FILÓN DE ALEJANDRÍA: “DE OPIFICIO MUNDI”

9
1 1 LAS OBRAS DE FILÓN DE ALEJANDRÍA Publicadas bajo la dirección de la Universidad de Lyon Por: Roger Arnaldez, Jean Pouilloux, Profesores de la Universidad de Lyon y Claude Mondésert director de “Sources Chrétiennes” FILÓN DE ALEJANDRÍA: “DE OPIFICIO MUNDI” ÉDITIONS DU CERF, 29, bd de la Tour- Maubourg, Paris 7º, 1961. La creación del hombre (sexto día) (página 187 – 201) [69] Después de todos los otros seres, como ha sido dicho, Moisés declara que el hombre fue creado a la imagen y semejanza de Dios (cf. Gen. 1, 26). Todo ello está bien dicho, pues no hay nada salido de la tierra que se asemeje más a Dios que el hombre. Pero esta semejanza, no se la debe representar por las facciones del cuerpo: Dios no tiene la figura humana, y el cuerpo humano no tiene la forma de Dios. La imagen se aplica aquí al intelecto, la guía del alma 1 . Es, sin dudas, el modelo de este único y universal intelecto que ha sido copiado, en el alma de cada hombre particular como a partir de un arquetipo, dios para quienes lo llevan y lo tienen como una imagen divina. El rol que juega la guía suprema en el mundo entero, se asemeja al que el intelecto humano juega en el hombre. Él mismo es invisible, aunque ve todo; tiene una esencia incognoscible, aunque comprende la esencia de los otros seres. Por las artes, por las numerosas ciencias, abre en múltiples direcciones todas las grandes rutas, y camina a través de las tierras y los mares, escrutando lo que encierran uno y otro elemento. [70] Después que, de un aletazo 2 se eleva de la tierra, observa la atmósfera y sus diferentes estados, después se dirige más alto a un lado del éter y de las revoluciones celestes, evoluciona, se transforma con el corazón de los planetas y de las [estrellas] fijas según las leyes de una música perfecta, animado por el amor a la sabiduría que conduce su curso; desde lo alto domina toda la sustancia sensible 3 , y, llegados a este punto, ansía el inteligible. [71] De las cosas sensibles que conocía aquí abajo, contempla en esta sustancia los ejemplares y las ideas, bellezas incomparables, y transportado por una embriaguez sin vino 4 , es saciado como los Coribantes por la inspiración divina, lleno de un deseo de amor y de una pasión superior a quien el impulso lo transporta al sueño de la bóveda de los inteligibles y parece hacerlo regresar en presencia misma del gran rey. Ávido como está de ver, he aquí que los rayos puros y sin mezcla de una luz concentrada se derraman en él como en torrentes, hasta colmar de vértigo, bajo el efecto de su esplendor, los ojos de la inteligencia. Ahora bien, como toda imagen no es fiel al ejemplar arquetípico, y en mucho es diferente, ya que ha precisado el sentido agregando a la palabra “imagen” la palabra “semejanza”, para significar una réplica exacta que se presenta como un grabado preciso. [72] Uno podrá ser interrumpido, y no sin razón, por la cuestión de saber por qué Moisés ha atribuido solamente la creación del hombre no a un artesano único como a aquel de las otras cosas, sino aparentemente a muchos. Efectivamente, Moisés introduce al Padre del universo presentándolo con estas palabras: 1 Esta expresión, vulgarizada por el estoicismo ya se encuentra en Platón, Leyes XII, 963 a. 2 Platón en el Teeteto 173 e “el pensamiento vuela por todos lados”. 3 Todo este pasaje recuerda al Fedro 249 c. 4 Vocabulario ritual del culto a las Musas y las Euménides. Plutarco.

description

ÉDITIONS DU CERF, 29, bd de la Tour- Maubourg, Paris 7º, 1961.

Transcript of FILÓN DE ALEJANDRÍA: “DE OPIFICIO MUNDI”

Page 1: FILÓN DE ALEJANDRÍA: “DE OPIFICIO MUNDI”

1

1

LAS OBRAS DE FILÓN DE ALEJANDRÍA

Publicadas bajo la dirección de la Universidad de Lyon

Por: Roger Arnaldez, Jean Pouilloux, Profesores de la Universidad de

Lyon y Claude Mondésert director de “Sources Chrétiennes”

FILÓN DE ALEJANDRÍA: “DE OPIFICIO MUNDI”

ÉDITIONS DU CERF, 29, bd de la Tour- Maubourg, Paris 7º, 1961.

