EstadoSocial Versus Neoliberalismo

11
Estado Social versus Neoliberalismo FERNANDO ÁLVAREZ-URÍA Las ideas no mueven el mundo pero un mundo sin ideas es a la vez un mundo sin rumbo. La sociología crítica trata de responder a la demanda social y en este sentido puede servir de guía para la acción. ¿Cómo salir en el momento actual de la situación de perplejidad que se perpetúa desde hace decenios? ¿Cómo combatir el desempleo, el empleo precario, las desigualdades sociales que se agrandan en cada país y entre los países ricos y pobres? ¿Cómo promover un trabajo social imaginativo y generoso cuando se redu- cen sin cesar los gastos sociales y el chantaje neoli- beral de las empresas multinacionales reduce al mí- nimo la acción solidaria de los Estados? Nadie, en este momento, posee soluciones milagrosas, pero po- demos y debemos contribuir a proporcionar un diag- nóstico de los callejones que nos impiden avanzar. Nuestras sociedades dicen defender algunas conquis- tas históricas que requirieron siglos de luchas y de es- fuerzos por parte de millones de seres humanos. Entre esas conquistas figuran valores que son ya patrimonio de la humanidad tales como la igualdad, la fraternidad y la libertad, pero en la práctica estos principios cons- titucionales distan de haberse hecho realidad. Las desigualdades sociales van en aumento, la lógica del beneficio personal prima sobre los intereses comunes, Acciones e Investigaciones Sociales, 16 (Dcbre. 2002), pp. 13-23 ISSN:1132-192X

description

EstadoSocial Versus Neoliberalismo

Transcript of EstadoSocial Versus Neoliberalismo

  • Estado Social versus Neoliberalismo

    FERNANDO LVAREZ-URA

    Las ideas no mueven el mundo pero un mundo sinideas es a la vez un mundo sin rumbo. La sociologacrtica trata de responder a la demanda social y eneste sentido puede servir de gua para la accin.Cmo salir en el momento actual de la situacin deperplejidad que se perpeta desde hace decenios?Cmo combatir el desempleo, el empleo precario, lasdesigualdades sociales que se agrandan en cada pasy entre los pases ricos y pobres? Cmo promover untrabajo social imaginativo y generoso cuando se redu-cen sin cesar los gastos sociales y el chantaje neoli-beral de las empresas multinacionales reduce al m-nimo la accin solidaria de los Estados? Nadie, eneste momento, posee soluciones milagrosas, pero po-demos y debemos contribuir a proporcionar un diag-nstico de los callejones que nos impiden avanzar.Nuestras sociedades dicen defender algunas conquis-tas histricas que requirieron siglos de luchas y de es-fuerzos por parte de millones de seres humanos. Entreesas conquistas figuran valores que son ya patrimoniode la humanidad tales como la igualdad, la fraternidady la libertad, pero en la prctica estos principios cons-titucionales distan de haberse hecho realidad.Lasdesigualdades sociales van en aumento, la lgica delbeneficio personal prima sobre los intereses comunes,

    Acciones eInvestigacionesSociales, 16 (Dcbre. 2002), pp. 13-23ISSN:1132-192X

  • las libertades se ven recortadas en la sociedad del espectculo por lacrisis del trabajo y la precariedad laboral.Millones de ciudadanos sesienten incapaces de asumir libremente un proyecto consecuente desus vidas, pues carecen de soportes econmicos, culturales o relacio-nales en los que apoyarse. El resultado es una merma de credibilidaden la democracia que alimenta el reencantamiento del mundo, esdecir, el retorno de los irracionalismos religiosos, los fundamentalismosliberticidas, el refugio en la privacidad, la omnipresencia de las cues-tiones de identidad.No nos podemos bajar de este mundo en marcha,pero tenemos derecho a proclamar que no nos gusta el rumbo que,desde el puesto de mando, han marcado los grandes lideres polticos,que actan al dictado de los grandes poderes financieros.

