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24 Para pensar en la democracia

ÉTICA Y TRANSPARENCIA

experiencias yretos futuros

Corrupción y Desarrollo en México:

Por Benjamín G. Hill Mayoral

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25Para pensar en la democracia

El combate a la corrupción y el impulso a políticas de transparen-

cia en México, han venido aparejados en tiempo y ritmo con las

cadencias y compases electorales de la pluralidad y la alternancia

políticas. Desde los años noventa, México ha puesto en marcha

importantes iniciativas y programas que buscan abatir la corrup-

ción y generar certeza sobre los procesos internos del gobierno

federal, así como en la relación de éste con los particulares. Este

acompañamiento entre democratización y profundización de las

acciones anticorrupción no puede ser casual.

L a democracia ha abierto un espacio libre de deliberación abierta que antes seencontraba cancelado. En 1988, la presidencia, la totalidad de los gobernadores, laabrumadora mayoría de los alcaldes, la totalidad de los integrantes del Senado, y lasmayorías calificadas para cambiar la constitución en la Cámara de Diputados fede-

ral y en todos los congresos estatales estaban en manos de un solo partido. Ningún sistemade gobierno con estas características puede consolidar un espacio libre para el debate abier-to sobre cuáles son los problemas prioritarios de un país, y cuál es la mejor forma de resol-verlos. En ningún sistema con la hegemonía aplastante de un solo partido puede echar aandar los mecanismos de rendición de cuentas que la democracia detona.

La democracia mexicana, con todos sus defectos, es una realidad palpable desde 1997,momento en el que se rompe definitivamente el supuesto fundamental del presidencialismoimperial, que es el control del ejecutivo y el legislativo por una sola persona. Desde entoncesla pluralidad, los pesos y los contrapesos, los mecanismos democráticos de rendición decuentas empezaron, si bien temblorosamente, a dar sus primeros pasos.

A partir de entonces, se inició en México un fructífero y animado debate sobre cuáles eranaquellos grandes temas de la agenda nacional que en ausencia de una opinión pública conauténtica libertad de prensa, en ausencia de una pluralidad política que pusiera límites a lavoluntad del ejecutivo y en ausencia de una conexión electoral real entre los electores y losgobernantes, no se había podido dar.

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Hace diez años, pensábamos que la democracia permitiría un debate abierto e informadosobre esos grandes temas, y que el sentir de la sociedad, así como sus opiniones en dichodebate, serían recibidos por una clase política conectada por vía de la búsqueda de votos, alos deseos de los ciudadanos. Ahora, diez años después, hemos registrado avances fenome-nales en el ámbito público, insuficientes en muchos casos, pero que sin duda son reflejo delcambio democrático.

A diez años de democracia somos una sociedad cada vez mejor informada, con más derechospara incidir en el futuro del país, con capacidad y derecho de presentar nuestras opiniones ypara organizarnos en grupos de presión, que defiendan los intereses reales de los ciudada-nos ante los gobiernos.

Hoy, sabemos que la corrupción no es una característica inseparable del “ser” del mexicano, oque la corrupción es un mecanismo informal necesario para la distribución del ingreso (“muer-de por que gana muy poco”), o bien, que la corrupción es una especie de rueda de la fortunavirtuosa, en la que a veces perdemos pero en la que eventualmente vamos a ganar todos.

Ahora sabemos que la corrupción nos cuesta mucho a todos, sobre todo a los más pobres.En los intentos que se han hecho por medir la corrupción a nivel internacional, se puede verque los países que tienen bajos niveles de corrupción tienen un mejor nivel de vida, másinversión, empleo y crecimiento; sus habitantes tienen mejores ingresos y servicios públicos.Los países más corruptos, en cambio, son también los más pobres, los que generan menosempleos, los que menos crecen y los que tienen peores niveles de vida.

De acuerdo con cifras del Banco Mundial, México pierde cerca de 520 mil millones de pesosal año por causa de la corrupción. El Banco Interamericano de Desarrollo calcula que del 20al 25% del valor de todas las compras de gobierno, aproximadamente 57 mil millones depesos, se pierde a causa de la corrupción. La empresa auditora PricewaterhouseCoopers1 cal-cula que la falta de transparencia en México se traduce en un impuesto para los inversionis-tas del 15% sobre el monto total de la inversión, que se pierden pero que podrían ser desti-nados a crear más fuentes de empleo. Más de 8,500 millones de dólares en inversión extran-jera directa nunca llegaron a México en 2001 por motivos de falta de transparencia.



