Folleto 11

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ESCUELA BÍBLICA – CAPÍTULO 11 1. ISRAEL Y AMERICA LATINA, HERMANOS EN LA BÚSQUEDA DE LA LIBERACIÓN La tentación de dominar a personas, grupos, sociedades y pueblos es una realidad tan antigua como la existencia del ser humano. Israel y América Latina, desde sus orígenes y hasta hoy, viven períodos más o menos intensos de dominación por parte de grupos alineados con los intereses propios y de afuera y con la dominación exterior: Retomando el camino hecho Israel fue dominado por varios imperios extranjeros cuando aún no se había constituido como pueblo, en el tiempo del Nuevo Imperio Egipcio (1552-1070 a.C.). Asiria, a partir del año 722 a.C., arrasó el reino de Israel, en el Norte. Luego Babilonia, en el año 587/6 destruyó el reino de Judá, en el Sur, sucediéndole Persia, en el año 538 a.C. Pasaron un poco más de 200 años e Israel experimentó el dominio de los griegos en el año 333 a.C. Fue un período marcado por la sucesión de dominadores, cada uno de ellos queriendo "meter la mano" en aquella tierra. El pueblo quedó como "pelota", ora en las manos de uno, ora en las manos del otro. Con la muerte de Alejandro Magno, en el 323 a.C., Israel pasó a manos de los generales: primero fueron los Ptolomeos o Lagidas de Egipto, después, en el año 198 a.C., los Seléucidas de Siria. Y, por último, cayó en las manos de los romanos. El período griego trajo tiempos difíciles para Israel Hubo muchos conflictos entre los que defendían la fidelidad a la Torá, y los que pretendían' "helenizar" el judaísmo, esto es, incorporarlo a la cultura griega. Éste intentó varias veces imponerse por la fuerza y por el autoritarismo de los tiranos de la época. En este contexto surgieron escritos de resistencia a la cultura extranjera, como los de Tobías y de Ester, y otros de apoyo o apertura a la nueva cultura, como los de Judit y del Eclesiástico o Sirácida. A partir del año 167 a.C., Israel comenzó a ensayar una relativa autonomía política con los Macabeos, la misma que se mantuvo hasta el año 63 a.C. En ese período, sobre todo en tiempos de Jonatán (160-143 a.C.) y de Juan Hircano (134-104 a.C.), Israel consiguió extender nuevamente su dominio sobre los territorios de las antiguas tribus, enfrentando los intereses de los reyes vecinos de Damasco, en el norte, y de Nabatea, más al sureste. De todos modos, Jerusalén aún 209 209 20

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1. ISRAEL Y AMERICA LATINA, HERMANOS EN LA BÚSQUEDA DE LA LIBERACIÓN

La tentación de dominar a personas, grupos, sociedades y pueblos es una realidad tan antigua como la existencia del ser humano. Israel y América Latina, desde sus orígenes y hasta hoy, viven períodos más o menos intensos de dominación por parte de grupos alineados con los intereses propios y de afuera y con la dominación exterior:

Retomando el camino hecho Israel fue dominado por varios imperios extranjeros cuando aún no se había constituido como pueblo, en el tiempo del Nuevo Imperio Egipcio (1552-1070 a.C.). Asiria, a partir del año 722 a.C., arrasó el reino de Israel, en el Norte. Luego Babilonia, en el año 587/6 destruyó el reino de Judá, en el Sur, sucediéndole Persia, en el año 538 a.C. Pasaron un poco más de 200 años e Israel experimentó el dominio de los griegos en el año 333 a.C. Fue un período marcado por la sucesión de dominadores, cada uno de ellos queriendo "meter la mano" en aquella tierra. El pueblo quedó como "pelota", ora en las manos de uno, ora en las manos del otro. Con la muerte de Alejandro Magno, en el 323 a.C., Israel pasó a manos de los generales: primero fueron los Ptolomeos o Lagidas de Egipto, después, en el año 198 a.C., los Seléucidas de Siria. Y, por último, cayó en las manos de los romanos.

El período griego trajo tiempos difíciles para Israel Hubo muchos conflictos entre los que defendían la fidelidad a la Torá, y los que pretendían' "helenizar" el judaísmo, esto es, incorporarlo a la cultura griega. Éste intentó varias veces imponerse por la fuerza y por el autoritarismo de los tiranos de la época. En este contexto surgieron escritos de resistencia a la cultura extranjera, como los de Tobías y de Ester, y otros de apoyo o apertura a la nueva cultura, como los de Judit y del Eclesiástico o Sirácida.

A partir del año 167 a.C., Israel comenzó a ensayar una relativa autonomía política con los Macabeos, la misma que se mantuvo hasta el año 63 a.C. En ese período, sobre todo en tiempos de Jonatán (160-143 a.C.) y de Juan Hircano (134-104 a.C.), Israel consiguió extender nuevamente su dominio sobre los territorios de las antiguas tribus, enfrentando los intereses de los reyes vecinos de Damasco, en el norte, y de Nabatea, más al sureste. De todos modos, Jerusalén aún permanecía como último reducto seléucida hasta el año 141 a.C, cuando Simón Macabeo la conquistó definitivamente (1M 13,51). A partir de ahí fue más amplia la autonomía religiosa, pero la independencia política de otros países dio lugar a la lucha por el poder sobre Jerusalén. En estas intrigas políticas, la influencia de Roma en los asuntos de la tierra de Israel, centralizada en Judea, fue manifestándose cada vez más claramente sobre la región. Hoy esta experiencia se repite de una forma mucho más subliminal y sofisticada en relación con el dominio de los países del primer mundo sobre los demás.

Los legisladores por el siglo I a.C., los sumos sacerdotes del Templo dan legitimidad a los que ejercen en Jerusalén cedieron a la línea del poder político y de los Seléucidas, que tendían helenizar el judaísmo de los elegidos. Llegaron a ofrecer, en una política de alineamiento el Templo. Sacrificios a Zeus, el dios supremo internacional. Pero el pueblo ganó fuerza económica con la revuelta de Matatías, en el año 167 a.C. El país es soberano, sus hijos, después tratan de sustraer al país de una determinada línea pro helenista. Quien paga la ayuda militar es siempre el pueblo. Aliados militares romanos, de afuera, hacen posible a los Macabeos hacer prevalecer la línea anti-helenista. Así Israel tuvo una relativa autonomía religiosa y política respecto de los últimos Seléucidas, que aún intentaban mantener su dominio sobre la región.

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Pero la rebelión de Matatías y de sus hijos provocó la reacción de los partidarios del helenismo. En el año 161 a.C., el sumo sacerdote Alcimo trató de impedir el avance de la rebelión macabea, pidiendo ayuda a Demetrio I Soter, rey sirio de la línea seléucida, para luchar contra Judas Macabeo, el líder de la rebelión (l M 7 Y 8). Este a su vez, en el año 160 a.C., pidió ayuda militar a los romanos, quienes vinieron en su auxilio, asegurando a los rebeldes el control de la región. En el año 144, bajo el liderazgo de Jonatán Macabeo, hermano de Judas, esta alianza con Roma fue confirmada (1M 12, 1-4). Más tarde, con Simón, otro hermano de Judas, la alianza fue rearmada, incluyendo la cooperación de Esparta, Grecia (1M 14,16-24; 15, 15-21). De esta manera el imperio romano se mostraba un socio importante en el proceso de liberación de Judea, apoyando siempre que fuera necesario. Esta "amistad" con Roma no causó problemas hasta el momento en que subió al trono romano el general conquistador Pompeyo (66-62 a.C.).