  • Fernando lvarez-Ura

    Estado Social versusNeoliberalismo*

    La privatizacin es un robo

    Desde finales de los aos setenta la retrica neoliberal, pro-clamada a bombo y platillo en los Estados Unidos y en Europaoccidental por los poderes mediticos, se ha impuesto de fo rm aacrtica en nu e s t ras sociedades como si se tra t a ra de una ve r d a dr eve l a d a .En realidad los mentores del nu evo credo liberal, losnu evos dioses del Olimpo econmico, tienen nombres y apelli-d o s. Entre los principales defensores de la nu eva economa des-tacan algunos sacerdotes del mercado como Fri e d rich Haye k ,Milton Friedman, Gary Becke r, as como el recientemente fa l l e-cido Robert Nozick . La prestigiosa Universidad de Harvard has e rvido de eco a sus voces y ha puesto sordina a las ra zones desus detra c t o r e s, de modo que fuera del liberalismo no parecehaber salva c i n .T rminos tales como espritu de empresa, lide-ra z g o, flexibilidad, ajuste econmico, saneamiento, competitivi-dad, pri vatizacin, liberalizacin figuran escritos con letras deoro en los catecismos de la mayor parte de los gobiern o s.No sonconsignas aisladas, responden a un programa cuidadosamentediseado mediante el cual algunas selectas mentes unive r s i t a-rias rinden pleitesa a los nu evos amos del unive r s o. El pri n c i p a lenemigo a derrotar no es otro que el Estado social.Las polticasde p ri vatizacin c o n s t i t u yen, desde hace dos dcadas, el ari e t econ el que golpean los representantes del neoliberalismo parad e r ribar la los sistemas de proteccin del Estado social.

    * Una parte de este texto ha sido publicada como tribuna en el diario El pas(4 de mayo 2002).

  • 16 Fernando lvarez-Ura

    Hubo un tiempo en el que a la fallida utopa liberal tan slose opona el sueo del socialismo democrtico. Masas de mise-rables lucharon y dieron sus vidas por construir una sociedadigualitaria que nunca se hizo realidad.El relanzamiento del libe-ralismo en los aos ochenta y noventa del siglo XX hunde susraces en el fracaso de la utopa socialista, pero las polticas ne-oliberales, en su ciego empuje mercantilizador, amenazan conderribar los pilares instituidos del Estado social keynesiano, sur-gido de la derrota de los fascismos. Liberalizacin, el trmino ta-lismn que el gobierno espaol promocion con la ayuda de losberlusconi de turno en la cumbre de Barcelona, significa sobretodo un ataque contra las viejas formas de garanta social, in-cluido el derecho de los trabajadores a la jubilacin.

    Frente a la fracasada utopa liberal, y frente a la irrealizadautopa socialista, el Estado social surgi tras el bao de sangrede la Comuna de Pars para crear un espacio de negociacinentre las dos grandes clases sociales en pugna:los propietariosy los proletarios. Los primeros hicieron de la propiedad privadaun derecho sacralizado por la legislacin.Los segundos soa-ban con abolir la propiedad privada para instaurar el socialismo,es decir, la colectivizacin de los recursos de la tierra en benefi-cio de todos. El Estado social, en tanto que expresin de los in-tereses colectivos, no aboli la propiedad privada, pero cre unanueva forma de propiedad, la propiedad social.La propiedad so-cial es la propiedad de todos avalada por el Estado de derechoy, por tanto, es la nica propiedad de la que efectivamente gozanlos no propietarios, la gente sin condicin.Mediante la propie-dad social los pobres pudieron acceder a la riqueza de un patri-monio comn.Se institua de este modo en el puesto de mandoel principio de la solidaridad que alcanzaba su plena expresinmediante el desarrollo de las instituciones pblicas, y tambin atravs del buen funcionamiento de los servicios pblicos. Fueas como las instituciones pblicas de enseanza, la sanidad p-blica, las bibliotecas, los museos, las industrias y las obras p-blicas, las viviendas sociales, en suma, las polticas de protec-cin social gozaron de una gran legitimidad democrtica.Frentea la lgica del beneficio privado el Estado social pona lmites ala lgica mercantil, y mediante la propiedad social garantizabaun espacio de integracin para todos, y especialmente paraaquellos que por carecer de propiedades corran el riesgo dequedar descolgados del grueso de la sociedad.

