FAUSTO Y LA ASCENSIÓN ESPIRITUAL DE GOETHE

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    FAUSTO Y LA ASCENSIN ESPIRITUAL DE GOETHE

    Rudolf SteinerTraduccin de Pepita Maynad Mateos

    Seguido por "Goethe y Schiller"En el transcurso de los largos aos que consagr Goethe a la elaboracin de suFausto,ascendi a travs de esta obra a la contemplacin de cada vez ms elevados misterios.

    La luz que dimana de tales misterios alumbra todos los fragmentos y todos losacontecimientos que completan el drama. Mefistfeles encarna cuanto ha de combatir elhombre y de cuanto ha de triunfar progresiva mente cuando anhela realizar la profundaexperiencia de la vida. Mefistfeles es, pues, el ntimo adversario de todo cuanto tiende a

    ejecutar sobre los intersticios de su ms elevado ser.Pero el que con plenitud considera las ntimas experiencias en las que intent Goetheplasmar el misterio de su Mefistfeles, no descubre solamente un adversario espiritual dela humana naturaleza, sinodos.

    El uno emerge de nuestra naturaleza sentimental y espontnea y el otro de nuestrasfacultades de conocimiento. El individuo que participa de la naturaleza sentimental yespontnea se esfuerza en aislar el ser humano del resto del universo en el cual subyacela fuente y raz de toda su existencia y persuade al hombre de que puede seguir por ssolo su camino apoyndose exclusivamente en s mismo, en su ser interior. Trata dehacernos olvidar que pertenecemos al Universo como un dedo pertenece a nuestro

    organismo. As como un dedo se condenara a la muerte fsica si intentara vivirindependientemente del resto del cuerpo, as nos condenaramos a la muerte espiritual sinos separramos del Todo.

    Existe en todo hombre una elementaria aspiracin hacia esta mencionada escisin. No seadquiere la sabidura oponindose ciegamente a tal tendencia, sino subyugndola deacuerdo con cada particular naturaleza y transformndola de suerte que deje de ser unadversario para convertirse en un auxiliar de la vida.Cualquiera que como Fausto haya participado ya de las excelencias del mundoespiritual, se halla obligado a entablar contra esta potestad adversa, enemiga de lahumana vida, una lucha mucho ms consciente de la que generalmente sostienen losdems hombres.

    En tanto que personificacin dramtica, esta potestad puede ser denominada el tentadorluciferino del hombre y acta al travs de ciertas fuerzas recnditas de nuestranaturaleza, que tienden constantemente a intensificar el egosmo.El segundo adversario de la humana naturaleza enfoca sus energas en las ilusiones quealimenta el hombre por el hecho de percibir un mundo exterior que sintetiza comorepresentaciones de la inteligencia.Nuestra experiencia del mundo externo, que sostiene el conocimiento, reposaenteramente en las imgenes que el hombre se crea de este mundo. Y estas imgenesvaran con la constitucin de su alma, con el punto de vista en el cual se sita y con todasuerte de circunstancias. Y el espritu de ilusin acaba de inmiscuirse en la gnesis de

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    tales imgenes, conturbando la relacin de verdad que se establecera sin suintervencin, entre todo hombre y el mundo exterior, entre l y sus semejantes.

    Personifica, por ejemplo, el espritu de discordia y de combatividad que divide a loshombres y los conduce a entablar relaciones de las que el remordimiento y el dolor moralson corolarios. Podramos, apelando a una figura de la mitologa persa, llamar a estapotestad el espritu arimnico. Las cualidades que tal mito confiere a su Arimn sonsuficientes para justificar aqu el empleo de tal apelacin. Los dos adversarios de lahumana sabidura -adversario luciferino y adversario arimnico- se presentan al hombreen el decurso de su evolucin de una manera completamente distinta.

