Etica de La Escucha

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    Una tica de la escucha

    El odo: el primer sentido en surgir y el ltimo que perdemos al morir1. Mientrasnuestro sentido de la vista es precario cuando nacemos, el del odo nos acompaadesde el vientre materno.

    Asociamos elsilencio con quietud y paz, el ruido con dispersin y estrs. Llamamossonido a eso que irrumpe agradablemente, surge desde el fondo del silencio y fluye.Esa experiencia del surgir, el darse cuenta, es ms propia de la escucha que de lavista, ya que usualmente vemos lo que ya est dado, lo que tiene cierta estabilidad.Aunque lo visible se da en el contrajuego de luz y sombra, y del ocultar y desocultar,

    para los ojos lo visto tiene una evidencia que le es ms ajena al odo, el cual escuchasiempre, simultneamente, silencio y misterio, indispensables para el despliegue delmovimiento mismo de lo escuchado y por escuchar. Desde la visin es ms difcil

    pensar lo inmanifiesto, porque la visin de lo manifiesto nos absorbe, aunque tambinpor lo evidente que es tendemos a pasar por alto lo inmediatamente visible.

    La experiencia del devenir es ms propia de la escucha que de la vista, ya queescuchar es dejar fluir lo audible en el tiempo. Escuchar es darse tiempo, la vista essimultaneidad de lo presente. Es cierto que la vista tambin capta movimiento, pero loasocia a la ilusin de sustancialidad. Lo escuchado surge de la nada, deviene y sedesvanece en la nada una y otra vez. Nos recuerda la finitud. El contrajuego deausencia y presencia se experimenta mejor en la escucha, vaivn entre lo audible y loinaudible. La escucha conoce ms de interrupciones, quiebres y rupturas que lavisin y, por la movilidad que le es propia, el escucharresulta ms afn al preguntarque el ver: escuchar es abrirse a un devenir que permanece l mismo abierto.

    La visin invita a una observacin concentrada que asla el objeto de conocimiento ycompartimentaliza la realidad objetivada. Lo objetivado es dominado, transformado

    para nuestro beneficio, se vuelve medio de nuestros fines. Vista y dominio van de lamano: el que ve tiene la sensacin de que nada queda por fuera de la visin, y de tenertodo bajo control. Por eso cuando queremos en verdad abandonarnos o entregarnos aalguien o a algo, cerramos los ojos. Necesitado de despliegue en el tiempo, lo audibleno permite a la escucha la sensacin de acabamiento: escuchar se sabe la tareainagotable de abrirse a lo escuchado una y otra vez. Nunca se puede partir en

    pedazos lo que deviene en el escuchar, siempre movimiento de una totalidad que nosenvuelve hasta hacernos parte de ella. Lo audible invita a abrirse a esteholomovimiento2, a absorberse y entregarse al todo fluyente, afluir con lo que fluye,

    como la danza con la msica.El tiempo de lo objetivado es el tiempo de las secuencias causales, un tiempocalculado y calculable, dividido en pasado, presente y futuro. Solo en los momentosde contemplacin el presente de lo visible se ampla y transforma en xtasis, en undarse tiempo que sobrepasa toda linealidad causal y se transforma, como el presentede lo audible, en un ahora que incluye dentro de s lo que Heidegger habra llamado eltiempo exttico: pasado, presente y futuro en uno.Holotiempo, podramos llamarlo.

    1 Segn la teora evolutiva del Samkya, corriente filosfica de la India. Cf. YV, 68-69 y 104-105.

    Tambin base de la prctica tibetana de la "suma liberacin por audicin en el estado intermedio de la

    muerte" consignada en lo que nosotros conocemos como libro tibetano de los muertos (edicionesvarias), texto que se lee al oido de los moribundos para ayudarlos en ese difcil trance.2 Esta es una expresin del fsico y premio nobel David Bohm. Cf. Wilber, 1987.

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    Escuchar es dejar seral sonido o la palabra, abrirse, recibir. Es, incluso, tener quedejar ser a la estridencia: an en el rechazo, la escucha no puede sino ser acogida deeso otro que se impone, porque taparse los odos nunca es tan efectivo como cerrar losojos. Escuchar es no poder aislarse, pertenecer, tener que ser partcipes, lo queramoso no. La escucha nos expone ms a lo otro, nos hace ms frgiles. Es ms difcil

    rechazar o negarse a algo con los odos que con los ojos, los cuales, adems, puedenlanzar a otro miradas como dardos.Imposible atacar con el odo.

    Mientras que los tonos estridentes hieren nuestro sentido del odo, los tonos mssutiles lo afinan, recordndonos nuestra pertenencia al vaco del silencio queposibilita todo surgir. La escucha de lo otro requiere del acallamiento del propioruido, por eso, escucha y aquietamiento, escucha y vaciamiento van de la mano.

