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Roberto A. Cabrera
fábulas,seguido de sueños,
claridades,enigmas
Roberto A. Cabrera (Santa Cruz de Tenerife, 1971) es
licenciado en Filosofía por la Universidad de La Laguna.
En 1994 coordinó el suplemento literario “Las ínsulas
extrañas”, en el periódico El Día, donde trabajó como
redactor durante un año. Ha obtenido, entre otros
premios, el de poesía “Pedro García Cabrera” (1991) y
el “Montblanc a la cultura en Canarias” (1993), en la
modalidad de literatura. En 2002 publica Disgregario
(colección “Asphodel”) y El sacrificio (colección “Aula
de Arte y Publicaciones” de la Biblioteca de Icod), y en
2005 Confesión (Sibila, nº 19). Poemas suyos han apa-
recido en revistas españolas y francesas. Colabora en
la edición facsimilar de El Pensador del escritor ilustrado
José Clavijo y Fajardo (Real Sociedad Económica de
Amigos del País de Tenerife, 2001), publicando en su
volumen introductorio un extenso estudio crítico y un
índice onomástico de la obra. En 1996 despierta su
afición por la fotografía en blanco y negro, que explora
de forma autodidáctica. Ha publicado un reportaje
fotográfico del escultor Román Hernández en su estudio
(Confesiones para la ironía y la razón, catálogo de
exposición, Galería Mácula, Santa Cruz de Tenerife,
2000) y participado en la Bienal Fotonoviembre (1991).
En la actualidad reside en La Palma, donde ejerce como
profesor de Enseñanza Secundaria.
Roberto A. Cabrera
sueños,claridades,
enigmas
fábulas,seguido de
fábulas(diez lecturas irreverentes)
Con el patrocinio de
Excmo. Ayuntamientode la Villa de Los Realejos
© De los textosRoberto A. Cabrera
Diseño editorial y maquetaciónFco. Javier Torres Franquis
FotografíaMauricio Pérez Jiménez
ImpresiónGráficas Sabater
D.L.: TF-0000/07ISBN 978-84-611-4841-7
Excmo. Cabildo Insularde La Palma
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La tradición es inflexible. Dicta la costumbre que ha de
honrar el pueblo las manos prodigiosas. Ciudades dignas
de tal nombre, aun las de provincias, se vanaglorian de
conservar en sus museos las reliquias de quienes sorpren-
dieron con su arte al mundo; desde antiguo compiten por
atraer al visitante ávido de rarezas, al devoto fiel, al turista
circunstancial. La atormentada historia de nuestro pueblo,
víctima de guerras civiles en número y calidad sin par entre
las naciones, ha sido rica en episodios de saqueos y
expolios mutuos. De suerte que hay ciudades populosas
que conservan una colección mediocre, o ciudades
privadas de la menor reliquia del genio nacido entre sus
muros. Expertos en dinámica de mercados señalan en
congresos la salud económica de estas prácticas devo-
cionales. Los periódicos cantan las bodas del genio y el
capital, y hacen mofa de los escritos de Baudelaire (cuyas
manos se han perdido sin remedio). Autoridades munici-
pales, especuladores, firmas comerciales, accionistas
brindan a la salud de sus momias provechosas. En
despachos de humo trazan planes para incrementar la
felicidad de sus negocios. El celo en provincias ha llevado
al desvarío de amputar en vida a estas glorias sus manos.
Las autoridades han debido intervenir con la máxima
urgencia. Pero los ciudadanos han cerrado filas. Se
suceden convocatorias de manifestaciones. Algunos
temen disturbios.