    El Mefistfeles de Goethe lleva impreso de manera bien incisa los rasgos arimanianos. Ysin embargo, el elemento luciferino se halla igualmente patente en l.Una naturaleza como la de Fausto se halla mucho ms fcilmente expuesta a lastentaciones de Arimn y a las de Lucifer que una naturaleza por completo desprovista de

    experiencias de ndole espiritual.Podramos imaginar a Goethe oponiendo a su "Fausto", en lugar de un solo Mefistfeles,los dos seres de que hemos hablado. Entonces Fausto hubirase sentido atrado de aqupara all, dado el carcter de sus peregrinaciones morales. Pero el Mefistfeles ideadopor Goethe sintetiza a la vez los trazos arimnicos y los luciferinos. En la subconcienciadel autor, Mefistfeles encarna una doble vida, y esta dualidad hace ms difcil laexteriorizacin a medida que avanza Fausto en el sendero a recorrer. Este sendero nopoda por menos que conducirle y ponerle en contacto con las dos potestades quecombaten la humana vida.

    Aunque a algunos parezca paradoja, las relaciones que se establecieron entre la

    personalidad de Goethe y el poema faustiano y las particularidades del personaje deMefistfeles, no dejan lugar a dudas: Mefistfeles fue la causa de las dificultades con lasque tuviera Goethe que luchar en la elaboracin del poema de su vida. La idea de ladualidad de esta representacin se observa en el ltimo trmino de la perspectiva de sualma.

    Y como el destino de Fausto entraaba forzosamente reflejos de los actos mefistoflicos,los obstculos se opusieron perpetuamente a la concepcin y al desenvolvimiento de sudestino. La falta de unidad del adversario impeda a este personaje otorgar al drama losimpulsos necesarios para la continuacin normal de la historia de Fausto.

    En un juego grandioso, animado de una gracia consciente y a travs de caracteres

    magistralmente descritos con delineaciones perpetuas en el ltimo plano misterioso de losmayores problemas planteados a la humanidad, este poema nos remonta finalmente alrecogimiento de las emociones ms nobles-, escriba K. J .Schroer en la tercera edicinde Fausto.

    Y esto precisamente es lo que nos importa. Cuanto planeaba en la imaginacin el autorde Fausto, aparecasele como bajo la forma de perpetuos esquemas en el ltimo planomisterioso de los mayores problemas planteados a la humanidad. Nadie osara oponersea esta asercin de Schroer, inspirada por un profundo conocimiento de Goethe y por uninmenso amor por las concepciones goethianas. Nadie pretender que Schroer haintentado interpretar el poema de Goethe en favor de alguna doctrina abstracta.

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    Pero justamente porque contemplara la infinita perspectiva de los ms elevadosrequerimientos hechos a la humanidad, Goethe vio engrandecerse ante la visin de suespritu la figura tradicional del diablo nrdico y lleg a percibir su dualidad, porque todoespritu seriamente observador comprender el lugar que la humana entidad ocupa en elCosmos y le enfrenta fatalmente un da con la doble potestad de que nos hemos ocupado.

    La figura mefistoflica que flotara en el espritu de Goethe al comenzar su poema,concuerda enteramente con la actitud de Fausto, al alejarse del signo delMacrocosmos. Los conflictos interiores que surgan en aquel momento en l, leobligaran a afrontar al adversario espiritual que ataca lo ms recndito del alma, comoadversario de carcter luciferino. Ms tarde se vio conducido Goethe a poner a su Faustoen conflicto con las potestades del mundo externo. A medida que avanzaba hacia larealizacin de la segunda parte de Fausto, esta necesidad imponasele msimperiosamente. En la "Noche clsica de Walpurgis" que conduce a Fausto al verdaderohallazgo de Helena, potestades csmicas, realizaciones del futuro universal, se funden

    con las experiencias del hombre. Por sus estudios cientficos, por sus conceptosnaturalistas, Goethe adquiri la posibilidad de tender un puente entre el futuro csmico yla evolucin humana. Tantelo en su Walpurgis Clsica.

    Para rendir plenamente justicia al valor potico de esta parte de Fausto precisa darsecuenta de que Goethe ha llegado a representar all nociones de ciencia naturalconvirtindose en maestro y metamorfosendolas en pura poesa, si bien nada subsistede su aridez, de su abstraccin conceptual, ya que se expanden en ondas de imgenesarmoniosas. Pero hay toda va ms. En el cuadro magnfico en que termina el quinto actode la segunda parte, Goethe realiz una unin magna entre el porvenir suprasensible deluniverso y la vida interior del hombre.

