espiritualidad agustiniana

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TEMA 9: EL LLAMADO AL ESTUDIO Y A LA PRÁCTICA DE LA INTERIORIDAD COMO MODO DE ATENCIÓN PASTORAL PARA LOS QUE HOY BUSCAN A DIOS (LA RESUESTA AGUSTINIANA AL DESAFÍO DE LA CONFRONTACIÓN ENTRE FE Y CULTURA. LUMEN FIDEI). Proemio El tema de la vida de interioridad y de estudios como atención pastoral a los que hoy buscan a Dios, tiene el problema de presentar dos realidades que parecen contrarias o distintas: Interioridad y Estudio. Si aumentamos las diferencias caemos en el fideísmo y el racionalismo. Dos formas fragmentadas de ver el mundo. La vida religiosa tiene la misión de re-ligare, unir el hombre con Dios. En esta misión se enmarca nuestro trabajo. La fe y la razón, la interioridad y el estudios, es nuestro modo de escrutar el mundo, son parte de nuestro espíritu. La vocación – llamado – al estudio y a la práctica de la interioridad, forman parte fundante de nuestro espíritu religioso. En nuestra tradición son una ayuda eficaz para interpretar nuestro mundo, dialogar con la cultura y poder dar respuesta a las inquietudes y deseos del hombre de Hoy. Para comprender esta realidad, que más que un llamado particular es una segunda natura de nuestro espíritu agustiniano (la vida de interioridad y el estudio) analizaremos la situación actual de división interna del ser humano, para descubrir, en la segunda parte, el verdadero ser del hombre. El llamado a la unidad. En la tercera parte, descubriremos como Agustín, apoyado con la certeza de la razón y la luz de la fe, logra cristianizar toda una cultura, dando una respuesta a los hombres de su tiempo.

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TEMA 9: EL LLAMADO AL ESTUDIO Y A LA PRÁCTICA DE LA INTERIORIDAD COMO MODO DE ATENCIÓN PASTORAL PARA LOS QUE HOY BUSCAN A DIOS (LA RESUESTA AGUSTINIANA AL DESAFÍO DE LA CONFRONTACIÓN ENTRE FE Y CULTURA. LUMEN FIDEI).

Proemio

El tema de la vida de interioridad y de estudios como atención pastoral a los que hoy buscan a Dios, tiene el problema de presentar dos realidades que parecen contrarias o distintas: Interioridad y Estudio. Si aumentamos las diferencias caemos en el fideísmo y el racionalismo. Dos formas fragmentadas de ver el mundo.

La vida religiosa tiene la misión de re-ligare, unir el hombre con Dios. En esta misión se enmarca nuestro trabajo. La fe y la razón, la interioridad y el estudios, es nuestro modo de escrutar el mundo, son parte de nuestro espíritu.

La vocación – llamado – al estudio y a la práctica de la interioridad, forman parte fundante de nuestro espíritu religioso. En nuestra tradición son una ayuda eficaz para interpretar nuestro mundo, dialogar con la cultura y poder dar respuesta a las inquietudes y deseos del hombre de Hoy.

Para comprender esta realidad, que más que un llamado particular es una segunda natura de nuestro espíritu agustiniano (la vida de interioridad y el estudio) analizaremos la situación actual de división interna del ser humano, para descubrir, en la segunda parte, el verdadero ser del hombre. El llamado a la unidad.

En la tercera parte, descubriremos como Agustín, apoyado con la certeza de la razón y la luz de la fe, logra cristianizar toda una cultura, dando una respuesta a los hombres de su tiempo.

Una respuesta que solo se puede dar, revestido de la armadura de la fe y las armas de la razón. En la cuarta parte veremos como la fe y la razón nos ayudan a discernir los signos de los tiempos, para dar razón de nuestra fe y en la quinta parte, veremos cómo nuestras constituciones, nos excitan a dar respuesta a los problemas y angustias que inquietan a los hombres, por medio de la interioridad y de los estudios.

