Fuente Ove Juna

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  • Fuenteovejuna lo ha hechoLa rebelin popular y los sentidos del Rocazo

    Tesina de grado

  • Fuenteovejuna lo ha hecho, ocupo el segundo lugar en orden de merito de las Convocatorias para Escritores 2009 gnero inves-tigacin en ciencias sociales, organizadas por el Fondo Editorial Rionegrino (FER). De esta manera se avanzo en la normalizacin del FER, dotando de transparencia el proceso de presentacin y seleccin de las obras, asegurando la democratizacin del mismo. En esta oportunidad, el Jurado estuvo integrado por el Lic. Juan Cruz Vazquez, el Dr. Nstor Legnani y el Lic. Gustavo Nahuel.

  • Fuenteovejunalo ha hecho

    La rebelin popular y los sentidos del Rocazo

    Yanina Spangaro

  • Autortitulo - 1a ed. - Viedma : Fondo Editorial Rionegrino, 2010.

    xx p. ; 21x15 cm.

    ISBN xxx-xxx-xxx-xxx-x

    1. Narrativa Argentina. 2. Cuentos. I. Ttulo

    CDD A863

    Autor

    Fondo Editorial Rionegrino (FER) 2010

    Roca 267 - Viedma - CP 8500 - [email protected]

    Diseo de tapa e interiores: Mariano Blanco | Ji! diseo y comunicacin.

    Correccin: Marcela Larraaga.

    Coordinacin editorial: Silvio Castro.

    Fotos collage tapa:

    El pueblo tom - Ro Negro - 5 de julio de 1972

    Landr - Clarn - 13 de julio de 1972

    Landr - Ro Negro - julio de 1972

    Fontanarrosa - reproduccin en mimegrafo que se reparti en las calles

    Declaran zona emergencia Clarn, 11 de julio de 1972

    Queda hecho el depsito que establece la Ley 11.723

    ISBN xxx-xxx-xxx-xxx-x

    Queda prohibida la reproduccin total o parcial de esta obra, por cualquier

    medio o procedimiento sin permiso previo del editor y/o autor.

    Impreso en la Patagonia, Repblica Argentina, en abril de 2010.

  • A mi padre por ensearme el valor de la honestidad intelectual yel compromiso tico. Y hasta transmitirme el amor por nuestro

    pas, sin demagogia ni falso patrioterismo.

    A mi madre por su amor incondicional, por su fortaleza ysu optimismo ante el infortunio y por su generosa compaa.

  • 1. Introduccin 1.1. Objetivos

    1.2. Antecedentes

    1.3. Contexto conceptual y metodolgico

    2. Los sucesos 2.1. Anuncio e inquietud

    2.2. El pueblo se concentra

    2.3. El Ejrcito no tolerar el orden pblico subvertido

    2.4. La radio Intervenida y custodiada

    2.5. Comienzan las detenciones y el conflicto

    traspasa las fronteras provinciales

    2.6. Provocacin al Ejrcito

    2.7. Bajo pena de muerte

    2.8. Otra arena de disputa

    2.9. Segundo Rocazo

    3. La primavera de los pueblos 3.1. Puebladas versus azos

    3.2. Cipolletazo: lo anecdtico

    3.2.1. Causas del conflicto

    3.2.2. Similitudes con el Rocazo

    4. Haber sido y dejar de ser4.1. Roca, la perla del Valle

    4.2 El impacto del modelo desarrollista en Ro Negro

    4.3. Algunos apuntes sobre los repertorios de confrontacin

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    Indice

  • 5. Significaciones del Rocazo5.1. Rebelin de saco y corbata

    5.1.1 Qu pas

    5.1.2 Quines participaron

    5.1.3 Por qu pas

    5.2. Fuenteovejuna lo hizo

    5.2.1 Qu pas

    5.2.2 Por qu pas

    5.2.3 Quines participaron

    6. Conclusiones

    7. Bibliografa

    8. Anexo: Decreto N 1 de la Comisin Provisoria de gobierno

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  • Pero bueno, hubo todo una gimnasia, una pica. El Rocazo es una pica, cuando lo recuerdan es una pica. Nadie se acuerda de las ra-zones por las cuales surgi. Pero el Rocazo fue fundamentalmente una pica a travs de la cual se canaliz una fuerte frustracin de problemas de poder que tena la ciudad. El Rocazo es una pica, una pica donde se mezclan frustraciones de poder y la JP y los barrios que no tiene frustraciones de poder tiene el poder real, el poder de la calle. Los gronchos del barrio no saban nada de los tribunales, no, nos saban nada, nada. Salvo ir a putear contra la dictadura.

    Periodista

    ... siento como que son heridas tan grandes... peleas entre herma-nos, cosas terribles las cosas que provoc el Rocazo.

    Antonio

    no es una cosa tan heroica ni tan.... Es anecdtica no? y que pin-taba un poco el ambiente y las dificultades que haba en esa poca. No s, no s. Yo creo que en ltima instancia hay... por las cosas que pasaron despus en la provincia, eso pareca casi una chiquilinada. Una cosa as divertida, de jugar a la revolucin y qu s yo. Medio como que ahora estamos un poco grandes para eso y tenemos un poco de sentido para decir bueno, la verdad es que ramos bas-tante grandotes para hacernos los vivitos. No s. No se conquist nada, no se perdi nada, qu s yo. No tuvo una trascendencia. Fue un acontecimiento pintoresco para los que lo vivimos.

    Aldo

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    1. Introduccin

    1.1. Objetivos

    A poco de sumergirnos en la investigacin de este tema, se hizo evidente la escasa o nula referencia al Rocazo en los libros de historia y en escritos de procedencia acadmica; en el mejor de los casos, slo hay una mencin fugaz, junto a otros movimientos contestatarios de la poca signados por la Revolucin Argentina, sin que se profundice en una caracterizacin de la protesta o en sus motivaciones y objetivos.

    Paradjicamente, tampoco existe casi ninguna referencia, en la bibliografa regional o local, a lo que se suma la certidumbre de que las generaciones que nacieron con posterioridad a aquel julio de 1972 desconocen casi por completo lo que ocurri en esos das. Si escuchan hablar del Rocazo, lo perciben como una rareza, con cier-to contenido folclrico o como inventario de ancdotas picarescas, simpticas, en comparacin con la historia negra que vivi el pas posteriormente con la Triple A y el terrorismo de estado.

    Por lo expuesto, la relevancia de este trabajo radica en la nece-sidad de investigar un acontecimiento que, para la historia de la localidad y de la zona, fue uno de los ms importantes en cuanto a movilizacin de la poblacin y, adems, el nico que contribuy

    a la construccin de una identidad social colectiva a travs de la accin.

    Por primera vez los diarios de todo el pas e incluso del extran-jero pusieron su mirada en una lejana y relativamente pequea poblacin que se manifestaba contra un rgimen autoritario, como

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    tantas otras lo hacan en aquella poca. No obstante, la prolonga-cin del conflicto por quince das, la importante ocupacin militar,

    la declaracin de zona de emergencia y pena de muerte y otras cir-cunstancias le dieron luego una trascendencia mayor.

    Por otra parte, esta protesta popular fue quizs, como dijo un protagonista, el ltimo intento de torcer una tendencia por la

    cual, la que se deca la perla del Alto Valle, la ciudad ms pu-jante econmicamente y ms importante social, poltica y cultu-ralmente, perda definitivamente su hegemona y comenzaba un

    largo perodo de paralizacin e incluso de retroceso en trminos estratgicos con respecto a otras localidades de Ro Negro y pro-vincias vecinas.

    Asimismo, este trabajo recoge la mirada de los actores en un intento por hacerlos nuevamente protagonistas de una historia de la que se escribi y se habl poco y de la que se recuerda an

    menos. A treinta y siete aos del Rocazo, urge plasmar estas subjeti-

    vidades antes de que desaparezcan para siempre, sin perder de vista que las significaciones son expresadas desde una posicin

    distinta a la mantenida durante el conflicto, en las que estn asu-midas o no las consecuencias que tuvo la actuacin de cada uno y la experiencia de vida a partir de ese momento histrico que construy de manera conjunta gran parte de la poblacin.

    En consecuencia, este trabajo tiene como objetivo general re-construir los sentidos otorgados por algunos de sus protagonistas a los hechos ocurridos durante los quince das durante los cuales se vio alterada, como nunca, la vida cotidiana de la ciudad de Ge-neral Roca.

    Se prestar particular atencin al papel de los relatos me-morias del conflicto construidas en la instancia etnogrfica en

    la creacin de los diferentes significados del evento, sin perder

    de vista que el sentido ms all de la verdad objetiva es un efecto interdiscursivo y que el efecto verosmil es una cuestin de relacin de poder, agregaramos nosotros entre discursos y fragmentos de discursos preexistentes y por lo tanto posibles.

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    (Kristeva, 1968). Partimos de la premisa de que los mltiples sentidos que han

    construido los protagonistas no han sido creados por los indivi-duos que los explicitan, sino que son producto de dilogos, de una conversacin beligerante (Tilly, 1999) entre los detentado-res del poder, los medios de comunicacin y los protagonistas. En otras palabras, la construccin social de los conflictos y de

    las identidades en torno a los mismos estn inscriptos en una lucha que se da, particularmente, en el terreno del lenguaje (Vo-loshinov, 1929) y, por lo tanto, en la comunicacin.

    Nos proponemos los siguientes objetivos especficos:

    Reconstruir histricamente el conflicto ocurrido en la ciu-dad de General Roca en julio de 1972, conocido comnmente con

    el nombre de Rocazo. Para ello se utilizar, principalmente, mate-rial periodstico de la poca consistente en las ediciones del diario Ro Negro, diarios de distintas provincias del pas, diarios de tirada nacional, revistas locales y nacionales.

    Situar al Rocazo dentro del contexto nacional. En este sentido es importante dilucidar el lugar que le corresponde den-tro de las diferentes manifestaciones de reaccin popular ocu-rridas durante los seis aos de gobierno militar de la Revolucin Argentina.

    Ubicar al Rocazo dentro del contexto provincial. Al res-pecto, se realizar una breve incursin en el pasado del Alto Valle apuntando a ubicar a la ciudad de General Roca (y su desarrollo poltico, econmico y social) en relacin con otras localidades que tendrn una importante vinculacin con el Rocazo (nos referimos a Cipolletti y Viedma puntualmente).

