FASCÍCULO IIClero - Vida Consagrada - Laicos

Mis queridos Hijos:

Un afectuoso saludo pascual, encomendándonos al Divino Espíritu “para ser una Iglesia renovada en Cristo

Resucitado”.

Con alegría y gratitud he conocido los primeros informes del trabajo de ustedes en los grupos sinodales y asambleas sinodales parroquiales; así como también del generoso servicio de los equipos de colaboradores en los diversos niveles de participación en nuestro camino sinodal.

Deseo renovar mi invitación a continuar en el estudio, reflexión y aportes con el “Fascículo II” dedicado a todos nosotros fieles de la Iglesia en los diversos carismas de vida cristiana. Que esta fase de participación haga florecer una mayor conciencia de nuestra identidad discipular y una generosa primavera misionera en nuestra Arquidiocesis.

Desde mi corazón de padre, pastor, amigo y hermano mayor en la fe, les encomiendo a Nuestra Señora de Fátima en el centenario de sus apariciones y ustedes hagan lo mismo por este servidor en el tiempo pascual que celebramos con la ilusión de un renovado pentecostés personal y eclesial.

Guía Metodológica para los Grupos Sinodales¿Qué es y cómo se forma un Grupo Sinodal (GS)? Un Grupo Sinodal (GS) es la unidad básica de participación en este acontecimiento que durante estos años tendremos como Arquidiócesis. Oportunidad para hacer vi-sible la comunión y participación en la vida y misión de los discípulos misioneros de Jesús en y como Iglesia.

El Párroco y el equipo de apoyo y animación (que se compone de los fieles que estarán apoyando al párroco de forma directa y creativa en toda la dinámica sinodal) convo-carán y organizarán los GS con los fieles provenientes de los sectores parroquiales, co-munidades, grupos pastorales y movimientos que conscientes de la importancia del II Sínodo Arquidiocesano respondan a la convocatoria del camino sinodal que el Señor Arzobispo nos ha pedido, a todos. Por lo cual en una parroquia podría haber varios GS según el número de participantes y la realidad de cada parroquia.

Con las debidas adaptaciones, lo que se oriente de los GS en las parroquias, se debe aplicar a los equipos centrales de los grandes movimientos laicales y las comunidades de vida consagrada.

Estructura de un Grupo SinodalUn Grupo Sinodal estará formado por un mínimo de 7 miembros y un máximo de 15; según las circunstancias de cada realidad. Cada Grupo Sinodal de entre sus miem-bros elige o asigna un coordinador y un secretario.

Función del Coordinador de un Grupo SinodalEs competencia del Coordinador, promover la participación, dar la palabra y contro-lar el tiempo para que todos participen equitativamente, ayudará a centrar el diálogo sobre la temática que corresponda, debe coordinarse con Equipo de apoyo y anima-ción correspondientes para los recursos necesarios que ayuden a conseguir el éxito del trabajo en grupo.

Función del Secretario de un Grupo SinodalAl secretario, le corresponde tomar nota y redactar los aportes del grupo y coordinarse con los otros secretarios bajo la guía del Equipo de apoyo y animación para hacer la síntesis del aporte del nivel de participación correspondiente.

Preparación de la sesión de estudio de los Grupo SinodalEl Párroco y su Equipo de apoyo y animación al iniciar cada tema de estudio debe-rán convocar a los fieles para suscitar interés y participación en los días y horas que se realizarán los grupos sinodales. Es conveniente que el inicio de los encuentros pueda ser motivado por la presentación del camino sinodal y una exposición del tema de estudio que podría ser preparada con fuentes como el Catecismo u otros documentos adecuados para el tema. El equipo de apoyo y animación habiendo leído el fascículo deberá seleccionar un vocabulario y su definición que crea puede ser oportuno para la comprensión de los participantes sobre la temática a estudiar.

Plan de trabajo de los Grupo SinodalTodo encuentro del Grupo Sinodal debe tener tres pasos o momentos: oración – catequesis – discernimiento y aporte, que corresponde a las tres partes del Fascículo.

Paso 1 Momento de oración: el objetivo de este momento es ser Iglesia que ora y se abre a la guía y asistencia del Espíritu Santo en este tiempo de gracia

1.1 Invocación al Espíritu Santo (ver contraportada del fascículo)2.2 Lectura de un pasaje bíblico relacionado con el tema3.3 Oración por el II Sínodo

Paso 2Momento catequético: una de las riquezas del Sínodo es la oportunidad de formación para los fieles, teniendo presente de una manera especial los lineamientos pastorales del magisterio más reciente tanto del episcopado nicaragüense y el latinoamericano, así como del Obispo de Roma (ejemplo: El Concilio Provincial de Nicaragua- I Sí-nodo Arquidiocesano - Documento de Aparecida –Evangelii Gaudium – Amoris Lae-titia – Laudato Sí )2.1 Lectura y explicación si fuera necesario de las normas jurídicas pastorales del I

Sínodo contenidas y actualizadas en Iglesia Arquidiocesana en Marcha (IAM)

2.2 Lectura o exposición de la Iluminación doctrinal de la segunda parte del fascículo; podría ampliarse con ayuda de otras Fuentes si cree necesario.

Paso 3Momento de Discernimiento y Aporte: por medio de un diálogo constructivo y rea-lista, asumiremos este momento como una magnífica oportunidad de corresponsabili-dad en la ayuda que prestamos al Arzobispo con propuestas concretas y viables desde la realidad pastoral de la que formamos parte.

