Franco Cardini - El Guerrero y El Caballero

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    Capitulo segundoEL GUERRERO Y EL CABALLERO

    Franco Cardini

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    Fue sin duda una gran revolucion la que. a 10 largo del siglo x.el imirio pracrlcarnente la vieja division de la sociedad cristiana enliberi y servi para susti tuir esta ant igun dicotomia -b:::l .Stante masanrigua. como sabernos, que las civilizaciones hebrea. rornana ygerrnanica, en las que Occidente tenia sus origenes cul turaies-e-par esa, mas pract ica y significativa. de milites y r!lslici, que irnplica-ba el reconocimiento de una separacion precisa, no ya en el campononnativo Insutucional . .s ino en e!de las funciones sociales y los ge-neros de vida, entre aquellos (pocos en el fondo) que tenian el pr i vi-legio de llevar arrnas y combatir y esraban normalrnerue exernospar ello de soportar 1 3 carga de las imposiciones comunes, y esosot r os (lo gran mayo ria de los laicos) de los que se esperaba una dedi-cacion al mundo de la producci6n que sarisficiera sus propias y, po r10dernas, limitadas exigencies y las mas gravosas y sofisticadas decuaruos tenian el privilegio de podcr vivir del trabajo de ellos.El mundo del siglo x (y. ya antes, el de 13mitad rie l siglo IX) esduro y pel igroso: 5610 lapura supervivencra corrstiruye de par si u napreocupacion constarue y un fatigoso ernpefio. Las incursiones vi-ki ngas, rnagiares y sarracenas asolan las costas y atormeruan el Hill'terlan d de la t rabazon euro-rnedi terranca orienta l: a estas les acorn-pafian -y,una vez pasadas, las susti tuyen-e- las continuas luchasderitro de aristocracias rapaccs y violeruas. cristianizadas solo su-perfi c ialmcrue aunque orgullosas de las fundaciones rnonasticasprornovidas par el ias y del rico botin de reliquias recogidas aqui yalia y exhibidas. veneradas y hcnradas como obje tos provistos de unpoder rnagico. La Europa de la epoca se lIena de castillos (algunas

    Del rnanusc riro d ir ig ido par cl pueblo de Praio a su protect or . Roberto de Anjuu

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    86/Franco Cardiniregiones, como Castilla. tornaran de ellos su nombre) , lnstalacionesFortificadas donde se apinarilas gentes rnieruras afuera se deserica-dena la Furia de los barbaros y de los ti ranos: sin embargo, las in---

    , '. co modas y precarias condiciones de vida en los castillos son, engran pane, las que errsefian de nuevo a las gentes de Europa la prac-r ica de la autodefensa y del autogobiemo.

    La dureza de los tiernpos determine par otra parte la aparicionde constantes y de exigencias profundas: par ej emplo, la div ision dela sociedad en los Ires niveles funcionales de los ora/ores, los bella-lares y los laboratores. Rezar, cornbatir y t rabaj ar lo s campos se con-sideraban, aunque a distinto nivel de dignidad , los t res aspectos fun-damentales de la vida civil , los t res pil ares del rnundo crist lano. Losestudios de Georges Durnezil han canfirmado esplend ida y definltl-vamente que esta tripartici6n funcional tiene profundas ralces en lacultura indoeuropea: pero a nosotros no nos inreresa aqul rastrearconstantes, sino caracterizar 10 espectficamente medieval de unproceso de siglos, incluso de milenios, de valoracion de la guerra ydel guerrero que, en una larga fuse de inseguridad. perrnitio entrelos sig los x y XlI ala sociedad cri stiana -cuyos ideales mas e levadosson y s iguen s iendo, pese :1 todo, ideales de paz- elaborar un esque-ma etico-teologico dirigido a la sacralizacion de la practica mili-tar. Asi, todo puede comenzar a partir de aqui: del oscuro periodo delas incursiones barbaras y de la llarnada -anarqufa Feudal com-prend ido ent re fina les del siglo IX y el siglo XI ; de esa palabra. miles,que poco a poco sustituye a todos los otros rerrninos que nom branal guerrero [sicarius, buccellarius, gladiator) usados hasta emoncespara cal ificar a los hombres armadas reunidos en est rechas cornit i-vas en tomo a un dominus, a un principe. Ya el viejo Tacite habiadescri to e l comitatus germanico. que corioce en la Alta Edad Mediamul tiples variantes. desde la trustis franca a la dru iina rusa: en suinterior se habla elaborado con el tiempo una etica hecha de valor,de fidelidad a la amistad, de afecto hacia el principe considerado notanto el dominus como el senior, el jefe de l grupo, el viejo del quese esperan dones y protecci6n. En el ambito de esos Miinnerdunde.de esas soc iedades de hombres, se habian conservado los r itua lesinic ia ticos de admisi6n en busca de cuantos se consideraban dignosde llevar armas: rudas pruebas de fuerza 'j de resisrenc ia al dolor,heridas rituales y pruebas de desr reza en los limi t es de 10 que la Igle -sia cristiana consideraria llcito. En un tiempo -una vez mas Ie co-rresponde a Tacita recordamoslo- todos los jovenes guerreros delas selvas y de las estepas tenian que afrontar pruebas de ese tipo:pero a partir del siglo vm la rendencia hacia la especlallzacion deloficio de las arrnas. y por tanto, a la general desrnilitarizacion de la

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    sociedad romano-germanica (necesaria po r el crec iente uso del ca -ballo en la guerra asi como por la subida de los castes del equipoofensivo y defensive que precisaba el guerrero, como los Capitula-ria carclingios dernuestran). habla heche que 5610 en tre esos gru-pos ya de elite que eran las comitivas guerreras ag_rupadas e.n.tomaa los principes aristccratas se mantuvieran las anuguas rradiciones :y 1 3 entrega solemne de las arrnas se co~~ini6 en ~at~monio de losrirua les que sei'ia laban el acceso de los jovenes prmcipes al mundodel poder, E.sas s on las bases de la ceremonia que nos hemos acos-tumbrado a llarnar de -armar caballero- y que, junto con el cornba-te a caballo y los s ignos exter iores dist intivos de tal condici6n y ge-nero de vida. cont ribui .rian, prec isamente, a la ca rac teri zaci6n delcaballero.Por 1 0 tanto, el profesional de la guerra de los siglos x y XI es, ge-neralmenle,e l rniernbro de la cnml tiva gu iada por uri gran senor aHamada a proteger su residencia: por ello puede recibir 0 no de susenior bienes en posesiori a t itulo vasal lat ico a b ien arrnas. caba llosy ves tiduras que pueden corisiderarse una especie de paga ; puedevivir habitualrnerue junco al senior 0 bien en tierras propias 0 que seIe han concedido; puede ser de condic ion persona llibre 0 servil, esdecir. penenecer, en este segundo caso, al grupo de los llarnadosministeriales.Bajo e! perfil propiarnerue militar. la critica ha aba.ndonado yalas sendas tanto de l evolucionismo como del deterrninisrno. Nad iecree va en la resis de una caballeria nacida .naluralmente" a 10 lar-go del s iglo VUl, por la necesidad de contra rrestar las rapidas incur-stones de los arabes de Espana: y casi nadie se obs tina va en sostenerque la caballeria sea el necesario producta de la invencioo de unobj eto. el estribo, que permit iria una estabi lidad mayor en la sill a y.par ello. el desarrol lo del ataque a fondo del caballero lanza ,do al g~-lope. cuyo poderoso impacto con la lanza, fuertemente sujeta bajola axila . a rroll ari a cualqu ie r obsuiculo. Nuest ra atericion se dirigehoy a comprender el crecienre pr esiigio del cornbariente a caballo airaves de la consideracion de la perrnanencia de un esquema sacroconectado con ese animal en las culturas de las esrepas: y a profun-dizar en el vinculo entre los cosres cada vez mas elevados de la gue-rra v de! equipo mi lita r (cabal lo m ismo, a rmas de hierro, chaque tonaca'lchada y rdorzado llarnado bruina}, par una parte, Y la configu-rac ion de la jera rquia de las dependenc ias vasall ati cas y al mismotiernpo el ensanchamiento de la dis tancia socio-economica y socio-juridica entre ann ados e inerrnes. par on-a.

    E1cheque ent re grandes senores feudales, provisto cada cual desecuaces armadas. se convierte en eI dato carac te ristioc de la vidade los siglos X Y xi, esto es, del la rgo periodo que se corresponde con

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    el pulverizamiento de los poderes publ icos y con la llamada.sanar-quia feudai-, Es esta la-epoca en la que los armadas son sobre todotyranni, praedones; y su violencia con los indefensos y en generalcon todos los que la Iglesia define como pa.uperes (los rnisrnos cleri-gos. las viudas, los huerfanos y, en general . los incapaces de defen-derse y los desprovi stos de cualquier forma de protecc idn) cada vezes mas censurada, especialmente en las fuentes episcopales.

    Fueron precisarnente los obispos de c iertas diocesis, muy pron-to secundados por aristocratas y milites a los que habian conseguidoconvencer y par laicos , incluso de condicion subalterna. preocupa-dos par 10 endernico de un estado de violencia que impedla e! des-pegue del cornercio y de la vida econornica, los que guia ron entre fi-nales del siglo x y principios del Xl el movimiento de la pax y de latregua Dei: santuar ics, hospicios, rnercados, pasos, caminos, fueronpuestos baj o una espec ial tutela (l a pax, preci samente) de modo queei que cometiese en esos lugares actos de violencia era rnerecedorde la excornunion: la misma medida se com6 para proteger a todasesas personas que por su debilidad se consideraban pauperes (unapalabra cuyo sentida es mucho mas que economico): y s e llega, enfi~. a eszablecer que los actos de guerra. prohibidos ya por la pax enciertos lugares 0 contra ciertas personas. se prohiban adernas endeterminados dias de la semana. Si malar era siernpre pecado rnor-tal , la tregua Dei hacla que corneter asesinatos entre la tarde del jue-yes y la del domingo acarrease directarnerue la excornunicn. Deesie n:o~o, aun s in prohibir tout court 1

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    nasterio Gerardo habia \Ievado vida de guerrero; incluso entonces, "segun su biografo. habia servido adecuadarnente aDios. El adios alas armas como sertal de conversio, s'~gUneI esquema edificante for-rnulado en la Vila Manini de Suipicio Severo, parecia can ello supe-rado. Ahara se podia alcanzar tarnbien la santificacicn sirviendocan las arrnas a la Iglesia.

