Fernando M. González: Marcial Maciel. Los legionarios de Cristo.

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Fernando M. Gonlez . Marcial Maciel. Los legi onar ios de Cr isto: testimonios y documentos inéditos. Barcelona: TusQuets Editores  , 2006. Por Alberto Athié Introducción: algunos antecedentes relevantes para plantear la cuestión fundamental en torno al “Caso Maciel” En 1994, el Papa Juan Pablo II reconoce públicamente al P. Marcial Maciel como "guía eficaz de la juventud” por haber puesto a Cristo “como criterio, centro y modelo de toda su vida y labor sacerdotal…”. En 1997, en un periódico de los Estados Unidos que luego publicó La  Jornada, unos cuantos exlegionarios aseguraban que, durante años, su fundador y director general había abusado sexualmente de ellos cuando eran niños y adolescentes en la enfermería del Colegio en Roma y otros lugares; y había utilizado a algunos de ellos para allegarse la Dolantina -derivado de la Morfina-, para inyectársela en hoteles de España y en las Casas de formación. El 11 de ma yo de 1997, se le pr eguntó al arzobi spo Rivera: -“Ha y acusaciones contra el padre Maciel. Se van a presentar también mañana en televisión. ¿Qué opinión tiene de ellas? El purpurado res pondió, volteándos e para ver al reportero de La Jornada que lo cuestionó, colocado a su espalda: "son totalmente falsas, son inventos y tú nos debes platicar cuánto te pagaron". Como respuesta a dichas acusaciones, la Congregación de los Legionarios publicó un comunicado en el que afirmaban que su fundador era inocente y que había sido exonerado de tales acusaciones en los años 50’s por infundadas y calumniosas y asegurab an que la intención de los exlegionarios era, más bien, difamar y dañar al P. Maciel; a su obra de evangelización; a la Iglesia y al mismo Papa Juan Pablo II. A pesar de todo y lleno de dolor, él perdonaba “de corazón” a sus detractores. En 1998 los mismos exlegionarios interponen una denuncia formal ante la Congregación para la Doctrina de la Fe por “absolución del cómplice” y otros delitos contra el P. Mar cial Maciel, pero el asunto es detenido arbitrariamente po r el Pr ef ec to de la misma el entonces Cardenal Ratzinger, argumentando que el P. Maciel “es una persona muy querida del Santo Padre (Juan Pablo II) y ha hecho mucho bien a la Iglesia”, por lo que, “no (era) prudente abrir el caso”. En el año 2004, en medio de una magna celebración en Roma, el Papa  Juan Pablo II bendice públicamente al fundador de los Legionarios de Cristo y le dirige es ta s palabras: “Sus sesenta años de vida sacerdotal, Reverendo Padre, han estado señalados por una significativa fecundidad espiritual y misionera con diversas obras y actividades apostólica s”. A los pocos días, el Cardenal Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, autoriza que se abra formalmente el caso en contra de Marcial Maciel y nombra a un procurador general para que lleve a cabo la investigación correspondient e. En el mes de abril, durante el Funeral del Papa Juan Pablo II, Mons. Charles Scicluna entrevista en la Cd. De México a cerca de 30 exlegionarios y recibe muchos documentos de exlegionarios y de sus viudas respecto de las acusaciones en contra del P. Maciel. En abril del 2005, durant e la celebración de su primer a Crucis, aludiendo a la corrupción que existe en el interior de la Iglesia, el Papa Ratzinger expresó: "Cuánta suciedad hay en la Iglesia precisamente entre quienes en el sacerdocio deberían pertenecer completamente a Cristo". En mayo del 2006, con motivo de los resultados de la investigación, la Congr eg ación para la Doctrina de la Fe pu bli un comunicado, deliberadamente ambiguo, en el cual afirmaba que “teniendo en cuenta tanto la edad avanzada del padre Maciel, como su delicada salud”, decide “renunciar a un proceso canónico e invitar al padre a una vida reservada de oración y de penitencia, renuncian do a todo ministerio público”.

