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ENERO Coaching Deportivo © Artículo publicado en 172 Coaching Deportivo www.futbol-tactico.com 173 ENERO ¿EXIGENCIA O DISCIPLINA? Autor: Autor: Héctor Sanz Navarro - Coach de Deportistas y Entrenadores de Élite - Coach para la Vida. - Experto en Coaching Deportivo (Escuela de Inteligencia – Universidad Camilo José Cela). Fotos: Shutterstock Qué es lo más conveniente para un entrenador de fútbol. (Parte 1)

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173ENERO

¿ExigEncia o Disciplina?

Autor: Autor: Héctor Sanz Navarro- Coach de Deportistas y Entrenadores de Élite- Coach para la Vida.- Experto en Coaching Deportivo (Escuela de Inteligencia – Universidad Camilo José Cela).

Fotos: Shutterstock

Qué es lo más conveniente

para un entrenador

de fútbol. (parte 1)

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La forma habitual de tratar y educar a niños, trabajadores, pareja y animales es realizada

desde la exigencia. Se exige tal o cual comportamiento u acción, solicitando una acción de manera imperativa, sin preguntas. Ya sin cadenas ni grilletes, la esclavitud – psicológica – sigue totalmente establecida en nuestras sociedades y, por extensión, en nuestros deportes y deportistas. Se abolió la esclavitud “física” entre los siglos XIX y XX (sí, has leído bien, hace prácticamente nada), dejando paso a otra forma de esclavitud más refinada y silenciosa, menos llamativa y ostentosa. Se pasó a la esclavitud “psicológica”, en la que se te paga para que hagas exactamente lo que te digan, ya que tú no estás contratado para pensar en la mayoría de ocasiones. Hay quien dice que la esclavitud no se abolió, se puso en nómina.

En el ámbito deportivo, que es el que nos ocupa en este caso, sucede demasiado habitualmente este tipo de situaciones, en las cuales el jugador se convierte en el brazo ejecutor de un entrenador que, la mayoría de las veces, no tiene en cuenta las capacidades reales y las necesidades de sus jugadores. Se olvida demasiado pronto cual fue el motivo por el que ese jugador empezó a jugar a fútbol, que siempre coincide en ser el mismo: disfrutaba jugando. Sucede que al olvidar el motivo principal, pasamos entonces a otros motivos donde sí hay lugar a la exigencia, ya que en disfrutar no existe tal… ¿acaso alguna vez te has exigido algo al ponerte a comer tu plato de comida preferido? Simplemente te has sentado a disfrutar de ello, sin ningún tipo de imperativo ni obligación. Y, de hecho ha sucedido lo lógico y normal, has disfrutado mucho al comer tu plato preferido.

Así, muchos jugadores de fútbol dejan de disfrutar jugando cuando llegan a la élite. Pasan de “jugar” a “jugarse” el sueldo. Pasan de disfrutar con lo que hacen, a hacer lo mejor posible lo que antes disfrutaban. Y es que “hacer” no es sinónimo de “disfrutar”, y es este segundo verbo precisamente el que traerá siempre el máximo rendimiento de un jugador durante el desempeño de sus funciones profesionales. Debido a que el jugador vive dentro de una sociedad profundamente exigente, el entorno le ha moldeado desde bien pequeño para, llegado el momento, no saber funcionar de otra forma distinta a la exigencia o a la autoexigencia. En ambos casos sucederá lo mismo: el rendimiento jamás será el máximo que se pueda obtener y la frustración, en muchas ocasiones, aparecerá como resultado y consecuencia directa de dicha exigencia.

Lo que realmente sucede es que se han confundido muchos términos, como sucede en muchos otros ámbitos de la vida.

Decía antes que “hacer” no es lo mismo que “disfrutar”, así como “exigir” no es lo mismo que “pedir”. Tampoco es lo mismo “mandar” que “guiar”, y tampoco será jamás lo mismo “educar” que “programar”. De igual manera vemos cómo creemos que “disfrutar” va de la mano de “reír”, cuando tampoco es así. Alguna

vez he visto un vídeo del campeonato del mundo de ajedrez, y en ningún momento he visto carcajadas y risas en los finalistas…y sin embargo están haciendo lo que más les gusta y lo que más disfrutan en el mundo, jugar al ajedrez.