La creación del hombre (sexto día) (página 187 – 201)

[69] Después de todos los otros seres, como ha sido dicho, Moisés declara que el

hombre fue creado a la imagen y semejanza de Dios (cf. Gen. 1, 26). Todo ello

está bien dicho, pues no hay nada salido de la tierra que se asemeje más a Dios

que el hombre. Pero esta semejanza, no se la debe representar por las facciones

del cuerpo: Dios no tiene la figura humana, y el cuerpo humano no tiene la forma

de Dios. La imagen se aplica aquí al intelecto, la guía del alma1

. Es, sin dudas, el

modelo de este único y universal intelecto que ha sido copiado, en el alma de

cada hombre particular como a partir de un arquetipo, dios para quienes lo llevan

y lo tienen como una imagen divina. El rol que juega la guía suprema en el mundo

entero, se asemeja al que el intelecto humano juega en el hombre. Él mismo es

invisible, aunque ve todo; tiene una esencia incognoscible, aunque comprende la

esencia de los otros seres. Por las artes, por las numerosas ciencias, abre en

múltiples direcciones todas las grandes rutas, y camina a través de las tierras y

los mares, escrutando lo que encierran uno y otro elemento. [70] Después que, de

un aletazo2

se eleva de la tierra, observa la atmósfera y sus diferentes estados,

después se dirige más alto a un lado del éter y de las revoluciones celestes,

evoluciona, se transforma con el corazón de los planetas y de las [estrellas] fijas

según las leyes de una música perfecta, animado por el amor a la sabiduría que

conduce su curso; desde lo alto domina toda la sustancia sensible3

, y, llegados a

este punto, ansía el inteligible. [71] De las cosas sensibles que conocía aquí

abajo, contempla en esta sustancia los ejemplares y las ideas, bellezas

incomparables, y transportado por una embriaguez sin vino4

, es saciado como los

Coribantes por la inspiración divina, lleno de un deseo de amor y de una pasión

superior a quien el impulso lo transporta al sueño de la bóveda de los inteligibles

y parece hacerlo regresar en presencia misma del gran rey. Ávido como está de

ver, he aquí que los rayos puros y sin mezcla de una luz concentrada se derraman

en él como en torrentes, hasta colmar de vértigo, bajo el efecto de su esplendor,

los ojos de la inteligencia. Ahora bien, como toda imagen no es fiel al ejemplar

arquetípico, y en mucho es diferente, ya que ha precisado el sentido agregando a

la palabra “imagen” la palabra “semejanza”, para significar una réplica exacta que

se presenta como un grabado preciso.

[72] Uno podrá ser interrumpido, y no sin razón, por la cuestión de saber por qué

Moisés ha atribuido solamente la creación del hombre no a un artesano único

como a aquel de las otras cosas, sino aparentemente a muchos. Efectivamente,

Moisés introduce al Padre del universo presentándolo con estas palabras:

1 Esta expresión, vulgarizada por el estoicismo ya se encuentra en Platón, Leyes XII, 963 a. 2 Platón en el Teeteto 173 e “el pensamiento vuela por todos lados”. 3 Todo este pasaje recuerda al Fedro 249 c. 4 Vocabulario ritual del culto a las Musas y las Euménides. Plutarco.

Page 2: FILÓN DE ALEJANDRÍA: “DE OPIFICIO MUNDI”

2

2

«Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza» ¿Habrá tenido aquél a quien

todo obedece, por azar la necesidad, si lo puedo decir, de algún otro? ¿O, todavía,

cuando hacía el cielo, la tierra y el mar, no había necesitado ningún colaborador, y

al hacer el hombre, pobre animal con los días calculados, no ha sido capaz de

ponerlo él mismo y desde sí mismo5

sobre los pies, sin que concurran otros

ayudantes? La causa absolutamente verdadera, es necesario que sólo Dios sea

quien la conozca; pero la causa que parece persuasiva y verosímil para la

aparición de una conjetura, no debe ser ocultada. Hela aquí. [73] En medio de los

seres, unos no participan ni de la virtud ni del vicio, por ejemplo los vegetales y

las bestias brutas, los primeros porque son inanimados y regidos por una

naturaleza desprovista de representaciones; los segundos, porque ellos no

poseen6

el intelecto y la razón. Ahora bien, el intelecto y la razón son como el

domicilio del vicio y de la virtud que habita en ellos naturalmente. En cuanto a

otros seres, cada uno en su momento, no tienen comunión más que con la virtud

y no participan de ningún vicio, este es el caso de los astros; decimos,

efectivamente, que de éstos también son los animales; pero los animales dotados

de intelecto7

, o mejor todavía, aquellos que son en sí mismos un intelecto entero

y, entre todos virtuosos, incapaces de cargarse de algún mal cualquiera que sea.

Otros son de una naturaleza mixta, como por ejemplo el hombre, lugar de

contrarios: prudencia e imprudencia, temperancia e incontinencia, coraje y

cobardía, justicia e injusticia, brevemente, bien y mal, bellas acciones y acciones

deshonestas, virtud y vicio. [74] Ahora bien, todo estaba hecho convenientemente

por Dios, Padre de todas las cosas, de hacer sólo al hombre entre todos los seres,

virtuoso, a causa de su afinidad con él; para los seres indiferentes, esto no era

incompatible, puesto que no habían tenido parte en el vicio que odian. Pero para

los mixtos, era en parte conveniente, en parte fuera de lugar; conveniente en la

consideración de la mejor idea que es una mezcla, fuera de lugar en la

consideración de la idea opuesta y más perjudicial. [75] También es sólo a

propósito de la creación del hombre que, según Moisés, Dios pronuncia esta

palabra: “Hagamos”, lo que indica que él se alía a otros artesanos para ayudarse, a

