F. Tario entre la risa y el espanto

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Domingo, 1 de Diciembre de 2013 INICIO > FRANCISCO TARIO, ENTRE LA RISA Y EL ESPANTO 01/09/2013 FRANCISCO TARIO, ENTRE LA RISA Y EL ESPANTO Alejandro Toledo ( Ver todos sus artículos ) 0 COMENTARIOS Quizá por su misma vocación de fantasma, Francisco Tario (nombre de pluma de Francisco Peláez Vega, 1911-1977) es uno de esos autores que aun después de su muerte (o sobre todo después de su muerte) inquieta a los lectores. Por más de una década, luego de que en las páginas de la revista Vuelta el crítico José Luis Martínez dio la noticia de su fallecimiento en Madrid, se pensó que ese hecho significaba a la vez el punto final, definitivo, de una obra, que había cerrado en 1968 con la publicación en Joaquín Mortiz de Una violeta de más . El que ese tramo último sucediera en España marcaba también una distancia que parecía insalvable. Tario se volvió lejano y legendario, un espectro cuya huella literaria más sólida

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Sobre Francisco Tario y el teatro

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Domingo, 1 de Diciembre de 2013INICIO>FRANCISCO TARIO, ENTRE LA RISA Y EL ESPANTO01/09/2013Francisco Tario, entre la risa y el espantoAlejandro Toledo (Ver todos sus artculos)0COMENTARIOS

Quiz por su misma vocacin de fantasma, Francisco Tario (nombre de pluma de Francisco Pelez Vega, 1911-1977) es uno de esos autores que aun despus de su muerte (o sobre todo despus de su muerte) inquieta a los lectores. Por ms de una dcada, luego de que en las pginas de la revistaVueltael crtico Jos Luis Martnez dio la noticia de su fallecimiento en Madrid, se pens que ese hecho significaba a la vez el punto final, definitivo, de una obra, que haba cerrado en 1968 con la publicacin en Joaqun Mortiz deUna violeta de ms. El que ese tramo ltimo sucediera en Espaa marcaba tambin una distancia que pareca insalvable. Tario se volvi lejano y legendario, un espectro cuya huella literaria ms slida era el relato Entre tus dedos helados, aparecido en numerosas antologas de la narrativa mexicana.Como si se cumplieran los rituales de las sesiones espiritistas, a mediados de los aos ochenta del siglo pasado empezaron a frecuentarse, poco a poco y en distintos puntos de la ciudad de Mxico, personajes que en alguna poca haban tenido contacto con l y con Carmen Farell, su mujer. Los recuerdos de uno llevaban al interesado a otros, u otras, cuyos ejercicios memorsticos conducan a su vez a nuevos encuentros. As es como una noche se realiz una cena en la casa del pintor Antonio Pelez, hermano de Tario, a la que asistieron Sergio Pelez Farell, hijo del escritor, y Esther Seligson, que haba tratado a la familia en Espaa; del lado de los lectores de Tario estbamos Daniel Gonzlez Dueas, Guillermo Samperio, acaso tambin Jos Mara Espinasa y el que esto escribe.

Luego de sopesar el inters o los entusiasmos de los ah presentes, a la hora del postre Antonio Pelez se refiri esa noche, para sorpresa de todos, a lo que estaba indito: tres obras de teatro y una novela. Y mostr incluso los originales, que tena listos en caso de que considerara pertinente presentarlos, que recuerdo en papeles de mayor altura que la hoja tamao oficio, con perfecta mecanografa y algunas leves correcciones manuscritas. No haba intentado Tario publicar la novela, pese a haberla terminado; y tampoco haba querido editar las piezas teatrales, o buscar que se representaran.

Lo que sumi a Francisco Tario en la melancola fue la muerte de Carmen Farell, ocurrida en 1967. Es de presumirse que la escritura de las obras sea anterior a ello, porque se trata, adems, de ejercicios que dialogan con los cuentos deTapioca Inn: mansin para fantasmas(1952). Si las olvid fue como parte de su duelo; de la novela,Jardn secreto, quiz s pueda afirmarse que se trata de un proyecto trabajado en los aos finales, como eso que indica el ttulo, un espacio que prefiri cultivar secretamente, slo para s mismo.

Tario era prosista, no dramaturgo; o lo fue, pero de modo casero. Las tertulias en la calle de Etla, en las que particip la actriz Rosenda Monteros, incluan algunas improvisaciones teatrales, o la grabacin de radioteatros, tambin para disfrutarse slo en el hogar. Como lo hace con algunas de sus ficciones, ubica su teatro en el mbito europeo. No obstante queEl caballo asesinadotiene un epgrafe del dramaturgo austriaco Franz Werfel, sus influencias dramticas difcilmente estn ah; en su orbe acaso confluyen Oscar Wilde y Eugne Ionesco, es decir: la comedia inglesa y lo absurdo, enrarecidos con unos toques fantsticos que son su sello personal.

