Escuela para padres
-
Upload
galo-mosquera -
Category
Education
-
view
597 -
download
1
Transcript of Escuela para padres
FAMILIA Y COLEGIO
PADRES DE FAMILIA
1)AYUDE A SUS HIJOS
Cómo ayudar a nuestros hijos en los estudios?
A esta pregunta vamos a tratar de darle respuestas:
1. Creando un ambiente de estudio en casa
2. Dando ejemplo en el afán por la cultura
3. Manteniendo una estrecha colaboración con los profesores
4. Orientando a los hijos en el manejo de las técnicas de estudio
5. Animando al estudio sin sermonear
6. Procurando ayudas pedagógicas cuando sea necesario
7. Siguiendo el quehacer diario sin agobiar
8. Involúcrese en la Educación Escolar
9. Cómo afrontar las dificultades de los hijos en el estudio 10. El fracaso escolar
1.- Creando un ambiente de estudio en casa
Somos lo que hemos aprendido a ser. Crear un ambiente no es la actuación de unos días concretos, sin continuidad de manera esporádica para tratar de conseguir unos objetivos educativos. Crear un ambiente significa una actuación sistemática, perseverante para conseguir los objetivos marcados.
¿Cómo se crea el ambiente de estudio?
Cuidando los detalles materiales que favorezcan el trabajo: que exista un sitio
para estudiar, el cual reúna condiciones mínimas como: aislamiento de ruidos y
distracciones; iluminación suficiente; silla y mesa de trabajo funcionales para las
tareas que se realizan normalmente.
Respetando los padres el tiempo de tareas sin interferir con otros encargos que puedan surgir.
Creando hábitos de estudio, es decir, repitiendo siempre el mismo horario de estudio, de trabajo.. en un ambiente de silencio.
Aprovechando los padres el tiempo de estudio para realizar diversos trabajos que
tengan pendientes para que sus hijos los puedan ver como modelos que van por
delante y son dignos de imitar.
Teniendo un material base para el estudio: diccionarios, enciclopedias, libros de consulta.
Promoviendo para el tiempo libre actividades que tengan que ver con la cultura, con la lectura, con el afán de saber más.
2.- Dando ejemplo en el afán por la cultura
Si los padres tienen curiosidad intelectual, afán de saber y afición por la lectura, serán un ejemplo estimulante para el estudio de sus hijos.
Los padres tienen que preguntarse hasta qué punto fomenta, sobre todo con el ejemplo,
la cultura familiar. Los hijos no piden un profesor particular en los padres, sino la
coherencia en su preocupación por los temas culturales, su sensibilidad ante lo artístico,
el afán de saber qué han mostrado en su trayectoria personal. Son también
manifestaciones de esa sensibilidad cultural, la existencia de una biblioteca familiar, las revistas que entran, las conversaciones que se tienen, etc.
3.- Manteniendo una estrecha colaboración con los profesores
Padres y profesores están metidos en una misma tarea: la educación de los niños, por ello, deben ir en la misma dirección y se precisa de una colaboración mutua.
En este punto como en tantos otros, hemos de estar en el término medio, no pasarse por
un extremo ni por el otro. Término medio puede ser una entrevista en cada evaluación.
En caso que nuestro hijo requiera una tutorización mayor por el colegio y los padres, la periodicidad de la reunión puede ser una vez al mes.
Convendrá fijarse conjuntamente algún objetivo común para la actuación de los padres y
del centro. Este debe ser preciso y medible, para que en la próxima entrevista que se
tenga, empezar por la revisión del objetivo marcado, cómo ha ido, qué dificultades han surgido, cómo adaptarlo para ahora, etc.
4.- Orientando a los hijos en el manejo de las técnicas de estudio
Ahora nos vamos a referir a la importancia de tener la suficiente competencia en el
manejo de las técnicas de estudio. Nuestro método de estudio siempre es perfeccionable;
siempre algo se puede hacer mejor con el menor esfuerzo, mejor y en el menor tiempo posible.
El principal instrumento que se necesita para el estudio es la lectura, de manera que
nuestro hijo tenga las suficientes habilidades en comprensión, velocidad y entonación en
la lectura. Si este aspecto básico no se ha desarrollado en su momento con la suficiente eficiencia, posteriormente será la causa originaria del fracaso escolar que aparecerá.
Otras técnicas de estudio que nuestro hijo debe manejar adecuadamente son:
Saber organizar su tiempo.
Saber hacer esquemas, resúmenes.
Saber subrayar un texto. Pasos a seguir para estudiar un tema.
La primera tarea es detectar en qué falla nuestro hijo, los defectos de estudio más
comunes son: memorismo, estudiar sólo para el examen, dependencia excesiva del
profesor y del libro de texto (falta de iniciativa), no saber distinguir lo importante de lo
secundario, dificultad para expresar oralmente y por escrito, dificultad para relacionar y sintetizar conocimientos, mal uso del tiempo...
Una vez que entendemos en qué falla y en qué hay que actuar, habrá que hacer un plan para tratar de superar esos puntos débiles.
5.- Animando al estudio sin sermonear
Hay que empujar al estudio sin que se note, sin sermonear, ya que el insistir en un
mensaje en los adolescentes, puede ser contraproducente. Sermoneamos en la medida
que insistimos demasiado en un punto sin que sea el momento oportuno para ello.
Hemos de valorar el esfuerzo y la dedicación de nuestro hijo al estudio más que sus
resultados. No ha de centrarse toda la valoración de su hijo en sus notas. Hay que mirarle como persona y en un contexto más amplio que el mero rendimiento académico.
Resaltar sus propios progresos, aunque no estén a la altura de lo que a nosotros como
padres nos gustaría. Hay que dar tiempo, lo importante es que vaya subiendo, aunque
en un momento parezca que está retrocediendo. Recuerden que los éxitos, aunque sean o nos parezcan pequeños, son una pieza clave para mantener el interés.
6.- Procurando ayudas pedagógicas cuando sea necesario
Cada hijo tiene su propio ritmo de aprendizaje. Hay que dar la respuesta pedagógica
adecuada, que puede ir desde nuestra ayuda personal hasta ponerle un profesor particular.
Vamos a analizar algunas de las posibles respuestas:
a. Encargarse los padres: Teóricamente parece una de las más idóneas porque el
conocimiento profundo que los padres tienen de sus hijos les lleva a saber
exactamente qué es lo que tienen que superar. La dificultad que tiene esta opción
es que los padres han de disponer de suficiente tiempo para poder dedicarlo a la
ayuda escolar. Asimismo han de tener los suficientes conocimientos para ayudar
en esas materias.
b. Encargarse algún hermano mayor: Tiene la ventaja de hacer partícipe a un
hermano mayor de dicha responsabilidad. Esto crea más unidad familiar entre los
miembros al tener un propósito común. Otra ventaja es que entre alumnos se
explican de manera más didáctica y con el mismo lenguaje las cosas que tienen
dificultades. Puede tener la dificultad de la falta de autoridad que tiene un
hermano de manera que no siga las indicaciones que se le hacen.
c. Tener un profesor particular que puede reforzar aquellas materias en las que tiene
más dificultades. Para que un profesor particular sea una ayuda para nuestro hijo, hemos de tener en cuenta los siguientes puntos:
Los contenidos que se vean en las clases particulares han de estar supeditados y ser
complementarios a los que se desarrollan en el centro educativo por el profesor de esa
materia. Es conveniente que sea una situación provisional. Se requerirá para situaciones
extraordinarias: unos suspensos que indican lagunas importantes, dificultades
significativas con área determinada, promocionar a un curso superior sin tener afianzado
el anterior, cuando el niño no pueda seguir el ritmo normal de la clase....Sin embargo, puede pasar que lo extraordinario se convierta en ordinario.
7.- Siguiendo el quehacer diario sin agobiar
Hemos de seguir el día a día del quehacer diario. El criterio es que cuanto más pequeño
más de cerca hemos de hacer el seguimiento de las tareas de nuestros hijos. Pero
cuando van siendo más mayores y han ganado en autonomía y responsabilidad, les podemos dar más distancia en el seguimiento.
Hay que saber qué exámenes tienen, qué resultados están obteniendo, con qué
dificultades se encuentran, cuáles son sus actitudes, disposiciones....
Sin embargo, hay que guardar un equilibrio entre dos posturas extremas: una hacer un
seguimiento pormenorizado, que puede resultar agobiante y otra es no preocuparnos por
sus cosas, seguirlo a mucha distancia, de manera que indique despreocupación por
nuestra parte. El criterio como se ha dicho antes, es ir de más seguimiento a menos según va teniendo más años, pero cada caso es único.
Los padres podemos mandar que estudien, pero esto se puede hacer cuando tienen
pocos años porque aceptan nuestras indicaciones sin rechistar. Pero cuando llegan a la
adolescencia, si no va saliendo de ellos mismos el hacer las cosas, porque entienden que así lo tienen que hacer, poco lograremos con imposiciones.
8.- Involúcrese en la Educación Escolar
Tu presencia es indispensable en la formación humana y espiritual de tus hijos, pero
también, para dar carácter al estudiante del futuro. Adiestrar, instruir, educar... ¡qué gran tarea!
Involucrarte en la educación de tus hijos, ser protagonista diaria de la evolución de su
inteligencia, enseñarles a desarrollar su creatividad e ir desarrollando paso a paso las
formas que darán carácter al estudiante del futuro ¡que reto más grande y que acto de generosidad tan gratificante!
¿Han comenzado tus hijos el kínder?, ¿Has pensado lo importante que es aprender y
descubrir con ellos el fascinante mundo de la educación? , ¿sabes la dimensión de la
tarea que tienes por delante?. Si hasta hoy los has formado en virtudes humanas como
el orden, la disciplina, la introducción a la generosidad, etc. hoy es el momento de
empezar a profundizar en cada una de esas virtudes, para que todo el potencial humano
y espiritual de tu hijo salga a la luz, ayudándole a ser un estudiante feliz con cada
esfuerzo por realizar y terminar las cosas bien hechas.
Por supuesto, sin tu sí generoso, esto es algo que no se dará automáticamente, pues
involucrarse de lleno en la educación de tus hijos pequeños, vendrá acompañado con una
serie de ―tendrás...‖ que no fácilmente, todas las que somos madres estamos dispuestas a dar.
Los “tendrás...”
―La educación durante toda la vida permite, ordenar las distintas etapas, preparar las transiciones, diversificar y valorizar las trayectorias‖. (Informe de la Unesco)
La preparación para entrar al que es prácticamente el umbral de la educación, puede ser
una verdadera aventura o un verdadero dolor de cabeza para ti como mamá. Pues la
―gran tarea‖ por delante, no te pide uno, ni tres, ni cuatro años, sino más que eso,
―tendrás‖ que estar dispuesta a recorrer con ella, él o ellos, las diferentes etapas que van desde el kínder y culminan con el bachillerato.
Claro, al llegar a cierta etapa en sus estudios, si has puesto mucho de tu tiempo y
cuidado, será un estudiante independiente, pero aún así, tendrás que estar muy
dispuesta a seguir ―estando presente‖ para ayudarle en su proceso formativo humano y espiritual. Ves a lo que me refiero con los ―tendrás‖? Veamos algunos de ellos:
Dependiendo de tu país y el sistema educativo, lo primero que ―tendrás‖ que
hacer, es anotarte como voluntaria para la junta de padres y los que tienen a su
cargo vigilar que todas las actividades de la escuela se lleven a cabo como está
planificado; por otro lado, también estas juntas de padres se encargan de
organizar fiestas especiales, cumpleaños de maestros, celebraciones importantes
y otros eventos. Estando en una de estas juntas, tendrás la oportunidad de
conocer a otros padres que piensan y sienten como tu, acerca de la educación de
sus hijos.
―Tendrás‖ que ofrecerte de voluntaria por lo menos una vez a la semana para
ayudar en el salón de clases de tus hijos pequeños. Un niño de cinco años todavía
no tiene la madurez emocional que se necesita para seleccionar amigos, por lo
tanto, tú tienes que seguir vigilando muy de cerca quiénes son sus amiguitos y
cuáles son sus costumbres. Con tu participación una vez por semana, no sólo
ganarás simpatía con su maestra, sino también podrás observar el
comportamiento de cada uno de los niños y así decidir con quien tu hija tendrá
días de juego después de la escuela.
―Tendrás‖ que ponerte a revisar las lecciones estudiadas de cada jornada todos
los días. Como un niño de kínder apenas está aprendiendo a leer y a descubrir por
sí mismo el mundo del conocimiento, es importante que desde ―ya‖, aprenda que
estudiar es un placer, un regalo, un juego maravilloso y la oportunidad más
grande que te da la vida para llegar a ser todo lo que tu quieras ser. Es reforzar
junto a él, ella o ellos, que uno de los derechos que tenemos como hijos de Dios
es descubrir, aprender y desarrollar la inteligencia. El estudio hace todo esto,
encárgate de que lo interioricen muy bien. Quince minutos de lectura diaria, con
hora fija para hacer las tareas, y el talante alegre que observen en ti, serán cruciales para las actitudes que tendrá o no tendrá en el futuro.
―Tendrás‖ que estar dispuesta a involucrarte en actividades extra escolares. Como
son los programas para el desarrollo del carácter, los deportivos; los grupos de
música o danza, etc. Todo esto requiere una enorme dosis de voluntad,
generosidad, paciencia que no se cansa y conciencia de que es necesario estar
presente en la vida de tus hijos. Los niños lo observan y sienten todo. Conozco
una mamá que trabaja y tiene una lista enorme de obligaciones, sin embargo,
desde que su hija comenzó la escuela, decidió lo que era importante en ese
momento. Me comentaba el otro día que ―nada la hace sentir más plena y feliz‖
que ver la cara de alegría de su niña, cuando la ve llegar todas las semanas a su
salón de clases para ayudar a su maestra.
Todo lo anterior amiga, es para ayudar a que te animes seriamente en involucrarte en la
educación de tus hijos pequeños. Ten la seguridad que al hacerlo, también tu estarás
ayudando a tu propia formación y preparación, pues estarás familiarizada e inmersa en
ese proceso educativo. Llegarás a ser una madre verdaderamente profesional, que se toma su papel muy en serio. No lo dudes: ―ellos merecen el esfuerzo‖.
Hay muchos consejos más que quisiera darte, pero me parece que hay uno
especialmente importante cuando se trata de educar hoy para el futuro. Se trata de la educación de la voluntad.
Ya lo sabes, es con esta virtud, como tu misma te impones metas y las logras; es ella la
que te motiva a terminar lo que comienzas, a perder esos kilos de más, y ahora te impulsará a involucrarte en la educación de tus hijos.
A medida que tus hijos te vean luchar y avanzar con ellos por el apasionante camino de
las primeras letras, estarás descubriendo y al mismo tiempo enseñando cómo se lleva a
cabo el proceso de querer aprender, querer mejorar y querer esforzarse por llegar a ser
una persona completa. Todo esto está anclado en la voluntad de poder hacer.
Profundizarás junto con tus hijos en el ―cómo‖ se adquieren las virtudes y en el ―cómo‖
se llega a ser una mujer u hombre de carácter. Generalmente las palabras no son
suficientes para ayudar a los niños a interiorizar, si te ven ―haciendo‖ eso que dices es tan importante, ten por seguro que llevas muchos pasos adelante.
La educación tiene la misión de permitir a todos sin excepción, hacer fructificar todos sus
talentos y todas sus capacidades de creación, lo que implica que cada uno pueda responsabilizarse de sí mismo y realizar su proyecto personal.
¡Anímate a ser una gran protagonista en la educación de tus pequeños!
9.- Cómo afrontar las dificultades de los hijos en el estudio
La vida escolar de los hijos puede pasar por distintas situaciones en cuanto al
rendimiento académico. Hay algunos que siguen una trayectoria positiva siempre igual y
constante en el rendimiento escolar. Hay otros que han ido bien en Primaria pero al
llegar a Secundaria se produce una quiebra en su rendimiento. Otros hay que según van
avanzando en los estudios mejoran su rendimiento.
Cuando surgen estas dificultades conviene afrontarlas cuanto antes, ya que lo que puede
ser relativamente sencillo de corregir cuando se produce, pasado algún tiempo, tienden a
cronificarse las dificultades y corregirlas es más dificultoso. Lo importante es enfrentarlos
con serenidad, reflexión y rigor.
Al enfrentarnos al problema que plantea nuestro hijo hemos de tener en cuenta las
siguientes consideraciones:
1º.- ¿En qué consiste básicamente el problema?
Un problema cuanto más precisado está tanto más fácil es encontrar la solución, al contrario cuanto más difuso e impreciso más difícil es darle respuesta.
Si es posible vamos a tratar de hacer operativo el problema, es decir, en lugar de decir
―es un vago‖, diremos que habitualmente no cumple el horario de estudio por la tarde,
en lugar de decir ―tiene dificultades en la lectura‖ diremos que no sabe entonar lo que
lee, su comprensión lectora es escasa y le falta velocidad.
2º.- ¿Cuándo ha comenzado el problema y con qué frecuencia se da actualmente?
Puede ser que sea al pasar de un nivel educativo a otro, de un colegio a otro, de estar
con un profesor y pasar a otra clase. Puede que aparezca según va teniendo más
dificultades académicas, al juntarse con determinados compañeros....
3º.- ¿Cuáles son las causas del problema? ¿A qué lo atribuye el propio sujeto?
Saber la raíz del problema no siempre nos resulta fácil, trataremos de indagar en ello
para clarificarnos. Bastante información nos puede aportar el que sepamos a que
atribuye nuestro hijo el bajo rendimiento, tiene este aspecto tanto más valor, cuanto más
maduro es el chaval, porque ahí nos está dando pistas de por donde pueden ir las dificultades.
4º.- ¿Qué hemos hecho hasta el momento para resolver las dificultades y qué resultado nos han dado esas estrategias?
Para afrontar un problema hay muy diversas estrategias que hay que valorar la idoneidad
que tienen para tal fin. Habrá que desechar las que no han dado el resultado apetecido y buscar otras nuevas.
Vamos a ver las dificultades más frecuentes en los estudios y que podemos hacer con ellas:
1ª.- No estudiar o hacer como que se estudia
Se caracterizan por lo siguiente:
Pueden estar ante el libro bastante tiempo, pero sólo eso ―estar‖ puesto que la
cabeza la pueden tener en otro sitio bastante lejos.
Tardan demasiado tiempo para realizar las tareas.
Omiten un tiempo de trabajo, de estudio para realizar las tareas pendientes.
Se meten en su cuarto dos horas o el tiempo que sea y todo el mundo está
convencido de que el niño está estudiando, pero estos chicos han podido pasarse la tarde entera haciendo un dibujo u oyendo los walkman.
Estrategias de intervención:
Este tipo de chavales tienen un déficit de hábitos importante. Los hábitos son recursos
importantes para educar. Se adquieren por repetición de actos. La ventaja que tienen es
que facilitan a la persona la realización de tareas que pueden ser costosas, como sucede con el estudio en los hijos.
Dedicar todos los días un tiempo al estudio, a la realización de las tareas.
Empezar desde poco para ir subiendo según se vaya afianzando. Puede ser como
tiempo orientativo, para un niño de Primaria en torno a media hora. Para uno de Secundaria alrededor de una hora.
Más vale poco tiempo y aprovechado que mucho y disperso.
Al ponerse a estudiar o trabajar darse un tiempo para cada una de las tareas que va a realizar y exigirse para tratar de hacerlo en el tiempo que se ha dado.
Hacerse un horario en el que haya tiempo para todo. Poner el estudio en los primeros momentos que se está más descansado.
2ª.- Estudiar los últimos días
Se caracterizan por lo siguiente:
Estudian pero los últimos días, las últimas horas...
Se acuestan tarde, se levantan temprano en el último momento, van a ―revienta
calderas‖ por el esfuerzo que hacen al final.
Los padres pueden tener una percepción de que su hijo estudia y se ha esforzado bastante.
Estrategias de intervención:
Una de las variables que más tiene que ver con el éxito académico, es que el alumno
tenga un plan de trabajo diario, así aparece en estudios experimentales. Cuando se deja
para el final es imposible asimilar toda la materia, es como querernos comer en un día lo que no hemos comido en diez, por ejemplo.
Tener un horario diario.
Dedicar todos los días un tiempo a los repasos. Cada día de la semana a una
materia, por ejemplo una hora, así se va estudiando lo que ya se ha visto y que entrará para el próximo examen.
Que sea consciente que la estrategia de dejarlo todo para el final sirve cuando
estamos en escalones inferiores en los estudios, pero al ir avanzando es imposible
porque la materia a estudiar nos desbordará.
3ª.- Confundir "lo entiendo" con "ya me lo sé"
Se caracterizan por:
Confunden el "lo entiendo" con "ya me lo sé". Leen una lección y como la entienden, ya creen que la saben y dejan de estudiar.
Desconocen que el proceso de aprendizaje implica en un primer momento
entender lo que se quiere asimilar y después tiene que haber un momento de fijación en la memoria, que se realiza a través de la repetición de los contenidos.
Referido a las disciplinas que precisan la realización de ejercicios y prácticas, los
chavales que presentan esta dificultad son aquellos alumnos que fallan en las operaciones aunque sepan como se pueden hacer los ejercicios.
Estrategias de intervención:
Se impone una tarea de clarificación al alumno para que entienda los distintos momentos
que tiene el proceso de aprendizaje: comprender los mensajes, elaborar un resumen-
esquemático y fijarlos en la memoria. Estos pasos se descubren tras una breve
experiencia en los estudios, pero puede ocurrir en los inicios de la vida académica que omitan alguno de los pasos comentados.
Hacer un seguimiento durante algún tiempo para comprobar que se ha entendido los pasos a seguir para estudiar un tema.
Que se den cuenta que tareas más difíciles conllevan más esfuerzo: repetición que
lo que es más sencillo.
Preguntarles lo que dicen que han estudiado para comprobar los resultados.
4ª.- Dificultades de concentración
Se caracteriza por:
Les cuesta mucho concentrarse, les cuesta ponerse a estudiar: desde que se
sientan hasta que empiezan a estudiar pasa más de media hora. Están muy "a medio gas" y se les va fácilmente la imaginación.
Cualquier cosa que acontece a su alrededor atrae la atención y pierden el tiempo.
Su rendimiento neto es escaso, si se entiende por tal el tiempo en general que se dedica a una actividad menos el tiempo perdido por desconcentración.
Estrategias de intervención:
Si la concentración es la capacidad de dirigir todas las capacidades del conocimiento a la
realización de una tarea, se ve que nos encontramos ante una de las habilidades
fundamentales en el proceso del conocimiento. Se podría decir que si no hay un mínimo
de concentración es prácticamente imposible el aprender algo, por tanto, la mejora de la
concentración conlleva la mejora de la capacidad de aprender.
Como todas las capacidades, el desarrollo de la concentración es consecuencia de la
ejercitación de la misma, por ello es frecuente que quien más dificultades tiene en la concentración es quien menos trayectoria de estudio tiene en su vida y al contrario.
La eliminación de los estímulos irrelevantes que puedan captar la atención de quien estudia: revistas, fotografías, prendas...
La eliminación de estímulos a los que pueda prestar atención de tipo sonoro, p.e. la radio o visual, p.e. la televisión.
Darse un tiempo para la realización de cada tarea o actividad y exigirse para
tratar de realizarla en el tiempo previsto. No es conveniente enfrentarse a una tarea con tiempo ilimitado para realizarla.
Hay que empezar a estudiar a una hora fija para conseguir un buen rendimiento
cerebral. Si una persona se acostumbra a hacer el esfuerzo de concentrarse todos
los días a la misma hora, al cabo de unos días la cabeza se concentra con más
facilidad a esa hora.
Como la concentración supone un ―calentamiento mental‖ puede ser conveniente
que antes de ponernos a estudiar dediquemos varios minutos –no más de cinco- a
tachar letras que nos hemos propuesto en una hoja de periódico, p.e. las ―a‖ que
encontremos o las ―o‖, para después a continuación pasar a la actividad que
tengamos prevista.
En la misma línea que el punto anterior podemos trabajar mentalmente series de
números y letras combinándolas, p.e. sea la serie 1 2 3 4 A . Se trata de ir
corriendo la letra A hasta la izquierda, así: 1 2 3 A 4 / 1 2 A 3 4 / 1 A 2 3 4 / A 1 2 3 4.
Estas series se pueden complicar interviniendo más letras o números.
Tener claras las metas. No cabe duda que cuando algo queremos de verdad y lo
proponemos como meta a conseguir, movilizamos todos los recursos que tenemos
para tratar de alcanzar esa meta. En la medida que tengamos más claras nuestras metas en el estudio, más concentración tendremos para conseguirla.
Intercalar descansos. El proceso de atención tiene una curva de manera que
cuando se lleva un tiempo decae. Por ello, es conveniente intercalar descansos
para recuperar la concentración. Esos tiempos de descanso pueden ser por cada hora u hora y media de estudio, unos minutos de descanso entre cinco y diez.
Para sujetar la imaginación lo que podemos hacer es utilizarla en el estudio: en
vez de hacer el esfuerzo de cambiar de pensamientos y empezar de nuevo cada
vez que se nos va, hay que poner la imaginación en cada tema de estudio. Si está
con volcanes, que se imagine cómo son, la lava que echan, etc. Eso ayuda también a que se grabe mejor las lecciones.
5ª.- Dificultades en la lectura
La lectura y su comprensión constituyen las herramientas de trabajo de nuestro intelecto.
Las dificultades que tengan nuestros hijos en la lectura de inmediato se trasladarán en el aprendizaje.
Las dificultades en la lectura se caracterizan por:
No tener la suficiente velocidad lectora y comprensión de los textos que se leen. Tener que volver a leer algo para enterarse del texto.
Tener una pobreza de vocabulario significativa que se nota en las dificultades que se tienen para saber el significado de palabras de uso bastante habitual.
Tener dificultades en la expresión escrita para realizar textos con estructuras
correctas y claras.
Tener tendencia a postergar las tareas. Se siente un rechazo a la lectura como
medio de entretenimiento.
Si hay un problema más serio de fondo como puede ser la dislexia habrá que acudir al especialista para su solución, pues no basta con estudiar más.
Estrategias de intervención:
La habilidad lectora como cualquier otra habilidad se desarrolla con el entrenamiento, es
por ello que la primera tarea a realizar es el ejercicio. Todos los días dedicar un tiempo a
leer en voz alta para adquirir una entonación correcta que ayuda a la comprensión.
Volver a repetir la lectura del mismo texto tratando de reducir el tiempo que se tarda en leerlo sin que afecte a la correcta entonación.
Hacerse preguntas sobre un texto leído acerca de las ideas más importantes que hay en el mismo.
Corrigiéndole los defectos de lectura ayudándole a hacerse un cuadernito de
vocabulario. Con ese pequeño diccionario personal tendrá que hacer ejercicios con las palabras desconocidas.
6ª.- Lagunas en las materias. Falta base
Se caracteriza por:
Tener dificultades en las materias en que sus contenidos tienen una gran conexión
entre unas partes y otras, p. e. las matemáticas. Es como una escalera con
bastantes peldaños entre los que se da una continuidad. De igual manera que si
en una escalera falta un escalón, no impide su utilización, pero cuando son varios
seguidos se hace imposible transitar por ella, así en una materia que falte un
escalón conocimientos de unos contenidos previos se puede superar con atención
especial. Pero cuando faltan varios escalones es decir, áreas importantes para
proseguir estudios posteriores es muy difícil avanzar en el estudio adecuadamente.
No tener asimiladas unas estructuras básicas de los contenidos de las diversas
áreas, como consecuencia de un estudio para salir del paso en cursos anteriores.
Estrategias de intervención:
Dedicación de un tiempo especial a tratar de remediar esa laguna. Puede ser a
través de un hermano mayor, los padres o un profesor particular. Se entiende que
esta ayuda es complementaria a la marcha de las clases y por tanto, supeditada a éstas.
Potenciar las técnicas de estudio, no tener las suficientes habilidades para estudiar suele dejar lagunas en las materias que se han estudiado.
7ª.- Ansiedad ante los exámenes
Se caracteriza por:
Miedo a suspender o por tener un exceso de responsabilidad que les lleva a
angustiarse. Suelen ser buenos estudiantes. Comienzan a estudiar y como salen
con el gran miedo a suspender, se angustian. Quizá tras un año de malas
experiencias, de un fracaso, de haber suspendido muchas... pierden la confianza en sí mismos y se sienten agobiados.
Tener en los días previos y/o en la realización de los exámenes un nivel de
ansiedad o nerviosismo claramente por encima de lo normal. Hay que decir que
los exámenes son situaciones generadoras de ansiedad para todos, pero hay una
parte del alumnado que responde de manera sobredimensionada en este aspecto, teniendo un efecto negativo para el rendimiento en los exámenes.
La persona tiene pensamientos negativos y catastrofistas sobre los resultados que
va a obtener. Anticipa que suspenderá, que no rinde, que se vendrá abajo....
Tener una activación de algunos sistemas fisiológicos de la persona, así en el
sistema digestivo se suele tener sensación de nudo en el estómago, duermen mal,
le sudan las manos, dificultades en poder desayunar porque se puede
vomitar.....Aparece tensión muscular en algunos miembros como brazos, espalda
o piernas. Pueden darse también palpitaciones.
Presentar movimientos o acciones automáticas que no puede controlar como
comerse las uñas, necesidad de mover la pierna, dar toquecitos con el bolígrafo en la mesa...
Estrategias de intervención:
Es muy conveniente que se le explique de manera didáctica qué es lo que le está pasando y que sepa que tiene remedio lo que tanto le está afectando.
Explicarle que la ansiedad se manifiesta en tres niveles de respuesta. El primero
es a través de los pensamientos negativos que tiene. El segundo a través de los
sistemas fisiológicos de la persona: sudoración, palpitaciones, nudo en el
estómago, y el tercer nivel se manifiesta a través de la necesidad de movimientos que tiene, que le puede llevar hasta el abandono del examen.
Intervenir en los tres niveles anteriores con distintas estrategias. Respecto de los
pensamientos, cortando los negativos y catastrofistas, centrando la atención en lo
que tengo que hacer aquí y ahora, no compararme con los demás en cuanto a lo
que tienen hecho del examen, etc. Respecto del segundo nivel fisiológico,
enseñando a nuestros hijos a relajarse. Es conveniente que practiquen algún
deporte, pues tiene un efecto relajador. En el tercer nivel conviene que nunca abandonen el examen por mal que se puedan encontrar haciéndolo.
Todas estas estrategias requieren un entrenamiento y por tanto, tiempo y perseverancia por delante para que se puedan notar los resultados.
10.- El fracaso escolar
Por Bernabé Tierno
Se entiende por fracaso escolar al desajuste negativo entre las aptitudes reales de un estudiante y los resultados escolares valorados académicamente.
Según esta definición, tan fracasado escolar es el alumno que aprueba «por los pelos»,
cuando por sus capacidades debería obtener notas brillantes, como el estudiante que
repite o suspende varias asignaturas de un curso.
En la práctica escolar, sin embargo, se habla de fracaso escolar para referirse a
estudiantes cuyo rendimiento no es suficiente, dejando a un lado si es o no totalmente satisfactorio.
Rendimiento insuficiente
Hablamos de rendimiento escolar insuficiente circunstancial cuando el alumno pasa por
un bache de su vida escolar que acaba por superarse y no afecta apenas a la autoestima
y al sentimiento de competencia del estudiante. Por el contrario, el rendimiento
insuficiente cuando es crónico, es decir, se arrastra desde los primeros años de la escolaridad, constituye el fracaso escolar en su sentido más apropiado y puro.
Es fundamental diferenciar con gran exactitud y propiedad las expresiones fracaso
escolar y retraso escolar. El retraso se da cuando hay un desfase entre las exigencias
del currículum y las calificaciones escolares. En los sistemas escolares actuales se habla
de fracaso cuando el alumno suspende, es decir, su rendimiento no es el suficiente (el mínimo exigido para conseguir el aprobado).
Principales causas
Según un estudio realizado por la Inspección Básica de Navarra, los motivos del bajo rendimiento en la escuela tanto en el ciclo medio como en el superior son:
1. Ambiente familiar poco adecuado.
2. Coeficiente intelectual bajo.
3. Dificultad para motivar e interesar a los alumnos en el aprendizaje.
4. Contenidos de los ciclos extensos y poco adecuados a los intereses del niño.
5. Influencia negativa de la TV. Tiempo que roba, ansiedad que genera, actitudes que fomenta.
6. Dificultades en el lenguaje, comprensión lectora insuficiente; no haber adquirido el
hábito de estudio y trabajo...
7. No repetir curso cuando este no se ha superado con un mínimo de holgura.
Según mis propias investigaciones, las causas de unos resultados escolares insuficientes o poco satisfactorios podrían sintetizarse en los siguientes puntos:
El alumno no sabe acceder hasta las ideas principales de los párrafos de un texto
escrito y comprender lo que lee, trasladando a su propio nivel de comprensión y
expresión los contenidos.
Esto se debe fundamentalmente a que no se le ha enseñado a estudiar durante la enseñanza primaria y la secundaria.
Se sigue cometiendo la incoherencia de exigir al estudiante que aprenda unos
contenidos nuevos, sin preocuparse de averiguar si domina y sabe otros
contenidos que son previos y absolutamente imprescindibles para entender,
asimilar y asentar los nuevos conocimientos que se pretende enseñar.
Disociación entre los contenidos del aprendizaje y las exigencias de la vida real, al tiempo que la enseñanza sigue siendo preponderantemente expositiva y pasiva.
El estudiante se cansa de estudiar algo que es muy abstracto y teórico y no puede
utilizar de inmediato en la vida real. Falta una enseñanza activa, viva y participativa.
Muchos contenidos son odiosos de aprender... listas de nombres, conceptos abstractos
que de forma pedante presenta el autor a la comprensión de niños pequeños.
Descuido de la metodología pedagógica. No existe un acuerdo entre los
profesionales de la enseñanza en temas pedagógicamente tan fundamentales
como: premios, castigos, tareas escolares, evaluación continua, actividades extraescolares.
Desconocimiento de la psicología del niño y de los procesos que le llevan al
aprendizaje.
Hay muchos profesores de matemáticas, filosofía, ciencias, biología, lengua y literatura,
que no han recibido suficiente capacitación ni como educadores ni como profesores para hacer asequibles a los alumnos los contenidos de la asignatura que imparten.
Deficiencias, limitaciones y errores educativos de comienzo. Los seis-siete
primeros años de la vida del niño son fundamentales. Las deficiencias,
limitaciones y errores educativos se marcan ya en los primeros años. Muchos
niños se incorporan a la escuela a una edad en que otros ya saben leer y han
desarrollado adecuadamente sus aptitudes y destrezas motrices, intelectuales y
sociales... Ellos empiezan en inferioridad de condiciones y esto conduce de
manera más o menos directa al fracaso escolar.
Las limitaciones intrínsecas del sujeto son sin duda causa del fracaso escolar. A
veces las capacidades del alumno, por los motivos que sean, se encuentran muy
por debajo de lo normal. Son niños que precisan desde la infancia una ayuda
especial, aunque sigan la escolaridad en centros de enseñanza normal. Por
desgracia, el 80% de los niños con ciertas limitaciones no reciben la ayuda
especializada necesaria que les recuperaría para la enseñanza normal, y pasan a engrosar las filas de los fracasados escolares.
Fracaso escolar circunstancial. El alumno que no ha presentado hasta el momento
problemas en sus estudios comienza a fallar. Casi siempre se trata de algún
acontecimiento traumático o de especiales características que irrumpen de
improviso en la vida del alumno, afectando a su personalidad, minando la
confianza en sí mismo, la autoestima y los deseos de superación. Hay muchos
profesores de matemáticas, filosofía, ciencias, biología, lengua y literatura, que no
han recibido suficiente capacitación ni como educadores ni como profesores para
hacer asequibles a los alumnos los contenidos de la asignatura que imparten.
Falta de coordinación pedagógica de los educadores entre sí y con los padres de
los alumnos. Es imprescindible que exista una línea de actuación conjunta entre la
familia y el colegio, de lo contrario se producirá el desánimo, la desorientación y la
ansiedad en el alumno, que, al no saber con qué carta quedarse, optará por el
abandono y el desinterés.
Escasas expectativas de éxito al terminar los estudios. Los adolescentes y jóvenes
son conscientes de que un título no garantiza el puesto de trabajo. El creciente paro juvenil contribuye a eliminar la ilusión de formarse para el futuro.
2)FORMACIÓN DE PADRES
La educación de los hijos es una de las tareas que exigen mayor responsabilidad y cono
cimiento. Por esto queremos contribuir a la formación de padres y educadores a través
de nuestra nueva sección, con fichas periódicas en las que se enseñan a sortear los retos
de la labor educativa. Este material está diseñado y realizado por el "Programa para la
formación de padres"
1. Manejo del tiempo libre
2. Orientar la Sexualidad: Una actitud sana
3. Educación con disciplina asertiva
4. Ejercitando la responsabilidad
5. Los hábitos de estudio y su importancia en el éxito escolar
6. La autoestima de los padres
7. El elogio, la mejor herramienta para educar en valores
8. Cómo mejorar el comportamiento de los niños difíciles
9. Cómo expresar el amor a los hijos
10. Educar para la solidaridad 11. Comportamientos agresivos en niños, jóvenes y adolescentes
Manejo del tiempo libre
El modelo de sociedad en que vivimos nos ha alejado definitivamente, de una relación
natural del hombre con las cosas. La sociedad industrial nos ha impuesto un programa de
trabajo cada vez más apretado que muchas veces no tiene ningún significado para la
persona que lo está realizando. En este tipo de sociedad que ahora nos amenaza con la
escasez del trabajo, obliga muchas veces a las personas a ocuparse en aquello que no les
gusta. El aprovechamiento del tiempo libre como tiempo liberador cobra un sentido trascendental, que educadores y padres de familia no podemos estar ajenos.
El tiempo libre debe posibilitar el ejercicio de la voluntad y la libertad, permitir el
desarrollo de nuestra autonomía dando paso a nuestra expresión personal, haciendo lo
que nos gusta, aquello en lo que encontramos sentido. Lo que quiere decir que el tiempo
libre debe estar cada vez más unido a ―tiempo personal‖. Pero personalizar no es lo
mismo que individualizar, aislarse del resto. Al contrario, el tiempo libre se presenta
también como una apertura a los otros, como búsqueda y contacto con las relaciones sociales que queremos, distintas de las que nos impone el trabajo o la vida cotidiana.
Qué es el aprovechamiento del tiempo libre?
El término “tiempo libre” es una expresión relativamente reciente. Su aparición está
unida a una época y a unos países de industrialización avanzada. Se relaciona con la
pérdida del ―tiempo natural‖, sustituido por el tiempo del reloj y la realización de trabajos con los que difícilmente llega a identificarse la persona.
En general podemos decir que tiempo libre, son aquellos períodos de la vida humana en
los cuales. el individuo se siente libre. Libre en su doble aspecto de “libre de” y “libre
para”. Esto nos permite identificar el tiempo libre como aquel en que actuamos por
nuestra propia voluntad, por nuestros impulsos y según nuestros deseos e inclinaciones.
De ahí que el tiempo libre pasa a ser en muchas ocasiones, tiempo privado, opuesto al tiempo en servicio de los otros, propio del trabajo.
Entonces, ¿se opone el tiempo libre al trabajo?. Conviene precisar que eso sólo sería
correcto en el caso del trabajo no voluntario. El tiempo libre no excluye en ningún caso
actividad o esfuerzo libremente realizado, ese es precisamente el sentido en que debe entenderse el estar ―libre para‖ algo.
Y precisamente, cuando se está libre para algo, comienza el sentido de la palabra OCIO,
íntimamente relacionada con el aprovechamiento del tiempo libre. La palabra OCIO,
surge con los griegos en el siglo IV A.C.; para ellos el ocio era un estado del individuo en
el que la actividad realizada no servía para satisfacer una necesidad material, sirio que
tenía sentido en si misma, es decir le permitía al hombre entablar relaciones con las cuestiones últimas e importantes de la existencia humana y con su propia trascendencia.
La sociedad industrial le da un cambio negativo al significado de la palabra ocio
relacionándola con vagancia. Sin embargo, hoy día parece imponerse una reflexión sobre
este concepto, con la intención de devolverle su significado primitivo y de esta manera se pretende que el tiempo libre se ocupe con una actividad creadora de valores.
En la antigüedad el hombre se proyectaba en sus propios trabajos artesanales; tallaba y
esculpía; la llegada de la industrialización suprimió este cauce de expresión. En este
sentido el ocio se presenta como una necesidad que permite al hombre moderno su realización personal. Es así que el ocio se considera como cauce de expresión personal.
El ocio tiene tres funciones esenciales: descanso, diversión y desarrollo.
El ocio nos sirve como descanso y nos libera de la fatiga y el desgaste tanto físico
como nervioso. Esta recuperación de equilibrio natural es más necesaria para las
personas que llevan una vida cotidiana de mayor tensión.
La diversión libera del aburrimiento y ofrece un rompimiento con la rutina
cotidiana, llena de normas y privaciones.
Finalmente el ocio como desarrollo de la personalidad, guarda una cierta relación
con la liberación del automatismo de la vida diaria, permite situar al individuo en
una actitud más activa, a la vez participativa y desinteresada.
Dada la importancia que tiene la utilización del tiempo libre para una buena salud
mental y un desarrollo adecuado de la personalidad, la Ley 115 General de
Educación, artículo 5° parágrafo 12, establece como uno de los fines de la
educación ―la educación para el tiempo libre‖.
El tiempo libre y los niños
El tiempo libre de los niños es aquel que queda después de sus obligaciones escolares y
familiares. Es un tiempo que es llenado por ellos mismos con actividades libres y
espontáneas que no son otra cosa que juegos; la actividad más natural del niño.
Desgraciadamente los niños de la ciudad disfrutan de escaso tiempo libre y normalmente, este tiempo se suele malgastar delante del televisor.
Es a través del juego donde el niño toma contacto con el mundo exterior y sobre todo,
adquiere experiencia necesaria para enfrentarse a los demás y a las cosas. Es bastante
usual que los padres tendamos a organizar el tiempo libre de nuestros hijos, sin tener en
cuenta sus preferencias. Se trata, entonces, de saber ofrecer a cada uno con discreción,
sin presiones, sin imposiciones, el modo y los medios para ocupar inteligentemente el
propio tiempo libre, no sustituyéndolos en su elección, sino ayudando y favoreciendo sus inclinaciones y gustos.
Los padres de familia debemos ser conscientes que en la adecuada utilización del tiempo
libre de los niños, juega un papel importante la familia, ya que el nuevo ritmo de la vida
moderna hace que las tres funciones del ocio se hayan integrado totalmente a la vida
familiar. Por eso debemos procurar que el hogar satisfaga las necesidades de
esparcimiento de los niños brindándoles espacios .donde puedan jugar, pintar o moverse
con libertad, etc.; compartir en familia juegos, programas de televisión, fiestas
familiares. Estas actividades incrementan el conocimiento de los niños, de sus preferencias y fortalecen además su sentido crítico y su criterio de elección.
Ilustración 1
TIEMPO LIBRE CON SENTIDO
Toda persona debe tomar conciencia de su tiempo libre. No nos debe ser indiferente
hacer una cosa u otra, podemos pasar el tiempo libre con sentido o sin él. Un
comportamiento de tiempo libre tiene sentido cuando constituye o logra valores en si
mismos. Por lo tanto interesa tomar conciencia que lo importante del deporte no son los
récords; que un viaje no es mejor por una mayor distancia; ni una colección es más
importante por el número de objetos caros que incluya; ni un espectáculo es mejor por el
número de espectadores.
Cuando vivamos la importancia de la alegría, del gozo interior, del placer de la
contemplación, del gusto de lo sencillo y de tantas cosas similares, muchas veces tan lejanas a su valor monetario, ‗comprenderemos y viviremos el tiempo libre con sentido.
Este, precisamente, debe ser uno de los objetivos prioritarios en la formación de nuestros
hijos: arrancar de los niños la posible mentalidad económica y materialista, propia del
mundo moderno y devolverlos a una actitud más espiritual, en la cual sean capaces de
gozar de los juegos y de las aficiones auténticas lejos de la competitividad y de las consideraciones económicas en que nos debemos mover diariamente.
El tiempo libre puede y debe actuar corno compensación y equilibrio frente a las
insuficiencias, fracasos y debilidades a que estarnos sometidos en la vida ordinaria. Y
esta función compensadora ha de buscarse de un modo positivo, haciendo que el sujeto
se sienta feliz practicando aquello que realmente le gusta. La educación para el tiempo
libre creará situaciones donde sea posible tanto la acción como la contemplación.
Situaciones que posibiliten la autodeterminación y el autodesarrollo, para que las cosas
tengan sentido y el educando ejercite un mundo de valores y de libertad.
LA PEDAGOGÍA DEL TIEMPO LIBRE
Como padres de familia debemos tener en cuenta la necesidad y la importancia que tiene
cada persona, en particular, nuestros hijos para ser educados en la utilización del tiempo
libre.
Partiendo de la necesidad de una educación para el tiempo libre y antes de hablar de su posibilidad, nos interesa recordar alguna de las dificultades que inciden en esta tarea:
1) EL DIRIGISMO: Impuesto por la manipulación cada vez mayor que la sociedad está
ejerciendo en el tiempo libre, el hacer algo por sí mismo está abriendo paso al dejarse
hacer. La educación del tiempo ljbre ha de crear un ambiente de libertad e
independencia, siempre de acuerdo con la edad del educando. Los padres no deben
regular y ordenar los juegos que vienen después del estudio ya que un exceso de
dirigismo ocasiona la falta de independencia, la pérdida de la espontaneidad y
originalidad e impide la autonomía.
2) EL UTILITARISMO: Según una concepción utilitaria, las actividades del tiempo libre
han de ser algo práctico y aprovechable desde algún punto de vista. La función como
padres, debe ser desarrollar una mentalidad más abierta, hacer ver la importancia de lo
lúdico, la plenitud de lo artístico, la vivencia de lo bello y en definitiva, la felicidad que
puede sentir el hombre ante un bienestar desinteresado.
3) LA EXCESIVA PLANIFICACIÓN Y ORGANIZACIÓN DEL TIEMPO LIBRE: En la
actualidad hay muchas industrias y organizaciones que nos planifican nuestro tiempo
libre o el tiempo libre de los niños. Es evidente que un tiempo libre, así planeado se aleja de la intimidad, de la espontaneidad y de la visión personal.
4) LA PROGRESIVA DISMINUCIÓN DEL TIEMPO LIBRE: Los desplazamientos. Las
actividades especiales y las organizaciones están reduciendo cada vez más la esfera del
tiempo privado o espontáneo. Unido a ello la fabricación de un mayor número de medios
técnicos para llenar el tiempo libre, hace que el individuo cada vez sea más dependiente y al mismo tiempo, más propicio al aburrimiento.
Para contrarrestar estas amenazas se debe desarrollar en el individuo un autocontrol
crítico que le ayude a evitarlas y superarlas. Pero el empleo de un modo autónomo y
racional del tiempo libre no viene dado de antemano ni aparece automáticamente si no
se cultiva, sin embargo no debemos olvidar que la orientación que le demos a nuestros
hijos referentes al tiempo libre debe ser de servicio, de guía, de apoyo y sobre todo de vigilancia del mutuo respeto.
Tengamos presente que una buena forma de influir en el tiempo libre de nuestros hijos es:
Actuando siempre como estímulo: despertando interés, dando ánimo, ofreciendo
posibilidades, motivando las distintas formas.
Facilitándoles y haciendo accesible los lugares y presupuestos necesarios para la
práctica de determinadas actividades: bibliotecas, talleres, lugares para
espectáculos, juegos, deportes o hobbies.
Permitirle la ejercitación práctica y voluntaria sobre distintos tipos de hobbies y
actividades propias del ocio, proporcionándoles información sobre reglas de juego,
modelos de trabajos prácticos, impedimentos, indicaciones bibliográficas o ayuda
de cualquier género.
Como familia no debemos perder de vista estos puntos porque como hemos visto es de
gran importancia que el niño logre transformar su tiempo libre en tiempo ocioso, en el
primitivo sentido de la palabra, buscando siempre que sepa emplear con sentido su tiempo libre.
Orientar la Sexualidad: Una actitud sana
Todo padre quiere que sus hijos tengan vidas saludables y gratificantes, sin embargo
paro muchos la sexualidad es un tema que les resulta difícil abordar con ellos. Temor a
equivocarse, miedo de no tener todas las respuestas, vergüenza o posiblemente muchos
aprendieron que el sexo era un tabú para hablar de él. La mayoría se sienten así y no
deben sorprenderse; la gran dificultad se debe a que existe una marcada tendencia en
confundir los términos Sexo y Sexualidad, es necesario vivenciar que la sexualidad es
mucho más que simple genitalidad.
¿Qué es la Sexualidad?
La sexualidad tiene que ver con el sexo, pues desde que nacemos son visibles aquellas
características anatómicas y fisiológicas que son determinadas genéticamente; pero la
sexualidad es algo que va más allá del simple hecho de ser hombre o mujer, la
sexualidad incluye, las emociones, las fantasías, los miedos… Se nace con un sexo y se
aprende adecuada o inadecuadamente ―mi ser masculino o femenino‖. Es decir, la
sexualidad se educa. Parte desde una condición biológica y desde allí se desarrolla la
identidad sexual. Es un proceso, se va construyendo, aprendiendo e influenciando por la
familia, la sociedad y la cultura en que nos desenvolvemos.
Desde que nacemos, hombres y mujeres empezamos a ser tratados de una manera
diferencial por parte de quienes nos rodean. A las niñas se les viste de rosado, se le
compran muñecas y ollitas, se les carga suavemente, se las describe como delicadas,
lloronas, dulces; a los niños por su parte, se les viste de azul, se les compran carritos y
pistolas, se les trata más fuerte y se les describe como inquietos y activos. Estas
primeras experiencias aparentemente sin importancia, comienzan a marcar la manera como nos ven mas y nos sentimos por el hecho de ser hombrees o mujeres.
La temática de la sexualidad es parte tan integrante del niño como cualquier otra y
merece atención en la medida necesaria. Hoy en día la distorsión que causan las
películas, las noticias de los periódicos, los artículos de las revistas, los programas de
televisión e Internet, entre otros, confunden o hacen que se modifique el concepto que
los niños y jóvenes tienen frente a la sexualidad. Es ahí donde entra usted como padre, madre o adulto que está en contacto con él a ayudarle a solucionar sus dudas
¿Qué es la orientación sexual?
Es un proceso que dura toda la vida y debe consistir en dotar a sus hijos en
conocimientos, valores y actitudes necesarias que les permitan vivir su propia sexualidad
de una manera responsable, positiva y creadora, dentro del contexto sociocultural en el que se desenvuelven.
Para desarrollar una sexualidad madura que integre sus múltiples dimensiones, buscando
la realización armónica de la persona, es necesario educar en valores. Donde no hay
valores no hay verdadera educación. Los niños necesitan poder relacionar la información
con su propia escala de valores que se encuentra en formación. La educación sexual y los valores siempre deben ir juntos.
¿Cómo educar en valores?
Los valores no se enseñan ni se memorizan, sino que se transmiten, se sienten, se demuestran, se limitan, se reflejan.
Educar en valores no se trata pues de dar grandes listados de fórmulas; la educación
afectivo-sexual en los valores consiste en ir despertando y alimentando la sensibilidad, el
sentido ético.
El niño en edad preescolar obedece a sus padres y profesores y sigue las reglas aunque
no entienden el propósito de dichas reglas, sin embargo así comienza a desarrollar un sentido de equidad y de justicia social.
A medida que va creciendo el niño a través de sus relaciones con otras personas, ya
construyendo sus propios valores morales, lo cual le permitirá actuar automáticamente
tomando elecciones entre varias alternativas en un momento dado; la autonomía moral
aparece con el intercambio de opiniones, no solamente considera su punto de vista, sino también el de las otras personas afectadas por su conducta.
En cambio una moralidad heterónoma, una persona juzga el bien y el mal a partir de las reglas establecidas y por la voluntad de las personas que tienen el poder.
¿Puede causar daño la información en sexualidad?
Varias investigaciones han demostrado que la información por si misma no es dañina, ni
provoca mayores inquietudes; lo que ocasiona efectos negativos es la manera como se
comunica dicha información, las actitudes negativas frente al sexo de las personas que la
brindan, la info4mación contradictoria que se recibe a través de diferentes canales y los
contenidos que se incluyen. Conocer la verdad es menos inquietante que no conocer los
hechos y estar en la duda de cuáles son estos. Los niños que no han sido informados,
son los que con más frecuencia llevan a cabo experimentación sexual, porque es la forma
como pueden obtener información. Los jóvenes pueden tomar mejores decisiones sobre
el sexo cuando tiene toda la información que necesitan y cuando no hay tabú acerca de
lo que pueden hablar en la casa.
¿Cuándo es el mejor momento para empezar?
Proporcionar información a los hijos requiere de un flujo de información suave y continuo
que debe comenzar con la mayor anticipación posible. Es mejor iniciar cuando los niños
empiezan a recibir mensajes sobre la sexualidad y empiezan a recibirlos desde el
momento en que nacen. Pero no se preocupe si no ha empezado todavía, nunca es
demasiado tarde. No trate de hacerlo de una sola vez, lo más importante es tener una actitud abierta y estar disponible cuando su hijo quiera hablar.
¿Qué quieren saber sus hijos?
Para lograr una madurez afectivo-sexual adecuada a la edad de su hijo, es necesario que
le proporcione información precisa y adecuada según la etapa de desarrollo de su ciclo evolutivo.
SUMINISTRE INFORMACIÓN PRECISA SEGÚN LA ETAPA DE DESARROLLO DE
SUS HIJOS
Del nacimiento a los dos años
A los bebés les damos un sentido de quienes son desde que nacen. Los hacemos sentir
seguros ò inseguros mediante la forma en que los tocamos, el tono de nuestra voz, permitiéndoles que se sientan cómodos con sus cuerpos y sus emociones.
A lo largo del baño así como le van nombrando cada parte del cuerpo como el ombligo,
no olvide decirles ―este es tu pene‖ o ― esta es tu vagina‖. Todo ello de forma natural.
Con ello conseguirá que su hijo aprenda las partes de su cuerpo con un vocabulario
correcto. A medida que sus hijos crezcan, usted puede continuar su educación añadiendo gradualmente más información.
Si hace todas estas cosas de un modo agradable y cariñoso les desarrollará sentimientos saludables sobre su sexualidad.
De tres a cinco años
Entre los 2 y 3 años su hijo empezará a descubrir las diferencias entre los hombres y las
mujeres. Las niñas querrán parecerse a la mamá y los niños al papá, lo que significa
que van adquiriendo y reconociendo las características propias de su sexo.
A esta edad empiezan también a interesarse por temas como ―de dónde vienen los
niños‖, ―cómo llegó mi hermanito a la barriga de mi mamá‖, etc. Explique la verdad
sobre ―la cigüeña‖. Las reacciones de los padres ante esta inquietud de los hijos es muy
variada. Algunos se ponen nerviosos e inventan cualquier respuesta, otros se preparan
―intelectualmente‖ y esperan estas preguntas para dar explicaciones amplias, que
finalmente terminan confundiendo al pequeño. Lo importante es dar respuestas de una
manera muy sencilla y espontánea, que sean precisas, verdaderas y se centren en lo que
el niño quiere saber. Evadirlas o dar explicaciones mas allá de suinterés lo confunden y lo angustian. Trate de responderle siempre con suficiente paciencia y buen ánimo.
