Gil, Luis. La Ideología de La Democracia Ateniense.

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La ideología de la democracia ateniense Luis GIL Antes de entrar de lleno en materia es muy recomendable establecer unas precisiones terminológicas y conceptuales que tomaremos prestadas de la mo- derna sociología y ciencia política. Tras describir las tres grandes corrientes ideológicas actuales: conservadurismo, liberalismo y socialismo, el politólogo americano Kay Lawson advierte que no incluye la democracia entre las ideo- logias, porque tanto la democracia como el autoritarismo no son designacio- nes de ideologías políticas, sino más bien términos descriptivos de la relación existente entre los ciudadanos y el poder. La democracia es sólo un sistema de gobierno y precisamente por ello no se substrae a la regla general de todos los regímenes políticos de hallarse en lo que N. Hagopian 2 denomina una re- lación simbiótica con la ideología. Un poder sin justificación ideológica difi- cilmente se mantiene. Y a su vez toda ideología necesita el poder político para realizarse de Jacto. Entre régimen político e ideología hay siempre una relación de interdependencia, bien sea la ideología previa a la instauración de éste, bien haya sido elaborada a posteriori y ex professo para justificar un poder que se detenta. Pero, ¿qué debe entenderse en realidad por ‘ideología’? El término, acuña- do por Destutt de Tracy en 1797 para designar una nueva ciencia de creación personal suya, a saber, la ciencia de las ideas, que explicada la manera en que éstas se forman y daría criterios para distinguir las falsas de las verdaderas, tomó después carta de naturaleza en la sociología décimo-nónica a través del positivismo francés, pero fueron Marx y sus seguidores quienes lo populari- 1 The human polity. An introduction topoliticalscience. Boston, 1985, p. 119. 2 Regimes, movements and ideologies. 4 compara/tve introduction /0 political science. New York-London, 1984. Cuadernos de Filología Clásica. N.’ 23-39-50-1989. Ed. Universidad Complutense. Madrid.

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Gil, Luis. La Ideología de La Democracia Ateniense.

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  • La ideologa de la democracia ateniense

    Luis GIL

    Antes de entrar de lleno en materia es muy recomendable establecer unasprecisiones terminolgicas y conceptuales que tomaremos prestadas de la mo-derna sociologa y ciencia poltica. Tras describir las tres grandes corrientesideolgicas actuales: conservadurismo, liberalismo y socialismo, el politlogoamericano Kay Lawson advierte que no incluye la democracia entre las ideo-logias, porque tanto la democracia como el autoritarismo no son designacio-nes de ideologas polticas, sino ms bien trminos descriptivos de la relacinexistente entre los ciudadanos y el poder. La democracia es slo un sistemade gobierno y precisamente por ello no se substrae a la regla general de todoslos regmenes polticos de hallarse en lo que N. Hagopian 2 denomina una re-lacin simbitica con la ideologa. Un poder sin justificacin ideolgica difi-cilmente se mantiene. Y a su vez toda ideologa necesita el poder poltico pararealizarse deJacto. Entrergimen poltico e ideologa hay siempre una relacinde interdependencia, bien sea la ideologa previa a la instauracin de ste, bienhaya sido elaborada a posteriori y ex professo para justificar un poder que sedetenta.

    Pero, qu debe entenderse en realidad por ideologa? El trmino, acua-do por Destutt de Tracy en 1797 para designar una nueva ciencia de creacinpersonal suya, a saber, la ciencia de las ideas, que explicada la manera en questas se forman y dara criterios para distinguir las falsas de las verdaderas,tom despus carta de naturaleza en la sociologa dcimo-nnica a travs delpositivismo francs, pero fueron Marx y sus seguidores quienes lo populari-

    1 The human polity. An introduction topoliticalscience. Boston, 1985, p. 119.2 Regimes, movements and ideologies. 4 compara/tve introduction /0 political science. New

    York-London, 1984.

    Cuadernos de Filologa Clsica. N. 23-39-50-1989. Ed. Universidad Complutense. Madrid.

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    zaron, aunque con cierta connotacin peyorativa, como designacin de un sis-tema de creencias con injustificadas pretensiones de cientificidad. Y en estesentido lo entiende algn fillogo clsico como falsa conciencia derivada deun condicionamiento cultural inconsciente y en ltima instancia reductible alas relaciones de produccin y a las estructuras de la sociedad. Pero esta ma-nera de concebir la ideologa se queda algo estrecha para nuestro propsito.

