Fomentando el empoderamiento de las mujeres mediante su participación laboral
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Serie de investigación
Fomentando el empoderamiento de las mujeres mediante su
participación laboral
Marzo de 2017
Este documento fue preparado originalmente en inglés por Margarita Beneke de Sanfeliú, Dolores Polanco,
Lidia Vásquez y Lissette Calderón y fue publicado en Octubre 2016. En el caso que existan inconsistencias
entre la versión en inglés y esta versión, la versión en inglés debe prevalecer. Reconocemos el trabajo de
Ivonne de Galo en la traducción de este documento.
El documento original es parte de las serie “Starting Strong: los primeros 1000 días de los ODS” y puede
ser encontrado en: http://southernvoice.org/furthering-womens-empowerment-through-labour-force-
participation/.
La “Starting Strong” es una serie colaborativa para iniciar una conversación amplia con actores relevantes
en torno a las acciones prioritarias para los tres primeros años de los ODS —poco más de mil días— con un
enfoque regional.
ISSN 2077-9534
Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social FUSADES
Una publicación del Centro de Investigación y Estadística • CIE
Marzo de 2017.
Hecho el depósito de Ley de acuerdo con el Artículo 15 de la Ley del Libro
La autorización para reproducir total o parcialmente esta publicación deberá solicitarse a FUSADES
Antiguo Cuscatlán, El Salvador, Centroamérica
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Centro de Investigación y Estadísticas • Serie de investigación - 2017Serie de investigación
Fomentando el empoderamiento de las mujeres mediante su participación laboral − Margarita Beneke de Sanfeliú , Dolores Polanco Lidia Vásquez, Lissette Calderón1
Pilar Económico de las Metas del Desarrollo Sostenible (SDGs, acrónimo en inglés)
Región: América Latina
• América Latina (AL) ha experimentado un aumento en la participación laboral femenina; sin embargo, a partir
del año 2000, el rápido progreso observado en los años noventa fue seguido por un estancamiento. En 2014, el
58% de las mujeres participó en el mercado laboral, frente al 84% de los hombres.
• La participación laboral femenina varía entre los países y a través de la sociedad. Esta es menor entre las mu-
jeres rurales más pobres, las que tienen menos habilidades, las mujeres mayores (más de 54 años) y las jóvenes
(18-24 años).
• Los marcos regulatorios en América Latina no impiden la igualdad de género. La insuficiente educación y en-
trenamiento así como, las restricciones de tiempo son los principales obstáculos para que las mujeres ingresen
al mercado laboral.
• Las normas culturales respecto al rol de la mujer como responsable del cuido y tareas domésticas también son
importantes. Se necesita defender los cambios en las normas sociales en torno a la corresponsabilidad dentro
del hogar y en el lugar de trabajo.
• Los programas y las políticas deben ampliarse rápidamente hacia el acceso universal a la atención a la primera
infancia y la educación preescolar; así como, expandir la disponibilidad de servicios de cuidado a los niños, y
ancianos y discapacitados. Los programas deben atender las necesidades de los diferentes grupos de mujeres,
dando prioridad a los grupos identificados como vulnerables.
1 Los autores son investigadores de la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (FUSADES), El Salvador.
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Índice
Agradecimientos
Siglas
Resumen
1. Introducción
2. Metodología y Enfoque
3. Avances y limitaciones actuales
3.1. Brechas en la participación en la fuerza de trabajo
3.2. Brechas de género en la calidad del empleo
3.2.1. Brechas salariales
3.3. ¿A quién se está dejando atrás?
4. Hallazgos de la Investigación: Factores asociados a la participación femenina en la
fuerza de trabajo
4.1. Educación
4.2. Normas culturales: roles de género, limitaciones de tiempo y opciones ocupacionales
4.3. Discriminación en el trabajo: Edad, género y raza
4.4. Otros factores: Ingresos familiares y condiciones macroeconómicas
4.5. Consideraciones
5. Resultados de la Investigación: Encuesta de políticas públicas
5.1. Reducir las restricciones de tiempo de las mujeres
5.2. Reducir los obstáculos para acceder al mercado laboral
5.2.1. Políticas que activan la participación laboral y la productividad
5.2.2. Leyes y reglamentos
5.2.3. Abogacía: Incrementando la agencia de la mujer
5.3. Consideraciones
6. Acciones prioritarias para los primeros 1,000 días
6.1. Acciones inmediatas
6.2. Acciones de mediano plazo (segundo año)
6.3. Acciones de largo plazo (tercer año)
7. Reflexiones Finales
Referencias
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Centro de Investigación y Estadísticas • Serie de investigación - 2017Serie de investigación
AGR ADECIMIENTOS
Esta investigación fue respaldada por el Overseas Development Institute (ODI) y Southern Voice (SV) para
los Objetivos de Desarrollo Internacional posteriores a los objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), a
través de su iniciativa ‘Off to a strong start: putting the Sustainable Development Goals into practice’ (‘Hacia
un comienzo firme: Poniendo en práctica los Objetivos de Desarrollo Sostenible’, traducido al español).
Agradecemos a Emma Samman, Andrea Ordoñez, Paula Lucci y un revisor anónimo por sus comentarios
que han enriquecido este informe. También, agradecemos a nuestros colegas del proyecto “Promoviendo
el empoderamiento económico de las mujeres a través de mejores políticas en América Latina”, financiado
por el Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC, siglas en inglés), quienes aportaron
muchas de las fuentes inéditas utilizadas en esta investigación.
Agradecemos especialmente a Alejandra Olivares y Marcela López, estudiantes de la Escuela Superior de
Economía y Negocios, ESEN, por su esmerado aporte en la investigación.
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SiglasALC América Latina y el Caribe APP Asocio público privado CEDLAS Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales, Facultad de Ciencias
Económicas, Universidad de La Plata, Argentina CIEDUR Centro Interdisciplinario de Estudios sobre el Desarrollo, Uruguay EHPM Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples ESEN Escuela Superior de Economía y Negocios FIDEG Fundación Internacional para el Desafío Económico Global, Nicaragua FMI Fondo Monetario Internacional FUSADES Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social GENDERNET Red sobre Igualdad de Género, OECD-DAC – Dirección de Cooperación para
el Desarrollo (OECD*), Comité de Asistencia para el Desarrollo (DAC*) ICRW Centro Internacional de Investigación sobre la Mujer* IDRC Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo, Canadá* FIDA Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola OIT Organización Internacional del Trabajo LABLAC Base de Datos Laborales para América Latina y el Caribe* (CEDLAS- Centro
de Estudios Distributivos Laborales y Sociales y Banco Mundial) LAC América Latina y el Caribe NINI (Jóvenes) sin trabajo, educación o formación ODI Instituto de Desarrollo de Ultramar* OCDE Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico OCDE DAC Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, Comité de
Ayuda al Desarrollo ODM Objetivos de Desarrollo del Milenio ODS Objetivos del Desarrollo Sostenible ONG Organización No Gubernamental SEDLAC Base de Datos Socio Económica para Latinoamérica y el Caribe (CEDLAS y el
Banco Mundial) STEP Habilidades para la Empleabilidad y Productividad* SV Southern Voice sobre el Desarrollo Internacional posterior a los Objetivos
de Desarrollo del Milenio ONU Naciones Unidas PLF Participación Laboral Femenina PNUD Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas TMC Transferencias Monetarias Condicionadas WDI Indicadores del Desarrollo Mundial WEF Foro Económico Mundial * Por sus siglas en inglés
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Centro de Investigación y Estadísticas • Serie de investigación - 2017Serie de investigación
ResumenEn las últimas tres décadas, América Latina ha experimentado un rápido progreso en la participación laboral femenina (PLF).
La PLF aumentó rápidamente en la década de 1990, pero se ha estancado desde el año 2000. En 2014, el 58% de las mujeres
participaron en el mercado laboral, frente al 84% de los hombres (Indicadores del Desarrollo Mundial, Banco Mundial).
Las tasas de participación y sus tendencias varían ampliamente de un país a otro y entre los distintos grupos de mujeres.
La participación es más baja entre los grupos más pobres (que son a menudo rurales e indígenas), las menos cualificadas,
mujeres mayores (más de 54 años) y mujeres jóvenes (de 18 a 24 años). Si se quiere alcanzar el objetivo de “no dejar a nadie
atrás”, se debe prestar especial atención a las necesidades de estos grupos vulnerables.
Los marcos regulatorios de los países latinoamericanos no impiden la igualdad de género en la fuerza laboral. Es probable
que las diferencias observadas sean el resultado de otras restricciones, incluidas las normas culturales relativas a los roles de
las mujeres como responsables del cuido y tareas domésticas y las prácticas discriminatorias.
La falta de educación y entrenamiento, así como las restricciones de tiempo, son los principales obstáculos que enfrentan las
mujeres para incorporarse al mercado laboral. Estos factores son más restrictivos para los grupos identificados como vulnerables.
Los programas y las políticas deben procurar reducir los obstáculos a la participación de la mujer en el mercado laboral,
especialmente mediante intervenciones que activen esta participación y la productividad. Los programas tienden a ser más
eficaces cuando abordan más de una de las restricciones que enfrentan los participantes; la coordinación y comunicación
entre actores (por ejemplo, diferentes organismos gubernamentales, proveedores de servicios, organizaciones no
gubernamentales locales e internacionales, etc.) son requeridas para evitar la duplicación de esfuerzos y lograr mayores
sinergias. Debe darse prioridad - al igual que subsidios e incentivos - a los grupos vulnerables.
Los programas y las políticas deben ampliarse rápidamente para reducir las restricciones de tiempo de las mujeres. Esto
incluye: a) el acceso universal a la educación inicial y la educación preescolar, y b) el aumento de la disponibilidad de centros
de cuidado infantil comunitarios y el apoyo a los cuidadores de adultos mayores y discapacitados. Los gobiernos deben
incentivar la prestación de servicios de atención y deberían subvencionar a los usuarios que no pueden cubrir los costos.
El lanzamiento de los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) ha generado mayor conciencia sobre el
empoderamiento económico de las mujeres. Las acciones tempranas que reducen las limitaciones que enfrentan las mujeres
en la fuerza laboral pueden ser catalizadoras para el logro de los ODS.
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1. INTRODUCCIÓN
‘El empoderamiento de las mujeres del mundo es un imperativo
global. Sin embargo, a pesar de progresos importantes en la
promoción de la igualdad de género, persiste la necesidad
urgente de hacer frente a barreras estructurales para el
empoderamiento económico de las mujeres y su plena inclusión
en la economía. Si el mundo pretende alcanzar los Objetivos de
Desarrollo Sostenible, necesitamos un salto significativo en el
empoderamiento económico de las mujeres’.
Ban Ki-moon, Secretario General de las ONU;
21 de enero de 2016
El empoderamiento económico de las mujeres - entendido
como la capacidad de las mujeres para tomar sus propias
decisiones económicas (agencia) y su capacidad para
mejorar su situación económica (avance económico) (Golla
y otros, 2011) aumenta la oportunidad de las mujeres
para acceder a los recursos y oportunidades, incluyendo
servicios, bienes y otros bienes productivos, desarrollo
de habilidades e información de mercado (GENDERNET,
2012). En consecuencia, optar por buscar empleo y tener la
oportunidad de hacerlo, es en sí mismo un acto de agencia.
Al participar en el mercado laboral, los hombres — y en
particular las mujeres— pueden aumentar su capacidad
para tomar decisiones en su vida doméstica (Golla y otros,
2011), para negociar dentro de una familia, tomar el control
de sus recursos y ganancias, así como aprender nuevas
habilidades y construir nuevas redes (Morton y otros, 2014).
De esta manera, el hecho de estar empleada puede aumentar
el empoderamiento económico de las mujeres (Kabeer, 2012).
A escala mundial, la participación femenina en el mercado
laboral es del 55% aproximadamente. América Latina y el
Caribe (ALC) tiene una tasa media similar (58%), lo que la
ubica por encima del Oriente Medio y del Norte de África
(25%) y Sudeste Asiático (30%), pero por detrás de otras
regiones (Figura 1). La brecha de género en América Latina
y el Caribe sigue siendo alta, ya que la Participación en el
mercado laboral masculina es una de las más altas (84%) en
el mundo (Indicadores de Desarrollo Mundial (WDI, siglas en
inglés), Banco Mundial).
Figura 1. Participación en el Mercado laboral en diferentes regiones(% de la población total de 15-64 años, 2014, estimación modelado OIT)
Fuente: Indicadores de Desarrollo Mundial (WDI) (Banco Mundial).
Asia del Este y del Pacífico
Norteamérica
Africa Subsahariana
Europa y Asia Central
América Latina y el Caribe
Asia del Sur
Medio Oriente y África del Norte
10 20 30 40 50
Tasa de participación laboral (%)
60 70 80 90
Femenina Masculina
68 84
78
78
78
77
84
83
67
65
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Centro de Investigación y Estadísticas • Serie de investigación - 2017Serie de investigación
de las Naciones Unidas y otras partes interesadas para
alcanzar las nuevas metas e indicadores de los ODS que
abordan el empoderamiento económico de la mujer. El
panel está respaldado por el Grupo del Banco Mundial,
ONU Mujeres, el Fondo Monetario Internacional (FMI), la
Organización Internacional del Trabajo (OIT), con el apoyo
del Departamento de Desarrollo Internacional del Reino
Unido y la participación de una amplia gama de actores de
igualdad de género, expertos en economía, académicos,
dirigentes sindicales y representantes empresariales y
gubernamentales de todas las regiones.
Como resultado de la colaboración entre ONU Mujeres y
el Pacto Mundial de las Naciones Unidas, también se han
introducido los “Principios de Empoderamiento de la Mujer”
para proporcionar una perspectiva de género sobre los diez
principios del Pacto Mundial. A través de esta iniciativa, más
de 8,000 empresas y 4,000 signatarios no empresariales
en, al menos, 135 países buscarán alinear sus estrategias y
operaciones comerciales con los principios universalmente
aceptados de derechos humanos, trabajo, medio ambiente y
lucha contra la corrupción (Pacto Mundial de las NU, 2015 ).
El empoderamiento económico de las mujeres se ha incluido
en el Objetivo 5 de los ODS para “Lograr la igualdad
entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las
niñas” y en el Objetivo 8 para lograr “Trabajo decente y
crecimiento económico”. Este es un momento privilegiado
para reflexionar sobre cómo empoderar a todas las mujeres,
por lo tanto, prestando especial atención al principio clave de
los ODS de no dejar a nadie atrás.
En este informe nos centramos en el pilar económico de los
ODS, específicamente en el empoderamiento de las mujeres a
A pesar del progreso, las mujeres continúan rezagadas con
respecto a los hombres en términos de pobreza, mercado
laboral y salarios, así como en su participación en la toma
de decisiones públicas y privadas (Naciones Unidas, 2015).
Esto señala un trabajo pendiente de la era de los Objetivos
del Desarrollo del Milenio (ODM), en la que el ODM 3 se
propuso específicamente para «Promover la igualdad entre
los sexos y el empoderamiento de la mujer». (De hecho, los
ODM originales carecían de un enfoque transversal en la
equidad de género y, en respuesta a la crítica, el objetivo
1b – “Alcanzar el empleo pleno y productivo y un trabajo
decente para todos, incluidos las mujeres y los jóvenes”
fue añadido en 2005 al ODM 1 para ‘erradicar la pobreza
extrema y el hambre’).
Las mujeres no solo tienen menos probabilidades que los
hombres de participar en el mercado laboral, sino que
cuando lo hacen, tienden a ganar menos y, la mayoría,
lo hace en el sector informal. En el contexto de los ODS,
“no dejar a nadie atrás” requiere rastrear y comprender
la diferencia entre los países y, lo que es más importante,
aquello que genera brechas de género dentro de los países
en términos de participación en la fuerza laboral y acceso al
empleo pleno y productivo en igualdad de condiciones.