Llegando solapadamente

Desde el año 148 a.C., los romanos ya venían transformando las antiguas naciones, antes dominadas por el imperio helénico, en provincias romanas. Así sucedió con Macedonia (148 a.C.), con Asia (Pérgamo), con el centro-oeste de la actual Turquía (129 a.C.), con Creta, en el Mediterráneo, y con Cirene en África (67 a.C.). Pompeyo conquistó el Ponto y Bitinia, en el norte de la actual Turquía (66-65 a.C.) y la propia Siria (64 a.C.), transformándolas en provincias romanas. Finalmente, en el 63 a.C., le llegó el turno a Israel. Los romanos fueron para quedarse, pero no como invitados, sino como dueños de la situación.

La dominación romana en Israel se extendió más allá del período bíblico. El vasto imperio romano comenzó a entrar en decadencia a partir del siglo IV de nuestra era. Desde el punto de vista del estudio bíblico, sin embargo, podemos detenemos en el año 135 d.C., fecha límite del período 'bíblico', esto es, cuando todos los escritos bíblicos ya tenían su forma definitiva de redacción como la que han conservado hasta hoy.

En el presente estudio vamos a ver los primeros 90 años del período romano, que van desde la toma de Jerusalén por parte de Pompeyo en el 63 a.C., hasta el inicio de la predicación pública de Jesús, que se dio probablemente en el año 27 ó 28 d.C. Adoptamos esta división cronológica porque así cerramos el Antiguo Testamento y dejamos abierta la puerta para entrar en el Nuevo. Los estudiosos de la Biblia llaman estos años con el nombre de "período intertestamentario", justamente porque en él se dio el paso del Antiguo al Nuevo Testamento. Su comprensión nos permitirá situar mejor en la historia la persona y la obra de Jesús y de sus seguidores. El restante período de la dominación romana, desde el año 27 d.C. al 35 d.C., se verá en los próximos estudios. Para continuar la reflexión• En nuestra vida diaria, ¿sentimos la opresión económica, política, cultural? • ¿Tenemos hechos que nos sucedieron a nosotros que comprueban esta opresión? Leer Tb J, 9-20. Tobías, un judío exilado en Asiria, lucha contra la dominación y persiste en vivir la fe judía. • En nuestra vida, ¿encontramos situaciones parecidas a la de Tobías? • La opresión económica, política, cultural, etc., ¿trae dificultades a nuestra vida cristiana? • ¿Cómo podemos superar estas dificultades?

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2. EL IMPERIO ROMANO: LA PIRÁMIDE DE LA OPRESIÓN

La tierra de Israel fue blanco de disputas entre los imperios de Oriente y de Occidente, por ser un corredor de paso entre los dos mundos. Pompeyo, general del ejército romano, concretó las ambiciones del emperador de entonces, Julio César: integrando a su dominio Jerusalén y Judea.

Ejército: la fuerza bruta del imperio Cuando Judas Macabeo se alió con los romanos, alrededor del año 160 a.C., Roma aún no era un imperio. Estaba creciendo en importancia y volviéndose una nación cada vez más poderosa. Poco a poco los romanos fueron conquistando territorios que trasformaban en provincias. Su gran fuerza conquistadora era el ejército, numéricamente grande, estratégicamente bien organizado en legiones, fuertemente disciplinado e ideológicamente compacto. Como ya vimos, desde el año 148 a.C. los romanos fueron extendiendo su dominio sobre las regiones en torno del Mar Mediterráneo y en Europa. Con Pompeyo, por el año 67 a.C., el interés de Roma se volcó hacia el Oriente. Con la conquista de Siria, transformada en provincia romana, el imperio romano construyó el puente que le faltaba para extender el imperio hasta la antigua Mesopotamia, en los confines con el río Tigris. Esta política de expansión continuó con Julio César y con sus sucesores. Tributos: la forma clásica de la sumisión La forma clásica de sometimiento de los pueblos conquistados era el pago de tributos. Roma crecía y se enriquecía con los tributos de las naciones dominadas. Los productos del campo y de la industria manufacturera eran comercializados bajo el control romano, y los dividendos eran destinados al pago de los tributos. Éstos eran aceptados únicamente en moneda romana. Así el imperio garantizaba la supremacía de su moneda, amparada por el sistema de cobranza de los impuestos. Para evitar fugas y contestaciones al sistema, Roma contaba con su ejército. Con la fuerza de las armas imponía su política económica a los pueblos conquistados. Administración del Estado: el poder, del más fuerte Para administrar todo aquel vasto territorio, los romanos crearon una estructura compleja y eficiente. El poder era claramente jerárquico, con una rígida estructura piramidal. Todo el poder emanaba directamente de la divinidad del emperador, comandante supremo del Imperio y del ejército. Era algo común que el general más hábil llegara a ser emperador, después de la muerte de su antecesor. Esto, cuando la lucha por el poder no llegaba al asesinato del emperador por parte de alguno de sus generales. El Senado, con sede en Roma, era el órgano consultivo y deliberativo, sacerdotes del Templo del emperador, y estaba constituido por los consejeros de la corte, que conformaban una intricada lista de cargos y títulos, cada uno de los cuales implicaba una determinada jurisdicción y competencia, con su respectivo grado de poder y prestigio: gobernadores de provincias, etnarcas, tetrarcas, cónsules, procónsules, legados, procuradores, prefectos. La pirámide social La estructura piramidal del poder se reproducía en la estructura social y económica. En la cumbre de la pirámide social romana estaban los nobles: la corte imperial, los altos funcionarios del Estado como los senadores, y los generales del ejército. Ésta era también la clase rica del imperio. En el medio estaban los hombres libres, que eran considerados ciudadanos romanos. .Esta ciudadanía se adquiría, en primer

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lugar, por nacimiento de padre romano; en segundo lugar, por compra de este derecho; y, en tercer lugar, por concesión del emperador a algunas ciudades. Ésta era la clase media del Imperio.

En la base de la pirámide estaban los esclavos, todos los que no tenían el derecho de ser considerados ciudadanos romanos. Entre estos últimos estaban los pueblos conquistados, incluso Israel. Ellos no participaban de la política y no tenían acceso a la propiedad y a la libertad de movimiento. Su función en la sociedad era la de producir. Constituían la clase pobre y excluida del imperio. Su fuerza de trabajo alimentaba toda la estructura imperial. Algunos esclavos conseguían la libertad y pasaban a formar parte de la clase de los libertos, pero no eran considerados ciudadanos romanos. La religión: los "divinos" emperadores . El imperio romano era politeísta. Por lo general, dejaba que cada cual adorase y rindiese culto a los dioses que quisiese. Pero, ideológicamente, obligaba a los pueblos conquistados a rendir culto también a los dioses romanos. A partir de Octaviano, que se proclamó Augusto (31 a.C. -14 d.C.), también los emperadores romanos comenzaron a considerarse "divinos", es decir, semidioses, mereciendo por eso un culto a su imagen. En el caso de Israel, debido a su celo extremo por la religión monoteísta y a la absoluta prohibición de imágenes como objeto de culto, los romanos fueron más blandos en la exigencia del culto al emperador. Impusieron, sin embargo, el ofrecimiento diario de un sacrificio por el emperador en el Templo de Jerusalén, en sustitución del culto a él. Los judíos tuvieron de los romanos también otras concesiones: estaban dispensados del servicio militar obligatorio en las legiones, y tenían su propio tribunal, el Sanedrín, para juzgar los casos concernientes a los judíos. Pero el Sanedrín tenía un poder limitado: el juzgamiento de algunos delitos estaba reservado a los romanos, especialmente los que se castigaban con la pena de muerte. Recorriendo el período romano (1 a etapa: fin del Antiguo Testamento) 63-37 a.C.