    Mucho ms sugestiva para un fillogo clsico es la de Alvin W. Gould-ner que ve en la ideologa un sistema de signos y de reglas para usarlos conla finalidad de justificar y de movilizar proyectos de reorganizacin social.Pero e] hecho de que las ideologas realicen esta funcin de un modo racional.justificando sus aserciones, de tal manera que la orden se base en el informe,las hace semejantes a los denominados por el sociolingista Basil Bernsteincdigos lingsticos elaborados que explicitan los principios y operacionesmentales subyacentes al mensaje, frente a los cdigos lingsticos restringi-dos en los que stas y aqullos quedan relativamente implcitos. Por lo de-ms, es un hecho conocido que cada ideologa tiene su lenguaje peculiar, biense fabrique su propia terminologa, bien d un sentido diferente del habituala trminos del lnguaje corriente.

    A partir de esta constatacin, dentro del mbito de la filologa clsica, sehan podido realizar estudios sobre el vocabulario ~ocial, como el de WalterDonlan que arrojan cierta luz sbre el tema que nos ocupa. Donlan se ha en-cargdo de hacer un elenco de trminos socio-polticos 6 desd el epos hom-rico hasta finales del siglo V, cuy distribucin en grpos semnticos yulte-rior cotejo permite llegar a la conclusin de que la terminologa socio-polticadel tico clsico es una creacin de la aristocracia con la finalidad propagan-

    In senso foe, cf. Oddone LONGO, Techuiche della comunidazione e ideologie social nel-la Grecia antica, QUCC 27, 1978 p. 65, n 14.

    La dialctica de la ideologa y la tecnologa. Madrid, 1978,p 84.Social vocabulary andits relationship lo political propaganda. QUCC27, 1978, Pp. 95-111.Entiende por tales las palabras o expresiones que pueden caracterizarse como designacio-

    nes normativas de grupos y subgrupos que afirman o implican rango o status poltico, social yeconmico o alternativamente terminos de valoracin empleados-por un grupo o un individuocon la intencin consciente de identificar grupos o individuos y de asignarles.sus respectivas po-siciones dentro de la estructura social.

    Los grupos semnticosque establece son: 1) denotaciones de valor en general (yatI;, eut-X~, ~l~roq KaKc, xEptov, BmX); 11) de linaje (eyevf~, Eunatg158, ysvvaTo~, KaKOltcttpt;);III) adjetivos de valor con una connotacin tica o intelectual (Viet6;, ~p~Oqto;, dxppov,watRo, 2rovip=l:IV) de posicin econmica (zrxoo;, emropo, Iraz;, ropo, Irvr~; V) decantidad (Xiyoi, 8~go, S1Mtn~;, &n~xoKpa-rucq xXo;, irX~o;, d noAXol>; VI) de distincin ~estilo (%ctpte(q, &svct-rq, brtcpavtr. e8ahtow, KtIX; KdyaOq, gya). Los trminos de valor agru-pados en 1) dejan de ser indicadores de clase en el siglo V y en el IV denotan la vala personalsin referencia alguna al status social y poltico. Los indicadores de linaje (II), ausentes en el eposhomrico y Hesodo, aparecen en la lrica y a comienzos del perodo clsico y aumentan en elsiglo V. En este siglo crecen los indicadores de vala tica e intelectual (III>, los de referencia eco-nmica (IV> y los de cantidad (y), apareciendo como una novedad los denotadores de distinciny estilo (VI).

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    dstica de convencer al populacho de que las clases superiores con su Euys-vsta. su buena educacin y mayores recursos econmicos estn ms capacita-das que las clases inferiores para ejercer las funciones de gobierno. Pero, comose ver despus, cabe extraer tambin de su trabajo otras conclusiones que sele quedaron en el tintero.