De cinco a siete años
A esta edad las explicaciones deben ser cortas y ceñidas a lo que preguntan.En esta edad
están empezando a descubrir su propia feminidad o masculinidad. Y puede ser que sólo
quieren estar con personas de su mismo sexo0. Por eso es muy común que digan que
odian a los niños del sexo opuesto. No deben reírse de ellos por esto.
Comience a hablar sobre la sexualidad desde temprana edad y con frecuencia, ya que así
se tiene más oportunidad de hablar del amor y cariño y a medida que van creciendo se pude profundizar en el tema del sexo propiamente dicho.
Es posible que los niños en primaria tengan pena de hacer preguntas, pero eso no quiere
decir que no tengan preguntas: la mayoría han escuchado acerca de cosas como el SIDA.
la violación y el abuso de niños, así siga hablando con ella.
Los Pre-adolescentes (8 a 12 años)
Los niños pueden asustarse y confundirse con los cambios repentinos que experimentan
sus cuerpos cuando llegan a la pubertad. Para poner fin a sus inquietudes hable con ellos no solo sobre su etapa de desarrollo actual, sino sobre las siguientes etapas.
Una niña de 8 años de edad tiene la madurez suficiente para aprender sobre la
menstruación, del mismo modo que un niño de esa edad puede conocer los cambios que
experimentará su cuerpo en el futuro.
Los niños se preocupan por el tamaño de su pene, las niñas por el tamaño de sus senos- Asegúrele que no hay dos personas iguales.
Los niños están fascinados en la forma en que cambian sus cuerpos, es común que miren
y toquen sus órganos sexuales, están listos para saber acerca del sexo y la
reproducción. Quieren saber sobre las relaciones sociales y las relaciones sexuales. NO
se preocupe si no conoce todas las respuestas a las preguntas de sus hijos o si se siente
incómodo tocando el tema. Puede hablar con ellos abiertamente. Recuerde que la educación es tan importante como la comida, la protección y el cuidado amoroso.
Adolescentes de 13 a 18 años
Este período es un poco preocupante para la mayoría de los padres, ya que sus hijos
empiezan a salir con frecuencia y ya no se tiene control absoluto de lo que hacen cuando
ellos no están presentes. Aquí es donde se verá reflejada la relación que se ha mantenido a lo largo de la niñez entre padres e hijos.
Al llegar la pubertad y entrar en la adolescencia el joven quiere ser independiente, le
gusta tener libertad y ejercer dicha libertad, pero al mismo tiempo no sabe y no está
acostumbrado a usarla, necesita ayuda, aprecia el consejo paterno y materno. Se
produce así una lucha entre sus deseos e independencia y su miedo a perder la dependencia
Como alguien dijo: el adolescente es un cuerpo maduro en una mente inexperta. Esta
condición de madurez biológica e inmadurez emocional le produce un estado de tensión y
se ve obligado a realizar un lento aprendizaje que le permitirá adquirir nuevas técnicas que faciliten su ingreso al mundo adulto.
Los jóvenes deben aprender y entender lo que es el ―sexo seguro‖ que reduzca el riesgo
de enfermedades de transmisión sexual. Deben saber cómo tener relaciones sexuales sin
herirse o herir a otras personas y deben saber que ellos son responsables por lo que
hacen. En forma prudente converse sobre el tema de los amigos y las amigas y la futura
elección de novio o novia. Déles ejemplo y presente a los jóvenes una visión alegre y optimista de lo que es el noviazgo y el matrimonio.
Ayude a los adolescentes a fijar metas y a explorar opciones para el futuro, explíqueles
también cómo un embarazo prematuro podría tener efectos negativos, ya que ellos
serían los responsables de atender y proveer al bebé; si usted ayuda a sus hijos a
entender las consecuencias de sus actos, es más probable que ellos tomen buenas decisiones ahora.
Supervise las actividades de sus hijos sin dejar de entender que los adolescentes
necesitan cierta independencia. No use tácticas para asustarlos, para evitar que los
jóvenes tengan relaciones sexuales, eso no funciona. No asuma nada. Por ejemplo, si
su hijo pregunta: ¿a qué edad puede tener relaciones sexuales?, no quiere decir, ―estoy
pensando en tener relaciones sexuales‖
Tenga en cuenta que la labor de un padre nunca termina. No importa cual sea su edad; de una manera u otra, los hijos siempre necesitarán a sus padres.
Algunas sugerencias para mejorar la comunicación sobre temática con sus hijos:
Haga de la sexualidad algo normal.
Deje atrás las ideas anticuadas que le impiden comunicarse honestamente con
sus hijos: hable con ellos abiertamente sobre el amor, las relaciones y la
sexualidad.
Examine sus propias convicciones.
Es bueno que esté al tanto de lo que sus hijos ven, leen y escuchan, a veces un
simple comentario sirve para iniciar una conversación importante y productivo.
Deje que sus experiencias faciales, el tono de voz y el lenguaje del cuerpo apoye
lo que dice con las palabras.
Reconozca sus propios temores y preocupaciones sobre la sexualidad.
Hable sobre el tema porque usted es el educador sexual más importante de su
hijo.
Aprenda la información básica sobre la salud sexual, la reproducción, el VHI, etc.
De esta manera usted podrá discutir los hechos a un nivel que su hijo/a lo pueda
comprender, podrá definir cualquier palabra o término confuso y puede sentarse
con más confianza ante las preguntas que ellos le formulen.
Si el tema no surge, no espere. Usted puede iniciar la conversación. Un buen
momento para conversar es cuando ninguno de los dos tenga otras cosas que
hacer. No se distraiga con el teléfono o con otras cosas que reclaman su atención
en ese mismo momento.
Primero verifique los conocimientos que tiene su hijo/a sobre la sexualidad. Por
ejemplo, si pregunta ¿qué es la menstruación?, pregunte ¿qué crees tú que es?.
Asegúrese de decirle: ¡esa es una buena pregunta! Déle a sus hijos la oportunidad
de conversar con usted sobre sus pensamientos, sentimientos y experiencias.
Permítale a su hijo/a terminar de hablar antes de responderle. Mantenga
contacto visual y escúchelo, posiblemente con los adolescentes pueden haber
desacuerdos, pero siga respetando lo que él dice.
Pida una retroalimentación: ¿era lo que estabas preguntando?. Manténgase
abierto a preguntas de seguimiento: ¿Hay alguna cosa que no contesté y que te
preocupa?.
Demuestre que usted, valora las ideas de sus hijos haciendo preguntas como:
¿Qué harías tù si…? ¿Qué piensas sobre…? O ¿Qué te parece…? Estas preguntas
mantienen el diálogo abierto.
Dé respuestas honestas, cortas y sencillas.
Sea claro en cuanto a los valores y déjeles saber que hay otras personas con
diferentes valores sobre la sexualidad. Enséñeles que es importante respetar las
diferencias.
Sea un buen ejemplo para demostrar a sus hijos como se enriquece la vida a
través de los valores.
Los valores ayudan al hombre a encontrar más fácilmente la felicidad. A veces
cuesta vivirlas, pero mientras mejor se viven más felices somos y más felices
hacemos a quienes nos rodean.
Pregúntese si está llevando una vida recta y congruente con los valores que desea
transmitir a sus hijos.
En las conversaciones ponga usted la mayor objetividad posible, sin apreciaciones
subjetivas ni adjetivos calificativos.
Déle elementos para que desarrolle la capacidad de amar, que experimente el
afecto y la ternura, favorezca el desarrollo de actitudes como la solidaridad, la
honestidad, el compromiso con el otro. Favorezca el discernimiento, proponiendo
principios morales que orienten a la conciencia recta en cada circunstancia,
creando espacios donde sus hijos puedan reflexionar sobre sus actitudes y
opciones, para posteriormente revisar si son coherentes con sus ideales.
Educación con disciplina asertiva
La educación comprende no solamente la adquisición de hábitos de trabajo académico y
de los conocimientos básicos para poder acceder a la universidad. También incluye otros
elementos de orden formativo como la disciplina y la adquisición de buenos hábitos; es
decir, la educación además del ámbito intelectual, también orienta sus esfuerzos a la
formación de la personalidad del individuo.
Ahora bien, el tema de la disciplina juega un papel trascendental en la vida de todo ser
humano y en la estructuración de su personalidad. Formar a un individuo con la
exigencia contemporánea de hacer de él un ser integral, presupone necesariamente
formarlo con unas sanas y sólidas bases de una Disciplina Asertiva, que es justamente
todo lo opuesto a un régimen disciplinario basado en el autoritarismo, la intimidación, el castigo o el miedo a la autoridad.
Iniciemos nuestras reflexiones con la pregunta:
¿Cómo formar hijos estudiantes responsables?
El doctor Alexander Lyford-Pike, destacado médico psiquiatra, en su interesante libro
“Ternura y Firmeza con los Hijos”, con las siguientes consideraciones nos da una
acertada respuesta a este interrogante que con toda seguridad ronda en la cabeza —y en
el corazón, por qué no decirlo— de todo padre y de todo educador. Dice el doctor Lyford-Pike:
Hay dos palabras claves para los padres cuando educan a sus hijos: comprensión y firmeza.
La comprensión exige además del vínculo natural de cariño, el seguimiento coherente y
constante de los problemas que enfrenta un niño y que suelen traducirse en mal
comportamiento. La reacción espasmódica e irreflexiva de un padre ante una conducta
inadecuada de un hijo es ineficaz en el mejor de los casos y puede llegar a ser
perjudicial.
Es necesario en cambio, comprender, que la desobediencia, el enojo y Ja rebeldía forman
parte de una personalidad infantil en formación. Su corrección es responsabilidad de los
padres junto con los educadores en los centros de enseñanza, excepto en los casos de
perturbaciones de nivel patológico que requieren asistencia profesional especializada.
Los padres deben tratar de entender por qué un hijo se porta mal y ayudarlo a corregir
su conducta a través de pasos coherentes y consecutivos que incluyen la persuasión, la
advertencia, vías no violentas de castigo y formas de premiar, que alienten al niño a perseverar en la buena senda.
El complemento fundamental d este comprensivo seguimiento constante es la firmeza en
su aplicación. Sin este ingrediente básico desaparecerá la utilidad del plan de la Educación con Personalidad.
Firmeza significa ejercer la autoridad paterna sin interrupción ni claudicaciones. Un padre
que cede por lástima o desaliento al ver que su hijo no actúa o reacciona en la forma
requerida, pese a una medida correctiva, fracasará en su responsabilidad educativa.
Cuando una medida no surte el efecto buscado, se recurre a la siguiente de acuerdo con
los pasos que hemos detallado. De lo contrario, la vacilación o el desánimo paterno se transmite al hijo, induciéndolo al desconcierto o a profundizar sus conductas impropias.
De la combinación permanente y ordenada de comprensión cariñosa y firmeza correctiva
po parte de los padres, dependerá que el plan de Educación con personalidad se
convierta en un instrumento útil para criar hijos responsables y cvn una personalidad sana.
La Educación con Personalidad bien aplicada transmite a los hijos el mensaje de que los
padres se preocupan por su bienestar actual y futuro y que todo lo que hacen aún lo que a los niños no les gusta, es por su bien.
Esto ayuda a los hijos pequeños a desarrollar el control de sus emociones y a aplicar
cada vez más el razonamiento en sus actos. El niño orientado en este camino se dirige a una adolescencia equilibrada y a una adultez madura.
La niñez bien orientada por los padres es el primer gran paso en la búsqueda de la felicidad a lo largo de la vida.
La felicidad está determinada por un buen manejo de las necesidades y la abundancia de cariño, sabiendo discriminar lo imprescindible de lo superfluo.
El éxito de esta búsqueda depende de que cada persona sea orientada desde sus
primeros años al máximo aprovechamiento de sus cualidades buenas y a desechar el
desorden que se da por una voluntad que también tiende al egoísmo y a una inteligencia que también tiende a quedarse en la superficie....
Para reflexionar:
El exceso de consentimiento con los hijos, la aceptación de excusas en forma reiterada o
el otorgamiento de perdones concedidos por lástima con el niño infractor de una norma o
por desaliento al ver que el hijo no quiere corregirse, son actitudes paternas que pueden resultar fatalmente de formantes para el niño y alterar su proceso formativo.
Todo ser humano tiene que saber las consecuencias finales de sus actos y atenerse a ellas
Quiere decir entonces, que todo individuo desde la más temprana edad tiene que
aprender a conocer las consecuencias finales de sus actos y atenerse a ellas, por ejemplo
un estudiante debe saber que:
a) Si por negligencia no hace sus deberes escolares, quizás la consecuencia de esta
conducta sea que el colegio lo cite un sábado para que haga sus tareas o que en casa sus padres le cohíban ciertas horas de televisión.
b) Si se pelea con un compañero y se agreden físicamente, es probable que como
consecuencia de este indebido acto sea suspendido del colegio, que sufra una fuerte
lesión en su cuerpo y por ende tampoco pueda asistir al paseo familiar que tanto desea hacer con sus padres y primos.
La mejor conclusión que debe asimilar tanto el hijo como el padre y el educador es la que se resume en esta sabia frase: “NO HAY CASTIGOS SOLAMENTE CONSECUENCIAS”.
Para reflexionar:
La disciplina asertiva es positiva porque tiene profunda fe en el ser humano y en su
capacidad para superarse. Si un hijo-estudiante tiene bien claro cuáles son sus
responsabilidades, se siente apoyado por sus padres-maestros, quienes antes que
amenazarlo o castigarlo le demuestran con afecto que están interesados en su bienestar
y progreso, por eso lo corrigen y le ponen límites a su conducta, es un hijo que
fácilmente responderá a sus obligaciones, reconocerá la autoridad y acatará las normas
que rigen su diario vivir.
La disciplina asertiva debe ser enseñada por los padres y maestros.
Generalmente quienes llevan una vida más armónica y satisfactoria; más productiva y
destacada; son personas disciplinadas, quienes son por naturaleza muy pocas. Por
ejemplo, aquellas personas que tienen una excelente voz o un gran talento para la
pintura. Afortunadamente, hoy la disciplina se puede aprender con métodos y consideraciones inteligentes que antes se desconocían.
Tradicionalmente los métodos empleados para lograr los resultados esperados, se han
centrado en rígidos reglamentos en donde el castigo ha sido la única herramienta
disponible tanto para los maestros como para los padres.
No obstante y aun cuando la disciplina del castigo ha funcionado, este recurso no es el
más apropiado e inteligente porque produce una serie de reacciones negativas tales como:
Resentimiento: Esto es injusto. Los adultos son malas personas y su mundo es gris y poco grato.
Revancha: Ellos tienen poder pero de alguna manera yo me vengaré.
Rebeldía: Me comportaré de manera completamente opuesta para demostrarles que yo tengo derecho a defenderme.
Retraimiento: No me quieren. No me respetan. No es tan grave mi falta. No participaré.
Debo valer muy poco. Que triste es la vida. (Lógica reducción de su autoestima).
Lamentablemente y ante ese modelo aprendido, el niño o joven levantado bajo la férula
de una disciplina punitiva e inflexible, cuando sea adulto aplicará la misma metodología y
así lentamente estaremos construyendo un mundo cada vez más violento. Por eso es
indispensable que nosotros como educadores seamos consistentes de los efectos a largo
plazo de nuestras acciones y no nos dejemos engañar por los resultados inmediatos que tiene la disciplina tradicional ejercida con el recurso de la amenaza y el castigo.
También debemos preguntarnos de donde sacamos la idea absurda que para que los niños y los jóvenes mejoren, primero hay que hacerlos sentir mal.
Esta consideración nos lleva a pedirle que recuerde aquella ocasión en que usted pudo
haber sido humillado o tratado con injusticia y por favor conteste si después se sintió
mejor o con el deseo de cooperar o de mejorar. Resulta por lo tanto insensato pensar
que a una persona y en este caso a su hijo se le pueda motivar por medios completamente negativos o coercitivos.
Naturalmente que en el otro extremo de la línea nos encontramos con padres que no les
gusta el control y prefieren la permisividad total. Como no saben que hacer, oscilan
confusamente entre las dos opciones y unas veces son terriblemente severos y minutos
después, sintiéndose tiranos y desagradados con ellos mismos, se van al otro extremo
para terminar en condiciones de absoluta inferioridad ante sus hijos, con lo cual llegan a
odiarlos y entonces regresan a la primera posición. Esta nociva ambivalencia termina por convertirse en un círculo vicioso.
De todo lo anterior, se llega a una conclusión más lastimosa y es que el niño o el joven
para evitar humillaciones futuras y mal trato, se vuelve retraído y adicto a la aprobación, sacrificando una parte de sí mismo con todos los perjuicios complementarios.
Disciplina asertiva: el alumno está centrado en el mismo hasta cuando llega a la
madurez.
Primera consideración para comenzar a manejar el asunto a un nivel
inteligente:
Cuando un alumno llega al colegio, pongamos un ejemplo, con una botella de vino, un
viernes, víspera de salida a unas esperadas vacaciones y resuelve tomársela con algunos
compañeros a quienes presiona a hacerlo, obviamente comienza a causar problemas a la
institución y a sus compañeros. Aquí es fundamental que sepamos que el estudiante se
tomó el vino sin la intención consciente de perjudicar a nadie, ni siquiera que con su acto causaría perjuicios no sólo a si mismo sino a toda la comunidad.
Naturalmente que en su casa este hecho no pasaría de ser un acto que se disculpa,
―porque todos lo hacen tarde o temprano‖, pero dentro de la institución, que es un
segmento de la sociedad, tiene otras consecuencias que deben ser asimiladas
positivamente y por cuanto el alumno en el colegio está en un proceso de formación y
asimilación de valores y lo que aprende allí le servirá para orientarse y formar un
concepto de qué es bueno y qué es inaceptable. De ninguna manera el colegio puede
pasar por alto este grave incidente disciplinario porque no estaría cumpliendo con una de sus razones de ser.
Todos los comportamientos tienen consecuencias buenas y malas
Este principio lo aprende casi todo ser humano tarde o temprano, pero no siempre ha
sido en su etapa escolar, sino cuando se enfrenta a la vida y comienza a sufrir las
consecuencias, por lo que libremente hace o deja de hacer. Por lo tanto, lo primero que
debemos hacer es enseñarles que todo acto humano tiene consecuencias buenas o malas; así su formación se iniciará más oportunamente y aprenderá sin sufrimientos.
PROGRAMA PARA LA FORMACIÓN DE PADRES
Una publicación del programa ―Inspiración‖- Año 3º Nota Técnica No. 1005, ISSN 1657-
9178
Ejercitando la responsabilidad
“Educar personas responsables es un volar tan relevante y magnífico que
merece el máximo esfuerzo”
José Antonio Alcántara
La gran mayoría de los padres coinciden en el deseo de que sus hijos sean responsables,
pero el significado que cada uno de ellos le da a esta palabra es muy diferente, puesto
que nosotros tenemos que aprender a establecer la diferencia entre responsabilidad y
obediencia (la cual radica en quien decide qué es lo que el niño, el joven o el adulto deben realizar) y en dónde se origina la motivación para que ellos lo realicen.
Cuando se trata de obediencia se espera que el niño haga lo que le ordenan; la decisión
y la motivación son externas. En cambio la responsabilidad implica la aceptación por
parte del niño, del joven o adulto, de la labor o tarea a realizarla, así como la motivación
interna para llevarla a cabo.
La responsabilidad conlleva decisión personal y motivación. Cuando los niños tienen que
hacer lo que les ordena un pariente, un amigo, o un maestro, -aunque ellos no estén de
acuerdo- están simplemente obedeciendo para evitar un castigo o cediendo. ―Nos
comportamos con responsabilidad cuando decidimos qué hacer y buscamos la forma de
motivarnos a nosotros mismos para hacerlo‖.
―La expresión más sublime de la libertad es una acción responsable‖ (Miguel Ángel Cornejo)
Componentes de la responsabilidad
Definir con toda claridad la tarea a realizar: Para saber claramente qué es lo
que se debe hacer y cómo realizarlo.
Cuando el niño acepta realizar la labor o tarea: Se traspasa el umbral de la
obediencia a la responsabilidad. Siempre les asignaremos tareas que sean
asequibles a su edad y capacidad y que les ayuden a su desarrollo interno y a su
maduración como persona.
Capacidad para motivarse: No podemos olvidar que los niños muy pequeños
dependen totalmente de sus mayores para su soporte y para obtener la
información, por esta razón los padres de familia deben promover para que la
motivación de sus hijos provenga de su interior, así como el desarrollo de
habilidades como la auto disciplina, para lograr objetivos benéficos a largo plazo
más qUe d corto plazo. Son muy importantes los alicientes para estimular la
responsabilidad, tales como elogios y algunas recompensas cuando los niños son
muy pequeños, pero a medida que van creciendo los alicientes deben trasladarse
de los padres a los niños, de tal forma que él pueda motivarse a sí mismo.
Niveles de responsabilidad
1. El niño ayuda a realizar la labor: En este nivel el niño aprende cómo se hacen
las cosas. Ej.: Observa como se prepara la mesa para la cena, ayuda o colocar
cubiertos, después de ver a mamá hacerlo y sucesivamente con platos y pocillos.
2. Establecer la necesidad de supervisión: El niño conoce la mayor parte de la
información para desarrollar la labor determinada, pero puede olvidar algunos
detalles, colocar algún utensilio, por lo tanto debe realizar la misma labor muchas
veces para aprenderla realmente.
3. Realiza la labor sin ayuda: En este tercer nivel de responsabilidad el niño
adquiere INDEPENDENCIA; por Ej.: no sólo hace bien su tarea en forma completa
y satisfactoria, sino que ya no requiere recordatorios -a este nivel todos
aspiramos llegar-. Los niveles de responsabilidad dependen del desarrollo
alcanzado por él y también de las expectativas de los padres.
En algunas oportunidades los padres se muestran reacios a transferir responsabilidades a
los niños y jóvenes, en algunos casos no permiten que llegue a ser responsable. Ejemplo
relatado por una mamá: ―Estuve vistiendo a Ricki todos los días hasta que cumplió cuatro
años de edad. Un día, él y yo fuimos a visitar a su amigo Miguel, quien tenía una
hermanita de dos años de edad, que estaba vistiéndose sola cuando llegamos. Verla
vestirse me sorprendió y tuve la curiosidad de saber si Rícki también podría hacerlo. Al
día siguiente le di la oportunidad y encontré que no sólo estaba dispuesto sino que ya era
capaz de hacerlo. Yo nunca le había dado la oportunidad y me pregunto, ¿cuánto tiempo
habría pasado todavía sin que a mi se me hubiera ocurrido dejar que él mismo se vistiera?‖.
Estas expectativas son transmitidas en forma verbal y no verbal. En el ejemplo anterior
el mensaje no fue verbal, puesto que la mamá nunca le había dado la oportunidad al niño
de vestirse solo. En las verbales los padres por ejemplo dicen: ―Cuando estés más
grandecito podrás tú mismo lavar el baño, o deja de andar corriendo por ahí, puedes romper una lámpara‖.
Las habilidades motivacionales
Enseñar a las personas a motivarse por si mismos requiere el reemplazar la motivación
externa por la motivación interna, desarrollar habilidades como: aprender a fijar metas a
largo plazo, aprender a confiar y a trabajar por esas metas que se han establecido,
aprender a dividir estas metas en etapas cortas que les permitan paso a paso ir logrando los objetivos y aprender a pedir ayuda.
Paro comenzar a pasarle al niño la responsabilidad, se puede trabajar recompensas de
orden interno y externo. Por ejemplo: ―cuando la niña termine sus labores, la mamá
puede decirle -estoy orgullosa de ti- (recompensa externa); -apuesto a que tú te sientes también muy orgullosa de ti misma- (recompensa interna)‖.
Cuando los niños presentan alguna dificultad para aprender ciertas labores, se pueden
crear expectativas positivas, dictándoles ‗imagina como te sentirlas de bien si pudieras
realizar tus labores escolares‖. En algunas otras oportunidades se puede realizar un
listado, respecto a las actividades en las cuales los padres pueden prestar apoyo a los
niños, pero sin hacer sugerencias específicas. Ej.: ―Me parece que quieres mejorar tus
calificaciones en matemáticas, ¿puedo ayudarte en algo?‖; para generar un mensaje
claro de -tú eres responsable y yo estoy disponible para ayudarte-.
Cuando los niños comienzan a sentir que ya son responsables, por lo regular necesitan
menos ayuda, puesto que ya han desarrollado algunas habilidades que les permiten
avanzar‘ por si mismos, pero es fundamental que la actividad que el niño realice tenga una fuerte motivación para él.
Para enseñar al niño a fijar y a proyectar metas de largo alcance y ponerlas en práctica,
es necesario tener en cuenta su edad y la experiencia alcanzada por el niño. Un niño de
seis años, podría tener una meta de aprender a montar en bicicleta, pero uno de doce
años, podría tener una meta de ahorrar para comprar una nueva bicicleta el año
siguiente, El elemento fundamental para lograr el éxito, es tener una meta clara respecto
a lo que se desea obtener.
Creer en la meta: En algunas oportunidades los niños desean realizar algunas cosas,
pero sienten que es muy difícil lograrlo, en este momento los padres pueden ayudarle a
identificar los motivos por los cuales él piensa que ese objetivo es imposible de alcanzar
y ayudarle a elaborar un plan de acción que le permita lograr el éxito en su meta. Por
ejemplo: Si el niño está convencido respecto a que no puede aprender historia, porque él
no es inteligente, entonces sus padres le ayudan a reforzar su autoestima, en todos los
aspectos, se destacan las áreas en las cuales el niño es muy eficiente y se le ofrecen
herramientas que le permitan en el citado coso de la historia desarrollar una capacidad
mayor de memorización, etc.
Dividir la meta en etapas cortas: Una forma de lograr que el niño pueda llevar a cabo
una gran tarea, es dividirla por fracciones, o por niveles, los cuales a medida que se van
logrando deben ser elogiadas de tal forma que se conviertan en pequeños logros, que
van aunando al logro final. Ej.: ‗Juan Carlos quería obtener un -excelente- en
matemáticas, como nota definitiva, pero él pensaba que era imposible lograr ese
objetivo. Su mamá le ayudó a desarrollar un plan, como a él le colocaban cinco tareas a
la semana en matemáticas, comenzó por obtener un excelente semanal, gradualmente
fue aumentando a dos semanales, luego o tres y así sucesivamente, hasta llegar a cinco
excelentes, a medida que iba logrando los objetivos a corto plazo fue aumentando su confianza en si mismo y llevó a feliz término su meta propuesta‖.
Conseguir ayudo: Para los niños es de vital importancia contar con el apoyo de sus
padres, para lograr sus objetivos, quienes los pueden orientar respecto a su avance y
recordarles cuáles son sus metas.
Para los niños el lenguaje que escuchan también es fundamental, porque aprenden a ser
responsables; un lenguaje optimista motivo, pero si por el contrario recibe y observa
actitudes de desaliento fácilmente fracasará; de igual manera existen mecanismos para
estimular su conducta, como los sistemas de refuerzo (elogios, sonrisas, un detalle, etc.),
los cuales alientan y dan apoyo.
El desarrollo de la independencia y la autonomía en el menor, son también de vital
importancia; estas actitudes le permitirán decidir, solucionar problemas y enfrentar
situaciones no conocidas,
Desarrollo de habilidades
I. Habilidad para tomar decisiones
Para que una persona llegue a actuar con RESPONSABILIDAD, es necesario que
desarrolle la habilidad de tomar decisiones. Este proceso comienza en el niño a la edad
de aprender a caminar, con la toma de decisiones simples; sigue en la fase de aprender
a hablar acerca de las consecuencias de los actos y continúa progresivamente hacia la
solución de problemas.
II. Ofrezca alternativas
Para el desarrollo de esta habilidad se parte de tomar opciones simples, ―esto o lo otro‖.
Con los niños de edad pre-escolar, pueden utilizarse opciones como: ―Quieres irle
caminando hasta la cama o deseas que te lleve cargado y si el niño trata de escaparse
puede decirse -ya veo que prefieres que te lleve cargado-‖; a medida que el niño se
familiariza con las opciones simples podrá comenzar a darse mayores alternativas a elegir.
III. Pida alternativas:
Cuando el niño maneja y entiende claramente las alternativas, es oportuno preguntarle si él tiene otra opción para solucionar una situación determinada.
IV. Hablar acerca de las posibles consecuencias:
Los niños deben saber respecto a que todo comportamiento tiene consecuencias y que diferentes comportamientos, tienen diferentes consecuencias.
Ej.: ¿Qué sucedería si le tiraras algo al niño que te está molestando? ¿Qué sucedería si te
inclinaras hacia afuera de una Lancha a recoger la loción bronceadora que dejaste caer al agua? ¿Qué crees que podría ocurrir si continuaras lanzando la pelota en la sala?
Es conveniente hablar de las consecuencias con anticipación a los hechos o en el
momento en que este ocurre o después, pero lo importante radica en ayudarles a los niños a pensar en la situación, no en tomar las decisiones por ellos.
Enseñe a su hijo a resolver problemas
¡Se trata de obtener soluciones eficaces!
Definir el problema: Consiste en examinar la situación y plantear el problema de tal
forma que todos puedan intervenir en él...!esto es muy importante!.
Recopile datos: ¿A quién perjudica la determinada situación? ¿Quiénes intervienen?
¿Quién puede ayudar a solucionarlo? ¿Es urgente encontrar la solución? ¿Qué opciones hay?,
Considere muchas opciones: Es prudente escuchar una lluvia de ideas y estrategias (así sean absurdas), las cuales se llevan a cabo para solucionar el problema.
Evaluación de las ideas y elección de una solución: Después de haber tomado en
cuenta las posibles consecuencias, ¿a quiénes afecta? ¿es algo que se pueda controlar?.
Planifique, ponga en práctica y evalúe: Cuando la solución es parte del aporte de
todos, es más fácil recibir apoyo; haga revisiones constantes y si se le presentan inconvenientes revise y ensaye de nuevo.
Esta táctica funciona tanto para los niños como para los jóvenes y adultos.
Una publicación del programa “Inspiración”
Los hábitos de estudio y su importancia en el éxito escolar
Una gran responsabilidad de los padres, es la de lograr que los hijos durante la niñez y la
adolescencia, interioricen hábitos que favorezcan su proceso de socialización y su capacidad de vivir y crecer felices y exitosamente dentro de cualquier grupo.
Los hábitos son actos complejos que al ser repetidos con frecuencia tienden a ser
ejecutados precisa y automáticamente, es decir, se convierten en acciones automáticas que se realizan sin intervención de la voluntad y de la conciencia.
Así por ejemplo, los adultos ponemos el despertador, planeamos la agenda, leemos los
diarios, etc., sin racionalizar estos actos. De igual manera el niño adquiere hábitos como:
cepillarse los dientes, acostarse a determinada hora, recoger los juguetes, ordenar su
cuarto, vestirse solo, tener buenos modales en la mesa, etc.
En edad temprana en la etapa de aprendizaje, es conveniente explicar al niño la
importancia y la conveniencia de hacer estas o aquellas cosas, teniendo en cuenta
algunas consideraciones, que piense en lo que hace, que todos sus actos tengan una
significación con el tiempo y luego de sucesivas repeticiones, una vez interiorizado y procesado el aprendizaje de la conducta, lo hará inconscientemente.
Aprendizaje por imitación
Algunos hábitos que aprende el niño los aprende por imitación, de ahí el gran
compromiso de los padres, maestros y adultos que rodean al niño. Los buenos modales
constituyen un claro ejemplo, así el buen comportamiento en la mesa, dar las gracias,
saludar, despedirse, presentar disculpas, entre muchos otros comportamientos, los irá
aprendiendo en la medida en que vea que los adultos que lo rodean lo hacen
espontáneamente. En cualquier circunstancia el mejor maestro para enseñar buenos modales, es el ejemplo.
Existe un infinito catálogo de hábitos: el hábito de levantarse a determinada hora, el
hábito de leer el periódico en la mañana, el hábito de la lectura, el hábito del trabajo, el
hábito de organizar la agenda con anterioridad, el hábito de contar hasta diez antes de protestar por algo, etc.
Pero los hábitos que centran nuestra atención, los cuales son preocupación de padres y
maestros son LOS HÁBITOS DE ESTUDIO, pues con frecuencia vemos en nuestros hijos y
alumnos la carencia de estos que dificulta su proceso de aprendizaje y su éxito
académico. Lamentablemente, por falta de orientación, seguimiento y asesoría
permanente, nuestros hijos adquieren con facilidad malos hábitos de estudio: por
ejemplo: postergar el estudio o preparación de las evaluaciones o trabajos y dejarlos
para la noche anterior; no copiar las tareas, no tomar apuntes, no organizar su sitio de
estudio, no determinar tiempos específicos, etc.
Teniendo en cuenta que aprender a estudiar con eficacia es importante, por cuanto es
cierto que la preparación del trabajo implica crear una atmósfera donde todo silencio,
espacio, orden, comodidad, contribuye de alguna manera a la creación intelectual, los
padres deben enseñarle a los hijos a ―Estudiar Bien‖ con método, con organización, con
técnica, generando hábitos; razón por la cual es indispensable considerar la influencia
del ambiente externo y de los factores que inciden favorable o desfavorablemente en la calidad del estudio yen la formación de buenos hábitos que garanticen el aprendizaje.
Factores determinantes en los hábitos de estudio
Veamos una situación propia de un estudiante que bien podría ser la de nuestro hijo:
―Juan es un alumno de séptimo grado que está preparando su próxima evaluación de
sociales. Lleva toda la semana estudiando. El lunes estudió en su habitación por la tarde,
el martes estudió en el comedor, de 7 a 8 de la mañana. El miércoles no pudo estudiar,
por que se sentía molesto y preocupado. El jueves decidió estudiar cómodamente en un
sillón de la sala de 8 a 10 de la noche, mientras sus hermanos jugaban con los juegos
electrónicos a su lado. El viernes Juan estudió de nuevo en su habitación en horas de la
tarde, aprovechando que a las 6:00 transmitían su programa favorito de televisión. A
pesar del tiempo dedicado a preparar la evaluación, Juan no tuvo ese éxito esperado. Una queja permanente de Juan es que le cuesta concentrarse‖.
Considerando la situación expuesta anteriormente, reflexionemos sobre los siguientes
aspectos:
¿A qué se debe la dificultad de concentración de Juan? ¿El sitio de estudio de Juan
es el más adecuado?
¿Qué diferencias o semejanzas presenta el ambiente y el sitio de estudio de Juan
con el que le ofrezco a mis hijos?
¿Juan demuestra tener buenos o malos hábitos de estudio? ¿Por qué? ¿Qué debería cambiar Juan, para alcanzar el éxito esperado?
Una vez adquiridos buenos hábitos, la aplicación de la técnica de estudio adecuada
facilitará los procesos de aprendizaje, de comprensión, de análisis, de construcción de
significados y la aplicación del conocimiento.
Organización del lugar de estudio
El sitio determinado para estudiar debe ser un lugar tranquilo, que proporcione un
ambiente adecuado, que facilite la concentración. Evitando las principales variables que
afectan la eficiencia del estudio como son: los distractores visuales, los distractores auditivos y la desorganización.
Se recomienda utilizar siempre el mismo lugar, esto permite tener organizados los textos
y materiales de estudio, clasificarlos elementos que necesita según la prioridad y utilidad
para aprender. La silla y el escritorio deben ser cómodos. La iluminación y la ventilación
deben ser adecuadas. El sitio debe ser confortable, pero no al punto que incite más al
descanso que al estudio. El lugar debe estar siempre ordenado, los libros solamente de
estudio y de consulta, carpetas y cuadernos organizados, cesta para la basura.
Una vez determinado y adaptado el lugar de estudio es necesario preparar todas
las cosas que se requieren en cada una de las tareas a desarrollar, este
alistamiento previo evita la pérdida de tiempo.
Cuando no existe una planificación sistemática de los materiales necesarios para
el momento de estudiar, se pierde tiempo valioso y se pierde concentración
buscando textos e implementos de estudio.
La maleta también debe estar ordenada sólo con los implementos de estudio.
Como ya se había mencionado, el ejemplo es un buen maestro, si los niños a su
alrededor ven orden en su hogar, con sus juguetes, con su ropa, con su cuarto, se hace más fácil que adquieran hábitos de orden en el estudio.
El éxito del estudio dependerá en gran medida del cuidado que se tenga en los detalles
que lo rodean, los cuales aunque no proporcionan mayor calidad, sí evitan gastos de
energía y pérdida de tiempo.
Ambiente de estudio
Los padres quieren que sus hijos estudien, que sean los mejores, pero... ¿realmente el
ambiente familiar favorece la disposición para el estudio? Existe en algunos casos un
problema de coherencia entre lo que se desea y exige al hijo estudiante y el ambiente que se le ofrece.
Un ambiente de estudio se forma cuando en el hogar:
El lugar está decorado y rodeado de elementos que sugieran estudio, cultura,
información.
Todos leen buenos libros, buenos periódicos, buenas, buenas revistas
Se habla de temas interesantes y de actualidad.
Se genera un ambiente favorable, cuando hay libre expresión y cada uno de los
miembros de la familia puede hablar de sus actividades culturales, académicas,
artísticas.
Se planean y se comparten actividades culturales como: conferencias, conciertos,
exposiciones de arte, cines, etc.
Organización del tiempo
El tiempo es uno de los grandes valores de la vida, es el recurso para construir la vida,
para realizar los ideales, para alcanzar nuestras metas y para demostrar que somos significativos.
Las investigaciones han demostrado que administrar eficientemente el tiempo es un
factor importante para el éxito académico. El tiempo resulta muy fácil de malgastar y
muy difícil de controlar. Por eso, es necesario enseñarles a los hijos la importancia de la
administración responsable del tiempo. Una hora bien administrada es altamente
productiva.
El tiempo como valor, no se debe malgastar en asuntos sin importancia, no se debe
derrochar; cuando en una actividad que requiere una hora la realizamos en cinco; no se
debe ignorar cuando no nos damos cuenta que el tiempo existe y pasa; cuando decimos
―a qué hora se me fue la mañana‖; no se debe matar cuando buscamos acciones y
ocupaciones para ―pasar el tiempo‖; no se puede ir en contra del tiempo, cuando
pretendemos hacer en media hora lo que requería de cinco horas, cuando se pretende en cinco minutos preparar un examen, cuando se deja todo para última hora.
Generalmente los estudiantes no saben organizar ni administrar el tiempo que disponen
después del horario del colegio y por eso ocurren situaciones negativas como: olvidan
sus compromisos académicos; se les acumula mucho trabajo para el mismo día; hacen las tareas a prisa generándoles afanes, angustias, tensiones y cansancio.
Por todo lo anterior, es indispensable dentro de los hábitos de estudio establecer los siguientes parámetros en el manejo del tiempo:
Planificar el tiempo de estudio. Establecer horarios. Así como se establecen
horarios para levantarse, para acostarse, para las comidas, también se deben
establecer horarios para estudiar.
Un horario de estudio bien planeado permite atender todos los intereses y
necesidades en una secuencia, proporción y equilibrio adecuados.
Establecer prioridades. Empezar por las asignaturas de mayor grado de dificultad,
evitar dedicar mucho tiempo a las asignaturas más fáciles o de mayor agrado.
Jerarquizar las tareas o actividades. Aunque todas las tareas y/o actividades
escolares son importantes, no todas son urgentes. La experiencia propia le
indicará a qué materias debe dedicarle menos tiempo y a cuáles del dedicarle
más, de acuerdo con los requerimientos específicos y según el grado de dificultad
que presentan.
Dedicar diariamente el mismo tiempo y la misma hora al estudio.
Planear y determinar los tiempos para el descanso.
Estudiar todos los días un poco y no mucho tiempo de estudio en pocos días.
Estudiar habitualmente una o dos horas, según las necesidades.
Programar períodos de estudio de 30 ó 45 minutos seguidos.
Si se adquiere una rutina para estudiar a determinada hora todos los días y se
evita hacer cualquier otra cosa durante ese mismo tiempo, estará en las mejores
condiciones de no interrumpir el estudio por una deficiente administración del tiempo.
Como ejercicio de autoevaluación aplique con su (s) hijo (s) el siguiente cuestionario:
1. ¿Calcula el tiempo para cada actividad?
2. ¿Ha obtenido malos resultados porque olvida con frecuencia sus tareas y/o
trabajos?
3. ¿Se le acumulan tareas y lecciones para el fin de semana?
4. ¿Se le pierden con frecuencia textos, cuadernos y útiles de estudio?
5. ¿Mantiene debidamente organizado su sitio de estudio?
6. ¿Varía el lugar para estudiar permanentemente?
7. ¿Cuando se dedica a estudiar, tiene frecuentes y variadas interrupciones?
8. ¿Al finalizar el día cumplió la totalidad de las tareas programadas?
9. ¿Cumple con el horario fijo establecido para estudiar diariamente?
10. ¿Con frecuencia se encuentra acosado por tareas, evaluaciones y trabajos, que debe realizar a las carreras?
El crear hábitos de estudio es esencial para el éxito académico y por ello requiere de
mucha práctica, autodisciplina; proporciona resultados placenteros al obtener mejores
calificaciones y al adquirir óptimos hábitos de trabajo para el futuro. Los hábitos de
estudio que desarrollen sus hijos ahora, influirán sin duda en el éxito futuro de la vida
universitaria o profesional.
La autoestima de los padres
La autoestima de algunos padres es a menudo baja, porque muchos juzgan su
comportamiento y su tipo de familia por modelos que son mitos.
Es claro para nosotros, la Comunidad Educativa, que la educación moderna es de
carácter integrador y humanizante. Este carácter asume entonces cambios profundos e
innovadores para cada uno de los participantes en lo concerniente a las funciones que cada uno desempeña y en las características que cada uno posee
Es así como hemos trabajado en el desarrollo de la autoestima de nuestros alumnos y a
su vez la mayoría de los padres se preocupan por la autoestima de sus hijos y están
dispuestos a ejercer acciones para poder fomentarla. Sin embargo, podría afirmarse de
manera muy simple que si los padres no tienen una autoestima alta, sus hijos tampoco la tendrán.
Elementos que desfavorecen la alta autoestima en los padres
Enfrentarse a la realidad de la vida familiar resulta ser más compleja por cuanto es
bastante difícil diferenciar entre lo que es necesario hacer, lo que se hace y lo que se quiere hacer.
Muchos padres creen que la vida familiar era mejor en el pasado. Esta idea refleja la
ausencia de cambios fundamentales al interior de ella y ser consecuentes con los
cambios en la familia moderna. La realidad es que la gente no suele ser sincera sobre lo
que ocurre realmente en su familia.
La autoestima de los padres es a menudo baja porque muchos juzgan su
comportamiento y su tipo de familia por modelos que son mitos sobre cómo funciona la
familia. Si su vida familiar está lejos de ser satisfactoria, es fácil suponer que el resto del
mundo lo está haciendo mejor, porque sólo vemos lo que las otras familias quieren que
veamos.
Algunos de los mitos populares sobre la vida familiar son:
o La mayoría de las familias cree que todos deben ser felices cuando la familia está
reunida.
o Existe también el mito de que los padres deben tener el control absoluto de su
familia. Sin embargo, las familias funcionan mucho mejor con el consenso
general. Incluso los niños pequeños hacen la vida imposible a los demás si no se les deja tomar parte en las decisiones importantes que afectan a toda la familia.
Existe la creencia equivocada que si las personas no se enfadan con otras todo va bien.
La mayoría de las familias tienen normas inconscientes para no expresar enfado, por lo
que este se va acumulando hasta que un día estalla de una manera u otra.
Cómo saber si posee una buena autoestima como padre
La autoestima de los padres está directamente relacionada con la satisfacción que se
obtiene del hecho mismo de ser padres y de su vida familiar en general. Se tiene una
autoestima baja como padres si en general se experimentan a menudo, casos como los siguientes:
o Se deprimen fácilmente (sentimientos; de tristeza, energía baja, etc.) cuando
están en casa, incluso cuando los demás parecen sentirse bien.
o Se evitan realizar actividades con toda la familia por las molestias que ello conlleva.
o Ambos padres, no están de acuerdo con temas que conciernen a los niños, así que
evitan discutirlos.
o Tienen la impresión de que sus hijos manejan su vida.
o A menudo no saben cómo manejar a los niños. Cuando intenta solucionar
problemas complejos siente ansiedad y espera que nadie adivine que no sabe lo
que está haciendo.
o Tienen la impresión que los demás (profesores, médicos, otros padres, artículos
de revistas y comedias de televisión) saben más de cómo educar a los niños que
ustedes mismos.
o Siempre sienten la necesidad de controlar absolutamente todo por miedo a que
sus hijos se les salgan de sus manos.
o Nadie en la familia parece hacer las cosas bien o por lo menos como ustedes lo
desearían y entonces, ustedes, o uno de ustedes se ve obligado a hacer cosas que
desearía que hicieran otros.
o La lista de responsabilidades como padres se hace cada día más larga, pero la
vida compleja moderna hace que los padres carezcan posiblemente, de
motivación para cumplir con su deber. Con frecuencia tienen la sensación que los están exprimiendo.
Cómo aumentar la autoestima como padres
En situaciones complejas como la vida familiar no hay normas estipuladas. Sin embargo
es claro que podríamos encontrar formas para experimentar más satisfacción en la vida
familiar, lo cual hace que la labor como padres deje de ser un misterio o algo altamente imposible de superar.
La lista de sugerencias que se propone son modelos de inspiración y susceptibles de ser
mejoradas y/o adaptadas según casas particulares de su vida familiar. Si funcionan en su
casa, su autoestima aumentará ya que este concepto no es otra cosa que moverse por la
vida con un sentimiento de bienestar y satisfacción.
o Pasen tempo a solas con cada uno de sus hijos siempre que puedan para poder
satisfacer sus necesidades, evitando así que se distraigan con la satisfacción de
necesidades de cada uno de los miembros de su familia al mismo tiempo. Este es
el método más importante y el menos utilizado para amentar la satisfacción en la
vida familiar.
o Planifique su vida familiar para no desaprovechar las oportunidades que generan
grandes satisfacciones. Una buena planificación es imprescindible en las familias
con poco tiempo libre, es decir en la familia moderna.
o Establezca tradiciones familiares, cada mes o año. Esta alternativa es
especialmente importante por cuanto ella reporta recuerdos agradables para
todos los miembros de la familia y además, porque están enmarcados con
sentimientos de unidad y satisfacción.
o Divida sus metas en etapas, para que avance todos los días en la dirección
adecuada. No las proponga a su familia hasta que estén seguros de que pueden
alcanzarlo.
o Olvide los mitos de la vida familiar. Así el enfado no es otra cosa que poder
satisfacer sus necesidades. Si prefiere puede dejarles notas expresando sus
enfados. Recuerde que la comunicación es un elemento vital en la vida del
hombre.
o Aprenda a decir ―no‖. Muchos padres no saben ser asertivos, lo cual produce
sensaciones de ser manejados por los demás en el núcleo de la vida familiar.
Saber decir ―no‖ implica serenidad y cordialidad por cuanto no se trata de decir no
sin ninguna razón, sino porque a esta palabra le subyace una necesidad particular.
Desarrolle su propia lista de cosas que puede hacer para sentirse satisfecho.
Cómo influye la autoestima de los padres en la de los hijos
Afortunadamente, si los padres pueden aumentar su autoestima, también podrán hacerlo sus hijos, así el esfuerzo siempre merece la pena.
El único principio básico está relacionado con la satisfacción y bienestar de los padres.
Este tipo de padre está casi siempre de buen humor, tranquilo, escucha a sus hijos, se
ríe a menudo, se alegra de sus éxitos, tiene clara responsabilidad como padre.
Los padres con autoestima alta encontrarán soluciones a problemas graves porque tienen
una visión optimista del futuro. Los padres creativos en las soluciones generan modelos básicos en la vida familiar.
La autoestima tiene una vertiente de grupo. Las experiencias que hacen que las
personas se sientan a gusto y satisfacer son las que se comparten en un grupo.
Desafortunadamente, la frustración e insatisfacciones también se comparten en nuestro
núcleo familiar. Resultaría entonces, importante las siguientes preguntas: ¿Su familia
desarrolla una memoria colectiva de excelentes experiencias en la confrontación con los
retos, de la manera como se solucionan los problemas? ¿Los miembros de su familia se
aferran a recuerdos de modelos antiguos de familias? ¿Su familia decide en consenso las
actividades que les causan satisfacción?
El elogio, la mejor herramienta para educar en valores
Todos los padres quieren la felicidad para sus hijos. La forma de asegurar que la
consigan es proporcionándole al niño un mundo que estimule las conductas que
generan felicidad. Lo que los niños piensan de ellos mismos se debe en primer
lugar y sobre todo, a la forma como son tratados por sus padres, en especial a lo que se refiere al estímulo de conductas apropiadas.
Lo más importante para todos los niños es tener un repertorio adecuado de
comportamientos que les ayude a construir bases interiores sólidas para la
felicidad; conductas que perduren hasta mucho después de la niñez, durante toda
la vida. Forjar sentimientos de amor propio y de autoestima, que los padres
pueden cultivar y que son la boleta de entrada al mundo de la satisfacción, del éxito y la felicidad.
Existen dos elementos fundamentales para la madurez y esenciales de la vida
humana: Relaciones interpersonales: EL AMOR y Metas: EL TRABAJO. El amor
en el sentido más amplio del término se refiere a las habilidades sociales: cómo
nos llevamos con los demás, cómo nos relacionamos con los que nos rodean. El
otro elemento es el trabajo. El primer trabajo de un niño es conocer el mundo.
Con el estímulo adecuado y la alegría de estar siempre descubriendo, conducirá a
una sed permanente de aprender. También llevará a tener un objetivo y aún más
importante a la autoestima. Encontrará que su sentido en este planeta es contribuir a una meta útil.
El amor y el trabajo no existen en el vacío, funcionan a través de la conducta que
es algo que los niños aprenden de sus padres. A su vez, los padres tienen que
aprender técnicas sencillas y naturales para cultivar en sus hijos el repertorio de
comportamientos que los llevará a alcanzar el éxito en el amor y en el trabajo. Lo
que haremos con esta Nota Técnica es aprender a estimular los comportamientos
que lograrán el éxito en estas dos áreas básicas de la vida.
Hay dos razones por las cuales los padres deberían atender a su(s) hijo(s): por
nada, simplemente porque lo(s) aman y para estimular el comportamiento que
hará que el niño se sienta orgulloso. Debemos alentar acciones que produzcan
sonrisas de orgullo y de éxito. Debemos estimular comportamientos que en el
futuro producirán felicidad.
Lo valioso de un elogio
Si el comportamiento no es percibido o se olvida, el niño no tiene manera de saber
que esta es la conducta que los padres consideran valiosa y apropiada. Si el
comportamiento no ha sido estimulado dentro del hogar, el niño lo podrá repetir
por azar, pero es poco probable que lo repita porque usted lo quiere. Como con
mucha frecuencia tener buenas noticias significa que no haya novedades, las
malas noticias (o el mal comportamiento) nos dan algo de que hablar y eso es lo que hacemos. El ―mal comportamiento‖ rara vez pasa sin comentarios.
Al comprender la realidad de la conducta de su hijo, al establecer diferencias
adecuadas en su respuesta y al utilizar sus grandes poderes de elogio y
aprobación, usted puede ser un mejor padre y puede tener un hijo feliz. Pues sin
duda alguna los padres son los mejores maestros de sus hijos y los mejores
terapeutas. Depende entonces de los padres ser selectivos a la hora de decidir qué
comportamiento recibe, debido a que antes de la adolescencia los padres son las personas más influyentes en la vida del niño.
Todos estos métodos para manejar los problemas de conducta implican dedicar al
niño tiempo y atención exclusivos. Y a los niños les encanta la atención, sobre
todo cuando viene de las personas más importantes de su vida, sus padres. Ellos
no se preocupan necesariamente por la naturaleza del comportamiento que atrae esa atención.
Lo que se trata de enseñar a los padres con esto, es que es casi tan fácil estimular
la conducta positiva como la negativa y que pueden lograr el comportamiento que
piden cuando saben cómo hacerlo. La atención y el estímulo también pueden ser
la respuesta al ―buen comportamiento‖ (valorado) —madurez, ser un buen amigo,
ser responsable, generoso, honesto y considerado—, si usted aprende a verlo
cuando sucede y si sabe cómo utilizar el poder de elogio que tiene como padre; si
usted hace que los comportamientos valorados sean buenos para el niño, él los va
a repetir. Cuando lo elogia, estimula sus sentimientos de amor propio y el niño
empieza a sentir que es una persona valiosa. Un niño que tiene sentimientos de autoestima, que se quiere a si mismo, es un niño feliz.
La base de todo está en estimular el tipo de conductas que los padres valoran, ya
sea opuesto o idéntico a la forma en que cualquiera de los padres se comporta. Lo
vital es que las personas importantes en la vida del niño busquen los
comportamientos valiosos y los estimulen. El ejemplo que usted da no es tan útil o
perjudicial, como lo que usted estimula con su tiempo, atención y elogio y la forma
en que lo hace. Con toda seguridad será mejor que hablar sobre lo que estuvo
mal. Usted está en capacidad de enseñarle a su hijo conductas y sentimientos que reflejen sus valores y los valores que quiere que tenga toda la vida.
El mejor momento para enseñar
El momento propicio para enseñar, que es la clave para enseñar valores y
conductas, se da justo después de elogiar a un niño por algo que ha hecho y que a
usted le agrada, que representa un comportamiento valioso que a usted le
gustaría que se repitiera y más que repetirse, que se volviera parte de su personalidad.
El elogio sólo funciona cuando envía un mensaje específico y positivo: vi lo que
hiciste; me interesaron las cosas lo suficiente como para tomar nota exacta de ello; lo que hiciste me agradó; lo que hiciste es un comportamiento valioso.
Los niños necesitan que alguien se sienta orgulloso de ellos antes que puedan
desarrollar sentimientos de autoestima. No es ninguna virtud portarse bien los
primeros años, si ese comportamiento es poco más que un accidente afortunado y
realmente no se sabe todavía qué es la virtud. La ―gratificación‖ de la virtud se da
cuando las palabras de refuerzo, de elogio externo, se internalizan gradualmente
en un patrón de carácter de causa y efecto, ―Soy una persona valiosa‖.
El elogio es uno de los más poderosos motores de enseñanza que los padres
tienen a su disposición. Es un poder que todos pueden utilizar para crear afecto y
cariño entre las personas. Funciona entre amigos, esposos, compañeros de trabajo e incluso, entre extraños.
Al final, el comportamiento que debe ser más estimulado en nuestros hijos es el
cariño y la preocupación por los demás. Los vínculos de afecto que resultan de allí son la única fuente segura de lo que más deseamos para ellos, la felicidad.
El propósito del elogio y sus efectos tienen tres aspectos:
El elogio hace más
probable que la
conducta elogiada
suceda más a
menudo en el futuro.