Pompeyo (66-48 a.C.)En el verano del año 63 a.C., el general y cónsul romano Pompeyo conquistó la ciudad de Jerusalén. Así puso fin a la disputa suscitada por el poder en Judea, y que venía desde los tiempos de Juan Hircano (34- 04 a, C.). Jerusalén se había vuelto un puente estratégico de suma importancia en el Oriente Medio para quien desease controlar no sólo la región, sino también las vías de comunicación entre el Occidente y el Oriente, y entre Europa y África. Para la geografía de la época, esto significaba controlar el norte y el sur, el este y el oeste. Los romanos sabían que los judíos eran muy celosos defensores de las tradiciones culturales y religiosas de su tierra. También sabían que los judíos estaban esparcidos por todas las regiones ya conquistadas, donde mantenían fuertemente el ideal de la unidad en torno a la Ley o Torá. Fue justamente a causa de la defensa de su religión que los Macabeos habían pedido ayuda a Roma contra la tiranía de los Seléucidas, extremadamente intolerantes en cuanto a la religión judía. Esta característica de los judíos los hacía una nación peculiar, comparada con las otras naciones conquistadas. Una oposición abierta respecto de los judíos podía echar a perder los planes romanos para controlar la región. Por eso, Pompeyo no transformó inmediatamente a Judea en una provincia romana, como había sucedido con los otros pueblos conquistados. La estrategia de dominación tuvo que ser diferente para el caso judío. El control romano se dio por medio de los nombramientos para los cargos importantes en Judea, especialmente para el cargo de sumo sacerdote. El poder en Judea: la religión subyugada

Cuando Pompeyo llegó a Jerusalén, encontró una situación bastante complicada en lo que atañe al ejercicio del poder. Quien mandaba en Judea era Aristóbulo II (67-63 a.C.). Pero su poder no gozaba de

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legitimidad, porque había usurpado el trono de su hermano, Hircano. La disputa por el poder judío comenzó en el año 67, con la muerte de la reina madre, Alejandra (76-67 a.C.). Hircano II, hijo de Alejandra, había sido nombrado por ella sumo sacerdote. Cuando ella murió, Hircano II le sucedió como rey, dejando el cargo de sumo sacerdote. Pero su hermano Aristóbulo lo destituyó y se autoproclamó rey y sumo sacerdote. En el año 65 a.C., Hircano II se alió con Aretas III, rey de Nabatea, y sitió Jerusalén, tratando de retomar el poder usurpado por su hermano. Pero la llegada de Pompeyo a la región hizo que se retirara. Esto dio a Aristóbulo la oportunidad de vencerlos después, confirmando su poder en el trono de Judea. En este contexto, Pompeyo necesitó actuar políticamente. Para garantizar la política de "alineamiento" con los intereses de Roma, el general romano nombró como sumo sacerdote y gobernador a Hircano II, hijo de Alejandra. La medida miraba a garantizar que la religión judía, por la cual los judíos se mostraban recelosos, pudiese estar "bajo control", además de satisfacer al pueblo que no veía con buenos ojos el gobierno de Aristóbulo, considerado ilegítimo. Pompeyo puso fin al reinado de Aristóbulo II y lo llevó a Roma, juntamente con su hijo Antígono. Pero Hircano II no fue repuesto como rey en Jerusalén. Sólo volvió a ocupar un cargo importante, pero con un poder limitado. Durante el período que ejerció este cargo, del año 63 al 40 a.C., quien administraba de hecho la Judea era su ministro, el idumeo Antípatro. En este período, los últimos asmoneos (sucesores de los Macabeos) intentaron rebelarse y tomar el poder en Jerusalén, pero fueron derrotados.

Parece que Israel estuvo de alguna forma bajo la jurisdicción de Siria, ya transformada en provincia romana. Es lo que indica el hecho de que, durante el gobierno de Gabinio en Siria (57-55 a.C.), éste quiso dividir el territorio de Israel en cinco distritos administrativos, cada uno de ellos administrado por un Sanedrín local. Sin embargo, tal tentativa duró poco, pues el fuerte sentimiento de unidad del pueblo judío la volvió pronto irrealizable. Julio César (48-44 a.C.) En el año 48 a.C., Pompeyo fue derrotado por Julio César en Farsalia, Grecia, y luego asesinado en Egipto. Julio César mantuvo la política de no someter directamente los judíos al dominio romano, sino de controlar los cargos públicos de Judea, nombrando a aquellas personas de las cuales pudiese obtener apoyo, confirmando a Hircano II en el cargo de etnarca, es decir, de gobernador de Judea, y a Antípatro como su administrador. En consideración de la ayuda recibida de los judíos, Julio César les cedió el control de la ciudad de Jaffa y de las ciudades de la llanura de Esdrelón. A partir de allí, Antípatro se transformó en un verdadero procurador romano en Judea. Nombró a su hijo mayor, Fasael, como gobernador de Jerusalén, y al hijo menor, Herodes, como estratega de Galilea, es decir, como una especie de general superior. Esto significaba que Herodes tenía una milicia romana bajo sus órdenes. Su primera acción fue sofocar la rebelión de Ezequías, entre los años 47 y 41 a.C. En el año 44 Julio César fue asesinado en Roma, y Marco Antonio subió al trono en su lugar.

Marco Antonio (41-30 a.C.) Marco Antonio era miembro del triunvirato. Así, después de asumir el gobierno del Oriente, nombró a Herodes gobernador de Galilea y de Perea, aumentando aún más su poder. En el año 40 a.C. los partos, venidos de Persia, invadieron Siria y Judea, y tomaron Jerusalén, dominando la región hasta el año 38 a.C., cuando fueron expulsados por los romanos. Cuando los partos estaban en el poder, nombraron como rey de Judea y sumo sacerdote a Antígono, hijo de Aristóbulo. Entonces, Herodes huyó a Roma. Hircano II fue depuesto y mutilado (para que no pudiera ser sumo sacerdote). A fines de ese año, el Senado romano nombró a Herodes rey de Judea, pero éste pudo ejercer como tal sólo después de

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vencer a Antígono y tomar Jerusalén con la ayuda de Sosia, gobernador romano de Siria, en el año 37 a.C. El reinado de Herodes el Grande (37-4 a.C.) Herodes era hijo de Antípatro, idumeo. Su madre era nabatea. Por tanto, él tenía una lejana descendencia abrahámica, por intermedio de Esaú, llamado también Edom, hermano de Jacob (Gn 25, 30; Dt 23, 8). Nació en Ascalón, que en aquella época era una ciudad griega, a orillas del Mediterráneo. En su formación, por tanto, asimiló la cultura griega. Además, la población de Idumea ya había sido obligada por Hircano a convertirse al judaísmo, aceptando la circuncisión y la anexión a la nación judía. Estas informaciones son importantes para legitimar la autoridad de Herodes delante del pueblo, y llegan a transformarse en una ideología para justificar su poder. Después de la caída del reino de Judea, en la época del dominio persa, esta región se hizo conocida como 1ª provincia de Transéufrates y, más tarde, como Judea. Para simplificar y al mismo tiempo identificar mejor la tierra del pueblo de la Biblia, la vamos a llamar siempre con el nombre de "tierra de Israel", teniendo presente que, a lo largo de su historia, tuvo nombres diferentes, abarcando diferentes extensiones geográficas. El nombre de "Palestina" le fue dado por los romanos a toda la región a partir del año 132-135 d.C., y no sólo a la faja del litoral ocupada por los filisteos, cuya tierra era ya conocida con este nombre desde el año 1200 a.C. Herodes subió al trono de Jerusalén en el año 37 a.C. y reinó hasta el año 4 d.C. Se casó cinco veces: con Doris, griega, quien le dio el hijo Antípatro III; con Mariamne I judía, nieta de Hircano II, de la que nacieron Aristóbulo y Alejandro; con Mariamne II, judía, hija del sumo sacerdote Simeón, de la que nació Filipo I, llamado también Herodes; con Maltaké, samaritana, de la que nacieron Arquelao y Herodes Antipas; y, finalmente, con Cleopatra VIII, egipcia, de la que nació Filipo II. En el año 23 a.C. la autoridad de Herodes se extendió sobre la Traconítida o Traconitis, la Batanea y la Avaranítida, y, en el año 20, sobre la Parea. Estas regiones se encontraban en la parte oriental, al este y noreste del Jordán, en la antigua Transjordania, en dirección a Siria. Herodes, el represor

