ESPACIO DEL PENSAMIENTO
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El espacio
Es el momento de pensar en el espacio arquitectónico: sus orígenes, su significado y sus
cualidades humanas. Cuando usamos la palabra 'espacio', creemos que sabemos lo que queremos
decir. Para el filosofo del siglo XVIII Immanuel Kant, el espacio como el tiempo era algo 'a priori', lo
que significa algo `ya dado'. Lo que Kant quería decir era que el mundo es inimaginable sin el
espacio, así que no hay razón para demostrar su existencia; es una condición previa para la
existencia de todo. En la visión moderna del mundo, el espacio está en todas partes; se extiende
infinitamente en todas direcciones, sin dejar huecos ni excluir nada. En nuestra mente el espacio
tiene tres dimensiones: altura, anchura y profundidad por ello: La arquitectura no “modela” el
espacio, así fuera materia dócil, entre otras razones porque el espacio no es una entidad real y
perceptible, sino una abstracción que puede efectuarse desde campos muy distintos del
pensamiento y partir de incontables supuestos. Por lo tanto no se configura el espacio, sino lo
espacial o extenso, que es algo muy diferente.
El espacio en la arquitectura ha nacido bajo la influencia visualito y formalista de las teorías
psicológicas. Se lo ha propuesto como la esencia de la arquitectura pero ha derivado en una
abstracción formal y vacía, obviando sus dimensiones sociales, simbólicas y políticas. Como crítica
a este espacio abstracto y deshumanizado, los lugares de la arquitectura fueron catalogados como
fenómenos concretos que afectan de manera directa al ser y al cuerpo humano en su totalidad.
Sin embargo, algunos intentos por trabajar a partir de esta noción, han derivado igualmente en
conceptos abstractos, reduccionistas y esquemáticos.
El surgimiento del espacio como concepto en la arquitectura es relativamente reciente. Se
produce a finales del siglo XIX en Europa, cuando diversos historiadores del arte y la arquitectura,
proponían a la arquitectura como el arte del espacio, el arte de dar forma al espacio, de
organizarlo.
Entonces la arquitectura reflexiona sobre el espacio lo hace obre una relación no sobre un
fenómeno objetivo Es peligroso generalizar sobre la 'ciencia' -de la que hay muchas ramas
distintas pero, tradicionalmente, los científicos consideran el mundo un objeto para ser observado
y medido; Pero los seres humanos, cuando no son científicos, no observan el mundo
objetivamente; siempre lo ven con relación a sí mismos, a su cuerpo, a so mente y a los cuerpos y
las mentes de otros seres humanos. Esos filósofos autodenominados 'fenomenólogos' están mas
interesados en las relaciones cotidianas entre el ser humano y el mundo que en la objetividad de
la ciencia. No es de extrañar que la fenomenología haya influido en la teoría de la arquitectura,
que modifica partes del mundo para que los seres humanos puedan habitarlas. Cuando un
arquitecto reflexiona sobre el espacio, lo hace sobre una relación, no sobre un fenómeno objetivo:
el espacio humano, no el espacio científico puesto que el espacio arquitectónico, tiene un arriba y
un abajo; no es genérico y uniforme, sino especifico y diferenciado. Experimentamos la diferencia
entre arriba y abajo a través del cuerpo La arquitectura de la habitación podría animarnos a
hacerlo, presentándose ante nosotros de la misma manera que nosotros nos presentamos ante
otros seres humanos. La arquitectura de la habitación está muy influida por la 'arquitectura' del
cuerpo y de la experiencia del ser humano. Una habitación es un interior y la 'interioridad' salvo en
circunstancias muy excepcionales, como las sensaciones extra corporales- constituye una
experiencia humana continua. Parece que vivimos dentro del cuerpo, mirando el mundo a través
de los ojos. Cuando pensamos en el espacio arquitectónico de este modo fenomenológico, los
elementos comunes como puertas y ventanas llegan a ser mucho más que dispositivo funcionales:
se convierten en símbolos de la experiencia humana, de nuestro confinamiento en el cuerpo y de
nuestra libertad para explorar el mundo, de nuestra introversión y nuestra extraversión. Con su
forma clara y funcional, sus panorámicas de la ciudad y sus carpinterías a la vista, el ático es la
sede del pensamiento racional durante las horas diurnas. Por contra, en el sótano acechan los
misterios del subconsciente y los temores irracionales de la noche: "es ante todo el ser oscuro de
la casa, el ser que participa de las fuerzas subterráneas. Sonando con él, nos acercamos a la
irracionalidad de lo profundo.» Estas asociaciones ideas nos resultan familiares por la poesía y la
literatura; se podría decir que son convencionales. Pero por eso son importantes: porque el
espacio que realmente experimentamos, en comparación con el espacio de la realidad objetiva, es
profundamente cultural; es una elaboración humana. Los arquitectos -no importa lo racionales
quo crean ser operan tanto con la poesía como con la ciencia del espacio.
La experiencia de 'habitar'. Heidegger se ocupa de la cuestión del ser. Seria difícil imaginar un
tema más importante para la filosofía. Y sin embargo, en sí misma, esta palabra 'ser' tanto un
verbo como un sustantivo es bastante difícil de manejar porque no podemos imaginar ser sin
estar en un lugar. Todos los seres, incluidos los humanos, necesitan un lugar para ser, para existir,
para estar, y este estar en un lugar en un espacio.