    1.2. Antecedentes

    Como se mencion anteriormente, existe escaso material bibliogrfico referido al Rocazo, en tanto anlisis de lo aconte-cido. Tampoco hay menciones del suceso en la historia general

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    del perodo. Se puede citar como antecedente inmediato, relevante para

    esta investigacin, el artculo del profesor Nstor Spangaro de-nominado El Rocazo: 22 aos de olvido publicado en 1994 en

    la Revista de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de Univer-sidad Nacional del Comahue. En este artculo se hace una inter-pretacin de las causas que desencadenaron los acontecimientos bautizados por la opinin pblica como Rocazo y un anlisis de la composicin social y poltica de la protesta.

    En primer lugar, el autor plantea un escenario nacional en el que el rgimen de la Revolucin Argentina agudiza las tensiones en las estructuras econmicas regionales. En ese marco, la situa-cin de Roca presenta signos de crisis porque su posicin dentro del modelo econmico de la zona tiende indefectiblemente a la prdida del liderazgo. Esta tendencia se profundiza en la medida en que se empieza a delinear el proyecto poltico-administrativo del gobernador de facto, Roberto Requeijo, quien tiene en mente el impulso de la zona Atlntica y del Valle Inferior y, en el Alto Va-lle, pretende convertir a Cipolletti en la aliada de sus aspiraciones polticas1, relegando a Roca de toda pretensin hegemnica.

    Seguidamente, Spangaro narra brevemente las instancias del conflicto desencadenado por el traslado de unos juzgados a

    la vecina localidad de Cipolletti y se centra en las motivaciones de los distintos actores polticos. Por un lado, la dirigencia pol-tica conformada por los lderes naturales y formales del Colegio de Abogados y la CAIC, acompaados por algunos dirigentes pol-ticos de la UCR, MID y la Democracia Cristiana que ve en la de-cisin del gobernador de crear la cuarta Circunscripcin judicial la oportunidad poltica para intentar torcer la tendencia que se traduca en la prdida de privilegios. Sin embargo, apunta Span-

    1 Requeijo siempre tuvo como objetivo convertirse en gobernador elec-to democrticamente cuando se produjera la apertura poltica y para ello necesitaba tejer alianzas. En el Alto Valle se inclin por Cipolletti, ya que Roca siempre fue el espacio del radicalismo.

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    garo, esa dirigencia debi hacer un gran esfuerzo para convertir el movimiento en expresin de intereses generales y no particu-lares de una ciudad, a pesar de lo cual termin sobrepasada por la participacin de los barrios. Por otro lado, los sectores que no eran clientela de la elite dirigente acompaaron al movimiento impulsados por un discurso distinto, cuya esencia era la oposicin al rgimen militar.

    Por ltimo, el autor realiza un anlisis puntual de la actitud

    asumida por el peronismo que se divide entre lo que hace su di-rigencia en la figura del presidente del Consejo Provincial, Mario

    Franco, y la actividad que llevan adelante el peronismo de base que se pone a la cabeza de la movida de los barrios.

    Otro antecedente interesante es el recuerdo que hace del

    Rocazo, el medio periodstico que fagocit mediticamente el acontecimiento. El diario Ro Negro, con motivo de su octogsimo quinto aniversario, edit un libro titulado Diario de 85 aos. Cr-nica viva del Siglo XX. All se narran datos de la empresa editorial y se realiza un recorrido por los acontecimientos ms destacados en la regin, el pas y el mundo. El espacio que nos interesa se ti-tula El Rocazo, hito en la historia regional y podemos considerar

    que el anlisis que contiene representa la visin poltica del sector dirigente ya que sus dueos fueron principales protagonistas y la lnea editorial del diario encarna el posicionamiento ideolgico del sector medio-medio alto y profesional de la ciudad.

    Si bien parte del anlisis de las causas del Rocazo, estas mo-tivaciones las toman del artculo del profesor Spangaro, por lo que no agregan ningn punto de vista diferente. Lo interesante

    es que el tratamiento periodstico y fotogrfico de los aconteci-mientos corrobora una de nuestra hiptesis respecto de que uno de los sentidos ms extendido en la opinin pblica respecto del

    conflicto es el que le otorga un fuerte cariz heroico y pico

    A 30 aos del Rocazo de Roberto Balmaceda es un artculo

    aparecido en la revista La Marea que, para nosotros, tiene una do-ble importancia. Primero, porque el autor fue un protagonista de los acontecimientos, representante de la Comisin Provisoria de

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    Gobierno que se autoproclam a cargo del gobierno municipal, que qued acfalo el primer da en que estall el conflicto. Este

    hecho lo hace tener una perspectiva apasionada y hasta enamo-rada de los hechos, contextualizndolos en el escenario nacional

    y diferenciarlo de los azos de la poca, al recurrir a una biblio-grafa terica como marco de anlisis.

    Un material que, aunque no bibliogrfico, representa un an-tecedente muy importante para esta investigacin, es el docu-mental Rocazo realizado al cumplirse los 25 aos del aconteci-miento. El trabajo fue realizado para ser emitido por el canal de televisin local por un grupo de periodistas y cuyo director haba cubierto periodsticamente para el peridico Ro Negro los dos primeros das del conflicto. En el documental se hace una na-rracin de los sucesos y se apela a los testimonios de diferentes protagonistas, as como a su anlisis y, nuevamente, del profesor Spangaro2.Para esta investigacin se vuelven muy valiosos los testimonios de algunos de los entrevistados all, porque hoy ya no viven, con lo cual no nos fue posible entrevistarlos en el marco de esta tesina.

    Tambin se mencionar como antecedente y a la vez marco terico de una parte de esta tesina Las puebladas: dos casos de protesta social. Cipolletti y Casilda de Lidia Aufgan, un estudio realizado para el rea de investigacin de CICSO (Centro de In-vestigaciones en Ciencias Sociales) que se refiere a la temtica

    conflictos y enfrentamientos sociales y, dentro de sta, al pero-do de luchas polticas y sociales en Argentina durante el perodo 1966-1976.

    En este libro, la autora coloca al Cipolletazo en la lnea de en-frentamiento cuya gnesis parte del golpe de estado de junio de 1966 y los reacomodamientos que de ste derivan, sobre todo,

    2 Se menciona esto para acentuar que los pocos esfuerzos por recor-dar el evento slo lo han realizado algunos protagonistas del mismo y, necesariamente, terminan haciendo referencia al nico trabajo de tipo acadmico que es el realizado por el profesor Nstor Spangaro.

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    en relacin con la poltica econmica implementada durante ese gobierno militar y no en la lnea de enfrentamiento de luchas de masas callejeras con iniciativa proletaria, como es el caso del Cor-dobazo, Rosariazo, etctera.

    Adems de tratarse del anlisis de un acontecimiento muy vin-culado al Rocazo, no slo por la relacin entre las ciudades sino por la participacin de muchos de sus protagonistas en ambos sucesos, la autora proporciona a nuestra investigacin una herra-mienta de anlisis clarificadora. Se trata del concepto de puebla-da, trmino que, segn la autora, explicara mejor este tipo de

    protesta (Cipolletazo y tambin Rocazo), ms vinculado a conflic-to de intereses corporativos que los azo con los que se tratara a

    los movimientos sociales clasistas de oposicin poltica. Aufgan explica que las puebladas y los azos refieren a dos

    tipos de organizacin social diferentes, tanto por su forma como por su contenido social, y representan intereses de clase dis-tintos. En la pueblada, la ciudadana cierra filas al interior de la

    ciudad como corporacin y el enemigo es algo externo a esa

    corporacin, que afecta sus intereses econmicos-corporativos. En los azo, es la sociedad la que se divide, organizndose en dos grandes fuerzas sociales contrarias, enfrentadas, y este tipo de organizacin se ajusta a una sociedad desarrollada en la que comienza a expresarse el antagonismo alcanzado entre las dos grandes clases sociales del capitalismo.

    Visto as, al igual que el Cipollettazo, el Rocazo se trata de una pueblada que fue denominada como azo por contagio y ante

    la referencia inmediata que manejaba la opinin pblica de los

    sucesos ocurridos en Crdoba y Santa Fe. Tambin, resulta inspirador el trabajo El juez, la reina y el

    polica. Etnografa, narrativa, y los sentidos de la protesta, rea-lizado por Javier Auyero, sobre el estallido social denominado el Santiagueazo, acontecido en 1993. El inters de la investigacin est centrado en la forma narrativa que adquieren las memorias cuando la entrevista etnogrfica abre un espacio de recuerdo. El rol de los relatos en la reconstruccin interactiva de los sentidos

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    de la protesta colectiva es un espacio de disputa de los discursos. Muy vinculado con este trabajo encontramos el de Marina

    Farinetti (en el marco de su tesis de maestra) llamado Violen-cia y risa contra la poltica en el Santiagueazo. Indagacin sobre el significado de una rebelin popular. En este artculo, la autora da

    cuenta del Santiagueazo en tanto accin colectiva, para lo que presenta un anlisis de la protesta desde el ngulo de sus rasgos caractersticos, lo que denomina la forma y otro desde el n-gulo de su significacin, lo que denomina el sentido. A travs de los relatos de los protagonistas detecta las teoras sobre el conflicto surgidas de los acuerdos ms que de las diferencias en

    los discursos. Nosotros tomaremos particularmente el modo en el que la au-

    tora ordena los sentidos ms preponderantes encontrados en los testimonios circunscribindolos en teoras.

    1.3. Contexto conceptual y metodolgico

    En este trabajo pretendo aplicar una perspectiva de tipo cons-tructivista, puesto que mi inters es indagar acerca del sentido que los individuos, pertenecientes a grupos ms amplios, dan y dieron a lo acontecido, es decir, cmo construyen identidad3 en virtud de su participacin en un conflicto social.

    Parto de lo que Naymanovich denomina ciencia de la comple-jidad, en tanto que representa una nueva mirada en la investi-gacin cientfica; una mirada en la que el universo ya no es fsico,

    sino un entramado de relaciones en donde el observador va dan-

    3 Si el sujeto se construye en el intercambio en un medio social humano, en un mundo complejo, no podemos dejar de lado que el lenguaje y por extensin el discurso en tanto expresin y elemento constitutivo de ese sujeto, lo define y lo refleja. Lo antedicho fundamenta en este trabajo que la reconstruccin del sentido y de los discursos nos permite acer-carnos a una posible identidad de los sujetos.

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    do paso al sujeto y el sujeto slo adviene como tal en la trama relacional de su sociedad.4 Por lo tanto, el sujeto como antiguo objeto de investigacin no debe ser concebido como un ser, una cosa o una estructura; es un devenir en las interacciones don-de el contexto tmporo-espacial no es un aditamento inerte, sino el lugar de los intercambios.