En el año 31 a.C. Octaviano se hizo cónsul absoluto de Roma, después de haber derrotado a Marco Antonio en la batalla naval de Accio. A partir del año 27 comenzó a llamarse Augusto, asumiendo el título de emperador. Durante su reinado instauró la política de la "Pax romana", según la cual eran eliminados sistemáticamente todos los adversarios del imperio. El objetivo de la política de Augusto era el de aniquilar cada foco de rebelión o perturbación del orden, para garantizar "la paz", es decir, la perpetuación del sistema. Consideró a Herodes como a un "rey aliado", ciertamente a causa de su rígida conducta que correspondía a la política del emperador.

El gobierno de Herodes fue extremadamente represor, dentro de la más perfecta sintonía con la "pax romana" de Augusto. Herodes era, en cierta forma, el "brazo de Augusto" en Judea. En el año 30, Herodes ejecutó a Hircano II, quien gobernara Judea antes de ser depuesto y mutilado por los partos (40 a.C.). En el año 29 ejecutó a su propia mujer, Mariamne I. En los años 9-8 a.C., quiso capturar a un grupo de rebeldes de la Traconítida que había sido acogido por el ministro Sileo, de la Nabatea. Entró en territorio nabateo, causando la rebelión de Sileo, quien se quejó ante Augusto, del cual recibió apoyo. Esto causó grandes estragos en las relaciones de Herodes con Roma, al menos durante algún tiempo. Tal vez para revertir esta situación y mostrar que estaba alineado con la política de Augusto, en el año 7 a.C. Herodes mandó estrangular a Aristóbulo y Alejandro, los dos hijos que había tenido con

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Mariamne I. Esta crueldad sólo se explica con la ambición por el poder y combina con el perfil de Herodes trazado en el evangelio de Mateo (Mt 2, 1-9). Herodes, el constructor Herodes emprendió muchas construcciones en la tierra de Israel tal vez por eso recibió el título de "el Grande", a pesar de haber sido muy cruel. Sus obras más importantes fueron las siguientes: en el año 30 construyó la Fortaleza Antonia, y, en el año 23, el Palacio de la ciudadela alta, donde residía, ambas construcciones en Jerusalén; construyó también, en la capital, tres torres vigía, llamadas por él mismo con los nombres de Mariamne, Fasael e Ipica; en el año 23, incluso, fundó la ciudad de Cesarea, en el litoral marítimo, en homenaje al César, y allí construyó un puerto artificial, pues la costa mediterránea de Israel no tenía puertos naturales; reconstruyó igualmente las ciudades de Antipátrida, en la planicie de Sarón (Hch 23, 31), Fasaélida (o Fasaelis), en el valle del Jordán, y la antigua ciudad de Samaría, que rebautizó con el nombre de Sebaste, que es el correspondiente griego del nombre de Augusto, también en homenaje al emperador. Allí Herodes construyó un templo dedicado al emperador, quien se había declarado "divino".

Las construcciones de Herodes continuaron. Mandó construir en Jericó, junto a un torrente, camino a Jerusalén, un conjunto residencial de tres palacios: uno, de estilo griego, era para la administración y los servicios; otro, de estilo asmoneo, tenía salas de recepción, piscinas y jardines; el tercero, de estilo romano, servía de residencia, con jardines, patios, balcones, salas de recepción, termas, y una gran piscina de 90 x 42 metros para juegos náuticos. Construyó también la ciudadela-fortaleza de Masada -en lo alto de un monte de difícil acceso, próximo al Mar Muerto- y el palacio-fortaleza de Herodion (o Herodium), situado en las inmediaciones de Belén, entre Jerusalén y el Mar Muerto. La obra más importante de Herodes fue la construcción del Templo de Jerusalén, que había sido saqueado por M. Licinio Craso en el año 54, y que probablemente, en esa misma ocasión, resultó en parte destruido. Herodes inició esta reconstrucción cerca del año 20 ó 19 a.C. Según Jn 2, 20 las obras habrían durado 46 años, lo que sitúa su conclusión por el año 26 ó 27 d.C. ¿Es suficiente esto para imaginar el costo de tantas construcciones? ¡Todo esto exigía del pueblo el pago de impuestos muy elevados! La fecha del nacimiento de Jesús

Existen diversos indicios históricos de que, en los últimos años del reinado de Herodes el Grande, hubo un censo ordenado por el Imperio romano. El texto de Lev 2, 1-2 hace referencia a un empadronamiento hecho "siendo gobernador de Siria Cirino". Los datos históricos respecto de Cirino lo sitúan entre los años 12 y 6 a.C., aunque Flavio Josefo lo sitúa en el año 6 d. C. Puede haber sido como una reacción a este empadronamiento que más de 6.000 fariseos se negaron a prestar juramento a Augusto, en el año 7 ó 6 a. C. Otra hipótesis es la de que haya habido más de un censo en fechas muy próximas, tal vez complementándose el uno con el otro.

Según la información de Mt 2, 16.19 Herodes murió al menos dos años después del nacimiento de Jesús. Ya que su muerte se dio en el año 4 a.C., se debe concluir que el nacimiento de Jesús sólo puede haberse dado, de hecho, antes de esta fecha, o sea, entre los años 7 y 6 antes de nuestra era.

La reacción popular a la política herodiana

Los 33 años del reinado de Herodes fueron marcados por una total sumisión a los dictámenes de Roma, siguiendo la política de la 'pax romana' y adulando a los emperadores. Antes de Herodes, los romanos

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estaban distantes, pero no indiferentes ni ausentes a la política de la región de Israel. Herodes el Grande fue el primero en ser considerado "rey" de Judea por los romanos. En su gobierno, la presencia y la intromisión romanas en los asuntos de Israel se volvieron mucho más evidentes. Los judíos no aceptaron pacíficamente esta intromisión extranjera, negándose a prestar juramento a Augusto. Según Flavio Josefo, fue Saturnino, gobernador de Siria entre el año 9 y 6 a.C., quien hizo el censo de Judea durante el cual nació Jesús. Esta información confirma la fecha del nacimiento de Jesús hasta el año 6 a.C.

La cuenta actual de los años de la 'era cristiana' parte del nacimiento de Jesús, según los cálculos hechos por el monje Dionisio el Pequeño, en el siglo VI. Éste se basó en Lucas para atribuir a Jesús 30 años exactos cuando empezó su ministerio público (Lc 3,23). El "decimoquinto año de Tiberio" (Lc 3, 1), según el calendario romano, corresponde al año 782/783. Así, descontando los 30 años que Jesús ya había vivido, tenemos el año 752/753, el cual fue considerado por Dionisio como el año uno, inicio de la era cristiana. Pero, en el año decimoquinto de Tiberió, Jesús ya debía tener al menos 33 años, tal vez incluso 37. Dionisio erró por poco, con un margen de tres a siete años, como lo demuestra la rebelión de los fariseos en el año 7 ó 6 d.C.

