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Espasmos en la noche

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Espasmos en la noche

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Mateo Morrison

Espasmos en la noche

República Dominicana2009

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Espasmos en la noche

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La almohada que me cuidael lado izquierdo de la cabezano sabe de mis sueños.Se van construyendo en su presenciay no lo sabe.

Sueños terribles, tontos, tenues;sueños tenues, sueños de amoresque se evaporan si despierto.

En cambio, a mi lado, qué soñarála mujer que hace tantos añosusa la otra almohada.Seguro tampoco sabede sus sueños, aunque sientasudores en una madrugadadonde colapsa la energía.Pero el sudor no tiene nadaque ver con los sueñosporque éstos no transpiranno generan nada materialmente visible.

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A lo mejorse van a otra dimensióndonde la mujer que se supone me ama,se conecta con los sueñosmíos que la amo.Sueños particulares, incomunicables,dispersos en sus fragmentos de sombra:vidas en los escenarios de muerte.

La sábana sabe aún menos de ellos.

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Trata de comunicarse conla almohada. Que, como dijimos,no sabe nada de sueñoso por lo menos da a entender esopor la indiferencia exhibida cuandola sacudimos y no reacciona.Como si el privilegio de resguardarnuestras cabezasno le importara nada.

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La sábana sabe de otras cosaspero eso es más fácil porque unoya está despierto:sabe de cuerpos diluidos,de movimientos tenuesy movimientos bruscos;de humedades que hacen temblarcuando ella aún no duerme,hasta no saciar la pasiónen caída vertiginosa hacia el silencio.

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La cámara me observa

La precisa, digital, neutral,sofisticada, inhumana, pero noindiferente cámara,enciende sus lentesy me observa.Lo sé por el silencio de su luzporque parece adivinarmis deseos infinitos de tomarun paquete de avellanas,para ir degustandoen todos los espacios del supermercadoy llegar con las manos vacíasa la puerta de salida.

La cámara de todos modosme captará aunque no tomeninguna avellana de las góndolasrepletas de frutas.Lo que quizásno puede la cámara saberson mis deseosy no estoy tan seguro porquehace mucho tiempo ya se detectala verdad y la mentira a través

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de los sonidos del corazón.Tomaré las avellanas porque yade todos modosla cámara sabea qué he venido.

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Los ejercicios

Los ejercicios que hago no bastanmi florecida anatomía necesitaotros espacios en el bosqueencendido de la imaginación.Por ejemplo acariciarlas formas vegetales de mi mujer,múltiples verduras su cuerpo,signos eróticos por toda la cocina.Y al final más movimientosen la carreraexquisita del amor.

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Decálogo reflexivo

Hay un sonido irreconocible para mí.Hay tina huella que me es indiferente.Hay un lugar imposible de regresar.Hay instantes en que desaparecen todos los sentidos.Hay recuerdos intentando convencermede que existe un lugar de eternidades.Hay sentidos diferentes a los cinco impuestospor el sistema.Hay árboles muertos transformándose en piedras,y hay piedras que adquieren existencia vital.Hay estrellas que desaparecieron hace millones de añosy aún alumbran a los poetas en las noches silentes.Hay seres naciendo y ellos mismos diseñan su tumba.Hay amores nunca consumados y es mejor.

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Ecología

Las piedras que tomen su papel de piedrasy no nos confundan con las formashumanas.Los humanos que asuman su papely no confundirnos con su conductade piedras.Que los animales continúen en sureino sin destruirlo;los árboles asuman su roly continúen dándonos la vidalos humanos abracen a los animales,los árboles, a las piedras y comencemosa restaurar el equilibrio de una nueva utopía.

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Inmadurez

Usted ya no podrá derramar la sonrisaen sus zapatos.Ya está bueno de jugar a la niñez,como si el tiempo no pasara.Será un silencio contenido:una piedra rodando con sentidoun árbol triste en medio de la noche.una cascada con aguas retenidasun ciclo gris a punto de estallar.Será una sombra deslizándosepor las paredes.Ya está bueno, deje de reír;de tanto hacerlose ha manchado la camisay el pantalón humedece.Usted parece un árbol de Navidadperdido en el tiempo.

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Elementos para un dibujo

Este parque destartaladofue soñado por míen una madrugadapara ver tu rostrosalir de sus escombros.Te dibujé entoncesllena de polvocasi desnudaen tus harapos tiernos.Este dibujo soñado para time estremece.

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Dormitando en la avenida

No sé si me oíaspero te llamabahasta enronquecertratando de alcanzar en vanoel taxi que quizás te conducíaa otro estadio de amor.Este sueño fue tristecomo la avenida sin árbolesdonde un vehículo tal vezte encaminó hacia otros brazos.