fin que las voluntades y las acciones irreprochables del hombre de bien sean

imputadas a Dios, guía del universo, y aquellas contrarias, a otros de sus

subordinados. Porque es necesario que el Padre no sea responsable del mal hacia

sus hijos. El mal, es el vicio y las acciones inspiradas por el vicio. [76] Por otro

lado, él ha hecho muy bien, al haberle dado al género el nombre de hombre, y de

distinguir las especies diciendo que Dios las había creado macho y hembra,

siendo que los singulares todavía no habían tomado forma, puesto que las

especies más próximas están contenidas en el género y que ellas se manifiestan

como en un espejo a aquellos que son capaces de una visión aguda8

.

[77] Uno podría buscar la causa por la cual el hombre es el último término de la

creación del mundo, dado que es el que le sigue a todos los otros seres que el

Creador y Padre ha producido, como lo indican las Escrituras. Así pues, aquellos

que, por un estudio más profundo de las leyes cierran lo más posible su

contenido sin permitir ninguna búsqueda, dicen que después de haber hecho al

5 La preposición άπό muestra bien que Dios es causa total y suficiente. En todo, todo viene de Él. 6 A menos de traducir “son carentes de”, lo que va mal con el contexto gramatical, esta forma parece preferible, pues

ella excluye la idea de una privación que no conviene aquí a los brutos. 7 Zenon llama así al cosmos. Esta idea será corriente en Plotino y Proclo. Viene del Timeo 38 e. El modelo ejemplar de

los astros. 8 Este pasaje confirma que se debate aquí la creación de los géneros, no de los individuos sensibles. Dejando de lado la

interpretación rabínica según la cual se cuestiona la creación de un andrógino, Filón hace de los sexos, contra la opinión

de Aristóteles, las especies de un género.

Page 3: FILÓN DE ALEJANDRÍA: “DE OPIFICIO MUNDI”

3

3

hombre su semejante por la razón, la que era la más excelente de las donaciones,

Dios no fue avaro con los otros, pero él prepara todo en el mundo como para el

ser viviente más familiar y más querido, procurando que una vez nacido, no le

falte nada de lo que es indispensable para vivir y para vivir bien. De estos fines,

uno está asegurado por la riqueza y la abundancia de aquello que al hombre le

produce goce, el otro por la contemplación de los fenómenos celestes que,

generando (acuñando, marcando) el pensamiento, le hace amar y desear la ciencia

de estos objetos. De esto nacería la filosofía, gracias a la cual el hombre, en tanto

que mortal, adquiere la inmortalidad. [78] Quienes dan un festín no invitan a la

mesa antes de haber arreglado todo para que uno tenga una buena comida;

quienes organizan las competencias de gimnasia o juegos escénicos, antes de

reunir a los espectadores en el teatro o el estadio, disponen del conjunto de los

atletas, de los espectáculos y de las audiciones; de la misma forma también, el

guía del universo, tal como un organizador de juegos y festines, teniendo la

intención de invitar al hombre a un festín y a un espectáculo, ordena de antemano

lo que podría proveer para sus dos fines, para que entrando en este mundo, él

encuentre enseguida el banquete y el teatro más santo, uno repleto de todas las

producciones que la tierra, los ríos, el mar y los aires suministren para que lo

usen y lo gocen; el otro pleno de toda suerte de espectáculos, presentando las

realidades más asombrosas, las cualidades más marcadas, los movimientos y los

coros más admirables, en las combinaciones más armoniosas, las proporciones de

números y de acuerdos de períodos, todas cosas donde uno podría decir sin

equivocarse, que reside la música arquetípica, verdadera y ejemplar; es aquí

donde los hombres que han llegado primero, han tomado las imágenes que han

grabado en su alma, y es así como ellos han transmitido el arte más necesario y

más útil para la vida.

[79] Tal es la primera causa por la cual, parece que el hombre ha sido creado

después de todo lo demás. En cuanto a la segunda, no está fuera de propósito

decirlo. En el mismo momento que comenzaba a existir, el hombre encuentra

todo preparado para la vida, y para la enseñanza de aquellos que nacerán más

tarde, la naturaleza clamando frente a la cara de todos que esto es imitando al

jefe de hilera de su raza, que pasarán su vida sin pena y sin dificultad, en la más

grande abundancia de todo lo que les es necesario. Todo esto tendría lugar, si los

placeres brutales no dominaran al alma después de haberse fortalecido la

glotonería y la ambición, si la codicia de la gloria, de las riquezas y del poder, no

usurparan el imperio de la vida, si las aflicciones no cerraran ni se introdujeran en

el pensamiento, si el temor, mal consejero9

, no paralizara los impulsos hacia las

obras virtuosas, si la locura, la cobardía, la injusticia y la masa innumerable de