La realidad actual: un hombre dividido

Ya en el año 1965, los padres conciliares reconocían “una nueva época de la historia humana”1. Esta nueva época de la historia humana hoy se presenta llena de desafíos y a la vez de impotencia. Desafío, por todo aquello que falta por construir; e impotencia por aquello que vemos caer y creíamos seguro. Esta inseguridad nos ha llevado a una pérdida de sentido2. Esta crisis de sentido, unida a relaciones líquidas3, a una cultura

1 Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes (7 Diciembre 1965), Constitución Pastoral Sobre La Iglesia En El Mundo Contemporáneo, en AAS 58 (1966), 1025–1120. I, 14.

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hedonista e individualista y a un sentimiento de inseguridad provocado por tantos conflictos bélicos de carácter religioso y geopolítico nos llena de desesperanza.

Después de las dos grandes guerras, creíamos haber logrado un tiempo de paz, de bienestar, de derechos, de igualdades. Éstas realidades que son una victoria para la humanidad se mezclan con nuestra desesperanza, aumentando nuestra división interna.

Esta división, hierre nuestra unidad, o mejor dicho, nos muestra nuestra debilidad, nuestra humanidad. Por eso el hombre de hoy, desprotegido, defiende “demasiado sus espacios de privacidad y disfrute”4. Se inmuniza ante el mundo hostil, al cual sólo se puede responder con impotencia.

Si esta es la condición del hombre ¿dónde está el Dios de la esperanza (Rom 15, 13)? El Papa Francisco en su encíclica Lumen Fidei nos recuerda:

“Nuestra cultura ha perdido la percepción de esta presencia concreta de Dios, de su acción en el mundo. Pensamos que Dios sólo se encuentra más allá, en otro nivel de realidad, separado de nuestras relaciones concretas. Pero si así fuese, si Dios fuese incapaz de intervenir en el mundo, su amor no sería verdaderamente poderoso, verdaderamente real, y no sería entonces ni siquiera verdadero amor, capaz de cumplir esa felicidad que promete”5.

Por ello - afirma Francisco - creer o no creer en él sería totalmente indiferente. Como Cristianos sabemos que sin Dios nada podemos hacer (Jn 15, 5) y como Agustinos que nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti6. Esta certeza de fe, es nuestro primer paso para poder entrar en materia. No podemos iniciar un camino de conversión sin este sentido sobrenatural. Es la única guía que nos ayuda a ver el camino, conocer la verdad y desear la vida (Jn 14, 6). Así este llamado al estudio y la práctica de la interioridad son nuestras dos armas que nos ayuda a discernir los signos de los tiempos, para encontrar a ese Dios escondido (Is 45, 15) y ese hombre que se esconde de su presencia (Gn 3, 8).

El Hombre es "totalidad unificada"

El hombre es una totalidad unificada7, esta sentencia empleada por Juan Pablo II es retomar una historia interrumpida por siglos de división entre alma y cuerpo. Entre materia y espíritu; fideísmo y racionalismo, etc.

2 Consejo Episcopal Latinoamericano, CELAM, Documento Conclusivo, Aparecida, Bogotá, Colombia: Consejo Episcopal Latinoamericano, 2007. 2, 1, §37, 55. 3 Zygmunt Bauman, Amor liquido - acerca de la fragilidad de los vínculos humanos, Madrid, Fondo Cultura Económica, 2006. 4 Aparecida. 8, 3, §397, 2075 Francisco, Lumen Fidei (29 Junio 2013), Sobre La Fe, en AAS 105 (2013), 540–640. N° 17. 6 Aurelio Agustín, Confessionum, 1, 1, 1. 7 Juan Pablo II, Familiaris Consortio (22 Novimbre 1981), Sobre La Misión de La Familia Cristiana en el Mundo Actual, en AAS 74 (1982), 81–199 . N° 11.

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Es celebre el intercambio literario entre el epicureo Pierre Gassendi (1592 – 1655) el cual bromeando, se dirigió a Descartes (1596 – 1650) con el saludo: “¡Oh Alma!”. Y Descartes replicó: “¡Oh Carne!”8 , esta separación que puede resultar cómica, implica ver el mundo bajo un sesgo, una óptica, una pre-comprensión, la cual siempre se funda bajo dos premisas: la certeza de la pre-comprensión y el repudio de todo lo que sea diverso.