El elogio aumenta el
amor propio del niño
El Elogio aumenta
los vínculos de
afecto entre padre e
hijo
Unas pocas palabras adecuadas de aliento, dichas en el momento correcto, pueden
tener un fuerte impacto inmediato, pero su mayor efecto es lo que pasa después, mucho más allá de la niñez.
Así se siembran las semillas del comportamiento positivo:
―Fue muy maduro de tu parte cambiarte la ropa sola. Me gustó mucho‖
―Le diste las gracias muy amablemente a la abuelita cuando te dio el
regalo. Me sentí orgullosa de tì por ser tan amable‖.
―Me gusta cuando me ayudas a poner la mesa como una persona grande‖.
―Tomaste muy bien el mensaje de la señora Rojas, eso fue muy responsable de tu parte‖.
A los padres que fomentan sistemáticamente conductas positivas en un niño, con
frecuencia se les dificulta creer los cambios impresionantes que ocurren en un
tiempo tan corto. Actúan como si la mejoría se diera por alguna otra razón. Los
beneficios del estímulo adecuado durarán toda la vida y la necesidad de seguir estimulando disminuirá gradualmente con el tiempo.
Los cimientos para los largos años que hay entre la adolescencia y la vejez, se
establecen durante los primeros doce años de vida cuando el conjunto de
comportamientos de lo que podríamos llamar la personalidad del individuo se aprende bajo la orientación de los padres.
―Educar niños felices significa crear las condiciones para que sean adultos felices,
que encuentren las satisfacciones de la vida al alcance de su mano en vez de estar eludiéndolas siempre‖
Comunicando valores
La secuencia para comunicarle valores a un niño es tan fácil como y es tan sencilla
que rápidamente se vuelve una forma natural de relacionarse con los hijos.
Comience con una nueva disposición y aprenda a mirar a sus hijos con nuevos
ojos. Busque momentos de comportamiento tranquilo pero positivo y que usted
desea estimular. Luego en treinta minutos y varias horas después, según su
conveniencia, haga lo siguiente:
A B C D
Lleve a su hijo
aparte, en
privado y revea
la conducta
previa
describiéndola
con palabras.
Haga que el
comportamiento
sea tan vivido
que a medida
que se lo
cuente a su hijo
éste pueda
visualizarlo en
la mente.
Luego continúe de
inmediato con un
elogio al cien por
ciento. No diga:
―Es bueno ver que
para variar no le
estás pegando a
tu hermano‖.
Dígale a su hijo
que ha hecho algo
que a usted le
agrada, que se ha
comportado de
una manera que
no sólo usted,
sino sus amigos y
las personas
ajenas al hogar,
consideran
adecuada. Y
elógielo de
manera
específica. El
saber cómo
elogiar es tan
importante como
saber cuándo
hacerlo. En esta
secuencia, el
elogio le da a
usted la atención
plena de su hijo.
Luego dígale de
inmediato la
razón por la que
su
comportamiento
es valioso. ―Te
estabas portando
como un buen
amigo‖, o ―me
agrada mucho
verte leyéndole a
tu hermana y
siendo tan
cariñoso. Esto me
indica que
realmente estás
creciendo‖, o ―eso
fue la actitud de
un niño grande,
maduro y más
adulto‖.
De inmediato y de
manera casual
pase entre cinco y
quince minutos
haciendo algo que
su hijo disfrute. El
pasar tiempo
agradable juntos
es una inversión
adicional efectiva
en
comportamientos
que valen la pena,
que confirma el
elogio y lo asocia
en la mente del
niño a otro evento
positivo. No es soborno
—si haces esto,
yo haré aquello
por ti sino una
forma de atención
después de una
conducta valiosa.
Este tipo de
refuerzo positivo
es mucho más
provechoso que
prestarle
atención, por
ejemplo, a la
renuencia a
comer, a la
rabieta o a
cualquier otro de
los muchos
comportamientos
perturbadores que
ocupan a los
padres y con
frecuencia los
conducen por un
sendero sin
salida.
Esta secuencia del puede, aplicarse para comunicar valores y enseñar conductas
en casi todas las situaciones en la crianza de un niño. Es una manera positiva de ayudarle a aprender comportamientos.
Qué elogiar, cómo elogiar y cuándo elogiar
Como cualquier otra persona, los niños quieren sentirse bien consigo mismos y así
comienzan rápidamente a portarse de una manera que genere elogios y afecto,
atención y cariño, tan esenciales para un sentimiento de satisfacción, autoestima y
una verdadera inteligencia emocional.
Lo único que usted tiene que hacer para llevarlos por el camino correcto es
aprovechar el momento adecuado y volverlo significativo con el elogio. Cada uno
de estos estímulos al comportamiento valorado es un paso pequeño pero significativo hacia una vida feliz y productiva.
Los padres tienen una oportunidad única para estimular sentimientos positivos de
autoestima en sus hijos. Sus palabras tienen un impacto enorme. Darle a un niño
esta sensación de autoestima puede ser la responsabilidad más importante que tienen los padres, si quieren un hijo feliz que llegue a ser un adulto feliz.
El elogio específico unido incluso a pequeños eventos que un niño recuerda y a los
comportamientos que queremos estimular construye la autoestima y contribuye a
la columna de activos del balance general. Cada vez que un niño se encuentre en
una situación similar, aprenderá un poco más sobre los tipos de comportamientos apropiados, lo que le dará recompensas adicionales de elogio y éxito.
Con el tiempo, lo que los padres ven y elogian en estos momentos sencillos y
tranquilos se volverá el comportamiento habitual del niño, una cualidad de su
personalidad. Estos rasgos que se manifiestan en la forma de comportarse del niño, son los que los demás ven y también consideran y ven digno de elogio.
Si uno reconoce un comportamiento positivo con un elogio, que es una de las
recompensas más poderosas que hay para un niño o un adulto, la conducta
elogiada ocurrirá con más frecuencia. Sin embargo, no se debe exagerar el elogio
hasta el punto de devaluar el regalo.
El elogio indiscriminado disminuye el valor de la recompensa que se ha ganado y
el elogio excesivo desestimula en el niño la internalización de sentimientos de
amor propio, produciendo una dependencia excesiva de las palabras externas de
aprobación. Usted está preparando al niño para un mundo en el cual el elogio no
se da repetidamente por todas las cosas que son dignas de él y un mundo que
considera que demasiado elogio no es sincero. Si usted elogia efectivamente para construir una base sólida de autoestima, el elogio constante es innecesario.
Hemos examinado el papel que desempeña el elogio en el momento propicio para
enseñar, el cual se da después de las palabras de elogio para comunicar valores o
enseñar comportamientos. Pero decirle simplemente a un padre que elogie a un
niño es como si el doctor le dijera a un enfermo que se tomara un medicamento
sin especificar el nombre, la dosificación o el tiempo durante el cual lo debe tomar.
Los medicamentos, como el elogio, son buenos, pero sin unas pocas instrucciones
ambas recetas son igualmente inservibles y potencialmente dañinas. La receta
para dar elogios que estimulen comportamientos adecuados es simple: ** Sea concreto. ** Elogie al cien por ciento.
―Fuiste muy bueno‖ no le dice mucho al niño, a pesar de ser claramente un elogio.
―Fuiste muy amable cuando ayudaste a tu hermano a leer el cuento, eso es ser
considerado y maduro y me gusta mucho‖; le dice al niño exactamente lo que ha
hecho y por qué le agrada a usted. Veamos otros ejemplos:
No elogio: Significado:
Elogio real:
No elogio:
Significado:
Elogio real:
―Ya era hora de que arreglaras tu cuarto‖.
Nunca arreglas tu cuarto cuando te lo pido y eso siempre
me molesta. Esta vez lo hiciste, pero con seguridad no
volverá a suceder.
―Arreglaste tu cuarto. Se ve muy bien. Me gusta como
organizas tus juguetes en un sitio. Me agrada verte ordenando tus cosas‖
―Obtuviste cuatro buenas calificaciones y una regular en
tu informe. Eso está bien, pero tenemos que subir esa
nota regular‖.
Esas cuatro notas buenas están bien, pero no es
suficiente para mí. No estarás a mi altura hasta que
tengas sólo las mejores calificaciones. El elogio que depende de la perfección no tiene valor.
―Estoy tan orgulloso que hayas obtenido esas
calificaciones tan buenas en tu informe. ¡Caray – cuatro
Excelente!‖
Cómo mejorar el comportamiento de los niños difíciles
"Algunos niños se consideran difíciles porque presentan problemas en
determinadas situaciones, mientras que otros parece que los tienen en todas
partes". Algunos investigadores han realizado considerables exploraciones en
busca de la trascendencia que tiene el temperamento en los procesos de
interacción que le revelan el mundo al niño y el niño a la sociedad; de igual
manera se descubre que las características temperamentales se pueden
diferenciar en los niños desde la temprana infancia, y que estas características
afectan a los padres y a otras personas. En consecuencia, el temperamento del
niño influye en la conducta y en la actitud de los padres, en la misma forma en que los padres influyen en sus niños.
Si ustedes reconocen a su hijo en una de estas descripciones, o si por cualquier
otro motivo consideran que es un "niño difícil", es importante que tengan en cuenta estos puntos:
• Los niños difíciles son normales. No tienen perturbaciones emocionales,
problemas mentales ni lesiones cerebrales. Algunos familiares bien intencionados
pueden haberles insinuado a ustedes que "algo anda mal", y esto los tiene preocupados.
• No todos los niños difíciles son iguales. Sus manifestaciones varían de
acuerdo con las áreas de temperamento que entren en juego. Los niños difíciles
van desde los relativamente dóciles con algunos aspectos difíciles, hasta los muy
difíciles. Los niños difíciles hacen que sus padres se irriten, o se sientan incapaces
o culpables. Estos sentimientos pueden generar uno de los problemas más graves
que existen con niños difíciles: la disciplina ineficaz. Los padres sienten que han
perdido su autoridad y que su hijo ya no los escucha. Esto los lleva a redoblar los
esfuerzos disciplinarios sin resultado alguno.
• Los niños difíciles hacen que sus padres se irriten, o se sientan incapaces o
culpables. Estos sentimientos pueden generar uno de los problemas más graves
que existen con niños difíciles: la disciplina ineficaz. Lospadres sienten que han
perdido autoridad y que su hijota no los escucha. Esto los lleva a redoblar los
esfuerzos disciplinarios sin resultado alguno.
• Los niños difíciles pueden crear tensiones matrimoniales, discordias
familiares, problemas entre hermanos y, con el tiempo, pueden llegar a presentar sus propios problemas emocionales.
O bien:
Los niños difíciles pueden convertirse en niños positivos, entusiastas, e
inclusive en individuos muy creativos, si los manejan bien desde su
infancia.
El primer punto - el más funcional - que ustedes deben entender sobre el niño es
su temperamento, y la forma en que los rasgos temperamentales moldean su comportamiento desde temprana edad.
Rasgos temperamentales en el niño:
1. Nivel de actividad. ¿Cuan activo es el niño generalmente desde temprana
edad?
2. Distracción. ¿Con cuánta facilidad se distrae?
3. Persistencia. ¿Persevera con algo que le gusta?
4. Adaptabilidad. ¿Cómo reacciona en las transiciones y ante el cambio?
5. Acercamiento. ¿Cuál es su reacción inicial ante cosas nuevas (lugares,
personas, ropa)? ¿Existe retraimiento o rechazo?.
6. Intensidad. ¿Cuál es la intensidad de las expresiones del niño, bien sea
que se sienta feliz o que se sienta infeliz?
7. Regularidad. ¿Cuan previsible es en sus horas de sueño, apetito?
8. Sensibilidad. ¿Cómo reacciona a estímulos sensoriales: ruidos, luces
fuertes, colores, olores, calor, dolor?
9. Estado de ánimo. ¿Cuál es su estado de ánimo básico? ¿Predominan las reacciones positivas o negativas?
Estudiando estos nueve rasgos, es posible clasificar el temperamento de cualquier
niño por áreas que van desde muy dócil hasta muy difícil.
Elementos básicos para mejorar la situación de su hijo y su familia
Todos debemos tener la convicción de que los padres pueden modificar sus
actitudes y su comportamiento mediante la educación. Si aprenden a entender a
su hijo difícil y su temperamento, empezarán a darse cuenta qué le sucede a su hijo y por ende a la familia.
Poco a poco, usted será un experto en el temperamento y comportamiento de su
hijo. Y como los expertos saben hacer bien las cosas, usted también las hará bien.
Dejará de ser víctima de sus propios sentimientos porque podrá ver las cosas de
modo imparcial y objetivo. Cada vez que adopte un punto de vista más neutral,
será más flexible y tolerante, pero al mismo tiempo tendrá más autoridad y será más dueño de la situación.
Aspectos claves que le ayudarán:
1. EFICACIA EN SU DISCIPLINA:
La disciplina ineficaz constituye uno de los mayores problemas de las familias con
un niño difícil. Traten de responder honestamente las siguientes preguntas. El
propósito no es hacerlos sentir mal, sino orientarlos en los métodos que no
funcionan con un niño difícil. Las respuestas afirmativas indican técnicas ineficaces
y frustraciones que pueden eliminar. La solución, aunque parezca extraño, no es redoblar la disciplina sino reducirla.
¿Suele usted gritarle mucho? SI NO
¿Asume la misma posición del niño? (Si él le pega, usted también
le pega?) SI NO
¿Lo castiga mucho más de lo que usted quisiera? SI NO
¿Usted siempre le está diciendo "no" al niño? SI NO
¿Tiene que insistirle constantemente para que haga las cosas? SI NO
¿Pelea mucho con él? SI NO
¿Está dándole explicaciones frecuentemente? SI NO
¿Acaba por hacerle prometer que "no lo volverá a hacer"? SI NO
¿Vive haciéndole amenazas, las cuales no piensa cumplir? SI NO
¿Le sucede a veces que no sabe cómo reaccionar? SI NO
¿Le parece que el niño tiene más poder que usted? SI NO
¿Encuentra que cuando más lo castiga, más insiste en hacer lo
indebido? SI NO
Ahora piensen en las cosas que han hecho para manejar al niño y que les han
dado resultados positivos. ¿Han tomado alguna medida espontánea que tal vez ni
siquiera consideraron "disciplina" y vieron con sorpresa que el niño respondió?
¿Hay algún castigo que parece ser especialmente eficaz? Hay que reconocer los
éxitos y anotarlos, aunque parezcan relativamente pocos; esto nos ayudará más tarde a encontrar soluciones originales para el niño y la familia.
2. LA NEUTRALIDAD: RAZONAR, NO SENTIR
A fin de poder manejar con éxito el comportamiento de su hijo, ustedes tienen que
adoptar antes una actitud objetiva. La clave aquí es la NEUTRALIDAD. Por tanto,
cada vez que el niño se porte mal:
No reaccionen emocional o instintivamente.
Permanezcan tan neutrales como les sea posible.
Razonen y recuerden que su respuesta debe surgir no de sus sentimientos
sino de su pensamiento.
Concéntrense en el comportamiento de su hijo, no en los motivos ni en el estado de ánimo de él.
Ustedes están tratando aquí de bloquear sus acostumbradas reacciones naturales.
Así que deténganse a pensar, y refrenen sus antiguas reacciones automáticas ante
el comportamiento del niño: el "no" automático, las amenazas, los gritos. Traten
de hacer caso omiso de los sentimientos de ustedes, y cámbienlos por la actitud
de un profesor que estudia un tema. Deben procurar asumir una actitud tranquila y serena.
¿Significa esto que se han de convertir en un padre o una madre autómatas que
solamente reaccionan ante su hijo de una manera calculada y fría? ¡De ninguna
manera! Cuando estén más seguros de su autoridad y de su relación con él, la
espontaneidad podrá regresar. Pero deben recordar que en un círculo vicioso muy
arraigado las acciones instintivas son tan malas para los padres como para el niño.
Para aprender una nueva forma de ser espontáneos tienen que intentar
desprenderse de sus antiguas actuaciones.
Si logran reaccionar de esta nueva manera una de cada tres veces, se estarán
encaminando hacia el éxito. No se desanimen si no siempre funciona. Nadie se Despoja de sus viejos hábitos de la noche a la mañana.
PREGÚNTENSE: ¿ES EL TEMPERAMENTO?
Cada vez que puedan relacionar un comportamiento con un rasgo temperamental,
estarán mucho mejor capacitados para obrar acertadamente. Si un
comportamiento tiene sus raíces en un rasgo temperamental, el niño en cierto
modo "no puede evitarlo". Traten de reconocer esta situación. Si pueden
establecer el nexo entre el temperamento propio de un niño difícil y un mal comportamiento, su actitud se tornará más comprensiva.
3. CLARIDAD EN LAS REGLAS Y CONSECUENCIAS:
Todo niño funciona mejor cuando sabe que sus padres hablan en serio. Cuando
haya un comportamiento específico prohibido en el hogar vendrá siempre un
castigo específico. Las reglas deben ser claras y fáciles de comprender. De esta
manera, el niño sabrá exactamente lo que se espera de él. Es una regla.
En primer lugar, decidan qué reglas básicas necesitarán para controlar el
comportamiento relevante. Luego explíquenselas al niño de la manera más sencilla y objetiva: "Hay una nueva regla en esta casa'.
4. ACTÚEN CON BREVEDAD:
Cuando se castiga a un niño las explicaciones siempre tienen que ser muy breves. "Has hecho tal cosa, que no es permitida; tu castigo es éste". No digan nada más.
5. NO NEGOCIEN:
El problema de muchos padres es que su pequeño ha adquirido tanto poder ante
sus ojos que lo tratan como si fuera otro adulto, o bien ellos se han convertido en
niños y tratan de "desquitarse" con él. Con un niño difícil no se negocia; los padres
imponen las reglas. Si el niño pregunta por qué, y si es un comportamiento que
ustedes consideran relevante, respóndale: "Porque es la regla". Esto no significa
que debamos convertirnos en tiranos arbitrarios. Lo más probable es que al niño le
parezcan sensatas las nuevas reglas. Lo que se busca aquí es imponer autoridad de manera objetiva y neutral.
6. SEAN FIRMES: En vez de gritar al niño, practiquen un tono de voz más firme.
Que se note que hablan con autoridad. El tono de voz es importantísimo,
especialmente con un niño muy pequeño.
7. NO QUITEN LOS OJOS DE LA META:
Recuerden que la meta de una disciplina eficaz es que el niño obedezca. La actitud
con que lo haga no importa. Tal vez asuma alguna actitud para salvar las apariencias. No hay que confundir esto con la desobediencia.
8. NO REPITAN MUCHO LA ADVERTENCIA:
El niño puede estar probándolos a ver si van a cumplir. En tal caso, es importante
que lo que le han dicho lo realicen, y eviten las advertencias repetidas sin ninguna
acción.
Está bien advertirle una sola vez, pero después de eso hay que actuar. Sus gestos y tono de voz deben ser firmes.
9. RECOMPENSAS PLANEADAS:
El castigo es necesario como respuesta a un mal comportamiento. Pero ¿habrá
alguna manera de mejorar el comportamiento sin castigarlo? ¿Cómo lograr que el
niño escuche, que acate las normas del hogar? Muchos padres de niños difíciles
viven insistiendo, quejándose, castigando y diciendo "no", y tampoco logran
resultados. Para superar estas situaciones es de gran utilidad tener en cuenta los siguientes principios del sistema de recompensas:
Deben ser planeadas: no surgen de una reacción del momento.
Los padres actúan dentro de la mayor neutralidad.
Lo hacen basados en la razón, no en las emociones.
Siempre se dan después de terminada la acción, y no antes.
Son para comportamientos específicos, no para actitudes.
Nunca premien a su niño por ser "bueno" o "agradable".
No sean demasiado generosos ni espontáneos con las recompensas. ¿Cómo
podrían saber si el niño se ha ganado una? Si le compraron un regalo el
lunes porque les parece a ustedes que ha estado "dócil", ¿qué harán el
martes cuando se comporte todavía mejor?
10.RECOMPENSAS POR UNA RUTINA:
El sistema de las estrellas:
La mayoría de los niños difíciles funcionan bien con las rutinas, especialmente si se
incluyen grandes bloques de tiempo no planeado. Para unos, el solo hecho de fijar
una rutina bastará, pero otros necesitarán un sistema de recompensas para
ayudarles a comenzar. El sistema de las estrellas funciona así:
1. Escojan una rutina que quieran establecer.
2. Decidan conjuntamente con el niño cuál será la secuencia de actividades,
ésta no podrá variar.
3. Junto con el niño, dibujen un cuadro bonito de las actividades.
4. Díganle al niño que cada vez que termine la rutina se ganará una estrella o
una calcomanía (él puede escoger).
5. Cada vez que acumule cinco estrellas (o el número acordado), se ganará un premio (él debe participar en la elección del premio).
Todo esto debe ser divertido, pero las expectativas deben ser muy claras. O ganó
la estrella o la perdió. Cerciórese de que el niño conozca muy bien lo que le
corresponde hacer. Recuerden también que el único "castigo" en este sistema es
negarle la estrella con algún comentario breve como: "Lástima: no ganaste tu
estrella hoy; ojalá mañana te vaya mejor". Fije las metas de acuerdo con las
capacidades del niño, con retos reducidos al principio y luego aumente la exigencia
progresivamente. La sensación del logro al comienzo lo motivará para continuar esforzándose.
En términos generales, los niños difíciles funcionan mejor con recompensas por
comportamientos aceptables que con castigos por mal comportamiento. Las
respuestas negativas repetidas ante un comportamiento indebido refuerzan ese
comportamiento en vez de corregirlo. Y los padres también les gusta el sistema de
recompensas porque les permite centrarse en los adelantos del niño y se sienten
menos culpables.
Cómo expresar el amor a los hijos
―Hemos desarrollado sistemas de comunicación que permiten que desde la tierra,
el hombre hable con el hombre en la luna.
Sin embargo, a menudo una madre no puede hablar con su hija, un padre con su hijo, la clase obrera con la gerencia o la democracia con el consumismo‖.
El amor es el motor que mueve el mundo
Todos necesitamos y anhelamos amor ¿a quién no le gusta ser querido y sentirse
amado? Desafortunadamente esto es algo que hoy en día es escaso, sin embargo,
es gratuito, no cuesta nada en dinero, pero si cuesta al expresarlo.
¿Cuántas veces al día, a la semana o al mes, usted le expresa el amor a sus hijos,
no importa la edad que tengan, 1, 5, 10, 20 ó más años?. ¿Cuántas veces usted
espera de su hijo(a) un abrazo, un beso, una caricia, una palabra de afecto y lo
justifica diciendo: mi hijo(a) está muy ocupado(a) y no tiene tiempo, sus labores lo envuelven por completo?
No será más bien una justificación de lo que usted no ha hecho con ellos, del
ejemplo no realizado, guardando en el fondo de su corazón el gran deseo de que
eso se realizara, pensando para si, yo sé que me quiere y que bueno sería que un
día me mirara a los ojos y me dijera: te quiero, me diera un beso, una mirada
coqueta o pícara y luego se retirara suavemente. Repito, pregúntese cuántas
veces usted lo ha hecho con ellos, no olvidemos que los hijos reproducen patrones, el ejemplo es el mejor MAESTRO.
Durante mucho tiempo se ha dicho que el amor se aprende, no es algo que nace
espontáneamente, de lo cual estoy perfectamente convencido, la pregunta es:
¿quién nos enseña a AMAR?. Indudablemente el primer y más fuerte ejemplo es el
de los padres. En muchas ocasiones sostenemos charlas con nuestros hijos de
muchos temas, como la situación del país, las tendencias de la moda, la colección
de carros, los deportes o algún tema en general, pero difícilmente, tal vez, nunca, sostenemos conversaciones de amor con nuestros hijos.
Pues bien, lo invito a que trate el día de hoy de entablar una charla de amor con
sus hijos, es más, vaya más allá y exprésele en forma verbal que los ama, todo lo
importante que son para usted; esta que es una tarea aparentemente sencilla, se
vuelve difícil, las personas se sienten atadas, sin saber que decir, cómo decirlo y
en ocasiones prefieren escribirlo que enfrentar al hijo y decirle: TE QUIERO. Es
importante tener en cuenta lo que dice Leo Buscaglia: ―aún cuando hemos
aprendido que el amor no expresado es la causa primordial de nuestro dolor y de nuestros remordimientos‖.
Ahora bien, en ocasiones algunos padres dedican más tiempo a unos hijos que a
otros. Tengamos en cuenta que todos merecen el mismo reconocimiento y un
papel importante en la familia, desde las más tempranas edades y por siempre;
préstele entonces atención a sus hijos, respételes lo que dicen, escúchelos con
atención. Esta es, con frecuencia, una de las mayores quejas de los jóvenes hoy
en día, se está tan pendiente de brindarles cosas materiales y comodidades, que
se ha olvidado de lo más importante, la comunicación íntima, hasta han llegado a
sentir, dicen los jóvenes, que la verdadera comunicación con sus padres tiene un escaso valor.
La siguiente experiencia real nos lleva a reflexionar sobre el valor de la
comunicación en familia: una joven se presentó a hablar con su profesor un día
para contarle un problema que tenía; éste entonces le sugirió que le diera ―la
oportunidad‖ a sus padres de escucharla, a lo cual ella accedió sin ningún reproche
y considerando que era una buena opción, sin embargo, a los pocos días regresó
donde su maestro, desconsolada y abatida, diciéndole que sus padres le habían
contestado: ―no exageres‖, ―estamos seguros que tú puedes solucionarlo‖, pero un
tiempo después se enteraron que su hija estaba involucrada en problemas de
drogas, a lo cual reaccionaron diciendo: ¿Por qué no nos habías comentado tus
problemas?, a lo que ella respondió: ¿Por qué no me escucharon cuando lo hice?.
Ahora, pregúntese usted, ¿alguna vez mi hijo se ha acercado a comentarme algo y no le he prestado la importancia que él consideraba?
Por esto sugiero, que revivamos prácticas tan importantes, como el diálogo en
familia, la reunión a la hora de la comida, por lo menos dos o tres veces a la
semana, las cuales hoy en día han desaparecido porque prevalece la TV o la
privacidad de las habitaciones, recuerda aquellos momentos en que entraba al
cuarto de sus padres y se acostaba en su cama, esta era la mejor cama del
mundo, es más, hoy en día todavía disfrutamos de esa sensación, pero con
nuestros hijos no pasa lo mismo, porque se ha perdido la unidad familiar, no se
comparten afinidades, lecturas, música, deportes y gran cantidad de actividades
que se han dejado en el olvido. Cada uno tiene un gusto diferente y es entendible,
esta situación genera en las familias la necesidad de conocerse y descubrir gustos
afines que ayuden a rescatar la unidad familiar.
Estos momentos son especiales para la comunicación con nuestros hijos desde
muy pequeños. No se nos olvide que las palabras que ellos escuchan desde
temprana edad, son las que aprenderán y le servirán para interactuar. Si crecen
escuchando, ―SI‖, ―BUENO‖, ―TE QUIERO‖, ―AMOR‖, estos serán los símbolos con
los cuales establecerán relaciones; pero sucede que, aprenden a decir ―no‖ antes que ―sí‖ y con frecuencia ―odio‖ en vez de ―amor‖.
Hablemos de otra oportunidad de enseñar amor a nuestros hijos, la llegada a casa,
ya sea al terminar un día de trabajo, o después de un viaje, es más, la llegada a la
finca en un fin de semana, el perro corre a saludarlo, usted juega con él, lo acaricia, le rasca la cabeza, por qué no hacer lo mismo con su hijo.
En una ocasión un niño de un grado inferior faltó al colegio después de un fin de
semana; al preguntársele por el motivo de su ausencia, el niño me respondió:
―Para mi papá fue más importante llevar el perro a la finca que traerme al
colegio‖. Si usted es consciente que un ser irracional merece su atención y cariño, ¿qué pasa con la atención y el cariño de sus hijos?
Aproveche la oportunidad que la vida le brinda para acariciarlo, mirarlo a los ojos y
regocijarse en él, dígale algo como lo siguiente: he pasado tanto tiempo sin verte
y me has hecho mucha falta, ría con él de la anécdota del día, pregúntele como le
fue y reconozca sus éxitos; recordemos lo que sucede en las casas cuando los
niños empiezan a mostrar avances, el niño(a) gatea y hay fiesta en la casa, da los
primeros pasos y es el más grande acontecimiento celebrado por toda la familia,
dibuja la primera letra y es motivo de publicación general, sus padres y hermanos lo aman y él lo percibe, por eso quiere ser agradable ante sus ojos.
En algunas ocasiones, las cosas no salen como el adulto quiere y le dicen: ―no te
quiero‖, es decir, como sabemos del valor del cariño en una persona, se utiliza como fuente de amenaza y de inseguridad y no de crecimiento personal.
Por esto, los invito pues, a amar a sus hijos, de manera INCONDICIONAL.
Acarícielo, béselo, abrácelo junto a su pecho, tomen una siesta juntos, juegue con
él, no solamente cuando usted pueda, saque tiempo de sus ocupaciones, no se
contente con llevarlo al parque para que juegue con sus amigos, él lo que más
anhela es compartir con usted. Fomente su autoestima; un niño que aprende a ser
valorado, protagonista de sus acciones a ser aceptado, a expresar sus emociones, sus gustos, es un niño que aprenderá a amar sin CONDICIONES, aprenderá a SER.
Estas son algunas sugerencias que usted puede poner en práctica para hacer
sentir a su hijo amado.
Estas son algunas sugerencias que usted puede poner en práctica para hacer sentir a su hijo amado.
No amenace, recuerde que la amenaza es un medio eficaz de formar niños
inseguros.
Dígale sus cualidades, pero no exagere.
Deje que los niños asuman las consecuencias de sus actos.
De vez en cuando llegue a la casa con una pequeña sorpresa, esa
colombina que tanto le gusta, la chocolatina preferida, la manzana que
tanto disfruta, un paquete de láminas para el álbum que está llenando, el
afiche anhelado, la caricia- coqueta y cómplice acompañada de una palabra
o un gesto de amor.
Use ante todo un lenguaje positivo, no olvide, EL PODER DE LAS
PALABRAS. No suponga que su hilo sabe que lo ama, dígaselo.
¡NUESTROS HIJOS SON NUESTRA MÁXIMA PRIORIDAD!
Educar para la solidaridad
La vida moderna, al parecer, nos asfixia con conceptos nuevos y antiguos
renovados. Sin embargo, cuando se trata de aquellos conceptos
relacionados con los que nos caracterizan como especie superior y única,
bien vale la pena volver a ellos, reexaminarlos y readaptarlos.
Hablemos de solidaridad
El término como tal ha sido recientemente muy usado, especialmente por los
medios de comunicación, por los políticos y por los sistemas educativos. No
obstante, la necesidad del género humano va más allá de la acepción pura que
dan los diccionarios, o los medios masivos de comunicación. Necesitamos que la
solidaridad se convierta en un concepto unificador de subconceptos de gran valor
tales como: la gratitud, la comprensión, la justicia, la tolerancia, la interculturalidad y la adhesión a otros.
Gestación de la solidaridad
Como todo principio o valor se gesta en la célula primaria de todo ser humano: la
familia. Es allí, en donde aprendemos a amar, a dar, a considerar al otro, a
cooperar. De otra parte, se encuentra la segunda entidad más importante para la
formación en valores de los seres humanos: la escuela. Sin embargo, por obvias
razones, hoy nos detendremos en nuestro quehacer como padres en el desarrollo de la solidaridad.
Las actitudes solidarias no aparecen meramente por el ―saber‖ intelectual sino
principalmente de la sensibilidad. La sensibilidad encaminada al ejercicio de
acciones concretas que trascienda el sentimiento individual y que se convierta por
que no en un proyecto cultural, Se trata de crear progresivamente una conciencia
solidaria, nueva en nuestros niños que lleve a una transformación de los valores
habituales y de las prácticas sociales hacia la toma de una postura e intervención oportuna a favor de aquéllos que lo necesitan.
Es decir, se trata de ayudar a construir unos valores y sobre todo potenciar
acciones, las cuales permitan formar valores. El punto de partida es pues, aclarar tres conceptos fundamentales.
El sujeto de solidaridad: es aquel individuo que realiza una acción solidaria. Las
acciones solidarias individuales pueden ser consideradas de alto valor de manera
individual. Sin embargo, la necesidad exige la construcción de valores
permanentes y colectivos, para la formación de una cultura colectiva iniciada en el
seno mismo del hogar, para luego transcender en el ámbito local, nacional e internacional.
El objeto de solidaridad: Se puede ser solidario en niveles diversos, tales como
con un familiar, un amigo, un vecino, con un desconocido, con la región, con una
raza, con una nación que está desfavorecida por algún hecho o situación de
condiciones inferiores y/o condiciones mínimas de los derechos humanos elementales.
Los factores que demandan solidaridad son de diverso tipo: la pobreza, la salud, la
educación, la libertad, los derechos humanos, la participación, el uso y tenencia de
la tierra, la discriminación de cualquier índole, los recursos naturales, la justicia
entre otros.
Actividades que pueden contribuir a la formación del concepto
La vida familiar se caracteriza por el compartir momentos importantes
generadores de diálogo, de sensibilidad y de amor. Dentro de estos espacios naturales y/o creados para tal fin se sugieren las siguientes actividades:
Confeccionar una tabla familiar que debe ser rellenada de manera individual y deberá ser socializada según hábitos familiares. Ejemplo:
FUI SOLIDARIO CON PORQUE
• Escuchar en familia las noticias locales e internacionales y proponer un ejercicio
sencillo en el cual los niños expresen algunas ideas solidarias para la resolución de
la situación objeto de conversación y desde luego, traducirlas en acciones
solidarias de acuerdo con las posibilidades de cada familia. Deberá enfatizarse en
la idea que siempre hay una posibilidad y que esta demanda gran sensibilidad y en algunas ocasiones mucho esfuerzo.
• La lectura de textos se constituye en una herramienta crucial en la formación de conceptos. Se proponen las siguientes como modelo.
Lectura N° 1
―En un mundo que no sólo perpetúa sino que también aumenta la brecha de
desigualdades sociales, la conciencia humana va abriéndose cada vez más a la
exigencia de solidaridad, quizá la categoría ética que mejor sintetiza las
aspiraciones de la humanidad en estos momentos. En efecto, ese hacerse
responsable del otro, en una sociedad de relaciones asimétricas, sintoniza perfectamente con las aspiraciones de nuestro mundo‖.
Lectura Nº 2
―Según los sociólogos, uno de los elementos más importantes para explicar el
deseo de diferencia y de distancia de los jóvenes respecto a sus padres. es la difícil
inserción laboral. Los jóvenes sostienen que el trabajo como elemento de
autonomía respecto a los padres) es el valor más importante. Y el trabajo se les es
negado en una sociedad que deja miles de jóvenes que no estudian. Hacen lo que pueden con las consecuencias sociales ‗ sociológicas que ello trae‖.
Lectura N° 3
―El planeta dispone de recursos suficientes para alimentar con holgura a todos sus
habitantes e incluso para afrontar un crecimiento poblacional sostenido durante
cierto tiempo. Sin embargo, 540 millones de personas no ingieren en estos
momentos los alimentos suficientes y más de 1 .000 millones, según el Banco
Mundial, carecen de poder adquisitivo para garantizar una nutrición adecuada. La
creciente desigualdad causará enormes migraciones, de modo que la inseguridad
alimentaria se convertirá en la principal causa de tensión social y política de este
siglo, según expertos de diferentes países reunidos en Barcelona para redactar una declaración universal de los derechos alimentarios del hombre‖.
• Reflexionar en nuestros hábitos no solidarios cotidianos, proponiendo algún tipo
de mecanismo para erradicarlos de nuestras familias.
No cabe duda que la necesidad mundial demanda seres solidarios internacionalmente para nuestra propia supervivencia y la paz mundial.
Reflexión
¿Qué sentimos al leer la siguiente canción? ¿En qué nos sentimos identificados?
¿Qué carencias notamos en nosotros? ¿Con quienes se es solidario en esta canción?
LA SOLIDARIDAD
Mantener siempre atentos los oídos
Al grito de dolor de los demás
Y escuchar su llamada de socorro
Es solidaridad.
Mantener la mirada siempre atenta
Y los ojos tendidos sobre el mar
En busca de algún náufrago en peligro
Es solidaridad.
Entregar por amor la vida
Es la prueba de mayor amistad
Es vivir y morir por Jesucristo
La solidaridad.
Sentir como algo propio el sufrimiento
Del hermano de aquí y del de allá
Hacer propio la angustia de los pobres
Es solidaridad.
Llegar a ser la voz de los humildes, convertirse uno mismo en mensajero del
abrazo sincero y fraternal es solidaridad. (Fragmentos de la canción).
―Llevadera es la labor cuando muchos comparten la fatiga‖.
Homero
―Si puedo evitar que un corazón sufra, no viviré en vano; si puedo aliviar el
dolor en una vida, o sanar una herida o ayudar a un petirrojo a encontrar su
nido no viviré en vano‖.
Emily Dickinson.
Comportamientos agresivos en niños, jóvenes y adolescentes
Ante los cambios tan acelerados al interior del grupo familiar y social, surgen una
serie de inquietudes que continuamente cuestionan a los padres de familia, ¿qué
hacer con determinadas actitudes en los jóvenes? ¿Cómo tratar con el muchacho
agresivo quien frecuentemente manifiesta actitudes poco acordes con los principios y normas que infundimos en casa?
Los expertos en salud mental buscan responsabilidades en el medio, en la
televisión, la moda, o la sociedad. Sin embargo, después de examinar las
aterradoras estadísticas del número de niños y jóvenes que presentan problemas
emocionales serios que los llevan a tener un comportamiento agresivo en su
entorno, o a ser hijos rebeldes, es necesario reconocer que aunque no se nos haya
formado para tan ardua labor, esta responsabilidad en gran parte nos corresponde
por el simple hecho de ser padres.
Por dónde comienzo
Uno de los primeros retos frente a la formación de nuestros pequeños tiene que
ver con el gran cambio que sufrimos cuando nos convertimos en padres, en este
momento sucede algo extraño y es que empezamos a asumir un papel "diferente".
Esta gran responsabilidad nos presenta una nueva tarea y casi de manera
inconsciente empezamos a sentir que debemos ser firmes en nuestros
sentimientos, poco flexibles ante tanta altanería, o quizá con nuestra mejor
intención pretendemos ser un buen modelo de autoridad, esto sin mencionar que
algunas veces creemos que es necesario poner a un lado nuestra pedagogía y
aplicar las sanciones disciplinarias que se requieran.
Todas esas intenciones son comprensibles y admirables, sin embargo casi siempre
dan un resultado menos eficaz de lo que debería ser. Uno de los errores más
frecuentes que cometemos al enfrentar las dificultades de nuestros hijos es olvidar
que son seres humanos, personas reales con defectos y virtudes y como tal
debemos enfrentar el reto de educarlos. Ellos por su parte, también son personas
verdaderas con sentimientos y limitaciones personales. Es entonces un buen
comienzo, reconocer su agresividad como un comportamiento que merece ser
revisado al ser parte de la conducta humana, nunca para tomar medidas punitivas que irremediablemente pasarán a reforzar dicha actitud.
En segunda instancia, es importante aprender a reconocer los mensajes no
verbales que respaldan el comportamiento de nuestros hijos, cada una de sus
acciones tiene una razón de ser y el aprenderlas a interpretar nos puede colaborar
a comprender determinadas acciones que a simple vista desconcertarán al más
devoto de los padres, pero que en el fondo lleva un mensaje de búsqueda, de
ayuda y de atención.
Primer paso: ¿El porqué?
Las diferentes características de los niños, los llevan a ser y a expresar sus
comportamientos de formas muy variadas marcando una influencia en la
personalidad y en la relación con los demás. Esto, querámoslo o no nos lleva a
rotular al individuo dentro de un marco determinado. Por nuestra propia
formación, existe la tendencia a observar solamente lo negativo en las conductas
que desarrollan las personas y más aún cuando se trata de nuestros propios hijos.
Sin embargo, es importante reconocer que las CONDUCTAS AGRESIVAS son
manifestaciones de un estado interior, por tanto la manera como las enfrentemos afectará notable¬mente su reincidencia o la suspensión de las mismas.
Mi hijo es agresivo
Situación
Me preocupa que mi hijo es un alumno socialmente explosivo, violento,
desafiante y algunas veces hostil. Generalmente tiene pocos amigos o amigos falsos porque suele mantener el liderazgo con brusquedad.
A nivel familiar se relaciona con los demás para conseguir lo que él desea y
generalmente no se preocupo por las necesidades de sus hermanos. Es muy
común que haga pataletas, o golpee a sus compañeritos. En varias ocasiones
he sido citado por agresividad con los demás.
El caso citado anteriormente puede ser muy común en muchos niños, o
adolescentes en su entorno escolar y familiar. El marco en que se presenta la
situación no describe a un muchacho con conductas agresivas, por el contrario rotula y describe un individuo socialmente Agresivo.
Es entonces aquí, donde una posición objetiva, nos lleva o comprender dichas
MANIFESTACIONES DE AGRESIVIDAD como una condición humana que puede ser
corregido con el soporte y guía de sus padres y maestros.
Desde esta perspectiva es importante reconocer a qué nivel nuestro hijo está
mostrando conductas agresivas a fin de orientarlo en el manejo de las mismas y de reorientar su manera de mostrar inconformidad y molestia.
Tipos de conductas agresivas
1. Agresividad verbal
Consiste en decir palabras o frases que humillan, descalifican o desvalorizan a otras personas.
El contenido del mensaje que se transmite, por lo general está cargado de
resentimiento de tal forma que hace sentir mal a otras personas.
Los apodos, insultos, mentiras o palabrotas junto con las bromas pesadas, son un
ejemplo común de este tipo de agresividad que desesperadamente busca llamar la atención.
2. Agresividad física
Consiste en manifestar descontento, desacuerdo o tratar de imponer sus deseos a través de la fuerza física, que hace dono o molesta a otras personas.
Es muy común que los niños pretendan solucionar sus conflictos sociales a través
de la fuerza física, como dar patadas, pisotones, empujones, poner zancadillas, escupir, pellizcar, pegar, tirar el pelo, las orejas etc.
3. Agresividad gestual
Esta consiste en manifestar rechazo hacia lo que otra persona dice, hace o siente, para imponerse con gestos desagradables.
El dar la espalda, mirar por encima del hombro, sacar la lengua, hacer gestos con
los dedos o el no contestar y mirar en forma desafiante pueden ser unas de las tantas conductas agresivas que se pueden detectar en este grupo.
Fases para modificar conductas agresivas en nuestros hijos
A continuación se describen los pasos que podemos llevar a cabo en la búsqueda
de cambio de actitudes agresivas en nuestros hijos.
Reconocer
Una vez hemos logrado que el muchacho reconozca que el conflicto no se ha dado
por el agente externo que produjo su ira, sino por la actitud de agresividad que él ha asumido frente a ella; podemos dar inicio al trabajo de modificación.
Asumir
Mantenerse tranquilo quizás sea uno de las conductas más difíciles de aprender,
nuestro ejemplo juega un papel relevante al enseñarle al niño que a pesar de que
es más fácil perder el control, tomar decisiones en momentos de ira nos pueden llevar a lastimar al otro irremediablemente.
Reflexionar
Detenerse a pensar antes de decir o hacer algo, también es una conducta que
puede aprenderse. Sin embargo, la reflexión algunas veces debe guiarse con
patrones de comparación como son las consecuencias. Bien, golpeaste a Pedrito
porque tomó tu juguete, ahora debes asumir que el juego se suspendió, además de que él ya no querrá compartir más actividades hoy, contigo.
Detección del problema
Pedir a nuestros hijos que nos describan el problema y en forma muy sutil
averiguar cuáles son sus sentimientos al respecto. ¿Cómo te sentiste?, ¿Cómo
crees que se sintió el otro niño al ser golpeado?, ¿Qué pensaste al respecto?
Fijar un objetivo
Una vez el problema haya sido identificado, es necesario que el niño fije un
objetivo al respecto, para tal efecto es necesario que le pregunte ¿Cuál es el
estado deseado de esa situación? Recuperar e juguete, pero para tal objetivo era necesario lastimar a Pedrito?
Pensar en muchas soluciones posibles
A partir de lo que nuestro hijo plantee como objetivo, ej: Recuperar el juguete que
me quitó Pedrito. Podemos invitarlo a generar muchas alternativas de solución
menos agresivas. Qué pudiste hacer para solucionar el problema de otra manera? ¿Qué otra cosa se te ocurre?
Practicar la solución elegida
Para ello es necesario que el niño, planifique paso a poso lo que va a hacer frente a las diferentes situaciones que le produzcan ira.
Problema _____________________ Solución____________________ ¿Resuelve el problema tu solución? __________
Evaluar los resultados obtenidos
Si los resultados son positivos, estamos comenzando un proceso largo pero
productivo hacia la concientización, pero si son negativos es necesario replantearlo
cuantas veces sea necesario.
Alumnos
CONSEJOS PARA ESTUDIAR
Diez consejos para ser un buen estudiante
El logro de buenos resultados
debe ser prioridad número uno
de todo estudiante. He aquí
diez consejos para obtener un
buen rendimiento académico.
1. No basta con ser inteligente
Hay personas bastante inteligentes que apenas necesitan estudiar, así como otras para
quienes estudiar no es lo suyo. Sin embargo lo normal es tener una inteligencia media y
por lo tanto los buenos resultados solo se obtienen con una motivación adecuada que
facilite el esfuerzo de estudiar. Sin voluntad de estudiar, no hay nada que hacer... y los motivos que se tengan para estudiar son decisivos.
2. Encuentre un motivo para estudiar
Aunque hay muchísimas otras cosas que son más divertidas, estudiar es un deber
inaplazable. En los años escolares nos estamos jugando el futuro pues en esta corta época decidimos lo que vamos a ser el resto de la vida.
Se debe tener un motivo para estudiar. Y ese motivo ha de salir de uno mismo. Los premios y los castigos pueden ser eficaces, pero a la larga no son lo decisivo.
3. Adopte su propia técnica de estudio
De algunas personas se dice: "este chico no sabe estudiar". Hay maneras de aprender a
hacerlo, muchos libros, páginas web, la ayuda de un profesor, de los padres. Pero en el
fondo, todo es sentido común. A estudiar se aprende estudiando y cada quien verá cuáles son los sistemas que le van mejor.
4. Siéntase cómodo y concéntrese
Para estudiar eficientemente se necesita un lugar de estudio tranquilo, donde todo esté a
mano, con una silla cómoda y luz suficiente. No se engañe, con música no se puede
estudiar: puede dibujar o copiar, pero no memorizar ni concentrarse. No se levante a
cada momento y persevere sentado al menos 45 minutos. Luego descanse 5 a 10 para
poder continuar.
5. Horario y planeación
También se debe tener un horario. No tiene por qué ser rígido, ha de ser flexible pero lo
normal en secundaria es que se gaste entre media hora y una hora para hacer las tareas
y tres cuartos o una hora para estudiar. Si entre lunes y viernes no ha dedicado 10 a 12
horas de estudio, el fin de semana hay que recuperar. Deje, si puede, para el fin de
semana las tareas que le lleven más tiempo: Una lámina de dibujo, un trabajo para una
asignatura. Es una lástima que pase el tiempo haciendo como que está estudiando
cuando su cabeza está muy lejos. No sueñe despierto. Aproveche el tiempo y luego, podrá hacer muchas otras actividades.
6. Aprovechar las clases ahorra tiempo
Es una tontería perder el tiempo en clase. Si aprovecha ese rato, tendrá mucho
adelantado. Si, por alguna razón, le dejan tiempo libre de estudio, adelante tareas.
Puede que el profesor siga el libro: en ese caso tome notas de lo que dice, de aquello en
lo que insiste. Si da apuntes, siga atento y tome nota en todo lo que pueda, con sentido común. Subraye aquello que repita, pues es lo que considera básico.
7. Memorizar pero entendiendo el contenido
En la mayoría de las asignaturas hay que memorizar los contenidos de las lecciones. No
intente aprenderse algo que no entiende; por eso es tan importante lo del punto anterior.
Cada persona tiene su propio sistema para fijar en la memoria las lecciones: leerlo en
voz alta, repasarlo varias veces e intentar repetirlo sin mirar el texto... lo importante es
que tenga en cuenta que no se sabes un tema si no es capaz de explicarlo. Y es muy
conveniente que estudie cada día lo explicado en clase. Es mejor aprender un texto corto
que enfrentarse a un montón de páginas cuando lleguen las épocas de evaluaciones.
8. Los exámenes: comience por lo más fácil
―Ya estudiaré cuando llegue el examen‖… Este es un enorme error. Si estudia cada día,
cuando llegue el momento del examen sólo tiene que repasar conocimientos ya
adquiridos, recordar lo que ya se sabe. Si lo deja todo para el final, acabará con la
cabeza llena de fórmulas, definiciones, fechas, etc. un caos.
Los exámenes son de distintos tipos: hay que preparar cada uno de modo diferente. Auto examinarse da buen resultado.
Duerma bien la noche anterior al examen y ni se le ocurra tomar ninguna pastilla - lo
pagará muy caro -. Así evitará el nerviosismo y el cansancio. Lea detenidamente las
preguntas antes de lanzarse a responder. Si es posible, responda primero las preguntas
más fáciles y deje para el final las que no se sabe bien. Esto es especialmente importante
en problemas de matemáticas, física, traducciones... Muchas veces se gasta todo el
tiempo de que se dispone en hacer un problema y se deja el resto en blanco.
Antes de entregar el examen revise cuidadosamente las respuestas. No se precipite en entregarlo: use todo el tiempo de que disponga.
9. Ayudas para resolver problemas
Aunque es difícil dar una regla común, en matemáticas, física y química muchas pruebas
incluyen problemas: a partir de unos datos tiene que hallar otros, mediante una fórmula
o varias.
En primer lugar elija la fórmula adecuada, luego sustituya las variables por los valores
que le den (¡Las unidades!) y le quedarán una o varias incógnitas para despejar. Hágalo
con sumo cuidado: es muy probable que pidan los resultados exactos, y no bastará con
que la solución esté bien planteada.
10. Y lo más importante
Hay un punto del libro Camino, donde se afirma que "Una hora de estudio es una hora de
oración": este libro tiene muchos puntos, un capítulo entero, dedicado al aspecto
sobrenatural del estudio. Le vendría muy bien considerarlo detenidamente. Ofrezca a
Dios su trabajo.
Cómo ser eficiente con el estudio en casa
¿Cuántas veces has dejado tu tarea para el fin de
semana?; ¿Te ha pasado que llegas al domingo por la tarde
y aún tienes todos los deberes escolares pendientes? Si a
estas preguntas has respondido positivamente,
seguramente te ha faltado una correcta planificación de tus
horas de estudio. A menudo no basta solamente con la voluntad de estudiar: hay que crear hábito.
La autodisciplina es quizá uno de los logros más
significativos en la formación académica y sin duda se compensa al obtener un
rendimiento óptimo en el colegio o la universidad. Muchos alumnos muy capaces
terminan con bajo rendimiento escolar ante su desorganización, mientras que otros menos dotados han obtenido éxito porque tienen disciplina y planifican su estudio.
Para organizar un horario de estudios, es preciso adaptarlo a las circunstancias
personales pues de nada sirve un plan estricto, si es imposible de cumplir. No obstante, la frecuencia recomendada es la siguiente:
4 a 6 años 15-30 minutos/día 3 ó 4 días/semana
7 a 12 años 1-2 horas/día 5 días/semana 13 a 18 años 2-3 horas/día 5 ó 6 días/semana
Reglas básicas
Sin importar la edad y circunstancias personales, existen reglas básicas para el estudio en casa:
El horario de estudio debe ser a la misma hora para que se convierta en hábito.
Planifica bien cómo harás los trabajos; no improvises.
Es preferible comenzar con objetivos pequeños que aspirar muy alto y no poder cumplirlos.
La constancia es una condición fundamental para adquirir un correcto hábito de
estudio.
Planifica también los descansos. Son parte importante de una sesión de estudios.
Por cada 45 minutos de trabajo, tómate 5/10 minutos de receso.
Ordena las materias en función de su dificultad. No comiences con la más difícil,
tampoco con la más fácil. Las asignaturas neutras sirven de calentamiento.
Deja para el final aquello que te resulte más grato. Quedarás con buen sabor de
boca.
Confecciona un horario donde dejes muy claro qué tiempo vas a dedicar a cada cosa. Compártelo con tus hermanos y tus padres. Ellos te ayudarán a respetarlo.
Fuente: Profes.net
Cómo prepararse para un examen
Ten claro el tipo de examen: ¿Será oral, escrito, práctico, teórico o escogencia
múltiple?
Repasa los exámenes anteriores. Ello te dirá una idea del estilo de preguntas de
cada profesor.
Presta atención a las clases previas al examen, pues se suelen hacer repasos y
ejercicios que tienen que ver con lo que se preguntará.
Lo que el profesor marca como ‗importante‘ es casi siempre tema de examen.
Imagina ser tu propio profesor, respondiendo lo que creas que él te preguntará.
Trata de llegar con una actitud serena a la prueba. De los nervios no sacas nada y
por el contrario te puedes desconcentrar.
Intenta responder todas las preguntas. Así estés inseguro en algunas respuestas,
recuerda que los conocimientos están ligados entre sí, y puede ser que aquello
que no sabes tiene relación con un tema que conoces bien. Siempre acude a tu
sentido común y a tu lógica.
Regla de oro: antes de contestar, asegúrate de haber comprendido bien la
pregunta.
Si te bloqueas con algún punto en concreto, pasa a otro tema. No pierdas
demasiado tiempo para responder lo que ya sabes.
Expresa tus ideas con claridad y coherencia.
Si el examen es oral, es importante llegar bien preparado, pues la improvisación
es un enemigo mortal en esta clase de exámenes. El dominio de sí mismo y la
serenidad, son claves. Por esto, al estudiar para este tipo de pruebas, puede
ayudar pararse ante un espejo y ensayar la postura, el timbre de voz y la actitud
que estás reflejando ante el profesor.
A continuación ofrecemos diez normas para tener en cuenta al presentar un examen oral:
1. Cuida tu presentación personal: que sea correcta para los examinadores y
cómoda para ti.
2. Los primeros minutos son fundamentales. Empieza desarrollando la idea que
mejor sabes.
3. Buena parte de tu éxito depende del estilo que utilices. Por eso frases cortas y
precisas te ayudarán.
4. No mires al suelo. Procura hablar para todos y no sólo para uno de los profesores.
5. Demostrar equilibrio en la duración de tus respuestas. Ni muy cortas ni muy
largas.
6. Utiliza el lenguaje apropiado para esta ocasión. Recuerda que no estás
conversando con amigos.
7. No obligues al profesor a hacer un esfuerzo para escucharte. Habla claro, con
intensidad y modulando perfectamente.
8. Aprende a matizar: sabes que hay ideas principales e ideas secundarias.
9. Organízate mentalmente para ajustar el tiempo de exposición. Utiliza todo el
tiempo del que dispones. 10. Deja para el final tu respuesta "estrella".
Cuando se trate de un examen escrito, recuerda:
Las respuestas largas han de ser siempre claras y referidas a la pregunta.
Cuida la caligrafía, el vocabulario y la ortografía.
