ÉTICA: Perspectivas, retos y desafíos

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I Coloquio Regional, la Filosofía en la Educación Media Superior en el s. XXI. Conferencia Magistral. UAEM, Plantel: Sor Juana Inés de la Cruz. Amecameca, Mex. 27 de febrero de 2015. ÉTICA: Perspectivas, retos y desafíos Ramiro Alfonso Gómez Arzapalo Dorantes Universidad Intercontinental En una entrevista entre Bertrand Révillon y Emmanuel Levinas en junio de 1987, Révillon pregunta: “Imaginemos, Emmanuel Levinas, que un joven, alumno de bachillerato le pide una definición de la filosofía, ¿qué le respondería?” 1 , a lo que Levinas contesta lo siguiente: Sin duda, trataría de hacerle ver que la filosofía brinda al ser humano la posibilidad de preguntarse acerca de lo que dice y acerca de lo que nos decimos al pensar. Que consiste en no dejarse adormecer por el sonido de las palabras y de las generalidades que estas designan, en abrirse a la unicidad del único en lo real, esto es, a la unicidad del otro. Abrirse, a fin de cuentas, al amor. Hablar con verdad lejos de cantos de sirenas, espabilarse, ganar en sobriedad, dejarse de tópicos. Ya el filósofo Alain nos ponía en guardia contra todo lo que nos ofrecen los “mercaderes de sueños” en nuestra civilización pretendidamente lúcida. 1 Emmanuel Levinas, Los imprevistos de la historia, Sígueme, Salamanca, 2006, p. 191.

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I Coloquio Regional, la Filosofía en la Educación Media Superior en el s. XXI.Conferencia Magistral.UAEM, Plantel: Sor Juana Inés de la Cruz.Amecameca, Mex.27 de febrero de 2015.

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I Coloquio Regional, la Filosofa en la Educacin Media Superior en el s. XXI.

Conferencia Magistral.

UAEM, Plantel: Sor Juana Ins de la Cruz.

Amecameca, Mex.

27 de febrero de 2015.

TICA: Perspectivas, retos y desafosRamiro Alfonso Gmez Arzapalo Dorantes

Universidad IntercontinentalEn una entrevista entre Bertrand Rvillon y Emmanuel Levinas en junio de 1987, Rvillon pregunta: Imaginemos, Emmanuel Levinas, que un joven, alumno de bachillerato le pide una definicin de la filosofa, qu le respondera?, a lo que Levinas contesta lo siguiente:

Sin duda, tratara de hacerle ver que la filosofa brinda al ser humano la posibilidad de preguntarse acerca de lo que dice y acerca de lo que nos decimos al pensar. Que consiste en no dejarse adormecer por el sonido de las palabras y de las generalidades que estas designan, en abrirse a la unicidad del nico en lo real, esto es, a la unicidad del otro. Abrirse, a fin de cuentas, al amor. Hablar con verdad lejos de cantos de sirenas, espabilarse, ganar en sobriedad, dejarse de tpicos.

Ya el filsofo Alain nos pona en guardia contra todo lo que nos ofrecen los mercaderes de sueos en nuestra civilizacin pretendidamente lcida.

Filosofa como insomnio, como nuevo despertar en el regazo de las evidencias que marcan esta vigilia, pero que todava son, o al menos son por ahora, sueos.

Provocativamente, Rvillon pregunta enseguida: Es el otro quien nos convierte en filsofos?, a lo que Levinas responde:

En cierto sentido s. El encuentro con el otro es la gran experiencia, el gran acontecimiento. El encuentro con el otro no se reduce a la adquisicin de un saber suplementario. Es cierto que no puedo jams aprehender totalmente al otro, pero la responsabilidad hacia l en la que surge el lenguaje, mi socialidad con l desborda el conocer mismo, incluso si nuestros maestros griegos se mantienen aqu circunspectos.

Se trata de una concepcin de la filosofa como responsabilidad tica ante la epifana de la alteridad. El Otro, como la manifestacin por excelencia que en su mostracin evoca lo propio del ser del hombre: la salida de s, interaccin ms que permanencia, pluralidad ms que unidad.

En otro escrito, Lvinas seala que la atencin del filsofo se dirige a la vivencia humana que se reconoce y se declara experiencia, es decir, que se deja legtimamente convertir en enseanzas, en lecciones de cosas des-cubiertas o presentes.