La corrupción daña la calidad y la cobertura de los servicios que ofrece el gobierno (educa-ción, salud, vivienda, transporte, seguridad pública, etc.). Cuando en un país hay corrupción,hay menos ingreso, menos inversión, menos empleo y menos oportunidades de desarrollo.La corrupción distorsiona el mercado y dificulta el comercio; ahuyenta las inversiones y des-truye la confianza necesaria para el desarrollo de nuevos negocios; el soborno a servidorespúblicos crea condiciones injustas de competencia comercial y en suma, la corrupción nopermite alcanzar la plataforma de desarrollo que necesitamos.

Pero la corrupción no solamente afecta los aspectos materiales de una sociedad. La corrup-ción también genera un ambiente en el que se pierde la solidaridad social, aumentan los crí-menes y no se confía en las autoridades. En un país con corrupción los negocios legítimos nopueden prosperar. Tal vez algunos empresarios y políticos se benefician a corto plazo con lacorrupción, acrecentando la enorme desigualdad que hay en México, pero eventualmente, lacorrupción y la ausencia de un respeto invariable a las leyes terminará afectando a todos,especialmente en un ambiente global en el estamos siendo evaluados, en donde las noticiasvuelan en forma inmediata a todo el mundo y en donde el combate a la corrupción ha adqui-rido una mayor importancia en foros multilaterales.

El sexenio 2000-2006 fue, en muchos sentidos, un punto de quiebre en la lucha anticorrup-ción del país. Aunque la contraloría y el combate a la corrupción se convirtieron en temas dela agenda gubernamental desde el sexenio del Presidente Miguel de la Madrid (1982-1988), yrecibieron un nuevo impulso en el sexenio del Presidente Ernesto Zedillo (1994-2000), enrealidad no fue hasta el sexenio del Presidente Vicente Fox (2000-2006) cuando se empeza-ron a embonar las piezas jurídicas, institucionales y administrativas de una estrategia antico-rrupción transversal e integral2.

Durante la pasada administración (2000-2006), se pre-sentó una marcada tendencia hacia el desarrollo deacciones orientadas a fortalecer la transparencia y preve-nir actos de corrupción. Se trató de una estrategia diri-gida a conformar una política integral de combate a lacorrupción y al impulso de la transparencia que en elgobierno del Presidente Felipe Calderón se ha retoma-do como punto de partida para generar programas yacciones más enfocados y especializados, que tienen elobjetivo de lograr resultados concretos en el corto plazoque sean ampliamente percibidos por los ciudadanos.

La “focalización” de los trabajos en contra de la corrup-ción en este gobierno no sólo tiene que ver con lacobertura o número de instituciones involucradas enciertas actividades, sino con el sentido de las accionesrealizadas o por desarrollar. Al “focalizar” los trabajos

La “focalización” de los traba-

jos en contra de la corrupción

en este gobierno no sólo tiene

que ver con la cobertura o

número de instituciones invo-

lucradas en ciertas actividades,

sino con el sentido de las accio-

nes realizadas o por desarrollar.




en materia de transparencia, prevención de la corrupción y rendición de cuentas en torno aciertos temas de “alto impacto”, la intención es lograr resultados tangibles, claros y de cortoplazo, que además contribuyan a mejorar las percepciones ciudadanas e internacionalessobre el gobierno federal y su lucha anticorrupción.

Antes de nuestra transición democrática, la idea generalizada sobre la corrupción en Méxicose hacía desde un punto de vista funcionalista (“la corrupción es un aceite que permite el fun-cionamiento del sistema político, la pesada maquinaria burocrática y la economía) o bien, cul-turalista (“la corrupción es una herencia fatal e inescapable, que viene de la revolución, de lacolonia, de los aztecas, etc.”).

Ahora, a la distancia, se aprecia que hemos visto pasar un período intenso de análisis, de refle-xión y de trabajo, en el que gobierno, academia, sociedad organizada, medios de comuni-cación, empresas y otros sectores hemos aprendido la complejidad del problema de lacorrupción, desde su definición hasta las formas de atacarla. Hemos aprendido muchas leccio-nes en estos años pero todavía quedan muchas dudas.