    Segn esta aproximacin al objeto de estudio, mi tarea no ser

    arribar a una versin oficial o a un discurso hegemnico en torno a

    los sucesos acontecidos, sino que apunta a una construccin poli-fnica de la historia y de su significado, aceptando la definicin que

    el grupo bajo estudio le confiera al mismo y teniendo en cuenta

    que esa construccin es resultado de un proceso de interaccin, de conversaciones beligerantes y de luchas por la hegemona de los sentidos.

    Como construcciones mltiples que son, basadas en la ex-periencia social y dependientes de las formas y contenidos que adoptan las personas individuales o los grupos que las sostienen, estas realidades expresadas a travs de discursos no son ms ni menos verdaderas (Lincoln y Guba, 1994), sino resultados de

    consensos parciales. Es decir, el acuerdo de sentidos est sujeto a continua reelaboracin, as como se modifican sus constructores.

    Lo que vale es el intento de aprehender o cristalizar un instante y, en todo caso, de repetir la experiencia a fin de captar las diferen-cias que sern el resultado de las variantes en las posiciones he-gemnicas de los discursos y de los sectores que los sostienen.

    Siguiendo a Zires diremos que, en esa arena en la que se pro-duce la interaccin de los sujetos y los discursos (a travs de lu-chas, acuerdos, consensos, concesiones), existe un conjunto de convenciones que establecen la produccin de lo que s se puede decir y la manera como se puede decir.

    4 Najamnovich, Dense. Redes. El lenguaje de los vnculos, en Hacia la reconstruccin y el fortalecimiento de la sociedad civil. Buenos Aires: Pai-ds, 1995.

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    Esas convenciones o reglas generales provienen de un dis-curso disperso y preexistente, de la opinin pblica5 y de otras reglas particulares que rigen a los gneros discursivos. Y por su-puesto, esas reglas no son uniformes en todas las sociedades, sino que constituyen una historia cultural que no estn escritas en ningn tratado, pero que rigen y modelan los cuerpos de los relatos, que los disponen en ciertos espacios y tiempos y no se dejan mani-pular por la fuerza de una voluntad individual.6

    Esto es importante porque, en el caso que nos ocupa y como veremos ms adelante, la historia reciente por ese entonces en el pas hizo verosmil poder catalogar la protesta social ocurrida en Roca en julio de 1972 como un azo.

    Debido a que la metodologa fundamental de recoleccin de esos sentidos construidos es la entrevista etnogrfica como es-pacio de recuento, este trabajo supone un desafo para el ana-lista social que participa en la reconstruccin interactiva de los sentidos de la protesta colectiva. Esto es as porque la entrevista etnogrfica, no slo posibilita la reconstruccin de estas conver-saciones beligerantes que los actores tuvieron y mantienen o no entre ellos sino que tambin, facilita el surgimiento de nuevos sentidos en la interaccin con el investigador al momento de pro-ducirse la entrevista puesto que el texto, tanto como el discurso, no est cerrado.7

    El conocimiento no es el producto de un sujeto radicalmen-te separado de la naturaleza, sino el resultado de la interaccin global del hombre con el mundo al que pertenece. Por todo esto, el analista social, como participante apasionado que se involucra activamente en facilitar una reconstruccin polifnica o multvo-ca (Lincoln y Guba, 1994), debe practicar el principio de reflexi-vidad como aquella conciencia sobre su persona y sobre los

    5 De aqu la importancia del discurso de los medios de comunicacin como principales generadores de opinin pblica.6 Zires, op. cit.7 Con esto se sugiere la idea de una gnesis ilimitada de las significaciones.

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    condicionamientos sociales y polticos que carga (Guber, 2001) de manera de lograr transitar desde la reflexividad propia, como

    miembro de otra sociedad, a la de los actores sociales.

    La entrevista etnogrfica como estrategia metodolgica per-mite la no directividad (Guber, 2001) con todos los supuestos

    que esto conlleva: el ubicarse en una posicin de desconocimien-to y duda sistemtica acerca de las certezas; la suposicin de no participar con un cuestionario preestablecido para favorecer la expresin de temticas, los trminos y conceptos espontneos y significativos para el entrevistado que le permitan detectar la

    presencia de los marcos interpretativos de los informantes; el hecho de no desconocer aquello que pertenece al orden afecti-vo ms profundo, ya que ello permite la obtencin de conceptos experienciales que dan cuenta del modo en que los actores/in-formantes conciben, viven, y asignan contenido a su situacin y experiencia.

    El uso correcto de las tcnicas de atencin flotante, asociacin

    libre del informante y categorizacin diferida del investigador fa-cilitarn la consecucin de estos objetivos.

    Las unidades de anlisis de esta investigacin sern los relatos (memorias de los eventos) provenientes de los actores sociales en la situacin de entrevista. En este sentido, el recorte de los actores ser intencionado, teniendo en cuenta su participacin activa en el conflicto y el acceso que a ellos se tenga.

    El criterio ser privilegiar la confluencia de miradas, el espec-tro de formas discursivas y simblicas (Thompson, 1993) que los diferentes actores han construido desde sus particulares expe-riencias y contextos socio-histricos con la intencin, por un lado, de reconstruir las distintas instancias del conflicto y, por el otro, el

    significado otorgado a su participacin y a la protesta misma.

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    2. Los sucesos

    Antes de adentrarnos en la descripcin de los hechos es perti-nente realizar una aclaracin con respecto al por qu de esta ma-nera de narrarlos.

    El Rocazo fue un fenmeno que se vivenci, fundamentalmen-te, en el espacio pblico. Si bien se puede considerar un hecho

    espontneo, prim en l una especie de puesta en escena para

    terceros en los que se incluan a los pares, a los enemigos y a los

    medios locales y externos de comunicacin. Fue una ciudad que cerr filas al interior y se plant frente al otro (que no es slo el

    enemigo sino tambin los espectadores) con un discurso disperso y contradictorio y con acciones colectivas calculadas, por un lado, pero desbordadas y por lo tanto espontneas por el otro.

    La decisin de realizar un relato cronolgico de los sucesos en los que se reproduzca esa puesta en escena con detalles de al-gunos discursos y sus emisores, lugares, fechas, horarios, clima y espectadores busca que el lector visualice los hechos, se forme una idea de qu se decan los protagonistas, quines eran los

    destinatarios de los discursos y acciones, cmo se modificaban

    las estrategias, en definitiva, cmo vivenciaban una instancia in-dita en la vida particular de cada protagonista y en la de la ciu-dad como colectivo humano.

    Todo habla y tiene significado. Los lugares elegidos para las

    barricadas, los recorridos de las manifestaciones, los espacios de enfrentamiento. La ciudad fue un tablero de ajedrez en el que se jug una partida en la cual los movimientos tenan, predominan-temente, valor simblico y los discursos eran palabras de lucha

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    en tanto medio a travs del cual la protesta era continuamente construida y significada, tanto social como polticamente.

    El significado de los componentes festivos de la protesta, del

    clima de carnaval con la subversin del orden social en actos co-tidianos (el mundo al revs al cambiar la direccin de circulacin de las calles, al presenciar un desfile de espalda, etctera), consi-deramos que slo pueden ser captados con el tipo de relato que a continuacin se propone.

    A la vez, los discursos aqu citados conforman varios de los sig-nificados posibles del acontecimiento que sern retomados en el

    captulo 5 de los sentidos otorgados por los protagonistas.

    2.1 Anuncio e inquietud

    Vome precisado trasmitir a V.E. profunda inquietud comuni-dad General Roca por anuncio gobierno provincial sobre desmem-bramiento circunscripcin judicial con sede en esta ciudad, contra-riando dictmenes en oposicin Tribunal Superior, Colegio Abogados y Asociacin Magistrados. De efectivizarse dicha medida perjudica-r gravemente a General Roca y crear factor de disociacin regio-nal de imprevisibles consecuencias. En igual sentido me he dirigido fecha 14 de junio ltimo al seor gobernador sin respuesta hasta el momento. Ruego seor ministro imponerse situacin creada efectos arbitrar soluciones.8

    Respetuosamente.Pablo Fermn Orejas | Intendente municipal de General Roca.

    Al finalizar el breve telegrama dirigido al Ministro del Interior

    de la denominada Revolucin Argentina, Arturo Mor Roig, el co-

    8 Por aquel entonces, en la provincia de Ro Negro funcionaban tres cir-cunscripciones judiciales. Una con asiento en Viedma, otra con sede en Ge-neral Roca y una tercera con asiento en Bariloche. La ley 745 de creacin del Juzgado en Primera Instancia N 6 en lo Civil, Comercial, de Minera, Penal y Correccional, con asiento en la ciudad de Cipolletti fue firmada el martes 27 de junio por el gobernador Roberto Requeijo y el ministro de Go-bierno, Carlos Chaminaud. El da anterior, el Superior Tribunal de Justicia suscribi una acordada por la cual desaconsejaba la modificacin de la es-tructura judicial sin antes realizar un exhaustivo estudio de conveniencia.

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    misionado municipal Pablo Fermn Orejas respira algo ms alivia-do, esa fra maana del lunes 3 de julio de 1972. An le resta emitir

    el comunicado para conocimiento de la opinin pblica mediante el cual convoca al pueblo de General Roca a una asamblea popu-lar en la que anunciar su renuncia al cargo de jefe comunal, que ocupa desde 1969 junto a todo su Consejo Vecinal Asesor.

    Mientras en el edificio municipal el movimiento de funciona-rios y consejeros asesores no cesa, automviles provistos de equi-pos mviles recorren el centro de la ciudad invitando al pueblo a concentrarse a las 21:30 horas frente a la comuna, ubicada por aquel entonces en la calle Espaa, entre Mitre y San Martn.

    Si bien Orejas durante la masiva asamblea se refiri a la deci-sin del gobernador Roberto Requeijo como una actitud lesiva a los intereses y jerarquas de esta ciudad (General Roca) puesto que sta es y seguir siendo el centro rector del Alto Valle, lo cierto es que las presiones de la elite roquense, en la que ocupaban una importante posicin los integrantes del Colegio de Abogados, de-jaron al intendente sin otra alternativa que la renuncia.

    En un intento por dar un paso al costado sin tanto costo pol-tico, Orejas manifest que la medida del gobierno provincial de crear el Juzgado Multifuero N 6 con asiento en Cipolletti, aun-que dependiente de la circunscripcin de Roca, significaba lisa y llanamente el desmembramiento de la justicia y un gran perjuicio para la ciudad que en el momento actual, lucha por su progreso en desigualdad de condiciones con sus vecinos. Desigualdad que surge de un proceso econmico y geopoltico donde juegan lneas estrat-gicas de intereses, como por ejemplo desde Neuqun.

