G. C. Edmondson - Recesion Tecnologica -1956

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RECESIÓN TECNOLÓGICA G. C. EDMONDSON En otro tiempo hubo dos extraterrestres, a los que, en lo sucesivo, llamaremos ET. Estaban sentados sobre un planeta de aspecto agradable y se situaron en el espectro visible para un nativo. El nativo era un buen ciudadano, aunque no constituía precisamente una lumbrera. Tenía televisión y había leído todos esos libros que los niños traen a casa. No obstante, le extrañó ver que algo grande y redondo se hacía visible en la transparencia del aire, y que de allí salían un par de seres jorobados con cara de pez. Parecían peces amistosos y, por este motivo, Oliver Jenkins no se asustó. Oliver Jenkins no era ET. Era un ejemplar más bien pequeño y fofo de la raza dominante en el planeta Sol III, y había llegado a una edad en la que el equilibrio de su potencia había provocado un imperceptible traslado desde sus gónadas al encéfalo. Debía fidelidad a los Kiwanis, a la Cámara de Comercio, al partido republicano y a los Estados Unidos, aunque estimaba sumamente reprobable la manera con que aquellos idiotas de Washington seguían inmiscuyéndose en el derecho de un honrado hombre de negocios a obtener justos beneficios. El señor Jenkins poseía un sentido muy desarrollado de la responsabilidad social. Contribuía a todo y era miembro de un grupo político-religioso-social cuyo talismán mostraba orgullosamente colgado de una cadena de oro que le cruzaba el pecho. Tenía la costumbre de tocar con los dedos ese talismán, consistente en el blanco molar de un herbívoro local. En aquel momento, el señor Jenkins se hallaba excesivamente alarmado para tocar el talismán. Además, lo había dejado en casa. Carecía de objeto llevarlo en un lugar donde no iba a encontrar hermanos herbívoros. Estaba usando una mosca como anzuelo y, como buen herbívoro, no iba a permitir que nada se interpusiese en la segunda cosa más importante de la vida. No, hasta que aquella cosa grande y redonda se presentó como un fantasma. Se sintió enojado al comprender que no pescaría más aquella mañana, sobre todo porque aquellos dos extranjeros le habían hecho, contra su voluntad, llenar de clara y espumosa agua de montaña, fría como el hielo, una de sus botas. El más alto de los dos ET hizo una señal amistosa con la mano y Jenkins, para no ser menos, devolvió el saludo en igual forma. Se movió la boca del ET y una voz asombrosamente recia dijo: Buenos días. ¿Puedo interesarle en algún trato comercial? 1 Jenkins efectuó un gesto local de «no entiendo» y comenzó a salir del riachuelo. El ET apretó un botón y probó otra vez. —Lo siento en el alma —continuó—. Debo tener desplazado un punto decimal en alguna parte. Al acercarse, Jenkins pudo escuchar zumbidos pasajeros en la boca del ET conforme las frases en su idioma eran emitidas desde la hebilla del cinturón de éste.

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  • RECESIN TECNOLGICAG. C. EDMONDSON

    En otro tiempo hubo dos extraterrestres, a los que, en lo sucesivo, llamaremos ET. Estaban sentados sobreun planeta de aspecto agradable y se situaron en el espectro visible para un nativo.

    El nativo era un buen ciudadano, aunque no constitua precisamente una lumbrera. Tena televisin yhaba ledo todos esos libros que los nios traen a casa. No obstante, le extra ver que algo grande yredondo se haca visible en la transparencia del aire, y que de all salan un par de seres jorobados con carade pez. Parecan peces amistosos y, por este motivo, Oliver Jenkins no se asust.

    Oliver Jenkins no era ET. Era un ejemplar ms bien pequeo y fofo de la raza dominante en el planetaSol III, y haba llegado a una edad en la que el equilibrio de su potencia haba provocado un imperceptibletraslado desde sus gnadas al encfalo. Deba fidelidad a los Kiwanis, a la Cmara de Comercio, al partidorepublicano y a los Estados Unidos, aunque estimaba sumamente reprobable la manera con que aquellosidiotas de Washington seguan inmiscuyndose en el derecho de un honrado hombre de negocios a obtenerjustos beneficios.

    El seor Jenkins posea un sentido muy desarrollado de la responsabilidad social. Contribua a todo yera miembro de un grupo poltico-religioso-social cuyo talismn mostraba orgullosamente colgado de unacadena de oro que le cruzaba el pecho. Tena la costumbre de tocar con los dedos ese talismn,consistente en el blanco molar de un herbvoro local.