Las tres piezas ofrecidas esa noche en la casa de Antonio Pelez se publicaron en 1988 en la coleccin Molinos de Viento de la Universidad Autnoma Metropolitana; y hubo al ao siguiente un montaje deEl caballo asesinadoen el Teatro Casa de la Paz, bajo la direccin de Eduardo Ruiz Savin, con Marta Aura y Mauricio Davison en los papeles principales Empez ah un camino no siempre feliz por llevar a Tario a los escenarios, en el afn de capturar un temperamento (similar al de su otra literatura) que se maneja tanto en la oscuridad como en la luz, construyendo algo que parece frsico o humorstico pero que es tambin mortalmente serio.

Se trata de comedias en tono lgubre que para representarse requieren un tacto especial por parte de los inmiscuidos en la puesta en escena, pues el propsito es que entre destellos de gracia e irona (con una pluma gil para hilar dilogos) tengan los espectadores la sensacin de participar de un universo en perpetua descomposicin, en donde todo es desdicha y desamparo. La ligereza es aparente, y si se opta por ella (al buscar la risa fcil) no resultar raro el extravo. Esto ha sucedido en algunos montajes estudiantiles que han malentendido el cido humor tariano.

Lo interesante del teatro de Tario, escribi entonces David Olgun al comentar el tomo que reuna las tres piezas, radica en su capacidad para dar rienda suelta a la imaginacin y crear una segunda realidad con sus propias convenciones. Sueo y vigilia, fantasa y realidad, el absurdo y la lgica inductiva propia del gnero policiaco conviven por igualdad de circunstancias y sin posible exclusin. Tario desentraa la coherencia del sinsentido, la lgica de la sinrazn (suplementoLecturadel diarioEl Nacional, 22 de julio de 1989, p. 2).

Las obras de teatro dialogan, s, con los relatos deTapioca Inn; esto ocurre, sobre todo, conEl caballo asesinado, que retoma una situacin planteada en Aureola o alvolo (el encuentro en un paraje irlands de dos buscadores de fantasmas); y en donde se menciona, al paso, el argumento de La semana escarlata, la historia de un hombre que al soar comete crmenes atroces y descubre por la maana que stos s se realizaron. En una inversin de los valores tradicionales del gnero fantstico, la obra trata de fantasmas a los que aqueja el temor de convertirse en hombres vulgares.

La siguiente pieza,Terraza con jardn infernal, plantea un paisaje postapocalptico en el que conviven muchas realidades posibles; si atendemos los referentes de la ciencia ficcin (gnero que a Tario no le entusiasmaba), puede pensarse en androides que suean con ovejas elctricas. Mas el sueo no es una segunda vida (como quera Nerval) sino el despertar a otros sueos u otras pesadillas, y lo nico definitivo es el caos. Mientras el mundo se desmorona, unos seres de plstico libran una batalla irracional contra aquellos que fueron creados con clulas vivas, dos bandos que disputan su lugar en el vaco.

Acerca de la tercera obra,Una soga para Winnie, encuentro en mis archivos un reporte de lectura de Daniel Gonzlez Dueas (hecho entonces con el afn de recomendar la publicacin de los libretos), en el que se subrayan tres momentos significativos. El primero es cuando uno de los personajes apunta: El realismo enemista al hombre con las mariposas, que es ya una declaracin de principios antirrealista; en el segundo se asienta lo que sigue: Intelectual y afectivamente nuestra infancia suele ser una fuente prdiga de energa; pero toda infancia tiene dos caras: una risuea y clara; la otra, mrbida y peligrosa, lo que nos remite a aquello de que la infancia es el espejo en el cual nos seguiremos mirando, que dice Tario a Jos Luis Chiverto en una de sus conversaciones; y el tercero se coloca ya en el lado de la sombra: El hombre es muy miserable, y, a la vez, muy desventurado. Valemos poco, aunque lo descubrimos tarde. Es el aspecto trgico de la cuestin.

Cierra as Gonzlez Dueas su informe:A partir de una relojera precisa y oculta, Tario construye una piezasui gnerisdonde las apariencias van cayendo en los momentos exactos, cambiando el tono y las implicaciones aunque parece continuar intacta la linealidad narrativa. Cabe sealar que una puesta en escena deber ser idnticamente lcida y sensible: optar por un realismo monotonal o por uno solo de los gneros y estilos que contiene la pieza equivaldra a banalizarla y destruirla por completo. Incluso podra prescindirse de la escenografa realista, si a los actores se les insufla de modo profundo la riqueza de matices y el juego de apariencias tan etreo como esas abstracciones que van a cobrarconcrecinen la escena. En tanto es tan precario y delicado el equilibrio de la obra, toda formalidad en su adaptacin escnica juega el doble riesgo de sabotearla (si se asienta) o de ir conduciendo al espectador de la comodidad a la estupefaccin y finalmente al abrupto reconocimiento.Al leer estas piezas, y tambin al representarlas, pinsese que son como esa infancia de rostro doble que Francisco Tario define enUna soga para Winnie: risueas y claras, s, pero tambin mrbidas y peligrosas. Para el director o los actores (o para el lector), apostar por una sola de esas caretas implicara arrojar estas obras al vaco. Tal arduo equilibrio entre la risa y el espanto mantiene en pie este singular edificio dramtico.nAlejandro Toledo. Miembro del Sistema Nacional de Creadores. Tiene en prensa el volumen de ensayosEl hombre que no lee libros.Ilustracin de Sergio Bordn.