El 21 de enero de 2016, el Secretario General de las
Naciones Unidas anunció el primer Panel de Alto Nivel
sobre el Empoderamiento Económico de la Mujer, para
proporcionar liderazgo de pensamiento y movilizar
acciones concretas dirigidas a cerrar las brechas económicas
de género que persisten en todo el mundo. El panel
recomendará acciones clave y directrices de políticas que
deben tomar los gobiernos, el sector privado, el sistema
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través de su participación en el mercado laboral. Examinamos
el Objetivo 5.c de “Aprobar y fortalecer políticas acertadas
y leyes aplicables para promover la igualdad entre los
géneros y el empoderamiento de las mujeres y las niñas
a todos los niveles”, y el Objetivo 8.5. “Para 2030, lograr
el empleo pleno y productivo y garantizar un trabajo
decente para todos los hombres y mujeres, incluidos los
jóvenes y las personas con discapacidad, y la igualdad de
remuneración por trabajo de igual valor”.
Buscamos más allá de los promedios regionales y
nacionales. Intentamos descubrir las necesidades de los
diferentes grupos de mujeres que se mantienen rezagadas
en aspectos críticos que restringen su participación plena
y productiva en la fuerza laboral y, por lo tanto, en su
empoderamiento económico. Además, identificamos
obstáculos que pueden ser abordados por cambios
normativos o legales; así como, involucrando al sector
privado y a ONG locales e internacionales. La superación
de estos impedimentos es una prioridad para las acciones
iniciales en los ODS.
Las principales interrogantes de investigación que este
informe busca responder son las siguientes:
- ¿Qué países o grupos demográficos muestran menos
progreso en términos de participación en la fuerza
laboral, tanto en la brecha de género como en las
brechas dentro de los grupos de mujeres? ¿Qué grupos
se están dejando atrás?
- ¿Qué factores podrían explicar las diferentes tasas de
participación laboral femenina en el mercado laboral?
¿Qué factores podrían explicar las tendencias de esta
participación?
- ¿Cuáles son las limitaciones actuales para la
participación en la fuerza laboral? ¿Cuáles de estas
limitantes pueden ser abordadas por normativas o
cambios legales que se pueden proponer como acciones
tempranas en los primeros 1,000 días de los ODS?
La sección 2 de este informe describe nuestra metodología
y enfoque utilizado para responder a las preguntas de
investigación anteriores. La sección 3 muestra la evolución
de los indicadores seleccionados de participación laboral
femenina para una muestra de países latinoamericanos; aquí
resaltamos la necesidad de mirar más allá de los promedios
regionales o incluso nacionales. En la sección 4 describimos y
explicamos los factores asociados con la participación en
la fuerza laboral y de hacerlo en trabajos decentes; en la
sección 5 se discuten políticas públicas para promover la
participación femenina en la fuerza laboral. En la sección 6,
se discute una serie de acciones prioritarias para los
primeros 1,000 días de los ODS. Finalmente, en la sección 7,
presentamos nuestras conclusiones.
2. METODOLOGÍA Y ENFOQUE
El objetivo de este informe es identificar problemas
que podrían afectar la capacidad de las mujeres para
incorporarse a la fuerza laboral en América Latina.
Usamos un lente regional por dos razones. En primer lugar,
la disponibilidad de datos comparables de fuentes como
la Base de Datos Socioeconómicos para América Latina y
el Caribe (SEDLAC, por sus siglas en inglés) nos permite
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Centro de Investigación y Estadísticas • Serie de investigación - 2017Serie de investigación
explorar las diferencias entre países. En segundo lugar,
podemos recurrir a estudios cuantitativos y cualitativos
recientes que exploran el empoderamiento económico
de las mujeres a través de mejores políticas públicas1, que
arrojan luz sobre las posibles causas de las tendencias en la
participación laboral femenina. El cuadro 1 muestra los ocho
países que son el foco de nuestro estudio.
Se llevaron a cabo las siguientes actividades: Utilizamos los
datos disponibles en bases de datos internacionales como
SEDLAC (CEDLAS y Banco Mundial), Indicadores de Desarrollo
Mundial y los Indicadores Clave del Mercado de Trabajo (OIT,
2016) para comparar la trayectoria y la situación actual de
1
los países que han logrado mayores avances con respecto
a aquellos con un rendimiento más pobre. Para evaluar las
percepciones acerca de las normas culturales, se utilizaron
datos de varios años de la Encuesta Mundial de Valores
(World Values Survey Association, 2015) y de la Encuesta
Latinobarómetro (Corporación Latinobarómetro, 2015).
Se revisaron las políticas actuales y la literatura académica
para identificar qué factores pudieron haber afectado
en América Latina la participación laboral femenina,
centrándose en marcos normativos, políticas públicas y
posibles cambios en el entorno empresarial. Se incluyeron
trabajos pertinentes de organizaciones como ONU Mujeres
Cuadro 1. Características de los países de América Latina seleccionados Argentina Uruguay Chile Bolivia Ecuador El Salvador
México
Población Mill 43.0 3.42 17.8 10.6 15.9 6.1 6.0 125.4 PIB per capita (2014)
US$ corrientes 12,509.5 16,806.77 14,528.3 3,124.1 6,345.8 4,120.0 1,963.1 10,325.7
Población rural % total 8.4 4.8 10.6 31.9 36.5 33.7 41.5 21.0
Población indígena % total 2.4 n.d. 4.6 41.0 7.0 0.2 6.0 15.0
Tasa de incidencia de la pobreza, sobre la base de $4,0 por día (2005 PPA)
% de población
total 10.9 7.8 6.8 27.2 26.1 31.8 52.2 27.6
% de población
rural n.d. 4.5 8.6 51.4 37.3 47.6 70.0 48.1
% de poblaciónindígena
n.d. n.d 35 52 79 49 62 46
Nivel de ingresos Ingreso
alto Ingreso
alto Ingreso
alto
Ingreso mediano
bajo
Ingreso mediano
alto
Ingreso mediano
bajo
Ingreso mediano
bajo
Ingreso mediano
alto Fuente: Indicadores de Desarrollo Mundial (Banco Mundial, 2014) y SEDLAC (CEDLAS y Banco Mundial).
Nicaragua
Fuente: Indicadores de Desarrollo Mundial (Banco Mundial, 2014) y SEDLAC (CEDLAS y Banco Mundial). Datos relacionados al Grupo del Banco Mundial)
Parte del proyecto “Promoviendo el empoderamiento económico de las mujeres a través de mejores políticas en América Latina”, una iniciativa conjunta coordinada por CIEDUR y CEDLAS con apoyo del IDRC, completado en ocho países con diferentes características y niveles de desarrollo.
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b) Documentos que mapean y describen las leyes,
reglamentos y programas relacionados con la
participación laboral femenina en los siete países
mencionados anteriormente además de México.
Nuestra investigación complementa la de Vezza (2015),
que proporciona un marco para el análisis y una
perspectiva regional. El objetivo fue identificar posibles
cambios en las políticas (o falta de ellos) que pudieran
haber influido en las trayectorias de participación
laboral seguidas por diferentes países.
c) Trabajos cualitativos4 inéditos de país que toman
como base los trabajos cuantitativos, buscando
comprender mejor los factores que ayudan a las
mujeres que trabajan a mejorar sus circunstancias. La
metodología específica varía de un país a otro, pero
incluye entrevistas exhaustivas a mujeres en diferentes
tipos de ocupación (asalariadas formales e informales,
trabajadora por cuenta propia y dueñas de empresas)
y grupos focales complementarios con la misma
población objetivo5.
Para complementar el componente cualitativo que
acabamos de describir, también utilizamos datos de otros
dos proyectos recientemente realizados por FUSADES que
examinan la participación de las mujeres en el mercado
laboral. Estos analizan específicamente la situación de las
mujeres por grupos de edad más detallados (18-24, 25-45,
46-65) y área geográfica (urbana y rural). Se incluyeron 32
entrevistas y 3 grupos focales que realizamos con mujeres,
como parte del componente cualitativo6 de la evaluación
4 Argentina (Sanchís & Binstock, 2015), Bolivia (Marco Navarro, 2015), El Salvador (Vásquez, et al., 2016), México (Salazar Ramírez & Salazar Ramírez, 2015), Ecuador (Bermúdez Lenis et al., 2015), Chile (Todaro et al., 2015), Nicaragua (Alaniz et al., 2015a) y Uruguay (Filardo, et al., 2015). 5 Uruguay utiliza únicamente grupos focales.6 Comisionado por el Banco Mundial.
(incluido el Pacto Mundial de las Naciones Unidas), el Foro
Económico Mundial, el Programa de las Naciones Unidas
para el Desarrollo (PNUD), el ODI, el Centro Internacional
de Investigaciones sobre la Mujer y la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Identificamos factores que favorecen o restringen la
probabilidad de que las mujeres participen en el mercado
laboral y, una vez que lo hacen, la probabilidad de acceder a
un trabajo favorable. Se sintetizó un conjunto de documentos
productos del proyecto “Fortaleciendo el empoderamiento
económico de las mujeres a través de mejores políticas en
América Latina”, una iniciativa conjunta coordinada por el
Centro Interdisciplinario de Estudios sobre el Desarrollo
(CIEDUR) y el Centro de Estudios Distributivos, Laborales y
Sociales (CEDLAS), con el apoyo del Centro Internacional de
Investigaciones para el Desarrollo (IDRC). Específicamente, los
insumos para identificar los factores incluyeron:
a) Un conjunto de informes sobre ejercicios cuantitativos
realizados por equipos de investigación de países en
Argentina, Uruguay, Chile, Bolivia, Ecuador, El Salvador
y Nicaragua2. La mayoría de los países utilizaron
datos transversales de las encuestas de hogares de su
institución nacional de estadísticas para 2012 o 2013;
el análisis se limita a la población en edad laboral3.
2 El trabajo cuantitativo realizado por FUSADES y la Fundación Internacional para el Desafío Económico Global (FIDEG) en El Salvador y Nicaragua se completaron bajo un proyecto separado, también financiado por el IDRC, y posteriormente agregado al proyecto regional.3 Los análisis de Bolivia de 1999 a 2012; El Salvador utilizó un conjunto de datos de panel construido por FUSADES utilizando las encuestas nacionales de hogares para 2008-2012; Nicaragua utilizó datos de panel de hogares conducido por FIDEG incluyendo datos de 2009 a 2012. Para modelar la probabilidad de participación, la mayoría de los países utilizaron un modelo logit, excepto Nicaragua y El Salvador que usaron un modelo logístico multinomial. Las variables utilizadas dependen de la disponibilidad de los datos, aunque todos los países miden más o menos los mismos factores o dimensiones. Cada país reporta ya sea los efectos multiplicadores o los efectos marginales.
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Centro de Investigación y Estadísticas • Serie de investigación - 2017Serie de investigación
de impacto del Programa de Apoyo al Ingreso Temporal
(programa de obras públicas). Dado que todas estas fuentes
se centran en las zonas urbanas, también nos basamos
en el trabajo cualitativo que llevamos a cabo como parte
del proyecto “Transferencias Monetarias Condicionadas y
Desarrollo Rural”7.
Prestamos especial atención a El Salvador, donde, basados
en la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM),
el aumento en la participación laboral femenina ha sido
más lento que el promedio latinoamericano. Además,
utilizamos datos recopilados en 2013 como parte de STEP,
Skills Measurement Program (Programa de Medición de
Habilidades) (Banco Mundial, 2014), en el que FUSADES llevó
a cabo una encuesta de hogares urbanos a nivel nacional
para proporcionar datos de políticas relevantes que permitan
una mejor comprensión de la participación en el mercado
laboral. La encuesta recabó datos sobre las características de
los hogares, el nivel educativo, la formación, la salud, el
historial de empleo y los antecedentes familiares. En total
se recolectaron 2,335 observaciones (1,442 mujeres y
893 hombres).
3. AVANCES Y LIMITACIONES ACTUALES
En las últimas tres décadas, ALC han experimentado un
dramático aumento en la proporción de mujeres que
participan en la fuerza laboral. La oferta laboral femenina ha
aumentado en casi un 10% durante este período, a pesar de
la desaceleración de la segunda mitad de la década de 2000
(Busso y Romero Fonseca, 2015). Esto ha contribuido de
forma significativa a la caída tanto en la desigualdad como
en la pobreza de la región (Banco Mundial, 2015).
Sin embargo, no todos los países de América Latina han
experimentado la misma tendencia (Figura 2). Mientras
que en promedio, hubo un aumento de la participación
7 Un proyecto regional de seis países coordinado por la Universidad de los Andes, Colombia, financiado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA).
laboral femenina de 43%, en 1990, a 58%, en 2014, (15%
de aumento, con 6.8% desde el año 2000), El Salvador (que
comenzó con una tasa de 42.5%, similar al promedio regional),
experimentó un aumento de únicamente el 8.9% (con sólo un
3.8% desde el año 2000), terminando alrededor del 51%, en
2014. Por el contrario, Chile, que comenzó notablemente por
debajo del promedio (35%), ha experimentado un incremento
acelerado hasta el 55.6%, cerca del promedio regional (20.4
puntos en todo el período y 16.3 desde 2000). A pesar del
progreso, los países que comenzaron con el programa de
participación laboral femenina (PLF) inferiores al promedio
regional (por ejemplo, México y Nicaragua), permanecen por
debajo del promedio, mientras que los que comenzaron con
tasas superiores al promedio, permanecen por arriba (es decir,
Bolivia y Uruguay).
Sin embargo, es importante explorar más allá de los
promedios regionales e incluso de los promedios nacionales.
A continuación, examinamos las diferencias de la participación
femenina en la fuerza laboral con respecto a la de los hombres,
y el tipo de empleo al que tienen acceso. También indagamos
sobre las diferencias entre grupos de mujeres para descubrir
quién está siendo dejado atrás.
3.1. Brechas en la participación en la fuerza de trabajo
La región de América Latina ha reducido varias brechas de
género — una muy importante es la de la educación. La
escolaridad promedio varía entre los países de la muestra:
es más alta en los países de América del Sur y México, y más
baja en Nicaragua y El Salvador. En general, la escolaridad
es más alta entre los grupos más jóvenes y la brecha de
género en cuanto a años de escolaridad se ha cerrado para
los individuos menores de 30 años (Cuadro 2). Considerando
a las personas de 25 a 65 años de edad, las poblaciones
urbanas alcanzan niveles de educación más altos que las
poblaciones rurales en todos los países.
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15
Nota: La línea punteada es el promedio de AL; la línea vertical indica el lanzamiento de los ODM. Fuente: Indicadores de Desarrollo Mundial (Banco Mundial).
Figura 2. Participación laboral femenina. Porcentaje de mujeres entre 15 y 64 años que son económicamente activas (estimación modelado OIT)
El Salvador
1990-2014: 8.9%
2000-2014: 3.8%
70
65
60
55
50
45
40
35
301990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014
México
1990-2014: 12.3%
2000-2014: 7.1%
70
65
60
55
50
45
40
35
301990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014
Chile
1990-2014: 20.4%
2000-2014: 16.3%
70
65
60
55
50
45
40
35
301990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014
Nicaragua
1990-2014: 13.7%
2000-2014: 10.3%
70
65
60
55
50
45
40
35
301990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014
Uruguay
1990-2014: 14.3%
2000-2014: 4.4%
70
65
60
55
50
45
40
35
301990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014
Bolivia
1990-2014: 15.3%
2000-2014: 5.5%
70
65
60
55
50
45
40
35
301990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014
Ecuador
1990-2014: 17%
2000-2014: 5.9%
70
65
60
55
50
45
40
35
301990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014
Argentina
1990-2014: 8.8%
2000-2014: 6.3%
70
65
60
55
50
45
40
35
301990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014
16
Centro de Investigación y Estadísticas • Serie de investigación - 2017Serie de investigación
Nota: n.d.: no disponible. Fuente: SEDLAC (CEDLAS y Banco Mundial).
Cuadro 2. Promedio de años de escolaridad completados (adultos, por grupo etario)
A pesar del progreso en la educación, la brecha de
participación en la fuerza de trabajo sigue siendo amplia
entre mujeres y hombres. Las mujeres tienen menos
probabilidad de participar en el mercado laboral que los
hombres, independientemente de su nivel de educación,
pero — con la excepción de Bolivia — la brecha se amplía
en el caso de individuos sin formación (ver Cuadro 3).