    En aquel momento, el seor Jenkins se hallaba excesivamente alarmado para tocar el talismn. Adems,lo haba dejado en casa. Careca de objeto llevarlo en un lugar donde no iba a encontrar hermanosherbvoros. Estaba usando una mosca como anzuelo y, como buen herbvoro, no iba a permitir que nada seinterpusiese en la segunda cosa ms importante de la vida. No, hasta que aquella cosa grande y redonda sepresent como un fantasma. Se sinti enojado al comprender que no pescara ms aquella maana, sobretodo porque aquellos dos extranjeros le haban hecho, contra su voluntad, llenar de clara y espumosa aguade montaa, fra como el hielo, una de sus botas.

    El ms alto de los dos ET hizo una seal amistosa con la mano y Jenkins, para no ser menos, devolvi elsaludo en igual forma. Se movi la boca del ET y una voz asombrosamente recia dijo:

    Buenos das. Puedo interesarle en algn trato comercial?1

    Jenkins efectu un gesto local de no entiendo y comenz a salir del riachuelo. El ET apret un botn yprob otra vez.

    Lo siento en el alma continu. Debo tener desplazado un punto decimal en alguna parte.

    Al acercarse, Jenkins pudo escuchar zumbidos pasajeros en la boca del ET conforme las frases en suidioma eran emitidas desde la hebilla del cinturn de ste.

  • Nunca logro aprender el manejo de una de estas cosas prosigui el ET para dar conversacin.

    Jenkins efectu una sea afirmativa con la cabeza para mostrar su comprensin. A veces tambin lepasaba lo mismo con sus aparatos.

    Como deca... aadi el ET. A propsito, me llamo Chorl. ste es Tuchi, mi socio.

    Oliver Jenkins. Mucho gusto en conocerle.

    Jenkins tendi su mano, que fue estrechada dbilmente por un racimo de dedos con un pulgar opuestoen cada extremo. Tras un momento de indecisin. Tuchi se sum al ritual nativo:

    Eaut sirtam matcal da mutnemercxe coment.

    Chorl mene ligeramente un despreciativo tentculo-labio y ajust la hebilla del cinturn de Tuchi.

    Oliver Jenkins se sent sobre un tronco de rbol y se quit la bota. Mientras la vaciaba de agua, Chorlsac un manual de una bolsa. Escrut pginas durante varios segundos antes de mirar con asombro alseor Jenkins.

    No quisiera ofenderle, pero el manual nada dice acerca de anfibios inteligentes en este planeta.

    No soy anfibio, soy americano respondi Jenkins.

    Pero los humedecedores de la pierna... Por dnde respira usted?

    Por la nariz, como todo hombre normal.

    Oh! exclam Chorl pensativamente, haciendo girar un tentculo-labio. No somos cientficos,seor Jenkins. No comprendo cmo puede respirar... Pero dejmoslo. Le interesa el comercio?

    Las ventanas de la nariz del seor Jenkins temblaron. Podra soportar una interrupcin de la segundacosa ms importante de la vida si ello significara conseguir un poco de la primera.

    No me opongo a obtener alguna pequea ganancia de cuando en cuando, pero... de acuerdo con lashistorias que leen los nios, lo nico que les interesa sera combustible para los reactores, as que ms valedejarlo. Esos burcratas nos tienen atados...

    Chorl emiti zumbidos amistosamente.

    Con franqueza, seor Jenkins; no podramos usar su combustible para reactores aun en el caso que loobtuviera al ver que comenzaban a palpitar las bolsas de la garganta de Jenkins, aadi: Oh, no! Nose trata de eso. No estamos equipados para trabajar con combustible. Debe comprender que la nuestra esuna empresa pequea.

    Ya veo repuso el seor Jenkins con poca sinceridad.

    De ser posible, quisiramos cambiar los artefactos y objetos curiosos que fabricamos por artculoscomestibles, si resultan asimilables para nosotros.

  • Hum...! Quieren un puro?

    El seor Jenkins sac tres y ense a los ET el modo de arrancarles la punta con los dientes. Estoprovoc alguna dificultad, porque su dentadura careca de incisivos. Cada uno de los ET dio una chupada yse zambull en el riachuelo, dando gritos glticos que las hebillas de sus cinturones no interpretaron. Jenkinsborr mentalmente el riachuelo de su lista de sitios para pescar truchas, en tanto ellos nadaban velozmentearriba y abajo como focas en una piscina.