    En el darse tiempo del xtasis propio de la contemplacin y de la escucha hay un estarfuera de s, un autoolvido, un absorberse en lo otro, un prestar atencin que estambin entrega y cuidado, es cura. No es casualidad que el nio lastimado se calme

    al recibir la amorosa atencin de su madre: sana que sana...Nos vemos reflejados en lo mirado. Lo escuchado, en cambio, resuena en nosotros.Suena y sigue sonando en su diferencia, hasta hacerse parte nuestra. Escuchar esacoger lo escuchado. Escucha es descentramiento, es dejar valer lo otro an encontra nuestra. Por eso escuchar es siempre integrar algo nuevo. Escuchar esaprender.3 Al choque continuo con lo escuchado, con lo otro, lo diferente, vamosganando conciencia de lo propio, lo revaluamos, lo soltamos o acrecentamos.Podramos decir que somos ms nosotros mismos despus de haber escuchado a otro.

    La voz del otro llega desde otra parte con la carga delsentido de una palabra que seimpone, que exige su consideracin. La palabra de otro invita a pensar. Escuchar y

    pensar van de la mano, si por pensar entendemos la entrega atenta al sentido que serevela en lo escuchado.

    Aunque siempre hemos asociado la visin con conocimiento de la realidad, la escuchaes comprensin en un sentido que nos concierne ms ntima y profundamente: cuandoexigimos del otro comprensin no le decimos mrame!, le decimos escchame!Escuchar es percibir ms que lo inmediatamente dado, es superar la proyeccin de lo

    propio en lo otro. En la mirada del otro nos sentimos reconocidos como iguales. En laescucha del otro sabemos atendida nuestra diferencia.

    La escucha responde a la palabra escuchada transformando el decir del otro en decir

    compartido, el hacer de uno en hacer de dos. Como el canto lleva al canto, unapalabra lleva a otra palabra que vuelve a decir, dice de otro modo, contradice, replica,calla. Recibir y dar se hacen uno en el prestar odo, espacio de juego de contrarioscomo yo y t, palabra y silencio, interpelacin y respuesta. Escuchar es un hacer que

    3 La afinidad de significado entre escuchary aprendersale a relucir especialmente en el impertativoEscucha! Tal es el caso de la palabra snscrita srnu, imperativo desru (oir). Un uso semejante haceEckhart en sus sermones cuando llegan al punto de mxima tensin en donde enuncia algo inesperadoo de difcil comprensin: "Y ahora atended!" (Gib nun Acht!) Afn es tambin el imperativo viddhi,

    palabra snscrita proveniente de la raiz vid, que tiene tambin la connotacin de darse cuenta, saber,comprender. As mismo en la hermenutica dialgica de Gadamer escuchar, comprender y poderaprender van juntos.

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    responde a otro hacer. Su recibir no es pasividad, es alerta que presta atencin, y esresponsabilidad: acata, sirve, cuida.

    Como mutuo hacer la escucha es siempre dilogo abierto a su continuacin. Siemprefinito, siempre precario, interrumpido por cesuras y malentendidos, queda sujeto o

    expuesto a un movimiento sin fin, a un dilogo ininterrumpido, a una dialctica de lofinito y lo infinito en la cual los lmites entre lo uno y lo otro se va haciendo borrososal tiempo son resguardados por el pudor del tacto y de la renuncia. Como mutuaentrega a un sentido que se despliega en el tiempo, la escucha entre dos abre espacio ala unidad que vive en la multiplicidad, al lugar humano en el cual todo puede sersiempre de otro modo.

    Al escuchar nos hacemos ms humanos, o, mejor an, desplegamos lo mspropiamente humano: la entrega a un todo significativo del cual formamos parte con

    otros. En la escucha siempre somos, con otros, parte de un sentido que se da y sesustrae, de una donacin cuyo medio es el lenguaje, un lenguaje que habla en lo

    explcito y en lo tcito, en la palabra, en el gesto, en el silencio. Somos la escucha deun sentido que rebasa lo meramente sensible de lo audible: no escuchamos porquetenemos odos, sino que tenemos odos porque escuchamos (Heidegger, Martin C y A,186), tenemos odos porque habitamos en el medio del sentido, porque somos unentorno o ah de logos.

    Ya hemos hablado de mltiples aspectos de la escucha que otorgan a la palabra unamplio espectro de sentidos. En qu sentido hablamos aqu de tica?

    Siguiendo el espritu de la Carta sobre el humanismo de Heidegger, no hablo de ticacomo disciplina del saber, ni tampoco a la manera tcnica como aplicacin de unateora especfica previamente dada. No hablo de tica en un sentido normativo ni

    prescriptivo, porque no asocio la palabra con cdigos o manuales de instruccionessobre cmo comportarse, sino con ethos. Ethos era originalmente la palabra paranombrar el chiquero, es decir, la casa del marrano. Como el marrano se revuelca en el

    barro, sus movimientos le dan forma a su casa. El sentido de la palabra fueextendindose para mentar con ella el hbitat propio de cada animal. Tambin elhbitatdel ser humano. Ethos, como mbito propio del ser humano es, entonces, loque lleva su impronta. Cmo darle esa forma humana a nuestra casa? Cmo habitarhumanamente? Se trata, entonces, de la pregunta por la armona en el vivir humanocomo tal.