    No se debe pensar que este cambia de actitud se debra solo a lasexigencias surgidas del movi rniento de la Pax De i a de la lucha delas invest iduras. El heche es que la cristi andad occidental de l sigloX! a traviesa una fase de vigorosa expansion. de la que son expresicnta rnbien las empresas milit ares reali zadas par grupos de caballeroa bien de marinas de las ciudades costeras, score todo del Tirreno,contra un Islam que, despues de la extraordlnaria explosion de 10siglos vtr-x, atraviesa una fase de estancarnlento en su impulse deconquista y de crisis en su arrnazon interna. Parece que ha llegado,por tanto. l a hora de la contraofensiva cri sti ana , l a que en la Espanai slarnizada a partir del siglo V1l1 se rnani fi esta preci sarnente con lallamada Reconquista y que encuentra sus bases en la propaganda-de aigun modo favorecida por Cluny- de la peregrinacion alsantuario de Santiago de Compostela y en la sed de aventura y debotin de ciertos grupos de caballeros, sabre todo franceses, que nodudan en porierse al servicio. como mercenaries. de los nobles cris-r ianos de Leon. Castil la y Aragon- Resulrado de esta tension y de es-LOS cheques no es solarnenre, eo' el ' plano de la t radicion cul tural , laepopeya crist iano-nacional del Cantar de Mio Cid, sino una vastamies de cantos epic os y de leyendas en los que la fe cristiana y elsentimiento del milagro. apoyado en la narrac ion de frecueruesapariciones y en el culto de reliquias yd e santuarios. se traducen enun original -crisri ani srno de guerra. que hace coincidi r la exal ta-c ion de la espiri tua lidad cri stiana can la gloria milita r y rnuesrra amenuda a la Virgen y a Santiago, junto a los sanros rnilitares- Jor-ge. Teodoro. Mercur io, Demetrio .. 1ar tin y arras, en acto de apare -cer en la batalla, entre blancos estandartes, animando a los crist ia-nos y arerrorizando y hacienda huir a los infieles. Analogo cli rna screspira en algunas narraciones relativas a la coriquista norrnandade Sicilia, en las Fuentes que narran las gestas de los marinas pisa-nos en el asal ro de AI-Mahdiah (l 087) o. veioricinco arias despues.de las Baleares, a bien en el mas celebre texto de la poesia epica oc-cidental de la epoca, la Chanson de Roland.

    EI heroe cristiano Roldan, sobrino de Carlomagno. no esta des-provisto de una relacion can una rea lidad historica muy renuernen-te documentada. La que aqui irnporta, sin embargo, no es saber siverdaderarnenre hubo un personaje can ese nombre en el entOLlragecarolingio y si su farna estaba justi fi cada per sus gestas. EI heche es

    E! guerrero y el caballero/91que su rnuerte, que tuvo lugar en eJ siglo vm durante una ernbosca-ci a en e l paso pirena ico de Roncesvalles, dio lugar, mas 0 menos in-rnedia tarnente a l nacimiento de una t radic ion epica elevada en el si-glo XI a paradigms de martirio por la Ie. Su rnuerte, narrada por losconmovedores versos de la Chanson. es la de un santo vasallc de unDie gu rr ro: antes de cerrar los ojos, el paladin dirige un auterui-co canto de amor su luciente espada Durendal, cuyo porno guardaval le sas reliquias, y luego ofrece , en un acto supremo de [idelitas, suguante a Dios. alzandolo hacia el cie!o, que inmediatamente seabre , para que una muchedurnbre de ange les baje, recoja el cuerpodel heroe y 10 Ileve a las puertas de! Paraiso,

    Sc ha discutido durante decadas la originalidad de la Chanson deRoland, el papel de la poesia epica y su relacion con una tradicionguerrera anterior, que podria rernontarse a la misma antigiledadgerrnanica pagana. Pero esos angeles que recogen al conde Roldany l e escoltan hasta el c ielo no son walkirias di sfrazadas: son angelescristianos, revividos y renovados, no obstante. en un co njunto de va-lares conceptuales yde sensibilidad que debe mucho a la tradicionguerrera ancestral, perc mucho mas a una eclesiologia inspirada enel Antigua Testamento mas que en el Nuevo. El Miguel guerrero dela epica es el biblico -Princ lpe de los ejercitos del Senor-. y el Dioscr ist iano de Roldan. aunque se le recuerde a menudo como Hijode taria, es en realidad, an! es que nada: el terrible Dios de lsrae l.el D07!lillU5 Deus Sobaoth Senor de las batallas y de la venganza.

    Pero, llegados a este punta, surge un problema: ,rue en verdad lalglesia gregoriana jerarquica y hierocrat ica. tal y como surgio de larefo rma del s iglo XI, 1 0 . que. invento- los ideales cabal lerescos, rno-dif icando sustancial mente la antigua etica feudo-m ili tar y elaboran-do un sistema de virtudes guerreras basado en el ideal de defensa delos debiles y de martirio por la fe para oponedo al mundo de los vie-jos val ores, basado en el coraje y en lacohesion profes ional e inicia-tica de grupo? La ccnstaracion de que las chansons de geste deb ianrnucho conceptual y esr ihsr icarnerue a las formulas l iturgicas y a losrextos hagiogdficos. y que por 10 tanto pod ian ser inst rurnenros deuna propaganda dir igida desde ambientes ectesiasricos; jugo en elpasado un papel notable ala hora de imponer esa resis, Hoy, sin em-bargo, son muchos los estudiosos que opinan de una manera com-pletamenre dis tinta: para ellos, las chansons son la voz anrigua, esosi, renovada y depurada entre los s iglos Xl y XII (ys i se quiere adapra-da a un nuevo sentirniento poderosarnerue marcado par el leit-motiv del heroismo religioso), de una cui lura laica bastante aut6no-rna: y son, tal vez, las formulas l iturgicas y la literarura hagiograficalas que 5C adaptaron a ell a para . adquiri r, ~rovcchando su popu la r i-dad, una mayor capac idad de arraigo en las conciencias y en 10 irna-

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    g inario colec tivo. No tanto, pues, cr istianizacicn de la cui lura caba-lleresca como. si se quiere, rnrlitarizacion de algunos rnodelos detestimonio cristiano considersdos particularrnerite ap tos para con-

    .' mover. para servir, en suma, como instrumentos de propaganda.La Chanson de Roland ofr ece uri primer e importance modelo d;

    codif icaci6n del ritterlich es Tugendsvstem, del -sisrerna etico caballeresco . Los dos polos en torno a los que gira son la prouesse, elvalor, y la sagesse. la sab ldurta -, e sto es. esa especial sagac idad de-purada par la experiencia que suele traducirse en terrninos de pru-dencia. Ambos terrninos son complementar ios y el resultado de suinteraccion es la mesure, el cuidado equilibrio. EI valeroso que noes prudente, es un loco: el prudente que no sabe ser valeroso cae,par contra, en la vileza. Pero de heche rararn ente eI caballero poseeambas virtudes basilares en proporcion ann6nica: esta nace masbien de la frarernidad de armas con caballeros cuya indole sea corn-p!ementaria; de la cornpafii a de uno princ ipa lmente fuerte y de otroprincipalrnerne sahio, En surna, el perfecto caballero -ysabre elloinsistira tarnbien la tratadistica, desde el refonnador zrezorianoBonizone da Sutri a Raimundo Lulio, teorizadorde la solucion rnis-rica de la caballeria- mas que un individuo es e! resultado del ejer-c ic io de 10 que tanto Ciceron como San Bernardo y Aelredo de Rie -vau lx def inen como amor socialis y que coincide con la notitia COil'tubemii: el espiri ru de grupo y de cuerpo, Este es tal vez el sentidorecondite. pero tarnbien mas evidente de III imagen representadaen el corurasello de la Orden Templaria: dos caballeros en un solocaballo; yen nombre de estes sentimientos de fralema amistad vd ecalurosa sotidaridad un autor del siglo XIV, exalrando los va lores ca-ballerescos. exclarnara -sin sornbra de ese esretlcisrno que hizodecir entre los siglos XIX Yxx Lamas frases amilogas- i O U e cosatan dulce es la guerra! .

    En esre punta es necesa rio ariadir no obstante ~y prccisarneruepara cornprobar 10 profundamente - laico- y 10 poco cristi ano queeraen 10 lnrirno el mundo de Roldan- que la -gue rra joven y fres-c a- , la hermosa guerra" que tanto irrito a un Marc Bloch, no es enmodo alguno invencion de cierto histerisrno decadente que estuvode moda hace solo unas decadas, Esta se e ncuentra sin duda en latradicion epica antiquisima; y esta presente en una forma especif icaen el mundo caballeresco medieval. en el que se tient: la sensacionde que eJsabio adagio erasrniano, bellum dulce inexpertis. no es vali-do tampoco.

    Uno de los elementos mas caracteristicos de la poesia caballe-resca, que volvera de heche en elfin'amor de los trovadores, es laioie, que a menudo se asocia a la juventud. No obstante. una inter-pre tacion unilate ral rnerue sexual a eroti ca sin mas de estos valo res,

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    dirigid a subrayar los nexos entre edadjuvenil y goce de la vida. noe entend ria bien: en realidad, la juventud se pone en estrecha reolac ian con los iuvenes. los cabal leros recientemente armadas. los-cuales vagan en grupos algo turbulentos en busca de una aventuraque te rrnina . con mucha frecuencia. en violenc ia y ultraje: la ale-gria . tal y como la encontramos en algunas chansons de geste, masque con un estado de euforia grata y oprirnista se corresponde canuna excitacion feroz, can una exaltacion bestial no alejada del wlilde la tradicion gerrnanica pagana, e! [uror, ellraltce guerrero. delque se han puesto de relieve sus valores charnanicos. No nos debe-mas sorprender si encontramos estes elementos en un rexto comoel Raoul de Cambrai, ienebrosa historia de a troces venganzas: perouri clima sern ejarue anima incluso las Chansons -edificanlcs pormuchos de sus versos- del ciclo de Guillermo de Orange. que es.en cambia, un guerrero convertido que pasa al claustro; y hasta unpoerna como el Aliscans, en e! que se narra el rnartirio de Vivien.heroe puro y joven, un santo en la logica de la narracicn y, sin ern-barge. un terrible carnicero en la sustancia de los espisodios que serelaran.En suma. si Ius chansons son una extrao rdinar ia ventana abie rtaa la rnerual idad de las cortes y de los rnercados, de los cabal leros '!de los laicos de esrraio inferior que gozaban can la narracion de lasgesras cabal lerescas, debcmos procurar no enrcnder mal su sincerey haste ardiente espiritu cristiano viendolo como resultado de unateologizacion clef espiritu militar par parte de la Iglesia. No solo enrnuchos episodios -par ejernplo en las escenas de bautisrno forza-do de los sarracenos-. sino rornblen. en general. en el esptruu defondo que anima esta l ite ratura, el tipo de cristl ani srno propuesto esexplici tarnente laico y a menudo folklor ico, exerito en cualquiercase de preocupaciones doctr inales y salpicado frecueruernerue dehumores anticlericales. cuyo tono dominante es a veces el de lairreverencia y otras e l de la re ivindicacion de una sacra lidad espec i-f ica de profesion caballeresca, dis t irua y hasta rnejor y mas grat;.! alSenor que la ad rninist rada par los sacerdorcs. Esa es, por cjernp!o,la atmosfera que parece pesar en cncenas como aque ilas -bastanteIrecuerues-c -, en que los caba lle ros heridos y a punta de marir seconfiesan y se absuelven entre si 0 incluso se dan la cornunion uno aotro utillzando como sagrada forma una brizrra de hierba recogidaen el campo de baralla,