Lee varias veces la pregunta hasta comprenderla del todo. Cuando finalices de contestar, utiliza unos minutos para repasar las respuestas.
15 Consejos para conseguir el éxito en tus estudios
1. Necesitas cinco minutos cada día para planificarte. Cuanto más atareado estés,
más necesitas organizarte. No te dejes atropellar por la improvisación de hacer lo
más inmediato. Date la satisfacción de saber por dónde vas y de cumplir lo que
habías previsto para cada día.
2. No empieces nunca por lo fácil con la excusa de ir entrando en materia poco
apoco. Valdría si hubiera mucho tiempo por delante, pero generalmente no lo hay.
Comienza por lo más importante; si no lo haces así, te perturbará la ansiedad de
saber que aún tienes pendiente aquella tarea y el nerviosismo te hará aumentar la
sensación de impotencia.
3. Lleva siempre encima una agenda en la que puedas anotar una idea antes de que
se te olviden datos que sea necesario recordar.
4. Conserva pocos papeles. Tira todos los que hayas usado y no sean
imprescindibles. Archiva con un método claro todo lo que decidas conservar. Hay
quienes pierden más de la mitad del tiempo de estudio en buscar informaciones
entre fotocopias y cuadernos.
5. No comiences nunca a hacer una cosa si no confías seriamente en que puedes
realizarla. Cuando se produce un fracaso y no se completa una tarea, se produce
una insatisfacción y uno sentimiento de culpabilidad que lleva a perder cantidad
de tiempo. Es mejor pedir ayuda cuando sientes que lo necesitas.
6. Antes de ponerte a estudiar prepara todas las cosas que preveas necesarias. Es
conveniente cortar a tiempo las posibilidades de fuga. Quien mucho se levanta,
poco interés tiene.
7. Aprovecha en lo posible tus mejores momentos. ¿Eres de los madrugadores? ¿O
prefieres las tardes? Estudia en tus momentos altos de energía. El descanso y la
diversión exigen menos concentración.
8. Busca sitios adecuados donde poder estudiar sin que haya demasiado ruido. Si es
necesario, recurre a otras posibilidades fuera de casa: bibliotecas públicas, etc. La
concentración es imprescindible.
9. Con el estómago lleno es difícil de conseguir esta concentración: busca tiempos
más oportunos.
10. Procura trabajar en una mesa en la que sólo tengas las cosas que necesites para
el estudio; evita en lo posible el riesgo de distraerte.
11. Empieza a estudiar con un vistazo general de los temas. Esto ayuda a concentrar
la atención y a despertar el subconsciente. Tener un marco de referencia general
te ayudará a comprender mejor los pasos de un proceso.
12. Reserva algún tiempo del día para resolver las cosas triviales, pero necesarias.
Evita la sensación de estar pendiente de terminar algo que se ha quedado a
medias. Esta sensación es frustrante y quita concentración.
13. Cuando lo necesites, descansa, relájate, oye música. No esperes a que el
cansancio se convierta en agotamiento, pero tampoco diversifiques los objetivos
de tu atención haciendo varias cosas a la vez, como estudiar y oír música; las dos
cosas a la vez no suelen funcionar bien.
14. Ponte cómodo para estudiar, postura relajada, ropa floja y cómoda, buena luz.
15. Pide ayuda cuando la necesites porque no consigues resolver una cuestión.
Remite tus dudas al profesor, en clase, pero no dejes pasar un tiempo excesivo
para aclararlas. Muchas veces basta con una consulta a tu compañero, pero
cuando haga falta hay que recurrir al profesor, con quien siempre hay que
mantener una relación personal que facilite estas consultas.
Planear es la clave
A continuación tienes unas frases referidas a la planificación y utilización del tiempo de
estudio. Al final de cada una, marca la casilla SÍ si las frases valen para ti Y NO en caso contrario.
Preguntas SI NO
1. Dejo para última hora casi todo lo que tengo que hacer o estudiar
2. No he conseguido habituarme a trabajar diariamente un tiempo fijo
3. En casa no tengo horario o agenda de estudio
4. A veces dejo sin acabar el trabajo o el estudio
5. Pierdo mucho tiempo por no haber preparado lo necesario antes de
empezar a trabajar y estudiar
6. Mientras estudio o trabajo. suelo tener interrupciones que me roban
tiempo
7. Anoto en cualquier sitio los trabajos que tengo que hacer o los
temas que hay que estudiar
8. Empiezo a trabajar por lo que más me gusta o me es más fácil, y
dejo para el final lo más difícil o desagradable.
Leyes para organizar tu tiempo
Esta actividad tiene como objetivo facilitar criterios que deben guiar la gestión del tiempo
de tu estudio. Las leyes son:
1. AUTONOMIA (Tú te lo guisas, tú te lo comes): Puedes pedir ayuda para
organizarte., pero el que debe decidir y después cumplir eres tú.
2. REGULARIDAD (Coge el ritmo): Dedicar diariamente al estudio alrededor de tres
horas es más eficaz darse grandes palizas de vez en cuando.
3. DOSIFICACIÓN (No te quemes las neuronas): Por cada hora dedicada a
estudiar, debes descansar diez minutos, aunque no te sientas cansado.
4. EXCLUSIVIDAD (Situarte en paradero desconocido): Durante el tiempo de
trabajo evita lo que te pueda distraer. Aplaza para el tiempo libre cualquier otra
cosa. Que nadie te moleste; eres un profesional.
5. PRIORIDAD (Dales lo que se merecen): Asigna a cada área el tiempo de forma
proporcional a su dificultad.
6. ORDENACIÓN (Ponlos en su sitio): Empieza a trabajar por las áreas que
consideres de dificultad media. Sigue con las difíciles y acaba por las fáciles. Los
científicos aseguran que es lo más práctico.
7. AGENDA (Déjalo todo escrito): Hazte con una agenda, que te acompañe a todas
partes. Escribe en ella tus proyectos y todo lo que tienes que hacer. Tu agenda será tu jefa: ella te indicará siempre qué tienes que realizar. Úsala con exigencia.
Técnicas para un estudio eficiente
Hay una serie de técnicas relacionadas con el modo de seleccionar y organizar los contenidos de tus tareas que te ayudarán a ser más eficiente.
· El subrayado
· Cómo tomar apuntes
· Los esquemas y los cuadros sinópticos. · El resumen
El subrayado
El objetivo del subrayado es destacar las ideas esenciales de un texto y por lo tanto, al
leer únicamente lo subrayado se puede recordar su contenido. Está demostrado que la
memoria se fija y recuerda más y mejor aquellas cosas que se resaltan.
El fundamento de esta técnica consiste en resaltar de otro color (se recomiendan colores
vivos como el rojo o verde o los colores fluorescentes, aunque cansan más) las frases más relevantes, así como sustantivos, verbos, adjetivos, fechas, nombres propios, etc.
Para subrayar no se recomiendan más de dos colores y también se puede sustituir la
"raya" por recuadros o corchetes para señalar párrafos enteros o frases que
consideremos de capital importancia.
También acostúmbrate a escribir notas a los márgenes, en aquellos momentos en que no
te queden claras algunas ideas o para completar con otros datos. Estas notas luego son muy beneficiosas ya que facilitan la comprensión y amplían conocimientos.
¿Cómo tomar apuntes?
Se dice que el saber tomar apuntes estimula a los estudiantes así como dirige y canaliza nuestro aprendizaje.
Una buena idea para facilitar la toma de apuntes es que sepamos de qué va el tema que
nos van a exponer. Por eso, si es posible, sería conveniente echarle un vistazo al tema el día anterior para saber por dónde irán las cosas.
Por otra parte, tu actitud ante el profesor y el tema deberá ser positiva. No tengas
prejuicios y no te dejes llevar por los estados de ánimo, ni por las simpatías o antipatías. Concéntrate en lo que haces. Controla tu atención. No divagues.
Es fundamental que estés atento al profesor, mírale, busca las ideas claves de la
explicación y concentra tu atención en:
· Captar la lógica de lo que expone el profesor.
· Comparar lo que dice con lo que ya sabes. · Busca la utilidad para ti de lo que explica. Resume lo que el profesor va diciendo.
Utiliza papel que puedas archivar. Siempre el mismo, con el mismo formato. Guarda los apuntes en carpetas por materias y por días.
Inicia los apuntes poniendo en la parte superior de la hoja la fecha y la asignatura o materia. Esto te facilitará su clasificación y orden.
Escribe con letra legible y clara. Los apuntes debes tomarlos de tal manera que sean
fáciles de leer, para no tener que pasarlos a limpio. No escribas todo lo que el profesor
diga. No lo copies todo. Sólo las ideas importantes. Copia las fechas, nombres, referencias, etc. Luego puedes completarlo con ayuda del libro o de algún compañero.
Deja margen a la derecha y a la izquierda para anotaciones o aclaraciones. Utiliza el
subrayado y las mayúsculas para resaltar lo más importante. Sé breve. Abrevia cuanto
puedas las palabras. Utiliza siglas, abreviaturas (comprensibles posteriormente) o cualquier signo que tu crees y que para ti signifique algo. Algún ejemplo puede ser:
Igual................. = Siglo............... S
Más que............ + Menos que....... -
Hombre............. H Mujer.............. M
Mayor................ > Menor............. <
Que.................. q Por................. x
Porque.............. xq
A los adverbios acabados en mente añade al adjetivo un símbolo: rápida/; fácil/;
normal/.
Tu mismo puedes crear tus propias normas o símbolos. Práctica un poco y verás como los resultados mejorarán.
Los esquemas y los cuadros sinópticos
El esquema es una técnica que tenemos muy olvidada pero que da mucho resultado. No
es una técnica sencilla ya que depende directamente de como se haya realizado el
subrayado y la lectura.
Un esquema debe presentar las ideas centrales del texto, destacadas con claridad.
Presenta de forma sencilla y lógica la estructura del texto. Debe tener una presentación
limpia y clara. En el esquema se destacan los puntos principales del texto y los
subapartados que consideres de interés. Se utilizan signos para destacar ideas,
subrayado, las mayúsculas y minúsculas, colores y distintos tipos de letras. Escríbelo en términos concisos.
Para trabajar el esquema parte de la lectura analítica de un texto y de su posterior
subrayado. Ve separando cada contenido por puntos, rayas y subrayados. Mira si lo que
has escrito expresa la idea completa del texto sin dejar datos fundamentales. Puedes
utilizar las mayúsculas para señalar los apartados fundamentales y las minúsculas para los elementos de importancia que hay en ellos.
El esquema es como un resumen pero más esquematizado, sencillo y claro. Con un solo golpe de visto podemos percatarnos de la información que contiene el texto estudiado.
Por lo tanto a partir de un texto determinado puedes realizar las siguientes actividades:
- Localizar las ideas centrales del texto.
- Subrayar las palabras o frases que destaquen esas ideas.
- Anotar al margen la idea central del texto y de los distintos párrafos.
Por otra parte, el cuadro sinóptico es una variante del esquema que sobre todo se
utilizará cuando existan datos muy concretos como fechas, nombres, cantidades y
cuando un texto habla de los mismos elementos pero en distintas contextualizaciones. Su
técnica es igual a la del esquema pero requiere de un cuadro con las entradas que sean necesarias.
Ejemplo del Esquema
Esquema del texto Los Romances: Cronológicamente se dividen en:
1. Romances viejos:
- Autor anónimo.
- Origen=Cantares de Gesta:
* verso se divide en dos octosílabos.
* rima asonante los pares.
Siglo XIV a XVI.
- Temas:
* históricos: Cid, Infantes de Lara, D.Rodrigo.
* fronterizos: reconquista;
* carolingios: Carlomagno, Roldán.
* novelescos;
* líricos.
El resumen
Es una de las actividades más importantes y claves dentro del estudio. La puedes realizar
después de tener hecho el subrayado y luego de haber estudiado el tema, lección o
texto. Tienes que intentar hacerlo sin volver a mirar lo que has leído, y si lo haces, lo menos posible.
El resumen debe ser breve pero completo, con las ideas fundamentales y utilizando tu
propio vocabulario y modo de estructuración de las oraciones. Redactado en forma
personal. Tienes que utilizar partículas de enlace entre los distintos párrafos que produzcan la hilazón lógica entre los mismos.
Es evidente que un buen resumen depende mucho de la comprensión del texto y de las
veces que lo hayas leído (son recomendables tres lecturas: una rápida, otra lenta con subrayado y otra más lenta con memorización y análisis).
Para dominar esta técnica tendrás que hacer ejercicios del tipo siguiente:
- Análisis y comentario escrito de textos.
- Resúmenes de los mismos.
- Lecturas detenidas.
- Resúmenes de textos a partir de lo subrayado.
Es conveniente que posteriormente al resumen lo leas varias veces y lo completes, si es
necesario, con el texto delante. En principio, todo tipo de textos son válidos para
practicar esta técnica.
TÉCNICAS DE ESTUDIO
I. REGLAS PARA LOGRAR UN ESTUDIO EFICAZ
Expondremos a continuación un compendio de todas las indicaciones y reglas más
importantes contenidas en este Manual. Medítelas detenida y cuidadosamente y
pregúntese en cada una de ellas: ¿Aplico esta indicación en mi estudio? Cuando llegue a
una regla que aún no haya adoptado, tome nota especial de ello y llegue al capítulo
donde se trata. Recuerde sobre todo que las reglas sólo son útiles cuando se emplean
insistentemente, día tras día. Adquirir buen hábito del estudio requiere tiempo y es preciso insistir mucho hasta obtener los resultados apetecidos.
1SIENTA INTENSAMENTE EL DESEO DE ESTUDIAR Y PROPÓNGASE LLEGAR A SABER
Tenga ambiciones definidas; considere sus deberes y responsabilidades. Valore las
consecuencias de un trabajo mediocre y las recompensas que siguen a toda buena labor.
2 LLEVE A LA PRÁCTICA SUS RESOLUCIONES
Los siguientes métodos lo auxiliarán a este fin:
a). Piense en las consecuencias del éxito o fracaso en la tarea que tiene en perspectiva.
b). Defina su propósito y manténgalo. Haga de él centro de su atención.
c). Propóngase estudiar. Instálese convenientemente. Empieza!!
d). Concéntrese en el tema. Reprima la tendencia al sueño. Evite las distracciones
de la mente y reaccione con rapidez para combatirlas.
e). Afronte los problemas personales que perturban sus estudios, dándoles la solución
más conveniente para anular las preocupaciones que le proporcionan. Busque siempre
los consejos autorizados de amigos, profesores y personas capacitadas. No se engañe
con soluciones falsas y explicaciones erróneas, de las que sólo ustedes sufrirán las consecuencias.
3 TENGA INTERÉS EN LOS TEMAS DE ESTUDIO
Y para ello:
a). Obtenga la mayor información posible sobre el tema.
b). Asocie los nuevos conocimientos adquiridos con los que ya posee.
c). Hágalos personales y relaciónelos inmediatamente con su finalidad.
d). Adopte una actitud activa hacia el tema estudiado utilizando todo lo aprendido.
4 EVITE LAS DISTRACCIONES QUE PERTURBEN SU ESTUDIO
Ruidos, luces, fatiga intelectual, incomodidad, exceso de comodidad, etc.
5 ORGANICE UN PROGRAMA DIARIO Y FIJO DE ESTUDIO
Planee su trabajo; cultive hábitos sistemáticos en lo que se refiere al tiempo, lugar y condiciones en que estudiará.
6 MÉTODOS PARA CONSEGUIR UNA BUENA LECTURA
a). Antes de empezar a leer, medite sobre el asunto a estudiar. Disponga su mente. Revise las notas tomadas el día anterior.
b). Consiga una impresión preliminar del texto o lectura, leyendo el prefacio, índice, etc.
c). Repase ligeramente la materia asignada, a fin de obtener una idea superficial
del conjunto. Para llegar a leer con rapidez es preciso:
1. Esforzarse constantemente en aumentar la velocidad.
2. Leer frases y oraciones, no palabras.
3. Omitir partes de la lectura, siempre regidos por un buen criterio. Leer
solamente trozos de oraciones o párrafos.
d). Lea después, por segunda vez, con más lentitud, concienzuda y
reflexivamente, procurando:
1. Mantener en su mente, mientras está leyendo, el propósito y el plan de la
lectura.
2. Deténgase al final de cada párrafo y medite sobre lo leído. Examinar las
ideas desde todos los puntos de vista. Asegúrese de que ha comprendido
claramente. Aprenda el significado de las palabras nuevas o desconocidas.
3. Leer despacio y con la máxima atención los puntos importantes y difíciles.
En cambio, los conocidos o de escaso interés, páselos ligeramente.
4. Pensar con espíritu crítico durante la lectura. Obtener sus propias
conclusiones. Ir más allá del libro.
e). Tome nota de los puntos más importantes: acótelos, márquelos o haga
anotaciones en los propios libros. Sintetice los principales pensamientos y
tome nota de ellos. Emplee estos apuntes en los repasos diarios.
f). Haga un bosquejo escrito o mental de toda la lectura y medite sobre él antes
de abandonar el libro. Para un mejor estudio, ordene sus anotaciones de
acuerdo con las preguntas de mayor importancia; luego repase la lectura,
autoexaminándose de ella hasta quedar satisfecho.
g). Asegúrese de que ha comprendido con claridad el tema. Evite los
pensamientos vagos y confusos. Capte con claridad las ideas fundamentales,
independientemente de las demás que pueda, o no, retener.
7 MÉTODOS EFICACES DE TRABAJO EN EL AULA
a). Deduzca el método de enseñanza seguido en cada una de las clases y oriente
sus actividades de acuerdo con él.
b). Antes de la clase, piense en los temas del día. Prepare su mente y revise el
trabajo del día anterior.
c). Durante el período de la clase reflexione acerca de los puntos desarrollados
en la lectura o discusión. Vaya más allá de lo que se expone.
d) Concéntrese en el tema general de la discusión. Reprima toda tendencia a
divagaciones inútiles y distracciones de cualquier índole.
e). Tome nota de los puntos importantes, pero sepa que lo primordial es
comprender las ideas; anotarlas es secundario.
1º Cuando la clase se desenvuelva en preguntas y comentarios, tome pocas
anotaciones e inclúyalas entre los apuntes de su lectura.
2º Cuando se emplee el método de conferencia, efectúe un bosquejo de la misma
o lleve a cabo un conjunto de anotaciones que se refieran a los puntos más
importantes. Revise las notas mientras el tema esté fresco en su memoria.
f). Estudie sus anotaciones diariamente, después de la clase. Medite sobre los
puntos que no estén claros y busque aclaraciones en los libros o pidiéndolas a
sus profesores.
(Vea Módulo VII)
8 MEJORE SU CAPACIDAD PARA RECORDAR, ADOPTANDO MEJORES MÉTODOS DE ESTUDIO.
a). Conozca el significado de la idea que deba recordar; compréndala.
b). Vuelva una y otra vez sobre ella.
c). Mantenga activa su atención; evite repeticiones mecánicas.
d). Aprenda con la intención de recordar.
e) Deténgase con frecuencia y trate de recordar las cosas que está aprendiendo.
f). Tenga confianza en su capacidad para recordar.
g) Cuando los hechos no tengan una cohesión lógica, fórmese asociaciones
arbitrarias que le ayuden a recordarlos.
9 AL HACER UN REPASO PARA LOS EXÁMENES:
a). Revise los puntos esenciales; trace un bosquejo mental del tema. Reúna los
detalles aislados.
b). Haga el repaso con anticipación. Evite los apresuramientos del último instante.
c). Trate de descubrir en el profesor la naturaleza del examen y los temas que
incluirá en él; medite sobre la clase de preguntas que le puede hacer y piense
cómo va a contestarlas.
10 EN LOS EXÁMENES
a). Procure estar bien descansado; permanezca sereno y tranquilo. Tenga fe en
sus conocimientos.
b). Lea de nuevo todo el programa y medite sobre cada pregunta el tiempo necesario para comprenderla.
c). Lea cada pregunta con mucha atención antes de empezar a contestarla.
d). Aun después del último repaso, debe reservarse algún tiempo para efectuar las rectificaciones oportunas en el plan trazado.
11 ESTUDIE ACTIVAMENTE
Aprenda con la práctica. Emplee sus conocimientos constantemente en las
conversaciones, escritos o estudios de cualquier índole, es decir, siempre que haya ocasión.
El Por qué y para qué del método.
EL SIGNIFICADO DEL ESTUDIO
El estudio persigue dos objetivos fundamentales:
Primero. - La obtención de conocimientos en una o varias ramas del saber humano,
y segundo. - La utilización práctica de estos conocimientos.
Si estudiamos Historia, por ejemplo, conseguimos saber los orígenes de las antiguas y
modernas civilizaciones, de sus hechos más salientes de sus pueblos y de hombres que
en ella destacaron. Con el estudio de la aritmética lograremos resolver los problemas
relacionados con la misma, mientras que el estudio de un idioma nos permite hablar y
escribir éste, así como el mejor conocimiento de la literatura, costumbre, etc., del pueblo
que lo habla.
Entre estas dos clases de estudios no existe una gran diferencia, ya que la aplicación de
los conocimientos teóricos es una contaminación de los mismos, desempeñando ambos
un papel muy importante en nuestra vida, pues encaminarán en el porvenir nuestra nación y nuestro pensamiento.
Al estudiar la forma de hacer las cosas, y luego al realizarlas, pondremos a contribución
lo aprendido. Para conocer nuevos hechos utilizamos nuestra capacidad pensadora, y al pensar y actuar en nuevas materias, enriquecemos nuestro saber.
Existe, sin embargo una notable diferencia entre el estudio para la formación de una
cultura y el encaminado a obtener la capacidad de ejecución necesaria para conseguir lo que nos proponemos.
Indudablemente, es de mayor importancia la parte que concierne a nuestro desarrollo
cultural. Educándonos aumentaremos nuestro poder de asimilación, es decir, la
capacidad para trabajar o actuar, comprender a nuestros semejantes, leer y pensar, desarrollar los negocios, proyectar y construir, curar enfermedades, etc.
El saber está subordinado a la capacidad de emplear los conocimientos, subordinación
indispensable, ya que la acción y el pensamiento tienen siempre como base un sano
equilibrio mental.
Una de las más valiosas facultades que hay que desarrollar es la capacidad de estudio,
esto es, la capacidad que nos permite realizar la labor intelectual necesaria para resolver
un problema, meditar una pregunta o conocer a fondo un método práctico de hacer las
cosas. Tiene más importancia aprender a estudiar con provecho que adquirir un conjunto
de conocimientos particulares. Si esa facultad proporciona a una persona la capacidad
efectiva para el estudio, ya habrá triunfado aunque no consiga nada más. Si, por el
contrario, el estudiante no se preocupa de aprender a estudiar, quedará incompleta la
labor más importante de sus cursos escolares.
El estudio no sólo incluye los conocimientos que obtenemos de los libros y de la clase,
sino que comprende también las adquisiciones conseguidas por medio de la observación directa, de la experiencia y de los hechos, es decir, de nuestra actividad cotidiana.
Saber cómo se estudia significa saber cómo hay que pensar, observar, concentrarse,
organizar y analizar. En resumen, saber ser mentalmente eficiente. En general, el estudio
comprende toda clase de investigaciones, ya que es la aplicación de la inteligencia en la
tarea de comprender, controlar, dirigir el mundo que nos rodea. Aprendiendo a estudiar, aprendemos a pensar y a vivir.
En las universidades el aprendizaje se enseñan por medio de libros y lecturas en su
mayor parte. Con este sencillo método se adquieren muchos conocimientos e ideas que,
de otra forma, sería imposible o muy laborioso recogerlo directamente. Sin embargo el
objetivo e interés del estudiante debiera ser siempre aunar firmemente sus
observaciones y experiencias diarias con la teoría adquirida de sus libros. De este modo,
el estudio de cualquier tema, va adquiriendo paulatinamente un significado más amplio,
lo que ocurre a medida que el estudiante va formándose una base a través de sus
propias observaciones y actividades. Y es que nada puede sustituir al conocimiento
práctico en los negocios e industrias, en las investigaciones científicas, exploraciones,
política, periodismo, etc. El estudio en las universidades se basa en la teoría de los libros,
y aunque a veces son indispensables estos conocimientos teóricos, debemos completarlos siempre con la propia práctica cotidiana de nuestro trabajo.
Las indicaciones, normas y consejos que se detallan en este manual son indudablemente
provechosos para aquella forma de estudio, debido el papel primordial que desempeñan los libros y el aula en las tareas escolares.
Diversas investigaciones nos han demostrado las posibilidades que tienen a su alcance
los estudiantes para mejorar su eficiencia y rendimiento en los estudios. Hay que tratar,
pues, de desarrollar una buena forma en lo concerniente a leer, escuchar, observar y
pensar.
Los métodos propios son tan necesarios a este respecto como en cualquier otra actividad individual o colectiva.
Las páginas que siguen sugieren algunos sistemas para desarrollar en el estudio es buena forma de que hablamos.
La habilidad a pericia en el estudio, como en cualquier otra actividad, no se consigue
únicamente con desearla o con la lectura de libros como éste .Las buenas resoluciones
deben llevar consigo un esfuerzo personal, enérgico y continuado si se quiere obtener el éxito. Tanto en este caso como en cualquier otro, la práctica es lo perfecto.
Cada estudiante debe saber qué es lo que necesita mejorar, para imponerse entonces
resueltamente la tarea de adoptar los más eficaces métodos de estudio. Sólo poniendo
éstos en práctica, sin desfallecer en una continua aplicación, le será posible obtener el
resultado apetecido.
Este Manual ha sido redactado para los estudiantes que verdaderamente desean
perfeccionar sus métodos de estudio. En cambio, de muy poco servirá a aquellos que no tengan interés alguno en saber cómo deben estudiar.
Aquel que no tenga deseos de estudiar (y en las universidades superiores el estudio es
sinónimo de libros y clases), debe comprender que malgastar los mejores años de su
vida en unos estudios que no le reportarán positiva si no lo hace de una manera
significativa. Pero si siente el noble deseo de llevar a cabo un trabajo intelectual eficiente
y posee la fuerza de voluntad necesaria para conseguirlo, puede estar seguro de que este Manual ha de hallar la mejor ayuda para dar cima a sus justas ambiciones.
Motivarse para estudiar
CONDICIONES FUNDAMENTALES PARA EL ESTUDIO EFECTIVO
Es secundario precisar exactamente la mejor manera de leer, plantear un problema y de
adquirir el adecuado hábito de estudio. Existe una condición fundamental e indispensable
para dar eficacia al estudio, más importante que cualquier regla técnica. Sin tal condición
el estudio provechoso es imposible; con ella pueden obtenerse resultados positivos,
aunque se desconozcan las reglas. Este principio fundamental es un motivo impulsor, es
decir, un intenso deseo de aprender, de interesarse por los temas intelectuales, una decidida voluntad de obrar dentro de la esfera de su trabajo.
Por consiguiente, si en verdad desea aprender a estudiar, convénsase íntimamente de
que quiere dominar sus estudios y de que lo conseguirá. Sepa que todo lo demás está subordinado a esto.
¿Cómo adquirir este convencimiento?
En primer lugar, concretando sus ideales y ambiciones en el objetivo que persigue con
estos estudios, reconociendo que un mal empleo del esfuerzo puede retrasar, dificultar e
incluso impedir la realización del fin propuesto, mientras que un trabajo eficiente le conducirá de manera rápida y segura a él.
Piense detenidamente la gran satisfacción que le proporcionará el éxito y la triste decepción que, por el contrario, le deparará el fracaso.
Es infinito el número de estudiantes que se transforman de manera radical, convirtiendo
en actitud consciente y enérgica la que antes sólo era indiferente y para salir del paso.
¿Cuál fue la razón de este cambio trascendental?
Sin ninguna duda la encontraríamos en algún hecho que les hizo pensar seriamente en sí
mismos y en su porvenir.
En ocasiones, la lectura de la vida de los grandes hombres contribuirá a orientarnos el
verdadero y único camino: el del esfuerzo práctico en beneficio de la Humanidad, por el que ellos ejemplarmente marcharon.
Trazar los planes de nuestra vida, ambiciosos sin exceso, nobles y justos, será el más
eficaz y directo estímulo. Pregúntese de cuando en cuando para qué asiste a las clases y
hacia qué meta definida dirige sus actividades. Una breve, pero frecuente reflexión,
dedicada a ustedes y a los motivos por los que se afanan, es excelente incentivo para un estudio serio.
En segundo término, el impulso necesario para dar eficacia a este estudio proviene del
interés que le inspire el tema elegido. Al mismo tiempo, respondiendo al desarrollo de los
móviles principales y a los incentivos externos mencionados, debe suscitarse el interés por los temas y problemas particulares y el deseo de estudiarlos por ellos mismos.
He aquí cuatro reglas fundamentales imprescindibles para que un tema pueda interesar.
1 ADQUIRIR CONOCIMIENTOS ACERCA DEL TEMA
Es evidente que todos nos interesamos mucho más por las cosas en las que tenemos un
conocimiento más o menos grande, que por aquellas que sólo conocemos o tratamos
superficialmente. Del mismo modo que crece su interés en relación con el fútbol, según
va sabiendo las características de los equipos y jugadores e interpreta mejor las reglas del juego, igual sucede en cualquier otro orden.
Los temas de estudio no constituyen una excepción: son materia que debe desarrollar su
interés, sin el que no podrá vencer luego las dificultades que le presenten los distintos asuntos al adentrarse en ellos.
2 RELACIONE CON LOS YA SABIDOS LOS NUEVOS CONOCIMIENTOS QUE VAYA
ADQUIRIENDO
Establezca la relación de los nuevos hechos con los que posea y merezcan esta atención.
Los sucesos históricos cobran nuevo interés al compararlos con los presentes. La Química
y la Medicina, por ejemplo, aumentarán su importancia ante ustedes cuando puedan ver su aplicación en la vida diaria.
3 HAGA PERSONALES CONOCIMIENTOS
Lo mejor para lograrlo es su aplicación a cuanto le concierna directamente. Todo lo que
se expone en este Manual despertará su atención sólo imaginando hasta qué punto le puede resultar una valiosa ayuda.
4 ADOPTAR UNA ACTITUD ACTIVA HACIA EL TEMA ESTUDIADO Y APLIQUE A ÉSTE LOS
NUEVOS CONOCIMIENTOS ADQUIRIDOS
Pregunte sobre temas que contenga el libro o exponga el profesor; conozca por
anticipado su alcance y conclusiones, y entonces compárelos y medite sobre ellos.
Piense, hable y escriba acerca de las ideas del tema; llévelas a su acción; seleccione el
material de cada rama de estudio que pueda aplicar en las otras, y hágalo. Discuta sobre
los puntos difíciles y dudosos con los compañeros. Medite con detenimiento sobre las nuevas ideas obtenidas y las consecuencias que ellas implican.
Debe llevar a cabo con ferviente interés la parte de sus actitudes que se relacionan con el
estudio. Obrando así, no sólo no constituirán para ustedes un arduo trabajo, sino que
hallarán verdadero deleite en ellas.
El estudio dinámico y proyectado a un fin determinado evita distracciones y exige un
mínimo esfuerzo. Es como leer una novela o asistir a una sesión cinematográfica. En estas condiciones, cuanto más estudie, tanto mejores serán los resultados.
Todo estudio cobrará ese interés intrínsecamente si trata de convertirlo decidida y entusiásticamente en una parte activa de su pensamiento.
Es preciso tener en cuenta que, en sus comienzos, algunos estudios están condenados a
no promover interés alguno e, incluso, a proseguir carentes de él más adelante. Lo que
motiva que para unos estudiantes pueda ser atractivo lo que para otros resulta árido y hostil.
Pero con todas sus dificultades, existen determinadas materias que es preciso dominar.
Por consiguiente, debe imponerse un examen real de ustedes mismos y de la situación.
Valore las exigencias y esfuerzos, las satisfacciones y recompensas que la materia en
cuestión pueda proporcionarle, y entonces ponga en práctica el inquebrantable deseo de triunfar y dominar el tema, a fin de convertir en realidad sus ambiciones.
Para la decisión, esencial en las buenas resoluciones, conviene tener presente algunas
indicaciones de importancia, porque en general la mayoría de los estudiantes están
animados de excelentes propósitos que, por diferentes motivos, muy pocas veces llegan a efectuarse.
Las siguientes reglas servirán a tales estudiantes de valiosa ayuda:
SIENTA INTENSAMENTE LA URGENCIA
DE REALIZAR LA TAREA IMPUESTA
Aclare la relación fundamental existente entre la labor actual, los estudios ulteriores y
sus objetivos y ambiciones. Recapacite en la gran influencia que en el futuro puede tener
el éxito o el fracaso, y no ya solamente en el caso personal, sino en el de aquellas
personas que han puesto en ustedes sus esperanzas. Tenga, por consiguiente, motivos
sobrados para aplicarlos en el estudio y es necesario, por tanto, que los ponga en juego con toda firmeza, comprendiendo lo urgente de la tarea impuesta.
DEFINA SU LABOR
Elija cuál ha de ser su trabajo y cuándo lo emprenderá. Si el objeto de su estudio fuese
excesivamente largo, divídalo en partes para hacer más fácil la tarea y facilitar su
dominio. Compruebe con exactitud el contenido general de la primera parte y concéntrese en su estudio.
! EMPIECE A TRABAJAR !
Resuelto y definido el plan, comiéncelo inmediatamente. No se detenga ante las
dificultades que se le presenten; sálvelas pensando sólo en su labor, olvidando todo lo
demás. Una vez iniciado el trabajo se incrementará por sí solo el interés en la materia,
haciéndola más asequible.
INSTALECE CONVENIENTEMENTE PARA ESTUDIAR
Es de gran importancia crearse un ambiente apropiado para el estudio. Hay que elegir
con acierto el lugar donde vamos a hacerlo, procurando que reúna las condiciones de luz,
ventilación y silencio imprescindibles para lograr la completa abstracción. Tenga a
vuestro alcance cuántos libros y materiales precise, a fin de no moverse y así evitar la
consiguiente distracción.
CONCÉNTRESE. REPRIMA TODA TENDENCIA AL SUEÑO
Una imaginación que divague es el mayor enemigo de un trabajo intelectual. Más
provecho se obtiene de una hora de estudio realizado con absoluta atención, que de diez
lleno de interrupciones. El estudio requiere la concentración de la mente en el asunto en
que se ocupe. Es necesario reaccionar con rapidez cada vez que la imaginación se aparte
del tema, manteniendo constante esa vigilancia. Las condiciones favorables para el
estudio y el total ensimismamiento en él son garantías de un resultado útil y fructífero.
Las distracciones se deben en muchos casos a la incomprensión de las palabras o a una
base deficiente con respecto al tema que se estudia. Si ésta es la causa, será forzoso
retroceder en busca de los orígenes o fundamentos de aquello que no dominemos aún y aprenderlo. No hay otra solución.
SI TIENE PREOCUPACIONES O PROBLEMAS PERSONALES, AFRÓNTELOS CON DECISIÓN, ADOPTANDO LAS SOLUCIONES MÁS RAZONABLES.
Las preocupaciones y problemas personales suelen motivar deficiencias en el estudio, al
igual que perturban cualquier otra actividad. Las dificultades se originan por el miedo al
fracaso, desconfianza en nuestras fuerzas físicas (capacidad de trabajo), o por asuntos
sentimentales y, en ocasiones, también por el complejo de inferioridad social, por una
falta de fe o por una disparidad de criterio con la familia respecto al camino elegido. La
mayoría de los jóvenes tratan de eludir estas dificultades sin enfrentarse con ellas, y si lo
hacen, no so les dan la debida importancia, lo que es causa frecuente de muchos
fracasos y decepciones. Existe, sin embargo, cierto número de estudiantes que tratan de
hallar un medio mejor para solucionar de cara a ellos sus problemas personales. A éstos
ofrecemos las siguientes sugerencias:
Determine y defina tan rotundamente como sea posible en qué se basan sus
dificultades y qué cambios se precisan para hacerlas desaparecer; conocidas unas y
otras, opte entonces por la solución más viable. A veces se hace necesario modificar
los objetivos propuestos ante la imposibilidad de cambiar las condiciones externas.
Siempre es lo principal decidirse, trazarse una línea a seguir. Y aun cuando considere
que no existe ninguna solución buena, es decir, aquella que compendie sus anhelos,
piense que hay unas mejores que otras y que hemos de optar por las que más nos
convenga y acerque a nuestros objetivos. Planeé con precisión la acción a desarrollar
y el momento de llevarla a cabo. Entonces es la ocasión de poner manos a la obra.
Siempre que pueda, y antes de seguir las indicaciones del apartado a)., será
altamente beneficioso para ustedes conversar de los problemas que le preocupan con
un viejo amigo o miembro de la familia, con un pedagogo, médico o psicólogo, o
persona que por su experiencia, conocimientos y afecto que le tenga, inspire su
confianza. Un consejero inteligente es la mejor ayuda para realizar y combatir las
dificultades y hasta los propios defectos.
Evite engañarse a usted mismo eludiendo las dificultades que le preocupan o
pretendiendo haberlos resuelto. Si las actividades y distracciones sociales perturban
la realización satisfactoria de la tarea impuesta, debe admitir este hecho y resolver en
consecuencia lo más conveniente, sin buscar excusas o defensas inverosímiles para
convencerse que sus estudios son realmente de escasa importancia.
Concéntrese
LA CONCENTRACIÓN EN EL ESTUDIO EFICAZ
El estudio eficaz requiere concentración.
La capacidad de concentrarse está supeditada en gran parte a las condiciones de
ambiente que rodean al individuo y al estado físico de éste.
Estar absorbido por el estudio es estar despreocupado de todo lo demás. Aprender a
concentrarse es aprender a vencer las distracciones. Éstas podemos clasificarlas en tres grupos:
1 DISTRACCIONES DE AMBIENTE
Ruidos, luces, resplandores, etcétera.
2 DISTRACCIONES QUE PREVIENEN DEL ESTADO FÍSICO DEL ESTUDIANTE
Fatiga intelectual, dolor de cabeza, mareos, etcétera.
3 DISTRACCIONES EN FORMA DE IDEAS AJENAS AL TEMA QUE NOS OCUPA
El problema del estudio se habrá resuelto en lo fundamental si vencemos estas distracciones que dificultan, entorpecen y llegan a anular el éxito de nuestro esfuerzo.
Las distracciones pueden suprimirse generalmente por eliminación. La persona que desee
concentrarse en el estudio ha de empezar alejando de sí cuantas influencias puedan
perturbar su objetivo. Cuando se trata de las distracciones correspondientes al primer
grupo (de ambiente), se combatirán eligiendo un lugar de estudio lo más apartado
posible de toda clase de ruidos, conversaciones, gentes, luces, reflejos, colores brillantes,
objetos extraños y cualquier cosa que altere el ambiente natural y acostumbrado y por
consiguiente, atraiga nuestra atención desviándola del trabajo.
Por lo que se refiere a las distracciones del segundo grupo (las originadas por el estado
físico del estudiante), conviene evitar una fatiga excesiva, mantener la salud, el vigor del
organismo, cuidar la alimentación y el funcionamiento digestivo, adoptar precauciones
contra el cansancio visual y rodearse, en lo posible, de comodidades con respecto a la
iluminación, temperatura y ventilación. Debe procurarse asimismo por ser de suma
importancia, que la posición para el estudiante y la ordenación de éste eviten todo esfuerzo innecesario.
En tan amplias generalizaciones cabrían muchas instrucciones detalladas; pero ante la imposibilidad de recogerlas todas, señalaremos algunas de las más importantes:
Siempre que sea posible debe estudiarse en una habitación en que reine la
tranquilidad. El sitio de estudio debe estar libre de distracciones visuales y de ruidos.
Cuide que su cuarto de estudio esté bien iluminado, ventilado y con una temperatura
adecuada. La luz directa a los ojos o fuera de su ángulo de alcance debe rehuirse en
todo momento por sus efectos perjudiciales, cuyos primeros síntomas se manifiestan
por un cansancio prematuro de la vista, que puede evitar también el reflejo de la luz
en las páginas del libro. La temperatura debe ser agradable, apropiada a la estación,
y la atmósfera constantemente renovada, pero sin corrientes de aire.
Acomódese y ordene su trabajo de modo que pueda evitarse cualquier esfuerzo o
fatiga innecesarios. Cambie de posición de vez en cuando. Debe estar cómodo, pero
no con exceso, ya que resulta casi imposible estudiar con aprovechamiento
arrellanado en un amplio y blando sillón o recostado sobre un desván.
Manténgase en buenas condiciones físicas. Para conseguir esto no vacile en consultar
a su médico cuantas veces sea preciso. Vigile mucho sus comidas; Hágalo con
intervalos regulares, lentamente, y en compañía siempre que le sea posible. La hora
de la comida ha de ser de amable convivencia. Evite las cenas pesadas y nunca
empiece a estudiar inmediatamente después de comer. Duerma lo suficiente para
recuperar todas las energías perdidas. Si tarda en dormirse, haga algo para distraer o
descansar la mente. Antes de acostarse, una breve lectura, un baño templado, un
paseo corto, una conversación, etc., suelen dar buenos resultados. Si persiste el
insomnio, acuda al médico, pues sin un descanso absoluto es imposible estar en
condiciones para obtener el rendimiento normal de nuestras facultades. Trate también
de hacer algún ligero ejercicio físico, recordando que una gimnasia metódica y regular
es mucho más valiosa que una borrachera de ejercicio ocasional.
Pese a todo, no es posible evitar distracción. Por lo tanto, el estudiante debe
acostumbrarse a concentrar su atención venciendo aquella tendencia. Para ello debe
inculcarse la idea de que sus estudios son motivo fundamental en su vida y de que posee
la capacidad necesaria para mantenerse firme en el camino emprendido y vencer todos los obstáculos.
Las dificultades de lamente y las originadas por pensamientos ajenos al tema que nos
ocupa deben ser alejadas en la forma que señala el capítulo segundo; es decir, eludiendo en todo momento cuanto pueda distraer la imaginación.
Las ideas perturbadoras son tan numerosas como nuestras inquietudes, derivadas de los
múltiples problemas en que se debate nuestra existencia. Es posible librarse de tales
pensamientos cuando corresponden a otros deberes, problemas y dudas, anotándolos, con lo cual quedaremos exentos de preocupaciones molestas.
La mayoría de las indicaciones que se ofrecen en los capítulos que siguen tienden a
procurarnos la concentración deseada porque en realidad la distracción es un síntoma
inequívoco del escaso interés por el estudio y de la ineficacia de los procedimientos empleados.
Adquiera el hábito del estudio
SISTEMA, REGULARIDAD Y HÁBITO DE ESTUDIO
En el estudio como en los negocios y en las campañas militares es imprescindible un plan
de acción. El estudiante que ordena su jornada de trabajo y la cumple, elimina la mitad
del esfuerzo, ya que un plan seguido de modo constante se transforma pronto en hábito, con lo cual el estudio llega a ser algo tan necesario a la vida como lavarse, comer, etc.
Un programa fijo de estudio facilita enormemente la tarea. El valor de un plan
sistemático queda bien patente en el párrafo que se transcribe del Applied Psychology de
B. C. Ewer (Nueva York, Macmillan Co., 1925, página 238):
¨ Si hemos de afrontar varios deberes simultáneamente, lo más probable es que
fracasemos en cualquiera de ellos. Parecen entremezclare y la presión ejercida por cada
uno no nos permite entregarnos por entero a ninguno. Acudimos de uno a otro sin
decidirnos, terminando por abandonarlos apenas iniciados. Para suprimir estas
vacilaciones aconsejamos hacerse promesas tales como: empezaré a contestar estas
cartas a las diez y media en punto, o me haré cargo de tal asunto el próximo martes a las nueve de la mañana.
Así quedan determinadas las tareas, y en el momento preciso las efectuaremos casi
automáticamente. Aquellas personas que abandonan su vida a la iniciativa del instante, saben bien que su salvación está en seguir regularmente un plan. ¨
Un lugar fijo para estudiar no es menos importante que dedicar un tiempo fijo para ello.
Tenga siempre una mesa y una silla destinadas exclusivamente al trabajo intelectual.
Este ambiente será sinónimo de estudio, pues el solo hecho de situarnos en él a la hora acostumbrada le dispondrá automáticamente al trabajo.
Muchos mantienen la opinión de que el secreto del éxito en los estudios reside en cultivar
su regularidad y sistematización. Sir William Osler, médico eminente, formula a un grupo
de estudiantes la siguiente pregunta:
¿Saben cómo obtener la mayor ventaja posible de su capacidad con el esfuerzo mínimo?
Él mismo contesta:
Cultivando un sistema. Deliberadamente digo cultivando porque sé que a algunos de
ustedes le resultará difícil en extremo adquirir un hábito de estudio sistemático. Existen
cerebros inclinados congénitamente a reglamentarse, y otros, por el contrario, que
mantienen toda su vida una continua lucha contra su tendencia a la despreocupación por
el trabajo. De un hombre que haya mantenido esa batalla durante toda su existencia
deben deducir el profundo valor del método. Me dirijo a ustedes, estudiantes primarios,
ya que por ser los que hoy comienzan, tienen que saber que su porvenir depende en
gran parte de los hábitos que adquieran en este período inicial. Seguir la rutina de las
clases es muy sencillo, pero el cambio, aplicarla en todo momento al proceso cotidiano es
tarea ardua y molesta. Asigne a cada hora del día unos deberes y no deje de cultivar ese
poder de concentración, que aumentará insensiblemente con la práctica y el ejercicio. De
este modo la atención no decae un solo momento si puede existir vacilaciones, debido a
que estamos entregados por completo al tema que corresponda. Esa constancia crea un
buen hábito, que adoptará con facilidad su mente y al final del curso habrá adquirido el
más fundamental y valioso de cuantos conocimientos tenga: el saber estudiar. ¨
Los detalles del programa diario ha de determinarnos el propio estudiante. Marque las
horas que va a dedicar al estudio, pero no sea demasiado ambicioso en los planes. Es
imprescindible valorar la capacidad de trabajo. Trate de que el tiempo dedicado a los
estudios no sea excesivo, pero tampoco insuficiente. Elija luego las horas más oportunas
para la realización de las tareas que se imponga. Asegúrese de que no encontrará
entorpecimiento para trabajar las horas previstas, de que podrá realizar
ininterrumpidamente el esfuerzo diario prefijado. Pudiera ocurrir que, por circunstancias
personales, le fuera más práctico emplear el mismo tiempo distribuido en dos o tres
sesiones. Esta es también una buena práctica, pues con ella se acostumbrará a estudiar regularmente las horas señaladas.
Establezca del mismo modo la cantidad de tiempo que dedicará a cada materia y el orden
en las asignaturas. Naturalmente, no le será posible precisar con antelación el tiempo
exacto que le exigirá cada una y el momento en que le será factible pasar a la siguiente
de acuerdo con el orden establecido. La rigidez en el hábito de estudio no puede ser
absoluta, pero es muy conveniente calcular el tiempo aproximado que va a dedicarse a
cada tema y un orden para ello. Así le será posible eludir las vacilaciones y dificultades
que crea el no saber qué hacer primero y abandonar las preocupaciones acerca de lo que podrá estar haciendo.
La distribución del tiempo es un serio problema para la mayoría de los estudiantes. Para
trazarnos un plan será necesario conocer primeramente cómo ha empleado sus horas
hasta entonces. Al final de este capítulo, en la página 50, ofrecemos un modelo para
establecer el horario de las actividades diarias. Saque copias de esta página y llene una
cada noche antes de acostarse. En la casilla encabezada con la palabra ¨ Hora ¨, anote
aquella que empezó y terminó cada una de las actividades que lo ocuparon. No tarde en
observar algunos que le preocupan. No tarde en observar algunos hechos de gran interés
respecto al empleo de su tiempo; medite acerca de las causas que motivan que éste sea malgastado y trácese, en consecuencia, un plan ya definitivo para evitarlo.
Estas anotaciones diarias constituirán prueba convincente de su perfeccionamiento y en
ellas quedará constancia del mismo. De esta manera se demostrará la eficacia de
consignar todos los días el programa del trabajo realizado.
Hora de levantarse: ________ Hora de acostarse: ________ Fecha:_______
Hora Actividades Observaciones
RESUMEN DEL DÍA
Número de horas para diversiones, ejercicios físicos y descanso.................. _____
Número de horas de sueño................................................................... _____
Número de horas destinadas al empleo, o a quehaceres de la casa.............. _____
Tiempo empleado en las comidas........................................................... _____
Número de horas de clase.................................................................... _____
Número de horas de estudio.................................................................. _____
Número de horas para otras actividades.................................................. _____
Estudie con un método
MÉTODOS PARA ESTUDIAR UNA BUENA LECTURA
A continuación se consigue el método EPLER, cuya eficacia ha sido demostrada consistentemente.
Método EPLER:
1. EXPLORE EL TEMA
ANTES DE LEER, PIENSE ACERCA DEL TEMA QUE VA A ESTUDIAR. REALICE UNA LABOR PREPARADORA DE LA MENTE
Pregúntese y determine, con toda exactitud, la relación que hay entre la lectura que va a
hacer y el trabajo del curso en general, qué afinidad tiene con los temas anteriores y
cuáles son los problemas que trata de resolver. Medite también sobre aquella parte del
tema que le sea conocida y trate, asimismo, de sumar a ella los conocimientos adquiridos
por sus propias experiencias y estudios anteriores, aunando de este modo cuanto pueda facilitarle la comprensión del estudio que emprenda.
2. HÁGASE PREGUNTAS.
INTENTE CONOCER POR LAS PRIMERAS IMPRESIONES EL CONJUNTO DE UNA LECTURA
Es de gran interés obtener una rápida y acertada impresión sobre el libro o lectura al
enfrentarse con ella, de igual manera que lo hará con un conferenciante al asistir a su
conferencia. Fije la atención en el título, en el autor y en los demás trabajos de él; en el
año que fue escrito, en el prefacio, en la tabla de materias y en su presentación. Fórmese
una idea del valor dela obra y acto continuo reflexione sobre la utilidad que podrá
reportarle su lectura y la aplicación de ésta a sus estudios. Identifíquese con el plan del
autor, para que así pueda tenerlo presente sin esfuerzo mientras dure su lectura.
3. PRIMERA LECTURA.
LEA PRIMERO RÁPIDAMENTE EL TEMA ASIGNADO, PARA TENER UNA IDEA DE SU
CONJUNTO
No preste demasiada atención a los detalles, trate de conseguir una visión panorámica de
la lectura; observe dónde se halla el mayor número de cosas nuevas para ustedes y dónde están resumidos los conceptos más importantes.
Con esto delimitará el terreno y sus divisiones naturales. Una ligera práctica le permitirá
observar a simple vista cualquier materia, por extensa que ésta sea, extrayendo de ella
sus ideas básicas.
En los libros se acostumbra a ilustrar cada principio enunciado con cierto número de
ejemplos. Si está seguro de conocer bien un postulado, de que ya sabe interpretarlo, pase por alto los ejemplos; no hay razón para detenerse en ellos.
Leer por entero dos veces la lección puede parecerle innecesario y una pérdida de
tiempo, pero no es así. la larga se convencerá de que este procedimiento no sólo
conduce a la mejor comprensión de los temas que trate, sino que además se habrá ahorrado tiempo.
4. SEGUNDA LECTURA.
LEA POR SEGUNDA VEZ, LENTAMENTE Y REFLEXIONE
Con esta práctica podrá cerciorarse de que el significado de los detalles se capta con
mayor rapidez a causa de la primera ojeada. Mantenga en su mente la idea principal, subordinando a este pensamiento - base todos los demás.
Partes de la lectura, que aisladas son a menudo oscuras y difíciles de interpretar, se
aclaran cuando se las relaciona con la idea fundamental. Sabiendo lo que sigue a estos
confusos fragmentos, evitará muchas perplejidades y dudas. Ahora bien, es necesario
conceder a la lectura meditada cuanto tiempo exija, reflexionando profundamente acerca de ella.
Vaya más allá del libro. Forje nuevos eslabones y cree otros ejemplos. Lea con espíritu
crítico; no admita los asertos porque sí, obligándose a hallar la justificación a sus
afirmaciones y puntos de vista. Hecho todo esto, relacione el tema de su anterior manera
de pensar sobre el asunto. Asimílelo, conviértalo en una parte de su pensamiento y, adelante, empléelo en las conversaciones y controversias que mantenga.
5. ESQUEMA.
DETÉNGASE EN LOS PUNTOS IMPORTANTES. ACÓTELOS O TOME NOTAS SOBRE ELLOS, UTILIZANDO ESTAS ACOTACIONES PARA LA REVISIÓN POSTERIOR DEL TEMA
Cuando en la lectura meditada llegue a un punto importante, señálelo o anótelo en el
cuaderno de apuntes. Al final de cada párrafo o conjunto de ellos, deténgase y reflexione
sobre cuanto ha leído, resumiendo las ideas esenciales en una simple nota. Las
anotaciones prestan un gran servicio, no sólo en el momento de hacerlas, sino más tarde, al efectuar la revisión del tema o tener que consultar el mismo.
Todos los días, antes de comenzar la lectura de la nueva lección, repase sus anotaciones
anteriores. Este ejercicio sólo requiere unos minutos para su ejecución y es, sin
embargo, de un valor extraordinario.
Cuando encuentre estas notas confusas, cuando no despierten en ustedes una idea clara
y definida del punto a que se refieran, vuelva a la lectura que las motivó y refresque en
ella la memoria. Este método de las anotaciones garantiza una buena base para iniciarse
en los temas nuevos.
6. REPASE.
ASEGÚRESE DE QUE SUS CONOCIMIENTOS SON CLAROS Y DE QUE LOS HA MEDITADO
PROFUNDAMENTE
Considere con espíritu autocrítico las enseñanzas adquiridas. Es frecuente que los
estudiantes se conformen con lo que saben. Aunque no espere aprender mucho en poco
tiempo, trate de que lo poco que aprende en relación con cualquier tema sea claro, preciso y concreto.
Evite, sobre todo, aceptar ideas nebulosas. Adquirir conocimientos superficiales es
sinónimo de fracaso. Resulta más provechoso obtener unas pocas ideas fundamentales y
claras, que poseer sobre el mismo una gran cantidad de nociones vagas que difícilmente podremos aplicar.
La lectura efectiva como eje del aprendizaje
REGLAS PARA QUE LA LECTURA SEA EFICAZ
También es conveniente en la lectura dar rápida ojeada al tema o libro que nos interesa
antes de entregarnos a él con mayor detenimiento. Si el libro no tiene gran valor,
bastará con esta primera lectura; pero si en ella advertimos su mayor trascendencia,
entonces será indudable dedicarle una segunda más cuidadosa y minuciosa. La primera
le habrá ayudado a obtener las ideas y puntos de vista más esenciales que en el tema se mantienen.
Igualmente en este caso antes de examinar superficialmente un libro, artículo o lectura
de cualquier índole, habrá de hacer los preparativos indispensables: piense sobre el
tema, formule preguntas y plantee problemas que, en la propia lectura, encontrará resolución adecuada.
Debe leer las anotaciones de sus lecturas anteriores y evocar las discusiones de que en el
aula fue objeto el tema en cuestión y todo cuanto con él se relacione. Del mismo modo,
descubriendo el estilo o escuela del libro o artículo que lee le será posible familiarizarse
con él y, por consiguiente, obtener el mejor resultado.