Al mismo tiempo, la participación en la fuerza de trabajo es
más baja en las zonas rurales, para los más pobres; así como,
para mujeres mayores (de más de 54 años) y jóvenes (18-24
años). Una vez más, la excepción es Bolivia, donde la tasa de
participación de las mujeres no calificadas y más pobres es
mayor que la de los otros grupos.
En general, como se observa en el cuadro 3, la participación
de los jóvenes en la fuerza de trabajo es menor que en el
siguiente grupo etario (25-54 años); una posible explicación
es que todavía están en la escuela o en formación. Sin
embargo, un segmento importante de estos jóvenes no
está empleado, ni estudiando ni en formación (NINIS). La
proporción de NINIS ha disminuido en las últimas décadas,
con mayor reducción para las mujeres; el porcentaje de
mujeres jóvenes en esta categoría cayó de 33% en 2000
a 26% en 2010, mientras que la proporción de varones
aumentó de 11% a 13% (de Hoyos et al., 2015).
A pesar de esta trayectoria, las mujeres siguen siendo
excesivamente representadas en los NINIS. Esto es
Cuadro 2. Promedio de años de escolaridad completados (adultos, por grupo etario)
MUJERES
21-30 12.3 11.0 12.9 11.5 10.9 9.7 9.1 10.9 31-40 12.1 10.7 12.1 9.6 9.9 8.1 7.8 9.7 41-50 11.3 10.2 10.9 8.0 9.0 6.7 6.6 8.9 25-65 11.5 10.2 11.1 8.6 9.3 7.2 7.3 9.0
Urbano (25-65) 11.5 10.3 11.4 10.4 10.2 8.6 8.9 9.7 Rural (25-65) n.d. 8.2 8.5 4.4 6.8 4.5 4.3 6.1
HOMBRES 21-30 11.5 10.1 12.6 11.8 10.9 9.6 8.2 10.8 31-40 11.5 9.7 12.1 10.8 9.8 8.5 6.6 9.7 41-50 11.0 9.4 10.9 9.2 9.1 7.4 6.8 9.3 25-65 11.1 9.5 11.2 9.9 9.4 7.9 6.8 9.4
Urbano (25-65) 11.1 9.6 11.7 11.5 10.4 9.4 8.6 10.2 Rural (25-65) n.a 7.3 8.4 6.4 7.1 5.1 4.2 6.4
TASA FEMENINA/MASCULINA
21-30 1.07 1.09 1.02 0.97 1.01 1.02 1.12 1.01 31-40 1.05 1.09 1.00 0.89 1.01 0.96 1.19 0.99 41-50 1.03 1.08 1.00 0.88 0.99 0.91 0.97 0.96 25-65 1.04 1.08 0.99 0.87 0.99 0.91 1.07 0.96
Urbano (25-65) 1.04 1.07 0.98 0.90 0.98 0.91 1.03 0.95 Rural (25-65) n.d. 1.13 1.02 0.68 0.96 0.88 1.02 0.96
MUJERES: TASAS POR GRUPOS
41-50/21-30 0.92 0.93 0.85 0.70 0.83 0.69 0.73 0.82 Rural/Urbano n.d. 0.79 0.75 0.42 0.67 0.52 0.49 0.63
Nota: n.d.: no disponible. Fuente: SEDLAC (CEDLAS y Banco Mundial).
Argentina Chile Bolivia Ecuador El Salvador México2014 2014 2013 2014 2014 2014 2014 2014
NicaraguaUruguay
EstudiosPolíticos
DEP
17
especialmente frecuente en los países centroamericanos,
como se muestra en el cuadro 4, donde los niveles son tan
altos como del 42% en Nicaragua y el 35% en El Salvador,
seguidos por México y Ecuador. Incluso en los países donde
la proporción de NINIS es menor, la proporción entre
mujeres y hombres permanece cercana a tres — excepto en
Argentina, Uruguay y Chile, donde es inferior a dos.
Esta diferencia en la proporción de NINIS entre mujeres
y hombres puede ser debido a que una de las razones
más comunes para abandonar la escuela es el embarazo
precoz y el matrimonio y, la principal razón para no estar
empleado es la responsabilidad en el hogar. La maternidad
en la adolescencia está estrechamente ligada al matrimonio
precoz (incluyendo las uniones consensuales) (ONU, 2013),
que es más frecuente entre las mujeres adolescentes que
Cuadro 3. Participación laboral femenina (%) y tasa femenina/masculina (25-64 años de edad)
Nota: *No calificados, con menos de 9 años de educación; poco calificados, entre 9 y 13 años de educación, y altamente calificados, con más de 13; n.d.: no disponible.Fuente: Tabulaciones del Laboratorio de Equidad para América Latina y el Caribe (CEDLAS y el Banco Mundial) e Indicadores de Desarrollo Mundial - WDI (Banco Mundial).
(25-64 años de edad)
Grupo
Argentina 2013
(urbano)
Uruguay 2013
(urbano) Chile 2013
Bolivia 2013
Ecuador 2013
El Salvador
2013 Nicaragua
2009 México
2012 PARTICIPACIÓN (%) Todas las mujeres 59.13 72.52 55.09 65.73 54.51 55.12 50.08 56.31 18-24 años 41.13 62.85 38.40 45.05 38.55 39.19 36.80 48.54 25-54 años 68.26 80.72 64.11 72.85 60.45 62.57 57.43 61.57 55-64 años 44.26 52.75 41.24 66.22 48.68 45.92 37.96 43.31 Pobres extremos 35.84 56.35 28.79 75.01 47.03 30.52 33.21 43.23 Pobres 37.58 57.56 32.44 68.65 43.60 37.36 39.02 45.62 Vulnerables 45.93 64.78 43.75 61.67 49.26 57.00 57.35 54.85 Clase media 68.85 76.83 62.70 68.27 68.01 71.50 65.72 65.74 No calificados 36.39 43.43 36.76 76.08 48.87 49.24 40.69 51.87 Poco calificados 47.12 68.21 44.05 65.80 49.61 53.03 49.65 52.62 Calificados 67.74 81.63 62.63 61.87 60.91 65.80 63.81 63.90
Urbano (25-64 años)
63.87 75.03 59.77 70.95 62.49 66.08 64.24 59.70
Rural (25-64 años)
n.d. 66.86 38.42 75.28 53.28 43.66 39.66 54.21 TASA FEMENINA/MASCULINA Todas las mujeres 0.69 0.81 0.67 0.74 0.62 0.64 0.55 0.63 18-24 años 0.63 0.80 0.71 0.70 0.59 0.56 0.45 0.63 25-54 años 0.72 0.84 0.69 0.75 0.63 0.67 0.60 0.64 55-64 años 0.56 0.70 0.50 0.72 0.56 0.56 0.44 0.54 Pobres extremos 0.49 0.65 0.51 0.79 0.53 0.36 0.36 0.50 Pobres 0.49 0.65 0.52 0.75 0.50 0.44 0.42 0.51 Vulnerables 0.56 0.73 0.57 0.69 0.56 0.66 0.63 0.60 Clase media 0.78 0.86 0.73 0.77 0.77 0.83 0.74 0.75
No calificados* 0.48 0.61 0.47 0.78 0.55 0.55 0.43 0.58 Poco calificados* 0.55 0.75 0.52 0.69 0.54 0.63 0.54 0.56 Altamente calificados* 0.78 0.92 0.76 0.73 0.71 0.79 0.75 0.76 MUJERES: TASAS POR GRUPOS
Pobres extr./clase media 0.52 0.73 0.46 1.10 0.69 0.43 0.51 0.66
No calificadas/altamente calificadas 0.54 0.53 0.59 1.23 0.80 0.75 0.64 0.81
Rural/ urbano n.a. 0.89 0.64 1.06 0.85 0.66 0.62 0.91 Nota: *No calificados, con menos de 9 años de educación; poco calificados, entre 9 y 13 años
18
Centro de Investigación y Estadísticas • Serie de investigación - 2017Serie de investigación
entre los hombres (Cuadro 5). Las tasas de matrimonio para
mujeres son más altas en Nicaragua y Ecuador, seguidas
por El Salvador y México. Al mismo tiempo, la fecundidad
adolescente8 es más alta en Nicaragua, con 113 nacimientos
por cada 1,000 mujeres, pero también es alta en Ecuador y El
Salvador, con tasas de alrededor de 80. Las tasas de natalidad
son más bajas en el resto de los países de la muestra, pero aun
así se mantienen en el rango de nivel medio superior.
Cuadro 4. Porcentaje de jóvenes entre 15-24 años de edad que no está empleado, ni estudiando o en capacitación (NINIS)
Fuente: Tabulaciones cruzadas del Laboratorio de Equidad para América Latina y el Caribe (CEDLAS y el Banco Mundial) con datos del SEDLAC, basado en la metodología ‘Sin escolaridad y sin trabajo: Un Diagnóstico de los NINIS en América Latina’.
Cuadro 5. Porcentaje de jóvenes (15-19 años) que han estado casados y tasas de natalidad en adolescentes (nacimientos por cada 1,000 mujeres)
Fuente: La información sobre matrimonios del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU, División de Población (2015). Datos Mundiales de Matrimonios 2015 (POP/DB/Marr/ Rev. 2015); Tasas de natalidad de Naciones Unidas (2013).
8
8 La fecundidad en la adolescencia, medida como nacimientos por cada 1,000 mujeres, se considera alta si la tasa es superior a 80 y de nivel medio si es entre 18 y 80 (ONU, 2013)
Cuadro 4. Porcentaje de jóvenes entre 15-24 años de edad que no está empleado, ni estudiando o en capacitación (NINIS)
Grupo
Argentina (urbano)
2013
Uruguay (urbano)
2013 Chile 2013
Bolivia 2013
Ecuador 2013
El Salvador
2013 Nicaragua
2009 México
2012
Todos 19.69 17.31 17.17 12.47 17.93 23.73 27.62 18.95
Mujeres 24.6 20.4 21.4 18.7 27.4 35.4 42.0 29.4
Hombres 14.9 14.3 13.0 5.9 9.4 12.0 13.5 8.7 Tasa femenina/masculina 1.7 1.4 1.7 3.2 2.9 2.9 3.1 3.4
Fuente: Tabulaciones cruzadas del Laboratorio de Equidad para América Latina y el Caribe (CEDLAS y el Banco Mundial) con datos del SEDLAC, basado en la metodología ‘Sin escolaridad y sin trabajo: Un Diagnóstico de los NINIS en América Latina’.
Cuadro 5. Porcentaje de jóvenes (15-19 años) que han estado casados y tasas de natalidad en adolescentes (nacimientos por cada 1,000 mujeres)
Indicador
Argentina
2010 Uruguay
2011 Chile 2011
Bolivia 2008
Ecuador 2010
El Salvador 2007
Nicaragua 2005
México 2010
MUJERES 12.9 5.9 12.6 11.9 21.9 17.0 28.4 17 HOMBRES 6.00 3.2 3.7 4.6 6.6 5.7 7.8 6.4 TASA MASCULINA/FEMENINA
2.15 1.84 3.41 2.59 3.32 2.98 3.64 2.66
TASA DE NATALIDAD (2005-2010) 56.9 58.5 61.1 78.2 83.5 82.7 112.7 69.3
JÓVENES NUNCA CASADOS
EstudiosPolíticos
DEP
19
3.2. Brechas de género en la calidad del empleo
También hay brechas de género en términos de acceder al
empleo pleno y productivo.
Además de mostrar que la participación en la fuerza de
trabajo varía por país, la Figura 2 muestra lo que parecen ser
trayectorias similares entre países. Por ejemplo, Uruguay y
Bolivia: a pesar de que los dos países parecen ser similares
en lo que respecta a la participación femenina en la fuerza
de trabajo, en realidad, la estructura de su fuerza de trabajo
es muy diferente. Ambos tienen tasas de participación
crecientes superiores al promedio regional, pero como se
verá más adelante, los porcentajes de mujeres que están
contribuyendo (sin pago) con trabajo como trabajadoras
familiares son del 1.91% y del 26.97%, respectivamente. Una
situación similar se observa entre Argentina y Ecuador (0.8%
y 16.7%, respectivamente). Ver Cuadro 6.
En Argentina, Uruguay, Chile y México, la mayoría de las
mujeres son asalariadas. A pesar de que la participación es
mayor entre las mujeres más pobres y menos capacitadas
en países como Bolivia, ellas trabajan en condiciones menos
favorables: más del 60% de las mujeres trabajan ya sea por
cuenta propia o contribuyen como trabajadoras familiares.
También en Ecuador, El Salvador y Nicaragua, alrededor de
la mitad de las mujeres están en un empleo vulnerable. En
contraste con los otros países de la muestra, en El Salvador
y Nicaragua las mujeres tienen menos probabilidades que
los hombres de realizar trabajo no remunerado; esto se
debe principalmente a que una alta proporción de hombres
trabaja en la agricultura, un sector con menos mujeres,
como se verá más adelante.
Cuadro 6. Distribución de trabajadores por relación laboral (% del total de empleos)
Fuente: SEDLAC (CEDLAS y Banco Mundial).
Relación laboral Argentina
2013 Uruguay
2012 Chile 2011
Bolivia 2012
Ecuador 2012
El Salvador 2012
Nicaragua 2009
México 2012
FEMENINO Empleadora 2.57 2.89 1.62 3.75 2.23 3.04 0.56 9.15 Asalariada 80.33 75.44 78.50 34.30 47.29 50.67 49.25 63.36 Empleo vulnerable 17.10 21.67 19.88 61.95 50.49 46.29 50.19 27.49
Autoempleo 16.18 19.76 19.29 34.98 33.77 36.25 40.24 19.15 Trabajador familiar no remunerado 0.92 1.91 0.59 26.97 16.72 10.04 9.95 8.35
MASCULINO Empleador 4.80 6.18 2.09 8.55 4.70 4.77 1.26 11.48 Asalariado 73.55 70.55 76.67 42.56 57.51 60.45 47.50 71.24 Empleo vulnerable 21.65 23.27 21.25 48.90 37.80 34.78 51.24 17.28
Autoempleo 21.22 22.54 20.96 37.52 32.08 23.45 35.26 11.93 Trabajador familiar no remunerado 0.43 0.72 0.29 11.38 5.72 11.33 15.98 5.35
TASA FEMENINO/MASCULINO Empleador 0.53 0.47 0.78 0.44 0.47 0.64 0.45 0.80 Asalariado 1.09 1.07 1.02 0.81 0.82 0.84 1.04 0.89 Empleo vulnerable 0.79 0.93 0.94 1.27 1.34 1.33 0.98 1.59
Auto-empleo 0.76 0.88 0.92 0.93 1.05 1.55 1.14 1.60 Trabajador familiar no remunerado 2.14 2.63 2.02 2.37 2.92 0.89 0.62 1.56
20
Centro de Investigación y Estadísticas • Serie de investigación - 2017Serie de investigación
En general, las mujeres y los hombres de las zonas rurales
enfrentan niveles más altos de informalidad que sus
homólogos urbanos; esto es cierto cuando la informalidad
se mide como la ausencia de los derechos de seguridad
social, o cuando incluye a las pequeñas empresas de
los trabajadores, el autoempleo sin calificación y los
trabajadores familiares no remunerados (Cuadro 7).
Cuando se mide con esta última definición, la proporción
de mujeres en empleos informales es del 10% al 30% más
alta que la masculina, una proporción que es similar en
todos los países de la muestra. Sin embargo, cuando la
informalidad se mide como la ausencia de derechos de
seguridad social, la proporción de mujeres empleadas
en trabajos informales tiende a ser más baja o similar
que la de los hombres en países con niveles más altos
de informalidad en general; lo contrario es cierto en
aquellos países con menor informalidad. Una posible
explicación es que las regulaciones del mercado laboral
podrían ser más restrictivas para las mujeres donde la
formalidad es mayor.
Cuadro 7. Informalidad: Porcentaje de trabajadores asalariados en trabajos informales (por dos definiciones, de 25 a 64 años de edad)
Nota: n.d.: no disponible. Fuente: SEDLAC (CEDLAS y Banco Mundial).