    Por fin salieron a la superficie y echaron una fina espuma por sus agallas.

    Los cigarros no nos sientan bien dijo Chorl.

    Ya me doy cuenta asinti Jenkins con tristeza. No traigo muestras. Por qu no meacompaan...?

    Creo que no es prudente se apresur a decir Chorl. Pudiramos causar agitacin.

    Van a estar mucho tiempo aqu?

    Pocos das.

    Volver esta tarde con las muestras.

    Solo?

    Se lo cuenta Johnson a Kosyguin?

    Oliver Jenkins pas cuatro horas febriles en la ciudad y volvi al lugar donde le esperaban los ET, trasdar a su esposa y empleados unas frvolas disculpas. En su apresuramiento, patin desde el polvorientocamino al cauce del riachuelo y sali del percance con una abolladura en el guardabarros. Despus deemitir zumbidos no traducidos y alguna expectoracin mientras examinaban las muestras de comestibles,propusieron como medios de transaccin caviar, arenques, ostras ahumadas y pasta de anchoa.

    Qu tienen a cambio? pregunt Jenkins.

    Tuchi se introdujo en la esfera y sali con un objeto semejante a un cono puesto sobre un pedestal.Apret un conmutador, y comenzaron a brillar por su superficie ondas fluorescentes. Los dos ET mirabanvidriosamente y hacan vibrar los tentculos-labio al unsono con los pequeos relmpagos.

    Me temo que no dijo Jenkins.

    Tuchi encogi sus inexistentes hombros y devolvi el cono a su lugar. Sali con un globo de plstico ehizo movimientos ilustrativos. Jenkins husme con cautela, pero nada percibi. Dio un mordisco al tubo yse ahog cuando un chorro a alta presin de algo que pareca aceite de hgado de bacalao rancio amenazcon arrancarle las amgdalas. Los ET cruzaron miradas de impotencia en tanto Jenkins vomitaba en lahierba.

    Le ofrecieron otros manjares, pero Jenkins rehus.

  • Tiene que haber algo ms protest dbilmente.

    Los ET emitieron zumbidos. Chorl pareci entender sus razones.

    Esta parte de su vehculo dijo sealando el guardabarros, no debiera estar as.

    Jenkins asinti con la cabeza. Chorl mostr un tubo parecido a una estilogrfica y apunt con l hacia elguardabarros. En un instante guard el tubo y puso una mano con dos pulgares detrs del guardabarros.Con la otra alis la abolladura, como si el metal fuese una blanda pasta. Apunt nuevamente con el tubo alguardabarros. Jenkins lo golpe con precaucin. Estaba tan fuerte como antes de abollarse.

    Cuntos me pueden proporcionar? pregunt.

    Durante un momento, cada una de las partes jur que se arruinaba con el trato. Cuando llegaron a unacuerdo, Jenkins posea setecientos cuarenta tubos y la exclusiva de venta para Sol III. Los ET erandueos de golosinas por valor de treinta y ocho dlares con ocho centavos. Prometieron volver en elprximo viaje y regalaron un talismn a Jenkins para que lo colgase junto a su molar mgico. El talismncambiara de color cuando pudiesen reunirse con l otra vez en el mismo lugar. Los ET cerraron su esfera yse hicieron invisibles. El nativo permaneci visible y regres a la ciudad.

    Oliver Jenkins haba vendido dos tubos con el mximo beneficio y la mnima publicidad cuando llamarona la puerta.

    Simpson, FBI dijo el visitante.

    Presento mi declaracin de utilidades cada trimestre manifest Jenkins.

    Hablemos del impuesto sobre artculos de consumo. Necesito informacin acerca de los instrumentosque vende usted ahora.

    Garantizados por sesenta y ocho aos. Ciclo de servicio, cincuenta por ciento. Capacidad mxima,dos metros y medio. Cono de rendimiento, treinta grados. Acta solamente sobre los metales. Se usa elbotn izquierdo para ablandar, el derecho para endurecer. El disco de la parte posterior sirve paraoperaciones de temple. Mil dlares.

    No es precisamente esto lo que deseo saber.

    No puedo dar ms informacin. Es un secreto de la casa.

    Pngase la chaqueta.

    Esto es anticonstitucional.

    Tambin lo es escupir en la acera.