Para seguir la reflexión• En el imperio romano las personas tenían dificultades: represión del ejército, tributos, corrupción política, asesinatos, religión manipulada, grandes construcciones. • La pirámide y el imperio romano, ¿nos recuerdan hechos de nuestra sociedad actual? Leer Lev 2, -7. José y María van a Belén a inscribirse en el censo, que era una exigencia del imperio romano para el cobro de los tributos.

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3. ISRAEL DA LA VIDA POR LA FE

Herodes el Grande fue, durante muchos años, el brazo de hierro del imperio romano en Judea. A su muerte, los hijos dieron continuidad a la dinastía herodiana yola política de vasallaje al gran señor del mundo de esa época: Octaviano Augusto, emperador de Roma. La máxima expresión de la dominación romana era el pago de tributos

El empadronamiento de la población tenía el objetivo de actualizar la cuantía de los tributos a ser pagados al Imperio. Roma dejaría en paz la Tierra de Israel desde el momento en que le pagara el tributo al "augusto señor de toda la tierra". En la medida en que crecían el inconformismo y la posibilidad de evasión e incluso de rebelión contra el pago de los tributos, se hizo necesaria la instalación de tropas romanas en diversos puntos estratégicos del país. La fortaleza Antonia, construida por Herodes en Jerusalén, debía tener esa finalidad, es decir, alojar a una milicia romana.

En el último año de Herodes, sin embargo, el descontento del pueblo con los romanos creció todavía más con la introducción en el Templo de un águila de oro, símbolo del imperio romano. Para los judíos conscientes, eso era una profanación y la prueba incontestable de la pérdida efectiva de su soberanía y libertad. El episodio generó protestas que repercutieron algunos años después durante el gobierno de Arquelao.

La sucesión de Herodes

En el año 4 a.C., Antípatro, el hijo mayor de Herodes y de Doris, su virtual sucesor en el trono, fue ejecutado. Herodes escribió un testamento a favor de sus otros hijos: Arquelao y Herodes Antipas, nacidos de Maltaké; y Filipo II, nacido de Cleopatra VIII. Herodes murió en la residencia de Jericó, a fines de marzo o comienzos de abril del año 4 a.C. Su hijo Arquelao trasladó su cuerpo al Herodion. A finales de este mismo año, Augusto confirmó el testamento de Herodes, pero no le dio a Arquelao el título de rey, volviéndose éste etnarca, es decir, gobernador de Judea, ldumea y Samaría, desde el año 4 a.C. hasta el año 6 d.C. Su hermano Herodes Antipas fue nombrado tetrarca (gobernador de la cuarta parte de una provincia) de Galilea y Perea, al este del Jordán (4 a.C-39 d.C.). Filipo II, por su parte, fue tetrarca de la Gaulanítida, la Batanea, la Traconítida y la Avaranítida, así como del distrito de Parea , desde el 4 a.C. hasta el 34 d.C.

Herodes tenía una hermana llamada Salomé, que también heredó dos pequeñas áreas del reino herodiano. Se trataba de las ciudades de Azoto (Asdod) y Yamnia, en el litoral mediterráneo', y Fasaélida (Fasaelis), en el valle del Jordán. Las ciudades de Gaza, Gadara, Hippos Y Eblus fueron anexadas a la provincia de Siria. Ascalón, ciudad griega en la orilla del Mediterráneo y tierra natal de Herodes el Grande, quedó fuera de la jurisdicción de sus sucesores.

El gobierno de Arquelao en Judea, Idumea y Samaría (4 a.C. - 6 d.C.)

Arquelao era hijo de Herodes el Grande y de Maltaké, la samaritana. Su padre pretendía que él recibiese el título de rey, sucediéndole. Pero Arquelao recibió tan sólo el título de etnarca de Judea, Idumea y Samaría. Sin duda Samaría fue incluida en su jurisdicción porque su esposa era samaritana. Él podría contar allí con la simpatía de los samaritanos, que desde el siglo V a.C. venían apartándose de los judíos. Su gobierno, sin embargo, fue marcado por intensas rebeliones, reprimidas violentamente. Su fama de cruel como su padre es señalada en Mt 2, 22. Esto hizo que José tuviera miedo de habitar en Judea, prefiriendo residir en Galilea, que estaba fuera del dominio de Arquelao.

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En la Pascua del año 4 a. C., pocos días después de la muerte de Herodes, Arquelao reprimió una revuelta en Jerusalén y luego partió rumbo a Roma, para recibir la investidura real. Quería agradar a los romanos con su "hoja de servicio", mostrando que estaba dispuesto a seguir aliado con los intereses de Roma. Pero no recibió el título de rey como deseaba.

En ese mismo año, incluso, Sabino, procurador financiero de los bienes de Augusto, fue a Jerusalén a inventariar los recursos del reino dejado por Herodes. Encontró una fuerte oposición por parte de los judíos. Estallaron disturbios en todo el país. Es en este contexto que debe situarse la rebelión de Judas, el Galileo, citada en Hch 5, 37, Y la del fariseo Sadoq. Ambos predicaban rechazar la obediencia y el pago de impuestos a Roma. Sabina pidió ayuda a Quintilio Varo, entonces gobernador de Siria (6 a.C. -4 d.C.). Éste desencadenó una intensa persecución de los rebeldes en toda la tierra de Israel. Dos mil revoltosos fueron crucificados.

En el año 6 de nuestra era, Arquelao fue depuesto por Augusto y enviado al destierro en Viena, en la provincia romana de Galia. Su deposición puede haber sido estratégica: por un lado, las constantes insurrecciones del pueblo mostraban un descontento con su gobernante, alineado con los romanos; por el otro, la necesidad de la intervención de tropas extranjeras para reprimir las rebeliones mostraba su incapacidad para asegurar las riendas de la región en los momentos de crisis. A partir de allí, Judea pasó a ser una provincia romana, gobernada por un Procurador apoyado por una milicia. Su sede fue establecida en Cesarea, en el Mediterráneo. Su jurisdicción incluía a Samaría. Esta situación perduró hasta el año 41 d.C. Por tanto, Judea, Idumea y Samaría dejaron de ser el Estado judío asmoneo que quedó del antiguo Estado de Israel, nacido en los tiempos de la monarquía. Ahora, se volvieron claramente una porción del gran imperio de Augusto, gobernada directamente por un Procurador. Éste era el "representante oficial y personal" de los intereses imperiales en el país. La situación cambió tanto que, desde el punto de vista territorial, ya no se reconocía lo que sería la "Nación", como había sido el antiguo reino de Israel en la época de David y de Salomón.

El gobierno de Herodes Antipas en Galilea y en Perea (4 a.C.- 39 d.C.)

Del antiguo reino de Herodes, su hijo Herodes Antipas, hermano de Arquelao, heredó la Galilea y la Perea. Pero tampoco recibió el título de rey, sino de tetrarca. Su gobierno duró mucho tiempo, al contrario del gobierno de Arquelao, tal vez por el hecho de llevar una política de total servilismo a los intereses de Roma. Alrededor del año 17 d.C., fundó y construyó la ciudad de Tiberíades, a orillas del lago de Galilea, en homenaje al emperador Tiberio: esta ciudad tenía un estilo griego, y fue construida sobre un cementerio, lo cual la volvía impura por naturaleza. En ella había un palacio real, un estadio para los juegos y una inmensa sinagoga.