Antes de proceder, si el libro lo merece, a la segunda revisión intensiva y meditada, siga estas indicaciones:
1. Reflexione sobre el tema que va a leer y fórmese una idea de lo que espera
descubrir en él.
2. Compenétrese, en el mayor grado posible, con el libro y su autor.
3. Examine superficialmente, con rapidez, la materia de que trata, para obtener,
con esta simple ojeada, un concepto de su conjunto y una idea aproximada del
plan seguido.
Tras esta preparación podrá dedicarse por entero a su lectura, teniendo bien presente las
normas indicadas a continuación:
Mientras lea, retenga en su mente el propósito de la lectura. Observe qué relación se
mantiene entre sus propósitos y la finalidad que persigue la lectura. Cuando se de cuenta
de que su mente está distraída y ajena por completo al trabajo, deténgase, concéntrese
y una vez conseguido esto, continúe el pasaje que estaba leyendo.
Asegúrese de que haya captado la idea fundamental de cada párrafo. Al final de cada
parte, idea completa o división del tema, deje de leer durante un momento y describa,
con sus propias palabras, la interpretación que le ha sugerido el pensamiento central,
comprobando, de esta manera si concuerda con el autor, lo que lo convencerá de si ha
asimilado o no. Hágase preguntas acerca del tema, ampliando con ella su comprensión.
Estudie qué relación tiene con la línea temática. Si el párrafo no está claro, analice cada
una de sus oraciones, y si, aun así, no esclarece sus dudas, entonces reflexione cada
frase e incluso cada palabra. Es preciso conocer con exactitud el significado de cuantos
vocablos compongan la lectura. Aproveche toda ocasión para, consultando el Diccionario,
enriquecer su léxico. Si tiene el convencimiento de haber comprendido perfectamente el
párrafo leído, no pierda tiempo en las frases secundarias y continúe adelante.
Únicamente será oportuno anotar los términos técnicos que vaya encontrando y que,
más tarde, necesitará sin duda. Interrumpiendo de vez en cuando su lectura para
recordar lo que acaba de leer, adopte el mejor método para asegurarse la perfecta
asimilación de lo leído. Esto podrá parecerle un derroche de tiempo, pero la experiencia y
la práctica constante han demostrado que contribuye en gran manera a dar la debida
eficacia al trabajo. De todos modos, no deje de suspender con frecuencia su estudio para
pensar en lo que ha leído. Tenga la certeza de que esto le resultará más práctico que una lectura ininterrumpida.
Aproveche debidamente el tiempo que dedica a los diferentes puntos de su lectura. Varíe
de modo de leer según los casos. A aquellas partes más importantes y difíciles de la
lectura es a las que debe conceder una mayor atención y el tiempo que sea necesario,
hasta comprenderlas perfectamente. En cambio, las que le sean conocidas o no ofrezcan
duda alguna las leerá simplemente, norma general a seguir con todo aquello que no
corresponda a la finalidad perseguida. El secreto del estudio está en saber hallar las partes difíciles e importantes de la lectura y concentrarse en ellas.
Haga reflexiones críticas acerca de la lectura. Saque sus propias conclusiones y vaya más
allá del libro. Es de muy buen resultado emplear una parte del tiempo dedicado al
estudio en meditar sobre el conjunto de lo que se lee, en vez de recordar tan sólo
determinados fragmentos. La mayoría de los estudiantes aceptan como verdad indudable
cuanto ven impreso en las páginas de un libro. Más lógica y conveniente es la actitud de
quienes sopesan y consideran cuidadosamente los hechos, opiniones y teorías antes de
hacerlos suyos. Nada es verdad por estar impreso. Ni es verdadero o falso por estar o no
de acuerdo con sus nociones previas. Es aconsejable observar siempre una actitud de
crítica imparcial hacia el tema que lea. Esté dispuesto a creer, pero no sea crédulo con
exceso y analice cuando le digan. Examine seriamente los postulados y razonamientos
sostenidos por el autor en sus conclusiones y nunca formule un juicio sobre aquello de lo
cual no esté absolutamente convencido o no tenga elementos bastantes para enjuiciar.
En sus meditaciones, haga preguntas como éstas: ¿Desarrolla el autor verazmente los
hechos? ¿Delimita con exactitud los sucesos de los comentarios? ¿Se ajusta en sus
conclusiones al proceso general del libro? ¿Concuerdan aquéllas con mis puntos de vista particulares?
Contestándose a estas preguntas, después de meditarlas con detenimiento, fijará sus
ideas, estén o no identificadas con las del autor. Sin embargo, sus conclusiones deben
ser lógicamente susceptibles de variación, eclécticas, nunca rígidas ni definitivas, ya que
es fácil que se equivoque por falta de preparación.
Llegue a formarse un concepto propio, buscando ejemplos y aplicaciones de lo leído, con lo que además, habrá sometido a un análisis crítico las opiniones del tratadista.
Su nueva lectura estimulará constantemente el pensamiento sobre determinado número de temas que se relacionan con ella.
Anote la idea fundamental de cada trozo leído. Es de gran utilidad señalar los puntos que
se considera importantes a medida que se va llegando a ellos. La manera más sencilla de
hacerlo es trazar una línea al margen de los pasajes que le interesen. Si son de gran
importancia, hágalos resaltar con una doble línea. Ponga un signo de interrogación al
lado de aquellos fragmentos que no entendió bien o sobre los que tenga necesidad de
hacer averiguaciones posteriores. Claro está que existen muchos sistemas para señalar la
lectura, pero es conveniente que adopte uno, éste u otro, pero siempre el mismo,
empleándolo con toda lectura. Si el libro no es de su propiedad, realice las anotaciones el libreta o cuaderno aparte destinado a tal fin, para no estropear aquél.
Cuando al final de cada página, idea o conjunto de ideas se detenga a meditar, sintetice
el pensamiento primordial de lo leído por medio de una nota marginal lo más resumida
posible e incluso marcando el resumen del propio autor. Anote asimismo cuantas
preguntas le haya sugerido y todos aquellos puntos en que su criterio difiera del que
expresa el autor. Haciendo notas críticas y marcando determinados pasajes de su lectura
se verá forzado a pensar y a aprender sobre lo fundamental de ellos. Además, este
procedimiento constituirá una gran ayuda cuando precise efectuar un repaso o revisión de los estudios o consultar sobre determinadas cuestiones.
Mientras lea, trace un esquema mental o escrito del asunto. Repase toda la lectura
teniendo presente este esquema. Todos los juicios críticos han de relacionarse muy
estrechamente entre sí. Divídalos en principales y secundarios, lo que le permitirá una
más clara visión del conjunto del tema y un esclarecimiento más completo de los
conceptos. La mezcla de hechos y opiniones sin cohesión y relación alguna entre sí, de
nada o de muy poco le servirá. Es necesario condicionar siempre el conjunto. Agrupe los
detalles de las líneas fundamentales. Medite la lectura punto por punto, encuadrándola
en el esquema mental que previamente se trace como guía. Si tiene duda, vuelva al libro
cuantas veces haga falta y relea aquello que no haya comprendido bien, llegando incluso
a modificar las líneas básicas prefijadas si fuera necesario. Lo importante es tener la
seguridad de que el tema ha quedado completamente organizado para su estudio y comprensión.
Para obtener un mayor rendimiento de la lectura, estudie formulándose repetidamente
preguntas acerca de las ideas principales de sus asignaturas y anotando las respuestas
que se le ocurran. Este método de recitación, hábilmente empleado, contribuye en gran
manera a dar la eficacia deseada a sus estudios periódicos. Para desarrollarlo formúlese
una o varias preguntas respecto a cada fragmento de lectura, cuidando de que se
relacionen lo más directamente posible con el nervio de la materia que trata. Estas
preguntas conviene que las escriba en su libreta, anotando, debajo de cada una de ellas,
la contestación, la contestación que le sugiera la lectura en conjunto y su propio criterio.
Limítese a los puntos esenciales, sin preocuparse excesivamente de los secundarios. De
este modo se formulará un punto de vista particular y razonando sobre el contenido del
libro. Cuando lleve a efecto el repaso, bien sea inmediatamente después de leer, bien
pasado más tiempo, hágase las preguntas y, sin mirar las respuestas, trate de contestar
por ustedes mismo los puntos esenciales que en ellas se plantean, consultando
finalmente la libreta es que anotó con anterioridad las respuestas, comprobando de este
modo si se ha equivocado. Siempre que lo juzgue oportuno, consulte el libro de nuevo
para refrescar la memoria y enriquecer sus conocimientos, fortaleciendo así sus juicios en
todo aquello que sea preciso.
Además de todas estas pruebas, conviene también que trate de recordar cuanto se
relacione con los principales asuntos que las preguntas entrañan. Autoexamínese,
repitiendo preguntas y respuestas hasta fijar en su mente un conjunto temático claro,
completo y razonado de cuanto ha estudiado.
En este proceso de autor recitado es de gran importancia ir más allá del libro, ampliando
sus ideas con cuanto tenga una relación más o menos inmediata con la finalidad
perseguida por la materia. Incorpore este pensamientos suplementarios y críticos a las
respectivas anotaciones de su libreta, ya entre paréntesis, ya con sus propias iniciales o
de cualquier forma que pueda diferenciarlos de las idea expuestas por el autor del libro.
CÓMO SE MANTIENEN Y COMPRUEBAN LOS PROGRESOS EN EL PERFECCIONAMIENTO DE LA LECTURA
El mayor estímulo es el éxito comprobado. El hecho de ver pruebas concretas del
adelanto conseguido en su lectura lo animará a superarse más todavía. Conociendo los
progresos que vaya realizando habrá encontrado el más poderoso incentivo para mejorar progresivamente. El tema principal de este capítulo puede enunciarse así:
Prepare un programa definido para la práctica diaria de la lectura y planeé también un método para comprobar sus progresos con toda exactitud.
Las condiciones que siguen le podrán servir de modelo:
1 EMPLEE POR LO MENOS QUINCE MINUTOS DIARIOS EN EL EJERCICIO DE LECTURA RÁPIDA SIGUIENDO LAS INDICACIONES DEL CAPÍTULO DEDICADO A ESTE TEMA
Este ejercicio puede efectuarlo en sus primeros trabajos, bien en las propias asignaturas,
bien en otros libros, revistas o diarios, lo que constituirá una práctica especial de lectura
sin relación directa con las materias que vaya a estudiar. Si le es posible dedicar media
hora a este ejercicio en ves de los quince minutos señalados, lógicamente los resultados
serán proporcionales al mayor esfuerzo. Pero es mucho más importante realizar este
ejercicio de manera regular y constante día tras día, procurando siempre una mayor rapidez, sin dejar por ello de captar las ideas.
2 AUTOEXAMÍNESE CADA TRES DÍAS PARA COMPROBAR SUS PROGRESOS
Proceda de la siguiente manera:
Escoja para la prueba un libro que ofrezca cierta dificultad y que, poco más o menos,
se halle a nivel de sus libros de texto. Procure que no sea una novela, ni tampoco un
libro que ya conozca.
Elija un trozo de cuatro o cinco páginas, al principio de un capítulo o de cualquier otra
división importante. Éste será el material de prueba más eficaz para su comprobación.
Cada vez que se autoexamine, elija un trozo diferente.
Provéase de un reloj con segundero y téngalo al alcance de la vista.
Cuando ya esté dispuesto a iniciar la carrera de lectura, anote la hora exacta en que
empezó.
Lea las cuatro o cinco páginas tan rápidamente como le sea posible y procurando no
perder ninguna de las ideas esenciales. Al llegar al punto marcado como final, mire el
reloj y tome nota también del momento preciso en que ha terminado.
Escriba luego todas las ideas de importancia que recuerde, empleando el tiempo que
sea necesario para efectuar estas anotaciones, añadiendo cuantas ideas o conceptos
se le ocurran en relación con el asunto, sin que le preocupe el que no estén bien
anotadas en el mismo orden que en el libro.
3 ANOTE TODOS LOS DATOS CONCERNIENTES A LA PRUEBA REALIZADA, PARA
COMPROBAR TANTO LA RAPIDEZ DE LA LECTURA COMO SU COMPRENSIÓN.
Su rapidez en la lectura se computará en palabras por minuto. Para hacer el cálculo
es indispensable conocer el número de palabras leídas y los minutos empleados en la
lectura, que vienen dados directamente por la diferencia entre la hora que ha anotado
al empezar y la que determina el momento en que acabe. (Los segundos deberán
reducirse a decimales de minuto para mayor facilidad en las operaciones.)
El número total de palabras contenidas en el trozo leído se hallará estableciendo
primeramente el promedio de las contenidas en cada línea. Este promedio se obtiene
escogiendo al azar tres grupos de diez líneas cada uno y contando las palabras que
forman su conjunto. Después se divide el total de palabras por el número de líneas,
treinta ,lo que dará el promedio de palabras por línea. Hecho esto, cuente las líneas
completas que contienen las páginas leídas y multiplique esta cantidad por las palabras que, por término medio, corresponden a cada línea.
Obteniendo así el total de palabras, fácil será determinar la rapidez con que ha leído
dividiendo dicho total por el número de minutos empleados.
He aquí un ejemplo:
Un fragmento determinado de lectura requiere 6 minutos y 33 segundos, y reduciendo
los segundos a decimales de minuto (33: 60 = 0´55) nos dan un total de 55 centésimas
de minuto, que agregadas a los 6 minutos constituyen un tiempo de 6´55 minutos. El
trozo elegido contiene 160 líneas, con un término medio de 10,3 palabras. Por lo tanto, el resultado será: 251´603 palabras por minuto (1.648:6´55 ? 251,603).
Procediendo en esta forma sabrá, después de cada lectura, la rapidez alcanzada, que le
expresará exactamente la fórmula matemática indicada. El progreso semanal que irá comprobando le demostrará de forma indudable su avance en el aprendizaje.
Es muy conveniente que haga un cuadro con la presentación gráfica de los resultados
que vaya logrando, para tener siempre a la vista, y con la máxima claridad, los adelantos obtenidos.
Esta prueba le mostrará también sus capacidades para captar las principales ideas o
significados del asunto leído. Cuando éste sea el objetivo, habrá de empezar por
hacer una lista de todos los pensamientos generales y de importancia contenidos en
las páginas. Comprobada luego con el libro a la vista para averiguar si las habrá
localizado todas o cuántas olvidó. Es natural que para esta determinación haya de
leerse muy lenta y cuidadosamente, a fin de que en la comprobación no pueda pasar
inadvertida ninguna idea.
La práctica de elegir los conceptos fundamentales es un valioso ejercicio en la lectura
mental. Debe tener siempre, a ser posible, las listas de las ideas principales extraídas por
otras personas sobre el mismo tema, a fin de compararlas con la suya. Por lo general, en
cada párrafo suele haber una idea de importancia, a veces tratada en varias páginas. Raramente encontrará más de dos o tres conceptos básicos en cada hoja.
Hecha y comparada la lista, confronte con ella su reseña escrita a raíz de la primera
lectura y las ideas que le sugirió y que también anotó.
Aquellos conceptos perfilados con vaguedad no deben tenerse en cuenta. El resultado de
la comprensión en su lectura estará determinado por el cociente de dividir el número de
ideas incorrectas escritas en su reseña entre el número total de ellas que aparecen en la lista completa.
Estas cifras le demostrarán las ideas de importancia que captó en su primera lectura.
Al igual que la comprobación del apartado a)., debe obtener la de éste semanalmente.
Así tendrá la demostración gráfica de la superación y éxito conseguido en sus prácticas.
Lo importante es aumentar la velocidad en la lectura al mismo tiempo la capacidad de
comprensión. Deben compararse continuamente ambos resultados, a fin de mejorarlos, pues sin ellos no hay lectura eficaz.
Los estudios requieren además una atención especial en cuanto se refiere al conocimiento de los detalles de las asignaturas.
En la segunda lectura de las materias de estudio su tarea suele ser con frecuencia
aprender de memoria nombres, fórmulas, fechas o términos técnicos y recordar y
comprender los hechos especiales que sostiene o refuta una teoría. Este tipo de lectura
requiere mucha práctica. No obstante, puede realizar pruebas para determinar su
eficiencia respecto al estudio de los detalles, al tiempo que efectúe otras para apreciar su
mejor entendimiento. La única diferencia es, en este caso, que ha de recordar todos los
pormenores relativos a las asignatura que estudia, en lugar de las grandes ideas o
conceptos fundamentales de otras lecturas. Entonces los comparará con una lista
completa de los puntos detallados, extraídos directamente del libro, a semejanza de lo que se hacía en la lectura corriente.
Mejore la memoria
REGLAS Y CONSEJOS PARA A MEJORAR LA MEMORIA
Recordar una lección no es comprenderla. Algunos mantienen que puede hacerse uso
alternativamente de la inteligencia y de la memoria. Es un error. Está fuera de dudas que
comprender un punto, tema, etc., implica siempre recordar las ideas y hechos que lo
componen y relacionarlos entre sí. Para pensar es forzoso tener alguna base, y eso es lo
único que puede proporcionarnos la memoria. Recordando los puntos importantes de una
lección podremos exponerla clara y ampliamente si es que la dominamos. La opinión
general rechaza el uso de la memoria en el estudio porque la considera como algo
mecánico, sin relación alguna con el desarrollo mental y, por consiguiente, origen del
absurdo estudio de memoria. Pero este concepto radical no es justo tampoco, ya que son
constituir la parte fundamental en la forma de recordar es, indudablemente, una parte de
ella. Lo que más valor tiene para dar eficacia al estudio, lo esencial, aquello de lo que no
podemos prescindir es, evidentemente, el recordar las ideas de importancia que hemos
comprendido y meditado, y nunca podremos dominar a la perfección un tema sin que
intervenga en gran parte la memoria; pero una materia lógica, subordinada siempre al
previo conocimiento del asunto.
Cuando se discute acerca del sistema de estudio se otorga el primer lugar al
pensamiento, mencionándose apenas la memoria, simplemente porque ésta, al recordar, funciona de modo automático, sin intervención de la voluntad.
Concretando, podemos definir la memoria diciendo que es producto del estudio atento.
Las reglas para mejorar los métodos de lectura y estudio, ofrecidas en los capítulos
anteriores, son también reglas para recordar mejor. Puede afirmarse que el único medio
de mejorar la memoria es, en realidad, emplear buenos métodos de estudio. Para aumentar la capacidad de recordar téngase presentes estas reglas:
1 CAPTE EL SIGNIFICADO DE LA IDEA QUE DEBE RECORDAR; ES DECIR,
COMPRÉNDALA.
Asegúrese de que ha entendido perfectamente su lección o tema. Medite acerca de él y
relaciónelo con cuantas ideas le sea posible. Establezca una estrecha asociación entre los
diversos procedimientos. Establezca ejemplos y aplicaciones de los principios y fórmulas.
Estudie las causas y los efectos, las excepciones y las dificultades. Cuanto más rica sean
las relaciones que establezca entre las ideas generales del asunto, entre sus principios básicos, mayor será sin duda su memoria lógica.
2 REPASE UNA Y OTRA VEZ LA LECCIÓN QUE DEBE RECORDAR
La repetición de las ideas vigoriza la asociación de éstas entre sí. Su relación y cohesión aumentan por este procedimiento la memoria.
3 MANTENGA ACTIVA SU ATENCIÓN. REÚNA LA REPETICIÓN MECÁNICA.
Siempre que se ocupe de su tema de estudio, piense. Coméntelo con algún compañero y
cuando de estos comentarios se deriven conclusiones interesantes, anótelas también. No
olvide que por el solo hecho de leer lo que se trata de aprender no se recuerda después.
Es ineludible pensar. Por lo tanto, si se da cuenta de que procede mecánicamente, reaccione con energía.
4 APRENDA CON INTENCIÓN DE RECORDAR
Le será mucho más fácil recordar si al estudiar lo hace con el firme propósito de recordar,
de utilizar, cuando lo precise, lo que está estudiando. Intente recordar el tema objeto de
su atención, no tan sólo para salir del paso al día siguiente en la clase, sino para fijarlo
indeleblemente en su memoria.
5 HAGA FRECUENTES PAUSAS MIENTRAS ESTUDIA, PARA EJERCITARSE EN RECORDAR LO QUE VA APRENDIENDO
Una parte considerable de su tiempo de estudio ha de dedicarle a recordar las ideas
leídas. Cuando no le sea posible, es necesario volver de nuevo al tema y refrescar en él
la memoria. Hecho esto, trate otra vez de recordar el tema completo. Repita este
proceso hasta que esté íntimamente convencidos de que en realidad demora el asunto.
6 TENGA CONFIANZA EN SU CAPACIDAD PARA RECORDAR
No se desaliente por sus primeros fracasos al tratar de recordar. El que se olvide
momentáneamente del tema, obedece, con frecuencia, sólo a inquietud o nerviosidad, no
a falta de capacidad para hacerlo. Después de haber estudiado algo a fondo, tenga
confianza en que le resultará fácil recordarlo cuando quiera y esa misma confianza le
ayudará a conseguirlo.
7 CUANDO LOS HECHOS CAREZCAN DE UNA RELACIÓN LÓGICA, FÓRMESE ASOCIACIONES ARBITRARIAS QUE LE AYUDEN A RECORDARLOS.
Es extraño que esto ocurra. Casi todos los hechos que merece la pena recordar se
ordenan en lógica concatenación y, claro está, estas asociaciones naturales son las
mejores. En algunos temas, y principalmente con los nombres, fechas y números, no
puede establecerse una fácil relación.
Para tales casos existen infinidad de recursos artificiosos, pero indudablemente prácticos. Sobre ellos se han elaborado múltiples códigos cuyo fundamento es ejercitar la memoria.
Un sistema para preparar los exámenes
REPASO Y PREPARACIÓN PARA LOS EXÁMENES
El repaso por sí solo, no es en ningún momento suficiente para una buena preparación, si
con él tratamos de reunir en el último instante todos los datos y conocimientos de una
materia que debíamos haber aprendido durante el curso.
El repaso sirve únicamente para dar una idea general bien correcta y definida cuando se
domina el tema, pero nunca para adquirir en un instante, y como por arte de magia, los
principios que hasta entonces habíamos olvidado. Si no le antecede un trabajo diario, un
estudio concienzudo y atento de los temas durante todo el tiempo lógico, una asistencia
constante a clase, sólo lograremos una idea superficial y un extremo confuso de los
temas, e incluso los escasos conocimientos que pudiéramos haber adquirido en esta revisión serán fácilmente perdidos.
Por el contrario, empleado como medio de enérgica revisión al final de un curso
aprovechado, es muy recomendable y de resultados positivos. Leyendo nuevamente las
ideas fundamentales y comprobando una vez más la relación que une entre sí los temas,
se conseguirá vigorizar la memoria y refrescar todos los conocimientos. El repaso de las
notas tomadas en los libros y en las clases es también de gran utilidad a este fin. Si ellas
le diesen la impresión de no ser apropiadas, relea rápidamente el libro de texto y
obtendrá una idea de conjunto sobre él sin temor a errores o confusiones. Hecho esto,
medite sobre cada punto importante, procurando recordar cuanto pueda acerca de él, recurriendo al libro y a sus apuntes cada vez que sea necesario hacer alguna consulta.
Dos reglas principales han de presidir su revisión:
1a. Repase los puntos fundamentales. Haga un bosquejo del tema. Rechace los detalles y
reflexione el tiempo preciso sobre ellas antes de ordenar los detalles. Le será fácil
recordar los ejemplos si busca el medio de adaptarlos a las conclusiones generales y puntos de vista del tema.
2a. Tómese todo el tiempo necesario para el repaso. Evite la tensión nerviosa que
produce el hacerlo a última hora. Empiece a repasar toda la materia del curso una o dos
semanas antes de los exámenes. Tómese siempre la anticipación precisa, y si decide
dejar algo para última hora, que sea únicamente el toque final en la víspera del examen.
Aparte de la preparación de los temas que han de ser motivo de examen, es preciso
también tener presentes algunas otras indicaciones de gran interés para el resultado del mismo:
1 TRATE DE DESCUBRIR EN EL PROFESOR LA INCLINACIÓN QUE PUEDA TENER POR DETERMINADOS TEMAS
Esto le permitirá concentrarse en las lecciones o preguntas posibles para las cuales no
esté preparada especialmente su lección.
2 MEDITE SOBRE LAS PREGUNTAS QUE LE PUEDAN HACER Y PENSAR CÓMO VA A CONTESTARLAS
¿En qué puntos insistió preferiblemente el profesor durante el curso y en los exámenes
parciales? ¿Qué preguntas harían ustedes si formara parte del Tribunal? ¿Qué preguntas esperan sus compañeros de estudio?
3 PROCURE ESTAR BIEN DESCANSADO CUANDO LLEGUE LA ÉPOCA DE LOS EXÁMENES Y
CONSÉRVESE TRANQUILO, CONFIANDO EN EL TRABAJO QUE HA REALIZADO DURANTE EL CURSO.
Llevando a su ánimo la convicción de que ha estudiado todo lo necesario, de que el
repaso de sus materias ha sido minucioso y cuidado, habrá fortalecido su seguridad y
acudirá tranquilo al examen, lo que tiene una importancia, a veces, decisiva en el éxito o
en el fracaso de aquél. Recuerde también que los profesores no pretenden hacerle
fracasar por sistema y que siempre están dispuestos a ser benévolos con aquellos que hayan acreditado durante el curso su aplicación y buen entendimiento.
4 LEA DE NUEVO TODO EL PROGRAMA Y, MEDITE SOBRE CADA PREGUNTA EL TIEMPO NECESARIO PARA COMPRENDERLA.
Como es natural que las preguntas se relacionen unas con otras, sucede que las ideas
sugeridas por algunas de ellas pueden servir para contestar a otras. Esto le permitirá
también calcular el tiempo que es conveniente dedicarles. La habilidad para establecer el
plan de respuestas en conjunto no es menos importante que la capacidad de contestarlas
separadamente. Adquiera, asimismo, el convencimiento de que ha observado con el examen considerado en su totalidad.
5 LEA CUIDADOSAMENTE CADA PREGUNTA ANTES DE CONTESTARLA
Convénsase de que conoce el espíritu de la pregunta para contestarla en forma conveniente.
6 TRACE UN BOSQUEJO MENTAL ESCRITO DE SUS RESPUESTAS
Esto le ayudará grandemente a conseguir la respuesta correcta, completa y terminante
para cada pregunta. Cuando se contesta después de una auténtica y profunda reflexión, es fácil convencer al tribunal de que domina el tema.
7 AUN DESPUÉS DEL ÚLTIMO REPASO DEBE RESERVARSE ALGÚN TEMA PARA EFECTUAR LAS RECTIFICACIONES PRECISAS
Puede ocurrirle que en el último repaso se aclaren puntos de los que no estaba muy
seguro, y esto le dará oportunidad para agregar los nuevos pensamientos e ideas que la
mejor comprensión le haya suscitado al plan que ya tenía hecho, con lo que le modificará, completándole, para su mayor perfección.
Asimile y aplique los conocimientos
LLEVE A LA PRÁCTICA SUS PROPIOS CONOCIMIENTOS
Este capítulo sólo contiene una regla general, pero, sin duda, la más importante de
cuanto hemos dado para hacer eficaz el estudio. En síntesis, puede enunciarse del
siguiente modo:
Estudie activamente. Aprenda en la práctica constante. Emplee sus conocimientos en
todas las conversaciones, escritos y estudios de cualquier índole.
Si alguien le preguntara cuál es el objetivo que persigue con sus estudios, responderá, en
la mayoría de los casos, que la utilidad práctica de los mismo, puesto que de ellos espera
obtener un gran provecho con su aplicación al trabajo y a la vida ordinaria y, además,
también diría que ellos le permitirán aumentar sus conocimientos y capacidades
intelectuales. Si tiene un acertado juicio en la valoración de lo que es útil, su respuesta
resulta aceptable y cierta, ya que, en verdad, lo que aprenda puede aplicarlo, no sólo en
su misión específica de trabajo u ocupación, sino llevándolo también a todos sus
pensamientos, conversaciones, escritos y a cuantas circunstancias especiales puedan presentarse en su vida.
Cuando medite sobre nuevos problemas, siempre que trate de encontrar soluciones, al
aconsejar a sus amigos, al discutir con ello, cuando escriba, al trazarse algún plan o
proyecto, al tomar parte en asuntos sociales o políticos; es una palabra, en todo lo que
haga, tendrá útil aplicación.
El fin primordial de sus estudios es aumentar la eficacia del pensamiento y de la acción,
proporcionándose una mayor aptitud general al poner a su disposición determinados conocimientos a los que ha de encontrar el adecuado empleo.
El llevar a la práctica los conocimientos adquiridos no es sólo la finalidad perseguida en el
estudio: es la esencia misma del proceso de su desenvolvimiento. El saber n es algo que
se puede absorber y fijar conservándolo para su uso posterior. Únicamente llega a
adquirirse y se consigue darle la necesaria consistencia a través del pensamiento y de la
acción. Las ideas de los textos se convierten en una parte de su bagaje mental. Y cuanto
más logre asociarlo al resto de los conocimientos poseídos, tanto más asegurará su
dominio. Por consiguiente, procure en todo momento que las ideas se relacionen: no emplee conocimientos aislados.
Bernard Shaw ha escrito:
Si enseña a un hombre alguna cosa nunca la aprenderá. Lo que, más llanamente, quiere decir:
Aprenderemos por medio de la acción. De otro modo, aprender es un proceso activo.
Adquirir nuevas ideas significa movilizarse en su empleo, ponerlas en práctica, hablar, razonar, haciendo de ellas el eje de todas estas acciones.
Vamos a dar algunas indicaciones sujetas a la regla general:
1
DISCURRA EJEMPLOS ILUSTRATIVOS Y CONCRETOS A LOS CUALES SE PUEDAN APLICAR NUESTROS CONOCIMIENTOS
No cabe duda que las ideas que lea u oiga serán palabras vacías de sentido a menos que,
por sus conocimientos, se conviertan en algo de significado concreto y hasta familiar.
Durante sus estudios impóngase siempre la necesidad de encontrar aclaraciones ilustrativas y aplicaciones prácticas del tema.
2
COMPARE LAS NUEVAS IDEAS CON LOS CONOCIMIENTOS ANTERIORES. CRITIQUE Y
VALORE LOS PUNTOS DE VISTA OPUESTOS. EMPLEE EL NUEVO MATERIAL PARA EXAMINAR LAS CONCLUSIONES ANTERIORES
Puede hacer de las ideas parte de su propio pensamiento, empleándolas para moldear,
comprobar y pulir otras. Interpretando estas ideas, le será más fácil usarlas después en
el pensamiento y la acción, cuando ya su conocimiento de ellas esté bien probado en el aspecto teórico.
3
UTILICE SUS CONOCIMIENTOS PARA EXPLICAR LOS HECHOS Y PREVER LAS CONSECUENCIAS
Determine los hechos que, de un modo casual, se relacionan con las ideas dominadas.
Asocie y ordene sus conocimientos. Medite sobre sus causas y probables consecuencias.
La mejor manera de utilizar lo que está estudiando es emplear ideas nuevas al obtener las lógicas deducciones de los hechos.
4
ESCRIBA SUS IDEAS: REALICE BOSQUEJOS; HAGA ENSAYOS; TRACE DIAGRAMAS
Una ayuda muy importante para mantenerse activo en la reflexión mental sobre el
estudio consiste en escribir los pensamientos principales y las ideas derivadas de éstos.
Es también un eficaz procedimiento para acoplar y emplear donde mejor convenga, todas
estas ideas. Se da con frecuencia el hecho de encontrar mayor facilidad de expresión, más claro juicio, al expresarse por escrito.
5
NO PIERDA NINGUNA OPORTUNIDAD DE CONVERSAR SOBRE AQUELLO QUE ESTÁ
APRENDIENDO. HAGA ELLO TEMA DE CUANTAS DISCUSIONES MANTENGA, TANTO EN LA
CLASE COMO EN SUS RELACIONES CON AMIGOS, CONDISCÍPULOS, PROFESORES Y AUN
CON LA FAMILIA
La conversación es un medio eficiente para aclarar las ideas fundamentales del asunto
que le ocupa. Se ha dicho que la mejor manera de aprender, cualquier cosa es tratar de
enseñarla a otra persona. Busque, pues, alguien a quien poder explicarle los temas que está aprendiendo o una persona con quien conversar sobre los puntos principales.
6
APLIQUE A LA ACCIÓN SUS CONOCIMIENTOS, EJERCITE Y COMPRUEBE EN LA PRÁCTICA LA UTILIDAD DE LOS PRINCIPIOS APRENDIDOS
El material contenido en este Manual es un ejemplo patente de la justicia de este
enunciado. Saber cómo hay que estudiar carece de utilidad si ustedes no se hallan
dispuestos a emplear las ideas que le dan llevándolas al estudio práctico. Muchas de las
cosas que aprende en las clases (desde las reglas de la sintaxis que rige nuestro idioma
hasta los métodos de investigación científica, y desde los fundamentos matemáticos
hasta lo análisis psicológicos) son aplicables a su conducta diaria. Vigile su empleo.
Durante sus estudios haga el inflexible propósito de aplicar todos los conocimientos que
posea tantas veces como le sea posible, en cuantas ocasiones favorables se presenten
para ello.
ESQUEMA DEL MÉTODO
I. REGLAS PARA LOGRAR UN ESTUDIO EFICAZ: SÍNTESIS DEL MANUAL.
1. Sienta intensamente el deseo de estudiar y propóngase llegar al saber.
2. Lleve a la práctica sus resoluciones.
3. Tenga interés en los temas de estudio.
4. Evite las discusiones que perturben el estudio.
5. Organice un programa diario y fijo de estudio.
6. Métodos para conseguir una buena lectura.
7. Método eficaz de trabajo en el aula.
8. Mejore su capacidad para recordar, adaptando mejores métodos de estudio.
9. Al hacer un repaso para los exámenes.
10. En los exámenes. 11. Estudie activamente.
II. EL SIGNIFICADO DEL ESTUDIO.
III. CONDICIONES FUNDAMENTALES PARA EL ESTUDIO EFICAZ.
1. Adquirir conocimientos acerca del tema.
2. Relacione con la ya sabido los nuevos conocimientos que vaya adquiriendo.
3. Haga personales conocimientos.
4. Adopte una actitud activa hacia el tema estudiado y aplique a este los nuevos conocimientos.
IV. CONDICIONES FAVORABLES PARA CONSEGUIR UN ESTUDIO EFICAZ.
V. SISTEMA, REGULARIDAD Y HÁBITO DE ESTUDIO.
VI. MÉTODOS PARA CONSEGUIR UNA BUENA LECTURA.
1. Antes de leer piense acerca del tema que va a estudiar. Realice una labor
preparadora de la mente.
2. Intente conocer por las primeras impresiones el conjunto de una lectura.
3. Lea primero rápidamente el tema asignado para tener una idea de su conjunto.
4. Lea por segunda vez, lentamente y reflexione.
5. Deténgase en los puntos importantes, acótelos. Tome notas sobre ellos, utilizando estas acotaciones para la revisión posterior del tema.
VII. REGLAS PARA QUE LA LECTURA SEA EFICAZ.
1. Emplee por lo menos quince minutos diarios en el ejercicio de lectura
rápida siguiendo las indicaciones del capítulo indicado en este tema.
2. Autoexamínese cada tres días para comprobar los progresos.
3. Anote todos los datos concernientes a las pruebas realizadas para comprobar tanto la rapidez de la lectura como su comprensión.
VIII. REGLAS Y CONSEJOS PARA MEJORAR LA MEMORIA.
1. Capte el significado de la idea que debe recordar, es decir, compréndala.
2. Repase una y otra vez la lección que debe recordar.
3. Mantenga activa su atención. Reúna la repetición mecánica.
4. Aprenda con intención de recordar.
5. Haga frecuentes pausas mientras estudia, para ejercitarse en recordar lo
que va aprendiendo.
6. Tenga confianza en su capacidad para recordar.
7. Cuando los hechos carezcan de una relación lógica, fórmese asociaciones arbitrarias que le ayuden a recordarlas.
IX. REPASO Y PREPARACIÓN PARA LOS EXÁMENES.
1. Trate de descubrir en el profesor, la inclinación que pueda tener por
determinados temas.
2. Medite sobre las preguntas que le puedan hacer y pensar cómo
contestarla.
3. Procure estar bien descansado cuando llegue la época de los exámenes y
consérvese tranquilo, confiando en el trabajo que ha realizado durante el
curso.
4. Lea de nuevo todo el programa, medite sobre cada pregunta el tiempo
necesario para comprenderlo.
5. Lea cuidadosamente cada pregunta antes de contestarla.
6. Trace un bosquejo mental escrito de sus preguntas.
7. Aun después del último repaso debe reservarse algún tema para efectuar las rectificaciones precisas.
X. LLEVE A LA PRÁCTICA SUS PROPIOS CONOCIMIENTOS.
1. escriba ejemplos ilustrados concretos a los cuales pueda aplicar nuestros
conocimientos.
2. Compare las nuevas ideas con los conocimientos anteriores. Critique y
valore los puntos de vista opuestos. Emplee nuevo material para examinar
las conclusiones anteriores.
3. Utilice los conocimientos para explicar los hechos y prever las
consecuencias.
4. Escriba sus ideas; realice bosquejos; haga ensayos; trace diagramas.
5. No pierda ninguna oportunidad de conversar sobre aquello que está
aprendiendo. Haga ello tema de cuantas discusiones mantenga, tanto en la
clase como en sus relaciones con amigos, condiscípulos, profesores y aún con la familia.
Aplique la acción a sus conocimientos, ejercite y compruebe en la práctica la utilidad de los principios aprendidos.
PROFESORES
CONOZCA AL NIÑO
El niño perezoso
Por Bernabé Tierno
La pereza en el niño se manifiesta por una ausencia de reacción ante los diversos estímulos y se caracteriza por la tendencia a seguir siempre la línea del mínimo esfuerzo.
Lo normal es que la pasividad sea una reacción más o menos pasajera ante
determinados acontecimientos que han desbordado las posibilidades del niño al
considerarse incapaz de lograr ciertos objetivos que considera muy difíciles o inalcanzables para él.
Las reacciones de pereza, pasividad y dimisión van en la misma línea que las reacciones
de oposición, aunque son de signo contrario. La oposición es una conducta activa, mientras que la dimisión es pasiva.
El niño o el adolescente perezoso se muestra incapaz de reaccionar en todos los campos.
Rehúsa cualquier esfuerzo físico o intelectual; a veces pierde el apetito; se hace menos
comunicativo; duerme poco o mal y presenta diversos síntomas. Todos ellos con el
mismo denominador común de la inseguridad. Los padres súper protectores y permisivos
son los principales causantes del aprendizaje de conductas pasivas y en consecuencia de los hábitos de pereza privándoles de realizar casi todas las cosas por ellos mismos.
Origen depresivo
La depresión, en cuanto estado de ánimo que comporta esencialmente una disminución
del tono psíquico y de la actividad física e intelectual, conlleva pasividad, va asociada a
dificultades intelectuales y contribuye a fomentar o propiciar la pereza. Es decir, que a la
pereza también se llega desde la depresión. El niño o adolescente con un temperamento
deprimido tiende a presentar ciertas señales que no le impide llevar una vida dentro de la
normalidad, pero que se caracteriza por un rápido desánimo y una permanente necesidad
de ser alentado y estimulado. Casi siempre pasa por perezoso, pero en realidad es un niño tendente a los estados depresivos y por lo tanto debe ser tratado como tal.
Los padres y profesores observarán en estos casos un brusco descenso en el rendimiento
escolar, falta de apetito, frecuentes crisis de lágrimas, rechazo de la diversión y de los juegos.
Pero debemos tener cuidado para no equivocarnos. Un estado depresivo se esconde
algunas veces tras la máscara de una actividad tan desordenada y agitada como ineficaz
e incomprensible. El diagnóstico y tratamiento debe correr, en todo caso, a cargo del psicólogo.
No confundir con lento
Es de capital importancia que padres y educadores profundicemos en este enunciado y
comprendamos que los niños se desarrollan a distinto ritmo y con mayor o menor rapidez
en las distintas esferas y niveles. Hay, por tanto, un amplio rango de diferencias enmarcadas dentro de lo normal.
Sin embargo, se dan muchos casos de niños que presentan un desarrollo lento bastante
marcado, ya sea en lo físico, en lo intelectual o en lo emocional, afectivo y social. Esta
lentitud puede conducir a encontrar especiales dificultades en la adaptación escolar. Las
exigencias son cada vez mayores y las dificultades de los temas aumentan
continuamente las presiones sobre el niño lento que, al no terminar las tareas de clase ni
las pruebas de examen tan pronto como sus compañeros, se le clasifica como perezoso y
en bastantes ocasiones como torpe.
El niño de desarrollo lento logra los mismos objetivos y adquiere los mismos
conocimientos que un niño con nivel normal de actividad si le dejamos más tiempo para la realización de tareas y trabajos sin que por ello descienda el nivel de eficacia.
Pautas a seguir
1. Reforzar los patrones de una conducta activa. Si se desea mejorar o aumentar
determinadas acciones en el niño, conviene que a una conducta deseada le
siga una recompensa.
2. Infundir ánimo, confiar en él y estimularlo a superarse combinando bien las
sugerencias que se le hacen. Apreciar las dificultades que entraña para un
perezoso ser más activo y, al mismo tiempo, alabarlo calurosamente por cada
pequeño logro, mostrando orgullo por sus nuevos éxitos.
3. La fórmula adecuada es acercarse cada día un poco más al objetivo deseado.
Enseñarle a cumplir un plan previamente trazado, de fácil ejecución, pero que
se ha de seguir a «rajatabla». Evitar prestar atención a las conductas
perezosas, sólo a las activas y esforzadas.
4. Proporcionarle modelos activos que no se dejan vencer por la pereza, y que el
niño perezoso compruebe las consecuencias negativas del comportamiento
perezoso, claramente perjudiciales para él, y las ventajas de que goza el
sujeto activo, dinámico y muy esforzado.
5. Enseñarle habilidades de conductas más diligentes y activas. Hacer
demostraciones de cómo se ha de iniciar de inmediato la acción y cómo
programarse para aumentar la rapidez y, sobre todo, la efectividad.
6. Siempre ha de resultarle provechoso el comportarse de manera más solícita,
activa, diligente y participativa, y hay que procurar que no saque ningún beneficio de la conducta pasiva y perezosa.
Retrato robot
Apatía y desinterés emocional generalizado. El niño se muestra indiferente a
todo. La risa y el llanto casi brillan por su ausencia.
No sabe describir qué es lo que le pasa ni a qué atribuir el estado de ansiedad
que le aqueja con relativa frecuencia.
Permanece indiferente tanto a los premios como a los castigos y se siente
incapaz de realizar el menor esfuerzo físico, y sobre todo, intelectual. La
pereza escolar siempre está presente.
Se muestra inhibido. El desarrollo mental parece como si se paralizara y la
maduración afectiva queda bloqueada. Evidentemente, a este estado de cosas
siempre van ligados los trastornos de la memoria, de la atención y también de
la concentración.
Aparecen los miedos y temores paralizantes.
Miedo a fracasar no sólo por la propia historia llena de fracasos y que se
alimenta en el bajo concepto de sí y en el sentimiento de la propia
incompetencia, sino miedo a seguir en este callejón sin salida porque no
encuentra la manera de obtener ni tan siquiera unos pequeños éxitos que
alivien su ansiedad y permitan reavivar la confianza en su propia capacidad.
En los niños más sensibles y sometidos a la autoridad la reacción es la timidez.
En el polo opuesto se encuentran los violentos y reaccionarios que no soportan
su incompetencia y se vuelven coléricos y desafiantes, tercos y en algunas ocasiones hasta celosos.
El niño popular y líder Por Bernabé Tierno
Una de las primeras características del niño popular y bien integrado en su grupo es el gozar de un alto nivel de autoestima.
Para ser aceptado por los demás y ser tenido como líder, es necesario dar una imagen de seguridad y de firmeza y tener ideas muy claras sobre lo que se ha de hacer y lo que no se ha de hacer y cuál es el camino a seguir.
Esta clara sensación de seguridad, que caracteriza al niño popular, se manifiesta también con toda evidencia en un estado de felicidad total y de complacencia en los propios actos.
Buen observador
Otra cualidad muy destacada en el niño popular, bien integrado, aceptado y casi aclamado por sus propios compañeros, es la de hacerse rápidamente una idea clara de las personas que acaba de conocer. Es decir, que intenta formarse una primera impresión básica del otro niño para saber a qué atenerse y cómo comportarse. Para ello escucha sus palabras, estudia sus gestos, su voz, sus actitudes, su timidez o su valentía.
Basándose en las conclusiones a que ha llegado tras la primera impresión, responde a las acciones y conductas de manera inteligente. Prueba conductas que agraden y refuercen las actitudes positivas del interlocutor y trata de averiguar el agrado o desagrado en las expresiones y
sentimientos de los demás. Si no obtiene los efectos deseados, el niño popular interpreta de inmediato los deseos y gustos de su oponente y corrige sobre la marcha.
Este tipo de niño actúa casi siempre de manera muy inteligente, ya desde los primeros encuentros,
pues con todas las pistas que ha encontrado sobre el sujeto que acaba de conocer, en breves instantes se ha formado una imagen exacta de su personalidad y se ha trazado un rápido plan de acción.
Estas habilidades sociales que permiten a un niño «caer bien» a los demás hasta convertirse más tarde en popular y líder, en parte son innatas y vienen dadas por la simpatía natural, el atractivo físico, las aptitudes intelectuales, etc. Pero en mayor medida son adquiridas desde el nacimiento.
Hacer amigos
El niño popular es sobre todo un niño que sabe hacer amigos, y ya decíamos al principio que la
imagen que tiene de sí mismo juega un papel importantísimo. Pero sabemos que esa auto imagen está formada por lo que los demás ven realmente en él y por lo que él mismo piensa que ven.
Si los padres, amigos, hermanos y familiares le han aceptado desde su infancia y le han sabido valorar y reconocer sus cualidades en lugar de recalcarle a cada momento lo defectuoso y limitado que es. Sin duda su nivel de autoestima será bueno y no tendrá graves dificultades en hacer amigos y el pensar que si en su entorno más próximo se le acepta, no hay razones por las que no se le deba aceptar socialmente.
Por el contrario, si en el círculo familiar y escolar se socava la seguridad en sí mismo con constantes críticas y rechazos y se le hace sentir poca cosa, inepto e inferior, la imagen pobre de sí
mismo que ha ido formando, le hará comportarse ante los demás de manera insegura, angustiada y a la defensiva. No se encontrará a gusto consigo mismo, tendrá graves dificultades para relacionarse con otras personas y se sentirá totalmente incapaz de hacer amistades.
El niño líder y popular que sabe ganarse amigos es afectuoso y comprensivo, pero jamás se deja pisar y sabe ser fuerte y firme haciéndose respetar. Es esa fe en sí mismo y el saber respetar y exigir respeto lo que le hace verdaderamente popular y digno de confianza para la gran mayoría de sus compañeros y familiares.
Pautas a seguir
Para que el niño llegue a ser popular y líder:
1. Jamás hagas críticas destructivas y negativas sobre el comportamiento del niño. Esté muy atento a alabar y reconocer cuanto tenga digno de alabanza.
2. Enséñele a ver las cosas desde el punto de vista de los demás. Que aprenda a ver las
razones que pueden haber inducido a sus amigos a comportarse de esta o aquella manera.
3. Hágale ver que somos humanos, con defectos; que todos nos equivocamos y que es bueno ser tolerantes en ocasiones y darles a los demás la oportunidad de intentarlo de
nuevo. 4. Hágale demostraciones y enséñele con ejemplos las diferentes maneras de
comportarse socialmente. Por ejemplo, cómo comportarse cuando llegan invitados. 5. Enseñe a su hijo los criterios por los que las personas se sienten atraídas. La
proximidad proporciona una excelente oportunidad de hacer buenos amigos.
Retrato robot
Se muestra interesado por los demás, es sensible y fuerte al mismo tiempo y sobre
todo generoso y magnánimo con los demás.
Es abierto, claro y directo en sus expresiones. Siempre dice lo que piensa. Es más bien activo y sobre todo participativo y necesita el contacto social.
Ayuda a los demás y les presta atención, aprobación y afecto. Es un poco paternal
defensor del débil e intransigente y duro con los hipócritas y los que se aprovechan de su superioridad.
Es muy sensible a las propuestas sociales, al sacrificio por causas justas, al dolor y a la
opresión.
Siempre es un fiel compañero que jamás falta a su palabra. Poder contar con su amistad es un valor seguro.
Siempre tiene a mano ―alternativas‖ para sus acciones. El auténtico líder raramente recurre a los puños. Es psíquicamente muy fuerte y se apoya sobre todo en razones. Un auténtico líder no es fanfarrón No necesita serlo. La fanfarronería es la muestra más clara de inseguridad y debilidad.
Es bastante sereno y sabe ver las cosas desde el punto de vista de los demás. Sopesa cuidadosamente las razones de las conductas ajenas.
Siempre encuentra una solución a las situaciones problemáticas Mientras los demás se
quedan bloqueados y sin saber qué hacer ante un problema del tipo que sea, el niño líder no tarda en encontrar con gran habilidad y sensibilidad una alternativa válida.
Sabe mantener la calma y contagiar la tranquilidad a los demás. Hay una fuerza que
dimana de su interior que transmite seguridad y gran confianza a los demás sin llegar a proponérselo.
Niños con dislexia
Por Bernabé Tierno
Todos los especialistas en el tema, de forma unánime, definen la dislexia como «la dificultad en el aprendizaje de la lectura y de la escritura, a pesar de contar con un desarrollo normal».
Desde una óptica escolar, se podrá definir como «la dificultad que presentan determinados alumnos, normalmente escolarizados, sin perturbaciones sensoriales aparentes y con una
inteligencia media o superior, a la hora de aprender a leer y a escribir o en el intento de dominar ambas técnicas. Esta dificultad produce un retraso escolar en el alumno que se manifiesta, sobre todo, en el área lingüística».
Las dislexias son trastornos que se revelan en los procesos de identificación, reproducción y comprensión de los escritos. Estas dislexias se detectan a través de la lectura oral y del dictado pues observaremos que el niño se muestra incapaz de reconocer palabras, sílabas o letras (dislogías) y no logra reproducirlas por escrito o verbalmente (disgrafías y dislalias).
En el dictado se detectan fácilmente porque los errores ortográficos están bien definidos. También se puede detectar con facilidad al observar omisiones de letras o incluso palabras completas.
Diferentes clases
Las dislexias se clasifican en varios tipos: de dicción (seseo, ceceo,...) de ritmo (tartamudeo), de articulación (centrales, periféricas y funcionales), de fonación y de interpretación. Son los especialistas en los problemas del lenguaje quienes deben hacer el diagnóstico adecuado.
Nosotros nos ocuparemos de las dislexias de articulación llamadas funcionales, que son de cuatro clases:
Por sustitución, es decir, el cambiar una letra por otra como decir, «ahoda» por «ahora» (d por r).
Transposición: La letra salta de lugar como «Grabiel por Gabriel», «cocholate por chocolate»...
Omisión: Se elimina una letra (ejemplo: mare por madre).
Inserción: Se añade una letra intrusa (corredo por correo, bacalado en lugar de bacalao).
Distorsión: Se produce una confusión y falta de claridad que dificulta la comprensión y entendimiento del habla.
Síntomas evidentes
Para que padres y profesores puedan detectar una dislexia y poner remedio a este trastorno acudiendo lo antes posible al especialista, describimos a continuación los síntomas más comunes.
La lectura se caracteriza por la falta de ritmo, por la lentitud, por la respiración sincrónica,
por la no comprensión de lo leído, el unir las palabras al azar y no marcar la puntuación, y el equivocarse pasando de una línea a otra y a veces seguir leyendo como si tal cosa. También por la confusión de letras de configuración análoga, entre las vocales: la a con la o. Entre las consonantes la p y la b, la d y la p, la p y la q, y la g y la p. También hay
confusión entre vocales y consonantes como la u y la n. El niño no distingue bien unas formas de otras ni la diferencia según su disposición en el espacio.
Se dan asimismo omisiones de letras finales de palabras. En las sílabas tienen lugar las inversiones dentro de una misma palabra, como «gato por
toga», y también en las letras que forman la sílaba, como «toro por otro». Las mismas alteraciones se encuentran en las palabras completas, sustituyendo una
palabra por otra parecida.
Causas principales
Como vemos, el niño disléxico muestra una lectura alterada, plagada de confusiones, omisiones e inversiones.
Las teorías sobre la dislexia son muy diversas, y por tanto se formulan otras tantas hipótesis sobre las causas. Enumero a continuación las más importantes:
1. Neurológicas, es decir, por disfunción cerebral mínima. Hay daño o alteración en alguna zona del tejido nervioso cerebral.
2. Emotivas, por inadaptación familiar, escolar o social del alumno. 3. Asociativas, por la incapacidad para asociar el estímulo visual (grafía) con su
correspondiente (fonema) y también con su equivalente semántico. 4. Socioculturales, por trastornos de la personalidad.
5. Metodológicas, por métodos inadecuados para enseñar a leer y escribir. 6. Auditivas, por mala discriminación de los fonemas. 7. Cognoscitivas, porque el disléxico tiene dificultades en comprender y discriminar los
conocimientos imprescindibles en el aprendizaje lector: fonemas, grafías, palabras...
Diagnóstico y tratamiento
Todo niño disléxico ha de ser tratado por especialista, como ya se ha dicho. El será quien llegue hasta las causas y valore los síntomas y propio tiempo realice un doble diagnóstico:
preventivo y curativo.
El diagnóstico preventivo tiene una edad óptima entre los cuatro y los cinco años, tratando de averiguar el grado de madurez del niño en las habilidades relacionadas con la lectura y la escritura aprendizaje formal.
El diagnóstico curativo se realiza una vez que el niño ya ha comenzado el aprendizaje formal de lectura y de la escritura. Tendría lugar hacia los seis años.
Antes de iniciar la reeducación del fundamental que el diagnóstico curativo contemple estos tres aspectos:
1. Exploración y análisis del trabajo escolar alumno en la lectura, la escritura, la expresión y también la comprensión.
2. Análisis del grado de inteligencia y aptitud específicas, observando la capacidad para integrar series, para orientarse en el espacio y en el tiempo, percepción y discriminación visual y auditiva, etc.
3. Tipo de personalidad del alumno: inseguro, tímido, nervioso, mal integrado en el grupo, etc.
Estos tres aspectos se han de tratar y relacionar a un mismo tiempo para llevar a cabo la
reeducación del disléxico. El programa reeducador ha de comprender: unos objetivos generales que abarcarían todo el curso. La capacidad para percibir y discriminar diversos tipos de grafías podría ser un objetivo general.
Los objetivos concretos serán semanales o quincenales. Uno de ellos podrá ser, pongamos por caso, realizar ejercicios para distinguir la g de la p.
Las actividades específicas serían las que de manera directa ayudarían a lograr ese objetivo de entre toda una serie de grafías parecidas, como la b, p, q, g, d... y rodear con un círculo todas las g y enmarcar en un cuadro todas las p.
