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    Captulo VII La modelacin de la Argentina

    moderna

    Se ha dado en llamar Orden Conservador o RgimenConservador al perodo que media entre 1880 y 1910 o 1912,cuando se sanciona la Ley Senz Pea, instrumento legal quedefini los lmites de una poca. El adjetivo no est bienempleado, porque la gente que anim los procesos polticos,econmicos, sociales y culturales durante este lapso no fue enrealidad conservadora, pues su intencin no era la deconservar nada, sino, por el contrario, la de modificarlo todo.La denominacin se debe a que las fuerzas polticas quefueron el sustento de estos aos, despus de la Ley Senz Pease autocalificaron o fueron llamadas conservadoras yconstituyeron el fundamento de los partidos conservadores

    que existieron luego.

    La Belle poque

    A lo largo de estas tres dcadas tambin el resto del mundoatraves un perodo muy especial, que la posteridad hadenominado Belle poquey que se caracteriz por la paz queentonces reinaba en Europa. La ltima guerra ocurrida habasido la franco prusiana, en 1870, y ya en 1880, Francia quehaba elegido un sistema republicano casi por casualidad, envez de retornar a la monarqua, afirm su fuerza econmicay su solidez poltica y se puso nuevamente a la cabeza deEuropa. Por su parte el imperio alemn, que se habaconstituido precisamente sobre la derrota de Francia, tenda aun rgimen muy centralizado bajo el imperio. Ya habadesaparecido Bismarck, pero sus teoras sobre elfortalecimiento del imperio se seguan aplicando. El

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    emperador Guillermo II, que tena veleidades blicas, en pocotiempo convirti a su pas en algo que asustaba bastante alresto del continente europeo.

    Gran Bretaa tambin haba afirmado su poder, y despusde la guerra de los Boers complet el colorido del planisferiocon sus grandes posesiones ultramarinas. Era,indudablemente, la potencia ms importante del mundo, consu enorme flota, ingente comercio, gran industria y notable

    estabilidad institucional.En cuanto a Estados Unidos, empezaba a revelar su

    fuerza, cosa que hizo espectacularmente en la guerra contraEspaa de 1898. En esta guerra, que tuvo como escenario laisla de Cuba, la flota espaola fue hundida de una maneracasi miserable por una flota norteamericana cuyasuperioridad era aplastante.

    Por un lado, esto signific que Estados Unidos empezara aasomarse a una poltica de tipo imperialista, que la llev aocupar virtualmente Cuba, Filipinas y Puerto Rico, y a tomaruna actitud de injerencia en los asuntos americanos con unsentido de potencia hegemnica en la regin. Por el otro,

    Espaa, que en ese momento disfrutaba por primera vez en elsiglo de un sistema poltico estable (de partidos), sinti laderrota de Cuba como una suerte de fracaso nacional. Estotrajo una serie de consecuencias, sobre todo de tipo literario ycultural, a travs de la llamada generacin del '98, que hizo laautocrtica de los sucesos de Cuba.

    Fuera de estas dos guerras, la de Cuba y la de los Boers, enel sur de Africa, durante este perodo el mundo viviprcticamente en paz y, en consecuencia, la estabilidad fuecasi absoluta, la disponibilidad de capitales, muy grande y elmovimiento de la inmigracin europea a distintos puntos deAmrica se mantuvo o acentu. En estos primeros aos del

    siglo, adems, imper una suerte de talante optimista.La idea del progreso universal indefinido, la liquidacinde los nacionalismos, la menor importancia que apa-rentemente tendran las ideologas religiosas, las unifor-mizaciones de los regmenes polticos y econmicos en todo elmundo (donde prcticamente se usaban monedas

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    intercambiables y donde el rgimen comercial internacionalno tena ninguna clase de barreras ni interferencias) dabalugar en aquella poca a un razonable optimismo. Lo hemosvisto en libros, novelas, obras de teatro, pelculascinematogrficas. Se crea haber llegado a la estabilidadmundial definitiva. Este estado de cosas, por supuesto, sederrumb en 1914 con la Primera Guerra Mundial, pero detodas maneras el Orden Conservador en la Argentina estuvo

    enmarcado por un mundo con estas caractersticas tanespeciales.

    Un proyecto de Nacin

    Este perodo de treinta aos fue testigo del nacimien- I ode la Argentina moderna. Para decirlo en trminos gr- I icos:si un argentino medio, que en 1880 o en 1879 tuviese veinteaos de edad, hubiera echado una mirada sobre su pas,habra visto un proyecto bastante promisorio, dotado derecursos naturales interesantes, pero que careca de unacapital y de un Estado Nacional; un pas donde la tercera partedel territorio estaba ocupada por los indios y que no tenamoneda propia ni presencia en el comercio mundial. Es decir,que alguna vez poda funcionar bien, pero que por elmomento tena muchas etapas que recorrer.

    Treinta aos ms tarde, este mismo argentino, con apenascincuenta aos de edad, habra visto al pas ms adelantadode Amrica del Sur, que tena una insercin perfectamentelgica y redituable en los circuitos mundiales de la inversin,de la produccin y del consumo; que tena la red ferroviariams larga de Amrica Latina y una de las ms largas delmundo; que tena un sistema educativo admirable; que sedistingua de otras naciones de Amrica por la existencia de

    una gran clase media; y que gozaba de una estabilidad polticae institucional que no haba conocido durante toda su historia.Es decir que este argentino que a los veinte aos haba vistouna Argentina en busca de su punto de maduracin, en 1910,durante la fiesta del Centenario, poda estar orgulloso de estepas realmente logrado donde slo habra un aspecto negro,

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    del cual ya hablaremos.Cronolgicamente, este perodo comenz en 1880 con la

    primera presidencia de Julio Roca. La ciudad de Buenos Airesya haba sido convertida en capital de la Repblica por lasleyes de la Legislatura de la provincia de Buenos Aires y delCongreso Nacional. El Estado Nacional haba sidoestructurado de tal manera que, al decir del propiopresidente, tendra que estar por encima de cualquier

    alteracin o revolucin. Es decir, deba poseer la autoridadnecesaria como para ser realmente el rbitro de los interesescontrapuestos en la vida de la Nacin.

    Entre 1880 y la sancin de la Ley Senz Pea podramosdistinguir, polticamente hablando, tres perodos bastantenetos. El primero empieza precisamente en 1880 con lapresidencia de Roca, donde gobierna el Partido AutonomistaNacional; es decir, el viejo partido Alsinista o al menos unafracciny grupos provinciales que haban apoyado a Rocay se convirtieron en la fuerza oficialista por antonomasia.

    La hegemona del Partido Autonomista continu durantela presidencia del concuado de Roca, Miguel Jurez Celman

    (1886-1890), quien acentu el carcter exclusivista deloficialismo declarando que el jefe del Poder EjecutivoNacional sera tambin el jefe nico del partido oficialista. Nohaba prcticamente otros partidos importantes en el pas aunque la palabra partidos sea casi abusiva para definir loque era una suerte de compadrazgos donde el presidente dela Repblica, los legisladores y los gobernadores deprovincias formaban una estrecha malla de intereses polticos,que eran los queden realidad gobernaban y permitan que laideologa vigente tuviera andamiento.

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    En 1890 este sistema sufri un grave descalabro con laRevolucin del Parque y con el surgimiento de un partidoopositor, la Unin Cvica, que un ao despus se convirti enUnin Cvica Radical. A partir de ese momento Jurez Celmandesapareci del escenario poltico y regres Roca, intentandoviabilizar algo que haba sido gravemente puesto en cuestin:el rgimen que l mismo haba montado en aos anteriores.

    Roca comprendi que esa forma exclusivista de gobernar

    que haba definido tanto su presidencia como la de JurezCelman haba llegado a su fin, y que en adelante la autoridaddel Estado deba apoyarse en una confluencia de fuerzaspolticas fuerzas que no estaban separadas por ningunaconcepcin importante, ni por ninguna propuesta diferentesobre el pas, sino simplemente por intereses distintos. Asfue que Roca busc el acuerdo con el mitrismo, que estabaprcticamente excluido de la vida oficial desde 1880, cuandofue derrotado en la revolucin tejedorista.

    A partir de 1891, pues, el mitrismo apoy mediantediversos pactos a ese sistema, ese rgimen y ese orden de loscuales no se senta ajeno, a pesar de ciertos matices de

    diferenciacin. El acuerdo logr resistir victoriosamente losproblemas polticos de 1891, cuando el radicalismo se lanz auna campaa electoral muy fuerte con la candidatura deBernardo de Irigoyen. Resisti tambin el terrible ao 93,

    constelado de revoluciones radicales en casi todo el pas. Elacuerdo sobrevivi, pues, y no solamente apuntal a CarlosPellegrini en su presidencia (1890-1892), sino que lo ayud asalir de la crisis econmica en que estaba sumido el pas.Impuso adems como presidente a Luis Senz Pea, quienrenunci en 1896 y fue sustituido por su vicepresidente, JosEvaristo Uribu- ru. En 1898 Roca volvi por segunda vez a lapresidencia, y la desempe hasta 1904. En 1904 asumi

    Manuel Quintana, quien falleci dos aos despus, dejando enel cargo a su vicepresidente, Jos Figueroa Alcorta. En 1910fue Roque Senz Pea el que asumi la presidencia parafallecer cuatro aos despus y ser reemplazado por su vi-cepresidente, Victorino de la Plaza, quien en 1916 entreg lasinsignias del poder a Hiplito Yrigoyen, el primer presidente

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    elegido por el voto universal segn la nueva ley electoral.Resumiendo lo anterior, digamos que durante el Rgimen

    Conservador podemos distinguir un primer perodo que vadel 80 al 90, signado por el exclusivismo del PartidoAutonomista Nacional; un segundo perodo, que comienza en91 y est caracterizado por un acuerdo permanente con elmitrismo, acuerdo que permite apuntalar la situacin inclusoen momentos tan graves como las revoluciones del 93 y la de

    1905; un tercer perodo, durante el cual podemos observar,desde la aparicin de Quintana en la presidencia, laprogresiva liquidacin poltica del general Roca y susustitucin por esas fuerzas que en 1912 sancionarn la LeyElectoral. Estos tres perodos enmarcan el desarrollo dealgunas ideas que caracterizan al Rgimen Conservador y queveremos a continuacin.

    La ideologa

    En primer lugar, durante estas dcadas fue puesta enefecto la ideologa de Juan Bautista Alberdi que ya hemosrevisado en captulos anteriores: una sociedad civil queofrezca todas las garantas y todos los derechos para pros-perar, para enriquecerse, para educar a sus hijos, etctera,pero a la cual todava no se le conceden derechos polticos, yaque no hay seguridad de que la ciudadana sea capaz deejercer sensatamente esos derechos. Al respecto haba unpacto, un acuerdo, una conciliacin permanente entre fuerzasque, si bien tenan matices propios, en lneas generalescoincidan totalmente con esta propuesta. Fuesen roquistas,mitristas, pellegrinistas, modernistas, saenzpeistas oudaondistas, todos ellos estaban de acurdo en postergar unareforma electoral que permitiese entregar el voto

    incondicionalmente a las masas. Compartieron una polticaque consista bsicamente en abrir las fronteras al exteriorpara que llegasen hombres, ideas, mercaderas, capitales,incluso modas.