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Reunión de máscaras

A nivel globalvan llegando calladasuna a una por diversossenderos.Las máscaras se reúnenpara debatir los sonidosdel agualos latidos del centro dela tierray la muerte lenta del sol.Las máscaras reinventannuestras vidas en su teatralmanera de existir.

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Búsqueda

AMueble distantesobre tu placidezviene el recuerdode noches buscandouna mano más suavepara cubrir la mía.

BHierba extinguida dondedos cuerpos se incendiaronpara formar una efigiede cenizas.

CCalles pasadasdonde una pareja se abrazóhasta hacerse sombra.

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Retornar a tu vientre

He oído mi nombreadelgazado en tu voz.Me llamas desde un jardíncreado por tus manos.Entre sonidos dulcesque casi no percibome dices “la muerte ya no existe”.Nuestra separación fue ficticiay la mejor pruebaes que me cuidaspara el llamado posiblede volver a habitartu vientre de rodillas.

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Preocupación por los huesos

Blanquecinos, liberados de la carne,flotando en los cementeriosestán los huesos.Me preocupa su destinoentre aguas que se desplazanposándose y abonando las flores.Amo las plantas silvestresejerciendo la libertad,multiplicándose siempreen estos camposantosdonde permanecen brillantesy solitarioslos huesos más queridos.

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Egbert

Usted transitó por el marasombrando sus ojosa cada instante.Pero no descubriónada vendibleen mercados europeos.Su descubrimiento fueun simple corazónde una mujerexistiendosobre la islasin heroísmo atesoradopor la historia.Cargada de latidos cotidianosque cesaron una tarde,y usted decidió seguirlaen una marcha fúnebre de amor.

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Nada más

Has decidido borrar cada uno de nuestros recuerdos.He decidido aceptar mi nueva condición de calaveraporque no hay viento que pueda recuperarpara nosotros los lugares recorridoslas palabras pronunciadas y sobre todolos prolongados silenciosque dieron pasoal lenguaje de los cuerpos.

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Los sobrevivientes

Estamos aquí prestos a continuar la vida;sobrevivientes del tedioensayamos nuevas alegríasde muertos revividos.Los Lázaros modernossomos una legión indestructible;ayer depresivos y tristes,hoy preparamos los instrumentospara la gran fiesta.Mañana volveremos a caer en el vacíoy así hasta el infinito.

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De amores derruidos

Volver a reiniciar la pesadillacomenzar a danzar en el vacío,intentar recuperar los signosde un amor derruido,es ir acariciando escombrosy las fuerzas no me danpara tanta ignominia.

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Primer sueño

¡Que memoria más densa!Recuerdo en la infancia mi primer sueñoacerca de una niñaa mi lado gritandoinconsolable.La abracé y comenzamosa llorar a dúo.Con las lágrimasconstruimos un ríoy no nos ahogamos.Este sueño es tan ciertoque respira.

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Los dos mares

Este marme cansa los ojospreñado de huracanes.Hay otro que recrea mi visióndonde impera la quietud de los amantes,formando una efigie,emergiendo de las aguas.

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La música en tu cuerpo

He sembrado tu vientrede guitarras que confirmanla noche.He llenado de flautastus mañanas más tiernas.La música en tu cuerpoha sustituido mis palabras.

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Los ángeles de Mieses

Los ángeles de Miesesse hicieron terrenalesy me buscan con alascargadas de explosivos.El poeta los creópara el amory están llenos de odio.A los ángeles que creó FranklinMieses Burgos le nacieronespadas y me persiguencon la decisión definitiva:devolver todas las metáforas sustraídasde la casa del poetauna tarde de lluvias.

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Almuerzo de estrellas

Este almuerzo adornado de estrellases nuestra ofrenda a la quietuddel hogar.El diálogo en la mesadesafía la incomunicación que padecemos.Los altos índices del tediohan cedido en estos momentos.Nuestros estómagosse llenan de ternuraesperando la saciedadcomo tributo al triunfo de la vida.

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En la esquina del viento

En la esquina del vientohe colocado mi casaen ella habitorodeado de montañasde huesosCadáveres creadospor la patriaen múltiples batallas.Soy un combatientedel recuerdoLos invito a visitareste museo viviente.

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Otro homenaje

Enmarañadas en un bosquede silenciomis preguntas una a unahabitan el vacío.Nadie puede contrala tumba que creasteentre nosotros.De todos modos polvo serás,en mis recuerdos, y de seguro,polvo enamorado.