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Fragmento para un cálculo
Escaso es el número de quienes dominan las reglas de arte tan sutil yesquivo como el de llorar difuntos. La mayoría, por desgracia, sueleabandonarse a la improvisación ineficaz, burda e indecorosa. Ignoranhasta qué extremos dañan su reputación y envilecen el bien público. Hayamateurs que lloran con desmesura detestable, elevando la voz,contorsionando el cuerpo y el rostro, como epilépticos o brujos extasiados.Otros se permiten el vicio contrario. Gustan de las esquinas y reducenal máximo el volumen de su cuerpo. Allí se les ve gimotear en silencio,asaltados por el hipo. Insufrible es el momento en que hacen uso de suspañuelos. Sonoras ejecuciones rivalizan con la hazaña de Jericó yamenazan con devolver la vida al difunto. Hay también plañideros frustrados.Se les distingue por sus convulsiones, la ausencia de lágrimas, sus bufidos,sus esbozos de llanto, reprimidos con porfía. Cuánto sufren estosdesgraciados, víctimas de catarsis imposibles, parias del consuelo,vagabundos en la geografía del dolor, a quienes la mala fortuna les niegalos beneficios del llanto.
arte
La niña debió aprender bien pronto la lección secretadel goce y con aplicación y entusiasmo frecuentaba suescuela. No tardaron en sorprenderla en su deleitelascivo. Y la cólera familiar hubo de alzar su voz y sumano, y castigar con la ejemplaridad debida. Habrá deoír la niña, sin comprender, que el Nazareno amabamucho a los niños y que si tu mano te es ocasión decaer y que por tu bien, y que las llamas y que la dulcepenitencia. Y a la criatura se le reclamarán besosconciliadores, y el ángel los repartirá sin dejar de lamentar,en silencio, la desgracia de su juguete, aquel dedito,recuerda, tan simpático e insaciable.
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A nadie se le oculta que la razón, como todo mobiliario dotado de puertas,goznes y cerradura diseñado para contener, al abrigo de miradas indiscretasy manos ajenas, cuanto de valioso cabe guardarse, a nadie se le oculta,digo, que la razón deba poseer su propia clave secreta que sustraiga ala mirada del vulgo los arcanos prodigiosos, los laberintos infinitos, losabismos, las cimas, la luz meridiana que la razón custodia con celoextremo. Hay quienes pretenden haber hallado la clave, pero se niegana mostrarla, prevenidos del peligro de ver violentada por extraños laintimidad de su razón. En su pertinaz negativa a suministrar pruebasconcluyentes fundan los escépticos su desconfianza. Quienes simpatizancon aquéllos, bien por envidia bien por odio impenitente hacia la minoríaescéptica, defienden su mutismo como heroico, como exponente de uncivismo ejemplar pues siendo, como creen, universal la clave de la razón,una verdadera llave maestra que abriría todas las puertas de la razón detodo hombre, qué peligros no habría de afrontar la humanidad de confiárseleel secreto a gobernantes tentados por el demonio de la tiranía, a amantesobstinados en esclavizar a sus amados, a ideólogos sin escrúpulos.
La clave de la razón
controversia
II
profilaxis
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También los cerebros se constipan, como viejecillas enotoño, atrincheradas en poltronas sin vida. Dan lástimaestos cerebros derrotados, humillados por la dolencia.Hay quienes, advertidos de la extrema sensibilidad deestos órganos, cuidan de no someterlos a bruscoscambios de temperatura o a corrientes de aireintolerables, y abrigan sus cerebros con celo maternal,los acunan si es preciso. Así previenen algunos lastemibles afasias y otras lesiones incurables, espanto yruina de cuerdos. Para otros, en cambio, toda precauciónes ociosa pues sus cerebros no enferman como losmás; antes se exponen a males de naturaleza biendistinta. Es el caso de cerebros entregados a erudiciónforzosa, órganos de bibliófagos insaciables, maníacosde las letras, catedráticos antifáusticos, peste enemigade todo arte que la Providencia entrega, con regularidadprofiláctica, al infierno.