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Fernando M. González. Marcial Maciel. Los legionarios de Cristo:testimonios y documentos inéditos. Barcelona: TusQuets Editores , 2006.

Por Alberto Athié

Introducción: algunos antecedentes relevantes para plantear la cuestiónfundamental en torno al “Caso Maciel”

En 1994, el Papa Juan Pablo II reconoce públicamente al P. Marcial Macielcomo "guía eficaz de la juventud” por haber puesto a Cristo “como criterio,centro y modelo de toda su vida y labor sacerdotal…”.

En 1997, en un periódico de los Estados Unidos que luego publicó La Jornada, unos cuantos exlegionarios aseguraban que, durante años, sufundador y director general había abusado sexualmente de ellos cuandoeran niños y adolescentes en la enfermería del Colegio en Roma y otroslugares; y había utilizado a algunos de ellos para allegarse la Dolantina-derivado de la Morfina-, para inyectársela en hoteles de España y en lasCasas de formación.

El 11 de mayo de 1997, se le preguntó al arzobispo Rivera: -“Hayacusaciones contra el padre Maciel. Se van a presentar también mañanaen televisión. ¿Qué opinión tiene de ellas? El purpurado respondió,volteándose para ver al reportero de La Jornada que lo cuestionó, colocadoa su espalda: "son totalmente falsas, son inventos y tú nos debes platicarcuánto te pagaron".

Como respuesta a dichas acusaciones, la Congregación de los Legionariospublicó un comunicado en el que afirmaban que su fundador era inocentey que había sido exonerado de tales acusaciones en los años 50’s porinfundadas y calumniosas y aseguraban que la intención de losexlegionarios era, más bien, difamar y dañar al P. Maciel; a su obra deevangelización; a la Iglesia y al mismo Papa Juan Pablo II. A pesar de todoy lleno de dolor, él perdonaba “de corazón” a sus detractores.

En 1998 los mismos exlegionarios interponen una denuncia formal ante laCongregación para la Doctrina de la Fe por “absolución del cómplice” y

otros delitos contra el P. Marcial Maciel, pero el asunto es detenidoarbitrariamente por el Prefecto de la misma el entonces CardenalRatzinger, argumentando que el P. Maciel “es una persona muy queridadel Santo Padre (Juan Pablo II) y ha hecho mucho bien a la Iglesia”, por loque, “no (era) prudente abrir el caso”.

En el año 2004, en medio de una magna celebración en Roma, el Papa Juan Pablo II bendice públicamente al fundador de los Legionarios de Cristoy le dirige estas palabras: “Sus sesenta años de vida sacerdotal,Reverendo Padre, han estado señalados por una significativa fecundidadespiritual y misionera con diversas obras y actividades apostólicas”.

A los pocos días, el Cardenal Ratzinger, prefecto de la Congregación parala Doctrina de la Fe, autoriza que se abra formalmente el caso en contrade Marcial Maciel y nombra a un procurador general para que lleve a cabo

la investigación correspondiente. En el mes de abril, durante el Funeral del Papa Juan Pablo II, Mons. Charles

Scicluna entrevista en la Cd. De México a cerca de 30 exlegionarios yrecibe muchos documentos de exlegionarios y de sus viudas respecto delas acusaciones en contra del P. Maciel.

En abril del 2005, durante la celebración de su primer Vía Crucis,aludiendo a la corrupción que existe en el interior de la Iglesia, el PapaRatzinger expresó: "Cuánta suciedad hay en la Iglesia precisamente entrequienes en el sacerdocio deberían pertenecer completamente a Cristo".

En mayo del 2006, con motivo de los resultados de la investigación, laCongregación para la Doctrina de la Fe publicó un comunicado,deliberadamente ambiguo, en el cual afirmaba que “teniendo en cuentatanto la edad avanzada del padre Maciel, como su delicada salud”, decide 

“renunciar a un proceso canónico e invitar al padre a una vida reservadade oración y de penitencia, renunciando a todo ministerio público”.