    Esta fue la ideologa comn a aquellos hombres que suelenser llamados la generacin del 80, aunque no hayan sido

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    una generacin, sino un grupo de doscientas o trescientaspersonalidades en todo el pas. Generalmente haban sidoformados en los mismos colegios y universidades, hablaban elmismo lenguaje, compartan una misma ideologa y un mismocdigo de costumbres, se conocan entre s, incluso eranamigos. Podan disputarse el poder ferozmente, pero enltima instancia pensaban lo mismo acerca del pas y de sudestino.

    Este rgimen, conformado por amigos que aunque sepeleasen pblicamente no discrepaban demasiado sobre cmoconducir al pas ni sobre el futuro que esperaban para l,comparta tambin cierta comprensin del mundo. Pero estono era solamente un asunto de la dirigencia poltica de lapoca; lo comparta toda la sociedad argentina, sin necesidadde estudiar demasiado el tema ni de enterarse demasiado delo que pasaba. Suceda intuitivamente, porque una cantidadde lneas que llegaban desde el pasado confluyeron en esemomento para encontrar las condiciones ideales de desarrolloen el mundo y en el pas.

    As, la Argentina logr insertarse con inteligencia en los

    circuitos del consumo y de la produccin mediante laexplotacin racional de la tierra, aplicando la tecnologa de lapoca para lograr su mayor rentabilidad. Este es uno de losfenmenos ms interesantes de la poca y se ha estudiadomuchsimo. Nunca deja de llenar de admiracin esta mocincolectiva, este movimiento que, sin necesidad de secretaras deplaneamiento, ni de organigramas, ni de seminarios, ni decosas por el estilo, hizo que la Argentina hiciera exactamentelo que tena que hacer en ese momento. Es decir, tratar deexplotar la tierra, el gran recurso que tena para lograr precisa-mente el tipo de produccin que, en ese momento, podaexportar y tener as presencia en el comercio mundial. Esto se

    llev a cabo introduciendo y aplicando algunas tcnicas quehaban llegado a ser bastante baratas y accesibles, y cuyautilidad estaba demostrada por su aplicacin experimental.

    En primer lugar, el alambrado, cuyo uso ya se conoca,pero que se difundi recin en la dcada del 80. El alambradosignific que el propietario sintiese la materializacin fsica de

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    su propiedad, en lugar de esa vaga percepcin que vena delos tiempos coloniales, segn la cual la propiedad de Fulanoiba desde el omb de tal lado hasta la orilla del arroyo. Elalambrado perimetral, en cambio, indicaba concretamentecules eran los lmites de la propiedad y, mucho msimportante que eso, hizo posible el apotreramiento del campo.Es decir, la separacin de potreros con alambrados ytranqueras, lo que permiti la divisin entre agricultura y

    ganadera, y evit que los sembrados desapareciesen en eltranscurso de una noche pisoteados por el ganado. Gracias aeste nuevo sistema, adems, se accedi a un manejo muchoms racional de los rodeos. Se pudieron separar los terneros delas madres, mandando al alfalfar a una punta de vacas paraque terminasen de engordar.

    Otro elemento tecnolgico importantsimo es el molino,que signific que habra agua donde se quisiera. El propietarioya no tuvo necesidad de buscar una laguna, un ro o un arroyopara que los animales abrevasen. El viento fue el que realiz eltrabajo de chupar el agua que est en las napas subterrneas,para volcarla en el tanque australiano donde los animales

    pudiesen beber. Esto permiti multiplicar la tierra explotabledel pas.

    Adems empezaron a verse tambin, y esto es fcilcomprobarlo por los avisos en los diarios de la poca, lasprimeras sembradoras y las primeras cosechadoras de vapor,que desde luego hicieron mucho ms fcil el trabajo de campo,y permitieron el reemplazo del labrador y el arado de bueyespor grandes mquinas que hacan un trabajo ms selectivo yredituable.

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    ms o menos grandes de sus campos, generalmente ainmigrantes, chacareros que pagaban en especies o en dinero,segn los contratos que se hicieran, y que fueron concretandolo que James Scobie, un investigador norteamericano, llamla Revolucin de las Pampas. Es decir, la conversin de esta

    tierra, que hasta entonces no haba tenido una explotacinracional, en una fuente asombrosa de oleaginosas y decereales.

    Este hecho es una de las caractersticas fundamentales delos treinta aos que estamos describiendo. A travs de lasexportaciones (que son adems las que equilibran el problemaeconmico y financiero cuando la crisis del 90), un pas hastaentonces perifrico se insert en el mundo, donde a partir deese momento tendra presencia no slo comercial sinotambin social: la de los viajeros argentinos, los estancierosricos que se radicaban en Pars o que viajaban all a vivir, acurarse, a morir, o simplemente a divertirse.

    En muy pocos aos se hablaba de la Argentina como deuna especie de El Dorado. Esa imagen era confirmada por casitodos los viajeros que nos visitaban y que, en su mayora, se

    iban admirados del pas y de la asombrosa transformacinque se estaba realizando. Esto cre tambin un aura deoptimismo, talante no muy distinto del que se viva en elmundo en ese momento, pero que en el caso de la Argentinaera materialmente comprobable. Crecieron ciudades nuevas,como La Plata o tantas otras; se tendieron ferrocarriles alldonde no haba nada; aparecieron en el interior del pasislotes como Mendoza o Tucumn, donde la proteccin a lasindustrias vitivincola y azucarera permita una extraordinariaprosperidad.

    Estos factores y, adems, la creacin progresiva, pero muyrpida, de una clase media, distinguan a la Argentina de esos

    aos de otros pases de Amrica Latina, donde lo que existaera una clase oligrquica muy rica, generalmente asentadasobre la propiedad de la tierra, y un enorme magma depueblo que no viva en forma demasiado diferente a la de lapoca colonial. En la Argentina, 011 cambio, haba unapoblacin formada sobre todo con inmigracin blanca, cuyos

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    hijos reciban los beneficios de una educacin obligatoria, quese estructur casi paralelamente a la poltica de inmigracin ya la de pacificacin.

    Inmigracin, educacin y paz

    Puede decirse, pues, que la poltica del Rgimen

    Conservador estaba definida por tres voluntades del Es- lado:en primer lugar, la inmigracin, una de ias continuidades msfieles del pensamiento de Alberdi quien, como ya dijimos,haba planteado la necesidad de fomentarla. Alberdiimaginaba una inmigracin preferentemente anglosajona, quefuera cambiando el tipo tnico de nuestro pueblo, paraensearle hbitos de trabajo, aho- i r< >, respeto a laautoridad, etctera. Si bien los inmigrante'. quedesembarcaron no eran anglosajones lo que provoc laprotesta de Sarmiento cuando vio llegar a polacos, judos,rabes, sirios: Estos no son los inmigra ules quequisiramos, fue de todas maneras un tipo de inmigracin

    que por lo general aport mano de obra barata e incorpornuevos elementos a una poblacin todava muy pequea parala enorme extensin de nuestro pas.

    En ese sentido, la poltica de inmigracin que llevaronadelante los gobiernos del Rgimen Conservador fue muyamplia y nada discriminatoria. No se pusieron trabas a ningntipo de inmigracin. Incluso Roca, durante su primerapresidencia, nombr un agente especial de inmigracin paraque intentase desviar hacia la Argentina a la corriente dejudos rusos que huan de los pogroms, generalmente aEstados Unidos. Precisamente en esos ltimos aos del siglo,empezaron a instalarse algunas colonias de judos en la ciudadde Buenos Aires. La poltica era pues muy amplia y, aunqueen algn momento

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    hubo voces que se levantaron para protestar contra algntipo de inmigracin que aparentemente no interesara al pas,en ningn momento se sancionaron leyes restrictivas.

    En segundo lugar, el Estado se ocup de la educacin.Indudablemente, tambin en esto el Rgimen Conservadorfue fiel al pensamiento ya no tanto de Alberdi como deSarmiento. La necesidad de educar al soberano sobre la queinsista Sarmiento se fue haciendo realidad progresivamente,

    a partir de 1882, cuando se cre el Consejo Nacional deEducacin y se le dieron fondos y autonoma. A partir deentonces empezaron a multiplicarse en el pas las escuelasprimarias, que seran los organismos que alimentaran a loscolegios nacionales ya creados por Mitre y a las dostradicionales universidades que existan en la Argentina, la deCrdoba y la d Buenos Aires.

    El de las escuelas primarias fue el sistema educativo msadmirable. No hay que olvidar sobre todo el artculo IV de laConstitucin, que estableca, como una de las condicionespara que el Estado Nacional respetara la autonoma de lasprovincias, el desarrollo de la educacin primaria.

    Dado que algunas provincias, empobrecidas a partir del80 (el crecimiento no haba sido parejo para todos), no podan

    sostener una organizacin de enseanza primaria como la queera deseable, a partir de 1904, con la sancin de la ley Linez,se estableci la obligacin de que la Nacin ayudara aaquellas provincias que no pudiesen sostener por s solas unaeducacin primaria como la que se necesitaba.

    Lo cierto es que esta preocupacin de los gobernantes delRgimen por la enseanza primaria les hace honor. Porqueinmigracin ms educacin popular significa necesariamenteque diez, quince, veinte aos despus, habra una nuevageneracin de hijos de inmigrantes que reclamaran su lugar

    bajo el sol en el terreno poltico y querran tambin gobernarel pas. Aquellos hombres del Rgimen saban que laeducacin iba a implicar a largo o a breve plazo sudesplazamiento; sin embargo, prefirieron educar ysancionaron la Ley 1.420, segn la cual la educacin primariaes obligatoria (es decir, que los padres deben mandar a sus

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    hijos a la escuela), gratuita (no les costar un peso) y laica (notendr un sentido confesional, lo que garantizaba alciudadano que en la escuela su hijo no sera llamado aninguna confesin'religiosa).

    La inmigracin y la educacin fueron dos pilares im-portantes de la Argentina. El tercero fue la paz, la deliberadaintencin de no enzarzarse en ningn conflicto con losvecinos.

    Lo que hoy parece un postulado de cajn, era en aquellapoca una decisin bastante importante, porque existancuestiones fronterizas pendientes. Aunque la relacin conBrasil se haba establecido medianamente bien, no suceda lomismo ni con Chile ni con Bolivia; sin embargo, solucionar losproblemas fronterizos, sobre todo con Chile, para evitar unacarrera armamentista que poda ser ruinosa, fue unapreocupacin permanente de los gobernantes de la poca: noslo de Roca y de Pellegrini, sino tambin del propio Mitre.

