Evolución de una psoriasis universal

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Correo de los lectores FMC. 2010;17(2):101-10 109 Evolución de una psoriasis universal Sr. Director: Presentamos el caso de una mujer de 71 años de edad, con ante- cedentes de hipertensión arterial y diabetes mellitus tipo 2, que acudió a la consulta de atención primaria hace 7 años (año 2002) por unas lesiones dérmicas en forma de placas en palmas y plantas, de un mes de evolución. La paciente explicaba que le empezaban a molestar para realizar las tareas básicas de su vida diaria y para ca- minar. Se le puso un tratamiento tópico con un derivado de la vita- mina D (tacalcitol), una aplicación al día, y un corticoide de poten- cia alta (betametasona), también una vez al día, con un intervalo de 12 horas, y se la citó a las tres semanas. Cuando acudió a revisión se apreció una mejoría muy leve de las lesiones, por lo que fue de- rivada de forma preferente al dermatólogo de zona. Cuando acudió al mes al dermatólogo fue diagnosticada de pso- riasis universal. Se trataba de una psoriasis vulgar en placa modera- da-grave más artritis. Presentaba una superficie corporal afectada (BSA, de body surface area) mayor de 10, un índice de gravedad y área de psoriasis (PASI, de psoriasis area and severity index) ma- yor de 15 y un índice de calidad de vida (DLQI, de dermatology life quality index) también mayor de 15. Durante dos años se le combinaron distintos tratamientos con inmunosupresores (ciclospo- rina a distintas dosis, retinoides, metotrexato), tratamientos tópicos (corticoides potentes como la betametasona o desoximetasona más queratolíticos) y fotoquimioterapia (psolarenos más radiación UVA), con mejorías iniciales pero rápidos empeoramientos poste- riores. En octubre del año 2004 se iniciaron tratamientos biológicos con seguimientos trimestrales para valorar la respuesta por el si- guiente orden: se comenzó con etanercept, a continuación inflixi- mab (junio 2006), efalizumab (noviembre 2007), que incluso se so- lapó varias semanas con metotrexato, y por último adalimumab (abril 2009). La respuesta terapéutica a los tres primeros siguió el mismo curso: respuesta inicial, pérdida progresiva de respuesta y finalmente fracaso terapéutico. En el momento del envío de este ar- tículo todavía no ha sido valorada por su dermatólogo la respuesta al último de ellos, pero en las figuras 1 (placas dorsales) y 2 (plan- tares) podemos intuir que quizá se produzca también un fracaso se- cundario. La psoriasis es una enfermedad cutánea crónica y recidivante que afecta a un 1,4% de la población española 1 . La enfermedad tie- ne repercusiones significativas para los pacientes en el ámbito físi- co, emocional, sexual, laboral y económico, y disminuye de forma relevante la calidad de vida 2 . En España, en un 12,8% de casos se asocia con una artropatía potencialmente invalidante 3 . El diagnóstico es clínico. Las lesiones presentan forma de pápu- las y placas escamosas crónicas y recidivantes en zonas caracterís- ticas del cuerpo. Para definir la gravedad de la enfermedad en la práctica clínica dermatológica se utilizan dos índices objetivos, BSA y PASI, y uno subjetivo, el DLQI 4 . El tratamiento de la psoriasis moderada-grave hasta el año 2004 se hacía con la llamada terapia sistémica clásica, que incluía fotote- rapia, fotoquimioterapia y agentes sistémicos clásicos (ciclospori- na, metotrexato y acitretino). A partir de ese año la European Medi- cines Agency (EMEA) aprobó el uso de los llamados tratamientos biológicos (efalizumab, etanercept, infliximab y yadalimumab) 4 . Son distintos agentes biológicos (anticuerpos monoclonales y pro- teínas de fusión) que bloquean específicamente dianas moleculares clave que intervienen en la patogenia de la psoriasis, por lo que tie- nen un perfil de eficacia beneficio/riesgo favorable y son mejor to- lerados 5 . Se pueden usar de primera elección en formas graves o de segunda en caso de contraindicación o intolerancia al tratamiento clásico 4 . Sus inconvenientes principales son que no se ha evaluado su seguridad a largo plazo y su elevado coste. Un metaanálisis pu- blicado en 2008 demuestra que estos tratamientos mejoran de for- ma importante la gravedad de la psoriasis y aumentan la calidad de vida de los pacientes 6 . José Luis Rodríguez Díaz Medicina Familiar y Comunitaria. Centro de Salud de Guareña. Badajoz. España. Figura 1. Múltiples placas de psoriasis en zona dorsal (junio de 2009). Figura 2. Psoriasis en plantas con gruesas escamas amarillentas y descamación en los sitios de presión (junio de 2009).