otros vicios no hicieran irrupción en el alma. [80] Pues, ahora que todos estos

vicios que hemos nombrado han tomado lo más bajo y que los hombres se dejan

llevar sin contener a las pasiones y a los apetitos pusilánimes y culpables que uno

no puede nombrar sin pecar, un castigo es instituido para punir las conductas

impías. Este castigo es la penuria de las mercancías necesarias10

. En Efecto, los

hombres abren penosamente la superficie de la tierra, modifican el curso de los

arroyos y los ríos, siembran y plantan, resisten sin fin de día y de noche, la fatiga

de los trabajos de la tierra, y recolectan así a lo largo de todo el año su

subsistencia; además llegan a que esto sea magro e insuficiente, deteriorado por

9 Platón, Timeo 69 d. “Y todavía el atrevimiento y el temor, consejeros estúpidos”. 10 “Aquellos que están cargados de injusticia han tenido en castigo la falta de lo necesario”. Esta lección parece ser una

corrección destinada a dar un sentido equivocado a una mala lectura de un término en lugar de otro por la adición de un

término.

Page 4: FILÓN DE ALEJANDRÍA: “DE OPIFICIO MUNDI”

4

4

múltiples causas. Tanto la caída de lluvias continuas causan estragos, como la

caída densa de pesados granizos destrozan todas las plantaciones, como la nieve

las congela, como los huracanes las vuelcan hasta las raíces. Pues las revoluciones

del agua y del aire acarrean factores de mala recolección. [81] Pero si uno pudiera

moderar por la templanza los impulsos exagerados de las pasiones; por la

justicia, el ardor a cometer la iniquidad y el amor de los honores; en una palabra

por las virtudes, y por los actos que ellas inspiran, los vicios y las prácticas vanas

que le siguen; lograremos, una vez abolida la guerra en el interior del alma, todas

las guerras, hasta las más penosas y las más graves, bajo el reino de la paz que

en la calma y el dulzor proclame el hombre a las fuerzas que están en nosotros un

régimen bien reglado, entonces podríamos esperar que Dios, amigo de la virtud,

amigo de la honestidad y también amigo de los hombres, suministre al género

humano, por una producción espontánea, todos los bienes que le había

preparado. Pues está claro que es más fácil prodigar sin el arte de la agricultura

una abundancia a partir de lo que existe, que llevar el no ser al ser.

[82] Hasta aquí es suficiente sobre la segunda causa. He aquí la tercera. Habiendo

meditado Dios para armonizar el principio y el fin de la creatura, porque estimaba

que ellas eran en todo sentido semejantes y muy ligadas en la amistad, hace del

cielo el principio y del hombre el final; uno el más perfecto de los incorruptibles

en las cosas sensibles, y el otro, el mejor de los seres corruptibles nacidos de la

tierra y, siendo necesario decir la verdad, una especie de cielo reducido, llevando

en él numerosas naturalezas semejantes a las estrellas, representadas por las

artes, las ciencias y los teoremas famosos que gobiernan cada virtud. Puesto que

en efecto lo corruptible y lo incorruptible son contrarios por naturaleza, lo que es

más hermoso en los dos géneros, lo atribuye al principio y al final: al principio

que es el cielo, como hemos dicho; y al final que es el hombre.

[83] Por otro lado, he aquí lo que diremos todavía para dar cuenta de la causa

necesaria. Era necesario que el hombre fuera producido al final de todos los seres

creados, de manera que, apareciendo al final y súbitamente, frente a los otros

animales, los colmara de estupor. Yendo, de hecho, desde que ellos los vieran, a

ser invadidos por el asombro y a venerarlos como su guía y maestro por

naturaleza. También, apenas ellos [hombres] los hubieran mirado como fueron

todos universalmente provistos; los de naturaleza más salvaje, aparecerían, en un

golpe de ojo, como muy familiares; mientras que habrían mostrado entre ellos su

fiereza salvaje, en cambio el hombre, sólo él, se ha dulcificado. [84] Igualmente

por esta razón, el Padre habiendo creado al hombre animal soberano por

naturaleza, no solamente a través de la acción sino por una designación verbal, lo

hubo establecido rey de todo el mundo sublunar, de los animales terrestres,

acuáticos y aéreos. Pues todo lo que hay de mortales en los tres elementos, tierra,

agua y aire, él lo tiene bajo su imperio, sin hacer ninguna excepción más que para

los cuerpos celestes, porque ellos han recibido en el reparto un destino más

divino. La garantía más manifiesta de este poder, es la que salta a la vista: sucede

que las bestias en masas enormes son conducidas bajo el cuidado de un solo

hombre, el primero llegado, sin armas, sin hierro, sin ningún medio de defensa,

no teniendo más que una tienda de piel por todo abrigo y un bastón para dar la

señal y para apoyarse en su marcha si está cansado. [85] Así pues, los numerosos

rebaños de carneros, de cabras, de bueyes, son llevados por un pastor, un

cabrero, un boyero, que no son hombres de cuerpos robustos y vigorosos,

quienes por su fuerte complexión puedan llenar de espanto a aquellos que los

miran. Y tanta fuerza y poder de un tan gran número de animales bien armados,

pues están equipados por la naturaleza para defenderse, no hacen más que

Page 5: FILÓN DE ALEJANDRÍA: “DE OPIFICIO MUNDI”