Salvaguardar esta identidad del hombre9 corpore et anima unus10, significa reconocer la singularidad de la persona humana (su originalidad) y que por medio del cuerpo podemos alcanzar a la persona misma en su realidad concreta. Esto se enmarca en el plan salvífico de Dios: “el hombre está llamado al amor en esta su totalidad unificada. El amor abarca también el cuerpo humano y el cuerpo se hace partícipe del amor espiritual”11.

Solo conociendo esta realidad podemos comprender al hombre, su cultura y la esperanza que Dios le tiene preparada. Es a través de esta totalidad unificada que el hombre vive, conoce, ama, espera. Saber integrar en la vida la dimensión corporal y espiritual no es solo un proceso de autoayuda o de formación permanente. Es valorar mi vida como don amoroso de Dios (Os 11, 1 – 11).

La búsqueda Agustiniana de unidad entre razón y fe12

El problema de la relación entre razón y fe acompañó Agustín durante toda su vida. Desde su infancia Agustín bebe de la fe de su madre. En el hogar conoce la verdad de Jesucristo, pero su deseo de verdad lo llega por diferentes rumbos, hasta encontrar en el maniqueísmo una primera respuesta a su sed de verdad. Pero en esta ruta dice Agustín: “se despreciaba la fe y se prometía con temeraria arrogancia la ciencia y luego se obligaba a creer una infinidad de fábulas absurdísimas que no podían demostrar”13. Después de la conversión en De utilitate credendi. Agustín intuye que la mente humana, no puede ignorar la verdad; ignora, en cambio, el modo de buscarla. La búsqueda debía comenzar por la autoridad. La autoridad divina.

En la búsqueda de la primacía entre fe y razón, Agustín rescata el lugar insustituible que ocupa la fe en la vida humana. Concluyendo que existen dos vías que llevan al hombre a conocer la verdad: la razón que genera la ciencia, y la autoridad a la cual se adhiere por la fe. San Agustín afirma “Dos caminos hay que nos llevan al conocimiento: la autoridad y la razón. La autoridad precede en el orden del tiempo, pero en realidad tiene preferencia la razón”14. Esta distinción permite Agustín 8 Descartes René, Euvre, vol. 12 (Paris: V. Cousin, 1824), 95; Benedicto XVI, Caritas in Veritatis (29 Junio 2009), carta encíclica sobre el desarrollo humano integral en la caridad y en la verdad, en AAS 101 (2009), 642–709. I, 5.9 Congregación para la doctrina de la fe, Donum Vitae (22 Febrero 1987), Instrucción Sobre El Respeto de La Vida Humana Naciente Y La Dignidad de La Procreación, en AAS 88 (1988), 70–102. Introducción, 3. 10 Concilio Vaticano II, GS. II, 54. 11 Juan Pablo II, F.C. n° 11. 12 Agostino Trapè and F. Monteverde, Opere di sant’Agostino. Introduzione generale (Roma: Città Nuova, 2005). Tomo I, 1. Cf. http://www.augustinus.it/pensiero/filosofo/13 Aurelio Agustín, Confessionum. VI, 5, 7 – 8. 14 Aurelio Agustín, De Ordine, II, 9, 26.

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caminar por el filo de un cuchillo entre el fidelísimo y el racionalismo, uniendo sin confundir los aportes de la razón, y de que no pierde su primado en orden al conocimiento de la verdad, y de la fe que aún primado no absoluto, sino, temporal. Para Agustín -y esto es importante comprender a la hora de querer iluminar nuestra cultura- no es importante sólo creer, sino comprender por qué se cree, “En efecto, ¿qué desea el alma más fuertemente que la verdad?”15. Éste es el trasfondo intelectual del pensamiento agustiniano.

“Pues a nadie es dudoso que una doble fuerza nos impulsa al aprendizaje: la autoridad y la razón. Y para mí es cosa ya cierta que no debo apartarme de la autoridad de Cristo, pues no hallo otra más firme. En los temas que exigen arduos razonamientos-pues tal es mi condición que impacientemente estoy deseando de conocer la verdad, no sólo por fe, sino por comprensión de la inteligencia-confío entre tanto hallar entre los platónicos la doctrina más conforme con nuestra revelación”16.

