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    IX . Labadie el nmada

    / /' lfndersmann, a la vez errante y emigrante: el que camina334. Ho ( del M ~ d i por los modelos que lo .inspiran, L a b a ~ e va hacia el ~ o r t e , .pre mas al norte, como la mendiga de Marguente Duras descIende .el sur335 De la Guyena donde naci y donde se hizo jesuita, pasa aAmiens, Montauban, Orange -oscilaciones francesas-, despus tal VIa Londres, o a Ginebra, despus a los Pases Bajos, Utrecht, M i d d e l ~ Amsterdam, y an ms lejos, a Dinamarca, Altana, donde muere endio del grupsculo que l mismo ha formado (los secuestrados dena?) y que continuar su migracin sin l hacia Amrica del Nort'nomadismo infatigable de este hroe barroc0336 hace pertinente unablemtica del espacio. El viaje interior se transforma en itineranciagrfica. La historia de Labadie es el espacio indefinido creado por laposibilidad de un lugar. Sus etapas vienen marcadas por las religiones.va atravesando: jesuita, jansenista, calvinista, pietista, chiliasta o mileta, y finalmente labadista -etapa mortal-o Pasa. No puede detenerse.

    Evoca a Juan Bautista, el caminante tal como lo esculpi D o n a t e l l o , ~ ; el instante en que el movimiento es una prdida de equilibrio. Esta q 'deviene un caminar si resulta que un segundo lugar existe despus delmero, pero el artista, aislando al personaje, hace incierta esta hiptcmo saber si cae o si camina? Para Surin, caminar es arrojarse haciara, arrojarse por la ventana. Labadie cae as fuera de los lugares donde /puede mantenerse, yeso deviene un caminar, acaba por construir unatoria porque, cada vez, milagrosamente, otros lugares lo reciben o,exactamente, como l mismo no deja de repetir, preservan su cuerpo:la cada soportndolo. Cada uno de estos lugares proporciona, en el .timo momento, otro suelo, dice, all donde normalmente poda pr mirse el vaco; y cuando al final de su vida, tras una nueva partida, catata la ausencia de un nuevo soporte (como si, por azar, hubiera lleal final de las tierras posibles), lo reemplaza por un delirio. As pues, siepre es empujado fuera del lugar donde se encuentra y sorprendido porlugar que sobreviene despus, uno, intolerable, y el otro, providencial;signo de la corrupcin de las sociedades, y el otro, prueba de su elecci:Va de desequilibrio en desequilibrio, y de milagro en milagro. Slo t:s

    tural, siempre inminente, el movimiento de caer. Su v i ~ ~ } . y : l t : ! J ~ ~ l p e - "regrinaje. Es la teora (el desarrollo en el modo de itinerario) de un di- -. De estemodo entrecortado, el conjunto repite una forma casi abstracta de la experiencia espacial: su carcter aleatorio y finalmente imposible. No pertenece, pues, a nadie. Es el texto de un no-lugar.

    Por eso no resulta sorprendente que los rumores cubran todo lo que Labadie hizo o dijo. Estos rumores son la forma social, actual, de ese no-lugar.Ninguna institucin lo reivindica, soporte necesario, como se sabe, paraque haya producci n de una historiografa. Las traicion a todas -e n undoble sentido: las abandon, pasndose al enemigo de enfrente, y desveluna diferencia intolerable entre sus discursos sobre s mismas y su funcionamiento efectivo, entre su verdad y su realidad-o Las hiere en esta juntura, en efecto intocable en el interior de la Iglesia, del partido o de laorganizacin social que legitima una verdad de la militancia. No se atie

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    IX . Labadie el nmada

    ( ' ~ n d e r s m a n n , a la vez errante y emigrante: el que camina334. Hombr:'\\ del Midi por los modelos que lo inspiran, Labadie va hacia el norte, sie;;;;)pre ms al norte, como la mendiga de Marguerite Duras desciende haciael sur335 De la Guyena donde naci y donde se hizo jesuita, pasa a Pars,Amiens, Montauban, Orange -oscilaciones francesas-, despus tal vez ira Londres, o a Ginebra, despus a los Pases Bajos, Utrecht, Middelburg,Amsterdam, y an ms lejos, a Dinamarca, Altona, donde muere en me dio del grupsculo que l mismo ha formado (los secuestrados de Altona?) y que continuar su migracin sin l hacia Amrica del Norte. Elnomadismo infatigable de este h roe bar roc0 336 hace pertinente una problemtica del espacio. El viaje interior se transforma en itinerancia geogrfica. La historia de Labadie es el espacio indefinido creado por la imposibilidad de un lugar. Sus etapas vienen marcadas por las religiones queva atravesando: jesuita, jansenista, calvinista, pietista, chiliasta o milenaris ta, y finalmente labadista -etapa mortal-o Pasa. No puede detenerse.