    De momento, reanudemos el hilo de la exposicin volviendo al conceptode ideologa, que en su sentido estricto es para Kay Lawson la aplicacin pro-gramtica y retrica de un amplio sistema filosfico que impulsa a los hom-bres a la accin poltica y les proporciona una gua estratgica para dicha ac-cin. Efectivamente, en toda ideologa hay aspectos estructurales y aspectosfuncionales. Los primeros son esa su relacin con un sistema filosfico, el pro-grama que deriva de ste y la estrategia para llevarlo a cabo. Los aspectos fun-cionales, es decir, lo que hace la ideologa en el mbito de la poltica, derivandel elemento retrico que mueve a la accin para llevar a efecto el programa.Las ideologas tratan de aplicar y de concretar algunos principios filosficosabstractos y presumen de encarnar lo verdadero. Pero si los sistemas filos-ficos son descriptivos, dicen cmo son las cosas, las ideologas son prescrip-tivas, sealan lo bueno en el statu quo que debe mantenerse y lo malo quedebe eliminarse o cambiarse. Y por este rasgo peculiar suyo necesitan el auxi-ho de la retrica o arte de la persuasin para que sus preceptos convenzan ysean llevados a efecto, lo que supone que se cumplan los requisitos sealadospor Platn en el Fedro y por Aristteles en su Retrica, a saber, el razonar l-gicamente y el conocimiento tanto de las diversidades de caracteres humanos,como el de las pasiones y la manera de excitaras. Esto ltimo se logra omi-tiendo ciertas cosas y dando una importanciaexagerada a otras, es decir, reem-plazando la argumentacin lgica completa por otra que prescinde delibera-damente de los datos, por relevantes que sean, de dificil acomodo a quod eraldemonstrandum. Y gracias a este elemento retrico se cumplen las funcionesde las ideologas, que son fundamentalmente tres: la justificacin de las insti-tuciones existentes, legitimando al gobierno o al grupo que detenta el poder;la movilizacin a la accin poltica, jugando con los miedos y esperanzas dela gente mediante las tcnicas de la propaganda (simbolismo, repeticin, sim-plificacin, chivos expiatorios); y por ltimo, el establecimiento de un siste-ma de categoras o casilleros mentales para contemplar, interpretar y organi-zar a su travs la realidad, agudizando la sensibilidad para la captacin de cier-tos hechos y embotndola para la percepcin de otros.- Evidentemente, no todos los rasgos que definen las ideologas en el senti-do moderno pueden encontrarse en sus correlatos antiguos. Si se hace hinca-pi en su dependencia de un sistema filosfico, no podra hablarse de ideolo-gas hasta despus de Platn y Aristteles, cuando el pensamiento poltico searticula dentro de una concepcin global del hombre y del universo. Por elloes preferible operar con un concepto ms laxo de ideologa como conjunto de

    Op. cii. (en nota 1), p. 295.

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    creencias y actitudes sobre (y frente a) las instituciones sociales, polticas y eco-nmicas, basado en una valoracin de la naturaleza humana. Sentado esto, alser la democracia ateniense resultado de una larga evolucin histrica, se plan-tea el problema de optar por un enfoque diacrnico o sincrnico del tema. Sicomo se va a hacer en este trabajo se elige la primera alternativa, se imponela necesidad de una sistematizacin cronolgica, que podra establecerse dis-tinguiendo un perodo de formacin del rgimen democrtico hasta la refor-ma de Clstenes (508), otro de consolidacin hasta la muerte de Pendes (432)y una ltima frase de radicalizacin, desde esta fecha hasta finales del siglo V.Establecida esta periodizacin no es dificil concluir, en la ausencia de un pen-samiento poltico sistemtico, que en todos estos perodos los aspectos fun-cionales de la ideologa primaran sobre los estructurales y que, si en los pe-riodos de formacin y consolidacin del sistemademocrtico prevalecera lafuncin movilizadora, en la fase de radicalizacin seran la justificadora y lamentalizadora las funciones predominantes de la ideologa democrtica. Es enella precisamente cuando se puede hablar con propiedad de una ideologa adhoc.

    Aclarado esto, llega el momento dc enfrentarse con el problema de las fuen-tes y la desoladora constatacin de que la mayora de ellas son muy crticas,cuando no declaradamente hostiles a ese sistema de gobierno. Baste recordaral Viejo Oligarca, al propio Scrates, a Jenofonte, Platn y Aristteles entrelos autores de obras de carcter ms o menos filosfico y a Tucdides entrelos historiadores. Este fenmeno no cabe explicarlo, como se ha ensayado ha-cerIo, diciendo que, cuando reina el consenso en lo fundamental, son las cr-ticas de los defectos y no las loas de las virtudes las que se dejan oir. Ms biendebe ponerse en relacin con las tcnicas de la informacin, fundamentalmen-te orales, en uso hasta finales de la poca clsica. En una sociedad parcialmen-te alfabetizada, como era la ateniense del siglo V, segn ha puesto de relieveOddone Longo ~, la comunicacin oral se contrapone como mediuni abierto,de libre difusin, a la escritura entendida como registro cerrado ~.

    Las consignas, las alabanzas, las justificaciones de la democracia, tenancomo vehculo de difusin la oratoria, donde, como es lgico, el componenteretrico de la ideologa resaltara con mayor relieve, y con la oratoria tambinla tragedia tica, entre cuyas funcones socales estaba la de hacer las laudesAthenarum ante las delegaciones de los aliados que acudan a las representa-ciones teatrales. Como es natural, la inmensa mayora de las palabras aladasse las llev el viento y de la antigua oratoria slo nos ha llegado lo que tenaun valor magistral. Ahora bien, los oradores se ocupan de casos pblicos o pri-vados concretos y sus alusiones a los principios de la democracia dan por sen-

    Cf. art. cit. (nota 3).lO Con diferente enfoque llegaba yo a una conclusin similar en mi ya viejo trabajo, El logos

    vivo y la letra muerta (En torno a la valoracin de la obra escrita en la Antigedad), E,nerta27, 1959, Pp. 239-68.