    Hbitat, habitus. Concibo la tica a la manera griega, pero tambin a la manera hind,como un modo de habitar el mundo, una forma de vida, una prctica continuada quese vuelve parte del propio ser que la practica. A la manera de Heidegger: como un

    pensar practicante y una prctica pensante. A la manera de Gadamer: comoexperiencia dialgica.

    tica como el obrar de una receptividad actuante, no como hacer. No comoproduccin de resultados y efectos en el mundo por parte de una subjetividad, sinocomo el obrar ms alto que es el desplegarse humano: el llegar a ser concientementela apertura que somos. tica como prctica de la escucha en un mundo de diversidad.

    La tica de la escucha no defiende ninguna comunidad sustancial de dogmas o

    doctrinas, sino que, a manera de respuesta a la pregunta por la convivencia en mediode diferencias inconmensurables, opta por una disposicin abierta. Ella no da la receta

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    del actuar correcto. No dicta soluciones certeras a casos de conflicto ni a dilemasmorales. Tan solo se limita a sugerir las posibilidades y alcances prcticos de ladisposicin a escuchar y motiva su paciente prctica. Concierne a la relacin, nosolamente con los otros, sino tambin con nosotros mismos y con lo otro: con el todo,no solamente el todo social, sino tambin el entorno natural y el de lo sagrado, todos

    ellos aspectos del mundo humano.

    Cmo sera un ethos o hbitat de escucha?

    Con Heidegger podemos ver en la experiencia pensante una prctica incesante deescucha que deja ser. An con completa legitimidad filosfica, por su pertinazabsorberse en el asunto de que se trata, esta escucha resulta ms lejana del quehacer

    profesionalizante de la filosofa entre tanto, reducido a un producir cualquiera yms cercana al taosmo, al zen, a la mstica de Eckhart, al yoga, a la experienciahermenutica4.

    Mientras que, como dice Heidegger, el querer saber no quiere precisamentedetenerse en lo que es digno de pensar (Heidegger, DCH, 92), entendida comoescucha la experiencia pensante es presencia conciente en medio del actuar diario.Tambin una prctica disciplinada como el yoga exige un constante esfuerzo deatencin, no slo durante la prctica meditativa sino tambin en medio de la accincotidiana, capaz de llevarnos a la plenitud del presente en el cual habitamos y deliberarnos de los engaos de la absolutizacin de lo relativo. Para la hermenutica deGadamer, la escucha de lo que alguien o algo tiene para decirnos en la situacinconcreta en la cual nos encontramos puede llevarnos a una experiencia deautocomprensin, de comprensin de los otros y de comprensin de cuanto nos rodea.La iteracin de esta experiencia va fluidificando nuestras arraigadas maneras de ver y

    nos lleva a asumir ms concientemente la apertura que somos, apertura a un sentidosiempre cambiante y por desplegarse.

    La escucha meditativa de la cual hablamos aqu es un poder estar presente a la esperade lo que sale al encuentro (Gegen-wart). Este estado tiene la intensidad repentina yfugaz del rayo de Herclito que ilumina la noche solo un breve momento para volvera dejarla sumida en la oscuridad: es instante; sin embargo, busca habitar de modoms permanente con paciente tenacidad, morar y demorarse, encontrar su estancia enla serenidad,ser un meditar en lapraxis y una prctica meditativa.

    Esa presencia alerta es un rasgo de la escucha pasado por alto en la comprensin usualde escuchar como un mero recibir pasivo. La receptividad de la escucha es activa; sinembargo, su alerta es la de una espera que no impone, es completa atencin,disponibilidad para lo que viene al encuentro, sea lo que sea, es una espera que noespera nada, una espera sin expectativas.

    4En su bellsimo artculo sobre el esplendor de lo simple, Gray, J.G. presenta el pensar de Heideggercomo habitar que responde al llamado de lo simple. Como tal, requiere de paciencia. El esplendor delo simple nos hace libres del peso de lo complicado y de lo pretensioso de las costumbres acadmicas,

    peso que las hace an peores que la espada tirnica del sentido comn y las consideracionesutilitarias estrechas. El scholarde la filosofa, de acuerdo con Heidegger, no solo ha olvidado que la

    verdad de las cosas ms simples est oculta de nosotros, sino que tambin ha olvidado que lo haolvidado. Este doble olvido hace imposible que los scholars puedan reconocer la verdad comomisterio. (Gray, J.G., 1970, 230 y ss.).

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    Semejante disposicin abierta requiere siempre de un soltar, de un despojarse delruido que no deja escuchar ya sea a la manera de un vaciamiento total, como en lamstica de Eckhart o en el yoga, o al modo del quiebre o ruptura que saca a la luz tansolo un aspecto de aquello que impide la comprensin, como en la experienciahermenutica. Transparente a s misma o no, tal presencia libre y liberadora surge y

    crece tan solo de un fondo de silencio que deja hablarlo que es, lo deja ser, lo acoge,dice s a la vida.