    Aesta logica no escapan Lampoco las chansons del cicio dedica-do a la prirnera cruzada, en las cuales 'libra el epos de aque lla ern-presa llevada a cabo entre! 096 y 1099; e rnpresa en 10.que -ni equi-vocada ni ilegitimamente- se ha querido ver el resultado directo Cinrnediato de la crisrianizacion de la caballeria. Hoy sabernos que

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    en la primera cruzada (como par 1 0 dernas en las contiendas naci-das en Francia en tome a la p a x. D e i, en la Italia de la lucha de las in-vesriduras y en la Espana de la Reconquista) intervinieron gruposde "caballeros pobres recordados tambien 'en las chansons. EI ad-jetivo .pobres" no debe ser interpretado gerie ricarnente: en otrostermlnos, no se trataba de nlngun modo de indigentes a de rniern-bros de la pequefia aristocracia. aunque guerreros de esa condici6nsocio-econornica -hasta privados del sequito mas modesto y pro-pietarios s610 de su caballo y de las arrnas que portan- se encuen-tran de heche tanto en la poesia como en la realidad documentadade la epoca. Esos caballeros eran Ilamados "pobres. por cuanto,aceptado el programs de austeridad de la Iglesia reforrnacla. hablandejado a un lado su sed de gloria, de riquezas y de aventura paraconssgrarse a ese prograrna, aunque pennanecieran en el estadolaico y siguieran siendo guerreros: su vocacion, en ot ros termlnos.perfila una experiencia cornun a I:: de muehas hermandades laicasde la epoca. Digamos que se tienen fundados motives para creerque el nuevo dima que se respiraba en la cristiandad despues deltriunfo del grupo de los reformadores (y Ilamar ala reforma del si-glo xr, en bloque, gregoriana. es una reducci6n inaceptable) ha-bt a contaglado a muchos miembros de! mundo caballeresco, Sinembargo. el producto m a s interesante de la cruzada en 10que se re-fiere a la poesia epica, la Conquete de Jerusalem. no se muestra paranada influido par el sentido mas profundo de la reforma: la escenaque nos presenta es la de los acostumbrados prodigies (angeles ysantos que bajan al campo de batalla para luchar junto a los cristia-nos) '! la de ese sentimiento de ernorividad depurada y formalizada,pero tarnbien viole nta. tipico de los heroes epicos -los cuales seconmueven, se desvariecen por la emoei6n y sollozan-c-, pera tam-bien la de la crueldad despiadada (en este caso, par 10 demas, sabe-mos que la coriquista de la Ciudad Santa se acornpario de una terri-ble rnasacre en la que perecieron musulmanes. judios y cristianosorienta les. pues los c ruzados no distinguian unos de otros). El heroede la Conquele. junto a Godofredo de Bouillon. es Thomas de Marle .que asciende el primero las murallas de la ciudad, casi en volandassobre las lanzas de sus hombres. y que no duda en masacrar rnuje-res; es animado por un piadoso fervor y se conmueve hasta el lla ruoFrente al Sepulcro de Cristo. 10 que no le impide lIevar un talismanrnagico que Ie hace invulnerable en el cornbate. Segun la realidadde los hechos, no sabernos si en verdad Thomas de Marie escalo elprimero las murallas de Jerusalen, rneriro que m a s tarde Ie ser- iadisputado por legiones de heroes verdaderos 0upuestos: 10que sa-bemos de el, esro es, de su Figura historica (y Guiberto, abad de No-gent. c ronisra de la c ruzada, nos informa arnpl iarnerue al respecto),

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    da escalofrios. Nos encontramos ante un feudatario cuyas gestas os-curecen, por su barbarie y brutalidad, las del Raoul de Cambrai dela epopeya: evidentemente, su llanto frente al Santo Sepulcro (quebien puede ser un episodic aurenuco, y no hay motive para que duodemos de su slnceridad) no tjene en 5 1 mismo nada de contradicto-rio. con tal que tengamos presence que en la reco nstrucc ion de lavida mental. afec tiva y ernotiva de los siglos XI y XII no se deben co-meter anacronismos, y que aquella genre pensaba de rnanera muydistinta de nosotros y no comparti a en absolute nuestro coriceptode coherencia.

    Thomas de Marie. que bien pudo ser un valeroso cruzado. noera, s in embargo, un -pobre caballero- del t ipo de ese Gualter io. Ila-made .sin bie.nes, que en la primera cruzada mandaba una tropade populares, 0 quiza de bandidos sin mas; y que mas que un averuu-rero sin medics parece un ejemplo de esos miembros de la arisio-craeia militar sincerarnente ganados para la causa de la reforrnaeclesiastica y decididos a dedicar e l resto de sus vidas al servicio delnuevo ideal . Del mismo ripo debia de ser aquel puriado de guerrerosy de peque iios aristocratas provenlernes, sabre todo, de Borgoria yChamparia que. hacia finales de la segunda decada del slglo XII. sereunieron en torno a un personaje de su mismo rango: Hugues dePayns. Se trataba de antiguos cruzados 0 de nuevos I legados a TierraSanta en a lguna de las rnuchas peregrinaciones que se hab ian suce-dido despues de que la noticia de la conquista cruzada de 1099 se di-fundiera por el continente europeo. No habian encontrado en todaPalest ina eruusiasmo, s ino desorden, desolaci6n y abandono. L1srnasacres indiscriminadas de los natives. j unto a l exodo de rnuchosaterrorizados supervivientes, habian reducido a la rniseria sus re-giones antes Ilorecienres: por ot ro lado. agotado el efecto de la 50r-presa. 0.1que se debio en gran parte el exito de la cruzada, e l Islarn seestaba reorganizando y preparaba [a recoriquista. Los peregrines.disuelro su voto al Sepulcro. vclvian ala pal r ia: c:quien garanrizariaIa defense de las conquistas de 1099)

    De la neces idad de defender los terri tories conquis iados y la vidade los peregrines. de ayudar a los debi les y a los enler+nos, de con-vertir, por decirlo asi, en eperrnarrente la movi lizac ion que habiahecho posible lae rnpresa de los cruzados. nacieron las lIamadas or-denes rnonasrico-militares (0 rellgioso-rnilitares. religioso-caballe-rescas), que por muchos motives se pueden considerar el produc tomas caracterisricc de la erica elaborada en las "ligas de paz= y deldeseo de los reforrnadores ecleslasr icos de subordinar la caballeriaa sus programas, pero que, bajo otro punto de vista. van. en sus rc-suhados incluso inrncdia tos. rnucho mas alia de esos l irnites. POtcuaruo representan Ia total e integral cCYlversio de una parte al me

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    nos del mundo caballeresco europeo a la vocacion eclesial. No ya.pues. subordinacion e instrumemaiizacion. sino ldenrificacion. ~diferencia es grande: Gregorio VII. pese a haber hablado de una Tmlitia sancti Petri, no habria aceptado quiza una solucion tan extremay e;tremista a su modo.EI vinculo entre las libres y. t al v ez , esporitaneas hermandadesde pobres caballeros- de la epoca de las ligas de paz y de la luchade las investiduras y las orderies rel igioso-mili tares es evidente des-de la cornpania reunida por Hugues de Payns: parece ser que este ysus seguidores asumieron en un principio la denominaci6n de pau-peres milites Christi. consagrandose ala defensa del Santo Sepulcroy de los peregrines: pero en e! concilio de Troyes de 1128, aceptadaIorrnalrnente la regia de la hermandad, esta se t ransformo de [rater-nitas en aurentica religio, en orden, Ent re tanto. dado que BalduinoII rey de Jerusalen les habia perrnitido a estes caballe ros aiojarse enciertos lugares situados en el recinto de! Haram esh-Shari], junto alas mezqultas de la Cupula de la Roca y de Al-Aqsa (que para los cru-zados eran, respectivamente, el"Templtlm Domini y el Ternplo de Sa-lomon), la orden torno el nombre de .templaria que mantendriahasta 1312. ario de su disoluci6n, par voluntad del papa Clemente V.como consecuencia de una serie de escandaios en los que se hablavisto irnplicada. sabre redo. segun oarece. a causa de las ingentes rioquezas que habia acumulado y que eran objeto de la codicia del reyFelipe IV de Francia.L1 templaria s610 es una de las rnuchas ordenes religiose-rnil irares fundadas a 10 larg o del siglo XII en Tierra Santa y cn la Pc-ninsula Iberica (y mas tarde tarnbien en el nordeste europeo. dondetendrian 'el papel de dir igir la conquista y cclonizacion del mundoeslavo v balrico), pero irnplanradas en toda Europa como cerise-cuencia de su exito iniciai y de las rnuchas donaciones en dinero yt ierras que recibieron, asi como de las conversiones de miembrosde In aristoc racia mili tar que. arraidos por su farna de austeridad Vde ascetico valor. pasaron a engrosar sus Alas. La fama de cndic ia.de violencia y de corrupc ion que algunas de estas ordenes se gana-ron en diferenres epocas y en la que no siempre es meil distinguir lacorresporidencia con la real idad hist6rica de 1 3 propaganda intere-sada de fuerzas politicas rivales. nada quita al significado original desu experiencia.De eSIUS6rdenes mencionaremos la hospitalaria (dedicada sa-bre todo a la acogida y asistencia de los peregrines) de San Juan deJerusalen (que a partir de! siglo xrv se llarnara -de Rodas- y desde elsiglo XVl -de Malta". como consecuencia de 105 desplazarnientos desu centro; y que se hara farnosa por su marina). la de Santa Maria,llarnada de los -caballeros teutoriicos, porque 5610 podian acceder

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    I. . IjEl guerrero y ef caballero/97

    a el la caballeros de 'ongen aleman. Ambas Fueron fundadas en Tie-rra Santa. En Espana. con el obj etivo principal de hospedar y defen-der a 105 peregrines que iban a Santiago y de combatir a 105 mores.surgieron 6rdenes como la de Santiago, [a de Calatrava y la de AIcantara: en Portugal.Ia de Montesa y lade Aviz:en el nordeste euro-pea, donde se implantaron muy pronto los caballeros teuton icos, lamilitia Christi de Livonia. lIamada -de los pcrtaespada- par el ern-blema que adopto (una espada cruciforrne benneja en campo deplata).