Antipas también era inescrupuloso y violento, como lo demuestra el episodio del encarcelamiento de Juan Bautista, alrededor del año 27 d.C., y su posterior decapitación, decretada por él. Pero parecía que alimentara una cierta flexibilidad frente al movimiento de resistencia representado por Juan, porque le gustaba oírlo, considerándolo un hombre justo y santo (Mc 6, 17-20) Y respetando la admiración que el pueblo tenía por él, a quien consideraba un profeta (Mt 14, 5). Estaría allí la diferencia de actitud entre Antipas y Arquelao, lo cual también explicaría su larga permanencia en el poder. El pivote del enfrentamiento de Juan con Herodes fue su matrimonio con Herodías, entonces esposa de su hermano por parte de padre, Herodes (Filipo I), hijo de Mariamne II. Este episodio será profundizado en el próximo estudio.

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El gobierno de Filipo II al este y noreste del Jordán (4 a.C. - 34 d.C.)

Hijo de Herodes el Grande y de Cleopatra VIII, Filipo II heredó del padre la tetrarquía de Gaulanítida, Batanea, Traconítida y Avaranítida. Se le añadió el distrito de Parea. No debe ser confundido con su hermano por parte de padre, Filipo I, hijo de Mariamne, llamado también Herodes por Josefo, y citado en el caso del adulterio denunciado por Juan Bautista (Mc 6, 17).

Su gobierno también fue, por lo visto, bastante prorromano: embelleció la ciudad de Julia, en homenaje a Julio César. Esta ciudad, ubicada en la margen oriental del Lago de Galilea, más tarde vino a llamarse Betsaida. Después construyó Panea (Panion), que luego llamó. Cesarea, esta vez en homenaje al emperador César Augusto. Esta ciudad, que en los Evangelios es llamada Cesarea de Filipo, se distingue de la otra Cesarea, la Marítima, ciudad portuaria construida por Herodes el Grande junto al Mediterráneo. Fue en Cesarea de Filipo que Pedro declaró su fe en Jesús: "Tú eres el Cristo" (Mc 8, 27-30).

Filipo II no tuvo influencia directa en los acontecimientos que marcaron la vida de Jesús y de las comunidades cristianas. Murió, sin dejar herederos, en el año 33 ó 34 d.C. Su tetrarquía fue anexada a la provincia de Siria por el emperador Tiberio.

Los procuradores romanos en Judea entre el año 6 d.C. y el año 41 d.C.

Con la deposición y el destierro de Arquelao en el año 6 d.C., su territorio, constituido por Judea, ldumea y Samaría, pasó a ser una provincia gobernada por un Procurador romano, según hemos visto. El primer Procurador fue Coponio (6-8 d.C.). En este período, probablemente, Anús, hijo de Set, llegó a ser sumo sacerdote en Jerusalén, ejerciendo este cargo hasta el año 15 d.C. Esta investidura volvió a ser, nuevamente, la mas alta función política en Israel, ejercida por los propios judíos. Era en aquella ocasión el único cargo reconocido y legitimado reservado a los judíos. Pero también allí los romanos "metían la nariz".

Otro Procurador fue Valerio Grato (15-26 d.C.). En este tiempo ya era emperador Tiberio (14-37 d.C.). Valerio depuso a Anús, al que le sucedieron rápidamente otros tres sumos sacerdotes; hasta que en el año 18 d.C. asumió el cargo José, llamado Caifás, yerno de Anás. Éste ejerció el cargo de sumo sacerdote hasta el año 36 d.C. Pero era su suegro quien de hecho ejercía esa importante función, debido a su prestigio entre los judíos (Lc 3, 2). Poncio Pilato fue Procurador de Judea del 26 al 36 d.C. Ya que residía en Jerusalén, ha surgido una duda de si sería Procurador de toda la región, como sus predecesores, o sólo de Jerusalén. Todo indica que esta ciudad era el fulero de la política y medía la temperatura de las relaciones entre los judíos y los romanos. No es absurdo pensar que los romanos tuvieron que establecer un estatuto político particular para la ciudad. Con todo, su importancia estratégica puede haber determinado el cambio de la sede procuratorial de Cesarea Marítima a Jerusalén.

Una cosa es cierta: la presencia de Pilato y, obviamente, del ejercito imperial en Jerusalén, hacia aún más patente para los judíos la total sumisión de Israel al Imperio. Poco a poco el pueblo volvió a ser explotado, como en los viejos tiempos de Egipto. Volvió a no tener libertad y autonomía política, como en los viejos tiempos de Babilonia. Las circunstancias exigían de nuevo un libertador, un Mesías. ¿Quién podría asumir este papel?

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Para continuar la reflexión

El imperio romano trató de manipular la fe de Israel, profanando el Templo con un águila de oro, símbolo del emperador. Viendo la opresión y el sufrimiento del pueblo, muchos judíos reaccionaron en defensa de la vida y de la fe, y el ejército crucificó a 2.000 rebeldes. En pequeños grupos o en el plenario, dialogar sobre lo siguiente: • Actualmente, en nuestro país, ¿hay intentos de los poderosos por manipular la fe del pueblo? • ¿Por cuáles motivos los dominadores tienen interés en esta manipulación? Leer Hch 5, 33-37. Diálogo de síntesis • Los medios de comunicación de ahora, ¿cómo presentan a los grupos que reclaman sus derechos? • ¿Qué relación hay entre clamar por la justicia y los derechos, y entregar la vida por la fe?

4. REACCIONES DE LOS JUDÍOS FRENTE AL PODER ROMANO

La presencia del imperio romano en el Oriente Medio, sobre todo en Judea, no fue pacífica. En esa época, surgieron diferentes grupos: algunos aliados con Roma, otros de resistencia a su dominio.

a) Los diversos grupos existentes en la época

Algunos grupos, como los herodianos y los saduceos, estaban a favor de los romanos; sin embargo, otros como los fariseos, los zelotas o zelotes y los esenios, se opusieron a la ingerencia política y sobre todo religiosa en Judea.

Herodianos: los aliados La palabra herodiano viene evidentemente del nombre de Herodes. Se trata de los seguidores y simpatizantes de este rey y de su dinastía. Los herodianos estaban a favor de la política romana, dominante en esa época. Ellos apoyaban la dinastía de Herodes, defendiendo el reconocimiento de su hijo Herodes Antipas, tetrarca de Galilea, como el legítimo "rey de Israel". Este grupo sería conocido más tarde como "el partido de los herodianas" (Mc 3, 6; Mt 22, 16). Herodes el Grande tenía en su contra la inconformidad del pueblo, por no ser de descendencia davídica ni asmonea, siendo hijo de padre idumeo y de madre nabatea.

Sus matrimonios con varias mujeres, descendientes de antiguos líderes apoyados por los judíos en el pasado, podrían conferirles a sus hijos, al menos en parte, el estatus de ciudadanos de Judea, que él mismo no tenía. Siendo Herodes un rey tan cruel y violento, es de maravillarse de que hubiese gente a su favor. De todos modos, la mayoría del pueblo no era favorable a su política de sumisión a los intereses romanos, que daba legitimidad y apoyo a su continuidad en el poder.

Fariseos: los guardianes de la fe judía

El origen de los fariseos parece remontarse a los asideos (1M 2, 42)6, grupo de judíos piadosos, muy adheridos a la fiel observancia de la Torah, frente a la amenaza de helenización impuesta por la política intolerante de los Seléucidas, a partir del siglo II a.C. Los asideos se unieron al movimiento rebelde liderado por la familia de los Macabeos, también deseosa de salvar al judaísmo de la torpe influencia del helenismo y de la ingerencia política de los sirios (Seléucidas) en la vida de los judíos.