Cerebro en proceso de registro
especulaciones al campesino audaz,concentrado en la ociosa evolución de la bostade un buey sobre la superficie recién aradadel agua. En las praderas lejanas, loscazadores del bisonte interrogaban al humopatrio con desigual fortuna. Los másescépticos vigilaban el vuelo de los buitres.Buscaban, buscaron incansables los santos,los sabios, los profetas, agotando métodosinverosímiles, ensayando variantes, abrumandoal pueblo con sus revelaciones, disputandocon los incrédulos, sometiéndose al ataquede escépticos y cínicos. Algunos decidieronahorrarse abonadas disputas, hueras einterminables. Así, los chamanes de las selvasdel Sur, quienes siguen un único principio deradical economía: negar la posibilidad delpensamiento.
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A poco de revelársele a la humanidad el milagrodel pensamiento, sus cabezas más notablesya porfiaban en dar con su sede. Buscabanlos pensantes según diversos métodos,variopintos los más, excéntricos y estrafalarios.En Oriente, sabios concienzudos y metódicosviviseccionaron muslos y tobillos de santos,sexos de doncellas, globos oculares, trenzas,testículos, lenguas de escribas, penes degeneral, durante interminables y fértiles siglosde honrosa ciencia. Los profetas ayunabanen el desierto cuarenta días y cuarenta nochesy aunque algunos volvían a la ciudad comoosamentas renegridas, confundiendo al pueblocon oráculos de arena y visiones sin luz, losmás tributaban sus arcanos y sus huesos aldesierto, del que jamás regresaban. Ampliosarrozales sirvieron de escenario de anegadasSede del pensamiento y la razón
epistemológicauna cuestión
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orSueñan los feos con paraísos de huríes tuertas, con
profecías de labios leporinos y lenguas devoradas porla lepra, con gorgonas de rostro azufrado y demonioscejijuntos de cola hedionda, con el mismísimo coco ysus vicarios, con la erosión cosmética de la viruela, conel asalto de las caries, con la vanidosa ostentación delorejudo y el contoneo de la patizamba. Sueñan los feoscon la fealdad elevada a la enésima potencia, conarquetipos de la monstruosidad, con jorobas de ángelesextasiados. Y llaman los feos pesadilla a la ausencia defealdad.
Hombre que muestrala perfección del intelecto el cual,
armado de sabios consejos y decisiones,fácilmente se defenderá
de cuanto intente dañarle
soñadorel feo
afrancesadoel feo
Hubo un tiempo en que los feos del país trompeteabansalvas a la mayor gloria de Francia, nación de lucesdestinada a redimir la ignominia de los abismos locales.Sucedió que el mucho amor a la luz chamuscó lasesperanzas y algunos calzones (de todo lo cual dejófiel testimonio en sus aguafuertes el huraño inquilino dela Quinta del Sordo). Mas habremos de ser justos conestos feos patriotas, cuyo amor desvirtuaron las circuns-tancias cerriles de sotanas, terratenientes y generalesde iberismo falócrata y onanista. Hay quienes parasalvar la casa dejan que otros la incendien. Y esta tesis,servida a modo de explicación, deja de ser absurda enel país de los ultrafeos, como aclaró un feo célebrerecurriendo a los espejos del Callejón del Gato. ¡Allons
les enfants...!
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Método constructivopara la representaciónde un personaje
el feo
Se dice de Parménides de Elea que el muchopensar hirió de muerte su espíritu. Gravesdesórdenes aguardan a quien no contienedentro de sus límites la razón. Los músculosfaciales sufren una parálisis progresiva quedegenera el gesto en uno típico caracterizadopor su insulsez (que algunos estiman docta).Los artistas que retrataron la venerable figuradel Doctor Angelicus testimonian en suslienzos los rasgos de un beodo febril de miradagrave a fuerza de obtusa (u obtusa porquegrave). Sin duda, un estudio comparado delos rostros de Parménides y de Santo Tomásestablecería coincidencias inquietantes apesar de cuanto deben estos pensadores,
hijos de su edad, al diverso y particular calordel paganismo y de la fe cristiana. Por desgracia,los retratos que del pensador griego han llegadoa nosotros son manifiestamente espurios. Laimaginación del artista hubo de suplir la ausenciade modelo. Algunas miniaturas lo representancomo un anciano de largas barbas y mirada dealcahuete sin fortuna. En otras aparece comoun enajenado disfrazado de alquimista (gorrode aspecto carnavalesco y atuendo inverosímil).Alguno optó por imaginarlo bajo el aspecto delsultán de Bagdad, hazaña sin duda digna demérito pues se desconocía entonces (aquellosaños oscuros) el verdadero aspecto del sultánde Bagdad.