En estos últimos años, hemos creado instituciones como la reforma electoral de 1996 y elInstituto Federal Electoral IFE ciudadanizado, la Auditoría Superior de la Federación, la Ley

Federal de Transparencia y Acceso a la InformaciónPública Gubernamental y el Instituto Federal deAcceso a la Información y el sistema Compranet,hemos consolidado la libertad de expresión y existeuna mayor capacidad de los ciudadanos para organi-zarse en torno a los temas que les interesan y preocu-pan. Tenemos ahora una rica pluralidad en la integra-ción de los ayuntamientos y de las cámaras de los con-gresos locales así como en el Congreso de la Unión.Esta pluralidad anima el debate y fortalece los mecanis-mos democráticos de control, los pesos y contrapesos,así como la rendición de cuentas.

El avance en las tecnologías de la información y comu-nicación hacen que tengamos una sociedad más infor-mada, y que los asuntos locales se conviertan ahora entemas de interés global. Tenemos una sociedad cadavez más globalizada y hemos suscrito diversos compro-misos internacionales en materia de combate a lacorrupción (Organización de Estados AmericanosOEA, Organización para la Cooperación y el DesarrolloEconómico OCDE, Organización de las NacionesUnidas ONU).

...en los últimos años hemos

logrado avances muy impor-

tantes en cuanto a la confor-

mación de mecanismos demo-

cráticos de control, sistemas y

procesos de gobierno más

transparentes, y en cuanto a

oportunidades y caminos a

través de los cuales la socie-

dad adquiere un mayor poder

y capacidad de incidir en lo

público.



En suma, en los últimos años hemos logrado avances muy importantes en cuanto a la confor-mación de mecanismos democráticos de control, sistemas y procesos de gobierno más trans-parentes, y en cuanto a oportunidades y caminos a través de los cuales la sociedad adquiereun mayor poder y capacidad de incidir en lo público.

Todas estas acciones y todo este aprendizaje que la democracia hizo posible, son parte de unrecorrido que aún está incompleto. La lucha contra la corrupción en la democracia no se rein-venta cada seis años; los esfuerzos de la federación, los estados y municipios, se suman y seacumulan a una ya larga serie de experiencias y logros sobre los cuales tenemos que sostenerlos retos del futuro.

La corrupción es un problema fundamentalmente, de instituciones; es un problema de cuáles el tipo de Estado que hemos construido y que desde el punto de vista del análisis de lacorrupción, es un Estado defectuoso y débil, que todavía no es suficientemente democráticoni transparente. Pensamos que por el mero hecho de ser una democracia electoral se iban aresolver los problemas del Estado de Derecho, pero hemos aprendido que son dos temasque no se resuelven automáticamente.

Tenemos instituciones, leyes y mecanismos de procuración deficientes, que no permiten apli-car medidas para prevenir y sancionar adecuadamente los actos de corrupción. Existe tam-bién una sobre regulación de controles administrativos y de requisitos que vinculen la activi-dad gubernamental al mercado.

La corrupción, también implica un desfase entre los valores a los que aspira una sociedad ylas acciones materiales de los individuos. Tenemos un sistema de valores de desconfianzasocial (déficit de capital social). La ley más importante es la que tienen los ciudadanos graba-da en el corazón, y ciertamente, a veces hay un divorcio muy evidente entre las prácticas ins-titucionales y las expectativas sociales. La gran pregunta es: Con la experiencia acumulada enestos años, ¿Cuál es el curso de acción, qué sigue hacia delante, qué debemos de hacer paratener menores niveles de corrupción?

La respuesta es múltiple, pero me parece que es cada vez más claro el rumbo que debemostomar para abatir la corrupción. La experiencia y las acciones desarrolladas por México en estosaños nos muestran que es fundamental profundizar y arraigar los avances logrados, e insistir enel impulso a reformas legales que mejoren la capacidad del Estado y de la sociedad de preveniry castigar la corrupción por un lado, y por el otro, impulsar fuertemente una cultura cívico-éticaque busque lograr un auténtico aprecio por la honestidad y la rendición de cuentas.

ENTRE LAS REFORMAS MÁS IMPORTANTES Y URGENTES QUE DEBEMOSLOGRAR ESTÁN:

·Reformar el poder judicial, teniendo presente que no basta meramente aumentar las penas,sino hay que hacer más eficientes los procesos de procuración e impartición de justicia.




· Mejorar los mecanismos democráticos de rendición de cuentas.· Lograr la transparencia de las acciones gubernamentales en todos los órdenes, Ejecutivo,

Judicial y Congreso, y en ámbitos no gubernamentales que son de amplio interés público(sindicatos, partidos políticos, fideicomisos públicos, etc.)