    El general George S. Carnhouser no se distingua por el dominio de s mismo. Haba elegido el ejrcitocomo campo ms apropiada para el pleno desenvolvimiento de su amable personalidad paternalista. Por elmomento se limitaba a razonar con el seor Oliver Jenkins.

  • Y si los rusos consiguen apoderarse de esto? deca.

    No soy inventor ni fabricante respondi Jenkins. Me dedico a importaciones si me dejan lobastante tranquilo para atender mi negocio.

    Reflexione, hombre, reflexione sobre las posibilidades.

    La actitud de bondadosa moderacin del general Carnhouser se vea malograda por las palpitantesvenas de sus sienes.

    Estoy harto de reflexionar. He dicho al FBI lo que quieren saber. No he quebrantado ninguna ley.Exijo que me suelten inmediatamente.

    Qu me dice de los derechos de importacin?

    El seor Jenkins se enderez con ampulosa dignidad. Acarici talismanes gemelos y cobr fortalezas.

    He realizado un profundo estudio dijo majestuosamente del Anexo A, Clasificacin Estadsticade Mercancas Importadas en los Estados Unidos con Arancel de Aduana para Pases (Anexo C),Distritos y Puertos Aduaneros en los Estados Unidos (Anexo D) y Matrcula de Pabellones de Buques(Anexo J), edicin 1-1-1954, as como de aproximadamente ochocientas pginas de inserciones sueltasrelativas a modificaciones posteriores. En ninguna parte he visto que se prohiba la importacin deplastificantes de bolsillo. En ninguna parte he visto que deban pagarse derechos de importacin sobre dichamercanca. En ninguna parte existe prohibicin expresa del comercio interestelar.

    La refutacin del general Carnhouser no fue publicable. Cedi la voz al contraalmirante Schiffhrer, elLord Nelson de la inteligencia naval.

    Paso dijo el contraalmirante.

    Exijo que me suelten inmediatamente repiti el seor Jenkins.

    Por qu no hace usted algo? preguntaron el contraalmirante y el general al agente de la CIA.

    El hombre de la Central de Inteligencia mir especulativamente el molar que colgaba de la cadena deoro del seor Jenkins.

    Lo har respondi.

    Comenzaron de nuevo a la maana siguiente.

    Seor Jenkins dijo el agente de la CIA, hemos examinado sus antecedentes y no hemos halladoirregularidades polticas, asociaciones ideolgicas o declaraciones del impuesto de utilidades. Deseamos sucooperacin. Hizo una pausa para producir efecto dramtico. Sabe su esposa lo que sucede en susconvenciones anuales? Me refiero, sobre todo, a la celebrada en Chicago en septiembre de 1951.

    Cooperar concedi el seor Jenkins.

    Cuatro horas despus, el Gobierno tena setecientos treinta y ocho tubos. El seor Jenkins tenapromesas vagas y dolor de cabeza.

  • Simpson volvi a llamar a la puerta cuatro das ms tarde.

    Qu quiere ahora? pregunt el seor Jenkins.

    Pngase la chaqueta.

    Otra vez?

    Seor Jenkins terci el agente de la CIA, nos parece que ha sido poco franco con nosotros.Hace unas ocho horas que un oficial sovitico de alta graduacin ha desertado a Occidente. Se proponavivir tranquilamente del producto de un nuevo procedimiento descubierto en un laboratorio sovitico. Hatrado un modelo el agente de la CIA arroj sobre la mesa un tubo de plastificante. Qu tiene quedecir ahora?

    Ja! exclam el seor Jenkins.

    Usted no coopera aadi el agente de la CIA.

    He cooperado, y que he ganado con ello? Mi negocio va a la ruina. Mi esposa quiere saber lo queoculto cuando salgo de casa a todas horas para estar con extraos. Me han decomisado todas misexistencias... Adelante, fuslenme!

    He de entender que no desea seguir cooperando?

    Entindalo como quiera. Espero que me traigan algo para ablandar los huesos en el prximo viaje quehagan.

    Aj! Van a volver?

    Por qu no? Negocios son negocios.

    Cundo?

    No es de su incumbencia.

    Lo mejor ser que diga a su esposa que tenga dispuesto el cuarto de los invitados. Simpson pasarunos das con ustedes.

    El severo rostro de Simpson haba honrado durante una semana la casa de los Jenkins. Sus feasmandbulas haban masticado una increble cantidad de comida antes que se produjera el incidentesucesivo.