Tampoco tiene lógica que “trabajar” tenga que estar más enfocado en los resultados que en “disfrutar”, toda vez que vivimos en una sociedad que ya no tiene en cuenta esto último y sí el “conseguir a cualquier precio”, como si eso fuera todo lo necesario y útil.

Me viene a la cabeza el ejemplo del que dicen que es el mejor golfista

de todos los tiempos, Tiger Woods. Estoy profundamente convencido de

que, debido al nivel de exigencia tan grande al que fue sometido desde muy

temprana edad, terminó después reventando por los cuatro costados hace ahora pocos años. Seguramente no vivió en muchas etapas de su vida lo que necesitaba vivir para crecer de una forma coherente, de ahí que después de muchos años, terminase comportándose como aquel al que no se le permitió ser. ¿Le preguntamos si “conseguir a cualquier precio” mereció la pena?

La mayoría de promesas futbolísticas se pierden por el camino, y pocos se preguntan porqué sucede realmente esto. La gente se limita a decir que “fue por su mala cabeza”, o cosas como “le gustaba demasiado la fiesta”, “no tenía ambición suficiente”, etc. No digo con esto que alguno de estos factores no influyan en la debacle futbolística de dichas promesas, sí es cierto que muchas influyen, no obstante suele haber más temas de fondo en todo esto y el mayor tema, bajo mi punto de vista, es la exigencia cada vez mayor que han de soportar sobre una cabeza, unos hombros y un corazón no creados para soportarla.

Analizando qué es en sí la exigencia, vemos como no es tanto el carácter de una persona, sino la relación que se genera entre dos o más. La exigencia no obtiene lugar para existir en donde no es aceptada, así es que se necesita más de una persona para que suceda (salvo la autoexigencia, evidentemente).

Por un lado está el que exige (el “exigente”) y por otro lado está el receptor de dicha exigencia (el “exigido”). Si el segundo no acepta las exigencias del primero, la exigencia no tendrá lugar para existir en dicha relación. Por desgracia, como veíamos al inicio del artículo, la exigencia está profundamente instaurada y aceptada en nuestro deporte y en nuestra vida, limitando entonces el verdadero desarrollo de nuestras facultades y de nuestro verdadero potencial.

Se me ocurre una breve historia para ilustrar a lo que me refiero.

“Había una vez un anciano que vivía en una remota aldea. Se hacía mayor y, habiendo trabajado toda su vida en las tierras de su familia, necesitaba que alguien empezase a ayudarle con las tareas diarias para poder sacar adelante la cosecha.

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Así fue como, finalmente, se decidió a pedirle a un joven de la misma aldea que le ayudase, dándole a cambio algunas monedas y parte de la cosecha que obtuvieran. El muchacho se alegró mucho con la noticia, su familia no disponía de mucho para vivir y aquello les ayudaría a todos a salir adelante.

Comenzó entonces a recibir las órdenes del anciano para realizar las labores necesarias para obtener buena cosecha. El anciano, que había acumulado gran sabiduría con respecto a todo lo relativo a la tierra, a las semillas y a cómo cultivar todo el conjunto durante tantos años cosechando aquellas tierras, iba transmitiendo órdenes al muchacho una tras otra y con gran autoridad.

Cuando el joven intentaba interrumpirle o preguntarle algo, el anciano le cortaba de inmediato y le recriminaba que se afanase más en hacer y menos en pedir, dando por sentado que sus indicaciones eran más que suficientes y que el rendimiento del muchacho tenía que ser excelente. Pasaron algunos días antes de que el anciano, afectado aquellos días por un gran resfriado, pudiese finalmente ir hasta las tierras a cultivar para contemplar los trabajos realizados por el joven al que había instruido. Al llegar, se echó las manos a la cabeza.

- ¿Sólo has arado este pequeño trozo de tierra? - Dijo con gran enfado el anciano.

- Sí señor, es que llevo días intentando preguntarle… - murmuró temblorosamente el joven ante la furiosa mirada del anciano, el cual le interrumpió antes de poder terminar la frase, una vez más.

- ¡Basta! Me dijeron que eras un muchacho fuerte y voluntarioso, y que tenías muchas ganas de poder trabajar las tierras.

En esta breve historia hay dos personajes principales, el anciano es el “diseñador” y el muchacho es el “realizador”. El anciano tenía muy claro cuál era el trabajo necesario con respecto a sus tierras para conseguir una buena cosecha.