3.1 Responder a las preguntas que se plantean en la tercera parte del fascículo. En este momento el secretario toma nota de lo más importante de las opiniones del GS especialmente en aquellas cosas donde hay un consenso en el GS.

3.2 Se concluye el encuentro orando o cantando a la Virgen María, Madre de la Iglesia por el II Sínodo Arquidiocesano.

El estudio y reflexión de los temas propuestos por el Arzobispo, por medio de los fas-cículos que se irán publicando según el cronograma del camino sinodal, se realizará se-gún cada realidad comunitaria de los grupos sinodales. Por lo cual el tiempo a dedicar en cada sesión del Grupo Sinodal se determinará en coordinación con los responsables de cada realidad eclesial.

Parte INormas Jurídicas pastorales del I Sínodo

en IGLESIA ARQUIDIOCESANA EN MARCHA

1.- Pastoral del Clero

A.- (Presbíteros)“Desde Mileto envió a llamar a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso.

Cuando llegaron donde él, les dijo: Vosotros sabéis cómo me comporté siempre con vosotros, desde el primer día que entré en Asia... Tened cuidado de vosotros y de toda la grey, en medio de la cual os ha puesto el Espíritu Santo como vigilantes para pastorear la Iglesia de Dios, que él se adquirió con la sangre de su propio hijo”. (Hech 20,17-18.28)

“Los presbíteros forman un solo presbiterio entorno al Obispo. Para fomentar la unión con Cristo, además del ejercicio consciente de su ministerio, gozan de medios; entre estas ayudas espirituales sobresalen la Palabra de Dios, la Eucaristía, la Penitencia, preparada por el diario examen de conciencia, la devoción y culto a la Virgen María, la Visita a Jesús Sacramentado, el retiro espiritual, la meditación y dirección espiritual.” ((IICPN 314,237 y 328)

ACTUEMOS (DISPOSICIONES)

275 (317) Es necesario que el sacerdote organice su vida de oración, de modo que incluya la celebración diaria de la Eucaristía, con una adecuada preparación y acción de gracias; la confesión frecuente y la dirección espiritual; la celebración íntegra y fervorosa de la liturgia de las horas, obligación cotidiana; el examen de conciencia; la oración mental propiamente dicha; la lectura del Evangelio; los ejercicios y retiros espirituales periódicos; las preciosas expresiones de devoción mariana como el rosario, el vía crucis y otros ejercicios piadosos.

276 (321) Es importante que el sacerdote cuide adecuadamente todo lo que puede aumentar el decoro, y el aspecto sagrado de la celebración.

277 (322) El sacerdote en la celebración eucarística debe atenerse al rito establecido en los libros litúrgicos, aprobados por la autoridad competente, sin añadir, quitar o cambiar nada.

278 (333) Para garantizar y custodiar el don, en un clima de sereno equilibrio y de progreso espiritual,

deben ser puestas en práctica las medidas que alejan al sacerdote de toda posible dificultad, entre ellas están las siguientes: a) Los presbíteros han de comportarse con la debida prudencia en las relaciones con las personas, cuya proximidad puede poner en peligro la fidelidad a este don, e incluso suscitar el escándalo en los fieles.

b) Los sacerdotes no han de descuidar las normas ascéticas, que han sido garantizadas por la experiencia de la Iglesia, y que son ahora más necesarias debido a las circunstancias actuales, por las cuales prudentemente evitarán frecuentar lugares y asistir a espectáculos, ver programas de televisión o realizar lecturas, que pueden poner en peligro la observancia de la castidad en el celibato.

c) Para custodiar con amor el don recibido, deben encontrar en la comunión con Cristo y con la Iglesia, y en la devoción a Santa María Virgen, la fuerza necesaria para superar las dificultades, y para actuar con la madurez que los hace creíbles ante el mundo.

d) El celibato por ser elección libre, debe vivirse con alegría.

279 (341) El Sacerdote debe recordar que el don que ha recibido es gratuito, ha de estar dispuesto a darlo gratuitamente (cfr Mt 10,8) para emplear en el bien de la Iglesia y para obras de caridad, todo lo que recibe por ejercer su oficio, después de haber satisfecho su honesto sustento y de haber cumplido los deberes del propio estado.

280 (354) Ha de elegirse un buen número de sacerdotes, para que se especialicen en el estudio de determinadas ciencias eclesiásticas y humanas, con el fin de que, con su conocimiento, sirvan como peritos o consultores en la Arquidiócesis, y nunca falten maestros idóneos para la formación de los clérigos y laicos.

281 (355) Ha de establecerse un programa de formación permanente de los sacerdotes, donde actualicen los conocimientos relacionados a los nuevos desafíos que se presentan, en relación a la globalización y

a las políticas internacionales que afectan las raíces religiosas, culturales y morales de la nación.

282 (356) Establézcanse programas de estudio y análisis continuo, de los documentos del Magisterio de la Iglesia. Estos programas deben incluir retiros espirituales, convivencias sacerdotales, seminarios con temas de actualidad, aprovechando también las ocasiones rutinarias en que se reúne el clero, invitando a expertos en los temas a tratar.

283 (357) Ha de preocuparse el sacerdote de enriquecer su formación intelectual, aprovechando los medios de información y de formación a su alcance.