    Despus de varios picos de tensin y de algunos tratados,en 1902 Argentina y Chile aceptaron el arbitraje de SuMajestad Britnica y, mediante los famosos Pactos de Mayo, se

    afirm una especie de statu quo que durara muchos aos.Tambin hubo momentos de tensin en las relaciones conBrasil: la poltica de Estanislao Zeballos bajo Figueroa Alcortapudo haber llevado las cosas a un estado de riesgo bastanteinquietante que, finalmente, fue diluido por la accin dehombres como Roca, quienes postularon la necesidad de quela Argentina sostuviera una posicin pacifista. No solamentepor principios, sino tambin porque se consideraba que la pazera algo que a la larga produca rditos, y que en cambio laguerra, aunque fuera triunfante, arruinaba a los pases.

    Adems de la poltica de inmigracin, educacin, paz yapertura de las fronteras, adems de un sistema que evitaba

    el conflicto a travs de pactos, adems del optimismo, existaun Estado Nacional que funcionaba. Hasta 1880, dijimos, nohaba un Estado Nacional. Slo un gobierno que viva deprestado en la ciudad de Buenos Aires y que manejaba unejrcito nacional fraguado durante la Guerra del Paraguay,pero sin poder para evitar ,los cuestionamientos, incluso

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    El Estado Nacional

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    armados, que provocaban los gobiernos provinciales o lasfuerzas polticas, como en 1874.

    A partir de 1880, el Estado Nacional no solamente tuvouna capital, sino que adems se afirm a travs de la creacinde organismos importantes como el Consejo Nacional deEducacin, el Banco Hipotecario Nacional y los ministerioscon vigencia en todo el pas, como el de Obras Pblicas, por

    ejemplo, o el de Instruccin Pblica. Y adems, con laformacin de un ejrcito nacional que, despus de la ley deconscripcin obligatoria, tuvo realmente fuerza. Tanto es asque en las alteraciones cvico-militares de 1890, 1893 y 1905,aunque participaron individualmente no pocos militares, elejrcito se mantuvo leal al gobierno de turno y a las institu-ciones de siempre.

    Es aventurado decir que el Rgimen Conservador fueliberal. Lo era s en el pensamiento, en su creencia en lanecesidad de respetar la libertad de expresin y la libertad deprensa, de mantener la dignidad de las instituciones. Incluso,en algn sentido, su pensamiento era liberal en cuanto a que

    el orden econmico estaba asistido por una apertura defronteras en lneas generales. Pero aquellos hombres tuvieronuna conciencia muy clara de que el Estado deba existir;deba ser fuerte, autoritario, y arbitrar permanentemente enel juego de intereses de la comunidad; tena deberes yatribuciones a los cuales no poda renunciar.Cuando Jurez Celman, en 1889/90, acosado por la crisis

    econmica, puso en remate en Europa 24.000 leguas de tierrasfiscales, lo que no se lleg a concretar; cuando puso enarrendamiento las obras de salubridad de la ciudad de BuenosAires, es decir, las Obras Sanitarias; cuando vendi algunosferrocarriles de propiedad nacional, Roca, evidente artfice delOrden Conservador, se quej amargamente a algn amigo ydijo que si fuera cierto que los gobiernos son malos administra-dores, tendramos que poner bandera de remate a los cuarteles,a las oficinas de correo, a las oficinas de telgrafo, a las oficinas

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    de recaudacin de rentas, a las aduanas y a todo aquello queconstituye, dice, los deberes y las atribuciones del Estado. Esdecir que estos hombres, promotores en lneas generales delpensamiento liberal, saban que un pas que se estaba articu-lando, como la Argentina en esos momentos, necesitaba unEstado que asumiera claramente sus deberes. No para interferiren la iniciativa privada sino para marcar los lmites que stadeba tener y para promover el desarrollo de las reas donde elinters particular se desentendiera.

    Cuestionamientos

    A medida que el pas reciba la inmigracin, que se creabauna cierta infraestructura industrial, que se estableca unproletariado, llegaron tambin las ideas de reivindicacin social,encarnadas en dirigentes anarquistas o socialistas, y calaronhondo dentro de las clases menos favorecidas. Sobre todo apartir de 1904 y 1905 este sistema, que haba sido tan progresistaen muchos aspectos, empez a adquirir carcter represivo ysancion la Ley de Residencia. Algunos hombres del Rgimenestaban asustados de que pudieran producirse trastornos cuyaetapa final fuese el derrocamiento o el derrumbamiento del or-

    den de cosas que se haba creado.

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    Los motivos de alarma, en realidad, no eran tan graves.Hubo algunas huelgas, algunos disturbios, pero en ningnmomento de la dcada de 1900 a 1910 pudo justificarse estarepresin, reveladora de un temor que no haba estado dentrodel espritu de los fundadores del Orden Conservador. Ni Roca,ni Pellegrini, ni el propio Mitre, ni los Senz Pea, el viejo y eljoven, arriaron el tono optimista que haban tenido respecto deldestino del pas y del carcter de su pueblo, pero los ltimosepgonos del Rgimen, hombres como Marcelino Ugarte y otrosmenores que no vale la pena nombrar porque han sido casi ol-vidados, estaban aterrorizados acerca de lo que poda pasar con

    estos anarquistas y socialistas alborotadores. Las leyesrepresivas y la accin policial indicaron un punto de inflexinen una poltica que hasta entonces haba sido generosa.

    De todas maneras, hacia 1910 o 1912 el experimentoconservador haba tenido pleno xito. El pas diseado por elpensamiento de Alberdi, que en 1880 todava estaba en caminohacia su desarrollo, en 1910 haba alcanzado ya la vanguardiaabsoluta en Amrica Latina. Era el trasplante ms brillante de lacivilizacin europea que hasta ese momento se haba visto.

    Faltaba un aspecto por reformar. Un aspecto oscuro, quesuscitaba no solamente las crticas de la gente imparcial sinoadems la protesta permanente de esa fuerza poltica que era el

    radicalismo. Se trataba del aspecto poltico, basadofundamentalmente en el pacto, en el convenio, en el acuerdo,como ya se ha dicho. Si bien evidentemente cumpla con ciertafinalidad, porque evitaba los conflictos y enfrentamientos, estapoltica permita no obstante un sistema electoral totalmenteficticio, a la vez que era profundamente inmoral. La repartija depoder que haba caracterizado al rgimen durante aos y aosera un hecho que indudablemente desmoralizaba la vidapblica, retraa a la mejor gente de la vida poltica, haca que -elespectculo del Parlamento tuviera un fondo mentiroso ycreaba un flanco muy vulnerable a este panorama de larepblica que en otros sentidos era realmente de aciertos y de

    logros.Fue entonces cuando Roque Senz Pea, presionado por una

    serie de factores que ms adelante veremos, promovi lasancin de esas leyes que llevan su nombre y que significaronun drstico cambio en la poltica del pas. La Ley Senz Peasustituy el rgimen electoral tramposo, fraudulento y violento

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    de los aos anteriores por un sistema donde el ciudadano podavotar libremente y donde, adems de las garantas para podersufragar, se estableca un sistema por el cual no gobernarasolamente el partido que ganase las elecciones, sino que stecogober- nara con el partido que lo siguiese en votos, medianteel sistema de la lista incompleta.

    Lo cierto es que esta ley se sancion para blanquear unasituacin insostenible por lo criticable. Los hombres que habanconstruido la repblica Mitre, Alberdi estaban muertos,pero sus descendientes polticos tenan todo el derecho delmundo a pensar que el electorado iba a acompaarlos en esta

    suerte de homologacin o ratificacin de su legitimidad, porqueel xito obtenido haba sido grande. En treinta aos habanconvertido un pas perifrico, pobre, fragmentado, anarquizado,en este gran pas opulento que se distingua de toda AmricaLatina. Y sin embargo, el electorado dio la espalda a estas viejasfuerzas creadoras y se ech en brazos de una nueva fuerza queera una incgnita, que no tena programa, cuyo jefe no eraconocido y que, en ltima instancia, significaba algo totalmentenuevo dentro de la poltica argentina.

    Los treinta aos que transcurrieron entre 1880yl910 fueronfundamentales para la modelacin de la Argentina moderna. Dealgn modo nosotros somos todos herederos de esa poca. Los

    grandes edificios pblicos que se ven en todas las ciudades de larepblica y los grandes parques donde nos recreamos datan deese entonces. La afirmacin de las instituciones fundamentalesen las que se hace slida la vida del pas, desde la educacinprimaria hasta la universidad, pasando por las Fuerzas Arma-das, son hijas de aquel rgimen que, si bien cometi muchospecados polticos, tuvo en cambio buen olfato y buena intuicinpara descubrir cul era el papel que la Argentina deba cumpliren el mundo de la poca.

    El costo del progreso

    La prosperidad de este perodo dependi en gran medida dela produccin de la llamada pampa hmeda; es decir, de loscereales primero, los oleaginosos despus y, sobre todo, de lascarnes. En consecuencia, la regin que se privilegi fue la queabarca buena parte de la provincia de Buenos Aires, sur de

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    Santa Fe, sur de Crdoba, algo tal vez de San Luis. Tambin seprivilegiaron dos islotes, el vitivincola y el azucarero.

    Pero tanto este tipo de prosperidad como toda la in-fraestructura que responda a ella (por ejemplo, la red deferrocarril volcada sobre el puerto de Buenos Aires), olvidaba odejaba de lado a algunas regiones del pas cuya produccin nointeresaba demasiado en este momento. Por ejemplo, laproduccin minera o las industrias ms o menos artesanales delas provincias del norte y del noroeste, las cuales sufrieron enestos aos un retraso relativo. As como las provincias del litoralcrecieron formidablemente, hubo otras Catamarca por

    ejemplo que fueron ms importantes en tiempos de laConfederacin que en los del Rgimen.

    En el aspecto demogrfico el empobrecimiento se reflej enlos censos y, polticamente, a travs de la representacinparlamentaria, que dependa de la poblacin de cada provinciay se ajustaba despus de cada censo. Con el naso del tiempo, sefue advirtiendo que las provincias del norte y del noroestetenan menor representacin parlamentaria en relacin con lasprovincias del litoral. Lo cual implicaba consecuencias bastanteimportantes: cuando se votaban determinadas obras pblicas,por ejemplo, haba preferencia por las provincias del litoral, enfuncin de la riqueza que producan, y aquellas otras viejas

    provincias fundadoras seguan estancadas en el atraso.El crecimiento social tambin fue desparejo. Mucha gente se

    enriqueci y se fue creando una clase muy snob y dilapidadora,a la vez que otros sectores sociales padecan las consecuenciasde un proceso duro y competitivo, donde no haba un Estadoasistencialista ni tampoco previsin social alguna; donde el quese mora de hambre, se mora y punto, y al que se lo echaba deun empleo terminaba en la calle sin ningn tipo deindemnizacin.