5

5

temblar como esclavos delante de su señor, y ejecutar sus órdenes. Los toros son

puestos al yugo para labrar la tierra y, cavando profundos surcos todo a lo largo

del día, y a veces durante la noche, prosiguen su marcha a través de largas y

grandes distancias, supervisados por un labriego. Los carneros agobiados por la

lana que llevan, cuando viene la época de la primavera, bajo el peso de los

vellones, dóciles a la conducción del pastor, se tiran a reposar, o bien se acuestan

tranquilamente y se dejan cortar la lana, habituados, como las ciudades a pagar el

tributo anual a aquel que es su rey por derecho natural. [86] Aún más, el caballo,

el animal más vigoroso, se lleva fácilmente cuando uno le ha pasado el bocado,

para que no se rebele saltando. Y, con la espalda perfectamente corvada para que

uno esté cómodamente sentado, recibe a su caballero y sosteniéndolo en el aire,

galopa a toda velocidad, lleno de ardor para llegar y esperar en los lugares donde

el hombre tiene la necesidad de quedarse. Aquel que lo monta sin fatiga y con

toda tranquilidad, realiza su viaje gracias al cuerpo y a los pies de otro.

[87] Queda mucho todavía por decir si uno quisiera extender la exposición, para

mostrar que el animal puede despreocuparse después de ser sometido al imperio

del hombre. Pero esto que ha sido dicho es suficiente para la demostración. Es

necesario no ignorar esto: que el hombre en tanto que ha sido creado el último de

todos, no ha sido puesto en este rango en estado de inferioridad. [88] Testigos de

esto, los cocheros y los pilotos. Unos, ubicados al lado de su enganche en el

coche, y viniendo a seguirlo, los llevan por donde quieren tomando en las manos

las riendas, luego lanzándolos para acelerar el ritmo. En cuanto a los pilotos, se

colocan en una extremidad retrasada del navío, la popa, pero ellos son, por así

decir, de todos los pasajeros, los mejores, puesto que tienen en sus manos la

salud del navío y de aquellos que llevan. Pues el Creador crea al hombre cochero y

piloto después de todos los otros seres, para que guíe y gobierne, haciéndose

cargo de ellos, a título de procurador del primer y gran Rey, los animales y las

plantas que están sobre la tierra.

La falta del primer hombre (Páginas: 243 – 255)

[151] Pero puesto que nada está clausurado en lo que está sometido al devenir, y

que los seres mortales están necesariamente sujetos al cambio y a las variaciones,

es necesario que el primer hombre, también él, experimente algunas desgracias.

El origen de su vida pecadora [culpable] fue para él la mujer. Pues en tanto que

era uno, era semejante por su unicidad, al mundo y a Dios, y llevaba, impresa en

su alma los caracteres de las dos naturalezas, no todas, sino aquellas que son

posibles, que una constitución mortal admita. En cuanto la mujer ha sido hecha

en su momento, el hombre vio una figura hermana y una forma semejante; se

regocijó de esta visión y adelantándose, la recibió con ternura. [152] No

percibiendo a ningún animal que le fuera más semejante, la mujer se regocijó y le

dio, con pudor, su saludo. El amor sobrevino y, reuniéndose, por decirlo así, los

dos segmentos separados de un mismo animal, se unieron en uno solo, después

de haber aparecido en cada uno el deseo de una unión con el otro, en vistas de

procrear a un semejante. Pero este deseo engendra también el placer físico,

principio de las iniquidades y de las prevaricaciones, por las cuales los hombres

cambian una vida inmortal y bienaventurada por una vida mortal y miserable.11

11 Es de notar que el amor no es un mal, no más que la sensibilidad. Pero la dualidad del hombre y de la mujer no hace

más que materializar una dualidad que cada individuo lleva en sí. El placer no es el principio del mal más que en la

medida en que el hombre lo elige en lugar de los verdaderos bienes. La alegoría aparece: Adan = el intelecto, guía del

alma; Eva = la sensación.

Page 6: FILÓN DE ALEJANDRÍA: “DE OPIFICIO MUNDI”

6

6

[153] Pero se dice que en la época en que el hombre aún vivía una vida solitaria, y

la mujer no había sido formada todavía, Dios planta el jardín del paraíso, que no

se asemeja en nada a los jardines de nuestro tiempo. (cf. Gen.2, 8 s) Pues, según

nosotros, los bosques son inanimados, repletos de toda suerte de árboles, unos

siempre verdes para el placer permanente de la vista, los otros que renacen y

proliferan en la estación primaveral; unos le dan al hombre frutos cultivados, no

solamente para servir en las necesidades de la alimentación, sino aún más para el

aumento de deleites de una vida delicada; otros que tienen un fruto diferente

necesariamente reservado a los animales. Pero en el paraíso divino, se ha

encontrado que todas las plantas eran animadas y razonables, llevando como

frutos la virtud y también el conocimiento incorruptible y la sabiduría por la que

uno conocía el bien y el mal, llevando en fin, la salud y la incorruptibilidad y todo

lo que puede ser del mismo género. [154] Pero esto, me parece, es filosofar por

símbolos12

más aún que por el sentido propio de las palabras. Pues no había

tampoco árboles parecidos sobre la tierra en el pasado, y verdaderamente no

aparecerán en el porvenir, aquellos que sean árboles de vida o de conocimiento.