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¿Imágenes excluyentes y narraciones contradictorias?Con base en lo anterior, el “Caso Maciel”, desde el mundo de las percepciones,implica una auténtica controversia de imágenes en torno a su figura y un conflictode interpretaciones respecto de lo que en realidad era y es el fundador y su obra.Se trata de: ¿Un santo en vida con una obra magnífica bendecida por los papas ypor el mismo Dios que, por lo mismo, sufre incomprensiones, persecuciones y

calumnias como todos los que son probados en el seguimiento de Cristo? Élmismo y sus hagiógrafos así lo van compilando, preparando, con ello, su procesode beatificación.O, por el contrario, ¿De un pederasta y drogadicto, abusador de menores ymanipulador de gente adinerada, de cardenales y papas que ha logrado construirun emporio religioso-económico de alcance mundial? Sus acusadores así loseñalan.¿Se trata de dos versiones de imágenes y narraciones totalmente contradictoriasy excluyentes? O, difícil de aceptar pero, tal vez ¿De dos modelos decomportamiento “articulados en paralelo” por la misma persona?La investigación del Dr.  Fernando M. González, Marcial Maciel. LosLegionarios de Cristo: testimonios y documentos inéditos, 2006,publicado por TusQuets Editores, responde precisamente a las interrogantes

respecto de esa supuesta contradicción entre esas dos imágenes simultáneas delmismo personaje, y, por tanto, a la presumible “discordancia” entre “dos mundosparalelos y contradictorios que nada parecía unir”, esto es: entre lo “ocurrido enel reino penumbroso de la enfermería y en el de ciertos dormitorios y hoteles, porun lado, y el impoluto mundo de la espléndida corteza de la capilla, los estudios yla rutina reglamentaria de todos los días”, por otro.Utilizando una rigurosa metodología histórica, sociológica y psicoanalítica –con uningrediente permanente de ironía-, González logra que, “en contrapunto a estasdos narraciones se les interfecta mi propia narración, construida a fuerza deentretejer tres archivos con los testimonios dados desde el presente, que cambiael ángulo de incidencia de lo vivido y lo recordado”.Se trata de una narración crítica que se sostiene en el compromiso de mantener

las partes unidas en su contradictoria manifestación, logrando dar “una nuevavuelta de tuerca” a la reconstrucción de las narraciones, sobre todo cuando secompara con la hagiográfica de los escribanos fieles a la figura sacralizada delfundador y a la narración oficial representada, sobre todo, por el Papa Juan PabloII.Esos tres archivos, inéditos hasta ahora, corresponden, el primero y másimportante de todos, al archivo de la Congregación para los Religiosos de laSanta Sede. El Dr. González logró tener acceso a una copia del mismo comoresultado de uno de estos procesos frustrados de silenciamiento que el P. Macielintentó llevar a cabo dentro de los Dicasterios romanos.Dicho archivo estaba desapareciendo poco a poco y un “Nicodemo” se percató delo que estaba ocurriendo y decide rescatarlo y asegurar su permanencia ensilencio durante un tiempo. Después decide confiarlo al Dr. González por la

seriedad y el profesionalismo con el que estaba llevando las investigaciones entorno al caso Maciel.Este archivo vaticano, “LCM”, con más de 200 documentos que van desde 1940 anuestros días, junto con el del P. Luis Ferreira Correa -quien fuera vicario de laLegión dos años (1956-57), cuando Maciel fue suspendido de sus funcionesdurante la visita apostólica- y el de Flora Barragán -“una de las bienhechoras másconspicuas de la Legión”-, aportan elementos históricos “inéditos” fundamentalesque permiten analizar y confrontar paso a paso, tanto la “novela fundacional” delos Legionarios como los diferentes testimonios de los que lo denunciaronpúblicamente. Algunos resultados¿Cuáles son algunos de los resultados de la investigación que permiten unaauténtica reconstrucción crítica de la biografía de Marcial Maciel y del proceso

fundacional de su congregación desde sus antecedentes geográfico-familiareshasta los últimos días en los que, aparentemente, el caso ha sido cerrado por la