284 (358) Ha de darse un acompañamiento intelectual, espiritual y psicológico a los sacerdotes, desde los primeros años de su ejercicio sacerdotal, facilitándoles, de modo especial, la posibilidad de encontrar las condiciones de vida y ministerio que les permitan traducir en obras, los ideales forjados durante el período de formación en el seminario.

285 (359) En cada asamblea del clero ha de invitarse a personalidades, para que ayuden al crecimiento doctrinal de cada sacerdote, de frente a los retos del mundo actual.

286 (361) Deben fomentarse convivencias sacerdotales en calidad de internos, para que las reuniones del clero sean fraternas, formativas y de crecimiento espiritual. Debe determinarse el tiempo necesario, respetando los horarios, con el fin de tener tiempo para la convivencia dentro de los ejercicios espirituales, y contemplar períodos de descanso necesario.

287 (362) Se han de institucionalizar los exámenes pre y post-presbiteratum, con el fin de conceder o renovar las licencias ministeriales, de manera especial, el de oír confesiones. Promuévanse cursos de actualización para un efectivo ministerio de reconciliación.

288 (367) Se ha de cuidar igualmente que los Clérigos gocen de asistencia social, mediante la que se provea

adecuadamente a sus necesidades en caso de enfermedad, invalidez o vejez (cfr cc.)

289 (368) Los sacerdotes deben contar con un seguro que cubra sus necesidades de salud, asistencia y retiro, afiliándose al seguro sacerdotal establecido.

290 (369) Foméntese el apoyo de los feligreses, mediante la toma de conciencia de las necesidades de muchos sacerdotes que necesitan de la solidaridad, en casos de enfermedad y en su vejez.

291 (370) Debe procurarse el mantenimiento de la casa del clero. Es necesario que el sacerdote tome conciencia de esta urgente necesidad, y contribuya con dicho mantenimiento. Para ello debe nombrarse un Director o administrador idóneo, que esté a cargo de la administración de la casa del clero.

292 (373) Las comunidades han de ayudar más a sus párrocos en sus necesidades, o dar una ofrenda especial, para que las parroquias con mayores ingresos económicos apoyen a las parroquias más pobres. Los consejos pastorales y los movimientos de laicos comprometidos en cada parroquia, pueden hacer conciencia entre la feligresía.

293 (374) Los presbíteros de parroquias vecinas, de pocos recursos económicos, pueden compartir una misma casa cural, con el fin de apoyarse pastoral y económicamente (cfr cc. 533 § 1 CIC’83)

B.- (Diácono Permanente)

“También los diáconos deben ser dignos, sin doblez, no dados a beber mucho vino ni a negocios sucios; que guarden el Misterio de la fe con una conciencia pura. Primero se les someterá a prueba y después, si fuesen irreprensibles, serán diáconos”. (1Tim 3,8-10)

“La misión y función del diácono, su conveniencia se desprende de una contribución eficaz a que la Iglesia cumpla mejor su misión salvífica por medio de una más adecuada atención a la tarea evangelizadora.” (IICPN 345).

ACTUEMOS (DISPOSICIONES)

294 (378) Tomando en cuenta la situación pastoral de la Arquidiócesis, ha de ordenarse diáconos permanentes, según la norma del Código de Derecho Canónico y a criterio del Arzobispo.

295 (382) Requisitos para el diaconado permanente:

a) Tener vocación para ejercer el ministerio.

b) Ser casto, consciente y responsable.

c) Ser obediente al Magisterio de la Iglesia.

d) Tener capacidad para saber responder a las obligaciones de la familia, de la parroquia y de la sociedad.

e) Contar con la anuencia y apoyo del Cónyuge.

f) Ser testimonio en el mundo, en la familia y ejemplo de piedad, de entrega y amor a Dios.

g) No tener deudas, de probada virtud, sin ningún vicio.

h) Ser aceptado entre los fieles por su carácter y su calidad humana.

i) Ser persona comprometida con el trabajo pastoral.

j) Tener madurez humana y espiritual, equilibrio psicológico, voluntad de servicio

al prójimo, liderazgo y vivir la comunión eclesial.

k) Estar dispuesto a trabajar, frecuentar los sacramentos y tener buenas relaciones humanas.

l) La edad mínima requerida para el diaconado permanente es de 35 años para los casados y 25 para los célibes (cfr Can. 1031 CIC’83).

m) Debe tener siete años de matrimonio eclesiástico y cierta experiencia en el apostolado pastoral.

2.- Vida Consagrada

“Y por ellos me consagro, para que ellos también sean consagrados en la verdad”. (Jn. 17,19)

“Los religiosos estén insertos en la Pastoral de Conjunto orientada por el Ordinario del lugar, de tal manera que los religiosos con su actitud de comunión y con su trabajo apostólico, especialmente entre los humildes, sean creadores de fraternidad en la Iglesia Particular” (IICPN 408)

ACTUEMOS (DISPOSICIONES)

320 (425) Los religiosos han de mantener su compromiso de fidelidad al Obispo, con el fin de patentizar la unidad del pueblo de Dios.

321 (426) Es necesario que los religiosos estén insertos en la pastoral de conjunto, orientada por el Obispo, de tal manera que con su actitud de comunión y con su trabajo apostólico, sean creadores de fraternidad en la Iglesia particular.