    Rpidamente, el renunciante jefe comunal fue desplazado de la escena por distintos oradores que desde el primer momento pusieron en el tapete una serie de argumentaciones y justifica-ciones para la protesta que se repetir en los das siguientes. As, un ex senador e histrico dirigente radical delimit al que ser, al menos en principio y por parte de la dirigencia, el nico enemigo

    al manifestar que esto es el resultado de una conduccin provincial que quiere enfrentar en el Alto Valle a ciudades hermanas, para es-

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    terilizar y anular los esfuerzos y mantener a esta regin en la fuente de recaudacin para toda la provincia.

    A pesar de que la propuesta de tomar la municipalidad cont con mucho apoyo, la asamblea finalmente resolvi desechar esa

    idea y realizar un paro total de actividades para el da siguiente con cierre de comercios, industrias, bancos, juzgados, escuelas y llamar a una concentracin a las catorce horas en la plaza San Martn para continuar las deliberaciones y en seal de protesta, por lo que consideraba un atropello por parte del gobierno provin-cial para con esta ciudad.9

    Cerca de la medianoche, la reunin finaliz abruptamente

    cuando, segn acusaron unas cincuenta personas que se acerca-ron hasta el edificio del diario Ro Negro para ratificar las medidas acordadas ante la prensa, los propios organizadores es decir el municipio cort la luz y el cable del micrfono y retir la tarima, impidiendo a otros oradores continuar con sus discursos.

    2.2. El pueblo se concentra

    La maana del martes cuatro de julio fue agitada en la ciudad valletana de cuarenta mil habitantes. Una vez conocido el comu-nicado emitido por el gobierno de la provincia de no autorizar el acto en la plaza pblica en razn del estado de sitio decretado

    a nivel nacional, representantes de la Cmara de Agricultura, In-dustria y Comercio, as como del Colegio de Abogados realizaron intensas gestiones ante el jefe de Polica quien, finalmente, auto-riz la realizacin de la asamblea en un lugar cerrado.

    El paro decretado el da anterior fue cumplido casi en su totali-dad ya que slo el treinta por ciento de los comercios e industrias abrieron sus puertas, mientras que los establecimientos educati-

    9 Hasta aqu, todas las citas fueron tomadas del diario Ro Negro, martes 4 de julio de 1972.

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    vos, bancos, y dems instituciones, permanecieron cerrados.Al medioda, por LU18, la nica radio de amplitud modulada

    (AM) local, el intendente renunciante reclam a sus vecinos no dejarse llevar por motivaciones de ndole poltica y demostrar la cul-tura cvica de General Roca, evitando desrdenes.10

    En el palco levantado en el interior del saln mayor del Club del Progreso, ocho representantes de la CAIC, tres del Colegio de Abogados y un estudiante superior presidieron la asamblea po-pular frente a unos mil quinientos vecinos.

    Las consignas que acompaarn el conflicto los das subsi-guientes se empezaron a perfilar cuando, al ser tendido a lo largo

    del saln un enorme cartel que rezaba Roca de pie, los presen-tes aplaudieron de manera entusiasta mientras gritaban Abajo Requeijo.

    Esa noche, entre los oradores, el diario Ro Negro destaca a su director-propietario a la sazn, integrante del Colegio de Abogados quien en un intento por convertir el movimiento, en expresin de intereses generales y no particulares, alert so-bre el peligro de que la ciudad pudiera perder poder poltico en la provincia, ya que ste significaba la solucin a los problemas

    sociales, la radicacin de industrias, hacer planes de vivienda, en una palabra, colocar los aportes del Estado al servicio de la comu-nidad. Otro representante del Colegio mocion para que el pue-blo asuma la responsabilidad de la conduccin (del municipio) por considerarla acfala tras la dimisin del intendente, y otras alo-cuciones elevaron el reclamo por la renuncia del general Roberto Requeijo a la gobernacin.

    La ovacin de los vecinos se dej sentir cuando un abogado y ex integrante del Superior Tribunal de Justicia anunci que, en inmediaciones del municipio, ya se encontraban pertrechados cuarenta policas preparados para la represin; pero aunque fue-ran cuarenta veces cuarenta, cuando el pueblo quiere no lo para na-

    10 Ro Negro, mircoles 5 de julio de 1972.

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    die. Antes de que partiera la gruesa columna de manifestantes hacia el edificio comunal, el representante estudiantil de la co-misin propici la incorporacin a los reclamos de peticionar por la libertad de los presos polticos,11 en el primer intento de ir ms all de las reivindicaciones localistas y sectoriales.

    Acto seguido, los manifestantes avanzaron decididos hacia la municipalidad. Slo una cuadra y media los separaba de la puerta del gobierno comunal pero, a un centenar de metros, una colum-na integrada por policas les cerr el paso. La diferencia de n-meros era evidente a pesar de que ms adelante se encontraba un refuerzo de uniformados, igualmente equipados con cascos, granadas de manos y pistolas lanza-gases. El enfrentamiento fue inevitable y se prolong por ms de quince minutos durante los cuales las setenta bombas de gas lacrimgeno, granadas vomi-tivas y disparos con armas de fuego fueron respondidas con pie-dras al grito de asesinos.

    Cuando ya se haban registrado heridos y varias corridas, la puerta de la comuna se abri y, sorpresivamente, apareci el ex intendente, ante la mirada atnita de los manifestantes que no se explicaban por qu no les haba permitido el ingreso antes y as evitado la represin.12

    Usted no nos abri las puertas. La municipalidad la tomamos nosotros fue la respuesta a los intentos por justificar la actitud e, de inmediato, los manifestantes procedieron a labrar un acta para legalizar la ocupacin y encomendar el gobierno munici-pal a la mesa directiva de la CAIC y del Colegio de Abogados en forma provisoria y momentnea, hasta tanto se constituyera una comisin vecinal.

    11 Este reclamo se refera a detenciones y procesamientos a estudiantes en distintos puntos del pas, incluido Neuqun, luego de las manifesta-ciones en torno a la creacin de la Universidad Nacional del Comahue.12 Vale la pena apuntar que el ex intendente Orejas rechaz el pedido de entrevista para esta tesis y todos los que a l se refirieron apuntaron que el costo poltico y social que tuvo para l el Rocazo fue decisivo para su carrera poltica.

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    Mientras los vecinos designaban representantes de partidos polticos, instituciones civiles, barrios y dems fuerzas vivas para conformar lo que denominaron Comisin Provisoria Municipal, en la VI Brigada del Ejrcito con asiento en Neuqun, unos dos-cientos efectivos se preparaban para ocupar militarmente la ciu-dad de General Roca.

    La primera medida adoptada por la comisin fue definir las

    autoridades con las cuales se dialogara, resolvindose que de ninguna manera sera el gobierno provincial aunque s se lo hara con enviados del gobierno nacional o del ejrcito, ya que el esp-ritu de los que se autoproclaman lderes del movimiento no era impugnar el rgimen de la Revolucin Argentina.

    Durante esa convulsionada jornada se redact el famoso De-creto N 113 de la Comisin Provisoria de gobierno municipal, algo as como la declaracin de principios que acompaa el movimien-to, al menos durante los primeros das de conflicto.14

    Cerca de las siete de la tarde, una columna de camiones con soldados y armamentos arrib al centro de la ciudad. Estaba al mando del coronel Juan Carlos Bellatti y de otros altos jefes, en-tre ellos, el capitn Fernando Zrraga, miembro de una conocida familia local y quien posteriormente fuera el primer intendente de Roca en la dictadura iniciada en 1976.

    Minutos despus, la delegacin militar y la dirigencia del mo-vimiento la mayora conspicuos abogados comenzaron un dilogo cordial que concluy con el nombramiento al cargo pro-visorio de la autoridad municipal de un joven jefe del ejrcito, el mayor Naldo Dasso, de la VI Brigada de Infantera de Montaa, entendiendo que se trataba de una disposicin del ejrcito en la

    13 Se adjunta en Apndice n X la letra del Decreto N 1 de la Comisin Provisoria de gobierno municipal con algunas consideraciones para en-tender el espritu que se le quiso dar al movimiento pero que, como se ver en el desarrollo de los hechos, es de plano desbordado.14 Segn un testimonio recogido para este trabajo, un entrevistado re-cuerda que el texto vino redactado desde el diario Ro Negro y slo se procedi a firmarlo.

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    que el gobierno provincial no haba tenido ingerencia. Al anunciar la novedad por los altavoces al resto de los veci-

    nos que se agolpaban en el edificio municipal, el ex ministro de

    justicia, Manuel Salgado, expres que la consecuencia poltica de todo esto es que la municipalidad de General Roca ha dejado de de-pender del gobierno de la provincia y amenaz: No aceptaremos la designacin de un nuevo intendente por parte del gobernador. Si esto se produjera, el pueblo de Roca volver a realizar asambleas y a ocupar la municipalidad.

    Antes de que los vecinos se retiraran de la comuna, la Co-misin Provisoria de Gobierno emiti un comunicado dirigido al comandante de la Sexta Brigada de Infantera de Montaa y mximo responsable de la actuacin del ejrcito en la ciudad, general de brigada Alberto Numa Laplane, en el que, adems de manifestarle la negativa de aceptar a un intendente designado por Requeijo, se le informaba que la Comisin, as como la asam-blea, continuaran sesionando fuera del recinto municipal y que la ocupacin militar no significaba renunciar al Decreto N 1 de la

    Comisin Provisoria. Desde las veintids horas y hasta pasada la media noche se

    sucedieron cnticos y caravanas de automviles en el centro de la ciudad festejando la jornada como una victoria pero sin que se registraran incidentes con las fuerzas policiales.

    En un tibio comunicado, el secretario General de la Unidad B-sica del partido Justicialista de General Roca repudi el injustifi-cado atropello y la desmedida represin y anunci el estado per-manente de deliberaciones aunque omiti, no inocentemente, su posicin respecto de los motivos de la protesta.

    El mismo da que ocurra la ocupacin del municipio, segn la

    informacin del diario Ro Negro, Requeijo mantena largas reunio-nes con funcionarios y dirigentes del Partido Provincial Rionegrino (PPR) en la Casa de Gobierno en Viedma para debatir el tema.

    Adems de reproducir el comunicado oficial en el cual simple-mente se informa la disposicin de enviar autoridades provinciales al lugar para obtener la normalizacin de la localidad, el diario lan-

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    za la versin tambin reproducida por el matutino viedmense Voz Rionegrina 15 que Requeijo tendra pensado renunciar al cargo.