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Fragmento de un cuadro (I y II)
No hay duda. El feo par excellence es éste; sus garantías: fealdadconsciente, verosímil, asumida en todas sus consecuencias, a despechode toda sociedad, de todo albedrío, de toda compasión. Éste es el feode los quicios de las puertas, el apostado si niño tras sillones de fieltrorojo, el atrincherado en los armarios, voyeur de su esposa bajo el sofocodomador de todos sus amantes, el oficinista invisible de pura fealdad, eloculto doctor de quirófanos ilocalizables, el bufón involuntario en losvagones del metro, el acomodador de las salas de cine, cuyo rostro nuncavemos, el catedrático de las lentes impenetrables, el cura preconciliar delas letanías salvíficas, de espaldas a la feligresía muda, los pasteleros dela trastienda, el cobrador prisionero de vidrieras antibalas en las estacionesde autoservicio, el comandante de la aeronave que no saluda a caradescubierta y delega los deberes de la cortesía en azafatas insomnes.
(suite en dos tiempos)
sueños,claridades,
enigmas
A Ismael
“i per la runacerco l’Incert”
J.V. Foix
I
del huesecillo
sueño de anatomistafabulador y enigma
bolsillos, a mi desolada cátedra. Al volverme,hallé un aulario con aspecto de salón de baile,donde se hacinaban cientos de criaturasdominicales trajeadas de fiesta. Una voz devidrio me reveló el significado de aquellatransformación, que no acerté a comprender.Al salir del baile ejecuté una torpe contradanzaque alguien pudo observar y al extraer mimano izquierda del bolsillo descubrí quesostenía una llave con aspecto de fémur degorrión con la que pude abrir una puertaacristalada. Tras la puerta hallé una ampliasala repleta de alumnos que me aguardabanrespetuosamente en pie alrededor de unamesa de operaciones. Sobre la mesadescansaba el cadáver desnudo de unhombre.
Iluminado dictaba una lección ante mediocentenar de alumnos que en sus cuadernosapuntaban palabras que no eran las mías. Ypara probarlo guardé silencio durante seisminutos, durante los cuales continuaron ellos,los aplicados, garabateando en sus cuadernospalabras ajenas. Quise yo despreciar aquellainsumisión anotando aquí y allá algunasmarginalidades que nadie habría de atender.Luego descendí de la cátedra y recorrí lospupitres con aire grave de profesor en día deexamen. Deseaba sorprender, sin ser notado,alguna de las líneas que afanosos escribíanen silencio pero no acertaba a comprenderpor qué las hojas estaban en blanco ni porqué escribían ellos con bolígrafos sin tinta.Atribulado, regresé, con las manos en los
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Sedimento cosificado del espíritu
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sueño de mamífero agónico y
naturaleza muerta
El animal agonizaba como una sombra sin que fueralegítimo sospechar parecido alguno con un perro. Y,sin embargo, aquella sombra de mamífero, aunqueliberada de la sumisión impuesta por el hombre, aullabacon voz doméstica, lamentable. Yo debía aceptar elcastigo de ser llamado su dueño. Y era forzoso declararcon la letra, sin espíritu, las obligaciones demandadas.No fue difícil observar las formas velludas, el vientre sinvida, las tetillas de cerda –¿eran seis o eran siete?– conindiscreción limpia. El animal simulaba muy bien la crestade un sueño. Acaso estuviera muerto, el animal, yhallase consuelo en mi mirada. Como si con ello pudieraredimir sus huesos de la ignominia póstuma deplañideras sin oficio.