322 (427) Créese la Comisión Arquidiocesana de pastoral de Vida Consagrada, que sea la encargada de publicar un directorio de las congregaciones, órdenes e institutos religiosos existentes en la Arquidiócesis, estableciendo vínculos de coordinación con la Conferencia de Religiosos; en dicha comisión participará un equipo representativo de religiosos. Nómbrese un coordinador responsable de la Comisión.

323 (428) Los religiosos deben obediencia al Ordinario del lugar, en las actividades pastorales referentes a la cura de almas, al ejercicio público del culto divino y a las obras de apostolado (cfr c. 678 CIC’83).

324 (430) Los religiosos dedicados a la educación, deben acatar lo mandado por el Código de Derecho Canónico, en lo que respecta a la enseñanza y la educación religiosa católica, a la organización general de las escuelas católicas y al nombramiento, aprobación o remoción

de los profesores que se destinan a la enseñanza de la religión (cfr cc. 804 § 2 - 806 CIC’83), y también las disposiciones pastorales del Ordinario del lugar, referente a la educación.

325 (432) Para promover el conocimiento recíproco, que es requisito obligado de una eficaz cooperación, sobre todo en el ámbito pastoral, es siempre oportuno un constante diálogo entre los superiores y el Arzobispo (cfr VC.50.2).

326 (433) Establézcanse encuentros periódicos intercon-gregacionales, presididos por el Ordinario del lugar (cfr VC 52 - 53).

327 (434) Las casas de religiosos dentro de las parroquias, deben estar ligadas a la pastoral que se ejerce en la parroquia, siempre que la autoridad lo permita; sin embargo ésta no debe menoscabar el estilo particular de santificación, y apostolado de su original inspiración. Por esto, urge que las congregaciones no contradigan la pastoral parroquial y arquidiocesana en lo que se refiere a la celebración de los sacramentos.

328 (435) Debe fomentarse el conocimiento de los carismas particulares de cada congregación, para favorecer la inserción de los mismos en la pastoral parroquial y arquidiocesana, para lo que urge la asistencia de los superiores religiosos a los encuentros mensuales inter congregacionales, en la Curia Arzobispal.

329 (438) Los párrocos y demás responsables de pastoral, deben estar atentos en promover las vocaciones de las jóvenes al orden de las vírgenes consagradas, sobre todo en las jóvenes que no se sienten llamadas a la vida religiosa, pero que desean consagrar su vida al servicio de Dios y de la Iglesia.

330 En la medida de lo posible, atender espiritualmente los Institutos de Vida Consagrada de su jurisdicción.

341 (440) Deben establecerse encuentros periódicos, entre el clero regular y el clero secular, con el fin de fomentar la comunión y la colaboración mutua.

3.- Laicos

“Pero vosotros sois linaje elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido, para anunciar las alabanzas de Aquel que os ha llamado de las tinieblas a su admirable luz, vosotros que en un tiempo no erais pueblo y que ahora sois el Pueblo de Dios, de los que antes no se tuvo compasión, pero ahora son compadecidos”. (1Pe 2,9-10)

“Los laicos deben ser formados para vivir la unidad de ser miembros de la Iglesia y ciudadanos de la sociedad humana. Participen no sólo en la fase de ejecución de la Pastoral de Conjunto, sino también en la planificación y en la colaboración para la toma de decisiones.”

ACTUEMOS (DISPOSICIONES)

234 (239) La Comisión de Laicos atenderá las dos estructuras que se describen a continuación. El Coordinador cumplirá su función, bajo la dirección del Vicario de Pastoral.

235 (240) La primera estructura debe contar con un directorio, integrado por laicos pertenecientes a los diferentes movimientos, que estén debidamente reconocidos por el Arzobispo, que en un corto plazo debe elaborar un reglamento, y diseñar una estrategia de trabajo que garantice la inserción de los movimientos, en la pastoral de conjunto de la Arquidiócesis, velando de forma especial para que en cada

movimiento exista un asesor eclesial, aprobado por el Arzobispo.

236 (241) La segunda estructura debe contar con un directorio integrado por laicos, miembros del consejo pastoral en su respectiva parroquia, con la aprobación del Párroco. Este directorio debe integrarlo miembros de los consejos pastorales de las zonas que conforman la Arquidiócesis de Managua, por lo que en un corto plazo debe elaborar un reglamento para su adecuado funcionamiento. Esta estructura desempeñará acciones de evaluación y seguimiento, a los lineamientos y planes arquidiocesanos emanados de parte del Arzobispo, como un instrumento de apoyo y servicio a las parroquias.

237 (242) Ha de implementarse la realización de seminarios y congresos, a nivel arquidiocesano de acuerdo a temas propuestos por el obispo, que se realizarán con el fin de lograr mayor integración y toma de conciencia del trabajo en equipo, entre párrocos y Laicos, y las diferentes comisiones que contribuya a crear mayores espacios de participación en la Iglesia.

238 (243) Debe organizarse la creación de un centro de formación y aprovechar estructuras ya existentes, por cada zona pastoral, identificando los lugares idóneos donde se impartirá la formación en base a una planificación anual, participando en este trabajo las dos estructuras normadas, las diferentes comisiones de pastoral existentes y los estudiantes egresados de la carrera de Teología.

239 (244) Debe elaborarse un documento para concientizar a los laicos en su activa participación, en un programa de autosostenibilidad de las diversas estructuras eclesiásticas; por ejemplo por medio del diezmo, manteniendo una constante catequesis sobre la práctica del mismo.