    Paralelamente, en la misma edicin, se mencionan distintas manifestaciones de apoyo al interventor provincial a travs de un radiotelegrama firmado por un conocido miembro de la elite cipo-llea, en su carcter de representante de la Comisin Coordinado-ra de Entidades de Cipolletti, defendiendo la creacin del juzga-do como una postergada, legtima e irrenunciable aspiracin que anhelaba justicieramente desde hace aos este vasto e importante sector de la poblacin rionegrina, tantas veces marginado.16

    Segn indica el Ro Negro, Requeijo se encontraba sumamen-te afectado por la actitud adoptada por el intendente Orejas que fue interpretada por allegados al interventor como una traicin por parte de un amigo desleal ya que no hay que olvidar que Orejas, pese a pertenecer a la UCR Intransigente, haba sido nom-brado en el cargo por el gobernador apenas asumida la interven-cin de la provincia en 1969.

    2.3. El Ejrcito no tolerar el orden pblico subvertido

    La respuesta del general de brigada Alberto Numa Laplane al comunicado de la Comisin Provisoria seguramente no fue la es-perada por la dirigencia roquense ya que la desconoca como in-terlocutora vlida, a la vez que confirmaba como nica autoridad

    15 Este medio avanza, adems, en una posible caravana de vecinos de distintas localidades quienes llegaran a la ciudad capital a manifestar su apoyo a Requeijo y solicitar su permanencia en el cargo.16 Adems manifestaron la adhesin a la ley de creacin del Juzgado la Cmara de Productores Agrcolas de Cipolletti, Club Cipolletti, Aso-ciacin Espaola de C., Cooperativa 12 de octubre, Asociacin Colegio Secundario de Cipolletti Club Confluencia, Centros Vecinales Comuni-tarios, Colegio Odontolgico Cipolletti, Asociacin Mutualista Ocaso, Pea Borocot, movimiento Tres de Octubre (lo hizo ante el Presidente) rechazando la reaccin de Roca y acusndola de intereses particulares y privilegios regionales.

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    en la ciudad al mayor Naldo Dasso. No obstante, lo ms negativo del documento fue la ratificacin del gobierno provincial como

    nica autoridad legal de la provincia, dndole un fuerte respal-do a Requeijo que aprovech la oportunidad para confirmar en su

    nombre al mayor Dasso como intendente interino.17

    Con ese revs dado por el ejrcito a lo que el da anterior fue considerada una jornada gloriosa, la dirigencia de Gral. Roca debi dedicar la asamblea reunida en el local de la CAIC, que co-menz pasadas las tres de la tarde, a justificar los sucesos y emitir

    sendos comunicados de acercamiento a otras localidades insis-tiendo en sealar la poltica divisionista del gobierno provincial y buscando aliados en la geografa provincial.

    De esa reunin surge un largo informe dirigido a Numa Lapla-ne acerca de la situacin de la provincia y la localidad, que moti-varon que el pueblo reasumiera su soberana, y cuya publicacin se dispuso solicitar a todos los medios en espacio pagado.

    Entre los puntos sobresalientes se acusa al gobierno de Requei-jo del endeudamiento del presupuesto provincial, la promocin poltica y personal por medio de designaciones y otorgamientos de crditos del Banco de la Provincia a quienes se han comprometido a colaborar en su campaa de promocin a travs del partido Provin-cial Rionegrino, la orientacin poltica del plan de obras pblicas en las zonas que, por su sometimiento ms fcil a la influencia feudal,

    resultaban ms captables para sus fines, enfrentamiento entre los

    pueblos del Alto Valle con el fin de provocar la divisin y anarquiza-cin de los grandes partidos provinciales y el encumbramiento de individuos recin incorporados a la preocupacin poltica a travs del PPR; publicitacin dispendiosa de su persona y actos de gobier-no; ubicacin al frente de empresas estatales de amigos polticos

    17 A travs del Decreto 752 el general Requeijo nombra a cargo del mu-nicipio al mayor Naldo Dasso lo que fue interpretado por los roquenses como una provocacin ya que, segn aclaran en un comunicado, Dasso fue designado por orden de sus mandos naturales, es decir el Ejrcito y la dirigencia no admita la injerencia del gobernador.

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    sin ms representatividad que esa amistad y sin antecedentes de eficiencia en la materia y por ltimo, la creacin del Juzgado N

    6, en contra de las opiniones del Superior Tribunal, la Asociacin de Magistrados y Funcionarios del Poder Judicial y el Colegio de Abogados de la Segunda Circunscripcin.

    En tanto, la ciudad permaneci durante toda la jornada sumi-da en una tensa calma que fue vigilada por efectivos armados del ejrcito, patrullando la ciudad y apostados en diversos puntos, entre ellos, la municipalidad y la Ruta N 22, ya que se prevea el paso de una caravana que, desde algunas localidades valletanas, se diriga a Viedma a expresar su apoyo a Requeijo.

    En Cipolletti, por otra parte, se desarroll una asamblea en el saln municipal que reuni a unas seiscientas personas convo-cada por funcionarios y miembros de la elite dirigente local y a la que asistieron vecinos de varias localidades tales como Cinco Saltos, Allen y Fernndez Oro. El objetivo: adherir a la creacin de los tribunales, respaldar a Requeijo y contrapesar la movilizacin surgida en Roca. Entre los oradores se destaca la palabra de Mo-guillansky18 apelando a la unin de las localidades rionegrinas y a la buena predisposicin de Roca para permitir el paso de la cara-vana de fe, negando que esta actitud fuera un paso de guerra, ni un paso malintencionado, ni un paso agresivo.

    2.4. La radio Intervenida y custodiada

    Desde este momento por orden superior no pueden emitirse in-formativos que tengan relacin con la actividad que desarrolla la llamada Comisin Municipal de Vecinos ni los comunicados emana-dos de ella, leyeron los directivos de la emisora LU 18 cuando

    18 El doctor Pedro Moguillansky era uno de los integrantes del Club de los Mil Millones, miembro del PPR y principal allegado en esa ciudad al general Requeijo quien tuviera un papel protagnico durante el Cipo-llettazo ocurrido en septiembre de 1969.

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    un tal teniente Francisco Cceres y el mayor Cabrera les hicieron entrega del comunicado. La radio, que haba oficiado de voz de la

    Comisin, leyendo sus comunicados, informando las novedades de las negociaciones y convocando a las reuniones, qued inter-venida y custodiada por un subteniente y nueve soldados.

    Durante la noche de ese mircoles y respaldado por una mani-festacin de delegaciones de Cipolletti, Barra del Medio, Catriel, Villa Regina, Cinco Saltos, San Antonio, General Conesa y San Javier, el gobernador Requeijo brind una conferencia de prensa en la que justific la creacin del juzgado como un requerimiento

    que se remontaba a 1967 y que fuera producto de un estudio a cargo de un equipo tcnico que presidi el por entonces subse-cretario de Economa, Alfredo Luis Lutz.19

    Al da siguiente, jueves seis de julio cerca del medioda, la ca-ravana de automviles comenz su marcha desde la calle Espaa, pasando por la calle Tucumn hasta Mendoza, para luego retor-nar al centro por Mitre. A su paso los conductores hacan sonar estridentemente sus bocinas mientras muchos transentes se

    unan a la marcha como en un carnaval.20 Al llegar a la avenida Roca, la columna dobl hacia la derecha hasta la calle Villegas y desde all prosigui hasta Maip, pasando frente a la emisora LU

    18, intervenida el da anterior, hasta detenerse finalmente por la

    prepotencia de las metrallas y bayonetas caladas que portaban los efectivos del ejrcito.

    En pocos minutos unas trescientas personas rodearon la ca-mioneta del ex ministro de Justicia Manuel Salgado, mientras ste, como si fuese un director de orquesta encaramado sobre su

    19 Cabe destacar que, actualmente, Lutz es miembro del Superior Tribu-nal de Justicia de Ro Negro.20 El carnaval ignora la distincin entre actores y espectadores. Los es-pectadores no asisten al carnaval, lo viven, ya que est hecho para todo el pueblo y es imposible escapar del carnaval porque no tiene un espacio determinado, en Bajtin, Mijail. La cultura popular en el Medievo y el Renacimiento. El contexto de Francois Rabelais. Buenos Aires: Alianza Editorial, 1994.

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    vehculo, dirigi las estrofas del Himno Nacional que entonaron a capela los manifestantes.

    Lo que haba comenzado como una manifestacin pacfica se

    desband rpidamente cuando se escucharon varias detonacio-nes de granadas lacrimgenas que partan desde un piquete de la compaa anti turba de la Polica Provincial, apostado en la esqui-na de avenida Roca y Mitre.

    Luego de quince minutos de confusin slo se registr la ro-tura de un parabrisas, una nia herida al caer y el refuerzo de la custodia militar en el municipio y la radio y nuevos apostaderos en lugares claves como el edificio de Correos y Telecomunicacio-nes y la central telefnica ENTEL.

    En tanto, los piquetes policiales se multiplicaron en las inter-secciones de varias arterias. Por la tarde, las clases fueron suspen-didas, cerraron industrias y comercios y la Comisin Provisoria de gobierno pas a la clandestinidad luego de que se conociera la

    intencin del Ejrcito de detener a algunos de sus integrantes. La comisin provisoria de gobierno decreta que a partir de las

    diecisiete del da seis de julio, las calles del ejido municipal con trn-sito de una sola mano, cambiarn el sentido de circulacin a la in-versa de las que tenan hasta la fecha, ley con voz firme Carlos Bertoni, locutor de LU 18 y, desde ese momento, de la radio clan-destina Roca Libre, que inici su transmisin en onda corta en la frecuencia de 1510 kilohercios desde la terraza de la vivienda de un conocido dirigente radical, Justo Epifanio. La desobediencia civil haba comenzado.

    El decreto tambin fue difundido a travs de volantes que se distribuyeron a los automovilistas y en poco tiempo provoc un inusitado descontrol en el manejo de las fuerzas de seguridad. Mientras tanto, numerosas personas se congregaban en las es-quinas cntricas.

    Pasadas las cinco de la tarde comenzaron nuevamente las co-rridas ante los disparos de bombas de gases lacrimgenos arro-jados para dispersar los grupos que instalaron barricadas en dife-rentes esquinas de la ciudad.

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    La protesta comenzaba a demostrar medios de propaganda que, seguramente, sorprendieron al ejrcito y dificultaron su ta-rea. Adems de la radio, desde la imprenta Vallegraf, propiedad de Norberto Rajneri, se confeccionaron diversos volantes, que fueron arrojados en el centro de la ciudad. Numa Laplane: el pueblo go-bierna, aunque usted lo niegue; Dgale NO a Requeijo, dgale S a Ro Negro; Ro Negro nos une, Requeijo nos separa; etctera.

    LU 18, intervenida, no par de difundir comunicados con la fir-ma del mayor Naldo Dasso que buscaba en grupos subversivos ajenos a la ciudad la causa del desborde civil.