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    tadas muchas cosas y no pueden desarrollar, lgicamente, un pensamiento sis-temtico. Una excepcin a la regla son los logoi epitapl-zioi, especialmente elpuesto en boca de Pendes por Tucdides en el libro II de su Historia y la pa-rodia del Menxeno, atribuida por Platn a Aspasia, as como el Panegihco yel Panatenaico de Iscrates, algunos discursos dispersos en la obra tucididea(v.gr. los del siracusano Atengoras) y el muy importante mito del Protgorasplatnico.

    Ni que decir tiene que la funcin predominante en este tipo de literaturaes la de justificacin del sistema y la de mentalizacin de la gente. Por ello eslcito preguntarse por la orientacin tomada por ideologa democrtica en lafase movilizadora que pudiera plasmarse en lemas o consignas reductibles aeso que los alemanes llaman Sch/agwrter o palabras impactantes. A poste-riori, y con una presentacin tendenciosa de los hechos Platn da por sentadoque la democracia (8r~goicpa-ric) se origina cuando los pobres se imponen albando contrario, matan a unos, destierran a otros, dan igualdad de partici~ia-cin en los derechos de ciudadana y en las magistraturas, y establecen un sis-tema de sorteo para el desempeo de stas. Como resultado de semejante or-denacin o, mejor dicho, desorden la ciudad se llena de libertad (Xsu~-p

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    esto nos hace pensar que los primeros impulsos para el establecimiento del sis-tema democrtico no pudieron.venir exclusivamente de-las diferencias de ni-vel econmico. Siendo la pois, en la -que el rgimen democrtico tiene - suasiento, una creacin de la sociedad-arcaica en su totalidad, se plantea el pro-blema de cmo imaginarse esa sociedad. Frente a la concepcin gentilicia ypiramidal de autores ya clsicos como Glotz y ms recientes como A. Andre-wes o W.O. Forrest, los estudios de D. Roussel ~y F. Hourriot ~ sobre lanaturaleza de las 9uXu y ~parpai han postulado la inexistencia en Grecia deuna organizacin gentilicia similar a la de Roma. El trmino yvoq no es elequivalente de gens y en los siglos VI y V designa a los miembros de las casasreales o de corporaciones cultuales llamados y~vvfitat. La unidad fundamen-tal de la sociedad homrica y arcaica era el olico;, siendo las ~pwrpat y lasq?si agrupaciones defensivas, dificiles de definir, en las que entraban porigual nobles y gentes del comn. La lnea de demarcacin social no puede es-tablecerse entre nobleza y demos, o entre clasesposesoras y clases desposei-das, sino entre libres y esclavos. Las diferencias entre los diferentes estratosde hombres libres no eran insalvables. Es ms, la tctica militar de la falange,en la que la infantera substituye como arma de eficacia decisiva a la caballe-ra, dio una importancia capital a la asamblea de hoplitas, a cuyas resolucio-nes ya venan recurriendo los poderosos en su pugna por imponerse a sus ri-vales. De esta manera, se institucionalizara su poder. En una palabra, la or-ganizacin-social de los griegos, al carecer de las rgidas estructuras jerrqui-cas de la romana, con sus.gentes dominantes, con sus clientelas y su tajantedivisin entre patricios y plebeyos, favoreci el desarrollo de la democracia.Hacia el 600 aL. en Atenas, Mitilene y Lesbos la asamblea tena ya el carc-ter de una institucin poltica con capacidad decisoria.

    Pero esta teora, que codifica, por decirlo as, Karl-Wilhem Welwei ~, apar-te de dejarnos en la mayor oscuridad sobre la ndole de la 9uXfJ, de la 9parptay de tantos puntos del derecho tico, no es en realidad necesaria para explicarel relativo igualitarismo o nivelacin social de la sociedad griega de la pocaarcaica que se hallara en los orgenes de la democracia. Ese igualitarismo sejustifica mucho mejor con la teora gentilicia comnmente admitida.

    Correspondiendo la propiedad de la tierra al ytvo;, las desigualdades eco-nmicas derivaran inicialmente del reparto de aqulla; ya que, sin duda al-guna, los mejores lotes se los reservaran los jefes de los clanes. Con todo, es-

    ~ ~Phratries in Hmer, Hermes 89, 1961, Pp. 129-140, Philochoros on phratries, JHS SI,1961, 1-15.