240 (245) Las cofradías y los grupos laicales reconocidos a nivel internacional, nacional o arquidiocesano, deben integrarse a la pastoral de la arquidiócesis conservando su propia espiritualidad y peculiaridades, pero sometiéndose a la autoridad del Arzobispo, del párroco y a las normas pastorales y jurídicas dictadas para ello.

241 (248) Los laicos ejercerán su ministerio, usando como distintivo un crucifijo sobre una vestidura digna. El crucifijo será diseñado por la Comisión de Liturgia y aprobado por el Arzobispo.

242 (249) En la práctica, las mujeres, como base fundamental de la familia cristiana, realizan un servicio importante en las actividades pastorales en las parroquias, en la Iglesia arquidiocesana y en la sociedad: en las diferentes estructuras pastorales debe dárseles una mayor participación, según el Derecho Canónico y Magisterio de la Iglesia.

243 (250) Según las normas de la Iglesia, los laicos pueden presidir ciertas bendiciones, por ello debe promoverse el uso de los formularios de bendiciones para que en las familias los padres bendigan a sus hijos, su hogar, los alimentos y otros momentos de su vida, con el fin de recuperar esta práctica cristiana (cfr SC 79; CC 1669; Can. 1168 CIC’83).

244 (251) Ha de promoverse en los laicos, el rezo de la Liturgia de Las horas. La Comisión Arquidiocesana de Liturgia debe hacer una difusión masiva y accesible de versiones populares de la Liturgia de las Horas, para fomentar el espíritu de oración.

245 (252) Los laicos, tomando conciencia de su compromiso cristiano adquirido en el bautismo, fortalecido por los demás sacramentos y guiados por el Espíritu Santo, deben asumir la responsabilidad de ser y vivir como auténticos profetas, en un mundo secularizado y materialista. Procuren obtener el reconocimiento y el reavivamiento de las autoridades públicas y privadas de guardar el domingo, como fiesta y día del Señor.

246 (253) Ha de instruirse a los laicos mediante los elementos pastorales existentes, de sus Responsabilidades cristianas de participación en la política y en los cargos públicos, en favor del bien común, ejerciendo sus funciones con espíritu de servicio y no con fines lucrativos.

247 (254) Ante la corriente hedonista, y la influencia de los medios de comunicación contra los valores y la moral cristiana, debe instruirse a los fieles laicos a través de las estructuras pastorales correspondientes, de manera prioritaria en el campo donde mayor daño se hace a la dignidad de la persona humana, como el aborto, el suicidio, el secuestro, la guerra y la eutanasia, entre otros. Ha de enfatizarse sobre la desvalorización, que la corriente antes mencionada, ha hecho en contra de la mujer, desvirtuando los valores cristianos de la virginidad, de la maternidad y de su rol como esposa.

Parte IICatequesis Sinodales

Pastoral del CleroLeer las siguientes citas bíblicas: 2 Tim 1, 6; 1 Tim 4, 14-16Citas del Magisterio: “El Pueblo de Dios siente la necesidad de presbíteros-discípulos: que tengan una profunda experiencia de Dios, configurados con el corazón del Buen Pastor, dóciles a las mociones del Espíritu, que se nutran de la Palabra de Dios, de la Eucaristía y de la oración; de presbíteros-misioneros; movidos por la caridad pastoral: que los lleve a cuidar del rebaño a ellos confiados y a buscar a los más alejados predicando la Palabra de Dios, siempre en profunda comunión con su Obispo, los presbíteros, diáconos, religiosos, religiosas y laicos; de presbíteros-servidores de la vida: que estén atentos a las necesidades de los más pobres, comprometidos en la defensa de los derechos de los más débiles y promotores de la cultura de la solidaridad. También de presbíteros llenos de misericordia, disponibles para administrar el sacramento de la reconciliación.” (DA 199)

“Todo esto requiere que las diócesis y las Conferencias Episcopales desarrollen una pastoral presbiteral que privilegie la espiritualidad específica y la formación permanente e integral de los sacerdotes.” (DA 200)

“La expresión “formación permanente” recuerda la idea de que la única experiencia discipular de quienes son llamados al sacerdocio no se interrumpe jamás. El sacerdote, no sólo “aprende a conocer a Cristo”, sino que, bajo la acción del Espíritu Santo, se halla dentro de un proceso de gradual y continua configuración con Él, en su ser y en su hacer, que constituye un reto permanente de crecimiento interior de la persona. Conviene alimentar de manera constante la “llama” que da luz y calor al ejercicio del ministerio, recordando que “alma y forma de la formación permanente del sacerdote, es la caridad pastoral” (RF 80)

Se ha tomado como base para esta catequesis, las tres citas Magisteriales arriba citada.

Con respecto a la primera cita, es importante notar que dentro del Pueblo de Dios encontramos como estado de vida los presbíteros, pero que a la vez no dejan de ser DISCIPULOS, configurados con el corazón de Cristo, Buen Pastor. Ellos deben tener las siguientes características:

1. Deben tener profunda experiencia de Dios, dóciles a las mociones del Espíritu, que se nutran de la Palabra de Dios, de la Eucaristía y de la oración.

2. Presbíteros – misioneros, movidos por la caridad pastoral: CUIDAR el rebaño a ellos confiados. BUSCAR a los más alejados y en COMUNIÓN con la Iglesia (Obispo, presbíteros, diáconos, religiosos, religiosas, laicos).