Cuadro 7. Informalidad: Porcentaje de trabajadores asalariados en trabajos informales (por dos definiciones, de 25 a 64 años de edad)
Argentina
2013 Uruguay
2012 Chile 2011
Bolivia 2012
Ecuador 2012
El Salvador 2012
Nicaragua 2005
México 2012
A. Ausencia de derechos de seguridad social TOTAL 28.5 10.5 15.4 52.7 40.1 47.4 59.8 60.5
MUJERES 12.5 19.6 50.8 31.9 44.2 50.1 61.0 Urbano 32.2 12.4 18.7 51.3 26.0 37.5 44.1 58.3 Rural n.d. 15.2 30.1 46.5 59.7 72.9 72.2 82.2
HOMBRES 8.6 12.4 53.9 44.8 49.4 65.6 60.2 Urbano 25.4 8.5 11.1 51.5 33.5 40.1 55.6 56.2 Rural n.d. 10.9 22.0 64.8 71.4 70.9 85.4 80.6
TASA MUJERES/HOMBRES Total 1.5 1.6 0.9 0.7 0.9 0.8 1.0 Urbano 1.3 1.5 1.7 1.0 0.8 0.9 0.8 1.0 Rural n.d. 1.4 1.4 0.7 0.8 1.0 0.8 1.0
B. Trabajadores asalariados en firmas pequeñas, cuentapropistas no profesionales y trabajadores sin ingreso TOTAL 37.0 33.7 33.4 60.6 55.8 53.7 60.6 43.7
MUJERES 37.4 38.1 67.6 61.1 62.0 64.2 51.0 Urbano 40.2 36.1 37.5 57.9 53.5 57.0 58.1 47.2 Rural n.d. 59.0 44.5 87.8 82.1 77.8 79.8 66.6
HOMBRES 30.5 29.9 55.2 52.1 47.1 58.2 38.6 Urbano 34.5 28.7 27.7 46.8 44.4 39.1 45.1 35.8 Rural n.d. 53.2 44.2 73.7 68.6 61.8 73.9 48.6
TASA MUJERES/HOMBRES Total 1.2 1.3 1.2 1.2 1.3 1.1 1.3 Urbano 1.2 1.3 1.4 1.2 1.2 1.5 1.3 1.3 Rural n.d. 1.1 1.0 1.2 1.2 1.3 1.1 1.4
Nota: n.d.: no disponible. Fuente: SEDLAC (CEDLAS y Banco Mundial).
EstudiosPolíticos
DEP
21
3.2.1. Brechas salariales
En América Latina, las brechas de género en la remuneración
son menores actualmente de lo que eran hace 30 años, pero
siguen siendo una característica de la participación femenina
en la fuerza de trabajo. En 1990, las mujeres ganaban en
promedio el 59% del de los hombres; la brecha se redujo a
67%, en el 2000, a 78%, en el 2010 (CEPAL et al., 2013). Por
supuesto, la diferencia de género varía de un país a otro y entre
los grupos de mujeres. La brecha se hace más grande a medida
que las mujeres se vuelven mayores; en general, las mujeres
de 25 a 34 años tienden a ganar salarios más cercanos a los de
sus homólogos masculinos que las mujeres de mayor edad,
comenzando desde los 35-44 años de edad (Tabla 8). Mientras
que los salarios iniciales son relativamente similares, éstos
tienden a divergir a medida que los hombres parecen tener
más oportunidades de progresar en su vida laboral (ibíd.).
Una mayor proporción de mujeres tiende a trabajar por
cuenta propia que los hombres; la brecha de género para
este segmento es grande, ya que las mujeres ganan cerca del
57% de los hombres en promedio (ibíd.). Al mismo tiempo,
parte de la diferencia salarial entre hombres y mujeres
puede asociarse con el sector o tipo de ocupación (Blau
y Kahn, 2016). Las mujeres son dos veces más propensas
que los hombres a emplearse en el comercio y los servicios
relacionados con la educación y la salud, y también en las
industrias de baja tecnología en países como El Salvador y
Nicaragua (Cuadro 9). Las empleadas domésticas son casi
exclusivamente mujeres. En Bolivia y Ecuador las mujeres
también encuentran empleo en actividades primarias,
incluyendo la agricultura; en El Salvador y Nicaragua la
proporción de mujeres en el sector primario es mucho menor
y una proporción similar o incluso una mayor proporción de
hombres trabaja en estos sectores en Bolivia y Ecuador.
3.3. ¿A quién se está dejando atrás?
Mientras que el 70% de las mujeres calificadas participan en
el mercado laboral en la región, solo el 50% de las personas
no calificadas lo hacen; similarmente, menos del 48% de
las mujeres pobres participan casi en un 22% menos que
la clase media. La participación tiende a ser mayor para las
mujeres de 25 a 54 años (67%) y menor para las mujeres
mayores (43%) y más jóvenes (53%). Además, el 26% de
todas las mujeres de 15 a 24 años son NINIS, un fenómeno
que afecta más a las mujeres que a los hombres (13%) (de
Hoyos et al., 2015).
Cuadro 8. Salario promedio * para las mujeres como % del de los hombres, por grupo de edad (Hombres=100%)
Nota: * Incluye los ingresos provenientes de los salarios y el ingreso neto del trabajo autónomo. Fuente: CEPAL et al, 2013
Grupo de edad
Argentina 2010
Uruguay 2010
Chile 2009
Bolivia 2007
Ecuador 2010
El Salvador 2010
Nicaragua 2005
México 2010
15-24 79.6 80.4 88.6 86.3 97.0 101.5 92.5 84.4 25-34 77.8 77.4 86.9 73.1 83.8 97.8 80.0 75.9 35-44 70.6 58.7 73.9 57.6 73.5 81.5 87.0 71.5 45-54 68.0 67.2 74.5 74.2 72.5 92.3 52.8 68.4 55 o mayor 53.3 61.5 80.4 56.3 73.0 87.4 64.3 67.2
Nota: * Incluye los ingresos provenientes de los salarios y el ingreso neto del trabajo autónomo.
22
Centro de Investigación y Estadísticas • Serie de investigación - 2017Serie de investigación
La desigualdad basada en la identidad se intersecta con
otras formas de desigualdad para definir la exclusión social
(Kabeer, 2010). Su intersección con las desigualdades
económicas —el hecho de que los grupos socialmente
excluidos enfrentan barreras particulares para acceder
a los recursos y las oportunidades— significa que los
que tienen más probabilidades de quedarse atrás se
encuentran desproporcionadamente en grupos racialmente
desfavorecidos. Las mujeres y las niñas de estos grupos
suelen estar en mayor desventaja. En América Latina,
quienes pertenecen a grupos indígenas suelen tener
menos educación, participar en el mercado de trabajo en
desventaja, tener menos recursos y recibir menos ingresos
que sus contrapartes no indígenas (Banco Mundial, 2015).
Cuadro 9. Distribución del sector laboral (Porcentaje en cada tipo de actividad del total de empleo)
Fuente: SEDLAC (CEDLAS y Banco Mundial).
Cuadro 9. Distribución del sector laboral
(Porcentaje en cada tipo de actividad del total de empleo) Sector de empleo Argentina
2013 Uruguay
2012 Chile 2011
Bolivia 2012
Ecuador 2012
El Salvador 2012
Nicaragua 2009
México 2012
MUJERES Actividades primarias 0.52 4.16 6.44 30.43 21.53 5.35 11.17 10.20 Industria – baja tecnología 5.62 6.34 4.62 9.06 8.59 15.21 13.14 8.95 Industria – alta tecnología 3.15 2.85 2.59 1.41 2.70 1.79 5.33 Construcción 0.60 0.48 1.04 0.68 0.83 0.24 0.29 0.49 Comercio 21.30 23.46 29.95 32.76 35.10 41.96 34.19 38.05 Transporte y serv. públicos públicos
2.41 3.20 3.80 2.04 1.96 1.51 0.96 0.79 Servicios especializados 10.29 8.75 8.76 3.42 5.43 4.19 2.91 5.95 Administración pública 8.37 5.85 4.22 3.45 2.82 3.30 3.69 4.00 Educación y salud 30.44 28.85 24.25 12.72 16.56 16.09 20.19 15.59 Servicio doméstico 17.28 16.06 14.31 5.44 5.78 9.46 11.66 10.65
HOMBRES Actividades primarias 2.40 13.00 16.46 34.03 32.96 34.32 49.57 20.40 Industria – baja tecnología 7.07 7.26 3.51 10.75 6.84 7.04 4.62 6.50 Industria – alta tecnología 9.99 7.47 8.56 4.22 6.29 4.57 9.07 Construcción 15.00 10.95 15.15 12.61 9.71 8.20 6.16 12.24 Comercio 23.52 23.04 22.51 14.40 19.21 18.70 15.48 24.70 Transporte y serv. públicospúblicos
11.24 10.01 11.66 12.34 9.62 6.96 6.27 6.89 Servicios especializados 10.48 8.62 8.53 3.57 6.57 5.52 3.57 6.66 Administración pública 8.32 7.55 4.13 4.93 4.31 5.11 3.23 4.57 Educación y salud 11.71 10.79 7.95 7.20 6.31 7.20 5.19 8.35 Servicio doméstico 0.27 1.31 1.54 0.16 0.24 0.66 1.35 0.63
TASA FEMENINO/MASCULINO Actividades primarias 0.22 0.32 0.39 0.89 0.65 0.16 0.23 0.50 Industria – baja tecnología 0.79 0.87 1.32 0.84 1.26 2.16 2.84 1.38 Industria – alta tecnología 0.32 0.38 0.30 0.33 0.43 0.39 0.59 Construcción 0.04 0.04 0.07 0.05 0.09 0.03 0.05 0.04 Comercio 0.91 1.02 1.33 2.27 1.83 2.24 2.21 1.54 Transporte y serv. y públicospúblicos
0.21 0.32 0.33 0.17 0.20 0.22 0.15 0.11 Servicios especializados 0.98 1.02 1.03 0.96 0.83 0.76 0.82 0.89 Administración pública 1.01 0.78 1.02 0.70 0.65 0.64 1.14 0.88 Educación y salud 2.60 2.67 3.05 1.77 2.62 2.23 3.89 1.87 Servicio doméstico 63.22 12.22 9.28 33.26 24.45 14.26 8.62 17.03
Fuente: SEDLAC (CEDLAS y Banco Mundial).
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23
En general, las mujeres como grupo —independientemente
de sus características— están rezagadas respecto a los
hombres en su participación y acceso a un empleo de
calidad e igualdad en los salarios. Debemos buscar más allá
de los promedios regionales y nacionales para descubrir
y aliviar las limitaciones de aquellos grupos de población
que se retrasan aún más en aspectos críticos. Para lograr el
objetivo de “no dejar a nadie atrás”, es necesario abordar las
restricciones que enfrentan las mujeres no calificadas y más
pobres (generalmente rurales e indígenas) y mujeres mayores.
Se debe prestar especial atención a las mujeres jóvenes
vulnerables para ayudarlas a permanecer o regresar a la
escuela: sin educación tendrán dificultades para participar y
acceder a empleos decentes.
4. HALLAZGOS DE LA INVESTIGACIÓN: FACTORES ASOCIADOS A LA PARTICIPACIÓN FEMENINA EN LA FUERZA DE TRABAJO
En esta sección se resumen los resultados de varios
estudios que forman parte del proyecto “Promoviendo
el empoderamiento económico de las mujeres a través
de mejores políticas en América Latina”9. Los factores
encontrados, que se asocian con la participación en el
mercado laboral, independientemente del tipo de empleo,
se resumen en el Cuadro 10. Los factores asociados con estar
en un empleo más favorable se presentan en el Cuadro 11.
Nuestro análisis se complementa con Busso y Romero Fonseca
(2015), quienes exploran la evolución de factores que explican
el rápido aumento de la participación femenina en la fuerza de
trabajo de 1990 a 2000 y el período de estancamiento que le
siguió. Los resultados se resumen en el Cuadro 12.
9 Véase Sanchíz y Katzkowicz (2014), Hernani-Limarino y Mena (2014), Espinosa Uquillas y Vásconez Rodríguez (2014), Espino y Sauval (2014), Espino et al. (2014), Alaniz et al. (2015b), Béneke de Sanfeliú et al. (2015)
4.1. Educación
Uno de los factores que está fuertemente asociado con
la participación en el mercado laboral es la educación.
Tener más años de educación está asociado con un
aumento de la participación laboral femenina en todos
los países (véase el Cuadro 10) y con un mayor acceso
al empleo asalariado formal (véase el Cuadro 11). Su
asociación con el autoempleo favorable no es tan clara:
para Uruguay y Ecuador, el coeficiente no es significativo,
y para Bolivia, es negativo. Los niveles de educación han
aumentado en América Latina, lo que lo convierte en un
factor importante asociado al aumento de la oferta laboral
femenina observado en las dos últimas décadas (Busso y
Romero Fonseca, 2015). Estos resultados son consistentes
con el hecho de que los grupos con niveles más bajos de
educación, como las mujeres mayores y las rurales (véase
el Cuadro 2 de la sección anterior), también tienden a
participar menos en la fuerza de trabajo (Cuadro 3).
“...Porque no hay muchas oportunidades para personas que solo sean bachilleres.
Siempre piden que tenga por lo menos un año de universidad”
Mujer, El Salvador(Vásquez et al., 2016)
Los niveles más altos de educación también tienen otros
efectos positivos y la investigación sugiere que puede
aumentar la probabilidad de permanecer empleado en
tiempos de dificultades económicas (OECD, 2011).
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Centro de Investigación y Estadísticas • Serie de investigación - 2017Serie de investigación
Cuadro 10. Resumen de factores asociados a la participación en la fuerza de trabajo
Notas: n.s.= no significativo; * Ser indígena, además de ser mestizo (de descendencia dual), aumenta la probabilidad de participación en la fuerza de trabajo; ** Ser Montubio (etnia ecuatoriana) disminuye la probabilidad de participación en la fuerza de trabajo; a) Bolivia y Nicaragua no tienen un modelo para las mujeres que conviven sin lazos conyugales o casadas; b) para Nicaragua y El Salvador, el modelo estima la probabilidad de estar en un estado distinto a la inactividad por razones domésticas; c) cuando una relación no es lineal, como con la “edad”, es necesario incluir un término de orden superior en la ecuación; en este caso, ‘edad al cuadrado’. El hecho de que este término sea significativo y negativo indica que hay una edad determinada donde la participación laboral comienza a disminuir.Fuente: Elaboración propia a partir de los resultados de regresión de los estudios del proyecto “Mejorando el Empoderamiento Económico de las Mujeres a través de Mejores Políticas en América Latina”. Los resultados cuantitativos de un proyecto similar financiado por el IDRC en Nicaragua y El Salvador se incorporaron posteriormente en este proyecto. Argentina: Sanchíz y Katzkowicz (2014); Bolivia: Hernani-Limarino y Mena (2014); Ecuador: Espinosa Uquillas y Vásconez Rodríguez (2014); Chile: Espino y Sauval (2014); Uruguay: (Espino, et al., 2014); Nicaragua: Alaniz et al. (2015a); El Salvador: Béneke de Sanfeliú et al. (2015).