    La vida es impermanencia. Por eso dejar ser lo que es, es siempre al mismo tiempodesasirse o dejar pasar, permitir el cambio. Solo dice s a la vida quien permite sumovilidad, y solo la permite quien no se mantiene rgido y esttico, sino aprende amoverse con el movimiento: Lo rgido y firme pertenece a la muerte, lo blando yflexible pertenece a la vida, dice el Tao Te King(LXXVI).

    El tiempo de la escucha es, entonces, un tiempo muy peculiar. Como escucha de loaudible ella siempre escucha lo pasajero, lo temporal. Y, sin embargo, cuando

    escuchamos intensamente, rozamos con el odo lo inaudible en lo audible y el tiempose detiene, el ahora se ampla. El Maestro Eckhart habla del ahora eterno, de esemomento de plenitud que se abre y se extiende hasta abarcarlo todo, una experienciade xtasis mstico que llega a volverse parte de la vida activa, como tambin sucedecon la experiencia yguica de ser, consciencia y plenitud. (sat, chit, ananda.)

    En Ser y Tiempo Heidegger defini la existencia humana como ah, como xtasisespacial y temporal5. En el presente se juntan pasado y futuro como lo ya sido quedetermina lo que somos y el poder serdesde esta determinacin. Es claro que el ahhabitado impropiamente llega a ser para nosotros un agobio: cargamos con la culpa, elresentimiento y la nostalgia de lo pasado, cargamos con la huella que lo vivido va

    dejando en nosotros tambin en forma de determinaciones culturales, lengujicas,psicolgicas, no reconocidas e incuestionadas, y as mismo vivimos en una tensarelacin con el futuro a la manera de ansiedad presente y de aplazamiento de lallamada felicidad en razn de la realizacin de acciones que solo son medios paraalcanzar una meta que se encuentra siempre ms all de ellas, acciones que valoramosy categorizamos segn su promesa de xito, prestigio, riqueza.

    Sin embargo, una de las ms importantes lecciones delBhagavad Guita, es la de queel xito y el fracaso de una accin no se corresponden con los patrones de medidausuales. Desde la perspectiva del yoga, en la accin, el cmo termina siendo muchoms importante que el qu. No hay quehaceres ms valiosos que otros, lo que hay es

    formas de llevar a cabo esos quehaceres; unas son ms atentas que otras. Actuar conplena atencin nos devuelve la gracia de la existencia, independientemente de lo queestemos haciendo. Cuando dedicamos atencin a lo que hacemos entramos

    plenamente en lo que hay. Ese don se retira cuando la presencia se llena de ruido.

    En nuestra forma de vida, el ruido es, como muestra bien Heidegger, el ruido delconstante calcular. El sentido de nuestro actuar queda emplazado y aplazado,emplazado en una cadena de para qus, y aplazado al resultado que se ubica en unms all, en un futuro que con frecuencia no llega de la manera calculada. Cuando elGuita habla del desapego de los frutos de la accin nos invita a disfrutar del acto

    5 Tambin como un ah de lenguaje. Sin el lenguaje nuestra espacialidad y temporalidad no seran loque son.

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    mismo, como un nio que juega de modo que en cada momento gane toda su fuerza yal mismo tiempo se haga leve.

    Celebrar la vida6. Honrar el presente (Cf. Eckhart, 2000). Tal parece ser la forma dehabitar propiamente el ah. Vivir a la escucha de lo que hay aqu y ahora, dejar ser sin

    resistencia alguna, despojados al mximo del agobio de lo que viene de ms all, deotro tiempo y lugar. Por eso, para Heidegger, la forma propia del espacio es el vaco yla del tiempo es el ahora.

    Dada la peculiar condicin temporal descrita por Heidegger, el vaciarse y despojarseno puede ser negar unilateralmente, no es represin, no retira la atencin de aquellode lo que se despoja; al contrario: lo escucha atentamente; piensa lo no pensado en loya pensado o, como dira Gadamer, cuestiona los juicios incuestionados que, legados

    por la tradicin, el lenguaje, la historia, han llegado a hacerse parte de nosotros.

    Tambin la prctica del yoga que es un esfuerzo por callarse y entrar en un silencioque deja hablar ms all del ruido mental, requiere de la consideracin atenta de todoaquello que no nos deja or, de lo que nos hemos dicho y narrado, de patrones fijosque bloquean nuestro despliegue.

    Segn el Advaita, la mente dual crea las polaridades negativa y positiva y de estaforma se llena de patrones de resistencia con los que se identifica, y sufre. Solo eldespojamiento de estas resistencias revela una dimensin anterior a las oposicionestajantes, a las clasificaciones y juicios, a la conceptualidad dual, dimensinacompaada de una quietud y de una alegra sin causa ms all del bien y del mal.