    No me queda duda alguna que sus tcnicos no han podido reproducir el plastificante coment elseor Jenkins con aspereza por encima del borde de su taza de caf.

    No lo s repuso Simpson.

  • Se haca evidente que Simpson no poda decir gran cosa acerca de nada. Se le atragant la tostada y,de pronto, le quit al seor Jenkins de las manos el peridico de la maana. Un anuncio de cuarto de planaofreca el plastificante por cuarenta y nueve dlares con noventa y cinco centavos (impuesto federalincluido).

    Vmonos dijo Simpson, tomando su sombrero.

    En mi coche, supongo replic Jenkins con resignacin.

    Cuando llegaron a su destino, estaban ya conferenciando a puerta cerrada el agente de la CIA, unrepresentante del Tesoro y el director de los Almacenes Peerless. Hubo un breve pero iluminador coloquiosobre la interpretacin que Almacenes Peerless daba al artculo ganancias del capital (1952), hasta que eldirector, en vista de las dificultades de fabricacin y la mala presentacin del producto, tom la decisin deretirar el plastificante del mercado.

    El asunto qued zanjado en una hora a gusto de todos, a excepcin de Almacenes Peerless y del seorJenkins. En la calle, Jenkins se volvi hacia su guardin con una maligna sonrisa.

    Veo lo que usted no ve.

    Simpson mir a su alrededor. Una tienda de artculos para automvil expona en el escaparate unaherramienta para reparar guardabarros. Jenkins vio con triste satisfaccin que el precio haba bajado aveinticuatro dlares con noventa y cinco centavos.

    Supongo que tiene la exclusiva dijo el seor Jenkins al dueo de la tienda.

    No respondi ste. Por qu quiere saberlo?

    Pregunte a Simpson. Se encarga de esto.

    Tendr que telefonear a Washington dijo Simpson.

    Un partidario de la iniciativa privada los vio salir desde la tienda y los llam. Se detuvieron.

    Ven? seal el plastificante expuesto en el escaparate. Supriman los intermediarios. Se lo doypor catorce dlares con noventa y cinco.

    Se desabroch la chaqueta y el seor Jenkins observ que el modelo de catorce con noventa y cincotena un sujetador para que no se cayera del bolsillo de la camisa. Los ojos de Simpson se pusieronvidriosos.

    Llegaron muy tarde a casa aquella noche, pero los hijos del seor Jenkins les esperaban para mostrarlessus nuevos juguetes.

    Cunto os han costado? pregunt Jenkins.

    Un dlar respondi Oliver hijo.

    Simpson se sent pesadamente.

  • A m me ha costado slo cuarenta y cinco centavos intervino Olivia. Mira, pap!

    Le ense dos tazas de caf muy toscas.

    Cmo las hiciste? pregunt el seor Jenkins.

    Es muy fcil, mira.

    Sintindose por cumplir ocho aos la semana prxima, Olivia tom un puado de soldados de plomo,una va de tren de juguete, una lata de tomate en conserva y piezas de mecano. Con su herramientaconvirti todo aquello en masa, hasta formar una bola. Despus de un minuto de trabajo, con ayuda de susdedos y un rodillo, ofreci a Simpson un cenicero.

    Horace Crannach se senta triste. Se llen de caf otra taza y mir sus herramientas, que estabanoxidndose. Clav la vista en un plastificante.

    Pagu noventa y seis dlares por l gimi. Y dos semanas despus bajaron a diez centavos.Cualquier ama de casa puede reparar las abolladuras. Ojal me hubiese hecho carpintero!

    Su socio le respondi:

    Te quejas porque s. Yo hace un mes que no toco un motor. Iba a comenzar el ltimo trabajo cuandoel sabihondo vino y me dijo: Djalo, lo har yo mismo.

    Y lo hizo?

    Lo hizo. Coloc bien los pistones. Rectific el cilindro. Coloc las vlvulas con las manos en su sitio.Arregl con dos dedos las bielas. Le vend un cubo de agua. No era de metal.

    Seores dijo William J. Volante con energa, las prensas se han hecho anticuadas. Las forjaspueden continuar. Ya no necesitamos preocuparnos de los fabricantes. Formaremos un equipo de mujeresque harn a mano las piezas. No veo razn para que no podamos producir un nuevo modelo cada seismeses. El seor Archer de Contabilidad me informa que las nuevas herramientas slo costarn,aproximadamente, el dos por ciento de nuestros anteriores presupuestos. En vista de ello, parece indicadoanunciar una rebaja del dos por ciento en los precios de todos los modelos...