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Los fariseos son jefes espirituales del pueblo de Israel en la época del segundo Templo, desde el inicio hasta el final del siglo I. Se cree que su doctrina tenía sus raíces en los tiempos de Esdras y Nehemías: de ahí su celo por la Torah. Sus miembros se dedicaban al estudio y la observancia de la Ley mosaica y sus tradiciones, especialmente las del sábado, la pureza ritual y los diezmos. En relación con el gobierno de Juan Hircano I, ellos comenzaron a oponérsele, a causa de su política filohelenista, y por haber usurpado el sumo sacerdocio. Los fariseos, aunque defensores de la teocracia, políticamente eran moderados frente al dominio romano, si se compara su actitud con la férrea oposición de los zelotas, por un lado, y el apoyo de los saduceos, por el otro, a los romanos. Eran progresistas en cuanto a las creencias religiosas: creían en la existencia de los ángeles, en la resurrección y en la inmortalidad (Mt 22, 23-33; Hch 23, 6-10). Estas creencias en Israel se consolidaron mayormente a finales del período del Antiguo Testamento, siendo rechazadas por la línea más conservadora, apegada a las tradiciones antiguas. No eran aceptadas unánimemente por los judíos. Los fariseos gozaban de gran prestigio y liderazgo entre el pueblo. Jesús no condenaba su doctrina (Mt 23,3), sino la hipocresía y soberbia de algunos de ellos (Mt 23, 13-36) que despreciaban al pueblo y lo consideraban "ignorante" (Lc 18,9-14).

¿Liberalismo o rigorismo? Entre los años 18 y 15 a.C., surgieron los fariseos Hillel y Shammai Cada uno de ellos fundó su "escuela", y las dos "escuelas" se volvieron rivales la una de la otra: cada una tenía sus discípulos, que recibían la instrucción sobre la Torah basada en la interpretación que los "maestros" (rabbí) hacían de ella. Buscaban aplicar sus preceptos a los casos más diversos: Hillel era más liberal, mientras que Shammai era más rigorista. Ellos dieron origen a la institución de los "rabinos", que adquirió mayor importancia en el judaísmo posterior.

En los tiempos de Herodes el Grande, las relaciones de los fariseos con la política parecían haber dado un giro de 180 grados. Si en la época de los Macabeos ellos habían recibido con agrado la ayuda militar de los romanos solicitada por Judas Macabeo para defender la soberanía de Israel, ahora, en los tiempos de Herodes, es la propia ingerencia de Roma la que amenaza y molesta al pueblo judío. Ya que Herodes se aliaba con la política romana, es lógico pensar que los fariseos no lo apoyasen, al menos en este campo. Esto lo confirma el hecho de que más de 6.000 fariseos rechazaron prestar juramento al emperador Augusto en el año 7-6 a.C.

La colocación del águila de oro en el Templo de Jerusalén, en el año 4 a.C., debe haber causado la rebelión de los fariseos, celosos defensores de la pureza del Templo, el lugar más sagrado de los judíos. Pero su rebelión ya no se traducía en guerrilla armada, como en los tiempos de los Macabeos. La solución, para ellos, estaba en que cada cual obedeciera a los preceptos de la Ley punto por punto. Esto bastaría para que Dios bendijera y defendiera al pueblo, garantizando su libertad y su bienestar. Los que no ponían en práctica la Ley eran, por tanto, los responsables de la desgracia de la nación. Los fariseos, pues, esperaban que Dios castigara a los "pecadores y malos" y salvara a los "buenos y justos".

Zelotas: la pasión por la libertad

Este nombre deriva del griego "zelotés", que significa "celador", celoso defensor de una convicción propia cuando ésta es amenazada. Los zelotas o zelotes habían surgido en la época de la rebelión de Judas el Galileo y del fariseo Sadoq, en el año 4 de nuestra era, durante el gobierno de Arquelao. Su celo por la libertad del pueblo del dominio romano y por la "limpieza" política expulsando a los entrometidos extranjeros los llevó a recurrir a la rebelión armada como camino de instauración del nuevo reino mesiánico. Los zelotas formaban un partido revolucionario y nacionalista. Sus miembros eran fanáticos opositores de la dominación romana. Su ideal era el de establecer una teocracia,

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expulsando por la fuerza a los dominadores extranjeros (Hch 5, 37). Por eso fueron duramente reprimidos y masacrados por los romanos, justamente por representar la forma más peligrosa del movimiento judío contra los intereses del imperio romano. Su existencia comprueba que los judíos no aceptaron pasivamente la dominación romana. Aun con toda la represión, sobrevivieron como movimiento hasta muchos años después, en la época del ministerio de Jesús. Simón, uno de los doce Apóstoles, era zelota (Mtl 0,4; Lc 6, 15).

Esenios: los penitentes

Alrededor del año 150 a.C., en plena efervescencia del movimiento Macabeo, nacía otro grupo dentro del judaísmo: los esenios. Eran una especie de monjes judíos: fundaron una comunidad en el desierto de Judea, próximo al Mar Muerto, en una localidad llamada Qumrán. Allí vivían en el más absoluto respeto a la Ley mosaica, pero en una línea divergente de la de los fariseos. De hecho, según Josefo, su origen parece remontarse a los asideos (cf 1M 2, 42), pero no son mencionados en la Biblia. Con el descubrimiento de los manuscritos del Mar Muerto (1947) y de las ruinas de Qumrán, se hicieron conocidas las costumbres y la doctrina de los esenios y su posible relación con los fariseos. La comunidad tenía sus propias reglas, generalmente muy austeras, buscando el ascetismo. Los esenios no apoyaban la rebelión de los Macabeos, por considerar que era únicamente de tipo político, una pelea por el poder. Se consideraban "el resto" elegido de Israel, separado de la sociedad "perdida" que, según ellos, ya no tendría remedio. Esperaban la venida del Mesías llevando una vida de vigilancia, oración y penitencia.

Los candidatos a la vida comunitaria de los esenios pasaban por un período de un año de preparación para ser admitidos en la comunidad, y de dos años de formación. Eran aprobados como miembros después de un juramento, y recibían una doctrina secreta. Practicaban la pobreza, la castidad y la obediencia a un superior. Hacían abluciones rituales y oraciones matinales. Veneraban a Moisés y a los ángeles. Observaban el sábado, pero estaban alejados del culto del Templo. Además de los celibatarios, había los casados que abrazaban gran parte del ideal religioso de la secta. Según algunos, Juan Bautista habría sido miembro de la secta de los esenios (Lc 1,60; 3, 1-21). Esta hipótesis, sin embargo, no es segura.

El movimiento de los esenios es muy importante bajo diversos aspectos, pero sobre todo para los estudios bíblicos, porque ellos dejaron muchos escritos bíblicos y sobre la vida de su propia comunidad. En las grutas próximas al "monasterio" fueron encontrados todos los libros del canon de la Biblia hebrea, excepto el libro de Ester; los Targumín; escritos apócrifos, como el libro de Henoc; el libro de los Jubileos; y otros escritos. Además de los escritos bíblicos se encontró la "Regla de vida" de la Comunidad, comentarios sobre los profetas bíblicos, sus historias, visiones e himnos.

Saduceos: la élite manipulada y manipuladora

Los saduceos formaban un partido religioso y político, cuyo nombre se relaciona con Sadoq, el Sumo sacerdote colocado por Salomón en lugar de Abiatar (1 R 2, 35). Los saduceos se separaron de los fariseos cuando Jonatán, hermano de Judas Macabeo, usurpó el Sumo sacerdocio en el año 152 a.C. Desde entonces los saduceos se volvieron adversarios de los fariseos, de los cuales se distinguían por las creencias religiosas. Sus convicciones religiosas tendían a negar lo sobrenatural (Mt 22, 23; Mc 12, 18; Hch 23, 6-10). Sólo aceptaban estrictamente la tradición escrita, en particular la del Pentateuco, afirmando que no encontraban allí la doctrina de la resurrección de la carne (2M 7,9).