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Iglesia católica? Hagiografía fracturada

En primer lugar, el autor pone en evidencia que, más que una hagiografíateleológicamente predeterminada desde su fin a alcanzar, esto es, la beatificacióndel padre fundador, en la que todos los acontecimientos se concatenanprovidencialmente y se orientan hacia un horizonte sobrenatural cada vez más

luminoso, se trata de una “hagiografía fracturada” en la que Maciel aparececomo un personaje iluminado en un proceso creciente de autosacralización de supersona –que incluso inventa y/o se adjudica gestas heroicas o persecuciones deotros personajes de su tiempo-, en donde describe cómo Dios y los papasintervienen en su vida para llamarlo a una misión extraordinaria –la de serfundador de una congregación- y, al mismo tiempo, en paralelo, autorizarlo a quese valga de adolescentes y jóvenes para que remedien sus males “estomacales”a través de “masajes abdominales” –que terminaban en masturbaciones y otrasactividades homosexuales- y de consumo de drogas, de manera que, atenuandosus dolores, pudiera seguir llevando a cabo su misión sobrenatural. El manejo paranoico en paralelo de dos conductas aparentemente

excluyentes dentro de una estructura totalizante y totalitariaCon ello, el Dr. González supera la aparente exclusión de imágenes y narraciones

contradictorias y esclarece la posibilidad real de la convivencia simultánea deesos dos mundos en una misma persona y las maneras en las que el protagonistalogra, no siempre, manejarlos en paralelo de acuerdo a sus intereses a través deuna serie de estrategias que implican una especie de “desdoblamiento de lapersonalidad” en donde, por una parte: Se dedicaba escrupulosamente a la minuciosa formación de jovencitos

apuestos en la perfección de la doctrina y de la conducta y en la pulcritudde todas las formas externas de manera que llegaran a saber “en todomomento qué es lo que Dios quería” que hicieran, para convertirlos ensoldados incondicionales de las altas autoridades de la Santa Sede y de lospapas en turno.

 Y, por otra:

A la manipulación esquizoide de sus pupilos en diferentes círculos deintimidad –creando con ello, en palabras de José Barba, un auténtico“archipiélago de soledades”- que, a base de sacralizar sus enfermedadesestomacales los iba conduciendo a un pacto o “contrato perverso” en elque sus muchachos terminaban siendo víctimas de abusos sexuales; perotambién cómplices del silenciamiento y defensores de Maciel cuandofueron interrogados; y, en algunos casos, victimarios de otros nuevosdiscípulos.

Con dicha forma doble de actuación personal y escrupulosa formación en paralelode muchos de sus pupilos, el P. Maciel logra reproducir un modelo de intervenciónhacia dentro de la Iglesia que le permite operar, simultáneamente, en dos camposaparentemente contradictorios.Por una parte, el de la perfecta fidelidad y obediencia a la Institución eclesiástica

a través de una supuesta incondicionalidad a las autoridades en turno y a lamisión ortodoxa de la Iglesia; y, por otra parte y al mismo tiempo, el engaño ymanipulación permanente de esas mismas autoridades y de otras personas, enparticular de muchos católicos ricos y políticos prominentes de diferentes países,para sus obras y otros intereses particulares, especialmente las cuantiosasdádivas a personajes estratégicos.Por ejemplo, al mismo tiempo que logra cautivar a Doña Flora Barragán de Garza–viuda regiomontana que había heredado, dicho por ella misma, cerca de 30millones de dólares y más de 100 propiedades- para que le ayude a construir elInstituto Cumbres –obra clave para posicionar a la Legión entre las familias másadineradas de la Cd. de México y entre las autoridades del Vaticano y el mismoPapa por dedicarse a tan noble misión –despojándola de casi toda su fortuna si nointerviene la hija, y marginándola de los grupos más acaudalados cuando ya casi

no tenía dinero-; al mismo tiempo esa escuela se convierte en una fuente derecaudación muy importante para la Legión y, también, un lugar donde se replica