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Correo de los lectores

FMC. 2010;17(2):101-10 109

Evolución de una psoriasis

universal

Sr. Director:Presentamos el caso de una mujer de 71 años de edad, con ante-

cedentes de hipertensión arterial y diabetes mellitus tipo 2, que acudió a la consulta de atención primaria hace 7 años (año 2002) por unas lesiones dérmicas en forma de placas en palmas y plantas, de un mes de evolución. La paciente explicaba que le empezaban a molestar para realizar las tareas básicas de su vida diaria y para ca-minar. Se le puso un tratamiento tópico con un derivado de la vita-mina D (tacalcitol), una aplicación al día, y un corticoide de poten-cia alta (betametasona), también una vez al día, con un intervalo de 12 horas, y se la citó a las tres semanas. Cuando acudió a revisión se apreció una mejoría muy leve de las lesiones, por lo que fue de-rivada de forma preferente al dermatólogo de zona.

Cuando acudió al mes al dermatólogo fue diagnosticada de pso-riasis universal. Se trataba de una psoriasis vulgar en placa modera-da-grave más artritis. Presentaba una superficie corporal afectada (BSA, de body surface area) mayor de 10, un índice de gravedad y área de psoriasis (PASI, de psoriasis area and severity index) ma-yor de 15 y un índice de calidad de vida (DLQI, de dermatology life quality index) también mayor de 15. Durante dos años se le combinaron distintos tratamientos con inmunosupresores (ciclospo-rina a distintas dosis, retinoides, metotrexato), tratamientos tópicos (corticoides potentes como la betametasona o desoximetasona más queratolíticos) y fotoquimioterapia (psolarenos más radiación UVA), con mejorías iniciales pero rápidos empeoramientos poste-riores. En octubre del año 2004 se iniciaron tratamientos biológicos con seguimientos trimestrales para valorar la respuesta por el si-guiente orden: se comenzó con etanercept, a continuación inflixi-mab (junio 2006), efalizumab (noviembre 2007), que incluso se so-lapó varias semanas con metotrexato, y por último adalimumab (abril 2009). La respuesta terapéutica a los tres primeros siguió el mismo curso: respuesta inicial, pérdida progresiva de respuesta y finalmente fracaso terapéutico. En el momento del envío de este ar-tículo todavía no ha sido valorada por su dermatólogo la respuesta al último de ellos, pero en las figuras 1 (placas dorsales) y 2 (plan-tares) podemos intuir que quizá se produzca también un fracaso se-cundario.

La psoriasis es una enfermedad cutánea crónica y recidivante que afecta a un 1,4% de la población española1. La enfermedad tie-ne repercusiones significativas para los pacientes en el ámbito físi-co, emocional, sexual, laboral y económico, y disminuye de forma relevante la calidad de vida2. En España, en un 12,8% de casos se asocia con una artropatía potencialmente invalidante3.

El diagnóstico es clínico. Las lesiones presentan forma de pápu-las y placas escamosas crónicas y recidivantes en zonas caracterís-ticas del cuerpo. Para definir la gravedad de la enfermedad en la práctica clínica dermatológica se utilizan dos índices objetivos, BSA y PASI, y uno subjetivo, el DLQI4.

El tratamiento de la psoriasis moderada-grave hasta el año 2004 se hacía con la llamada terapia sistémica clásica, que incluía fotote-rapia, fotoquimioterapia y agentes sistémicos clásicos (ciclospori-na, metotrexato y acitretino). A partir de ese año la European Medi-cines Agency (EMEA) aprobó el uso de los llamados tratamientos biológicos (efalizumab, etanercept, infliximab y yadalimumab)4. Son distintos agentes biológicos (anticuerpos monoclonales y pro-teínas de fusión) que bloquean específicamente dianas moleculares clave que intervienen en la patogenia de la psoriasis, por lo que tie-nen un perfil de eficacia beneficio/riesgo favorable y son mejor to-lerados5. Se pueden usar de primera elección en formas graves o de segunda en caso de contraindicación o intolerancia al tratamiento clásico4. Sus inconvenientes principales son que no se ha evaluado su seguridad a largo plazo y su elevado coste. Un metaanálisis pu-blicado en 2008 demuestra que estos tratamientos mejoran de for-

ma importante la gravedad de la psoriasis y aumentan la calidad de vida de los pacientes6.

José Luis Rodríguez Díaz

Medicina Familiar y Comunitaria. Centro de Salud de Guareña.

Badajoz. España.

Figura 1. Múltiples placas de psoriasis en zona dorsal (junio de 2009).

Figura 2. Psoriasis en plantas con gruesas escamas amarillentas y

descamación en los sitios de presión (junio de 2009).

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