3. Presbíteros – servidores de la vida: ATENTOS a las necesidades de los más pobres, COMPROMETIDOS en la defensa de los Derechos de los más débiles y PROMOTORES de la cultura de la solidaridad.

4. Presbíteros llenos de misericordia: DISPONIBLES para administrar el sacramento de la reconciliación.

Estas cuatro características nos pueden ayudar a tener una nueva visión del sacerdote hoy, en nuestra Arquidiócesis.

Por otro lado, la segunda cita nos anima a desarrollar la Pastoral Presbiteral, que privilegie la espiritualidad específica, y la formación permanente e integral de los sacerdotes.

La última cita magisterial, nos recuerda que la experiencia discipular del sacerdote no se interrumpe jamás. No sólo aprende a CONOCER a Cristo, sino que bajo la acción del Espíritu Santo, se halla en un PROCESO GRADUAL Y CONTINUA CONFIGURACIÓN CON CRISTO. Conviene alimentar la “llama” que da luz y calor al ejercicio del Ministerio. Partiendo de la CARIDAD PASTORAL.

A la luz de estas indicaciones del magisterio, podemos realizar un cuestionamiento de la realidad que vivimos en la Arquidiócesis y proponer, sugerir, aconsejar de cómo fortalecer LA PASTORAL PRESBITERAL, que ayude a los ministros cumplir su discipulado misionero según el corazón del Buen Pastor.

2.- LA VIDA CONSAGRADA

Textos bíblicos: Mt 8,18-22; Mt 19,10-30

1. La vida consagrada es un don.La vida consagrada es un don del Padre a su Iglesia y constituye un elemento decisivo para su misión. (Aparecida No 216). Por vida consagrada entendemos <<aquel estado de vida que consiste en la profesión de los consejos evangélicos, aunque no pertenezcan a la estructura de la Iglesia, pertenece sin embargo, sin discusión a su vida y a su santidad (LG 24)>> (CEC 914). La vida consagrada se expresa de múltiples estilos de vida, que el Espíritu Santo ha suscitado a lo largo de la vida de la Iglesia, estos son: la vida monástica, contemplativa y la vida religiosa activa, los institutos seculares, las sociedades de vida apostólica y otras nuevas formas.

Es un camino de especial consagración y seguimiento de Cristo para dedicarse públicamente, es decir ante la comunidad y en comunión con la Iglesia y sus pastores, al servicio profético, de anunciar al Rey que viene, a dedicarse con un corazón indiviso, y ponerse al servicio del Reino de Dios, es decir servir a Dios y la humanidad, asumiendo la forma de vida que Cristo escogió para venir al mundo: pobre, casto y obediente al Padre y la misión que él le encomendó. Pero esta vida consagrada tiene su fundamento en la consagración, principal y fundamental de todo discípulo: el bautismo, los consagrados y consagradas, que por el bautismo fueron consagrados a Dios, se consagran por medio de entrega especial aún más íntima, al servicio de Dios y de la Iglesia. Según el modo propio de cada instituto, siguiendo el carisma fundacional

2. Misión de los consagrados y consagradas.

Los consagrados y consagradas son discípulos misioneros de Jesús pobre, casto y obediente al Padre, al servicio de la misión, que Él mismo ha encomendado a la Iglesia: evangelizar, “me ha ungido, me ha enviado a anunciar el evangelio a los pobres” (Lc 4,18). Los consagrados están llamados a ser profeta ante un mundo cada vez más secularizados, sirviendo al Reino de Dios con su santidad de vida, con su vida fraterna, con su oración y sus obras según su carisma funcional. Deben dar testimonio de pobreza y sencillez, anunciando el evangelio, especialmente a los más pobres, siguiendo el ejemplo y modelo de sus fundadores y sus santos, recordando que “el lujo de la Iglesia es una bofetada al pobre”.

Misión de los consagrados y consagradas es, “gestar una nueva generación de discípulos y misioneros, de una sociedad donde se respete la justicia y la dignidad de cada persona humana” (Aparecida No 217).

3. La comunión en la Iglesia.

“Desde su ser, la vida consagrada esta llamada a ser experta en comunión, tanto al interior de la Iglesia como de la sociedad”. (Aparecida No 218). Esta comunión debe manifestarse en una comunión “afectiva y efectiva”, es decir, en la práctica concreta en su relación con la Iglesia Universal y el papa, y con la Iglesia local, y el Obispo diocesano del lugar donde ejercen su misión, sus obras y tienen sus casas canónicas.

Esta comunión se debe manifestar en la colaboración efectiva, en el plan pastoral de la diócesis y la parroquia donde ejercen su misión.

Pero esta comunión también debe manifestarse con la parroquia donde realizan su misión, sobre todo en la pastoral sacramental.

Esto se debe traducir en acciones concretas: diálogo fecundo y amistoso entre el párroco y los consagrados, colaboración, respeto, ayuda mutua, cercanía y comunicación.

La parroquia y el párroco, deben promover las vocaciones a la vida consagrada y apoyar a las comunidades que estén en su territorio, en su promoción vocacional, acompañamiento y atención pastoral, sobre todo en lo que se refiere a los sacramentos.