    Cerca de las siete y media de la tarde, un nutrido grupo de manifestantes apedrearon y finalmente quemaron21 el local del PPR ubicado en la interseccin de las calles Tucumn y Neuqun provocando la primera reaccin activa del ejrcito que, hasta ese momento, slo se haba ocupado de la custodia de los edificios,

    dejando a la polica provincial la tarea de reprimir.Entrada la noche, la elite dirigente debi admitir a travs de un

    comunicado que fue desbordada por la reaccin popular.

    2.5. Comienzan las detenciones y el conflicto traspasa las fronteras provinciales

    Muy bien, quedo informado. No tengo ningn inconveniente. Ms tarde ir responde el director del diario Ro Negro, Julio Ra-jneri, ante el requerimiento de un oficial de Polica quien le solicita lo acompae a la municipalidad ya que las autoridades militares deseaban conversar con l.

    Tengo rdenes de acompaarlo, insiste incmodo el oficial Jos Silverio Tapia.

    Entonces usted ha venido a detenerme. Tiene acaso orden de allanamiento?

    No la tengo.

    21 En el fuego se observa nuevamente un elemento tpico del carnaval: el fuego como mecanismo purificador, como un valor regenerador de la protesta (en carnaval se quema al Rey Momo), como catarsis expresiva de la bronca, como medio de venganza hacia el que piensa distinto.

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    Carezco de toda garanta alega Rajneri. Me har presente por mis medios.22

    Rajneri tuvo tiempo y libertad de arreglar algunos asuntos, tomar su auto particular y dirigirse a la municipalidad apenas es-coltado por un patrullero. Recin en el edificio de gobierno fue

    notificado que se encontraba detenido.

    Eran las tres y veinte de la madrugada del viernes siete de ju-lio y la noticia de la detencin del director-propietario del diario ms importante de la provincia no tardara en circular en todas las agencias de noticias y medios periodsticos del pas.

    Algunas horas antes, en un operativo conjunto entre fuerzas de Gendarmera llegadas desde Zapala y del Ejrcito, se haba comenzado con la detencin de personas y su traslado a la Co-lonia Penal U.5 ubicada en avenida Roca y Los Andes como ni-ca manera de calmar los incidentes que desde la tarde se haban producido en distintas partes de la localidad.

    Las detenciones se produjeron de manera indiscriminada afectando a manifestantes, transentes, periodistas y fotgra-fos. Hubo golpes, insultos y gases arrojados dentro de camiones repletos de detenidos. Las tropas del ejrcito irrumpieron incluso en el despacho de un juez federal, en donde se haban iniciado recursos de habeas corpus para lograr la libertad de algunas de las cincuenta personas arrestadas.

    Para los miembros conspicuos de la dirigencia roquense, en cambio, la metodologa fue la utilizada con el director del diario; invitarlos a conversar a la municipalidad y una vez all anunciarles la detencin, aunque sin explicarles el motivo de esa decisin.23

    22 Dilogo reproducido en la edicin del diario Ro Negro del sbado 8 de julio de 1972.23 De esta manera fueron detenidos en la madrugada del viernes 7 el presi-dente de la CAIC Eduardo Genoud, el abogado Iglesias Hunt, Aleardo Lara sobrino de Rajneri y en ese entonces dirigente de la Juventud Peronista y abogado del gremio de la fruta, el ingeniero Faustino Mazzuco miembro de la Cmara de Productores de Ro Negro, Jos Enrique Gadano, mientras que Manuel Salgado fue buscado durante la tarde del 6 de julio en su domicilio.

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    Todos los detenidos fueron puestos a disposicin del Poder Eje-cutivo bajo la Cmara Federal en lo Penal de la Nacin (fuero an-tisubversivo) aunque una vez finalizado el conflicto todos los pro-cesamientos cayeron.

    Respecto de la detencin de Rajneri, la trascendencia nacional fue inmediata a partir de que Norberto Rajneri, que asumi como director interino del diario, curs telegramas al presidente de la Nacin, Alejandro Agustn Lanusse, a la Asociacin de Entidades Periodsticas Argentinas (ADEPA) y al Ministro del Interior, Arturo Mor Roig, solicitando la inmediata liberacin en nombre de la li-bertad de prensa y las elementales garantas constitucionales para la libertad personal.

    As, en momentos en que el presidente Lanusse proclamaba que su gobierno era respetuoso de la libertad de prensa, decenas de medios periodsticos de tirada provincial y nacional se hacan eco de la detencin de Rajneri, solidarizndose con l y adjudi-cndola a la posicin del diario respecto de los incidentes que se sucedan en la ciudad.

    El propio Mor Roig se vio obligado a enviar un telegrama a Re-queijo en el que le solicitaba un informe de la situacin recrimi-nndole que es firme propsito del gobierno nacional respetar la

    libertad de prensa.24

    La protesta ya haba definido una metodologa muy particular

    pero ntimamente relacionada con el contenido social de la mis-ma y con la idiosincrasia de la ciudad: cerca de las once de la ma-ana se produca el cierre de los comercios, sumiendo a la ciudad en una tensa calma que recin se rompa cerca de las cuatro y media de la tarde con la aparicin de barricadas.

    Por el lado del ejrcito se aument en gran nmero las fuerzas

    de ocupacin constituidas por gendarmes del regimiento Zapala, del regimiento 10 de Infantera de Montaa con asiento en Co-vunco, de la Polica Militar y de Infantera de Choque de la Polica

    24 Tomado de la edicin del 8 de julio del diario Clarn.

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    Provincial. En suma, en la maana del siete de julio, segn esti-maciones del diario Clarn, haba ms de dos mil hombres arma-dos ocupando una ciudad de menos de cuarenta mil habitantes y esto nos habla del sobredimensionamiento del operativo.

    Tambin durante la maana, sin mediar anuncio oficial y bajo

    un impresionante despliegue de las fuerzas de seguridad, arrib una comitiva de funcionarios desde Viedma para poner en funcio-nes al reemplazante del intendente interino, mayor Naldo Dasso, que asumira con carcter de interventor municipal designado, esta vez y a modo de provocacin, directamente por el gobierno provincial.

    Entre los presentes se encontraban por primera vez, desde que comenz el conflicto, el ministro de Gobierno provincial, Car-los Jorge Chaminaud, y el general a cargo de las fuerzas de ocupa-cin, Alberto Numa Laplane.25

    En un gesto para apaciguar los nimos se eligi a un nativo de la provincia para ocupar el cargo de interventor comunal, un inspector retirado de la polica de Ro Negro, Napolen Ignacio Vega. No obstante la Comisin Provisoria consider la maniobra como un intento por parte del gobierno provincial de agregar un elemento irritante ms a la actual situacin al designar al polica Vega, como lo llamaron despectivamente.

    Pasadas las diecisis horas, los vecinos comenzaron a concen-trarse en distintas esquinas cntricas en donde armaron barrica-das, incendiando cmaras de autos y restos de la poda de frutales que aportaban los productores rurales. Los enfrentamientos no tardaron en producirse: por un lado, hondas, piedrazos y en algu-nos casos bombas molotov caseras; desde el otro, granadas de gases lacrimgenos y la actuacin del famoso camin hidrante Neptuno.

    25 Numa Laplane ser posteriormente designado Comandante General del Ejrcito del gobierno de Isabel Pern y desplazado el 27 de agosto de 1975 por el grupo de los nacionalistas prescindentes en la cabeza de Jorge Rafael Videla.

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    Las calles se cubrieron de ms volantes en los cuales la Comi-sin Provisoria aconsejaba a los vecinos retirar los fondos depo-sitados en el Banco de la Provincia de Ro Negro, no pagar los impuestos municipales y provinciales y negarse a brindar apoyo comercial y profesional a ambos gobiernos. Por su parte, el Cole-gio Mdico anunci que cesaba la atencin de clnicas y consulto-rios mientras que invitaba a los padres a no enviar a los nios a la escuela y mantener la resistencia popular fustigando a las fuerzas de ocupacin. Todas formas de desobediencia civil inditas en otras protestas sociales.

    Cerca de las seis de la tarde un grupo de cincuenta personas lleg al local de la calle Mitre N 508, en donde tena sus oficinas

    la revista requeijista Aqu, nosotros, propiedad de Rafael Miglia-nelli, y luego de romper vidrios y puertas incendiaron muebles y tiles en plena calle.

    Entrada la noche regres la calma a la ciudad mientras la alcal-da desbordaba de detenidos. Segn el diario La Nacin, pasadas las veintids horas se frustr un intento de saquear la agencia del diario Sur Argentino, propiedad del dirigente neoperonista y ex senador neuquino, Elas Sapag.

    Durante el sbado ocho se repiti la dinmica de los sucesos con una maana en calma y una tarde con caravanas de autom-viles, barricadas, incendio de gomas y un solo enfrentamiento de efectivos policiales con un grupo de jvenes.

    A ltima hora de la tarde se conoci un comunicado del Co-mando de la VI Brigada en el que el general Numa Laplane haca referencia a las detenciones alegando que se trat de respuestas de las fuerzas militares ante las acciones de un grupo de revolto-sos, poco numerosos, pero con la efectividad tpica de elementos adecuadamente adiestrados y entrenados y por el pedido angus-tioso de los habitantes de la ciudad quienes fueron las vctimas de las depredaciones.

    Por su parte, el Colegio de Abogados denunci va telegrama al Ministro del Interior, Arturo Mor Roig, torturas, maltratos y condiciones infrahumanas de detencin a las que estaban sien-

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    do sometidos los detenidos y que fueran constatadas por un juez federal junto con el mdico policial.

    El dato poltico, segn el diario Ro Negro, estuvo dado por un giro tctico en la estrategia del gobernador Requeijo quien, a partir de la tarde de ese sbado, habra apelado a la pacificacin

    en un intento por detener la ola de efervescencia que se suceda en Roca.

    Asimismo, el medio periodstico adjudica este golpe de ti-mn al mensaje que hiciera el presidente Lanusse por el cual se concretaba el llamado a elecciones y se ponan fechas para las proscripciones.26

    Al final de la jornada los detenidos comenzaron a recuperar

    la libertad, entre ellos, el grupo de los abogados y dirigentes roquenses.

    La ltima novedad fue el arribo como mediador de Elas Sapag,

    hermano del gobernador neuquino, quien se reuni en la muni-cipalidad con un nutrido grupo de hombres pblicos quienes le exigieron la libertad de los detenidos como condicin para el res-tablecimiento de la paz y la desaparicin de la provincia del gober-nador en un plazo que no excediera el da 24 del mes en curso.