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Colores de la muerte

Hay una voz que irrumpeen mis sueñospara anunciarme la elección:un ataúd verde intensocon bordes amarillospara su pronta muerte.Me niego a despertar hastaque no entierren esa vozpara evitar que, en un tránsitohacia otro, pesadillame invite a elegirnuevos colores acabandoesta historia para siempre.

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Un imán en la sombra

Un imán en la sombrame hace perder el equilibrio.Un sonido persistenteme coloca en una situaciónde inestabilidad.Una lluvia tenazme hace escribir.El autobús tomadoen la última paradame convencede una existenciavulnerable.

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La mujer que se viste

Esta mujer se vistede armadura romana.El metal la cubrey resalta con el brillo de su cuerpo.Sonríe desde la seguridadque le da su vestidoimperial.Nos invita a recorrercon la mirada toda su existenciacubierta de metales fundidospor nuestros ojos.Detrás las catacumbaspenetran en el sueño.

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Cuando nací

Cuando nacíme recibió el guayabo sonriendoy mi padre no me envió a recorrerlos caminos de la vida.Prefirió protegerme en su entornolos primeros añospara que el vientono se llevara mi delgadez extrema.Mi madre se encargóde que mi crecimientofuera agradable:construyó en nuestro patio un jardíny me enseñó el nombre exacto de las flores.Aprendí a deletrear las madrugadasy a levantarme temprano a saludar el díacon un respiro al aire fresco;recorría el patio hablando en solitario.

Se cruzaron en mí los caballitosde madera y las estrellas,las hamacas y las campanas de la iglesia.Con la muerte de mis padres me llególa adultez.

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Tuve que arar mi nuevo territorioy ahí se inició la nueva historia.Un deseo infinito de escribiry una palabra difícil de encontrar.Un camino de escombros donde cada letrareclama su lugar exactoy cada frase se me escurre por los dedosformando su propio espaciopara ser habitado con humildadhasta que otro árbol del patio me despida.

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Este aposento

Adoro este aposentode una sola puertacon luces bajasdel lado que me toca.Un pequeño bañocerca de la camay un montón de librosa la derecha.El televisor con imágenes mudasy tu cuerpo expectanteocupando la otra mitadde un posible paraíso.

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Los sonidos que alientan

El tocadiscosy los sonidos que lo alientanse niegan a perecerjunto a la época.Retumban en mis oídoslos sonidos de unafiesta rural inacabable.Junto a mi tocadiscosme resisto también a seraplastado por el tiempo.

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Ojos de madre, vientos de guerraA Efigenia

Desde la lupa que arrecia mi ceguera te veo cruzar por loshilos del agua. Adivinas a través de tu iris las diversasmaneras de morir cruzando por tus lentes. Aquí, madre,también se cuecen las habas de tus sueños. Los frutos cul-tivados en el patio recientemente han sido agujereados.Otra bandera arde en las escuelas y un retrato de ErciliaPepín nos acompaña en este nuevo intento de humilla-ción imperial. Los reflejos están en las córneas de tus ojosagigantados, pero sin lágrimas donde las siete que bri-llan han dejado de proyectarse en nuestro cielo. Ahorason estrellas solitarias que se ocultan detrás de un porta-avión. La ciudad atacada en el mismo ombligo secontornea al ritmo de una música excitando los sentidos.Despertamos sobre cada uno de los sueños que elabora-ron nuestros muertos mayores. Madre, nunca me has aban-donado, siempre ha estado presente tu voz. En el terre-moto de agosto contra los latidos de la tierra apenas po-nías los débiles latidos de mi corazón que no sabía por-qué todos oraban.

Nunca me has abandonado y ahora que abril abre todoslos caminos, tú junto a mí abres uno nuevo, lo percibo entus ojos cuyas pupilas van tomando colores más fuertes ybrillantes. Vienes a la mesa y traes víveres cocidos. En losinstantes de calma distribuyes la comida con tus manosfirmes y un nuevo disparo alumbra los círculos del patio.

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Detrás de los restos de carbón las balas persiguen amis tíos transformados desde sus andamios en diestroscombatientes. Adivinan el curso de la muerte y casi seburlan de ella, reincorporándose llenos de polvo y derencor. ¿Es esta acaso la estación de la vida o de lamuerte? En esta primavera el viento hace temblar elpolen y un leve murmullo nos dice que se reiniciaránmuy pronto los combates. Las palabras pelean entre síy cada adjetivo se transforma en cañón, aunque la gra-mática no sabe de balas. Tus ojos adivinan que no hacesado la muerte, siguen violentando los altares de doñaJuana, hija de San Cosme y San Damián, oficiante delbarón del cementerio a quien se le murió una bala enmedio de la sien. El altar donde oficiaba Juana ha sidotomado por los invasores y descubrieron que ahí se cons-truían bombas y granadas de miseria callada en mediode un bohío.