    No subsiste duda alguna en tal extremo. El espritu de Goethe recorri, en el decurso desu vida, una evolucin que le condujo a visualizar la dualidad de las potestades csmicasque combaten contra el hombre. Y en tanto prosegua la creacin de suFausto,experimentaba la necesidad de triunfar de su propio principio.Ya que la vida enderez su Fausto hacia el Macrocosmos de la que el solo conocimientole haba, al comienzo, desviado. Qu espectculo! Mas ay! Nada ms que un espectculo!En este espectculo las fuerzas del futuro universal se patentizan y el espectculo seconvierte envida.

    Porque los anhelos espirituales deFausto conducen inevitablemente a poner al hombreen conflicto con las adversas potestades merced a las cuales el individuo, envuelto en una

    lucha universal se sita por s mismo en el seno del Cosmos y desde all se disponevalerosamente al combate.

    GOETHE Y SCHILLER En la poca en que trab amistad con Goethe, Schiller se hallaba preocupado porinfinidad de ideas expresadas en sus Cartas sobre la educacin esttica del hombre".Las conversaciones y la correspondencia que intermediara en aquellos tiempos entreSchiller y Goethe condujronles al fin a las ideas en tales Cartas expresadas.Schiller plantese la cuestin en la forma siguiente: En qu estado de desenvolvimientointerior poda el hombre pretender al cumplimiento pleno de su misin?

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    Cada hombre lleva en s mismo un ser ideal que corresponde a sus aptitudes y a suindividual misin. La grande labor de nuestra existencia estriba en sintonizarnos, a travsde todas nuestras metamorfosis, con esta unidad de nuestra naturaleza. (Cuarta carta deSchiller).Schiller intent tender un puente entre el hombre de la realidad cotidiana y el ser humanoideal. Existen en el hombre dos tendencias, que al manifestarse aisladamente se alejande la ideal perfeccin. Son la tendencia sensual y la tendencia racional. Cuando latendencia sensual prepondera, el hombre sucumbe a sus instintos y pasiones. Una fuerzade opacidad se mezcla a sus actos conscientes y turba su visin interior. Su actividad noes ms que el reflejo de una necesidad subjetiva.Cuando la tendencia racional domina, se siente el hombre conducido a reprimir susinstintos y pasiones y se rinde a otra necesidad abstracta que no sustenta ninguna calidezinterior. En ambos casos el hombre se halla sujeto a un yugo, En el primero la naturalezasensual subyuga la espiritual. En el segundo, la espiritual reprime la sensual.

    Ni una ni otra de estas dos tendencias puede conducirnos por s sola a la plena libertad, ala expansin del meollo personal de nuestro ser, porque significan la mitad del caminoque dista de la naturaleza sensible a la pura espiritualidad.

    Su desenvolvimiento no puede efectuarse ms que en la armona de ambas naturalezas.No es conveniente ahogar la sensualidad, sino ennoblecerla. Es necesario que laespiritualidad se infunda en los instintos y las pasiones para que se conviertan eninstrumentos de manifestacin del espritu.

    Y por lo que a la razn atae, es preciso que intervenga en el alma humana para queelimine de los instintos y pasiones, toda violencia. Y hay que lograr que el hombre llegue aejecutar cuanto le aconseje la razncomo si se tratara de un hecho instintivo e imprimir

    en su realizacin toda la fuerza de pasin que sea capaz.Cuando experimentamos un sentimiento apasionado ante una persona que no merecems que menosprecio, la fuerza sojuzgadora de la naturaleza se nos aparece en toda sucrudeza. Cuando sentimos enemistad hacia un ser digno de nuestra estima, la fuerzasojuzgadora de la razn nos domina. Pero desde el momento en que nuestra preferenciay nuestra estima se conquistan simultneamente, la tirana de la naturaleza y la tirana dela razn desaparece y entonces comenzamos a amar realmente.Una liberada personalidad fuera aquella en que a travs de la sensualidad se revelaratanta espiritualidadcomo mediante el ejercicio de la razn, y en la que la razn atesoraratoda la elementaria fuerza pasional.Schiller anhel fundamentar la armona de la vida colectiva en las sociedades humanas