Pero parece que Moisés hace alusión por la palabra paraíso, a la parte directriz del

alma, de alguna manera repleta de tantos millares de plantas como hay en ellas

opiniones; por la palabra árbol de vida, tiene la más grande de las virtudes; la

piedad hacia Dios que hace al alma inmortal, y por las palabras árbol de

conocimiento del bien y del mal, tiene a la prudencia, medida que permite juzgar

las naturalezas contrarias13

[155] Habiendo tenido lugar estos dos límites en el alma, mira como un juez hacia

qué lado se inclinará. Viendo que el alma se inclinaba hacia el engaño, que

descuidaba la piedad y la santidad que eran necesarias para alcanzar la vida

eterna, él la rechaza con cólera, como es natural, y la echa del paraíso, sin dejarle

a esta alma, cargada de una falta incurable e insoportable, la esperanza de

retornar, puesto que la causa del error, que no se puede dejar pasar nos silencia,

estaba censurada más allá de toda medida. [156] Se ha dicho antiguamente que el

reptil venenoso, nacido de la tierra, hablaba la lengua del hombre, y que

acercándose un día hacia la mujer del primer hombre, le hizo un reproche de su

lentitud de espíritu y de su excesiva timidez, porque ella retrasaba y tardaba en

cosechar el fruto más bello a la vista, el más agradable en su sabor y además el

más útil, puesto que, gracias a él, podría conocer el bien y el mal. La mujer sin

más reflexión y seguida de un juicio inestable y superficial hubo consentido en

comer del fruto y convidarle al hombre, lo que les hizo pasar enseguida a los dos

12 El sentido propio sería una pura fábula. Cf. Infra §164, la langosta es símbolo de la lucha contra el mal, el mismo

cielo, símbolo del intelecto (Leg. I, 1 y 21); el río Gehon, símbolo del coraje (Leg. 68), el Éufrates de la justicia, (íbid.

72) etc. Leisegang (Index) señala 47 empleos de la palabra, de los cuales 8 están en las Legum Allegoriae. 13 Filón parece querer decir que el Paraíso está formado por los límites que Dios había establecido en el alma; después,

que el hombre, saboreando el fruto del árbol del conocimiento, se inclina del lado por dónde él se aleja y se separa de

Dios, para evadirse de estos límites. Pero ¿qué es lo que la prudencia, como medida posibilita, qué es lo que simboliza

éste árbol? Los estoicos definieron la prudencia como “la ciencia de lo que es necesario hacer y no hacer” (Estoic. Vet.

Frag. III, nº 65). Esta fórmula se aplica bien a la expresión bíblica. Pero ¿por qué no comer del fruto de la prudencia?

Porque es una virtud mediocre, es decir, no es esta phronesis que, según Aristóteles, está toda ella enteramente girada

hacia el bien (Aristóteles, Retórica A 9, 1366 b 20; Ética a Nicómaco 25, 1140 b 20) pero aquella que se encuentra

limítrofe del bien y del mal, que oscila entre las dos, aquella de la que habla en la Ëtica a Eutidemo (Aristóteles, b 37,

1121 a 12) en estos términos: “la prudencia es un medio entre la perversión y la inocencia”. Pues nosotros tenemos en el

texto del parágrafo 156 la palabra πανουργία los términos equivalentes άκακίά καί άπλότης : la inocencia y la

simplicidad de las costumbres. Si pues el árbol de la vida, la piedad hacia Dios de un corazón simple y sin fraude, está

plantado en el centro del Paraíso, ¿no es necesario ver en el árbol del conocimiento, medida y pasaje de la inocencia a la

perversión, el límite extremo que está prohibido franquear , y así mismo simplemente de pisar? Esto que nosotros

llamamos virtud, en nuestra vida despojada, se encuentra bien alejada de la absoluta pureza de un corazón unido a

Dios.

Page 7: FILÓN DE ALEJANDRÍA: “DE OPIFICIO MUNDI”

7

7

del estado de inocencia y de simplicidad de sus hábitos, al engaño. El Padre se

irrita; la acción fue bien digna de su cólera, en cuanto él deja de lado el árbol de

la vida eterna, la integridad de la virtud por la que ellos podían gozar de una

existencia duradera y bienaventurada, por elegir, efímero y mortal, no una vida,

sino un tiempo pleno de miserias: el Padre, también había fijado los castigos que

ellos habían merecido.