En esta atencin que el filsofo dirige a la vivencia humana se abre el amplsimo horizonte de la vastedad de formas concretas que esa vivencia asume. Frente a ello, crecen a la par la curiosidad por lo ajeno y la preocupacin por permanecer fiel a s mismo. Es el inicio de un drama perenne, el yo, instalado en el mundo a partir de una conciencia de s mismo, encuentra frente a s lo no-yo, lo otro, lo diferente, y como si esa alteridad fuera demasiada osada, inmediatamente se asimila para que ya no sea ajeno, sino propio. En este sentido

El saber es una relacin de lo Mismo con lo Otro en la que lo Otro se reduce a lo Mismo y se despoja de cuanto tiene de extrao, en la que el pensamiento se refiere a lo otro, pero en la que lo otro ya no es tal otro; en la que ya es lo propio, ya mo. [] Es inmanencia. [] o sea que nada absolutamente nuevo, nada otro, nada extrao, nada trascendente podra afectar ni verdaderamente ensanchar un espritu destinado a contemplarlo todo.

Sobra decir que en relacin a este planteamiento, es donde se sita la crtica levinasiana a la apuesta de la filosofa por la epistemologa y la ontologa, cuando segn l- su preocupacin central nunca debi ser otra que la tica, en una relacin con el Otro donde la subjetividad se conserva a pesar de la revelacin fenomnica, es decir, a la tradicional relacin Sujeto-Objeto, antepone una relacin Sujeto-Sujeto, donde la imposibilidad de objetivacin del Otro hace justicia a su otredad que slo puede darse a travs de su propia presencia como rostro que se manifiesta, nunca tematizable, nunca conceptualizable, sino siempre presencia inconmensurable pero prxima. Es trascendencia plena.

El Otro no se convierte en objeto a la mano para que sea lo que el Mismo decida que sea en el mundo, de acuerdo a sus requerimientos, sino que conserva su cualidad de Otro, a pesar de la relacin. As pues, no se plantea desde estos principios levinasianos- la existencia de mnadas incapaces de articulacin, sino una relacin de otro tipo, diferente a la instrumental, donde la relacin no implica el sometimiento de una de las partes, un dilogo donde no se requiere la supremaca de uno de los interlocutores. Es sensibilidad ante la diferencia y reconocimiento de ella, como algo siempre ajeno, pero no indiferente. Despertar del sueo de la Mismidad y descubrir que la novedad existe: el Otro, lo cual no aniquila mi identidad, sino que la significa.

Primaca de la tica sobre la epistemologa, desde este filsofo, ms que saber, urge encontrar el sentido previo a la construccin de un sistema terico. Lo distintivo humano no es el saber, sino la socialidad que se traduce como responsabilidad por el Otro y Trascendencia:

[] la pluralidad en cuanto proximidad social no tiene por qu ensamblarse (sassembler) en unidad del Uno; en la que ese tipo de pluralidad ya no significa mera privacin de la coincidencia, esto es, una pura y simple falta de unidad. Excelencia del amor, de la socialidad, del temor por los otros y de la responsabilidad para con los otros que no es mi angustia por mi muerte, ma. La trascendencia ya no sera una inmanencia fallida. En la socialidad que no es ya simple mira intencional, sino responsabilidad por el prjimo-, alcanzara la trascendencia la excelencia propia del espritu: la perfeccin o el Bien precisamente. Socialidad que, por oposicin a todo saber y a toda inmanencia, es relacin con el otro como tal, y no con el otro como mera parte del mundo.

En este orden de ideas, bien apunta Jos Luis Barrios lo siguiente:

Mientras que la pluralidad incontenible de nuestra poca pugna por soluciones que nos devuelvan el orden y donde la pluralidad sea sometida a los grandes sistemas, Lvinas propone asumir esta ltima, para desde ah volver a significar el sentido de la historia y sus instituciones. El pensamiento de Lvinas es un pensamiento de rupturas, pero aqu la ruptura no significa el fin trgico de un proyecto, sino la posibilidad misma de todo proyecto. Se trata de permitir la mostracin de la diferencia, de lo otro, de aquello que no se subsume bajo ninguna categora, nocin, idea o sistema. Es el sentido de la responsabilidad como respeto a lo diferente, se trata de la tica como metafsica.

