz alta, pero sí les llevaba la contra en su cabeza. el agua también era oro. Y, en definitiva, es oro todo aquello que se pierde y ya no se puede recuperar.

entonces se obligó a ponerse en mo-vimiento y sujetó la manija del balde roto. ni siquiera cuando soltó la caja de herramientas y ocupó ambas ma-nos en levantarlo, consiguió despegar-lo un centímetro del piso. La cara se le había puesto roja y transpirada. sin darse cuenta, mantenía los ojos apre-tados a causa del esfuerzo, aunque no necesitaba mirar alrededor para saber que tendría que poder él solo porque no había nadie. ninguno de sus her-manos estaba cerca para ayudarlo a cargar con ese peso.

Godoy CERRADO.indd 84-85 7/16/14 6:25 PM

Page 44: Godoy [Final Web]

86 87

aCerCa de MÍ

nací en Buenos aires en 1983 y nunca más me mudé de la ciudad, de hecho, mi primera

mudanza hasta fue dentro del mismo edificio. Publiqué el libro de cuentos Galletitas importadas en 2011 en la edi-torial Pánico el pánico, y antes de las últimas regulaciones de la aFiP en materia de importaciones. ese mismo año –se ve que estaba con una buena racha–, mi primera nouvelle, Campeón, fue ganadora del Premio Municipali-dad de san salvador de Jujuy. algunos de mis cuentos vieron la luz del vela-

dor por primera vez en distintas revis-tas y antologías.

La costumbre de dar vueltas en las librerías me la pegó mi mamá. a los 10 años, me fanaticé con las novelas juveniles de terror. a mis 11, dejaron de asustarme. Un buen libro era aquel que me obligaba a dormir con las luces encendidas. Mi mamá les pidió ayuda a los libreros –porque yo no hablaba en los negocios–, decía: “el chico no se asusta” igual que si dijera: “el nene no me come” en el consultorio del pedia-tra. Hasta que una vendedora aconsejó que leyera a stephen King. a pesar de que la piba lo dijo en broma, yo le esta-ré por siempre agradecido.

el día que los perros aprendan a leer, dejaré de tener amigos humanos.

Godoy CERRADO.indd 86-87 7/16/14 6:25 PM

Page 45: Godoy [Final Web]

88 89

arte de taPa

Marisa RubioDetalle frame video: Cámara oculta (27’55”). 2013.

Cámara oculta de una de las sesiones psicoanalíticas de Clara S.

nací el 9 de marzo de 1976 en Buenos aires. a mediados de 1987 viajé a Ushuaia con mis

hermanas para reunirnos con nuestros padres, donde tuve una singular for-mación primaria y secundaria acom-pañada por mis primeros intentos de estudiar piano.

en 1994 viajé a Córdoba (gracias a una beca), para empezar a estudiar Letras, Filosofía y Violín (UnC), pero

tuve que abandonar por un viaje re-pentino a Buenos aires. Una vez ahí empecé y abandoné varias veces la Li-cenciatura en Composición (C. L. Bu-chardo) y Bellas artes (Prilidiano Pue-yrredón), para finalmente recibirme en 1998 de Licenciada en Bibliotecología como estudiante libre.

a partir de 2004 cursé algunos ta-lleres y clínicas de arte hasta que en 2006, con el video Casa (<www.youtu-be.com/watch?v=hgLrQswmkm8>), empecé a dedicarme casi exclusiva-mente a una serie de proyectos entre los que se encuentran Quehué, Inter-Garden y la Teoría del quehacer actoral cotidiano para intérpretes.

Participé de varias muestras tanto dentro como fuera del país, obtuve algunos premios, subsidios y becas, y actualmente vivo y trabajo en Buenos aires.

Godoy CERRADO.indd 88-89 7/16/14 6:25 PM

Page 46: Godoy [Final Web]

90 91

Textos sobre la obra. Descripción general

Las palabras que describen mi tra-bajo actualmente son “nómada” e “infiltración”. No sólo soy nómada en cuanto a los lugares físicos donde vivo y trabajo, sino que también en cuanto a las identidades o heterónimos median-te los cuales lo hago. el método con el que opero a partir de estos personajes es la infiltración.

en este sentido, mi interés funda-mental es interactuar con distintos circuitos o dimensiones dentro de la realidad, mediante perfiles diseñados para cada caso, y que esa interacción sea independiente una de otra.

desde 2008 trabajo en la producción y desarrollo de la “teoría del queha-cer actoral cotidiano para intérpretes”, inscripta bajo el nombre de naranja

M. Q.1 es un proyecto con el que me propongo investigar los márgenes de la interpretación mediante la repre-sentación de un personaje (naranja M. Q.) que va llevando a cabo tanto su carrera como actriz como su propia teoría sobre la actuación. esta teoría no sólo incluye las reflexiones sobre las incursiones de naranja dentro del circuito de las artes escénicas, sino que también es el resultado de sus explora-ciones y análisis sobre los límites de la actuación afuera del escenario, para lo cual crea y desarrolla personajes (He-lena L., Clara s., etc.) con los que opera cotidianamente en el mundo real, y a partir de los que expone y fundamen-

1. se citan los nombres de los personajes Cla-ra s., naranja M. Q. y Helena L. con el nombre propio y la primera inicial de su apellido ya que el hecho de que sean publicados en relación al nombre de Marisa rubio podría perjudicar el avance del proyecto. [n. de M.r.]