La responsabilidad en el niño Por Mª. Ángeles Pérez Montero y Francisco Javier Rodríguez Laguia
Enseñar a los niños a ser responsables requiere un ambiente especial en el hogar y en la escuela. Se trata de conseguir un ambiente que les ofrezca información sobre las opciones entre las que
deben escoger y las consecuencias de cada una de ellas, y que les proporcione también los recursos necesarios para elegir bien.
La responsabilidad es la habilidad para responder; se trata de la capacidad para decidir apropiadamente y con eficacia, es decir, dentro de los límites de las normas sociales y de las expectativas comúnmente aceptadas. Por otro lado, una respuesta se considera efectiva cuando permite al niño conseguir sus objetivos que reforzarán sus sentimientos de autoestima.
La responsabilidad conlleva, en cierta forma, ser autosuficiente y saber defenderse. Estas son
dotes propias de poder personal que, según Gloria Marsellach Umbert en su artículo "La autoestima en niños y adolescentes", significa tener seguridad y confianza en uno mismo. Para ello es necesario ser responsable además de saber elegir, llegar a conocerse a uno mismo y adquirir y utilizar el poder en las propias relaciones y en la vida.
Explique los límites
Para un niño es normal tener cierto temor a los límites, temor que desaparece conforme el niño va comprobando que límites y consecuencias se integran en un sistema coherente. Padres y
educadores pueden contribuir a conformar el sentido de los límites de diferentes maneras:
Sabiendo claramente ellos mismos lo que esperan de los niños.
Exponiendo sus expectativas de manera que los niños las entiendan, incluyendo la asignación de
responsabilidad acerca de tareas y deberes.
Averiguando si el niño entiende estas expectativas, bien haciéndolas repetir o bien guiándole mientras las cumple.
Estableciendo claramente los límites de tiempo razonables para realizar tareas o debes escolares, sin ambigüedades.
Explicando al niño las consecuencias de no hacer las cosas. Estas consecuencias deben aplicarse
coherentemente, sin sentimientos de culpabilidad o remordimientos y sin hacer sufrir al niño. La coherencia es más importante que la severidad.
Redactando y colocando un cartel con todas las reglas y las obligaciones, de modo que no pueda
alegarse como excusa "el olvido"
Participando padres y madres (cuando sea posible) en la explicación de las reglas al niño. Así sabrá que ambos las apoyan y mantienen.
Consiguiendo que todos los niños de la familia o de la clase tengan responsabilidades equiparables, con los ajustes necesarios en función de su edad y de sus habilidades particulares.
Un niño es responsable cuando sus actos coordinan, de forma creativa, sus propios objetivos con las necesidades de los demás. Para ello, los adultos tienen que ayudar al niño a obtener este equilibrio, a definir sus propios valores y a resolver las dificultades en función de sus propios sentimientos.
Estimule sin „sobornar‟
El niño que posea sentido de la responsabilidad cosechará éxitos cada vez con mayor frecuencia, y se beneficiará de las consecuencias positivas de esos éxitos.
Muchos padres creen que las recompensas por buen comportamiento son una especie de "soborno", pero las recompensas de orden material (dinero, juguetes...) sólo se convierten en sobornos si son la única técnica que se utiliza para motivar a un niño. Recompensas son aquellas cosas que el niño valora, cosas que desea o que necesita. Existen también recompensas que no son materiales que conviene recordar:
Hágale saber al niño, de palabra, mediante elogios, qué cosas ha hecho bien: "has limpiado tu
armario estupendamente"
Proporciónele ese reconocimiento de forma espontánea, periódicamente, relacionándolo con los logros del niño: "¿Qué te parecería ir a comprarte un helado? La verdad es que has hecho un
trabajo muy duro limpiando el cuarto de baño"
Apoye al niño cuando lo necesite: "Como me ayudaste ayer a limpiar el jardín, bien puedo yo ahora ayudarte a hacer los deberes"
Muestre interés por lo que hace el niño y anímele: "Ya que tienes que ir a una reunión de los
boyscouts esta noche, yo me ocupo de lavar los platos"
Comparta con el niño algunas tareas de tanto en tanto, como reconocimiento a sus esfuerzos: "La verdad es que ayer dejaste tu habitación limpísima: ¿qué te parece si te ayudo a limpiarla hoy?
En ocasiones las responsabilidades de los niños producirán cierta incomodidad a los adultos. Los niños necesitan que los adultos sean pacientes y tolerantes.
El aprendizaje de la responsabilidad
A los niños que no sean considerados responsables de sus actos les será más difícil aprender de
sus experiencias. Enseñar a los niños a ser responsables no quiere decir enseñarles a sentirse culpables. Los que tengan sentido de la responsabilidad poseerán los medios, las actitudes y los
recursos necesarios para valorar con eficacia las diferentes situaciones y decidir de forma consecuente para ellos y para los que se encuentran a su alrededor.
Uno de los aspectos básicos de la enseñanza de responsabilidad a los niños es la cuestión: "¿Quién es el responsable de acordarse de las cosas?" Los niños pueden saber hacer las cosas y desear agradar a los padres pero si no han tomado sobre sí la responsabilidad de acordarse, no pueden ser responsables. Hay algunos artificios que estimulan al niño a recordar, tretas que pueden abandonarse conforme el niño crece y va siendo capaz de asumir mayores responsabilidades:
1. Escriba las cosas y colóquelas en lugar visible. 2. No les recuerde las cosas a los niños una vez esté seguro de que le han escuchado y
entendido. Recordar las cosas a los niños se convierte en una mala costumbre de la cual los niños pasan a depender.
3. Establezca costumbres lo más regulares posible. Cuando las cosas ocurren de forma predecible y regular, se incrementa la capacidad de recordar de los niños.
4. No le dé miedo castigar al niño que se "olvida". 5. Acuérdese de lo que usted ha dicho. Si los padres lo olvidan, están otorgando al niño,
tácitamente, permiso para hacer lo mismo.
6. Una vez que a los niños se les ha asignado ciertas obligaciones, los padres no deben confundirles ni fomentar la irresponsabilidad volviéndose a hacer cargo de las tareas encomendadas.
Los padres relevan a sus hijos de sus responsabilidades si...
...les recuerdan las cosas cuando ellos "se olvidan"
...lo hacen ellos mismos porque "es más sencillo"
...subestiman la capacidad de los hijos.
...aceptan que los niños se califiquen a sí mismos de incompetentes o irresponsables.
... hacen cosas por sus hijos para que ellos les quieran o para que no les hieran en sus sentimientos.
...creen que sólo los padres que trabajan duramente y hacen un montón de cosas por los hijos son "buenos" padres.
Para enseñar a los niños a ser responsables tiene que existir un programa claro de recompensas y
alabanzas que ofrezca respuesta a su comportamiento (aspecto este al que hemos hecho referencia anteriormente).
Por otro lado, el niño seguirá siendo irresponsable si la respuesta que obtiene es la crítica excesiva, la exposición al ridículo o a la vergüenza. Los niños a los que se recompensa por ser responsables van desarrollando gradualmente la conciencia de que la responsabilidad y los buenos sentimientos están relacionados; y, con el tiempo, disminuye su necesidad de recompensas externas.
Las siguientes pautas nos pueden ayudar a responder la pregunta planteada en este apartado:
DESARROLLE LA SENSACIÓN DE PODER DEL NIÑO
Cuando se tiene sensación de poder, se poseen los recursos, oportunidades y capacidades necesarias para influir sobre las circunstancias de la propia vida. Enseñar a los niños a ser responsables incrementa su sensación de poder.
AYUDE A LOS NIÑOS A TOMAR DECISIONES
Los niños que han aprendido a ser responsables toman mejores decisiones que los que no han
aprendido a serlo. Podemos contribuir a aumentar la capacidad del niño para tomar decisiones si ayudamos a:
Resolver los problemas que crea la necesidad de tomar una decisión.
Buscar otras soluciones.
Seleccionar una de las alternativas mediante la valoración de sus consecuencias.
Valorar la eficacia de las decisiones por medio de una discusión posterior.
ESTABLEZCA NORMAS Y LÍMITES
UTILICE TAREAS Y OBLIGACIONES PARA CREAR RESPONSABILIDAD
Tareas y obligaciones son cosas concretas: se puede especificar cómo, cuándo y quién debe hacerlas. Esto ayuda a desarrollar la capacidad de organización y manejar los propios recursos.
SEA COHERENTE
Es la mejor forma de indicar al niño que los adultos dicen las cosas en serio. Los adultos
coherentes ayudan a los niños a sentirse seguros. Cuando no existen normas claras y evidentes, no hay manera de ser coherente.
NO SEA ARBITRARIO
Ser arbitrario significa hacer algo diferente de lo que se había dicho o hacer algo sobre lo que no se
había advertido. Para evitar ser arbitrarios debemos aclarar lo que queremos, comunicar estas expectativas de forma sencilla y directa, y concretar cuáles son las consecuencias esperables si el niño actúa en consonancia o no con esas expectativas.
DÉ RECOMPENSAS POR SER RESPONSABLE
UN NIÑO ES RESPONSABLE SI...
...realiza sus tareas normales sin que haya que recordárselo en todo momento.
...puede razonar lo que hace.
...no echa la culpa a los demás sistemáticamente.
...es capaz de escoger entre diferentes alternativas.
...puede jugar y trabajar a solas sin angustia.
...puede tomar decisiones que difieran de las que otros toman en el grupo en que se mueve (amigos, pandilla, familia, etc.)
...posee diferentes objetivos e intereses que pueden absorber su atención.
...respeta y reconoce los límites impuestos por los padres sin discusiones inútiles o gratuitas.
...puede concentrar su atención en tareas complicadas (dependiendo de su edad) durante cierto
tiempo, sin llegar a situaciones de frustración.
...lleva a cabo lo que dice que va a hacer.
...reconoce sus errores.
BIBLIOGRAFÍA
Cómo enseñar a sus hijos a ser responsables. Harris Clemes y Reynold Bean Círculo de lectores
¿Es mi hijo una persona insegura? José María Lahoz García http://www.solohijos.com/
La autoestima en niños y adolescentes Gloria Marsellach Umbert http://www.ciudadfutura.com/psico/articulos
La importancia de cuidar la autoestima Por Mª. Ángeles Pérez Montero y Francisco Javier Rodríguez Laguia
Autoestima es el concepto que tenemos de nuestra valía y se basa en todos los pensamientos, sentimientos, sensaciones y experiencias que sobre nosotros mismos hemos ido recogiendo durante nuestra vida.
La autoestima significa saber que eres valioso y digno de ser amado. Valioso porque el niño es capaz de resolver algunas situaciones con éxito y por lo tanto puede estar a la altura de los demás; y digno de ser amado porque se trata de una persona y por lo tanto tiene derecho a ser amada de manera incondicional, es decir, sabe que está rodeada de personas a las que realmente les importa.
El autoconcepto y la autoestima juegan un importante papel en la vida de las personas. Tener un
autoconcepto y una autoestima positivos es de la mayor importancia para la vida personal, profesional y social.
El autoconcepto favorece el sentido de la propia identidad, constituye un marco de referencia desde el que interpretar la realidad externa y las propias experiencias, influye en el rendimiento, condiciona las expectativas y la motivación y contribuye a la salud y equilibrio psíquicos.
Gloria Marsellach Umbert, en su artículo "La autoestima", marca las pautas para que la persona sea el mejor amigo de sí mismo. Para ello debe concederse:
Aceptación: hay que identificar y aceptar nuestras cualidades y defectos.
Ayuda: debemos planear objetivos realistas.
Tiempo: hay que sacar tiempo regularmente para estar solos con nuestros pensamientos y sentimientos. Debemos aprender a disfrutar de nuestra propia compañía.
Credibilidad: prestemos atención a nuestros pensamientos y sentimientos. Hagamos
aquello que nos hace sentir felices y satisfechos.
Ánimos: tomemos una actitud de "puedo hacerlo".
Respeto: no tratemos de ser alguien más. Hay que estar orgullosos de ser quien somos.
Aprecio: hay que premiarse por los logros, los pequeños y los grandes. Recordemos que
las experiencias son únicamente nuestras. ¡Disfrutémoslas!
Amor: aprendamos a querer a la persona tan única que somos. Aceptemos nuestros éxitos y fallos.
También hay que tener en cuenta que el conocimiento y la autoestima están relacionados porque la satisfacción que consigue el niño aumenta cuando:
Ha aplicado en la práctica, y con éxito, el conocimiento que tiene de sí mismo; por ejemplo, un
niño que se ve como un buen deportista y marca el gol de la victoria para su equipo.
Cumple con las exigencias que él mismo se ha marcado; por ejemplo, un niño que valora los resultados académicos y saca la nota más alta en un examen de matemáticas.
Otros confirman la idea que de sí mismo tienen; por ejemplo, un niño que cree que dibuja bien y al que le alaban un dibujo.
Características de la autoestima
Un niño posee una correcta autoestima cuando...
APTITUDES POSITIVAS
Manifestaciones:
Está orgulloso de sus actos: "Hago parte del coro del colegio" .
Actúa con independencia: "yo me hago el desayuno" .
Asume responsabilidades con facilidad: "hoy quiero regar las plantas" .
Sabe aceptar las frustraciones: "es difícil montar el rompecabezas pero seguro que lo
consigo"
Afronta nuevos retos con entusiasmo: "¡bien!, el maestro dice que mañana
empezaremos con las divisiones de dos cifras".
Se siente capaz de influir sobre otros: "déjame que te enseñe"
Muestra amplitud de emociones y sentimientos "me encanta que todos estemos juntos"
Pero para reconocer la capacidad de autoestima de un niño también nos debemos fijar en otras manifestaciones que son negativas como las que siguen.
APTITUDES NEGATIVAS
Manifestaciones:
Evita las situaciones que le provocan ansiedad:"hoy no quiero ir al colegio porque
tengo un examen muy difícil"
Desprecia sus dotes naturales: "nunca dibujo nada bien"
Siente que los demás no le valoran "Los niños nunca quieren jugar conmigo"
Echa la culpa de su debilidad a los demás "No gané el examen porque el profesor no me quiere"
Se deja influir por otros con facilidad "me lo dijeron ellos" .
Se pone a la defensiva y se frustra fácilmente "si no funciona, yo no tengo la culpa; lo
voy a dejar" .
Se siente impotente: "no sé dónde está el material; los ejercicios son muy difíciles; no voy a ser capaz de terminar la tarea" .
Tiene estrechez de emociones y sentimientos "no me importa, me da igual".
La falsa autoestima
Las personas más cercanas afectivamente el niño o joven (padres, familiares, profesores o amigos) son las que más influyen y potencian/dificultan la autoestima. Dependerá de los sentimientos y expectativas de la persona a la que se siente ligado afectivamente. Si los sentimientos son
positivos, el niño recibirá un mensaje que le agradará, se sentirá bien y como consecuencia le
ayudará a aumentar la autoestima. Si los sentimientos son negativos, la sensación que el chico percibe le causará dolor y en definitiva, provocará rechazo a su propia persona y, por tanto, el descenso de su autoestima.
Últimamente la preocupación por la autoestima se ha convertido en una cuestión obsesiva. De ahí que erróneamente se intente formar una autoestima positiva con medios y procedimientos artificiales y a corto plazo que no dejan de ser planteamientos equivocados y que tienden a fracasar.
Estos procedimientos equivocados están orientados al logro de un único objetivo: fortalecer el ego de los educandos para que se sientan bien consigo mismos. Veamos a continuación algunas formas erróneas que se usan para la construcción de la autoestima:
1. Alabar a los hijos o alumnos por sistema, con independencia de su comportamiento. No
importa que fracasen en sus estudios a causa de su vagancia; que maltraten a sus padres
y hermanos; que derrochen el dinero y que vivan sólo para satisfacer sus gustos y caprichos personales, sin pensar en las necesidades de los demás. Lo único que importa es que se quieran cada vez más a sí mismos.
2. No culpabilizarlos nunca de nada, suceda lo que suceda (para que no pasen por la
humillación de sentirse avergonzados). No cuestionar ni criticar nunca lo que dicen o hacen (para que evitar que se enfaden).
3. Rebajar los ideales de vida (para que luego no sufran posibles decepciones). Rebajar la exigencia todo lo que se pueda. Llegar a la tolerancia total o casi total. Todo vale, todo está permitido. Estos padres tan indulgentes con sus hijos suelen ser los mismos que esperan
de ellos solamente una cosa: que triunfen en la vida como sea. Esperan que triunfen en una sociedad muy competitiva con la única actitud que se les ha inculcado: la de quererse a sí mismos.
Gerardo Castillo Ceballos (de la asociación FERT) en su artículo "El desarrollo de la identidad personal" comenta que los hijos acostumbrados a ser alabados de forma incondicional suelen sentirse muy defraudados cuando, al incorporarse a la vida adulta, chocan con la realidad. Esa colisión les descubre, de pronto, que su autoestima está mal fundamentada y que, por ello, no es real.
La mejor autoestima, la merecida
La experiencia nos enseña que la autoestima de los hijos o alumnos no se desarrolla por la vía del elogio continuo e injustificado o por la vía de la tolerancia sin límites. Quienes buscan fortalecer el ego por ese camino, lo único que consiguen es debilitarlo y aislarlo. El estar demasiado pendiente del ego de los niños o de los adolescentes favorece que estos últimos se amen a sí mismos de forma inmoderada y excesiva, desentendiéndose así de las necesidades de los demás.
La autoestima, como la alegría o la felicidad, no se puede buscar directamente. Y menos todavía por la vía del engaño. La autoestima es una consecuencia de poner ilusión en lo que se hace y en
hacerlo cada día mejor; de realizar con amor los propios deberes; de ser servicial con los demás; de ser buen compañero, buen hermano y buen amigo; de portarse bien con todos; de luchar diariamente contra los propios defectos; de empezar cada día.
La mayor y mejor autoestima es la autoestima merecida, la que se basa en logros reales, la que cada uno se gana con su propio esfuerzo. Si los padres y profesores enseñan a sus hijos o alumnos, desde las primeras edades, a esforzarse por ser un poco mejores cada día (desarrollo de virtudes) y por lograr la excelencia en todo (en los estudios, en la vida familiar, en la vida de amistad...) la autoestima vendrá sola.
La verdadera autoestima se alimenta con la satisfacción que produce alcanzar nuevas metas por uno mismo. Es frecuente que cuando un niño o un adolescente obtiene con su esfuerzo personal, el resultado que buscaba, se encuentre orgulloso del logro. En cambio, los hijos sobreprotegidos
jamás podrán tener esa experiencia tan gratificante y tan formativa. Cada vez que los mayores les resuelven la dificultad a la que se enfrentan, se hacen más inseguros y desvalidos.
Siguiendo las indicaciones de Castillo Ceballos, podemos concluir que la autoestima se desarrolla formando el carácter, educando la voluntad: hay que desarrollar en los hijos hábitos de esfuerzo, de trabajo bien hecho, de autodominio, de autodisciplina. Hay que favorecer la adquisición de virtudes como la fortaleza, la templanza, la paciencia y la perseverancia. También hay que animarles a que sean más abiertos y serviciales. Está comprobado que una de las mejores terapias de la autoestima es salir de sí mismo y tratar de ver las cosas como las ven los demás.
Los tres motores de la autoestima
Existen tres buenos motores que determinan el comportamiento y que proceden de lo que se piensa y de lo que se siente por uno mismo. Estos son:
1. El niño actúa para obtener una mayor satisfacción y creerse mejor. Por ejemplo: busca las
alabanzas y la aprobación, haciendo cosas que le gustan y que sabe hacer. 2. El niño actúa para confirmar la imagen (la idea) que los demás, y él mismo, tienen de él.
Tanto para bien como para mal, si el niño piensa que es bueno tenderá a comportarse
bien, mientras que si piensa que es malo, buscará (tal vez de forma inconsciente) la reprimenda y el castigo. Esto mismo lo podemos aplicar en los estudios.
3. El niño actúa para ser coherente con la imagen que tiene de sí, por mucho que cambien las circunstancias.
Todo esto tiene un lado negativo y corresponde a los niños que presentan actitudes negativas acerca de sí mismos que no suelen creerse lo contrario, aunque se les demuestre que es verdad, rechazan la alabanza o la aprobación por aquellas cosas que ya tienen conceptuadas negativamente.
Por otro lado podemos afirmar que la motivación y el rendimiento académico se ven estrechamente influenciados por la mayor o menor autoestima. La autoestima influye sobre el niño y adolescente en:
cómo se siente
cómo piensa, aprende y crea
cómo se valora
cómo se relaciona con los demás
cómo se comporta
La autoestima en la adolescencia
En los adolescentes aumenta considerablemente la necesidad de autoestima. Uno de los períodos más críticos para la formación de una correcta autoestima es la adolescencia pues
sabemos que es cuando la persona necesita hacerse con una firme IDENTIDAD, es decir, saberse individuo distinto a los demás, conocer sus posibilidades, su talento y sentirse valioso como persona que avanza hacia un futuro.
Un adolescente con autoestima aprende más eficazmente, desarrolla relaciones mucho más gratas, está más capacitado para aprovechar las oportunidades que se le presenten, para trabajar productivamente y ser autosuficiente, posee una mayor conciencia del rumbo que sigue. Así las cosas, un adolescente con autoestima...
... actuará independientemente
... asumirá sus responsabilidades
... afrontará nuevos retos con entusiasmo
... estará orgulloso de sus logros
... demostrará amplitud de emociones y sentimientos
... tolerará bien la frustración
... se sentirá capaz de influir en otros
Gloria Marsellach Umbert en su artículo "La autoestima en niños y adolescentes" afirma que la autoestima puede desarrollarse convenientemente cuando los adolescentes experimentan positivamente cuatro aspectos o condiciones bien definidas:
1. Vinculación: resultado de la satisfacción que obtiene el adolescente al establecer vínculos que son importantes para él y que los demás también reconocen como importantes.
2. Singularidad: resultado del conocimiento y respeto que el adolescente siente por aquellas cualidades o atributos que le hacen especial o diferente, apoyado por el
respeto y la aprobación que recibe de los demás por esas cualidades. 3. Poder: consecuencia de la disponibilidad de medios, de oportunidades y de capacidad
en el adolescente para modificar las circunstancias de su vida de manera significativa. 4. Modelos o pautas: puntos de referencia que dotan al adolescente de los ejemplos
adecuados, humanos, filosóficos y prácticos, que le sirven para establecer su escala de valores, sus objetivos, ideales y modales propios.
Bibliografía y webs: Cómo desarrollar la autoestima en los niños Harris Clemes y Reynold Bean Círculo de lectores
¿Es mi hijo una persona insegura? José María Lahoz García http://www.solohijos.com/
La autoestima en niños y adolescentes Gloria Marsellach Umbert http://www.ciudadfutura.com/psico/articulos
El desarrollo de la identidad personal Gerardo Castillo Ceballos Asociación FERT
"La autoestima"
Gloria Marsellach Umbert http://www.ciudadfutura.com/psico
"Cómo desarrollar la autoestima en los adolescentes" Clark, Clemes y Bean, Ed. Debate
"La Autoestima en los niños" Kaufman y Raphael, Ed. Iberonet
"Autoestima. Evaluación y mejora"
Matthew McKay y Patrick Fanning, Ed. Martinez Roca
¿Obediencia sin condiciones? Por Bernabé Tierno
Un niño es obediente si se somete sin rechistar a la autoridad de sus padres y de otras personas mayores.
El niño que no crea problemas, que se adapta a todas las situaciones y personas, que jamás se queja ni rebela..., es un niño ¡obediente! y ¡bueno! Y cuando no se somete a los dictámenes, órdenes y deseos de los padres y personas adultas se le califica de desobediente.
En realidad, en la mayoría de los casos, el niño rechaza la autoridad porque ésta se manifiesta arbitraria e impositiva sin razones y, por tanto, la considera inútil.
Problema de niño y educador
Pero la desobediencia es patológica cuando se muestra claramente impulsiva, es decir, que el niño
desobedece impulsado por presiones que no logra dominar y controlar. Este tipo de desobediencia es más o menos involuntaria e inconsciente y jamás debe ser tratada por métodos violentos represivos.
Cualquier caso de desobediencia manifiesta debe ser estudiado y analizado con serenidad e
imparcialidad por parte de los padres o maestros, precisamente porque en todo este tipo de actos están implicadas dos personas y cada una puede tener su parte de culpa. Tanto el niño, que se supone que debe obedecer, como la persona que exige obediencia (padres, profesores) hacen posible la desobediencia y no es justo, como normalmente se hace, cargar todo el peso sobre el niño como si su obligación fuera siempre obedecer a todo sin condiciones, sin aportar jamás su
propia opinión, sus gustos, apetencias y deseos.
Las modernas técnicas psicológicas de modificación de conducta, han contribuido de manera inteligente en la labor educativa. El educar sin razones, «porque sí», «porque lo dice tu padre», «los niños no discuten», «los niños se callan», «los niños no opinan», etc., ha pasado de moda. Tratamos con seres humanos que, por niños que sean, merecen nuestro respeto y lo necesitan para lograr una buena formación integral fundamentada en el diálogo, las razones, las explicaciones y las aclaraciones de las cosas, así como en permitir a cada cual ser él mismo, no perdiendo la propia entidad y desarrollando al máximo su individualidad.
Por qué no obedecen
Ya hemos dicho que un niño desobedece porque ha encontrado en la práctica de la desobediencia
un buen medio para afirmar su personalidad o para manejar al adulto, porque no ha entendido bien lo que se le manda o porque no le es posible o no sabe ejecutar lo mandado.
Pero los padres, profesores y personas adultas no quieren caer en la cuenta de que la mayoría de las veces que el niño no obedece es porque:
1. Las órdenes son poco razonables. 2. Resultan incomprensibles para el niño.
3. Superan claramente las posibilidades de realización personal. 4. Se ha seguido el camino más cómodo de exigir el cumplimiento de unas órdenes en lugar
de molestarse por encontrar otras salidas o alternativas en las que el niño pudiera expresar su independencia y personalidad.
Basándose en ello, por bien que puedan ir las cosas, ciertos niveles de desobediencia son normales, inevitables y comprensibles. Hay muchos ejemplos de la vida cotidiana que así lo demuestran. Veamos éste que resulta muy ilustrativo:
Sabemos que para un niño jugar con sus amigos tiene un gran valor formativo en todos los aspectos, y para él es tan importante como la más decisiva de nuestras actividades y tareas. Pues bien, imaginemos el caso de la madre (padre) que interrumpe bruscamente el juego de su hijo y le obliga a dejar el partido ―ahora mismo‖, ―porque te lo mando yo‖, sin haberle advertido antes que
esto podría ocurrir. Se ve sometido a lo que él considera capricho de su madre y se siente humillado por el abuso de poder. No tiene elección, no puede rebelarse.
Debemos hacernos cargo de que es normal que el niño tenga la impresión de que obramos así porque somos los más fuertes y él se defiende con el arma del débil, que es la desobediencia. Lo correcto es aprender a ponerse en el lugar del niño y mostrar con él el mismo respeto que exigimos de los demás para con nosotros.
¿Qué haría y diría esta madre si cuando está en una reunión con sus amigas, o en otro momento parecido, alguien le dijera: «salga de aquí de inmediato y venga a hacer esto o lo otro?». No debemos dar la impresión a nuestros hijos de que son para nosotros como objetos o cosas de las que podemos disponer a nuestro antojo.
Lo mejor es prevenir al niño de nuestras intenciones si nos es posible, tratarlo con respeto y permitirle que vaya formando su propio criterio.
Valorar su madurez
En los primeros años, el niño vive en un ambiente de sumisión, obediencia y disciplina porque
necesita aprender las normas de conducta y convivencia sociales de una manera gradual; pero en la preadolescencia se ha de propiciar la autodeterminación, la capacidad de decidir por sí mismo, de emitir juicios críticos, de equivocarse y corregirse tras los propios errores, etc.
En el adolescente hay que infundir el sentido de la libertad moral que frecuentemente habrá de
imponerse a sí mismo. El paso de la plena obediencia y sumisión a la autodeterminación e independencia ha de ser gradual, soltando las amarras a medida que el niño se va convirtiendo en preadolescente, adolescente y joven. Ese paso jamás debe darse con brusquedad.
No obran de manera inteligente y razonable los padres que someten a sus hijos, hasta bien entrada la adolescencia, a una obediencia y sumisión sin condiciones, totalmente sujetos a su autoridad, y al llegar a mayores les conceden la libertad máxima y les cargan con todas las responsabilidades que hasta el momento habían pesado sobre los padres.
El logro de la autodeterminación, independencia y autonomía necesaria que se confiere a cualquier persona, el ser ella misma, se consigue y aprende por etapas. El respeto y el afecto que
caracterizaban a la autoridad en su sentido más puro han de dejar paso al respeto mutuo y al afecto sin temores de ningún tipo.
El fracaso escolar Por Bernabé Tierno
Se entiende por fracaso escolar al desajuste negativo entre las aptitudes reales de un estudiante y los resultados escolares valorados académicamente.
Según esta definición, tan fracasado escolar es el alumno que aprueba «por los pelos», cuando por sus capacidades debería obtener notas brillantes, como el estudiante que repite o suspende varias asignaturas de un curso.
En la práctica escolar, sin embargo, se habla de fracaso escolar para referirse a estudiantes cuyo rendimiento no es suficiente, dejando a un lado si es o no totalmente satisfactorio.
Rendimiento insuficiente
Hablamos de rendimiento escolar insuficiente circunstancial cuando el alumno pasa por un bache
de su vida escolar que acaba por superarse y no afecta apenas a la autoestima y al sentimiento de competencia del estudiante. Por el contrario, el rendimiento insuficiente cuando es crónico, es decir, se arrastra desde los primeros años de la escolaridad, constituye el fracaso escolar en su sentido más apropiado y puro.
Es fundamental diferenciar con gran exactitud y propiedad las expresiones fracaso escolar y retraso escolar. El retraso se da cuando hay un desfase entre las exigencias del currículum y las calificaciones escolares. En los sistemas escolares actuales se habla de fracaso cuando el alumno
suspende, es decir, su rendimiento no es el suficiente (el mínimo exigido para conseguir el aprobado).
Principales causas
Según un estudio realizado por la Inspección Básica de Navarra, los motivos del bajo rendimiento en la escuela tanto en el ciclo medio como en el superior son:
1. Ambiente familiar poco adecuado.
2. Coeficiente intelectual bajo.
3. Dificultad para motivar e interesar a los alumnos en el aprendizaje.
4. Contenidos de los ciclos extensos y poco adecuados a los intereses del niño.
5. Influencia negativa de la TV. Tiempo que roba, ansiedad que genera, actitudes que fomenta.
6. Dificultades en el lenguaje, comprensión lectora insuficiente; no haber adquirido el hábito de estudio y trabajo...
7. No repetir curso cuando este no se ha superado con un mínimo de holgura.
Según mis propias investigaciones, las causas de unos resultados escolares insuficientes o poco satisfactorios podrían sintetizarse en los siguientes puntos:
El alumno no sabe acceder hasta las ideas principales de los párrafos de un texto escrito y
comprender lo que lee, trasladando a su propio nivel de comprensión y expresión los contenidos.
Esto se debe fundamentalmente a que no se le ha enseñado a estudiar durante la enseñanza primaria y la secundaria.
Se sigue cometiendo la incoherencia de exigir al estudiante que aprenda unos contenidos nuevos, sin preocuparse de averiguar si domina y sabe otros contenidos que son previos y
absolutamente imprescindibles para entender, asimilar y asentar los nuevos conocimientos que se pretende enseñar.
Disociación entre los contenidos del aprendizaje y las exigencias de la vida real, al tiempo que la enseñanza sigue siendo preponderantemente expositiva y pasiva.
El estudiante se cansa de estudiar algo que es muy abstracto y teórico y no puede utilizar de inmediato en la vida real. Falta una enseñanza activa, viva y participativa. Muchos contenidos son
odiosos de aprender... listas de nombres, conceptos abstractos que de forma pedante presenta el autor a la comprensión de niños pequeños.
Descuido de la metodología pedagógica. No existe un acuerdo entre los profesionales de la
enseñanza en temas pedagógicamente tan fundamentales como: premios, castigos, tareas escolares, evaluación continua, actividades extraes- colares.
Desconocimiento de la psicología del niño y de los procesos que le llevan al aprendizaje.
Hay muchos profesores de matemáticas, filosofía, ciencias, biología, lengua y literatura, que no han
recibido suficiente capacitación ni como educadores ni como profesores para hacer asequibles a los alumnos los contenidos de la asignatura que imparten.
Deficiencias, limitaciones y errores educativos de comienzo. Los seis-siete primeros años
de la vida del niño son fundamentales. Las deficiencias, limitaciones y errores educativos se marcan ya en los primeros años. Muchos niños se incorporan a la escuela a una edad en que otros ya saben leer y han desarrollado adecuadamente sus aptitudes y destrezas
motrices, intelectuales y sociales... Ellos empiezan en inferioridad de condiciones y esto conduce de manera más o menos directa al fracaso escolar.
Las limitaciones intrínsecas del sujeto son sin duda causa del fracaso escolar. A veces las capacidades del alumno, por los motivos que sean, se encuentran muy por debajo de lo
normal. Son niños que precisan desde la infancia una ayuda especial, aunque sigan la escolaridad en centros de enseñanza normal. Por desgracia, el 80% de los niños con ciertas limitaciones no reciben la ayuda especializada necesaria que les recuperaría para la enseñanza normal, y pasan a engrosar las filas de los fracasados escolares.
Fracaso escolar circunstancial. El alumno que no ha presentado hasta el momento
problemas en sus estudios comienza a fallar. Casi siempre se trata de algún acontecimiento traumático o de especiales características que irrumpen de improviso en la vida del
alumno, afectando a su personalidad, minando la confianza en sí mismo, la autoestima y los deseos de superación. Hay muchos profesores de matemáticas, filosofía, ciencias, biología, lengua y literatura, que no han recibido suficiente capacitación ni como educadores ni como profesores para hacer asequibles a los alumnos los contenidos de la
asignatura que imparten.
Falta de coordinación pedagógica de los educadores entre sí y con los padres de los alumnos. Es imprescindible que exista una línea de actuación conjunta entre la familia y el
colegio, de lo contrario se producirá el desánimo, la desorientación y la ansiedad en el alumno, que, al no saber con qué carta quedarse, optará por el abandono y el desinterés.
Escasas expectativas de éxito al terminar los estudios. Los adolescentes y jóvenes son conscientes de que un título no garantiza el puesto de trabajo. El creciente paro juvenil contribuye a eliminar la ilusión de formarse para el futuro.
Aprender a leer más y mejor
Por Ana Díaz - Plaja Taboada Profesora de Ciencias de la Educación de la UB
Tu hijo ha llegado a casa indignado. El profesor de lengua y literatura les ha dicho que para el mes que viene tienen que leer "El Lazarillo de Tormes". El chico protesta, dice que no sabe por qué tiene que leer esas antiguallas, que el hecho de que le obliguen ya le predispone en contra... Tú no sabes cómo convencerle de que la lectura de los libros obligatorios puede ser beneficiosa para él y lo que es más, muy interesante.
En este artículo vamos a encarar una realidad: la necesidad de obligar a leer aquellos libros que mandan en clase: las lecturas obligatorias.
Libertad y obligación de lectura: se necesitan y se complementan
Para entender esta aparente contradicción recurriremos a un ejemplo tomado de los deportes. Para aficionarse a jugar a la pelota basta con iniciar un juego sencillo, divertido, en la que simplemente corriendo y pasándonos el balón ya tengamos suficiente para pasar un buen rato, relajarnos y adquirir agilidad. Pero es posible que al cabo de un tiempo este ejercicio resulte insulso. Nos vemos
ya preparados para aprender un juego más complejo: un juego que requiera adiestramiento, conocimiento de reglas, aprendizaje de movimientos precisos. Es más duro, sí, pero este entrenamiento nos hará después disfrutar más del juego.
De la misma manera, con el desarrollo del hábito lector trabajamos una actitud, una disposición: la educación del ocio. Forjamos un gusto lector, una elección libre de los libros que nuestros hijos deseen. Pero también es cierto que en esa libertad puede haber una tendencia a la facilidad, a los esquemas conocidos y repetidos. En una palabra, al anquilosamiento en un tipo determinado de
lecturas que, a la larga, no van a enriquecer la capacidad lingüística de nuestro hijo ni su educación literaria.
Hay, pues, que acercarse a libros que requieren una mayor concentración o unos mayores conocimientos. Libros con un argumento más complejo, un lenguaje más elaborado o unas referencias externas más difíciles de relacionar con el mundo en el que vive inmerso nuestro hijo.
Este esfuerzo de concentración, de buscar nuevas relaciones de significado, de bucear más en el
contexto o de buscar más en el diccionario, va creando en el lector el entrenamiento necesario para afrontar nuevas lecturas, nuevos retos de conocimiento. Porque el lector amplía su marco de referencias, observa otras maneras de decir, otro tipo de personajes y de argumentos. Amplía su capacidad lectora y se ve capaz de ensanchar su ámbito lector.
Es posible que empiece a considerar fáciles algunos de los libros que había leído o a detectar sus
fallos, de la misma manera que un buen conocedor de las reglas del fútbol distingue a la perfección al equipo mediocre del campeón.
Crecer significa también desarrollar una nueva manera de leer
Decía T.S. Elliot que existen tres grados en los lectores:
Un primer grado, en el que el lector sólo busca divertirse, pasar el rato, sin la menor
trascendencia.
En segundo grado, en el que el lector busca identificarse con lo que lee: el aventurero, el
tímido o la romántica buscan personajes que se les parezcan.
Pero hay un tercer grado en el que el lector es capaz de valorar sus lecturas desde un punto de vista más racional, más crítico. Que sabe poner la distancia para poder valorar lo que ha leído.
Sin renunciar para nada a la diversión ni a la identificación, hemos de procurar que la educación
lingüística y literaria llegue a alcanzar este tercer grado de lectura en el que se desarrolla la capacidad crítica y el juicio.
Aprender a leer libros de manera inteligente, libros que no hubieran elegido por sí mismos, les
encara al esfuerzo de comprenderlos, de apreciarlos y activa nuevos resortes intelectuales más complejos que la satisfacción inmediata de un gusto que ya tenemos prefigurado.
Hay, además, una ventaja extraordinaria en la edad y las circunstancias de los adolescentes. Estas lecturas obligatorias se les van a presentar en el marco de la escuela, en el marco de la clase de lengua y de literatura. Es una oportunidad única que no hay que desaprovechar. Después, en su vida laboral o en su vida de ocio, difícilmente van a tener la oportunidad de enfrentarse con El Lazarillo, El Quijote o La casa de Bernarda Alba.
Normalmente estos libros tienen el apoyo de la clase, las explicaciones que ha recibido de su profesor y que le preparan para esta lectura más elaborada. La clase actúa también como un "laboratorio" en el que podemos trabajar nuestras lecturas para estar después dispuestos y capacitados para leer más y mejor.
Recuperar el valor del esfuerzo
Por último, vamos a encararnos con el mismo concepto de obligación. Hablar hoy en día de conceptos como obligación, esfuerzo, deber o disciplina parece muy pasado de moda. Y mucho más si se aplican a la lectura o al ocio.
Ciertamente, en una época de derechos de lector, en una sociedad que reivindica como el primer derecho del lector, "el derecho a no leer", parece que hablar de deberes pueda resultar muy impopular. Pero esta sociedad en la que vivimos tiene paradojas muy curiosas: por un lado,
reivindica la libertad y la falta de imposición como derecho inalienable de todos, especialmente de los chicos. Pero por otro lado, se carga de obligaciones a los escolares. Obligación de hacer deporte, obligación de ir al gimnasio, obligación de estudiar informática, obligación de aprender inglés.
¿Hace falta seguir? Quizá sea cuestión de cambiar el "chip" y de darse cuenta de que si existen obligaciones que nos hemos impuesto, bien podría ser la obligación de leer una actividad contemplada con el merecimiento que requiere. Por otro lado, esta obligación recuerda a cualquier persona que aprende que no se consiguen las metas sin poner una dosis considerable de esfuerzo. Sin educar la autodisciplina.
El escritor Antonio Muñoz Molina recuerda que nuestra sociedad usa y abusa de conceptos tales como lo "lúdico" o lo "divertido", sin pararse a reflexionar ni a practicar el esfuerzo que cualquier
obra de arte ha supuesto. Nuestras ideas cristalizan en estas acertadas palabras de este autor: "Se nos educa para disciplinarnos en nuestros deberes, pero no en nuestros placeres. Por eso nos cuesta tanto trabajo ser felices".
La confusión entre igualdad y coeducación
En Francia sigue abierto el debate sobre los problemas de la enseñanza mixta, a raíz de comportamientos violentos o sexistas en las aulas. En un dossier sobre este tema en la revista ―Scouts d'Europe‖ (mayo 2004), Marie-Noëlle Coevoet reflexiona sobre el malentendido que lleva a identificar la igualdad con la coeducación. En Aceprensa (nº 134/04) se publica un resumen de ese artículo.]
La autora se remonta a la imposición de la coeducación en la enseñanza pública francesa, en la segunda mitad del siglo XX: ―Reconocer que las chicas podían acceder a los mismos programas
escolares que los chicos engendró una confusión entre igualdad y coeducación. Acceder a la coeducación se identificó con la igualdad. El debate cambió de terreno o de concepto. Las mujeres habían sido apartadas durante tanto tiempo de un cierto número de problemas, que la reivindicación común fue poder mezclarse con los hombres para beneficiarse de su saber, de lo que hasta entonces era un campo aparte‖.
―La coeducación se abrió paso en la enseñanza a la vez por reivindicaciones legítimas, por necesidades prácticas (centros escolares poco numerosos y efectivos masculinos o femeninos insuficientes) y por miedo ideológico a volver a la situación anterior‖.
La autora se refiere a la experiencia del movimiento scout, que en esos años escogió la fórmula de secciones iguales pero separadas, para asegurar la educación de chicas y chicos según sus talentos, aptitudes y desarrollo. En la segunda mitad del siglo XX, ―la demanda igualitaria se
desplazó sobre el terreno de la enseñanza mixta: querer ser reconocido es ser igual, colocado en las mismas condiciones, compartir las mismas actividades y mezclarse. La confusión consistió en creer que para promover a la mujer había que colocarla, a cualquier coste, en las mismas condiciones que los chicos, organizar los mismos juegos, vestirlos igual. Quizá también, a modo de arrepentimiento por no haber podido reconocer las aptitudes y cualidades femeninas, se quería imponerlas a cualquier precio en un mundo masculino‖.
La autora advierte que, en un ambiente de adolescentes, la mezcla puede agravar las diferencias, pues los chicos adoptan más fácilmente actitudes machistas, van a querer tomar el poder, decidir y organizar, lo que provoca una retirada de las chicas.
El mundo sexuado de los adolescentes
―Por otra parte, los adolescentes sienten más que sus mayores el mundo sexuado en que viven. Todo allí tiene una connotación sexual: fotos, revistas en las que las modelos adoptan poses lascivas, programas de televisión y películas que no dejan jamás tranquilos los espíritus y los cuerpos adolescentes dispuestos a encenderse, por no hablar de las actitudes de los compañeros al salir de la escuela o en el recreo‖.
Coevoet hace notar que en los debates actuales ―son los excesos los que hacen reflexionar sobre la
coeducación: comportamientos violentos y sexistas de los chicos y apartamiento de las chicas para evitar lo peor. (...) Pero rara vez se aborda la cuestión del desarrollo del individuo, de su estructuración, de la educación de la afectividad, del afinamiento de sus gustos, de la confianza en sí mismo (lo que es verdaderamente importante para ambos sexos), de la serenidad, de la tranquilidad, de la alegría de no estar obligado a representar un papel, de no tener que defenderse‖.
―A menudo se oye decir que el objetivo es aprender a vivir juntos lo mejor posible. Curiosamente, jamás en nuestra historia ha habido tantos divorcios y tantos niños que nacen fuera del matrimonio, lo que indica que los hombres y las mujeres tienen muchas dificultades para
comprometerse. Esto quiere decir que los que se han educado juntos no llegan a saber vivir juntos, a estimarse, a aceptar que son diferentes, y que ninguno está dispuesto a hacer concesiones. El reto para cualquier pareja y para toda relación humana es entenderse como diferentes sin perder su identidad. Haber aprendido a discernir los talentos, las cualidades, la gestión de las emociones y
sensibilidades propias de su género antes de llegar a la edad adulta permite quizá apreciar mejor la diferencia y descubrir la complementariedad en la duración‖.
Educación de la voluntad en el Colegio Por Dr. Octavio Arízmendi Posada
La educación de la voluntad es de tal manera elemento fundamental de la formación de la personalidad que resulta igual decir de alguien que es una persona de carácter o decir que tiene una fuerte voluntad.
La voluntad sólo se perfecciona cuando elige y realiza el bien honesto. Cuando se aparta de él entonces se esclaviza y debilita.
Al enfrentarnos al tema de la educación de la voluntad lo hacemos dentro da una perspectiva cristiana y por lo tanto partimos de una antropología que tiene en cuenta no sólo los datos de la experiencia y los hallazgos de la razón sino también los datos que Dios nos ha querido revelar sobre la naturaleza del hombre y su historia.
No se puede pues hablar de la educación de la voluntad entre personas que profesan la fe católica y no referirse a dos realidades de la vida cristiana : La atracción que el mal moral ejerce sobre nuestra naturaleza afectada por las consecuencias del pecado original y La disponibilidad de la
gracia santificante que se nos comunica a través de algunas sacramentos y se incrementa mediante la oración.
Lejos esté de nosotros la ingenua creencia del naturalismo individualista de que el hombre es bueno par naturaleza y es la sociedad la que lo corrompe y la simpleza de creer que en la medida en que se difundan las luces de la razón y de la ciencia, el mal desaparecerá de sobre la faz de la tierra.
Medios para la educación de la voluntad en el colegio
1. Diagnóstico de cada alumno y formulación de un proyecto de desarrollo personal y de metas personales de mejoramiento con ayuda del tutor o preceptor.
2. Excursiones. 3. Deportes y duchas frías. 4. Trabajos con esfuerzo físico; excavar con picos y pala, cargar tierra y ladrillos, abrir zanjas,
cortar césped, podar árboles, siembras, desyerbar, cosechar.
5. Deportes recios. Gimnasia diaria. 6. Metas de mejoramiento personal en lo académico, en adquisición de virtudes, desarrollo de
destrezas, corrección de defectos, etc. 7. Consignas del Colegio que incorporen virtudes humanas, normas de comportamiento social,
etc. 8. Estimular la realización diaria de actos de autovencimiento en aspectos que supongan lucha
y esfuerzo.
9. Examen personal diario sobre las metas o propósitos de mejoramiento personal. 10. Horario para el tiempo libre. 11. Encargos en el Colegio para cada alumno y estimular su correcto desempeño. 12. Exigencia académica y deportiva, proporcionada a las capacidades de cada uno. 13. Trabajos para vacaciones. 14. Participación en actividades de servicio o en visitas de ayuda a barrios pobres y a centros
asistenciales para personas necesitadas.
15. Poner a los alumnos frente a la responsabilidad de organizar y ejecutar actividades relacionadas con la vida del colegio y en las que deban ejercitar sus experiencias de iniciativa, responsabilidades y otras cualidades.
16. Realizar tareas de limpieza y orden en aulas y otras dependencias, y ciertas actividades, como, cocinar, servir alimentos, recoger vajillas en los comedores, lavar la loza, etc. Se puede realizar por turnos entre alumnos mayores.
FORMACIÓN PROFESIONAL
Barreras a la comunicación
Por Alfonso Aguiló
El ojo que ves no es ojo porque tú lo veas, es ojo porque te ve. Antonio Machado
Una visita al oculista
Escuchar, pero escuchar para comprender
Detectar y eliminar barreras
Un buen empleo del lenguaje
Errores de interpretación
Capacidad de guardar secreto
Superar las diferencias generacionales
Credibilidad personal
La oportunidad de explayarse
Operaciones de cirugía
Una visita al oculista
Imagínate sugiere Stephen Covey que padeces un serio problema de visión y decides acudir a la consulta del oculista.
El médico, después de escuchar brevemente tu explicación del problema, saca del bolsillo sus gafas y te las entrega mientras dice con gesto solemne: ―Póngase usted estas gafas. Yo las he usado durante diez años y me han ido estupendamente.‖
Tú pones una cara de asombro mayúsculo, y el oculista, sin pestañear, añade: ―No se preocupe, tengo otras en casa, puede usted quedarse con estas‖.
Con un escepticismo difícil de superar, te pruebas esas gafas y, como era de prever, ves aún peor que antes, y te quejas: ―Por favor, ¿cómo me van a servir sus gafas a mí? Veo todo borroso‖.
―Oiga, haga el favor de poner más empeño‖, responde con gravedad el oculista. ―Ya lo pongo, pero no veo nada‖, contestas ya al borde de la ira.
El oculista insiste: ―Sea usted más paciente y colabore, por favor. Tienen que servirle. A mí me han ido muy bien todos estos años‖.
Finalmente te vas de allí, escandalizado ante semejante ineptitud, y el oculista –por llamarle de alguna manera– se queda pensando: ―Hay que ver, qué hombre más ingrato. No he logrado que me comprenda. Yo sólo pretendía ayudarle y... ¡cómo se ha puesto!‖.
Lo que este ejemplo pretende resaltar es que muchas veces, cuando damos un consejo a alguien, nos está pasando algo bastante parecido a lo que sucedía a ese oculista. Nos sentimos frustrados porque una determinada persona no nos comprende, o porque rechaza nuestros consejos, y quizá nos quejamos de que no pone interés en escucharnos. Y en realidad el problema no es que a esa
persona le falte interés, o le falten entendederas, sino que nosotros estamos equivocando el planteamiento, y esa persona no entiende lo que le decimos porque no hemos logrado antes comprender nosotros cuál es su verdadero problema: le estamos recomendando con vehemencia usar unas gafas que a nosotros nos van bien, pero a él probablemente no. Tenemos que diagnosticar antes qué gafas necesita.
Es preciso primero comprender bien,
para luego poder diagnosticar bien, y finalmente aconsejar bien.
Pongamos otro ejemplo (este quizá bastante más real y posible que esa esperpéntica conversación
con el oculista):
—Venga, Carlos, hijo mío, ¿por qué estás así?
—Mamá, no puedes entenderlo.
—De verdad que sí, cuéntame.
—Que no, mamá.
—Sí que te entiendo, hijo mío. ¿Qué te pasa?
—No lo sé, mamá.
—Venga, Carlos, ¿por qué estás tan triste?
—Bueno..., en fin, es que el colegio no hay quien lo aguante. Quiero dejar de estudiar.
—Pero..., ¿estás loco? ¿A los quince años ponerte a trabajar? ¿Después de los sacrificios que tu padre y yo hemos hecho tantos años para que puedas ir a un buen colegio? Ni hablar. La educación es la base de tu futuro. Tienes que hacer una carrera. Lo que pasa es que hay que estudiar más, y
ya verás cómo termina por gustarte. Venga, hijo mío, que podrías sacar muy buenas notas si no fueras tan perezoso y tan soñador.
—Déjalo, mamá, no lo entiendes...
Se podrían poner otros muchos ejemplos como este, que revelan una considerable falta de
comunicación. En este caso, es muy probable que Carlos esté pasando por algunas dificultades en el colegio, dificultades que, al menos para él, son importantes y le hacen sentirse muy triste. Para poder ayudarle, parece importante saber cuáles son esas causas. Pero si cuando el chico abre una puerta de su intimidad, y empieza a contar lo que le inquieta..., si entonces, sin dejarle terminar, descargamos sobre él una retahíla de sesudos consejos y sabias advertencias, antes de hacernos cargo de qué le sucede; entonces, lo más probable es que la confianza sea muy difícil, y que la conversación acabe en un amargo ―Déjalo, mamá, no lo entiendes...‖, o algo parecido.
Hay una cuestión clave en cualquier relación personal:
procura primero entenderle tú, y sólo después, procura que te comprenda él.
Si pretendes ayudar en algo a otra persona –sea tu hijo, tu cónyuge, tu padre, tu jefe, tu subordinado, tu colaborador, tu amigo, o quien sea –, lo primero que necesitas es comprenderle. A medida que lo vayas logrando, te será mucho más fácil que comprenda lo que tú querías decir o hacer (e incluso, quizá, después de haberle comprendido mejor, lo que quieres hacer o decir es ya distinto de lo que al principio pensabas).
Escuchar, pero escuchar para comprender
Cada persona está permanentemente dándose a conocer, irradiando mensajes, comunicando. A través de esos mensajes la mayoría de ellos no directamente conscientes, cada persona se gana la confianza o desconfianza de quienes le rodean.
Si tienes un carácter irascible, o voluble, o inmoderado, es difícil que llegues a crear confianza a tu alrededor. Si no coinciden tus hechos con tus palabras, tampoco. Si eres demasiado distante o mordaz, o escuchas poco, menos aún.
Es preciso escuchar, pero escuchar con verdadera intención de comprender.
Hay personas que quizá escuchan bastante, pero no escuchan para comprender, sino que escuchan para contestar, para colocar sus ideas o sus aventuras en cuanto tengan el más mínimo resquicio. Mientras escuchan, sólo prestan atención a las ocasiones que su interlocutor les brinda para hablar entonces ellos de sí mismos. Apenas les interesa lo que oyen y, en cuanto pueden, interrumpen
con su consejo vehemente, con su historieta aburrida, con su opinión reiterativa y no solicitada, con su verborrea agotadora. No se esfuerzan en dar consejos útiles, se limitan a recomendar lo que piensan que a ellos le ha ido bien. Como el oculista de que hablábamos antes: ofrecen sus gafas al paciente sin reparar en si son adecuadas para él o no.
Para acertar con cualquier consejo –parece bastante obvio, pero quizá no esté de más decirlo, hay primero que dedicar atención al problema y hacerse cargo bien de qué le pasa a la persona a quien se lo vamos a dar. Mi experiencia en conversaciones de orientación personal, sobre todo en los casos más delicados y complejos, es que casi siempre, después de un buen rato de escuchar con atención, acabas sacando conclusiones sensiblemente diferentes a las que venías predispuesto al comenzar la conversación.
Hay padres, por ejemplo, que se quejan amargamente diciendo cosas como ―No entiendo a mi hijo.
Está en una edad muy difícil. Es tremendo, es que... ¡ni me escucha!‖. Y quizá en la propia formulación de la queja está la raíz del problema: parecen decir que no entienden a su hijo porque no les escucha, cuando para entenderle lo que deben hacer es sobre todo escucharle ellos, no que les escuche él. Muchos de estos casos se habrían resuelto o pueden aún resolverse– con una adecuada actitud de escucha.
Hay que escuchar con verdadera intención de comprender a la otra persona, y no sólo en el plano intelectual, sino también en el emocional.
Esto es importante porque no basta con entender lo que piensa, también hay que entender lo que siente. Porque la vida no es sólo lógica, ni sólo emocional, sino las dos cosas.
Detectar y eliminar barreras
Cuando hablamos, hay modos nuestros de expresarnos que facilitan la conversación y contribuyen a crear un clima de distensión y confianza. Y hay otros que, por el contrario, merman en gran manera nuestra capacidad de entendernos: son afirmaciones, preguntas, comentarios o rasgos de nuestro carácter que entorpecen el diálogo, y si prestamos atención descubriremos que son
auténticas barreras; y cada uno tiene las suyas.