Soporte de lo visible
sueño de instrumento
percutidade cuerda
y fantasía de retrato con hueso
El ángel interpretaba nocturnos de pájaros muertos ymientras lo escuchaba me palpaba inquieto la frenteenfebrecida. Quise interrumpirlo, osado, con palabrasmundanas pero mis labios no respondieron. El ángelmostraba predilección por las teclas blancas, quepercutía en riguroso orden ascendente. Deseé averiguarla razón por la que marginaba las teclas negras, y elángel, sin dirigirme la mirada y sin haber logrado yoabrir la boca, señaló paciente una luminosa ventana.No era, sin embargo, una ventana sino un lienzo pintadoal óleo que representaba la figura de un anciano quesostenía, sonriente, por un extremo, al modo de unabatuta, un largo huesecillo dorado.
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Fósil de memorias disueltas
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de anacoreta
Un prodigio de fuego consumía el aire. Vi cómo eldesierto hacía avanzar sus arenas como tormenta dealacranes bajo una luz sacrílega. Vi cómo pies desnudostrazaban en la arena el signo de un paisaje abierto aagitadas fuerzas; allí se arremolinaban, en sucias lenguasdesiguales, naturalezas doradas que exigían la sangrede los mártires. Vi cómo una columna de esclavos sealejaba, vi el arca de las virtudes sobre sus hombrossudorosos. Vi también, sobre un monte yermo, aBabilonia; vi cómo se daba, sobre el polvo de la tierra,a los hombres, cómo allí les entregaba su seno a lalascivia y se estremecían los cielos con el canto lujuriosode sus bocas.
Unidad de medidao ariete de medio palmo
del dios obsceno
o apología de la castración
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de castrato
Te habría amado y al cerrar mis ojos te vería aún danzar con el frenesí delos iniciados y no permitirías que acariciase tus piernas, y me dirías, conespíritu evasivo, palabras y suavidades que no sabría recordar. Me habríasdicho, con voz agitada: “¡No me des flores! ¡No me des flores!”. O habríasdicho: “Al toque de la aurora, los labios”. Y no sabría yo si me soñabanlos ojos contemplando los ágiles pies de arena, aun cerrados, o si veíala luz de baile de tu cuerpo como quien se entrega a las aguas ciertasde un río.
Instrumento de mediciónpara el VIIº miembro del hombre
NOTA
Las lecturas fragmentarias que integran Fábulas,inspiradas en piezas de la serie Commesuratio(1996-1998), del escultor Román Hernández,fueron escritas entre los años 1997 y 2001. Enel catálogo de su exposición individual Confesionespara la ironía y la razón (2000), aparecieron, conligeras variantes y bajo el título “De la razónirónica [cuatro lecturas]”, dos de los textos quehoy pueden leerse en estas páginas.
Los fragmentos pertenecientes a la suite Sueños,claridades, enigmas, escritos entre los años 2001y 2003, se ofrecen como una lectura libre deotros tantos fragmentos escultóricos de lamencionada serie de Román Hernández.
FÁBULAS, seguido de SUEÑOS, CLARIDADES, ENIGMASde Roberto A. Cabrera,
coeditado en un volumen conMEDITACIONES EN TORNO A COMMESURATIO,
de Román Hernández,
Se imprimió en el mes de marzo de 2007,en los talleres de Gráficas Sabater,
sitos en el municipio de El Rosario, Tenerife, Islas Canarias.
Se utilizó papel Phoenix Motión Xantur de 170 gramos para el interiory para la cubierta cartulina Woodtoock Betulla de 285 gramos.
Para su composición se emplearon los tipos Helvética New,Lucida Sans y Verdana en distintos cuerpos y estilos.
La edición consta de 500 ejemplares de los cuales 100han sido numerados y firmados por su autor.
El que usted tiene en sus manos hace el nº