No ha sido sólo el tiempo tratando de morir entre noso-tros. En este instante un fusil Máuser puede ser la dife-rencia entre la vida y la muerte, una granada guardadadesde la segunda guerra mundial puede ser una pieza demuseo o un estallido de libertad en nuestras manos. Hoyhe aprendido a dirigir mis ojos a los enemigos, no loshabía visto, ahora a quince metros y en el hueco de lavida. Los invasores pueden tener también hijos y esposasque los esperen y madres que como tú agiganten los ojospara que yo pueda leer los signos del peligro. El enemigoes un desconocido que sólo identificas si tu bala es máscertera que la de él. Eso aprendimos de manos de la gue-rra bajo un cielo que nos cobijó a todos. La lección espermanente, nadie puede olvidar ni el sonido ni la luzque llenó de muerte al compañero de al lado ni su rostroni sus dolores insertados en el centro de los huesos, ni el

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dolor que no se ve, no se siente, no existe más que en lamemoria de los vivos.

Abril apareció de pronto en cada una de nuestras manos,invitándonos a tomar el fragmento de luz que el día nosentregaba. No renegamos del pacto de amor firmado conla sangre, porque en el corazón del llanto se batían lossueños que habíamos cobijado a través de laberintos deuna historia repetida. Te tomaré las manos y las asiré a mipecho, descubriré zonas que fui creando al salir de tu vien-tre para proteger las huellas de amor que me entregaste.Las demás madres que construyen este ejército de amorcontigo, edifican también nuevos caminos. La muertecruza veloz por estos pinares que nos conducen a estacio-nes confundidas entre sí. Preñadas de nuevas criaturasque nacen desde el agua enarbolando banderas que pro-longan la identidad del sueño. Porque soñar en una gue-rra es despertar; porque soñar en una guerra es un sueñodifícil más cerca de la muerte que del insomnio.

Desde el último piso de la plaza puedes mirar la calle quecruzamos hace cuarenta años en ese trajín ahora autopis-ta; los cadetes dejaron San Isidro para alcanzar el puente.Luis estará tranquilo en Nueva York con su madre preña-da por un marine. A través de fragmentos de sombra quedelinea tu telescopio podrás ver hasta las hormigas quepasan con rapidez por donde los cañones populares fue-ron enterrados. Debajo del último respaldo de piedraocultamos las armas como un tesoro que dice que los po-deres suelen ser vulnerables.

Los barrotes que hicieron para encerrar los últimos res-quicios del honor lucen caídos. Nadie entona su ritmoporque ya el heroísmo, dijo Luis, se vistió del último

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grito de la moda. La canción a la patria suena hueca enlas nuevas sinfonías y un ronquido voraz hiende los aires.De todos modos toma tu cruz para una procesión hacia elcombate, toma tu machete restaurador y tu trabucoindependentista y canta con el coro infinito de tono mar-cial. La guerra dibujó cristales en los rostros vecinos.Envejecieron en forma acelerada ciguas y mariposas has-ta morir dejando sólo adornos disecados en múltiples vi-trinas. Debo regresar, me muero por no dejarte sola enmedio de este desierto con tus ojos de madre atormenta-da, combatiente.

De pronto un vibrante sonido estalla en el centro denuestro mundo. Aves hastiadas de tumultos seindividualizan y se dirigen exhaustas hacia el sol quederrite sus ojos y van sin rumbo cierto hacia túnelestrazados por manos invisibles. Aquí está la tarde en quemurieron los hijos de María. Seguros del triunfo cami-naron firmes a los barrotes de la cárcel. Ya eran libres ymurieron a cuatro esquinas proclamando con sus bocastrasgredidas la posibilidad del cambio. Sobre sus ros-tros una ciudad que entraba en una nueva etapa no que-ría que la Fortaleza Ozama se derrumbara y sus techosle cayeran encima de los hombros.

Renacía la ciudad en cada uno de los espacios del sueño yun leve paso reseñará el momento oportuno que elegi-mos para morir. En realidad era un momento de elecciónporque nadie quería perder la oportunidad de entrar porlos muros de la historia. Un ojo enorme inauguraba lasprimeras jornadas donde un fusil ciego trasgredía lacotidianidad. El puente, el puente, he ahí el inicio deUlises y el final de Ernesto o la eternidad de Ernesto, y elretorno de Ulises, porque el puente fue la frontera entre

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la dignidad y el vacío. Porque a veces éste es el únicocamino. No hay opciones: o estás en el puente o estás enla nada. Francis comprendió rápido la posibilidad delvacío o de la dignidad y no lo pensó más, por eso elpuente es el símbolo permanente nacido en los oídos dela patria.