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el modelo por parte de algunos miembros de la Legión, violando más de 30 niñosen los años 80’s. Todo ello era posible precisamente porque sus discípulos se encontraban dentrode una estructura totalizante y sectaria que aislaba y suplantaba los lazos deintimidad y pertenencia familiar y los hacía ver el resto del mundo -comenzandopor el mundo eclesiástico exterior a la Legión si no le era propicio-, como

absolutamente amenazante a la persona y a la obra de “nuestro Padre” y en laque el susodicho era, al mismo tiempo: santo padre fundador, director vitalicio;director espiritual y escrutador de conciencias; y confesor de sus cómplices.Como podemos ver, estamos delante del control casi absoluto de los dos fuerosde muchachos adolescentes: el interno de la conciencia y el externo de ladisciplina y de las decisiones en torno a sus vidas y, sobe todo, como siempre losupo manejar, en torno a la posibilidad de ser ordenados o no, dependiendo de sulealtad hacia él y “su obra”.El cuarto voto: obediencia debida elevada a rango de consejo evangélicoy la manipulación de todos los actores a su favor  

 Y no sólo eso. Esa misma figura omnipresente exigía además, como expresiónnovedosa de una aparente fidelidad sin límites a Cristo y a su Iglesia, un 4º voto

especial “de caridad” en el que, para salvaguardar la grandeza de su obradedicada a difundir el Reino de Cristo, estaba totalmente prohibido a cualquiermiembro de la Legión, expresar externamente algo que pudiera “redundar enmenoscabo de la persona particular y de la autoridad del superior” y el deber deavisarle “...siempre que sea consciente de que cualquier otro miembro delInstituto falta contra el voto así entendido”.Se trata, nada más y nada menos, de la institucionalización, en una congregaciónreligiosa que nace en plena guerra mundial, del concepto fascista y totalitario-dictatorial de la “obediencia debida” –se obedece siempre sin cuestionar nunca-elevado al nivel de un nuevo “consejo evangélico” para los que se consagran enforma radical a esa causa. Con dicho voto, el P. Maciel se protegía a sí mismo desus “enemigos internos” a través de un mandato explícito de las constitucionesde la congregación.Por otro lado y al mismo tiempo que lograba agradar al Vaticano con el crecientenúmero de soldados de Cristo incondicionales a la Institución, con sus obrasapostólicas de educación y misioneras entre las clases más ricas de los países enlos que iba instalándose y con cuantiosas aportaciones para la misión de la Iglesia–a cambio de reuniones privadas de personas ricas con el Papa, organizando todauna “agencia informal de turismo espiritual romano”-, en paralelo, el P. Maciellograba ir neutralizando a todos aquellos que -desde los años 40’s, por denunciasante diferentes obispos; por mandato oficial de investigarlo; o por haber recibidoinformación de algunos testigos-, intentaron que se aplicaran medidasdisciplinarias severas y hasta la suspensión definitiva del fundador sin jamáslograrlo.En efecto, como señala González, las denuncias comenzaron desde 1940 ante el

V obispo de Cuernavaca, por abuso sexual a un joven de su incipiente institución;entre 1948 y 1950, ante la SCR por mentiras y usos indebidos tanto de ladirección espiritual como de la confesión; en 1954 ante el arzobispo primado deMéxico, Miguel Darío Miranda, por uso indebido de las cuentas de conciencia y poradicción a la morfina; en 1956, ante la SCR, por abuso sexual y adicción a lamorfina, lo que trajo por consecuencia su primera suspensión y, en abril del 62,por uso de la droga denominada Dolantina.Las estrategias para neutralizar cualquier iniciativa en su contra implicaban lasmentiras sistemáticas; la falsificación de documentos; la creación de rumoresfalsos en contra de personas amenazantes; así como la “utilización discrecionalde los secretos de confesión y la dirección espiritual, pasando por utilizar testigosescribanos para ello, al manejo regulado de la información respecto a la droga yla <<enfermedad>>, hasta la circulación e infiltración de la información de los

archivos secretos vaticanos”.Dentro de tales estrategias, una de las más eficaces fueron las relaciones