    Estas resistencias son ms profundas de lo que aparentan ser, no se apoyan en simplesjuicios concientes que una buena razn echara por tierra, sino que son vasanas o

    huellas mentales y emocionales que determinan tanto ms secretamente nuestraaccin cuanto ms nos creamos, a la manera del ego, centro y origen de esta. En lamedida en que practicamos el silencio que se desconecta de todas las tensionescotidianas de un ego esclavizado por el peso del pasado y del futuro, sucede quesimultneamente afinamos la disposicin alerta para los juicios que originan estastensiones y las races profundas de los mismos, los cuales van saliendo a la luz en lavida cotidiana o en la misma prctica meditativa.

    Lejos de toda pasividad, esta escucha que acoge incondicionalmente el fondoimpensado que duerme en nosotros permite que nuestro actuar deje de ser reactivo, deser resistencia a lo que hay. Lo que hay es sentido siempre deviniente y cambiante;

    bajo una luz aparece de un modo, bajo otra luz aparece de otro modo. Siempre puedetransformarse. La atenta entrega a su movilidad nos ofrece perspectivas menosunilaterales y una amplitud de horizonte desde la cual nuestra presencia puede llegar aser accin transformadora. La prctica del yoga busca ese centro de ecuanimidad quehace del actuar un arte y no un simple impulso.

    As como hay muchas formas de yoga y muy diferentes prcticas meditativas queprovienen de tradiciones distintas, hay tambin muchos otros caminos de escucha de

    6 Bellsimos testimonios de esta enseanza nos lo ofrecen la magia de la sabidura ancestral de los inuit

    de Groenlandia , Cf. Angaangaq (2011); de losIku de la Sierra Nevada de Santa Martha en Colombia,Cf. Ferro, Maria del Rosario (2012); y de los antiguos del Outbackaustraliano, Cf. Morgan, Marlo(1991).

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    los propios impulsos, tendencias, hbitos mentales y emocionales que condicionannuestra accin7. Las nuevas psicologas humanistas y formas de psicoanlisis que hoyse nutren de atisbos de las tradiciones orientales8 ofrecen mltiples posibilidades deautoaclaracin sin sesgo religioso, muy compatibles con perspectivas seculares. Hoyflorecen muy diversas terapias, formas creativas de prestar atencin9 y de ganar

    conciencia de la identidad y de los sentidos que se han ido cimentando en ella, detransformar aspectos suyos que nos resultan opresores, de darnos cuenta de la historiaque nos hemos narrado a nosotros mismos, de destruirla, resignificarla y narrarla denuevo, formas de experiencia hermenuticas y deconstructivas, por as decirlo, que

    podramos considerar prcticas de purificacin del mundo de hoy con un granpotencial transformador, puesto que al enfrentar y trabajar nuestros conflictos,permiten vislumbrar todo aquello que nos aleja y enfrenta a los otros, y generan msconciencia de nuestro propio papel y responsabilidad en las relaciones con los demsy con el todo de lo que es.

    Acojamos o no las posibilidades mencionadas, siempre contaremos con el camino de

    la experiencia al que estamos abocados irremediablemente. Siempre tenemos laoportunidad de escuchar lo que habla en la situacin prctica concreta en la cual nosencontramos. En ella salen a luz nuestras anquilosadas formas de sentir, de pensar yde actuar, y se manifiesta aquello que pide nuestra consideracin. Estar a la altura dela situacin es prestar odo a esa voz de la experiencia que nos habla de nosotrosmismos, de los otros, de la vida y nos dispone a nuevas experiencias.

    Tanto para Heidegger como para Gadamer las situaciones defectivas son nuestromaestro, oportunidad de autocomprensin y de comprensin de lo que hay. Tambin

    para el yoga la situacin de sufrimiento en la cual nos encontramos se convierte enoportunidad de iluminacin. Sin embargo, en medio de la absorcin tcnica en el

    mucho hacer es claro que las situaciones de crisis, fracaso, enfermedad, tienden averse como disfunciones del sistema negando as su carcter mostrativo.

    Pensemos, por ejemplo, en la enfermedad. Aunque la veamos como un enemigo acombatir y nunca como un consejero de ruta, ella ofrece un ejemplo maravilloso de laluz que traen consigo las experiencias defectivas. Tenemos algo que aprender alenfermar, sostiene Gadamer, (Gadamer, EOS, 107) conjugando los impulsos propiosde su visin hermenutica con los atisbos de la medicina psicosomtica:

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    En otro lugar (Cf. Cepeda, 2003) he puesto en relacin el sufismo, la prctica budista de vipassana yla hermenutica de Gadamer.8 El fundador de la psicologa humanista es Abraham Maslow. La teora psicoanaltica de Karl GustavJung es tambin fuente de inspiracin de estas formas de autocomprensin con perspectiva holstica ydinmica, que han propuesto sntesis variadas entre perspectivas orientales y occidentales. El principiode la teora de la Gestaltsegn el cual la percepcin no percibe elementos aislados sino que organizasiempre conjuntos o Gestalts significativas tambin est a la base de algunas de estas propuestas.9 El trmino terapia, que viene del griego, significa servicio [...] por eso en todo tratamiento debehaber cautela y consideracin (Gadamer,EOS, 125). Una de las ventajas de las terapias en cuestin esque se conciben como acompaamiento de una experiencia indelegable en manos de quien buscaautoaclaracin. Uno de los pioneros de esta perspectiva es Karl Rogers y su terapia no directivacentrada en el cliente. Tambin las terapias narrativas proponen acercamientos respetuosos. Jean MarieDe la Croix, pionero de la terapia Gestalt en Francia, realiza una sntesis de perspectivas de gran

    sensibilidad frente a la diversidad cultural. El arte-terapia ofrece otra bella alternativa. Cf. Franklin, M.(2008).No agotaramos aqu el amplio espectro de terapias posmodernas que podran rimarse con unatica de la escucha.