    No haba, por lo tanto, leyes sociales como las que despushubo. Lo que s haba era una garanta del Estado quefuncionaba muy bien: la de la moneda que, a partir de la

    creacin del Peso Argentino, tuvo el mismo valor duranteaquellos aos, lo que implic la posibilidad de ahorrar. El pesoque se guardaba un da iba a valer exactamente lo mismo diez,cinco o veinte aos despus. Esto hizo posible que quienestuviesen un poco de suerte y la perspectiva de ahorrar pudiesencomprar en cuotas, adquirir terrenos, construirse la casa; en fin,

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    hacer su propia jubilacin.Crecimiento desparejo pero crecimiento formidable, que

    contena adems en su seno los instrumentos de au-tocorreccin, como el que hizo posible la transferencia del poderde un sistema elitista a un sistema de partidos populares. Lahistoria de la modelacin de la Argentina moderna es la de unadmirable avance que no ocurri por azar, sino que fuepromovido acertadamente por un lcido ncleo de dirigentesen el marco de condiciones favorables que nunca ms se darancon la magnitud de aquella poca.

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    Captulo VIII La democracia radical

    A medidaquenuestro relato avanza en el tiempo, los temas a tratarse diversifican y se hace ms difcil sintetizar esos distintossectores de la vida en sociedad que en pocas anterioresaparecan indiferenciados. La autonoma que ahora cobran

    reclama un tratamiento que, visto el espacio con que contamos,no le podremos dar. De ahora en adelante, pues, el enfoque serpredominantemente poltico, aunque necesariamente hayareferencias a los sectores econmicos, sociales y culturalescaractersticos de cada etapa.

    El perodo que veremos en este captulo es el que comienzaen 1912 con la sancin de la Ley Senz Pea y termina en 1930,instante histrico en que la democracia, a la cual la Ley SenzPea contribuy tanto, sufri su primera quiebra y el pas entren una fase caracterizada, entre otras cosas, por la presenciaactiva del Ejrcito o de las Fuerzas Armadas en la vida poltica.Entre 1912 y 1930, sin embargo, la continuidad constitucional

    fue perfecta y el juego de los partidos lleg a un razonable nivelde pluralismo, de convivencia, de formacin y sustitucin deelencos. Adems de haber sido el perodo ms brillante delParlamento argentino en toda su historia, se caracteriz por elpredominio o, si se quiere, la hegemona de la Unin CvicaRadical.

    La UCR

    JEn los captulos anteriores deliberadamente hemos omitidohablar de la UCR, pero ahora es oportuno tratarla, por cuantofue la gran protagonista del movimiento cvico y de opinin quepresion para obtener una ley que asegurara el voto universal,obligatorio, de lista incompleta, garantizado: es decir, todoaquello que la Ley Senz Pea promova. El radicalismo no slofue el gran artfice de esta ley, sino tambin su gran beneficiarioa partir de las primeras elecciones y, sobre todo, cuando en 1916Hiplito Yrigoyen fue elegido presidente de la Nacin.

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    El radicalismo es una fuerza que ha sufrido algunasvariantes en su naturaleza poltica y programtica, como nopoda ser de otro modo dado que ha superado ya los cien aosde existencia. Tambin en la poca a la que nos estamosrefiriendo haba padecido algunos cambios con respecto almomento de su fundacin. En septiembre de 1889 se cre unaagrupacin llamada Unin Cvica, formada por elementos muyheterogneos: mitristas, antiguos autonomistas yrepublicanistas, catlicos resentidos con las leyes laicas de Rocay de Jurez Celman o, simplemente, jvenes sin afiliacinpoltica anterior. Con la bandera de la lucha contra la

    corrupcin, contra el fraude electoral y contra el unicato quehaba encarnado Jurez Celman, en julio de 1890 este grupo apoyado por algunos elementos militares se lanz a unarevolucin, la Revolucin del Parque que, si bien fue vencida,provoc la renuncia de Jurez Celman, su sustitucin por CarlosPellegrini y una nueva situacin poltica simbolizada por lapresencia, dentro de los muros del Parque, de hombres comoLeandro Alem, Bernardo de Irigoyen, Juan B. Justo fundadordel Partido Socialistao Lisandro de la Torre, fundador de laDemocracia Progresista. As que la Revolucin del Parque fueun hecho liminar dentro de la historia poltica argentina.

    Esta agrupacin poltica, la Unin Cvica, proclam en enero

    de 1891 la candidatura presidencial de Bartolom Mitre,acompaado por Bernardo de Irigoyen; una frmula de lujo.Bartolom Mitre era el hombre ms prestigioso del pas yBernardo de Irigoyen no le iba a la zaga. Pero adems, estafrmula tena otro valor, el de simbolizar la unin de las dosgrandes corrientes histricas de la poltica argentina. Mitre eraun obstinado antirro- sista, un liberal convencido. Irigoyen eraun hombre que haba servido al rgimen de Rosas en su lejanajuventud y que vena del autonomismo.

    Estas dos grandes personalidades, al unirse en una frmulaelectoral, representaban al mejor pas frente a la posibilidad dederrocar el rgimen estructurado por Roca y llevado a la

    mxima expresin por Jurez Celman.Pero ocurri que Roca, ministro del Interior, con picarda o

    con patriotismo, concibi la idea de llegar a un gran acuerdoque eliminase las elecciones, que evitase la lucha electoral y elenfrentamiento que l adivinaba iba a ocurrir. Ofreci entoncesa Mitre ser candidato no slo de la Unin Cvica, sino tambin

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    del roquismo, de las fuerzas que l lideraba, y Mitre aceptinmediatamente. Seguramente estaba convencido de estasolucin desde antes, pues aunque estaba viajando por Europacuando se produjo la Revolucin del Parque, tena noticias a tra-vs de sus muchos amigos sobre la solucin poltica que urdaRoca.

    El caso es que Mitre acept ser el candidato de prc-ticamente todas las fuerzas polticas del pas, cediendo elsegundo trmino de la frmula; es decir, aceptando que losroquistas propusiesen un candidato, en lugar de Bernardo deIrigoyen. Esto cay como un balde de agua fra en las filas de los

    cvicos, que acusaron a Mitre de repetir las mismas actitudespersonalistas que antes le haba reprochado a sus adversariosroquistas y juaristas.

    La revolucin

    Despus de un perodo de discusiones muy cidas, la UninCvica se dividi. Por un lado siguieron los mitris- tas que,adoptando diversos nombres y figuras, llegaron como partidohasta 1910 o 1912 y, por otro, los radicales, que seguan a Alem.Radicales por cuanto Alem, en sus discursos, enfatizaba que

    estaba radicalmenteen contra de este acuerdo; que querfa que sediese libertad al pueblo para votar y que el pueblo eligiese a losmejores.

    En 1891 la Convencin de la flamante Unin Cvica Radicalproclam como candidato a presidente a Bernardo de Irigoyen yllev a cabo lo que podra considerarse la primera campaaelectoral argentina. Alem pase por casi toda la repblica sloen algunos casos acompaado por Bernardo de Irigoyen, queera ya un hombre mayor para semejante trajinar, e hizo unagira electoral que despert mucho entusiasmo en el interior.Desde entonces el partido qued organizado en gran parte delpas y no solamente en la Capital, donde haba tenido sus es-

    tructuras hasta ese momento.De all en adelante, el radicalismo se caracteriz por algunasnotas que lo convirtieron en un partido muy singular. En primerlugar, era una fuerza que levantaba las banderas de larevolucin. Pero no la revolucin entendida como recursoeventual, al que se llega porque los mecanismos polticos hacen

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    imposible una salida electoral aceptable, sino la revolucincomo una suerte de objetivo permanente, como una manera decambiar drsticamente el orden de cosas instituido hasta esemomento.

    Operativamente, el radicalismo fue a la revolucin en 1893,cuando el propio Alem organiz un levantamiento en Rosario yse dieron movimientos en las provincias de Buenos Aires(encabezados por Hiplito Yrigoyen, sobrino de Alem),Tucumn, San Luis y, dos veces, Santa Fe. El ao 1893 fue muyduro para el gobierno que ejerci Luis Senz Pea, quien aceptla presidencia despus que Mitre renunciara a su candidatura al

    ver que no era la figura de unin nacional que haba deseado.La bandera de la revolucin sigui siendo enarbolada por

    Yrigoyen, sobre todo despus de la muerte de Alem, y semanifest en 1905 mediante un vasto movimiento re-volucionario cvico-militar que, en un primer momento, tuvoxito. Logr tomar puntos tan importantes como Rosario, BahaBlanca, Mendoza y Crdoba (aunque no la Capital Federal) perodespus del tercer da fue vencido.A pesar de esta derrota, Yrigoyen sigui usando la retricarevolucionaria y los activistas del radicalismo hablaban de larevolucin como un objetivo al que se debera llegarineluctablemente. En pocas tan adelantadas como 1907 y 1908

    hay registros de discursos de dirigentes radicales donde al finalse invitaba a los oyentes a incorporarse a la prxima revolucinradical, que esta vez no iba a fallar.

    En segundo lugar, sobre todo a partir de la conduccin deYrigoyen, el radicalismo escogi una doble va muy difcil, muysacrificada, muy singular dentro de la poltica argentina: seeligi el carril de la intransigencia. Intransigencia significaba

    que el radicalismo como un dogma, por decir as noaceptara ningn tipo de pacto o de conciliacin con partidoalguno, no aceptara alianzas de ninguna clase; rechazaba esterecurso que, dentro de la vida poltica de las nacionescivilizadas, es usado con relativa frecuencia cuando dos

    partidos que se consideran afines unen sus fuerzas en unmomento dado para jugar el juego del poder.

    El radicalismo se negaba a todo esto porque tena concienciade que su naturaleza no era la de un partido poltico sino la deuna cruzada cvica, la de un movimiento que recoga conproyeccin histrica lo mejor del pasado argentino y que, en

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    aquel momento, representaba a los buenos ciudadanos queluchaban contra el malfico Rgimen. Por. estas caractersticases que el radicalismo no se consideraba parte del sistemapoltico y desdeaba cualquier alianza con otra agrupacin.

    El otro carril elegido por Yrigoyen fue el de la abstencin; esdecir, no participar en elecciones, negarse a entrar en el juegoplanteado por el rgimen porque, a su juicio y, en realidad,era as, no estaban dadas las condiciones para que elciudadano pudiera votar con libertad. Hasta que estascondiciones no estuviesen perfectamente establecidas, elradicalismo se negara a participar en el envite electoral que, a

    su juicio, era simplemente una farsa caracterstica de esergimen oprobioso al que denunciaba.

    Estas tres notas la revolucin como bandera, la in-transigencia como conducta caracterstica y la abstencinelectoral le daban al radicalismo un carcter antisistema.No era un partido integrado en la legalidad, sino uno quecuestionaba todo lo existente en cuanto a estructura oficial,ponindola en peligro con su permanente reclamorevolucionario, con su abstencin de participar en elecciones,con su negativa a formar alianzas con otras fuerzas.

    Normalmente esta estrategia parecera suicida: un partidoque no aspira aparentemente llegar al poder, que ni siquiera

    reconoce alianzas, que insiste en una bandera revolucionariadespus que se ha demostrado que el Ejrcito no lo acompaa(aunque la revolucin de 1905 tuvo xitos iniciales ycomprometa a muchos oficiales jvenes, en realidad no tuvo elapoyo masivo de la fuerza armada).