    Existen bibl iotecas enteras dedicadas a la experiencia de las or-denes religioso-caballerescas, pero no todos los escrirores sonigualmente Rabies. En cuanro a la Fuente pri rnera de su vocaciori, seha hablado de una posible derivacion del Ribat rnusulrnan, las forta-lezas de misticos-guerreros frecuentes sobre redo en la Fronteracrtst iano-rnusulmana de laPeninsula Iberica. Que hubo contactos einf luencias reciprocas entre c ristianos 'j musulmanes en la epocade las c ruzadas y de 1 3 Reconquista, es includable, aunque aun sediscure mucho sobre su naturaleza e intensidad, Sin embargo. de-jando a un lado cierta semejanza tipologica que. en cualquier caso,no impone el recurso ala tesis de la influencia reciproca para serexpll cada (porque el cristianismo rarnpoco conoce una jihad. una.guerra santa")' queda eI hecho de que la cxperienc ia de la pracricaasociariva entre Ios laicos, habitual desde el s iglo xt, y las cxigenciaspracticas de defensa. tanto en Tierra Santa como en Espana. cont ri -buye n a cxplicar con un caracrer suficienternenre convincerue elnacimiento de estas hermandades injertadas con solidez en el t ro n-co de In r radic ion monast ica pero. al mismo t iernpo, provistas deuna carga revolucionaria. En efecto, una catac reristica lij a de todaorden rel igiosa del mundo cri sriano es el rechazo de cualquier t ipode cornprorniso con laguerra; sabre la base de la nec esidad coru in-genre. en cambia. las orderies religioso-rnilitares -en las que sonadrnit idos clerigos y laicos. divididos estes ultirnos en caballeros yen sen'ientes- prescriben para las categorias laicas, el voro decornbare junto a los de casudad, obediencia y pobreza personal ca-racreristi cos de roda la tradicion rnonast ica, Los ternplarios tam-bien adrnitian, con una norrnativa especial . caballeros casados, La sordenes, ent re las que la ternplaria y la hospi talaria tenia una estruc-tura supranacionaJ que no comparti an las dernas, dependian direc-tamente de la San (a Sede, 10 que hacia de elias otros tantos eestadosen el estado . y esto can el t iernpo crearia grandes problemas.

    En cualquier case, el hecho es que, al menos al principio, las or-denes parec ieron encarnar el ideal de la.ecaballeri a divinas .Ja mill-tia Christi conrrapuesta a la militia saeculi a la que asceras y rigoris-las de la Iglesia no perdian ocasion --incluso polemizando con los

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    9slFr.mco Cardiniseguidores m a s fieles de Gregorio VII. acusado no sin razon de ha-berse preocupado m a s de utilizar la caballeria para los fines de sulucha polltica que de procurar su c ristianizacion profunda- de re-prochar la violencia par la violencia, la fatuidad. eI culto mundanode La gloria y la busqueda del placer.

    Non militia, sed malitia. EI c ruel juego de palabras en el que serefleja el implacable virtuosisrno estilistico de los ascetas, vue lve-pocos alios despues de l concilio de Troyes que habia legitimadola Orden del Temple- bajo la pluma de aquel que fue protector einspirador de los ternplarios: Bernardo de Clairvaux, cuyo tio rna-terne habra sido uno de los primeros colaboradores de Hugues dePayns. En un tratado no carente de fuerza poetica -en especial allidonde son evocados esos Santos Lugares que Bernardo no habia vi-sitado nunca. pero que amaba y que coriocfa a traves de las Escritu-ra5-titulado Liber ad mil ites Templi de laude novae mili tiae, el san-to rraza el perfil ideal de una nueva caballeria hecha de monjes-guerreros. sin lazos con el mundo e inregralmente consagrada a Iacausa de la guerra contra los infieles y de la defensa arnorosa de loscristianos. La militia saecull, dice Bemardo, no es solo impia por sumundanidad y por su loca entrega a las gue rras Iratricidas entrecristianos: esta privada tarnbien de esa virilidad que se Ie exige alguerrero, y de hecho se distingue por el cui dado concedido al arre-glo de los cabellos y las ropas. Las paginas dest inadas a la sa ri ra delcaballero laico -yper 10 tanto a la lacerante condena de esa cultu-ra que precisarnerue se estaba consolidando en las cortes de Ia epa-ca- son durisimas: las blandas man as metidas en guantes de hie-rro. Jos herrnosos '!perfumados cabe llos cubienos par el yelmo cin-celado, la cota de mallas de hierro larga hasta los tobillos que ya seempezaba a cubrir (segun un usc tornado tal vez de Oriente) cansunruosas sobreves tes de seda coloreada 0 bordada, el gran escudoen forma de almendra rnuy pintado, el caballero profano galopa porprados en flor hacia la condenacion ererna, Se Ie contrapone puntopor punro e l rernplario: esre no se preocupa por sus cabellos. que in-cluso ll evara cortados en serial de penitencia y para ericajar mejorsus yelmo; no quiere iener el rostro lisa y pulido, sino que se dejacrecer una barba descuidada (segun una costurnbre viva en Orien-te, pero no com partida entonces por los occldentales): no Ileva ves-tiduras de colores ni arrnas cince ladas, porque la regia le presc ribeexplicit amente la prohibicion de llevar dorados y ornamentos; solocaza animales Ieroces, desde el momento que tal ejercicio -ade-mas de simbolo de la pllgrra spiritualis: en eJ conocimiento alegori-co de la epoca las Fieras son a menudo simbolo y Figura del demo-nio- Ie es util para la guerra; es temible como un leon para los ene-migos, los infie !es. pero dulce como un cordero para los c ri sti anos.

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    EI guerrero y el caballcro/99EJ ternplario es rnonje , ys in embargo mata: esto es muy t ri ste , adrni-te (iun poco embarazado?) el abad de Cla irvaux, muy lejos natural-n : ente de negar a los infieles el derecho a la vida: sin embargo. pro-srgue, la rnuerte del pagano en armas se hace.necesaria para defen-der a los crist ianos y para impedir la injus ticia. M a s que al enemigoen cuanto ser humane, el ternplario debe malar el mal en todas susformas. y sin duda el pagano, en alguna rnedida, es portador delmal: sea, pues, un -rnalicidio, mas que un hornicidlo, su rnuer-teo Si Bernardo justifico, pues, y alabo sin mas la insritucion de losmonjes caballeros, nojust if ico en cambia la cabaJleria tout Court. nise preocupo de su cristianizacion integral. Por contra, proponiendolasoluci6n de los bellatores en los oratores, y preseruando una masardua yen c ierto seruido paradojica soluclon de la guerra misrna enterrnlnos de nracion y de experiencia asceuca, forrnulo contra Iaprofesi6n caballeresca como heche existencial y como genera devida una condena lotal.

    EsIC no signi fica sin embargo que su test imonio fuera acogidoen ese sentido: ni que ese sea objetivamente e l se ruido historico quehay que atribuirle. Es un hecho que el modelo incluso estiltstico de105 escriros de Bernardo de Clairvaux y su enserianza rnisuco-asceuca contr ibuyeron poderosarnerue ala Forrnacion de la culturay de la pocsia corteses, .V que su erieracio n por Ia Virgen ru ee je mplar para e l desarrollo del concepro caballe resco de servic iodesinrer esado a la dama contemplada COmo superior e inalcanza-ble. Cierto es que Eric Kohler y Georges Duby nos han ensenado. encsro. air mas alia de la pan tall a de las formas Iite ra ri as y a capra r lasrea lidades sociales que estan por debajo y de las que eran rnerafo-ras: y no es rncnos c ierto que. en la logica no solo de la vida cortesa-na, sino tnrnbien de la misma poesia cones ese servicio a la damn serevelaba en la practica mucho rnenos espir itual y desinreresado de10 que pudiera pareceren la let ra y que inc luso ladecodiFicaci6n delas cornposic lones poericas producidas en ese ambito v del sistemaideologlco subyacenre a eli as ha demostrado e l intenso v fuene ero-risrno del que estaban i rnpregnadas. Esto no quita, sin embargo, queeJ magister io del gran rnis tico cis rerciense y 1 :1 Iascinacion -de susirnagenes dorninen el s iglo XII y corisrituvan -junto a otros facto-res, como par ejemplo el paradigma ofrecido par la poesia de Ovi-Jio- la arrnazon intelectual de! mundo cortes.

    EsIO explica, pues, la aparerue paradoja del hecho de que. pormas quc San Bernardo rechazara de l todo la cxperiencia de Ia caba-Herta rnundana . esta directa e indirec tamcrue se volv iera a su pcrso-nal idad ya sus esc riws para buscar en ellos e lemenlos que legitima-mn cl si.

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    lOO/Franco Cardini EI gucrrcro y cl cabailcro/IOILa reueracion de ternas can caracter rntstico-sagrado par partede autores lalcos a en escritos destinados a laic as se percibe clara-mente a 10 largo del siglo XlI y en parte del XlII, mienrras que las ceorernorrias de arrnar caballero -que pese a'-a}gtin esfuerzo en esesentido, rib alcanzarian nunca una autentico caracter sacramenta lni se celebrarian taxarivarnente en el seno de la Iglesia, ni can lapresencia de rellgiosos (sea como fuere, a finales de! siglo xru e lpcncifica l de Gui llermo Durand proparcionaba su sistemarizac ionllnirgica de estes ritos)- adquieren formas carla vez mas parec idasa las de los sacramentos, especialmente e l bautisrno. En un textoanonirno de principios del siglo XlI! que pudo ser originariarnenteredactado en la Tierra Santa cruzada, la Grden e de chevalerie, cuyoprotagontsra es el cruzado Hugo. si re de Tlbe riades. e l mismo Sala-dino es presentado como deseoso de recibir ci a orden de cabal le-ria. Hugo le viste con una tunica blanca y una clam ide bermeja, lepone calzado rnarron. Ie cifie el cinturon ritual y adoma COil dora-das espue las sus talones: le in t raduce en los rnisterios del bafio puri-ficador y dellecho reparador (el pa ra iso que espera a quien se hayapurificado), solo evita darle la colee, la alapa militaris, el golpe canla mana derecha en el cuello 0 en la nuea del neofito que, evidenre-mente. se considera el acto fundamental para conferir el charactercabaileresco. , -Par que esta ornision? Hugo de Tiberiades es pri sio-nero de Saladino -se explica- '!no le es Iic i to golpear a quien estemporal mente su senor. Pero acaso la real idad es di srirua: Saladi-110, aunaue sea el mas generoso, noble y valiente de los hombres (ycomo tal este en posesion de todos los requisites para convertirseen caballero), no es sin embargo cristiano. En ese nuevo bautismoque es la ordenaci6n cabaileresca. se le niega, pues, el ri ta def inir i-vo y fundamental. No es la primera vez que la caballeria cristianallora sabre el abismo religiose que las epara de los heroes rnusulrna-n es: ya en la Conquete de Jerusalem, se dl ra del valeroso guerre ropagano Cornurnarant: Si hubiese creido en Dios, no habria habidonadie mas valiente. Pero el heche es que, en el genera literario aie-g6rico que inmediataf"!lente se aduefia de la tratadist ica caballeres-ca. roda vestidura, tcda arma, tado gesto se convierte en simbolosde virtud v de requlsiros crist ianos. La espada sera el gladium del es-pi ritu, el yelrno la fe. y asi sucesivarnenre: modelo de todo eS(Q. lasanna lucis de una celebre eplstola de San Pablo.