Cuadro 10. Resumen de factores asociados a la participación en la fuerza de trabajo
Factores Argentina Uruguay Chile Boliviaa Ecuador Nicaraguaab El Salvadorb MUJERES Edad + + + + + + + Edad al cuadradoc - - - - - - - Educación + + + + + + + Jefe de hogar + + + + + + + Casada o con pareja - + - - - - - Hogar monoparental + + + + Niños pequeños en el hogar - - - + - - Niños en edad escolar en el hogar - + n.s. + Adultos mayores en el hogar - n.s. - Apoyo en tareas domésticas (pagado o no)
+ + + Acceso a servicios preescolares + + + + Acceso a electricidad y agua + + Ingreso de otras fuentes Remesas y transferencias monetarias - - - - - Otros ingresos del hogar - n.s. - - Nivel de ingresos del hogar + + + + Área (urbana o metropolitana) + + - n.s. + Raza y etnicidad (indígenas) + +* +** CASADA O CON PAREJA (Solo se reportan efectos diferentes de los anteriores)
Edad Edad al cuadradoc Educación Jefe de hogar Niños pequeños en el hogar Niños en edad escolar en el hogar + n.s Adultos mayores en el hogar n.s Apoyo en tareas domésticas (pagado o no)
Acceso a servicios preescolares Acceso a electricidad y agua Remesas y transferencias monetarias Otros ingresos del hogar Área (urbana o metropolitana) Raza y etnicidad (indígenas) Educación de la pareja - - + Pareja con empleo formal - - - - Ingreso de la pareja + - - - Notas: n.s.= no significativo; * Ser indígena, además de ser mestizo (de descendencia dual), aumenta la probabilidad de participación en la fuerza de trabajo; ** Ser Montubio (etnia ecuatoriana) disminuye la probabilidad de participación en la fuerza de trabajo; a) Bolivia y Nicaragua no tienen un modelo para las mujeres que conviven sin lazos conyugales o casadas; b) para Nicaragua y El Salvador, el modelo estima la probabilidad de estar en un estado distinto a la inactividad por razones domésticas; c) cuando una relación no es lineal, como con la "edad", es necesario incluir un término de orden superior en la ecuación; en este caso, 'edad al cuadrado'. El hecho de que este término sea significativo y negativo indica que hay una edad determinada donde la participación laboral comienza a disminuir. Fuente: Elaboración propia a partir de los resultados de regresión de los estudios del proyecto "Mejorando el Empoderamiento Económico de las Mujeres a través de Mejores Políticas en América Latina". Los resultados cuantitativos de un proyecto similar financiado por el IDRC en Nicaragua y El Salvador se incorporaron posteriormente en este proyecto. Argentina: Sanchíz y Katzkowicz (2014); Bolivia: Hernani-Limarino y Mena (2014); Ecuador: Espinosa
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Cuadro 11. Factores asociados con un empleo ventajoso en el mercado laboralA: Empleo asalariado, B: Autoempleo favorable*
Notas: n.s .: no significativo; * Para Nicaragua y El Salvador, el autoempleo favorable se define como aquellos que trabajan por cuenta propia con ingresos superiores al salario mínimo. Para el resto de los países, la definición incluye a los trabajadores autónomos con mano de obra contratada; A) No se informan los resultados de Uruguay debido a la probabilidad de cohabitación o debido a que las mujeres casadas pueden encontrarse en cada modelo de trabajo; B) Bolivia y Nicaragua no establecen modelos para las mujeres que cohabitan o se casan. Fuente: Ibíd.
Factores Argentina Uruguaya Chile Boliviab Ecuador El Salvador Nicaraguab TODAS LAS MUJERES Edad A: - /B: + + A: + /B: - + + + Educación + A: + / B: n.s. + A: + /B: - A: + / B: n.s. + + Jefe de hogar + A: - / B: n.s. A: -/ B: + A: n.s. /B: + A: n.s. /B: + + A: n.s. /B: +
Casada o con pareja A: + /B: - A: - /B: n.s. A: -/ B: + + A: - /B: n.s. A: - /B: + A: - /B: + Hogar monoparental -
Niños pequeños en el hogar + A: n.s. /B: - A: -/ B: + A: - /B: n.s. A: n.s. / B: -
Niños en edad escolar en el hogar A: + /B: - A: n.s. /B: - A: + /B: - A: - /B: + - Adultos mayores en el hogar - n.s. - Apoyo en tareas domésticas (pagado o no)
A: - /B: + A: n.s. /B: + A: - /B: n.s.
Acceso a servicios preescolares A: - /B: + n.s. A: +/ B: - A: + /B: n.s.
Acceso a electricidad y agua + + Remesas y transf. monetarias - - - A: - /B: n.s. Otros ingresos del hogar A: + /B: - n.s. + A: - /B: + Nivel de ingresos - + + A: - /B: + Área (urbana o metropolitana) A: - /B: + A: + /B: - A: + /B: - A: n.s. /B: + + + Raza y etnicidad (indígenas) A: n.s./ B: - A: - /B: +
CASADA O CON PAREJA (Solo se reportan efectos diferentes de los anteriores)
Edad A: - /B: + Educación A: - /B:+ Niños pequeños en el hogar - Niños en edad escolar en el hogar n.s.
Adultos mayores en el hogar A: n.s. /B: - . Apoyo en tareas domésticas (pagado o no) + .
Acceso a servicios preescolares n.s. Acceso a electricidad y agua A: n.s. /B: + Remesas y transf. monetarias A:+ /-
Otros ingresos del hogar A: - /B: + Nivel de ingresos + Área (urbana o metropolitana) - A: +/ B: n.s. Raza y etnicidad (indígenas) - Educación de la pareja A: +/ B: - A: + /B: -
Pareja con empleo formal A: -/B: + + +
Ingreso de la pareja A: + /B: - A: - /B: + Notas: n.s .: no significativo; * Para Nicaragua y El Salvador, el autoempleo favorable se define como aquello s que trabajan por
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Cuadro 12. Factores asociados al cambio en la participación femenina en la fuerza de trabajo de 1990 a 2010 y al reciente estancamiento (25-54 años)
Fuente: Reproducido de la Tabla 6.6 en Busso y Romero Fonseca (2015). Los resultados están basados en cálculos con micro datos de encuestas de hogares nacionales y análisis bibliográfico.
Cuadro 12. Factores asociados al cambio en la participación femenina en la fuerza de trabajo de 1990 a 2010 y al reciente estancamiento (25-54 años)
Factores
Cambios en América Latina entre 1990 y 2010
Contribuidor de largo plazo (1950-2010)
incremento en la oferta de trabajo
femenina
Contribuidor de largo plazo (1990-2010)
incremento en la oferta de trabajo
femenina
Contribuidor a la convergencia entre grupos favorecidos y
desfavorecidos
Contribuidor al estancamiento
reciente
Educación Incremento Probable Probable Probable Improbable
Matrimonio Estable Improbable Improbable Improbable Improbable
Fertilidad Disminución Probable Probable Probable Improbable Tecnología Salud (contraconceptivo, fórmula)
Incremento Probable Probable Desconocido Improbable
Hogar (electrodomésticos, electricidad)
Incremento Probable Improbable Probable Improbable
Trabajo (teletrabajo)
Probablemente estable Improbable Improbable Improbable Improbable
Retornos laborales
Discriminación de género
Leve disminución, estancamiento a partir de los 2000
Improbable Probable Probable Probable
Condiciones macroeconómicas Improbable Improbable Improbable Probable
Políticas Reglamentos laborales Estable Improbable Improbable Improbable Improbable
Impuestos
Estable (Pequeña mejora en los años 2000)
Improbable Improbable Improbable Improbable
Transferencias monetarias condicionadas
Gran incremento desde mediados de los 1990
Improbable Improbable Improbable Probable
Cuido de niños Gran incremento Probable Probable Probable Improbable
Cultura Mejor para las mujeres Probable Probable Probable Improbable
Fuente: Reproducido de la Tabla 6.6 en Busso y Romero Fonseca (2015). Los resultados están basados en cálculos con micro datos de encuestas de hogares nacionales y análisis bibliográfico.
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4.2. Normas culturales: roles de género, limitaciones de tiempo y opciones ocupacionales
Las normas y creencias culturales intervienen en las
decisiones y resultados del mercado laboral. Los roles
de género tradicionales prescriben a las mujeres como
responsables del trabajo doméstico, incluyendo el cuidado
de los niños y de los adultos mayores, lo que impone
limitantes de tiempo. Las mujeres pasan entre 1.7 y 10
semanas más por año en actividades no remuneradas que
los hombres (Samman et al., 2016).
Estar casada o cohabitando se asocia con una menor entrada
a la fuerza de trabajo; esto es cierto para todos los países
excepto por Uruguay (ver Cuadro 10). Las mujeres que son
cabeza de familia o que viven en una familia monoparental
tienen más probabilidades de estar en el mercado laboral,
pero es probable que trabajen por cuenta propia (ver
Cuadro 11). Como era de esperar, las mujeres con niños
pequeños o los adultos mayores en su hogar tienen menos
probabilidades de participar en la fuerza de trabajo, excepto
en Ecuador (Cuadro 10). Al mismo tiempo, esto hace que sea
menos probable que las mujeres posean empleos favorables
en Argentina y Nicaragua (ver Cuadro 11).
El hecho de que las mujeres que son cabeza de familia, o que
tienen niños pequeños, o los adultos mayores en su hogar
tiendan a ser trabajadores por cuenta propia, puede deberse
a que el “autoempleo puede proporcionar flexibilidad en
términos de horas trabajadas que permite a las mujeres
proporcionar atención doméstica y obtener ingresos en el
mercado laboral “(Beneke de Sanfeliú et al., 2015).
“... el tiempo que les dedico a ellos ya no les dedicaría, llegaría cansada, quién sabe,
ya directo a dormir y como mis hijos están pequeños los dejaría crecer así, al azar, ¿no?,
los abandonaría. Es decir, excepto que me alcance el dinero que me pagan, para pagar a
alguien más que me los vea, ¿no ve?, eso, no, no, no puedo pensar así fríamente mientras
mis niños son pequeños...”Mujer autoempleada, Bolivia
(Marco Navarro, 2015)
Recibir apoyo con las tareas domésticas (no remuneradas,
usualmente proporcionadas por otras mujeres miembros de
la familia, o remuneradas, proporcionadas por empleados
domésticos) y acceder a los servicios de la primera infancia
aumenta la probabilidad de que las mujeres estén en la
fuerza de trabajo y de estar en un empleo favorable (ver
Cuadros 10 y 11). El trabajo de cuidador es más restrictivo
para las mujeres más pobres, que no pueden pagar los
servicios de cuidado infantil o la ayuda doméstica.
“Mi suegra me lo cuidaba o mi mamá”
“Yo vivía con mi prima que era la que estaba a cargo de cuidarme a la niña porque mi mamá
siempre trabajó”
“Cuando conseguía muchachas, muchacha, pero después hubo un momento dado que
estaba cuidándolas mi mami”
(Entrevistas con tres mujeres, El Salvador)
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En América Latina, los roles tradicionales de género presentan
a los hombres como el principal sostén económico y a
las mujeres como responsables del trabajo doméstico,
incluyendo el cuido de los niños y adultos mayores.
Recientemente, las normas sociales y la cultura se han vuelto
más favorables; sin embargo, la discriminación de género
en el lugar de trabajo ha disminuido ligeramente (Busso y
Romero Fonseca, 2015).
La ronda 2015 de la Encuesta Latinobarómetro (Corporación
Latinobarómetro, 2015) preguntó a las mujeres si están de
acuerdo o en desacuerdo que es mejor que las mujeres se
queden en casa y que los hombres trabajen. Los resultados
muestran que la mayoría de las mujeres y los hombres están
en desacuerdo o muy en desacuerdo con esta afirmación,
y el desacuerdo es mayor entre las mujeres y en los países
de altos ingresos. El Cuadro 13 presenta los resultados por
grupo de edad; el desacuerdo es mayor entre las mujeres y
los hombres menores de 25 años que entre los adultos de 51
a 60 años, lo que muestra una evolución en las percepciones
con respecto a los roles tradicionales de género.
“Por suerte que de a poco, o rápido, está cambiando. Como que la mujer se está animando hacer muchas más cosas. Yo
porque veo a mis hijas, yo soy sesentona y ellas tienen cuarenta años y se anima, hacen
cosas solas. A nosotras nos costó mucho más”Mujer mayor, Uruguay
(Filardo, et al., 2015)
La educación de los hijos no es de los hombres, es de nosotras y seguirá así
en el futuro”Mujer mayor de 40 años, México
(Salazar, 2015)
Del mismo modo, los resultados de varias olas de la Encuesta
Mundial de Valores muestran que la proporción de mujeres
y hombres que coinciden en que un niño sufre cuando la
madre está en un empleo remunerado ha disminuido en los
períodos 1989-1993 y 2010-2014. No obstante, la proporción
Cuadro 13. ¿Es mejor que las mujeres se queden en casa y que los hombres vayan a trabajar? (Porcentaje de personas que están en desacuerdo o están muy en desacuerdo, 2015)
Fuente: (Corporación Latinobarómetro, 2015).
Cuadro 13. ¿Es mejor que las mujeres se queden en casa y que los hombres vayan a trabajar? (Porcentaje de personas que están en desacuerdo o están muy en desacuerdo, 2015) Grupo de edad Argentina Uruguay Chile Bolivia Ecuador El Salvador Nicaragua México MUJERES Todas las mujeres 74.0 79.6 79.3 65.4 55.4 57.6 58.6 69.2
<25 años 79.9 87.3 86.2 73.9 54.4 58.1 57.7 78.8 26-40 73.6 84.3 83.4 67.0 59.3 61.4 57.3 72.0 51-60 75.0 83.4 80.0 58.9 51.3 55.0 64.8 70.1 61+ 66.7 67.6 67.2 52.9 54.5 52.9 52.3 47.6
HOMBRES Todos los hombres 66.8 72.0 70.5 56.2 56.1 55.9 48.8 61.8
<25 años 68.1 74.2 87.8 58.3 62.0 59.6 49.7 71.0 26-40 76.6 78.9 74.2 59.0 52.7 61.6 51.7 68.3 51-60 63.7 73.3 65.7 51.4 56.6 49.6 47.7 57.6 61+ 55.7 58.4 56.6 53.9 52.6 47.1 36.1 40.8
TASA (<25 (/(51-60) Mujeres 1.06 1.05 1.08 1.25 1.06 1.06 0.89 1.13 Hombres 1.07 1.01 1.33 1.14 1.10 1.20 1.04 1.23
Fuente: (Corporación Latinobarómetro, 2015).
EstudiosPolíticos
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29
se mantiene en torno al 60% en Ecuador, el 40% en Chile y
México y el 35% en Uruguay. Los hombres también se sienten
cómodos con la idea de que las mujeres ganen más que los
hombres. En Argentina y México el cambio es más evidente
ya que la proporción disminuyó a la mitad. Sin embargo,
alrededor de la mitad de las mujeres en este país cree que es
casi seguro que causaría problemas si una mujer gana más
dinero que su marido (ver Cuadro 14).
“...el papá a los hijos por más que se esfuerce... O sea, la parte del cariño, la
parte de la ternura, la parte del desarrollo social del hijo eso lo da mucho la mamá y
hay cosas a las que de verdad no podemos renunciar por más que queramos”
Mujer de 40 años, México(Salazar, 2015)
“Se me ocurrió estudiar, después que entré en el último trabajo definitivamente; tomé
coraje y entré en la Facultad de Derecho a hacer relaciones laborales. Mis hijos
faltaban al liceo, estaban en cualquiera. Pensar en esa etapa: la madre estudiaba
y los hijos perdían el liceo. Yo salvaba con 12 la materia y la directora del colegio me
llamaba para decirme que mi hijo tenía ocho bajas; fue muy trágico para mí. En ese
momento mi pareja me dijo “bueno mi amor, si tenés problemas con tus hijos, capaz lo
que tenés que hacer es dejar de estudiar” Mujer de clase media, Uruguay
(Filardo, et al., 2015)
Cuadro 14. Percepción de las consecuencias de las mujeres que trabajan(Porcentaje que está de acuerdo y totalmente de acuerdo)
Fuente: Asociación de la Encuesta Mundial de Valores.
(Porcentaje que está de acuerdo y totalmente de acuerdo) Argentina Uruguay Chile Ecuador México
Cuando la madre se encuentra empleada, su hijo sufre MUJERES
1989-1993 0.766 0.819 0.757 2010-2014 0.395 0.354 0.612 0.447
HOMBRES 1989-1993 0.786 0.824 0.797 2010-2014 0.350 0.403 0.583 0.432
Si una mujer gana más que un hombre, es casi seguro que ocasionará problemas MUJERES
1994-1998 0.501 0.427 0.615 0.605 2010-2014 0.243 0.308 0.323 0.396 0.498
HOMBRES 1994-1998 0.387 0.350 0.519 0.618 2010-2014 0.160 0.217 0.378 0.310 0.373
Fuente: Asociación de la Encuesta Mundial de Valores.