[157] Éstas no son ficciones de las fábulas a las que son afectos los poetas y los

sofistas, sino muestras de figuras que llaman a la interpretación alegórica,

seguidas de explicaciones por un sentido subyacente. Uniéndose a una conjetura

verosímil, uno dirá convenientemente que la serpiente en cuestión es el símbolo

del placer, puesto que ella es, desde el primer momento, un animal sin patas,

hundida en toda su extensión sobre el vientre; además, porque se nutre de

palabras terrestres; en tercer lugar, porque transmite su veneno por los dientes y

por él mata a aquellos que ha mordido. [158] El hombre que ama el placer no es

extraño a ninguno de los elementos que acabo de enumerar: es un sufrimiento si

puede levantar la cabeza, tanto más agravado cuando es llevada su mirada hacia

el sol, pues la corrupción le hace caer y rodar en la tierra; no se nutre de

alimentos celestes que la sabiduría procura por las palabras y los pensamientos a

los amigos de la contemplación, sino que come éstos que la tierra distribuye en

cada estación del año; de ella viene la borrachera, la gula, la glotonería que

haciéndola saltar y excitándola a la voracidad, la codicia del vientre (y haciendo al

hombre esclavo) aumentan e irritan los deseos carnales. Degusta el producto del

trabajo de los panaderos y los cocineros; invita, girando la cabeza a su alrededor,

a tomar parte en el aroma que se eleva del condimento, y cuando ve una mesa

bien provista, se tira de una vez sobre los platos que uno ha depositado, y se deja

conducir al goce, apresurándose a impregnarse en toda esta abundancia, pues su

blanco no es el de hartarse, sino el de no dejar nada de tan buen servicio. [159]

En consecuencia, él no tiene menos que la serpiente, el veneno en los dientes; los

dientes son efectivamente, los obreros y sirvientes de la codicia, puesto que ellos

rompen y trituran todo lo que es nutritivo pasándolo por la lengua, juzgan su

sabor, para la degustación, luego lo pasan por la garganta. Pero el exceso de

comidas es de alguna manera mortal y venenoso por naturaleza, por el hecho de

que no pueden ser digeridos cuando uno los introduce de nuevo antes que los

precedentes sean evacuados. [160] Por otro lado, se ha dicho que la serpiente

emitía un lenguaje humano, porque el placer utiliza miles y miles de defensores y

paladines que se encargan de cuidarlo y de protegerlo de quienes osan enseñar

que su imperio se extiende a todos, grandes y pequeños, sin excepción alguna.

[161] Pero las primeras relaciones del macho y la hembra tuvieron por guía el

placer14

; por él se realizan la fecundación y la procreación, y los seres

engendrados no tienen una inmediata afinidad con otros más que con él. Aman el

placer; repudian su contrario, el sufrimiento. He aquí por qué el niño pega un

grito viniendo al mundo; sufre naturalmente el enfriamiento; al salir de un lugar

tan caluroso y ardiente como es la matriz, donde ha habitado por tanto tiempo,

pasando inmediatamente al aire, lugar frío e inhabitual, sus llantos son la prueba

más contundente de su dolor y de su impaciencia al sufrimiento. [162] Todo

animal, decimos15

, busca con ardor el placer como su fin más necesario y más

14 El término griego indica “guía de los extranjeros”, empleado en sentido propio por Platón, Fedro 230 c; en el sentido

de hospitalidad. 15 Φασί: φύσει conj. Creuzer. Sin embargo el placer es natural. Es la tesis de Epicuro; Platón la hubo admitido en el

Philebo 37 b y en las Leyes 732 e. Eudoxo, su alumno, con el testimonio de Aristóteles (Ëtica a Nicómaco X, 1172 b 9),

sostiene la misma idea. De una manera general Filón no reniega del cuerpo y sabe reservarle su lugar.

Page 8: FILÓN DE ALEJANDRÍA: “DE OPIFICIO MUNDI”

8

8

constitutivo, particularmente el hombre. En efecto, los animales no son

portadores del placer más que por la acción y las funciones genitales, pero el

hombre lo es también por otras sensaciones, persiguiendo todos los objetos de la

vista y el oído que puedan ofrecer un agregado a las orejas y a los ojos. [163] Se

habla abundantemente en el lenguaje de la pasión y decimos que él es esto que

hay más propio y más parecido a la naturaleza de los animales.

Es suficiente lo que acabamos de decir para explicar por qué la serpiente parece

haber proferido un lenguaje humano. Esto es desde mi punto de vista, lo que hace

que, en el detalle de las leyes que ha redactado sobre los animales, nos digan lo

que es necesario comer o no; Moisés ha recomendado, para que nos lo diga, en

particular el animal que uno llama langosta “ophiomaque” (cf. Lév. 11, 22)16

. Este

es un insecto que tiene sus piernas debajo de las patas, para saltar sobre la tierra

y elevarse en el aire, como el género de los (acridiens). [164] Porque la

“ophiomaque” me parece no ser nada más que el símbolo de la maestría de sí que

lleva una lucha inagotable y una guerra implacable contra la intemperancia y el

placer. En efecto, una, ama eminentemente a la simplicidad y la frugalidad, así

como todo lo que es necesario para una vida austera y santa; la otra, la afectación

a la suntuosidad, causas para el alma y para el cuerpo de desidia y de

nerviosismo, de donde resulta a los ojos de los sabios una vida culpable y más

penosa que la muerte.