    Es ta lnrepretacion etico-alegorica de la caballerfa y de las armasdel cabal lero tendra la rga vida: la vclverernos a ericontra r en un tra-tado de Raimundo Lulio. el Libre de l'orde de cavayleria, destinadoa co n vertirse en un livre de chevet para toda la nobleza europea in-cluso rnoderna. despues de que en el siglo xv Caxton imprimierauna edic ion de esta obm: la encontraremos lambien en Bernardino

    de Siena, en Catalina de Genova, en Ignacio de Loyola, en Teresa deAvila. en Benito de Canfe ld. en Lorenzo Scupoli. Tradicion arnbi -gua, puesto que . por una parte inv ita a una desvalorizacion obje ti vade la experiencia guerrera, considerada como pura alegoria de b.pugna soiritualis; y par ot ra otorga a las arrnas y al cornbare una dig-nidad espiritual profunda.

    La invi tacion a la solucion rni st ica de la caba lleri a rnundana lie -gara, siernpre a principles del s iglo XIII, tarnbien por un texto deprobable autor a cuanto menos inspirador cisterciense , La questedel Graal, donde los rernas antictpados par el Perceval de Chretiende Troyes, en eI ultimo cuarto de! siglo anterior. sabre la base de laleyenda arturica y d e un patrirnonio mitico-fa!c16rico de rakes eel-ticas (no sin fuertes elementos . que hacen pensar en origenes arabi-go-persas, transrnitidos a traves de Espafia a de la Paiesrina de loscruzados, como ha senalado Pierre Gallais) san resue!tos en claveasce tica , y donde la rnisreriosa presenc ia de l Grial ~bien copa 0 jo-faina provista de virrudes rnagicas, a bien piedra de rniste riosos po-deres-es decodificada segun una puntual s imbologia eucar is tica.

    Si el caballero de las chansons epicas era iodo ardor guerrero yFecristiana, y en e! se reflejaba la crist iandad de la Reconquista y delas cruzadas, el de la novela arturica -como el de la poesia cortesoccitana- riene un caracte r mas complej o: por ell a ha intcresadono solo a historiadores y filologos. sino rarnbleri a unrropologos ypsicoanal istas. Junto a los combaces (mas hien duelos que batall as)y a la caza. en estes relates vibra In tension erotica y espiritual de laconquista de la dama, y a traves de ella de la afirrnacion de uno rnis-rno: el caball ero sigue siendo un heroe guerrero, pero se convierresobre todo en el tipo hurnano del buscador de una ideniidad y deuna autoconsciencia que sin embargo se Ie escapan. Su experienciase expresa. pues. en las formas de I : : J . aventure y de In queste: inquie-to, solitario. obligado a pasar de una prueba a otra en un paisaje on irico de bosques y eriales -ylas pruebas rierien a menudo en subase un clare dispositivo iniciatico-c- el caballero crrarue- hasido considerado durante rnucho t iernpo una figura cornpletame ntel itcrar ia, atemporai , improbable incluso c, mo modelo y no apro enabsolute para ser propuesto como espcj o de cualquier real idad vivi -da.

    No era asi, Las nuevas iecnicas de interpretacion de los rextos li -rcrarios y de inte rrogac ion del pasado nos han situado. tarnbien eneste aspecto, [ rente a una realidad difererue. Ps icoanalisis, serniolo-gia y antropologia cultural. unidas. nos han invicado a leer desdeotra optica esos -i rnprobables- textos a rturicos. Un soc iclogo de lalircratura como Eric Kdhler y un historiador como Georges Dubynos han enseflado a percibir. mas alIa oe los suenos y de las ficeio

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    I02jFranco Cardini EI guerrero y el caballero/103nes literarias -sue nos V Hcciones . sea como fuere, en constanlC:_re-lacion can la realidad ~fecliva-, las que podriarnos llarnar form,asconcretas de la aventura.Ciertamerue . l a aventura caballeresca esta corrste lada de hadas ydragones, de rnonstruos, de castillos y j ardines encantados, de e na-nos y de gigantes. Pero se rrata, mas que de fantasias, de metafo-

    redo urbana , po r la _gente nueva": '! verernos dentro de poco c6mopreci samente esa propagacion de las ensenas y de las costurnbrescaballerescas -a la que tenia que acompariar ala largo su objetivadeprec iacicn-> rue obstacu Iizada por las nac ien tes moria rqu las feu-dales. y como esos obstaculos fueron de un modo U otro rodeadospor clases deseosas de disunciones y capaces par cierto de darseinsrituciones politicas y de afroruar experiencias socio-econ6micasde rnanera revolucionaria, pero renazmente aferradas a las tradicio-nes y en situacion muy dependierue cuando se trataba, en cambio,de elaborar una cultura pro pia.

    La aventura caballeresca -perspectivas rnatrirnon iales apar-te- era esencialmente la busqueda de nuevas fue'ntes de riqueza yde pcsibtlidades de alistarnicnto: e! servicio rni litar mercenario-muy d ifundido ya a partir de! siglo XII. pero en el fondo tarnbienantes: los caballeros norrnandos que en el siglo XI se dir igian haciaApulia y Bizancio acosturnbraban a ofrecer su brazo armada aquien pagara mejor. ernpezando per el mismo basileus de Constan-tinopla-. las disrlnras cornpanas rnilirares en Espana 0, sobre todoent re los siglos xm y xv, en e l nordeste europeo cont ra eslavos y bal-rices paganos: y naturalrnente Ia cruzada propia y verdadera. la quesegun Adolf Waas permitio la elaboracion de una aurenrica Rit-teririnmnigkeit, de una pie/as religiosa caracter isticamerue caballe-resca que se expresa en las rnuchas canciones para la pan ida a lacruzada cscritas par poetas que fueron tarnbien senores v caballe-ros: Hartmann von Aue , Friedrich von Hausen. Walther von der Vo-gelweide. Tribaldo de Champagne. Canon de Bethune y orros. ldcn-r lf icacion del servicio al Alt isirno con el servicio a un fuerte, genera'so. espleridido senor feudal: serviclo a 13 Virgen Maria entendidocomo servic io a la Dama celest ia l; busqueda de la patri a divina a t ra-ves de la peregrinaci6n a Jerusalen: disposicion al maniria , perota rnhien Iidel idad a los co rnparieros de arrnas y !eal adrniracion ha-cia los rni srnos guerrc ros erie rnigos dignos de ulabanza y de honor(b gloria occidental de Saladino. que sera mas tarde consagradapor Lessing. cornie nza aqui) son los ingrcdienres fundamentales deese seruirniento cruzado-caballeresco tipico de la caballeria cmun-dana- y sabre el que la especi fica espiritualidad de las ordenes reli-gioso-militares. que han nacido no obstante de la experiencia cruza-da, no influye en modo alguno. La aspiracion cahalleresca OJ . lasave nturas en tierra lejana -y al amors de terra lonhdana, como pre-ci sa rnente se expresaba e l trovador Jaufre Rude l. enarnorado segunla tradicion de una Fcudararia franco-libancsa que nunea habia vis-10- sc trnduc ia en una at raccion i rres is tib le hac ia l os mis te rios vlas maravil las de un Oriente que iba bas tante mas all

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    muchos texros griegos , arabes y judios que ya comenzaban a circu-lar por Europa aunque Fuera en rnalas I poco Reles traducciones (yde Espana Ilegaban hasta los primeros intentos de version del Co-ran) despertaban el interes y la fantasia hacia un Oriente que era-como se ha dicho- un ehorizonte onlrico-, pero cuyas conriota-crones fabulosas comenzaban ya. a tener vises de reaJidad. EI Asiaprofunda can la que se entra en coruacto despues de las cruzadas esla de las especias que Began de 1 2 India a rraves de las caravanas dela Ruta de la Seda, asi como a traves del oceano Indica, cerrado aunpara los occidentales; pero es tarnbien la de los ciclos legendariosque, por 10 dernas, estan l igados precisamente a las especias prove-nientes, se decia, del paralso terrenal (del que sallan. segun la C05-mografia de la epoca, los grandes rios de las partes lniidelium: elGanges. el Tigris, el Eufrates y el Nilo). Los inmensos rerr itor ios ha-bitados por rnonstruos. pero desbordantes de tesoros y. aislado enel Oriente mas lej ano. el mismo paraiso terrenal: estaes la geografiaimaginaria de Asia. que retomaba en las muchas versiones de la"historia de Alejandro- 0en ciertos escriros curiosos como la -cartadel Preste Juan" (un fabuloso soberano de gentes lnnumerahies.cristiano de fe, detras de! cual se esconde la existen cia real de lascomunidades crlst iano-nes tor ianas diseminadas desde Pers ia has taChina) dirigida bien 3 1 papa. bien a e st e 0 a a qu el e rn pe ra do r, y en 10 .que se describen las inrnensas riquezas y los rnisterios de un reinoque los viajeros de los siglos xm y XIV. con Marco Polo ala cabeza,codlciarian durante mucho tiempo.Cantares y novelas caballerescas exper irneruan profundamenrela fascin:lci6~ de esta Asia y difunden ram bien a nivel popular las le-yeridas del parai so terrenal , del reino del Preste Juan, de l pai s de lasamazonas y de! imperio secreto y t errible del Viejo de la Montana,jefe de la Secta de los Asesinos. La atracci6n por las r ierras Iejanas ypar sus costurnbres. que rendra un peso tan decisivo en la culturaeuropea entre los siglos XVIII _II xx y que darn paso a ese exotisrnoque -como se ha reperido a menudo- esta por 1 0 dernas en fun-cion de las conquistas coloniales. encuent ra sus rakes precisarnen-re en la l iterarura caballeresca medieval. la cual torna sus ccnteni-dos de la l iteratura geograf ica antigua y de la espiritualidad cruzada(confinando, par tanto. con el esplritu misionero que, par otros rno-uvos. parece respecto a ella lejano y extrano), pero que al rnisrnotiempo esta rnuy lejos de ser sordo a las voces provenientes de loscopiosos resrirnonlos de los viajeros y, precisarnenre, de los rnisio-neros. EsIC espir itu de aventura cruzado y caballeresco sera hereda-do. en la era de los grandes descubrirnlentos gecgraficos '! de losviajes transoceanicos. por Enrique el Navegante. par Cristobal Co-Jon y por los conquistadores. los cuales 10 urilizaran como coartada

    para violencias y expclios aunque pcrrnaneceran fides a el a su maonera.