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privilegiadas que logró mantener –a través de “cultivar su amistad y cuantiososregalos”- con los cardenales más influyentes de la Santa Sede, en particular losde la Secretaría de Estado, quienes, en su momento, le informaban “de lasacusaciones” que llegaban “contra la obra” y, a su vez, detenían “por motivo derecomendaciones e intervenciones de altas personalidades” los procesos deinvestigación más importantes para que no llegaran a alguna resolución que

afectara al P. Maciel.En esta línea hay que destacar desde el primer proceso iniciado en su contra enlos años 50’ y 60’s, hasta las denuncias formales en 1998 ante la Congregaciónpara la Doctrina de la Fe que detuvo el entonces Cardenal Ratzinger-argumentando que el P. Maciel era “una persona muy querida del Santo Padre yque había hecho mucho bien a la Iglesia”, por lo que no era “prudente abrirle unproceso”-, y las últimas declaraciones posteriores de la Secretaría de Estado,según un vocero de la Legión, en las que se niega que se le hubiera abierto algúnproceso en su contra en el 2004 y añade, además, que “nunca lo habrá”, cuandola Congregación responsable del asunto, la de la Doctrina de la Fe, ya lo habíaanunciado públicamente. La triple tragedia del Caso Maciel 

Como podemos ver, el caso Maciel implica, hasta ahora, una auténtica triple

tragedia.En primer lugar una tragedia en vida para el mismo Marcial Maciel, como lomuestra González al compararlo con el caso Pinochet porque ambos, con suspropios ojos, están viendo desde la altura a la que llegaron “cómo su imagen seerosiona y, sobre todo, cómo sus actos violentos han sido exhibidos sineufemismos, y sus imposturas, desenmascaradas”.La única diferencia entre Pinochet y Maciel está en que éste último, como no hareconocido nada hasta ahora y se sigue autodeclarando inocente, espera que sutragedia sea nuevamente olvidada por el tiempo y que, como le sucedió a su tíoel obispo Rafael Guízar y Valencia, a pesar de haber sido suspendido “a divinis”,después de algún tiempo alcance a ser beatificado y luego canonizado, demanera que todas las acusaciones en su contra se conviertan en calumniasinfundadas y, por tanto, redunden en virtudes ligadas al seguimiento de Cristo enla Cruz.Esta hipótesis es posible porque Maciel ya ha probado tener éxito dentro de lainstitución en ocasiones anteriores y con las más altas autoridades eclesiásticas,incluyendo al mismo Papa Juan Pablo II.En segundo lugar se trata de una tragedia para la Congregación de losLegionarios de Cristo, porque a partir de que se conocen estos archivos de sufundador y de la fundación -faltan otros como el de la Secretaría de Estado; el dela Congregación para la Doctrina de la Fe y el del mismo Papa Juan Pablo, que talvez no llegaremos a conocer nunca-, parafraseando el momento en que losarchivos de la KGB fueron abiertos y lo que ello significaba para la UniónSoviética, González afirma que “el pasado de la Legión se vuelve incierto”.Incierto también su futuro, no sólo porque “la historia de la pederastia en la

Legión de Cristo no se agota en un grupo de muchachos violentados hace 50años, sino que se reproduce en sus núcleos pederastas sostenidos en densascomplicidades que van más allá de las autoridades de esa institución”.Futuro incierto, sobre todo, porque la forma en la que se ejerció la paternidadautoritaria y omnipresente de Maciel y el desdoblamiento estratégico de supersonalidad para operar simultáneamente en paralelo, junto con la formación desus discípulos en ese modelo para que llevaran a cabo la doble estrategia defidelidad-manipulación de la Institución y de sus allegados y la introducción en losestatutos del principio fascista y totalitario de la “obediencia debida” para justificar la supuesta virtud de la incondicionalidad absoluta a la institución y a laautoridad eclesiástica, ponen en cuestión seriamente la débil estrategia deprudente distanciamiento del tronco fundador para salvar las ramas y los frutos.Si en realidad se quiere rescatar a la Legión para que lleve a cabo algún tipo de

misión en la Iglesia se requiere de una revisión a fondo del modelo legionario parasuperar definitivamente la forma de dominio y control del fundador sobre sus