En estos planteamientos, subyace una reinterpretacin del quehacer filosfico, donde la piedra angular de la reflexin no parte desde el interior de la mismidad, sino que sta se despierta en el mismo por la irrupcin de lo otro, lo diferente, lo ajeno. La conciencia de s inicia su movimiento no desde las propias fronteras, sino precisamente desde lo que est fuera de ellas. A partir de este punto, se bifurcan las propuestas, por un lado, desde la filosofa anclada en la epistemologa y la ontologa, encontramos un esfuerzo constante por la inmanentizacin de lo alterno. El mundo, los prjimos y hasta Dios mismo, son despojados de su otredad en aras de una conciencia que lo interioriza todo. Condicin epistemolgica del ser humano? o eleccin de una forma de ser en relacin al otro? Desde los lineamientos presentes en los textos levinasianos, es obvio que la propuesta de este pensador apunta a la respuesta afirmativa a la segunda pregunta, es decir, a la posibilidad de considerar una forma de ser de otro modo, donde ese otro modo consiste en una forma de ser-con-el-otro donde la relacin es posible, sin que la alteridad sea subsumida por el Mismo. Un tipo de relacin tica, donde el Otro permanece otro, a pesar de la captacin de la conciencia del Mismo. La diferencia se preserva, sin la urgencia de la reduccin al uno. La pregunta esencial no es epistemolgica sino tica, un cambio de acento en la filosofa, que apunta hacia la reconsideracin del sentido de la misma. En esta direccin Levinas apunta lo siguiente:

Mi punto de partida no es la racionalidad entendida como nocin que englobe al sistema de categoras de nuestra lgica cognoscitiva; lo que s pretendo, en cambio, es ensanchar esa nocin; mi punto de partida es el sentido sobre el que se yergue lo humano antes de todo sistema. No tengo la impresin de que el sentido se articule originaria o exclusivamente en el saber, de que el saber sea el lugar propio del sentido. En la obligacin para con el otro hay un sentido. Evidentemente, que despus de ello, en la reflexin, esto se convierta en un saber que la filosofa misma sea un saber- no significa que el estatuto del que goza lo dotado de sentido en el saber sea su modo propio y primigenio [] lo que sostengo es que, a partir del sentido, se puede pensar de otro modo lo racional.

Ese otro modo de pensar lo racional es un modo tico, se trata de una racionalidad responsable por el otro, no como una conciencia encapsulada en su mismidad, sino como apertura al advenedizo, al ajeno que me arranca de la ficcin de ser el origen de todo, donde la diferencia de lo alterno se preserva como trascendencia, sin necesidad de inmanentizarlo para reconocerlo en mi mbito de lo idntico.

Desde esta perspectiva, la conciencia del otro, invierte el movimiento de la conciencia centrada en el s mismo, al hacerse conciente de aquello que no puede aprehender ni asir, como cualquier objeto del mundo: el otro hombre

La subjetividad humana interpretada como conciencia siempre es actividad. Siempre puedo asumir aquello que se me impone. Tengo siempre el recurso de consentir lo que padezco y de poner a mal tiempo buena cara. De forma que todo sucede como si yo estuviese siempre en el comienzo. Salvo en la proximidad del prjimo. Ah se me requiere una responsabilidad que jams he contrado y que se inscribe en el rostro del otro. Nada hay ms pasivo que este cuestionamiento anterior a toda libertad. Hemos de pensarlo con gran acuidad. La proximidad no es conciencia de la proximidad. Es obsesin que no se confunde con una conciencia hipertrofiada, es una conciencia a contracorriente que invierte la conciencia. Un acontecimiento que despoja a la conciencia de su iniciativa, que me deshace y me coloca ante otro en estado de culpabilidad; un acontecimiento que me convierte en acusado de una acusacin persecutoria en cuanto anterior a toda falta y que me conduce al s mismo, al acusativo al que no precede ningn nominativo.