Este método queda grabado con su célebre frase: “entiende para creer, cree para entender”17. El primero indica la utilidad de la fe, el segundo la necesidad de la razón.

La fe, luz interior, es útil por ser: medicina, que sana los ojos del espíritu para que pueda mirar la verdad eterna18; fuerza, que defiende y asegura a todos, en especial los débiles, de una multitud de errores19; nido, donde crecen las plumas para volar con fuerzas propias y el camino seguro para conocer la eterna verdad, la verdadera caridad y la amada eternidad20.

La fe no se comprende si la razón. Nadie puede creer sin pensar primero, “es preciso que todo lo que se cree se crea después de haberlo pensado”21. De lo que se concluye que “el mismo acto de fe no sea otra cosa que el pensar con el asentimiento de la voluntad”22.

La razón, voz exterior, es una compañera que muestra en quién se debe creer23. Esta compañera (razón verdadera) nos ayuda a discernir la verdad de las fabulas (razón crítica), pero también puede equivocarse o dar por verdadero aquello que es solo una fábula (razón errada). Este dinamismo de la razón, se da por su método: la certeza.

15 Aurelio Agustín, In Evangelium Ioannis Tractatus, Tra. 26, 5. 16 Aurelio Agustín, Contra Academicos, III, XX, 43. 17 Aurelio Agustín, Sermo 43, 9. 18 Aurelio Agustín, Confessionum. VI, 4, 6. 19 Aurelio Agustín, Epistola 118, a Discoro, 32. 20 Aurelio Agustín, Confessionum. VII, 10, 16. 21 “Pues ¿quién no ve que primero es pensar que creer? Nadie, en efecto, cree si antes no piensa que se debe creer. Y aunque a veces el pensamiento precede de una manera tan instantánea y vertiginosa a la voluntad de creer, y ésta le sigue tan rápidamente que parece que ambas cosas son simultáneas, no obstante, es preciso que todo lo que se cree se crea después de haberlo pensado. Y eso aunque el mismo acto de fe no sea otra cosa que el pensar con el asentimiento de la voluntad. Porque no todo el que piensa cree, como quiera que muchos piensan y, sin embargo, no creen. Pero todo el que cree, piensa; piensa creyendo y cree pensando”. Cf. Aurelio Agustin, De Praedestinatione Sanctorum Ad Prosperum et Ilarium, II, 5. 22 Agustín, De Praedestinatione Sanctorum. II, 5. 23 Aurelio Agustín, De Vera Religione, XXIV, 45.

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Por ello en la vida de fe, habrán cosas superiores a la razón, no solo, por su entrañable misterio, sino porque “si esperamos lo que no vemos, lo esperamos con constancia” (Rom 8, 25). Esta dinámica entre fe y razón nos hacen creer – por la fe – lo que es verdadero – principio de autoridad – aunque todavía no se vea – por la razón – así la fe, con sus ojos, ve – certeza de la fe – que es verdadera aquello que todavía no ve – y por ello “ve con certidumbre que todavía no ve lo que cree”24.

La razón tiene a su vez una jerarquía en orden al conocimiento de la verdad, que se orienta en vista de la fe. Es mejor quién comprende lo que cree o quién solo desea comprender, a quién “ni siquiera desea entender y opina que basta creer las cosas que debemos entender, no sabe aún para qué sirve la fe, ya que la fe piadosa no quiere estar sin la esperanza y sin la caridad. El creyente debe creer lo que todavía no ve, pero esperando y amando la futura visión”25.

Por eso sí es razonable en el plano del método, que la fe preceda a la razón, es necesario, que sobre el plano de la credibilidad que la razón preceda la fe o si no esta sería una fe vana.

“Estén siempre dispuestos a defenderse delante de cualquiera que les pida razón de la esperanza que ustedes tienen” (1 Pe 3, 15).

¿Cómo anunciar la belleza del Evangelio?