Godoy CERRADO.indd 90-91 7/16/14 6:25 PM

Page 47: Godoy [Final Web]

92 93

ta los temas principales de su teoría. dichos personajes evolucionan y se despliegan en la vida cotidiana de ma-nera tal que la mayoría de ellos operan dentro de un circuito determinado sin interposiciones entre sí, como si se tra-tase de dimensiones paralelas.

Sobre la “Teoría del quehacer actoral cotidiano para intérpretes

esta teoría sobre actuación sitúa al intérprete (performer) frente a un pú-blico-actor que no es consciente ni de que es público ni de que está actuando, pero que participa del acto por la con-ciencia del intérprete que lo constituye como tal.

el público-actor está compuesto por la gente del mundo y la escena se da en los hechos cotidianos, en donde el su-

ceso real pasa de ser un acontecimien-to cotidiano a ser una acción realizada por un personaje dentro del mundo real, el cual se convierte en escenario sólo para la conciencia del intérprete, que se somete a la prueba de esta ex-periencia. Al hacer ficción dentro de un acontecimiento real, actuando un hecho cotidiano, se tensa la capacidad interpretativa del intérprete, que se ve obligado a investigar e interiorizarse sobre el principio del personaje que re-presenta, llevarlo a escena (el mundo real) y transformarlo en un personaje integrado con la realidad en la que se está presentando.

La “teoría del quehacer actoral co-tidiano para intérpretes” se divide en dos grande secciones:

• Una parte práctica con ejercicios e instrucciones progresivas para

Godoy CERRADO.indd 92-93 7/16/14 6:25 PM

Page 48: Godoy [Final Web]

94 95

llevar a cabo este tipo de actua-ción, tales como los ejercicios o personajes: Clara s., Helena L., naranja M. Q., J. L., entre otros.

• Una parte teórica donde se re-flexiona sobre los roles del in-térprete (performer), del público-actor y sus diferentes grados de conciencia, y donde se desarro-llan conceptos inherentes a este nuevo método actoral (la figura del tutor, el guión preguionado, etc.).

Sobre las sesiones de Clara S.

Para que pueda comprenderse el con-tenido del libro Las sesiones de Clara S. comenzaré por describir al personaje y exponer tanto sus características gene-rales como su desarrollo particular.

el ejercicio-personaje Clara s. consis-te en una performance que se desarrolla a lo largo del tiempo y toma como es-cenario el mundo real. Forma parte del conjunto de performances mencionadas anteriormente, las cuales están agru-padas bajo el nombre de ejercicios en la “teoría del quehacer actoral cotidia-no para intérpretes”. Clara S. se define dentro de esta teoría como un ejercicio de improvisación, desarrollo de la me-moria actoral, caracterización y cons-trucción de la psicología del personaje. este ejercicio se divide en dos etapas:

• La primera etapa es introspecti-va: Clara asiste como paciente a sesiones psicoanalíticas en dos entidades de salud desde junio de 2011 a agosto de 2012. aquí se desarrollan los ítems ante-riormente citados y se analiza la

Godoy CERRADO.indd 94-95 7/16/14 6:25 PM

Page 49: Godoy [Final Web]

96 97

presencia de una única persona como público-actor a lo largo del tiempo: el psicoanalista, de quien en todos los casos se reser-va su identidad).

• en la segunda etapa del ejercicio, una vez que Clara ha compuesto su personalidad y ha creado una biografía, pasa a desenvolverse en el mundo como cantautora, componiendo sus temas y desa-rrollando su carrera acorde a la personalidad creada anterior-mente. toma clases de canto, donde comienza a vincularse con el medio participando de eventos como cantante y como público.

Sobre la etapa introspectiva2

Clara comenzó desarrollando sus sesiones analíticas en el Hospital ame-ghino. a principios de marzo de 2012 su psicoanalista sufrió un accidente no pudiendo continuar con las sesiones hasta mediados de junio, fecha en que se le informó que podría continuar con su terapia.

a raíz de esta circunstancia, conse-cuencia de que opera sobre el mundo real y sus aconteceres, el personaje su-frió un desdoblamiento, teniendo que comenzar a analizarse en otra insti-tución llamada Centro dos, pero esta vez desarrollando su historia desde el final.

Para facilitar la comprensión de la operación que se llevó a cabo llama-

2. a la que pertenece el video Cámara oculta, que ilustra la tapa.

Godoy CERRADO.indd 96-97 7/16/14 6:25 PM

Page 50: Godoy [Final Web]

98 99

remos a los dos personajes Clara 1 y Clara 2.

Clara 1 (Hospital ameghino) impro-visa en cada sesión su historia, toman-do como punto final la personalidad de Clara 2 (Centro dos). Por otro lado, Clara 2 desarrolla la improvisación de su historia teniendo como finalidad la personalidad de Clara 1. en un punto ambos personajes se superponen e in-terpretan –como si fuese un guión– las acciones y temas desarrollados por el personaje opuesto.

de este modo la etapa introspectiva del ejercicio pasa a dividirse en dos nuevas etapas:

• La primera etapa consiste en la improvisación y creación del personaje.

• La segunda etapa (cuando am-bos personajes llegan a un mis-

mo punto desde lugares opues-tos) consiste en que cada Clara interpretará el papel de la otra Clara como si fuese un guión.

Godoy CERRADO.indd 98-99 7/16/14 6:25 PM

Page 51: Godoy [Final Web]

Que los árboles muertos en este papel

vuelvan a crecer árbolescuando mujeres y hombres

hayan saciado su sed de conocimiento.

se terminó de imprimir enTecno Offset, José Joaquín Araujo 3293, CABA,

en abril de 2014.

Godoy CERRADO.indd 100 7/16/14 6:25 PM