    Durante este da qued evidenciado el paralelismo del conte-nido social de la protesta y las estrategias utilizadas por cada uno: por un lado, los jvenes muchos estudiantes secundarios o

    estudiantes que regresan a Roca apenas iniciado el conflicto para

    fogonearse en enfrentamientos contra fuerzas de seguridad y poner en prctica acciones que han observado en las urbes

    donde estn estudiando son, mayormente, los causantes de los desbordes: incendios, bombas molotov, etctera. Por otro, la elite dirigente negocia a puertas cerradas no se sabe bien en

    26 En su discurso del 7 de julio, el presidente de la Nacin Agustn Lanus-se anunci el llamado a elecciones para marzo de 1973 poniendo como fecha lmite el 25 de agosto para quienes aspiran a presentarse como candidatos. En ese sentido, quienes ejercen alguna funcin de gobierno y aspiren a ser electos democrticamente, deben alejarse de sus funcio-nes antes de dicha fecha o quedarn automticamente proscritos.

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    qu trminos con distintos representantes del poder mientras que, pblicamente, piden al pueblo las acciones del tipo desobe-diencia civil que ya se mencionaron. Por ltimo, el pueblo en

    general, con motivaciones muy variadas, se une al descontrol festivo y generalizado y baja al centro a ver qu pasa.

    2.6. Provocacin al Ejrcito

    Antes de tomar el micrfono y subirse sobre a una pequea tari-ma de espaldas al busto de Sarmiento, ubicado en el pasaje del Ca-nalito, un cerrado aplauso preanuncia el discurso del quien en casi todas las concentraciones fue vocero oficial de la protesta: Manuel

    Rodolfo Salgado. El motivo era la conmemoracin paralela a la oficial del 156 aniversario de la independencia nacional. Frente

    a unas cinco mil personas, segn estimaciones de la prensa, y con-vocadas por la Comisin Provisoria el da anterior, el ex conven-cional constituyente de la provincia se refiere a la fecha como una

    fiesta del pueblo, al tiempo que exige al gobierno la disolucin de

    las fuerzas de represin advirtiendo que estamos desarmados por-que queremos, porque armas tenemos, y sabemos manejarlas.27

    La multitudinaria ceremonia cvica, que cont con otros ora-dores y luego se traslad al mstil de avenida Roca y Mitre para arriar y volver a izar a manos del pueblo la insignia patria, con-trast con el acto oficial realizado en horas de la maana, que con-t con la presencia de representantes del ejrcito, del gobierno provincial y del recin asumido gobierno municipal interventor.

    El hecho ms significativo y que se convertir en uno de

    los smbolos de la protesta fue el realizado por los pocos ve-cinos que asistieron al acto o que casualmente transitaban por el lugar y que consisti en darle la espalda espontneamente al desfile del Batalln 181 de Ingenieros, con sede en Neuqun, en

    27 Ro Negro, 10 de julio de 1972.

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    una muestra ms de desobediencia civil y homologando lo suce-dido aproximadamente un ao atrs, cuando estudiantes univer-sitarios que realizaban una huelga de hambre en reclamo por la nacionalizacin de la Universidad de Neuqun decidieron darle la

    espalda a la comitiva del por entonces presidente de la Nacin, Roberto Marcelo Levingston, quien transitaba por la avenida Ar-gentina en la ciudad de Neuqun.

    En la tarde se repitieron las barricadas y hogueras pero sin enfrentamientos, mientras que en las ltimas horas arrib a la

    ciudad el comandante del Quinto Cuerpo del Ejrcito, general Manuel ngel Ceretti, para reunirse con los jefes militares en la Municipalidad y dialogar sobre la situacin imperante.

    2.7. Bajo pena de muerte

    El que cometiere con armas, cualquier violencia contra perso-nal militar o de las fuerzas de seguridad que se hallare en ejercicio de sus funciones, ser condenado a reclusin de cinco a quince aos pero si de resultas de ello se causare la muerte de personal militar o de las fuerzas de seguridad, la pena que se impondr ser reclusin por tiempo indeterminado o pena de muerte.

    El bando N 1, fechado el martes once de julio y firmado por el

    teniente coronel y Comandante de la Zona de Emergencia, Gui-llermo Anbal With, hablaba a las claras del desaire propinado al ejrcito el da anterior, de la quema del local de Rentas y de la intransigencia de la protesta que slo poda ser contestada redo-blando la apuesta: en la noche del 10 de julio el gobierno nacional declar zona de emergencia a la ciudad de General Roca y sus al-rededores mediante decreto.

    Adems, el gobierno nacional decidi tomar el conflicto en sus

    manos para lo cual el Ministro del Interior, Arturo Mor Roig, de-leg en manos del subsecretario del Interior, Guillermo Belgrano Rawson, el estudio de la situacin planteada en la ciudad valletana y, aunque se abstuvo de hablar de plazos, asegur en conferencia

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    de prensa que el asunto no se extendera ms de esa semana. Posiblemente, Mor Roig no haba quedado conforme luego de

    la entrevista personal con el gobernador Requeijo, o bien supuso que el envo de un delegado del gobierno nacional para dialogar con los insurrectos algo que por otra parte estos ltimos so-licitaron desde un principio funcionara como un aplacador del conflicto.

    Por su lado Requeijo, que visit la capital nacional en busca de respaldo institucional, insisti en que no renunciara al cargo, adems de advertir que la protesta era consecuencia de un fuerte localismo, protagonizada no por toda la comunidad sino por un grupo y que, como consecuencia de los episodios ocurridos en los ltimos das, la provincia est bastante detenida en su marcha.28

    Las horas previas a la firma del decreto de zona de emergencia

    fueron acompaadas del recrudecimiento de hechos de violencia ya que, a las caractersticas caravanas y quemas de cubiertas, se sum el incendio del local de Rentas que qued parcialmen-te destruido , y el intento de atentado contra la planta de Gas del Estado y contra la sucursal local del Banco de la Provincia, de la cual fueron retirados, durante la maana, los depsitos de nu-merosos vecinos en cumplimiento de la disposicin emanada por parte de la Comisin Provisoria.29

    Por otra parte, el mayor Naldo Dasso en su calidad de inten-dente interino se present en la direccin del diario Ro Negro con una nota del comandante militar de la zona de emergencia, Gui-llermo With, dirigida al director del diario que, entre otras cosas, deca: () este Comando ha resuelto que ese diario se abstenga de publicar solicitadas o informacin referida a los sucesos de pblico conocimiento y relacionada a la grave alteracin del orden pblico

    28 Edicin del Ro Negro del 11 de julio.29 Segn la edicin del diario Voz Rionegrina del martes 11 de julio la suma retirada, de acuerdo a versiones de medios allegados a las fuer-zas productivas fue del orden de los sesenta millones de pesos moneda nacional.

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    que motivara la declaracin de la Zona de Emergencia.30

    Se trata de uno de lo mayores desatinos del ejrcito que les dio a los manifestantes mayor trascendencia y un argumento po-lticamente correcto para mantener la protesta. Segn inform

    posteriormente el diario, cuando reapareci dos das despus: Esta direccin no acepta editar la publicacin en estas condiciones. El concepto transcripto sumado a la obligacin de supervisar todo el texto del diario por ese comando, implica establecer censura previa, prohibida especficamente en nuestra Constitucin Nacional.

    Mientras el presidente Agustn Lanusse manifestaba el abso-luto respeto a la libertad de prensa durante el V Congreso Cat-lico Latinoamericano de Periodistas, reunido en Buenos Aires, el director del diario, Julio Rajneri, enviaba diversas comunicaciones denunciando el atropello al Ministerio del Interior, a la Asociacin de Entidades Periodsticas Argentinas y a la Sociedad Interameri-cana de Prensa, que pronto responderan corporativamente.

    Tambin hubo pronunciamientos del obispo Jaime Francisco de Nevares y de los sacerdotes del Tercer Mundo, de sindicatos de periodistas, de diarios regionales y nacionales, partidos polti-cos, etctera, repudiando la medida de censura.

    Efectivamente, el matutino no apareci ni el mircoles doce, ni jueves trece de julio aunque, en su lugar, fue distribuido en el in-terior de los diarios nacionales un volante mimeografiado titulado

    Diario Ro Negro Libre o Rionegrito, escrito por los mismos perio-distas y que hizo las veces de un diario clandestino que simulaba

    estar escrito en la ciudad de Allen, firmado por La Resistencia.Entre tanto, los das posteriores a la declaracin de emergen-

    cia fueron de calma y, tras la presin del ejrcito a los comercios para que abrieran sus puertas, el da mircoles la actividad fue prcticamente normal mientras que en las escuelas, y pese al anuncio del Consejo Provincial de reanudar las clases, la asisten-cia en el centro de la ciudad fue muy escasa. Asimismo, la ciu-

    30 Ro Negro, 14 de julio de 1972; La Nacin, 12 de julio de 1972.

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    dad fue literalmente limpiada por empleados del municipio de letreros con consignas de protesta contra Requeijo y restos de los materiales incendiados en las barricadas. La Comisin Provisoria sigui distribuyendo volantes con medidas de resistencia como un toque de queda civil en el que sugera a la poblacin oscure-cer los comercios y que las personas no salieran de sus domicilios despus de las ocho y media de la noche.

    Si bien durante esos das se mantuvo una actitud de rechazo al gobernador, los dichos ms duros fueron dirigidos ahora contra las Fuerzas Armadas y el gobierno nacional, responsables de la situacin de censura y emergencia. Tal es la fisura entre los ma-nifestantes y el ejrcito que, el propio General de Brigada, Alber-to Numa Laplane, se refiri a ellos en declaraciones a la prensa

    como delincuentes que han incitado a la rebelin contra el poder constituido.31

    Por su parte, Requeijo retorn a la ciudad de Viedma luego de concretar diversas reuniones en Buenos Aires con el presidente de la nacin, Lanusse, el Ministro del Interior y dems funciona-rios. En la capital provincial fue recibido con vtores y aplausos

    y ya se comenzaba a hablar en su entorno de la posibilidad de nombrar un nuevo intendente para la ciudad de General Roca.

    La noche del mircoles trece de julio el gobernador dirigi un mensaje al pueblo de la provincia, que fue emitido por LU 15 Ra-dio Viedma, a travs de la red provincial de emisoras y luego por LU 84 y canal 7 de Neuqun. En sntesis, el contenido del discurso

    se refiri a la ansiada pacificacin nacional a travs de la institu-cionalizacin que vendra con el inminente llamado a elecciones. Asimismo, tuvo palabras descalificadoras hacia la protesta en

    Roca describindola como carente de perspectiva nacional, como un acto de provocacin egosta tendiente a dividir a los rionegrinos y detener el progreso de la provincia.32

    Por ltimo, a las once y media de la noche del mircoles, en

    31 Voz Rionegrina, 12 de julio de 1972.

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    razn de la calma imperante de las ltimas horas, se comunic a la direccin del diario el levantamiento de la censura previa.