Conociendo al hombre (Verbo de Dios)26 se conoce a Dios (Maestro interior) y solo conociendo a Dios (el sumo bien) se conoce al hombre27 (totalidad unificada). Este binomio que es uno de los más importante en la teología agustiniana, sintetiza la importancia que tiene el conocer al hombre y el mundo del hombre – su cultura – para desde la fe, que escrutar el misterio de Dios, dar respuesta al hombre de hoy.

Solo siendo verdaderos conocedores del rostro amable de Cristo y entablando una amistad profunda con ÉL podemos comprender mejor nuestra cultura, irradiando a los cuatro vientos una esperanza que no defrauda (Rom 5, 5) porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado.

Dios interviene, realmente en el mundo, no solo por medio de actos maravillosos, sino por la acción de sus hijos (Mt 28, 16 – 20) en nuestra realidad concreta. Esta acción necesita de la fe, pero es la razón la que critica, previene y astutamente ilumina el camino hacia Dios. Benedicto XVI, recuerda la importancia de la unión entre fe y razón, cuando afirma: “La fe permite a la razón desempeñar del mejor modo su cometido y ver más claramente lo que le es propio”28.

24 Aurelio Agustín, In Evangelium Ioannis Tractatus, XXIV, 45. 25 Aurelio Agustín, In Evangelium Ioannis Tractatus, XXIV, 45. 26 Aurelio Agustín, Sermo 92, de Eisdem Verbis Evangelii Mt 22, 42-46, 3. 27 Aurelio Agustín, Confessionum, X, 1, 1. 28 Benedicto XVI, Deus Caritas Est (25 Diciembre 2005), Carta Encíclica Sobre El Amor Cristiano, en AAS 98 (2006), 217–252. 28, a.

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Podemos enumerar cuatro categorías donde la razón se presenta amiga de la fe en el mundo de hoy.

La razón es abierta a la trascendencia, a la búsqueda de la verdad, proporcionando desde la visión cristiana una base de diálogo con las otras creencias, junto con una crítica razonable a la religión para que esta no degrade en superstición o solo fideísmo.

La razón al ser universal, posibilita el diálogo con las ciencias, desafiando y estimulando sus avances en bien del crecimiento de la persona humana, pero a la vez siendo obediente a la verdad. Benedicto XVI sugiere un camino a la ciencia moderna para realizar este trabajo “La razón científica moderna ha de aceptar simplemente la estructura racional de la materia y la correspondencia entre nuestro espíritu y las estructuras racionales que actúan en la naturaleza como un dato de hecho, en el cual se basa su método”29.

La apertura universal de la razón afecta también a los teólogos y a los filósofos , que no pueden aislarse y prescindir de las otras ciencias. La filosofía –de modo particular la metafísica– utiliza conocimientos de las demás disciplinas y examina sus presupuestos, tratando de aclararlos y justificarlos. Es un saber adecuado a las cuestiones de principios, pero de ningún modo hace superfluas las demás ciencias30.

La razón con su astucia, nos debe ayudar a examinar todas las corrientes de pensamiento para poder discernir, no solo los signos de los tiempos, sino las “semilla del Logos”31 que se encuentran esparcidas en ellas y desde aquí dar respuesta a las grandes preguntas y esperanzas del hombre de hoy. Este interés amoroso, junto con un sólido conocimiento de la fe, son el primer paso para un diálogo fructífero con las culturas.

Este aprecio por las culturas32 implica – como lo han recordado las conferencias generales del Episcopado Latinoamericano y del Caribe – un compromiso socio-político del cristiano. Este compromiso implica: Apoyar la participación de la sociedad civil para la reorientación democrática; Formar en la ética cristiana que pone como desafío el logro del bien común, la creación de oportunidades para todos, la lucha contra la corrupción, la vigencia de los derechos laborales y sindicales y consiguiente rehabilitación ética de la política; Trabajar por el bien común global es promover una justa regulación de la economía, finanzas y comercio mundial33, etc.