  • 17Estado Social versus Neoliberalismo

    A partir de la denominada dcada neoliberal los embatescontra la propiedad social, contra las polticas e institucionesprotectoras articuladas en torno a la seguridad social, no hancesado de incrementarse.Para legitimar este expolio organizadoera preciso descalificar las instituciones pblicas, la funcin p-blica, la fiscalidad sobre las grandes fortunas, los servicios p-blicos, denunciar sus inercias, burocracias y rigideces, a la vezque proliferaron los cnticos laudatorios a la iniciativa privada, alespritu de empresa y a la cultura empresarial. Fue as como enesta economa sin sociedad el suelo y el subsuelo pblicos pa-saron a manos de especuladores privados, fue as como em-presas pblicas o semipblicas fueron entregadas por los go-biernos de turno a los viejos amigos del colegio, fue as comolos contratos discrecionales y la corrupcin pasaron a adquiriruna especie de carta de naturaleza en nuestros sistemas polti-cos, a la vez que viejas formas ya olvidadas de capitalismo sal-vaje irrumpan en la escena social.

    El tri u n fo del mercado y de la lgica libera l i z a d o ra conducea la barbari e, conduce a las vacas locas y a Gescart e ra, imponeel s l vese el que pueda que se incrementa a un ritmo directa-mente proporcional al deterioro del Estado social.La bipolari-zacin de la sociedad entre ricos y pobres adquiere entoncesun ritmo galopante, y en la medida en que se debilita o des-aparece el colchn amortiguador de la propiedad social la so-ciedad pierde su ve rt e b ra c i n .Crece el imaginario del miedo,el imaginario de la inseguridad, las vctimas son conve rtidas ene n e m i g o s, y se debilita la fuerza de cohesin de las clases me-dias para dar paso a sujetos en flotacin que, como los super-vivientes de un naufra g i o, tratan de mantenerse a flote perdidosen el mar.

    La privatizacin es un robo pues transfiere a los ricos la pro-piedad de los pobres, y por tanto priva a la sociedad de su prin-cipal base de integracin.Ante este asalto programado a las ins-tituciones pblicas que pasa tambin por su patrimonializacinpartidista, lo que no deja ser otra versin perversa de la privati-zacin, nicamente cabe asociarse y resistir, pues lo que esten juego es la pervivencia misma de la ciudadana social.

    J. M.Keynes ha sealado en sus Ensayos sobre intervenciny liberalismo que una de las falacias de los apstoles del libera-lismo consiste en definir una forma liberal de progreso que im-pide en la prctica otras formas alternativas de perfecciona-

  • 18 Fernando lvarez-Ura

    miento social de tal modo que las polticas liberales se convier-ten en una profeca anunciada que sirve de confirmacin alcredo liberal.Las polticas liberalizadoras reposan en el dogmade que los intereses individuales de quienes triunfan en la lgicadel mercado deben de ser preferidos a los intereses del conjuntode la sociedad protegidos en el marco del Estado social.El ne-oliberalismo es un fundamentalismo que se ignora.En el otropolo se sitan los movimientos antiglobalizacin que, cada vezms, van cobrando cuerpo y coherencia.No deja de ser una iro-na que a la fuerza de la razn que ampara a estos movimientoslos gobiernos de los pases ricos, lejos de ser sensibles a susdemandas, nicamente hayan respondido apelando, como si dedelincuentes se tratara, a las fuerzas del orden.Los lderes mun-diales, protegidos en fortalezas sitiadas como cmaras acoraza-das, parecen incapaces de darse cuenta de que si la gente salea la calle y se pone a gritar reclamando cotas ms altas de jus-ticia e igualdad es, en ltimo trmino, porque unos gobernantesdemocrticamente elegidos y elegantemente vestidos no slono les escuchan sino que nos estn intentado privatizar con pre-meditacin y alevosa una casa comn en la que todos tenemosderecho a habitar.

    Planificacin y libertad

    La lgica neoliberal del coge el dinero y corre vaca de sus-tancia a la sociedad y genera un mundo sumido en las tensio-nes sociales y en la perplejidad.Las acciones terroristas de fa-nticos descerebrados que actan en nombre de una presuntadefensa de la identidad amenazada por la globalizacin (identi-dad religiosa, nacional, tnica y otras) son la otra cara del cl-culo mercantil y de la ingeniera financiera de los nuevos amosdel universo que contribuyen con su irresponsable afn de lucrola pobreza de las naciones. Cuando el futuro se presenta comouna gran amenaza, cuando la violencia material y simblica ate-naza a las sociedades, es preciso una vez ms retornar al pri-mado de la poltica democrtica.Para ello conviene aprender deaciertos y errores pasados. Es preciso no olvidar la historia.