    Yrigoyen tuvo que ejercer una conduccin muy rigurosapara mantener a su partido en esas condiciones. Pinsese lo queera el raro espectculo, a fines de la primera dcada del siglo, deun partido organizado en todo el pas, con comits abiertos entodos los barrios de las grandes ciudades; un partido que tenadiarios y reuna a sus organismos, comits y convenciones, peroque no participaba en elecciones. Para quienes militaban en esa

    fuerza, la situacin era muy extraa y poco gratificante desde elpunto de vista poltico. Yrigoyen, n varias oportunidades, tuvoque aplicar todo el rigor de su autoridad para enfrentar larebelin de algunos elementos, generalmente de clase alta, quedentro del partido rabiaban por empezar el cur- sus honorumnormal de la vida republicana.

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    Un programa indefinido

    Qu pretenda, adems, el radicalismo? Su programa era unmisterio: en sus primeros momentos, bajo la conduccin deAlem, se reduca a pedir moralidad pblica, pureza electoral yvigencia del sistema federal. Pero estos son simplementeprerrequisitos para un buen gobierno. En condiciones normales,ningn partido pedira moralidad administrativa, porque se

    supone que sta debe existir, de la misma manera que tampocosera necesario pedir libertad electoral. As que el objetivo quebuscaba Alem no estaba demasiado definido, lo que justifica

    que Carlos Pellegrini haya dicho que el radicalismo, ms que unpartido, era un sentimiento.

    Lo mismo ocurri bajo la conduccin de Yrigoyen, que seneg sistemticamente a establecer ningn programa concretopara su partido. Tanto es as que en 1908 rompi relacionespolticas con el ms importante dirigente radical del interior, eldoctor Pedro Molina, que peda un pronunciamiento radicalproteccionista para el interior del pas. Yrigoyen, en una clebrepolmica epistolar que mantuvieron, le plante que la misindel radicalismo como cruzada cvica era tan importante quepedirle que descendiese a las pequeeces del proteccionismo oel librecambio era insultar la grandeza de su misin. Aos

    despus, en 1916, cuando la Convencin de la UCR proclamcandidato a Yrigoyen, sus amigos torpedearon una propuestaque se hizo para aprobar un programa electoral sumamentedetallado. As que la prdica del partido consista simplementeen el cumplimiento de la Constitucin lo cual tampoco era unprograma, porque todo partido, para insertarse dentro de lalegalidad, debe cumplir la Constitucin.

    Esta fuerza que una y otra vez convocaba a la revolucin,que conspiraba en forma permanente, que no se aliaba con otrospartidos, que no participaba en las elecciones es un misteriodentro de la poltica argentina de este siglo. Curiosamente, suscaractersticas le dieron una enorme fuerza y una identidad que

    contrastaba con los dems partidos del rgimen el roquismo,el pelle- grinismo, el modernismo, el mitrismo, que se repar-tan el poder con distintos nombres (hay que recordar que enesa poca no existan leyes sobre partidos polti- eos y losnombres se usaban y se dejaban de usar a cada rato).

    Dentro de ese confuso paisaje poltico, el radicalismo se

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    destacaba por una conducta de tipo tico, que lo hacasimptico a la opinin pblica, sobre todo a la juventud.

    No tena una clientela que pueda denominarse de clases.Haba hombres del patriciado argentino y sectores detrabajadores urbanos, peones rurales y estancieros: un fe-nmeno sociolgico muy curioso porque desborda toda ideade clases. Cuando Ricardo Rojas se incorpor en 1932, dijo:Fui al radicalismo y me recibieron los nietos de los prcc'cs y

    los hijos de los inmigrantes.Es posible que Yrigoyen se haya negado a delinear un

    programa demasiado detallado sobre la futura accin gu-

    bernativa del radicalismo precisamente porque se trataba deuna fuerza que inclua elementos muy heterogneos. Elpretexto de cumplir la Constitucin era una inteligentemedida para evitar comprometerse con postulados quedespus pudiesen ser reclamados por uno u otro sector de lavida argentina.

    Los primeros comicios

    Terminada la hegemona de Roca, presidi el pas Jos FigueroaAlcorta (1906-1910), un hombre sin poder poltico. Haban

    muerto Pellegrini, Mitre y Bernardo de v Irigoyen, y RoqueSenz Pea, que llegaba de Europa con la idea de perfeccionar lademocracia argentina (concepcin que pesaba mucho dentro de

    las clases intelectual y dirigente del pas), fue designadopresidente (1910-1914).

    , El pas funcionaba pasablemente bien; en treinta aos se habalogrado el transporte de la civilizacin europea a un pasanarquizado, pobre, con la tercera parte de su territorioocupada por los indios, sin moneda propia y sin capitalfederal. En 1910, en cambio, poda exhibirse como la expresinms acabada de la civilizacin europea en Amrica, con unservicio de educacin formidable, una

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    clase media que lo destacaba de los otros pases del continente,una gran continuidad institucional y una clase dirigenteimportante.

    Sin embargo, mantena un sistema electoral totalmentefraudulento, mentiroso. Senz Pea crea que estaban dadas lascondiciones para efectuar alguna modificacin en ese sentido.Convoc a Yrigoyen para pedirle que su partido aportara dos otres ministros a su gabinete, pero el caudillo radical se neg,diciendo que lo nico que su partido quera era que se pudiesevotar. La respuesta de Yrigoyen demuestra su genio poltico, yaque si su partido entraba al gabinete quedaba entrampado. As,

    en cambio, qued como ajeno a este proceso, repujando laidentidad que haba logrado mediante los principios deintransigencia, abstencin y revolucin mantenidos hasta esemomento.

    Senz Pea promovi un padrn cvico regular llevado porla justicia y por el ejrcito, que garantizara que el ciudadanovotase libremente; un espacio cerrado de votacin, para quenadie interfiriera; presencia de fiscales en los comicios; y, sobretodo, lista incompleta, para promover la formacin de dosgrandes partidos con premios para el ganador y el que lesiguiese en votos, aunque sin ningn estmulo para un tercerpartido.

    Entonces comenz la presin dentro del radicalismo paraque el partido abandonara la abstencin. Yrigoyen se negaba,desconfiando que las promesas del gobierno se cumpliesen,pero no pudo resistirse a las presiones de Santa Fe en lasprimeras elecciones que se hicieron en marzo de 1912. Lo lgicohabra sido que el electorado argentino homologara loshombres que haban logrado, en treinta aos, la transformacindel pas. Pero el electorado tena otro orden de prioridades y ledio importancia a la tica que Yri- gnyen haba mantenidodurante quince o veinte aos, sin participar de enjuagues orepartijas de poder y reclamando una ley electoral como la quese estaba gozando entonces.

    El radicalismo triunf en Santa Fe y una semana despus enla Capital Federal, ganando el socialismo la minora. En losaos posteriores, muerto ya Senz Pea y conVictorino de la Plaza como presidente, se afirm la mayoraradical y entraron diputados radicales y socialistas quecuestionaban la poca anterior. En 1916 Hiplito Yrigoyen fue

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    consagrado presidente por el voto popular y empez una nuevaetapa signada por la hegemona radical.

    En cambio no se cumpli la previsin de la ley Senz Peaen cuanto a la formacin de dos grandes partidos. Lo naturalhubiera sido que el radicalismo gobernase ante unconservadorismo que, concentrando las viejas fuerzas anterioresa 1916, usara toda su experiencia gubernativa en los diversosforos. Pero el conservadorismo prefiri infiltrarse en algunosdiarios, en el Senado, en los sectores financieros, en ladiplomacia y no ofreci un contrapunto democrtico alradicalismo gobernante. En algunos casos Yrigoyen intervino

    algunos gobiernos provinciales conservadores bajo elargumento de que haban sido elegidos fraudulentamente. As,inevitablemente, se lleg a una hegemona radical.

    Accin de gobierno

    Yrigoyen, por otro lado, deba enfrentarse a los problemasde su poca. La guerra mundial, por ejemplo: Argentina eraneutral? Se deban romper relaciones a favor de los aliados? Enotro orden de cosas, haba que apoyar o que reprimir a losestudiantes universitarios? Qu hacer con las huelgas de los

    obreros ferroviarios y de la construccin, que afectaban laeconoma del pas: presionar a los patrones o apoyarlos? En fin,exista toda una serie de temas que lo obligaban a tomaropciones.

    Yrigoyen, que lleg al gobierno durante la primera guerramundial, debi mantener la neutralidad de la Argentina, a vecescon dificultades. Las importaciones escaseaban, ya que GranBretaa, Alemania y Francia participaban en la contienda. Lasfbricas cerraban por falta de materia prima y complicaban msla escena. Al mismo tiempo, al no poder importarse ya ciertasmercaderas, se opt por fabricarlas, dando la perspectiva decrear una industria nacional, paralelamente a la revalorizacin

    de los productos agrcolas (cereales, carne) necesitados por lospases en guerra.De modo que el gobierno de Yrigoyen mantuvo la

    neutralidad y la estructura econmica, no agredi a la oli-garqua terrateniente, recogi las inquietudes del estudiantadoy llev casi en forma silenciosa una revolucin igualitaria. Una

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    cantidad de argentinos nuevos, hijos de inmigrantesbeneficiados por la ley de educacin comn que les habapermitido ir al colegio y a la universidad, se integraron, sin serdiscriminados, a los cargos pblicos, tanto los electivos como losadministrativos. As se termin la etapa en que estos cargos sloeran desempeados por gente con determinados apellidos.Yrigoyen y el radicalismo de la poca constituan una fuerza dealto contenido igualitario.

    Adems, esta hegemona poltica que mantuvo el ra-dicalismo arroj algunos logros en los campos social, econmicoy cultural. En este ltimo se nota una suerte de regreso a

    motivos ms nacionales que los que haban inspiradoanteriormente a msicos, poetas o pintores. Por ejemplo, lorepresentado por el arquitecto Martn Noel, quien empez avalorizar la belleza de algunas capillas del noroeste y laarquitectura colonial. En materia de msica se inici lainspiracin en temas folklricos, y Ricardo Rojas escribi suHistoria de la literatura argentina. Si bien el radicalismopromovi un movimiento interesante que intentaba alejarse delos motivos extranjeros, no lleg, sin embargo, a cambiar lasbases sobre las que estaba fundada la vida argentina.

    La hegemona radical

    Entre tanto, estos xitos permitieron una moderadaprosperidad, el aumento de la calidad de vida de la clase obreray el afianzamiento de las clases medias, halagadas

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    por la posibilidad de que sus hijos ocuparan cargos pblicosimportantes o fuesen reconocidos socialmente. As elradicalismo fue extendiendo su vigencia poltica, hasta llegara un punto, por ejemplo en 1922, en que manejaba el pas deuna manera incontrastable. El nico que le haca frente en laCapital Federal era el Partido Socialista; en el interior,pequeos partidos provinciales o pequeas disidencias.