    Sin embargo, la aventura vivia tarnbien en 10 cotidiano. sinnecesidad de guerras ni de cruzadas, Estaba ya en la caza, especial-mente en la de lasg randes y nobles best ias de los bosques europeos-el ciervo, el j abali, el esc, can su tejido simbolice adoptado por 1 3misma heraldica yean el background rnuicc-folklorico. recogidosambos por las alegorias de los best iaries y de los relates hagiografi-cos-, que a menudo es reflejada en las novelas. donde asume el ca-racter de la experiencia iniciatica, Y sabre todo se podia traducir enuna caracteristica actividad agonist ica por una parte. Y uril para eladiestramiento militar por otra, pero sabre todo significativa para larearralizacion de las funciones sociales y para la autorrepresenta-cion de las aristocracias: el tomeo.Es difi ci! decir cuando naci6 la practi ca del enfrentarniento degrupos contrapuesros en un campo cerrado, llarnado hastilu diurn(par el caracterist ico cheque entre cabal leros annados con pesadaslamas de madera. que tenian como f i l l principal descabalgar al ad-versario) 0 conllictus gallicus (como 10 Ilaman las Fuentes anglonor-rnandas. dado que en la isla la practica se lrnporto evideruerneruede Franc ia): ni a partir de cuando, junto con el propio y verdaderetorneo, aparccio la justa. es deci r. la 5C rie de choques de parejas decaballeros mas ordenada y menos cruenta que la melee, la -mezclan. que solia ser la pane mas tipica del torneo. Desde e! punto devis ta purarnerrte l ipol6gico resulta bastarue Iacil hacer la hipotesisde que ei rorneo nacio pronto. como forma de preparacion para laguerra: yel heche de que se disputase en campo cerrado -y la jusrasolo entre dos carnpeones-c-}o acerca tarnbien al juicio de Dies,al duelo judic ial. Par orra pane. es un hecho que la moda del lor-neo, desconocida hasta f inales del s iglo XI y principios del XII. par e-ce surgir repentinamerue por eruonces: desconocido en las mas an-riguas chansons, el tcrneo inurida la lheratura caballeresca poste-rior con las nubes de polvo lcvaruadas por los cascos de los caba-llos. can 1 0 ' > gritos de los panicipantes. can el clamor del publico.con las l la rn ad os c ic los heraldos, con eI [ragor de las arrnas que cho-can y de las lanzas que vue Ian hechas pedazos hacia el cielo. La sirn-bologia heraldica se difunde rapidarnerue, a partir de eruonces, sinduda para responder tarnbien a la necesidad de distinguir a los dife-rerucs carnpeones en la melee. Y enteras generaciones de caballe-ros son diezmadas -ayudanclo a impedir la disgregacion de las he-reric ias y a mantener s61idos par 10 tanto los linajes y sus fortunas-por Ja muerte en tomeo mas QUI72 que por la rnuerte en cornbatc,De heche. los caballeros no buscaban .natarse en el encueruro bel i-co. sino coger prisionero al enemigo para poder cobrar luego su,.

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    I06/Franco Cardinirescale; en cambia, los accidenres rnortales en los t~meos a en lasjustas deblan de se r extraordinariamenle frecuente~: asi como losgray s rectos de las caidas del caballo lanzado al galope. cuando elguerrero e desplomaba con el peso de sus ~rm~ de hierro.AproposilO de estes j uegos rnili tares. los hisrortadores han po le-mizado duran te mucho t iempo: c:t enian 0 no, y has ta que punta, unvalor efecti vo en el plano de la preparacion para el combate? El pro-blema no debe soslayarse, ya que forma parte de otra cuestion masamplia: , los ejerciros de los s iglos x ai xnr, en los ~ue la caballeri aera la tropa elegida y e l autent ico ruicleo cornbat iente po~ cua~totodos los dernas (infantes. zapadores. encargados de los mgeruospara los asedios 0 de las catapultas) eran mas bien sirvientes, con?-dan el valor de la tactica y de la estrategia? ,0 bien su auge se debiosolo al contacto con eI Oriente bizantino y rnusulrnan (que habiaconservado. en cambia. y puesto al dia el arte rnilitar grecorrorna-no) sobre todo en tomo a los siglos XlU y xrv, cuando por ej emplocirculo de nuevo par Europa. incluso en traducciones no exenrasde valor literario. el De re militari de Vegecio (que Jean de Meung yChri stine de Pizan traduci rian al frances como Arc de Chavaliere )?Clertamenre. la gran era de la tratadistica tacrico-esrrategica -rna-tivo de la cual era a rnenudo la perspectiva de una nueva cruzada: setendrian asi los rnanuales de Benedet to Zaccaria, de Pierre Dubo is.de Marino Sanudo il Vecchio- seria la de los siglos XIV Y xv, Lo queno significa que los caballeros ignorasen, antes de entonces. lascuestiones racticas y los problemas estrategicos: y que se lirniraran aataca r fronta l mente, con las e lementa les formaciones en linea 0encuna, reduciendo el encuentro militar a una pura cuesti6n de fuer-za hsica y de destreza ecuestre. Es cierto que. si nos fijamos en lasformulaeiones teoricas, se ra faci l recoger de chansons y novelas unfloril egio de rnaxi rnas heroicas en las que cualquier tipo de art ific iov de estratazerna es equiparado a la deslealiad y a la traici6n; e in-cluso los cr;nistas mas tardios -quiz'; sobre todo ellos: pienscsc enel gran Froissart, el cantor del otofio de la caballeria en Ia epocade la Guerra de los Cien Afios- gozan colecc ionando episodios deva lor entendido como pura busqueda del encuentro. Se dice que enNicopolis. en 1396, la flor de la caballeria europea se dej6 asi exter-minar a caer prisionera de los turcos, los cuales combatian a su rna-nera , es decir. med iante rapidos raids de arqueros a caba llo y delga-da s fo rmac iones que se abrian frente a las pasadas cargas de los cris-tianos. cubiertos de hierro de la cabeza a los pies. para cerrarse des-pues a sus espaldas y atraparlos como en un eepo. Pero en el sigloXIV l a cabal le ria esui . en vias de revision en cuanco distincion socia lv en crisis en cuaflto fuerza militar, Si miramos. en cambia. la re::di-~d de los siglos en los que estaba en auge. nos dam os cuenta de que

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    EI gucrrero y el caballero/IO?los gue r re ros a cabal lo estaban le jos de ignorar las ruses de guerr!!: ven este se ntido el torneo. que a menudo se configuraba como unaaute ntica batalla (ibamos a dcc ir simulada". pero arue cicrias des-cripciones. uno se pregunta hasta que punto 10 e ra), podia consti-tuir una buena ocasion de adies trarniento. Enefecto: corurar iarnen-re a cierta imagen rornantica que ha prevalec ido. el torneo no sie rn-pre era disputado s610 ent re caballeros; eSlOSpodian disponer deauxiliares a pie. incluso en gran nurnero: y en cuant o al "campo ceorrado . vemos que esre comprendia a veces una vasta extension conprados, bosques y claros y I legaba incluso a rozar alguna poblaclon.En surna, no una rnodesta liza bien delirnltada, sino un autenucocampo de ba tal la,

    Los caballeros y los rrovadores. las heraldos y los juglares queandaban en tomo suyo no dejaban de cantar las alabanzas del tor-neo como escuela de valor y de lealtad: 10 proponian tarnbien comoespejos de val ores crist ianos, preseruandolo como preparacionpara la cruzada y como ocasicn durante la cual se podia convenirl aexpedicion a Ultrarnar. De heche sucedia a veces que. durante untomeo 0 a la conclus ion del rnisrno, rnuchos caballeros hacian vorode partir para guerrear contra los infieles: votos de esre y de ot r otipo (con un fondo a veces devore. v otras erotica 0de pura osrcrua-c inn del va lor pOI' cI valor) c r:ln graros n 10 . t radic ion caballeresca.1 . . . , Iglesia. sin embargo. a proposiio de los torr-cos. [ue durante rnu-cho t iernpo muy dura. La condena de las -derestables lerias ) ' mer-cades ll arnados vulgarmerue torneos, en los que los cabal leros sue-len reunirse para exhibir su fuerza y su irnpctuosa rerneridad es deInocencio II v data de 1130. cuando In moria de l tcrnco habia inun-dado todo Occidente. la Palesrina de los cruzados c i nc lu s o el rnun-do bizaruino c islarnico que cstaba en contacto con elias. Esta can-dena [ue confirrnada en e! IIConcilio de Le tran de 1139: a quicn co-vcse mucrto en un lorneo se lc ncgaba el dcrccho a ser scpultado en; icrra sagT::1d, l (pcro las o rdencs r cl igio< ;o m i Iit ar cs. apr ovcc hnnd llsu arnplla autonornia al dcpe ndcr dirccrarncrrte tit: ];:I Santa SL'dL'.aceptaban derogar esta norma y acogian a los rnucrtos en tornco ensus ccrncrucrios). Predicadores y aurores de rratados icologicos- .rnoralcs 0 de vidas de sanros rivai izaban en sus cxhortac iones con-Ira los jucgos rnili tares y rarnbicn en porter en c l rculac ion habladu-rias pavorosas: se decia que. en un lugar en cl que se babla celebra-do lin tomeo panicularmente cruenro. se habian vista despues de-monios que volaban y disputaban un rorneo entre elias can gritosestrernecedores de j ubilo : ot ros dernonios, cSla ,e7. bajo forma riccuerl.'os 0 de buitres. daban vuellas en torna a otra li7..ade tornc!}buscanda c \,idcnlcmen te almas que Ulrapor. igual qlle hacen las 1-;),'paces para arrancar t rozos de carne a los ca .djvercs; y a veces has ta

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    algun noble, vuelto rnisteriosarnente a la vida durante unos instan-res. se habia levantado del catafalco y habia narrado con pocas y tre-rnendas palabras la suerte en el m a s ali a para quienes gozaban conestes atroces ceriarnenes: Jacobo de Vilry. en el siglo xm, demostr6punta par punto como en el rorneo se carnetian [ados los pecadoscapitales: la soberbia, por cuanto este tipo de competiciones rraciadel desmesurado deseo de gloria y de honores: la ira. porque elcornbate rerrninaba Facalrnente generando odio y deseo de vengan-1 . 3 : la pereza, par cuaruo los vencidos en torneo se daban Facilmenteala postracion y al deseonsuelo; la avaricia, desde el momento enque se campetia can la esperanza de ganar un botin constituido parlas arrnas y par los caballos de los adversaries y los rices premiosque se otorgaban a los vencedores; la gula, porque estas fiestas esta-ban habitual mente acornpanadas par grandes banquetes; en fin, lalujuria par cuanto quienes participaban en los torneos 10 hacian fre-cuentemente para cornplacer a sus damas. de las cuales llevaban enccrnbare los colores- u otras prendas -velos. mangas- a modode cimera 0de estandarte.