    Evoca a Juan Bautista, el caminante tal como lo esculpi Donatello, enel instante en que el movimiento es una prdida de equilibrio. Esta cadadeviene un caminar si resulta que un segundo lugar existe despus del primero, pero el artista, aislando al personaje, hace incierta esta hiptesis:cmo saber si cae o si camina? Para Surin, caminar es arrojarse hacia fuera, arrojarse por la ventana. Labadie cae as fuera de los lugares donde nopuede mantenerse, yeso deviene un caminar, acaba por construir una historia porque, cada vez, milagrosamente, otros lugares lo reciben o, msexactamente, como l mismo no deja de repetir, preservan su cuerpo dela cada soportndolo. Cada uno de estos lugares proporciona, en el l-timo momento, otro suelO, dice, all donde normalmente poda presumirse el vaco; y cuando al final de su vida, tras una nueva partida, constata la ausencia de un nuevo soporte (como si, por azar, hubiera llegadoal final de las tierras posibles), lo reemplaza por un delirio. As pues, siempre es empujado fuera del lugar donde se encuentra y sorprendido por ellugar que sobreviene despus, uno, intolerable, y el otro, providencial; uno,signo de la corrupcin de las sociedades, y el otro, prueba de su eleccin.Va de desequilibrio en desequilibrio, y de milagro en milagro. Slo na

    tural, siempre inminente, el movimiento de caer. Su v i ~ c ! ~ ! ! ! . v i e r t e eLl'eregrinaje. Es la teora (el desarrollo en el modo de itinerario) de un di

    v o r d ~ ~ i i t r e r a - g i a c i a (el milagro) y la extensin. . . . .----- .--Es-e-ermomenfo en que la cada (re)onunzay en que la aparicin

    de otro suelO todava es improbable, cuando la escritura de Labade semultiplica y precipita, como para colmar mediante el discurso el vaco entre una cosa y la otra. Escritura tambin nmada, interminable, panfletariay proftica, arrojada con prisa, al ritmo del lugar que condena al perderley del lugar, incierto y necesario, que anuncia como un prximo milagro.Sus textos no constituyen un sistema. Son los efectos, prolijos, excesivosde una manera de padecer el espacio: Labadie sufre el espacio como se tiene dolor de tripa o de cabeza. Sus escritos forman la puntuacin extraafantstica, de un paisaje progresivamente vaciado de 10 real que dichos escritos rechazan en cuanto lo descubren, y lleno de lo extraordinario qwproyectan sin jams encontrarlo. Cada vez, construyen una tierra de ficcilrelativa a una institucin que falta. Estos procesos de desplazamiento, ligados a las decepciones y las expectativas de las sucesivas etapas, todava s'adhieren a aquello de 10 que se separan. No se puede hacer de ello un todlautnomo. Dispersan en fragmentos el marco de una autobiografa que Il itiene un texto propio. Cada uno de ellos aparece para decir: YO no estaqu. Desorbitacin y defeccin del discurso, toda esta literatura arrojadhacia una exterioridad (diseminada ella misma como un espacio) fabricuna atopa que no podra ser la historia de una institucin, de un peusamiento o de una personalidad labadista (toda historia construye una 1fgitimidad). Este relato que prolifera en los umbrales narra acontecirnient del espacio se desmorona progresivamen.. JIte, es decir, hacia un horizonte en el que la gracia es un poco ms ajenalen cada lugar y en el que, con relacin a la esperanza de localizar al fin el ;:sentido, la extensin es cada vez ms insensata.

    Su escritura se desarrolla esencialmente como una manera de caminar.No hay, hablando con propiedad, una doctrina de Labadie. Es un a t c h ~ iwork que teje referencias y fragmentos tericos de todos los orgenes. Sus'libros se forman, da a da, o ms bien de religin en religin, con losjelementos que saca de aquella que lo recibe contra aquella que a b a n d o n a \ ~ -o la inversa-o Acumula en sus zapatos las reliquias de las tierras que atra....iviesa. No crea una obra que fuera su lugar. Compone una especie de u n ~ , mysticsm, al igual que hoy existe una junk music. Si (como resulta eviden..te) las ideas y las citas que conserva de lecturas tan numerosas (y a menu"do rpidas) como sus viajes obedecen a una seleccin personal, el criterio'de estas elecciones no proviene de su adecuacin a un sistema en construccin, sino del movimiento que se apropia y se deshace de las obras dela misma manera que l trata los lugares. As ocurre con los msticos que Ams frecuent durante su perodo catlico: Ricardo de San Vctor, Ber""Jnardo de Claraval, Tauler, Harphius, Juan de la Cruz, etc., textos dondct ;1pudo leer los relatos de exilio referidos a espejos evanglicos. Pero a di..ferencia de estas obras, su texto es su camino. Escribe con sus pies, es de..cir geogrficamente, una historia cuyas publicaciones, sin embargo mltiples y voluminosas, no constituyen sino la puntuacin, fragmentos yjalones. Para abordarlas, se impone un cambio de mtodo que permitapensar geogrficamente la significacin terica de esta escritura.