—Y supongo que además esas barreras son mucho más fáciles de advertir en los demás que en uno mismo.
Pienso que de ordinario es así. Si uno tiene un mínimo de capacidad de observación, le resulta
bastante sencillo detectar las causas por las que otra persona es de difícil relación. Sin embargo, cuando se trata de buscarlas en uno mismo, las cosas son mucho más complejas.
Nadie es buen juez en causa propia.
Sin embargo, es importante descubrir esas barreras, que tanto limitan nuestras posibilidades de
comunicación. Se trata de un ejercicio de autoconocimiento sumamente eficaz, y es una pena que, como parece, sean tan pocos los que llegan a conocerse lo suficiente como para detectar cuáles son sus defectos o sus errores dominantes y así poder mejorar su carácter.
—¿Por qué piensas que son tan pocos?
Quizá porque en esa labor de conocimiento propio es bastante fácil caer en un círculo vicioso. Para descubrir esas barreras es preciso conocerse a uno mismo; para conocerse, es importante estar muy abierto a las observaciones o advertencias que los demás puedan hacernos; a su vez, para llegar a recibir esos comentarios es preciso no haber levantado antes personalmente barreras a la comunicación con esas personas que pueden ayudarnos.
—¿Cuál es la solución entonces?
Lo mejor es no haber entrado en ese círculo vicioso, gracias a una educación centrada en la confianza y en la buena comunicación, desde muy niño. Si uno no ha tenido esa suerte, ha de hacer un serio esfuerzo personal para salir de ese ciclo cerrado de incomunicación.
—¿Y qué tipo de barreras piensas que son las más importantes?
De algunas ya hemos hablado. Por ejemplo, levantamos una barrera si prodigamos demasiado nuestros consejos, sobre todo si los formulamos dentro de nuestra propia experiencia y sin esfuerzo por hacernos cargo de las circunstancias de la otra persona. Es lo que sucedía en el ejemplo del oculista; o en el de la madre que descarga una batería de sabios consejos cuando el chico está tratando de expresar sus sentimientos; o en esas personas que interrumpen
continuamente a los demás con su verborrea impenitente; o en los que se dan a opinar de todo inmoderadamente, o miran a los demás por encima del hombro. Todas son excelentes maneras de ganarse la antipatía de los demás y hacer el más soberano de los ridículos.
Otra gran barrera es lo que podríamos denominar la pregunta compulsiva. Es un defecto que
algunas personas tienen en grado muy considerable y que les lleva a hacer auténticas baterías de preguntas de sondeo, formuladas habitualmente sin salir de su propio marco de referencia, y con las que irrumpen invasivamente en la intimidad ajena.
Un buen empleo del lenguaje
Hay otras barreras a la comunicación que proceden directamente del torpe empleo del lenguaje. En esos casos, lo que hay que hacer es esforzarse seriamente por aprender a expresarse. A veces, como apunta Mario Clavel, se dice de algunas personas que son buenos comunicadores, porque saben transmitir sus ideas y sus proyectos con una simpatía que provoca adhesión; y sin embargo, lo que aportan, más que simpatía, es sobre todo claridad en la exposición: una idea, y después
otra, bien relacionadas entre sí; sabiendo ejemplificar lo necesario, siguiendo un orden lógico, empleando expresiones claras, destacando los mensajes que se quieren transmitir, etc.
Para comunicarse bien es preciso proponerse mejorar la calidad de nuestra conversación,
empezando por el vocabulario: un vocabulario rico suele corresponder a una interioridad rica, pues cada acto de habla refleja un acto mental y es una ventana de la propia psicología.
También hay que aprender a manejar el registro adecuado a cada ocasión: con el anciano, emplear el lenguaje de la paciencia; con el niño, ponerse a su nivel, pero sin mostrarse tontamente infantil; tratar al poderoso con deferencia, pero sin adulación; expresarse con precisión sobre cuestiones profesionales, pero sin pedantería; en casa y con los amigos, mostrarse distendido y usar términos más coloquiales, pero sin caer en la vulgaridad; etc.
Igual de importante es la cordialidad, no ser personas quisquillosas ni susceptibles. Ni de esos que marchan por la vida con tan poca fijeza y tan poco tacto que van pisando callos continuamente. Ni ser como esos pelmazos cuya incontinencia verbal parece incapacitarles para escuchar, y van enhebrando un tema a partir del anterior, conduciendo siempre la conversación hacia un terreno
que les permita hablar sin respiro. Ni voceras, de esos que llenan todo el espacio donde se encuentran, aunque estén hablando sólo a una persona y haya otras muchas presentes. Ni personas de conversación confusa o prolija, o demasiado lenta y premiosa. Ni del tipo metomentodo o sabelotodo, o de esas que pretenden siempre agotar los temas y consiguen sobre todo agotar a quienes le escuchan (tampoco hay que pasarse por el otro lado, el del silencioso y
taciturno).
Hay que buscar ese punto de equilibrio que lleva a hablar con sencillez, sin afectación, sin auto encumbrarse, refiriéndose poco a uno mismo, siendo buen escuchador, buen razonador y poco discutidor.
Errores de interpretación
Podríamos hablar de otro bloque de barreras a la comunicación, que consiste básicamente en hacer frecuentes interpretaciones personales en las que tratamos de descifrar a alguien, o explicar sus motivos, o su conducta, sobre la base de nuestros propios motivos o nuestra propia conducta, sin hacernos cargo de su situación personal.
Volvamos a un ejemplo –inspirado en otro de Stephen Covey– de un chico que se siente frustrado en el colegio a consecuencia de un serio fracaso. Lo pongo como ejemplo típico de conversación sorda entre un padre y su hijo adolescente:
—Papá, estudiar no sirve para nada.
—¿Por qué dices eso, hijo?
—En el colegio no se aprende nada que sea útil realmente...
—Lo que te pasa es que aún eres joven para entender la importancia de los estudios. Yo, a tu edad, pensaba lo mismo. Ya lo entenderás.
—Llevo ya un montón de años estudiando y sé que no es lo mío.
—Entonces... ¿qué es lo tuyo?
—Lo mío es ser futbolista. Soy muy bueno. Hice una prueba la semana pasada y para la próxima temporada es posible que me fichen en un equipo.
—Como diversión me parece muy bien, pero no vas a vivir de eso.
—A un amigo mío que empezó hace dos años, ahora le pagan una ficha muy alta, y ha dejado los estudios.
—Pero son muy pocos los que a la larga llegan a vivir del fútbol. Lo más probable es que dentro de
unos años ese chico esté lamentándose de no haber hecho una carrera. ¿Qué te pasa? ¿Es que quieres arruinar tu vida?
—Vale, papá, déjalo.
Está claro que el padre de este chico ha actuado con excelente intención, y que inicialmente se muestra dispuesto a escuchar, pero se ve que no llega a facilitar de modo eficaz que su hijo exprese sus verdaderos sentimientos.
El muchacho empieza a explicarse y su padre le interrumpe con una rápida interpretación de lo que le sucede, cuando el chico aún no había podido terminar su segunda frase. Es entonces cuando se equivoca, como suele suceder cuando uno juzga antes de escuchar: trata de descifrar la situación de su hijo sobre la base de su propia situación personal, y sólo logra cortar el flujo de la confianza que débilmente se había iniciado.
También abusa de frases como lo que te pasa es que..., o aún eres joven para entender..., o yo, a tu edad..., u otras semejantes, que suenan a un paternalismo un poco desagradable. Usar ese tipo
de entradillas es una buena forma de ganarse una rápida descalificación.
Repasemos de nuevo el diálogo, prestando atención a los posibles sentimientos del chico (se señalan junto a cada frase en cursiva y entre paréntesis):
—Papá, estudiar no sirve para nada. (Papá, quiero hablar contigo).
—¿Por qué dices eso, hijo? (¡Bien!, parece que hoy papá está dispuesto a escuchar).
—En el colegio no se aprende nada que sea útil realmente... (Tengo problemas serios en el colegio y me encuentro fatal).
—Lo que te pasa es que aún eres joven para entender la importancia de los estudios. Yo, a tu edad, pensaba lo mismo. Ya lo entenderás. (¡Horror!, otra vez está papá con que soy un niño que
no entiende nada de la vida. ¿Pero no te das cuenta de que estoy hecho polvo, que necesito desahogarme?).
—Llevo ya un montón de años estudiando y sé que no es lo mío. (Papá, ¿cómo quieres que te diga que tengo problemas serios en el colegio y no quiero ni volver a pisarlo?).
—Entonces... ¿qué es lo tuyo? (¿No te das cuenta de que voy a acabar repitiendo curso si siguen las cosas como van, y quizá me echen del colegio, y que para eso prefiero irme yo mismo?).
—Lo mío es ser futbolista. Soy muy bueno. Hice una prueba la semana pasada y para la próxima temporada es posible que me fichen en un equipo. (Casi no sé ni por qué digo esto...).
—Como diversión me parece muy bien, pero no vas a vivir de eso (Ya estamos con lo de siempre. No sé por qué habré sacado el tema, es inútil con este hombre...).
—A un amigo mío que empezó hace dos años, ahora le pagan una ficha muy alta, y ha dejado los estudios. (Si no sé si quiero ser futbolista, pero no pienses que voy a replegarme tan fácilmente...; me estás sacando de quicio).
—Pero son muy pocos los que a la larga llegan a vivir del fútbol. Lo más probable es que dentro de
unos años ese chico esté lamentándose de no haber hecho una carrera... (En fin, encima, profeta). ¿Qué te pasa? ¿Es que quieres arruinar tu vida?
—Vale, papá, déjalo. (Sencillamente, no comprendes).
Como se ve, padre e hijo hablan en distinto plano. No logran alcanzar un mínimo de sintonía que
haga productiva la conversación. No brota la confianza, porque desde el inicio el chico comprueba que su padre no capta sus sentimientos.
La conversación ganaría en eficacia si ambos interlocutores lograran ponerse del mismo lado del mostrador –o sea, no enfrentados–, y cada uno se hiciera cargo de los sentimientos del otro. Esto no siempre es fácil, pero se puede avanzar mucho si uno se fija en qué tipo de preguntas facilitan la confianza y cuáles la desbaratan (no son las mismas para todas las personas). Con un poco de agudeza, se pueden intuir cuáles son, aunque sólo sea por el sistema ensayo/error.
No conviene reducir estos problemas a cuestiones de método, pero hay muchos modos más o menos prácticos de facilitar la confianza. El más simple, pensando en una conversación como la de este ejemplo, es hacer preguntas sencillas en las que –quizá empezando por parafrasear lo que se ha escuchado – se aventura con delicadeza el sentimiento que se intuye que late en el interlocutor,
de modo que se sienta comprendido y así se le facilite explayarse.
Analicemos de nuevo cómo sería ese diálogo siguiendo este método, para ver cómo podría mejorarse la comunicación entre padre e hijo. También señalamos entre paréntesis los posibles
sentimientos del chico.
—Papá, estudiar no sirve para nada. (Papá, quiero hablar contigo).
—¿Por qué dices eso, hijo? (¡Bien!, parece que hoy papá está dispuesto a escuchar).
—En el colegio no se aprende nada que sea útil realmente... (Tengo problemas serios en el colegio y me encuentro fatal).
—¿Te sientes decepcionado por lo que se estudia allí? (Menos mal, parece que no me suelta un sermón para empezar).
—Sí. Me parece que no saco nada en limpio.
—¿Piensas que no es lo mejor para ti? (Bueno, en fin, tampoco quería decir eso).
—Cada vez me va peor. Acabamos de terminar los exámenes y... (¿Lo digo..., o no lo digo? ¿Qué puede pasarme?).
—¿Y te han ido mal, ¿verdad? (Hombre, menos mal que se ha dado cuenta y no me lo hace decir a mí).
—Pues..., bueno..., sí, eso parece. He tenido muy mala suerte. Me ha ido peor que nunca. Se me quitan las ganas de seguir con esto... (¿Te das cuenta de que estoy en crisis completa con los estudios y necesito que me animen?).
—¿Y por qué crees que te ha ido peor esta vez? (En fin..., para ser sincero, he hecho bastante el vago, no sé cómo decirte...).
—Me parece que este año me he organizado fatal... (¿Soy suficientemente claro?).
—¿Y crees que tiene remedio?
—Hombre, remedio siempre hay... (Bueno..., en fin, tonto tampoco soy; si me lo propusiera...).
—Me parece que si te lo propones seriamente este último trimestre, y haces un buen plan de estudio, puedes recuperar el tiempo perdido y sacar bien el curso (Por fin, alguien que cree en mí, creía que ya no quedaba nadie en el mundo capaz de semejante cosa).
—¿Tú crees? (Necesito escucharlo otra vez).
—Estoy seguro. Si quieres, descansa hoy un poco, te despejas, y mañana por la tarde vamos a hacer deporte, charlamos con más calma y hacemos juntos ese plan. ¿Te parece? (Estoy seguro de que me vendrá bien, estoy –estaba– en plena crisis).
—Vale, de acuerdo (¡qué fácil ha salido todo, menos mal, vaya alivio!).
En este caso, el padre ha logrado ir superando una a una las barreras que había en la comunicación con su hijo, hasta llegar al problema real.
Al principio, el chico está muy afectado, y sus afirmaciones y respuestas no destacan por su rigor
lógico. No sigue un discurso lógico, sino más bien emocional, y abre su intimidad buscando desahogo y comprensión. Su padre lo percibe, le deja hablar sin apabullarle con consejos,
facilitándole decir lo que más le avergüenza –evitándole las palabras más difíciles, y al final, cuando se ha desahogado y aflora a un discurso más lógico, aprovecha para aconsejar, y entonces
resulta eficaz.
Hay momentos para enseñar y momentos para escuchar.
El intento de enseñar, cuando la relación es aún tensa o el ambiente está cargado emocionalmente, se recibe fácilmente como una forma de rechazo.
Hay otro aspecto interesante en este ejemplo. El padre no suelta su consejo de sopetón, con aire paternalista o de superioridad. No hace innecesarias manifestaciones de aprobación o desaprobación. Procura sobre todo conducir al chico de modo que se enfrente con su propia responsabilidad.
Siempre son más eficaces los consejos no impositivos, aquellos que hacen que sea uno mismo quien llegue a la solución con su propio ritmo, sin forzar.
Capacidad de guardar secreto
Otra peligrosa barrera a la comunicación es la falta de capacidad para guardar secreto. Por eso una cualidad que todos valoramos mucho a la hora de hablar confiadamente con alguien es encontrar en él la necesaria lealtad.
Bien sabemos que no todas las personas son capaces de dejar de comunicar a otros las cosas que saben, sobre todo cuando vienen a colación en un momento dado, y quizá les parece que quedarían muy bien contándolo y así poder dárselas de enterados. En este punto, la vanidad de que los demás sepan que ellos conocen cuestiones confidenciales suele ser la principal causa por la
que los desvelan. Son personas inmaduras e indiscretas, que se sienten obligadas a alardear de todo lo que saben, aun sabiendo que no deberían decirlo, y carecen de ese elemental sentido de la prudencia tan necesario en el mundo de la confianza.
Generalmente, cualquier padre o madre, cualquier educador, cualquier persona, conoce mucha más información de la que es conveniente comunicar a otros en un momento dado. Es algo que sucede en el ámbito profesional, en el de la amistad, en la familia, en todo.
Por ejemplo, los hijos suelen tener con sus padres determinadas confidencias o desahogos, que,
aunque no les hayan solicitado formalmente que no las difundan, se entiende que no deben sacar esa información de su ámbito y darla a conocer a terceros. Hay que pensar, además, que los niños, por pequeños e infantiles que puedan parecernos, no suelen considerar que esos pensamientos, inquietudes, sentimientos, zozobras grandes o pequeñas, sean cosas triviales o insignificantes; y si no lo son para ellos, no deben serlo tampoco para quienes puedan escucharlas.
En cualquier confidencia
hay una persona que hace partícipe de su intimidad a otra, y eso es siempre algo muy serio.
Otra posible barrera a la comunicación puede provenir de la falta de oportunidad o de discernimiento al decir las cosas. No tenemos por qué saberlo todo, pero sí debemos ser
prudentes. Prudentes, por ejemplo, en la suposición, sobre todo cuando se trata de hablar sobre personas: a veces hablamos demasiado deprisa, o hacemos un uso algo ligero de la poca información que tenemos, y nos vemos obligados a suponer lo que no sabemos, y nos equivocamos con facilidad.
Los rumores, los bulos, el se dice, no siempre tienen la garantía suficiente para darles crédito, y si son asuntos graves, será necesario, antes de repetirlos, confirmar que esas informaciones son
verdaderas, y aún así considerar después si es conveniente su difusión.
Hay momentos para hablar y momentos para callar, igual que hay momentos para el valor y momentos para la prudencia. Y una persona inteligente debe aprender a distinguirlos.
Superar las diferencias generacionales
A veces se ha dicho que lo ideal sería poder vivir la vida dos veces, para en la segunda acertar; pero lo malo es que esto no es posible.
Sin embargo, aun en la hipótesis de que se nos brindara esa imposible oportunidad, es muy
probable que acabáramos advirtiendo que de una vida a la siguiente han cambiado muchas cosas, y que nuestra experiencia, unas cuantas décadas después, ya no es tan eficaz como creíamos.
Algo parecido ocurre en la falta de entendimiento que a veces se da entre diferentes generaciones, tanto en un sentido como en otro: si uno se instala en su propia situación sin poner esfuerzo en asomarse un poco a la del otro, está en un claro riesgo de encerrarse en actitudes de seria incomunicación, y a veces incluso de intolerancia (en ambos sentidos).
Ante las diferencias generacionales, hay que procurar hablar y entenderse, dejar un poco de lado las posturas viscerales, y los argumentos de autoridad (también por ambas partes), entre otras cosas porque muchas veces esos cambios lo que cuestionan es precisamente la autoridad que da los argumentos. Es preciso actuar con sensibilidad e inteligencia para remontar esos años de distancia, que siempre dan de la vida una visión distinta.
Hay personas (y este es un defecto más propio de los mayores) que, por sistema, se enfrentan a
todo lo nuevo, a todo lo que sea distinto de lo que ellos han vivido siempre. Identifican novedad con perdición, desconfían de todo lo que ven nacer, como si sólo los siglos pudieran conferir
bondad a las cosas, o como si toda variación en el rumbo que lleva la sociedad fuera absurda o temeraria.
Hay un regusto rancio de pesimismo y de acritud en esos planteamientos. Cuando repiten tanto que hoy día es una vergüenza cómo están las cosas, que la juventud de ahora no sabe lo que es la vida, que se ha perdido la idea de no se qué, que estamos en una sociedad sin valores, o cosas semejantes, incurren en un quejismo que –además de ser normalmente poco objetivo – les hace volver las espaldas al presente y al futuro, y que, sobre todo, dificulta la comunicación con las nuevas generaciones.
Lógicamente, igual de injusta sería la actitud opuesta, de considerar equivocado o ridículo todo lo que no sea nuevo, o llamar anticuado a todo lo que sea distinto a lo que ellos están viviendo.
Y aunque esa actitud sea más frecuente en los más jóvenes, como la otra en los más mayores, la causa de fondo no está en la edad, pues hay abundantísimos ejemplos de personas mayores, e incluso ancianas, que están enormemente abiertas hacia lo nuevo, igual que hay multitud de jóvenes vivamente interesados por aprender de lo antiguo.
Me parece que quienes manifiestan ese prejuicio obsesivo, tanto por lo viejo como por lo nuevo, suelen haber caído en él por culpa de su talante nada receptivo.
Hay que superar la pereza
para entender lo diferente, lo que a lo mejor al principio se resiste a ser comprendido.
Quizá su prejuicio proviene de que ven todo bajo el prisma de sus propias frustraciones, y no se dan cuenta de que es un error plantear las cosas como si la anterior o la siguiente generación tuviera las mismas percepciones de las cosas que ellos.
Pienso que son personas que están como un poco condenadas a perder, porque la vida no puede dejar ni de ir hacia delante ni de aprender del pasado, así que les conviene ser más receptivas ante lo viejo y ante lo nuevo, aunque sólo sea para no acabar viendo la vida con la misma trivialidad de que acusan a los otros.
Hemos de amar el tiempo que nos ha tocado vivir, porque un hombre feliz
ha de ser un hombre enamorado de su tiempo.
Las situaciones ideales sólo existen en la imaginación, o en una mala memoria, y una mente abierta siempre sabe descubrir –sin ingenuidades los valores positivos de la sociedad en que vive,
y en particular de la juventud; y sabe encontrar esos valores emergentes, esos rasgos y esas sensibilidades que siempre hay, y que llenan de optimismo el futuro de cada nueva generación.
Credibilidad personal
Para ganarse mereciéndola- la confianza de los demás, resulta muy útil pensar cuáles son los rasgos de la persona a la que primero acudiríamos para confiar una preocupación seria, para desahogarnos de una inquietud que nos agobia.
Se trata de preguntarse cuáles son las condiciones que tendría esa persona, para así examinar nuestro propio caso y avanzar un poco.
Es muy probable que ese perfil de confianza sea el de una persona afable y serena, cercana, asequible, que sabe escuchar, leal.
Ahora pensemos si nosotros tenemos esos rasgos, si reunimos esas condiciones de credibilidad personal que estimulan la confianza de otras personas, y veamos cómo procurar adquirirlas.
Pero la confianza exige sintonía entre dos personas. La culpa no tiene por qué estar siempre en uno mismo.
Es verdad, pero si de modo habitual no logramos ganarnos la confianza de las personas, es bastante probable que el problema esté básicamente en nosotros. Además, aunque estuviera sobre todo en el otro, nosotros sólo podemos remover esa barrera del otro en la medida en que actuemos sobre nosotros mismos para superarla entre los dos.
La comparación no es muy buena, porque son cosas muy distintas, pero lo normal es que cuando
un vendedor no vende, al que hay que mandar a hacer un curso de reciclaje es al vendedor, no a los posibles compradores. Si no valoran nuestros consejos, si no generamos confianza, es probable que el principal problema esté en nosotros, en nuestro modo de ser, en que quizá nos falta comprender y escuchar mejor a los demás. En ese sentido, echar demasiado la culpa a los demás
es como si el vendedor que no vende culpara siempre a los clientes cuando el problema es su propia incompetencia, puesto que hay otros vendedores que están vendiendo con éxito ese mismo producto a clientes similares.
Pero en la vida no vamos vendiendo nada, y tampoco hay que buscar que todo el mundo tenga mucha confianza con nosotros, como si eso fuera un fin en sí mismo.
Tienes razón, y por eso decía que traigo esa comparación sólo para fijarnos en que no se puede culpar siempre a los demás de que no sientan confianza en nosotros.
Respecto a lo segundo, efectivamente, cuando buscamos mejorar nuestra credibilidad personal, procurando incorporar esos rasgos de carácter que hemos ido comentando, no lo hacemos como fin en sí mismo, ni como estrategia para generar morbosamente confidencias ajenas o repartir consejos de modo paternalista. Lo que buscamos es nuestro desarrollo humano pleno y el de los
demás, una confianza mutua que será siempre origen de un enriquecimiento mutuo, porque ayudaremos y porque también aprenderemos mucho de los demás.
Por esa razón hemos de escuchar con una disposición que no sea de curiosidad, ni de afán de dominar la situación o de mostrar superioridad, ni de un paternalismo mal entendido, o un mezquino deseo de enterarse de todo.
Ganarse la confianza de una persona no se parece en nada a un deseo malsano de curiosear en la intimidad ajena.
La confianza brota cuando se escucha para comprender.
Glosando ideas de Miguel Ángel Martí, podríamos decir que la actitud correcta es la de quien
escucha con verdadero deseo de hacerse cargo, con el deseo de comprender y, si puede, aconsejar, consolar, animar o alegrarse con la otra persona. No nos interesa sobre todo lo que nos cuentan, sino más bien la repercusión que eso ha tenido en quien nos está hablando: nos debe interesar más la persona que las cosas que hayan podido sucederle, pues estas son siempre pasajeras, lo definitivo son las personas.
Por otra parte, la credibilidad que infundimos en otros está bastante unida a la que nosotros les damos. Creer en los demás tiene efectos que muchas veces son sorprendentemente positivos. Todos hemos pasado alguna vez por pequeñas crisis, por momentos en los que nos faltaba un poco de fe en nosotros mismos, y quizá entonces encontramos a alguien que creyó en nosotros, que apostó por nosotros, y eso nos hizo crecernos y superar aquella situación. Goethe escribió:
Trata a un hombre tal como es,
y seguirá siendo lo que es; trátalo como puede y debe ser, y se convertirá en lo que puede y debe ser.
La oportunidad de explayarse
Cuando las personas están dolidas, o pasan por cualquier dificultad, y se les escucha con verdadero deseo de comprender, dejándolas explayarse, sin querer contestar o precisar cada una de sus
afirmaciones, es sorprendente lo rápido que manifiestan sus inquietudes. Desean hacerlo. En
realidad, todos lo necesitamos en algún momento incluso desesperadamente, pero sólo lo hacemos si encontramos suficiente comprensión; y si no la encontramos, tendemos a encerrarnos en nosotros mismos, nos vamos transformando en personas que se amargan, se enrarecen y acaban saliendo por los registros más imprevisibles y menos lógicos.
Cuando las personas tienen la oportunidad de abrirse, cuando tienen la suerte de encontrar alguien sensato que les escuche,
es frecuente que, sólo con contarlos, desenmarañen sus problemas.
Y esto sucede muchas veces por el mismo proceso de explicación –de verbalización – de sus problemas. Porque, sólo con contarlos, perciben con claridad la solución, cosa que difícilmente habrían logrado rumiándolos a solas.
—Pero en muchos otros casos más complejos no será suficiente con explayarse para resolver los problemas.
Por supuesto, y entonces harán falta consejos claros y bien ponderados que le ayuden a desliar la maraña. Son casos que suelen llevar más tiempo, entre otras cosas porque su complejidad hace que esas personas necesiten recorrer un camino más largo antes de abrir suficientemente su intimidad. Necesitan una preparación previa, un tiempo de conocimiento que les facilite mostrarse con confianza.
Hacerse cargo de la situación es no caer en el consejo rápido y ligero después de una confidencia atropellada, no actuar como un médico insensato que dijera ―mire, no tengo tiempo para hacerle un diagnóstico, pero pruebe con este tratamiento, que es muy bueno‖.
—Pero habrá veces en que no tendremos modo de dar solución a sus problemas.
Es cierto, pero al menos esa confianza mutua hará posible compartirlos, y eso siempre es ya un
alivio grande. Quizá esas personas necesitan simplemente hablar, y en algunas ocasiones incluso que no se tenga demasiado en cuenta lo que dicen.
—Pero tener poco en cuenta lo que dice una persona es tratarla como si fuera un poco tonta, y eso sería indigno.
Me refiero a que hay veces en que no es momento de entrar al trapo de lo que una persona dice, sino que sobre todo hay que dejar que termine, que se desahogue.
En esos casos, ha llegado la hora de escuchar. En la vida de bastantes personas, las situaciones de incomprensión, cansancio, aburrimiento, cambios de estado de ánimo, etc., a veces forman una
madeja de inquietudes que rompe en un largo discurso en donde habla más el corazón que la cabeza, y donde el estrépito y la fuerza iniciales suelen acabar –si se les deja tiempo hasta desahogarse- en un final más sensato y moderado.
En esos momentos, si el que escucha no se ha percatado de qué es lo que le pasa a quien habla, puede con sus intervenciones provocar una verdadera catástrofe, tomando excesivamente en serio lo que está oyendo, o adoptando en la conversación la misma actitud que el otro. Actuando así, no sólo no deslía la madeja de quien habla, sino que con ella se enreda también quien le contesta. La persona que se siente agobiada, no necesita un interlocutor que le conteste y discuta, pues con eso sólo consigue sobrecargar sus ya maltratados nervios. Lo que necesita es una actitud de escucha, de interés, de comprensión.
Esa actitud nos llevará a dejar hablar, a omitir comentarios innecesarios sobre cuestiones parecidas
a las que estamos oyendo, que quizá vendrían a cuento pero romperían el hilo de su desahogo. Hay que dejar espacio por delante a quien siente la necesidad de hablar, y no interrumpirle, a no ser que nos lo pida, y comprender que en ese momento él es el protagonista, no nosotros.
Y saber demostrar nuestra atención con el silencio, con la mirada, quizá con un pequeño movimiento de cabeza, a lo sumo con una sencilla pregunta si hay alguna cuestión que no entendemos, o en esos momentos en los que –se ven muy claros– es preciso preguntar para reabrir el cauce de una confidencia que amenaza con extinguirse prematuramente.
Hay personas que digieren con facilidad las contrariedades y dificultades que cada jornada lleva consigo. Pero hay otras, en cambio, cuyos sufrimientos parecen ir amontonándose en su interior hasta que llega un momento que tanto dolor parece superior a sus fuerzas. Es entonces cuando la presencia de otro puede ayudar a eliminar eso que no se ha sabido digerir en el día a día. Necesitan a alguien que les ayude con su actitud humanitaria a hacer humo de todas esas astillas que se les han ido clavando, y que no han podido arrancar por sí solas.
—¿Y por qué crees que alivia tanto?
Fundamentalmente porque ayuda a aclararse sobre lo que a uno le está ocurriendo, y facilita caer en la cuenta de la mayor o menor importancia de cada una de las cosas que se están verbalizando.
No hay que olvidar que, como decía Ortega, muchas veces lo peor que nos pasa es que no
sabemos lo que nos pasa.
Exteriorizar lo que a uno le pasa
produce siempre un desahogo afectivo.
De esta manera, al hilo de la propia exposición, se van encontrando soluciones, o sencillamente se
comprende una vez más que a la vida quizá no se le puede pedir más de lo que en ese momento nos da.
Si la persona que escucha es capaz además de esbozar brevemente algún comentario inteligente y oportuno, es probable que el otro, aunque a veces en ese momento quizá no lo valore demasiado,
al menos sí lo guarde en su memoria y le sirva de ayuda más adelante, cuando reflexione sobre aquello, que lo hará.
—Pero a mucha gente le cuesta bastante depositar su confianza en otros. Cuesta, por ejemplo, ganarse la confianza de los hijos a determinadas edades, o de nuestros compañeros, o de nuestros vecinos.
Si uno se esfuerza realmente en escuchar, y escuchar con deseo de comprender, es fácil que se sorprenda al comprobar la confianza con que se acaban manifestando las personas.
—O sea, que tiene su técnica y hay que aprenderla.
Sí, pero no es cuestión de técnica (aunque la hay).
Ganarse la confianza de una persona ha de ser consecuencia de un deseo sincero de ayuda.
De lo contrario, si buscáramos la confidencia de una persona sin sinceridad, sin aprecio, sin importarnos realmente su dolor, esa confidencia, si es que llegara a producirse, sería más bien una invasión inmoral de la intimidad ajena, que dejaríamos expuesta y herida.
Ganarse la confianza requiere ser grandes escuchadores, personas que saben mostrar una aceptación y comprensión tales que quien habla no sienta reparo en ir descubriendo su intimidad, capa tras capa, hasta llegar al lugar donde está supurando el problema, para prestarle entonces nuestra ayuda desinteresada.
Desde el momento en que una persona adquiere confianza con otra, se abre hacia el futuro un camino de mutua satisfacción. Cuando una persona –por decirlo así– deja abierto el interruptor del circuito comunicativo con otra, pocas veces desaprovechará la oportunidad de hablar de sí misma,
de sus inquietudes y de sus sentimientos. Y eso ayuda mucho a hacer la vida verdaderamente humana.
Operaciones de cirugía
Hemos dicho que consolidar una relación de confianza con un amigo, con un compañero, con tu
cónyuge, con uno de tus hijos requiere una buena dosis de paciencia, y que de ordinario no conviene empujar ni presionar nada.
Sin embargo, hay situaciones más extraordinarias en las que las cosas pueden ser algo distintas.
Por ejemplo, imagínate que has sabido a través de terceros que una persona te oculta algo de importantes consecuencias y que, por su bien y por el tuyo, es preciso aclararlo. Esto puede
suceder en el ámbito familiar con uno de tus hijos, porque descubres quizá unas mentiras en cuestiones escolares, o pequeños robos, o que bebe más de la cuenta cuando sale con sus amigos, o incluso que ha hecho sus primeras incursiones en el mundo de la droga, blanda o dura (y sabemos bien que no se trata de posibilidades tan lejanas hoy para el ciudadano medio). O puede sucederte en el ámbito laboral, porque descubres una deslealtad de un compañero, o un
atropello de tu jefe, o una camarilla de críticas entre unos subordinados, o lo que sea. O puede tratarse de una dificultad de entendimiento con tu cónyuge, tu hijo o tu suegra. O a lo mejor eres un adolescente que por una serie de detalles has visto ir deteriorándose la relación con tu padre o tu madre, hasta hacerse muy desagradable. O estás pasando un momento difícil en el noviazgo, o ves cómo una serie de agravios y malentendidos han llegado a enfriar una relación de amistad antes muy gratificante.
Son todas ocasiones que pueden presentarse y se presentan con cierta frecuencia. Es difícil dar reglas generales, pero en muchas de ellas sería un error –a veces un daño grave – dejar pasar las
cosas y perder torpemente la oportunidad de tener una amplia conversación clarificadora con la
persona en cuestión. Las situaciones pueden ser muy diversas, y es fácil que puedan en su comienzo resultarnos costosas, e incluso algo violentas, y exijan por nuestra parte un cierto ejercicio de fortaleza personal.
Lo que nunca conviene es ignorar neciamente la realidad: los problemas no desaparecen por ignorarlos.
Las cosas que no se aclaran a su debido tiempo van formando como un muro de escoria entre las personas, una barrera que se va endureciendo poco a poco a base de inercias y cobardías, produciendo incomprensiones y agravios cada vez más lacerantes, y es una lástima dejar que ese muro crezca hasta hacerse indestructible.
Si vemos, por ejemplo, que alguien quizá no está siendo sincero con nosotros, y hay motivos que reclaman una solución a esa situación anómala, conviene afrontar el problema con decisión y
lealtad. Será preciso comprobar las cosas que parece que no cuadran, atar cabos, contrastar, aclararse, hablar. Y no con una necia o dolida desconfianza, sino con un diligente y respetuoso deseo de arrojar luz y aire fresco sobre una relación que vemos –porque se nota– que se está enrareciendo.
Son conversaciones muchas veces difíciles, pero es preciso afrontarlas. A veces será necesario pasar por momentos de cierta tensión, porque serán verdaderas operaciones quirúrgicas, en las que quizá haya que causar dolor, porque es preciso abrir hasta dejar a la vista el tumor, y así poder curar.
Hay que pensar bien la conversación, y acometerla con valentía, ofreciendo nuestra sinceridad
y nuestra franqueza al tiempo que solicitamos la suya.
Y procurar dejarle una salida fácil, sin poner su amor propio en contra de la sinceridad, sino a
favor. Y plantear las cosas dejando fácil que se desahogue por completo, ayudándole con preguntas sencillas, quizá incluso aventurando delicada y prudentemente lo que suponemos que está en su mente y no termina de salir a la luz; y lo hacemos incluso pasándonos un poco, para que simplemente tenga que asentir, o matizar a la baja lo que nosotros hemos dicho y quizá a él le costaría decir por sí mismo.
Quizá, además del dolor propio, causemos también en el otro un dolor inicial, pero es preciso
hacerlo, con la delicadeza necesaria, porque muchas veces será la única forma eficaz de ayudar, y otra cosa sería engañarnos, algo así como querer curar un cáncer a base de esparadrapo y
mercromina. La cirugía de la sinceridad, si se hace bien, desatasca el cauce de la confianza y hace
brotar ese agradecimiento grande que nace del desahogo.
—Supongo que en los casos en que, después de una cirugía profunda, haya salido a la luz un problema serio, de los que humillan, el postoperatorio puede ser largo...
Sí, y entonces hay que saber profundizar en la psicología de esas personas en esos momentos, saber hacerse cargo del temporal que puede haberse desatado en su interior, de su posible desesperanza, de su tentación de dar un desplante y tirarlo todo por la borda si no encuentra en nosotros la acogida que él esperaba a su sinceridad. La clave está en saber valorar la dificultad que el otro puede tener para asimilar la humillación que subjetivamente le haya podido suponer.
—De todas formas, supongo que lo ideal sería que raramente hiciera falta esa cirugía porque haya suficiente confianza.
Por supuesto. Si uno procura ser asequible, y se ocupa de ser receptivo a los problemas que surgen, pocas veces se presentarán problemas serios, porque se detectarán cuando son aún pequeños y pueden resolverse de forma sencilla.
Hay que saber aprovechar los momentos favorables, esas ocasiones en que se percibe una mayor confianza, cuando se distingue en la mirada un matiz que invita a la confidencia, una especie de receptividad especial por parte de la otra persona. Es una pena dejar escapar esos momentos en
que resulta mucho más fácil hablar de una forma lúcida y relativamente serena acerca de esos temas delicados que necesitábamos tratar, sobre todo en aquellas relaciones personales en las que esos momentos no son frecuentes.
También hay que procurar llegar a tiempo. En esto sucede como en la medicina: se adelanta
mucho si se detecta el mal en sus comienzos, cuando los síntomas son menos notorios. Es verdad que entonces es más difícil hacer el diagnóstico, y deducir cuál es el mal, pero también se cura mucho más fácilmente. En cambio, después, aunque el diagnóstico fuera perfecto, ya no es tan fácil curar. Y siguiendo esa comparación, podría decirse que hay que apostar decididamente por la medicina preventiva:
favorecer estilos de vida sanos, diagnosticar a tiempo y dar tratamientos que curen pronto y sin secuelas: ahí se demostrará la calidad de nuestras relaciones humanas.
Se trata, por ejemplo, de crear a nuestro alrededor un clima que inspire confianza, que fomente la sinceridad y lealtad mutuas; de ser personas de talante positivo, animante, abierto, alentador: que la gente, después de hablar con nosotros, después de escucharnos, se sienta optimista, alegre, ilusionada (y eso aunque alguna vez hayamos tenido que decirles –por su bien– cosas fuertes); de ser personas que no se atrincheran en sus propias afirmaciones, como un retórico grandilocuente que se encastilla en sus excesivas seguridades; de ser personas que escuchan, que desean sinceramente enriquecer su mente con la aportación de los demás.
Cuanto más profundamente comprendemos los problemas de los demás,
más apreciamos a esas personas, y más respeto sentimos por ellas.
¿Coeducación o enseñanza diferenciada?
Por Christina Hoff Somers
Buenas tardes. Para mí es un honor estar aquí con ustedes para celebrar el Cuarenta Aniversario de la creación de Fomento de Centros de Enseñanza. […] Quizá algunos de ustedes se consideran
«tradicionales» o «desfasados» porque mandan a su hijo, su hija, a un centro diferenciado, todo chicos, todo chicas, y al hablar de esto con algún amigo puede que tengan la idea de que son del siglo XIX. Pero no es así. De hecho ustedes se han adelantado a los tiempos, porque los educadores de todo el mundo, y esto incluye a los Estados Unidos, poco a poco están llegando a la
conclusión de que deben hacer exactamente lo que llevan haciendo los colegios de Fomento
durante estos cuarenta años.
¿Por qué se apoya tanto la educación diferenciada en EE UU?
Hace tan sólo dos meses el Ministerio de Educación de Estados Unidos anunció un proyecto de ley
para facilitarlo en las escuelas públicas de Estados Unidos y ofrecieron programas diferenciados. Esto es algo muy fuerte allá porque la educación mixta ha sido la norma, la regla, casi desde el principio, de modo que este proyecto de ley representa un paso muy importante para el Ministro. Y ¿por qué habría de hacerse esto? ¿por qué ha recibido tanto apoyo?
Ahora mismo en Estados Unidos este cambio, esta nueva política, ha recibido el apoyo de los padres, profesores, educadores, académicos, tanto republicanos -el Presidente Bush está a favor- como de los demócratas -la Senadora Hilary Clinton asiste a una universidad ya diferenciada, sólo
de chicas-. Y ¿porqué lo apoyan? Pues porque parece que este sistema beneficia muchísimo a los niños, los colegios diferenciados.
Esta tarde les voy a hablar un poco, darles la mejor información que pueda sobre el éxito académico de los chicos y las chicas, y también les hablaré de los distintos estilos en los que
aprenden los chicos y las chicas, y cuando termine, espero, comprenderán mejor por qué ha llegado este renacimiento de los centros diferenciados y por qué sus hijos son afortunados de asistir a este tipo de colegios.
Primero voy a hablarles de las distintas tendencias de los chicos y las chicas. Una anécdota sobre un experimento llevado a cabo por una empresa fabricante de juguetes. Querían vender, lanzar al mercado una casita de muñecas, tanto para chicos como para chicas, porque, claro, así se puede ganar en el doble.
De modo que llevaron a los niños y a las niñas al laboratorio para que vieran la casita, y enseguida se dieron cuenta de que las chicas no se comportaban de igual modo que los chicos: las chicas jugaban a las casitas, jugaban con el carrito, besaban a las muñecas… Llegaron los niños y, sin excepción, cogieron el carrito, se subieron al techo y lanzaron el carrito del techo. De modo que el director de la fábrica dijo, «bueno, es que los chicos y las chicas son realmente diferentes‖.
Les voy a contar algo que probablemente no les va a sorprender nada, es que efectivamente, el fabricante de juguetes tenía razón, son diferentes.
Hay décadas de investigación en la neuro-ciencia, en endocrinología genética, psicología del
desarrollo, que sugieren que las diferencias entre los sexos, tanto entre sus aptitudes y sus preferencias, no son únicamente el resultado de la socialización, son innatas, se puede decir que no son como un software que ha puesto la sociedad, sino más bien como el hardware. Cierto que la sociedad juega un papel, pero también juega su papel la madre naturaleza.
Algunas diferencias biológicas relevantes entre los chicos y las chicas
Y ¿cuáles son algunas diferencias biológicas entre los chicos y las chicas, que afecten a su educación? Con alguna excepción éstas son las reglas: los chicos, los varones, en general, tienen mayores habilidades de razonamiento espacial, las chicas tienen mayores conocimientos verbales; a los chicos les gusta asumir riesgos; las chicas son más cariñosas; a los chicos les gusta la acción, les gusta jugar un poco a lo bruto y con objetos inanimados. Los chicos tienen unas fantasías más agresivas. En 1997, en la Universidad de Bermont, se estudiaron los informes de los padres sobre el comportamiento de sus hijos, pertenecientes a doce países y en cada uno de los casos, sin
excepción, los chicos eran más propensos a pelear, robar, tener rabietas y amenazar a los demás. Esas diferencias se encontraban en los chicos jóvenes tan pronto como empezaban su interacción social.
Las niñas juegan así también, pero en menor medida. Normalmente las niñas intercambian secretos con otras niñas. Su mejor amiga es muy importante y también les gustan los juegos más imaginativos, el teatro, etc… Pero, les recuerdo que estos son estereotipos, porque hay niñas que juegan igual que los niños y viceversa, pero no es tan frecuente; son las excepciones, porque lo
típico para los niños es jugar a lo bruto y lo típico para las niñas es que les guste jugar a las casitas.
Creo que esto tiene una base biológica. Lo estamos viendo en todo el mundo, no únicamente en Estados Unidos, no sólo en España: las chicas son mejores alumnas, son las primeras de la clase. O sea, si consideramos un colegio tipo ¿quiénes son los primeros de la clase? Las chicas. Y ¿quiénes son los peores?, casi siempre los chicos.
A principios de los años 90 unos periódicos en el Reino Unido empezaron a escribir artículos enfatizando el déficit de los niños británicos. ―El Times‖ de Londres, un periódico muy conocido, advirtió que existía la posibilidad de que se creara una clase de segunda, de hombres sin
habilidades y sin empleo. ―Economist‖ se refirió a los chicos como el segundo sexo del día de mañana, en este mundo.
Los niños en los exámenes oficiales de matemáticas sacan mejores notas, pero en casi todas las
demás áreas, las chicas son mejores estudiantes. Según un informe del año 2000, la ventaja de las chicas es real y persistente en el sistema de educación de EE UU.
Y he aquí unos hallazgos clave: en lectura y en lengua las chicas son siempre mejores. Un niño de 17 años tiene en lengua y lectura las habilidades de una niña de catorce años; las niñas sacan mejores notas en todos los niveles educativos; los niños son los protagonistas en los deportes, pero las niñas en todo los demás, organizaciones estudiantiles, periodismo, etc.. ; las niñas son mejor organizadas, se preocupan más, les gusta más el colegio. Los niños sienten mucho menos entusiasmo por el colegio.
Bueno, ¡y la letra! La letra de los niños es muchísimo peor que la letra de las niñas y esto cruza todas las fronteras culturales, como ustedes saben. Yo tengo dos hijos y son incapaces de leer su
propia letra, me traen los deberes, él miraba sus deberes, yo también, ninguno de los dos
podíamos leer su letra. Ellos saben, igual que las niñas, que si tienen que hacer un trabajo y lo escriben en una letra ordenada le va a gustar más al profesor, pero hay un problema serio: los sistemas motrices de un niño se lo ponen mucho más difícil. Su primera experiencia al escribir y aprender las letras, normalmente es una experiencia negativa, de modo que con la lectura y escritura las chicas llevan ventaja desde el principio, y les voy a dar un hecho, finalmente.
Las chicas, en la mayoría de los países del mundo industrializado, van a ir a la universidad más que los chicos, con mayor posibilidad: en Australia, en Gran Bretaña, en Canadá, en Finlandia, en Alemania, en Francia, en España y en los Estados Unidos. Las proyecciones nos sugieren, que si no hay un cambio muy importante en la forma en que educamos a los chicos, a nuestros hijos, sobre todo a nuestros niños, esta laguna universitaria va a crecer hasta convertirse en un abismo.
Esto es desdichado porque en la economía de la información, en una economía basada en el
conocimiento, una educación universitaria cada vez es más necesaria para que un joven llegue a la clase media, y ¿qué podemos hacer entonces?, ¿cómo podemos ayudar a los chicos a que mejoren, mientras que al mismo tiempo estamos cumpliendo de forma satisfactoria las necesidades de las chicas?.
En los Estados Unidos hay dos escuelas de pensamiento: hay un grupo que se llama ―activistas de la equidad entre géneros‖ –no sé si traduce muy bien- ―activistas en la igualdad de los géneros, de los sexos‖, dicen, piensan que se puede cambiar a los chicos. Gloria Stinem, la famosa feminista, dijo ―tenemos que aprender a educar a nuestros chicos más como si fueran nuestras hijas, de modo que esto les va a calmar y va a hacer que sean más tranquilos, etc..‖ Esto es una posibilidad.
Pero, la segunda posibilidad es aceptar las diferencias y encontrar formas de hacer que el aula sea más amistosa, más adecuada para los chicos. Yo estoy a favor de la segunda alternativa, el segundo planteamiento.
Estoy de acuerdo con el Ministro de Educación actual de los Estados Unidos, diciendo, que todas las clases de chicos y de chicas pueden ser parte de la solución, todas las escuelas separadas, quiero decir en primer lugar vamos a hablar de algunos esfuerzos en los Estados Unidos para que los chicos sean más como las chicas. Tenemos muchos de estos facilitadores de equidad, como los
llaman, ―activistas del género‖; lo que quieren es liberar a los chicos de su masculinidad, y eso piensan que les asusta a los chicos, que les oprime, a ellos y a todos los que les rodean.
La idea, por tanto, es.., bueno..., tenemos escuelas, colegios muy prestigiosos, universidades muy prestigiosas, Harvard, Muesli, etc.., todos estos centros de educación tienen conferencias, yo he escrito sobre estas conferencias, he ido a muchas de ellas, por cierto, y la idea es que no les gusta la forma en que juegan los chicos, estos juegos a lo bruto, piensan que esto lleva a la agresión y hace que los chicos sean unos salvajes. Entonces, ¿qué hacen?, intentan calmarles haciéndoles que jueguen con muñecas.
Hay profesoras en los colegios americanos que muy seriamente dan conferencias muy completas,
yo fui a una en la Universidad de Muesli y dijeron que, bueno, a los chicos les debería gustar el juego con burbujas de jabón, con muñecas y cosas así. Un profesor replicó que cuando les dan
burbujas las convierten en torpedo; no parecía que ningún profesor conseguía que los niños colaborasen en ese tipo de juegos. En colegios americanos ahora pretenden que los niños hagan punto, tejan, incluso hagan colchas con password; piensan que los chicos son demasiado competitivos, quieren que jueguen en juegos en los que nadie puntúe, que nadie sepa quién está ganando. Por ejemplo, se puede jugar a ―tú la llevas‖, pero nadie la lleva, nadie se sale del juego, nadie está fuera.
Bueno, ¿cómo funciona esto, por Dios? Posiblemente no les sorprenda descubrir que los chicos no
quieren que se les libere de su masculinidad, se resisten. Y ¿qué hacen cuando tienen que hacer punto? Pues convierten las agujas en espadas, empiezan a hacer esgrima con ellas. Cuando se les pide que hagan esas colchas de password, les he visto, hacen este password, pintan animales peligrosos y armas en los parches de password, y así secretamente puntúan en sus juegos, siempre saben quién va a perdiendo.
En lo que se refiere a los muñecos o muñecas, he leído sobre un experimento en un colegio de Baltimore, una profesora muy bien intencionada intentó introducir a los niños a la idea de que estaría bien que los chicos jugasen con muñecas, con bebes, y los chicos casi hicieron huelga, se revolvieron, la profesora casi tuvo que salir corriendo de la clase. La madre naturaleza es muy tozuda, los chicos no van a cambiar, no de manera fundamental, en cualquier caso.
Educar respetando la naturaleza
Bueno, hay alguna buena noticia: la buena noticia es que hay formas de educar a los niños y a civilizarles, que aceptan y respetan sus naturalezas, hay formas de educarles respetando su naturaleza. En segundo lugar, tenemos que encontrar formas de hacer que nuestras aulas sean
mejores, más adecuadas para los niños, sitios más amistosos para los chicos, lo cual significa más experimentos con colegios masculinos, colegios de chicos.
En el año 97 un grupo de directores de colegios británicos, hace casi una década, preocupados con lo que estaba ocurriendo a los chicos celebraron varias conferencias sobre cómo podrían salvar a estos niños que estaban en una caída libre educativa. Escribieron un libro con buenas ideas, las más prácticas para las aulas con chicos. Me estoy centrando en los chicos esta tarde, sobre todo porque tienen más problemas que las niñas, pero también voy a hablar un poco de las niñas, no quiero dejarlas de lado porque les va muy bien, y quiero que continúen haciéndolo muy bien, y estoy segura de que podría aprender de los profesores de Fomento, estoy segura de que podríamos escribir mucho sobre la forma en que enseñan a los niños y a las niñas.
Los educadores en América y estos directores de colegios en Gran Bretaña, sugieren ciertas
prácticas que son buenas para los chicos y.., por cierto, los padres, como padres involucrados en la educación de vuestros hijos, a lo mejor queréis probarlo también.
¿Qué funciona para los chicos?. En primer lugar la clase debería de ser un lugar muy estructurado, con énfasis abrumador en la organización, organización, eso es el número uno para los chicos. Las chicas necesitan también que se les organice pero es mucho más fácil para ellas, los chicos les cuesta mucho más trabajo, además no sabemos exactamente por qué les cuesta tanto trabajo. Lo segundo, se sugiere que un aula con chicos...., si esto fuera un aula con chicos, para las chicas,
por cierto, en América hoy en día está de moda el tener lo que llamamos ―grupos de aprendizaje cooperativo‖, se sientan en círculos, posiblemente en sillas cómodas y se comparte.
Los directores de colegios ingleses dicen que ni hablar, que los profesores tienen que estar mirándoles fijamente a cada uno de ellos para entenderlos en su campo de su visión, las clases deben de tener suspense, el chico nunca tiene que saber cuándo se le va a llamar, tendría que estar ahí diciendo, ¡Dios mío, que seré el próximo, que seré próximo!, el profesor tiene que estar mirándole a los ojos, el profesor tiene que ser como un atleta y mirando a todos los chicos, y el
chico nunca sabe cuándo le va a tocar a él, porque si no pues.... Deberían de aplicarse castigos continuamente si no hacen su trabajo, tiene que hacerse esto de forma coherente, menos ficción y más libros sobre cosas: rocas, volcanes, trenes… A los chicos les gustan las historias de aventuras con héroes masculinos. Los directores británicos dijeron que tenían que ser muy políticamente incorrectos porque la realidad es que los chicos no son correctos a nivel político, en absoluto, por lo tanto están volviendo a poesías bélicas, etc...
Finalmente, otra cosa que hacen los británicos en algunos colegios, con éxito, de chicos, en Estados Unidos, es que dividen la clase en equipos, han descubierto que los chicos van a hacer cualquier cosa para ganar puntos o para estar en un equipo. Las chicas ven al profesor como amigo
o amiga, posiblemente como una madre, como una aliada, el chico no ve típicamente a su profesor como un aliado, en absoluto, pero entre los miembros de su equipo, pues por ellos va a hacer prácticamente todo, se va a aprender de memoria enormes trozos de poesía, si va a recibir puntos para su equipo. Y finalmente necesitamos mucho juego exterior y muy activo, hay que hacer además mucho hincapié en el buen espíritu deportivo.
Algunos de vosotros podréis pensar, bueno, pues todo esto muy bien, pero ¿no sería bueno para las chicas también?. La respuesta es que no. Una vez más no estoy hablando sobre todos los niños y las niñas, hay excepciones, pero para la niña media, la nueva investigación sobre el género y la
educación, nos sugiere que ellas prosperan en otra clase de aula; las niñas no necesitan una
supervisión estricta, que les esté mirando todo el mundo, que se les acerquen y les miren a los ojos continuamente. La mayoría de las niñas trabajan muy bien en un entorno relativamente poco supervisado, las niñas florecen con deberes creativos desde edades más tempranas. Otra cosa que es buena en los colegios de niñas en América es que más niñas hacen deportes en colegios diferenciados de niñas, es muy bueno. En los colegios de niñas hacen más deportes y desarrollan también el trabajo en equipo, si hacen deporte, piensan que eso es bueno con los chicos, pero es mucho más posible que las chicas hagan deporte si están en un colegio diferenciado.
Tercer punto, las niñas necesitan mucha atención y que les den muchos ánimos en matemáticas y en las ciencias pues les interesan menos. Se sabe, en los Estados Unidos, que para que una niña se
interese en las matemáticas y las ciencias hay que convertirlo en una historia y también tiene que ver cómo está conectado con el mundo a su alrededor, cómo ayuda a la gente, es un estereotipo, ya lo sé, pero muchas gentes sí quieren ayudar a la gente. Y si se les explica la conexión entre la
biología, por ejemplo, y curar las enfermedades, o la física y edificios que pueden soportar terremotos, pues se interesan más, y hay que hacer un esfuerzo adicional con ellas en este sentido. Y finalmente, las chicas tienden a subestimar sus capacidades, incluso cuando lo están haciendo muy bien necesitan que se les anime constantemente. Los chicos, por otro lado,
sobreestiman sus capacidades cuando les va mal, lo que necesitan es que se les enseñe cuál es la realidad. Éstas son algunas de las ideas que han surgido en los Estados Unidos.