    The emergence of Greekdemocracy, London, 1966 (traducida por m al castellano cn elttulo de La democracia griega. Trayectoria poltica. Madrid, cd. Guadarrama, 1966).

    6 Tribu et cit. ude sur les groupes sociaux dans les cits grecques aux poques archaiqueet classique. Paris, 1976.

    Recherches Sur la nature du genos. rude disistoire soale athnienne - priode ardtai4ueet classique, 1-II, Paris, 1976.

    ~ Adel und Demos in der frhen Polis, Cymnasium 88, 1981, 1-23.

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    tas desigualdades se acrecentaran hasta extremos insoportables con la inven-cin de Ja moneda y el desarrollo de prcticas usurarias. En este momento esdonde se debe situar la transicin de un sistema de propiedad comunaL, la delytvo;, a un sistema de propiedad familiar e individual. AL no set lapropiedadde la tierra enajenable, era el producto de sta la nica garanta pata el acree-dor y de ah la situacin de los tic-rfjgopot en que caan los miembros del ge-nos insolventes y la esclavitud por deudas que afectaba a los integrantes delos pyEO)VSg no encuadrados dentro del sistema gentilicio. El trnsito de unaeconoma natural a una economa monetaria produjo esas tensiones socialesque la reforma de Soln pretendi resolver. La separacin entre libres y escla-vos ya no se estableca entre connacionales y extranjeros, sometidos o com-prados, sino tambin entre acreedores y deudores insolventes, reducidos a laesclavitud o a un estado de servidumbre rural por el impago de sus deudas.

    Y sta fue la situacin a la que Soln (ca. 594) tuvo que hacer frente al asu-mit el encargo de darle una solucin satisfactoria para todos. Al estado criticoa que la codicia y los desafueros haban conducido a Atenas Soln lo deno-mina buovoiiiri (3, 31). A sta le contrapone la ~vogit~ o buena Ordenacinsocial que slo puede lograrse evitando la concentracin del poder y la rique-za en unos pocos, asegurando Ja libertad de todos los ciudadanos con la su-presin de la cuasi-servidumbre rural (aswxi3atrz) y de la esclavitud por deu-das (jn~ iti cot; atb~arn5av~istv) y el establecimiento de la igualdad de losciudadanos ante la ley, fijando el vjio; pertinente. Pero es precisamente enla determinacin de la igualdad en sus justos lmites donde reside el quid dela svolin. Hay que impedir, como podran querer los pobres una iaoiiopa,porque eso supondra equiparar a los cn3Xo con los KcLlcoi. Honores y poderpoltico se deben repartir equitativamente con las cargas, porque as lo exigela Scrj; y de ah eL establecimiento de las cuatro clases censitarias y la cons-titucin timocrtica diseada por el genio poltico de Soln. La pstf> para lresida en la justicia orientada hacia el equilibrio social.

    En la obra poltica de Soln y en su pensamiento, expuesto en sus elegas,destacan algunos puntos que se habran de convertir andando el tiempo enlos Schlagwrer o lemas de la ideologa oligrquica: el concepto, ya mencio-nado, de stSvollta o buena ordenacin, al que los demcratas opondran el deidoVO)XU; y cierta correlacin entre las nociones de mrito, riqueza y justiciaquele aproxima el pensamiento de Hesodo. Para Hesodo, en efecto, la &pe~viene a confundirse con la riqueza, o mejor dicho, con un enfoque parecidoal de la moral protestante, segn la describiera Max Weber, la riqueza es Jamanifestacin visible de la dp~-r~, ya que Zeus concede la riqueza a quien cum-ple con dos preceptos suyos, el trabajo, cuya necesidad la fundamenta el mitode Prometeo (Erg. 42-105)y la justicia, que es el vixos dado por Zeus (y. 276>a los hombres, superando la ley del ms fuerte imperante en el mundo animal.

    Soln no haba empleado el adjetivo loo;, ni ningn compuesto con lpara calificar sus leyes. Refirindose a ellas dice saiog 8 goUug r@ 1cttlc@-re icyaO@.. typawa (24, 18) en clara alusin a una igualdad relativa o geom-