29 Benedicto XVI, Discurso En La Universidad de Ratisbona, “L’Osservatore Romano, Ed. En Lengua Española,” (12 Setiembre 2006), Septiembre 22, 2006, Editrice Vaticana.30 Luís Clavell, “Razón de Nuestra Esperanza,” accessed November 15, 2014, http://opusdei.es/es-es/article/razon-de-nuestra-esperanza/.31 San Justino, Apología I, 46,2-3. 32 Aparecida, 10, 1, §48033 Aparecida, 8, 5, §406.

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Nuestras constituciones y la importancia, del estudio y la interioridad como formas de dialogar con el mundo.

Es imposible reconocerse hombre, sin nunca haber amado o como decía Alfred Tennyson “es mejor haber amado y perdido, que nunca haber amado”34; es imposible reconocerse Cristiano, sin la fe en Cristo “hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo” (Ef. 4, 5) y reconocerse Agustino sin la vía de la interioridad “No salgas fuera, retorna a ti mismo, en el hombre interior mora la verdad. Y si encontrares que tu naturaleza es mudable, trasciéndete también a ti mismo... Tiende, por tanto, allí donde se enciende la misma luz de la razón”35.

La Interioridad es para un agustino una búsqueda, es decir, un trabajo constante “¿A, qué buscar, si comprende que es incomprensible lo que busca, sino porque sabe que no ha de ceder en su empeño mientras adelanta en la búsqueda de lo incomprensible, pues cada día se hace mejor el que busca tan gran bien, encontrando lo que busca y buscando lo que encuentra?36. la Interioridad forma parte de la espiritualidad de la Orden.

En esta búsqueda, hacia la felicidad plena y definitiva, se adquiere el conocimiento y el amor de Dios y de él nos hacemos partícipes37. Estos dos binomios conocimiento y amor han de ser nuestra dedicación común, junto con “la oración personal y comunitaria, el estudio y cultivo de la ciencia, la investigación sobre la realidad actual y la misma actividad apostólica son dimensiones necesarias en esta búsqueda, que nos acerca a las preocupaciones de nuestra sociedad. En efecto, nada humano nos es ajeno, sino que nos implica más en el mundo, ámbito del amor de Dios (Jn 3,16) y del encuentro con Él”38.

La interioridad y su búsqueda, junto con el estudios son en nuestra espiritualidad los medios – armas – para poder acercarnos a las preocupaciones de la nuestra sociedad, ya que “La luz del maestro interior ilumina entonces la realidad temporal y se hace posible la auténtica contemplación agustiniana, que descubre en el hombre la imagen de Dios, en la Iglesia al Cristo total, en la historia la esperanza de tornar a la paz de la patria”. Este trabajo contante y paciente será tanto más perfecta cuanto más se adhiera a Dios por el conocimiento y sobre todo por el amor39.

Dentro de nuestras constituciones, el estudio se entiende como parte fundamental de nuestro ser religioso. “El estudio, más que una dedicación temporal que se inscribe en un tiempo específicamente formativo, debe entenderse como una actitud permanente de reflexión sobre la realidad, de duda inteligente que es fuente de verdad, como una

34 Alfred Tennyson Baron Tennyson, The Poetical Works of Alfred Tennyson, Poet Laureate (Harper & Brothers, Publishers, 1870). XXVII, 110. 35 CF. Aurelio Agustín, Confessionum, III, 6, 11; De Vera Religione, 39,72. 36 Aurelio Agustín, De Trinitate, XV, II, 2. 37 Constituciones n° 23.38 Constituciones n° 22.39 Constituciones n° 24.

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voluntad de aprendizaje y capacidad crítica frente al acontecer histórico”40. Configurándose dentro de las razones de ser de nuestro instituto41, ya que el estudio contribuye “a la formación intelectual y al perfeccionamiento de la propia vida humana y religiosa, pues favorece el diálogo comunitario y nos prepara de la forma más adecuada para ejercer con la mayor eficacia el servicio del apostolado que nos encomienda la Iglesia”42

Nuestra vocación supone un verdadero compromiso por cultivar el amor al estudio y la búsqueda constante y fervorosa de la verdad43, en vista de responder a los problemas y angustias que inquietan a los hombres44.