    Pero hay una ley de la ciencia poltica segn la cual,cuando un partido mantiene la hegemona y se maneja casicon unanimidad, la oposicin nace dentro del propiopartido. Cuando las cosas se hacen de tal forma que no existe

    un escenario nacional donde puedan expresarse las diversascorrientes de opinin y los distintos matices delpensamiento, entonces esa lucha se da dentro del partidodominante. Y esto es lo que ocurri en la dcada del 20,

    cuando en 1924 el radicalismo se dividi entreantipersonalistas e yrigoyenistas.

    Los antipersonalistas sostenan que estaban en contra dela poltica personal del caudillo. Los yrigoyenistas sealabanen cambio que sus opositores internos no eran sino unaforma encubierta de conservadorismo, un sesgo de derecha yque ellos, los yrigoyenistas, interpretaban mejor el carcterpopular, revolucionario, transformador y americanista del

    radicalismo. La lucha produjo un movimiento muyinteresante de intelectuales radicales que a travs delibros, folletos, artculos y despus, en la campaa electoralde 1928dieron coherencia a eso que durante el gobiernode Yrigoyen slo haba sido una serie de decisiones sobrediversos temas.

    Todo aquello que Yrigoyen haba hecho en materiainternacional y de poltica social, econmica y universitariafue hilado por los jvenes intelectuales yrigoyenistas ypresentado como una suerte de programa que haca delradicalismo un partido no demasiado diferente de otros enAmrica Latina como el APRA peruano y el Partido

    Revolucionario Institucional en Mxico, un partido defuerte contenido popular, moderadamente es-

    152JESfgt1-' V-' .. .. tatista,antiimperialista. Es decir un partido de centro izquierda.

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    En 1928, cuando concluy el sexenio de Alvear, se produjoel enfrentamiento entre el radicalismo yrigoye- nista y elantipersonalista, apoyado ste por los conservadores y por unaescisin de los socialistas denominada Partido SocialistaIndependiente.

    Termin con una arrasadora victoria de Yrigoyen, a la quese llam El Plebiscito, porque el caudillo radical logr acumularel doble de votos que todos los dems partidos reunidos. Yesto, que pareci en su momento una victoria estrepitosa,signific a la postre un elemento negativo para el gobierno deYrigoyen, porque volvi al radicalismo muy conformista con

    respecto a lo que pasaba.Ese apoyo popular que los radicales creyeron no iba a

    terminar nunca, se perdi muy rpidamente en dos aos, noslo por la alta edad del propio Yrigoyen y por algunos errorescometidos, sino por la accin obstinadamente antirradical yantidemocrtica de una serie de fuerzas que vean muy difcil eldesplazamiento futuro del radicalismo en elecciones libres ybuscaron el camino ms corto de la conspiracin. Deberecordarse que en la dcada del 20 el fascismo italiano habatenido grandes xitos como una propuesta entre el capitalismoy el comunismo; que en Espaa gobernaba Primo de Rivera conuna suerte de dictadura no sangrienta, relativamente blanda,

    pero que haba puesto las cosas en orden; que en Alemaniahaba un nazismo incipiente...

    Ante el espectculo que daba este radicalismo, no de-masiado brillante, que rodeaba a Yrigoyen y se mantena enuna posicin de comodidad intelectual, confiando en el apoyoinveterado y permanente de las mayoras, muchas fuerzaspedan un gobierno jerrquico, que no dependiera de las masasni del voto y que representara mejor los intereses de la sociedada la que los polticos de la poca a su juicio no podanrepresentar. Esto nos lleva alas vsperas de la revolucin de1930, un momento decisivo en la historia argentina, por cuantosignifica el comienzo de la injerencia de las fuerzas armadas en

    la poltica y el descreimiento en la democracia, una democraciaque no era perfecta, pero que haba logrado usos polticoscivilizados, pluralistas, tolerantes que, a partir de ese momento,van desvanecindose.

    Es oportuno aqu hacer una reflexin. Desde el primercaptulo, hemos tocado temas que tienen que ver de algn modo

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    con la actualidad. Cuando vimos la fundacin de la ciudad deBuenos Aires, delineamos tambin, de alguna manera, lasrivalidades que Buenos Aires suscita y los problemas queapareja una ciudad plantada en la entrada de la tierra respectode las distintas ciudades del interior. Cuando analizamos lacreacin del virreinato, segua presente ese choque entre BuenosAres y el interior. Y cuando mencionamos la Revolucin deMayo, nos referimos a esa militarizacin de la sociedad que sefue dando.

    Otto Baur, un socilogo austraco, deca que los pases sonhistorias solidificadas. Los historiadores en la Argentina, en

    general, no hacemos Historia solamente para enterarnos sobrequ pas en el pasado, sino para entender un poco mejor el pasde hoy, para contribuir a contestar alguno de esos interrogantesque no slo nos hacemos todos individualmente en ciertomomento de la vida, sino que tambin se hace colectivamenteuna comunidad como la nuestra. Nos preguntamos de dndevenimos, adonde vamos, qu somos, para qu servimos, por qunos pasan las cosas que nos pasan, por qu nos diferenciamos delos otros, qu identidad tenemos, qu podemos hacer en elfuturo, para qu estamos dotados...

    La Historia, aunque no contesta todos los interrogantes o,si los contesta, no contesta a todos bien ayuda de alguna

    manera a entender dnde estamos parados, y sta es su utilidad.En ltima instancia, el historiador no tiene una bola mgica decristal que le permite decir qu va a pasar en el futuro, pero enla medida en que puede mirar a largo plazo los fenmenos queest viviendo, est en mejores condiciones para alertar a lasociedad.

    Desde este punto de vista, la evocacin de la experienciaampliamente democrtica que vivi el pas desde la ley SenzPea hasta 1930, as como su abrupta cancelacin, suscita unapermanente reflexin sobre la fragilidad de nuestro sistemapoltico y la impaciencia que muchas veces frustr laposibilidad de enriquecerlo y mejorarlo.

    % Captulo IX

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    La revolucin del treinta

    La revolucin del 30 fue un momento importante de nuestrahistoria contempornea porque marc el fin de una etapa yel comienzo de otra. Signific algo que no haba ocurrido

    hasta entonces en la historia constitucional argentina: elderrocamiento de un gobierno legtimo por un golpe militaro, en todo caso, un golpe cvico militar. A mi juicio, fueun acontecimiento verdaderamente catastrfico por lasconsecuencias que implic y por las posibilidadespromisorias que cerr. S que al expresar esto estoy de algnmodo tomando partido, pero el historiador no tiene por quabdicar los valores sobre los que vertebra sus creencias, suposicin frente al pas y frente al mundo.

    sEl plebiscito

    Cuando opino que la revolucin del 6 de septiembre fueuna catstrofe institucional, entonces, me limito a no ocultar latabla de valores sobre la cual baso mis creencias sobre el pas. Detodas maneras, aunque haya sido una catstrofe, una revolucinobedece a causas y tene- .. mos la obligacin de examinarlas. Eneste sentido debemos retroceder un par de aos, hasta 1928,fecha de las elecciones que fueron recordadas durante muchotiempo como el plebiscit; es decir, cuando Hiplito Yrigoyen

    fue consagrado presidente por segunda vez.Fueron unas elecciones que marcaron tajantemente dos

    posiciones en el campo poltico: los que adheran a lo que

    Yrigoyen significaba y los que rechazaban esa significacin.Yrigoyen era el jefe indiscutido del radicalismo que lo segua,aunque ste se haba dividido tres o cuatro aos antes. Una delas fracciones fue llamada antipersonalista y estaba formada

    por quienes atacaban los mtodos supuestamente personalistas

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    del propio Yrigoyen. Hoy la definiramos como una fraccin decentro derecha.

    La tendencia centroderechista del antipersonalismo estcertificada por la circunstancia de que en las elecciones de 1928la faccin fue abiertamente apoyada por los partidosconservadores de todo el pas, que vieron en la frmula Melo-Gallo la posibilidad de evitar el acceso de Yrigoyen por segundavez al poder. Sin embargo ste, al frente de la Unin CvicaRadical en su versin tradicional, gan las elecciones de una

    manera abrumadora: ochocientos cuarenta mil votos contracuatrocientos sesenta mil de todos sus opositores.Paradjicamente, esta eleccin ganada por tanta diferencia

    incit a la oposicin a buscar el regreso al poder por otrosmtodos, por mtodos no electorales. Para el yrigoyenismo, porsu parte, el triunfo obtenido signific un tranquilizante muypeligroso. La idea de que ese plebiscito era un verdaderopronunciamiento nacional a favor de Yrigoyen justificaba todoslos eventuales errores u omisiones futuros, porque los resultadoshaban sido tan grandes y definitivos que pareca difcil quepudiera haber una modificacin en la adhesin popular. Esta esuna de las causas que, lejanamente, nos va dando una idea de

    por qu se hizo la Revolucin del 30: para las fuerzasconservadoras fue muy decepcionante el resultado electoral, alque vean como un salto al vaco del pas.

    En segundo lugar, en 1930 la Argentina ya sufra loscoletazos de la crisis mundial que haba comenzado ennoviembre de 1929 en Nueva York, con la famosa corrida de labolsa y las quiebiis de bancos en Estados Unidos y en Europa.Muchos gobiernos tomaron medidas, en el sentido de establecerlimitaciones al antes irrestricto comercio internacional (controlde divisas, protecciones aduaneras) para salvar as de lacatstrofe a sus economas y finanzas. No olvidemos que nuestropafs era hasta ese momento exclusivamente un exportador deproductos primarios con una industria muy incipiente, es decir,una economa muy vulnerable a los avatares internacionales. Enel ao 29, por ejemplo, las exportaciones de la Argentinasufrieron una sustancial reduccin con respecto a lo exportadohasta entonces.

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    En tercer lugar, 1930 era un momento muy especial en lahistoria del mundo, sobre todo de la europea, con la aparicin desistemas polticos opuestos al liberalismo democrticotradicional que haba regido en Europa y en los pases mscivilizados desde el siglo pasado hasta la Primera GuerraMundial. El fascismo, por ejemplo, haba puesto orden en Italiadesde 1923 y pretenda convertirla en una potencia de primerorden. La figura carismti- ca de Mussolini no dejaba de atraer amuchos admiradores en todo el mundo, incluso en pases que

    seran sus enemigos, como Winston Churchill en el Reino.Unido. En el caso de Espaa, el fascismo se tradujo en la dicta-dura de Primo de Rivera.

    Por otro lado, en la Unin Sovitica se afirmaba el rgimendel bolcheviquismo que haba triunfado en la revolucin de 1917y que, a partir de 1925, bajo la frrea conduccin de Stalin,intentaba una industrializacin gigantesca del pas(aparentemente con xito, segn voceaban sus epgonos en todoel mundo). Adems en esos aos, aparte de la crisis que sacudaa Estados Unidos y al parecer pona en peligro a todo el sistemacapitalista del mundo, ocurrieron en Amrica Latina variosgolpes militares que derrocaron a sistemas civiles ms o menos

    democrticos.