Así fue como intentó transmitirle al joven cómo quería que fuera su “obra”, sin embargo olvidó algo importante, y es que el joven no disponía de todo lo necesario – por sí solo – para poder realizar los trabajos que se le pedían. Así, desaprovechó los talentos y buena predisposición del muchacho, y todo por no tener en cuenta las propias inquietudes del mismo. Es así como el “realizador” no puede llevar a cabo la tarea encomendada mientras que el “diseñador” no le provea de todo lo necesario. Y esto mismo ocurre en un club de fútbol entre directivos y el entrenador, entre el entrenador y los jugadores,…

Vemos también cómo la exigencia, entonces, nos lleva a un estado de incoherencia, en donde se terminará generando una situación de alto estrés.

Varios serán los factores que aparecerán en dicho proceso, entre ellos estarán el agotamiento físico y mental, el sobreesfuerzo y el no suficiente descanso. Nada de todo esto traerá consigo la obtención del máximo rendimiento del entrenador o el futbolista, todo lo contrario, el rendimiento decaerá, la desidia podría también aparecer, así como la falta de implicación o disciplina, y los bloqueos que sufrirá el jugador serán continuos y frustrantes.

Queda claro entonces que la exigencia, en ningún caso, será la puerta hacia el máximo desempeño del rendimiento y talentos del futbolista. El futbolista que es dirigido desde la exigencia actuará desde el miedo al error, ya que si sus actuaciones no son las esperadas la frustración personal y la del entrenador aparecerán, y eso es algo que no quiere que suceda, nadie querría que eso sucediera, de hecho. De esta forma la atención del futbolista – extensión del entrenador – recae en lo que no quiere que suceda, en lugar de recaer en lo que sí quiere que suceda. Además, desde la exigencia se enfoca al futbolista únicamente en el resultado final, obviando entonces todo lo que sucede durante el camino. Si se disfruta o no jugando poco importa ya, eso es algo que quedó relegado a la niñez…y poco más.

Por otro lado, también se consigue algo más que no favorece el crecimiento y desempeño del jugador, y es que la exigencia penaliza el error, hace ver el error como algo negativo y a evitar.

Bibliografía-MERRILL, A. R.; COVEY, STEPHEN R. y MERRILL, REBECCA R. (2000). PRIMERO, LO PRIMERO: VIVIR, AMAR, APRENDER, DEJAR UN LEGADO. Paidos Ibérica: Madrid.- http://www.stevepavlina.com Steve Pavlina- Diccionario de la RAE.- Wikipedia.

Además, es algo que según me contaron te gusta mucho… ¡pues ya lo veo! No has avanzado casi nada desde que te pedí ayuda. ¡Vete y no vuelvas! Ya buscaré a otro que realmente quiera ayudarme – terminó gritando el anciano ante el triste muchacho que, acto seguido, se marchó del lugar cabizbajo.Al rato el joven llegó a su casa y, al entrar, su madre le miró sorprendida al haber vuelto tan temprano. Al ver la cara tan triste de su hijo, le preguntó:

- ¿Qué ha pasado para que vuelvas tan temprano, hijo? ¿no te encuentras bien? – dijo la madre con tono cariñoso y preocupado.- Sí me encuentro bien, mamá – respondió el joven con voz compungida y con una clara sensación de impotencia – lo que pasa es que el anciano se ha enfadado mucho conmigo y me ha echado del lugar. Me he esforzado mucho en estos días, he hecho todo lo que he podido con lo que tenía.- ¿Qué quieres decir con eso de “con lo que tenías”, hijo? Volvió a preguntar la madre visiblemente preocupada, ya que conocía bien a su hijo y sabía que era voluntarioso y trabajador.- Quiero decir que el anciano no me permitió hacer ninguna pregunta. Desde el primer día quise preguntarle dónde se encontraban las herramientas, la azada, el rastrillo, los animales para arar la tierra… ¡y lo poco que hice lo tuve que hacer con mis propias manos!

Se cuenta que el anciano tuvo a muchos jóvenes a prueba, y que ninguno supo ayudarle como él esperaba.” FIN.

Moraleja: Si esperas que los demás puedan llevar a cabo tus preferencias en cualquier trabajo, provee a dichas personas de todo lo necesario para poder realizarlo.