Bien. Diríamos, ¿un profesor podría hacer todo esto, con los chicos y con las chicas, en una sola aula? Creo que sí, que un profesor estupendo podría intentarlo, pero desde luego sería muchísimo más fácil hacerlo en una clase diferenciada. Por eso es esta clase de investigación la que ha llevado al Presidente Bush y a la Senadora Hilary Clinton, y a tantos educadores, a querer ver más experimentos con educación diferenciada o separada.
En un colegio diferenciado una niña seguramente va a aprender matemática, ciencia y deportes, un
chico en un colegio diferenciado seguramente hará más arte o literatura o idiomas extranjeros. Estos colegios tienden a crear un entorno de aprendizaje más serio, hacer que los niños sean seres humanos más completos. He visitado un colegio de chicos en Washington, que me recuerda de un
colegio de Fomento, es un colegio privado, católico e independiente. El día que estuve allí vi a chicos de unos ocho o diez años en sus clases, y sus aulas estaban llenas de colecciones de
insectos, de plantas y de flores, y los chicos estaban tocando instrumentos musicales. Las competiciones son parte de su vida escolar, pero se ven presididos por la ética.
Lo que algunos investigadores han descubierto en los colegios diferenciados, es que ya no hay tantos estereotipos sobre el sexo; estos colegios les convierten en seres humanos más completos porque las chicas no se ríen de los chicos o no contestan todas las preguntas en la clase, y en los colegios de chicas no van a tener los chicos que dominar en todos los deportes.
Antes de concluir querría decir una palabra sobre la ética en la educación de carácter de chicos y chicas, sé que es algo muy importante en los colegios de Fomento. Hay una teórica social según la cual «todos los años la civilización se ve invadida por millones de diminutos bárbaros, se llaman niños».
Todas las sociedades tienen la tarea de civilizar a sus niños, sobre todo a sus niños jóvenes; si un varón no se socializa, tiene formas muy poco agradables de hacerse notar. La historia nos enseña
que la masculinidad con la moralidad es algo poderoso, es una de las fuerzas más creativas de la cultura humana, pero la masculinidad sin la moralidad es peligrosa, pero tenemos prácticas sociales, sin embargo.
El enfoque tradicional para civilizar un hombre joven es educarle el carácter, desarrollar su sentido del honor, ayudarle a convertirse en una persona considerada y con buena conciencia, en pocas palabras, convertirle en un caballero. Esto es importante, respeta su masculinidad, su naturaleza masculina, no necesita que el niño juegue con muñecas o que aprenda a hacer punto o que está sentado en un círculo hablando sobre sus sentimientos, no hay que hacer nada de esto para civilizar a un chico.
Sin embargo, y una vez más, en cuanto a las niñas, las niñas necesitan que se les eduque su
carácter tanto como a los chicos, las chicas pueden ser muy crueles, pueden ser abusonas. Hace
unos años hubo una profesora estupenda que escribió un libro, un best seller sobre las aulas, escribió sobre los chicos jugando el juego imaginativo de los niños, con muchos conflictos, muchas peleas, y dijo, ―parece que las niñas sean muy tranquilas y muy monas, en lo que está ocurriendo en su rincón de las muñecas‖. Pero las miró más cuidadosamente y se encontró que realmente no era tan mono ni tan gracioso, era más tranquilo, efectivamente, pero había muchos celos y mucha agresión emocional entre las niñas.
Así que con los chicos tenemos lo físico pero con las chicas tenemos lo psicológico, en cuanto al abuso, que puede ser incluso peor. Así que esta profesora llegó a la conclusión, esto es sentido común, ésta profesora dijo, ―tanto los niños como las niñas necesitan que se les guíe
cuidadosamente para convertirse a personas con conciencia y bondadosas‖. Comprendió que eran diferentes, pero iguales; iguales, pero diferentes.
Ya voy a concluir diciendo, que admiro enormemente y estoy de acuerdo con vuestra filosofía de la educación –como he dicho antes- el elegir los colegios separados para vuestros hijos. No sois reaccionarios, realmente lo que sois es progresivos, sois unos visionarios, no os sorprendáis si un grupo enorme de expertos llegan de los Ángeles o de Houston o de Atlanta para ver qué es lo que estáis haciendo aquí en los colegios de Fomento. Quiero daros las gracias por haberme dejado ser parte de las celebraciones de vuestro Cuarenta Aniversario, quiero daros la enhorabuena por vuestros magníficos colegios, porque cuando organizaciones como la vuestra tienen éxito, cuando
las organizaciones como Fomento de Centros de Enseñanza crece, así crecemos todos los demás. Muchas gracias.
Cómo hacerle frente al estrés
Por Ma. del Rosario G. Prieto Eibl
"Señor, dame el coraje para cambiar las cosas que debo, serenidad para aceptar las que no puedo cambiar y sabiduría para reconocer la diferencia" Reinhold Niebuhr.
¿Estás estresado? Toma unos instantes saberlo… acaso: ¿sientes angustia? ¿te duele la cabeza? ¿te sientes cansado? ¿tienes insomnio o duermes de más? ¿comes en demasía o te sientes inapetente? ¿te da flojera todo o más bien eres un activista que no sabe quedarse quieto? ¿gritas con facilidad? ¿te exaspera hasta el más mínimo error? ¿te sientes irritable? ¿estás deprimido? ¿te duele todo el cuerpo o alguna parte en específico? ¿sufres colitis? ¿migraña? ¿te enfermas con facilidad?… éstas y más preguntas podríamos hacernos para detectar si estamos inmersos en un estado de estrés.
Pero… ¿Qué es el estrés?
El estrés es un fenómeno que se presenta cuando las demandas de la vida se perciben demasiado difíciles. La persona se siente ansiosa y tensa y en ocasiones se percibe mayor rapidez en los latidos del corazón.
Es inevitable experimentar cierto grado de estrés en la vida y en las ocasiones apropiadas resulta benéfico. No obstante, demasiado estrés es peligroso para la salud en general, ya que se alteran en forma prolongada y perjudicial las funciones de muchos sistemas del organismo.
El estrés causa la ansiedad, que en pequeñas cantidades es positivo y saludable porque nos mueve
a hacer las cosas bien, pero si cada cosa pequeña nos pone ansiosos y nerviosos este estrés pasa a ser negativo y nocivo.
El estrés es una defensa natural del organismo que se encuentra dentro de nosotros mismos y que sirve para hacer frente a demandas excepcionales de experiencias difíciles en nuestra vida diaria, es también un importante aumento en el nivel de activación fisiológica y cognitiva con recursos también excepcionales. El estrés es la respuesta general del organismo ante un estimulo agobiador o situaciones de amenaza física.
¿Por qué se produce el estrés?
Como hemos dicho, en principio, se trata de una respuesta normal del organismo ante las situaciones de peligro. En respuesta a las situaciones de emboscada, el organismo se prepara para combatir o huir, mediante la secreción de sustancias como la adrenalina, que se disemina por toda la sangre y es percibida por receptores especiales en distintos lugares del organismo, que responden para prepararse para la acción: Es entonces cuando el corazón late más fuerte y rápido,
las pequeñas arterias que irrigan la piel y los órganos menos críticos (riñones, intestinos), se contraen para disminuir la pérdida de sangre en caso de heridas y para dar prioridad al cerebro y los órganos más críticos para la acción (corazón, pulmones, músculos). Los sentidos se agudizan y la mente aumenta el estado de alerta.
El estrés, en condiciones apropiadas es bueno para nosotros, como por ejemplo: si estamos en
medio de un incendio, nos ataca una fiera, o un vehículo está a punto de atropellarnos, porque los cambios provocados por el estrés resultan muy convenientes, ya que nos preparan de manera instantánea para responder oportunamente y poner nuestra vida a salvo. Muchas personas en medio de situaciones de peligro desarrollan fuerza insospechada, saltan grandes obstáculos o realizan maniobras prodigiosas.
Efectos del estrés en nuestra vida
El estrés que, en situaciones apropiadas puede salvarnos la vida, se convierte en un enemigo mortal cuando se extiende en el tiempo. Para muchos, las condiciones de hacinamiento, las presiones económicas, la sobrecarga de trabajo, el ambiente competitivo, etc., son circunstancias que se perciben inconscientemente como amenazas.
Esto les lleva a reaccionar a la defensiva, tornándose irritables y sufriendo consecuencias nocivas
sobre todo el organismo pues eleva la presión sanguínea (hipertensión arterial), nos hace susceptibles a los resfriados, trastornos respiratorios, aumenta el riesgo de los problemas de los trastornos cardiacos, diabetes, asma, colitis y cáncer. gastritis y úlceras en el estómago y el intestino, disminución de la función renal, problemas del sueño, alteraciones del apetito,
agotamiento, entre otros.
Veamos por ejemplo, el efecto del estrés en el trabajo ―Dicen los estudios norteamericanos que un 13% de los directivos padece trastornos emocionales graves debidos al trabajo; y mientras en Estados Unidos se pierden diez millones de horas de trabajo por huelgas, se pierden cuarenta millones por estrés y otras alteraciones similares. ¿Cómo es posible?‖ Carlos Moreda de Lecea
Por otra parte, el efecto del estrés en el matrimonio y en la familia ―Cada vez es más frecuente que las familias ya ni se vean, ni se hablen, ni convivan, pues nadie tiene ni tiempo, ni ganas de hacerlo. Todos y cada uno están en sus ocupaciones y si no, tratando de descansar unos momentos antes de enrolarse nuevamente en alguna otra actividad.
¿Qué hacer frente al estrés?
Es más fácil es detectarlo, el problema es que se deteriora toda nuestra vida poco a poco, podríamos decir que es una muerte lenta, casi imperceptible no por sus efectos sino por sus causas.
Ahora bien, no existe una fórmula sencilla e infalible que pueda "curar" el estrés. Se requieren acciones diversas que permitan reducir las situaciones de sobrecarga. Algunos huyen lejos de una situación estresante, otros pelean por cualquier cosa pequeña, cuando
estos signos ocurren necesitas descansar, retirarte, relajarte. Pregúntate a ti mismo ¿cuál es la causa del estrés? ¿vale la pena realmente excitarme tanto?...la mayoría de las veces no lo vale, no debes tener miedo en tomar decisiones, hay que actuar y enfrentar el estrés. El ejercicio habitual es especialmente útil, pues proporciona una forma de escape para la agresividad y la tensión, mejora el funcionamiento cardiovascular y genera un estado placentero de relajación después de cada práctica.
La relajación es conveniente para aliviar el estado de tensión muscular que ocurre inconscientemente durante el estrés. Los músculos, especialmente cervicales(de la nuca) y lumbares (de la cintura), se contraen en forma prolongada y generan dolor. Este dolor produce incomodidad y dificulta el desempeño de las tareas, generando más estrés.
También se aconsejan terapias de aprendizaje para el autocontrol de conductas especificas que
permitan modificar el medio ambiente o para que facilite la aparición de conductas deseadas por ejemplo dejar de fumar; practicar deportes no agresivos; abstinencia de alcohol, tabaco, drogas; control mental cambiando los pensamientos negativos por positivos; entre otros.
12 consejos prácticos para hacer frente al estrés:
1. Sé realista en lo que puedes y no puedes hacer, las metas ambiciosas son causas
frecuentes de estrés. 2. Consigue reposo adecuado, establezca una hora regular para dormir. 3. Evita apurarte y preocuparte. 4. Controla tus emociones, decide si las circunstancias valen la pena para angustiarse. 5. No recurras al alcohol, a drogas o la automedicación. 6. No mantengas los sentimientos dentro de ti mismo, identifica los errores y conversa con
algún amigo. 7. Toma decisiones no aplaces lo que tienes que hacer o decir. 8. Trata de seguir rutinas, evita la desorganización 9. Desarrolla un sentido del humor cuando las cosas no vayan bien 10. Cuando te sientas apurado, emplea una técnica de relajación como respirar profundo,
detenerte un momento y mirar al cielo, etc. 11. Come comidas bien balanceadas y busca dormir tus 8 horas diarias.
12. Tómate un tiempo para ti y haz algo hermoso que te guste como salir a caminar, hablarle por teléfono a una persona querida, de vez en cuando ir al cine o a cenar con amigos, etc.
Abandonarse en los brazos de Dios
El hombre es un ser vivencialmente perfectible e inacabado, con un deseo incontenible de desarrollo. Como ser incompleto y en proyecto, es consciente de que en él reside el deseo-tensión de ser más, de llevar a plenitud sus capacidades personales y desarrollar lo más y mejor posible su ser.
Este deseo de mejora y de alcanzar la mayor perfección dentro de su imperfección humana, muchas veces le lleva a un estado de tensión en el que por las circunstancias cotidianas en la casa, en la escuela, en el trabajo, con la familia y amigos se vuelve dañino y va poco a poco acabando
con la vida propia, afectándonos de una manera terrible y no solo a nosotros sino a los que nos rodean; convirtiendo y transformando nuestro vivir en un difícil camino que recorrer, llenos de angustia y caras largas.
Hemos visto ya algunas posibles soluciones como terapias, ejercicio físico, autocontrol y otras. Sin
embargo, no podemos dejar de lado lo más importante, pues la respuesta cristiana o la solución cristiana ante el estrés es la esperanza y el abandono en las manos de Aquel que ante todas las circunstancias de vida, está con nosotros. Dios Nuestro Señor nos acompaña, El nos conoce, sabe quienes somos, a dónde vamos, nuestros alcances y limitaciones, El nos dio y nos da la vida a cada instante como un regalo no para sufrirlo como cuando vivimos en estrés, sino para llenarlo de amor y felicidad en el diario vivir con las tareas y problemas propios de la cotidianidad.
La clave es el ―Abandono en las manos del Padre‖. Problemas siempre habrá, nunca faltará tráfico,
horas extra, pendientes, cambios de última hora, disgustos, imprevistos, situaciones desconocidas, enfermedades, separaciones, etc. Lo verdaderamente importante es la actitud y lo que hacemos nosotros frente a estas situaciones difíciles; humanamente habrá que poner los medios necesarios para solucionar las cosas, pero nunca olvidar que el Padre nos ama y que su amor es infinito.
El todo lo ve, todo lo sabe, todo lo puede y como Nuestro Padre amoroso nunca nos abandonará;
por lo que podemos concluir que la presencia de aquel estrés que va acabando con nuestra alegría, nuestras sonrisas, nuestro optimismo, nuestro equilibrio es falta de esperanza y confianza en Dios. No olvidemos que no lo podemos todo, que precisamente somos seres imperfectos llamados a la perfección, recordemos que en el camino de la vida no estamos solos y que ―Jesús pide un
abandono filial en la providencia del Padre celestial que cuida de las más pequeñas necesidades de sus hijos: ―No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?... Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura‖(Mt 6,31-33).", CIC, no 305.
Tenemos que tener cuidado ya que "Los hombres de hoy día viven hacia afuera, olvidando la vida interior», como afirma el eminente psicólogo español José Luís Pinillos. Es imprescindible la reflexión serena de la mente, la mirada limpia y profunda que escudriñe nuestros afectos, sentimientos y actitudes, a fin de llevar la paz y el equilibrio a nuestro espíritu, proyectando nuestra existencia desde la autenticidad del más puro y noble entendimiento con nosotros mismos.
La forma de ver tanto la propia realidad como la realidad de los demás dependerá de la guía interior, que sirva de punto de referencia a nuestras conductas. Y además no quedarnos ahí, confiando en nuestras fuerzas pues "Cristo nos invita al ABANDONO filial en la providencia de nuestro Padre celestial y el apóstol san Pedro insiste: "Confiadle todas vuestras preocupaciones pues él cuida de vosotros" [1Pe 5 7 .]" 322.
Motivar al alumno: ¿para qué?
Motivar al alumno… Antes de plantearse este asunto hay que saber para qué queremos motivar a nuestro alumno. No será lo mismo motivarle para que sea el más fuerte de la clase que motivarle para que sea el más ―simpático‖, para que sea el número 1...
Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, motivar es dar causa o motivo para alguna cosa.
Conviene precisar que la educación engloba tanto la dimensión física como la intelectiva y la espiritual de la persona, por ello no son excluyentes. Al fin y al cabo los hombres somos una
unidad. No obstante no parece que estén al mismo nivel para ser felices la dimensión biológica que la espiritual (con un buen cocido puedo estar satisfecho pero no feliz, ayudando a un amigo que lo necesita conozco la felicidad).
Normalmente en el actuar humano, el primer impulso que nos mueve a hacer algo es ―me apetece/no me apetece‖, ―me produce placer o dolor‖. Esto ni es bueno ni es malo, sencillamente es así. El actuar humano se diferencia del animal en que una vez se tiene esa sensación se decide en función de si es bueno o malo para la persona, ese es un acto humano propiamente dicho.
En este escrito vamos a referirnos a la motivación para hacer el bien. Estaremos de acuerdo en que será la mejor manera de ayudar a nuestros alumnos a ser más felices.
Motivar para hacer el bien es sinónimo de dar razones para vivir y aunque parezca que esto queda
muy lejos para niños , no es así. No hace falta esperar a tener 50 años y una depresión de caballo para dar razones para vivir.
Nuestros alumnos necesitan vivir en un ambiente de optimismo y esperanza, por ello la educación que les demos debe reunir esas características. Esto se consigue con el ejemplo y la
forma de vida, no solo con charlas. Cómo afrontemos los posibles problemas que se plantean en la vida marcará como los afronten ellos.
Fomentar autoimagen positiva
Debemos empezar desde muy pequeños fomentando una imagen propia positiva. Los niños no se
conocen a sí mismos. La imagen que tienen de sí mismos es la que los mayores les transmitimos. Un niño al que se le repita que es mentiroso, desordenado, etc.... terminará creyendo que ―es
―mentiroso y por tanto continuará mintiendo porque de esa manera cumple su papel. A quien miente habrá que decirle que ha mentido y que eso no es bueno.
La imagen positiva va muy unida a la motivación. Cuanto más nos queramos mas seremos capaces de hacer. Es una secuencia de comportamiento, si haces algo bien y te lo reconocen y animan tendrás ganas de repetirlo, si lo haces mal y te apoyan y ayudan a hacerlo bien tendrás ganas de repetirlo, y todos podemos hacer bien alguna cosa. Unida a la motivación está la exigencia. Es imposible motivar si no se exige, los formadores debemos exigir amorosamente. Los niños de estas edades necesitan tener una seguridad y saber hasta donde se puede llegar.
Para que la exigencia sea efectiva deberá ser un estilo las 24 horas del día pero dosificada a la hora
de ponerlo en práctica. Debemos ser exigentes en pocas cosas, en aquellas que consideremos más importantes, y en esas no ceder. Otras serán negociables.
La exigencia va unida a la autoridad. Los formadores debemos ejercer la autoridad, nuestros
alumnos tienen derecho a que así sea. Pero no una autoridad déspota sino basada en el prestigio personal de quién la ejerce y ejercida como un servicio al niño.
¿En que debemos exigir?
Básicamente en los hábitos que conducen a las virtudes. En cuestiones de orden, de sinceridad, de
obediencia, de laboriosidad. Exigir en estos hábitos hará que de mayores vivan más fácilmente las virtudes, y por tanto, les resulte mas fácil ser felices.
También es importante educar para el fracaso porque antes o después tendrán alguno, de la misma manera que es importante educar para el dolor, lo queramos o no existe.
Tipos de motivación
La más primaria y básica es “me apetece/no me apetece”. Este tipo de motivación es primaria porque en ella no intervienen las dimensiones ―nobles‖ del hombre, hacer las cosas porque apetece
no lleva a la felicidad sino más bien por una cuesta a la ―animalización‖ del hombre y a la
frustración, no contempla el bien integral sino solo el aspecto biológico.
Otro tipo de motivación es el “ego”, que me alaben, que me aplaudan. Ser el número uno, llevar las mejores marcas encima, etc. Este tipo de motivación es positiva si se sabe dosificar ya que el ser considerado aumenta la autoestima. No es malo por tanto alabar al alumno cuando hace algo bien, por el contrario es positivo siempre y cuando no le haga caer en la vanagloria y el desprecio a los demás.
Motivar por los demás, por amor. Es un tipo de motivación que es muy efectiva en estas edades. Ayudarles a obedecer por amor a mamá, a papá, a ser generosos con los hermanos por amor, que experimenten la felicidad que se vive al ayudar a otros. Esta es una edad estupenda para que
conozcan y sensibilicen ante las personas que pasan necesidad, sin obsesionarles pero que comiencen a abrir los ojos al mundo que les rodea.
Motivar por Dios. Sus actuaciones pueden estar movidas por amor a nuestro Padre del Cielo, que
nos quiere con locura y quiere que le ayudemos en la tierra, habrá que enseñarles a vivir esto y por lógica lo deberemos vivir los padres.
Lo que vale la pena, cuesta. Esta frase puede resultarles de ayuda. Explicarles que tras el esfuerzo llega la alegría del deber cumplido. Ya tienen que trabajar en serio y muchas veces no les apetece, se distraen, etc. Se pueden aprovechar los deberes que les mandan para casa para ir ayudándoles a ser laboriosos, limpios en el trabajo. Darles razones para que esto sea sí es motivarles, ayudarles y alabarles, decirles lo que esperamos de ellos es motivarles, corregirles con cariño es motivarles.
Los premios y castigos son un medio para educar, se deben utilizar poco y de una manera gradual. Siempre es mas efectivo utilizar mas la alabanza que el reproche y ensalzar el bien mas que odiar el mal, y sobre todo el ejemplo.
Tomado de la Página www.catholic.net
¿Enseñanza o educación? Los padres los primeros responsables Por Borja Martínez de Bedoya
Con motivo del regreso al colegio vale hacer una reflexión sobre la labor educativa. Las instituciones, los profesores y los padres somos conscientes de la responsabilidad que tenemos al participar, de una manera u otra, en la formación de las próximas generaciones. Actualmente, por
el pragmatismo que nos inunda, parece que lo prioritario, y casi lo único importante, es conseguir que los hijos tengan buenas calificaciones en los exámenes, sepan idiomas y, a ser posible,
practiquen un deporte o toquen un instrumento musical. Todo esto está muy bien, pero es incompleto; falta lo más importante: su educación como personas.
Es bueno el afán por ser cada vez más eficaces en la transmisión de conocimientos, pero no basta. Si miramos el diccionario veremos que educar abarca algo más: es «desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales del niño o del joven por medio de preceptos, ejercicios y ejemplos, etcétera». Es decir, la labor educativa es más amplia que la puramente intelectual y en esta tarea debemos estar todos comprometidos, tanto los padres, como los profesores y los alumnos.
Los padres son los primeros responsables de educar a sus hijos y, sin embargo, a veces parece que
lo olvidamos. Hoy en muchas familias el padre y la madre trabajan fuera de casa, los niños están desde una edad muy temprana en el colegio y sin querer se acaba por delegar en los profesores
muchas funciones no estrictamente académicas; por ejemplo, enseñarles a comer, a comportarse, a ser ordenados, etcétera.
Es cierto que también en esto el colegio es una gran ayuda, pero sin perder de vista que es una tarea que corresponde primeramente a los padres. Ellos han de ser los más interesados en educar
en valores como la solidaridad, el respeto, la justicia, la igualdad, etcétera. ¿Quién no quiere que su hijo sea una persona leal, honrada, generosa, sincera, trabajadora… en definitiva, que sea feliz? Ahora bien, esto requiere un esfuerzo, ya que los hábitos sólo se adquieren si sabemos animar, exigir y corregir una y otra vez, sin cansarse, hasta lograrlo.
Profesor, figura clave
Hablando ahora de la labor del profesor, estaremos de acuerdo en que es una figura clave en la educación. Se pone bajo su cuidado algo enormemente valioso y se le pide entrega y dedicación. Es una cuestión vital recuperar el prestigio y la autoridad que han tenido siempre los buenos maestros. Una persona tiene autoridad cuando se reconoce socialmente su saber y su valor. Ante
los alumnos la autoridad hay que saber ganársela con el hacer diario en el aula, en los pasillos y en la relación con los padres en las tutorías y reuniones. Los profesores lo sabemos y procuramos
actuar en consecuencia, pero necesitamos también y agradecemos el respaldo de quienes nos han confiado esa labor: los padres, las autoridades educativas y, en definitiva, toda la sociedad.
Hoy se habla de la importancia de tener buenos modelos. Cualquier profesor o profesora, lo quiera o no, imparta una materia u otra, pasa muchas horas delante de sus alumnos y su ejemplo puede ser muy valioso. Hace unos años la directora de un 'berritzegune' hacía una reflexión en esta línea a los directores de los colegios de su zona. De cara al nuevo curso proponía trabajar en cómo transmitir, qué medios utilizar y qué experiencias se podían compartir para educar correctamente
en las virtudes y los valores, pero en esa misma reunión hacía ver que eso conllevaba un compromiso personal, ya que no se puede enseñar estas cosas sin ir por delante.
Los profesores debemos dar ejemplo de las virtudes que queremos transmitir a los alumnos.
Evidentemente esta necesidad de ser modelos vale también para los padres. Familia y colegio deben trabajar unidos.
Sacar de cada alumno lo mejor
Por último hemos de hablar también de los alumnos. Todo el empeño que se ponga desde los
distintos ámbitos será baldío si ellos no colaboran y esto exige dos cosas: que estén motivados y que sepan exigirse. Para motivar hay que conocer bien al alumno y saber cuáles son sus puntos fuertes, porque todos los tienen.
Howard Gardner, el padre de la teoría de las inteligencias múltiples, sostiene que la inteligencia no se mide sólo por unos parámetros restringidos sino que tiene muchas facetas: cognoscitiva, emocional, plástica y visual, etcétera. Una de las consecuencias de la aplicación de esta teoría al mundo escolar es el esfuerzo por sacar de cada alumno lo mejor de sí mismo y para eso tenemos que descubrir cuál es su inteligencia dominante para, a través de ella, conseguir una mayor motivación y la autoestima necesaria.
Lo puede faltar tampoco, como hemos dicho, el esfuerzo del estudiante. El que quiere conseguir unas metas altas se exige y se priva de muchas cosas. Un buen deportista no sólo se entrena,
cuida también su alimentación y su descanso, y muchas veces no hace lo que le apetece, aunque le cueste. También el estudiante que aspira a los mejores resultados intelectuales y humanos ha de conseguir esa unidad. Unidad que por desgracia les falta a algunos jóvenes brillantes. Dedican cinco días al trabajo y al estudio y pasan el fin de semana sin otro objetivo que 'el botellón'. Así no se puede llegar muy lejos, se puede ir tirando, pero nada más.
No hemos de tener miedo a plantear a los jóvenes metas exigentes. Los alumnos llegarán tan alto como nosotros se lo propongamos, ya que son capaces de sacrificarse por lo que vale la pena. Todo dependerá del objetivo que les señalemos, que estará en relación con la confianza que tengamos en ellos. Benedicto XVI ha reunido a una multitud de jóvenes que acudieron a Colonia, y
ellos sabían que no les iba a poner las cosas fáciles. Tal vez sea un buen ejemplo ahora que comienza el nuevo curso académico.
Artículo publicado en El Correo
Educación mixta. Educación diferenciada Conoze.com
María Calvo Charro
Es cierto e innegable que la coeducación fue un triunfo y una necesidad en un determinado momento histórico en nuestro país, en el que la mujer estaba relegada a un segundo plano y cuya educación iba destinada a convertirla en un ser dependiente y débil (tal como proponía Rousseau en su libro Emilio o De la educación, 1762).
En España la educación mixta comienza a ser propuesta a finales del siglo XIX, cuando la mujer tenía una posición sumamente debilitada en la sociedad y resultaba preciso ensalzarla e igualarla
de algún modo con el hombre. Destaca en este sentido, Emilia Pardo Bazán, que como Consejera de Instrucción Pública, propuso en el Congreso Pedagógico de 1892 la coeducación a todos los
niveles, con el objeto de superar la división de funciones asignada a hombre y mujer. Esta propuesta no fue finalmente admitida.
Por fin, la enseñanza mixta se impuso en 1984 en todos los centros públicos, desde el gobierno, sin debate y sin una fundamentación pedagógica, y así sigue hasta la actualidad, convertida en un dogma intocable. Los colegios mixtos públicos son el modelo único y obligatorio, encumbrados sin, al parecer, demasiadas reflexiones o estudios que lo justifiquen.
Sin embargo, ante el abrumador fracaso escolar que estamos padeciendo, en los países desarrollados de nuestro entorno este dogma comienza a ser seriamente cuestionado (especialmente por el neofeminismo y sectores de la izquierda). La razón de esta nueva tendencia se encuentra en décadas de investigación en la neurociencia, en endocrinología genética, en
psicología del desarrollo que demuestran que las diferencias entre los sexos, en sus aptitudes, formas de sentir, de trabajar, de reaccionar, no son sólo el resultado de unos roles
tradicionalmente atribuidos a hombres y mujeres, o de unos condicionamientos histórico-culturales, sino que son innatas. En palabras de Cristina Hoff Sommers (Doctora en Filosofía de la Universidad de Brandeis) conocida defensora de los derechos de la mujer y del movimiento feminista americano: «se puede decir que es como el hardware, no es un software impuesto por la
sociedad». Por ejemplo, en Francia la coeducación comenzó a cuestionarse seriamente a partir de la publicación del controvertido libro del sociólogo (especialista en temas de adolescencia, juventud y familia) y miembro del Centre National de la Recherche Scientifique (CNRC), Michel Fize: «Las trampas de la educación mixta» (2003). En el se expone cómo la educación mixta en el país galo no ha conseguido asegurar la igualdad de oportunidades ni de sexos.
Definitivo resulta asimismo el informe presentado en Suecia, en julio de 2004, por encargo del Gobierno, por la parlamentaria Chris Heister, presidenta de la Comisión para el Estudio de la Educación, titulado: «Todos somos diferentes». En él se afirma que el fracaso de la educación actual radica en el empeño por despreciar las diferencias entre los sexos. El informe acaba
recomendando que se organicen clases solamente con niños o niñas, porque no es lícito imponer conductas o modelos educativos idénticos a ambos sexos.«Le Monde de l´Education» señaló, en un dossier dedicado al estudio de esta nueva problemática (2003), la preocupación de los sectores educativos por la inadaptación de los chicos. A igual edad y condiciones, el rendimiento escolar es muy superior entre las niñas (especialmente entre los 12 y 16 años). El fracaso escolar entre los chicos les hace padecer un complejo de inferioridad que a su vez provoca una difícil relación y aumenta la tensión con el sexo opuesto. Los varones tienen otros tiempos de desarrollo diferentes
a los de las chicas. Pretender igualar organismos desiguales es injusto y trae nefastas consecuencias.
En Francia; Canadá; Suecia; Reino Unido; Alemania; Australia; Japón; Estados Unidos, se propugna como moderno y progresista la instauración de los colegios públicos diferenciados, como alternativa a los colegios mixtos. Sin embargo, en España continuamos con el lamentable reduccionismo ideológico que considera intrínsecamente malo y machista la existencia de colegios
para la educación de un único sexo. Estos son calificados sin fundamento como sexistas, discriminadores y antisocializantes. Se confunde igualdad con igualitarismo.
Es necesario reconocer la realidad de las distorsiones que presenta el sistema y que se agravan
seriamente en centros escolares ubicados en zonas socialmente desfavorecidas.
Para ello hay que prescindir de criterios ideológicos y morales y aceptar el curso de los acontecimientos. Como señala Michel Fize, la enseñanza mixta no es un principio intangible del derecho escolar, es un instrumento para dos combates de fondo de nuestra sociedad: la igualdad de oportunidades y la transmisión de valores fundamentados en el respeto y la tolerancia. Lo importante es ver si está sirviendo para ello.
En definitiva, la educación diferenciada, aunque no es ni mucho menos la única solución a los problemas del fracaso escolar en España, sí puede ser un paso más hacia una enseñanza de calidad. Sin embargo, a pesar de ser la opción por la que están apostando los países más
desarrollados de nuestro entorno, aquí en nombre de una neutralidad laica el sistema educativo no deja espacio para las diferencias. En España, lo moderno es lo obsoleto.
Fortaleza y claridad interior Por Alfonso Aguiló
Si de verdad vale la pena hacer algo, vale la pena hacerlo a toda costa.
G. K. Chesterton
Independencia personal
Todos hemos venido al mundo como niños totalmente dependientes de otros. Hemos sido dirigidos,
educados y sustentados por otros durante bastante tiempo, y está claro que si no hubiera sido así no habríamos vivido más que unas pocas horas, o a lo sumo unos pocos días. Después, nos fuimos haciendo cada vez más independientes. Se podría decir que nos fuimos haciendo cargo gradualmente de nosotros mismos.
Una persona con una dependencia física (un paralítico o un enfermo de Alzheimer, por ejemplo), necesita ayuda de los demás. Una persona que sea muy dependiente emocionalmente, tomará sus decisiones y se sentirá segura muy en función de la opinión de los demás, de lo que otros piensen de él. Una persona que sea muy dependiente intelectualmente, cuenta con que otros piensen y decidan por él ante los principales problemas de su vida.
En cambio, una persona independiente se desenvuelve por sus propios medios, tiene su propia opinión sobre las cosas y sus propias pautas para la construcción de su vida.
—Parece claro que la independencia es un logro importante en la vida, pero debe tener también su justa medida, porque ser absolutamente independiente no parece que tampoco sea el gran paradigma de la existencia.
Naturalmente. Entre otras cosas, porque –como señala Stephen Covey– los más altos logros de nuestra naturaleza tienen siempre que ver con nuestra relación con los demás: la vida humana es
de por sí interdependiente, y por esa razón hay que encontrar un equilibrio adecuado, una justa medida entre ambos extremos erróneos.
Podría decirse que la sensibilidad de nuestra época ha entronizado a veces de modo exagerado la independencia, como si fuera la más grande meta humana y una garantía segura de felicidad. Sin embargo, un exagerado o mal entendido afán de independencia puede en muchos casos acabar en dependencias mucho más amargas.
Por ejemplo, la que se ve en esas personas que abandonan su matrimonio y sus hijos en nombre del amor y la independencia, aunque en el fondo lo hacen por razones egoístas bastante fáciles de suponer. O la de aquellos que desatienden a su familia, o traicionan a sus amigos, o renuncian a
sus principios, en razón de un desmedido afán de afirmación personal en su trabajo, por ganar más dinero o alcanzar mayores cotas de poder. O la que se ve en aquellos otros que hablan de romper las cadenas, liberarse, vivir la propia vida..., y en realidad están con ello sujetándose a otras cadenas que suponen dependencias mucho más fuertes, porque son dependencias que están en su interior: en una búsqueda egoísta de placer o comodidad, en una renuncia a enfrentarse a la propia responsabilidad, o en echar la culpa a los demás de todo lo que les resulta difícil en sus vidas.
La independencia personal nos hace actuar por cuenta propia, en vez de entregar a otros el control
de nuestra vida, y eso es un logro muy importante. Pero no es suficiente como meta final de una vida.
Hay que añadir siempre a la independencia una buena dosis de sensatez y buen criterio,
para tampoco caer en la idiotez independiente, que por ser independiente no deja de ser idiota.
La vida, por naturaleza, es interdependiente. El hombre no puede buscar la felicidad poniendo la independencia como valor central de su vida. De entrada, porque cualquier logro en la vida afectiva de una persona pasa necesariamente por depender en cierta manera de su mujer, su marido, sus hijos, sus amigos, su proyecto profesional, etc.; y todos también necesitamos depender de unos principios, ideales y valores que dan sentido a nuestra vida.
En definitiva, se puede ser independiente y comprender que se avanza más trabajando en equipo, que necesitamos enriquecer nuestro pensamiento con el de otras personas, que hay que ser fiel a unos valores acertados, o que todo hombre necesita dar y recibir afecto. La vida ha de plantearse
buscando compartirla profunda y significativamente con otros, y esto supone siempre un contrapunto ante un afán de independencia mal entendido.
Autoestima
Como ha señalado Miguel Ángel Martí, a veces parece como si sólo existieran dos tipos de
personas: unas que se sobrevaloran, cayendo así en actitudes más o menos engreídas o prepotentes; y otras que se infravaloran, que únicamente son capaces de ver en su personalidad los aspectos negativos y las deficiencias, y con eso su relación con ellos mismos es autodestructiva, se sienten culpables de todos sus fracasos, aunque estos se deban a factores externos, y esto les lleva a una cruel inseguridad, a valorar siempre más la opinión de los otros que la suya propia.
La falta de autoestima, además, suele conducir a un círculo vicioso de actitudes mentales negativas. Esa persona puede comenzar pensando, por ejemplo, que no será capaz de alcanzar una meta que se ha propuesto, porque tiene la impresión de que rara vez logra lo que se propone. Con esa premisa, se encamina hacia esa meta con talante gris y mortecino, tarde y sin entusiasmo,
con más miedo al fracaso que afán de lograr el éxito. Si luego las cosas no salen y no suelen salir cuando se acometen así–, la experiencia, una vez más, vuelve a reforzar el juicio negativo anterior: de nuevo se ha demostrado que no es posible, que no valgo, que he fallado y que las cosas seguirán igual en el futuro.
En cambio, cuando alguien aprende a respetarse a sí mismo, y a no compararse dañosa e inútilmente con los demás, tiene entonces mayor facilidad para tomar conciencia de su propia singularidad y dignidad. Es decisivo comprender que cada ser humano posee unas virtualidades propias que sólo él mismo –con la ayuda que sea necesaria– puede llegar a hacer rendir, proponiéndose proyectos y metas a las que se siente llamado y que llenarán de contenido su existencia.
—¿Y piensas que fomentar la autoestima puede llevar, de alguna manera, a promover un modelo
de personalidad narcisista?
Puede suceder si no se hace adecuadamente. Por eso hay que plantear la autoestima como un
sensato y equilibrado afecto por uno mismo, que no tiene por qué conducir al egoísmo ni a la vanidad. La autoestima es respeto a la propia persona, convicción de que cada uno es portador de
una alta dignidad como hombre, y comprensión profunda de que cada ser humano es irrepetible y está llamado a realizar en el mundo una tarea que dará sentido a su vida y que nadie puede hacer por él.
Estimarse a sí mismo es necesario para el propio equilibrio interno, y necesita encontrar su justa medida.
Quien se sobreestima, lo hace habitualmente a costa de minusvalorar a quienes tiene a su alrededor, que suelen interesarle básicamente como meros servidores o espectadores. También
para quien se subestima resulta difícil estimar a los demás, y esto provoca con facilidad conflictos personales en el ámbito de la amistad, la familia o el trabajo. Tanto en un caso como en otro, manifiestan un amor propio destructivo y frustrante.
—¿Piensas entonces que son compatibles autoestima y humildad?
Entendidas correctamente, no sólo son compatibles sino que se exigen una a otra. Algunas
personas consideran que son excluyentes porque imaginan que la autoestima es una tonta y arrogante sobrevaloración propia, o porque piensan que la humildad es algo tan simple como tener una mala opinión acerca de los propios valores y talentos. La verdadera humildad no es una absurda simulación de falta de cualidades: la humildad no puede violentar la verdad, no está en exaltarse ni en infravalorarse, sino que va unida al conocimiento propio, a la sinceridad, a la sencillez y a la naturalidad.
—Pero las personas de mucho talento tienen más fácil caer en la vanidad o la egolatría...
No estoy muy seguro de eso. A veces tengo la impresión de que las actitudes vanidosas o ególatras no son cuestión de mucho o poco talento, sino que son más bien un problema de falta de virtud, educación y sentido común. Es más, podría incluso decirse que las actitudes engreídas revelan, en cierta manera, poca cabeza: porque con todo ese tórrido presumir suyo (casi siempre por talentos
que han recibido sin ningún mérito propio) hacen el ridículo y sólo logran producir rechazo en los demás, lo que quizá viene más bien a mostrar que todo ese supuesto talento es bastante escaso.
Aprender a fracasar
El conocido estadista británico Winston Churchill aseguraba que el éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperarse.
Nadie puede decir que no fracasa nunca, o que fracasa pocas veces. El fracaso es algo que va
ligado a la limitación de la condición humana, y lo normal es que todos los hombres lo constaten con frecuencia cada día.
Por eso, los que –por llamarlo de alguna manera– triunfan en la vida, no es porque no fracasen
nunca, o lo hagan muy pocas veces: si triunfan es porque han aprendido a superar esos pequeños y constantes fracasos que van surgiendo, se quiera o no, en la vida de todo hombre. Por el contrario, los que –por seguir con el mismo lenguaje– fracasan en la vida, son aquellos que con cada pequeño fracaso, en vez de sacar experiencia, se van hundiendo un poco más.
Por eso quizá el aprendizaje más duro de la vida sea el de la decepción: aceptar que las cosas no son como las queríamos, como las pensábamos o como nos las habían contado. En cierta manera, triunfar es aprender a fracasar:
El éxito en la vida viene de saber afrontar las inevitables faltas de éxito del vivir de cada día.
De esta curiosa paradoja depende en mucho el acierto en el vivir. Cada error, cada descalabro, cada contrariedad, cada desilusión, lleva consigo el germen de una infinidad de capacidades humanas desconocidas, sobre las que los espíritus pacientes y decididos han sabido ir edificando lo mejor de sus vidas.
Por otra parte, es positivo –además de natural– que notemos con intensidad el peso de nuestros errores: si no fuera así, quizá sería mucho más difícil que nos corrigiéramos.
—Pero de los errores también hemos de aprender a ver cuáles son nuestras limitaciones, para no estar dándonos golpes contra lo mismo toda la vida...
Sin duda, porque si nos empeñamos en pedirle a la vida lo que ésta no puede dar, surgirá en nosotros un sentimiento de permanente y continua frustración. Es positivo ser ambicioso en los
deseos, si son nobles, pues llenarán de luz nuestra existencia. Pero no podemos perder de vista nuestra limitación: proponerse metas desproporcionadas produce insatisfacción y desencanto.
A lo mejor, por ejemplo, habíamos idealizado nuestro trabajo, nuestra vida familiar, o a nuestros amigos, casi sin darnos cuenta; y en un momento dado, al encontrarnos ante la dura realidad, surge irremediable en nosotros una profunda sensación de fracaso.
En esos casos, lo que a veces nos falta
es algo tan simple como aprender a encontrar satisfacción en las cosas ordinarias de la vida.
Algunos lo descubren demasiado tarde, cuando ya no queda casi tiempo para vivir, y han consumido sus mejores años en un estado de permanente ansiedad.
Capacidad de ilusionarse
La ilusión vuelvo a glosar a Miguel Ángel Martí– constituye una manera de vivir de unas personas determinadas:
Son esos hombres y mujeres que,
de una forma habitual, encuentran diariamente motivos para ilusionarse.
Se suele decir que son personas de temperamento alegre, tienen capacidad para ilusionarse con las cosas. Es algo que responde a una actitud básica de su modo de vivir. Son personas de refrescante
y perpetua juventud, que saben encontrar, en lo que otro ve tal vez la monótona repetición de un acto, una ocasión para disfrutar de la vida.
La ilusión está presente en los más variados ámbitos de nuestra vida, iluminándola y llenándola de alegría. Todos quisiéramos hacer de nuestra vida una existencia ilusionada, libre de planteamientos tristes y ramplones, de cansancios y de desencantos. Todos deseamos aprender de esas personas que han encontrado, a lo mejor casi sin saberlo ellas mismas, el arte de vivir, y lo manifiestan en el
lenguaje vivo de sus ojos, en la frescura de su sonrisa o en los temas de sus conversaciones, que no suelen centrarse en agravios, quejas, ingratitudes o cosas semejantes.
La alegría es como una criatura frágil con la que todos queremos vivir, pues todos quisiéramos ser alegres, pero es una criatura huidiza. Hace falta energía, grandeza de ánimo y finura de espíritu para poseerla, para hacer de la vida algo más que un producto a granel envuelto en una triste
monotonía. Nunca poseeremos la alegría por entero, pero debemos apostar decididamente por ella, porque es una exigencia de nuestra condición de hombres.
El temperamento alegre, como la capacidad de ilusionarse, o la de sintonizar con las alegrías de los
demás, son en buena parte conquistas personales que hay que lograr con esfuerzo.
Debemos hacer todo lo posible para adueñarnos de nuestro humor y no dejarnos llevar a su merced, acostumbrar los ojos a la luz que hay en cada momento de nuestra vida.
Pero hay temporadas en las que casi no hay nada de luz, y es difícil evitar la tristeza.
Es natural que a veces nos invadan sentimientos de tristeza, remordimiento o angustia. Pero todos contamos con la posibilidad de reconducir en bastante grado esos sentimientos. Hemos de buscar dónde está el origen, y según cuál sea, rectificar lo que haya que rectificar, o aceptar serenamente
lo que ya no tenga remedio. Así combatiremos esa carcoma silenciosa e implacable que es la tristeza.
Volviendo al símil de la luz, piensa en las oscuras profundidades del mar, donde no llega ni un rayo de sol y hay una presión abrumadora, en ese ambiente lóbrego y asfixiante de esos parajes
abisales. Allí hay peces que viven sin dificultad. Son ellos los que con su cuerpo luminoso hacen de linterna. El hombre debe saber hacer, cuando sea preciso, como esas criaturas de los abismos: procurar acomodar nuestra pupila a la luz que hay y, si es preciso, hacer de linterna nosotros mismos, sabiendo sobreponernos a los motivos de tristeza.
Capacidad de resolución
Las personalidades tímidas, vacilantes, inseguras, suspiran siempre por tener a su lado dictadores,
aunque a veces se revistan de la modesta apariencia de consejeros. ¿Qué debo hacer?, preguntan siempre, con la esperanza de que una receta les libre de cualquier decisión personal. No quieren decidir, no quieren arriesgar, se les hace insoportable la responsabilidad.
Otros son excesivamente razonadores y se ahogan en la perplejidad. Tienen miedo a la realidad. Son individuos que retrasan siempre sus decisiones, porque les paraliza su ansia de seguridad y su terror a asumir riesgos. Siempre les parece que aún no han reflexionado suficientemente.
Quizá son personas que fueron educadas con excesiva dureza, o con excesiva blandura, que sufrirán mucho en su vida a consecuencia de ese apocamiento de carácter. Es como si hubieran quedado heridas en el núcleo de su personalidad, con unas heridas que sangrarán por mucho
tiempo, y que harán difícil asumir el riesgo de sus decisiones personales y superar el desánimo de posibles frustraciones.
Una buena formación del carácter
ha de fomentar tanto las decisiones rápidas como la reflexión, la libertad como la responsabilidad, la pasión como el juicio.
El verdadero consejero, el verdadero educador, jamás debe dejarse seducir por esa especie de compasión que le llevaría a limitarse a prescribir acciones, recetar criterios e imponer conductas. Educar exige ayudar al perplejo a reconocer su verdadero problema, dejándole luego la responsabilidad de tomar él mismo sus decisiones.
Para no quedarse habitualmente paralizados ante la duda, para no tirar la toalla a la primera dificultad, para no cambiar inmediatamente de objetivo en cuanto este se presenta costoso, para todo eso, es preciso educar y educarse en un ambiente de cierta resolución ante los habituales
problemas de la vida.
Para lograrlo, es preciso fortalecer la voluntad, imponerse el cumplimiento de actos que a uno le
cuestan, obligarse a decidir a un plazo determinado, no sustraerse a la realidad, por dura que sea.
Así, poco a poco, la voluntad indecisa se irá consolidando.
Se trata de una cuestión importante, porque la vida de cualquier persona requiere ordinariamente una considerable capacidad de decisión. No hay que olvidar que –como dice J. R. Ayllón–, el gobierno más difícil es el gobierno de uno mismo, que supone colocar y mantener la razón en el vértice de una pirámide donde se amontonan libertades, deberes, responsabilidades, sentimientos, afinidades, deseos, aficiones, e incluso manías y rarezas. Una especie de circo nada fácil de gobernar, sobre todo para las personas indecisas.
Dominio de uno mismo
«Ayer comencé, por quinta vez en este año, un nuevo régimen de comidas. Sé que tengo que perder peso, y estoy empeñado en lograrlo. Me leo todo lo que encuentro sobre este tema. Me
mentalizo. Pienso que voy a lograrlo. Pero todas las veces me pasa igual. A las pocas semanas me vengo abajo. Me parece imposible mantener mis propósitos siquiera unos meses».
Ideas semejantes a estas atormentan con frecuencia la mente de muchas personas, que sufren la angustia de comprobar que son muy poco dueñas de sí mismas, que apenas logran tomar las
riendas de su existencia. Son personalidades un poco flojas, flácidas. Se encuentran enganchadas a la televisión, pesan diez kilos de más, han intentado ya quince veces dejar de fumar, les cuesta una barbaridad levantarse de la cama o de su sillón, apenas prestan atención a nada que exija pensar un poco y, junto a eso, sienten un aburrimiento que les abruma.
¿Y cómo crees que puede combatirse esa situación?
Lo mejor es prevenirla, si es posible, llevando una vida de cierta exigencia. Ya hemos hablado de
los males que tienen su origen en la vida fácil: mediocridad, pereza, falta de dominio sobre uno mismo. Uno de los mayores riesgos del exceso de bienestar es que, como la experiencia nos enseña, muchos terminan quedando bastante dominados por ese bienestar. La seducción de una vida excesivamente cómoda hace que los hombres perdamos a veces un poco esa libertad interior, ese necesario señorío sobre nosotros mismos, convirtiéndonos en esclavos de esas comodidades.
No quiere esto decir que la formación deba conducir a una crispada lucha contra el bienestar. Pero las circunstancias reales en que se mueve el hombre hacen necesario insistir en la necesidad de la
templanza, en el dominio de uno mismo, en saber poner límites a las desmesuradas exigencias de nuestras apetencias personales. La templanza es muy importante para evitar que el bienestar se revuelva contra el hombre, apartándolo de los valores superiores que está llamado a alcanzar.
La templanza es señorío sobre uno mismo. Con ella el hombre aprende a prescindir de lo que le produce un daño, y con el tiempo advierte que el sacrificio es sólo aparente, porque al vivir así, con
sacrificio, se libra de muchas esclavitudes. La lucha y el sufrimiento –apunta Enrique Monasterio– son peajes inevitables en el camino de nuestra vida, y para ser feliz es indispensable perderles un poco el miedo. La felicidad, o el amor, no son simples fenómenos químicos de escasa duración, sino que exigen siempre un compromiso y un sacrificio mantenidos. Quien pretende ingenuamente
eludirlos, sólo logra alejarse de la felicidad, sólo encuentra pequeños placeres, cada día menos intensos y más frustrantes, porque, queramos o no, el paladar –y lo digo en sentido amplio– también se desgasta.
Como decía Ortega, mientras el tigre no puede dejar de ser tigre, no puede destigrarse, el hombre vive en riesgo permanente de deshumanizarse. Y buena parte de ese riesgo de deshumanización proviene de la pérdida de libertad interior, casi siempre más grave que la privación de la libertad física.
¿Por qué dices que es más grave?
Sobre todo por sus efectos, pero también por la facilidad con que pasan inadvertidos. Los peligros que nos acechan para desposeernos de la libertad interior suelen ser bastante solapados, difíciles de descubrir.
Se producen –como ha señalado José Antonio Ibáñez-Martín– cuando se impide que la acción pase por el tamiz de la deliberación, de la reflexión, de manera que se insta a actuar de modo instintivo más que racional; cuando una persona queda esclavizada por sus propias pasiones, inmersa en el error o atenazada por la ignorancia.
Esto es lo que sucede cuando se busca conseguir en las personas unas respuestas determinadas, manipulando para ello las diversas pasiones humanas. Por ejemplo, cuando se busca exacerbar el impulso sexual, o la pasión por el juego, la bebida o la droga, con objeto de desencadenar de modo
compulsivo esas fuerzas para provecho de quien lo induce; o cuando se trata al hombre como una mera afectividad a captar, y para ello se le engaña con un inexistente cariño, o mediante la seducción o el miedo; o cuando se fomentan sentimientos de egoísmo, odio, venganza, etc.
Es importante estar prevenidos ante esos posibles errores. El inmoderado afán de placer y de
satisfacción causa una angustiada atención al yo, que destruye precisamente lo que anhela. Kierkegaard decía que la puerta de la felicidad se abre hacia dentro, hay que retirarse un poco para abrirla: si uno la empuja, la cierra cada vez más.
Superar el egoísmo
Cualquier persona, cuando bucea en su interior y busca en lo mejor de sí misma, encuentra bien nítida esa llamada humana a la entrega desinteresada, a darse a los demás. Educar o educarse en ese impulso generoso de servir a los demás sin esperar nada a cambio, es a todas luces decisivo para llevar una vida verdaderamente humana.
Aunque por fortuna son pocos quienes reivindican el egoísmo como elemento de la propia tabla de valores, no por eso sus efectos dejan de estar presentes de modo constante en la vida de todo hombre. Se trata de una pugna que durará toda la vida.
Quien no lucha decididamente contra sus tendencias egoístas, se encamina hacia una auténtica quiebra personal.
Igual que una persona generosa encuentra la felicidad haciendo felices a los demás, el egoísta pasa su vida quejándose de que el resto del mundo no se consagra a hacerle feliz a él.
—Tengo la impresión de que la generosidad y el egoísmo pugnan por lograr el dominio de cada persona, y parece como si esa dominación cristalizara ya desde muy temprana edad.
Un niño o una niña con muy pocos años de edad ya distingue bastante bien la generosidad del
egoísmo, y hace opciones morales bien concretas. Son decisiones en las que influye mucho el
ejemplo que reciben, pues en la educación de los hijos, como en cualquier proceso de formación, los gestos son más importantes de lo que parece. Las conductas o actitudes egoístas engendran a su vez otras similares en quienes las observan, pues su capacidad de imitación es grande y los modelos vivos son los que tienen mayor capacidad de persuasión. Los comportamientos, las palabras, los gestos, los modos de reaccionar ante sucesos concretos son imitados con rapidez y trasladados a la vida, y así se crea una dinámica que luego no siempre es fácil reconducir.
Supongo que sucederá lo mismo en sentido positivo...
Afortunadamente. Por eso es importante que las personas descubran pronto la satisfacción personal que brota de la generosidad, del servicio, del hecho de ayudar a otros. Incluso el trabajo nos satisface verdaderamente sólo cuando vemos que aporta algo, que está contribuyendo a hacer algo positivo para otros.
―La mejor forma de conseguir la realización personal –asegura Víctor Frankl– es dedicarse a metas desinteresadas‖. La búsqueda egoísta de la felicidad constituye una contradicción en sí misma,
puesto que el egoísmo obstruye el camino de la felicidad. Cuando el placer o la comodidad se deben a intereses egoístas, se produce una curiosa paradoja: cuanto más se buscan, tanto más se
diluyen; cuanto más se persiguen, tanto más se apartan de nosotros.
Querer a los otros es el mejor regalo que podemos hacernos a nosotros mismos.
Porque ese cariño que damos a los demás revierte en nuestro propio enriquecimiento haciéndonos mejores.
¿Y ser generoso para alcanzar una satisfacción interior no es, en el fondo, una forma solapada de egoísmo?
Existe ese riesgo, sin duda, aunque no me parece muy peligroso, puesto que la propia dinámica de la generosidad va mejorando a la persona y purificando su intención y sus intereses.