· Lograr una democratización más efectiva que pase por una mejor cultura democrática yuna mayor participación ciudadana como elemento controlador de la actividad pública.

· Federalizar las facultades impositivas de estados y municipios, de tal suerte que haya unamejor correlación entre quien paga los impuestos y obtiene los servicios públicos, acla-rando la cadena de responsabilidades y de rendición de cuentas.

· Fortalecer los mecanismos democráticos de rendición de cuentas a nivel municipal y anivel estatal.

· Homologar los sistemas de contabilidad en los tres órdenes de gobierno.· Aprobar la reelección de legisladores y presidentes municipales.· Mejorar los procesos administrativos, aprovechando de la mejor forma las tecnologías de

la información y la comunicación para generar una menor posibilidad de colusión entreciudadanos y agentes gubernamentales.

EL BINOMIO INSTITUCIONES-CAMBIO CULTURAL PARA EL COMBATE A LACORRUPCIÓN DEBE COMPLETARSE CON:

· Un mayor fomento a la participación de la sociedad civil en asuntos públicos.· Una educación formal de calidad, sumando constructivamente a gobierno, sociedad y

maestros para elevar el nivel educativo.· Un mayor esfuerzo por parte de la academia para entender mejor el fenómeno de la corrup-

ción. Buena parte de la dificultad que existe para combatir la corrupción es que no conta-mos con los indicadores precisos, no conocemos a detalle causas y posibles soluciones. Esahí donde la academia tiene que hacer una labor mucho más insistente, mucho más activa,para realmente colaborar de una forma mayor a esta lucha.

La amplitud de la corrupción y la complejidad de su desarrollo nos conduce a la gran canti-dad de acciones que deben emprenderse para acorralarla y erradicarla; la experiencia acumu-lada en los últimos años nos indican que nos falta mucho por hacer pero que vamos en ladirección correcta. El fortalecimiento de la transparencia, la mayor participación ciudadana,los mecanismos preventivos, el uso de tecnologías de la información y la cooperación entredistintos órdenes de gobierno han sido logros sustanciales de la democracia que debemosconsolidar y sobre los cuales debemos construir las nuevas reformas, a la manera de las pirá-mides precolombinas que se hacían una sobre la otra, como cebollas, hasta alcanzar su máxi-mo esplendor.

Para recuperar la credibilidad en nuestras instituciones, se vuelve indispensable lograr quenuestra democracia, joven pero con experiencia, sea realmente efectiva como sistema degobierno y no sea sólo un mecanismo de competencia electoral. No olvidemos que el objeti-vo final de un sistema democrático no es la democracia en sí misma, sino el logro de un esta-



do de bienestar en el que se asegure el Estado de Derecho y en donde lacorrupción no sea más un obstáculo material para el desarrollo económi-co y humano de los mexicanos.

REFERENCIAS1 http://www.pwcglobal.com/fr/pwc_pdf/pwc_100068_opacity_index.pdf2 Para una visión integral de la historia de la lucha anticorrupción en México, véanse Guillermo

M. Cejudo, “Public Management Policy Change in Mexico, 1982-2000”, International Public

Management Journal, vol. 6, núm. 3, 2003; José Octavio López Presa (coord.), Corrupción y

Cambio, México: FCE-SECODAM, 1998; y Secretaría de la Función Pública, Transparencia,

Bueno Gobierno y Combate a la Corrupción en la Función Pública, México: FCE, 2005.

Es Secretario Ejecutivo dela Secretaría Ejecutiva de laComisión Intersecretarialpara la Transparencia y elCombate a la Corrupciónen la Administración Pú-blica Federal.

Benjamín G.Hill Mayoral




BIBLIOGRAFÍACejudo, Guilermo M (2003) “Public Management Policy Change in Mexico, 1982-2000”, International Public

Management Journal, vol. 6, núm. 3 U.S.A.

López Presa, José Octavio (coord.)(1998) Corrupción y Cambio, México: Ed. FCE-SECODAM, México.

Secretaría de la Función Pública (2005) Transparencia, Bueno Gobierno y Combate a la Corrupción en la

Función Pública, Ed. FCE, México.

Páginas Web.

http://www.pwcglobal.com/fr/pwc_pdf/pwc_100068_opacity_index.pdf


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