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    Qu es lo que (la enfermedad) quiere comunicar al enfermo? Acaso nopodra ayudarlo si este aprendiese a interrogarla? (Gadamer,EOS, 93)

    Este interrogante es tema del libro La enfermedad como camino, cuyos autores,mdico y psiclogo, se inspiran en nociones jungianas como la de sombra e

    integracin para ofrecer una visin integral del ser humano compatible con los atisbosde tradiciones orientales de pensamiento como el VedantaAdvaita, en especial con laidea de que el sentimiento del ego, es decir, la escisin de la totalidad queexperimenta la conciencia, es la nica enfermedad.

    El sntoma reclama nuestra atencin. Desde los tiempos de Hipcrates la medicina habuscado las causas de la enfermedad en procesos funcionales, acallando la voz delsntoma, aquello que este tiene para decirle a quien lo padece. Dethlefsen y Dahlkeexplican que esto es como si un mecnico desconectara el mecanismo que haceencender en la pantalla de un vehculo el testigo de los frenos, en lugar de arreglar losfrenos, cuyo dao anuncia la luz en la pantalla. Como seal, el sntoma apunta ms

    all de s, a zonas ms profundas, y nos hace preguntarnos por aquello que nofunciona. Es el aviso de que algo falla o falta.

    Para los autores en cuestin, la escucha y consideracin de nuestro cuerpo estestrechamente ligada a la escucha de nuestros procesos mentales y emocionales y, conella, a la escucha de la totalidad que somos. La enfermedad no es un obstculo que secruza en el camino, sino ms bien el camino por el cual el individuo va hacia lacuracin, es decir, hacia la unidad, hacia el todo, el holon.10 Desde este punto de vista,la enfermedad, ms que una prdida de armona, es la instauracin de un equilibrio(Dethlefsen y Dahlke 2003, 18) que tiene lugar, no tanto en el mbito del muchohacer, del dominio tcnico sobre procesos causales materiales, sino en el mbito de la

    expansin de conciencia y transformacin del propio ser.Desde esta manera de ver las cosas, ganamos luces para comprender por qu laenfermedad del mundo tcnico, que Heidegger ha diagnosticado como elencumbramiento de la voluntad de dominio de una subjetividad que ha olvidado su

    pertenencia al ser, y que Gadamer describe como desmesura actual de nuestracreciente capacidad de hacer, es un peligro que resguarda en s lo que salva: susmolestos sntomas actuales, las crisis econmica, social, ecolgica, nos hablan deaquello que hemos desatendido y ofrecen una oportunidad de cambio si les prestamosodo:

    Los hombres han desarrollado su saber y su capacidad de hacer hastaconvertirlos en una actitud fundamental que todo lo abarca respecto de lanaturaleza y del mundo humano y siguen avanzando, sin medida, en estadireccin. Esta es la crisis en la cual se est y de la que solo podemos esperarque, como la crisis de un enfermo nos conduzca a un nuevo equilibrio, a

    10 Acerca de la palabra griega holon, La palabra griega en s misma tiene una resonancia distinta para quien sabe griego de nuestra expresin el todo.Holon es tambin lo sano, lo entero, lo que porsu propia vitalidad autnoma y autoregenerante se ha incorporado en el todo de la naturaleza(Gadamer,EOS, 106). A esta perspectiva podramos aadir el toque de Arthur Koestler, quien se valede esta palabra para denominar los subsistemas que son a la vez una unidad y parte de otra, poniendo

    de relieve las dos tendencias opuestas y a la vez complementarias de cada holon: la tendenciaintegradora que funciona como parte de la unidad mayor y la tendencia autoafirmante. El equilibriodinmico entre ambas hace que el sistema sea abierto y flexible (Capra, 1982, 46-47).

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    un nuevo ciclo vital, a un nuevo ciclo espiritual y a un nuevo ciclo de armonacon el todo (Gadamer,EOS, 102).

    Muchas son las perspectivas que hoy nos hacen pensar que todas estas crisis sesuperan, no con ms del mismo esquema que ha llevado a la crisis, sino con un

    cambio profundo en nuestra autocomprensin, que al mismo tiempo transformanuestra relacin con el entorno.