    sobre el libre desenvolvimiento de la personalidad. La realizacin de una existenciaplenamente humana se unificaba estrechamente en su espritu con la de la armoniosaconstitucin de las sociedades humanas. Tal era la solucin ofrendada por Schiller a losgrandes problemas que la Revolucin Francesa planteaba en aquellos tiempos ante laconciencia de la humanidad.Goethe se hallaba totalmente compenetrado con tales conceptos. El 26 de octubre de1794 escriba a Schiller, con motivo de sus Cartas estticas: "He ledo de corrido y coninmenso placer, el manuscrito que habis tenido a bien enviarme. Lo he devorado en unasola lectura. A semejanza de una bebida deliciosa bien acordada a nuestra naturalezaque se traga fcilmente y deja en la lengua una agradable sensacin que comunica alsistema nervioso su accin benfica, as vuestras cartas han sido para m motivo de gozoy beneficio. Y no poda ser de otra manera, puesto que en ellas he hallado expuestas, de

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    manera noble y lgica, ideas que tengo yo aceptadas durante mucho tiempo y que enparte he vivido y en parte anhelo vivir".En sus "Conversaciones" Goethe describe una familia fugada de regiones devastadas porla guerra. Las conversaciones habidas entre los distintos miembros de tal familiaexteriorizan a nuestros ojos las diversas sugestiones desveladas en el espritu de Goethecomo resultado de su intercambio de ideas con Schiller.

    Las "Conversaciones" giran en torno de dos pensamientos fundamentales. El primeroconcierne a ciertos hombres que siempre creen reconocer, en los acontecimientos de suvida, relaciones emanadas de la realidad sensible. Los relatos que integran los"Emigrados" son, en parte, simples historias de trnsfugas. Los dems se relacionan conexperiencias que parecen revelar, en vez de acontecimientos naturales, algunacircunstancia maravillosa. Goethe no compuso estos relatos seguramente para halago decualquier supersticin. El sentimiento que los inspirara era mucho ms profundo. Nadams alejado de l que esta placentera sensacin de pseudo misticismo que experimentan

    ciertas personas ante los relatos de hechos aparentemente sobrenaturales: hechos quelos estrechos lmites de la razn y los regulares encadenamientos de los hechos nopueden explicar.

    Pero Goethe no cesaba de exponer la cuestin siguiente: No existe caso en el almahumana la posibilidad de liberarse de las representaciones que son fruto de la percepcinsensible y asir el mundo suprasensible por la pura percepcin espiritual?

    Es normal para el ser humano aspirar a una actividad semejante que pondra en juego, enuna forma original, sus facultades de conocimiento. Puede existir una relacin real,aunque oculta para los sentidos y el entendimiento, entre nuestro mundo y un mundosuprasensible. Y la inclinacin que ciertos seres experimentan hacia ciertos hechos

    inexplicables que parecen romper la natural concatenacin de las causas, no es otra cosaque una deformacin pueril de la nostalgia de toda alma hacia el mundo espiritual.

    Goethe interesse mucho ms por la particular orientacin que toman las facultades delalma tendientes a la supersticin, que por azaroso contenido de las historias que en losespritus infantiles engendra el placer de lo inexplicable.La segunda de las dos ideas centrales en cuyo torno giran los relatos, concierne a la vidamoral del hombre y consiste en que ste encauce sus mviles morales, no en la esfera delos sentidos, sino en un mundo de impulsiones superiores que lo eleven mucho ms allde la sensualidad. El dominio moral no puede existir ms que cuando una multitud deenergas suprasensibles irrumpen en la ordinaria vida del alma humana.

    Los rayos que emanan de estas dos ideas fundamentales se pierden en el infinito delmundo espiritual. Y funden todo el problema del ntimo ser humano y de sus relacionescon el mundo sensible por un lado y con el mundo suprasensible por el otro.

    Schiller abord este problema en forma filosfica, en sus Cartas estticas. Mas paraGoethe, el camino de la abstraccin filosfica no era asequible. Y encarn en imgenestodas las ideas que sobre tales temas sustentara.

    Artculos aparecidos en "Teosofa" de agosto y setiembre 1932.Digitalizado por Biblioteca Upasika