4. Testimonio de los consagrados y consagradas.

Los consagrados deben dar testimonio de la absoluta primicia de Dios y su reino, con una santidad de vida propia, practicando los consejos evangélicos de la pobreza, la castidad y la obediencia. Los consagrados son discípulos misioneros de Cristo, teniendo una vida discipular, apasionados por Jesús, su Maestro y Señor. De ahí que la vida espiritual debe ser la prioridad: la oración, la liturgia de las horas, la contemplación, los sacramentos sobre la Eucaristía; solo después de una experiencia íntima con el Maestro, se puede dar testimonio de pobreza evangélica, castidad y obediencia.

Los consagrados están llamados a una vida misionera, salir de sus conventos y obras a buscar a los pobres, a los alejados y descartados, aunque le incomode, sacrificando “su domingo y sus vacaciones”, una vida misionera radicalmente profética, es decir, mostrar a Cristo en su vida y obras. La vida consagrada se manifiesta de múltiples maneras, pero la vida de la Iglesia necesita de manera especial, de la vida contemplativa.

5. Misión del Obispo diocesano.

La vida consagrada es un don del Espíritu Santo para la Iglesia, no debemos sofocarlo. Este mismo Espíritu suscita formas nuevas de vida consagrada, las cuales deben ser acogidas y acompañadas en su crecimiento y desarrollo. Al Obispo diocesano le corresponde hacer un discernimiento serio y ponderado sobre su santidad, necesidad y autenticidad. (Aparecida No 222), a él le corresponde visitar las comunidades permanentemente, preocuparse por su formación inicial y permanente e integrarlas al plan pastoral de la diócesis, o pastoral de conjunto.

La Iglesia, pastores y fieles esperan mucho de los consagrados, ellos son discípulos misioneros que están llamados a colaborar de una manera especial, en el anuncio alegre del evangelio, mostrando el rostro materno de la Iglesia, viviendo su carisma fundacional, e imitando a sus santos patronos.

3.- LOS LAICOS

La palabra laico proviene del término griego laikós, que a su vez deriva de «laos»: pueblo. Laico, por consiguiente, significa uno del pueblo. La palabra laico se aplica a quien pertenece al Pueblo de Dios y, de manera especial, a quien, por no tener funciones y ministerios vinculados al sacramento del Orden, no forma parte del clero. Los clérigos son los ministros sagrados, o sea: el Papa, los Obispos, los presbíteros y los diáconos; laicos son, por tanto, los demás fieles cristianos que, junto con los pastores y ministros, constituyen el pueblo de Dios.

1. Podría dar la impresión de que los laicos son concebidos de manera negativa: “no son clérigos”. Sin embargo, esta diferenciación sólo se entiende porque la Iglesia es un organismo vivo, en donde interactúan miembros con funciones particulares y jerárquicas (cf. 1Cor 12,27-28). Pero, si bajo el aspecto ministerial y jerárquico, las órdenes sagradas colocan a los fieles que las reciben en una condición de particular autoridad en función de la misión que se les asigna, los laicos tienen en plenitud la cualidad de miembros de la Iglesia, lo mismo que los ministros sagrados. En efecto, han sido incorporados a Cristo por el Bautismo. Forman parte del Cuerpo místico de Cristo y del nuevo Pueblo de Dios. Así, por tanto, los define Aparecida: “son los cristianos que están incorporados a Cristo por el bautismo, que forman el pueblo de Dios y participan de las funciones de Cristo: sacerdote, profeta y rey. Ellos realizan, según su condición, la misión de todo el pueblo cristiano en la Iglesia y en el mundo” (Aparecida, 209). Téngase presente, en este sentido, el número 245 de Iglesia Arquidiocesana en Marcha.

2. La misión propia y específica de los laicos, es la de “buscar el Reino de Dios, ocupándose de las realidades temporales y ordenándolas, según Dios” (LG, 31). Y el documento de Aparecida, concretiza estas realidades temporales: “El ámbito propio de su actividad evangelizadora, es el mismo mundo vasto y complejo de la política, de la realidad social y de la economía, como también el de la cultura, de las ciencias y de las artes, de la vida internacional, de los ‘mass media’, y otras realidades abiertas a la evangelización, como son el amor, la familia, la educación de los niños y adolescentes, el trabajo profesional y el sufrimiento” (Aparecida, 210). Y el documento Iglesia Arquidiocesana en Marcha, en el número 246, anima a los laicos para que participen en política. Sin embargo, téngase muy en cuenta el siguiente criterio doctrinal: “Un ámbito especial de discernimiento para los fieles laicos concierne a la elección de los instrumentos políticos, o la adhesión a un partido y a las demás expresiones de la participación política. Es necesario efectuar

una opción coherente con los valores, teniendo en cuenta las circunstancias reales…las instancias de la fe cristiana difícilmente se pueden encontrar en una única posición política: pretender que un partido o una formación política correspondan completamente a las exigencias de la fe y de la vida cristiana, genera equívocos peligrosos. El cristiano no puede encontrar un partido político, que responda plenamente a las exigencias éticas que nacen de la fe, y de la pertenencia a la Iglesia: su adhesión a una formación política no será nunca ideológica, sino siempre crítica, a fin de que el partido y su proyecto político, resulten estimulados a realizar formas cada vez más atentas a lograr el bien común, incluido el fin espiritual del hombre” (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 573).