    Un momento muy especial

    Mientras tanto, en Argentina la poltica pasaba por unmomento de mediocridad. Pareca incluso haberse diluido elsignificado que tuvo el primer gobierno de Yrigoyen:

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    una revolucin pacfica hecha desde arriba, un intento dedistribuir mejor la riqueza nacional, de darle al Estado unaposicin mejor para arbitrar entre los intereses contrapuestos dela comunidad, de introducir un poco ms de justicia dentro de lasociedad y de llevar a cabo una poltica ms nacionalista en elplano econmico. La propia figura de Yrigoyen, ya entrado enaos, era, por lo menos, la de un estadista que haba perdido unpoco sus reflejos. No se llegaba a un bloqueo de laadministracin pblica, pero s a cierta lentitud o cierta parlisis.

    De todas maneras, uno de los enigmas de esta poca es porqu las clases altas argentinas odiaron con tanta intensidad aYrigoyen, al punto de olvidar la tradicin legalista del viejoconservadorismo y embarcarse en una revolucin, cuando locierto es que Yrigoyen no atac nunca las bases econmicas de loque podramos llamar la oligarqua e incluso respet sus estilos ysus modalidades de vida. Sin embargo, el odio que exista contraYrigoyen en aquellos das era palpable, y se transmita a travsde los diarios, las revistas y las publicaciones de la poca: todoera achacado a Yrigoyen. Los reproches que se le hacan, sinembargo, eran tan diluidos y poco precisos, revelan prejuicios eideas tan clasistas, que uno se pregunta cmo es posible que se

    haya podido dar un paso tan definitivo como una revolucinsimplemente en base a este tipo de acusaciones.Hay un libro muy curioso de Martn Aldao, que refleja muy

    bien el tono del momento. Aldao era un caballero de una viejafamilia de Santa Fe, que vivi durante treinta o cuarenta aos enPars. Muy conocido por la numerosa colectividad argentina deall, tuvo la buena idea de registrar en un diario las cosas que lepasaban, los libros que lea, los acontecimientos artsticos quepresenciaba y, desde luego, las charlas que tena con la gentems conspicua de la colonia argentina en Francia.

    Este libro transcribe su diario desde 1928 a 1932, ms omenos, de modo que incluye toda la secuencia de los dasprevios a la revolucin del 6 de septiembre y lo que pasposteriormente. A travs de las conversaciones que tiene congente como Marcelo de Alvear, Fernando Sa- guier y otrosargentinos importantes algunos radicados en Pars, otros depasouno ve que los chismes y rumores que llegan a Francia

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    son inconsistentes, pero denotan la trama de acusaciones msgraves: el presidente est chocho, paraliza a la administracinpblica porque no firma expedientes, est rodeado de unpequeo grupo de incondicionales, va a gobernar con fulano omengano.

    Un aspecto curioso es que, desde principios de 1930 o finalesde 1929, Aldao registra como un dato muy natural la posibilidadde que una rebelin desplace a Yrigoyen. Adems estarevolucin tiene nombres y apellidos; la van a dirigir el general

    Justo o el general Uriburu. Esto nos da una idea de lairresponsabilidad con que se manejaron las cosas, a la vez quenos obliga a reconocer que, por parte del radicalismo, hubo unagran chatura y falta de iniciativa para adoptar alguna actitud quepudiera enfrentar o incluso detener esto que ya desde junio ojulio de 1930 pareca imparable. El triunfo de 1928, el famosoplebiscito, haba acallado toda inquietud, toda crtica. Losintereses creados hicieron, por ejemplo, que en las elecciones dediputados de marzo de 1930 los candidatos que ofreca elradicalismo fueran los mismos que ya ocupaban una banca; esdecir, que todos se reelegan, lo que sugiere una actitud pocoacorde con lo que el radicalismo haba sostenido algunos aos

    antes y con lo que la figura de Yrigoyen haba representado.

    Violencias

    En noviembre de 1929 se produjo un hecho macabro que nohaba ocurrido en las ltimas dcadas: el asesinato del dirigenteCarlos Washington Lencinas, en Mendoza. Lencinas eradisidente del radicalismo y haba adoptado una posicin muchoms de avanzada en materia econmica y social. Los Lencinas enMendoza y los Cantoni en SanJuan eran como caricaturas del radicalismo, mucho ms po-pulistas y distribucionistas en cuanto al pensamiento y a la

    accin. Su postura se pareca mucho a lo que despus fue elperonismo: una permanente agresin a todo lo que fuera capitalo empresa, apoyo a los obreros, legislacin progresista como laque en San Juan permiti el voto femenino en las elecciones

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    provinciales en 1928. Al mismo tiempo, flotaba una sensacinde violencia y de intimidacin contra la oposicin. CarlosWashington Lencinas, un hombre joven, era hijo del primergobernador radical de Mendoza, el gaucho Lencinas (por eso aCarlos Washington se lo llamaba el gauchito Lencinas).Despus de feroces campaas contra Yrigoyen, lleg a Mendozaen noviembre de 1929 y fue asesinado por un paisano muyhumilde, yrigoyenista de afiliacin, al cual se le atribuyeroninmediatamente motivaciones polticas, lo que puso al rojo vivo

    las pasiones en todo el pas. Se acus directamente a Yrigoyen dehaber promovido el asesinato de Lencinas, lo cual era a todasluces una barbaridad.

    En realidad, esta situacin en Cuyo responda a cir-cunstancias propias de la regin que haban motivado laintervencin federal a San Juan y a Mendoza antes de queasumiera Yrigoyen la presidencia. Pero los interventores tambinse manejaron con extrema violencia y fueron resistidos tanto porel lencinismo como por el cantonismo. En cuanto al crimen, sibien fue un hecho local, tuvo una gran repercusin nacional.

    Un mes despus ocurri otro hecho que tambin tuvoconnotaciones sangrientas:'el atentado que sufri Yrigoyen al

    salir de su casa, rumbo a la Casa de Gobierno. Un hombre delcual nunca se supo mucho (acaso ligeramente trastornado, deantecedentes muy remotos de simpata por el anarquismo)dispar unos tiros sobre el automvil oficial que conduca aYrigoyen, pero fue inmediatamente muerto por la custodia. Estodio motivo a una serie de denuncias y de crticas contra el propioYrigoyen, quien antes Candaba sin escolta y ahora lo hacacustodiado por policas armados que no vacilaban en matar.Estos suce

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    sos fueron creando una atmsfera de pesadez, de intimi-dacin que, si bien no se transmita a todo el pas, fue manejadacon bastante habilidad, en funcin de las elecciones nacionales demarzo de 1930, con las que se deban renovar diputados, por losdiarios y rganos opositores.

    Una rara eleccin

    En esta eleccin ocurri una suerte de empate. Losochocientos mil votos que haba obtenido el radicalismo en 1928bajaron a seiscientos mil, y la oposicin, que haba tenido unoscuatrocientos mil votos, subi ala misma cifra. Pero el hecho sinprecedentes desde el punto de vista electoral fue que, en laCapital Federal, el radicalismo perdi ante un partido que era laminora de otro partido minoritario. Perdi, en efecto, frente alPartido Socialista Independiente, una disidencia del viejoPartido Socialista tradicional, mucho ms antiyrigoyenista queste y que en su momento se aliara a los conservadores paraformar lo que despus se llam la Concordancia.

    La derrota del radicalismo en la Capital Federal a manos deun partido tan improvisado fue un toque de atencin. A partir

    de ese momento empez a plantearse la conspiracin militar dela que se haba hablado un par de aos antes, cuando la victoriade Yrigoyen despert algunas inquietudes. Entonces se habatanteado al general Justo, ministro de Guerra del presidenteAlvear, pero el militar opinaba, frente al reciente triunfoplebiscitario de Yrigoyen, que toda forma de revolucin habrasido repudiada. Sin embargo, en 1930 las cosas ya habancambiado, y la conspiracin militar se puso en marcha, encabe-zada por el general Jos Flix Uriburu, de origen salteo, quienhaba sido diputado conservador en 1913.

    Uriburu era progermano, y estaba rodeado por pequeosncleos juveniles sin importancia poltica pero con alguna

    influencia intelectual que se nucleaban alrededor de unperidico llamado La Nueva Repblica. Este grupo habaintroducido en nuestro pas la ideologa del fascismo italiano,adaptado y maquillado con una cosmtica de nacionalismo, que

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    planteaba la irrelevancia de la democracia como forma demanejar el Estado para conquistar el bien comn. Invalidaba laselecciones, diciendo que las mayoras populares no tenan porqu estar en la verdad, invalidaba sobre todo el rgimen departidos y postulaba una reforma constitucional de tipocorporativo.

    La conspiracin

    Uriburu era un hombre sincero, de buenas intenciones, peromuy limitado intelectualmente. Se haba dejado envolver por estegrupo de jvenes, casi todos de origen conservador (muchos deellos muy brillantes pensadores, como fue el caso de ErnestoPalacios o los hermanos Irazusta), y se convirti en un jefeposible de la conspiracin. Haba estado en actividad hasta 1928y conservaba cierto prestigio en el Ejrcito. Comenz a conversarcon mucha gente para llevar a cabo una revolucin que, a sujuicio, deba ser el principio de una etapa institucional nueva enel pas, la cual deba implicar la reforma de la Constitucin, laabolicin de la Ley Senz Pea y la creacin de una suerte deCmara defascioso corporaciones, en lugar del Congreso.

    Poco despus, el general Agustn P. Justo, que haba sidoministro de Guerra de Alvear, conspir por su cuenta, con la ideade ir bloqueando poco a poco los propsitos de Uriburu dereformar la Constitucin. Justo estaba rodeado de los polticostradicionales, fundamentalmente de conservadores,antipersonalistas es decir, radicales antiyrigoyenistas ysocialistas independientes. En su opinin deba deponerse aYrigoyen, que ya no ofreca ningn tipo de garantas paramanejar la nave del Estado, y abrir as el paso a unas eleccionesque permitieran que el frente derrotado en 1928 llegara al poderpor una va ms o menos constitucional. Vale decir que la conspi-racin, aunque en ese momento no planteaba claramente lasdisidencias, estaba conducida por dos lneas totalmentediscrepantes.