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    trica y no a una igualdad absoluta o aritmtica. Para la nocin, pues, de igual-dad ante la ley a la que alude evidentemente el contexto antenor, Soln noemple el trmino iaovotta cuya primera aparicin corresponde al flarmo-dio, el conocid escolio tico (cf. -rs vv przvvov iaavt-trjv iaovgou; xAl3tva not~o4-t~v), en la forma adjetival iavjio, que define Hesiquiocom iooispfi; (invo~tov. icropap;), en clara alusin a la igualdad ai-itmi-ca rechazada por Soln. Se ha discutido mucho el significado primitivo delabstracto, dividindo~e las opiniones d los fillogos entre quienes lo ponenen relacin directa con v4tav (~avoIot lo repartido por igual, en referenciaprimero a una redistribucin equitativa de tierras, es, decir, a un 7 va&ia-pg. y secundariamente puesto en relacin con vpo; con el significado deigual ante la ley) y La de quienes lo estiman un derivado secundariode vp.og,como recientemente Pter Frei , cuyo parecer compartimos plenamente. SiSoln haba rechazado la iuokotpa (fi. 23,21 0.), es lgico pensar que sobreel modelo de esta palabra y el de evo$xa se creara el abstracto ioovopl20 so-bre el adjetivo ya existente ivojio;. En contra de la opinin de Viktor Eh-renberg ~ que ve reflejarse en ellema de iaovopi las prelensiones de los no-bIes a la igualdad de poder ante la tirana, nos parece ms probable la de PeterFrei que la considera lSc-hlagwort de la faccin de Clswnes frente a sus oponemes aristocrticos para significar que la svopa soloniana resultaba ya in-satisfactoria y que en el futuro todos deberan tener igual participacin en elgobierno.

    Si por icrovopin se entendi desde un primer momento tambin la igual-.dad ante la ley, es algo que puede postularse a ttulo de hiptesis. Los textos.sin embargo, emplean el trmino en los inicios de su andadura histrica conel significado de igualdad de participacin politic&, con un progresivo des-plazamiento semntico hacia la preponderancia del primer miembro en el sen-tido global dcl compuesto. En Herdoto (III 80,6) icrovopin designa el gobier-no del pueblo (n2coq &p~ov), equivaliendo a &~toicpata. En esta acepcinlo emplea precisamente Otanes en l clebre debate de las tres constituciones,mencionando como rasgos caractersticos suyos el sorteo de las magistraturas,la rendicin de cuentas de los magistrados y el pblico debate de los asuntosde gobierno loo%apxrv ; -t Kotvv>. Herdoto, pues, entiende por icrovo-p no ya la mera igualdad ante la ley, sino la igualdad de participacin en elestado y el poder. En estrecha relaci con tXcu0spf (III 142, 3s., VI 123,2)implica, por un lado, la kr~yoph~ (y 78) y por otro la aoicpwr(fl (V 92) enviva oposicin con la tirana.

    En este corrimiento semntico del trmino a enfatizar la igualdad se refle-ja vivamente la funciii movilizadora de la ideologa democrtica. La icrovo-

    ISONOMEA. Polhik ini Spiegel der griechisehen Wortbildungslehre. MH 38, ~98l,205-219.

    ~ Art. ch., p. 2I& - -~ RE. Suppl. VII, 1940. ;.v. lsononiia. coL 295.

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    pa ser la consigna de las clases censitarias inferiores solonianas (los Ofl-ts; ylos ~suyt-rat)en su pugna por obtener el acceso a las magistraturas superioresque se vera satisfecha con la reforma de Efialtes. Una importante excepcina esta corriente de igualitarismo la representa el Pericles del logos epitaphiostucidideo (II 34-46). Para l, los atenienses cuyo sistema de gobierno recibe elnombre de 8~jsoicpata por atender al beneficio de los ms, no slo tienenigualdad ante la ley, sino igualdad de oportunidades, sin que los condiciona-mientos de linaje o de fortuna obstaculicen el reconocimiento de los mritospersonales, lo que supone que la absoluta igualdad (-t taov) slo se les garan-tice npq -r t8ta. En la vida pblica (itp; d Kolv) es la vala personal y susmerecimientos lo nico que cuenta. Y de la misma manera que los atenienseshacen un uso conecto de la igualdad que su rgimen poltico les ofrece, tam-poco abusan de la libertad que les permite tanto en su vida pblica como pri-vada. Libertad para ellos no significa libertinaje, es decir, la exencin de todaautoridad o cortapisa moral. Son obedientes a las leyes, respetuosos con su sen-tido del deber y disciplinados con sus magistrados.