    Fue en Gran Bretaa donde se desarroll despus de la se-gunda guerra mundial el Estado Social promovido por los socia-

  • 19Estado Social versus Neoliberalismo

    listas de ctedra alemanes tras la Comuna de Pars. W. H.Beveridge en suInforme unificaba todos los seguros contra losriesgos sociales bajo el manto protector de la Seguridad Social.Por su parte Keynes, al proponer el desarrollo de las polticas or-questadas desde el Estado defenda la complementariedadentre el crecimiento econmico y las prestaciones sociales. Lariqueza creada deba de reducir cada vez ms las distanciasentre ricos y pobres con el fin de articular una sociedad inte-grada en la que la democracia se haga efectiva.Ambos tuvieronuna clara influencia en las medidas britnicas y en el sistema es-tatal de bienestar puesto en marcha por el Gobierno Laborista apartir de 1945 que inclua un Servicio Nacional de Salud, sis-tema que fue desarrollado, en mayor o menor medida, por lospases occidentales europeos. Este Estado Social fue un Estadoredistribuidor que se sirvi de la fiscalidad para exigir impuestosde los grupos sociales ms ricos y crear as servicios e institu-ciones de propiedad social:centros de enseanza, centros desalud, bibliotecas, viviendas de proteccin social, obras pbli-cas, museos, pensiones de invalidez y de vejez, centros depor-tivos, polticas de asistencia social...El Estado Social pretendasuperar las contradicciones del Estado liberal que haba creadobolsas enormes de pobreza y desarraigo, y lograr un amplioconsenso social, una nueva legitimidad poltica.

    En una pri m e ra aproximacin se puede decir que el EstadoSocial keynesiano es un estado multifuncional que potencia y re-gula la economa (incluida la pri vada), redistri bu ye bienes, serv i-cios y recursos (a travs de un nu evo sistema de fiscalidad), y po-tencia el gasto pbl i c o.Todo ello conduce a una ampliacin de lasfunciones y del poder del Estado, a un incremento de la propie-dad social, en tanto que propiedad de todos, y especialmente dequienes no poseen propiedades, conduce, en fin, a un creci-miento del sector pbl i c o. El Estado social logra un cierto con-senso social pues Estado, patronal y sindicatos participan acti-vamente en las funciones de gobiern o, a la vez que la claseo b r e ra acepta no cuestionar de fo rma radical las relaciones deproduccin la propiedad pri vada a cambio de un sistema der e d i s t ri bucin de la riqueza y de un sistema activo de negociacinsocial (enseanza pblica gratuita, servicios sanitarios gra t u i t o s,m e d i c a m e n t o s, vacaciones pagadas, reduccin de la jornada la-b o ral, garantas en el empleo, salario mnimo, etc.) El Estado so-

  • 20 Fernando lvarez-Ura

    cial keynesiano nace de la derrota de los fa s c i s m o s, nace tam-bin del fracaso del liberalismo para resolver la cuestin social.

    Durante los aos ochenta y noventa del siglo XX el desarrollode las polticas neoliberales han supuesto un duro golpe paraunos derechos sociales y polticos tan costosamente consegui-dos, pues fueron precisas dos guerras mundiales para que la in-vencin del Estado social keynesiano llegase a materializarse.