    2.8. Otra arena de disputa

    Periodista: Qu color poltico tienen?Seor Sancho: Eso vara. Radicales del Pueblo, Demcratas

    Cristianos, el grupo de sediciosos de Roca est fundamentado, ms que en colores polticos, en el Colegio de Abogados, el Colegio Mdi-co, el Club Social y el diario Ro Negro.33

    Durante los das en los que la ciudad permaneci bajo el decre-to de zona de emergencia la lucha en las calles y la desobediencia civil dieron paso al lobby.

    Desde los manifestantes, el propio director del diario realiz ges-tiones denunciando la censura y viajando a Buenos Aires para parti-cipar de diversos programas periodsticos de televisin y reuniones con asociaciones de prensa, sindicatos y partidos polticos.

    Por otra parte, el sector requeijista, conformados por los vecinos nucleados en el Club de los Mil Millones de Cipolletti y miembros que se adjudicaban representacin de otras localidades, viajaron a Buenos Aires para reunirse con el subsecretario del interior Belgra-no Rawson a fin de manifestar su apoyo al gobernador y denunciar

    la informacin distorsionada que ofreca el periodismo sobre la

    situacin en la provincia y en la ciudad de General Roca.34

    Mientras tanto algunos sectores del ejrcito hicieron conocer

    32 El discurso fue trascripto casi ntegramente por los diarios Voz Rione-grina y Ro Negro en sus ediciones del 14 de julio.33 Conferencia de prensa del sector requeijista en la Casa de Gobierno y reproducida por el diario Ro Negro en su edicin del 16 de julio.34 La nmina de la delegacin incluida a Luis Silenzi (Junta Provincial de Apoyo al general Requeijo); Gerardo Ioan (industrial de Allen); Luis Tailhade (Cmara de Comercio, Industria y Produccin del Valle Medio; Rafael Miglianelli (director de la revista Aqu, nosotros cuya sede fuera incendiada durante los incidentes); Enrique Sancho (presidente de la Cmara de Productores de Choele Choel), etctera.

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    al Presidente de la Nacin su malestar por la gestin del general retirado Requeijo y por sus aspiraciones de conformar un partido poltico que lo lleve al gobierno en las prximas elecciones.35 Pa-radjicamente, estas aspiraciones son compartidas por Lanusse que, aunque finalmente no lo lograra, baraja por aquellos das la

    posibilidad de ser candidato a presidente.Mientras la Comisin Provisoria denuncia la condicin clasis-

    ta de las torturas y vejmenes propinados a algunos detenidos

    por parte de la polica especial de Requeijo, el Gobernador de la provincia designa al coronel Enrique Pelliccetti como nuevo in-tendente municipal de la ciudad. El anuncio del nombramiento de este militar en actividad, oriundo de Gral. Roca, que se desem-peaba como Jefe del Distrito Militar Ro Negro fue realizado el 17 de julio e inmediatamente provoc el rechazo de manifestan-tes que esa misma noche arrojaron volantes annimos contrarios a su designacin.

    El mismo da en que asume el intendente Pelliccetti, el Poder Ejecutivo nacional emite el decreto por el cual se levanta la zona de emergencia, a causa de la normalizacin de la situacin.

    Sin embargo, el rechazo de la poblacin a Pelliccetti se expre-s a partir de la tarde con nuevas caravanas y fogatas en una ciu-dad abandonada por las tropas del ejrcito luego del cese de la zona de emergencia.

    De todos modos, la asamblea del 19 de julio en el Club del Pro-greso cont con la participacin de ochocientas personas bas-tante menos que las primeras convocatorias y decidi un nue-vo cierre de comercios para el da siguiente con la realizacin de una asamblea popular en la calle, adems de acordar que todas las fuerzas vivas solicitaran audiencia con el esperado Subsecre-tario del Interior, Belgrano Rawson. La elite roquense ya perciba la desintegracin de la resistencia ciudadana luego de tantos das

    35 Diario Ro Negro reproduce en su edicin del 17 de julio un comentario del semanario El Economista del 14 del mismo mes donde da cuenta del memorando que el Ejrcito enviara al presidente.

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    de mantenida la protesta y por eso fomenta la negociacin con el enviado nacional.

    Un contingente de tropas del V Batalln volvi a la ciudad para

    apostarse en edificios pblicos con el objeto de mantener el or-den y abort la asamblea popular. Como era de esperarse, un

    importante nmero de manifestantes, entre ellos los conspicuos

    miembros de la elite roquense incluido el director del diario, fue-ron nuevamente detenidos aunque liberados esa misma noche.

    Los incidentes se sucedieron mientras Belgrano Rawson, que haba arribado a la ciudad pocas horas antes, mantena diversas audiencias con entidades representativas de la comunidad con el objetivo, segn expres, de escuchar, hablar y luego informar a sus superiores.

    Frente al edificio de la municipalidad, y a la espera del resul-tado de las audiencias con el funcionario nacional, se produjo la ltima manifestacin masiva de la protesta que, luego de dos se-manas de conflicto, comenz a diluirse sin que el reclamo funda-mental la renuncia de Requeijo se produjera como conse-cuencia del levantamiento popular.

    Requeijo finalmente renunci el veintinueve de agosto de ese

    ao pero para quedar legalmente habilitado y poder as presen-tarse como candidato a gobernador por el PPR.

    2.9. Segundo Rocazo

    Aunque no es materia de este trabajo, cabe recordar que en marzo de 1973, en ocasin del arribo de Roberto Requeijo36 a la ciudad en calidad de candidato para las elecciones que se dispu-taran unos das despus, se origina lo que se dio en llamar el

    segundo Rocazo.En esta oportunidad, se produjeron dos muertes: una la de un

    36 Requeijo ya haba sido reemplazado en el cargo de gobernador por el capitn de navo Oscar Luis Lava.

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    militante Radical en General Roca y la otra en Cipolletti, en este caso, un militante de la Juventud Peronista.

    La diferencia con el primer Rocazo fue la accin, si no organi-zada cuando menos orgnica, por parte de militantes de los parti-dos citados y del PPR. Faltaban apenas unos das para las eleccio-nes (los hechos tienen lugar el mircoles siete y la madrugada del jueves ocho, mientras que los comicios fueron el domingo once) y los enfrentamientos son de claro contenido poltico-partidario.

    Brevemente mencionaremos que se produce un acto parti-dario del PPR con su principal candidato, Requeijo, que origin la movilizacin en General Roca. Posteriormente, los desmanes en esa ciudad ocurren cuando la caravana peperresta ya se haba trasladado a Cipolletti. El balazo que le cuesta la vida a Agustn Fernndez, militante de la UCR y que aparentemente impacta

    en el joven luego de rebotar en un poste es disparado por la polica durante un enfrentamiento con militantes afuera del local comercial de Marcos Gargini, candidato a senador, en donde ho-ras antes se haba realizado el acto partidario.

    En Cipolletti la violencia se produce directamente entre par-tidarios del PPR y del peronismo cuando la caravana se detiene en una Unidad Bsica y comienzan los insultos hasta que un mi-litante peperresta dispara con un arma calibre 22 a menos de un metro sobre otro militante peronista.

    En el caso de Roca, la otrora dirigencia del primer Rocazo (Co-legio de Abogados, CAIC y representantes de los principales par-tidos polticos) convoca a una asamblea nuevamente en el Club del Progreso y llama a la desobediencia civil pero se despega

    de los hechos del mircoles y de la madrugada siguiente. La lnea informativa del diario Ro Negro es categrica en ese

    sentido. Dice en la tapa de la edicin del jueves ocho: Los trgi-cos sucesos que conmovieron en la madrugada de ayer a General Roca y Cipolletti, tiendo de sangre la campaa preelectoral por primera vez en la historia rionegrina, recibieron la desaprobacin general. Adems se cuida muy bien de indicar quines son los que cometen los mayores desmanes37 (la quema de tres locales

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    comerciales de candidatos, el local partidario del PPR y el auto-mvil de otro de los candidatos peperrestas) y se dedica a repro-ducir los varios comunicados que realizan los partidos polticos, sindicatos y dems refirindose al hecho ocurrido en Cipolletti en

    donde acusan directamente a los militantes peperrestas y a su dirigencia.

    Para esta tesina lo interesante es sealar que en la memoria de los entrevistados ambos Rocazos se confunden38 en relacin con los hechos que ocurrieron en cada uno, pero los tien a los dos de los mismos sentidos (valoraciones) que adjudican al pri-mero y que veremos en el captulo 5 de este trabajo.

    Por ltimo, cabe apuntar que en los comicios celebrados el

    once de marzo de 1973, en Roca, el general retirado Roberto Vi-cente Requeijo y su partido slo obtuvieron 452 votos sobre 5721 de la UCR y 6789 del FREJULI. Sin embargo, en el mbito provin-cial, la peor pesadilla de la dirigencia roquense se volvi realidad puesto que el PPR ocup el segundo lugar con 24.404 votos, el peronismo sali vencedor con 45.316, mientras que el radicalis-mo qued relegado al tercer puesto con 20.888 sufragios.

    37 Slo se refiere a ellos como numerosos jvenes de distintos barrios que se unen a los manifestantes.38 Algunos entrevistados manifestaron que en julio se incendiaron lo-cales comerciales de candidatos del PPR que en realidad se destruyeron en marzo. Incluso ubican la muerte del militante radical en el primer Rocazo.

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    3. La primavera de los pueblos

    Tres procesos la crisis del ideal democrtico, la exacerbacin de los reclamos corporativos y las pasiones autoritarias de auto postulados salvadores de la nacin se conjugaron de manera ca-tastrfica entre 1966 y 1976. Pero en otro sentido, fue una dcada admirable, en la que la sociedad toda se puso en movimiento, bus-cando plasmar un futuro mejor, al margen del estado y en franca rebelda contra l.

    La movilizacin de la sociedad, hasta entonces aquietada por la represin autoritaria, se inici a fines de 1968 y tuvo un primer episodio espectacular en el Cordobazo de mayo de 1969. De ah en ms, se despleg, en un crescendo que no se detuvo hasta 1973, cuando asumi el gobierno peronista; despus se mantuvo, pero sin la unanimidad e inocencia iniciales. Fue una movilizacin variada y con gran capacidad de agregacin. Por un lado, un nuevo sindica-lismo que desbordaba los lmites de la tradicional burocracia for-talecida desde 1955 en la negociacin de la retaguardia y ensaya-ba nuevas formas de protesta y de organizacin. Por otro, distintos segmentos de empresarios, comerciantes, pequeos y medianos, con base en las eco