[165] Ahora bien, estas imposturas y estos errores, el placer no osa presentarlos

al hombre, pero sí a la mujer, y por ella, a él. De haber seguido bien la naturaleza

de las cosas, se hubiese ido derecho al blanco. Pues en nosotros el intelecto juega

el rol del hombre; la sensación, aquel de la mujer. El placer aborda y frecuenta en

primer lugar las sensaciones; es por ellas que abusa del intelecto director, pues,

dado que cada una está excitada por sus encantos, en la alegría que provoca lo

que le es ofrecido: la vista, de la variedad de los colores y de las figuras; el oído,

de las melodías de los sonidos; el gusto, de los sabores agradables; el olfato, del

buen olor de los perfumes que se exhalan. Las sensaciones, habiendo recibido

estos dones, tales como bellos sirvientes, los llevan, por así decir, delante del

maestro que es el juicio razonable, con la seguridad de que al ponerlas por

delante, lo persuadirán para que no descansen en absoluto, y él, inmediatamente

seducido, de jefe que era, deviene sujeto; de maestro, esclavo; de ciudadano,

desterrado; de inmortal, mortal. [166] En una palabra, no es necesario ignorar que

la voluntad17

que es como una cortesana y una prostituta, desesperada por

encontrar un amante y a los mediadores y a los proxenetas que le hacen de

arpón. Pues las sensaciones la llevan al amante, como los mediadores a los

proxenetas. Una vez que la voluntad las ha atrapado, ella ha sometido

rápidamente al intelecto; las sensaciones han hecho penetrar al interior las

apariencias exteriores, las anuncian y las presentan, imprimiendo las marcas de

cada una de ellas, suscitando la afección correspondiente. Semejante a una cera,

el intelecto recibe las imágenes que le vienen por los sentidos y es por ellos que

complacen al cuerpo, puesto que él es incapaz por sí mismo de realizarlo, como

ya ha sido dicho.

[167] El costo del placer, es inmediato que lo encuentren los primeros que lo

hicieron caer en la esclavitud de una pasión dura e incurable. La mujer recibe por

16 Formado de όφις “serpiente” y de μάχομαι “combate”. La langosta es entonces, el símbolo de la lucha contra la

serpiente. Ella no se arrastra sobre el vientre, sino que salta sobre la tierra. También Levítico 12, 20 – 23, no la coloca

en el medio de los animales impuros. 17 Teniendo la necesidad de un sustantivo femenino, reemplazamos en este pasaje la palabra placer por la palabra

voluntad.

Page 9: FILÓN DE ALEJANDRÍA: “DE OPIFICIO MUNDI”

9

9

su parte vivos sufrimientos, aquellos del alumbramiento, y las pesadumbres que

se suceden durante el resto de su vida, sobre todo aquellas que se relacionan con

los hijos, que aparecen desde ponerlos en el mundo, nutrirlos, atenderlos cuando

estén enfermos, estar bien cuidados, cuando estén felices o desdichados; y por

otro lado la pérdida de la libertad y la tiranía de una vida común con el hombre,

quien le hace aceptar sus órdenes; el hombre a su turno, conoce los trabajos, las

dificultades, los sudores continuos para procurarse lo necesario: privado de los

bienes espontáneos que la tierra hubiera podido producir sin el arte de la

agricultura, él tuvo su parte de interminables fatigas en la búsqueda de los

medios de vida y de la nutrición para no morir de inanición. [168] Pues según mi

interpretación, así como el sol y la luna continúan siempre brillando después de

haber recibido una sola vez el orden en el principio de la creación del universo,

así como ellos guardan el comando divino únicamente porque el mal se ha

desterrado lejos de los límites del cielo, de la misma manera las partes fértiles y

productoras de la tierra continuarían aportando, sin el seguro del arte de los

cultivadores, una gran abundancia en el curso de las estaciones del año. Pero en

efecto, las fuentes inagotables de las bondades divinas han sido detenidas cuando

el mal ha comenzado a superar las virtudes, a fin de no colmar a los indignos.

[169] Él ha tenido pues la necesidad que el género humano recibiera

repentinamente el castigo justo, así fue aniquilado por su ingratitud hacia el Dios

benefactor y salvador. Pero Dios que es misericordioso por naturaleza, tuvo

piedad y atemperó el castigo: dejó subsistir a la especie sin otorgarle como

anteriormente había hecho, un alimento inmediato, por temor a que, dedicándose

a los dos vicios que son la ociosidad y la saciedad, los hombres no cometieran

faltas y excesos.

Observación: Traducción del texto original realizada por: Susana B. Violante. Profesora en Filosofía. J. T. P. Historia de la Filosofía Medieval. Facultad de Filosofía. Universidad Nac. de Mar del Plata.