    La prenda de amor ostentada en el tomeo es, jun to con las armasheraldicas pintadas en el escudo. sobreveste y gualdrnpa del caballoe l caracterisrico disrlntivo del caballero que torna parte en los jue-gos militares. La tension erotica Ilevada incluso hasta e l espasrno esuna caracterist ica fundamental de esie tipo de actlvidad caballeres-ca y deja en tender como la Iglesia. oponiendose a ella. interuabaproponer un discurso etico y social mas profundo y complejo decuanto podriarnos creer si nos lirnitasernos a valorar esas prohibi-c iones a rraves de la reductiva optica de una polit ica eclesial ten-dente a limitar Inviolencia y el derramarniento de sangre entre loshermanos en Cristo. Las cronicas nos hablan a menudo de inextin-guibles adios or iginados par algun torneo: y tambien de torneos du-rante los cuales se tenia una buena coartada para verigarse del ad-versario, La rivalidad en el amor debia de ser uno de los motivosmas habituales al respecto: y los etologos han demostrado que. pre-cisarnenre, la voluruad de ostentar la propia fuerza en presencia delas darnas y de reiterar cl derecho del varon adulro a gozarlas esia enla base de los que ellos misrnos. y no par casualidad. llaman tor-neos de animales. Una anecdota que recordaremos brevernente.basta para mosrrar a que niveles de tension erotica se podia llegar.Una darna obliga a un caballero -sabre la base del mecanisme del-don que ob liga tipico de la Iiterarura cabal leresca y del folklore:la dama Ie pide al heroe que Ie conceda un don. perc no especificacual: recibido su asentimiento.le desvela el coruenido de la prorne-sa hecha par el. que suele ser una prueba dificil -0 un cam porta-miento especial en el Lomeo: sabemos que un caso tipico de estaes

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    EI guerrero y e l c ab all er oy t upecie es aquel en torno al cual gira el Lauce lot ou l e c he va l ie r Ii facharrette, de Chretien de Troyes, donde Ginebra impone a Lanzaro-te que se finja vii en el cornbare. En nuestro caso, la dama impone alcaballero lIevar en e! torneo, en vez de las pesadas arrnas defensi-vas, la carnisa de ella; complacida. Ie corrcsponde en cortesia pre-senrandose en Ia fiesta que sigue al rorneo vestida can la misma ca-rnisa manchada par la sangre de su paladin. a hay. ciertamerue.que rernitirse a Freud para percibir el transparence significado ero-t ico-sexual de todo el episodio.La cuestion es. no obstante, que el torneo habia entrado profun-darnerue en Ja cultura aristocrati ca -pero iambien burguesa y po-pular: en estes arnbitos, son innumerables las imitaciones y paro-dias de los certarnenes caballerescos- y en la practica de! tipo devida de las clases dirigenres, Un poema del siglo xm narra la gestade aquel que hoy, gracias a un afortunado libro de Georges Duby, esel mas Iarnoso participante en tomeos de Ia Edad Media: Guillermo.lIamado eel Mariscal. que lIeg6 a ser regerue de Inglaterra durante1 0 nifiez de Enrique III y que murio cumplidas los serenta (losocherua decia el) en 1219_E Icaso del Mariscal es ciertarnenre de ex-cepciori: sin embargo rnuestra bien como, de torneo en rorneo. decorte en cone, de victoria en victoria, de premia en premia y de pa -rent esco en parerucsco. el iuvenis podia e nriqucccrse '! alcanzar unmatrimonio ve.nta joso . Condic ion paradoj ica la del caballero: unavez arrnado sc es caballero para siernpre. un poco como los sacer-dales. par mas que la ceremonia de entrada en ia c aballcria no irn-ponga ningun choracter sacramental (pero esra haec 10 posible, enlos casas mas solemnes, para acercarse ripologicame nte a un rirosacramerual: y no Ialt aran los teoriccs dispuestos a sosterier que elcaballero cs una especie de -sacerdote- laico consagrado a Dios, asu senor feudal-mas tarde. can la eonsolidaci6n de los estados ab-SOIULOS, al rey- Y a las damas). y yo hemos dicho como los misrnosreyes se cornplacian en ser considerados cabal leros antes que nada;pero par otra parte, l a carrera autenrica de! caballero es rapida, in-cluso muy breve, y coincide con el periodo de la co rniriva de los iu-venes y de esa aventura de la que, precisamerue, el rcrneo es quiza ,1 3 forma concreta mas cornun y al mismo riernpo la representacionmas eficaz, Si luego la fortuna Ie lleva a con traer un buen matrimo-nio. el buen caballero cuelga gustoso su ciruuron, su espada y susespuelas doradas -aunque los cifia de vez en cuando, en los diassolemnes- y se dedica ala adrninistracicn del patrimonio de su Ii-na]e y del que ha adquirido a traves de su boda.Junto a las duras condenas de Ia Iglesia. las ordenanzas de lospri nc ipcs si rvieron, si no para hacer que la caballeria clesertase delos lomeos, al menos para detenTIinar-una perdida en peligrosidad

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    El guerrero y el caballero/Ill110(Franco Cardini

    y agresividad. Puede ser que el armarneruo caballeresco mas. pesa-do que se urilizo a partir del siglo XIll por rnotivos que denrro depoco expondrernos.jugase en tal sentido cieno papel: perc no es se-guro, pues un caballero todo cubierto de planchas d e acero (es de-cir. con la arrnadura que se habia perfeccionado a 10 largo del sigloxv) corria 1"1iesgo al caer del caballo de hacerse mucho mas. dattoque uno vestido s610 con la larga cota demallas.relativamente lige-ra, usada entre los siglos XI y xur, En cualquier caso, las distintas or-denanzas procuraban impedir por todos los medics la manifesta-cion de enernistades 0 de rel sc iones de vengan:za durante las com-periclcnes de destreaa caballeresca: a 10 que se afiadla la progresivarestrtcclon de las arrnas a au/ranee (las de batalla), sustituidas ene Itomeo por las armas a plaisance, -armas corteses- es decir, espadasrornas, lanzas cuya punta de hierro habia sido sustiruida por boro-nes en forma de corona, esfe ra 0 copa al reves. 0 bien habia sido cui -dadosarnente envue lta de modo que pudiese gclpear el escudo deladversario e inc luso descaba lgar a esre. pero nunca herirlo de pun-lao Pero sobre todo fue la gradual sustuucion -eso s i. nunca total-de la melee por la j usta de parejas de cam peones 10 que redujo 1 < 1 po-sibil idad de accidentes graves: en la justa todo estaba mas ordenadoy regulado que en la melee.

    Dado que los rorneos habian llegado a significar tanto para lasre lac iones soc iales de la ari stocracia , la lglesia se ericoruro en malasiruacion al manrener sus prohibiciones cuando aquellos perdieronen parte su peligrosidad y de batal las mas 0 rnenos s irnuladas man i-festaron la tendenc ia a pasar m a s bien a l papel de j uegos y de espec-taculos. Por su parte. los caballeros subrayaban 1 0 que segun ellosera el plene acuerdo entre la fe y pract ica de l torneo: lo s j uegos po-dian servir. como se ha dicho, para la propaganda de la cruz. y co-rnenzaban babitualrnerue con cererncnias rel igiosas (10 que signifi-ca entre otras cosas. que por una razon u otra, el mismo clero norespetaba demasiado las prohibiciones eclesiasricas] . Pronto apare-cia ra rnbien una contrapr opaganda de las ieyeridas de demonios vi s-tas en el torneo 0 de casas sernejantes. Es famosa una conmovedorapagina del que tal vez sea el mas herrnoso texro de ieyendas religio-sas del sigto Xlii, el Diaiogus miraculorum de Cesario de Heister-bach. Un caballero se dirige junto con unos arnigos a un tomeocuando, pasando delanre de una capilla dedicada a la Virgen. no seresiste al impulso de rendirie homenaje; absorto en la plegaria, nose da cuenta de que pasa el tiempo. Llegara algo triste al tomeo, conrnucho retraso: y encontrani. iodo e l campo de fiesta, ce lebrandosus gestas, Mienrras que eI rezaba a Maria . esta, baj o su lorrna y consus arrnas y divisa, h a b r a combatido en su lugar, obteniendo la vic-coria.

    Cuando en \316 el papa Juan XXII e lirnino las prohibicionesecles iasr icas que pesaban sobre los tor-neos.Ta causa de estes contra

    ._el rigor-isrno religiose hacia tiernpo que habia venc~d~: los tomeos.por otra parte. se habian ccnvertido en algo muy distinto de 10 queeran en el pasado. Y l a c aballerfadel siglo xrv no era ya en cuanto aestructuras sociales y a incidencia en la vida europea de la epoca.la de los dos siglos anteriores. Pero de esto hablaremos en su rno-mento.Mie ntras tanto, eI tomeo habia dado lugar tarnbie n al naci mieri-to de una l ite ratura especi fica , que aparecio en varios generos. Antetcdo, a unas autenticas descripciones en verso, en las que se espe-cializaban esos earacteristicos poetas y jueces de tomeo que eranlos heraldos. expertos en las norrnas del j uego y en la identifica-cion de las divi sas de los dist intos partic ipantes. Es famosa al res-pecto la cornpcsicion Le tournai de Chauvency, de Jacques Brerel,que celeb ra una larga Fiesta que tuvo lugar en 1258 en Chauvency:dos dias enteros dedicados a las justas y luego una jomada para 1" 1gran tomeo. Estos textos son una serie interminable de desc ripcio-nes de cornbares y de detall adas enumerac iones de colores y figurashera ldicas: pa ra nuestro gusto el resul tado es de un sopori fero abu-rrimiento, pero en e l siglo Xlii despertaban uri vivo inreres.Otro

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    112/Franco Cardinien parte 10e ra ya. por su naturaleza, e incluso mas que batalla s irnu-lada, Filippo de Novara describe un tomeo disputado por caballe-ros que representaban a los personajes del ciclo arturicc en 1223.en Chipre, durante las fiestas que tuvieron lugar cuando unjoven dela familia de los Ibelin, barones cruzados de Beirut, fue arrnado ca-ballero; el cabal lero Ul rich von Lichtens tein se hi zo Famoso por dosviajes que real ize a craves de Europa, conocidos respecti vamentecomo Yenusjahr: y Anuriahrt, durante los cuales -en 1227 y luegoen 1240-, vestido prirnero de Venus y luego de Arturo , recorriacasdllos y ciudades desafiando a quienes quisiesen medirse en tor-neo con el. Mas tarde. se Ilegaria sin mas a aurenticas represernacio-nes teatrales. Recordemos no tanto el caso de 1490-cuando dos fi-las de caballeros de 8010nia. unos vestidos de azul en honor de laSabiduria, y otros de verde en honor de la Fortuna, se enfrentaronen la que podria defini rse como una version humanistica de la pug-na spiritualis->, sino mas bien esas autenticas sinresls de espectacu-105 r eatrales y de torneo que eran denomioadas en Italia tornei a .soggetto, en Francia pas d'armes y en Espana pasos honrosos: hayejemplos famosos en Francia de la epoca de la guerra de los CienAiios 0 bien de las lIamadas caballerias ferraresas de principiosdel siglo XVT . Se inventaba una trama, no muy desarrollada: un cas ti-l lo que asaltar 0 que defender, una torre, un puente. 0 una Fuenteque custodiar. una doncella que salvar, En lorna a este ligero disc-lio narrative, tertian lugar los distintos choques entre caballerosequipados segun requeria la representacion escenica, Con el tiern-po estes espectaculos tendieron a represeruarse 5610 en las cortes:pero entre los siglos XII y xv se disputaban tarnb ien en las ciudades,ante el pueblo, al que Ie gustaban no menus que los torneos buries-cos y parodicos organizados por burgueses 0 ineluso par truhanes yrnarginados. Otras cornposiciones poet icas hablan de torneos de pa-jaros, de clerigos contra caballeros, de frailes contra monjas y astsucesivarne nte: yen 10 que respect a al folklore pronto se ham farno-so e! tomeo de finales de invierno entre carnaval y cuaresrna: unadivertida version de es te nos la narra Savadino degli Arienti. No [al-tan tampoco los - rorneos de darnas, que son composic iones poeti-cas -mus icales sabre las que se organizaban danzas .