30
Centro de Investigación y Estadísticas • Serie de investigación - 2017Serie de investigación
Las normas culturales también influyen en las opciones
de carrera y ocupación de las mujeres, lo que resulta en
una menor participación en ciertos tipos de empleos y
sectores que suelen ser mejor pagados (Blau y Kahn, 2016).
Por ejemplo, la participación de las mujeres en la ciencia,
la tecnología, la ingeniería y las matemáticas ha sido muy
baja tradicionalmente; de todas las personas con título de
ingeniería en El Salvador, solo el 7.7% son mujeres. Por otro
lado, las mujeres representaron el 82.3% de las licenciadas
en ciencias de la salud y el 88.9% poseen certificaciones de
trabajo administrativo (según estimado a partir de los datos
del Programa STEP Skills Measurement Program (Programa
de Medición de Habilidades, Banco Mundial, 2014).
La educación también tiene un papel en el cambio de las
actitudes de las mujeres hacia el trabajo, su carrera y su
familia, así como en la conformación de las normas sociales
que definen el papel de las mujeres dentro y fuera del
hogar (Gasparini y Marchionni, 2015).
4.3. Discriminación en el trabajo: Edad, género y raza
Como se discutió en la sección anterior, el tener mayor edad
hace que sea más probable que las mujeres estén activas
en el mercado de trabajo y, para la mayoría de los países, la
edad también está asociada con un mejor tipo de empleo
(ver Cuadro 11). Los resultados sugieren que las mujeres
con más experiencia tienen más probabilidades de estar en
un trabajo favorable. Sin embargo, la edad es una variable
con rendimientos decrecientes, los resultados muestran
que después de los 30-35 años de edad esta probabilidad se
reduce (ver Cuadro 10).
“Creo que después de cierta edad sus opciones están diluidas ¿verdad? No es
lo mismo si te encuentras sin un trabajo, por cualquier razón, cuando tienes 25 que
cuando tienes 40. A los 40 no hay empresas que te contraten, a menos que sea para
limpieza o el cuido”Mujer en Uruguay
(Filardo, et al., 2015)
“...ya no daban oportunidad. Y de allí que cumplir 35 años ya me fue más difícil todavía
porque es más, fui a una entrevista en una alcaldía y me dijo el muchacho: “no por su edad sólo puede trabajar en una maquila”
(Entrevista con una mujer en El Salvador)
Los resultados de la ronda de la encuesta Latinobarómetro de
2015 proporcionan alguna evidencia para la admisibilidad de
esta explicación. Los reglamentos laborales tienden a reducir
la flexibilidad que algunas mujeres necesitan para equilibrar
su trabajo con las responsabilidades domésticas. Además, los
empleadores perciben la protección a la mujer en el lugar de
trabajo (tal como el permiso de maternidad), aumenta el costo
de contratar mujeres jóvenes en comparación con hombres
(Cerise et al., 2013). La ronda de la encuesta 2015 preguntó
a los encuestados cuáles eran las mayores dificultades que
enfrentaban las mujeres en el mercado laboral (las respuestas
se muestran en la Cuadro 15). En Argentina, Uruguay y Chile,
donde la formalidad es mayor, la respuesta más común se
relaciona con la discriminación hacia las mujeres en edad fértil
o con hijos, así como con la flexibilidad de los horarios.
EstudiosPolíticos
DEP
31
“El hombre, por ejemplo, si vos vas hacer una carrera en un lugar y te piden no faltar,
ahí hay una diferencia porque una mujer como mujer o como madre, siempre va
a faltar; en algún momento vas a faltar, avises o no avises. Y el hombre no, porque,
por lo general, no tiene la obligación de
estar con el hijo”Mujer en Uruguay
(Filardo, et al., 2015
“Si hay un puesto disponible y hay una mujer para acceder a ese puesto, que esté
capacitada para eso, accede el hombre porque la mujer va a faltar si tiene pibes,
va a faltar cuando esté menstruando, cuando esté embarazada, porque se
supone, hemos naturalizado que la mujer es la más débil, la más sensible, etc., etc.,
está naturalizado”Mujer asalariada, Argentina
(Sanchís and Binstock, 2015)
Cuadro 15. Dificultades percibidas que enfrentan las mujeres en el mercado laboral, 2015(% de mujeres que mencionaron cada factor)
Nota: Las cifras no suman el 100% debido a la selección de respuestas múltiples y porque no se muestran todas las opciones de respuesta. Fuente: Cálculos propios de los autores con datos de Latinobarómetro 2015 (Corporación Latinobarómetro, 2015).
Dificultad Argentina
Uruguay
Chile Bolivia
Ecuador El Salvador Nicaragua
Falta de educación/capacitación 26.6 41.8 17.9 27.3 19.5 41.7 38.2 36.0 Dificultad para que los niños estén atendidos
43.7 59.1 58.5 42.0 44.3 28.3 41.3 36.8
Flexibilidad horaria 21.8 42.9 41.7 20.7 22.6 17.2 23.5 25.8 Discriminación por estar en edad fértil 24.2 39.5 52.6 32.0 23.7 23.6 30.8 26.4 Empresarios no contratan a mujeres con niños
42.5 47.2 47.6 51.3 33.4 32.5 35.0 38.6
Nota: Las cifras no suman el 100% debido a la selección de respuestas múltiples y porque no se
México
Los datos de la Encuesta Mundial de Valores muestran
que tanto los hombres como las mujeres perciben que
los hombres están mejor preparados para las posiciones
de liderazgo que las mujeres. Sin embargo, esta
percepción ha disminuido con el tiempo, especialmente
cuando se considera el liderazgo político. El cambio en la
percepción del liderazgo en el ámbito empresarial ha sido
considerablemente más modesto (ver Cuadro 16).
32
Centro de Investigación y Estadísticas • Serie de investigación - 2017Serie de investigación
Cuadro 16. Percepción de que los hombres son mejores líderes que las mujeres(% que está de acuerdo y totalmente de acuerdo)
En términos generales, ser indígena aumenta la probabilidad
de que una mujer participe en la fuerza de trabajo (ver
Cuadro 10). Sin embargo, ellas suelen emplearse en puestos
con salarios bajos y los ingresos que generan suelen ser
inferiores a los de mujeres similares no indígenas (Grupo del
Banco Mundial, 2015). Ser indígena reduce la probabilidad de
terminar la educación secundaria o superior de 17 a 5 puntos;
en Bolivia, aumenta la probabilidad de estar en el empleo
informal por casi 7 puntos (ver Cuadro 17).
4.4. Otros factores: Ingresos familiares y condiciones macroeconómicas
El mayor ingreso total del hogar se asocia con un mayor
número de mujeres que participan en la fuerza de trabajo,
aunque la probabilidad disminuye si las mujeres viven en un
Fuente: Asociación de la Encuesta Mundial de Valores (v2015-04-18: publicación oficial actual).
hogar que recibe remesas o si hay otros ingresos en el hogar
(ver Tabla 10). La evidencia de algunos países (Argentina,
Chile y El Salvador) sugiere una asociación entre tener
ingresos adicionales y que las mujeres puedan acceder a
mejores empleos (ver Tabla 11). Por ejemplo, el acceso a
remesas y otros ingresos podría proporcionar capital para el
autoempleo (Béneke de Sanfeliú et al., 2015).
Otros factores que pueden explicar el reciente estancamiento
en la tasa de participación de las mujeres en la fuerza de
trabajo son: a) condiciones macroeconómicas con menor
desempleo y mayores ingresos de otros asalariados del
hogar (en su mayoría, la pareja masculina); b) aumento de la
asistencia social (transferencias monetarias), lo que puede
haber reducido la urgencia de que las mujeres vulnerables
acepten empleos de baja calidad.
Cuadro 16. Percepción de que los hombres son mejores líderes que las mujeres (% que está de acuerdo y totalmente de acuerdo)
Los hombres son mejores líderes políticos MUJERES
1994-1998 0.338 0.332 0.364 0.385 2005-2009 0.228 0.162 0.339 0.244 2010-2014 0.214 0.076 0.181 0.231 0.198
HOMBRES 1994-1998 0.428 0.438 0.491 0.483 2005-2009 0.426 0.258 0.574 0.319 2010-2014 0.347 0.109 0.386 0.310 0.267
Hombres mejores ejecutivos de negocio MUJERES
2005-2009 0.171 0.161 0.204 0.195 2010-2014 0.164 0.132 0.121 0.200 0.178
HOMBRES 2005-2009 0.313 0.226 0.429 0.259 2010-2014 0.296 0.208 0.271 0.266 0.234
Fuente: Asociación de la Encuesta Mundial de Valores (v2015-04-18: publicación oficial actual).
Argentina Uruguay Chile Ecuador México
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Nota: Las probabilidades marginales se estimaron usando una regresión de Mínimos Cuadrados Ordinarios (MCO), controlando la etnicidad, área (urbana / rural), género de cabeza de familia, estado civil, nivel educativo alcanzado y edad, número de hijos (en comparación con la mediana de niños en el país) y el tamaño de la región local (definido por la población). Los valores mostrados son significativos (al menos p <0.1). 1) Incluye solamente a individuos 15-25 años para primaria o superior y 30-35 años para secundaria o superior. n.d.= No disponible.Fuente: Grupo del Banco Mundial (2015).
Cuadro 17. Brechas entre los hogares indígenas y hogares o individuos similares no indígenas
Si indígena… Cambio en probabilidad de ser pobre (Todos los hogares)
<$1.25 pp 6.1 8.4 2.3 <$2.50 pp 9.7 15.5 6.7 <$4.00 pp 11.4 13.1 9
(Hogares con jefatura femenina) <$1.25 pp --- --- 2.51 <$2.50 pp 2.16 4.53 3.3 <$4.00 pp 3.56 5.81 ---
(Hogares rurales con jefatura femenina) <$1.25 pp 17.0 12.0 5.0 <$2.50 pp 25.0 25.0 15.0 <$4.00 pp 25.0 25.0 17.0
Cambio en probabilidad de completar…1 Nivel primario completo o mayor --- -2.4 -2.6 Nivel secundario completo o mayor -4.8 -16.7 -8
Cambio en probabilidad de trabajo informal 6.87 n.d. n.d.
Cambio en el ingreso individual Urbano -9.1 --- -11.8 Rural -12.7 -11.4 -14.1
Nota: Las probabilidades marginales se estimaron usando una regresión de Mínimos Cua
Bolivia Ecuador México2011 2012 2010
4.5. Consideraciones
Las dificultades principales que enfrentan las mujeres para
incorporarse al mercado laboral son la falta de educación (por
lo general inferior a la enseñanza secundaria completa) y las
limitantes de tiempo. Las normas sociales y la discriminación
también constituyen obstáculos para que las mujeres logren
un empleo pleno y productivo con igualdad de salario.
Estos factores afectan a las mujeres en general, pero son
más restrictivos para ciertos grupos de mujeres, incluidas las
poblaciones pobres, adultos mayores, rurales e indígenas,
así como para los jóvenes que no tienen empleo, educación
o capacitación (NINIS). Las leyes y reglamentos, las políticas
públicas y los programas deberían reconocer los problemas
34
Centro de Investigación y Estadísticas • Serie de investigación - 2017Serie de investigación
que afectan a las mujeres en general y dar especial énfasis y
proporcionar apoyo a los grupos vulnerables.
5. RESULTADOS DE LA INVESTIGACIÓN: ENCUESTA DE POLÍTICAS PÚBLICAS
En esta sección presentamos una encuesta de leyes,
reglamentos, políticas públicas y programas relacionados
con los resultados de la fuerza de trabajo femenina,
con el objetivo de identificar posibles diferencias en el
tipo de políticas o programas que podrían explicar las
diferencias observadas entre los países. Complementamos
el análisis explorando las experiencias y percepciones
de mujeres con diferentes características (grupo etario,
nivel educativo y situación laboral) que participaron en
los estudios cualitativos mencionados en la sección 2.
Las políticas públicas en la región varían ampliamente,
pero es evidente que existen más políticas que buscan
activar la participación laboral y la productividad que las
relacionadas con el apoyo o promoción10.
5.1. Reducir las restricciones de descanso en el tiempo de las mujeres
Dos factores que dificultan la participación de las mujeres
en el mercado laboral son la falta de flexibilidad en el lugar
de trabajo y el cuido de buena calidad de los niños (véase el
Cuadro 15); ambos se relacionan con los roles competitivos
en el hogar que limitan el tiempo de las mujeres. Esto es
consistente con los resultados discutidos en la sección
anterior. Tener niños pequeños o adultos mayores en el
10 Como se identifica a través de la revisión de una serie de documentos que mapean y describen las leyes, reglamentos y programas relacionados con la participación en la fuerza laboral: (Arriagada Acuña, 2015), (Álvarez Vijil, 2015), (Cuba Villarroel, 2014) (Foti &Sanchíz, 2014), (Salazar Ramírez y Salazar Ramírez, 2015), (Vásconez Rodríguez, 2015), (Vásquez, 2015), (Vezza, 2015), además de trabajo adicional realizado para este estudio.
hogar se asocia con un menor número de mujeres que son
económicamente activas; las mujeres más pobres tienden
a verse más limitadas por estos factores porque carecen de
recursos suficientes para poder contratar ayuda doméstica o
para pagar servicios de cuidado infantil.
La política pública debe reconocer que las necesidades y
la dinámica de proporcionar atención van más allá de la
esfera doméstica y deben promover la corresponsabilidad
en el hogar, gobierno, familia, comunidad y mercado
laboral (Salvador, 2015).
La primera infancia y la educación preescolar ayudan a
aumentar las oportunidades para que las madres trabajen
fuera del hogar proporcionando un lugar seguro para sus
hijos. En la mayoría de los países, la educación obligatoria
incluye uno o dos años de educación preescolar, excepto
en El Salvador, donde la edad de iniciación escolar
obligatoria comienza a los 7 años (Tabla 18). Sin embargo,
aunque es obligatoria, la cobertura universal no está
asegurada y la calidad puede ser un problema. Además,
tales servicios no resuelven completamente el asunto
porque las horas de funcionamiento son generalmente
más cortas que un día de trabajo típico.
A través de entrevistas y discusiones con grupos focales,
quedó claro que la existencia de servicios de cuidado
infantil disminuye las limitantes de tiempo de las mujeres;
sin embargo, esto no es suficiente. Las mujeres más pobres
luchan para cubrir el costo asociado a llevar a sus hijos a
centros que pueden no estar cerca de sus hogares o lugar de
trabajo (Vásquez et al., 2016). Además, en muchos casos,
los horarios de funcionamiento no son coincidentes con los
horarios de trabajo.
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“No pues, al inicio, como le conté que fue por la salud de mi hijo, él ya no me dejó [...]
salir a trabajar... y de ahí suma, ahí uno hace el cálculo de cuánto puede ganar y cuánto
puede gastar si yo no estoy en la casa [...] Ya ahora, a veces lo he considerado, pero como que, por lo mismo de los estudios, pensando en eso también, ¿verdad?, que es un salario
mínimo el que uno sale a ganar, entonces no
es muy conveniente”(Entrevista con una mujer, El Salvador)
Se reconoce que cualquier tipo de subsidio o programa
de cuidado infantil público es una subvención al trabajo
(García-Morán, 2010). Los subsidios se pueden dar
directamente a los padres para cubrir el costo del servicio de
cuidado infantil o a través de centros de financiamiento.
Por ejemplo, las Estancias Infantiles de México promueven
una red de centros de atención y brindan apoyo de tres
maneras: (a) dando un subsidio a los padres; b) incentivando
económicamente a las personas interesadas en la creación
de nuevos centros; y (c) dando apoyo monetario a los centros
existentes si éstos se unen a la red. El programa ofrece
capacitación a individuos — en su mayoría mujeres — que
están a cargo de los centros.
“...la [institución donde trabajaba] nos daba la prestación de la guardería.