Conocedores de una larga y rica tradición, como Agustinos debemos acoger la llamada de la Iglesia a mantener viva la herencia espiritual y doctrinal de san Agustín45. Por ello el cultivo de los estudios eclesiales46 y patrísticos47 son de gran valor en nuestra orden, sin olvidar que “Si alguno en nuestra Orden muestra particulares dotes para una determinada arte, de carácter científico o técnico, en cuyo campo pueda desarrollar con éxito sus cualidades, se han de promover, en lo posible, sus iniciativas”48.

El Estudio, debe ser una preocupación, de todos los hermanos49 de la orden, pero en especial de nuestro superiores los cuales, tienen la tarea de orientar y animar a los hermanos en esta tarea como un verdadera apostolado50 de la cultura51. No se debe descuidar este apostolado al interno de la propia comunidad. El saber de los (hermanos) especialistas pueda redundar espontáneamente en favor del bien común, y todos los Hermanos compartan gustosamente los frutos de su trabajo intelectual52. Por ello los hermanos competentes publiquen sus trabajos y los den a conocer53.

Reflexiones finales.

Aparecida nos recuerda que “el anuncio del Evangelio no puede prescindir de la cultura Actual”54, pero para realizar esta labor es necesario conocer, evaluar y asumir la cultura de nuestro mundo. Nada de esto podemos hacer sin: una fe sólida y una inteligencia que escudriñando las semillas del verbo con sabiduría y astucia (Mt 10, 16) dé a los hombre de nuestro tiempo palabras y ejemplos de salvación. Esto es lo 40 Constituciones n° 123. 41 “Como la razón de ser de nuestro Instituto exige que, entregados al estudio de las disciplinas sagradas, procuremos el bien espiritual de todos nosotros y del prójimo”, Constituciones n° 459. 42 Constituciones n° 124.43 Constituciones n° 125. 44 Constituciones n° 127.45 Constituciones n° 126. 46 Constituciones n° 127.47 Constituciones n° 129.48 Constituciones n° 126.49 Constituciones n° 127.50 Constituciones n° 143.51 Constituciones n° 140.52 Constituciones n° 142.53 Constituciones n° 142.54 Aparecida, 10, 1, §480

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que hemos querido mostrar en estas pocas palabras. Asumir nuestra vida de interioridad y de Estudios como parte de nuestro ser agustiniano en el mundo de hoy.

Para finalizar propongo las palabras pronunciados por su Santidad el Papa Francisco al ángelus. En él nos recordaba la parábola de los talentos (Mt 25, 14 – 30) y nos decía: “El pozo cavado en el terreno por el «servidor malo y perezoso» indica el temor del riesgo que bloquea la creatividad y la fecundidad del amor. Porque el miedo de los riesgos en el amor nos bloquea. Jesús no nos pide que conservemos su gracia en una caja fuerte. Jesús no nos pide esto, sino que quiere que la usemos para provecho de los demás. Todos los bienes que hemos recibido son para darlos a los demás, y así se multiplican. Es como si nos dijese: “He aquí mi misericordia, mi ternura, mi perdón: tómalos y úsalos abundantemente”. Y nosotros ¿qué hemos hecho con ellos? ¿A quién hemos “contagiado” con nuestra fe? ¿A cuántas personas hemos alentado con nuestra esperanza? ¿Cuánto amor hemos compartido con nuestro prójimo? Son preguntas que nos hará bien formularnos. Cualquier ambiente, también el más lejano y árido, puede convertirse en un lugar donde hacer fructificar los talentos. No existen situaciones o lugares excluidos a la presencia y al testimonio cristiano. El testimonio que Jesús nos pide no es cerrado, es abierto, depende de nosotros”55.

Pidamos a Dios que nos dé siempre la fuerza de la conversión y con ella la gracia de cautivar a otros a la bondad de Dios.

Fray Paulo López Soto, O.S.A.

55 Papa Francisco, “Jesús no pide que conservemos su gracia en una caja fuerte, el papa en el ángelus, ángelus (16 noviembre 2014),” accessed November 17, 2014, http://www.news.va/es/news/jesus-no-pide-que-conservemos-su-gracia-en-una-caj.