    Nos encontramos en la actualidad en una situacin de per-plejidad que es en parte semejante a la que surgi tras la se-gunda guerra mundial cuando se implant el Estado social.Remontmonos a la Inglaterra de la postguerra.El peridicoTribune, por ejemplo, anunciaba en su nmero del 29 de marzode 1946 un debate pblico sobre planificacin y libertad que ten-dra lugar en Conway Hall, en Londres, y en el que participaracomo principal invitado el clebre escritor y activo militante so-cialista George Orwell.Orwell era entonces uno de los escrito-res de izquierdas ms conocido pues, adems de sus crnicasde guerra y de una infatigable actividad periodstica, haba pu-blicado ya su libro de mayor xito, Animal Farm. En este libro,traducido al espaol con el expresivo ttulo de Rebelin en lagranja, arremeta con fina irona contra el estalinismo y la buro-cracia sovitica.No sabemos exactamente lo que Orwell defen-di en aquel meeting, pero si sabemos cuales eran sus preocu-paciones en la poca pues en el Manchester Evening Newsvena publicando una serie de artculos sobre la revuelta inte -lectual en los que abordaba el vivo debate sobre la planificacinestatal que entonces divida a los intelectuales. En estos ltimosaos, escriba Orwell en el artculo que abra la serie, se hapuesto de manifiesto, cada vez de manera ms clara, que elviejo estilo, el capitalismo de laissez-faire, se ha agotado. (...)Indudablemente, en todas partes los vientos apuntan hacia laseconomas planificadas, lejos de una sociedad individualista enla que los derechos de propiedad son absolutos y el principal in -centivo de la vida es hacer dinero.Pero el magnetismo que ejer-can sobre las masas en aquel tiempo conceptos tales comocentralizacin y economa planificada no era compartido portodos. Pensadores tales como Gide, Malraux, Maritain, Koestlery Bertrand Russell, entre otros, haban planteado abiertamentesus crticas al comunismo sovitico, y se mostraban bastante es-cpticos sobre las posibilidades del progreso tecnolgico. De

  • 21Estado Social versus Neoliberalismo

    hecho Orwell agrupaba a los intelectuales en cuatro tendencias:los pesimistas o conservadores, contrarios a una sociedad pla-nificada que no puede conducir ni a la felicidad ni al verdaderoprogreso;los socialistas de izquierdas que aceptan el principiode la planificacin y tratan de combinarlo con la libertad indivi-dual;los reformadores cristianos que intentan hacer compatibleel cambio social revolucionario con la adhesin a las doctrinascristianas;y, en fin, los pacifistas que se oponen al Estado cen-tralizado y al ejercicio del gobierno mediante la coercin.Mientras que pesimistas y pacifistas apostaban predominante-mente por la libertad, socialistas y reformadores cristianos sedecantaban ms por la planificacin.Entre los libros en los quese opta por la libertad, frente a la planificacin, Orwell incluyeFreedom and Organisation de Bertrand Russell, pero tambinThe Road of Serfdom del profesor Hayek, as como Contempt ofFreedom de Michael Polanyi.El liberalismo de Hayek estaba en-tonces en posicin minoritaria pues como seal Orwell en laactualidad el principio de la propiedad pblica es aceptado porprcticamente todo el mundo, incluidos muchos de los que sellaman a s mismos conservadores. Se muestra un principioaceptable pues parece apropiado a la estructura de un pas in -dustrial, y porque ofrece a la mayora de la gente las ventajasque un capitalismo sin freno les ha negado. En la actualidad elmundo en su conjunto camina hacia una sociedad fuertementeplanificada en la que la libertad personal ha sido abolida, y enla que la igualdad social no se ha realizado. Esto es lo que lasmasas quieren pues para ellas la seguridad es ms importanteque ninguna otra cosa.

    Entre los grandes adalides de una planificacin no burocr-tica, y acorde con los ideales democrticos, se encontraban dosintelectuales hngaros, el socilogo Karl Mannheim y el econo-mista Karl Polanyi, hermano de Michael Polanyi.Ambos sinteti-zaban a la vez una posicin prxima al socialismo pero compa-tible con el cristianismo social.En realidad al final de la SegundaGuerra Mundial se produjo un inusitado florecimiento intelectual,fue un momento emblemtico que marc una poca pues entorno a 1944 se publicaron tres libros que resumen bien los tr-minos en los que estaba planteado el debate entre planificaciny libertad:Camino de servidumbre de F. A.Hayek, La gran trans -formacin de Karl Polanyi y, por ltimo, la fbula antiestalinistaRebelin en la granja, escrita por George Orwell.Hayek asume

  • 22 Fernando lvarez-Ura

    la posicin radicalmente liberal, Polanyi la posicin socialista ydemocrtica compatible con el reformismo cristiano, en fin,Orwell representa al socialismo libertario y la defensa de la de-mocracia directa.De hecho Orwell, en la resea que realiz paraThe Obser ver del libro de Hayek, Camino de servidumbre, ex-pres su posicin con claridad:el capitalismo conduce a lascolas de racionamiento, a la lucha por los mercados y a la gue -rra.El colectivismo conduce a los campos de concentracin, a laadoracin del lder, y a la guerra.No hay salida a no ser que unaeconoma planificada pueda de algn modo estar combinadacon la libertad intelectual, algo que nicamente ocurrir si la di -ferenciacin entre la verdad y el error vuelve a articular la vidapoltica.