3. Ahora bien, además de ocuparse de las tareas temporales, “los laicos también están llamados a participar en la acción pastoral de la Iglesia…con acciones en el campo de la evangelización, la vida litúrgica y otras formas de apostolado” (Aparecida, 211). Participación que se realiza bajo la guía de los pastores. Este deber de colaborar en la evangelización junto con la jerarquía es “en virtud del Bautismo recibido…cada uno de los bautizados, cualquiera que sea su función en la Iglesia y el grado de ilustración de su fe, es un agente evangelizador, y sería inadecuado pensar en un esquema de evangelización, llevado adelante por actores calificados, donde el resto del pueblo fiel sea sólo receptivo de sus acciones. La nueva evangelización debe implicar un nuevo protagonismo de cada uno de los bautizados” (EG, 120). Véase el número 237 de Iglesia Arquidiocesana en Marcha.

4. Iglesia Arquidiocesana en Marcha en el número 235 constata la existencia de movimientos. Son un signo esperanzador para la Iglesia y expresan la dimensión carismática de la Iglesia: “En la Iglesia no hay contraste o contraposición entre la dimensión institucional y la dimensión carismática, de la cual los movimientos son una expresión significativa, porque ambos son igualmente esenciales para la constitución divina del Pueblo de Dios” (Aparecida, 312). No obstante, necesitan de “un adecuado discernimiento, animación, coordinación y conducción pastoral, sobre todo de parte de los sucesores de los Apóstoles” (Aparecida, 214).

Así pues, los laicos -sea individualmente como asociados en movimientos- en razón de su bautismo, son discípulos misioneros tanto cuanto se dedican a las cosas de este mundo, el cual lo santifican, como cuando cooperan al crecimiento de la Iglesia con la acción pastoral.

Parte III

Discernimiento y aporte

Leer a modo de motivación del diálogo, los numerales del Documento de Aparecida:

198. El presbítero, a imagen del Buen Pastor, está llamado a ser hombre de la misericordia y la compasión, cercano a su pueblo y servidor de todos, particularmente de los que sufren grandes necesidades. La caridad pastoral, fuente de la espiritualidad sacerdotal, anima y unifica su vida y ministerio. Consciente de sus limitaciones, valora la pastoral orgánica y se inserta con gusto en su presbiterio.

217. En comunión con los Pastores, los consagrados y consagradas son llamados a hacer de sus lugares de presencia, de su vida fraterna en comunión y de sus obras, espacios de anuncio explícito del Evangelio, principalmente a los más pobres, como lo han hecho en nuestro continente desde el inicio de la evangelización. De este modo, colaboran, según sus carismas fundacionales, con la gestación de una nueva generación de cristianos discípulos y misioneros, y de una sociedad donde se respete la justicia y la dignidad de la persona humana.

212. Para cumplir su misión con responsabilidad personal, los laicos necesitan una sólida formación doctrinal, pastoral, espiritual y un adecuado acompañamiento para dar testimonio de Cristo y de los valores del Reino en el ámbito de la vida social, económica, política y cultural.

1. Los clérigos, consagrados y laicos son modos de vida discipular, como fieles cristianos que brota del bautismo. Señale tres aspectos positivos que deben seguir cultivando en su vida y misión propia; e igualmente otros tres que deberían mejorar o corregir para un mejor testimonio de vida cada uno de estos tres sectores de los fieles cristianos.

2. En la formación hacía su ministerio o en su formación permanente los clérigos deben cuidar las áreas: humana-espiritual-académica y pastoral. Indique dos sugerencias en cada área, para mejorar esa formación según los retos actuales.

3. Para mejorar la efectiva cooperación de los religiosos en la vida pastoral de nuestras comunidades, sugiera un par de consideraciones concretas y prácticas según la realidad pastoral que se vive.

4. ¿Cómo pueden mejorar los laicos que hacen caminos de fe en los movimientos o comunidades de vida cristiana, su dinamismo misionero y la unidad con la Parroquia y con la Arquidiocesis?

5. Según la realidad social que se vive, los laicos pueden y deben ser “sal de la tierra y luz del mundo”. Identifique dos desafíos o retos en el entorno social y sugiera las repuestas que como cristianos deben dar los laicos.

6. Partiendo del hecho que clérigos, consagrados y laicos como modos de vida cristiana y son una riqueza para la Iglesia y el mundo. (no se enciende una lámpara para taparla… Mt 5,15-16) En orden de prioridad señale dos deficiencias que se constata en la pastoral de la Iglesia como institución, al acompañar estos grupos de fieles y que sugerencias se dan para superar las mismas; para que de esta manera se note la riqueza que representa dentro y fuera de la Iglesia cada carisma de los tres grandes sectores que conforman los miembros de la Iglesia, y que hemos estudiado en este fascículo

7. Si hubiera alguna consideración que se estime importante sobre los temas abordados, favor hacer un señalamiento final.

Para información y sugerencias:

Pbro. Boanerges Carballo Madrigal coordinador@sinodoarquidiocesano.org

Pbro. Erick Alvarado Cole sinodo@curiamanagua.org

También contactando a los Vicarios Foráneos y Equipos de apoyo y animación zonales y parroquiales

Correos que están disponibles para que las comisiones parroquiales después de elaborar su síntesis,

la envíe según la zona correspondiente:Zona Carazo: pjuan.garcia@sinodoarquidiocesano.orgZona Masaya: pbismarck.conde@sinodoarquidiocesano.orgZona Oriental: prodolfo.hurtado@sinodoarquidiocesano.orgZona Central: pantonio.castro@sinodoarquidiocesano.orgZona Occidental: pgonzalo.rodriguez@sinodoarquidiocesano.org