La arquitectura no podía limitarse a expresar o reflejar el hegeliano “espíritu de los tiempos”, sino
que debía literalmente “ser” los tiempos. Si los tiempos estaban dominados por la técnica y la
ciencia, y por lo tanto por la racionalidad, las matemáticas y la geometría, así debía ser también
con la arquitectura. Para Le Corbusier, la mecanización debía ser la forma del arte del futuro, una
fusión completa entre arte y ciencia. Un arte riguroso, que tomara los métodos de la ciencia para
sus propios fines. Para bien sencillamente se podría denominar que los edificios deben reflejar el
sentido
la verdad
Le Corbusier definió estupendamente la arquitectura como «el juego sabio, correcto y magnifico
de los volúmenes reunidos bajo la luz. Si nos interesa toda la arquitectura, no solo sus aspectos
visuales, esta definición resulta muy limitada absurda. Quien nos habla es él Le Corbusier analista
(pintor y escultor), no él Le Corbusier constructor o aspirante a filosofo. Para bien pensar el
tecnicismos que tendremos en la representación nos con lleva a mostrar o ocultar la estructura
¿pero debe mostrase o esconderse? Obviamente, mostrar algo significa ser abierto y honesto;
ocultar algo podría considerarse manipulador y hermético. Pero, pensamos en personas o en
edificios? por que debería ser un edificio honesto y veraz? Expresado así, todo ello parece de
repente bastante cuestionable. Bien puede ser que deseemos aplicar criterios morales y éticos
para la actividad de proyectar y construir edificios, como haríamos con cualquier iniciativa social,
pero cómo pueden aplicarse palabras como 'moral' y 'honesto' a cuestiones prácticas corrientes
como la disposici6n de vigas y pilares? Y este concepto de la honestidad en la arquitectura se
extiende a algo más que el mostrar la estructura; también se aplica al uso de los materiales y a la
visibilidad de los métodos de construcción
Proponiendo de otra manera con un proceso de expresión honesta como apertura el high teach
(alta tecnología) influyendo el concepto de realidad dentro lo estructural y arquitectónico uniendo
el vidrio y el metal pero tomemos en cuenta que la arquitectura no es ingeniera
no bastante si podemos aceptar esta salvedad, la característica más importante de estos edificio
es su honestidad total, casi puritana, toda la estructura visible es real, tiene un cometido real y se
ve que cumple de verdad, la alta tecnología es un ejemplo de la doctrina de la honestidad
arquitectónica la mayoría de los edificios modernos adoptan un enfoque más pragmático que
permite cierto grado de ocupación y engaño allí donde se puede simplificar un detalle o hacer la
estructura mas económica, Ideas como la veracidad de los materiales y la expresión honesta de la
estructura resultan irrelevantes porque en el sistema de Semper la habitual prioridad de la
estructura sobre el ornamento queda invertida. Así que, para Semper, la arquitectura es la
creación de un mundo artificial. La artificialidad es su esencia. La arquitectura no aspira a ser 'real',
'natural' o 'veraz'. Como cualquier otro arte, es una especie de ficción, un intento de comprender
el mundo imitándolo. Su origen no está en la construcción del primer cobijo utilizable, sino en el
trazado de patrones, es decir, el primer intento de afrontar el mundo por parte de la humanidad.
Tazamos patrones en el sonido y lo llamamos música; trazamos patrones en el espacio con el
cuerpo y lo llamamos danza; y tazamos patrones con la forma, la línea y el color, y lo Llamamos
ornamento .Los arquitectos medemos pensaban que la arquitectura debía consistir en cosas
reales: una construcción real, materiales reales y soluciones reales a problemas reales; el
ornamento distraía de esta realidad, la disimulaba, la negaba y la convertía en ficción imitar a la
naturaleza o completar lo que la naturaleza no puede terminar" El ornamento y la imitación son
inseparables El Art Nouveau y sustituirla por un estilo `moderno' que volviese a relacionar el
ornamento con su inspiración original practico en realidad; se hace no para que el edificio sea más
eficaz, sino para crear una imagen de eficacia, una imagen que lo siente en ese ámbito? En cierto
sentido, es completamente honesta; cumple un cometido estructural real. Pero sin duda no es la
más eficaz ni práctica de todas las soluciones estructurales posibles; se escogió no por razones
ingenieriles, sino por razones arquitectónicas: porque se pensaba que era grata a la vista. Sin duda
es algo que se sitúa en la larga tradición del uso de elementos estructurales como ornamentos.
El ornamento y la imitación no han desaparecido, simplemente se han contenido y disimulado. Los
arquitectos hablan a menudo de 'buenos detalles'. Unos buenos detalles constructivos son
importantes por razones prácticas: para garantizar la estanquidad, la durabilidad o la integridad
estructural. Pero los arquitectos no se refieren a eso, sino a cierta sencillez o elegancia ingeniosas,
lo que a menudo implicar de cierto ocultamiento o engaño. En estos edificios modernos clásicos,
el ornamento queda latente o encubierto, pero en los últimos años también ha habido una
revitalización del interés por una ornamentación abiertamente figurativa, a menudo derivada de la
función del edificio.