    La Fsica, ella misma paradigma furibundo del esquema tcnico del saber, haterminado por mostrar que el universo es un conjunto unificado y que sus partes no

    pueden concebirse como entidades aisladas sino en su carcter relacional. FritjovCapra habla de la necesidad de sustituir el paradigma newtoniano-cartesiano,mecanicista y lineal, basado en la dominacin de la naturaleza, por una visinintegradora y holstica. En su opinin, la situacin actual es resultado de la excesivaimportancia que se le ha dado a lo que podramos llamar con el taosmo nuestro ladomasculino o yang: los conocimientos racionales y el anlisis, descuidando el lado

    femenino oying: la sabidura intuitiva y la sntesis

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    :Hoy se ha vuelto evidente que el excesivo nfasis puesto en el mtodocientfico y en el pensamiento analtico y racional ha provocado una serie deactitudes fundamentalmente antiecolgicas [...] el pensamiento racional eslineal, en tanto que la conciencia ecolgica surge de la intuicin de un sistemano lineal. A los occidentales les es muy difcil entender el hecho de que si algoes bueno, no significa que ms de lo mismo sea mejor: esta, en mi opinin, esla esencia misma del pensamiento ecolgico (Capra 1998, 44)

    Capra cuestiona la idea de la maximizacin de la productividad que hasta las actualesempresas del saber asumen acrticamente. Hoy ya no es posible seguir asociando el

    bienestar con mayor consumo y la pobreza con menor consumo. La fcil ecuacinideolgica, que asocia bienestar con mayor consumo y pobreza con menor consumoconviene a la economa de lo que podemos llamar con el economista Serge Latouchesociedades de crecimiento, pero olvida pobrezas ms pobres a las cuales estabocada una sociedad en la cual el crecimiento por el crecimiento se convierte en elobjetivo primordial, si no el nico de la vida (El Espectador, enero 12 de 2012).

    Ha llegado la hora de darnos cuenta de las muchas y variadas formas en que elconsumo nos consume12 en un mundo en donde el consumo no tiene nada que vercon el cubrimiento de las necesidades bsicas, porque la lgica del consumo no se

    preocupa por ello: atado a la insaciable cadena del deseo, el consumidor no satisfacenecesidades bsicas sino que busca definir y reafirmar su estatus, y el que buscasatisfacer sus necesidades bsicas est de hecho fuera del mercado o, en el mejor de

    11 Sabidura intuitiva y sntesis que hemos enfatizado en este trabajo, no por casualidad escrito por unamujer: en el Vedanta Advaita, buddhi es la percepcin intuitiva deBrahman, por oposicin a manas, lamente racional que es atrada hacia la materia. En Heidegger el pensar lleva consigo el aspectointuitivo del noein asociado al logos como fuerza reuniente o sntesis, por oposicin al clculo racionalasociado a la fuerza de lo que tiende a separarse. En la hermenutica de Gadamer la escucha gana unsesgo ms intuitivo que racional en la medida en que comprender no es mero conocimiento racional decorte epistemolgico, sino un proceso de formacin que se va distanciando de la particularidad paraganar un horizonte ms amplio, y tambin en la medida en que escucha es pertenencia al fondo de lo

    no dicho por lo dicho.12 Expresin de Fabin Sanabria, participante en el evento mencionado.

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    el mundo natural. Si es verdad que ya no podemos concebirnos como sujetos aisladosporque nos hemos convertido en una globalidad, no deberamos asumirnos entoncescomo la totalidad de dependencias recprocas que somos en lugar de formular entrminos contractuales nuestra relacin con la naturaleza?

    La sabidura del intercambio equitativo est presente en los saberes ancestrales de loscuales tenemos mucho que aprender, no solo sobre ecologa, sino tambin sobre lasrelaciones propias de un mundo humano.18

    El hombre no teje la trama de la vida, no es ms que una de sus hebras. Todolo que le hace a la trama, se lo hace a s mismo. (Jefe Indio Seattle)19

    Al no leerse en trminos contractuales, no es la defensa de derechos lo que cuenta eneste mutuo entrelazamiento, sino el acontecer del libre despliegue que tiene lugar enla consideracin y cuidado de esa totalidad viviente de la cual somos parte.

    Esto, por supuesto, no contradice la importancia y urgencia de una legislacin

    ambiental libre de los intereses econmicos de particulares y capaz de hacer justicia alos atisbos de Serres20, pero s apunta a la responsabilidad que no podemos delegar eninstituciones y que nos corresponde cotidianamente y en toda relacin con los otros ylo otro, relacin que sobrepasa y contradice los trminos del contrato moderno.

    Y as como no podemos seguir pensando nuestras relaciones con la naturaleza entrminos de lucha de dos separados, tampoco deberamos concebir de este modonuestras relaciones con otros seres humanos. Somos un todo. Tenemos que volver aaprender el sentido del hacer compartido y de la entrega mutua.