    El seor Mardsell carraspe.

    Me temo que no, seor Volante. Ha visto usted nuestros ltimos precios de venta? Me figuro queno. Los cuatro grandes estn ofreciendo modelos de lujo con radio, calefaccin, ventanillas automticas,acondicionamiento de aire, camas plegables, etctera, por mil cien dlares.

    Volante pareci de pronto representar ms de los sesenta y ocho aos. Abri y cerr la boca como unlenguado recin sacado del agua y se sent como si se hubiesen agotado sus fuerzas. El seor Archer letendi un vaso de agua.

  • No se preocupe dijo Mardsell. No venden ms que nosotros. Parece ser que eso de hgalousted mismo ha afectado tambin a la industria del automvil.

    LTIMAS NOTICIAS. BROMISTAS EN ACCIN.

    San Francisco, 16 de octubre. Anoche unos bromistas soltaron los cables deltramo principal del puente Golden Gate. Los vehculos debieron retroceder trecekilmetros, en tanto que las embarcaciones esperaban la bajamar. Trescientoscincuenta metros del tramo central se hallan ahora a flor de agua en la marea alta. Lasautoridades de la ciudad estn efectuando llamadas urgentes a las ciudades costerasms prximas para que enven vapores de ro para reemplazar al inseguro puente.

    El conductor del camin se sec el sudor de la frente con un antebrazo peludo.

    No importa lo que diga el viejo dijo, dirigindose a su ayudante y a dos ardillas que le miraban concuriosidad desde la copa de un pino. Ir caminando el resto del camino.

    Su ayudante asinti enrgicamente con la cabeza.

    Es intolerable bajar por la colina y que el motor se haga masilla aadi el conductor. Cualquierda de estos un chiquillo va a pulverizar el eje delantero o una rueda, y no pienso conducir cuando estosuceda.

    Has ledo en el peridico de esta maana lo que ha pasado con el ferrocarril de Twentieth CenturyLimited?

    Oh, no! gru el conductor.

    Oh, s! Un nio necesitaba unos cuantos metros de va.

    Le gustan las manzanas? pregunt el agente de la CIA.

    Djeme en paz! replic el seor Jenkins. He cooperado. Todava tienen mis setecientos treintay ocho.

    Salieron del edificio. El coche del Gobierno se haba convertido en un pequeo montn de lodo blandodurante su ausencia.

    A propsito, que le sucedi a aquel ruso que pretenda haber inventado esas cosas?

    Tengo entendido que tambin ellos tienen sus conflictos el agente de la CIA sonri consarcasmo. Alguien descubri que las ametralladoras ligeras no disparan bien, y ahora todos loscamaradas estn transformando sus rejas de arado en espadas.

  • Tuchi emiti zumbidos durante varios minutos. Como no haba seres humanos escuchando, su voz nosala de la hebilla de su cinturn. De lo contrario, la conversacin hubiera sido ms o menos como sigue:

    T has hecho todo. Ahora deshazlo.

    Cmo quieres que lo deshaga? repuso el indicado Chorl. Lo dices como si fuese culpa ma.

    Es que no lo es?

    Qu s yo!

    Call al ver que otro grupo de nativos se acercaba por la orilla opuesta del riachuelo. El jefe del grupoles arroj un hacha de piedra y los ET tuvieron el tiempo justo para zambullirse.

    Puede ser que tengan un coeficiente de desarrollo distinto. Nos cost quizs ciento diez revolucionesel viaje de ida y vuelta. Admito que es bastante rpido, pero las civilizaciones se derrumban, sobre todo lasprimitivas.

    Y que hacemos ahora con cien millones de plastificantes?

    Dime mejor qu hacemos con la clusula que penaliza el retraso en la entrega del caviar y te dir loque se puede hacer con los plastificantes.

    No lo comprendo dijo Chorl.

    Al otro lado del riachuelo un grupo de nativos recoga piedras para cargar una catapulta. Su jefe llevabaen el cuello una cadena de oro de la que colgaba el molar de un herbvoro local y otro talismn de brillantecolor rojo.

    F I N

    (1) En espaol en el original.

    Ttulo Original: Technological Retreat 1956 by Mercury Press, Inc.Digitalizacin, Revisin y Edicin Electrnica de Arcnido.

    Revisin 3.