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discípulos; erradicar el paralelismo conductual en el que formó a variasgeneraciones de legionarios y de una reformulación minuciosa de los estatutospara arrancar de raíz toda forma absurda de sometimiento fascista al superiorcomo supuesto voto de caridad.En este sentido ¿Qué es lo que va a quedar del árbol si a las ramas, además desepararles del tronco, le arrancan uno de sus dones más codiciados –el 4º voto de

“caridad”- y, por ende, necesitan reformular la misma savia que los nutre? ¿Quétipo de injerto estaríamos esperando como resultado de cirugía tan agresiva si esque se decide llevarla a cabo?  Y, finalmente, una tragedia para la misma Iglesia católica en su principiofundacional más importante que son sus autoridades, en particular, la autoridaddel Pontífice, sus reglas estructurales del juego –incluyendo el derecho canónico ysus tribunales- y sus estructuras para llevarlas a cabo, las congregaciones ydicasterios de la Santa Sede.En efecto, se podría tal vez entender, no justificar porque los archivos ahí estaban, que en 1994 el Papa Juan Pablo II reconociera a Maciel como "guía eficazde la juventud” por haber puesto a Cristo “como criterio, centro y modelo de todasu vida y labor sacerdotal…”.Pero, ¿Cómo entender que en 2004, después de todo lo que se dijo en los medios

de comunicación, de la denuncia formal ante la Congregación para la Doctrina dela Fe por “absolución del cómplice” en 1998, de su relación tan cercana con elCardenal Ratzinger – prefecto de la misma quien tenía toda la informaciónrespecto del caso y decide reabrirlo formalmente a los pocos días de la fiesta delos 60 años de sacerdocio de Maciel- y de todos los fracasos anteriores en los quehabía defendido hasta el final a amigos obispos y cardenales que le habíanresultado pederastas o encubridores de pederastas (el cardenal Hans HermannGröer en Viena; Julius Paetz, su amigo arzobispo polaco; el cardenal Bernard Lowen Boston;)- lo bendijera públicamente y le dijera que “sus sesenta años de vidasacerdotal, Reverendo Padre, han estado señalados por una significativafecundidad espiritual y misionera con diversas obras y actividades apostólicas”?Algunas hipótesis posibles de explicación de esta tragedia.

Unos dicen: El Papa Juan Pablo II nunca fue informado del “Caso Maciel”, desdeque lo conoció hasta su muerte y por eso cometió esos errores sin saberlo.Entonces ¿Quién o quienes detenían esa información y por qué motivos? ¿Quéganaban con mantener al margen esa información con el altísimo costo quellegaría a tener para el carisma de gobierno del Papa Juan Pablo II y para sumismo proceso de beatificación? Y, por ende, en los hechos ¿Quiénes gobernabanla Iglesia durante su pontificado? ¿Marcial Maciel y su camarilla de cardenales?¿Quiénes son? ¿Cómo lo lograron?Otros dicen: sí sabía del “Caso” pero la que prevaleció fue la versión del acusado.Entonces ¿Qué poder llegó a tener Maciel sobre el Papa de manera que neutralizóa todos los demás –incluyendo al mismo cardenal Ratzinger- y le impuso suversión de que todo era un complot en su contra? Si es así, con ello el P. Macielllegó a ser el hombre fuerte del Vaticano y el poder detrás del trono de Juan Pablo