    El vinculo entre alegoria. t eatro y juego militar se percibe bien,en el siglo xv, a traves de dos escritos complementarios de Renatede Anjou, duque de Lorena y rey nominal de Napoles: el primero, elLivre des Tournois, es quiza el mas amplio y comple to t ra tado teori -co-descriptlvo y normat ive de la ciericia de los torneos que se hayaescrito nunca (lmportanres las partes que tratan del equipo, de lasdivisas, de las armas -correses ... no rnetalicas a menudo: de cueroeurtido las defensivas y de madera las ofensivas): e! segundo, el Li -

    E I guerrero y < :1 caballero/II ~vre de Coeur d 'amour epr is, narra en carnbio, bajo forma de novelacaballeresca, las complejas vicisitudes ligadas al enarrrorarnierno ydescribe en ter rninos de v ia jes, de duelos y de pruebas i ri ic ia ticas lasrases 'del cortejo de la relacicn eroti ca.

    Pero describiendo una actrvidad que.parte de los campos de ba-cal la convert idos en l izas de torneo y llega a los juegos-espectaculocortesanos hemos rnostrado adernas cual fue la parabola trazadapar la cultura caballeresca entre los siglos xu y XV1 ; y, al mismoriernpo, [a perdida de concretes valores rnilitares y sociales a l aquelos dist inguidos por la d ign idad caballeresca debieron sorneterse.

    Que la caballer ia estaba en el or igen de la nobleza bajomedievalera una tesis celebre de Marc Bloch, luego negada a limirada partodo un sector de la medieval is tica , sobre rodo alemana, y recienre-mente revisada y en cierta medida revalorizada. como demuestraur i magist ra l ensayo de Giovanni Tabacco. Es cierto que, apenas lad ign idad cabal leresca -e l ingreso en la cual era sefialado por la ce-remonia de armar caballero- ernpezo a perfilarse como social yculturalmente importante y la caballeria, de libre hennandad dehombres armados reunidos en cornitivas en tomo a un jefe. cornen-zo a trans forrnarse en lnstuucion. los principes de la Europa feudalintervinieron para reconducir el mecanisme de las ceremonias dearrnar caballero sobre la base de Iacooptac i6n y para regular cl in-greso al restringido circulc de los di stinguidos con el cingllhlm mill-tare. Las primeras medidas res trictivas que conocemos can segurt-dad (y que acosturnbrarnos a denominar can su nombre aleman deAhschliessungen . clausuras ..) penenecen a Inglaterra. a la Siciliannrrnanda y a lu Alcrnania suaba: esrarnos en plcno siglo XII, peruclaros indicios rnuestran que. en algunas areas europeas, estas rnedidasse rernontan mas atr ti s, En lapracrica, se n iega elderecho aser d istin-guido COnel ciruuron '!con las espuelas caballerescas a quien no tu-viese ya en su famili a direcra algun caballero. Aunque la dignidadcaballeresca no se declarara nunca de par si heredi taria. heredita-rios se declararon los requi sites para acceder a ella; y por 10 tantolos privi legios que conllevaba la condici6n de caballero. pcro lam-bien los conslguientes deberes, A la larga , los segundos resul taronmas gravosos que los pr i rneros: tanto mas porque la ceremonia dearrnar cabal lero -cuando no se aprovechaba 1 0 1 ocasion ofrecida,por ejemplo, por la vigilia 0 por el dia despucs de una batalla, 0 porel paso de un principe por cierto lugar: circunstancias estas durantelas cuales se hacian ceremonias sumarias-. con el bano. la vela dearmas, los regalos (sabre todo vest idos) yel banquete que el caballe-ro novel estaba obligado a ofrecer a los asistentes, era econornica-mente dificil de soportar, Esto explica que a 10 l argo del siglo xntmuchas que len ian derechoa ser arrnados caballeros evitaran acce-

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    der a la digniclad caba lleresca y siguieran siendo -espec ialmenteen Inglaterra- squires, damoiseau, donc e les-: en suma escude: ros: es dec ir, e\ rango inrnediatarnenre inferior al de cabal lero, que.9istinguia a quienes ambicionaban ponerse un dia las espuelas do-radas , pero que, considerando 10 que esto comportaba , preferianseguir siendo aspirantes durante toda la vida . E .5 conocido comoel squire se convi rtio, en suelo brit anico. en el representante carac-teristico de una nobleza me nor.

    Se iban diferenciando rnientras tanto -mas alla del terrnino eo-rnun miles que reunia a todos los mlernbros de Ia que. ideal mente.habrla tenido que ser una Eratemidad de armas supranacional y alque se habian adherido las ensei ias y las tradiciones de la investidu-ra- las caractertsticas regionales y nac ionales de la caballerla que.tendiendo a transrnitirse en linea hereditaria, encontraba en la he-raldica su expresion ideol6gica-cultural caracteristica, La necesi-dad de asegurar cierto recarnbio social, sabre to do en epocas defuerte movilidad socio-eccnornica comofueron los siglos XlII y XIV,se garantiz6 en Franc ia por especiales letires d'anoblissement queperrnitian derogar las norrnas restrictivas y daban la oportunidad agenre de humilde origen de acceder ala dignidad caballeresca y deelegirse un blason: requisites basic os para la entrada en 10que se es-taba configurando como la nobleza, Tarnbien en las ciudades delcentro y del none de Italia, donde hacia finales del siglo xnr la digni-dad caba lleresca habia sido considerada por los distintos gobiemospopolani -expresi6n de los ernpresarios y de los mercacleres-como uno de los signos distint ivos de las c lases de magna tes- que sequerian excluir del ejercicio del poder, mUYpronto paso 3ser arnbi-cionada por la misrna -gente nueva, que por 10 dernas gustaba deinvertir sus capitales en terrenos y casrillos y adoptar un tono devida noble a imitacion del de los a ri stoc ratas franceses 0 alemanes(0 del analogo de la misma aristocracia Feudo-sencriai de 1 3 penin-sula). Se arrnarian. muy pronto, caballeros di popolo; y e n 1378 enFlorencia, los cardadores, es decir. los trabajadores subalternos dela lana, prerenderian a su vez ejercer esc acto soberano consistenteen hacer caba l~eros. La dignidad cabal leresca, par 1 0 dernas, era re-querida para quienes arnbiclonasen ciertos cargos, por ejemplo elde podesta a el de capitano del popolo en ciudades que no fuera.n lassuyas.

    ~,on el tier_npo, en cualquier caso, el terrnino ccaballero. no pa-recto ya suficienre para designar a quien pose ia la dignidad caballe -resca. EI combate a caballo era una practica que tambien se ejer-ciaindepend. ientemente de esa dignidad: y asi. poco a poco, se hizo ne-cesario dis tingutr, por ejernplo, entre simples milites y milites equi-pados (esta es, que habian sido armadas cabal leros) 0, como mas

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    El gucrrero y cI caballcro/j l Starde se dijo, equites aurati, una expresion que las Fuentes i talianasvulgares traducen como cavalieri 3 spron d'oro a , Pero se tratabade una distinc_i6n social, cuyos poseedores se cuidaban dernontar acaballo. Habitualrnerue -en cl mecanisme de las formaciones ciu-dadanas. scnoriales 0 mereenarias- la legitirna posesion de la dig-nidad caballeresca daba par su pane derecho a una paga de alista-miento mayor: pero a nada a a casi nada mas. Y muchos. natural-mente, debian de ser los abuses,En la Edad Media tardia, la caba!teria aun era considerada elnervio de los ejercitos, Segun su range, los caballeros se considera-ban abanderados~ (es decir, en condiciones de alzar una banderasimbolo Je la jurisdiccion que tertian sabre sus tierras, y de tenerba jo su mando cierto sequito) 0 bachilleress terrnino este que enfrances se entendia habi tualmente como sinoni rno y hornofcno debas chevalier. En realidad, la distancia entre -al ta ,. y baja noblezase habra ya abierto y -aparte de los muchos de humilde 0de no no-ble extracc ion promovidos por voluntad regia ala dignidad de caba-llero- esraba ya clare que la caballeria, en sus rnuchas variables.iba consrituyendo un estrato inferior, a veces infirno, de una aristc-cracia en crisis desde el momenta cn que las bases de su poder y d esu presugio , la tierra y las arrnas, no estaban va a 1

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    sus colegas bandidos como para rebajarse a LTa!C10nar su range(

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    118/f r.I.nCO Cardin iplanchas de hierro sobrelos puntos criticos: el cuello, el torax, laespalda,lo odo, las rnunecas y las rodillas. Estas clefensas reforza-da ha in m no necesario el escudo, que entre otras cosas era unstorb pn el combate a la carga, por cuanro el caballero, que 505-terua la pesada lanza entre la axi la y e lb raze derecho, debia terier li -bre el izquierdo para guiar el caballo. EI escudo tendio, pues, a de-saparecer -pero siguto siendo importante, sin embargo, como so-porte de la divisa heraldica-s-: grande y ovalado en los siglos xr y XII,se transform6 en el XIII en una anna triangular mas pequefta y si-guio cambiando hasta tamar fonnas fan tast! cas , esteticarnente de-corativas, pero inuriles para el choque en campo abierto 0 en tor-neo, del cual iba siendo eliminado. Este lento proceso conduce, enel slglo xv, a la armadura enrera rnente de planchas: eJ cabal lero, cu-hierro de acero de la cabeza a los pies. era un proyectil imparableIanzado a la bata lla: pero bastaba rodearlo y descabalgarlo para quese convirtiera en un pobre crustaceo en poder de la plebe a pie. Yesto sucedia a menudo, desde aquella celebre batall a de las espue-las. que fue el encueruro de Courtrai de 1302. donde la infanteriaburguesa dio a los caballeros una dura y solemne leccion, EI sigloXIV fue la epoca de las derrotas de la caba lleria . que -como se \';0par ejemplo en Crecy-> tuvo que bajar a menudo de 13 silla, romperla parte inferior de las lanzas y resist ir

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    120/F~nco CardiniREFERENCLAS BIBUOGRAFICAS

    Fai tan hi st ori as general es de la cabal le ria , que ta l ve z n i s iqu ler a es posi -ble escribir. Para una idea de conjunto, puede ser uti! M. Keen, Chivalry,New.Haven -Londres , 1984 ( tr ad , esp . . La caballeria, Barcelona , 1986). lascerernonias de arrnar caballero son tratados en los dos libros de J. Flori. L 'j-deologie du glaive y L'essor de ta chevalerie, Gineb ra . 1983 y 1986. Para lostornecs, la edicion de 1. Fleckenstein. Des riuerliche Turnier im Mitle/aller.Gottingen. 1985. E l sentido de la aventura caballeresca ha sido tratado porM. Del Treppe. I mere anti catalani e l'espansione della Corona d'Aragonaucl secolo XIV. Nipoles. 1972, G..Duby. Guillermo el Mariscal. Alianza Ediro-rial. Madrid. 1988 (2. ' cd.), E. Kohler, ldeal und Wirklichkeil ill derhiifisd', en AA . VV" Suid i d i storia medieval .. e ", odemapel' Enicsto 5