Nosotros escogíamos la guardería y él nos pagaba el 85% de la matrícula y de la
mensualidad. Entonces nosotros, como las dos mamás trabajan, entonces no
queríamos ni dejarlo con una persona en la casa por el temor de que chiquito pueda
suceder cualquier situación”
(Entrevista con una mujer, El Salvador)
La promoción de tales iniciativas organizadas a nivel
comunitario es otro ejemplo de prácticas que facilitan
la participación de las mujeres en el mercado laboral. El
programa peruano Wawa Wasi (“Casa de los niños”) brinda
atención integral a la primera infancia en las comunidades
pobres mediante la movilización de voluntarios de la
comunidad (hombres y mujeres) para brindar atención en
los centros comunitarios mientras los padres van a trabajar
(Cueto et al., 2009). Este tipo de programa podría ser
apropiado tanto para las comunidades urbanas como rurales.
El apoyo a los adultos mayores y discapacitados raramente
está disponible y la cobertura es extremadamente
limitada; sin embargo, hay algunas iniciativas. Por
ejemplo, Argentina tiene un programa basado en la
profesionalización del trabajo asistencial, proporcionando
capacitación e intermediación entre los cuidadores
y aquellos que necesitan servicios de cuido (Bianchi,
2015). En Uruguay, un programa otorga subsidios
gubernamentales para que las familias contraten a
un asistente personal para atender a personas con
discapacidades (Foti y Sanchís, 2014).
5.2. Reducir los obstáculos para acceder al mercado laboral
Después de revisar los estudios de antecedentes, podemos
agrupar en tres categorías las políticas de América Latina
que buscan reducir las barreras de participación laboral de
las mujeres: 1) políticas activas del mercado laboral, 2) leyes
laborales y 3) abogacía.
36
Centro de Investigación y Estadísticas • Serie de investigación - 2017Serie de investigación
5.2.1. Políticas que activan la participación laboral y la productividad
La cobertura de las políticas y programas que activan la
participación laboral y la productividad es variada; incluyen
la capacitación, los servicios de empleo, medidas de empleo
temporal y promoción al emprendedurismo. Algunos
programas incentivan a los empleadores a contratar a
hombres y mujeres en poblaciones meta — a menudo el
incentivo es mayor si contratan a una mujer.
Algunos países latinoamericanos implementan un conjunto
diverso de programas para abordar diferentes segmentos
de la población femenina. Por ejemplo, en Chile, donde
la participación de las mujeres en el mercado laboral ha
aumentado considerablemente desde comienzos de los
años 2000, cuenta con programas específicos centrados
en la empleabilidad femenina, orientados a la cabeza de
familia a través de Mujer trabajadora y jefa de hogar; las más
vulnerables (las mujeres pertenecientes al 30% más pobre)
se benefician de un subsidio de empleo: Subsidio al empleo de
la mujer del ingreso ético familiar; las mujeres emprendedoras
a través de una red de coordinación de proveedores de
servicios (Mujer Emprende); aquellas con baja escolaridad o
con empleos irregulares se benefician a través de Ellas Buscan
Trabajo, que proporciona alfabetización digital, capacitación
e intermediación laboral; los emprendedores impulsados
por oportunidades, con necesidad de capital, son apoyados
a través de Capital Abeja11. Dar atención a las necesidades
de cada grupo es importante para reducir las barreras
particulares que enfrentan al ingresar al mercado laboral.
11 Capital Abeja es un fondo competitivo dirigido exclusivamente a mujeres para promover la creación de nuevos negocios o fortalecer empresas que se encuentran en una etapa temprana (Arriagada Acuña, 2015).
PROIMUJER de Uruguay provee capacitación vocacional
para mujeres con diferentes perfiles, incluyendo
capacitación empresarial y apoyo para la creación y
formalización de pequeñas empresas (por ejemplo, ayuda
con el cumplimiento de impuestos). También ofrece
oportunidades de trabajo a mujeres mayores de 40 años
que buscan un trabajo por primera vez o que han estado
ausentes del mercado laboral por más de dos años. El
Proyecto de Alianzas Rurales de Bolivia ha ayudado a
pequeños productores rurales de pueblos indígenas,
comunidades rurales y mujeres a crear cooperativas
productivas y brindar asistencia técnica a estos grupos.
Encontramos que los países con políticas de mercado
activas que abordan más de un obstáculo a la participación
en el mercado laboral tienden a tener mejores resultados.
Por ejemplo, las políticas en Argentina y Ecuador incluyen
educación formal y/o técnica, y/o ayudan para acceder a
empleos formales. PRO.EMPL.AR de Argentina, un programa
que busca emplear a los jóvenes, brinda ayuda para completar
la educación formal, incentiva a emplear a participantes
del programa y promueve las modalidades formales de
contratación. Red Socio Empleo de Ecuador actúa como
un servicio de intermediación laboral y ofrece capacitación
técnica a través de un asocio público-privado (APP).
Un elemento común clave de aquellos países con una mejor
participación de las mujeres en el mercado laboral parece
ser la complementariedad de sus diferentes políticas. Por
ejemplo, los jóvenes participantes del programa argentino
Jóvenes con más y mejores trabajos, que les proporciona
educación complementaria, intermediación laboral y ayuda
económica, pueden acceder a otros programas que les
permitan obtener una pasantía, un nuevo trabajo en un
negocio o trabajo en proyectos públicos.
EstudiosPolíticos
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37
La formación, el espíritu empresarial, el microfinanciamiento
y otros programas para activar la participación laboral
no solo se prestan en instituciones públicas. En todos
los países estudiados, encontramos una gran variedad
de programas implementados por ONG y fundaciones
locales e internacionales, con financiamiento de donantes
internacionales o del sector privado.
5.2.2. Leyes y reglamentos
Como mínimo, todos los países de la región tienen una
cláusula de igualdad en sus constituciones. El marco
regulatorio de los países latinoamericanos, tal como se
establece en los códigos legales, no impide la igualdad de
género en la fuerza de trabajo, particularmente en lo que
respecta a la igualdad de ingresos y la no discriminación en el
lugar de trabajo. También establece acceder equitativamente
a la vivienda, la tierra y los activos empresariales (Grupo del
Banco Mundial, 2016). Las mujeres casadas y solteras (solteras
o cohabitando) tienen los mismos derechos y obligaciones
que los hombres casados y solteros.
En cuanto a los derechos de propiedad, la mayoría de los
países de América Latina permiten los mismos derechos a
mujeres y hombres, independientemente del estado civil.
Las excepciones son Chile y Ecuador (Almodóvar-Reteguis et
al., 2012). En todos los países de América Latina, las mujeres
y los hombres son igualmente capaces de firmar contratos,
registrar empresas y abrir cuentas bancarias (Grupo del
Banco Mundial, 2016).
Algunos reglamentos, con intención proteccionista,
presentan una limitante para las mujeres. Por ejemplo, en
Bolivia, a las mujeres se les prohíbe trabajar de noche. En El
Salvador y Argentina, algunas ocupaciones están prohibidas
para las mujeres: aquellas labores que incluyen trabajar con
materiales peligrosos o que se consideran que exponen a las
mujeres a un peligro, tal como engrasar y limpiar máquinas
en movimiento (ibíd.).
La licencia por embarazo y maternidad12 están protegidos
en todos los países; sin embargo, el permiso de paternidad
solo se ha implementado desde 2010 y se limita a unos
pocos días (ver Cuadro 18). Las políticas sociales diseñadas
para proteger a las trabajadoras y promover la igualdad
en el lugar de trabajo tienen efectos controversiales sobre
los resultados del mercado laboral. Las restricciones en las
horas de trabajo y los beneficios de maternidad obligatorios
ayudan a salvaguardar las responsabilidades familiares de
las mujeres y a garantizar su seguridad física, pero estos
reglamentos pueden aumentar el costo de las empresas
al contratar a mujeres en relación con el de contratar a
hombres (Rodgers, 1999). Por esta razón, es importante
continuar promoviendo medidas que aumenten la
responsabilidad compartida del padre a través de licencia
familiar o arreglos a tiempo parcial.
“Sí me pude tomar los tres meses en el primer de los dos casos, en el segundo solo me tomé dos por lo mismo de que
no quería dejar la impresión de que estar embarazada era una enfermedad y no
quería desde ningún punto de vista que me achacaran que por cuidar a mis hijos yo iba
a descuidar mi trabajo”Mujer, El Salvador
(Vásquez et al., 2016)
12 El despido durante el embarazo está prohibido a los empleadores, y todas las mujeres que trabajan en roles asalariados formales tienen derecho a pausas de lactancia (Grupo del Banco Mundial, 2016). En algunos países se ha hablado de una protección adicional: en Argentina, Bolivia y Chile se considera despido injustificado el despido de una mujer dentro de un período determinado después del parto (que va desde siete meses después del parto a doce meses después de la licencia por maternidad). En otros países, como México y El Salvador, las mujeres pueden ser despedidas después de la licencia por maternidad sin que el empleador sea penalizado (Vezza, 2015)
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Centro de Investigación y Estadísticas • Serie de investigación - 2017Serie de investigación
Prevenir la discriminación de las mujeres en el lugar de
trabajo no es sólo una cuestión de legislación, sino también
de reducir a los empleadores el costo directo de la licencia de
maternidad (OIT, 2012). En el 90% de los países de América
Latina y el Caribe, los gobiernos financian subsidios por
licencia de maternidad, al menos en parte; en el 48% de estos
países, los subsidios son financiados completamente por
los respectivos gobiernos (Grupo del Banco Mundial, 2016).
Cuando los empleadores financian al menos una parte de
los costos directos de la licencia de maternidad, las mujeres
jóvenes pueden ser discriminadas debido a los costos más
altos percibidos al emplearlas (Cerise et al., 2013). Los costos
percibidos pueden variar según el sector económico y el
tamaño de las empresas (Todaro et al., 2001). Además, las
pequeñas y medianas empresas (PYMEs) también consideran
tener que asumir los costos indirectos incurridos en la
contratación de trabajadores temporales, de corto plazo,
para proporcionar la cobertura por maternidad, poniendo
una carga adicional al personal existente y trastornando los
aspectos administrativos y operativos, entre otros. (Comisión
de Igualdad y Derechos Humanos, 2015).
“yo soy al otro lado de la moneda, yo contrato gente. Entonces aunque uno no quiera
siempre es aquello de que “y si se embaraza,
va a dejar tres meses cargados”Propietaria de una pequeña empresa, mujer,
El Salvador
No existen en todos los países arreglos de jornadas a tiempo
parcial, con horarios flexibles. En la región de América Latina
y el Caribe, este tipo de arreglos solo están disponibles
en Uruguay y únicamente desde 2016. Aquí, el gobierno
proporciona un subsidio que permite a un padre reducir
su jornada de trabajo a tiempo parcial, para cuidar al niño
hasta por seis meses, después de finalizada la licencia de
maternidad (Instituto de Seguridad Social, Uruguay).
La legislación contra la discriminación es una señal
importante del compromiso del Estado con la justicia social.
Sin embargo, también puede ser necesaria una acción más
Cuadro 18. Encuesta de reglamentos seleccionados disponibles en América Latina
Fuente: Elaboración propia basada en Vezza (2015) y en el Grupo del Banco Mundial (2016).
Cuadro 18. Encuesta de reglamentos seleccionados disponibles en América Latina
Tipo de política Unidad Argentina Uruguay Chile Bolivia Ecuador Nicaragua México Corresponsabilidad en el hogar
Permiso de maternidad Semanas 13 14 18 12 12 12 14 12
Permiso de paternidad Días 2 6 5 3 10 No 3 No
Arreglos de tiempo parcial meses No 6 No No No No No No
Servicios de cuidado Edad obligatoria para educación formal Años 4 4 5 6 5 5 7
3
Cuotas de representación femenina Cuota en lista de candidatos en elecciones nacionales % 30 33 40 50 50 50 30 40 Cuota en lista de candidatos en elecciones locales % 30 33 No 50 50 50 30 50
El Salvador
EstudiosPolíticos
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positiva. La acción afirmativa puede tomar la forma de
lugares reservados en los sistemas económicos, políticos
y educativos (Kabeer, 2010). En la actualidad no existen
cuotas para las juntas corporativas. Del mismo modo, no hay
cuotas para las mujeres representantes en el parlamento o
gobiernos locales como tales, pero existen en las listas de
candidatos para las elecciones nacionales o locales, que van
del 30 al 50% (Tabla 18).
5.2.3. Abogacía: Incrementando la agencia de la mujer
Las normas sociales que prevalecen prescriben que las
mujeres son las principales responsables del cuido y el
hogar; no obstante, abogar por la corresponsabilidad en el
hogar y en el lugar de trabajo pueden ayudar a modificarlas
(Gasparini et al., 2015). Dentro de la región existen varias
políticas y programas que han incorporado elementos para
la promoción de la agencia de la mujer.
Aunque la mayoría de los programas de protección social
se centran en reducir la pobreza, estos pueden ser un
vehículo para que las mujeres puedan mejorar el acceso al
mercado laboral y reforzar o modificar los roles de género.
Los programas de transferencias monetarias condicionadas
(TMC) son comunes en América Latina; aunque su
principal objetivo es reducir la pobreza, también tienen un
impacto en la agencia de la mujer, ya que las madres son
las principales receptoras y responsables de cumplir con
las condiciones. El aumento de su empoderamiento en el
ámbito doméstico puede conducir posteriormente a que las
participantes puedan aprovechar otros programas, como los
proyectos agrícolas a pequeña escala (Béneke de Sanfeliú
et al., 2016). Por otra parte, la participación en las actividades
requeridas por los programas de TMC plantea una carga
adicional sobre el tiempo de las mujeres y refuerza la idea de
que las mujeres son las principales responsables del cuido
de sus hijos y sus hogares (Gasparini y Marchionni, 2015).
Algunos programas dirigidos a mujeres o que se conoce
que poseen una alta participación femenina (por ejemplo
TMC o empleabilidad) aprovechan la presencia de
mujeres e incluyen talleres sobre igualdad de género,
derechos de la mujer y prevención de la violencia
doméstica con la esperanza de modificar las normas
sociales. Algunos ejemplos son el Programa de TMC de
El Salvador Comunidades Solidarias Rurales13, Hambre
Cero de Nicaragua y Ellas buscan trabajo de Chile.
“[...] Pero como ya me creía capaz, ya había tenido charlas, capacitaciones en [ONG de
mujeres] de los derechos de uno de mujer, me
comencé a sentir con valor...”Trabajadora por cuenta propia, El Salvador
En nuestra opinión, entre los programas que promueven la
empleabilidad y el espíritu empresarial, como aquellos que
incluyen la mentoría de otras mujeres y fomentan la creación
de redes, tienen el potencial de proporcionar un mayor apoyo
al empoderamiento económico de las mujeres. Un ejemplo es
la Alianza Global Voces Vitales, que trabaja con mujeres líderes
en las áreas de empoderamiento económico, participación
política de las mujeres y derechos humanos.
13 Comunidades Solidarias Rurales incluye talleres mensuales sobre temas como la igualdad de género, la autoestima y la violencia doméstica. La investigación ha demostrado que al recibir estos mensajes y tener la oportunidad de interactuar con otras mujeres fuera de sus hogares, aumenta su empoderamiento en el ámbito doméstico (Béneke de Sanfeliú et al., 2016)
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Centro de Investigación y Estadísticas • Serie de investigación - 2017Serie de investigación
Sin embargo, la promoción dirigida a modificar las normas
sociales también debe destinarse a los hombres. Promundo
es un programa global, actualmente activo en 22 países,
que promueve la justicia de género y previene la violencia
mediante la participación de hombres y niños en alianza
con mujeres y niñas. Entre otras actividades, promueve el
cuido de los hijos por parte de los hombres y la paternidad
activa para fomentar roles de género equitativos, prevenir
la violencia contra las mujeres y los niños, y contribuir a
resultados positivos en materia de salud materno infantil.
Los socios de todo el mundo ofrecen mensajes positivos a
través de los medios y cursos de capacitación, especialmente
para nuevos padres y parejas; también promueven
campañas y activismo para construir apoyo comunitario
y abogan para que las instituciones y gobiernos adopten
políticas y amplíen los programas que refuercen el cambio
personal y social. Un ejemplo de esto es MenCare de América
Latina (parte de la Campaña Mundial MenCare), una iniciativa
que promueve la paternidad y la participación de los hombres
como cuidadores, la cual está presente en ocho países y la
campaña “He for She” de ONU Mujeres.
