Futbol Medieval

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Historia Medieval

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Hacer y ver futbol

Hacer y ver futbol

Soy un convencido de que el futbol ganara mucho si los integrantes de los equipos fueran oriundos de sus sedes. Slo entonces, con un real amor a la camiseta, apoyaramos a Tigres y Rayados en las buenas y malas pocas. Pues cmo puedes decir que un equipo es regiomontano cuando los jugadores tienen exticos apellidos que nadie puede pronunciar?

Mario Anteo Julio 11, 1999

No s por qu me gusta el futbol. Unos tos disputndose una pelota no es la gran cosa. El caso es que ah me tienen pegado a la tele, viendo la Copa Amrica. Ayer que le ganamos a Per fue sbado. Pero da culpa ver un juego por la tarde y entre semana, cuando deberamos andar a la caza del sustento o siquiera aprovechando el tiempo para hacer ejercicio. Terrible que los escritores la pasemos cultivando hemorroides. La distancia entre el jugador de futbol y quien lo admira o abuchea! Con su panza cervecera el espectador ejercita la pupila, si acaso la garganta para corear el gol o gritarle al rbitro. El otro corre, salta, suda, vibra. No hablo de Tigres ni Rayados. Enhorabuena si ambos desaparecen en la segunda o cuarta divisin, o si un desastre financiero los borra del mapa. Estoy harto de su teatro. La Seleccin no es un equipo de ensueo, pero siquiera la conforman mexicanos. Soy un convencido de que el futbol ganara mucho si los integrantes de los equipos fueran oriundos de sus sedes. Slo entonces, con un real amor a la camiseta, apoyaramos a Tigres y Rayados en las buenas y malas pocas. Pues cmo puedes decir que un equipo es regiomontano cuando los jugadores tienen exticos apellidos que nadie puede pronunciar? Aspiro al entusiasmo del futbol medieval, cuando entre las porteras mediaban kilmetros y los equipos eran pueblos enteros. El lector imagine un partido de entonces: las colonias Contry y Mitras frente a frente, y en medio una pelota. Suena el silbatazo y la inmensa bola de gente suda para mover un centmetro el baln. No hay doceavo jugador, todos se afanan hombro con hombro. Los juegos duraban das y haba tiempo para ir a casa y comer y descansar un rato, y luego regresar al campo de batalla.Por desgracia un juego multitudinario y sin reglamento siempre derrama sangre. Al cabo un edicto real prohibi el futbol en Inglaterra. Luego los ingleses legalizaron el civilizado futbol estilo FIFA. Algo similar sucedi en Grecia cuando el desenfreno de la religin dionisiaca cundi en la Hlade. Para controlar la desbordante euforia, Apolo proclam su lema nada en exceso, e instituy una orden de bacantes profesionales. De modo que en adelante no cualquier mujer pasada en copas pudo unirse al squito dionisiaco. Del mismo modo los ingleses redujeron el nmero de jugadores y reglamentaron el futbol. En ambos casos se gan orden y arte, pero se perdi la esencia de la bola popular, donde no hay mirones, slo protagonistas luchando por su club.Con su resabio medieval, el futbol llanero es una peligrosa empresa. Sobre todo en la mel del rea chica, donde un codazo te deja chimuelo, los balonazos en la frente te hacen ver estrellas y las patadas en las espinillas para qu te cuento. Qu desorden si no hay rbitro y estn despintados los lmites del campo! Llega el momento en que, lengua de fuera, ya no procuras el baln, simplemente lo ves pasar. Ya ni siquiera caminas. Mientras tanto, cargas el sol en hombros y por ningn lado una sombrita. Y como no existe la regla del fuera de lugar, y puesto que, no obstante el agotamiento, an aspiras al gol, te estacionas en la portera enemiga, en espera de un cmodo baln, mientras tu equipo te grita: Baja a defender, holgazn!.Por el contrario, los equipos de la Copa Amrica disponen de aterciopeladas canchas, el portero se lanza al aire sin temor a vidrios o piedras, los lesionados salen en camilla atendidos por mdicos y siclogos, y la red de la portera te ahorra el viaje al ro en pos del baln.Hace unos das presenci el ms escalofriante futbol callejero. Iba en el carro por Revolucin, y a la altura de la Ladrillera, mientras aguardaba el verde, vi en el carril contrario unos obreros que cascareaban. La avenida era la cancha, y la portera la cochera de una vulcanizadora! Otra cascarita increble la presenci en el Centro. En la penumbra del anochecer y sin que los arredrara la ponchadura del baln, un grupo de amigos jugaba en silencio, serios y concentradsimos en el juego, difusos bajo el crepsculo. Interrumpan a disgusto el juego slo cuando alguno rompa el encanto gritando carro!. En Primaria escrib un cuento acerca de un nio que sus compaeros nunca escogan para jugar futbol. Un da de escasos jugadores, el capitn se vio obligado a colocar a mi protagonista en la portera. Obvio que el equipo gan gracias a su actuacin, y que lo levantaron en hombros y l les perdon su anterior gachez. Pues bien, en estos tiempos finiseculares tal cursilera no es rara en el mundo adulto. En una tanda de confesiones, un amigo de 45 aos reconoci que su mxima fantasa era anotar el gol triunfal en la Copa del Mundo. Hasta se imaginaba corriendo con los brazos en alto por una banda de la cancha, mientras reciba la salva de aplausos. En verdad el sueo del gol es ms corriente de lo que parece. Pero uno no va por el mundo confesando sus intimidades.

Hace aos que no juego futbol. Lo aoro sobre todo cuando voy a la escuela por mis hijas y veo a los nios jugando con un baln en el patio. Me paro por ah en espera de que salga la pelota de la cancha y tenga yo la oportunidad de regresarla. A veces no viene a m y la persigo. Pero la otra vez quise regresarla de taconcito y tron mi fmur. Eso me pasa por vivir aplastado en una silla. Urge hacer futbol.

Resuelto a recuperar mi juventud, aprovech la fiebre de la Copa Amrica para comprar un baln de 45 pesos en un supermercado. Por cierto, ya no existen los de gajos, ahora slo hay de pentgonos en blanco y negro. Rod algunos por el pasillo antes de escoger el ms redondo. Lo tengo aqu junto a la mquina de escribir. Bueno, ahora qu? Ir de puerta en puerta en busca de mi equipo medieval? Qu colonia acepta la reta? O mejor voy a la cochera y pateo el baln contra la pared y anoto un gol y, en xtasis con los brazos en alto, corro a la Macroplaza gritando: goooooool!?