    Tambin tendramos que aprender de la fuerza mostrativa de los conflictos con otros,

    cercanos y lejanos. Escuchar es, ante todo, escuchar aquello con lo que no habamoscontado, aquello que nos hiere y cuestiona, aquello que en principio nos resultaincomprensible. Esto incluye, por supuesto, el grito del enemigo, esa voz que hemos

    18 Tal, por ejemplo, Makruma o intercambio entre los Ikus de la Sierra Nevada de Santa Marta. (Cf.Ferro, 2012).19 Citado en el eplogo de Morgan, Marlo 2002. En otra versin en el eplogo de Capra, 1998-2000.20Para el exministro de Medio Ambiente y profesor de Gerencia Ambiental de la Universidad de los

    Andes, Manuel Rodrguez Becerra, en el pas hace falta un ordenamiento ambiental que ubique cules

    zonas son prioritarias de conservacin. Para el caso de Providencia y su zona coralina, por ejemplo,

    hay razones sociales y ambientales para no hacer nada all. Es un atropello. Otro ejemplo: la minera de

    El Cerrejn, considerada una minera bien manejada, dejar unos crteres enormes para siempre en

    zonas que no se podrn restaurar. Hablar de sostenibilidad cuando se va a dejar semejante huella es

    demaggico.

    Segn el exministro, la decisin del Gobierno sobre explotacin y exploracin de mltiples zonas

    generar impacto en el suministro o ciclo del agua. Se han excluido los pramos como zonas de

    explotacin minera, pero es que no son solo los pramos. Estn los bosques hmedos, de alta montaa

    y de niebla que quedarn en riesgo con la construccin de carreteras asociadas con la enorme

    deforestacin. En la selva, una carretera conforma la famosa espina de pescado, que puede ser un

    problema muy grave .Es preocupante agrega la forma como se estn dando los ttulos minerosen Colombia. (Tomado en agosto de 2011 de la pgina Web de la Universidad de los Andes, la cual a

    su vez recoge la informacin de un artculo de Rodrguez enEl Tiempo, julio de 2011).

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    satanizado y puesto siempre por fuera de nosotros mismos, del lado de otros, del ladodel mal.21

    Ms que ofrecer criterios claros para juzgar y desterrar el mal como si no tuviera nadaque ver con nosotros mismos, ms que establecer lmites precisos entre lo bueno y lo

    malo, tarea imposible en un mundo de sentido finito y temporal, una tica de laescucha invita a relativizar las propias visiones, a reconocer la unilateralidad que nosimpide relaciones ms armnicas entre unos y otros, y entre todos y todo.

    Aquello que llamamos mal, es digno de nuestra escucha. Tratar de exterminarlo sinreconocerlo en nosotros mismos es alimentar las fuerzas separatistas, las que nosdividen, es potenciar el conflicto y el enfrentamiento.22 La escucha, en cambio,reconcilia, nos lleva camino de la comprensin.

    Renato Rosaldo cuenta una conmovedora historia personal de la forma en que seacerc a la comprensin de algo que le resultaba incomprensible a pesar de todos susesfuerzos antropolgicos: la afliccin e ira de un cazador de cabezas ilongote:

    En 1981, Michelle Rosaldo23 y yo comenzamos una investigacin de campo[...] el 11 de octubre de ese ao, ella caminaba por un sendero junto con doscompaeros ifugaos cuando sufri una cada de unos 20 metros hasta un rocaudaloso por un precipicio. Cuando encontramos su cuerpo me encoleric.Cmo poda abandonarme? Cmo pudo ser tan tonta para caerse? Trat dellorar. Solloc, pero la ira bloqueaba mis lgrimas [...] La ira ilongote y la mase translapan, ms bien como dos crculos en parte sobrepuestos y en parteseparados. No son idnticos. Junto con las similitudes asombrosas, lasdiferencias importantes en tono, forma cultural y consecuencias humanasdistinguen la ira, animando nuestras respectivas formas de afligirnos. Misvvidas fantasas, por ejemplo, sobre un agente de seguros de vida que se nega reconocer que la muerte de Michelle estaba relacionada con su trabajo, nome llev a matarlo, a cortarle la cabeza y a celebrar despus. (Rosaldo 1989,5-6)

    Existe en realidad Otro que no sea lo otro de nosotros mismos? (...) "Todos somosOtros y todos somos nosotros mismos (Gadamer, 1990)

    Escucharnos los unos a los otros infinitamente ms que reclamar o respetarderechos no es solamente escuchar lo que decimos unos a otros en medio delajetreo diario. Es darnos tiempo para afinar el odo a lo no dicho entre nosotros, seguir

    los ecos y resonancias de la palabra pronunciada y de la no dicha. Es continuarpreguntndole al otro y preguntndonos por esa palabra que nos alcanza, seguir loshilos de una conversacin que contina siempre, tejer y destejer hilos que llevan aotros hilos en el otro y en nosotros mismos, hilos que se han vuelto nudos por desatar.

    Siempre podemos y debemos asumir lo que hay, lo que se da en la relacin con otrosy con lo otro. Exterminar al enemigo, evadir el conflicto, declararnos vctimas, no sonlas nicas opciones, solo son extremos posibles. La escucha incondicional puede

    21 Esto es el concepto de sombra en K. Jung. Cf. tambin Detlhefsen y Dahlke, 2003. Sobre el otro

    como el brbaro Cf. Rorty, Richard. 1995.22 Cf. Cepeda, 2003.23 Su esposa y madre de sus hijos.

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