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En política, los saduceos apoyaban la dominación romana y controlaban el nombramiento de los Sumos Sacerdotes. Constituían, por eso, una especie de élite en la sociedad judía, pues se asociaban más al poder económico, beneficiándose de él. No aceptaban las tradiciones orales judías, apegándose sólo a lo que está escrito en la Ley. Por eso no creían en los ángeles ni en la resurrección. Quien vive en la abundancia material no ve mucha necesidad de una redención venida del más allá. Su concepción del Mesías jamás incluiría un cambio de "estatus social" de rico a pobre. No esperaban cambios, pues la situación les era muy favorable.

b) Un escrito de la época romana anterior a la era cristiana

Del año 63 a.C. al año 27 d.C. sólo tenemos noticia de la aparición de un único libro del Antiguo Testamento: el de la Sabiduría, alrededor del año 50 a.C. El período de la dominación romana se extendió hasta el año 135 d.C., y en ese período surgieron los escritos del Nuevo Testamento.

El Antiguo Testamento se cierra, como obra escrita, con el libro de la Sabiduría, escrito en Alejandría, ciudad judía en Egipto. Este libro, escrito en griego, fue atribuido a Salomón, que tenía fama de sabio en Israel (Sb 9,7-8.12). Usando el modelo de un discurso retórico bien articulado, el libro muestra el papel de la Sabiduría de Dios en el destino del hombre, y compara la suerte de los justos y de los impíos durante la vida y después de la muerte (Sb 1-5). Expone el origen y la naturaleza de la Sabiduría, y los medios para conseguirla (Sb 6-9). Finalmente, exalta la acción de la Sabiduría y de Dios en la historia del pueblo elegido, centrada en la liberación de la esclavitud de Egipto (Sb 10-19). Saliéndose un poco del tema, hace una larga exposición en la que critica la idolatría (Sb, 13 -15).

El libro de la Sabiduría pretende mostrar la excelencia de las enseñanzas judías frente al mundo helenizante, con sus atractivas corrientes filosóficas y científicas, sus religiones mistéricas, su astrología y su exoterismo, etc. Es una obra apologética, es decir que quiere defender la doctrina judía frente a las desviaciones provocadas por el helenismo. Su autor parece no haber sido un filósofo ni un teólogo, sino un sabio de Israel. Exhorta a la oración y a la meditación para encontrarse con Dios, fuente de la verdadera sabiduría. Escritos intertestamentarios

Los escritos que surgieron en el período intertestamentario no son considerados escritos bíblicos, pero son muy importantes porque fue en ese período que Jesús vivió, y ellos, de alguna forma, reflejan la mentalidad, la teología y las tradiciones culturales y religiosas de su época. Este período comienza en el año 50 a.C., cuando fue escrito el libro de la Sabiduría, último libro del Antiguo Testamento, y llega hasta aproximadamente el año 50 d.C., con la I Carta a los Tesalonicenses, el primer libro del Nuevo Testamento. En este período se desarrollaron muchas tradiciones orales y escritas de los rabinos, con la intención de descubrir y trasmitir el sentido de las Escrituras (Torah). Esta preocupación dio origen al Midrash, a la Mishnah, a los Targumín (forma plural de Targum) y a todo tipo de comentarios a las Escrituras. El término Midrash viene de la palabra hebrea darás, que significa buscar, investigar. Respecto de las Escrituras, es la búsqueda de su significado por medio de los textos narrativos (hagodah, es decir, narrar) y legislativos (halokoh, O sea, caminar). La hagadah trae los comentarios homiléticos de las Escrituras de una forma ágil, agradable, llena de imágenes y comparaciones para facilitar la memorización del mensaje. Los comentarios están orientados hacia la formación de las virtudes y de la moral familiar y social. Más allá de los comentarios de las Escrituras en general y de sus personajes, hay una preocupación por trasmitir la vida de los héroes que son dignos de imitación, como el Rabbí Aquiba, el Rabbí Yehuda Hanassi y otros. La halakah, siendo un texto

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legislativo, normativo, es ya de por sí árida. De ella se deducen las orientaciones y normas para ser observadas en la vida cotidiana familiar, religiosa y social en general. La Mishna trae un conjunto de leyes junto con su interpretación acerca de la vida religiosa y social judía. V los Targumín significan "traducciones", aunque no son traducciones al pie de la letra, sino que traen ya una interpretación a la cual se añaden otras lecturas.

Entre el siglo II a.C. y fines del siglo I d.C., surgió un gran número de Apocalipsis judíos alrededor de algunos personajes bíblicos como Henoc, Moisés y otros. Son también conocidos el libro de los Jubileos, los Salmos de Salomón, los Testamentos de los doce Patriarcas, los Oráculos Sibilinos, y otros textos. Por el año 37 ó 38 de la era cristiana nació Flavio Josefo, historiador judío, que muy pronto comenzó a escribir sobre este período en sus obras "La guerra de los Judíos", "Antigüedades judías", "Autobiografía" y "Contra Apiano". Este fue un período rico en producción literaria aunque ningún escrito haya estado en el canon bíblico

Conclusión

El período de la dominación romana comienza en la última etapa del Antiguo Testamento, en el año 63 a.C. y continúa por todo el Nuevo Testamento, hasta el año 135 d.C. De este período de dominación nos ha interesado aquí la primera etapa, que va del año 63 a.C. al 27 d.C. Es el período que cierra el Antiguo Testamento y abre el Nuevo.

A partir del año 63 d.C. los romanos pasaron a ejercer un control cada vez mayor sobre Israel. Su presencia en la región había comenzado alrededor del año 160 a.C. con el pretexto de ayudar a Israel a mantener su autonomía, apoyando a los Macabeos. Después de una breve experiencia de autodeterminación de su propio destino, Israel -ahora casi siempre identificado con Judea- cayó nuevamente en las garras de un imperio extranjero, que desde esta vez fueron las garras del águila, símbolo del imperio romano. La de Roma dejó de ser ayuda para convertirse en domino sobre el pueblo. Comenzó con el nombramiento de autoridades judías como sumos sacerdotes, príncipes e incluso reyes. Después pasó a la ocupación directa. En otros casos llegó a imponer por la fuerza su dominio sobre Judea o la región que se había rebelado.

Poco a poco la loba fue escondiendo sus mamas y mostrando sus garras y colmillos Afilados. Pero los judíos no aceptaron pasivamente la no sien1pre sutil opresión. Sucedieron diversas rebeliones por aquí y por allá, mas fueron violentamente reprimidas y debeladas por la fuerza militar romana. Era difícil aceptar que los propios líderes judíos fueran designados por el dominador, en la estrategia de garantizar que, en una situación de aparente autonomía nacional, los intereses del imperio (sobre todo los económicos) fueran defendidos, aunque a costa de la miseria del pueblo. Los tributos establecidos por Roma eran el precio que Israel debía pagar para tener una relativa "libertad", puesto que, en la práctica, era Roma la que decía la última palabra, por medio de sus reyes, gobernadores, etnarcas, tetrarcas o jefes. Todos los que ejercieron algún cargo político en Israel en esta última fase del Antiguo Testamento, tuvieron la marca registrada de la sumisión a Roma. La novedad estuvo en los movimientos de resistencia popular, que demostraron una capacidad enorme de mantener vivo el ideal de la libertad. Para continuar la reflexión En pequeños grupos o en plenaria, dialogar sobre lo siguiente: • En nuestras parroquias, ¿también hay grupos que piensan de manera diferente unos de otros? • ¿Con qué está comprometida la Iglesia de nuestro país? ¿Con la vida y la justicia? ¿O con el poder?

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