    Paralelamente, en el plano pblico, la conspiracinsincronizaba perfectamente con una serie de actos pblicos y de

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    manifestaciones, tanto en el Congreso como en la calle, por partede los partidos opositores. A partir de julio de 1930 la tensin fuecreciendo. Toda la oposicin del Congreso se reuni para crearuna suerte de frente que haca actos pblicos muy vibrantes enteatros y en plazas, a la vez que aumentaba sus crticas contra elrgimen imperante. La oposicin controlaba muchos medios deinformacin, muchos timbres que le permitan hacer de susacusaciones una tabla permanentemente batida en el parche de laopinin pblica, lo que se hizo evidente sobre todo en el mes de

    agosto.Cuando se hace una revolucin, o cuando se va creando lacircunstancia propicia para que estalle, generalmente seproducen actos por parte del gobierno al que se trata de derrocar,actos ante los cuales la oposicin reacciona, crendose esecontrapunto de oposicin y gobierno que culmina con larevolucin. Lo curioso de este caso es que el gobierno no hizonada, excepto generar algn acto de tipo administrativo, como ladesignacin del presidente de la Suprema Corte o un decreto sinmayor importancia. Mientras en 1955 hubo una serie de hechosproducidos por el gobierno de Pern que suscitaron, a su vez,una serie de reacciones que culminaran con la revolucin del 16

    de setiembre, nada de esto ocurri en 1930.El gobierno radical daba la sensacin de ser una suerte demueco inmvil sobre el cual se descargaban los puetazos msferoces sin que reaccionase. La nica respues- ta, a fines deagosto de 1930, fueron unas manifestaciones ms o menosimportantes en defensa del gobierno por parle de unaorganizacin un poco misteriosa, el Clan Radical. Estaba formadapor el lumpenaje de los comits, que desfilaron por las calles delcentro de Buenos Aires profiriendo vivas a Yrigoyen y muerascontra sus opositores, aunque sin mayor repercusin, salvo algntiroteo que no caus bajas.

    La intencin conspiradora segua presente en los diarios a unritmo cada vez ms acelerado, con presunciones y profecas sobrecundo estallara la revolucin. Algunos diarios de agosto yprincipios de septiembre de 1930, sobre todo Crticao La Razn,decan cosas terribles del presidente. Si se compara con lascampaas electorales o los dichos de la oposicin en la

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    actualidad, se puede ver hasta qu punto han mejorado loshbitos polticos de los argentinos, porque las cosas que sedijeron en aquella poca fueron feroces. Se metan hasta con lapersonalidad privada de Yrigoyen y llegaban a la obscenidad sinque hubiera reaccin alguna por parte del gobierno. En los pri-meros das de septiembre renunci el ministro de Guerra,impotente para contener la conspiracin, ya que tambin existanintrigas dentro del gobierno.

    El 4 de septiembre hubo una manifestacin, donde se

    produjo la esperada vctima: en un tiroteo cay alguien que, sesupuso, era un estudiante. Aunque despus se averigu que eraun bancario, el estudiantado de Buenos Aires se levant enhuelga y se consider en guerra contra el gobierno. El 6 deseptiembre, el general Uriburu consigui sacar a los cadetes delColegio Militar y avanz sobre Buenos Aires con una columnamuy breve, muy vulnerable desde el punto de vista militar.

    Pero el ambiente estaba ya formado de tal manera que nohaba posibilidad de resistencia. Yrigoyen, enfermo, habadelegado el mando en su vicepresidente Enrique Martnez.Aunque era una manera de despejar un poco el horizonte, laspresiones para que Yrigoyen renunciase eran tan grandes que ni

    siquiera ese gesto bast. Finalmente, Uriburu lleg a la Casa deGobierno despus df> un tiroteo en la plaza del Congreso, y alloblig al vicepresidente a renunciar y se hizo cargo del gobiernode fac- to. Estos fueron los hechos concretos.

    Lo que sucedi despus es un anticipo de lo que iba aocurrir durante la dcada del 30. Uriburu intent llevar acabo sus intentos corporativos, pero no despert eco en laopinin pblica. Por otra parte, Justo se opuso sordamente eintent formar una suerte de confederacin que lo apoyase,pero tampoco lo logr. Finalmente Uriburu tuvo queentregarse a las fuerzas conservadoras, que eran las nicasque lo apoyaban. A travs de los consejos de su ministro delInterior, se convoc a elecciones en la provincia de BuenosAires, con la idea de ir hacindolo paulatinamente en otrasprovincias y culminar el proceso con una convocatoriapresidencial.

    Pero el 5 de abril de 1931, inesperadamente, el radicalismo

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    triunf en la provincia de Buenos Aires y las cosas empezarona complicarse para Uriburu. Desde el momento en que secomprob que el radicalismo segua siendo mayora a pesardel desprestigio en que haba cado, de la prisin de Yrigoyeny de que muchos de sus dirigentes estaban ausentes opresostuvo que buscarse otra metodologa, la de un fraudeelectoral que ti toda la dcada posterior y que se di atravs del veto a la frmula presentada por el radicalismo enseptiembre de 1931, Marcelo de Alvear-Adolfo Gemes.

    Frente a esta proscripcin, el radicalismo se abstuvo, demodo que las fuerzas que apoyaron al gobierno provisionalfueron el viejo conservadorismo (que, bautizado con elnombre de Partido Demcrata Nacional, logr por primeravez desde la sancin de la Ley Senz Pea unificarse en unsolo partido nacional), el ala antipersonalista del radicalismoy el socialismo independiente en la Capital Federal. Sufrmula fue Justo-Roca, y Justo-Matienzo (Justo-Rocasostenida por los conservadores, Justo-Matienzo por losantipersonalistas). Las fuerzas que no eran ni radicales niconservadoras es decir, los socialistas del tronco tradicional,los demcratas progresistas y fuerzas menores de algunas

    provincias configuraron lo que se llam la Alianza Civil,que proclam como candidatos a Lisandro De la Torre(demcrata progresista) y a Nicols Repetto (socialista).

    En las elecciones, desde luego, la maquinaria de los par-tidos conservadores de las provincias logr prevalecer sobrelas alianzas civiles, que solamente triunfaron en la CapitalFederal y en Santa Fe, donde el Partido DemcrataProgresista era fuerte. En diciembre de 1931 se reuni elCongreso Nacional, aprob las elecciones pese a los protestasdel radicalismo y el 20 de febrero de 1932 Uriburu entreg lasinsignias del poder al general Agustn P. Justo, quien inicientonces su mandato presidencial.

    Consecuencias

    Resumiendo: en septiembre de 1930, por primera vez en lahistoria constitucional argentina, un golpe militar derroc a

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    un gobierno que, ms all del juicio que pudiera merecer, eraun gobierno constitucional. A partir de entonces se mont unsistema de fraude electoral y de violacin de la Constitucin yde las leyes, que permiti a la Concordancia imponer suscandidatos y abrir una etapa que durara hasta 1943.

    En el trasfondo de esto que parece solamente un golpelatinoamericano, el derrocamiento de un gobierno civil por ungolpe militar, podemos advertir la ansiedad de las clasesdirigentes argentinas por situarse en el poder para afrontar la

    crisis sin que sta las afectase. Al tomar el poder, estas clasesarmaron las cosas de manera tal que los efectos de la crisisque soportaba la Argentina no perjudicaron sus interesesbsicos, sino que se distribuyeron en toda la poblacin.

    Otra consecuencia d la revolcin del 6 de septiembrefue la reconstitucin del radicalismo que, ahora en el llano,olvid sus anteriores disidencias antipersonalistas eyrigoyenistas y se uni bajo la direccin de Alvear. Yri-goyen, que haba estado confinado en Martn Garca, fueindultado por el gobierno provisional y volvi a Buenos AiresSin embargo, no ejerci el liderazgo de su partido Nno que selimit a bendecir la nueva conduccin de ese discpulo

    predilecto que, ante sus ojos, haba sido siempre Marcelo T.de Alvear.

    Las cosas que cambiaron en el pas a partir de 1930 fueronmuchas, y la mayora tuvo un sentido negativo. I >i(r sisaos despus de 1930, un gran dirigente conservadorcordobs, Jos Aguirre Cmara, dijo estas palabras aillo elcomit nacional de su partido: Nosotros en 1930 cometimos

    un grave error por impaciencia, por sensualidad del poder,por inexperiencia, por lo que fuera. Noso- Iros abrimos elcamino de los cuartelazos, olvidando la (.'.i im tradicinconservadora y, a partir de ese momento, nosotros losconservadores somos los responsables o los culpables de lo

    que ha pasado en el pas hasta ahora. Unos aos despus delas palabras de Aguirre Cmara,Iu,ni Pern, presidente en ese momento, dijo: Yo era muy

    |ovon cuando vi caer a Yrigoyen, y lo vi caer con una ola docalumnias y de injurias contra las cuales su gobierno no pudo

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    hacer nada. A m no me pasar eso... Es decir i|U0 doshombres que participaron en la revolucin de 1930, comoAguirre Cmara y Pern, que en ese momento ora capitn yformaba parte del Estado Mayor de Uri- Imru, hicieron unaespecie de mea culpa.

    Lo cierto es que en los aos posteriores a 1930 el hechodel 6 de septiembre fue recordado al principio con bastantepompa, luego con un silencio cada vez mayor y, finalmente,fue olvidado por completo. Hoy nadie recuerda esa fecha con

    un sentido positivo: la idea general es que fue ominosadentro de la historia institucional argentina, porque abri elcamino de las rupturas posteriores do la Constitucin yaparej el inicio de una dcada que no llamo infame, peroque signific dentro del pas la dominacin de las clasestradicionales con un sentido no popular, con un sentidoegosta de clase, e implic un retroceso al pasado.

    Captulo X La dcada del treinta

    La denominacindcada del 30 no se refiere estrictamente a unperodo cronolgico, porque en realidad podramos decir que,polticamente, la dcada empez en febrero de 1932 cuandoAgustn P. Justo asumi la presidencia constitucional y secerr en junio de 1943, cuando el gobierno conservador deRamn S. Castillo fue derrocado.

    En la historia, como en la vida misma, las cosas ocurrencon cierta simultaneidad y, para describirlas, debe tomarse encuenta que un tema poltico ocurre al mismo tiempo que unproceso econmico y que un hecho cultural aunque, para

    volver ms comprensible una determinada cuestin, seanecesario separar los sucesos en campos o planos distintos.En este sentido, conviene trazar un marco histrico quepermita entender qu pasaba en el mundo en aquellos aos.Creo que pocas veces en la historia contempornea ha habido

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    una dcada con signos tan ominosos, tan pesimistas, como lade 1930.

    Un mundo ominoso

    En 1933 Hitler tom el poder en Alemania y, a partir deese momento, su poltica racista, nacionalista, y belicista lepermiti ocupar el territorio del Ruhr (que estaba

    neutralizado), tragarse Austria, invadir los territorios conminoras alemanas en Checoslovaquia (y luego, Checos-lovaquia entera) y, finalmente, en septiembre de 1939, iniciarel ataque a Polonia con el que se desencaden la SegundaGuerra Mundial.

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    indultado por el gobierno provisional y volvi a BuenosAires. Sin embargo, no ejerci el liderazgo de su partido sinoque se limit a bendecir la nueva conduccin de ese discpulopredilecto que, ante sus ojos, haba sido siempre Marcelo T. deAlvear.

    Las cosas que cambiaron en el pas a partir de 1930 fueronmuchas, y la mayora tuvo un sentido negativo. Diecisis aosdespus de 1930, un gran dirigente conservador cordobs,Jos Aguirre Cmara, dijo estas palabras ante el comit

    nacional de su partido: Nosotros en 1930 cometimos ungrave error por impaciencia, por sensualidad del poder, porinexperiencia, por lo que fuera. Nosotr