Este despertar del sueo de la conciencia ensimismada, es para Levinas- donde se juega la mxima manifestacin del espritu humano. La excelencia de ese espritu no se da en el encierro, sino en la apertura, la cual no es un movimiento proveniente de la propia conciencia del s mismo, sino una epifana del otro rostro, cuyo advenimiento no depende de m. En la liberacin del Mismo por el Otro, es donde se alcanza como mencionamos lneas arriba- la excelencia del espritu humano y este filsofo lo denomina la santidad:

El rasgo fundamental del ser es la preocupacin que cada ser particular siente por su propio ser. Las plantas, los animales, el conjunto de los vivientes se atrincheran en su existencia. Para cada uno de ellos, se trata de la lucha por la vida. Acaso no es la materia, en su esencial dureza, cerrazn y conflicto? Y es justamente ah donde encontramos en lo humano la probable aparicin de un absurdo ontolgico: la preocupacin por el otro por encima del cuidado de s. Esto es lo que yo denomino santidad. Nuestra humanidad consiste en poder reconocer esta preeminencia del otro [] El rostro en su desnudez es la fragilidad de un ser nico expuesto a la muerte, pero al mismo tiempo es el enunciado de un imperativo que me obliga a no dejarlo solo. Dicha obligacin es la primera palabra de Dios. La teologa comienza, para m, en el rostro del prjimo. La divinidad de Dios se juega en lo humano. Dios desciende en el rostro del otro. Reconocer a Dios es escuchar su mandamiento: no matars, que no se refiere nicamente a la prohibicin del asesinato, sino que constituye una llamada a la responsabilidad incesante para con el otro ser nico-, como si yo hubiese sido elegido para esta responsabilidad que me da la posibilidad, tambin a m, de reconocerme nico, irremplazable, de poder decir: Yo.

En este sentido, Silvana Rabinovich apunta lo siguiente refirindose precisamente al papel del sujeto en la responsabilidad por el otro: debemos tomar el trmino sujeto literalmente, es decir, uno sujeto (sujetado) a la mirada del otro, y no como la modernidad occidental lo propone, sujeto soberano en la relacin con el objeto. Se trata de una apuesta tica en lugar de una epistemolgica, propia del mundo moderno, una apuesta donde no se pretende la aniquilacin de los procesos epistmicos y sus beneficios en la confrontacin-manipulacin del mundo, sino de un nuevo orden de valores, donde lo tico prima sobre lo epistemolgico, y el Otro, ya no es parte de ese mundo manipulable. A la concepcin de sujeto moderno capaz de inmanentizarlo todo a travs de su razn, se le antepone una concepcin subjetiva incapaz de reducir la Trascendencia del otro rostro pues ste est fuera del alcance de la voluntad del sujeto que pretende aprehenderlo todo a travs de la todopoderosa fuerza de su razn, siempre hay algo que escapa, que no se subsume bajo este esquema, que preserva su alteridad y que requiere otro tipo de aproximacin. Eso que se escapa a la totalidad inmanente de la epistemologa, es el otro, y requiere otro tipo de acercamiento: el tico

Es una propuesta de construccin de un proyecto donde el otro rostro se incluye no como producto del pensamiento del Mismo, sino como novedad exterior a toda ipseidad. En la segunda Meditacin Metafsica, Descartes se pregunta: No hay algn Dios o algn otro poder que haga nacer en mi espritu estos pensamientos?, e inmediatamente se responde: No es eso necesario porque puedo producirlos yo mismo. En el sentido que hemos venido exponiendo en esta disertacin, el espritu es incapaz de producir la diferencia de la alteridad, pues en tanto que encerrado en su ipseidad, slo es capaz de dar cuenta de lo idntico. La irrupcin de lo diferente, de lo otro, no es una iniciativa del propio espritu, tanto como una manifestacin o revelacin de lo ajeno, que no responde a la voluntad del sujeto ensimismado.

La apuesta filosfica por excelencia sera entonces la tica, y el problema esencial de la filosofa el ser-con-el-otro, ser en relacin, no considerado ni ntegro ni acabado en su propia toma de conciencia, sino en la toma de conciencia de su ser-en-relacin-con-los-otros.

Desde esta perspectiva, la filosofa sera esa eterna vigilante que permanentemente se esfuerza por no sucumbir en el sueo de la mismidad. Su actividad estara fuertemente direccionada a la vigilia como responsabilidad incesante por el otro en la bsqueda de la preservacin de la grandeza del espritu humano en lo diverso, lo infinito y lo trascendente manifestado en el rostro del prjimo.

Se trata de una propuesta de reubicacin de los acentos en la filosofa contempornea, los cuales -despus de Auschwitz- no pueden permanecer inamovibles, como si nada hubiera ocurrido y la reflexin filosfica pudiera seguir, en la bsqueda de su elevacin, perdiendo de su horizonte el rostro concreto e interpelante del Otro cuya presencia convoca la salida del s mismo.