    Con todo, esta concepcin aristocratizante de la ioovogia a la muerte dePendes result en exceso restrictiva y conservadora. La nocin de lo justo yla nocin de igualdad se asocian progresivamente hasta hacerse casi sinni-mos -t taov y t Biicatov. Los compuestos como iaowlypia, Laonpa y losnombres propios en Iso (a comienzos de siglo, por una curiosa paradoja, sloest atestiguado el del rival de Clstenes, Isgoras) se ponen de moda. Si el de-fecto propio de la tirana era la irXsovs~ia y la piXonpia, la codicia y la am-bicin, las virtudes propias del rgimen democrtico seran i~ -roO icrou -npfi(que contrapone precisamente Platn a la ,rXsovs~ia, Rep. 359 C como lo jus-to) y la laovoga. Pero, si la ,rXsovs~a entraaba el ,tXov ~~stv,la icrovognimplicaba el tao; vgo; que podra muy bien definirse como taov ~stv. Eladjetivo substantivado -t taov y el abstracto iatr~q (ya no se siente la nece-sidad de refenirse al segundo miembro) reemplazan al viejo trmino iaovoilacomo slogans de la democracia radical en los ltimos aos del siglo V. La evo-lucin puede seguirse muy bien en el teatro euripideo. En la respuesta de Te-seo en Los suplicantes al heraldo tebano que pregunta porel -rpavvoq de Ate-nas, se le corrige advirtiendo que la ciudad es Xsupa, que no la gobiernaun solo hombre sino el demos con relevo anual en el poder, precisando comoel Pendes tucidideo o~t q ,rXouo &Bo; t ctarov, AX vb nv~; ~xcovtaov vv. 403-8). En cambio, la Yocasta de Lasfenicias hace ante Eteocles unaencendida apologa de la sotes frente a la Philotima:

    Kgtvo icAXtov, icvov,

    nXst; -rs nXeot awpxou; s du[tj1d%olqouvSgl. t yp taov gvtgov vOpdnrot; A90,t~ itXovi 8 dcl iroXptov icaia-ru-ratroXaoaov ~~pdu fttpa; icardpxc-rat (vv. 535-540).

    La Igualdad, con mayscul, crea vnculos de unin entre las ciudades. Lo

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    igual (-t iaov) es lo nico estable entre los honibres. Lo que tiene ms (titXov) provoca siempre la enemistad de lo que ti&ne menos. -

    Si la institucin de-la estrategia haba introducido un principio aristocra-tizante en la democracia ateniense yaristcratas fueron los grandes lderes, elacceso al escenario-de la-poltica de un nuevo tipo de demagogos a la muertede Pendes dio un nuevo impulso a las tendencias igualitaristas. Se pone enduda, cuando asiconviene, lacreencia en las virtudes hereditarias de la ~rn;.Sfocles dice que-con -ftecuencia un tcn3X; no nace de sysvst;, ni un Kalcqde &%psioi. (fr. 606 N1). Eurpides afirma que muchos syevsiq son iccncoi (fr.551 N2) y manifiesta sus dudas sobre el criterio para distinguir la si5yvsta,pues los de natural valeroso y justo, aunque nazcan esclavos, son ms noblesque los de buena cuna. Se invierte la aplicacin-de los eptetossocio-polticoscreados por la aristocracia, sin necesidad de crear un contravocabulario. AsLisias en el-ContraEratstenes llana ala mayora prodeniocrtica &v8p~; dya-oi y a la-minora oligrquica Xyoiicct-irdvr~po (XII 75). Tilda a los Treintade iroxn~poi y irovr~pxcno,. ya los lderes democrticos de &v8p~; pta-roi (XII5). Al Bticacsrii; le designa como iroXin~q xpricnq iccCt Sicato; (XIV 4). Se in-vierte, asimismo,~ la escala axiolgica normal para halagar el orgullo del co-mn, como en el discurso de ~Clenen el debate sobre Mitilene (Thuc. III37,3-5), en la versin; sin duda sesgada, de Tucdides. La wn3a [ltUta)99oavflqdeldemos es ms til que la &~i-tr~; par KoXaaia y los 9au-Xtspo administran- mejor las cosas que los ~vs-rdnspoi.

    Con todo, la propia inversin de los pitetos socio-polticos y de la escalaaxiolgica normal son signos evidentes d su vigencia. Como ya se ha obser-vado repetidas veces,la-democracia ateniense hito suyos los ideales aristocr-ticos, transfirindolos del marco del linaj y del individu a lasfera ms am-plia de la polis. Pero la prctica de las virtudes competitivas en la poltica ex-terior entraba en vi-a cntradicin con los ideales de la Xsuspia y de la icro-vopia que l democracia atenierse predicaba de puertas adentro. Fue enton-ces cuando entr en juego la funcin justificadora de la ideologa para atri-buir, enuna especie d circul Vicioso, la supefioridad de los atenienses sobrelos-restantes linajes grigosa la superioridad de su constitucin y, a su vez, lasuperioridad de suconstitucina la superioridad de los atenienses como pue-blo sobre los brbaros y los testantes helenos: -