    En la actualidad vivimos en una poca en la que la pujanzade los intereses privados, la denominada mundializacin, y eldesarrollo del mercado especulativo libre de trabas, sealan undeclive de las sociedades planificadas. El espritu de nuestrapoca dista de valorar las instituciones pblicas de propiedadsocial que en los pases industriales est siendo desmanteladasmediante sucesivas privatizaciones. La planificacin econmicapor los Estados democrticos ha cedido terreno ante el gran em-puje de las exigencias planteadas por las multinacionales a losgobiernos, de modo que los mercados globalizados imponen laley de la flexibilidad, la eliminacin de disposiciones legales quesirvan para disciplinar el mercado, y la supresin de otras barre -ras protectoras. Algunos ven en el desarrollo de la denominadanueva economa el triunfo de la libertad y de la sociedad civil,mientras que otros, menos optimistas, temen el retorno de lajaula de hierro que Max Weber anunci con temor y temblor yque, efectivamente, se materializ en los aos treinta en los sis-temas totalitarios.

    Desde los aos ochenta del siglo XX, desde el triunfo enInglaterra y en los Estados Unidos de los gobiernos neoconser-vadores que pusieron en marcha polticas neoliberales, se vieneproduciendo una marejada mercantilizadora que tendencial-mente supone un fuerte ataque al Estado social, a la propiedadsocial y a la planificacin democrtica, es decir, a las polticaspblicas tendentes a promover la igualdad social.La Rusia so-vitica, que dise los famosos planes quinquenales, se ha des-plomado y los ataques contra las polticas del Welfare han ad-quirido en nuestras sociedades capitalistas, durante las dos

  • 23Estado Social versus Neoliberalismo

    ltimas dcadas, tanto en la teora como en la prctica, una es-pecial virulencia.El triunfo tendencial del mercado autorreguladoreclama como tributo el retorno de la ciega confianza en la manoinvisible.

    En aquellos aos de irresistible ascensin y derrota de losfascismos, en torno a una institucin de enseanza e investiga-cin, la London School of Economics and Political Science, todoun grupo de cientficos sociales vivieron y asumieron la necesi-dad de elaborar anlisis crticos que respondiesen a las urgen-cias del presente. Se viva en esa poca un tiempo de perpleji-dad e incertidumbre que en cierto modo se asemeja al nuestro.La mayor parte de la poblacin tena la sensacin de navegarsin rumbo en un barco a la deriva.En la actualidad disponemos,sin embargo, de la rica informacin que nos proporcionaron losvivos debates que tuvieron lugar en esos aos en torno a la li-bertad y a la planificacin.Esos debates, que introducen la pers-pectiva en el anlisis de nuestra actualidad, no slo nos ayudana comprender el presente, resultan tambin vitales para poderencarar con mayor conocimiento de causa el futuro. En realidadel propio Orwell, tras la derrota de los fascismos, vea imparableel empuje del Estado social, pero a la vez haba intuido que dealgn modo, tarde o temprano, se planteara el conflicto en elque nosotros estamos hoy sumidos:Se producir un cambiode direccin cuando la centralizacin y la burocracia entren enconflicto con los intereses de los grandes grupos econmicos?,se preguntaba.En la actualidad conocemos la respuesta a lapregunta que Orwell se formul.El empuje neoliberal ni siquieraparece haber sido contrarrestado por los gobiernos socialdem-cratas que se mueven temerosos y a la defensiva.Se precisanapuestas imaginativas que protejan el tejido social y promuevanuna sociedad de iguales, y esas apuestas solo pueden surgir dela iniciativa ciudadana, de los partidos polticos progresistas y delos movimientos sociales. Es preciso supeditar el mercado auto-rregulado a los imperativos democrticos del Estado social quelos organismos internacionales deben impulsar a escala mun-dial.Para ello an estamos a tiempo de reflexionar y de actuarcon el fin de evitar que la situacin se degrade pues, de otromodo, el cambio de direccin podra llegar a poner de nuevo elmundo al borde de la catstrofe.