II. ¿Qué otros asuntos manejó Maciel en coordinación con cardenales de otrosdicasterios como la Secretaría de Estado para manipular al Papa Juan Pablo II?Pocos lo llegan a afirmar: sí lo sabía pero decidió no tomar en cuenta dichasacusaciones como lo hizo en otros casos muy relevantes. En este caso lo quepredomina es la propia opinión del pontífice por encima de cualquier otra, pero,definitivamente bajo la influencia del P. Maciel. ¿Por qué se empecinó en suposición a pesar de todo? ¿Qué es lo que estaba en juego? ¿El temor de que secuestionara y derrumbara su autoridad, su eclesiología y su estrategia de nuevaevangelización a la que Maciel apoyó incondicionalmente?De cualquier modo ¿Dónde quedó el carisma de gobierno y de discernimiento deespíritus, fundamentales para el ejercicio del ministerio de Pedro llamado aapacentar al rebaño del Señor y confirmar a sus hermanos en la fe,especialmente a los más pequeños, a niños inocentes? Conclusión

Con el libro de González logramos comprender mejor los porqués de esos

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silencios de los exlegionarios que parecían sospechosos y con supuestasintenciones de difamar y dañar al P. Maciel, al Papa Juan Pablo y a toda la Iglesia.Más que silencios oscuros eran silenciamientos orquestados estratégicamente conapoyos cupulares.Por otro lado, lo que apenas empezamos a descubrir es el significado de losporqués de esos otros silencios, los de la Institución, desde sus autoridades más

altas, y la no operación de sus supuestos mecanismos para investigar la verdad,aplicar la justicia y buscar la reivindicación de las víctimas y sus derechos encasos como el del P. Maciel.En efecto, los análisis documentales del Dr. González comienzan a esclarecer quelo que está en juego no es simplemente la investigación en torno a un presuntofundador de una congregación que se le acusa de pederasta y drogadicto, sino deun manipulador perverso que pudo operar durante tantos años y de tantasmaneras, gracias al encubrimiento y complicidad de autoridades fundamentalesde la Institución que, a su vez, se veían beneficiadas de muchas formas, como ledijo el cardenal Ratzinger a Mons. Talavera: “el P. Maciel es una persona muyquerida del Santo Padre y ha hecho mucho bien a la Iglesia… no es prudente abrirel caso”. También comienza a ser explicable que en su comunicado de mayo del 2006, la

Congregación para la Doctrina de la Fe sea deliberadamente ambigua cuando -apesar de las gravísimas acusaciones que afectan el núcleo de la misiónsacramental de la Iglesia- “por razones de edad y de salud”-, decide “renunciar aun proceso judicial” e “invita” al P. Maciel a “llevar una vida reservada de oracióny de penitencia, renunciando a todo ministerio público”.Por ello el mismo Cardenal Rivera se ríe de ese comunicado, lo encuentraredundante y afirma que “todo lo que dicen de que fue condenado, de que fueimpedido, etcétera, es puro cuento porque el documento sólo dice que lo invita aretirarse a la vida privada”… ¿Quedó libre de sospechas?, se le cuestionó. "No sele ha hecho el juicio. No ha entrado a un proceso de juicio -aseguró el cardenal,quien recordó que al fundador de los legionarios ya en 1956 lo habían retirado delejercicio sacerdotal y del gobierno (de su congregación) y “ahora lo vuelven aretirar, pero ya esta retirado”, respondió. Milenio, 22 de mayo 2006. ¿Un Cardenalriéndose de un comunicado oficial de la Congregación para la Doctrina de la Fe?  Tiene razón, la autoridad que pretende ser “juez” imparcial es, en realidad“parte” del delito y por ello es radicalmente incompetente en la adecuadaresolución del caso.Como podemos percatarnos, el caso Maciel en la Iglesia contemporánea apunta aque el problema va más allá del rediseño de árbol de la Legión de Cristo. Se tratade un agudo problema estructural que compromete la misión misma de la Iglesiaen el mundo contemporáneo, esto es: el haber antepuesto, por encima de ladignidad y los derechos de las víctimas –niños y adolescentes inocentes-, laprimacía de la imagen de la institución, el prestigio de sus ministros y sus propiosbeneficios por encima de todo, al costo que sea. ¿Cuándo y cómo llegamos apostular este principio como el más importante para la Iglesia católica? ¿Cuándo y

cómo llegamos a esta aberración histórica?Alberto Athié