    Avanzndose gracias al material simblico (es decir al campo de ejercicio) que le proporciona cada Iglesia -u n material que dibuja la ficcin utpica de un lugar antes de convertirse en su mentira-, Labadie no se detiene en ste. Tampoco aprovecha su paso para capitalizar informacin. Suimpaciencia tiene una extraa capacidad para olvidar y perder lo que haprecedido. Labadie no pertenece a la raza de viajeros -visitantes de tierraso de libros- que sustituyen poco a poco la certeza de una verdad infinita

    por la acumulacin indefinida de un saber. Su discurso no se estabiliza msque su lugar. Slo perdura, lo repite cien veces, su vocacin. Una vocacin que es un trabajo dentro de estos lenguajes diferentes, una operacinidntica sobre elementos cambiantes. Desde este punto de vista, todavapertenece a la manera de hablar mstica428 ; de ah sus simpatas hacia lapraxis pietatis de los pietistas durante un tiempo. Pero lo que originalmente es, en la ciencia mstica, una prctica de las verdades (o de los enunciados), destinada a hacer un conversar (o una enunciacin), deviene enLabadie una prctica de los lugares (sociales, geogrficos) para convertirlosen un caminar. En realidad, aqu ya no hay dilogo. La oratio se concentra en una elocuencia que violenta el lugar en nombre de la imagen queste debera ser, a la espera de que, naturalmente, el apego del pblico setransforme en desligamiento y rechazo. De la plegaria o de la comunicacin no queda sino su negatividad, el puro movimiento de abandonarun sistema de lugares por un no s qu, el gesto solitario de salir.

    Al aislamiento de esta operacin Oa vocacin) se opone una neutralidad de los lugares, el ni el uno ni el otro de la extensin, expansin indefinida de una ausencia del sentido. Labadie, todava una vez ms, es eldescubrimiento espiritual de esta extensin. Del lado de la vocacin, nohay nada aprendido. Ha sido evidente para l toda su vida, como una infancia que lo ha conducido por todas partes y que l ha sostenido sincompromiso. Pero esta vocacin ha suscitado las sucesivas traiciones que dehecho marcaron la revelacin progresiva de un espacio deconstruido porque careca de lugares santos que lo estructuren. Un espacio sin lmitesporque no tiene centro, y diseminado porque no tiene sentido. En realidad, desde el punto de vista de Labadie, es el espacio quien le traiciona.Este desierto se recorre sin que sea posible creer en algo. No resulta sorprendente que el nmada acabe por considerar esta extensin como el teatro de un odio, el de su autor. Este odio es la relacin todava concebibleentre la fe tradicional en un Dios creador y el descubrimiento modernode la extensin.

    Labadie no es, evidentemente, el nico nmada de su poca. Proliferan en este perodo, en el momento en que las Iglesias dejan de estructurar el espacio y cuando an no se ha confirmado un orden poltico. Haynmadas de todos los tipos, desde los ms pequeos pasajeros (como esosjesuitas que se hacen protestantes, o a la inversa, y cuyos numerosos expedientes duermen en los archivos romanos), hasta los grandes itinerantes(como Quirinus KuWmann, que pas de Sicilia a Constantinopla, de all aSuiza, y despus a Mosc, donde finalmente fue quemado vivo en 1689)429,por no hablar de las conversiones a menudo todava ms radicales, peroms silenciosas, que se multiplican entre los conquistadores cautivos del!

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    Nuevo Mundo, de frica o de Asia. Quizs estas ngraciones a travs delas instituciones de sentido tuvieron su exemplum y su laboratorio en lospasajes del judasmo al cristianismo, o del cristianismo al judasmo, frecuentes en la Espaa de los siglos xv y XVI430 . El modelo cultural del converso se difunde como el indicio, fundamental, de una ruptura entre ellugar y el sentido -una ruptura difcilmente tolerable pero sin la cual no sepodra comprender, en el siglo XVII, la restauracin agresiva de legitimidades locales de un modo poltico y nacional.

    ria

    A pesar de no ser ms que una figura entre todos estos pasajeros, Labadie rene, a causa de su viaje singular, algunas de las lneas de fuerza esenciales de la mstica que se haba constituido como una ciencia un sigloantes, y es un testimonio lcido, aunque condenativo, de su defeccin.Tres ejes definiran la inversin producida por un movinento que perma'"nece fiel al de esta mstica, pero fuera del campo que sta presupona: la ideade sacramento, la sorpresa del no-lugar, la prctica de la conversin. Trespolos que corresponderan al esquema propuesto al principio de esta histo431 La idea sacramental se escinde, como si el discurso simblico que fundamentaba la legitindad de una Iglesia, tras haber sido el lenguaje paradjico (