    Al primer argumento idedlgico recurre, con mal encubierto orgullo pa-tritico, el Pericles tucidideo del logos epitaphios. Al segUndo, una figura muyallegada al poltico, la Aspasia del Menxeh platnico. Pero ya ntes se en-cuentran, aqu y all esparcidos, asertos que no dudaramos en calificar de ra-cistas, si fuera adecuado el lenguaje moderno para la calificacin de los anti-guos hechos. La Fedra curipidea no desea otra cosa para sUs hijos sino el quepuedan habitar en la ilustre ciudad de Atenas libresy florecientes en since-ridad (Hipp. 421 ss3 y ion, otro de los persnajes del trgico, que desconocea su madre, quisiera luetst fuer& dna ateniense para tener innata en su serpor va materna la rapp-q-ca tica. Se-daba por supuesto que el ejercicio de

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    la iaqyopa a lo largo de las generaciones haba desarrollado entre los atenien-ses, ricos y pobres, la virtud del todo decir, rasgo distintivo del hombre libre(Fur. Phoen. 421) y escudo del pobre (Nicstrato, fr. 29 Kock), hasta el pun-to casi de hacerse inseparable de su manera de ser, como si fuera algo perte-neciente a la herencia gentica, cuya prdida para el Scrates del Critn hacaque la vida careciese de sentido 22

    De corte ya netamente racista es la difusa nocin de la autoctona 23 ate-niense que se encuentra, aunque desmitificada, hasta en autor tan sobriamen-te racional como Tucdides. Aludida de pasada por Eurpides (Ion 29, 589,737) y Aristfanes (Vesp. 1076, Lys. 1082), la explcita con cierta amplitud Is-crates en su Panegrico (Oit IV 24). Habitamos la tierra se jacta sin haberexpulsado a nadie, sin haberla ocupado desierta. No procedemos de una mez-ca de muchas razas (tic itoXh~v vdiv juySs; ouXXsyvts;), sino que somostan bien nacidos y de tan noble linaje que desde siempre venimos ocupandoel mismo territorio ar~ove; vsq. Elaborando estas nociones de dominiopblico y reproduciendo probablemente tambin genuino pensamiento peri-cleo, la Aspasia platnica justifica el rgimen democrtico de los ateniensespor la naturaleza misma de las cosas, por la propia 96rnq suya y de la tierraen que habitan. Para hacer el elogio fnebre de los cados dice la amante dePericles hay que tocar tres puntos: la nobleza de su linaje o buena casta (sy-vela), su crianza y educacin Qrpo~i~ icc ita8eia) y sus acciones (dw ~pymvnpd~;). La syvsia, por descontado, les viene a los atenienses de su purezaracial, de la homogeneidad de origen. En las dems ciudades, compuestas dehombres diferentes y desiguales, hay constituciones anmalas que reflejan ensus leyes e instituciones esas diferencias de status personal: unos son siervos,otros son amos. Nosotros, en cambio prosigue diciendo habiendo nacidohermanos de una sola madre (sciL la tierra del tica), no pretendemos seramos ni esclavos los unos de los otros; antes bien, la igualdad de linaje (icro--yovia) nos fuerza a buscar en la ley la igualdad poltica (icrovopia) y a no ce-der mutuamente a nadaque no sea la reputacin de la virtud y de la sabiduna -

    Los dos pilares que sustentan el edificio de la democracia ateniense, laO~suspia y la icrovogia, se basan a su vez en la iaoyova en la igualdad denacimiento. Los tres Schiagwrter de la revolucin francesa Libert, Egalit,Fraternit tuvieron, pues, su ms remoto antecedente en la Atenas de los si-glos V y IV a.C. Slo que con una importante salvedad. Segn la ideologa dela democracia ateniense, los tres requisitos del rgimen slo podian darse enun pueblo que, como el suyo, hubiera nacido de la misma tierra que ocupabay hubiese conservado a lo largo de los siglos su pureza racial. Una condicinincumplible y que haca del pueblo ateniense un unicum. Sobre este teln de

    22 Sobre stas y otras cuestiones afines, cf. L. GIL, Censuro en el mundo antiguo. Madrid,19822, pp. 48-Sl y Domingo Ptcoo, La proyeccin ideolgica de la democracia ateniense, Es-tudios de/a AntigUedad 1, Univ. Autnoma de Barcelona, 1984, Pp. 7-21.

    23 Sobre esta nocin, cf. Vincent J. RosvAcH, Autochthony and the Athenians, CQ 37,1987, 294-306.

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    fondo se comprende la importancia del mito del Protgoras platnico que haceextensiva a todo el gnero humano la conveniencia de la democracia, al ci-mentara en la dimensin cvica del hombre, basada en el cultivo de las vir-tudes cvicas del ai&bq y de la 6in~, cuyo germen mand repartir Zeus en to-dos los hombres por igual. Pero sobre este tema, que de por s merece un co-mentario detenido, no es sta la ocasin de hablar.