A partir de la crtica a la razn instrumental iniciada por la Escuela de Frankfurt, se hace evidente que esa astucia de la razn de la que hablan Horkheimer y Adorno en la Dialctica de la Ilustracin, es lo suficientemente hbil como para presentar racionalmente incluso lo irracional. Frente a la industrializacin de la deshumanizacin, la institucionalizacin de la injusticia y la negacin reiterada de la humanidad del otro hombre, enfoques de este tipo como el de Emmanuel Levinas- permiten pensar de otro modo nuestra vocacin filosfica frente al complejo panorama contemporneo.

Conclusin en relacin al tema general del Coloquio: filosofa y educacinConsiderar el proceso educativo como espacio de relacin intersubjetiva, bajo estas categoras, nos lleva a reconsiderar esa socialidad de la que habla Levinas, como teln de fondo sobre el que despus se ha de vaciar el saber, y que es requerido en primera instancia, pues es el escenario de la epifana de lo ajeno. Esto necesariamente implica repensar el papel de la institucionalizacin en ese proceso y el papel que juega el individuo en ella en su relacin con los otros en la re-creacin de algo propio comn: la cultura. La educacin se convierte, bajo estos criterios, en un acontecimiento tico, pues no implica la recoleccin de datos en el mejor de los casos interconectados entre s- sino una convivencia, en todo su sentido de vivir-con-el otro. Construccin de un proyecto donde el otro rostro se incluye no como producto del pensamiento del Mismo, sino como novedad exterior a toda ipseidad. Se trata de una apuesta tica en lugar de una epistemolgica, propia del mundo moderno, una apuesta donde no se pretende la aniquilacin de los procesos epistmicos y sus beneficios en la confrontacin-manipulacin del mundo, sino de un nuevo orden de valores, donde lo tico prima sobre lo epistemolgico, y el Otro, ya no es parte de ese mundo manipulable. A la concepcin de sujeto moderno capaz de inmanentizarlo todo a travs de su razn, se le antepone una concepcin subjetiva incapaz de reducir la Trascendencia del otro rostro pues ste est fuera del alcance de la voluntad del sujeto que pretende aprehenderlo todo a travs de la todopoderosa fuerza de su razn, siempre hay algo que escapa, que no se subsume bajo este esquema, que preserva su alteridad y que requiere otro tipo de aproximacin. Eso que se escapa a la totalidad inmanente de la epistemologa, es el otro, y requiere otro tipo de acercamiento: el tico.

Desde estas categoras la educacin puede interpretarse o repensarse como recepcin, hospitalidad, acogida de lo fuera del s mismo. No como receptculo que acumula objetos, sino como un anfitrin que recibe un husped, es responsabilidad (como capacidad de responder) al rostro ajeno que asalta al s mismo y lo saca del encierro de su ipseidad. Se trata de una educacin que cuenta con una base para el ejercicio de la responsabilidad en una tica de la atencin al otro. Una educacin que no desecha los acontecimientos pasados, tanto los gloriosos como los vergonzosos, porque en ellos reconoce su configuracin actual, y la posibilidad de ser de otro modo.

Emmanuel Levinas, Los imprevistos de la historia, Sgueme, Salamanca, 2006, p. 191.

dem.

Ibidem, p. 192.

dem.

Emmanuel Levinas, Trascendencia e inteligibilidad, Encuentro, Madrid, 2006, p. 21.

bidem, pp. 22-23.

bidem, p. 34.

Jos Luis Barrios, Ensayos de crtica cultural, Universidad Iberoamericana, Mxico, 2004, p. 60.

Emmanuel Levinas, Trascendencia e inteligibilidad, p. 43.

Emmanuel Levinas, Entre Nosotros. Ensayos para pensar en otro, Pre-Textos, Valencia, 2001, p. 76.

Emmanuel Levinas, Los imprevistos de la historia, pp. 193-194.

Silvana Rabinovich, La voz y la mirada: algunos conceptos filosficos del pensamiento judo, Avances, Escuela de Filosofa de la Universidad Intercontinental, Mxico, Ao 2, num. 6, p. 10.

Ren Descartes, Meditaciones metafsicas, Porra, Mxico, 1992, p. 59.

Cfr. Brcena, Fernando y Mlich, Joan-Carles, 2000, La educacin como acontecimiento tico, Paids (Papeles de Pedagoga), Barcelona.

Ibidem, p. 143.