Por último, las normas sociales también son importantes
en el lugar de trabajo. Por ejemplo, como una forma de
sensibilización, varias organizaciones internacionales (por
ejemplo, el Banco Mundial, ONU Mujeres) y ONGs locales
promueven la certificación de organizaciones públicas
o privadas que observan buenas prácticas laborales
que buscan cerrar las brechas de género en el lugar de
trabajo (Vezza, 2015). Esto implica el compromiso de las
organizaciones de revisar sus políticas y prácticas internas
para incorporar una perspectiva de género y organizar
acciones afirmativas que conduzcan a la igualdad de
mujeres y hombres en el área de trabajo. Hay tres temas
fundamentales cubiertos por este proceso: (a) derechos
humanos, (b) igualdad de género, y (c) calidad de vida de los
trabajadores con énfasis en la corresponsabilidad de género.
Otro ejemplo dirigido a reducir las diferencias de género es
Modelo de los Grupos de Trabajo para la Paridad de Género,
que está siendo aplicado experimentalmente en México,
Turquía, Japón y Corea por el Foro Económico Mundial
(2015a). Estos grupos de trabajo proporcionan un espacio
para el diálogo entre los actores de negocios y el gobierno
y sirve como plataforma neutral de iniciativas nuevas o
existentes para acelerar el progreso a través de un enfoque
basado en datos adaptado a las realidades locales. El WEF
ayuda a proporcionar un punto de partida común para el
análisis de brechas y un mecanismo para dar seguimiento
a los compromisos y el cambio. Por ejemplo, en Turquía se
determinó que se requiere realizar acciones a cada nivel
de empleo; se elaboró una “Declaración sobre la Igualdad
en el Trabajo” en la que se establecieron 11 principios para
luchar contra la discriminación por motivos de género en
el lugar de trabajo y se elaboró un “Manual Institucional
para Establecer la Igualdad entre Géneros”. En los primeros
18 meses, más de la mitad de los miembros del grupo de
trabajo (80 de los mayores empleadores del país) reportaron
haber aumentado el empleo femenino en todos los niveles
de la empresa (Foro Económico Mundial, 2016).
5.3. Consideraciones
Con base en nuestra investigación, consideramos que
los marcos regulatorios en América Latina no impiden la
igualdad de género en la fuerza de trabajo, particularmente
en lo que respecta a la igualdad de ingresos y prevención
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de la discriminación en el lugar de trabajo. Sin embargo,
algunas regulaciones laborales tienden a reducir la
flexibilidad necesaria para equilibrar el empleo con las
responsabilidades domésticas.
Los tipos de programas implementados actualmente para
reducir las barreras de participación en el mercado laboral
son variados. Estos suelen ser dirigidos tanto a hombres
como a mujeres, algunos dando prioridad a estas últimas.
Los programas que abordan más de una restricción que
enfrentan los participantes tienden a ser más eficaces.
Cuando los diferentes programas se coordinan entre sí, se
evita la duplicación de esfuerzos y son más eficaces para
aumentar las capacidades de los participantes.
Sin embargo, es evidente que hay más políticas que activan
la participación en el mercado laboral y programas de
emprendimiento y autoempleo que los relacionados con
el apoyo al cuido o promoción al cambio de las normas
culturales en el lugar de trabajo, los hogares y la sociedad.
Es necesario implementar más de estas últimas.
6. ACCIONES PRIORITARIAS PARA LOS PRIMEROS 1,000 DÍAS
Estimular el empoderamiento económico de las mujeres
mediante su participación en la fuerza de trabajo requerirá
acciones que beneficien a todas las mujeres. Sin embargo,
existen diferencias significativas entre los grupos específicos
de mujeres: hemos encontrado que la participación en el
mercado laboral es más baja entre las mujeres más pobres (a
menudo rurales e indígenas), menos capacitadas y de más
edad (más de 54 años), así como las jóvenes (15-24 años). Si
se quiere alcanzar el objetivo de “no dejar a nadie atrás”, se
debe prestar especial atención a aliviar las limitantes a las
que se enfrentan estos grupos vulnerables.
6.1. Acciones inmediatas
Abogar por cambiar las normas sociales. El lanzamiento de
los nuevas ODS ha generado un alto nivel de concienciación
sobre el tema del empoderamiento económico de las
mujeres; este impulso debe favorecer el cambio de las normas
sociales. Las organizaciones de la sociedad civil deben:
• Generar campañas de promoción para:
• Promover la responsabilidad compartida en el
hogar entre mujeres y hombres.
• Promover la agencia de la mujer para cambiar
los roles tradicionales de género, incluyendo las
opciones profesionales y de ocupación.
• Aumentar la concientización para reducir el
matrimonio precoz y la práctica de cohabitación
temprana, especialmente entre las poblaciones
rurales y vulnerables.
• Identificar y mostrar modelos globales y locales.
Investigaciones recientes demuestran que el hecho
de tener un modelo alienta a las niñas y mujeres a
tomar la decisión de ingresar a la fuerza de trabajo
para llevar a cabo una carrera no tradicional o iniciar
un negocio (Vásquez et al., 2016).
• Dirigir esfuerzos de intervención hacia los hombres;
promover la provisión de cuidados por parte de los
hombres y la paternidad activa para fomentar roles
equitativos de género.
• Involucrar a una amplia variedad de actores en
la promoción y financiación de estas campañas,
incluyendo organismos internacionales tales como
ONU Mujeres, ONGs locales e internacionales,
tanques de pensamiento y centros de investigación
42
Centro de Investigación y Estadísticas • Serie de investigación - 2017Serie de investigación
de políticas públicas, asociaciones empresariales,
asociaciones de mujeres, la industria publicitaria y
los medios de comunicación.
Ampliar los esfuerzos para promover buenas prácticas laborales
que favorezcan la igualdad y el equilibrio entre trabajo y
familia. Las organizaciones del sector privado, incluidas las
relacionadas con la responsabilidad social empresarial:
• Promover la certificación de organizaciones públicas
o privadas que observen buenas prácticas (es decir, a
través de Certificaciones de Igualdad de Género).
• Ampliar el conocimiento de iniciativas como el
Pacto Mundial de las Naciones Unidas.
• Involucrar a las organizaciones internacionales
para apoyar las iniciativas del sector privado,
proporcionando fondos, asistencia técnica y
oportunidades para compartir lecciones aprendidas.
Ampliar programas y políticas para reducir las limitantes de
tiempo de las mujeres, especialmente aquellas relacionadas
con el cuido en el hogar. Los gobiernos nacionales y locales
deben proporcionar regulación y supervisión, así como
los subsidios e incentivos requeridos a los proveedores;
individuos, ONG locales u organizaciones comunitarias deben
complementar a los proveedores públicos para ampliar los
servicios de atención:
• Avanzar rápidamente hacia el acceso universal
de atención a la primera infancia y a la educación
preescolar. Incrementar la disponibilidad de
centros de cuidado infantil, incluyendo iniciativas
basadas en la comunidad. Proporcionar incentivos
para la creación de nuevos centros y la expansión
de los existentes.
• Proporcionar incentivos para ampliar el apoyo a la
atención de las personas mayores y discapacitadas
a través de asistencia domiciliaria, centros de
atención diurna y centros de larga duración.
• Asegurar que el diseño de los programas de
educación y cuidado temprano tome en cuenta
las necesidades de los cuidadores (por ejemplo,
adaptación de horarios).
• Subsidiar a las poblaciones vulnerables para
facilitarles el acceso e inscripción al cuido;
dar subsidios directamente a las familias para
cubrir el costo de la atención, incluyendo los
costos de transporte.
• Fomentar la profesionalización del servicio de
cuidado para hombres y mujeres, mediante
la creación de programas de capacitación y
certificación; la especialización debe incluir el
cuido de niños pequeños, servicios para personas
mayores y personas con discapacidades. Dar
prioridad a los hombres y mujeres desempleados
mayores de 40 años.
6.2. Acciones a mediano plazo (segundo año)
Reducir las barreras que frenan la participación
en el mercado laboral, especialmente a través de
intervenciones que activan la participación en el
mercado laboral. El sector público, las ONG locales
e internacionales y los proveedores deberán:
• Diseñar programas o conjuntos de programas para
hacer frente a más de una restricción a la que se
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enfrentan los participantes, especialmente aquellos
en grupos vulnerables; esto requiere el conocimiento
de las capacidades y limitaciones de los participantes
para ayudarles con la mayor eficacia.
• Incorporar elementos para promover la agencia
de las mujeres, autoestima y derechos (humanos y
laborales relacionados).
• Proporcionar oportunidades de tutoría y
fomentar la creación de redes en programas de
empleabilidad y emprendimiento.
• Asegurar la coordinación entre los ejecutores del
programa para evitar la duplicación de esfuerzos y
lograr mayores sinergias.
• Priorizar e incentivar la participación de grupos
vulnerables; proporcionarles subsidios para cubrir
los costos del servicio, así como el transporte.
• Monitorear y evaluar desde su inicio los
programas y su impacto. Realizar los cambios y
adecuaciones necesarias.
• Proporcionar incentivos a los empleadores — como
subsidios durante períodos fijos — para contratar
hombres y mujeres en poblaciones meta.
6.3. Acciones de largo plazo (tercer año)
Revisar leyes y marcos regulatorios que imponen restricciones
a la participación de las mujeres en el mercado laboral. Los
gobiernos locales y nacionales deberán:
• Identificar y modificar los elementos que reducen la
flexibilidad en el mercado laboral.
• Identificar y modificar los elementos que
aumentan los costos de contratación de mujeres
en relación con los hombres.
Asegurar que las mujeres (y los hombres) puedan acceder
a una educación de calidad, al menos hasta la escuela
secundaria, pero preferiblemente, hasta un nivel técnico,
vocacional o terciario, para que obtengan mejores
empleos. Los gobiernos nacionales y locales deberán:
• Ampliar los programas de protección social
hasta la educación secundaria para aquellos
actualmente matriculados, ofreciendo incentivos
para permanecer en la escuela y graduarse.
• Para aquellos que ya están fuera del sistema
educativo, promover el uso de la educación
a distancia o de educación en línea; así como
programas para asegurar que mujeres y hombres
mejoren sus competencias.
• Los jóvenes NINIS merecen una atención
especial, ya que las mujeres están excesivamente
representadas entre este grupo. Una de las
razones más comunes para dejar la escuela
es el embarazo precoz y el matrimonio. Los
programas de protección social deberían incluir
disposiciones específicas para este grupo que
ofrezcan incentivos para regresar y continuar en
la escuela, al menos hasta su graduación de la
escuela secundaria, a la vez de ofrecer opciones
apropiadas de cuidado de los niños.
Reconocer la naturaleza interrelacionada de los ODS y
asegurar que los indicadores desarrollados y adoptados
por los gobiernos nacionales sean apropiados para todos
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Centro de Investigación y Estadísticas • Serie de investigación - 2017Serie de investigación
los objetivos afines. Para ayudar a la participación laboral
femenina, los gobiernos nacionales deben redefinir los
indicadores acordados mundialmente, al menos en lo
que respecta a:
• El cuidado temprano y la educación de la primera
infancia. La meta 4.2 de los ODS dice: “Para 2030,
velar por que todas las niñas y todos los niños
tengan acceso a servicios de atención y desarrollo
en la primera infancia y a una enseñanza preescolar
de calidad, a fin de que estén preparados para la
enseñanza primaria”; sin embargo, el indicador
correspondiente está limitado a la “ Tasa de
participación en la enseñanza organizada (un año
antes de la edad oficial de ingreso en la enseñanza
primaria)”. Los gobiernos nacionales deberían adoptar
indicadores similares para edades más tempranas.
• La atención no remunerada y el trabajo doméstico.
La meta 5.4 de los ODS dice: “Reconocer y valorar los
cuidados no remunerados y el trabajo doméstico
no remunerado mediante la prestación de servicios
públicos, la provisión de infraestructuras y la
formulación de políticas de protección social, así
como mediante la promoción de la responsabilidad
compartida en el hogar y la familia, según proceda
en cada país”. El indicador convenido es “Porcentaje
de tiempo dedicado a quehaceres domésticos y
cuidados no remunerados, por sexo, grupo de edad
y ubicación.” En la actualidad, las encuestas laborales
o de hogares disponibles miden el tiempo empleado
en actividades productivas; el indicador debe incluir
una medida del total de horas trabajadas por los
miembros del hogar (tanto remunerado como no
remunerado). Además, el indicador debe incluir una
indicación de un “valor’.
• Políticas y legislación para promover la igualdad
y el empoderamiento de la mujer. La meta 5.c de
los ODS establece “Aprobar y fortalecer políticas
acertadas y leyes aplicables para promover la
igualdad de género y el empoderamiento de
todas las mujeres y las niñas a todos los niveles”.
El indicador acordado es el “ porcentaje de países
que cuentan con sistemas para dar seguimiento
a la igualdad de género y el empoderamiento
de la mujer y asignar fondos públicos para ese
fin”. Este indicador no proporciona información
sobre las áreas a las que se refieren las políticas
y la legislación. Los gobiernos nacionales deben
tomar disposiciones para rastrear por separado
los esfuerzos relacionados con aspectos clave
que faciliten la participación de las mujeres en la
fuerza de trabajo, por ejemplo, reducción de las
limitantes de tiempo, reducción de barreras a su
incorporación, etc.
• Empoderamiento. La meta 10.2 de los ODS dice:
“Para el año 2030, potenciar y promover la inclusión
social, económica y política de todas las personas,
independientemente de su edad, sexo, discapacidad,
raza, etnia, origen, religión o situación económica u
otra condición”. Sin embargo, el indicador convenido
no se relaciona con el empoderamiento, sino que
mide “la proporción de personas que viven por
debajo del 50% de la mediana de los ingresos,
desglosada por grupo de edad, sexo y personas con
discapacidad”14. Es necesario seguir trabajando para
garantizar el desarrollo de buenos indicadores para
medir el empoderamiento.
14 Este es un indicador clasificado como de "Nivel 3": es un indicador para el que no se ha establecido metodología ni estándares, o estos se están desarrollando/probando. Sin embargo, a partir de marzo de 2016, parece que se está trabajando para mejorar la medida mencionada, en lugar de trabajar para identificar específicamente un indicador para medir el 'empoderamiento' (IAEG, 2016).
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7. REFLEXIONES FINALES
Cada vez hay más conciencia sobre la importancia del empoderamiento económico de las mujeres y su importancia para
el desarrollo económico, la reducción de la pobreza y la desigualdad. Existe una relación virtuosa entre la participación
femenina en la fuerza de trabajo y el empoderamiento económico de las mujeres. Pero también existe consenso en torno a
un segundo círculo virtuoso: el crecimiento económico facilita la participación femenina en la fuerza de trabajo, lo que a su
vez conduce a un mayor crecimiento económico y más igualitario.
América Latina, como región, ha reducido las brechas de género en la educación. Sin embargo, a pesar de las mejoras,
persisten las diferencias de género en términos de participación en la fuerza de trabajo, acceder al empleo pleno y
productivo y a la remuneración. No dejar a nadie atrás exigirá que la comunidad mundial encuentre soluciones para todas
las mujeres en general, pero con especial atención a las necesidades de grupos vulnerables específicos de la población.
A fin de avanzar hacia el objetivo de empoderar a todas las mujeres y niñas y de rastrear su progreso, es importante
que los investigadores y los responsables de la toma de decisiones hagan un esfuerzo consciente de ver más allá de los
promedios regionales, o incluso nacionales o subnacionales, para identificar cuál es la solución adecuada para cada grupo
de población en cada contexto.
Fomentar el empoderamiento de las mujeres a través de su participación productiva en la fuerza de trabajo requiere
de una acción coordinada de múltiples actores: gobiernos nacionales y locales, organizaciones de la sociedad civil,
ONG locales e internacionales, universidades e instituciones de investigación, fundaciones privadas y sector privado.
La asociación de múltiples partes interesadas podría proporcionar una plataforma para promover el empoderamiento
económico de las mujeres y para alcanzar los ODS.
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Centro de Investigación y Estadísticas • Serie de investigación - 2017Serie de investigación
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